El Primer Encuentro

Es una clara mañana de domingo de agosto. Un joven llamado Rick Rodgers se dirige a la universidad. Antes de irse, quiere coger un par de artículos para que ayude a sus chistes y sus trucos de magia de la tienda 'Magic Drake'. No tiene ningún problema en cortejar mujeres, debido a su buen aspecto. Un poco de magia no estropea su suerte con las chicas, claro, si lo hace bien.

La pequeña Katie Beckett acaba de descubrir el mundo de la magia. Su abuelo, un mago aficionado, le lleva a la mejor tienda de magia de la ciudad, 'Magic Drake'. Ella suelta un "wow" cuando ve un mago en la entrada, llevando una tarjeta de magia.

Rick se da cuenta como la niña y su abuelo entran en la tienda, ve sus ojos deslumbrados con asombro al ver todas las cosas que aparecen en todo el establecimiento. Se acerca a ellos, no queriendo perder la oportunidad de lucirse. Cerca de él ve un sombrero de mago y una varita. Cuando los ve, él sabe lo que quiere probar.

Se acerca a ellos lentamente. Hace contacto visual con el abuelo para asegurarse de que le da el visto bueno para hablar con ella. Con su mano extendida, mostrando los elementos mágicos que cogido. El abuelo le da su permiso con la cabeza.

"Oye, le dice a la niña pequeña. Mi nombre es Richard Rogers y me pregunto si me puedes ayudar con un truco de magia?"

Katie se vuelve hacia su abuelo, quien le sonríe. "Claro, ¿qué puedo hacer?"

"Quiero que veas este sombrero y mires si hay algo extraño en él."

La niña pequeña toma el sombrero y lo empieza a tocar, examinándolo a fondo. Después de un minuto ella se lo devuelve de nuevo a él.

"¿Está limpio? Muy bien. Ahora echa un vistazo a mi varita mágica y dime si hay algo raro en ella."

Mientras examina la varita, Rick coloca un alfiler en la parte inferior del sombrero.

"Parece normal" ella dice entregándosela de nuevo.

"Bueno, listo." Pone la varita dentro del sombrero, haciendo que se enganche con el alfiler. Luego da la vuelta al sombrero de manera que la varita cuelga, por arte de magia, desde el interior del sombrero.

Katie sonríe por un segundo, antes de que la varita se caiga al suelo.

"Bueno, eso es un truco bastante malo" ella dice con dureza.

"Puedo hacerlo mejor" Rick pone su mano al lado de su oído. "Tiene algo en tu oído."

Mientras él se da la vuelta para sacarse algo, ella frunce el ceño.

"Mi abuelo ya me lo ha enseñado. No eres un mago muy bueno."

A Rick le gusta la contundencia de esta chica. "Para ser honesto, tienes razón, soy un mago de segunda categoría, yo voy a ser escritor. ¿Te gusta leer?"

Katie asiente con la cabeza "Me encantan los libros tanto como amo la magia."

"Yo voy a escribir novelas de misterio, pero yo no creo que nadie vaya a comprar mi trabajo" explica Rick en un momento de honestidad.

"Necesitas un nombre artístico, al igual que Drake."

"Drake ya está cogido" él explica, con sus ojos mirando a toda la habitación.

"Entonces, ¿qué tal...?" ella se interrumpe, sus ojos están explorando la habitación. Ve una armadura. "... o Knight." Ella sigue mirando, ve un castillo en un cartel de la pared del fondo. "... o Castle."

"Castle" él suspira, sintiendo la palabra. "Richard Castle, eso me gusta, voy a tener que pensar en ello. Gracias." Mira al abuelo y asiente con la cabeza en agradecimiento. Coge el sombrero que ha caído al suelo, haciendo estallar la tapa, revelando rápidamente un ramo de flores artificiales que pasa a las manos de la niña, antes de salir a continuar sus compras.

Richard se fue a la universidad después de eso, y terminó su primera novela. Él nunca olvidaría lo que la niña pequeña le dijo, y tomaría el nombre que ella había sugerido. Terminó su primer libro dedicado a ella, a la niña a Drake, quien me mostró quién era yo realmente.

El abuelo de Katie le prometió llevarla todos los domingos después de éste. Fue una promesa que mantuvo, hasta que dejo de creer en la magia, después del fallecimiento de su abuelo. Hasta que el hombre que le enseñó ese truco de magia en la tienda de Drake volvería a su vida, veinte años más tarde, bajo el nombre de Richard Castle. Aunque ella no recuerda este encuentro, él le hace recordar todos los días, lo que la verdadera magia es.