Matrimonio de conveniencia Epílogo (23 de enero)

es una pasada!!!!

Muchísimas gracias a todas, sois muy ambles, espero que el relato os siga gustando como hasta ahora. !Besos!

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En la casa del Coronel O´Hara todo era un ir venir de gente. Estaban prepa-rando la boda para el sábado, y ya era jueves.

Katherine se peleaba en su cuarto con la prestigiosa modista que su futura suegra le había enviado para hacerle el vestido cuando la avisaron de que tenía una visita.

K: Señora condesa- dijo con una reverencia- no esperaba contar con su mara-villosa presencia- odiaba hablar así.
M: Katherine hija, te ves...extraña- respondió con un deje de desprecio, estaba empezando a plantearse si Lady Meredith no hubiera sido una mejor opción para su hijo.
K: Estaban probándome el vestido, varios de hecho...estoy un poco...nerviosa, es la primera vez que me caso y bueno, supongo que será la última y...
M: ¡Ya calla muchacha!!, está visto que tengo tanto que enseñarte, las mujeres no hablan tanto- Katherine tuvo que morderse la lengua para no preguntar por qué- Tengo algo muy importante que hablar contigo.
K: Usted dirá- ¿será que querían suspender la boda?
M: ¿Tú has vivido toda tu vida con el coronel verdad querida?
K: Sí señora, mi tío es mi única familia.
M: Imagino que él no te habrá preparado para ciertas cosas...
K: No entiendo...
M: ¿Sabes qué pasará después que te cases con mi hijo?- Katherine tuvo que contenerse para no reírse en su cara.
K: Que tendremos que tener un hijo, o varios, pero por lo menos uno, el here-dero que su familia necesita- realmente ella sabía a que se refería la condesa, no era tonta, había leído mucho, pero le gustaba ver a esa mujer tan refinada buscando las palabras adecuadas para explicarle lo qué pasaría tras su boda con el conde.
M: ¿Y sabes cómo pasará eso?
K: No estoy segura...mi mejor amiga, Lady Lanie de Espósito espera uno, pero me ha dicho que unas damas como nosotras no debemos hablar de esos te-mas, y que debe ser, en ausencia de mi madre, mi esposo quien me lo expli-que.
M: Lo haré yo-- sentenció seria- Querida, no tienes que tener miedo, sé que...no va a ser algo agradable pero, es nuestro deber como mujeres- durante un rato le contó toda una batalla que distaba mucho de las cosas que ella había leído y de las que su amiga, sí que le había contado, estaba distraída cuando las palabras de la condesa Castle la trajeron de vuelta a la realidad- Y tu no sentirás nada, pero tienes que tener a tu marido satisfecho o se irá con cualquier fulana...y créeme que lo hará, conozco a mi hijo, él necesita...que le atiendan bien en ese aspecto- las palabras “y tu no sentirás nada” hicieron que la mente de Lady Katherine vagara a la noche anterior, cuando Lord Richard la había invitado a dar un paseo y habían ido a cenar con los Espósito.

