CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
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CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
Pues aquí os dejo una de mis creaciones para el concurso. Espero que os guste... Ya me contaréis!!
Ahora lo sabía todo. Todo lo que le había estado ocultando durante estos meses. Ahora entendía las ausencias en el trabajo de vez en cuando, las llamadas que contestaba furtivamente, los mensajes en su móvil que se empeñaba en ocultar, a pesar de que ella pensaba que ya no podían tener secretos. Y se sentía tan estúpida como traicionada.
“Algún día tendrías que enterarte” – Le había dicho Castle con cara de resignación tendiéndole los documentos.
A medida que iba leyendo, la sonrisa que tenía desde que cruzó el umbral del loft de Castle, se empezó a difuminar hasta convertirse en una mueca casi de horror. Los miraba obsesivamente, leyendo una hoja por encima y pasando a la siguiente casi como un animal desesperado, sin poder creerse todavía lo que había ahí escrito.
Él se dio media vuelta y caminó hasta el muble bar para servirse un trago de whisky, intentando apartar los ojos de Kate. Ahora mismo sabía que ella le odiaba y que seguramente no querría saber nada más de él.
Después de servirse su vaso, giro la cabeza, temeroso y se la encontró mirándole esta vez a él, con el rostro serio y la boca entreabierta. Castle conocía aquel gesto, sabía que estaba asimilando toda la información que acababa de descubrir y decidió no decir nada por miedo a su reacción. Ella solo volvió a bajar la cabeza y cerró la tapa del último expediente, cogió su abrigo y salió de allí tan rápido como pudo.
Castle ni siquiera se molestó en intentar detenerla, sabría que eso ahora mismo era imposible, así que se sentó en la silla de su despacho, donde hacía un momento acababa de estar Kate, con su vaso de whisky en la mano y dispuesto a echar el último vistazo a los expedientes antes de entregárselos a la mañana siguiente a la capitán Freeman.
Kate ni siquiera esperó a que llegara el ascensor, sino que bajó por las escaleras para evitar que él pudiera darle alcance, aunque no lo vio siquiera moverse cuando salió de su apartamento.- “Mejor así, más vale que no vuelva a verle jamás”- Pensó mientras saltaba los escalones casi de cuatro en cuatro.
Tenía muchas preguntas ¿Por qué se lo había ocultado durante todo este tiempo? ¿Por qué él tenía esos expedientes? No entendía nada, pero desde luego no iba a volver para preguntárselo.
Aquella tarde, cuando él le llamó para decirle que fuera a su apartamento porque tenía algo importante que decirle, ella, interiormente, se había emocionado pensando que esa iba a ser su noche, en la que serían capaces de decirse de una vez lo que en estos últimos meses se habían demostrado.
Desde el disparo en el funeral del capitán, él había hecho todo lo posible por estar con Kate, por ayudarla cada día, aunque sabía que lo había tenido difícil con Josh de por medio poniéndole trabas para que no pasara tiempo con ella, acortándole las horas de visita solo porque “podía hacerlo. Y punto”. Pero él era Richard Castle y Josh no sabía con qué clase de adversario se había encontrado. Castle fue capaz de colarse en su habitación del hospital, escondiéndose por los pasillos sin que el doctor le descubriera, sólo para llevarle un libro que leer, revistas de investigación científica o cualquier otra cosa que ella le pidiera, a pesar de que Josh siempre se oponía a que tuviera otro tipo de distracción que no fueran programas basura de la televisión, para que no tuviera que forzar mucho la mente, ya que, según él, necesitaba solo descansar. Pero aquello era aburrido. Castle lo sabía. Nunca pudo soportar el aburrimiento, aun que no fuera el suyo propio.
Después de salir del hospital ya no tuvo que esconderse por los pasillos para poder ver a su musa. En su apartamento mandaba ella, nadie más. Y fue in alivio cuando, al poco tiempo, Josh ya no volvió a aparecer más por ahí. Kate no dijo nada. Castle no preguntó. Sabía de sobra lo que había pasado y esta feliz de que ella hubiese dejado al doctor.
