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Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL

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Mensaje por RcKb Dom Nov 10, 2013 6:18 am

Hace ya bastantes meses, leí un fic en el que el autor mezclaba Bones con Castle. He de admitir que me encantó y que esperaba con ansias un capitulo nuevo. Aquello me hizo replantearme una cosa. ¿Y si me invento un fic con Castle y El Mentalista? Soy muy fan de las tres series mencionadas antes, pero sobre todo de las dos últimas y siempre me he imaginado alguna situación de como podría juntarlas. Y eso me a llevado a escribir esta historia y a atreverme a subirla.  Se que este foro es de Castle pero me imagino que habrá más gente como yo aficionada a las dos series y que espero que disfruten leyendo. Eso si, si por la razón que sea este fic no puede estar publicado aquí por el echo de estar también El Mentalista, simplemente avisadme que lo quitaré sin ningún problema.
Bueno, después de toda esta parrafada, os dejo el primer capitulo de mi nuevo fic y avisaros de que actualizare cada "bastante tiempo".
PD: Se que tengo otro sin terminar y prometo que no lo abandonaré.






Capitulo uno. "No puedes ser tú"
Sacramento amanecía como otro día cualquiera. El sol empezaba a asomarse por el horizonte mientras que muchas familias seguían disfrutando de su sueño o, en el peor de los casos, sufriendo con una pesadilla. Pero había una “familia” en especial. Una que, cada mañana se reunía en las oficinas del CBI.

El primero en llegar fue Patrick, o mejor dicho, él ya estaba allí. Como de costumbre, pasó la noche en el ático del edificio descansando sobre su cama y observando un punto indefinido en el techo. La última noticia que había recibido de John el Rojo le había dejado sin aliento. “¿Cómo es posible que sepa los 7 nombres de la lista?” se preguntaba una y otra vez. Era astuto, manipulador y había sido capaz de salir de cualquier aprieto, pero John el Rojo le superaba con creces. Siempre que pensaba que iban un paso por delante, el asesino en serie daba la vuelta a la tortilla y les ponía a ellos en la peor situación. Pero aquellas últimas palabras… “Hasta que me atrapes, o yo te atrape a ti” Estaba seguro de que no le haría daño físico. John el Rojo disfrutaba viéndole sufrir psicológicamente. Disfrutaba volverle loco, ir siempre adelantado y observarle perder la cabeza intentando buscar alguna pista nueva. Pero jamás le haría daño físico. Ese “O yo te atrape a ti” tenía un segundo significado. Se refería a atraparlo mentalmente, igual que hizo cuando asesinó a su mujer y a su hija. Y sabía de sobra a por quién iría para volver a hacerle sufrir de aquella manera.


Casi como si le estuviera leyendo la mente, aquellos ojos verdes que no se pudo sacar de la cabeza desde el primer día que los vio, cruzaron la gran puerta de acero. Se quedó en el borde, esperando a que el hombre le diera permiso para entrar.

- Lisbon, sabes que puedes entrar sin permiso. No te quedes en la puerta – Dijo aún con los ojos cerrados, al notar su presencia.

La conocía desde hace casi 5 años. No le hacía falta verla para saber que era ella la que acababa de entrar. Su olor estaba grabado en su cerebro. Aquel ligero toque a canela que tanto le encantaba.

Desde que su mujer y su hija murieron y se propuso llevar a cabo su venganza, se prometió a sí mismo que no volvería a enamorarse. Que no dejaría que nadie se acercara mucho a él para que no acabara mal. Pero aquella mujer, era especial. Si, especial. Era la única en la que confiaba plenamente. Era la única por la que pondría su mano al fuego sin temor a quemarse. Y el equipo del CBI dónde él estaba… Le habían dejado entrar poco a poco, hasta ocupar un gran lugar en aquella pequeña familia. Y a su vez, ellos se habían ido abriendo un hueco poco a poco en su corazón. Pero sobre todo ella.

¡Dios! John el Rojo sí que tenía que ser un médium. Le costaba sangre, sudor y lágrimas evitar que sus sentimientos hacia ella se le notasen. Y parecía que funcionaba bien. Pero de alguna forma u otra, él lo había descubierto y a ella no dudaría en torturarla y hacerla dios sabe cuántas cosas hasta, al final, matarla para hacerle sufrir de nuevo. No. No iba a permitir que eso ocurriera de nuevo. No dejaría que John el Rojo volviera a llevarse de su vida la única razón por la que seguía en pie.

- Jane – Se limitó a decir ella con voz entrecortada. Este, al escuchar la forma con la que Teresa había pronunciado su nombre, se levantó como un resorte de la cama y se acercó a ella.

- ¿Qué pasa?

- Es él. Ha vuelto.

****

Reunidos en la pequeña cocina de las oficinas del CBI se encontraba todo el equipo. Van Pelt, Rigsby y Cho observaban la escena, intentando evitar hacer algún comentario desafortunado.

- No pienso dejar que una comisaría de Nueva York se una a nosotros en la investigación de John el Rojo. Él es mío – Decía Jane al borde de la desesperación.

Unos minutos antes, Lisbon les había informado de lo ocurrido. John el Rojo había matado a otra mujer. Solo que esta vez en la costa este del país. Bertram había tenido una reunión con ella y la había obligado a ir a la otra punta del país para ayudar al equipo que se encargaba del caso de Nueva York. A ella y a todo su equipo, incluido Jane.

Teresa sabía que él se iba a negar. Que se pondría furioso al saber la noticia y que perdería la cordura. Pero tenía que contárselo. Bueno, tenía que contárselo a todo el equipo. Pero quien más la preocupaba era él. Sabía que el resto no pondrían ninguna pega. A nadie le gustaba trabajar con otros equipos. Cada uno tenía su manera de trabajar y tener que fusionarse solo traía problemas, pero eran gajes de su oficio y quisieran o no tendrían que aceptarlos. Pero Jane, él era otro tema muy distinto. Sabía que no tendría que convencerle mucho para aceptar. Pero que otro equipo llevara el caso de John el Rojo, otro equipo muy lejos de él, eso le irritaba de tal manera que en más de una ocasión perdería los nervios. Ella lo sabía bien, y se aseguró de estar con él en todo momento desde que llegaran a Nueva York.

- Créeme que no es por gusto mío. Por lo visto, la capitana de esa comisaría busco información sobre John el Rojo y supo que nosotros estuvimos llevando el caso. Quiere ayuda con esto Jane, y no puedo negarme. Además, ¿No quieres pillarle? Quizá este sea el momento.

-¿El momento? – Bufó el rubio – No me vengas con esas Lisbon. John el Rojo no comete fallos.

- Y entonces, ¿Por qué ha atacado en Nueva York y no aquí? – Siguió insistiendo ella – Quizá se pensaba que allí no le reconocerían y no se molestó en ocultar algunas pruebas.

Tras esas palabras se hizo el silencio. Nadie decía nada. Lisbon esperaba haberle hecho entrar en razón, mientras que los otros tres integrantes del grupo seguían callados sin saber muy bien que decir. Así pasaron varios minutos hasta que Jane recogió su taza de té y se marchó del lugar. Teresa suspiró. Miró al resto de su equipo.

- ¿Puedo contar con vosotros? – Les preguntó.

- Pues claro – Respondió de inmediato la pelirroja. Cho se limitó a asentir con la cabeza y Rigsby la contesto algo parecido a Van Pelt.

- De acuerdo, el avión sale mañana por la mañana a las seis. Por favor sed puntuales. Yo intentaré convencer a Jane. El resto de día tomároslo libre. Hacer las maletas, relajaros. Lo que queráis. Nos vemos allí – Dijo mientras ponía rumbo al ático. Estaba seguro de que su asesor estaría allí.

****

Se paró frente a la puerta. Respiró hondo  y se armó de valor para cruzar. Cuando entró, el panorama que se encontró no era el que se esperaba. Jane estaba guardando un par de trajes de tres piezas en una pequeña mochila. Se adentró en la habitación y se acercó a él, quedando un poco apartada. Pasaron varios minutos en silencio mientras que Lisbon le observaba sin quitarle el ojo de encima. Cuando el rubio de rizos terminó de meter sus cosas en la mochila, se giró para quedarse de frente.


- Siento mi comportamiento de antes. Entiendo tu punto de vista, y le respeto Lisbon. Pero me gustaría que tú entendieses el mío. Sabes lo que significa John el Rojo para mí y …  - Pero ella le interrumpió.


- Y no soportas que nadie más aparte de ti trate el caso. Jane te conozco. A mí tampoco me gusta tener que trabajar en otra comisaría y mucho menos lejos de aquí. Pero ese es mi trabajo. Y el tuyo también al ser asesor. No tienes por qué irte del CBI solo porque tengamos que compartir un caso… - Esta vez fue ella quien se vio interrumpida, pero no por palabras, sino por la carcajada de su compañero.

-¿De verdad pensabas que me marchaba del CBI? – Preguntó incrédulo Jane. – Me voy, si. Pero con vosotros. A Nueva York.

En ese instante, Lisbon sintió liberarse de un gran peso. Cuando entró al ático y vio a Jane guardando sus cosas en esa mochila notó como se derrumbaba por dentro. Aunque al principio no le soportaba, con el paso de tiempo ese hombre la había demostrado que, después de ese corazón destruido por todo el dolor que había pasado, todavía había una pequeña parte dispuesta a cambiar. Dispuesta a olvidar lo ocurrido muchos años atrás y volver a empezar. Y ella lo único que deseaba era poder empezar de cero con él.

- Idiota – Fue lo único que apuntó a decir y se marchó del lugar. Justó cuando cruzó la puerta para irse, volvió atrás y se asomó – El avión sale a las seis – Y tras oír la confirmación de su compañero se fue con una gran sonrisa en su cara.

****


Tal y como acordaron, a las seis de la mañana, los cinco compañeros ya estaban en el avión dispuestos a adentrarse en un nuevo estado. Teresa se había pasado la noche en vela, pensando en cómo iban a ocurrir las cosas en los siguientes días. Miles de ideas y teorías se pasaban por su cabeza provocándola un insomnio que la duró toda la noche lo que hizo que se durmiera en el asiento pocos minutos después de que el avión despegara. Jane iba sentado con Lisbon en la zona derecha mientras que los otros tres estaban sentados juntos en los asientos del medio.

Patrick se permitió la libertad de observarla unos minutos mientras dormía plácidamente. Era tan preciosa, tan especial, tan única… Agitó un poco su cabeza intentando borrar esos pensamientos. Enseguida volvió John el Rojo a su mente y su semblante cambió por completo. No iban de vacaciones. Iban a investigar un caso. Un caso de John el Rojo. Tenía la sospecha de que el asesino en serie se tramaba algo. Empezó a pensar, a elucubrar en su mente como cada vez que lo hacía cuando John el Rojo estaba de por medio. Pero algo le hizo salir de sus pensamientos. Lisbon se había apoyado en su hombro. Giró con delicadeza la cabeza para observarla mejor. Tal y como se imaginaba ella seguía dormida y con algún movimiento del avión la cabeza acabó sobre su hombro. Se acomodó él también en el asiento intentando no despertarla y una vez que estuvo a gusto cayó en los brazos de Morfeo.

Lisbon se despertó al sentir como Jane se revolvía en el asiento. Abrió despacio los ojos y cuando se dio cuenta que tenía su cabeza apoyada en su hombro se quedó en shock. Se imaginaba que se estaba moviendo para intentar despertarla y así que ella apartara la cabeza, pero cuando se fue a levantar y disculparse por aquello, se percató de que Jane se había quedado quieto. Y no la había apartado. Simplemente se había dormido al igual que lo estaba ella unos minutos atrás. Sonrió y, casi sin poder evitarlo, volvió a dormirse bajo la comodidad que el brazo de su compañero le ofrecía.

****

- Jane – Varios segundos en silencio – Jane – Esta vez notó como le movían ligeramente – Jane despierta, ya estamos llegando – Van Pelt intentaba despertarle. Tanto él como Lisbon se habían dormido durante todo el viaje y ninguno de los dos parecían espabilarse. Como la joven pelirroja era la que más cercana estaba a ellos, fue quien empezó a llamar a Jane y al ver que este no le respondía decidió moverle un poco. Patrick al oír su nombre abrió los ojos poco a poco y cuando se desperezó empezó a llamar a Lisbon. Cuando esta también se hubo despertado, sus mejillas empezaron a sonrojarse al ver a Jane mirándola. Sin quitarla el ojo de encima. Ella seguía apoyada en su hombro pero él no hizo ningún amago de quitarla. Cuando Lisbon se apartó de él miró hacia la ventana para evitar que su compañero la viera roja como un tomate. Odiaba que sus mejillas se coloraran tan rápidamente y más aún si lo hacían por culpa de Jane.

La voz de la azafata avisando de que se tenían que poner los cinturones para el aterrizaje llamó su atención y mientras se le abrochaba empezó a pensar que haría a partir de ahora.

Tenían muchas pistas sobre John el Rojo. Demasiadas para no encontrarle todavía. Pero debería contárselas al equipo al que se unirían en Nueva York y ni ella ni Van Pelt, ni Rigsby, ni Cho estaban contentos con eso. Y ya no hablemos de Jane. En este momento, se apostaría lo que fuese a que, cada cosa nueva que encontrara se lo guardaría para él. Y aquello le torturaría poco a poco hasta llegar a un punto en el que perdería la poca cordura que le quedaba. ¿tanto le costaba confiar en ella? Siempre que la había necesitado, ella había estado allí a su lado. Para cualquier cosa. Pero en cuanto entraba John el Rojo, se cerraba en banda. Aquello la frustraba de tal manera, que más de una vez pensó en mandar a la mierda el caso y que se encargara él solito. Pero al final acababa recapacitando y quedándose a su lado.

- Lisbon…¿Puedo pedirte un favor? – Soltó Jane de repente. Teresa dio un pequeño saltito. Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se esperaba que la llamara.

- Claro, dime – Dijo, cediendo como hacía siempre

- Si de verdad el caso se trata de John el Rojo, necesito que me cuentes a mí primero cualquier cosa que averigües y luego ya decido yo si contárselo al resto o no – Se quedó incrédula. ¿Cómo podía pedirla algo así? Se estaba jugando su trabajo si hacía eso. Bueno, ya se le había jugado más de una vez por Jane y todavía seguía pensando en cómo no estaba dirigiendo tráfico por la cantidad de broncas que la habían echado pero hacerlo fuera de su estado era un tema muy distinto. Allí ella no tenía el poder. Lo tenía el equipo al que se unirían. Se quedó unos minutos pensando, durante los cuales, el rubio no había perdido el contacto visual con ella. Lisbon sabía que Jane no se rendiría así que pensó como usar eso a su favor.

- Esta bien – Patrick sonrió – Siempre y cuando tu hagas lo mismo conmigo – La sonrisa se le borró de la cara. – Cualquier cosa que encuentres sobre John el Rojo me lo dirás – Jane, por primera vez en aquella conversación, desvió la vista pensado que decir. No quería meterla en esto. No quiso meterla desde un principio pero ella era tan testaruda que se negó en rotundo abandonar el caso - ¿Trató? – Volvió a insistir ella, levantando su mano.

- Trato – Respondió él. Si accedía a hacer lo que Lisbon le pedía, estaría informado de todo lo que ocurría y si las cosas se ponían feas, se encargaría de alguna forma en dejarla de lado respecto a la investigación. Quería mantenerla a salvo.

****


El viaje se les había hecho bastante corto.  Jane y Lisbon se le pasaron dormidos mientras que los otros tres charlaron animadamente durante todo el trayecto. Nada más bajar del avión y empezar a recorrer las calles de la ciudad en el coche que les había ofrecido la comisaría donde trabajarían, Lisbon empezó a recordar viejos tiempos. Había hecho la academia aquí, en Nueva York. Mantuvo relación con muchas personas pero solo hubo una con la que todavía mantenía contacto. Una que había pasado por algo parecido a ella en su vida: la muerte de un familiar cercano, y eso las juntó todavía más. Se habían tratado como hermanas. Pero todo cambió cuando, al salir de la academia, ella se fue a California, dónde había vivido desde pequeña y su amiga se quedó en Nueva York. De aquello hacían ya más de diez años. Hasta incluso llegarían a quince, no estaba muy segura. Llevaban sin verse desde entonces. Pero, cada cierto tiempo se llaman por teléfono y se contaban todo tipo de cosas. Desde los últimos casos que habían resuelto hasta lo enamoradas que estaban ambas de sus respectivos compañeros. Si, en definitiva, aprovecharía que estaba aquí para quedar con ella.




****

El coche se paró frente a un gran edificio con banderas colgadas en la entrada. Estas, se ondeaban con el viento y daban al edificio un aire más sofisticado.

Se bajaron del vehículo y se quedaron observando el lugar. No era muy diferente a Sacramento. Si, había más gente pero la diferencia no era muy grande. El conductor del coche les informó que llevaría sus pertenencias al hotel que les había ofrecido la comisaría 12th mientras estuvieran allí y arrancó para, pocos segundos después, perderse entre la multitud de coches que circulaban a esa hora por las calles.

“Comisaría 12th” pensó Lisbon. Miró la entrada del edificio, y efectivamente, era la 12th. La mujer tenía un extraño presentimiento. Le sonaba demasiado aquel número. Le resultaba familiar pero no daba con el por qué.  Decidió dejarlo estar al ver como sus cuatro compañeros traspasaban las puertas.

****

Mientras tanto, en esa misma comisaría, dos mujeres mantenían una fuerte conversación.

- Capitán, con el mismísimo respeto. No entiendo por qué un equipo de Sacramento tiene que venir a ayudarnos con el caso – Una de ellas expresaba su punto de vista ante su superior.

- Inspectora, no voy a permitir que venga aquí y me diga lo que tengo o no que hacer. Hablé con sus superiores y estuvieron de acuerdo en mandar a los integrantes de esa comisaría para aportar su punto de vista y sus conocimientos. Así que, ahora, hágame el favor de salir ahí fuera y, junto a sus compañeros, recibir amablemente al equipo que estará a punto de entrar por esas puertas.

No hicieron falta más palabras. La inspectora entendió enseguida que nada haría cambiar de opinión a su superior. Salió del despacho y les informó a los cuatro hombres que la esperaban sobre lo ocurrido. Ninguno de ellos estuvo alegre con la respuesta de su capitana pero no tuvieron más remedio que aceptar y esperar sin ninguna ilusión la llegada del nuevo equipo.

Cuando las puertas del ascensor empezaron a abrirse, se oyó un suspiro que provenía de la única mujer que se encontraba allí. Pero rápidamente lo cambio por una mirada de sorpresa.


Imposible. Era la única palabra que se pasaba por su cabeza. No, no podía ser ella. No podía ser la única persona con la que había compartido su duro pasado durante aquellos años en la academia. No podía ser la mujer que pasó por lo mismo que ella y que la ayudó en cada momento que la necesitó. Simplemente no podía ser ella.


Por su parte, Lisbon repetía exactamente la misma expresión que la mujer. Misma cara de sorpresa. Mismos pensamientos. Mismo asombro.

- ¡¿Tess?! – Apuntó a decir la mujer que esperaba impaciente juntos a sus cuatro compañeros.

- ¡¿Kate?! – Gritó Lisbon mientras ambas echaban a correr para fundirse en un gran abrazo.







Muchas gracias por leer hasta aquí. Espero que os haya gustado. Se agradecen cualquier tipo de comentarios, incluidos las críticas constructivas Razz 10.11.2013


Última edición por RcKb el Lun Abr 14, 2014 1:34 am, editado 7 veces
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Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL Empty Re: Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL

Mensaje por Caskett(sariita) Dom Nov 10, 2013 7:02 am

la vrdd yo nunca he visto el mentalista, pero me ha gustado mucho Clap 
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Mensaje por Verispu Dom Nov 10, 2013 7:06 am

Me gustado mucho en vdd, me parece interente la manera en la que las has conectado Thumb , aunque he visto poco la otra serie me apetece mucho seguir tu historia! Study Study Continua pf Awesome 
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Mensaje por Teresita_yocastle$$NYPD Dom Nov 10, 2013 9:41 am

Hola muy interesante tu fic
me ha gustado muchoooo es diferente y molaaa continua por favor
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Mensaje por _Caskett_ Jue Nov 14, 2013 4:41 am

Me encanta, un comienzo genial. Continua pronto.
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Mensaje por RcKb Mar Nov 19, 2013 10:15 am

moxaCaSkett(sariita) escribió:la vrdd yo nunca he visto el mentalista, pero me ha gustado mucho Clap 
A mi me encanta. Te recomendaría que lo vieses pero oye, cada uno tiene sus gustos Smile
Muchas gracias por comentar, espero que el siguiente te guste tambien Very Happy
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Mensaje por RcKb Mar Nov 19, 2013 10:17 am

Verispu escribió:Me gustado mucho en vdd,  me parece interente la manera en la que las has conectado Thumb , aunque he visto poco la otra serie me apetece mucho seguir tu historia! Study Study Continua pf Awesome 
Me alegra de que guste! No estaba segura de si sería bien aceptado...Smile
Ahora subiré el siguiente, espero que os guste
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Mensaje por RcKb Mar Nov 19, 2013 10:19 am

Teresita_yocastle$$NYPD escribió:Hola muy interesante tu  fic
me ha gustado muchoooo es diferente y  molaaa continua por favor
Hola:)
Muchas gracias por comentar, no se si verás "El mentalista" y si no es así, espero que no os hagáis mucho lío con los nombres xD
Ahora subire el siguiente, espero que te guste.
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Mensaje por RcKb Mar Nov 19, 2013 10:20 am

_Caskett_ escribió:Me encanta, un comienzo genial. Continua pronto.
Muchas gracias por comentar! Espero que te guste el siguiente:)
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Mensaje por RcKb Mar Nov 19, 2013 10:26 am

Hola hola hola!! Muchas gracias a los cuatro que comentasteis en el anterior capitulo y a todos los que lo leísteis pero no comentasteis, me alegra saber de que el capítulo gustó. No sabía si sería muy bien aceptado pero veo que sí. Aquí os dejo el segundo capítulo, algo más largo que el anterior. No se cuando podré volver a subir otro porque voy a empezar los exámenes trimestrales y tendré que ponerme a estudiar como una loca. Bueno, termino ya con este rollo, que espero que os guste y que se agradecerán todo tipo de comentarios:)