K: Lord Javier es un hombre estupendo, me agrada mucho, creo que Lanie ha tenido suerte con el marido que le eligieron sus padres, se les ve felices.
R: ¿Y usted qué mi lady? ¿Piensa que no ha tenido suerte con el que eligieron para vos?
K: Aún no he tenido tiempo de valorarlo mi lord, pero creo que usted es un poco presuntuoso y algo presumido, pero supongo que nos llevaremos bien, solo deseo una cosa...
R: ¿Un hijo?- preguntó.
K: No, eso es lo que usted desea, ¿no lo recuerda? Un heredero para los Castle...
R: ¿Qué es lo que desea?
K: Que no me haga daño- pidió sincera clavando sus ojos llenos de lágrimas en los de él- Y hablo de daño físico.
R: No soy de los que maltratan Lady Katherine, creo que la mujer es lo mejor que Dios ha podido crear, hay que tratarlas con respeto.
K: Y con amor, pero me temo que eso no hay entre nosotros.
R: Tiempo al tiempo- murmuró para que no le oyese, lo cierto es que, no sabía por qué pero se sentía completamente enganchando a ella.
K: ¿Qué ha dicho?
R: !Qué hace muy buen tiempo¡ Alexis- dijo atrayendo la atención de la joven que acompañaba a Katherine a todas partes- ¿Te acercas a la tienda y nos traes unos helados a Lady Katherine y a mí? Por favor.
Ale: Señor Conde, yo...no debo dejarles solos.
R: Tranquila muchacha, no pretendo deshonrarla, voy a casarme con ella ¿re-cuerdas? Soy el primer interesado en que su honra permanezca intacta hasta la boda, ve a por los helados, y compra otro para ti, prometo que no haré nada indecoroso- Alexis miró a Katherine y ésta asintió, pronto vieron a la joven des-aparecer tras la penumbra- Se toma muy en serio su trabajo- dijo acercándose a ella.
K: Es mi amiga además de ser mi dama de compañía, su madre nos ha educa-do a las dos juntas...por favor Capitán Castle no se acerque...
R: Me temo que no voy a poder cumplir ese deseo mi lady- Richard acabó con la distancia que los separaba y la tomó por la cintura- Solo voy a besarla, y hasta donde yo sé, y créame que lo sé muy bien, un beso no acaba con la hon-ra de una dama- en el momento en que los labios del conde poseyeron los su-yos Katherine no pudo oponer más resistencia. Richard la besó con delicadeza primero y al notar que correspondía se dejó llevar por el deseo que ella le pro-vocaba, su lengua se coló sin permiso a través de los virginales labios de la joven que pronto se encontró con que la suya parecía tener vida propia ya que respondía con igual desenfreno a los besos de su prometido.
Katherine volvió súbitamente a la realidad, al escuchar su nombre.
M: ¡Katherine querida! ¿Estás bien? Sé que esto que te he contado es bastan-te impresionante, pero te acostumbrarás...
K: Sí...claro, todo sea por el bienestar del conde- respondió no muy segura de lo que había dicho, manteniendo en su mente una idea, ¿si ella no tenía que sentir nada? ¿Por qué le flaquearon las piernas con ese beso? ¿Qué fue lo que notó en su estómago y en otras partes menos castas de su cuerpo? Le urgía una conversación con Lanie, o mejor aún, con el conde Castle.
Para desgracia de Katherine no pudo encontrar la oportunidad de hablar con Richard antes de la boda. Eso era algo impensable, los futuros esposos no debían verse antes de la ceremonia o acarrearían la mala suerte a su matrimonio. Intentó hablar también con Lanie pero ésta solo le respondió: ”ya verás que pasa Katherine, no seas impaciente, estoy segura de que el Conde estará encantado de enseñarte”. Y así vivió con la intriga.

El sábado llegó rápidamente para todos, ella aún no podía creerlo, hacía una semana estaba en su casa, tranquila, comentando con su tío la última batalla del ejército real y ahora estaba avanzando por un pasillo, rodeada de gente a la que no conocía, y hacía un hombre que, a pesar de atraerle mucho, no unía ningún sentimiento.

Tenía miedo, mucho miedo, pero había algo en la forma en la que el conde Castle la miraba que hacía que se sintiera más tranquila, aunque no más segura.

Desde el altar junto a su madre Richard veía a Katherine avanzar lentamente del brazo de su tío, estaba empezando a desesperarse, no soportaba ser el centro de atención y en ese momento notaba todas las miradas fijas en él.

Cuando la chica llegó a su altura y sus miradas se cruzaron el resto del mundo desapareció para ambos. Lo último que Richard podía recordar era la voz del Coronel O´Hara diciendo que él entregaba a su sobrina para el matrimonio y acto seguido la del sacerdote, “yo os declaro marido y mujer, puedes besar a la novia”. Del resto de la ceremonia, ninguno podía recordar nada.

Unas horas después Richard miró de reojo a su recién estrenada esposa. A penas la conocía pero en su interior comenzaba a notar algún sentimiento que, por el momento, no quería analizar.

Katherine estaba sentada en el tocador peinando sus cabellos, con la mirada perdida, absorta en sus pensamientos, meditando sobre lo mucho que había cambiado su vida en tan poco tiempo. Se había visto obligada a casarse con un desconocido, guapo como nunca antes había visto y ahora, tras la ceremonia, los bailes y los brindis, debían consumar el matrimonio con el único fin de engendrar un heredero del tercer conde Castle.