Cuando había vuelto al trabajo, por fin, después de unos cuantos meses de recuperación, Castle había seguido su rutina, tal y como había hecho antes del disparo, pero con algo más. Le traía su café, como siempre. Le hacía reír. Todo igual, salvo por una cosa. Cada día, Castle le demostraba lo importante que ella era para él de una forma distinta a como lo había hecho hasta ahora.
Antes él no se atrevía a tocarla, sólo lo mínimo y en situaciones límite. Ahora, cada vez que pasaba por su lado, le cogía de la cintura, como si quisiera apartarla un poco de su camino para poder pasar, pero sin llegar a moverla. Siempre que tenía oportunidad, le rozaba la mano o le comentaba algo gracioso al oído. Alguna vez le acariciaba el brazo sutilmente mientras le comentaba algo frente a la pizarra. Tal vez fueran gestos normales entre amigos, pero para ellos significaba más de lo que a simple vista parecía.
Al contrario de lo que le hubiese pensado Kate si se lo hubieran contado de otra persona, no le resultaba agobiante. Sabía halagarla y siempre que lo hacía, era cuando había poca gente o cuando nadie miraba, así que la situación no era incómoda en absoluto. Al principio a ella le resultaba raro, aunque hacía como si no pasara nada. Tenía curiosidad por saber hasta dónde estaba dispuesto a llegar Castle, incluso le divertía ver como muchas veces él tanteaba el terreno antes de actuar, ya que, conociéndola, podría pegarle una patada en el culo en cualquier momento si se pasaba de la raya.
Todavía recordaba la fiesta que organizó para la presentación de la tercera novela de Nikki Heat, Heat Rises. De pie, delante de toda la gente que se amontonaba en la librería, abrió el libro para empezar a leer el primer capítulo, como era costumbre en todas sus presentaciones, pero antes de empezar con eso, leyó la dedicatoria “Para Kate Beckett; iluminas mi mundo sólo con tu sonrisa” Dijo sin dejar de mirarla a ella, que le observaba desde el final de la sala, casi escondida para que nadie pudiera verla. No dijo KB, ni “la auténtica Nikki Heat”, no. Dijo Kate Beckett, con todas las letras y bien alto, para que nadie pudiera tener lugar a dudas. Inmediatamente toda la sala dirigió la vista hacia donde Castle estaba mirando fijamente y ella tuvo el impulso de salir corriendo, pero se aguantó y forzó una sonrisa agradecida, aun pensando que le mataría en cuanto esos miles de ojos dejaran de mirarla.
Mientras caminaba por las calles de Nueva York dirección a su apartamento, con la brisa fría del otoño dándole en la cara y las primeras gotas de lluvia que empezaban a caer, anunciando una tormenta que se llevaba preparando toda la tarde, solo podía acordarse de ese día, después de un caso bastante complicado. Estaba mentalmente agotada, así que cuando los chicos le ofrecieron ir a tomar unas cervezas, ella se negó, solo le apetecía estar en casa, sola.
Cuando salió de la ducha, con el pelo húmedo y su albornoz, alguien llamó a la puerta. Era Castle, cómo no. En cuanto la miró, supo que había estado llorando. Ella lo hacía cada vez que se miraba desnuda en el espejo y veía la marca por donde le atravesó la bala, aunque nadie lo sabía, todavía le dolía como si la tuviese dentro.
Castle le pidió ver esa cicatriz que tanto se empeñaba en esconder, ya que sólo la habían visto las enfermeras que le habían curado en el hospital. Al principio Kate se negó, pero él insistió y finalmente ella se abrió el albornoz desde el pecho, solo lo justo para poder enseñarle la cicatriz, sin descubrir nada más. Kate miraba al suelo, como si se sintiera mal porque él tuviera que ver esa parte repugnante de ella. Entonces Castle le levantó la cara con la mano para que pudiera mirarle a los ojos y le dijo que seguía siendo igual de perfecta que antes, tal vez más. Eso hizo que Kate sonriera tímidamente, pero él seguía mirándole serio. Ella nunca pudo aguantarle la mirada durante mucho tiempo y estaba tan nerviosa que solo pudo bajar la cabeza de nuevo, carraspeó y se volvió a tapar la cicatriz con el albornoz, cortando el momento. Tanta intimidad con Castle le resultaba abrumadora, pero adoraba que él supiera qué hacer y qué decir siempre para que ella se sintiera bien.