Capítulo 2. "Ponerse al día"
Cuando la dijeron que tendría que compartir el caso con otra comisaría de Sacramento se negó en rotundo. El asesinato se había cometido en Nueva York, no en California. Ellos no pintaban nada. Lo habló con Ryan y Espósito y estaban de acuerdo con ella. A nadie le gustaba que se entrometieran en su trabajo. Además, ya lo tenían muy visto cuando el FBI les robaba el caso y se negaban a darles información alegando que era “Seguridad Nacional”. Sobre todo ella, quien estuvo trabajando durante una temporada con ellos, hasta que fue despedida al revelar alguna información “secreta” a sus antiguos compañeros. Por suerte, allí estaba, trabajando de  nuevo en la 12th junto a su prometido y a sus dos fieles amigos/compañeros/hermanos.
Esa era una de las cosas que le encantaban de la comisaría y que empezó a valorar más aún durante su tiempo en el FBI. El sentimiento familiar que desprendía la 12th era único. Si formabas parte de él, te sentías acogido y protegido. Hasta Castle se sentía así sin ni siquiera ser policía. O al menos no tener placa, porque su cerebro si era de poli. Y nadie ajeno a esa comisaría se podía permitir el lujo de aparecer allí y tomar las riendas del caso.
Nadie, excepto Lisbon.
Cuando la vio cruzar las puertas del ascensor creyó estar en un sueño. Hacía más de diez años que no se veían. Si, habían hablado por teléfono pero no era lo mismo. Por eso decidió guardarse para ella la relación que tenía con Castle y mucho menos contarla que estaba prometida con él. Quería ver su cara cuando se lo contara. Estaba segura que se alegraría por ella. Tanto como se alegraría ella misma si Lisbon la dijera que por fin había dado el paso con Jane.
Jane. Sin haberle visto nunca sentía que ya le conocía desde hace muchísimos años. Teresa le había contado tantas cosas sobre él. Sobre él y sobre todo su equipo. Sabía que Van Pelt, la joven pelirroja tenía una relación con uno de los dos hombres. Al principio dudo saber quién era Rigsby pero después se acordó que Cho era asiático y enseguida supo quién era quien. También sabía que Kimbal no era de muchas palabras pero que podías contar con él siempre que lo necesitaras. Y también sabía el duro pasado del asesor.
A su vez, Lisbon sentía algo similar. Conocía a Castle por sus libros. Era famoso. Pero Kate la había contado infinidad de cosas sobre él. Que si era valiente, divertido, egocéntrico, mujeriego, simpático, atento, cariñoso, romántico, dulce, bromista, listillo… tantos adjetivos la había dicho que hasta algunos eran contradictorios. Pero eso era el amor. Querer a una persona sin importar nada. También la había hablado sobre sus dos compañeros, Espósito a quien reconoció rápidamente por el moreno de su piel y al otro hombre, Ryan. Sabía que los dos eran como sus hermanos mayores y que la protegían siempre que podían. También conocía a Lanie. Sabía que era una de las mejores amigas de Kate en Nueva York. Con quien se desahogaba en persona. Porque también lo hacía con ella, pero por teléfono.
Se separaron del abrazó y se sonrieron mutuamente para volver a abrazarse. Después de tantos años no podían creer que estuvieran juntas de nuevo. Tenían tantas cosas que contarse que…
- Bueno, ¿es que no nos vais a presentar? – Las interrumpió Castle con una gran sonrisa. Había visto a Beckett desprender felicidad en cuanto vio a la otra mujer salir del ascensor. Y se alegraba por ello.
- Oh, claro – Contesto Kate separándose de su amiga – Chicos, esta es Teresa Lisbon, agente del CBI en Sacramento.
- Y ella es Kate Beckett inspectora de la comisaría 12th de Nueva York – Les comentó a sus compañeros con una gran sonrisa en el rostro.
Jane vio lo feliz que estaba su compañera. Aquella sonrisa que tenía la mujer hacía que sonriera él también sin darse cuenta.
- ¿Y se puede saber de qué os conocéis? – Interrumpió esta vez Jane – Porque en cuanto os habéis visto, habéis echado a correr para abrazaros y se os ha quedado toda la comisaría mirando.
- Estuvimos juntas en la academia – Contestó Kate – Tu debes de ser Jane  ¿Verdad? – Al ver como el rubio asentía con la cabeza continuó hablando – Es como si te conociera de toda la vida – Al oír esas palabras, Lisbon abrió los ojos como platos y miró a su amiga con enfado.
- Así que, vas hablando de mi por ahí – La picó Jane con una gran sonrisa en la cara. Lisbon no pudo evitar que sus mejillas se pusieran igual de rojas como un tomate y Beckett se dio cuenta que había metido la pata.
- Oh, no te hagas ilusiones. También sé que te llamas Rigsby – Le señaló – Van Pelt y Cho – Repitió la misma acción que hizo con el primero con los otros dos, intentando arreglar un poco la situación en la que había metido a su amiga.
- Y vosotros debéis de ser Ryan, Espósito y Castle – Dijo Teresa, escabulléndose de la anterior conversación.
- Castle, Richard Castle, ¿El escritor de novelas de misterio? – Preguntó con asombro Rigsby.
- El mismo – Respondió el aludido.
- Tío, tus libros son la bomba.
- Lo sé – Le volvió a contestar el escritor con voz infantil.
Las dos amigas se volvieron a mirar. Lisbon la preguntó con la mirada si estaba con el escritor y ella se limitó a levantar los hombros. Se lo contaría pero no ahora delante de todos. Ya tendrían tiempo de ponerse al día.
- Le sienta bien el pelo largo Agente Lisbon – La dijo Beckett con cierto retintín.
- A usted también Inspectora Beckett – Respondió ella con el mismo tono.
Ambas amigas estallaron en carcajadas mientras que el resto  las miraban sin entender lo que ocurría. Y así estuvieron varios minutos, hasta que Gates salió de su oficina.
- Inspectora Beckett, he traído al otro equipo para que cierren el caso y den con ese asesino en serie. No para que se diviertan, riéndose a carcajada limpia en la comisaria. Veo que son amigas. Queden después del turno y cuéntense las cosas que quieran, pero ahora quiero formalidad. Pónganse a trabar y no quiero ni una risa más. ¿Entendido? – Dijo con firmeza.
- Si señor – Contestó ella sin saber muy bien dónde meterse. Al ver a su amiga se olvidó por completo del caso. Cosa que les pasó al resto también.
Jane ignoró el caso de John el Rojo al ver lo feliz que estaba Lisbon. Verla sonreír era la máxima alegría que podían darle. Y al ver a Beckett sonrió como nunca antes lo había hecho. Dedujo enseguida que debían de haber sido muy buenas amigas. Teresa no era una persona que se abriera fácilmente a los demás pero con aquella mujer todo era diferente. Se la veía alegre y cómoda. Pero cuando la capitana salió de su despacho y les echo la reprimenda, John el Rojo se apoderó de toda su mente. Aquel era el poder que tenía el hombre sobre Jane. Un poder que solo una persona lograba dominar. Lisbon.
- Si es que Beckett – La reprendió Espósito en broma mientras negaba con la cabeza fingiendo decepción.
- Cállate – Le soltó ella mientras pensaba como dividir los equipos – De acuerdo, Lisbon y Jane vendrán con nosotros – Dijo señalándose a sí misma y a Castle – Van Pelt, según me ha contado Tess, se te da bien la informática ¿no?
- Si – Contestó ella sonriendo. La hacía gracia el apodo con el que la detective llamaba a su jefa.
- Entonces, irás con Ryan. Él es el cerebrito – El detective de ojos azules sonrió ante aquella ocurrencia y se fue con la joven pelirroja hacía su mesa para hacerla un hueco – Vosotros tres iréis juntos. Seguro que os llevareis bien – Les guiñó un ojo y vio como Cho, Rigsby y Espósito se dirigían a su vez a la mesa del último.
Kate por su parte, arrimó una silla a la mesa para que Lisbon se pudiera sentar. Castle, con gran rapidez, trajo otra silla idéntica a la suya propia para el rubio asesor del CBI.
Una vez que todos estuvieron acomodados y preparados, se acercaron a la pizarra blanca y Beckett empezó a informarles de lo que llevaban hasta ahora.
- La víctima es Sakae Brooks. 27 años. Trabajaba como camarera en el bar Robinson’s Sons. Tenía un novio, Brian Reinols. Hablamos con él pero dice que jamás se metió en líos como para que la mataran.
- Si de verdad la mató John el Rojo, no estaría en ningún lío. Simplemente la vio y decidió que sería su próxima víctima – La interrumpió Jane – ¿Cómo encontraron sus cadáver?
- Estaba en su habitación, tumbada sobre la cama. Nada más abrir la puerta lo primero que ves es esto – Dijo Kate, señalando la sonrisa característica de John el Rojo.
- Es su firma. La primera cosa que alguien ve es la cara en la pared. Primero ves la cara, y entonces lo sabes. Sabes lo que ha pasado y sientes temor. Entonces, y sólo entonces, es cuando ves el cuerpo de la víctima. Siempre en ese orden – Explicó el rubio con cierto dolor. Hubo unos minutos de silencio hasta que continuó - ¿Había algo más? ¿Algún detalle? Cualquier cosa es fundamental.
Al oír la desesperación que intentaba ocultar el asesor al pronunciar las preguntas, Kate entendió lo mucho que debía estar sufriendo. Si, ella también sufrió cuando mataron a su madre, pero a él le habían robado a las dos personas a las que más quería. A su mujer y a su hija. Enseguida se le paso a la detective por la cabeza un tiempo futuro, donde ella y su prometido ya estuvieran casados y con un hijo, y que de la noche a la mañana, ellos no estuvieran. Que hubieran sido asesinados por su culpa. Por su arrogancia. Por su hipocresía. Un escalofrío recorrió su cuerpo y volvió al presente. Estaban esperando su respuesta.
- Si hay un detalle – Dijo sabiendo las consecuencias que traería lo que diría ahora – Sus uñas de los pies… estaban pintadas con su propia sangre – A pesar de no saber mucho sobre John el Rojo, Beckett sabía lo que significaba que la uñas estuvieran pintadas. Lisbon se lo había contado. Recordaba cada palabra de aquella conversación por teléfono que tuvo con ella hacía unos años atrás.
 
- Beckett – Contestó como de costumbre. Cogió el teléfono sin mirar quien estaba en la otra línea por eso usó su apellido.
- Kate – Al escuchar como pronunciaba su nombre, con que fragilidad lo decía, supo que algo iba realmente mal.
- Tess, ¿Qué es lo que ocurre?
- Jane – Se limitó a decir ella. Estaba segura de que su amiga la escucharía sin interrumpirla. Que la apoyaría. Que estaría a su lado a pesar de estar separados por cientos de Km de distancia.
La contó todo lo ocurrido mientras se aguantaba el llanto. Pero cuando terminó no lo pudo reprimir más – Está destrozado Kate. Lo de las uñas ha sido demasiado para él. Le veo sufrir cada día. ¿Qué puedo hacer?
 
La cara de Jane cambió por completo al oír que la víctima tenía las uñas de los pies pintadas. Entonces confirmó su teoría de que John el Rojo había matado a esa mujer para seguir con el juego y traerles a Nueva York. Para que Lisbon se reencontrara con su amiga y así, de alguna manera que todavía no daba con ella, hacerle sufrir más aún. Tenía que conseguir mantenerla alejada de John el Rojo. Lo llevaba pensando durante mucho tiempo, y mientras estaban en Sacramento lo había “conseguido”. Pero ahora, en Nueva York, y con una de sus mejores amigas… le sería imposible apartarla.
Se sumergió en sus pensamientos hasta que una mano posada sobre su hombro le hizo volver a la realidad. Era ella, tan amable como siempre, tan oportuna. Se estaba derrumbando por dentro y su compañera lo sabía. Solo que se confundía de razón. Estaba seguro que Lisbon pensaba que se derrumbaba porque también pintó las uñas a su mujer, pero se derrumbaba porque quería mantenerla a salvo y no podría. No ahora que se había metido ella también de lleno en el caso. Ella y sus compañeros del CBI y, para correr más peligro aún, su mejor amiga y todo el equipo de esta.
- ¿Que os parece si nos tomamos el día de hoy libre? Ya nos encargaremos del caso mañana. Además, es algo tarde y no se vosotros, pero yo estoy cansado del viaje – Mentira. No lo estaba. Es más, estaba como una rosa porque se le pasó durmiendo con la cabeza de Lisbon sobre su hombro. Pero no quería dar vueltas al caso. No ahora que tenía la mente llena de un montón de teorías. Teorías que resolvería a la noche para estar al 100% al día siguiente.
Van Pelt, Cho, Rigsby y Lisbon se quedaron boquiabiertos ante lo que dijo el asesor. Tenían que haber escuchado mal. Eso pensaban los cuatro. Pero no. Jane había propuesto dejar el caso de John el Rojo por un día.
Lisbon se mentalizó en ese momento que Jane se tramaba algo. Algo que no era bueno. Y que tendría que estar alerta en cada momento. No quería que hiciera una estupidez.
****
Media hora después, los detectives de la 12th junto a la forense y los agentes del CBI, estaban conversando tranquilamente, sentados en una de las mesas del Old Haunt. Cuando Jane propuso dejar el caso por hoy, Castle invitó a todos a tomar unas copas en su bar y así conocerse un poco más. A todos les gustó la idea y allí estaban, haciéndose preguntas los unos a los otros.
- ¿Desde cuando trabajas con ellos? – Preguntó Jane al otro asesor. Este sonrió y miro hacia arriba, simulando que pensaba. Aunque se sabía de sobra la respuesta. Jamás podría olvidar el día en el que vio por primera vez aquellos ojos de los que tanto estaba enamorado.
- Hará unos seis años – Miró a su prometida y sonrió de nuevo. Esta le sonrió también y miró a su amiga.
- ¿Y tú? – Le preguntó el escritor a Patrick. Este se rio.
- Diez años – Contestó con rapidez Teresa – Diez años aguantándolo y recibiendo broncas por su culpa – Dijo frustrada pero sin poder evitar una sonrisa.
- No sé qué es peor, si recibir broncas o tener que aguantar sus descabelladas teorías – Soltó Beckett con resignación, acompañado de las risas de Esposito, Ryan y Lanie.
- ¿Debo recordarte que mis teorías han resuelto más de un caso? – Contestó el con falsa indignación.
Kate sonrió y negó con la cabeza mientras tomaba su vaso y bebía de él. Fue entonces cuando a Lisbon se le desencajó la mandíbula y soltó un grito ahogado que alertó a sus compañeros.
- Lisbon, ¿Estas bien? – Se preocupó el rubio. Ella asintió con la cabeza atónita mientras miraba a su amiga quien no paraba de sonreír. “Había tardado demasiado en darse cuenta para ser Tess” Pensó Kate y dejó estar el asunto para hablarlo cuando estuviera a solas con ella.
Las horas pasaron y con ellas cayó la noche. Todas las dudas que tuvieran los unos de los otros fueron respondidas en ese tiempo y las dos amigas contaban alguna anécdota que las ocurrió cuando eran jóvenes. Ambas se veían felices al reencontrarse.
Cuando salían del bar para despedirse e irse cada uno a su “casa” Jane reparó en algo y la duda pudo con él.
- Antes de irnos, una pregunta para las dos – El asesor llamó la atención de todos – Cunado estábamos en la comisaría, ¿A que vino aquel comentario del pelo?
Ambas mujeres se miraron y comenzaron a reírse. Jane había conocido a Lisbon con el pelo corto, y Castle a su vez, conoció a Kate con el pelo corto.
- Acabábamos de salir de la academia. Era nuestro último día juntas ya que acepté el trabajo en el CBI y me marcharía a Sacramento – Empezó contando la historia Lisbon, pero se iban intercambiando.
- Quedamos con unos amigos y, bueno, nos emborrachamos. Hicimos una apuesta en la cual si perdíamos nos tendríamos que cortar el pelo.
- Perdimos. Aunque creo que es obvio.
Cuando los del CBI estaban a punto de marcharse hacia su hotel, Kate se acercó a Castle y le susurró algo. Este asintió comprendiéndola e inmediatamente Beckett grito el nombre de su amiga. La aludida se giró y vio como Kate se acercaba.
- ¿Y si te quedas en mi apartamento esta noche? Nos tenemos que poner al día – La propuso. Lisbon sonrió y se despidió de sus compañeros para marcharse con ella. A pesar de quererla muchísimo y de su gran intriga por saber aquello de lo que se dio cuenta en el bar, sabía de sobra que terminarían hablando de Jane. Y que no podría aguantar todo el peso. Aunque, ya había hablado sobre el tema con Kate más veces y había estado ahí para ella siempre. Sonrió al pensar que esta vez no sería distinto y ambas mujeres pusieron rumbo al apartamento de la detective.
****
- ¿Cuándo pensabas decirme que pasarás a ser la Señora Castle? – Exclamó Lisbon nada más entrar por la puerta del apartamento de su amiga.
- No me has preguntado – Se limitó a responder ella, invitándola a sentarse en el sofá.
- Oh venga ya. Y ¿Cómo? ¿Desde cuándo? Cuéntamelo todo – Kate se rio ante la impaciencia de su amiga y comenzó a contarla la historia.
- ¿Te acuerdas que te conté que estuve a punto de pillar al que mandó matar a mi madre y que me quedé colgando de una azotea? – La preguntó mientras iba a la cocina a por dos cervezas.
- Sí. ¿Maddox?
- Ese mismo. Bueno, pues mientras estaba colgando de la azotea me puse a pensar – Se oyeron un par de chasquidos y Kate apareció de nuevo por el salón con las cervezas abiertas – Y acabé en la puerta de Castle, empapada hasta los huesos, declarándole todo lo que sentía por él – Vio cómo su amiga abría los ojos de par en par y una gran sonrisa se reflejaba en su rostro – Ahora ya nos ves, en pocos meses… estaré casada con el hombre al que amo – Dijo mientras se miraba la mano izquierda y giraba ligeramente el anillo de compromiso con una gran sonrisa.
- Cuanto me alegro por ti – La abrazó y notó como del rostro de su amiga se humedecía de la alegría. - Y ¿desde cuándo estáis prometidos?
- Hará unos… tres o cuatro meses – Al ver que Teresa iba a preguntar cómo pasó, se adelantó – Me llegó una oferta del FBI para trabajar con ellos. Fui a una entrevista, sin decírselo a Castle y acabamos discutiendo por ello. Estuvimos varios días sin hablarnos hasta que nos reunimos en los columpios del parque y empezó a darme un discurso. Estaba completamente serio y pensaba que iba a romper conmigo. Pero de repente le veo arrodillarse en el suelo y sacar el anillo – Al recordarlo, Kate no pudo evitar sentir una alegría infinita.
- Oh, que romántico. Extraño, pero romántico – Ambas mujeres se rieron. Ahora llegaba la parte dura – Ojala me fueran a mí las cosas igual de bien con Jane – Suspiró. Kate la cogió con cariño de las manos. A ella la iba todo bien. Más que bien. Pero en cambio, a Lisbon, las cosas iban de mal en peor – Estoy harta – soltó de repente – Es perfecto. Está a mi lado cuando lo necesito, me hace reír, me cabrea, me divierte. Es simplemente perfecto.  Pero cuando John el Rojo aparece todo cambia. Se convierte en alguien frío. No confía en nadie y se distancia poco a poco de nosotros. Y… ya estoy harta – Se desahogó por primera vez en mucho tiempo.
- He de decir que entiendo a Jane. Ya me viste. Antes no hacía más que pensar en encontrar al asesino de mi madre. O mejor dicho al que mandó que la mataran. Estaba cegada por la venganza al igual que lo está Jane. Y entiendo esos cambios repentinos. A mí también me ocurrían. Cada vez que el caso de mi madre salía a la luz, veía el miedo en los ojos de Castle pero no podía evitar seguir investigando porque sentía que si dejaba su caso apartado la defraudaría. Estoy segura de que eso es lo mismo que le pasa a Patrick – Se sinceró Beckett. Ahora más que nunca tenía que apoyar a su amiga – Al igual que estoy segura de que está enamorado de ti – Vio como una pequeña sonrisa se escapaba de los labios de Lisbon.
- Pues yo no creo igual – Contestó con cierta amargura.
- Solo tienes que ver la forma en la que te mira. No puede quitarte los ojos de encima – Vio cómo sus mejillas se enrojecían y sonrió. La tomaría el pelo un rato - ¿Tienes por ahí tu móvil?
- Claro, toma – Se le tendió y enseguida se arrepintió de habérselo dado al ver la sonrisa traviesa que tenía - ¿Qué vas a hacer? – Preguntó algo alterada.
- Voy a llamar a Jane y le diré que te pusiste como un tomate mientras hablábamos de tus sentimientos por él.
- No eres capaz – Soltó con superioridad. Pero enseguida cambio su rostro al oír la voz somnolienta del consultor en la otra línea.
- Oh hola Patrick, soy Kate la amiga de Teresa – Contestó mientras se levantaba rápidamente del sofá y echaba a correr esquivando a Lisbon.
- Kate, dame el teléfono – Decía ella en vano.
- ¿Hola? Sigo aquí, ¿Se puede saber qué pasa? – Preguntó Jane tras estar varios minutos esperando que le hablaran.
- ¿Qué qué pasa? Pues veras, estábamos hablando Teresa y yo cuando…
- Cuando nada – Interrumpió mirándola furiosa.
- ¡Oh venga ya! No puedes dejarme con la intriga Lisbon – Se le oyó decir a Jane. Kate sonrió.
- Eso Tess, no puedes dejarle con la intriga.
- Esta me la vas a pagar – Intentó quitarla en móvil pero, al igual que ella, tenía buenos reflejos.
- ¿Cómo? ¿Llamando a Castle por teléfono y diciéndole que le quiero mucho y que estoy locamente enamorada de él? Créeme, ya lo sabe.
- ¡Vas a morir! – Gritó Lisbon echando a correr más rápido hacia su amiga.
- Os dejo con vuestra discusión. Buenas noches – Dijo Patrick mientras oía la carcajada de Kate y las palabras de enfado que soltaba Lisbon. Segundos después oyeron pitidos continuos indicando que Jane había colgado el teléfono y Kate paró de golpe. Le tendió el teléfono y la sonrió. Estaba segura de que conseguiría emparejarles antes de que se volvieran a Sacramento.


Mientras tanto, Jane volvía a dejar el teléfono sobre la mesilla de su habitación. “Mujeres” se dijo para sí mismo cuando miró la hora. Las 4.30. Le despertaron de madrugada para llamarle y luego no decirle nada. Se volvió a acomodar en la cama e intento dormirse. No había entendido nada de la llamada y pensó en la cara de sueño que llevarían las dos al día siguiente. Pero unos minutos después, sonrió al darse cuenta. Kate le había dicho indirectamente que Lisbon estaba locamente enamorada de él.



Muchas gracias por leer hasta aquí, espero que les haya gustado Very Happy  19.11.2013
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Mensaje por _Caskett_ Miér Nov 20, 2013 4:11 am

Muy bueno. Me ha encantado. Continua pronto.
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Mensaje por Teresita_yocastle$$NYPD Miér Nov 20, 2013 5:47 am

Que  feliz me haces  por subir nuevo capitulo  muchas gracias Razz   la verdad  es que  soy fan del mentalista  es mi cuarta serie favorita Laughing Very Happy 

 Hysterical fabuloso capi  se pone   muy interesante amo tu fic Love Reverence Crazy Hysterical
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Mensaje por RcKb Vie Dic 20, 2013 12:17 pm

¡Hola hola hola!
Lo primero de todo, siento muchísimo mi tardanza. Hoy me han dado las vacaciones de Navidad en el instituto lo que quiere decir que hace apenas una semana estaba hasta arriba de exámenes trimestrales y tenía que dedicar todo mi tiempo a ellos. Eso sumando a que este capítulo, al tener muchas cosas y muy importantes quería que todo quedase bien encajado y eso me ha echo demorar más la publicación.
Lo segundo, agradecer a todas las personas que leen mis historias y a las que dejan comentarios. Lo que más me anima a seguir escribiendo es ver los reviews de la gente y saber que mis historias gustan, que mi forma de escribir les hace sentir que ha pasado de verdad y que no es solo una idea loca de una fan.
Lo tercero, pues lo de siempre, que ojala disfruten del capítulo Smile
PD: Como no creo que actualice hasta después de las fiestas... ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo! Que solo nos quedan 10 días de diciembre así que aprovecharlos al máximo, que no volveremos a vivir este año. Oh y, feliz primer día de invierno.