K: Tengo miedo- dijo sin dejar de peinarse.
R: ¿Porqué?
K: Su madre me ha dicho que es ...doloroso.
R: Nunca he sido una mujer pero, creo que solo la primera vez, después ya no pero, tranquila Lady Katherine, tengo mucha experiencia, seré cuidadoso.

Richard besó lentamente sus labios manteniendo el control unos segundos hasta que decidió que había llegado el momento de ir más allá. Su lengua se abrió paso a través de los labios de Lady Katherine que, recordando todo lo que sintió la última vez que él la besó así, le recibió gustosa y le imitó haciendo que sus lenguas chocaran entre sí enviando a ambos una descarga de placer. ¿Se suponía que ella no debía sentir nada?

K: Su madre dijo que yo no debía a sentir nada pero yo...cuando me be-sa...siento cosas- le dijo con la respiración entrecortada separándose de él.
R: ¡Mi madre no sabe de qué habla!- respondió tratando de volver a besarla, pero parece que ella quería que saciara antes toda su curiosidad.
K: Parecía muy segura...
R: Créame a mí, mi lady, he estado con suficientes mujeres como para saber que sí sienten algo y si me da la oportunidad se lo demostraré.
K: Pero...esas mujeres con las que usted ha estado...¿qué clase de mujeres son?
R: ¡¡Pues mujeres!!- replicó- Katherine...entiendo que estés preocupada- dijo tratando de calmarse y tuteándola de repente- Todo irá bien, es normal que ahora estés nerviosa, tras la boda y todo lo demás, si quieres...podemos espe-rar.
K: Gracias Conde- respondió con una reverencia.
R: Ya no hace falta que me llames conde, ahora soy tu marido, puedes tutear-me, y otra cosa, no me gustan las reverencias y mucho menos de mi mujer.
K: ¿Debo llamarte Richard?- él asintió mientras deslizaba lentamente su boca por el cuello de ella- ¿Todo el tiempo?
R: Cuando vayas a dirigirte a mí...
K: Es...un nombre demasiado...serio, te hace parecer mayor.
R: Mis compañeros del ejército me llaman Rick cuando no estamos de servicio- informó besando ahora sus hombros y haciendo que el camisón se deslizara lentamente.
K: Me gusta, Rick...- sonrió, ella misma no estaba segura si quería pedirle que parara o todo lo contrario- Yo siempre quise tener un nombre de guerra...
R: ¿Qué te parece Beckett?- preguntó- así, sin más, tu apellido de soltera...
K: Se produciría un gran escándalo si alguien te oye llamarme así pero...me gusta mucho.
R: Nunca me han importado los escándalos, ni lo que la gente piense de mí y algo me dice, Beckett, que a ti tampoco- añadió y volvió a atrapar sus labios, en ese momento ella decidió olvidar las palabras de su suegra y dejar que Rick le enseñara, con la práctica, lo que sabía hacer.

Lord Richard deslizó sus manos bajo el camisón de su esposa alcanzando el interior de sus muslos mientras besaba su cuello y sus hombros. Katherine se ruborizó al notar que la tocaba tan cerca de sus zonas más íntimas pero no pudo hacer nada, demasiado extasiada por todo aquello que su cuerpo estaba sintiendo. Pronto el camisón desapareció, la ropa de él también y ambos se miraron. Ella nunca había visto un hombre desnudo y no supo que hacer, no-tando la indecisión en sus ojos, Rick tomó delicadamente la mano de Katherine entre las suyas y recorrió con ellas todo su cuerpo.

Se tumbaron en la cama sin dejar de tocarse y besarse. Tomando por primera vez la iniciativa Katherine deslizó su lengua por todo el cuerpo de su amante y él sintió que no podía esperar más para poseerla pero decidió “jugar” con ella un poco más, no quería asustarla, ni hacer que se sintiera presionada.
Dejó de besar sus labios para pasar a saborear con detenimiento cada parte del cuerpo de su esposa. Ella por su parte permanecía tumbada, tan solo delei-tándose con las mil y una sensaciones que su cuerpo experimentaba.

Pasado un tiempo bastante largo Rick se tumbó sobre ella que, como por ins-tinto cerró los ojos y juntó las piernas.

R: Relájate o te dolerá más...prometo no hacerte mucho daño- aclaró y luego volvió a besarla y separar delicadamente sus piernas.

