El plan (para Emily-Claire) Capítulo 1. Primera parte

Pues querías algo familiar con bebé y relación Alexis-Becektt incluido y esto es lo que se me está ocurriendo, a ver si te gusta. Muchas gracias por tu paciencia.






-Y entonces la malvada bruja, Victoria Gates intentó atacar al valeroso príncipe Castle, pero él, con su espada mágica cortó las cabezas del dragón que era la mascota favorita de la bruja y así salió victorioso. ¡No!, gritó la horrible bruja antes de mirar con odio al príncipe. Y de repente chasqueó los dedos y del cielo empezaron a llover miles de…
-Papá, ¿otra vez?, ¿en serio?

Alexis Castle estaba apoyada en el marco de la puerta de la habitación del bebé, con los brazos cruzados, mirando como su padre “dormía” al niño. El escritor se sintió como si le hubieran pillado haciendo una travesura y sonrió, con inocencia. Todos en el loft sabían lo poco que a Beckett le gustaba los cuentos que Castle inventaba para su hijo, pues normalmente sólo ayudaban al niño a animarse más y no a dormir.

-Es que le encanta… -se excusó, mientras que la pelirroja tomaba a su hermanito, que se reía a carcajadas.
-Tiene que dormir, si Beckett llega y está despierto…
-Lo sé, lo sé, se enfadará por dejar que el niño esté despierto hasta tan tarde –refunfuñó.
-Exacto. Y hoy no te conviene hacerla enfadar.
-No, tienes raz… -el escritor dejó la frase a la mitad –. Espera un momento, ¿por qué hoy no me conviene cabrearla?
Alexis lo miró incrédula. –¡No hablarás en serio! Papá, dime que no te has olvidado de que día es hoy.
-Pues… no, claro que no, es más estoy completamente seguro de que hoy es… -Mientras que el escritor pensaba a toda prisa. No era febrero y por tanto no podía ser San Valentín, el cumpleaños de su mujer era en noviembre, así que tampoco se había olvidado de eso. El aniversario sería en dos meses…
-Oh, por favor –Alexis parecía exasperada y su padre no le quitaba razón -¿Sabes qué? Esta vez no pienso ayudarte, apáñatelas como puedas con Beckett.
-Pero… pero hija -. Pero la joven ya había salido con el niño en brazos; Castle se frotó la barbilla, pensativo, con la mirada centrada en la melena roja de su hija. Estaban a siete y por tanto tampoco era una especie de cumple-mes del pequeño James. ¿Qué diablos había olvidado esta vez? Bajó las escaleras oyendo como Alexis hablaba con alguien por teléfono.

-Sí, tenías razón. No, yo no pienso hacer nada. Está bien, te veo allí Beckett.
¿Te veo allí? ¿De qué iba eso? –Cielo…
-No –lo cortó, apuntándole con el sonajero del bebé.
-Pero…
-Beckett está muy enfadada y ya que tú eres el culpable –volvió a señalarlo con el sonajero para dar énfasis al “tú” –Beckett, Jamie y yo nos iremos a cenar a un restaurante y tú –le señaló de nuevo –te quedarás aquí. Solo.
-Pero yo no…
-Pero nada, papá, no esperaba esto de ti.

La chica terminó con un gesto muy teatral que había sacado de su abuela y subió las escaleras para coger la bolsa del bebé. Bajó sin mirarle y abrochó al niño en el cochecito.

-Adiós… -se despidió Castle con apenas voz y un gesto con la mano, viendo como sus dos hijos se marchaban y lo dejaban solo en el loft. El escritor suspiró, tenía el tiempo justo para prepararle a su mujer una sorpresa romántica antes de que volviera.



-¿Ha funcionado? –Beckett tomó a su bebé en brazos y lo besó en la mejilla, haciéndolo reír. Alexis sonrió a su madrastra.
-¿Lo dudabas?
-Perfecto. Vamos, no tenemos mucho tiempo.

Pasito a paso... el verano me atonta, lo siento =(


-¿Su cumpleaños? –preguntó Esposito.
-No.
-¿Aniversario?-Sugirió Ryan.
-No, tíos no es nada de eso. Ni cumpleaños, ni aniversario, ni San Valentín ni ninguna otra celebración típica. Es algo más… inusual.
-Tío, estás jodido.
-¿Qué? Vamos, es Beckett, ella lo entenderá…
-¿Entenderá? –Esposito lo miró con incredulidad. Su amigo se debía haber vuelto loco –Esto es una prueba, una de esas en las que si fallas…
-Acabas condenado a dormir en el sofá para los restos.
-Y tú ya has pasado de los cuarenta, la espalda se resiente…
-Por no hablar de que meses sin sexo te van a pasar factura…
-Hasta que un día ella diga “se acabó, Castle” –El cubano imitó el tono de una mujer histérica.
-Y ahí es cuando coge a tu hijo, tu pasta y…
-Adiós familia.

Castle que había estado girando la cabeza según los detectives hablaban la sacudió frenéticamente, moviendo las manos como si quisiera espantarlos.

-Ella no sería tan… -Ambos le dirigieron una elocuente mirada -… ¿me ayudáis a pensar?
-¿Qué dices, Espo? ¿Ayudamos a este buen amigo a que no se convierta en Mister Divorcios?
-No sé… yo tenía planeado pasar la tarde con Lanie…
-Por fa… -les suplicó, poniendo esa carita que todos conocían tan bien.
-¿Cara de cachorrito a nosotros? ¿En serio?
-Tío, sabes bien lo que queremos.
El escritor gruñó algo y suspiró. -¿Cuántos días?
-Un mes –respondió Ryan alegremente.
-Cada uno.
-Sois un par de buitres –protestó.
-¿Sofá?
-¿Divorcio?
-¿De verdad vale la pena sufrir todo eso?
-Vamos, Castle… sabes que tu familia está por delante del Ferrari, ¿no?
-Un día os haré pagar esto… os lo prometo.