Capítulo 3. "Amenazas y confesiones"
Al día siguiente y, para asombro de Jane, las primeras en llegar fueron las dos mujeres. Castle y él se habían encontrado en la puerta de la comisaría y subieron juntos. Durante los pocos minutos que pasaron a solos ambos se dieron cuenta que tenían varias cosas en común. Se cayeron bien. Aunque solo fuesen por unos minutos.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, los dos asesores pudieron ver a sus respectivas "jefas" trabajando codo con codo. Tanto Lisbon como Beckett tenían un café en sus manos y estaban apoyadas en la mesa de la segunda, observando la pizarra blanca, la cual en esos instantes estaba llena de apuntes, fotografías y notas. Al ver las tazas, los hombres se miraron las manos. Cada uno llevaba dos vasos. Castle con dos cafés y Jane con un café y un té. Muy pocas veces la llevaba un café, pero al encontrarse con Castle en la entrada de la comisaría y verle con los dos vasos, decidió comprarle uno a Teresa.
Se acercaron a ellas y las tendieron los cafés. Estas se sobresaltaron al verles. Estaban tan concentradas que no se dieron cuenta de que habían llegado. Kate tomó el café y se lo agradeció con una sonrisa. En cambio, Lisbon frunció el ceño al ver a su acompañante ofreciéndola el vaso. Kate vio su reacción y no pudo evitar hablar.
- Oh vamos Tess, encima de que el pobre se molesta en traerte el café le miras así – Jane miró a Teresa para reafirmar lo que dijo y a ella solo la quedó aceptarle y sonreírle. Aunque por dentro estuviera deseando cogerle y sonreír como una tonta con aquel bonito gesto.
- ¿Y bien? – Preguntó el rubio cuando vio que Lisbon había terminado de beber un poco del líquido.
- No hemos averiguado gran cosa. Sobre la vida de la víctima, no hay nada que llame la atención. Consiguió su trabajo hace dos años, no la despidieron, ni la llamaron la atención. Según el dueño del bar, Sakae era una de sus mejores empleadas. Puntual, educada y con modales – Informó Lisbon.
- ¿Y sobre su dinero? – Preguntó el escritor.
- Tampoco hay nada alarmante. Sus ingresos mensuales eran más o menos los mismos. El novio esta de camino. Quizá él pueda darnos algo por dónde empezar a investigar – Dijo Beckett pasándose la mano por el pelo.
-No hace falta que venga. Ya os lo dije ayer. John el Rojo no tiene ningún motivo para haber matado a esa pobre chica. Simplemente la vio y decidió que sería su próxima víctima – Jane como siempre, seguía siendo igual de impertinente. Lisbon iba a hablar pero Kate la interrumpió.
- Da igual, hablaremos con él para intentar averiguar algo más. Hasta entonces, seguiremos buscando por aquí. Ocho ojos ven mejor que cuatro – Y tras esas palabras, les tendió a cada uno de los hombres unas carpetas para que se pusieran manos a la obra.
En una oficina de correos cercana a la comisaría, un hombre con gafas de sol y sombrero llamaba la atención de la gente. Se dirigió a una mujer que trabajaba allí y le tendió un paquete. No dijo nada más y salió por la puerta. La mujer, extrañada por aquel comportamiento, miró el paquete y comprobó que había una nota adjunta a él. La leyó y se acercó rápidamente a su superior para informarle de lo ocurrido.
Media hora después de que los dos asesores llegasen a la comisaría, Espósito y Ryan aparecían por la puerta, seguidos por Van Pelt, Rigsby y Cho. Los cinco venían charlando animadamente. Cuando se acercaron a sus mesas vieron a Castle y Beckett observando con detenimiento la sala de descanso.
- ¿Qué es lo que miráis con tanto interés? –Preguntó Espósito mientras depositaba el abrigo en su silla.
- Lisbon entró a la sala de descanso a por un café e inmediatamente Jane se levantó de su asiento y la siguió hasta allí – Se limitó a decir Castle sin quitar la mirada del sitio.
- Oh eso es típico de Jane cuando quiere algo. La jefa siempre cae y acaba consiguiéndolo todo – Respondió Rigsby a su no-pregunta.
- Bueno, dejémosles que hablen – Interrumpió Beckett – El novio de Sakae está en camino. Castle y yo nos encargaremos de hablar con él y si esos dos salen de allí antes de que llegue – Miró a su amiga y al asesor – me imagino que se unirán también. Ryan y Van Pelt, quiero que miréis las cintas de video de las cámaras de seguridad tanto del apartamento como del trabajo de la víctima – Al ver a los dos asentir con la cabeza y marcharse a cumplir con su labor siguió hablando – Vosotros tres ir al bar y hablar con los dueños. Puede que encontremos algo allí.
- Entendido – El moreno agarró su chaqueta y se marchó al ascensor, seguido de Rigsby y Cho.
- Y bien Castle, ¿Qué teoría se te está pasando por la cabeza? – Le preguntó Beckett una vez que se quedaron a solas.
- Teorías ninguna. Pero que sepas inspectora que esta noche la he echado en falta en mi cama.
- Vaya, ¿esa es la mejor manera que tienes de decirme que me has echado de menos? Cualquiera diría que eres escritor – Levantó una ceja y le sonrió. Rick la sonrió también y cuando iba a decirla algo, esta se levantó y se dirigió al ascensor.
El novio de la víctima había llegado.
Mientras tanto en la sala de descanso Lisbon intentaba librase de Jane como podía.
- ¿A qué vino la llamada de anoche?
- ¿Qué llamada? – La mujer se hizo la sorda, quería evadir el tema.
- Oh no me vengas con esas Lisbon. ¿Me lo cuentas o tengo que preguntárselo a ella? – Señaló a Beckett y vio que entraba con el novio de la víctima y Castle en una sala contigua.
- Pregúntaselo a ella – Se limitó a contestar y una vez dicho, tomó un trago del café. Trataba de taparse las mejillas con la taza ya que al recordar la conversación, sus mejillas se habían colorado. En cuanto reaccionó, vio a Jane saliendo de la sala y dirigiéndose a donde habían entrado los otros tres. Suspiró pensando que se había librado y dejó la taza en el fregadero para unirse con sus compañeros.
Pero cuando salió un hombre la paró.
- Perdone, ¿la inspectora Beckett? – Preguntó un hombre vestido con un mono amarillo y azul.
- Ahora mismo está ocupada – Lisbon le examinó por encima. Tenía pinta de repartidor - ¿Quiere que la avise?
- No hace falta. ¿Sabe cuál es su mesa? Se lo dejaré allí – Teresa le señaló la mesa de su amiga y observó al hombre depositar el paquete allí y dejar una nota encima de él. Se debatió unos segundos si acercarse y mirarle o meterse en la sala con el resto. Decidió hacer lo último y unirse a ellos. Ya habría tiempo más tarde de revisar el paquete.
Con cuidado y sin hacer mucho ruido, abrió la puerta de la sala. Kate la miró y volvió a clavar su vista en el novio. Lisbon se acercó a ella y se sentó en el mismo sofá.
- ¿Recuerda si tuvo algún problema mientras trabajaba en los últimos meses? – Preguntó Beckett. El novio negó con la cabeza.
- No. O al menos no me lo dijo. Todo iba bien ¿Sabe? – Brian miró al suelo y metió su mano en el bolsillo para sacar una pequeña bolsa negra. La abrió con delicadeza y dejó caer en su mano un precioso anillo – Mañana sería su cumpleaños. Iba a pedirla matrimonio – Vieron como un par de gotas caían al suelo, procedentes de los ojos del hombre – Y ahora, se ha ido.
Castle por su parte pensaba haberle preguntado un par de cosas después de Kate, pero al ver la reacción del hombre decidió dejarlo para otro momento. Vio a su prometida levantarse del sofá y estirar la mano al hombre. Este se levantó también y le tendió la suya mientras la detective le agradecía el haber venido a la comisaría y responder a sus preguntas. Él se limitó a levantar los hombros y decir un casi inaudible "es lo menos que podía hacer" para después, salir del cuarto y marcharse hacia el ascensor.
Cuando Brian abandonó la sala, Beckett cerró los ojos y suspiró. No habían sacado nada con su visita. Volvían a estar como al principio y ninguno sabía las intenciones de John el Rojo. No sabían si volvería a matar a alguien porque no habían podido detenerle, o si atentaría contra ellos mismos. Lo único claro era que tenían que encontrarle cuanto antes.
Salieron de la sala uno por uno, en una fila custodiada por Jane. Pero al llegar a la mesa de Beckett, la mujer frunció el ceño al ver el paquete.
- ¿Qué es esto? – Preguntó.
- Un repartidor vino antes y me preguntó por ti. Como estabas ocupada dejó el paquete en la mesa y se fue – Explicó Lisbon. Kate dejó la carpeta que llevaba en las manos encima de la mesa y tomó la caja. La giró para buscar la apertura, pero en cuanto lo hizo se quedó helada.
- ¿Qué pasa? – Preguntó Castle preocupado y todos se acercaron para ver el paquete de cerca.
Una sonriente pero escalofriante cara, pintada de rojo les miraba desde una de las esquinas.
Beckett se apresuró a abrir el paquete. Jane por su parte, echó a correr escaleras. Lisbon corrió detrás de él para intentar detenerlo. El repartidor se había ido hacía ya un rato y por mucha prisa que se diera no le encontraría. Una vez abajo, Teresa se encontró a Jane parado justo delante de la comisaría, mirando hacía todos lados intentando decidir por donde irse.
- Jane, el repartidor se ha ido hace un buen rato. Por mucho que le intentes buscar no le encontrarás. Además, no te conoces la ciudad. Sera mejor volver arriba y ver que contiene el paquete – Lisbon intentaba hacer entrar en razón a Jane. Durante unos minutos más, el rubio siguió observando la calle hasta que miró a Lisbon y la hizo una señal con la cabeza, indicando que entraran.
Cuando llegaron arriba, se encontraron a la pareja leyendo una carta. Se apresuraron a llegar y vieron un CD encima de la caja de cartón y una hoja de papel escrita y firmada con la sonrisa.
Patrick tendió su mano, indicando a Kate que le diese la carta y esta lo hizo sin rechistar. La había leído un par de veces y si la seguía leyendo acabaría por volverse loca.
La cara del asesor rubio era un poema. Según iba leyendo, cambiaba su expresión. Enfado, ira, angustia, rabia… incluso miedo.
"Estimadas Kate Beckett y Teresa Lisbon:
Les aconsejaría que no se entrometieran entre el señor Jane y yo, dado que podrían acabar lastimadas. Aunque esto vaya más referido a usted Inspectora Beckett ya que su amiga está metida en este asunto hasta el cuello.
No me gustaría herir a dos bellezas como ustedes, pero si lo hacen, me temo que no me quedará más remedio.
Y no me subestimen. Las conozco más de lo que piensan.
Espero que les guste el CD.
Con afecto, John el Rojo"
En silencio, puesto que nadie sabía que decir, Kate metió el Cd en su ordenador y esperó a que arrancase. Los cuatro estaban sumidos en sus pensamientos. Castle mentalizándose que haría cualquier cosa por proteger a Kate de ese psicópata. Beckett preparada para seguir adelante a pesar de haber recibido una amenaza, aunque no podía evitar que su mano temblara encima del ratón. Lisbon, respirando hondo y haciéndose a la idea de que probablemente la próxima víctima de John el Rojo sea ella y Jane maldiciéndose así mismo por meter a Lisbon en todo el asunto de su venganza y por ponerla en el punto de mira del asesino. Estaba decidido a protegerla costara lo que le costase.
Pero cuando el Cd se puso en marcha y un video empezó a reproducirse, las dos mujeres se miraron con terror. Ni Castle ni Jane, quienes estaban atentos al video entendieron por qué John el Rojo lo había mandado. Un hombre, de unos 20 años, vestido de esmoquin estaba enfrente de un micrófono mirando a casi dos centenares de personas vestidas con sus mejores galas. El hombre, una vez que los aplausos terminaron, dio la bienvenida a otras dos jovencitas al escenario.
- Y después de esta maravillosa actuación de Maggie, demos un gran aplauso a las increíbles Kate Beckett y Teresa Lisbon, con su canción 22 – Las ovaciones y pitidos comenzaron a oírse de nuevo, mientras las dos mujeres subían al escenario.
Tanto Patrick como Rick se negaban a despegar la vista del ordenador. El escritor porque siempre había querido ver a su musa de joven. Y el rubio porque se quedó impresionado al ver cómo iba vestida su jefa.
Lisbon subía al escenario con un vestido negro, igual que su pelo, de palabra de honor con un cinturón ancho justo debajo del pecho de color blanco. La falda de este no llegaba a las rodillas de forma que se dejaba poco a la imaginación. Pero lo que más le impresionó a Jane fueron los tacones de casi 15cm que llevaba la agente.
Kate aparecía vestida similar a su amiga. Un vestido también de palabra de honor verde, solo que esta tenía el cinturón pequeño y de color dorado. Tacones altísimos y el pelo suelto, ligeramente ondeado.
Las dos llevaban consigo una guitarra y sonreían de oreja a oreja. La sonrisa se les pegó a los dos hombres que no quitaban ojo a la pantalla y olvidaron quién había mandado el video. En cambio las dos mujeres seguían inmóviles, sin saber muy bien que hacer o que decir.
En el momento en el que Kate y Teresa empezaron a cantar, acompañadas por el sonido de sus guitarras, los asesores las miraron, aún con la sonrisa. Pero enseguida se les borró al ver los rostros de las detectives.
Castle se apresuró a poner en pausa el video y se acercó a Beckett.
- ¿Qué ocurre? – Preguntó. En alguna otra ocasión hubiera bromeado. Pero al ver lo pálida que estaba su prometida decidió no hacer ningún comentario más.
- ¿Co-cómo le ha- Cómo le ha conseguido? – Beckett le ignoró completamente y miró a su amiga, quien tenía la misma expresión que ella.
- No lo sé… - Lisbon por su parte, mantenía la mirada en un punto indefinido. Como si estuviera perdida.
- ¿Podéis explicarnos que es lo que está pasando? – Interrumpió Jane.
- Era la fiesta de despedida de nuestro curso en la academia. Habíamos terminado la formación y en pocas semanas cada una estaría en una comisaría trabajando como inspectoras. Decidimos que cada uno debería de subir al escenario y hacer algo para hacerse destacar. Para celebrar el último día que íbamos a pasar todos juntos – Empezó explicando Lisbon.
- Se grabó en video y se hicieron copias a todos los que querían tenerla como recuerdo. Pero prometimos que nadie lo subiría a internet ni lo publicaría en ningún lado. Que sería algo entre los que nos habíamos alistado en la academia – Terminó Kate.
- ¿Cómo diantres se ha hecho con él? – Volvió a preguntarse Teresa, sin dar con una solución.
- A esto se refería con lo de que os conocía más de lo que pensábamos – Pensó Castle en voz alta.
- Puedo llegar a entender que sepa de ti Tess, dado que llevas más tiempo con Jane – Le señaló - ¿Pero a mí? Hay algo en todo esto que no me cuadra. ¿Cómo sabía que éramos amigas? ¿Qué nos conocíamos desde hace tantos años? No tiene sentido.
- Tienes razón. No tiene sentido – Afirmo la otra mujer.
- Sí lo tiene si te ha investigado – Razonó el asesor rubio, mirando fijamente a su compañera. El silenció inundó la sala durante varios minutos. Observaron cómo Jane iba a volver a hablar pero se vieron interrumpidos por Ryan y Van Pelt.
- Jefa
- Beckett, no hay nada en las cintas – Al ver cómo la mujer iba a protestar se anticipó – Las hemos revisado varias veces y no hay nada.
- ¿A que vienen esas caras? ¿Y que es ese paquete? – Preguntó Van Pelt. Lisbon se limitó a pasarle la carta y tanto ella como Ryan la leyeron. Iban a decir algo pero los otros tres miembros del grupo restantes aparecieron por el ascensor.
- Nada nuevo en el bar. Sakae se comportaba como siempre. No llegó tarde ningún día en los últimos tres meses y no tuvo ninguna disputa con ningún cliente. Su novio la iba a recoger cada martes y jueves y el resto de los días iba sola a casa – Explicó Rigsby. Durante el camino en coche a la comisaría, los tres hombres se echaron a piedra, papel o tijera quien les diría las malas noticias. Aunque no se esperaban lo que les aguardaría al llegar.
- Es decir que estamos como al principio. Solo que con una amenaza sobre nosotras – Soltó Kate frustrada.
- ¿Cómo que una amenaza? – Preguntó el moreno.
- ¿Sobre vosotras? – Repitió el asiático.
Esta vez, fue Kate las que les tendió el papel y a medida que lo leían se quedaban igual que el resto.
Perplejos, sin saber qué hacer.
Decidieron irse cada uno a su casa o al hotel, dado que la carta que habían recibido les había dejado alterados. Pero antes, avisaron a Gates sobre lo ocurrido y, a pesar de que las dos mujeres se negaron, la capitana las puso protección.
Una hora después, cuatro personas disfrutaban de una cena sentados alrededor de la mesa del loft del escritor.
Después de lo ocurrido, Castle vio lo afectada que estaba su prometida y decidió invitar a Teresa y a Patrick a cenar.
Y allí estaban los cuatro, intentado poner en un segundo plano a John el Rojo.
- Esto está exquisito – Alagó Jane al escritor, pues era el cocinero.
- Jane tiene razón, esta riquísimo.
- Si ya te lo dije. Pero tú "Oh no me tomes el pelo. Como va a ser bueno cocinando" – Kate imitó a su amiga, a quien las mejillas se le habían colorado por la vergüenza.
- Tranquila no pasa nada – Dijo el escritor en una carcajada – Ella decía lo mismo al principio – Señaló a su prometida y esta le dio un ligero manotazo en el brazo – Bueno, contarnos algo más sobre vosotras.
- A mí con que me cuentes algo de Lisbon me vale – Dijo Jane, afirmando con la cabeza para dar más credibilidad a su frase.
- Y a mí con que me cuentes algo de Kate me vale – Repitió Castle, mirando con picardía a su prometida.
- Créeme que no dirá nada mío sin mi consentimiento – Le retó Beckett.
- ¿Y cómo estás tan segura?
- Cualquier cosa que sepa ella de mí, yo la se peor de ella – Kate miró a Castle y le sonrió con superioridad.
- Por cierto, Enhorabuena – Soltó Jane de repente alternando la mirada entre Castle y Beckett.
- ¿Por qué? – Preguntó Kate. Jane se limitó a levantar la mano y mover los dedos mientras miraba la mano de Kate. - ¿Cómo sabías que…?
- Oh vamos, tu alianza se ve a distancia. Además, te paseas por la casa de Castle como si fuera la tuya propia. Y me apuesto lo que quieras a que vuestras manos están entrelazadas debajo de la mesa.
- ¡Jane! – Exclamó Lisbon al oír el último comentario de su consultor.
- Llevabas razón, es bueno – Dijo Kate mirando a su amiga con una sonrisa.
- Te lo dije. Se fija en cualquier detalle – Recalcó Lisbon.
- Por lo que veo no en todos – La detective no pude evitar soltar ese comentario al recordar lo mucho que Teresa estaba sufriendo por Jane.
- ¿Perdona? – Jane se sintió ofendido.
- Oh no nada.
- ¿A qué te refieres con eso?
- ¿No eres tan bueno? Adivínalo por ti solo.
- Kate… - Susurró Lisbon intentando que su amiga se callara.
- Dime.
- Cállate.
- ¿Y si no lo hago?
- Tu estate calladita ¿Vale? –Teresa estaba perdiendo los nervios.
- Yo me estaré calladita. Te lo prometo. Es más, serás tú la que va a hablar.
- ¿Yo? – Preguntó. Estaba algo confundida. Pero al ver la sonrisa de su amiga entendió enseguida a lo que se refería – Oh no. No serás capaz.
- ¿Recuerdas que pasó la última vez que dijiste eso? – La detective se levantó de la mesa y, disculpándose, puso rumbo al dormitorio en busca de la grabadora. Teresa la siguió casi corriendo mientras la maldecía por lo bajo, al darse cuenta de que su amiga la había grabado la otra noche mientras hablaban.
Los dos hombres se quedaron solos en el comedor. Se miraron y estallaron en una carcajada. Hacía apenas un día desde que se habían conocido pero sentían que se podían contar todo. Jane sonrió al pensar lo abierta que era Lisbon con su amiga y no tan cerrada y estricta como solía ser en el CBI. Y no pudo evitar pensarlo en voz alta.
- Vaya, se la ve bastante más feliz a Lisbon a pesar de estar en el punto de mira de un asesino en serie por mi culpa.
- Yo también veo mucho más contenta a Kate. Y es normal, hacía muchísimos años que no se veían – Le dijo el escritor sonriéndole. Espero unos segundos en silencio y continuó – No creo que la importe mucho la amenaza de John el Rojo. Es decir, me imagino que tendrá miedo y todo eso, pero se sentirá bien porque te está protegiendo – Jane le miro extraño mientras su mente intentaba unir todas las cosas que le había dicho – Te lo digo por experiencia propia. ¿Lisbon no te lo ha contado?
- No – Le contestó incrédulo.
- Te haré un resumen. Kate ha pasado por algo parecido a ti. Mataron a su madre cuando tenía 18 años. Investigó su caso y descubrimos que todo era mucho más grande de lo que pensamos. La intentaron matar porque se había acercado demasiado y, un día recibí una llamada de un hombre diciendo que podría mantenerla a salvo si yo la apartaba del caso. No me lo pensé dos veces y acepté. Aun sabiendo que ponía mi vida en peligro porque sabía que la suya estaría a salvo – Espero unos segundos para que asimilara lo que le estaba diciendo e intentara sacar su propia conclusión – Por eso Lisbon está haciendo lo que hace – Sentenció.
- ¿Por eso estoy haciendo el que? – Teresa les sorprendió a ambos apareciendo por el comedor, seguida de Beckett con cara de resignación.
- Nada – Le dijo Jane, mirándola fijamente y sonriente.
- Castle… ¿Se pude saber que estáis tramando?
- Nada cariño, ¿Qué tal si tomamos el postre? – Dijo Rick, sabiendo que Kate reaccionaría de alguna forma al oír aquel apelativo.
- Claro "Gatito" – Le contestó ella, recalcando la última palabra. Y los dos marcharon a la cocina dejando a Lisbon y Jane solos.
- Desembucha. ¿De qué estabais hablando?
- Oh venga, te juro que no es nada malo.
- Jane, no me hagas sacártelo a la fuerza.
- ¿Es que ya no confías en mí?
- Pues claro que confío en ti.
- Me alegra saber eso – Dijo Jane – Es solo que… Castle me ha hecho abrir los ojos – Dio por terminada la conversación al ver la cara de confusión en su compañera y la empujó ligeramente por la espalda para acercarla a la mesa.
Comieron el postre mientras hablaban sobre cómo les fue a las dos mujeres en la academia. Sobre los libros de Castle, y sobre los trucos de hipnotismo de Jane. Sobre cómo han habían trascurrido sus vidas todos estos años en los que Lisbon y Kate habían estado separadas.
Hasta que llegó la hora de marcharse.
Lisbon terminaba de recoger los platos con la ayuda de Kate mientras los dos hombres seguían charlando en el comedor.
- ¿De qué crees que estaban hablando antes? – Preguntó Lisbon.
- ¿Cuándo?
- Cuando llegamos y se callaron los dos.
- ¡A saber! – Ambas se rieron – Viniendo de esos dos… que no te extrañe nada. Por cierto, todavía tengo aquella pulsera.
- ¿Enserio? ¿Todavía la conservas? – Preguntó alucinada – Yo perdí la mía. Creo que fue en el avión hacia sacramento – Dijo desanimada.
- En el aeropuerto, pero sí, la perdiste – La sonrió y ella entendió el mensaje.
- ¿La cogiste?
- Vi como se te caía y corrí a por ella para dártela, pero cuando me puse de pie ya habías desaparecido. Te estuve buscando un poco pero no te encontré asique la guarde para la próxima ve que nos viéramos, dártela – Explicó, mientras veía a su amiga sonreír – Voy a por ella. Ahora vuelvo – Y tras decir eso, desapareció escaleras arriba.
Cinco minutos después, la detective aparecía por el salón, donde se encontraban los otros tres.
- Castle, ¿Dónde diablos dejaste mi caja? – Preguntó mientras bajaba el último escalón.
- ¿Qué caja? – La miró – Oh… aquella caja… Pues si te soy sincero no lo sé. Debí de guardarla en la habitación de Alexis cuando se mudó con Pi – Puso mala cara al recordarlo – Espera, voy a buscarla – Se levantó del sofá y puso rumbo hacía donde, minutos antes había estado ella. Pero Kate le paró a mitad camino, le susurró algo al oído y asintió con la cabeza – Lisbon, ¿puedes venir conmigo? Kate me ha dicho que dentro de la caja hay algo tuyo pero yo no sé lo que es.
- Claro – Contestó la morena y se dirigió hacía Castle. Al pasar al lado de Kate la miró y supo que había tramado algo. Pero ya no había vuelta atrás. Iría con el prometido de su amiga y rezaría por que no hiciera ninguna estupidez.
Cuando los dos desaparecieron por las escaleras, Beckett se acercó a Jane. Este esperaba paciente en el sofá, leyendo la caratula de una de las novelas del escritor.
- ¿Y bien? También me vas a dar otra charlita como la de tu prometido ¿no? – Kate se quedó quieta. "Sí que es bueno, si" pensó en su cabeza pero cayó en la cuenta de algo - ¿Castle ha hablado contigo? ¿Sobre Lisbon? ¡Pero qué diablos se cree que está haciendo! No debería de meterse en esto.
- Tu tampoco deberías – la atacó Patrick, a la espera de su reacción.
- No debería, pero lo voy a hacer – Dijo muy convencida y se acercó a él – Mira, te entiendo. Yo también he pasado por lo mismo. Mataron a mi madre cuando tenía 18 años. Y desde entonces he estado investigando su caso para dar con el culpable. Para poder descansar en paz – Aunque Jane ya se sabía la historia puesto que Castle se la había contado minutos atrás, escucho pacientemente – Pero aquello era demasiado. Era mucho más grande de lo que creíamos y, el mismo hombre que mandó matar a mi madre, mandó a otro que acabara conmigo. Me dispararon con un rifle. Me dieron en el corazón – Se estremeció al recordar todo lo ocurrido – Pero lo peor de todo fue que Castle intentó apartarme en el momento del disparo. La bala podría haberle dado a él. Podría haber muerto, y todo por mi culpa – Se tomó unos segundos y siguió – Después de aquello, estuve 11 meses sin saber nada más. No había ninguna pista, nada con lo que seguir. Hasta que un día apareció algo que reabrió el caso. Entre unas cosas y otras acabé colgando de una azotea. Castle se había ido porque me dijo que no podía seguir así. Que estaba tirando mi vida y que él no se iba a quedar a verlo. Aquella tarde se me declaró, y lo único que se me ocurrió hacer fue echarle. Y allí estaba yo, sola, colgando con una mano de una azotea, dándome cuenta de que Rick tenía razón. Conseguí salir de aquella gracias a Ryan y bueno… el resto te lo imaginas – Le dijo mientras tocaba con dulzura su anillo de compromiso – Sé que estás enamorado de ella – Jane abrió los ojos al oír eso. Iba a reprocharlo pero le paró levantando una mano – No me lo niegues. Se te nota a la legua. Y sé que sabes que ella también lo está de ti. La pregunta es… ¿A que estas esperando? ¿A que estés en una azotea, colgando y te maldigas no haber hecho nada antes? A mí por suerte, llegaron a tiempo para salvarme. Pero ¿Y si tu no tuvieras la misma suerte? No quiero decir que dejes tu venganza de lado, yo aún sigo buscándola. Pero el asesinato de mi madre ha pasado a un segundo plano. Me estaba destruyendo a mí misma. Y encima había metido en todo el asunto a Castle, poniéndole en peligro a él también.
- No lo entiendes – Fue lo único que se le ocurrió decir. Su cabeza estaba llena de cosas y sentía que iba a explotar.
- Pues claro que lo entiendo. Te he contado todo esto para que te des cuenta de que lo que te estoy diciendo es cierto. No quiero que cometas los mismos errores que yo.
- ¡Kate! – Lisbon apareció por las escaleras emocionada – Mira, Castle encontró al pulsera – Beckett levantó un poco la pierna y se remangó el pantalón unos centímetros, dejando ver la misma pulsera que tenía Lisbon en la mano, solo que atada en el tobillo.
- Como en la comisaría me mandarían quitármela por todo ese royo de que no se pueden llevar nada más que relojes me la puse en el tobillo. Si no me la veían no podrían decirme nada – La sonrió y vio como Castle bajaba por las escaleras.
- Bueno, será mejor que nos vayamos. Se está haciendo tarde – Dijo Jane, levantándose del sofá – Se acercó a Castle y le tendió la mano. El escritor se la estrechó – Muchas gracias por todo. Lisbon a su vez se despidió de su amiga y viceversa.
Cuando los dos se marcharon, Castle miró a su futura mujer de forma pícara.
- ¿Qué le has dicho mientras estábamos arriba?
- Pues pensaba contarle un poco mi historia, para que se diera cuenta de que no merece la pena desperdiciar el presente por tu pasado, pero no veas que sorpresa me he llevado al ver que ya se la sabía. Y que tú se la habías contado – Le clavó el dedo en el pecho al decir "tú" y se dirigió a la cocina a recoger las últimas cosas que quedaban. Castle la siguió como un perrito faldero sin saber muy bien que hacer.
- Yo… no pretendía… es decir… - A cada palabra que decía se ponía más nervioso y la cara de su novia no ayudaba mucho. Beckett le mantuvo la mirada durante varios minutos hasta que no pudo más y estalló en una carcajada.
- ¡Si es que siempre picas Castle!
- Seras… - Dijo en voz baja y la siguió hacia el sofá. La abrazó por la espalda y la susurró al oído – prométeme que tendrás cuidado – Al ver que ella le miraba raro siguió hablando – Sé que por más que te lo pida no te vas a apartar del caso. Te conozco y se que eres así. Que siempre quieres luchar por la justicia pero…
- No te escaparas de este compromiso tan fácilmente – Se giró, le miró con ternura y le besó – Así que no te preocupes más.
El escritor la tomó en brazos mientras seguían besándose y, dando pasos de ciego la llevó a la ha habitación. La recostó en la cama con cuidado y se timbó sobre ella, apoyando las manos en el colchón para poder mirarla a la cara.
- No puedo perderte – Dijo con voz ronca mientras sus ojos, más oscuros que de costumbre, la miraban con ternura y deseo. Kate no pudo hacer otra cosa que sonreírle y volver a besarle. Se preguntaba cómo le había encontrado. Como había conseguido a alguien tan perfecto como él. Y como la había esperado todo ese tiempo para ahora poder estar juntos y en unos meses poder pasar el resto de su vida juntos definitivamente.
En el camino del loft al hotel, lo único que se oyó en el coche fue el ligero ruido que hacia la calefacción. A casi empezar diciembre, el frío se empezaba a notar más fuerte y cuando los dos montaron en el coche un escalofrío les recorrió sus cuerpos.
Lisbon iba al volante, como siempre y en su cabeza daba vueltas a las palabras que la dijo Jane. "Castle me ha hecho abrir los ojos" ¿Qué querría decir con eso? ¿A qué se refería? ¿Habría averiguado algo sobre John el Rojo? Le miró de reojo. No parecía nervioso, ni emocionado. Estaba con la mirada fija en la ventana, pensativo. No la había hablado en todo el camino ni la había puesto ninguna pega cuando se montó en el asiento del conductor. Nada. No la había dicho nada. Y eso era demasiado raro.
Cuando llegaron al aparcamiento del hotel, Lisbon apagó el motor y soltó un suspiro.
- Jane, ¿Qué te ocurre? – Pero no recibió contestación - ¿Jane? ¡Eh! ¿Me estas escuchando? – Le paso una mano por delante de los ojos al ver como parecía no darse cuenta de que le estaba llamando.
- Oh si claro, vamos – Se sobresaltó al ver la mano de Lisbon y se bajó del coche con gran velocidad.
La agente volvió a suspirar y se bajó del coche también, siguiendo los pasos de su asesor.
Subieron hacia las habitaciones con el mismo silencio que en el coche. Cuando llegaron al piso de la habitación de la mujer, esta se despidió de Jane con un simple adiós y se dirigió hacia su número. Pero cuando estaba metiendo la tarjeta que servía de llave se dio cuenta de que el asesor la había seguido.
- Jane, tu habitación está en el piso de arriba.
-Lo sé. Pero hoy voy a pasar la noche en tu habitación.
- ¿Qué? – Preguntó sin poder evitar que de su garganta saliera un pequeño gallo. Igual que la pasaba cada vez que se ponía nerviosa, ya que ahora lo estaba, y mucho.
- Lo que has oído, no pensaba que tuvieras problemas de audición Lisbon – La respondió, tomando la tarjeta de su mano y entrando en el lugar con total tranquilidad. Se acercó a la sala de estar y se quedó allí quieto, esperando a que la mujer llegara.
Lisbon por su parte se quedó algo desencajada con lo que la había dicho. ¿Qué iba a pasar la noche con ella? Aquello la hizo ponerse colorada y se colocó enfrente de él, con las manos en sus caderas, esperando una explicación, pero intentaba cubrirse la cara con el pelo. No quería que la viera con las mejillas tan rojas.
- Oh vamos, ¿Te pensabas que te iba a dejar sola con John el Rojo por ahí suelto? Estas en peligro por mi culpa así que me voy a quedar contigo quieras o no.
- ¿Sabes qué? Haz lo que te dé la gana. No tengo ganas de discutir. Búscate una manta por algún cajón y que disfrutes del sofá – Le sonrió con malicia y se metió en su habitación, cerrando la puerta despacio. Una vez que se sintió aislada de Jane se dejó caer al suelo, apoyada en la pared. Hoy habían ocurrido muchas cosas y tendría toda la noche para asimilarlas.
Oyó unos ligeros golpes en la puerta y a alguien susurrando su nombre. Se revolvió entre las sábanas con la esperanza de que solo fuera un sueño y pudiera seguir durmiendo pero no, no lo era. Era Jane el que llamaba a la puerta. Miró el reloj, las 4:00 de la madrugada. Gruñó mientras se dirigía a abrir la puerta.
- ¿Qué diablos quieres Jane? – Le preguntó adormecida. El asesor se quedó mirándola de arriba abajo. Estaba vestida con una camiseta amplia que la llegaba bastante por encima de las rodillas.
- Es que no podía dormir y pensé que podrías hacerme compañía – Lo cierto es que tenía otros planes. Quería habérselo dicho cuando llegaron al hotel pero entre los nervios que llevaba y que había procurado que no se le notasen y la rapidez con la que Lisbon se había metido en su habitación no le había permitido hacerlo.
- Son las cuatro de la mañana, ¿para eso me despiertas? – le dijo mientras se pasaba una mano por la cara y se frotaba un poco los ojos.
- Si bueno… es qué no sabía qué hacer – Por primera vez en mucho tiempo, Jane estaba sin palabras. Al verla así vestida su valentía para decírselo había desaparecido por completo.
- ¿Qué es lo que te ocurre? – Le preguntó con voz dulce y preocupada. Y en verdad lo estaba desde que le había dicho aquello en el loft.
- Hace unas horas cuando he visto a Beckett y a Castle tan felices me he preguntado a mí mismo ¿Cuándo podrás volver a ser feliz? ¿Cuándo podrás estar con la mujer a la que amas y ser feliz junto a ella? – Con cada palabra que decía, a Lisbon se le aceleraba el corazón – Todos estos años, mi única meta ha sido encontrar a John el Rojo. Dar con él y vengarme de la muerte de mi mujer y de mi hija. He estado completamente ciego respecto al resto. No quería que nadie se acercara a mí por miedo a que acabara lastimado por mi culpa. Pero a ti, me era imposible hacerlo. Y gracias a eso, lo único que he conseguido es ponerte en peligro – Se paró durante unos segundos que a ambos se les hicieron eternos – Te quiero Teresa. Eres lo único que ha conseguido mantenerme en pie y si te pasara algo por mí obsesión con John el Rojo jamás me lo perdonaría – Ya estaba dicho. Lo había soltado todo de un tirón. Ya no había vuelta atrás. Ahora era decisión de ella dar el paso o quedarse como hasta ahora.
Los nervios de Jane se podían notar a Km de distancia mientras que Lisbon seguía inmóvil, asimilando todo lo que le había dicho su compañero. El asesor se mantenía enfrente de ella, pero su inquietud aumentaba con cada segundo que pasaba.
Después de varios minutos en completo silencio, Lisbon le miró a los ojos, le tomó con decisión sus mejillas y le besó. Patrick la abrazó con delicadeza, pasando una mano por su espalda y otra la colocó detrás de su nuca.
El beso, que empezó de forma romántica, acabó perdiendo el control y lo único que consiguió separarles fue la necesidad de aire. Teresa entrelazó sus dedos con los de él y, mientras se mordía el labio inferior, guiaba a su asesor lentamente hacia el dormitorio.




