Un cuento para dormir.

Una pequeña locura que se me ha ocurrido después de acabar de correr una hora.  
No es drama, tranquis  todo lo contrario, o al menos eso pienso. Espero que os guste y que no os aburrais con mis chapuzas...  One-shot

Un cuento para dormir.

Cerró la puerta de madera y acto seguido dejó el bolso y el abrigo en el perchero con cuidado. Sus ojos verdes examinaron el gran salón de la casa a la que se había mudado hacía ya un par de meses con su marido debido al reciente nacimiento de su hija Johanna. A lo lejos se podía distinguir una pequeña luz que aliviaba la penumbra en la que se encontraba sumido el salón, provenía de el despacho de Rick, donde últimamente su hijo Roy se había acostumbrado a hacer los deberes. Suspiró. Otra vez se habría quedado hasta tarde porque—Seguramente—había desperdiciado la tarde jugando con su padre. Tenía que hablar seriamente con su marido.

En cambio, cuando abrió la puerta, el enfado desapareció y sus labios se curvaron extremadamente hacia arriba. Rick le correspondió la sonrisa mientras cerraba el cuento y se levantaba, dirigiéndose sigilosamente hacia su mujer.
—Estaba escribiendo y tuvo una pesadilla—Le explicó en un susurro mientras la abrazaba—Escribimos un cuento los dos juntos y me pidió que se lo leyera.—Lo señaló—Se ha quedado frito en cuanto he mencionado la palabra Fin—Kate rió y enredó sus brazos alrededor del cuello de su marido.
—¿Qué tal tu día en comisaría?
—Bueno, la nueva detective es un poco torpe, pero me recuerda a mi...—Cuando empecé—Aclara.
—Pues estoy seguro de que será una de las mejores detectives de Nueva York.
—Quién sabe...

El escritor se separó de la ahora capitana y cogió con cuidado a su hijo en brazos.
—Será mejor que lo llevemos a la cama—Katherine asintió.

Ella abrió las sábanas y él depositó a su hijo sobre la cama. Kate lo arropó y le dio un beso en la frente.
—Buenas noches mi pequeño escritor.

Roy era idéntico a su padre, un Mini-Castle quizá, aunque había heredado la personalidad de ambos, infantil como su padre, pero con grandes dotes de escritor a pesar de su corta edad. Jo, era más como su madre, y eso que aún no tenía el año, aún así esos ojos verdes y ese pelo castaño con reflejos cobrizos volvían loco a su padre.

—¿Está dormida?—Susurró mientras se acercaba a la cuna de su hija.

El escritor asintió y pasó un brazo al rededor de la cintura de Kate.—Te quiero.


Ella le miró enternecida—Yo también te quiero.

La miró con lascivia y la cogió en volandas, haciendo que Beckett ahogase una carcajada para no despertar a su hija. La llevó a la habitación, donde una hora más tarde ambos respiraban agitados, sudorosos y satisfechos.

—Ha sido increíble—Dijo él, Kate soltó una carcajada mientras se recostaba sobre el pecho de su marido asintiendo.

—Rick.
—¿Hm?
—¿Me lees el cuento?—El escritor sonrió divertido.
—Claro que sí.—Le dio un beso en la cabeza y se levantó, volviendo minutos después con un par de folios en la mano.

Se sentó junto a ella, Beckett apoyó la cabeza en sus piernas y el escritor se aclaró la garganta para acto seguido empezar a leer:

—A Nikki siempre le habían gustado las aventuras y cuando miraba el paisaje veraniego a través de su ventana, cerraba los ojos y se sumergía en su imaginación hasta quedarse dormida. Soñaba con Castillos encantados, tesoros, príncipes y princesas que haciendo uso de toda su valentía se enzarzaban en peligrosas batallas contra brujas o malvados dragones.

Un día, antes de sumirse en la oscuridad y empezar a soñar, avistó como un niño se sentaba junto al lago y empezaba a llorar. ¿Qué le pasaba? Se preguntaba Nikki mientras que la curiosidad crecía en su interior.

De un salto bajó de la repisa y correteó descalza hasta la puerta, procurando no ser descubierta por su padre. Abrió esta con cuidado y se dirigió hacia la orilla, buscando al muchacho con la mirada, pero, ¡No había rastro de él!

Arrugó la nariz y se encogió de hombros, había desaparecido.

Y justo cuando se disponía a volver a casa, un llanto más sonoro llegó a sus oídos, no debía estar muy lejos. Pensó y agudizando el oído, siguió la pista de aquellos hipidos y sollozos.

Llegó hasta un bosque. ¡Ahí estaba! El pequeño estaba sentado en una roca y la pequeña de ojos verdes se acercó hacia el.-¿Qué te pasa?- Le preguntó mientras se acomodaba a su lado. El pequeño no la miró, pero, al menos empezó a hablar, con timidez pero lo hizo.-Me he perdido-Le contestó.-No sé donde está mi mamá...
-Vaya- Nikki frunció los labios-¿Cómo te llamas?
Jameson, Jameson...Rook, aunque me gusta que me llamen solo Rook.
-Yo soy Nikki, pero como te voy a llamar Rook, tú me puedes llamar Heat.
-Vale-El pequeño aceptó no muy convencido.
-¿Sabes qué?-El chico negó y heat sonrió.-Ya no estás perdido, porque estás conmigo y yo soy tu amiga.
-¿Si?-Rook sonrió.
Nikki asintió exageradamente-Y a demás, te ayudaré a encontrar a tu mamá.
-¿De verdad lo harás?-Jameson se levantó de golpe, ilusionado.
-Por supuesto-Cogió la mano de el niño y corrieron hasta el atardecer, buscando a la señora Rook y justo cuando se iban a dar por vencidos, una mujer pelirroja se avalanzó sobre el niño y lo llenó de besos.

Misión cumplida. No había tenido que luchar contra villanos, tampoco había ganado un gran tesoro a cambio, o sí, la felicidad de dos personas que creían haberlo perdido todo. Eso sí que había sido una verdadera aventura y a Nikki, eso le bastaba.

—Fin—El escritor concluyó en un susurro mirando a su mujer la que hacía escasos segundos se había dejado caer en los brazos de morfeo. Se acomodó junto a ella, abranzándola y justo cuando cerraba los ojos, ella le dijo:—Te quiero...Gracias Rick.
—Siempre—Como toda respuesta.

Hermoso!!!!

Precioso no, lo siguiente. Me encanta como escribes y esta historia es tan asdfghjk  Sigue así

muy bello y tierno!   

sigueeee

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