(+18) La primera noche

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-Esto de tener avión privado es genial, ¿no crees? -Le sonrío y asiento, en el avión estamos solos él, una azafata, el piloto y yo, vamos a Roma. Ayer, tras prepararme un increíble desayuno me dijo que le apetecía salir de Florencia y me lo propuso. Y aquí estamos, en estos asientos de piel reclinables de "nuestro" avión de lujo, viajando a la capital de Italia, la "ciudad eterna". Florencia es preciosa, me he enamorado de cada uno de sus rincones, incluido del David de Miguel Ángel, musculoso y desafiante. Sonrío recordando la cara de mi escritor cuando se me escapó un "eso sí que es un buen culo". Me miró con mala cara y se apartó, haciéndose el ofendido, pero no fue nada que una dulce voz y un par de caricias y besos no pudieran arreglar. Florencia está siendo testigo de muchos momentos juntos y quizás es eso lo que me enamora de ella. Pero un cambio no viene mal y me apetece conocer Roma, puede que también la capital sea testigo de nuestros besos y algo más. Aunque, pensándolo bien, también el cielo de Italia puede ser un buen testigo. Miro el botón de seguridad, apagado, que indica que ya podemos quitarnos el cinturón y movernos. La cabina del piloto está insonorizada, la azafata está con él, los asientos son cómodos y él lleva unos vaqueros y esa camiseta azul que me vuelven loca. Mira por la ventana, distraído, me muerdo el labio, tenemos tiempo. Me desabrocho el cinturón de seguridad y lentamente mis dedos acarician el suyo, paseando luego por su pierna. El aire acondicionado deja de hacer su trabajo, empieza a hacer mucha calor. Me mira sorprendido y traga saliva cuando vuelvo a morderme el labio. Sonriendo, desabrocho el cinturón que aun lo mantiene atado al asiento y acaricio su entrepierna, presionando con suavidad, siento como empieza a reaccionar a mis caricias. –Kate… ¿aquí?