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Mensaje por Caskett(sariita) Dom Dic 22, 2013 4:25 pm

perdon por no comentar antes que lindos te quedaron lo 2 capis cada vez se torna mas interesante
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Mensaje por agecastbet Lun Dic 23, 2013 1:29 am

Mi enhorabuena, un fic muy entretenido y muy bien elaborado, además con una fina visión de los paralelismos de las dos series. Muy conseguido el efecto que buscabas, y muy bien encajados los detalles. Es arduo el trabajo en el que te has involucrado, y no va a ser fácil llevarlo a término, no porque no seas capaz, que veo que lo eres de sobra, sino por la temática que has iniciado. Pero te animo a que lo sigas, pues creo que lo vas a conseguir.
Sigue pronto con el siguiente que está muy interesante esta noche en especial, jajajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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Mensaje por Teresita_yocastle$$NYPD Lun Dic 23, 2013 3:30 am

me encanta oleeeeeeeeee me gustaaaaaa
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Mensaje por RcKb Sáb Ene 04, 2014 4:47 am

¡Buenos días/tardes/noches!


Lo primero, muchísimas gracias a todos por leer mi historia.


Lo segundo, agradecer a todos los que dejan comentarios.


Lo tercero y más importante, quería dedicar este capítulo a todos los componentes del grupo de Whatsapp, que me presionáis para que suba otro capítulo. Pero sobre todo a Helena quien hoy no ha pasado muy buen día y a Neus, más conocida como INievezI por dedicarme ella también un capítulo de su impresionante historia "Back to the past".


Y tras esto, os dejo con el capítulo. Espero que os guste.


Capítulo 4. "Incertidumbre, miedo y culpabilidad"

Despertó debido a los rayos del sol que entraban en la habitación. La costó abrir los ojos. Era la primera vez en mucho tiempo que lograba dormir de un tirón. Estiró ligeramente el brazo para llegar a tomar el móvil y mirar la hora que era. Fue entonces cuando notó el brazo que la apretaba ligeramente contra otro cuerpo. Se giró y le vio.
Patrick Jane dormía plácidamente a su lado, abrazándola. Sus rizos estaban ligeramente revueltos y su pecho ascendía y descendía lentamente. Se veía tranquilo, relajado, en paz.
Se sonrojó al recordar todo lo ocurrido esa noche. Con delicadeza, intentando no despertarle, se deshizo del abrazó y salió de la cama. Buscó algo con lo que cubrirse y encontró la camisa de Jane. La tomó del suelo y volvió a sonrojarse al recordar cómo había acabado allí. Se la puso y comprobó lo que creía. Le quedaba enorme. “Perfecto” pensó. Así podría salir a la terraza sin tener que ponerse nada más. Dejó sin abrocharse los dos primeros botones puesto que le resultaba más cómodo y con cuidado salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí, no sin antes acercarse a Jane y depositarle un suave beso en su pelo. Agradeció estar descalza ya que así montaba menos ruido y abrió el gran ventanal que daba a la terraza. En ese instante sintió una bofetada de frío en la cara pero no la importó. Tenía mucho que pensar y ¿qué mejor forma de hacerlo que sintiendo el frío? Adoraba el frío. Era una de las pocas cosas a las que no podía encontrar ninguna pega. Siempre y cuando no fuera en exceso.
Entró dentro para mirar la hora. Fue a mirarla en el móvil cuando se despertó pero no lo encontró en la mesilla y recordó que la noche anterior lo había dejado en la mesa del salón. Cuando lo cogió, se encontró con llamadas perdidas de sus compañeros, mensajes y más mensajes. Entonces se acordó de la amenaza de John el Rojo y comprendió su preocupación. Decidió mandar un mensaje a Kate avisándola de que en unos minutos estaría allí. Y cuando miró la hora para decirla aproximadamente cuando llegaría, sus ojos se abrieron como platos. Las 12:20.
- Imposible – Dijo en voz baja. Era la primera vez en todos los años que llevaba trabajando que llegaba tarde. Y tan tarde – Si, definitivamente mandaré el mensaje a Kate – Se repitió para sí misma puesto que sería la única que no la haría ninguna pregunta por el momento.
Una vez hubo enviado el mensaje, salió de nuevo a la terraza y dejo que el frío recorriera su cuerpo. No se molestó en ir a comisaría. Ya llegaba muy tarde así que no pasaría nada por llegar un poco más. Se apoyó en la barandilla y miró a su alrededor. El coche patrulla seguía aparcado enfrente de la entrada del hotel. Respiró hondo para relajarse mientras su cabeza rememoraba lo ocurrido aquella noche.
- Hace unas horas cuando he visto a Beckett y a Castle tan felices me he preguntado a mí mismo ¿Cuándo podrás volver a ser feliz? ¿Cuándo podrás estar con la mujer a la que amas y ser feliz junto a ella? – Con cada palabra que decía, a Lisbon se le aceleraba el corazón – Todos estos años, mi única meta ha sido encontrar a John el Rojo. Dar con él y vengarme de la muerte de mi mujer y de mi hija. He estado completamente ciego respecto al resto. No quería que nadie se acercara a mí por miedo a que acabara lastimado por mi culpa. Pero a ti, me era imposible hacerlo. Y gracias a eso, lo único que he conseguido es ponerte en peligro – Se paró durante unos segundos que a ambos se les hicieron eternos – Te quiero Teresa. Eres lo único que ha conseguido mantenerme en pie  y si te pasara algo por mí obsesión con John el Rojo jamás me lo perdonaría – Ya estaba dicho. Lo había soltado todo de un tirón. Ya no había vuelta atrás. Ahora era decisión de ella dar el paso o quedarse como hasta ahora.
Los nervios de Jane se podían notar a Km de distancia mientras que Lisbon seguía inmóvil, asimilando todo lo que le había dicho su compañero.  El asesor se mantenía enfrente de ella, pero su inquietud aumentaba con cada segundo que pasaba.
Después de varios minutos en completo silencio, Lisbon le miró a los ojos, le tomó con decisión sus mejillas y le besó. Patrick la abrazó con delicadeza, pasando una mano por su espalda y otra la colocó detrás de su nuca.
El beso, que empezó de forma romántica, acabó perdiendo el control y lo único que consiguió separarles fue la necesidad de aire. Teresa entrelazó sus dedos con los de él y, mientras se mordía el labio inferior, guiaba a su asesor lentamente hacia el dormitorio.
A mitad camino, Jane tiró ligeramente de su muñeca y la abrazó. Ella se sintió algo desconcertada con aquel gento pero le abrazó también.
- Gracias por todo – La susurró. Lisbon sonrió para sí misma al escuchar su voz ronca por el deseo pero sincera a la vez y cerró los ojos. Varios segundos después, sintió los labios del asesor sobre los suyos y no puso ninguna pega. Notó como sus manos empezaron a recorrer su espalda y a colarse lentamente por debajo de su camisa. Un instante más tarde, su camisa estaba en el suelo y ambos acababan de cruzar el umbral de la puerta del dormitorio.
Sin dejar de besarse Lisbon se deshizo de la chaqueta del traje y empezó a desabrochar los botones de la camisa. Fue cuando se dio cuenta de que no llevaba puesto su chaleco. Aquello la extrañó bastante pero no preguntó. Siguió quitando los botones uno a uno, despacio.
Lo que no sabía era que Jane se había quitado el chaleco minutos antes de llamar a la puerta de su habitación. Estaba tan nervioso que no le quedó otra que despojarse de él porque si no lo hacía estaba seguro de que terminaría dándole un ataque de ansiedad. Pero se conservó la chaqueta porque los bolsillos era el sitio idóneo para guardar sus manos mientras expresaba sus sentimientos a Lisbon.
Patrick acorraló a Teresa con sus brazos mientras la iba empujando suavemente hacia la cama. Cuando las piernas de ella se toparon con el borde de la cama, Jane la tomó con delicadeza y la tumbó en ella  para después colocarse él encima. Apenas había luz en la habitación pero Jane podía observar perfectamente el cuerpo de la mujer que tenía de frente.
Lisbon podía ver como él no dejaba de mirarla. Como sus ojos estaban llenos de deseo y se habían dilatado. Se imaginó que ella estaría igual y sin poder evitarlo volvió a tomar su cara con las manos y le besó.
Él la hizo arquearse ligeramente para poder desabrocharle el sujetador. Con una mano acarició uno de sus pechos por encima de la tela mientras que con la otra bajaba lentamente los tirantes de la prenda. Teresa no se quedó atrás y dirigió sus manos hacia la parte baja de Jane, puesto que su pecho estaba totalmente desnudo. Durante el camino, deslizó las manos por su torso bien formado y se preguntó cómo diablos conseguía tenerlo así. Sabía, por lo que su ropa dejaba verla a diario, que el consultor tenía muy buen cuerpo. Pero no se esperaba eso.
Cuando llegó a la hebilla del cinturón tardó más de lo que pensaba en desabrocharlo. Se empezó a poner nerviosa al ver que no lograba soltar el cinto y Jane se percató de ello. Llevó sus propias manos hasta las de ella y la ayudó a desabrocharle. Después, tomó las manos de Lisbon y las colocó encima del gran bulto que se había formado en sus pantalones.
- Esto es lo que me provocas Teresa. Lo que me llevas provocando desde la primera vez que te vi – La susurró al oído provocando que se sonrojara – Estás tan linda cuando te sonrojas, pero mucho más cuando te sonrojas por mí – Y la besó. La besó con pasión, con ternura, con afecto, pero sobre todo con amor.
- Buenos días – Se sobresaltó al oír su voz y al notar sus manos posándose en sus caderas. Sintió como la depositaba un delicado beso en la mejilla.
- Buenos días Jane – Le respondió ella, sonrojada por los recuerdos que acababan de pasar por su cabeza.
- ¿Piensas seguir llamándome Jane después de lo de anoche? – Le dijo para picarla, provocando que las mejillas de ella se pusieran al rojo vivo. Soltó una pequeña carcajada – Por cierto, te sienta muy bien mi camisa.
-Lo cierto es que es muy cómoda – Le contestó, girándose para quedar frente a frente.
- En ese caso puedes usarla cuando quieras – Sonrió y se volvieron a besar mientras la fría brisa se colaba por el poco espacio que había entre ellos.

****

Se sobresaltó al notar su móvil vibrar. Como estaba sobre la mesa la vibración se notó más fuerte y se apresuró a cogerle. Estaba preocupada por Lisbon. Nunca llegaba tarde. Nunca. Y ya eran más de las doce. Algo tenía que haberla pasado.
Cuando terminó de leer el mensaje, sonrió como una tonta. Se había dado cuanta hacía ya mucho tiempo que el rubio asesor tampoco había aparecido por la comisaría y esperaba que algo hubiera pasado entre ellos. Pero la duda de que John el Rojo les hubiera hecho algo seguía allí presente. Y lo estuvo hasta que leyó el mensaje. La contestó con un simple “Quiero detalles” y volvió a dejar el teléfono en la mesa para recibir con otra sonrisa el humeante café que su prometido le ofrecía.
- ¿Sabes algo de Lisbon y Jane? – La preguntó al ver su sonrisa.
- Sí. Pero no pienso contarte nada – Dio un sorbo al café mientras veía como Castle ponía cara de fastidio – Solo te diré que están bien. Aunque tampoco es que yo sepa mucho más.
- ¿Tenéis noticias de ellos? – Preguntó Van Pelt, quien acababa de salir de la sala de informática junto con Ryan.
- Sí. Lisbon me acaba de enviar un mensaje. Me ha dicho que están bien – Oyó como la pelirroja suspiró aliviada y como Ryan, que había llegado unos segundos más tarde que ella también sonreía aliviado.
- Hemos revisado las cámaras de seguridad de la oficina de correos desde dónde se envió el paquete. Hay varias personas a las que no se les ve la cara porque la cámara no está situada muy bien. Hemos descartado a las mujeres y con ello nos quedan tres – Tiró las tres imágenes sobre la mesa de la detective para que pudiera verlas. El móvil de Beckett volvió a vibrar y se apresuró a atender a Ryan y a Van Pelt para poder leer el mensaje tranquila.
- Vale, buen trabajo. Mirad a ver si encontráis algo con lo que identificarles. Un tatuaje, una marca de nacimiento, una cicatriz. Cualquier cosa.
- A la orden – Y ambos se volvieron a la sala donde desde un principio habían salido. Por el camino, vio como Van Pelt enviaba un mensaje por teléfono y se imaginó que se lo enviaba a Rigsby y a Cho para avisarles de que su jefa estaba bien.
Desbloqueó su móvil bajo la atenta mirada de Castle y leyó el mensaje. “No pienso decirte nada, así que ya puedes esperar sentada. ¿Además, quien te dice a ti que no me he quedado dormida yo SOLA?”. Sonrió al ver como su amiga remarcaba la última palabra. Se había descubierto ella sola, pero aun así la tendería una pequeña trampa. “Ya veremos si cumples con tu palabra. Y querida amiga, tú nunca llegas tarde al trabajo, y mucho menos por quedarte dormida tu SOLA. Por cierto, os aconsejaría venir pronto, por aquí andan bastante preocupados por vosotros”. Pocos segundos después recibió la contestación. “Estaremos allí en unos 10 minutos”.
Tal y como dijo, diez minutos más tarde, Lisbon y Jane aparecían por la comisaría. Ambos venían bastante serios, algo que hizo que Beckett se replanteara si de verdad había ocurrido lo que estaba pensando. Pero al ver a su amiga sonreírla y saludarla con bastante alegría aquel pensamiento se esfumó.
- Buenos días a vosotros también  - Respondió Beckett, mientras que Castle se limitó a alzar un poco la cabeza en forma de saludo.
- ¿Dónde están los demás? – Preguntó Teresa, intentando evadir el tema que su amiga iba a sacar en cualquier momento.
- Ryan y Van Pelt están revisando las cámaras de seguridad de la oficina de correos. Han encontrado tres hombres que pueden ser los sospechosos y están intentando identificarles. Espósito, Cho y Rigsby están en la casa de la víctima, intentado encontrar algo. ¿Y cómo es que habéis llegado tarde? – Preguntó con malicia, sin darles tiempo a comentar nada sobre la información que les había dado.
- Me quede dormida – Contestó Lisbon mientras se mordía el labio inferior.
- A mí no me engañas – Dijo Beckett. Aquel gesto le hacía ella también cuando quería evadir algún tema  o cuando estaba nerviosa – Ya hablaremos luego tú y yo – La susurró y abrió varias carpetas para ponerse a trabajar todos con el fin de encontrar algo nuevo.
El resto de la mañana la pasaron igual. Cada uno por su lado investigando cada pista que tenían. Unas horas después de que Lisbon y Jane llegaran a comisaría, Espósito, Cho y Rigsby cruzaban las puertas del ascensor con varias bolsas de comida. Se reunieron en la sala de descanso todos juntos para comer e informar lo que habían descubierto.
En la casa de la víctima, los tres hombres descubrieron que Sakae estaba manteniendo contacto con alguien a través de internet y que habían quedado en conocerse el mismo día de su muerte. También encontraron un CD encima del portátil y cuando lo pusieron en la tele contemplaron que se trataba del mismo vídeo que mando John el Rojo a comisaría, solo que estaba completo y no solo la parte de las dos mujeres.
Lisbon al oírlo, les preguntó si habían traído el CD, ellos asintieron y Espósito salió de la sala para dirigirse a su mesa y tomar el disco. Cuando se le dio, Kate se acercó a su amiga y ambas lo inspeccionaron.
- ¿Sakae estuvo en la academia? – Se preguntó a sí misma en voz alta.
- Yo no la recuerdo – Dijo Beckett.
- Quizá fuese de un amigo o algún conocido -  Opinó Rigsby mientras pegaba otro mordisco al rollito de primavera.
- Puede ser – Se quedó en silencio unos segundos y continuó – Ryan, Van pelt, ¿Habéis identificado a los tres hombres?
- No. Lo hemos intentado pero la cámara tiene poca calidad y si intentamos agrandar la imagen para ver algún detalle se vuelve borrosa – Contestó Kevin mientras revisaba su móvil para leer el mensaje que le acababa de mandar su esposa.
Una joven detective uniformada entró en la sala después de llamar a la puerta.
- Siento interrumpir – Dijo – Beckett, la pantalla de tu ordenador está parpadeando. Creo que es un mensaje.
- Oh, gracias Braxton – La sonrió – Ahora vuelvo – Dijo a sus compañeros y salió de la sala en dirección a su mesa.
Varios minutos después, regresó con una amplia sonrisa. Se volvió a sentar bajo la atenta mirada de los allí presentes y miró a Lisbon.
- ¿Te acuerdas que, cuando abandonamos la academia nos prometimos que nos volveríamos a ver todos 15 años después?
- Si, me acuerdo. ¿A qué viene eso? – Preguntó la morena confusa.
- El mensaje era un aviso. La reunión será en tres semanas en el campus de la academia.
- ¿Ya han pasado quince años? Vaya… - Dijo mirando hacia el techo y una pequeña sonrisa se escapó de sus labios al recordar aquellos tiempos.
- Dice que podemos llevar a un acompañante. Castle, ¿Quieres venir? – Le preguntó.
- ¿Y perderme todas las fotos que llevará la gente sobre ti cuando eras joven? Por nada del mundo. Claro que iré – Todos rieron por el comentario del escritor.
- ¿Te apuntas Jane? – Dijo Lisbon. Van Pelt sonrió al oírlo. No tenía mucha relación de amistad con su jefa pero sabía que algo bueno la había pasado con el asesor y se alegraba por ello.
- Será divertido – Se limitó a decir él mientras una idea rondaba su cabeza.
Patrick estaba inquieto. Sentía que algo iba mal. Primero, John el Rojo acaba con la vida de una mujer en otro estado, muy lejos de Sacramento. Después, resulta que el equipo que llevaba el caso en Nueva York, es una de las mejores amigas de Lisbon de la academia. Y ahora, “por coincidencia” en tres semanas se cumplen quince años desde que las dos mujeres abandonaron la academia en la que las instruyeron. Era demasiadas coincidencias, demasiada casualidad.