Cuando por fin la hizo suya un grito de dolor salió de su garganta que él acalló besándola como había descubierto que la calmaba. Katherine por su parte cla-vó sus uñas en la espalda de Rick que con el mismo beso calmó su propio gri-to. Permaneció dentro de ella hasta que ambos alcanzaron la cima del placer, su grito inicial sustituido ahora por jadeos incontrolables que casi la dejaban sin respiración.

Mientras fuera de la habitación la Condesa viuda de Castle y el coronel O´Hara, ponían punto final al acuerdo prematrimonial por la dote de Katherine. Una vez demostrada la virginidad de la novia, habían tenido que esperar a escuchar sus gritos puesto que Richard se había negado a cumplir las otras tradiciones alegando que no expondría ante nadie la intimidad de su esposa, ellos ya no tenían nada más que tratar, el matrimonio había sido consumado y todo estaba perfectamente en orden ahora, solo quedaba esperar al heredero.

R: ¿Estás bien?- preguntó mientras permanecía abrazado a ella. Esto era algo que nunca antes había hecho, jamás abrazaba a sus amantes pero, Katherine se lo había pedido con sus expresivos ojos brillantes y él, no había podido ne-garse.
K: Ajá...dolió un poco pero luego....- al momento se calló, estas no eran cosas de las que una dama como ella podía hablar.
R: ¿Luego qué?
K: ¡Cuan equivocada estaba su madre mi lord!- respondió con una sonrisa.
R: Ya te dije que te gustaría- dijo- Ahora será mejor que te traiga un paño con agua, un buen marido debe cuidar de su esposa tras arrebatarle la virginidad.

Se levantó de la cama y fue a por un paño de seda empapado en agua con el que empezó a recorrer el cuerpo de Katherine, ella sintió una oleada de pasión y no pudo reprimir las palabras de sus labios.
K: ¿Podemos hacerlo otra vez?
R: Todas las veces que quieras, mi lady- respondió con una sonrisa mientras la besaba.

Tras esa noche, y para desespero de la condesa Martha, su hijo tardó varios días en salir de la habitación nupcial, según mandaba la tradición los esposos no debían permanecer juntos tras sus encuentros sexuales, no estaba bien visto que durmieran juntos pero, estaba visto que Lord Richard y Lady Katherine Castle, no eran muy dados a cumplir las tradiciones.

Me encanta!! Es espectacular, precioso, maravilloso!! jajaja
Has juntado las cosas que más me gustan, este tipo de historias de época con Castle!
Son monísimos juntos...y sus conversaciones <3 Además es muy divertido.
Y Katherine Beckett O´Hara ( ) parece que le está cogiendo gustillo a...

wow estoy enganchada a esta historia, es genial

Guau, increíble, solo puedo decir eso. Me parece estar leyendo un libro de la edad medieval, con todas esas tradiciones tan estrictas y ese machismo en todos los sentidos.
Me encanta Zeny, cada capítulo es mejor.

Dios tu historia me encanta... sobre todo por la epoca q eligiste me llama la atencion...
Sigue!!! besos Zeny y FELIZ AÑO!!!

Me encanta como es esta historia
Sigue pronto!

Me gusto el capitulo, como los otros sin dudar ^^

Feliz año por cierto

genial el relato me encanta verlos en otras epocas, espero pronto verlos con 30 niños por ahi danzando y divirtiendo a los padres y abuelos tios de los niños

Mil gracias a todas por los comentarios. Me alegro mucho de que os guste la historia. A partir de aquí la cosa se pone un poco tensa, no sé qué extraña musa me visitó cuando escribí este relato pero hice cosas que, normalmente, no haría, espero no defraudar a nadie.

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Los siguientes días fueron una auténtica luna de mil para el joven ma-trimonio. Rick había prometido a su esposa que, tan pronto pudiera, la iba a llevar a hacer un viaje en barco por Europa, pero que, de mo-mento, no era posible. El reino estaba en guerra y podían llamarle en cualquier momento para unirse a las tropas.