A tanto había llegado la situación que, en un par de ocasiones, Kate estuvo a punto de confesarle que había escuchado las últimas palabras que él dijo antes de que ella perdiera el conocimiento después del disparo. Su declaración. Y quería decirle que ella sentía lo mismo. Pero una vez interrumpió Expósito con un nuevo caso y en otra ocasión… si, una de esas llamadas extrañas en las que Castle, en cuanto miraba la pantalla de su IPhone, salía corriendo como alma que lleva el diablo para hablar a escondidas.
Siempre que Kate le había preguntado quién le llamaba, él decía que era su editora, algún periodista para entrevistarle o cualquier cosa relacionada con el trabajo, pero ella le conocía bien y notaba que a él le incomodaba que ella preguntase.
Últimamente esas llamadas se producían con más frecuencia de lo normal y Kate sólo tuvo que unir las pistas que tenía para darse cuenta de que Castle tramaba algo. Hacía tiempo que no sacaba ninguna novela nueva, por lo que no tenía que promocionar nada, así que estaba claro que esas llamadas no eran por trabajo sino por algo que él no quería compartir con ella y, aunque no tuviera derecho a enfadarse, le dolía su actitud y no podía evitarlo. Pero luego pensaba que él nunca antes le había mentido, ni le había defraudado, así que seguía confiando ciegamente en él, intentando no preocuparse en exceso por quién le llamaba, seguramente le estaría diciendo la verdad...
Y hoy había descubierto que aquellas llamadas misteriosas las hacía Jordania Shaw, que había estado llevando el caso del Dragón paralelamente con otra comisaría de Nueva York.
Ahora que estaba un poco más tranquila, con la lluvia refrescante que empezaba a ser más fuerte, repasó lo que había leído en el loft. Por fin habían resuelto el caso y Castle había recuperado los informes que en su día le entregó a Jordania, junto con el resto de la información del caso cerrado para poder enseñárselo a Beckett.
Al leerlo comprendió lo peligroso que había sido plantarle cara a esa gente sin esperar, por lo menos, perder la vida en ello. Y estuvo a punto de hacerlo, pero por suerte se libró y Samantha Freeman, que entró poco después de la muerte de Montgomery para cubrir el puesto de Capitán en la 12, ya no le permitió volver a ese caso.
Intentó de todos modos que Castle le ayudara a investigar por su cuenta, como en otras ocasiones, pero después de pasar con ella semanas en el hospital y meses de recuperación, Castle no quería oír hablar del tema. Lo que Kate nunca se hubiera imaginado es que ahora le habían dado ese caso a otra comisaría de la ciudad para que cooperara con el FBI, siempre seguido de cerca por Castle y Freeman, que dio ordenes estrictas de llevarlo en la más absoluta confidencialidad.
Empezaba a entender que Freeman y Castle tuvieran tantas cosas de las que hablar. Al principio Kate hasta tuvo celos de que Freeman le llamara tanto a su despacho para asuntos “extraoficiales”. Ella siempre pensó que, como la capitán era una gran fan de las obras de Castle, se aprovechaba de su situación para pasar más tiempo con él. Castle siempre le quitaba importancia a esas charlas, al igual que a las llamadas y a todo lo raro que hacía últimamente.
Hace poco, Castle le sorprendió invitándole a pasar unos días en los Hamptons con él y su familia y Freeman, sin que Kate le hubiera dicho nada de aquel viaje, insistió en que se tomara unos días libres para descansar. Le pareció extraña tanta coincidencia, pero pensó que Castle ya se había ocupado de todos los detalles antes de pedirle que le acompañara, incluido el que su jefa aceptara.
Y es que en esos días estaban preparando el último golpe al Dragón.
En los informes que Castle le había enseñado aparecían todas las operaciones que se habían realizado hasta conseguir las detenciones de los principales cabecillas de la banda y poco después, la del mismísimo Dragón. En esas operaciones habían muerto más de treinta agentes, ya que esos hombres estaban muy bien organizados y entrenados para matar sin ningún escrúpulo.