****

Las semanas pasaron, y con ella los días mientras seguían buscando alguna pista para encontrar a John el rojo.
Tanto Patrick como Teresa se pusieron de acuerdo en no comentarles los siete nombres de la lista a nadie. Si veían que era necesario lo harían pero por el momento prefirieron guardárselo para ellos. Al igual que prefirieron mantener su relación en secreto respecto a sus amigos, a excepción de Beckett y Castle, puesto que la primera se lo acabó sacando a Lisbon.
Jane tenía la sensación de que no sería buena idea ir a la celebración de los antiguos compañeros a la que asistirían esa misma tarde. Presentía que John el Rojo había tramado algo, pero cada mañana al despertar, veía a Lisbon ilusionada, tachando en un pequeño calendario que había en la habitación del hotel los días restantes para ir y no se pudo negar. Nunca le habían gustado ese tipo de fiestas pero si estaba en lo cierto, y John el Rojo había tramado algo, quería estar a su lado para protegerla.
Por su parte, Kate durante esas semanas estuvo buscando por su casa y por las cosas que llevó al apartamento de su prometido los recuerdos que tenía de la academia. Vio junto a Castle la gran orla con fotos de todos los que asistieron durante aquellos años. Una a una, las fotos estaban colocadas por filas y columnas y en el centro, una foto con todos juntos que el escritor supuso que se hicieron unos días antes de irse de la academia. A diferencia de las fotos individuales, en la del centro cada uno iba vestido como quería y no con el uniforme policial. En la parte derecha de la foto grupal se podía ver a dos jóvenes mujeres, abrazadas mutuamente mientras miraban sonrientes a la cámara que entonces les tomó la foto. Castle las reconoció enseguida. A pesar de los años, ambas mujeres seguían teniendo su sonrisa característica.
En la comisaría, a pesar de estar persiguiendo a un asesino en serie, se respiraba buen ambiente. Con el paso de los días, Beckett y Lisbon transmitieron ese sentimiento de confianza al resto y todos acabaron teniendo más seguridad con los demás. Castle y Jane se unieron peligrosamente bien y seguían molestando a sus respectivas jefas. O incluso a las dos en algunas ocasiones. Ellas se limitaban a rodar los ojos y sonreír. Los dos asesores se fijaron en que, Teresa y Kate compartían varios gestos. Las dos rodaban los ojos cuando los hombres soltaban alguna de las suyas, o se mordían en labio cuando estaban nerviosas o querían evadir algún tema, o se colocaban frente a la pizarra blanca, se cruzaban de brazos y fruncían el ceño al penar, o la manía de tomar un café por las mañanas. Jane había adaptado la costumbre de Castle de llevarla un café a su pareja y Lisbon le agradecía aquel gesto con una sonrisa.
Pero aquel ambiente de felicidad que se expandía por la comisaría, sería borrado en apenas unas horas y sustituido por la incertidumbre, el miedo y la culpabilidad.
El día transcurrió como otro cualquiera. Todos se reunieron en la comisaría y trabajaron toda la mañana con el fin de encontrar algo, pero no lo lograron, como seguían sin lograr desde hacía unas semanas. La última pista que tenían eran aquellas tres fotografías que sacaron del vídeo de vigilancia de la oficina de correos y alguna huella parcial que encontraron en el paquete pero que era imposible de rastrear.
Cuando llegó la hora de comer, las dos mujeres junto a sus asesores se despidieron del resto y se marcharon a prepararse para asistir al reencuentro con los compañeros de la academia. Tanto Lisbon como Beckett se vistieron sencillas, sin nada para destacar. Unos vaqueros pitillo con una camiseta, acompañada de una chaqueta. Ambas se pusieron tacones que, para sorpresa de Jane le sentaban realmente bien a su novia. Los hombres se pusieron un traje para ir bien vestidos pero no usaron ni corbata ni pajarita. Iban bien vestidos pero sin destacar, igual que sus parejas.
Quedaron en la entrada del hotel para ir juntas y cuando se vieron sonrieron sin poder evitarlo. Hasta para vestirse tenían los mismos gustos.
Llegaron al campus en menos de media hora. Allí se encontraban alrededor de 50 personas. Nada más llegar al grupo de personas, un hombre se acercó a ellas.
- Vaya vaya, Kate Beckett y Teresa Lisbon. Igual de deslumbrantes como siempre. – las dos mujeres sonrieron y le abrazaron.
El hombre, cuyo nombre era Daniel, fue uno de los pocos compañeros que tenían una relación de amistad con Kate y Teresa. Era como un hermano para ellas dado que en la academia habían pasado por varios asuntos difíciles y fue el único que estuvo apoyándolas.
- Bueno, ¿No pensáis presentarme a vuestros acompañantes? – Les dijo Daniel. Ellas sonrieron.
- Él es Richard Castle, mi prometido – El escritor le saludó con un apretón de manos.
- Quien diría que la joven Kate se casaría con un famoso escritor de novelas de misterio. Soy un gran fan. La última saga, Nikki Heat, ¡Es alucinante!
- Muchas gracias – Le respondió Castle y soltó una pequeña carcajada.
- Por la cara que has puesto, el personaje está basado en ti ¿Verdad? – Kate asintió con la cabeza con una sonrisa. Era imposible mentirle, las conocía demasiado bien. Daniel miro a Teresa para que le presentara al otro hombro.
- Y él es Patrick Jane, mi compañero. – Habían acordado no decir a nadie que estaban juntos. Y aunque se imaginaba que era solo respecto a sus compañeros de trabajo no quería decir nada. A menos que Jane quisiera.
- Encantado – Dijo Jane mientras le saludaba igual que el escritor.
- ¿Pensáis darnos otro espectáculo como en la fiesta de despedida?
- ¿Qué? No – Contestó Lisbon – Dejamos aquello hace mucho tiempo.
- Una pena, pero participareis en el partido de baloncesto ¿no?
- ¿Partido? – Dijo Beckett.
- ¿De baloncesto? – Dijo Lisbon.
- Así es, hay una lista allí – Señaló un tablón de corcho donde había varios papeles colgados – Podéis apuntaros si queréis.
- No sé, es que hace tanto tiempo que no jugamos – Se excusó Lisbon. Lo cierto es que tenía muchas ganas de jugar otra vez, pero llevaba mucho tiempo sin coger un balón, a excepción de cuando jugaba con su sobrina.
- Oh venga ya, no seas aguafiestas – Dijo Beckett y la tomó de la mano para llevarla hacia la lista.
Pasaron el tiempo charlando con gente, saludando a otras y contándoles a sus acompañantes anécdotas de cuando estuvieron en la academia. Las preguntaron por el baloncesto y ellas les explicaron que durante el tiempo que tenían libre, ellas se metían en el gimnasio junto con otras tantas chicas y entrenaban ese deporte. A veces competían contra universidades o academias de diferentes lugares.
Los dos asesores observaron que mucha gente se acercaba a ellas, las saludaba y hablaban durante un rato, pero no parecía que hubiesen estado muy cercanas de jóvenes. Al final las acabaron preguntando y ellas les contaron que para cuando estaban en la academia ninguna de ellas estaba pasando por un buen momento.
- Mi madre había muerto hacía apenas unos meses.
- Y yo acababa de separarme de mis hermanos, después de asegurarme de que iban a estar bien cuidados.
Les dijeron y ellos no preguntaron más.
Ya pasadas las diez de la noche, se oyó una voz por un megáfono avisando que todos los participantes en el partido de baloncesto tenían que ir al gimnasio para vestirse con las equipaciones y prepararse para jugar. Las dos mujeres se despidieron de sus parejas y se dirigieron hacia el lugar, mientras Jane y Castle observaban como se iban.
- Dios, que cómodo es – Soltó Lisbon cuando se hubo puesto el pantalón y la camiseta de tirantes anchos con los que jugaban, mientras se amarraba el pelo en una coleta.
- Si… hacía tanto tiempo que no me ponía esto que se me olvido lo holgado que es y lo cómoda que se está – Soltó una pequeña carcajada mientras se abrochaba los playeros – Ya estoy lista, ¿Salimos? – Preguntó y Teresa asintió con la cabeza.
- Oh dios.
- ¿Qué pasa?
- Jane me va a ver con esto puesto – Sus mejillas empezaron a enrojecerse.
- No creo que vaya a ver algo que no haya visto ya – Empezó a reírse y echó a correr hacia el campo de Baloncesto que estaba marcado con líneas en el gimnasio, perseguida por Lisbon quien tenía las mejillas al rojo vivo mientras soltaba algunos improperios que iban dirigidos a Kate.
Salieron al campo para reunirse con el resto de su equipo. Buscaron con la mirada a sus acompañantes y no tardaron mucho encontrarles. Castle y Jane estaban sentados en unas gradas situadas en el lado derecho de la pista. Les saludaron con la mano y ellos imitaron su gesto mientras las miraban asombrados por la ropa con la que iban vestidas. Ninguno de los dos las había visto antes con una indumentaria como esa y mucho menos verlas jugar al baloncesto. Estaban ansiosos por que empezara el partido.
El gimnasio se llenó de tal forma que no cabía una persona más. Los hombres se habían ido hacia el polideportivo en cuanto ellas marcharon hacia los vestuarios y así pudieron encontrar un buen sitio para verlas.
Un silbato sonó y cinco personas salieron al campo de cada equipo. Tanto Lisbon como Kate salieron en el primer cuarto y cuando terminaron de coger las defensas, la segunda se acercó al centro del campo. Segundos más tardes se acercó otra mujer del equipo contrario y se colocó en frente de Kate. Ambas colocaron las manos en la espalda y cuando el silbato volvió a sonar, el árbitro lanzó el balón hacia arriba y las dos mujeres saltaron para darle.
Y el partido comenzó. Las dos amigas, a pesar de ser un poco torpes al principio, recuperaron la práctica enseguida y no había nadie que las parase. Jane y Castle las miraban sin quitarlas el ojo de encima. Se las imaginaban de todas las maneras, menos jugando al baloncesto. El escritor hurgó en su bolsillo de la chaqueta y cuando encontró el móvil empezó a grabar.
- No quiero que esto se me olvide jamás. Y dudo que vuelvan a jugar al baloncesto con nosotros delante – Dijo a Jane al ver que le observaba. El rubio asintió con la cabeza con una sonrisa en la cara y le dijo:
- Cuando termines, pásame el vídeo.
Dos horas después, las dos parejas regresaban andando a sus casas. Las mujeres se habían quedado con la equipación puesta y guardaron en una pequeña mochila que las dieron la ropa que llevaban puesta cuando llegaron. Pero eran las doce de la noche y el frío no era muy buena compañía si ibas en tirantes y en pantalón corto.
- Teníais que haberos cambiado allí y no dejarlo para cuando llegáramos al hotel – Le dijo Jane a Lisbon al ver que esta no paraba de tiritar.
- Lo mismo te digo Kate. Estáis muertas de frío.
Los hombres se miraron mutuamente y, como si lo hubieran acordado antes, se quitaron las chaquetas y se las pusieron a sus respectivas parejas.
- Pero, pasarás tu frío – Le dijo Lisbon al notar la chaqueta de Jane encima suyo.
- Calla y tápate que seguro que lo agradecerás – Le contestó él y sin que Teresa se lo esperara la tomó de la mano.
Kate, por su parte, se arrimó a Castle cuando este le puso su abrigo y le dio las gracias. El escritor la respondió diciendo “Siempre” cosa que provocó que la detective sonriera y le besara.
Cuando llegó el momento en el que se tenían que dividir, se despidieron con un “Hasta Mañana” y cada uno se marchó por su camino. Kate se giró cuando ya había más de 10 metros entre ellos y vio como Jane pasaba un brazo por encima de los hombros de Lisbon y la arrimaba hacia él. Sonrió y miró a Castle. Al fin las dos habían encontrado alguien con quien estaban felices.

****

A la mañana siguiente, Lisbon se despertó por el sonido de su móvil. Hundió la cara en la almohada al ver la hora que era. 6:10. Todavía la faltaban 20 minutos para que sonara el despertador. Maldijo a quien hubiera mandado el mensaje y con cuidado se deshizo del abrazo de Patrick. Tomó el aparato de la mesilla y empezó a leer.
“Lanie ya tiene los resultados. Estará en mi apartamento en 10 min. Te esperamos aquí. Y estate tranquila.”
Entonces se acordó de la conversación que tuvo una semana atrás con su amiga y de los análisis que Lanie la hizo hacía unos días y se apresuró a vestirse para ir al apartamento de Kate.
Por el camino su cabeza empezó a rememorar todo lo ocurrido y sus nervios aumentaban con cada segundo que pasaba.
Mientras tanto, Kate esperaba a Lanie en su apartamento. No sabía cómo la había podido decir a Lisbon que estuviera tranquila si ni ella misma lo estaba. Cuando Teresa había aparecido por su casa hacía una semana, alterada y le contó lo que ocurría se emocionó. Iba a ser “tía”. Relativamente claro, porque no eran hermanas pero se trataban como tal.
Lisbon la explicó que con la emoción del momento se les olvidó usar protección y que se dio cuenta cuando ya era demasiado tarde. Llevaba una temporada que se encontraba muy cansada y tenía antojos de repente. Que si chocolate, que si nata, que si dulces… Y no era normal en ella.
El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos y se apresuró a abrir la puerta. Allí estaba Lanie, bastante contenta. La dejó pasar y cuando iban a empezar a hablar el timbre volvió a sonar. Lisbon había llegado.
Las tres mujeres se encontraban senadas en el sofá del apartamento de Kate.
- Antes de nada, muchas gracias por todo Lanie – Dijo Lisbon, sin poder aguantar las ganas de saber si sus sospechas era ciertas.
- No tienes que darlas cielo, cualquier amiga de Kate es amiga mía – La respondió. Tomó su bolso y le entregó un papel con los resultados de los análisis. Cuando se aseguró de que la mujer ya lo había leído, puso una de sus manos en su rodilla y la dijo – Felicidades, vas a ser mamá.
Los siguientes minutos pasaron bastante rápido, Lisbon sin saber si reír o llorar, Kate lanzándose a abrazarla y Lanie con una sonrisa en la cara. Poco más tarde, la forense se marchó dado que recibió una llamada desde el depósito, dejando a las dos mujeres solas.
- Estoy… embarazada… - Dijo muy despacio, asimilando las palabras. Kate estaba a su lado, sin decir nada - ¿Cómo se lo voy a decir a Jane?
- Tess – La dijo con dulzura – No te preocupes por eso. Si de verdad te quiere, le harás el hombre más feliz del mundo. Ya lo verás. Y ahora, voy a por mi móvil y las llaves y tú y yo nos iremos a dar un paseo para que te relajes y te dé el aire ¿Vale? – Y sin darla tiempo a responder se dirigió a su habitación.
- Sabes, creo que mientras jugábamos al baloncesto anoche, Castle nos grabó… - Se calló al ver que Lisbon no estaba en la habitación - ¿Tess? – preguntó, pero no oyó nada - ¿Tess? – Volvió a repetir pero nada. Y fue entonces cuando sintió un fuerte golpe en la cabeza y notó como se caía al suelo para unos segundos después todo se volviera negro.

****

Jane acababa de llegar a comisaría. Cuando se despertó y vio que Lisbon no estaba, se dirigió con una sonrisa hacia la terraza, pensando que estaría allí como el primer día que despertaron juntos. Pero para su sorpresa se encontró con una nota en la mesa nada más salir del dormitorio.
“Me desperté temprano y como no quería despertarte a ti también me fui al apartamento de Kate. Vete a comisaría directamente, nos vemos allí.
Un beso, Lisbon.”
- Buenos días – Dijo al encontrarse con Castle, Ryan, Espósito, Cho, Rigsby y Van Pelt. Ellos le saludaron y arrimó una silla al círculo que ya había formado - ¿Lisbon no ha llegado todavía? – Preguntó.
- No. Está con Kate. O al menos eso ponía en la nota que me he encontrado esta mañana en la mesilla – Le respondió Castle.
- Oh vaya. Bueno, no creo que tarden mucho en llegar – Dijo pero un sonido procedente del ordenador de Beckett les llamó la atención.
Se acercaron al aparato y rodearon la pantalla para poder verlo todos. Era un correo de alguien llamado RJ. Jane, en cuanto vio el nick se apresuró a abrir el mensaje.
Lo que vieron les dejó en shock. Tanto Lisbon como Beckett estaban inconscientes, en ropa interior y esposadas a unas tuberías que iban desde el suelo al techo. Pocos segundos después, un hombre vestido con una capa negra y una gran máscara aparecía en el lugar.
- Dos bellas mujeres, a cada cual más hermosa – Se le oyó decir con la voz distorsionada - ¿Quién será la primera en morir?
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Mensaje por Clara Kate Sáb Ene 04, 2014 4:59 am

AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH dios pero como lo dejas asi amiga sigue por favor que me estoy comiendo las uñas de la insertidumbre
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Mensaje por Caskett(sariita) Dom Ene 05, 2014 6:14 pm

OMG OMG OMG !
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Mensaje por RcKb Sáb Ene 18, 2014 1:19 am

¡Hola hola!

No sé muy bien hace cuanto que subí el capítulo anterior, pero si fue hace mucho, mis mas sinceras disculpas.

Agradecer a todos los que leen y dejan comentarios.

También avisar de que, a lo sumo, a esta historia le quedan dos capítulos (El capitulo 6 + Epílogo). No creo que llegue a tres, pero en caso de extender mucho el capítulo seis me tocará hacerlo así que, se acerca el final.

Espero que este capítulo os guste, y disfrutéis leyéndolo tanto como he disfrutado yo escribiéndolo. Ojala no me haya olvidado de nada, ya que eran muchos datos y revelaciones y, a pesar de ir apuntándolas en una libreta y tachándolas a medida que lo iba escribiendo, estoy segura de que habrá algo por ahí de lo que me haya olvidado.

Un beso para todos, y muchas gracias por leer:)





Capítulo 5. "Siete sospechosos, un objetivo"

Frío.

Fue la primera palabra que se la pasó por la cabeza cuando recobró la consciencia. Intentó abrir los ojos pero un fuerte dolor proveniente de su cabeza la hizo gemir. Esperó unos minutos más hasta que el dolor se mitigó ligeramente y volvió a intentarlo. Esta vez salió victoriosa, pero cuando vio la situación en la que estaba, prefirió no haberlos abierto nunca.

Lo primero que vio fue a Lisbon, tumbada en el suelo, en ropa interior y esposada a una tubería. Se incorporó con dificultad puesto que el dolor de cabeza había aumentado y se miró. Tal y como pensaba, ella también estaba en ropa interior y esposada. Intentó librarse de las esposas pero no lo consiguió. Supuso que serían las suyas y después de varios minutos decidió dejar de intentarlo. No conseguía nada.

Miró a su alrededor para examinar el lugar con detenimiento. No había ventanas, lo que quería decir que, o estaban en un sótano, o estaban en algún lugar a las afueras de la ciudad puesto que no se escuchaba un solo ruido. Apostaba por una mezcla de los dos. Desde donde estaba ella podía ver una puerta. Se figuró que detrás de esta había unas escaleras. Volvió a clavar su vista en Lisbon. No se había movido.

- ¡Tess! – Dijo. Pero ella no la contesto. Intentó acercarse un poco hacia ella, pero la era imposible. Estaban a casi dos metros la una de la otra, y por mucho que lo intentara no llegaría ni a rozarla con los pies. Volvió a decir su nombre, hasta que dos veces después, la mujer empezó a dar señales de vida.

- ¿Kate? – Preguntó confusa - ¿Dónde estamos? – Intentó incorporarse y fue cuando se dio cuenta de que estaba esposada, y prácticamente desnuda.

- No lo sé. ¿Estás bien?

- Si. Tengo frío pero nada más – La miró y se percató de que su amiga tenía una mancha roja que tiempo antes había resbalado por su sien y ahora parecía estar seca – Tienes sangre por la cabeza.

- Me golpearon cuando estábamos en mi apartamento. Es lo último que recuerdo. ¿Tu?

- Igual. Estábamos en tu apartamento y te fuiste al dormitorio un momento. Noté como me tapaban con un pañuelo empapado en algo dulce.

- Cloroformo – Dijo Beckett - ¿Puedes soltarte las manos? – Preguntó. Sabía que la respuesta iba a ser no, pero tenían que salir de ahí cuanto antes y era lo único que se la ocurría. Vio como Lisbon forcejeaba con las esposas pero el resultado era el que se esperaba.

- No. Creo que son mis esposas. No será tan fácil librarme de ellas.

- Ya, eso pensaba. Yo también lo he intentado pero no puedo. ¿Segura que estas bien? – Volvió a preguntar. Estaba preocupada por ella.

- Segura. O al menos de momento. ¿Y tú? Esa herida no tiene muy buena pinta.

- Solo me duele un poco. Nada grave – La sonrió pero enseguida se borró de su cara al ver el pequeño dibujo que tenía Lisbon en su hombro. – Tenemos que salir de aquí.

La comisaría 12th era un auténtico ir y venir de policías. Hacía unas horas que se había convocado una reunión para informar de la situación y para que todos los allí presentes se pusieran a trabajar con un único objetivo.

Traer de vuelta con vida a las dos policías.

En la sala de descanso, el escritor miraba hacia la nada, con un vaso humeante en la mano. No entendía como había podido ocurrir eso. Solo unas horas antes, estaba con su prometida, y ahora ella estaba en manos de uno de los asesinos en serie más peligrosos del país. Se arrepentía de no haberse despertado a la vez que ella. De no haber ido a su apartamento y haber estado a su lado. Se culpaba que la hubieran raptado. Pero alguien entró a gran velocidad en la sala con la respiración entrecortada. Miró al hombre y vio la misma tristeza, desesperación y culpa en sus ojos.

- ¿Ryan y Espósito son de fiar? – Le preguntó aún alterado.

- ¿A qué viene esa pregunta ahora? Deberíamos estar buscándolas – Le contestó enojado.

- Tú contesta ¿Son de fiar? – Al ver la insistencia del hombre, Castle se dio por vencido.

- Si lo son. – Le respondió soltando un suspiro. Se fijó en la carpeta que llevaba en la mano. Parecía bastante llena.

- Está bien. Sígueme – Y Jane salió de la sala prácticamente corriendo.

Cinco minutos más tarde, Van Pelt, Cho, Rigsby, Espósito, Ryan y Castle observaban a Jane sin entender lo que ocurría. Deberían de estar buscando alguna pista para encontrar a las dos mujeres, para tráelas de vuelta. Pero estaban allí, a la espera de que el asesor rubio les informara por qué les había reunido.

Patrick se sentó en una de las sillas que rodeaban a la mesa donde el resto estaba sentado y abrió la carpeta, extendiendo sobre la mesa siete fotos.

Los otros tres de Sacramento se miraron entre ellos con la cara descolocada.

- Uno de estos siete hombres, tiene secuestradas a Teresa y a Kate – Dijo con bastante calma. Incluso se sorprendió él mismo del tono de su voz.

- ¿Quieres decir que uno de esos siete hombres es John el Rojo? – preguntó Ryan.

- ¿Y si John el Rojo no es quien las tiene? – Soltó Rigsby.

- ¡El vídeo traía sus iniciales! – Dijo Castle más alto de lo que quería.

- Cualquiera ha podido mandar ese vídeo. Cualquiera que nos conociera y supiera que estábamos tras John el Rojo y así perderíamos el tiempo buscándole y no a su verdadero secuestrador, mientras él aprovecha ese tiempo para… – Pero Rigsby se paró. No quería continuar. No quería pensar en las horribles cosas que podían hacer a su jefa y a Beckett.

- Es él. Es John el Rojo – Afirmó Jane, provocando el silenció en la sala. Al ver que Cho iba a protestar les dijo porque – Teresa tiene su firma dibujada en el hombro, y las uñas de las manos pintadas de rojo.

Jane estaba seguro de que sólo él se había dado cuenta de aquellos detalles. Y lo afirmó al ver el terror reflejado en las caras de los que estaban allí presentes. John el Rojo había colocado la cámara de forma que se viera a las dos mujeres, pero Lisbon aparecía de lado y no de frente como Beckett, y se podían ver a la perfección tanto las uñas, como el hombro dónde el asesino había asegurado que era él quien las tenía.

- ¿Por qué uno de estos siete? – Se atrevió a preguntar Van Pelt, aún con el nudo en la garganta.

- He reunido toda la información que tengo sobre él y este es el resultado – No tenían tiempo como para que ahora se pusiera a explicar cómo había reducido tanto la lista – Bret Stiles, Gale Bertram, Ray Haffner, Reede Smith, Robert Kirkland, Thomas McAllister y Brett Partridge – Les nombró mientras señalaba su foto.

- ¿Y si tienes los nombre a qué esperas para encontrarles? – Preguntó Espósito furioso mientras se levantaba de la silla de golpe - ¿Y por qué no lo has dicho en la reunión que hubo antes? ¡Así habría más gente buscándolas!

- John el Rojo tiene contactos en todos lados. Hay un montón de policías corruptos y puede que uno de esta comisaría lo sea. Si John el Rojo se entera de que estamos cerca, dios sabe que cosas las hará – Le contestó, aclarando a la vez a Ryan y a Castle. Espósito se sentó de nuevo frustrado – Y si buscamos donde están por el ordenador, o rastreamos sus móviles mediante el GPS, se enterará y las matará – Se tomó unos segundos – Tenemos que asegurarnos quién de estos siete es e ir directamente a por él. Si lo hacemos de otra manera, no llegaremos a tiempo.

Llevaban ya un tiempo intentado deshacerse de las esposas que las mantenían atadas a las tuberías, pero las era imposible. Lisbon se había rendido hacía bastante tiempo y se dedicó a observar la habitación con detalle, con el fin de encontrar algo lo suficientemente útil como para, o bien conseguir salir, o bien contactar a alguien para que las sacara. Pero John el Rojo se había encargado de hacer desaparecer todo, excepto trastos inútiles. O al menos para ella en esa situación.

- Kate, déjalo. No conseguirás soltarte y solo te harás daño – Dijo apoyándose en la tubería. Sus muñecas empezaban a dolerla e incluso apostó a que las esposas le estaban haciendo herida.

- ¿Y qué quieres hacer si no? – Le contesto ella, pero unos ruidosos pasos las alertaron. Se mantuvieron en silencio. Los pasos cada vez eran más fuertes, hasta que, tal y como creían, la puerta se abrió lentamente, dejando pasar al mismo hombre con la capa negra y la máscara escalofriante.

- Buenos días bellas durmientes – Volvió a decir con la voz distorsionada. Aquella máscara incorporaba un distorsionador de forma que era imposible reconocerle – Vaya, ¿No van a decirme nada? Que decepción – Empezó a pasearse por la sala con calma. Despacio. Haciéndose notar con cada pisada. Él tenía el poder en esa situación y ellas no podían hacer nada para impedirlo.

