¿Quién controla a quién? (Cont. Una broma del destino)- Capítulo 25... 10/Mar

Hola!! Aquí les dejo el siguiente capítulo. No he tenido mucho tiempo para escribirlo así que no prometo nada!
Gracias por leer!!!
Espero que les guste y no olviden comentar!


Capítulo 15: Vuelta al trabajo y a los celos

Esa mañana había sido un no parar. Un hombre había aparecido muerto en un callejón y aún no lo habían identificado. Todo parecía señalar que la causa de la muerte había sido un disparo por la espalda, pero todavía esperaban la confirmación de Lanie cuando hiciera la autopsia. Castle no había vuelto a sacar el tema de Andrea, aunque tampoco había tenido tiempo de hacerlo. Beckett sabía que a la hora del almuerzo le iba a tocar lidiar con los celos de Castle otra vez. No tenían sino media hora, así que prefirieron ir a un bar de la misma calle. Estaban ya sentados en la mesa y el camarero se acercó para tomar nota de lo que iban a comer.

-Rick, ya sabes lo que quiero. Voy a aprovechar para llamar a casa a ver cómo va todo –Beckett sacó el teléfono y se alejó un poco de la mesa. Castle no podía dejar de mirarla mientras hablaba. Estaba muy sonriente, hasta había soltado una carcajada. Cuando volvió a la mesa, el camarero ya se había ido.

-¿Y bien… qué tal todo?

-Genial. Andrea no ha tenido ningún problema. Le estaba dando de comer a Roy cuando he llamado –dijo Kate alegremente–. Dice que esta mañana han visto dibujos animados y han jugado con los juguetes de navidad.

-Ah… ¿y eso te ha resultado gracioso?

-¿Cómo dices? –le preguntó ella un poco confusa.

-Digo… que te estabas riendo cuando hablabas por teléfono y me esperaba algo más gracioso. –Beckett lo miró entrecerrando los ojos.

-Oh, vamos… ¿Vas a volver con eso? La verdad es que sí, me resultó gracioso. Ahora vamos a comer tranquilos–ella lo miró satisfecha y con una amplia sonrisa en el rostro. En ese momento llegó el camarero con lo que habían pedido y comieron en silencio. De vez en cuando, Beckett lo miraba evitando reírse, en el fondo le gustaba ver a Castle así.

Terminaron de comer y volvieron a la comisaría. Espósito y Ryan habían conseguido identificar a la víctima. Su nombre era Mark Patterson, tenía 34 años y vivía en Maryland hasta que se mudó a Nueva York hacía dos años.

-¿Y qué hacía por la zona del asesinato? –Preguntó la inspectora.

-Era pintor y tenía una exposición en una galería de arte que no está muy lejos de la escena del crimen. Seguramente salía de allí cuando lo asesinaron, aunque lo sabremos cuando Lanie nos diga la hora exacta de la muerte. –Todos estuvieron atentos mientras Espósito les contaba lo que habían averiguado. Cuando acabaron sonó el teléfono de la inspectora.

-Beckett.
…

-Bien. Vamos para allá –Los demás la miraba esperando. –Era Lanie. Tiene más datos. Vamos Castle. –Los dos se montaron en el ascensor y pusieron rumbo a la morgue. Allí la forense los esperaba sonriente.

-Hola chicos – se saludaron alegremente. -¿Qué tal les va con el niñero macizo? –Beckett la miró haciéndole una mueca para que no fuera por ahí pero ya era demasiado tarde. Castle las miraba frunciendo el ceño.

-¿Está muy bueno, verdad? –dijo el escritor con sarcasmo.

-Buenísimo…-le contestó Lanie picándolo.

-No le hagas caso, Rick. Sólo quiere molestarte. Andrea es mono –Castle la miró con ansiedad. –Pero la verdad es que hasta ahora no lo había pensado.

-Vamos Kate. Por mucho que estés casada eres una mujer y el chico escritor no se puede molestar por eso. No vas a negarme que en cuanto lo viste no pensaste en como tendría que ser ese cuerpazo sin camiseta –Beckett la miraba con la boca abierta. No podía creer que su amiga le estuviese complicando de esa manera la situación. Castle estaba indignado pero no fue capaz de decir nada, hasta él mismo se había hecho esa pregunta al ver a Andrea.

-Pues no, Lanie. No me imaginé cómo serían los músculos de Andrea, lo de las fantasías sexuales te viene mejor a ti. Yo solo me imaginé si sería un buen canguro para mi hijo. –La inspectora intentó sonar muy convincente. Desde el momento en que vio a Andrea había pensando que estaba muy, muy bien, pero era algo que nunca iba a reconocer delante de Castle porque sabía cómo le afectaban esas cosas. –Además, estamos aquí para que nos digas qué has averiguado no para que nos cuentes tus fantasías eróticas con mi canguro. –Lanie sonrió abiertamente y empezó a contarles todo lo referente al caso.