El Dragón estaba entre la espalda y la pared, le quedaban pocos hombres con los que contar, así que volvió a poner a Kate en el punto de mira, mandando fotos de ella en su día a día como amenaza al FBI y a la comisaría que llevaba el caso, tal vez solo para distraer la atención de los agentes y tener una oportunidad de huir.
Pero sus intentos fueron en vano, ya que Kate aceptó la invitación de Castle y viajó con él hasta los Hamptons, desapareciendo por unos días de Nueva York y dando vía libre para que la policía actuara, así que finalmente capturaron al Dragón.
Todavía quedaban muchos cabos sueltos por atar, como el asesinato de Johanna Beckett y sus compañeros, pero el Dragón estaba dispuesto a contarlo todo sólo para intentar evitar la pena capital, ya que su vida era lo único que le quedaba por perder y él siempre se consideró un superviviente nato. Sabía que estaba condenado, como mínimo, a cadena perpetua, pero era mejor que estar muerto.
Kate no entendía como podían haber hecho todo aquello delante de sus narices sin que ella se diera cuenta. Aunque, en realidad, si intentaba ponerse en el lugar de Castle, no era tan difícil de comprender.
Castle le había construido un camino de rosas por el que pasar mientras él lo resolvía todo, mientras se preocupaba por ella y procuraba que se desentendiera de toda esa historia que era tan dolorosa para Kate. Y lo había conseguido. Ella llegó a dejar de tener pesadillas, dejó de llorar delante del espejo cada vez que se miraba desnuda, dejó de tener un nudo en el estómago cada vez que alguien llamaba a su puerta y ya no cogía la pistola para abrirla. Realmente Castle había conseguido que ella viviera tranquila, dentro de lo que se podía esperar en su oficio. Y lo había conseguido gracias a que él se había encargado de darle a las personas correctas eso expedientes, cuando los recibió pocos días después del entierro de Roy, en lugar de dárselos a ella y volver a exponerla al peligro y Kate no podía culparle por eso.
Castle se hizo un fuerte juramento en el mismo momento en el que ella cayó al suelo tras el disparo. Se lo repitió todos los días que ella estuvo en coma y fue lo primero que Kate escuchó nada más abrir los ojos: “si sales de ésta, te protegeré siempre”. Cuando ella lo oyó, aun no podía hablar, pero asintió con la cabeza para que supiera que estaba de acuerdo.
Definitivamente, no podía culpar a Castle. Y ahora era ella la que se sentía mal porque entendía lo difícil que tenía que haber sido para él todo aquello y lo mal que lo había tenido que pasar. Sabía que no era un hombre al que le gustaran las mentiras y estaba convencida de que mentirle había sido la peor parte que le había tocado hacer. Él nunca le ocultó nada en tres años. Él siempre había estado ahí para ayudarla, cuando ella, por orgullo, no se lo pedía a nadie aunque lo necesitara. Nunca le falló.
Y ahora había tratado de protegerla a toda costa, aun sabiendo que podría perderla para siempre.
Salió de sus pensamientos cuando se dio cuenta de que ya no había nadie por la calle. La lluvia que había empezado como gotas refrescantes se había convertido en casi un diluvio mientras seguía caminando sin que lo hubiera notado, pero ya estaba cerca de su casa. Aceleró un poco el paso. El agua había calado su abrigo y notaba la ropa húmeda pegada a su cuerpo, pero eso ahora no le importaba demasiado. Sólo pensaba en llegar a su casa, coger el teléfono y llamar a Castle para hablar de todo aquello con él tranquilamente. Sabía que era la única forma de deshacer el nudo que se le había formado en la garganta y parar las lágrimas que amenazaban con salir.
Le quedaban pocos metros para llegar a su portal, cuando distinguió una figura en el primer escalón. A medida que se acercaba se dio cuenta de que esa figura era una persona. Unos pasos más le bastaron para ver que esa persona era un hombre y poco después comprobó que ese hombre era Castle. Estaba sentado con los codos apoyados en las rodillas y la cara hundida en las manos. Se notaba que llevaba ahí un tiempo, porque estaba igual de mojado que ella, o tal vez más.