Aun qué ninguna de las dos lo admitiría jamás, tenían miedo. John el Rojo era un asesino enserie, conocido por las atrocidades que ha hecho. Por su forma de matar a las víctimas. Le gusta ver como sufren hasta acabar con su vida. Y ellas temían por la suya.

John el Rojo se acercó despacio hasta Lisbon, se agachó a su lado y la tomó la cara por la barbilla con delicadeza. Ella reaccionó girando la cabeza de golpe y librándose del agarre.

- No debería hacer eso preciosa. Sería una terrible desgracia que le pasara algo ¿Verdad? – Se levantó y metió la mano dentro de su capa.

Las dos mujeres observaron la pistola taser que había sacado y cómo la encendía para que el miedo volviera a invadirlas. John el Rojo se agachó junto a Teresa de nuevo y la arrimó despacio el objeto. Cuando iba a accionarle, se oyó una voz.

- He oído que te gustan los retos – El asesino se giró para observar a Beckett - ¿Qué te parece si te propongo uno?

Al ver el arma y como John el Rojo tenía pensado usarla contra Lisbon, decidió hacer algo. Si la daba una descarga eléctrica lo suficientemente potente, podría afectar al bebe y no podía permitir que el hijo de su mejor amiga muriese y mucho menos a manos de ese tipo. Pensó durante varios segundos que hacer para evitarlo. Para convencer al hombre de que es una mejor idea que torturar a Lisbon. Y aquello fue lo único que se la ocurrió para detenerle.

- No la harás nada. Ni siquiera volverás a tocarla.

- Me temo que no podré aceptar el reto. A menos que consiga yo algo a cambio – Kate sonrió al escuchar esas palabras. Había conseguido hacerle caer en su juego.

- Y lo conseguirás. Todo lo que tenías pensado hacerla a ella – Se tomó unos segundos y continuó – Me lo harás a mí.

Lisbon miró con terror a su amiga. No podía creer lo que acababa de escuchar.

- Vaya, es valiente. Me gusta. Veremos hasta cuando aguanta – John el Rojo había aceptado el reto.

- Recibí un tiro hace tres años. No creo que sea mucho peor – Le respondió intentando mostrarse fuerte.

- Miente – Volvió a decir el asesino con superioridad – Está muerta de miedo.

Los siguientes segundos, lo único que se escuchó en aquella sala fueron gritos. Gritos de dolor provenientes de Kate al sentir aquel aparato sobre su piel y recibir las descargas eléctricas, y gritos de desesperación provenientes de Lisbon al ver como su amiga estaba siendo torturada para salvarla a ella.

Mientras tanto, en la comisaría, las siete personas observaban el vídeo y como John el Rojo había empezado con la tortura de las dos mujeres.

- ¡Pero qué demonios hace! – Exclamó Jane cuando Beckett le dijo al hombre lo del reto.

En el momento en el que Kate recibió la primera descarga, se oyó un fuerte ruido. Castle había golpeado la mesa en un arrebato de ira. Había apartado la vista de la pantalla al mismo tiempo puesto que no podía ver como su prometida sufría. Pero los gritos se le grabaron en la cabeza.

- ¿Por qué Kate? – Dijo mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

- Por lo que ha dicho… - Empezó a explicar Jane, pero se vio interrumpido.

- No. No me refiero a eso. ¿Por qué sabía que Kate y Teresa eran amigas? – Volvió a decir el escritor, limpiándose la mejilla.

- Habrá investigado a Lisbon – Opinó Rigsby.

- Puede que lo haya hecho. Pero, ¿Cómo supo que eran amigas? Es decir, por mucho que haya investigado, llevaban sin verse desde la academia y según me ha contado Kate, hablaban por teléfono pero no lo suficiente como para que supiera que eran muy amigas. Además, la información que se da sobre un agente en su época en la academia es sobre las pruebas físicas y su rendimiento. No sobre las amistades que tenía – Explicó Castle. Y llevaba razón. John el Rojo debía conocer a las dos mujeres de cerca y no solo a Lisbon como todos creían – Déjame ver las fotos de los sospechosos otra vez. Tiene que haber alguna pista, algo con lo que podamos encontrarle – Dijo con desesperación mientras volvía a mirar a la pantalla del ordenador. Por suerte John el Rojo había desaparecido de la sala, pero Kate yacía sobre el suelo, con la respiración agitada.

Durante el tiempo en el que John el Rojo estuvo torturando a Kate, apenas un par de minutos, Lisbon no pudo quitar la mirada. El asesino en serie estaba torturándola por su culpa. Para protegerla.

En el primer momento en el que Kate empezó a gritar de dolor, lágrimas resbalaban por sus mejillas sin control. No paraba de gritar su nombre y decía todo tipo de cosas al hombre para que parar. Pero nada servía.

Varios minutos más tarde, John el Rojo abandonó la sala saliendo despacio, sin prisas, disfrutando del momento.

-¡Kate! – Volvió a gritar Teresa. Intentó limpiarse las lágrimas como pudo mientras esperaba alguna respuesta por parte de Kate.

- Estoy… bien… – Contestó varios minutos después, casi sin poder hablar.

- ¿Por qué diablos has hecho eso? – La preguntó, y las lágrimas volvían a caer.

- No me hagas explicártelo, y menos ahora – La miró con un solo ojo, ya que el otro le tenía medio cerrado, signo inequívoco de dolor.

- Bret Stiles, ¿Qué sabéis de él? – Preguntó el escritor sosteniendo su foto.

- Ronda los 70 y medirá 1'75. Es el líder de una religión llamada Visualiza – Empezó a explicar Jane, puesto que es el que mejor conocía ese tema. – Lo conocí cuando investigamos el asesinato de un magnate de la prensa. Se rumorea que Stiles mató al co-fundador de Visualiza en los primeros días de la secta.

- Vale. ¿Gale Bertram? – Aquella conversación se basaba en los diálogos de Jane y Castle, mientras el resto escuchaban atentos intentando encontrar algo.

- Tiene 50 años y mide 1'90. Es el director de la policía de Sacramento y nos supervisa. Es una poderosa figura política y un burócrata astuto.

- ¿Ray Haffner?

- 45 años. 1'85. Es un ex-agente superior de la CBI y miembro de Visualiza. Recientemente, Haffner dejó el CBI y formó una empresa de seguridad privada con el apoyo de Visualiza.

- Reede Smith.

- 37 años. Mide 1'91. Es un agente del FBI. Fue asignado a una de las investigaciones de John el Rojo – Smith estaba relacionado con Lorelei, pero no lo dijo. Si lo hacía, estaba seguro de que el escritor le preguntaría quien era y no tenía tiempo de explicarso. O más bien era ellas quien no tenían tiempo, puesto que no sabían cuando John el Rojo volvería a atacar.

- Bob Kirkland.

- 44 años. 1'75. Es un agente de Seguridad Nacional que está investigando a John el Rojo. La búsqueda de Red John por parte de Kirkland no es del todo legal. Mató al acólito de Red John, Jason Lennon, antes de que pudiese interrogarlo.

- Brett Partridge.

- 44. 1'80. Es un agente principal de la Oficina Científica Forense; tiene un interés particular en el caso de John el Rojo. Es muy macabro.

- Thomas McAllister – Al leer el nombre, Castle se quedó mirando varios segundos la foto.

- 57 años. 1'83. Es un sheriff en el condado de Napa. Le ayudamos cuando una serie de asesinatos en serie se produjeron dentro de su jurisdicción. Durante un tiempo, McAllister ha sido sospechoso en el caso.

- He oído antes ese nombre… También me suenan mucho Partridge y Smith. ¿Dónde los he visto antes? – Se preguntó a sí mismo el escritor mientras intentaba rememorar en su cabeza.

- ¿Los conoces? – Preguntó Jane incrédulo.

- No, simplemente me suenan sus nombres, incluso la cara de Smith. Pero no consigo recordar de qué – Soltó un suspiro frustrante y se colocó la mano derecha sobre los ojos, masajeándoseles con cuidado, haciendo memoria.

- Yo descartaría al viejo y a… - Espósito tomó las fotos para encontrar a la persona que buscaba – Kirkland. En el vídeo que nos ha mandado, John el Rojo es más alto de lo que miden ellos.

- Buena observación. Pero aun así no les dejemos apartados. Puede que use zancos, aunque no lo veo probable – Volvió a hablar Jane, mientras miraba las fotos en las que había invertido decenas de horas él solo – Estos – Dijo mientras sacaba de una bandolera varias carpetas – Son todos los archivos que tengo de ellos siete. En cuanto nos metamos en los ordenadores para buscar información, John el Rojo lo sabrá. – Y dicho esto, repartió los informes teniendo esperanza de que alguno de los allí presentes encontrara algo que él no encontró.

Las horas pasaban, y con ellas aumentaban la dureza de las torturas y la desesperación de los agentes que se encontraban en la 12th intentando encontrar algo.

Kate apenas podía abrir los ojos. John el Rojo aumentaba la potencia de las descargas eléctricas cada vez que entraba en la sala. Respiraba con dificultad y, a pesar de estar casi inconsciente, notó varios cortes en su piel. Supuso que el asesino no pudo evitar su fascinación por los cuchillos y lo sacó en algún momento en el que ella seguía en estado de shock por las descargas. También oyó a Lisbon soltar un grito de dolor. Abrió los ojos haciendo mucho esfuerzo, con miedo a que John el Rojo haya decidido acabar con el juego. Pero para su alegría, la hizo varios cortes superficiales. Nada grave ni que pudiera afectar al bebe. Eran en la pierna, por el momento.

- He ganado el reto – Soltó con un hilillo de voz – Te creía más listo y paciente – Se tomó unos segundos para conseguir las fuerzas suficientes para seguir hablando – Pensé que acabarías conmigo antes de hacerla nada a ella. O al menos ese era nuestro trato – Se oyó una carcajada y notó como alguien se acercaba a ella. Había cerrado los ojos al hablar, ya que apenas le quedaban fuerzas.

- A pesar de estar en el borde de la muerte, sigue intentando defender a su amiga. Extraño ¿No? – John el Rojo se paseaba por la sala con calma, hablando despacio, mientras jugaba con el afilado cuchillo en sus manos – Al principio lo vi como algo normal, pero al ver su insistencia en no tocarla me puse a pensar. ¿Por qué arriesgaría su vida para salvar la de su amiga? – Se acercó a Lisbon y se quedó enfrente de ella, de pie – Soy listo, y paciente. Pero no me gusta que jueguen conmigo – Se quitó la máscara, para que Teresa pudiera verle, y así saber que su fin se acercaba. Al ver la cara de terror de Lisbon se apresuró a hablar, poniendo su voz aguda característica, sin necesidad de un distorsionador – No le recomendaría revelar mi identidad, o la cortare el cuello a su amiga – La alertó. Se agachó a su lado, mientras el cuchillo seguía desafiante en su mano – Suelo cumplir con mis tratos, y lo sabe bien – No apartaba la mirada de Lisbon, mientras que ella estaba en shock, sin creer todavía de quien se trataba el famoso asesino – Pero detesto que jueguen conmigo. Yo siempre gano – Otra pausa, para dar más dramatismo – Está embaraza – Teresa cerró los ojos al escucharlo, con la esperanza de que no dijera lo siguiente, pero lo hizo – Y el señor Jane es el padre.

Aquellas palabras cayeron como una sorpresa para todas las personas que observaban la pantalla. Pero sobre todo para el aludido. Un fuerte ruido se escuchó en el instante en el que John el Rojo pronunciaba esas palabras y todos miraron a Jane. En sus manos apenas quedaban unos diminutos fragmentos de la taza de café que se acababa de romper. O más bien que se acababa de cargar.

Al oír que Lisbon estaba embarazada, sus temores comenzaron y suplicó en su interior que no fuese verdad. Pero la reacción de la mujer le dijo lo contrario. Y poco después, cuando escuchó que él era el padre, rompió la taza al descargar la ira y el miedo que tenía, haciendo fuerza con su mano. Sus ojos empezaron a aguarse y, por primera vez, hizo algo que no había hecho nunca antes. Rompió a llorar, mostrando sus sentimientos a todos los presentes.

- ¿Por qué tantas vueltas, para acabar conmigo? – Le preguntó Lisbon, dado su vida y la de su hijo por perdida al verle caminar hacia ella con el cuchillo de la mano. Su voz se notaba triste y apagada.

- Disfruto viéndoos sufrir.

- Pero, ¿por qué ella? ¿Por qué no me secuestraste a mí directamente? Apenas la conoces – Se culpaba de lo que la había pasado a su amiga.

- Veo que no me recuerda. ¿Tanto he cambiado en 15 años? – Inclinó un poco la cabeza y la miró con una sonrisa macabra – La dejaré pensar. Volveré en un rato. Disfrute de sus últimos minutos con vida – Y, tras decir eso, desapareció de la sala dejando a Lisbon descolocada pensando en aquella última pregunta que formuló el asesino.

- ¡Se nos acaba el tiempo y no tenemos nada! – Gritaba Jane al borde de la desesperación.

Desde que supieron que Lisbon estaba embarazada, el asesor no pudo parar quieto. Todos intentaron acelerar el ritmo en su búsqueda pero nada daba resultado. Eran demasiados sospechosos como para dividirse.

- Tranquilízate ¿vale? Las encontraremos – Dijo Castle, intentando mantenerse el también calmado. Si John el Rojo mataba a Lisbon, su prometida sería la siguiente.

- ¡¿Cómo quieres que me calme, cuando mi hija, y la mujer a la que amo están a punto de morir?!

- ¡Te recuerdo que Teresa no es la única! – Le respondió. Vio como Jane se sentaba en la silla y colocaba sus manos en la cara.

- Lo siento – Se le oyó susurrar minutos más tarde.

- No importa, y ahora vamos a seguir – No quería perder el tiempo con discusiones inútiles.

- Voy a volver a revisar el vídeo de la actuación que hicieron hace 15 años. Puede que haya algo que…

- ¡Hace 15 años! ¡Eso es! – Le interrumpió y salió corriendo de la sala. Todos le siguieron hasta el ascensor, donde el escritor apretaba el botón sin parar – John el Rojo dijo algo de haber cambiado en 15 años. Aquellos nombres que me sonaban cuando nos enseñaste las fotos, salen en el álbum de la academia de Kate.

- Tiene su sentido – Dijo mientras abría la puerta de su loft a gran velocidad, dejando pasar a las seis personas que iban detrás de él – Por eso conocía el pasado de Kate y Teresa. Por eso sabía que cantaron el último día de la academia. Por eso encontramos el vídeo completo en la casa de la víctima. Lo dejó ahí para que lo encontrásemos. Todo cuadra de esa forma – Entró en su despacho y empezó a rebuscar en una vieja caja de cartón. Cuando encontró lo que buscaba salió al salón donde le estaban esperando – Aquí encontraremos a John el Rojo – Dijo agitando el álbum de fotos de la academia. Se sentó en el sofá, asegurándose de que todos tuvieran hueco alrededor y abrió la primera página con la esperanza de encontrarlo.

- ¡Aquí! – Exclamó Van Pelt, al ver la foto de Brett Partridge con su nombre en el pie – Oh dios mío, es Partridge.

- ¡Espera! También está Smith – Dijo Espósito, señalando la foto.

Pasaron las páginas hasta llegar al final. Al lugar donde se econtraban las fotos de los profesores.

- ¿McAllister? – Preguntó Jane incrédulo, tomando el álbum de las manos del escritor – El sheriff fue uno de los profesores de Lisbon y Beckett en la academia… - Dijo intentando asimilarlo.

- Un momento, vuelve a la página donde estaban los otros dos – Patrick asintió y lo hizo, a la espera de lo que Castle les contaría.

- Todos tienen tres puntos en el brazo izquierdo – Explicó Richard, marcando en su propio brazo, tres puntos con los dedos – Los tres han estado en la misma academia que ellas. Los tres están relacionados con la vida de Lisbon y con la de Kate. ¿Y los tres tienen la misma marca? No creo que sea una coincidencia.

- ¿Pero qué significan? – Preguntó Ryan, sin asimilar nada todavía.

- En condiciones normales diría que sería alguna asociación secreta o alguna mafia pero no creo que sea el momento para…

- Asociación secreta… - Susurró Jane – Tigre Tigre, fuego deslumbrante, de las selvas de la noche. ¿Qué mano inmortal, que ojo pudo trazar tu terrible simetría? – Todos le miraron extraño, sin entender lo que ocurría. Sin entender por qué había recitado el primer verso de un poema de William Blake – La simetría debe referirse a los tres puntos. Son simétricos si lo partes en dos a la mitad. Y tigre tigre debe de ser un código o algo por el estilo para saber que formas parte de la Asociación. Una asociación donde John el Rojo es el jefe… ¡Eso es!

Decidieron no perder ni un minuto más. Volvieron a comisaría y se prepararon para dar caza a ese asesino. Cada uno se colocó un pinganillo en la oreja y un micrófono en la manga de la camisa para estar comunicados los unos con los otros. Van Pelt se ofreció a quedarse en la comisaría para informarles sobre todo lo que ocurriera y para localizar cuando ellos la pidieran, las direcciones de los tres sospechosos y el resto se dividieron en equipos de dos. Cho y Rigsby irían a por Brett Partridge. Espósito y Ryan a por Reede Smith. Y Castle y Jane a por Thomas McAllister. En un principio se negaron a dejar ir a los dos asesores solos. Ninguno de los dos tenía autorización para llevar armas y no estaban entrenados para ello. Pero a los dos hombres aquello no les importaba. Lo único que querían era salvar a sus parejas. Al ver su insistencia, accedieron a entregarles dos armas y, en caso de que McAllister fuera John el Rojo, pudieran defenderse.

Una vez que estuvieron cada grupo en su coche, Van Pelt rastreó la señal del GPS de los tres móviles y, para su sorpresa, los tres hombres se encontraban a las afueras de Nueva York, separados entre ellos. Cuando les informó, Jane dijo que sería una artimaña de John el Rojo para que, cuando le localizasen, el resto no pudiera llegar pronto.

Y, de esa forma, los seis hombres emprendieron el camino con el coche, en busca de las dos mujeres con el fin de encontrarlas a tiempo.
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Mensaje por Caskett(sariita) Vie Ene 31, 2014 6:03 pm

sigue! espero que las encuentren
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Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL Empty Re: Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL

Mensaje por RcKb Lun Abr 14, 2014 1:33 am

Capítulo 6. "Reencuentro"


Vio moverse la puerta y supo que era su final. John el Rojo había vuelto para acabar con ella y muy probablemente también con Kate.

Kate.

Se había sacrificado para salvarla a ella y al final las dos acabarían muertas. Tenía toda una vida por delante. Se había prometido con el escritor. Era feliz. Pero tuvo que llegar ella y fastidiarlo todo. Debió hacer caso a Jane. No debieron de venir a Nueva York. No debieron meterla en el asunto.

El asunto.

John el Rojo.

El Sheriff McAllister.

Cuando le vio la cara se quedó en shock. No podía ser él. Había estado tantas veces con él, en persona, que no se le imaginaba como asesino en serie. Aunque, ahora que sabía quién era de verdad, sí que aparentaba el perfil.

Lo que no logró llegar a entender hasta hacía apenas unos minutos, es por qué había torturado a Kate cuando sabía toda la verdad. Pero al oír aquella pregunta "¿Tanto he cambiado en 15 años?" se puso a pensar, y dio con la respuesta.

Pero de aquello habían pasado muchos años, además fue culpa de él y no de ella. No tenía por qué haberla hecho pasar por todo esto ahora. No ahora cuando todo la iba perfectamente.

- ¿Preparada? – Le susurró el Sheriff, una vez que se adentró en la sala – He de admitir que me da mucha pena hacer esto Lisbon, pero no tengo otra opción – La forma con la que jugaba con el cuchillo en sus manos la creaba escalofríos.

Miró a su amiga. Seguía inconsciente. "Por suerte no me verá morir" Se dijo a sí misma, y cerró los ojos esperando la segada del cuchillo sobre ella.

Cada uno se había puesto en marcha con su coche nada más saber la dirección. Por lo último que llegaron a ver en el vídeo, a las dos mujeres no las quedaba mucho tiempo. Tenían que apresurarse.

John el Rojo se había encargado de poner a los tres sospechosos lo suficientemente lejos como para, cuando le encontraran, el resto no pudiera llegar a tiempo. Para poder luchar solo contra los que fueran directamente a por él. Y lo había logrado, puesto que las tres parejas llegaron casi al unísono a sus respectivas direcciones.

Durante el camino en coche, cada uno fue sumido en sus pensamientos. Pero todos rondaban lo mismo. Conseguir salvarlas.

En el coche donde viajaban los dos asesores, se podía notar la máxima tensión. Tensión que fue cortada con la melodía de un teléfono móvil.

- Dios… - Susurró Jane, al ver de quien se trataba.

- ¿Quién es? – Le preguntó Castle, mientras intentaba no perder la concentración en la carretera. Superaba con creces el límite de velocidad pero no era algo que le importara mucho en esos momentos.

- El hermano de Teresa – Se tomó unos segundos - ¿Qué se supone que voy a decirle yo ahora? ¿Qué su hermana está secuestrada por un asesino en serie y que lo más probable es que ya esté muerta? – dijo abatido.

- Contesta – Se limitó a decir el escritor. Solo el hacerse a la idea de que su prometida estuviera… no podía ni decir la palabra.

- ¡Jane! ¿Se puede saber qué diablos está pasando? Me acaba de llegar un mensaje con un link. ¡¿Qué coño hace mi hermana medio desnuda y esposada a una tubería?! ¿Y encima embarazada de ti? ¡¿Por qué la está apuntando con un cuchillo?! ¡¿No irá a hacer lo que creo que va a hacer?! Te juro que como la pase algo por tu culpa lo vas a lamentar – Los gritos desesperados de Tommy, el hermano pequeño de Teresa, se podían oír por todo el coche. El hombre había recibido un mensaje al móvil de alguien bajo el pseudónimo John el Rojo y se apresuró a abrirle. Su hermana le había contado varias cosas sobre el caso. Sabía que ella se había metido en aquello por Jane. Sabía que era un asesino en serie peligroso y se maldecía por dentro haberla dejado seguir con aquello en vez de detenerla cuando empezó a investigar. Cuando el rubio asesor llegó por primera vez al CBI.

- Tommy escucha… – Intentó decir Jane, manteniendo la calma.

- Ni se te ocurra decirme que todo va a salir bien ¿Entiendes? – Le interrumpió, perdiendo la cordura - Porque te juro que lo que la pase a ella te lo haré yo a ti. Está metida en esto por tu culpa, ¡Por tu maldita culpa! Si no hubieras aparecido aquel día ahora ella estaría bien. ¡Estaría a salvo! Y no secuestrada, con un asesino en serie, a punto de morir.

- Jane, ya estamos llegando – Susurró el escritor. Había oído toda la conversación. O más bien todos los insultos y recriminaciones que le hacía el hermano de Lisbon a Patrick.

-Tommy, tengo que dejarte. Ya estamos llegando. Te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para sacarla de ahí con vida.

- ¿Estáis llegando? ¿A dónde? ¡Jane! – Gritó, pero ya era demasiado tarde. Le había colgado.

El hombre se dejó caer en el sofá junto a su hija sin dejar de mirar la pantalla del portátil desde la cual veían como McAllister se dirigía a rebanarle el cuello a Teresa.

Se oyó una especie de chasquido. Acababan de cargar sus armas.

- ¿Listo? – Preguntó Jane, terminando de colocarse el chaleco antibalas.

- Listo – Afirmó el escritor. Cerró de golpe el maletero del coche y con cautela se dirigieron a la entrada de la pequeña cabaña situada entre muchos árboles, armados con una pistola cada uno.

- ¡¿Dónde están?! – Preguntó Espósito a Smith, a quién había esposado. - ¡He dicho que dónde están! – Volvió a repetir, apretando con más fuerza las esposas mientras le agarraba del cuello y le empotraba contra la pared. Smith se rio como contestación.

- Aunque os lo diga, no llegareis a tiempo.

- ¡Van Pelt! Smith no las tiene – Dijo Ryan a través del diminuto auricular que había en su manga. La pelirroja les contestó algo y los dos hombres cargaron con Reede hasta el coche en dirección hacia la casa del Sheriff.

- ¿Unas últimas palabras antes de morir? – Le preguntó con crueldad, observando el cuerpo magullado por los cortes de la mujer y su cara de terror.

- Hazlo de una vez – Contestó ella con los ojos cerrados, tragando saliva con fuerza.

- Como desees princesa – Dijo y alzó el cuchillo para realizar el movimiento que la quitaría la vida.

Pero algo le interrumpió. Se oyó un fuerte golpe y dos hombres gritando.

- ¡Teresa!

- ¡Kate!

- Vaya, parece que vuestros príncipes azules han llegado justo a tiempo para el espectáculo – Se levantó con cuidado, sin prisas – Hasta que vuelva, te dejo un regalo – Lanzó el cuchillo con fuerza hacia ella, rozándola con mucha precisión la pierna, provocándola un corte profundo. Soltó un grito desgarrador, alertando a los dos hombres.

Jane echó a correr al oírla gritar empuñando su arma. No podía haberla matado. No ahora que había llegado. Pero unos pasos le detuvieron. Estaba subiendo unas escaleras. Se colocó al lado de la puerta y le susurró algo a Castle. Este, muerto de miedo, asintió con la cabeza. Había una única cosa que les pasaba por la cabeza en ese mismo instante a los dos. Salvarlas.

- ¿Crees que llegaremos a tiempo? – Preguntó Rigsby.