Como suponían, la causa de la muerte había sido el balazo de la espalda. No había muerto en el acto, pero había quedado inconsciente a causa del impacto y se había desangrado. La hora de la muerte estaba entre la una y las dos de la madrugada. No había signos de violencia ni agresión. Cuando estaban saliendo de la morgue, Kate se giró y pronunció un “te voy a matar” que Castle no pudo escuchar. Lanie la miró sonriendo descaradamente y le tiró un beso volado. Ella sabía perfectamente el efecto que iba a causar en el escritor si decía eso de Andrea y lo había hecho apropósito para divertirse un rato a su costa.


Llegaron a la planta de homicidios y añadieron a la pizarra toda la nueva información. Beckett y Castle fueron a la galería de arte, mientras Espósito y Ryan interrogaban a sus vecinos. No averiguaron mucho porque no tenía relación con sus vecinos y era su segundo día de exposición en esa galería de arte. La inspectora mandó a los detectives a revisar las llamadas y mensajes de la víctima para buscar más personas con las que tuviera relación.

Estuvieron bastante ocupados y Kate tuvo que llamar a Andrea otra vez para decirle que no iban a llegar hasta más tarde. El canguro se mostró comprensivo y le aseguró que él se encargaría de bañar y darle la cena al niño. Cuando llegaron a casa, lo primero que se encontraron fue a Andrea sin camisa dándole la cena a Roy. En cuando vieron la escena, Kate no pudo reprimir una risita y Castle la miró de mal humor.

-Yo… buenas noches –dijo el chico comprometido –Disculpen que esté así pero es que bañando a Roy se me mojó la camisa y tuve que quitármela para que se secara.

-No te preocupes Andrea. Si quieres puedes meterla en la secadora o puedes llevarte una de Castle –el escritor la miró sorprendido.

-No te molestes, Kate. Seguro que ya estará casi seca…-el chico se había dado cuenta de la reacción de Richard y se sentía un poco avergonzado.

-Bueno… como quieras. Pero déjame que yo sigo con Roy. Ya es muy tarde y tendrás que irte a tu casa –Kate le sonrió para tranquilizarlo y el joven le devolvió la sonrisa con timidez. Se puso su camisa y cogió sus cosas, y se fue hacia la puerta.

-Bien… Pues hasta mañana –la pareja se despidió, y Kate se acercó a la trona para darle la comida al niño. –Hasta mañana Roy –El bebé le dijo adiós con la manita bajo la tierna mirada de sus padres. -“Me cae bien este Andrea. Es muy divertido y está muy fuerte para subirme al caballito”.

Cuando el canguro salió, Castle se acercó a su mujer y la miró levantando las cejas. -¿Qué? –le preguntó ella.

-Mira… ya puedes decirle a Lanie que no vas a tener que imaginártelo…

-Vamos, Rick. Tú eres el único que me vuelve loca –la inspectora entendió que tenía que ir por otro camino si quería que su marido se quedara tranquilo.

-¿Ah sí? –el escritor se aceró a ella y le tomó el rostro con las manos para besarla apasionadamente. –“Wow… con esos besos no puedo competir”. Cuando se separaron Beckett lo miró mordiéndose el labio y visiblemente agitada.

-Sí… y lo peor es que lo sabes… -los dos se sonrieron con complicidad. El escritor se puso a preparar la cena para ellos mientras ella terminaba con el bebé. De vez en cuando se buscaban con la mirada y sonreían con cariño cuando se encontraban.

Aquí está!! Muchas gracias a todos los que leen y comentan. Espero que les guste!

Capítulo 16: Un malestar inoportuno

Como todas las mañanas, el despertador sonó interrumpiendo el sueño de Castle y Beckett. La inspectora dormía de lado y el escritor la abrazaba por la espalda, con la cabeza enterrada en su pelo. Al escuchar la alarma, ella se revolvió y estiró el brazo para apagarla, sentía que se le iba a reventar la cabeza con el ruido. Después se giró un poco para saludar a su marido y, entonces fue consciente de lo mal que se sentía.

-Rick… -gimió

-Buenos días, cariño –se apresuró a decir Castle acercando más su rostro para besarla.

-Espera… no me encuentro bien… -El escritor se separó un poco para poder mirarla y enseguida se sentó en la cama.

-Kate… tienes mala cara… ¿qué te ocurre? –le preguntó ahora alarmado.

-Me duele muchísimo la cabeza y la garganta… Además, creo que tengo fiebre – Castle puso su mano sobe la frente de ella y asintió.