La condesa Martha vivía desesperada esperando el momento de ver a su nuera marearse o manifestar algún otro síntoma de embarazo pero, por el momento no había nada. Lo único que veía era que su hijo la consentía demasiado. Pasaban el día juntos, iban a pescar, o de cace-ría, cosas que, una mujer nunca debía hacer, pero esa muchacha pa-recía tener a Richard completamente hechizado, el apuesto conde Castle sólo le había negado una cosa.

R: Olvídalo Beckett, no voy a comprarte un caballo- le dijo y su madre levantó al vista de la tostada y le miró extrañada, ¿cómo la había lla-mado? ¡¡desde luego no entendía a su hijo, y mucho menos, a su nue-ra!.
K: ¿Porqué no? Sólo dame un razón...sé montar, y te lo demostraría si me dejarás el tuyo o me comprases uno para mí.
M: ¡Katherine, no debes replicar a tu esposo! Si Richard dice que no, es que no y punto.
R: Madre no se meta, esto es una conversación privada entre mi es-posa y yo.
K: Solo quiero que me des un motivo, uno solo, sé que no eres un hombre de esos machistas que piensan que los caballos no son para las mujeres- replicó, y era cierto que lo sabía, llevaban casados casi dos meses y, no todo había sido sexo entre ellos, también habían ha-blado mucho, llegando a conocerse muy bien, pero había algo en el pasado de Rick que él no quería que Beckett conociera.
R: Tengo prisa, tengo que ver a su Majestad, la discusión se acaba aquí, no hay caballo- tras esto se levantó de la mesa donde desayu-naban y se fue dejando a Katherine con un impresionante enfado.
K: Señora, usted sabe ¿porqué Rick..., Richard, - se corrigió- se mues-tra tan reacio ante esto?
M: Sí, lo sé, pero no seré yo quien te lo cuente, me parece que mi hijo te tiene mal acostumbrada, te deja hacer cosas que no están bien vis-tas en una mujer, tu única obligación es quedarte aquí, recibir a las otras damas del pueblo que nos visitan y tener un heredero para Ri-chard, pero en dos meses que llevas en esta casa no has hecho nada de eso, te pasas el día pegada a él, y eso no está bien, y si mi hijo no te corrige voy a tener que hacerlo yo, no puedo permitir que acabes con la reputación de esta familia, Katherine.
K: Perdone condesa, con todo el respeto, su hijo y yo tenemos una relación que usted nunca llegará a entender, él no es como los otros hombres, no me trata como si fuera un objeto de su propiedad, y si él, que es mi marido, no lo hace, tampoco voy a permitir que usted lo ha-ga...- contestó levantándose- y con respecto al tema del herede-ro...será cuestión de tiempo, no se preocupe, porque intentarlo, créame que lo intentamos cada día- respondió sabiendo que ese era un tema que ponía a su suegra de los nervios- Ahora si me disculpa, voy a darme un baño.

Martha la vio subir la escalera y se maldijo a sí misma y a su difunto marido, ¡¡no tendría que haber dejado que comprometiera a Richard con esa chica!!, puede que el coronel O`Hara fuera un hombre respe-table pero estaba claro que su sobrina, era más Beckett que O´Hara y dejaba mucho que desear. Una idea penetró en su mente de repente.

M: ¡Gina! - gritó llamando a su empleada de confianza y con la que intuía que su hijo había tenido algo más que palabras.
G: Usted ordena señora condesa.
M: Tengo que encárgate algo importante...se trata del conde...- a la joven criada se le iluminaron los ojos, siempre había visto en Richard la oportunidad de dejar de ser una simple sirvienta, mientras escucha-ba las palabras de su jefa no podía dejar de imaginarse a sí misma, en la enorme cama de matrimonio de la habitación principal, con un bebé en brazos...sin duda, no sabía como pero ella tenía que ser la madre del cuarto conde Castle.

El día había sido agotador para Rick, la reunión con el Rey había sido dura. Estaban poniendo en orden las nuevas estrategias, revisando a los nuevos reclutas y él no había podido sacar a Katherine de su ca-beza en todo el día. No le gustaba discutir con ella, pero no pensaba ceder a esto, no iba a comprarle un caballo. No se arriesgaría a per-derla de la misma forma que perdió a su hermana.

Llegó a casa tarde, cansado y de mal humor, sabía que solo su espo-sa podía ayudarle a superar esto, pero, conociéndola, ella estaría en-fadada.