Al igual que Ryan y Espósito, Cho y Rigsby no salieron victoriosos en su búsqueda. Detuvieron con rapidez a Partridge y pusieron rumbo hacia la dirección de Jane y Castle, con la esperanza de llegar.

- No – Le contestó Cho con su habitual sinceridad, aunque por dentro estuviera destrozado. Wayne suspiró frustrado y pidió a su compañero que acelerara.

Habían intentado comunicarse con Van Pelt, pero ella no había contestado. Al principio pensaron que la había ocurrido algo pero luego recordaron que ella se quedó en la comisaría y quitaron aquel pensamiento de la cabeza. Ya tenían suficiente con Beckett y Lisbon como para añadirla a la lista.

John el Rojo abrió la puerta y cruzó el umbral con tranquilidad. Jane se apresuró a apuntarle con el arma para que no hiciera ningún movimiento brusco. Pero él siguió andando hasta colocarse enfrente del asesor, a unos 3 metros de él.

Castle al ver la prepotencia del hombre, se dirigió escaleras abajo con el fin de encontrarlas allí. Con el fin de encontrarlas vivas. Mientras Jane se encargaba de él.

- Pensé que habías venido solo – Dijo McAllister – No veas que sorpresa me llevé al ver que tus refuerzos se tratan de un escritor – Soltó una carcajada. Pero Jane no le hacía caso.

- Después de tantos años, al fin veo tu cara – Dijo casi hipnotizado.

- ¿No quiere ir a ver a Teresa? Cuanto me extraña que no haya echado a correr al oír su grito de dolor. La pobre ha sufrido mucho, aunque no tanto como su amiga – El sheriff seguía hablando con superioridad.

- ¡Cállate! ¿Es que no te das cuenta de que te estoy apuntando con un arma? – Patrick empezaba a ponerse nervioso. Estaba esperando a que Castle subiera de nuevo, con la buena noticia de que las dos mujeres estaban bien. Si fuera por él, echaría a correr en busca de Lisbon para asegurarse de mantenerla a salvo. De que estaba viva. Pero sabía que John el Rojo era lo que estaba esperando que hiciera. Y no pensaba dejarle ganar. No esta vez.

Sin embargo, apenas unos metros más abajo, Castle se encontraba con la peor escena que había visto en su vida.

Su prometida tenía el cuerpo lleno de marcas del táser, lleno de cortes de un cuchillo bastante profundos, y pequeños charcos de sangre alrededor de cada uno. En muchos de ellos la sangre ya había coagulado pero había alguno que parecía ser reciente. Para su sorpresa, Kate ya no estaba esposada y se preguntó que mosca le había pasado por la cabeza a McAllister para haberla soltado. Quizá pensó que ella ya no iba a poder huir y que así sería más fácil de acabar con ella. Más sencillo, y más placentero para el asesino.

Borró aquel pensamiento de su cabeza rápidamente y se acercó a ella mientras pronunciaba con un susurro su nombre. No podía verla así. Estaba tan débil, tan magullada, en tal mal estado… Sus ojos empezaron a aguarse y las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas. Se apresuró a deshacerse del chaleco antibalas y se quitó su camisa para colocársela a ella. Con cuidado la vistió y la colocó también el chaleco para mayor protección. La besó con delicadeza en la frente y la susurró "Voy a sacarte de aquí". Pero cuando iba a cogerla en brazos para salir de allí, sus ojos impactaron con el otro cuerpo que yacía sobre el suelo con la respiración muy débil.

Al ver a su futura esposa en ese estado, se olvidó por completo que Lisbon también estaba allí. Volvió a dejar a Kate en el suelo con delicadeza y se acercó a la otra mujer.

- Lisbon – Susurró - ¿Me oyes?

Teresa abrió los ojos con dificultad al oír la voz de hombre.

- ¿Castle? – Dijo despacio. Parecía que al hablar su cuerpo la daba descargas de dolor. Vio como buscaba con desesperación las llaves para soltarla. Al contrario que Beckett, Lisbon seguía esposada a la tubería. McAllister prefirió dejarla atrapada. A pesar de querer torturar también a Kate, su principal objetivo era ella – Vete… Kate necesita asistencia médica de inmediato. Llévatela. Yo estaré bien – Dijo intentan incorporarse. A pesar de estar muriéndose de dolor, intentó ocultarlo para sonar más convincente.

- No puedo dejarte aquí – Dijo Castle. Aunque por dentro estaba deseando coger a Kate y largarse de allí de inmediato.

- Si puedes y lo harás. Ella está en esto por mi culpa. Apenas respira. ¡Llévatela! – Gritó. Pero Castle no la hizo caso.

El escritor estaba decidido a llevarse a su prometida al hospital en cuanto liberase a Lisbon. Si no encontraba las llaves, encontraría algo para romper la tubería. Y así hizo. Cogió una llave inglesa que estaba tirada en el suelo y empezó a golpear la tubería.

- No te muevas – Dijo Jane al ver como John el Rojo intentaba acercarse a la mesa con la intención de coger algo.

- Vale, tranquilo. No hace falta que te pongas serio – Dijo, levantando las manos – Probablemente tengas muchas preguntas que hacerme ¿no?

- No tengo ninguna pregunta. Eres un sociópata malvado y un pervertido sexual con un patético delirio de grandeza. El resto son solo detalles.

- ¿Sociópata malvado y pervertido sexual? Bueno, supongo que me merecía eso pero ¿Delirios de grandeza? No – Contestó con superioridad – No tengo delirios. He construido un imperio secreto. Controlo la vida de miles de personas. Y nadie sabe quién soy. Si eso no es grandeza, no sé cómo llamarlo – A pesar de estar siendo apuntado con un arma, McAllister pronunciaba su discurso con calma. Como si controlara la situación.

- Yo lo llamaría el delirio de un sórdido egomaníaco.

- ¿Ves? Sin motivo alguno, estás siendo grosero y despectivo. Por eso tu mujer y tu hija están muertas, y por eso Lisbon y tu nuevo hijo están a punto de morir también – Se tomó una pausa – No me conocías, no me conoces. No tienes ni idea. Ese es tu problema. Eres un hombre inteligente, pero eres arrogante. No concibes que haya nadie más inteligente que tú. Por eso he ido siempre delante de ti, en cada paso del camino.

- Estoy sosteniendo un arma. ¿Quieres alardear? Adelante, no pienso caer en tu juego.

- Sigues sin saber cómo te engañé. Como supe los nombres de tu lista…

- ¿Eso es lo que te hace falta? ¿Reconocimiento? ¿Quieres que te aplauda?

- No tienes ni idea ¿Verdad?

- No sé cómo conseguiste los nombres de mi lista. Fue un buen truco – El sheriff sonrió al oírlo – Eres John el Rojo – Dijo Jane, sonriendo a su vez – Debo decir que me siento un poco decepcionado – Se tomó unos segundos - ¿Qué la has hecho? – Preguntó con rabia, pero a la vez calmado. - ¿Qué la has hecho a Teresa? – Volvió a decir al no recibir contestación

- ¿No lo vio por el vídeo? Supongo que sí. Me le imagino, frente a la pantalla del ordenador, suspirando con prepotencia al ver como he vuelto a arrebatarle lo que más quiere – Soltó una carcajada. Vio como Jane le apuntaba furioso con el arma y aprovechó el momento.

Con gran velocidad, sacó un cuchillo de detrás de su chaqueta y se lo lanzó. Jane logró esquivarle, de forma que solo le rozara el brazo pero cuando volvió a apuntarle, John el Rojo tenía un artefacto en la mano.

-Despídase de su querida Teresa – Y tras esas palabras, pulsó el único botón que había en el aparato.

Se oyó un pitido y apenas unas milésimas de segundo después, una explosión en el sótano de la cabaña.

El suelo tembló, muestra inequívoca que la explosión había sido considerablemente grande. Se quedó inmóvil, durante varios segundos con los ojos abiertos como platos y una expresión de terror en su cara, para después olvidarse de John el Rojo y echar a correr escaleras abajo en busca de Lisbon.

Se enganchó el arma en el pantalón mientras corría y agradeció a dios sabe quién que las escaleras no se hubieran derrumbado.

Apenas se fijó en su brazo. Estaba ensangrentado, pero no le dolía. O al menos no lo notaba. Su mente estaba centrada en llegar cuanto antes al sótano.

Y cuando lo hizo, se encontró al escritor tumbado en el suelo sobre su prometida, protegiéndola con su cuerpo. Este tenía la ropa rasgada y algunos pedazos de piedra encima.

- ¡Castle! – Gritó intentado hacerle reaccionar, mientras se dirigía hacia Lisbon – ¡Castle por dios contéstame! – Se arrodillo al lado de la mujer y se apresuró a despojarse de sus ropas. La explosión había roto las infraestructuras, liberando a la agente de la tubería. Al igual que el escritor, le colocó su camisa y su chaleco, intentado protegerla – Lisbon por favor, dime algo – Al ver a la mujer indefensa, en ese estado por su culpa, rompió a llorar mientras se abrazaba a ella. La tomó el pulso. Seguía viva. Pero apenas le notaba.

- ¿Qué ha pasado? – Preguntó el escritor, quien acababa de recuperar la consciencia. Se fijó en que estaba encima de Kate y recordó la explosión. Se aseguró de que esta no la había dañado más de lo que estaba y cuando iba a hablar con Jane, una voz le sorprendió.

- Una pequeña explosión – Dijo con superioridad McAllister, apuntando con un arma a Jane y recogiendo del suelo la de Castle – Grave error echar a correr hacía tu amada al oír la explosión y dejarme completamente libre.

Jane cerró los ojos al escuchar su voz. Respiró hondo y les volvió a abrir. Tocó con suavidad el vientre de la mujer que tenía enfrente, le besó y luego la besó a ella en los labios, con delicadeza.

- Se acabó – Dijo girándose para quedar frente a John el Rojo – Déjame llevarles al hospital, o llamar a una ambulancia para que venga a por ellos y te prometo que dejare que hagas conmigo lo que quieras – Miró hacia otro lado y vio a Castle, escuchando atentamente mientras acurrucaba a Beckett en sus brazos en un acto de protección – Ya han sufrido suficiente por mi culpa. Ni siquiera ellos tenían nada que ver con esto – Les señaló.

- Me temo que en eso se equivoca Señor Jane. Es cierto que el escritor no tiene nada que ver. Pero las dos mujeres sí. Y mucho. – Dijo estirando los brazos y levantando los hombros, como si así justificara sus acciones – Katherine por su decisión, y Teresa por cómplice y testigo – Sonrió de forma macabra mirando a Jane.

- ¿Por su decisión? ¿Por cómplice y testigo? – Preguntó al no entender nada. Pero fue otra voz la que le contestó.

- Abusaste de Kate en la academia – Lisbon hablaba con dificultad. Al oír a la mujer, Patrick se giró y se agachó a su lado, ayudándola a incorporarse – La violaste y maltrataste durante casi seis meses. Hasta que tuvo el valor de decírmelo y la ayudé. ¡Te aprovechaste de ella al verla frágil por la muerte de su madre! – Su voz sonaba débil, unida a las caras de sorpresa y odio hacia aquel ser de Jane y Castle.

- ¡Hijo de puta! – Gritó Castle al oír aquellas palabras. No podía asimilarlo. Violaron a su prometida cuando solo tenía 18 años.

- Y gracias a usted agente Lisbon, su amiga tuvo el valor de denunciarme. Y estuviste en el juicio para testificar contra mí. Mal elección por su parte ya que si no lo hubiera hecho, en estos instantes sería solo su amiga la que se encontraría aquí.

- Vete al infierno – Contestó, con mucha menos fuerza que antes. Apenas en un susurró y cerró los ojos debido al cansancio y al dolor. El hombre dejó escapar una sonora carcajada victoriosa.

- El juego se ha acabado. Y yo gano – Dijo el sheriff, imitando la voz aguda característica de John el Rojo y alzó de nuevo el arma, apuntando a Jane.

Los siguientes segundos pasaron muy rápido.

Se oyeron cuatro disparos. Castle cubrió a su prometida con su cuerpo y Jane hizo lo mismo con Lisbon, intentado protegerla. Cerraron los ojos con fuerza, esperando el impacto de alguna de las cuatro balas, pero aquello no ocurrió. Poco después escucharon un gemido proveniente de McAllister y se giraron para ver lo ocurrido.

El cuerpo del asesino en serie, yacía sobre el suelo mientras la sangre emanaba de su cuerpo a gran velocidad, provocando que un gran charco rojo se formara a su alrededor. Miraron hacia las escaleras donde se encontraba Van Pelt, aun empuñando su arma con la mirada fija en John el Rojo.

La pelirroja había observado todo por el vídeo. Cuando las otras dos parejas de hombres la aseguraron que John el Rojo no era ni Smith ni Partridge, se armó y puso rumbo a la dirección de McAllister para ayudar a sus compañeros y salvar a las dos mujeres. Ella estaba a la mitad de distancia que los demás, y con un poco de suerte llegaría a tiempo. Justo cuando cerraba la puerta de su coche, escuchó la explosión y se apresuró a entrar en la cabaña. Pero cuando lo hizo, comprobó que no había nadie allí. Registró todas las habitaciones y no encontró nada. Hasta que abrió una de las puertas y vio las escaleras. Bajó con cuidado los escalones, sin que se la oyese mientras ella escuchaba la conversación que mantenían abajo los allí presentes.

"Una pequeña explosión. Grave error echar a correr hacía tu amada al oír la explosión y dejarme completamente libre."

Escuchó a partir de ahí, y esperó el momento justo para atacar. Con paciencia y aguantando no salir en el mismo instante en el que oyó a su jefa hablar y comprobó que se encontraba viva.

Y, cuando advirtió que John el Rojo se disponía a matarles, empuñó su arma y le disparo. Cuatro veces. Una por cada persona que estaba allí.

- Grace… - Susurró Lisbon, y cayó inconsciente.

- ¡Rápido! Llama a una ambulancia. Hay que llevarlas a un hospital enseguida – Exclamó Castle. Al ver a la pelirroja asentir y empezar a marcar el número, clavó su mirada en Jane. Se esperaba que estuviera mirando al cuerpo sin vida del asesino de su mujer y de su hija, pero no era así. Estaba concentrado en Lisbon, intentando hacerla despertar mientras la cogía en brazos y algunas lágrimas corrían por sus mejillas. Apenas dio atención a quien algún día había sido el centro de todos sus pensamientos, de todo su rencor, y puso todo su empeño y tiempo en sacar a la mujer a la que amaba fuera de allí.

El escritor no se quedó atrás y con rapidez imitó al asesor, cargando con su prometida en brazos tras asegurarse de que su pulso seguía circulando.

Nerviosismo. Impaciencia. Estrés. Esperanza.

Aquello era lo que se respiraba en la habitación del hospital.

Kate y Teresa descansaban sobre sus respectivas camas en la misma habitación. Al llegar al hospital, Castle pagó gran cantidad de dinero para que las mantuvieran juntas en la misma habitación.

Y allí estaban los dos, frente a sus parejas, con varias vendas y apósitos por su cuerpo a los que apenas daban importancia.

Jane había empeorado su herida del brazo provocada por el cuchillo que le lanzó John el Rojo al coger a Teresa en brazos. Pero no le importó. Ahora estaba frente a ella, con bastantes puntos de soltura en su brazo. Pero sin dolor gracias a los medicamentos.

Castle por su parte tenía varias magulladuras provocadas por las piedras que salieron disparadas con la explosión al proteger a Kate y una pequeña brecha en la cabeza a la que también cogieron varios puntos. Pero tampoco le importaba. Ahora, lo único que necesitaba era volver a ver los ojos verdes que tanto le gustaban de su prometida.

Los dos se habían negado a recibir asistencia médica por sus heridas. No querían separarse de las mujeres y solo aceptaron alejarse de ellas por unos minutos mientras otros se quedaban en la habitación por si despertaban. Pero no lo hicieron mientras ellos estaban fuera.

La cara de los dos hombres mostraba tristeza y desesperación. Impotencia al no poder hacer nada.

Patrick, quien no había soltado la mano de Lisbon desde que volvieron a ingresar en la habitación tras curarse las heridas miró al suelo, y dijo cabizbajo:

- Lo siento… Lo siento mucho. Si no fuera por mí ellas no estarían metidas en esto. Puede que ni siquiera McAllister se acordará de lo que ocurrió en la academia y ahora las dos estarían felices, y no en estas camillas… - Rompió a llorar sin poder evitarlo. No podía ver a Lisbon de esa forma. Tan débil. Tan frágil.

- No es tu culpa. Así que no te tortures ¿Vale? – Dijo, intentando aguantar las lágrimas, aunque le resultó imposible – Ahora lo que tenemos que hacer es estar a su lado y permanecer fuertes – Se levantó de la silla donde estaba descansando y, sin soltar la mano de su prometida, se acercó a ella para besar su frente.

Pero la incertidumbre de Jane sin saber cuándo se despertaría su novia o si lo haría algún día se sumaba el no saber si su hijo había sobrevivido a todo lo ocurrido. Esperaba nervioso, sentado al igual que el escritor sobre una silla y sin soltar la mano de Teresa, al médico que le informaría. Y este no tardó mucho en aparecer.

Alguien llamó a la puerta y dos segundos después pasó a la habitación.

- Señor Jane – Este al escuchar su nombre se levantó como un resorte y se acercó a él, soltándola de la mano, muy bajo su pesar – Me alegra informarle que su hijo está en perfecto estado. Varias observaciones nos han permitido saber que su mujer intentó protegerse el vientre en el momento de la explosión y gracias a eso él sigue vivo – Jane suspiró relajado al escuchar la noticia. Y sonrió como un tonto al escuchar al médico llamarla "su mujer". "Ojala lo fuese" pensó mientras le daba las gracias. Preguntó al enfermero si sabían si era niño o niña, aunque sabía de sobra que todavía era demasiado pronto como para saberlo. Este le respondió eso y salió de la sala tras darle la enhorabuena al asesor por su paternidad.

- Te dije que sobreviviría. Lisbon es igual de fuerte que Kate – Le dijo Castle acercándose a él y dándole un gran abrazo. A pesar de que las dos mujeres seguían inconscientes sobre las camas, acababan de darles una buena noticia. Una buena noticia de las muchas que todavía podían llegarles.

- ¿Puedo pasar? – Preguntó un hombre asomando la cabeza por la puerta seguido de su hija, nada más irse el médico.

- Tommy… - Apuntó a decir Jane, sin saber muy bien que hacer – Claro – Castle miró al hombre. Era igualito a Teresa.

- ¿Qué tal está? – Preguntó con vergüenza.

- Viva. Está viva – Repitió para mentalizarse él mismo. Estaba seguro de que pronto abriría los ojos.

- Ves, te dije que la tía se pondría bien. Es una Lisbon – Dijo Annie orgullosa de su apellido, metiéndose entre la conversación de su padre y de quien iba a ser el padre de su primo. A pesar de no ver mucho a su tía, la tenía mucho aprecio. Tanto que hasta ella misma se sorprendía.

- Quería darte las gracias por protegerla en el sótano. La cámara seguía activada y lo vimos todo – Jane asimiló las palabras que decía, pero cuando iba a hablar para resolver su pequeña disputa por teléfono el hombre siguió con su discurso – Y también pedirte perdón por cómo te traté. Estabas intentado salvarla y yo lo único que hice fue recriminarte todo. Dije cosas que no debí decir. Lo siento mucho – Patrick iba a hablar pero Tommy levantó la mano frenándole – Has dado tu vida por mi hermana, eso jamás lo podré olvidar – Y le abrazó. Jane correspondió, algo abrumado por la situación, pero feliz a la vez.

Pero algo llamó su atención. Annie se había acercado a Lisbon, quien miraba a los dos hombres con ternura y la sonrisa no podía desaparecer de su cara.

Había abierto los ojos despacio, en el momento en el que su sobrina había dicho que se pondría bien. Esta la vio y cuando iba a llamar la atención de su padre y de Jane, su tía la frenó colocando su mano sobre la de ella. Quería escuchar lo que su hermano iba a decir. Pero no se esperó ni por asomo lo que dijo. Empezó a conectar el puzzle en su cabeza, y poco a poco las piezas iban encajando. A pesar de tener un dolor enorme por todo el cuerpo se sentía feliz porque los dos hombres a los que más amaba habían formado un "pacto de paz".

- Teresa – Dijeron los dos hombres al unísono mientras se acercaban a ella. Tommy la abrazó con delicadeza durante varios segundos y alguna lágrima resbalaba por su mejilla de felicidad.

Después le tocó el turno a Jane, quien la dio la bienvenida con un tierno beso en los labios. Sonrió cuando se separaron al ver como las mejillas de la mujer habían enrojecido ligeramente, dando un poco de color a su pálida cara. Sabía que ese color se debía a que la había besado delante de su hermano, pero aquello ahora no le importaba nada. Estaba viva, despierta, junto a él.

- ¿Y Kate? – Preguntó con miedo poco después Teresa. Al ver a su hermano y a Jane abrazándose enfrente de su cama se había olvidado por completo de ella. Ni siquiera sabía cómo estaba. Lo último que recordaba era haberse vuelto todo negro después de susurrar el nombre de su compañera al ver que había disparado al McAllister.

- Aquí – Dijo Castle, levantando ligeramente la mano en forma de saludo. Tenía una pequeña sonrisa en la cara. Lisbon había despertado, pero su prometida seguía sin dar señales – Me alegro de que estés bien.

- Gracias – Le sonrió pero no pudo evitar que una lágrima resbalara por su mejilla al saber que su amiga todavía no había despertado.

- Voy a llamar a un médico y a avisarles a los demás que has despertado – Dijo Jane, haciendo un amago para levantarse de la silla, pero una mano en su hombro le frenó.

- Deja, ya vamos nosotros. Tú quédate aquí con ella – Informó Tommy, y el hombre junto con su hija salieron de la sala tras despedirse de Teresa.

Pocos minutos después un médico entró en la sala, hizo un rápido chequeo a la mujer y tras informar que todo estaba en orden, les avisó que debería de quedarse hospitalizada un par de semanas en el hospital para controlar su recuperación.

Cuando el hombre con la bata blanca iba a salir de la habitación, Lisbon recordó algo y se apresuró a preguntarle. Pero notó una mano sobre su vientre que la puso nerviosa.

- Tranquila, está bien. No ha sufrido ningún daño – Jane la miró y sonrió para tranquilizarla.

- ¿Lo sabes? – Preguntó ella tragando saliva.

- Colocó una cámara en el sótano para que pudiéramos ver como os torturaba – Al ver la cara de Teresa, decidió cambiar de tema – Pero no te preocupes por eso. Ahora todo ha acabado y, aunque no haya recibido la noticia en el mejor momento, me has hecho el hombre más feliz del mundo – Acarició el vientre de la mujer y esta posó una de sus manos sobre la de él. Se fundieron en un beso, que fue interrumpido por la voz de otra mujer.

- Bonito ¿Verdad? – Se notaba que estaba medio adormecida, puede que también dolorida, pero al escena entre su mejor amiga y el asesor la conmovió.

- ¡Kate! – Exclamó Castle, sin creérselo todavía. Se había quedado observando a la pareja. Estaba deseando tener un hijo con Kate y se imaginó a ellos en su lugar. Se quedó tan embobado que no se percató de que su prometida había despertado – Estás viva… - Susurró acercándose a ella, hasta quedar a pocos centímetros el uno del otro – Pensé que te había perdido.

- ¿De verdad crees que te dejaría solo? – Le preguntó, pero no esperó a una respuesta. Se recostó con dificultad y acortó los centímetros para, al igual que la otra pareja hacía solo un instante, demostrar su amor mutuo.

- Ahora me toca a mí ir a avisar al médico y a los demás – Se ofreció jane y salió de la sala, para pocos segundos después, regresar acompañado del mismo médico que revisó a Lisbon.

Varios minutos más tarde, y tras recibir un acta parecida al de Lisbon, solo que en vez de quedarse dos semanas debería de estar tres, Jane y Castle salieron de la sala para ir a buscar al resto de las personas que se habían congregado en el hospital a la espera de noticias de las dos mujeres.

Cuando les vieron aparecer, a los dos sonrientes todos sonrieron casi sin pensarlo. Martha miró a su hijo y tras recibir la afirmación por su parte, resopló aliviada. Alexis se lanzó a los brazos de su padres, seguidos de Ryan y Espósito quienes se abrazaban entre ellos. Lanie abrazó a Martha, para luego abrazar a Jenny, y luego al escritor y a los chicos.

Por otro lado, Rigsby y Cho se abrazaron, pocas veces lo hacían pero aquella lo merecía. Van Pelt se acercó a Jane y le abrazó, para que este después se acercara al hermano de Lisbon y le abrazara por segunda vez ese día. Todos, incluida la parte de Kate, felicitaron al rubio por su paternidad y, por primera vez en todos los años que llevaban juntos, Patrick se sonrojó y mostró una sonrisa sincera. Aquella que John el Rojo le borró hace más de 13 años y que, hoy, había vuelto a la vida trayendo consigo un nuevo Jane.

Y, como si de un ejército se tratase, las trece personas entraron a la habitación, tras recibir el permiso de los enfermeros. Las sonrisas de las dos mujeres al ver a todas aquellas personas allí, por ellas, eran inmensas. Los planetas habían vuelto a colisionarse para hacer que todo fluyera a la perfección. O así lo creían ellas. La pesadilla había acabado.

Pero la guinda del pastel la puso el padre de Kate, al aparecer por la puerta algo agitado.

- ¡Papá! – Exclamó ella y si no llega a ser por Castle, la mujer se hubiera lanzado a sus brazos.

- Katie – Dijo él, acercándose a su hija y abrazándola con todas sus fuerzas – Cariño, cuanto me alegro de que estés bien – Dijo aún en sus brazos.

- ¿Cómo supiste lo que pasó? – Preguntó.