Una mirada traviesa es toda la respuesta que me da. Intento mantener la calma. –Cariño… no es buena idea… la azafata podría venir… -Niega con la cabeza, me dice que ella solo vendrá si la llamamos, pero no estoy muy seguro, aunque mi cuerpo no está de acuerdo conmigo y menos ahora que puedo notar sus pechos, endurecidos, por debajo de la tela de su vestido veraniego. No sé como lo hace, pero cuando creo que ya no va a poder sorprenderme más, lo consigue. Su mano sube hasta mi boca y me roza los labios. –Vamos, Rick, dime que no te resulta excitante… aquí, el aire, en estos asientos tan cómodos. –Su voz es hipnotizante. Tengo que ser razonable, mantener la cordura, la azafata podría venir. –Esperemos a llegar al hotel, por favor… -Ella me mira y retira sus dedos, espero no haberla enfadado. Se levanta y va hasta el otro par de asientos, situados a un metro de los nuestros. Ya empezamos… -No te enfades cariño… -Me mira, en sus ojos no veo ningún enfado, sino lujuria. –No me enfado Ricky, pero estoy tan excitada… y como tú no quieres ayudarme, tendré que librarme de este calor, yo sola. –Entre mis piernas se despierta una erección en cuestión de segundos, esas palabras son las culpables, ahora soy yo el que siente un calor asfixiante, pero… quiero saber si habla en serio. Kate es apasionada, pero dudo mucho que sea capaz de… se sienta en el asiento al que se ha dirigido y le da a una manivela, que hace que el asiento se gire y que quedemos frente a frente. –Dime cariño, quieres mirarme o prefieres que le dé la vuelta al sillón. –Siento un gran dolor en mi entrepierna y solo hay alguien que pueda aliviarlo, pero ella no presta atención a mi erección, me mira, esperando mi respuesta. –Kate, estás jugando con fuego… -Ella se ríe y se quita su vestido, sencillo, sin cremalleras ni nada, quedándose en ropa interior. Una gota de sudor baja lentamente entre sus pechos, paseando por su cicatriz. Mirándome a los ojos se quita la lencería, de encaje, roja y la desliza por sus largas piernas. Desde aquí puedo notar lo excitada y mojada que está. Se deshace de la prenda y despacio recorre su pierna con su mano, sus pupilas están clavadas en mis ojos, pero los míos no le corresponden, no puedo desviar la mirada de su mano. Sus dedos acarician suavemente su clítoris y por un momento cierra sus ojos y suelta un gemido. Me levanto de golpe y camino, deshaciéndome de mi pantalón, necesito darle un poco de libertad a mi miembro. Me arrodillo frente a ella, que sigue acariciándose, ahora haciendo círculos alrededor de ese órgano tan increíble, cuya única función es el placer y, por la mirada de mi diosa, funciona a la perfección. Su boca está entreabierta, sus ojos medio cerrados, susurra mi nombre. Llevo una mano hasta la suya y la freno. Me mira, esperando. Acerco mi boca y le doy un pequeño beso en el interior de su muslo izquierdo, gime, muerdo suavemente el derecho, gime aun más fuerte, mi lengua saborea la humedad y dibuja círculos, al igual que antes hacían sus dedos, sus manos van hasta mi pelo, se aferra a mí. Me encanta su sabor, sentirlo en mi boca, es un regalo para mis sentidos. Respiro suavemente sobre ella, mi aliento la golpea, llora. La miro, sus ojos están cerrados, su cuerpo se arquea, busca desesperada la libertad, pero aun no voy a dársela, no después de la tortura a la que me ha sometido. Mi nombre se escapa de sus labios, no sé si ha sido un gemido, una súplica o simplemente música celestial. Mi mano la sujeta, apretando suavemente su abdomen, con la otra acaricio su interior, pero sin profundizar, apenas unos milímetros, mientras que mi lengua sigue haciendo círculos y mis labios succionan. Sus piernas se resisten, me tira del pelo con fuerza, brusquedad, llora. Mis dedos empiezan a moverse, con ritmo, ella los atrapa, siento como el orgasmo la atrapa y sé lo que tengo que hacer para llevarla al séptimo cielo. Curvo mis dedos, golpeando donde más lo necesita y mi lengua deja de hacer círculos para posarse directamente sobre su clítoris, que palpita ante el contacto. Y ahí llega. Tiembla, todo su cuerpo es atrapado por el intenso orgasmo que está sintiendo. El placer más absoluto la posee, grita mi nombre, que resuena en el avión, su interior atrapa e inmoviliza mis dedos. Durante varios minutos no puede hablar, solo oigo su respiración entrecortada y veo un par de lágrimas. Retiro mis dedos con cuidado y beso con ternura su abdomen. Me levanto con dificultad, mi cuerpo pide a gritos que lo alivie, ver a Kate teniendo ese orgasmo es demasiado para cualquier hombre. Siento que si le hago el amor no voy a durar mucho, pero lo necesito, podrían dejarnos sin aire en esta cabina que me daría igual, siempre y cuando estuviese enterrado en su interior. La miro, sigue temblando, aunque lentamente los rastros de su orgasmo van desapareciendo. Me siento a su lado, me mira, acerca su rostro al mío y me besa lentamente. –Te quiero Rick… dios…eso ha sido…

Me siento abrumada, incapaz de describirlo, jamás, me había sentido así, con el siempre ha sido increíble, pero esto… esto es algo nuevo. Rick está empapado de sudor, noto su increíble erección a través de sus boxes de seda y en su rostro veo el deseo y también el dolor y el esfuerzo por controlarse. Me levanto, aunque mi cuerpo no ha parado de temblar y le miro, yo ya disfrutado, ahora le toca a él. Le quito la ropa interior y me subo a su regazo. Parece nervioso, habla en voz baja, ronca. –Kate… no voy a durar… -Niego con la cabeza, lo beso, mi lengua explora su boca, mis manos acarician su nuca. –Ahora te toca disfrutar a ti mi amor… no te preocupes, tu solo siente y disfruta. –Lo guio hasta mi interior y desciendo lentamente, mi piel le rodea y gruñe y gime, me muevo con rapidez, se que está muy cerca, le hablo al oído. –Yo ya he disfrutado muchísimo, amor, eres increíble, tu forma de tocarme, de besarme, ahora te toca a ti, vamos cariño, quiero sentirlo, déjate ir. –Sus manos se aferran a mi espalda y siento su orgasmo en mi interior, es increíble, grita de placer, su miembro palpita dentro de mí, entierra su cabeza entre mis pechos y todo termina. Nos miramos a los ojos, desnudos, mojados, relajados, felices, enamorados. –Te quiero.