G: ¡Señor conde!!- le llamó al verle subir la escalera.
R: Si Gina....- por un momento la miró, ella había sido quien había calmado sus ansias más de una vez, cuando volvía de alguna reunión o de alguna batalla.
G: Me preguntaba si...se le ofrecía algo- por el tono de su voz Rick supo que no se refería a algo para comer o beber, por un instante es-tuvo tentado de aceptar pero...pronto recordó a su hermosa mujer, y la rechazó.
R: No, solo quiero darme un baño y acostarme, gracias.
G: Yo puedo prepararle el baño señor, e incluso ayudarle a dárselo...
R: Katherine se encargará de eso Gina, puedes irte a la cama.
G: Como usted mande señor conde- respondió con algo de rencor en su voz, no sabía como, pero tenía que volver a meterse en la cama del Capitán.

Cuando cruzó el umbral de su habitación vio a Katherine tumbada en la cama, leyendo un libro, en sus ojos pudo ver la furia contenida.

R: Buenas noches- dijo con cautela- Siento lo de hoy...
K: ¿Qué es lo que sientes? Haberme dejado tirada todo el día o no darme una explicación de porqué no quieres comprarme un caballo.
R: Ambas cosas...pensaba volver pronto pero, la reunión se complicó- mientras hablaba se había desabotonado la camisa y Katherine no pudo evitar que sus ojos se clavaran en el pecho desnudo de su mari-do sobre el que tantas noches había dormido- Ahora solo me apetece un baño y dormir toda la noche como un bebé...
K: Rick...sobre ese tema...
R: ¿Qué tema?
K: El de los bebés...
R: ¿Estás embarazada?- preguntó.
K: No...bueno, no lo sé...¿cómo se supone que debería saberlo?, re-cuerda que soy nueva en esto.
R: Creo que...existen síntomas, yo también soy nuevo en esto- ante la mirada de incredulidad de Katherine aclaró- en lo de embarazar a una mujer, nunca antes lo había hecho.
K: ¿Estás seguro? Digo, tu mismo lo dijiste, ha habido muchas muje-res en tu vida, ¿cómo sabes que no tienes algún hijo por ahí?
R: Porque ya habrían aparecido reclamando los derechos, soy conde, ¿lo recuerdas? Es un título muy jugoso- ahí estaba otra vez, el arro-gante y presumido conde Castle- Además, no soy tan tondo querida, conozco trucos para evitar embarazos no deseados.
K: ¿Los has estado usando conmigo? - le tocó ahora el turno a Rick de mirarle extrañado- Esos trucos...
R: Por supuesto que no, tu eres mi esposa, es mi deber hacer esto...- se arrepintió de sus palabras tan solo decirlas- No quise...no quiero que pienses que solo....¡¡Beckett!!- le gritó al verla desaparecer tras la puerta del baño que separaba sus habitaciones, algo le decía que, después de dos meses, volvería a dormir solo.

Llevaba un rato dando vueltas en la cama, se levantó para ir al baño a refrescarse un poco y escuchó sollozos al otro lado de la puerta. Ar-mándose de valor, llamó y entró.

R: ¿Estás bien?
K: ¡Cómo si te importase!- le replicó limpiándose las lágrimas de un manotazo, no iba a permitir que la viera llorar, no iba a dejar que su-piera que se había enamorado de él, no después de lo que había di-cho.
R: Me importa Beckett...me importas
K: Ya, porque tengo que tener a tus hijos, lo sé, no hace falta que me lo recuerdes, ahora largo, no está bien visto que esté aquí señor con-de.
R: Eso nunca nos ha importado...respóndeme algo, ¿de verdad estás así porque no te he dejado embarazada todavía? ¿Tanto quieres un hijo?
K: No es por eso, o sí en parte...en estos meses he llegado a creer que ...veías en mí algo más que un útero para engendrar a tus herede-ros, creí que yo...que...por lo menos te gustaba, pero esta noche me has demostrado que no, y bueno...creo que tu madre me odia y piensa que se equivocaron buscándote esposa.
R: ¿Cómo?- durante un rato Beckett le contó todo lo que su madre le había dicho durante el desayuno, y pudo ver rabia en sus ojos- Habla-ré con ella...Katherine, quiero que sepas que cuando mi madre me contó que debía casarme con una desconocida solo con el fin de tener un heredero me enfadé mucho, no contaba con que me ...
G: ¡¡SEÑOR CONDE!! - el grito de Gina interrumpió su charla.
R: ¿Qué demonios pasa?- le dijo asomándose a la puerta.
G: Acaba de venir el mensajero del Rey.
R: ¿Ryan? - preguntó.
K: ¿A las doce y media de la noche?- replicó y Rick le sonrío, le gus-taba esa cualidad de su esposa, siempre sabía la hora exacta.
R: ¡Tengo que verle!- sentenció bajando la escalera con Katherine pe-gada a sus talones.
Ry: Capitán Castle, siento molestarle en su casa a estas horas pe-ro...ha pasado algo señor.
R: ¡al grano!
Ry: Es la princesa, ha desaparecido, le han tendido una emboscada cuando volvía de su viaje de novios...su marido ha conseguido llegar hasta el palacio pero a ella, parece que la han secuestrado, el Rey es-tá fuera de sí y exige verle lo antes posible.
R: Estaré allí en menos de media hora.

