Nuevos trazos (Capítulo 1|| 19-01)

Capítulo 1

Se sienta en el suelo con las piernas cruzadas. Coge el lápiz. Hace un trazo. Mira fijamente el papel. Lo intenta de nuevo. Otro trazo. Es algo parecido a una línea que cruza la cuartilla de papel de color amarillo de arriba abajo. No va recta. Mira de nuevo fijamente el papel mientras aprieta los labios y frunce levemente el ceño. Lo intenta una vez más. Otro trazo. Me doy cuenta que pretende escribir el número uno. Y a mí, hasta con esas extrañas curvas que le han salido, me lo parece. Para un, algo más objetivo, observador ajeno a la escena puede ser ese número, pero puede ser también cualquier otra cosa o simplemente nada.

Cuarta mirada al papel que ha puesto a su lado y que ahora le sirve de referencia. Y un nuevo trazo. Es el mismo, pero cada vez le sale diferente. Y este último intento a mí me sigue pareciendo que ha conseguido hacer el número uno. Torcido. Muy torcido. Pero el número uno, al fin y al cabo. Se ha empeñado en aprender a escribir los números por su cuenta. No le salen. Pero no le importa. Han pasado diez minutos. Lo sigue intentando.

La cuestión es esa. Intentarlo. La miro desde un lado de la mesa sin que parezca evidente. Aprieta tanto el lapicero que las hojas tienen ya unos cuantos costurones. Pero me pasa cada una de ellas con mucho cuidado para que las juntes como recuerdo.

-¿Se parece al tuyo? –pregunta. Sonríe cuando deduce la respuesta y sigue a lo suyo.

Quiere saber. Quiere seguir aprendiendo. Sonrío con tristeza.

Me mira muy seria, después de conquistar el único espacio que quedaba libre de lindos garabatos, y dice:

-Mamá, ¿se puede ganar perdiendo? –Un remolino de emociones invade mi estómago. El dolor en mi pecho aumenta y mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Qué responderle a eso? “No, a veces, no se puede ganar perdiendo. Tienes que ganar. Ganar a esa maldita enfermedad”. Le sonrío y no digo nada. Me agacho junto a ella y le acaricio la cabeza. Tú vas a ganar, hija, vas a ganar. Me repito una y otra vez, mientras la observo seguir intentando sin descanso hacer un perfecto número uno.



Mide alrededor de un metro. Pero lleva en la mirada dos o tres vidas ya. Llora en silencio. Sorbe las lágrimas y parpadea con fuerza como queriendo borrar los últimos recuerdos. Las dos coletas de su rubia melena se mueven al ritmo de su agitada respiración. La raya del pelo perfectamente hecha en el centro. Las gomas azules decorando su pequeña cabeza. Mira hacia los lados. En cualquier lugar donde ponga la vista encuentra lo mismo. Camillas. Médicos. Dolor. El sonido que escucha desde hace un rato también es el mismo. Pitidos de máquinas. Arcadas. Dolor.

A su lado, su madre. Pero ella no llora. Y parece que no oye. Parece que ha dejado de sentir lo que pasa a su alrededor. Tiene la vista fija en un punto del suelo. Pero no sé dónde tiene el pensamiento. Lleva el cabello suelto. Sujeta con fuerza una de las manos de su hija. En su regazo lleva su bolso. Sus ojeras marcadas la delatan. No duerme. No descansa.

Las miradas de madre e hija se cruzan. Imposible imaginar lo que siente. Imposible sentir el desgarro y el miedo que se lee en sus ojos. La pequeña sonríe débilmente. Una lágrima resbala por la mejilla de la mujer. Se la limpia lo más rápido que puede.

Desvío mi atención de ellas cuando un compañero me avisa de que tengo que atender una urgencia.


“Lo siento mucho pero la quimioterapia no está funcionando” Esa frase se repite una y otra vez en mi cabeza. No puedo creer lo que estoy escuchando. Me niego a creerlo. No, no y no. No. Es imposible mi hija no se va a morir. No se puede morir.

Me dejo caer en la silla que está detrás de mí. Mis piernas no me sostienen. Mi mente no deja de dar vueltas. El doctor sigue hablando pero no logro escucharlo. Mi cabeza se ha bloqueado. Repite y repite la misma frase: la quimioterapia no está funcionando.

La imagen de mi hija esperando afuera junto a una enfermera, aparece en mi mente. Me levanto y salgo corriendo de la consulta sin escuchar las palabras del médico. Dice algo como que “no hemos terminado” “Espere”. Yo solo corro y me arrodillo frente a mi niña. Dándome un gran golpe, no he tenido cuidado alguno. La abrazo y la aprieto todo lo que puedo contra mi cuerpo. Lloro. Lloro sobre su hombro mientras ella se queda quieta y me deja hacer.