Pues aquí tenéis otra parte mas de esta historia. Como siempre aprovecho a los personajes y sus sentimientos para dar mi opinión sobre algún tema en concreto, en este caso, sobre esa novela que ha engachado a medio mundo y sobre algunos sentimientos. Ojo, es mi opinión, obviamente no gusta a todo el mundo, pero creo que le viene bien a este personaje. Muchas gracias por leer y por comentar.


-No lo eres, eres una gran persona, dulce, buena, tierna, sincera, eres perfecta. –Me dice. Pero no le creo. Soy mala persona, por eso llevo dos semanas sin poder sonreír, sin poder besarle, sin poder tocarle. Debo ser mala persona, este es mi castigo por lo que he hecho. Pero él me sigue queriendo, no está enfadado, no me odia, me quiere, quiere besarme, quiere tocarme, está tumbado en mi cama, aquí a mi lado, acariciándome el pelo, no sé como lo hace, yo no puedo convivir conmigo misma, pero él me quiere, quiere estar conmigo. No lo entiendo. Inconscientemente acaricio mi abdomen, como hago todos los días, quizás esperando sentir algo, algo que no voy a sentir, yo misma me negué a sentirlo. Este es mi castigo, odiarme, sentirme vacía. Un castigo por algo que para algunos es un pecado, para otros un asesinato, para otros un derecho, para mí, mi decisión. James coge mi mano y la aprieta, con fuerza y a la vez ternura. Se ha convertido en una costumbre entre los dos. Yo me empeño en torturarme, él se empeña en no dejarme. ¿Cómo lo hace? ¿Por qué sigue a mi lado? No he tenido en cuenta sus deseos, no le he dado lo que quería, lo que deseaba, pero aquí sigue. Me gustaría decirle que se vaya, que no lo merezco, pero no puedo, lo quiero, como nunca he querido a un hombre. Porque James no es un chico, como lo eran Owen o Ashley, no, James es un hombre, un hombre de verdad, no es perfecto, nadie lo es, yo no soy perfecta, mi padre no es perfecto, su querida Kate no es perfecta aunque ellos lo piensen. Nadie es perfecto y nadie tiene la necesidad de serlo. Todos tenemos defectos, manías, problemas. Quizás por eso me niego a apartarme de él, porque ya lo he entendido. Ya he entendido que no es perfecto, que no es mi dios heleno, ni mi príncipe azul, no es mi héroe, simplemente no necesito que lo sea. Quiero que sea mi hombre imperfecto, con sus manías, sus defectos, imperfecto, sí, pero capaz de quererme, de cuidarme como necesito que me cuiden, no es perfecto pero me quiere. Me quiere… el amor tampoco es suficiente, me rio de esas personas que dicen que con el amor es suficiente, no, no es suficiente, el amor es primordial, no voy a negarlo, pero debe ir de la mano del respeto. Me dan lastima esas chicas que presumen de novios que las quieren, pero no las respetan, chicas como la de esa nueva novela, que tanto gusta a las mujeres, cuya protagonista se somete a su novio, se convierte en su sumisa. ¿Qué mujer deja su dignidad detrás para estar con un hombre que no la respeta?, un hombre que la ve como su sumisa, que piensa en darle placer, pero no en amarla, que puede follarla y darle los orgasmos mas placenteros, pero es incapaz de hacerle el amor… Cincuenta sombras, mi padre estará de acuerdo en que es un buen nombre, esa mujer vive en un mar de sombras, un mar que ella misma acepta… renuncia al respeto por amor… estúpida. Pobre de la que piense "no me respeta, pero me ama" y pobre de la que lo acepte. Yo en esto tengo suerte, James me respeta, no solo me quiere, me respeta. Respetó mi decisión, respeta mi dolor, mi tiempo, sigue aquí. Y ahora tengo miedo, el respetó mi decisión, yo no respeté la suya. No merezco su amor, pero no voy a rechazarlo, porque soy imperfecta, y mi corazón imperfecto hoy me dice que sea egoísta, que me deje abrazar y llore a su lado, que acepte sus caricias y su amor, que no piense en si soy la indicada o no. Y ahora mientras que siento sus besos en mi pelo y su mano sobre las mías me doy cuenta de que no soy mala persona, al fin y al cabo, él todavía cree en los amores perfectos y sigue aquí a mi lado ¿no?

Espero comentarios, criticas, sugerencias