- Richard me llamó. Vine en cuanto pude – Kate volvió a abrazar a su padre, mientras sonreía al que sería su marido – Por cierto Teresa, felicidades – Dijo mirando a la amiga de su hija.

- Muchas gracias Jim – Respondió ella sonriéndole. Sabía que la felicitaba porque iba a ser madre. A pesar de llevar mucho tiempo sin hablarse, Lisbon todavía le recordaba. Estaba algo más viejo, pero sin duda alguna era él. Era el padre de su amiga, y a quien ella misma había tratado como padre al ver el afecto con el que la trataba. Tenían tanta confianza que hasta se llamaban por el nombre de pila y no por el apellido.

- He comprado una tarta por el camino cuando Richard me avisó de que las dos estabais bien pero con las prisas me la he dejado en el coche. ¿Quién me acompaña a por ella? Así podemos celebrar vuestro compromiso – Miró a su hija y al escritor, quienes estaban con las manos entrelazadas – Y que vosotros vais a ser padres – Dijo mirando a Lisbon y Jane, a quién apenas conocía pero presentía que era buena persona.

Varios se ofrecieron a ayudar al hombre a traer la tarta y poco después, jugándose alguna reprimenda por parte de los médicos si les veían, disfrutaron de una tarta "deliciosa" según todos los allí presentes, pero sobre todo de Castle y Jane quienes picaban a las dos mujeres que no podían comerla.

Unas cuantas horas más tarde, y tras alegar que tanto Teresa como Kate tenían que descansar, la gente se marchó del lugar dejando a las dos mujeres solas con sus respectivos asesores.

- ¿Cómo te encuentras? – Preguntó Jane, cuando se hizo el silencio en la habitación.

- Cansada y dolorida pero bien – Contestó Lisbon.

- ¿Y tú? – Dijo Castle mirando a su prometida.

- Bien. Muy bien – Pero su voz se notaba cansada.

- Descansar – Las propuso el rubio – Nos quedaremos toda la noche con vosotras. Ahora dormiros que estás muy débiles después de todo lo que ha pasado – Se acercó a Lisbon y la acarició la mejilla. Esta asintió con la cabeza y se acomodó con dificultad en la cama – Buenas noches – La dijo y se acercó más a ella todavía, colocando una de sus manos sobre el vientre.

- Buenas noches – Respondió ella y notó los labios del hombre al que amaba sobre los suyos. Era un beso suave, dulce, con amor. De esos que hoy en día apenas se pueden apreciar. Pero que seguro que a ellos dos les sobrarían.

- Buenas noches mi amor – Dijo Rick, aun sabiendo lo poco que la gustaban a mi prometida ese tipo de apelativos. Pero necesitaba decírselo, porque era lo que sentía. Había estado a punto de perderla.

- Buenas noches Rick – Respondió ella, sin dar ningún ápice de enfado por como la había llamado su futuro marido. Le tomó de la mano y acercó su cara a la suya para fundirse en un beso. Otro de esos besos que mucha gente desconoce, porque solo se dan en momentos en los que verdaderamente se ha visto lo que realmente significa la palabra amor.

Las horas pasaron, y con ellas la respiración de las mujeres se acompasó. Cuando los hombres se aseguraron de que se habían quedado dormidas, se levantaron de sus asientos y se dirigieron a la única ventana que había en la habitación, casi como si lo hubieran planeado de antemano.

- ¿Qué piensas hacer ahora que se ha acabado todo? – Le preguntó Castle. Había notado una gran diferencia en Jane desde que le había conocido. Ahora se le veía feliz, calmado, en paz.

- Sinceramente, no lo sé – Le contestó – Lo único que tengo claro es que permaneceré a su lado – Miró a Lisbon, quien descansaba sobre la cama – Y que haré todo lo que esté en mi mano para protegerles.

- Se te ve bien. Feliz.

- Lo soy. El enterarme que iba a volver a ser padre en un principio me derrumbó. Estaban secuestradas y me temía lo peor. Pero ahora, es totalmente diferente. Están aquí – Sonrió sin poder evitarlo – Que Teresa esté embarazada es lo mejor que me ha pasado en estos últimos años – Esperó unos segundos, afirmando lo que acababa de decir - ¿Y tú? ¿Quieres volver a ser padre?

- De hecho, me encantaría. Solo con imaginarme a Kate, vestida con el traje de novia y con una barriga de 6 o siete meses… - Sonrió al pensarlo. Estaría preciosa.

Los dos asesores se miraron y se rieron bajito para no montar mucho ruido y despertarlas.

Cuando los hombres terminaron de hablar, Kate y Teresa se miraron y se sonrieron mutuamente tras sentirse algo malévolas al escuchar la conversación que acababan de tener sus parejas. Sin duda alguna a partir de ahora serían felices, pasara lo que pasase.




A/N: Pues aquí acaba este viaje. Muchísimas gracias a todos por acompañarme durante la historia. Por llegar a leer hasta aquí. He de admitir que extrañaré no escribir más sobre los personajes, sobre Kate y Lisbon juntas y sobre la relación de Jane y Castle. La verdad, me gusta el final que he dado a la historia. Quería un final bonito porque, me gusta el drama pero hasta unos extremos y siempre me encanta terminar mis historias de una manera "bonita". Reencuentros Inesperados siempre será una de mis historias favoritas. Aunque escriba miles y miles más porque fue, es y será la primera que escribí juntando dos series, mezclando sus personajes y ello conlleva mucho trabajo y mucha memoria para conseguir que todo cuadre a la perfección. Con esta historia, que empezó de pura chiripa en una aburrida clase de Biología y terminó en una tarde lluviosa, siento que he mejorado en mi escritura y me asombro a mi misma de haber llegado a las 71 páginas de word que ocupa. Espero haber estado a la altura de todos los que lo leéis y ojalá les guste este último capítulo con el que doy por finalizada una historia que jamás olvidaré.

Antes de irme, os dejo una frase que dijo una vez mi profesora de FyQ y que me ha hecho replantearme muchas cosas. Un beso enorme para todos, y muchas gracias por llegas hasta aquí. Nos vemos pronto, en otro de mis viajes.

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Mensaje por agecastbet Lun Abr 14, 2014 5:54 am

Felicidades por tan estupenda historia. Muy lograda, no es fácil unir dos series tal y como lo has hecho tú, y como indicas hay que tener mucha memoria y trabajar mucho en la historia, pero además hay que tener mucha fuerza de voluntad para conseguir terminarla. No resulta fácil seguir cuando el tiempo y las mismas ganas de escribir te faltan, cuando la historia se va por derroteros que no eran los previstos, y tienes que volver a reconducirla para que no se te escape.
Efectivamente se nota tu progresión, se ve el cuidado que has puesto al escribir y eso siempre es sinónimo de mejora. Lo único que tienes que hacer es seguir escribiendo y verás que cada vez no sólo será más fluido hacerlo, también tu imaginación se atreverá con retos cada vez más complicados. Al menos eso espero, pues yo estaré esperando que lo hagas, y si es pronto mejor, jajajajaja
Bueno lo dicho mi enhorabuena por una historia tan especial, con un poco de todo, con más drama del que me hubiese gustado, aunque reconozco que tus dosis han sido muy medidas y sobre todo necesarias (aunque no soy de las fans de lo dramático), pero al menos me complaces con finales felices que compensan los malos tragos.
Espero poder seguir leyendo historias tuyas muy pronto.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
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Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL Empty Re: Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL

Mensaje por RcKb Lun Jun 02, 2014 3:25 am

agecastbet escribió:Felicidades por tan estupenda historia. Muy lograda, no es fácil unir dos series tal y como lo has hecho tú, y como indicas hay que tener mucha memoria y trabajar mucho en la historia, pero además hay que tener mucha fuerza de voluntad para conseguir terminarla. No resulta fácil seguir cuando el tiempo y las mismas ganas de escribir te faltan, cuando la historia se va por derroteros que no eran los previstos, y tienes que volver a reconducirla para que no se te escape.
Efectivamente se nota tu progresión, se ve el cuidado que has puesto al escribir y eso siempre es sinónimo de mejora. Lo único que tienes que hacer es seguir escribiendo y verás que cada vez no sólo será más fluido hacerlo, también tu imaginación se atreverá con retos cada vez más complicados. Al menos eso espero, pues yo estaré esperando que lo hagas, y si es pronto mejor, jajajajaja
Bueno lo dicho mi enhorabuena por una historia tan especial, con un poco de todo, con más drama del que me hubiese gustado, aunque reconozco que tus dosis han sido muy medidas y sobre todo necesarias (aunque no soy de las fans de lo dramático), pero al menos me complaces con finales felices que compensan los malos tragos.
Espero poder seguir leyendo historias tuyas muy pronto.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Jo, de verdad, muchas gracias por tus comentarios. Entre que eres de las pocas que me comentan, y los textacos que me pones, te juro que me haces llorar Crying or Very sad 
Me alegro de que te guste la historia, y siento haber tardado tanto en continuar. Ahora mismo subiré el EPÍLOGO, que espero que también te guste.
Me gustaría avisarte de que tengo una cuenta en FanFiction (TheMentalistCastle) y allí subo historias con más frecuencia. Últimamente tengo el foro muy/demasiado abandonado. Entre los estudios, las clases de guitarra y los entrenamientos de baloncesto, sumado a que 3º ESO es un curso muy difícil, apenas me he metido cuatro días.
Como sé que sigues mi historia "¿Por qué tenía que pasar?" quiero avisarte de que, pronto subiré capítulo nuevo, pero todavía tendrás que esperar un poco más. Sé que llevo desde octubre del año pasado sin actualizar y sé que no hay justificación que valga pero he de admitir que aquella historia me resultaba cada día más y más pesada y si seguía en ese plan, acabaría por dejar de amar la escritura y no quería eso, así que decidí tomarme unos meses (más de medio año) para relajarme, apartarla y dedicarme a otras historias que me hicieran olvidarla. Pero como yo no soy de las personas que abandonan historias, prometo seguirla. Puede que cuando termine otra que empecé de EL Mentalista (que está subida en Fan Fiction) o puede que cuando terminen las clases y tenga el tiempo suficiente como para leerla desde el principio, para enterarme de lo que hice y lo que no. Porque como me ponga ahora, sin revisarlo, sera una caquita y me odiarás para siempre  Oh, my God! 
Volviendo a tu comentario, Si, se necesita mucho trabajo, memoria y empeño apara hacer un Xover. Pero si lo haces con ánimo, gusto y sobre todo con cariño, todo resulta. También, me alegra saber que se nota mi progresión. A mi parecer, gracias a esta historia he mejorado bastante y espero poder plasmarlo en las siguientes que escriba.
De nuevo, muchas gracias por tus comentarios y por seguir mis historias. Es de agradecer, y mucho. Un beso enorme y espero que te guste el epílogo Kiss Kiss Kiss Kiss
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Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL Empty Re: Reencuentros Inesperados. (Cap.6 - 14Abr) FINAL

Mensaje por RcKb Lun Jun 02, 2014 3:29 am

Dedicar este capítulo a Agecastbet, por seguir mis historias y por comentar en cada una de ella. MUCHAS GRACIAS.




Epílogo.

Despertó sobresaltada por el llanto que procedía de otra habitación. Hundió la cara en la almohada y se mantuvo así varios segundos, pero el llanto no cesaba. Se giró para encontrarse con su marido y le depositó un suave beso en los labios. Se deshizo del agarre de sus brazos y tomó la camisa del hombre del suelo para taparse con ella. Salió de la habitación, notando el suelo frío bajo sus pies descalzos mientras se abotonaba la camisa. No pudo evitar bostezar. Tenía mucho sueño. Cuando salió de su dormitorio, miró el reloj que había en una cómoda del salón. Eran las 4:47. Se sonrojó al pensar que apenas unas horas antes estaba haciendo el amor con el hombre al que amaba y cruzó el umbral de la puerta donde una preciosa niña de 3 años se frotaba sus ojos verdes debido al llanto.

La mujer se arrimó a ella y se sentó en el borde de la cama. La pequeña, al verla se acercó y se lanzó a sus brazos. Ella la recibió encantada, mientras la susurraba cosas al oído intentado calmarla, a la vez que acariciaba los preciosos rizos rubios que tenía. Cuando notó que la pequeña se había calmado un poco, la cogió en brazos y se sentó en la silla de mimbre que había en la habitación, colocando a la niña en su regazo. La limpió las pocas lágrimas que seguían resbalando por sus mejillas y la dio un suave beso en el pelo.

- He tenido una pesadilla – Dijo la pequeña, mientras el hipo provocado por el llanto la hacía pararse en cada palabra.

- Lo sé. Pero ya ha pasado todo.

- No quiero quedarme sola – siguió hablando la niña, aferrándose con todas sus fuerzas a la camisa que llevaba la mujer.

- Y si no quieres, no me iré – La dijo tranquilizándola. Notó como sus manitas se soltaban del agarre de la camisa - ¿Qué tal si enciendes la lámpara de la mesilla y hablamos un rato? Pero no podemos montar mucho ruido que sino despertaremos a Papá.

- ¿Y qué pasa si despertamos a Papá? – Preguntó con una pequeña sonrisa, mientras se dirigía a encender la luz tal y como la había dicho la mujer.

- Que vendrá hasta aquí y… ¡Te hará cosquillas! – Dijo, cogiendo a la niña en brazos y haciéndola cosquillas. La pequeña empezó a reírse mientras se intentaba liberar del agarre de la mujer. Esta, al ver que estaban montando mucho ruido decidió parar para no despertar a su marido.

La mujer volvió a sentarse en la silla, y la niña llamada Noa, hizo malabarismos para sentarse en el regazo de su madre.

- Los papas de los niños de mi clase están juntos. Y tienen un anillo cada uno. ¿Eso qué significa? – Preguntó, mirándola a los ojos, esperando la respuesta.

- Que están casados.

- ¿Y por qué se casan?

- Porque se quieren mucho. Cuando dos papas son felices y se quieren mucho, celebran una pequeña fiesta que se llama boda y se ponen los anillos para sellar su amor eterno – Se sorprendió así misma de la frase que dijo y notó como su hija la tomaba de la mano para señalar su propio anillo.

- Entonces Papá y tú también estáis casados porque los dos lleváis anillo – La mujer sonrió al darse cuenta de la agudeza que tenía su hija para fijarse en los detalles. "Tal y como su padre" pensó.

- Si. Papá y yo nos queremos mucho. Un día me dijo que si quería casarme con él y yo le dije que sí. – Recordó el día en el que su marido se arrodillo frente a ella y le pidió matrimonio. Una pequeña lágrima resbaló por su mejilla y Noa se la limpió con cuidado.

- ¿Por qué lloras?

- Porque Papá me ha hecho muy feliz. Estas lágrimas son de alegría cielo.

- Ah. ¿Y cómo de lo pidió? – Volvió a preguntarla. Abrió los ojos y esperó a que su madre hablara.

- ¿Recuerdas a la tía Kate? – Al ver que asentía con la cabeza siguió – Pues ella y yo somos amigas desde hace muchos años. Nos conocimos en la escuela y desde entonces hemos sido muy amigas – Notó como la pequeña se acurrucaba en su regazo y la arropó con sus brazos – Cuando terminamos la escuela nos separamos y estuvimos más de diez años sin vernos.

- ¿Por qué os separasteis?

- Ella se quedó en Nueva York y yo vine aquí.

- ¿Y por qué viniste aquí? – Preguntó, sin dar tregua a su madre. Esta se rio al ver la cantidad de preguntas que la hacía y como escuchaba atentamente la historia.

- Porque el tío Tommy y el tío James estaban aquí.

- ¿Y la prima Annie?

- La prima Annie todavía no. Nacería unos años más tarde.

- Ah. Sigue – La dijo y ella obedeció.

- Un día el destino hizo que nos volviéramos a ver. Llevaba mucho tiempo sin verla y nos teníamos que poner al día.

- ¿Papá y tú ya os conocíais?

- Si, ya nos conocíamos, desde hacía unos cuantos años.

- ¿Y os llevabais bien? – Volvió a preguntar. La mujer se rio ante la ocurrencia de la niña y recordó como empezaron su marido y ella.

- Más o menos. Al principio molestaba mucho, pero luego me acabé acostumbrando a sus trastadas – Prefirió utilizar esa palabra, en vez de incumplimientos de la ley dado que no lo entendería. No todavía - El trabajo nos llevó a Nueva York, donde la tía Kate trabajaba como policía. Tanto Papá como los tíos Wayne, Kim y Grace me acompañaron en el viaje. Entonces descubrí que la tía Kate estaba prometida con el tío Rick.

- El tío Rick – Dijo la pequeña y se rio – Me cae bien.

- A mí también – Aseguró ella con una sonrisa, y siguió con la historia – Cuando terminamos con el trabajo, nos separamos y nosotros volvimos aquí. Pocos meses más tarde nos llegó una carta, invitándonos a la boda – La pequeña se puso las dos manos en la boca como signo de sorpresa y no pudo evitar reírse. Era demasiado cómica – Pedí un descanso en el trabajo para ayudar a la tía Kate a preparar la boda y a encontrar su vestido.

- ¿Papá vino contigo?

- Sí. Papá estuvo conmigo todo el tiempo. No se separaba de mi lado – Dijo y recordó la conversación que oyó la primera noche que pasó en el hospital, después de que todo el asunto de John el Rojo terminara. Lo único que tengo claro es que permaneceré a su lado .Y que haré todo lo que esté en mi mano para protegerles.- Entre los dos, y la ayuda de los amigos de Kate les preparamos una boda perfecta.

- ¿Los tíos Javier y Kevin, y las tías Lannie y Jenny?

- Esos mismos – Sonrió al ver que su hija se acordaba de ellos – Las mujeres ayudamos a Kate con el vestido mientas que ellos se dedicaron a preparar el resto. Kate se probó muchísimos vestidos, y estaba preciosa con todos ellos. Pero encontramos uno que era el perfecto. Los días pasaron y llegó la boda. La tía no podía pararse quieta. Estaba muy nerviosa y emocionada a la vez. Recuerdo que mientras se ponía el vestido, no hacía más que mirar por la ventana para ver como los invitados iban llegando.

- ¿Y el tío Rick no estaba nervioso?

- Al contrario. Castle era el que más nervioso estaba. Cuando yo ya estaba vestida, me fui hacia él e intenté calmarle, pero era imposible – Abrió los ojos y negó con la cabeza para darle más énfasis a sus palabras - Poco después comenzó la ceremonia y todos nos sentamos en nuestros asientos.

- ¿Quiénes estabais?

- Pues Papá, tú y yo estábamos en primera fila.

- ¿Yo estaba? – Preguntó emocionada.

- Si, estabas aquí – La dijo tomando una de sus manitas y colocándola en su vientre.

- También estaban Wayne, Kimbal y Grace, y Kevin, Jenny, Lannie y Espósito. La madre de Rick y la prima Alexis. Y el abuelo Jim. Incluso la jefa de la tía Kate – A pesar de que no era su abuelo verdadero, Jim la había tratado como su propia hija y cuando se enteró de que la mujer iba a ser madre se alegró muchísimo y se dijo así mismo que sería el abuelo - Y también estaban los tíos Tommy, James y la prima Annie – Esperó unos segundos y siguió – De repente todos nos callamos y apareció Martha con Rick del brazo. Iba guapísimo. Llevaba un traje negro que le sentaba genial, y tenía una pequeña flor blanca metida en el bolsillo de la chaqueta. Martha le dejó en el altar, y se puso a su lado mientras intentaba aguantar las lágrimas. El tío estaba muy nervioso, pero su cara se quedó paralizada al ver a la tía Kate aparecer del brazo del abuelo Jim. Iba preciosa con un vestido blanco de palabra de honor, con un broche debajo del pecho. Tenía un poco de pedrería pero no demasiada. Y luego caían capas y capas de vestido hasta llegar al suelo – Aunque la pequeña no había entendido alguna palabra, dejó que su madre siguiera hablando al ver lo emocionada que estaba al narrarlo - Llevaba el pelo recogido a un lado con unos preciosos rizos que caían hasta por debajo de sus hombros y tenía en su mano libre un ramo de flores, que me entregó antes de llegar al altar. Rick no la quitó la vista de encima y cuando llegó al altar y Jim se la entregó, también con lágrimas en los ojos, no pudo evitar sonreír. Los tíos se miraban como si entre ellos hubiera un magnetismo impenetrable, mientras el cura daba su discurso.

- ¿Y luego viene el "Sí, quiero"?

- Si, ahora viene eso – Sonrió, como cada vez que su hija la interrumpía – Pero el mejor momento de todo fue cuando se pusieron los anillos y dijo "Ya puede besar a la novia" Los tíos se besaron, mientras el resto aplaudíamos sin parar. Después el tío Rick tomó a Kate en brazos y cruzó toda la alfombra roja que había entre los dos grupos de asientos mientras nosotros tirábamos confeti, pétalos y arroz. Y cuando llegaron al final de la alfombra Rick la bajó y se volvieron a besar. Nunca había visto a la tía Kate tan feliz como la vi ese día. No había nada ni nadie que la quitara la sonrisa – Miró al techo, recordando el momento – Pero para mí, la mejor parte llegó en el baile. Después del típico baile del novio con la madre y la novia con el padre, la música sonó más alta y el resto salimos a bailar junto a los ya, marido y mujer. Bailé un buen rato con papá y cuando me separé de él para abrazar a la tía y darla la enhorabuena por décima vez aquel día, oí la voz de papá por el micrófono, pidiendo silencio.

- ¿Y qué pasó? - Preguntó entusiasmada mientras apoyaba las manos en su pecho para mirarla mejor.

- Pues fue entonces cuando… - Pero una voz la interrumpió.

- Fue entonces cuando me arrodillé y te pedí matrimonio – Susurró Jane, quien había escuchado toda la conversación desde el marco de la puerta.

Teresa se giró y sonrió al verle vestido solo con sus boxers y el pelo alborotado. Este se acercó a las dos mujeres más importantes de su vida y rodeó a su esposa con los brazos para pocos segundos después darla un tierno beso en los labios.

Noa al ver la escena, se rio por lo bajo mientras se tapaba la boca con sus dos manitas. Le hacía gracias ver a sus padres darse muestras de cariño, pues aún era pequeña y no entendía que significaba aquello.

Tanto Lisbon como su hija estaban tan absortas en la historia que no se percataron de que Patrick había aparecido en la sala y se quedó apoyado en el marco de la puerta prácticamente desde el principio de la conversación.

- Y tu renacuaja – Dijo cogiendo a su hija en brazos - ¿Sabes lo que pasa cuando alguien me despierta? – Imitó una voz malvada y Noa empezó a revolverse en sus brazos.

- ¡No! –Gritó – ¡Cosquillas no Papá!

- ¡Cosquillas sí! – Contestó él y coloco a su hija en la cama mientras se sentaba a un lado y empezaba a hacerla cosquillas.

Teresa observaba la escena, aún sentada en la silla. Eran adorables. La pequeña no paraba de reír mientras se revolvía encima de la cama. Patrick se tumbó a su lado y la atrapó con su cuerpo, impidiéndola moverse mucho. Sonrió al verles. Sonrió al pensar que ahora todo había pasado y su vida no hacía más que mejorar y mejorar. John el Rojo había acabado. Patrick se había convertido en un hombre cariñoso, dulce, y a veces molesto pero siempre con ese toque divertido que le hacía único. Volvía a ser él. Y cada día que pasaba se enamoraba más. La boda de su amiga con el escritor. Su propia boda. El nacimiento de su hija, Noa Emily Jane y del pequeño Alexander Roy Rodgers. Todo había mejorado.

Volvió de sus pensamientos cuando su marido le ofrecía las manos para levantarse. Así lo hizo y se acercó a su hija, quien se había calmado y ya no daba gritos. La arropó con ternura y la besó en la frente.

- Hasta mañana cielo – Susurró y se dirigió a la puerta donde Patrick la esperaba.

Nada más cruzar el umbral de su habitación, el hombre la tomó de la cintura y empezó a besar su cuello. Ella como acto reflejo, giró el cuello para darle más espacio y juntos fueron caminando hacia el borde de la cama. Cuando llegaron, Teresa se giró, sorprendiendo al hombre y le besó. Hundió una de sus manos en los rizos de él y con la otra acarició su mejilla. Patrick por su parte la aferró a él, agarrándola con firmeza con una mano de la cintura mientras la otra la dirigía a la parte baja de su espalda.

- Gracias – Susurró Jane cuando se separaron. Teresa le miró frunciendo el ceño, mientras se mordía ligeramente el labio – Gracias por devolverme la felicidad. Por quererme, por aguantarme todos esos años y por darme a nuestra preciosa hija. Gracias – Finalizó, mirándola a los ojos.

Lisbon respiró hondo y sonrió.

- Gracias a ti por enseñarme lo que significa amar a alguien, y por volver a hacerme sonreír cada día – Jane al oír aquello la abrazó con todas sus fuerzas y entonces vio el momento perfecto – Estoy embarazada – Le susurró al oído. Notó como la agarraba de los brazos y la separaba de él.

- ¿Embarazada? – Preguntó con la voz muy aguda. Ella asintió con la cabeza con una pequeña sonrisa - ¡Embarazada! – Gritó. La besó de nuevo con mucha más ternura que antes y cuando se separaron echó a correr hacia el cuarto de su hija.

Teresa se quedó allí varios segundos, mientras escuchaba a su marido decir a Noa que iba a tener un hermanito. Negó con la cabeza mientras se mordía el labio y empezó a caminar para juntarse con su marido y con su hija. Para juntarse con su familia.




Ahora si que sí, esto se acaba. Espero que os haya gustado el epílogo. Como ya me despedí en el anterior capítulo, simplemente deciros que muchas gracias por leer hasta aquí. Un beso enorme para todos y, ¡Nos veremos en mi próximo viaje!
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