El doctor ha llegado detrás de mí y mira con pena a la enfermera. Ella ya lo sabe. Mi hija, Bella, se está muriendo. El maldito cáncer está ganando la batalla.

-Señorita Katherine, ¿puede acompañarme? Tengo algo más que decirle. –Insiste el doctor cuando mi llanto va cesando. Prácticamente, porque ya no me quedan lágrimas de tanto llorar.


-Disculpe –dice en un tono de voz tan bajo que no puedo estar completamente seguro si lo ha dicho o no.

Lleva la cabeza gacha.

-No se preocupe –digo y al mirarla con detenimiento, me doy cuenta que es la mujer de antes. -¿Se encuentra bien? –le pregunto, al darme cuenta de que está llorando.

-Sí, solo nos hemos chocado al cruzar la esquina. –Me contesta sin mirarme.

-No me refería a eso. Está llorando. –Insisto. Me agacho para poder mirarla a los ojos y cuando lo haga un escalofrío recorre mi cuerpo al ver todo el dolor que hay en ellos. Tiene la mirada más triste que he visto en mi vida.

Ella niega con la cabeza pero no dice nada más.

-Lo siento pero tengo que irme. –Supongo que quiere volver con su hija.

Me hago a un lado para dejarla pasar.

-Si necesita algo, dímelo. Pregunte por Richard Castle. –Señalo la identificación que cuelga del bolsillo de mi bata blanca.

Ella asiente pero dudo mucho que me haya escuchado.



Le pongo los zapatos. La quimioterapia ha terminado por hoy. Miro a Bella que está acostada todavía en la camilla. Está tan agotada que apenas puede sostener los ojos abiertos. Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas. ¿Por qué una niña de tres años tiene que pasar por todo este sufrimiento? ¿Qué le ha hecho ella al mundo para merecerse esto? Me paso los dedos por mis mejillas, limpiándome las lágrimas. No quiero que me vuelva a ver llorar. Se asustó mucho cuando me abracé a ella llorando.

Debería ser yo la que la apoye y le de ánimos y, sin embargo, es al revés. Con tan solo tres añitos me está dando una lección de vida. Me está demostrando qué tan fuerte es. Y lo débil que soy yo. Ella es la que soporta el dolor físico. La quimioterapia y la radioterapia.

Su pelo ha empezado a caerse y ha perdido muchísimo peso. Apenas tiene ganas de comer.

-Hola –escucho una voz a mis espaldas. Bella sonríe. –Me he enterado que aquí estaba la niña más guapa de todo el hospital y he querido pasarme a verla. –La sonrisa de mi hija se agranda.

Miro con agradecimiento a aquel desconocido no tan desconocido. Es el mismo médico con el que me crucé hace un rato por los pasillos, cuando fui al baño. Me sonríe y alza un oso de peluche para que mi hija lo vea. Lo zarandea en el aire.

-Y… te he traído un regalito. –Le entrega el peluche. -¿Te gusta?

-Sí –le contesta. –Es muy bonito.

-Gracias por el oso. –Le agradezco, recolocando un mechón de pelo detrás de mi oreja.

-No, no tienes que dármelas. –Me dice, mirándome a los ojos. Sus ojos son los ojos más azules que he visto nunca. –Todo para la niña más guapa. –Mira de nuevo a mi hija con una sonrisa y esta se la devuelve, a pesar del cansancio.

-Será mejor que nos vayamos, está agotada y necesita descansar. –Él asiente apenado. No porque tengamos que irnos, sino por el estado de mi hija.

Cojo a Bella en brazos, colocándome antes bien el asa del bolso en mi hombro para que no se caiga.

-Gracias por el regalo. –Le digo de nuevo antes de irme. –Dile adiós Bella.

-Adiós. –Dice mi hija, sonriéndole.

-Adiós, pequeña.

No sé por qué, pero siento la necesidad de saber más sobre ellas. Quiero, necesito ayudarlas con todo lo que pueda.

Las observo irse, sentado en la cama donde antes estaba tumbada la pequeña.



¡Hola! Aparezco por aquí de nuevo
Este fic ya está escrito y subido a FF pero he decidido subirlo aquí también.
Es un fic algo triste, lo aviso desde ya.
Otra cosa, algunos de los primeros párrafos pertenecen a un artículo de Ana Pastor.

Que bonita historia.. Se me hacia conocida y ya se porque. Pues ya la estoy leyendo en F.F. Es una historia bella. Me gusta mucho y me alegra que la subas también por aquí. Porque vale la pena leerla. Continúa pronto.

Me encanta!!!! es muy bonita y triste a la vez

El fic es precioso yo me lo he leido todo en fanfiction jeje
Felicidades

Muy buen fic
lo lei por fanfiction y es maravilloso

Muchas gracias a todas
Pero, si ya os la habéis leído, ya para qué la subo XD
Me alegro que os gustase