-Estás ardiendo, cariño. Voy a buscar el termómetro y algo para que se te baje. –El escritor caminó hacia la puerta y antes de salir se giró. – ¡Ah! y voy a llamar a Gates para decirle que no puedes ir a trabajar –Beckett lo miró con mala cara, cogió las mantas y se envolvió en la cama.


Un rato después Castle volvía a entrar a la habitación. Cuando llegó a la cama, Kate se había vuelto a quedar dormida. La miró con ternura y le acarició el rostro con suavidad, pensó que se tenía que sentir bastante mal para que no le importara mostrarse tan vulnerable. Se acercó más a su cara y le dio un beso en la frente.

-Kate, mi amor… despierta… -le susurraba mientras le daba un beso en la mejilla y acariciaba su cabello.

-Castle… …. –la inspectora susurró algunas palabras que el escritor no fue capaz de entender. Con mucho cuidado, le levantó el brazo y le colocó el termómetro. Después la ayudó a incorporarse un poco y le dio un ibuprofeno y un vaso de agua, que ella se tomó sin abrir los ojos. Luego fue al baño y cogió una toalla pequeña mojada con agua fría y se la puso en la frente, tal y como hacía con Alexis cuando era pequeña. Repitió la operación un par de veces, aplicándola también en su cuerpo, hasta que Kate se resistió.

Una media hora más tarde, cuando creyó que la temperatura empezaba a bajarle un poco, volvió al salón para llamar a la comisaría. Gates le dijo que no pasaba nada, que se tomara unos días si era necesario, hasta que estuviese completamente recuperada. Sin embargo y para sorpresa del escritor, le pidió que, aunque Beckett estuviese enferma, él fuera a la comisaría a ayudar a Espósito y Ryan, que estaban estancados en el caso. Castle aceptó a regañadientes. Le hubiese gustado quedarse a cuidar de su mujer pero prefirió no llevarle la contraria a la capitana. Además, esperaba que Kate poco a poco se fuese encontrando mejor. Colgó el teléfono y justo tocaron en la puerta. Castle abrió y se encontró con un sonriente Andrea.

-Señor Castle –dijo el joven alegremente mientras le ofrecía la mano.

-Buenos días, Andrea… Pasa.

-¿Qué tal? ¿No trabaja hoy? –preguntó el chico confundido mientras señalaba el pijama de Castle.

-Eh… sí… Es que Kate amaneció enferma… pero yo tengo que ir… De hecho, será mejor que vaya a cambiarme porque llego tarde. Roy aún está durmiendo, aunque supongo que no tardará en despertar. Puedes… tomarte un café si quieres o… ver la televisión… -dijo Castle antes de caminar hacia su habitación.

-Sí… no se preocupe… -le contestó Andrea mostrando su perfecta sonrisa.


En la habitación ya Kate estaba despierta, aunque seguía acostada y con mala cara. Castle se agachó junto a ella y le dio un dulce beso en los labios. -¿Te encuentras mejor? –le preguntó. Ella le sonrió y le acarició la mejilla con el dorso de su mano. –Sí, gracias… -le contestó la inspectora. Castle le dio un último beso y se levantó para empezar a vestirse.

-He llamado a Gates y me ha pedido que vaya a la comisaría aunque tú no estés. Quiere que ayude a los chicos con el caso, pero me parte el corazón tener que irme y dejarte así… –dijo esto último en tono dramático.

-No exageres… No es nada…Con un poco de reposo se me pasará…

-Eso espero, si no habrá que ir al médico aunque te quejes…Por cierto, Andrea ya llegó, así que puedes descansar tranquila sin preocuparte por el niño. Y él será mejor que ni sepa que estás aquí o no se querrá despegar de tu lado y eso no será bueno ni para Roy ni para ti. –Castle le hablaba en tono autoritario pero a la vez dulce, como si fuese una madre que está advirtiendo a su hijo pequeño. Terminó de vestirse y fue al baño para peinarse y perfumarse. Cuando estuvo listo, se acercó de nuevo a Beckett para despedirse.

-Mmmm… me encanta como hueles… -le susurró la inspectora pasando las manos por su cuello y atrayéndolo hacia ella. Se dieron un profundo beso y luego se separaron, dejando sus frentes juntas.

-¡Qué mierda que tenga que irme, Kate! Yo que pensaba que no íbamos a pasar ni un día más separados –ella le sonrió con ternura y le dio un rápido y último beso.

-Venga… tranquilo… Vete… -los dos se sonrieron y Castle empezó a caminar hacia la puerta. –Y… ¡¿Rick?! –Castle giró sobre sí mismo y esperó a que ella continuara. –Vuelve desde que puedas… te echaré de menos…

-Y yo. Te quiero –dijo el escritor justo antes de volver a girarse y salir de la habitación, cerrando la puerta después. Llegó a la cocina y se encontró a Andrea sentado en una de las butacas tomándose un café.