Katherine siguió a su marido de vuelta a la habitación y le vio ponerse su uniforme y coger sus armas.

K: ¿Te vas?- preguntó temerosa.
R: Tengo que hacerlo, han secuestro a Francesca.
K: ¿La llamas por su nombre?- no pudo evitar notar una punzada de celos.
R: Es como una hermana para mí, su padre y el mío fueron amigos, y su hermano y yo también lo somos, además, soy el capitán de la guardia real, es mi trabajo.
K: ¿Volverás pronto?
R: No lo sé...cuando surgen este tipo de cosas nunca se sabe ni cómo ni cuándo acabarán- respondió sincero mirándola fijamente- No llores por favor.
K: No se deje usted matar señor conde- le dijo para no darle a enten-der lo mucho que la afectaba su partida- Aún no tenemos heredero.
R: Volveré lady Katherine, lo prometo- respondió besándola y salió co-rriendo de la habitación.


Ry: ¿Está bien Capitán?- inquirió al notarle algo distraído.
R: Es solo que...es la primera vez que tengo esposa de quien despe-dirme.

Finalmente Katherine tuvo que recurrir a Lady Lanie para que le expli-cara como debía darse cuenta de si estaba embarazada. Llevaba unos días sintiéndose extraña, y lo achacaba a la repentina marcha de Rick pero, no podía estar segura. En un primer momento pensó en pregun-tar a su suegra pero, no se fiaba mucho de ella, aún recordaba aquella charla que le había dado antes de la boda, y además, si finalmente esperaba un hijo quería que su marido fuera el primero en saberlo, por eso, optó por una charla con su amiga tras la cual, comenzó a pensar que por fin, el futuro cuarto conde Castle, estaba en camino.
Habían pasado un par de semanas desde que Richard se fuera y la condesa parecía no tener ninguna intención de limar asperezas con Katherine. La veía deambular por la casa como un zombie, y asumió que era por la ausencia de su protector. Katherine permanecía callada la mayor parte del tiempo, pedía que le llevaran la comida a su habita-ción y no se relacionaba con nadie en la casa. Martha la miraba y no podía entenderla, ella nunca se había comportado así cuando su ma-rido se iba, entendía perfectamente que él debía cumplir su deber y ella el suyo, pero esta chica parecía tener otros ideales, otras expecta-tivas.

Aquella mañana Katherine salió a pasear por el jardín, recordando el primer paseo que Rick y ella dieron por allí el día que se conocieron, como aquel día, las rosas se veían preciosas.