Kate se paró frente a él, e instintivamente, Castle levantó la cabeza. Se quedaron mirándose un momento. Castle tomó aire y se levantó. Kate pudo ver sus ojos, más rojos de lo normal y sobre todo, muy tristes.
“Lo siento, Kate” – Consiguió decir – “Esto lo he hecho por un motivo egoísta... Pero te juro que era buen motivo.”- Se acercó un poco más a ella sin apartar la mirada – “No quería perderte. Y no me refiero a que no quieras que esté más contigo, sino a perderte de verdad, porque te hubieran matado si lo volvías a intentar y yo… no podría soportar que te peguen otro tiro, porque estoy seguro que la próxima vez no iban a fallar.”- Kate no decía nada, solo le miraba sin poder creerse que estuviese allí esperándola, después de la manera en que ella se había marchado de su casa esa tarde.
Castle estaba seguro de que si había una forma de arreglar aquella situación, era ahí, en ese momento, porque después ya no habría marcha atrás –“Se que ahora estás enfadada y no se si algún día volverás a querer saber algo de mi. Pero no me arrepiento de lo que he hecho y sabes que lo haría mil veces más si con eso consigo que tú estés a salvo.”
Kate ya no aguantaba más. Las lágrimas que había estado reprimiendo todo el camino empezaron a salir mezclándose con las gotas de lluvia que seguían cayendo en su cara.
Castle se dio cuenta. Quería abrazarla, consolarla, como había hecho otras tantas veces, pero simplemente no se atrevía. Ahora mismo sentía como que estaba en un circo romano, frente al Cesar, esperando que éste moviera el pulgar hacia arriba, para salvarle, o hacia abajo, para terminar con él.
Y el pulgar se movió. Kate dio un paso adelante y le abrazó fuertemente por el cuello, apoyando la cabeza contra su pecho e, inmediatamente, los brazos de Castle rodearon su cintura mientras un suspiro de alivio salía de su boca. No podía creerlo.
Poco a poco Kate fue despegando su cuerpo del de Castle para poder mirarle a la cara- “Quédate conmigo, Castle”- Le dijo casi en un susurro.
Castle subió una de las manos con las que todavía le abrazaba y le despegó del pómulo un mechón de pelo mojado. Su mano bajó hasta el cuello de Kate, que se estremeció al sentir el calor de su tacto.
Ahora era ella la que le mantenía la mirada. Ya no le abrumaban esos ojos azules cuando se dirigían directamente hacia ella y desde luego ahora no iba a romper el momento. Pasó las manos por sus hombros húmedos y se acercó más a Castle hasta que sus bocas se encontraron.
Por fin pudieron notar lo que sentían el uno por el otro, todo lo que se habían empeñado en guardar para sí durante todo este tiempo. Y era increíble.
Desde el otro lado de la calle, resguardándose de la lluvia bajo uno de los portales, un chico de a penas diecinueve años observaba a la pareja con una sonrisa siniestra en la cara, sabiendo que algún día llegaría su momento, el momento de vengarse de esas dos personas y de todos los que ayudaron a meter a su padre entre rejas. Sólo así se sentiría digno sucesor del legado por el que tanto luchó su padre, el Dragón.
FIN
Ahora lo sabía todo. Todo lo que le había estado ocultando durante estos meses. Ahora entendía las ausencias en el trabajo de vez en cuando, las llamadas que contestaba furtivamente, los mensajes en su móvil que se empeñaba en ocultar, a pesar de que ella pensaba que ya no podían tener secretos. Y se sentía tan estúpida como traicionada.
“Algún día tendrías que enterarte” – Le había dicho Castle con cara de resignación tendiéndole los documentos.
A medida que iba leyendo, la sonrisa que tenía desde que cruzó el umbral del loft de Castle, se empezó a difuminar hasta convertirse en una mueca casi de horror. Los miraba obsesivamente, leyendo una hoja por encima y pasando a la siguiente casi como un animal desesperado, sin poder creerse todavía lo que había ahí escrito.
Él se dio media vuelta y caminó hasta el muble bar para servirse un trago de whisky, intentando apartar los ojos de Kate. Ahora mismo sabía que ella le odiaba y que seguramente no querría saber nada más de él.