-Andrea… Me gustaría pedirte un favor.

-Por supuesto, dígame…

-Es que… como te dije, Kate está enferma y no se siente nada bien. Lo mejor es que cuando Roy se despierte no sepa que su madre está aquí –el chico lo miró extrañado pero asintió con la cabeza despacio. –Lo que pasa es que Roy adora a Kate y si sabe que está aquí, no va a querer moverse de su lado. Ella tiene que descansar y él podría enfermarse también –Andrea lo entendió y sonrió.

-No se preocupe… Kate podrá descansar tranquila.

-Gracias… Y hasta esta tarde.

-De nada… hasta luego… -Castle salió del loft para ir a la comisaría.


La mañana transcurrió muy lenta y cuando llegó la hora del almuerzo, el escritor tenía la esperanza de poder ir a su casa, pero no fue así. Estaban revisando el correo y el e-mail de la víctima, y la cantidad de papeles era enorme, por lo que lo necesitaban en la comisaría. Sin embargo, Gates le prometió que podría irse en dos horas. En la casa de Castle, Andrea le daba de comer al pequeño Roy en la compañía de Martha. La actriz últimamente pasaba casi todo el día fuera porque estaba dando clases de teatro y tenía una nueva conquista, aunque aún no se lo había reconocido a su familia, pero Castle la había llamado para que se pasara y viera cómo estaba Kate, aunque el escritor la llamaba cada hora.

Mientras el pequeño comía y sin que se diera cuenta, Martha preparó una bandeja con algo de comida y la llevó a la habitación. Al principio Kate se negó a comer, pero después de la insistencia de su suegra comió un poco. Después, llevó la bandeja vacía a la cocina y comieron ella y Andrea, mientras Roy intentaba caminar en su andadora. Los adultos lo miraban sonrientes y el niño ponía todo su empeño en moverse.

Después del almuerzo, Martha se fue otra vez, y Roy y Andrea se pusieron a ver dibujos animados. En cuestión de minutos y como cada tarde, el pequeño se quedó dormido en el sofá El joven lo cogió con cuidado de no despertarlo y lo llevó a su habitación.
Cuando bajó, lo pensó durante un momento y se decidió a ir a la habitación de Kate para ver si necesitaba algo. La pobre llevaba todo el día sin salir y, como Roy estaba durmiendo, no se iba a enterar. Tocó con suavidad en la puerta y, cuando escuchó “pasa”, asomó la cabeza.

-¡Andrea! –dijo Kate acomodándose el pelo instintivamente. -¿Necesitas algo? –el chico sonrió.

-Para eso mismo venía yo… ¿te encuentras bien… necesitas algo?

-Pues la verdad… Me tengo que tomar una pastilla y… ¿Me puedes llenar el vaso de agua?

-Claro, enseguida –se acercó a la mesilla para coger el vaso vacío y desapareció, para volver segundos después con el vaso lleno.

Kate ya estaba en el medio de la cama y se incorporó un poco, apoyando la espalda en el cabecero. Andrea se sentó en un extremo y le dio el vaso y una de las pastillas que estaban también en la mesilla. La inspectora le sonrió con gratitud y se la tomó. El chico la observaba atentamente con interés.

-¿Se te ha bajado la fiebre?

-Pues… me encuentro mejor pero no lo sé…

-Yo he cuidado muchos niños enfermos… –los dos sonrieron -¿Me permites? –le preguntó al mismo tiempo que acercaba su mano a la frente de ella para tomarle la temperatura. A Kate no le dio tiempo de responderle, simplemente se quedó quieta mientras él tocaba su frente y luego sus mejillas con el dorso de la mano.

En ese momento Castle entró a la habitación y su rostro cambió. En un segundo por su mente pasaron varias cosas qué podría haber pasado para que ese guaperas estuviera sentado en su cama acariciando la mejilla de su mujer en camisilla.

-¿Kate? –la inspectora pegó un salto del susto y Andrea separó rápidamente su mano y no supo donde meterla. Después, y también con rapidez, se levantó de la cama.

-Rick… qué pronto has vuelto… -por la expresión de él sabía que no le había gustado nada lo que se había encontrado y ella se puso nerviosa.

-Señor, Castle… –dijo el chico con timidez antes de salir de la habitación. El escritor sonrió forzadamente y sin enseñar los dientes, con la vista fija en su mujer.

-¿Cómo estás? –preguntó aún desde la puerta.

-Un poco mejor… ven… acuéstate aquí conmigo –dijo la inspectora en tono meloso y palmeando la cama. Castle lo pensó un segundo y asintió. Ya tendría tiempo luego de preguntarle por lo que había visto. Ahora lo único que le apetecía era tumbarse a su lado y abrazarla, que era para lo que había vuelto a toda prisa.