M: No deberías exponerte tanto al sol querida- la voz de su suegra la trajo de vuelta a la realidad.
K: Lo sé, solo estaba estirando las piernas...señora, ¿puedo hacerle una pregunta?
M: Claro.
K: ¿Quién es la niña del cuadro?- preguntó.
P: ¿De qué cuadro me hablas?- dijo tratando de eludir la pregunta.
K: He estado dando vueltas por la casa, viendo cosas y, en el despa-cho de Rick..., del Conde Richard, hay un cuadro de una niña- aclaró, aun podía recordar el día que lo descubrió y como parecía que los ojos azules de aquella pequeña se habían clavado en ella, tenía un aire raramente familiar y había empezado a dudar, ¿no se suponía que Rick no tenía hijos?
M: No deberías haber estado ahí, no te interesa nada de lo que tu ma-rido haga en su despacho.
K: Solo fue por curiosidad.
M: La curiosidad es un defecto horrible en una mujer de tu posición, no te olvides de que ahora eres Condesa.
K: ¿Es su hija verdad?, la hija de Richard...¿dónde está? ¿Quién es su madre?¿Alguna campesina?
M:¡Cómo se te ocurre pensar eso muchacha!! Richard no tiene bas-tardos, Katherine, eduqué bien a mi hijo.- le espetó.
K: ¿Entonces...?
M: Es mi hija...su hermana pequeña, Diane- respondió con lágrimas en los ojos.
K: ¿Y porqué no está aquí?
M: Murió- explicó- Se calló de un caballo cuando tenía ocho años y Richard diez, él la adoraba.
Katherine sintió lástima por aquella mujer por primera vez desde que la conoció, instintivamente se llevó las manos al vientre, sus sospe-chas sobre su estado eran cada día mayores y en ese momento pensó que debía ser horroroso perder un hijo. Pensó en Rick, esperaba que la noticia le hiciera ilusión, y de repente entendió algo. Su hermana se mató al caerse de un caballo...eso explicaba muchas cosas.

Ry: ¡¡Señora condesa!!- gritó desde lejos el joven mensajero real- ¡¡Ha pasado algo horrible!
K: ¡Dios mío Rick!- exclamó sintiendo una punzada de dolor.
M: ¿Qué ha pasado?
Ry: Les han tendido una trampa señora y la mayoría de los oficiales de nuestro ejército están muertos o desaparecidos.
K: ¿RICK?- le apremió.
M: ¡¡Hable Ryan que pasa con mi hijo!!
Ry: El Capitán Castle...está entre los muertos señora- al acabar de hablar pudo ver a la joven condesa desmayarse sobre un charco de sangre.

continuará

Quee!!!!!!!!!! como q muerto
Pobre Kate... porfavor no puede estar muerto...
Sigue!!! q lo dejaste en la mejor parte

queeeeee Castle esta muertoooooo?????

pobre katherine!!!! espero que no sea verdad y que se hayan equivocado!!

sigue prontooooooooooo

Muertoo?? Dimee que nooo
Tiene que ser un error! Pobre Kate...

hay que ver qué gustillo le habéis cogido a lo de matar a Castle.. me niego a que sea verdad!

no me jodas!!!!!!
arreglamelo prontisimo anda, no voy a pegar ojo hasta que no lo arregles
me esperaba cualquier cosa, pero, muerto?!!
para nada
por dios dime que ha habido un error

Desde luego es verdad, que mania le habeis cogido a matar a Castle, pobrecillo

Wow wow Zeny

Vengo siguiendo tu FIC desde que lo empezaste y solo lk comento jasta ahora para decirte que esta buenísimo

Y la verdad no creo que Lord Castle este muerto aun no sé como lo vas a hacer pero estoy segura que de una u otra forma Castle está vivo y solo le interesa volver a casa al lado de su esposa

Ahora mi pregunta es...no me digas que el charco de sangre es porque Lady Katherine tuvo un aborto

Porfavor NO puede estar muerto!! ...sigue pronto me encanta tu fic

Pobre Kath, espero que sigas y que Castle este vivo y que Kath no haya tenido un aborto pero por lo que pone supongo que si habrá sido un aborto

No habia leido este FIC hasta ahora y la verdad es que esta muy interesante...
Espero que Rick no este muerto, pero creo que Kate si ha abortado...
CONTINUA PRONTOO!

¿Muerto?
Voy a intentar relajarme... imposible. ¿Muerto? Es que... no, no puede estar muerto... ¿Verdad?
Por favor, sigue con esta historia pronto. Un saludo!

Justo ahora que la relación de los condes va mejor que nunca, que Beckett se ha enamorado de Rick y él de ella, no puede morir, van a tener a un heredero, ¡Rick no puede morir!
Espero que sigas pronto, quiero saber que ha pasado.

Estaba deseando leer este capitulo y ahora estoy deseando leer el siguiente aaahhh cómo lo dejas así!! Sigue rápido porfa!!