Después de servirse su vaso, giro la cabeza, temeroso y se la encontró mirándole esta vez a él, con el rostro serio y la boca entreabierta. Castle conocía aquel gesto, sabía que estaba asimilando toda la información que acababa de descubrir y decidió no decir nada por miedo a su reacción. Ella solo volvió a bajar la cabeza y cerró la tapa del último expediente, cogió su abrigo y salió de allí tan rápido como pudo.
Castle ni siquiera se molestó en intentar detenerla, sabría que eso ahora mismo era imposible, así que se sentó en la silla de su despacho, donde hacía un momento acababa de estar Kate, con su vaso de whisky en la mano y dispuesto a echar el último vistazo a los expedientes antes de entregárselos a la mañana siguiente a la capitán Freeman.
Kate ni siquiera esperó a que llegara el ascensor, sino que bajó por las escaleras para evitar que él pudiera darle alcance, aunque no lo vio siquiera moverse cuando salió de su apartamento.- “Mejor así, más vale que no vuelva a verle jamás”- Pensó mientras saltaba los escalones casi de cuatro en cuatro.
Tenía muchas preguntas ¿Por qué se lo había ocultado durante todo este tiempo? ¿Por qué él tenía esos expedientes? No entendía nada, pero desde luego no iba a volver para preguntárselo.
Aquella tarde, cuando él le llamó para decirle que fuera a su apartamento porque tenía algo importante que decirle, ella, interiormente, se había emocionado pensando que esa iba a ser su noche, en la que serían capaces de decirse de una vez lo que en estos últimos meses se habían demostrado.
Desde el disparo en el funeral del capitán, él había hecho todo lo posible por estar con Kate, por ayudarla cada día, aunque sabía que lo había tenido difícil con Josh de por medio poniéndole trabas para que no pasara tiempo con ella, acortándole las horas de visita solo porque “podía hacerlo. Y punto”. Pero él era Richard Castle y Josh no sabía con qué clase de adversario se había encontrado. Castle fue capaz de colarse en su habitación del hospital, escondiéndose por los pasillos sin que el doctor le descubriera, sólo para llevarle un libro que leer, revistas de investigación científica o cualquier otra cosa que ella le pidiera, a pesar de que Josh siempre se oponía a que tuviera otro tipo de distracción que no fueran programas basura de la televisión, para que no tuviera que forzar mucho la mente, ya que, según él, necesitaba solo descansar. Pero aquello era aburrido. Castle lo sabía. Nunca pudo soportar el aburrimiento, aun que no fuera el suyo propio.
Después de salir del hospital ya no tuvo que esconderse por los pasillos para poder ver a su musa. En su apartamento mandaba ella, nadie más. Y fue in alivio cuando, al poco tiempo, Josh ya no volvió a aparecer más por ahí. Kate no dijo nada. Castle no preguntó. Sabía de sobra lo que había pasado y esta feliz de que ella hubiese dejado al doctor.
Cuando había vuelto al trabajo, por fin, después de unos cuantos meses de recuperación, Castle había seguido su rutina, tal y como había hecho antes del disparo, pero con algo más. Le traía su café, como siempre. Le hacía reír. Todo igual, salvo por una cosa. Cada día, Castle le demostraba lo importante que ella era para él de una forma distinta a como lo había hecho hasta ahora.
Antes él no se atrevía a tocarla, sólo lo mínimo y en situaciones límite. Ahora, cada vez que pasaba por su lado, le cogía de la cintura, como si quisiera apartarla un poco de su camino para poder pasar, pero sin llegar a moverla. Siempre que tenía oportunidad, le rozaba la mano o le comentaba algo gracioso al oído. Alguna vez le acariciaba el brazo sutilmente mientras le comentaba algo frente a la pizarra. Tal vez fueran gestos normales entre amigos, pero para ellos significaba más de lo que a simple vista parecía.
Al contrario de lo que le hubiese pensado Kate si se lo hubieran contado de otra persona, no le resultaba agobiante. Sabía halagarla y siempre que lo hacía, era cuando había poca gente o cuando nadie miraba, así que la situación no era incómoda en absoluto. Al principio a ella le resultaba raro, aunque hacía como si no pasara nada. Tenía curiosidad por saber hasta dónde estaba dispuesto a llegar Castle, incluso le divertía ver como muchas veces él tanteaba el terreno antes de actuar, ya que, conociéndola, podría pegarle una patada en el culo en cualquier momento si se pasaba de la raya.
Todavía recordaba la fiesta que organizó para la presentación de la tercera novela de Nikki Heat, Heat Rises. De pie, delante de toda la gente que se amontonaba en la librería, abrió el libro para empezar a leer el primer capítulo, como era costumbre en todas sus presentaciones, pero antes de empezar con eso, leyó la dedicatoria “Para Kate Beckett; iluminas mi mundo sólo con tu sonrisa” Dijo sin dejar de mirarla a ella, que le observaba desde el final de la sala, casi escondida para que nadie pudiera verla. No dijo KB, ni “la auténtica Nikki Heat”, no. Dijo Kate Beckett, con todas las letras y bien alto, para que nadie pudiera tener lugar a dudas. Inmediatamente toda la sala dirigió la vista hacia donde Castle estaba mirando fijamente y ella tuvo el impulso de salir corriendo, pero se aguantó y forzó una sonrisa agradecida, aun pensando que le mataría en cuanto esos miles de ojos dejaran de mirarla.
Mientras caminaba por las calles de Nueva York dirección a su apartamento, con la brisa fría del otoño dándole en la cara y las primeras gotas de lluvia que empezaban a caer, anunciando una tormenta que se llevaba preparando toda la tarde, solo podía acordarse de ese día, después de un caso bastante complicado. Estaba mentalmente agotada, así que cuando los chicos le ofrecieron ir a tomar unas cervezas, ella se negó, solo le apetecía estar en casa, sola.
Cuando salió de la ducha, con el pelo húmedo y su albornoz, alguien llamó a la puerta. Era Castle, cómo no. En cuanto la miró, supo que había estado llorando. Ella lo hacía cada vez que se miraba desnuda en el espejo y veía la marca por donde le atravesó la bala, aunque nadie lo sabía, todavía le dolía como si la tuviese dentro.
Castle le pidió ver esa cicatriz que tanto se empeñaba en esconder, ya que sólo la habían visto las enfermeras que le habían curado en el hospital. Al principio Kate se negó, pero él insistió y finalmente ella se abrió el albornoz desde el pecho, solo lo justo para poder enseñarle la cicatriz, sin descubrir nada más. Kate miraba al suelo, como si se sintiera mal porque él tuviera que ver esa parte repugnante de ella. Entonces Castle le levantó la cara con la mano para que pudiera mirarle a los ojos y le dijo que seguía siendo igual de perfecta que antes, tal vez más. Eso hizo que Kate sonriera tímidamente, pero él seguía mirándole serio. Ella nunca pudo aguantarle la mirada durante mucho tiempo y estaba tan nerviosa que solo pudo bajar la cabeza de nuevo, carraspeó y se volvió a tapar la cicatriz con el albornoz, cortando el momento. Tanta intimidad con Castle le resultaba abrumadora, pero adoraba que él supiera qué hacer y qué decir siempre para que ella se sintiera bien.
A tanto había llegado la situación que, en un par de ocasiones, Kate estuvo a punto de confesarle que había escuchado las últimas palabras que él dijo antes de que ella perdiera el conocimiento después del disparo. Su declaración. Y quería decirle que ella sentía lo mismo. Pero una vez interrumpió Expósito con un nuevo caso y en otra ocasión… si, una de esas llamadas extrañas en las que Castle, en cuanto miraba la pantalla de su IPhone, salía corriendo como alma que lleva el diablo para hablar a escondidas.
Siempre que Kate le había preguntado quién le llamaba, él decía que era su editora, algún periodista para entrevistarle o cualquier cosa relacionada con el trabajo, pero ella le conocía bien y notaba que a él le incomodaba que ella preguntase.
Últimamente esas llamadas se producían con más frecuencia de lo normal y Kate sólo tuvo que unir las pistas que tenía para darse cuenta de que Castle tramaba algo. Hacía tiempo que no sacaba ninguna novela nueva, por lo que no tenía que promocionar nada, así que estaba claro que esas llamadas no eran por trabajo sino por algo que él no quería compartir con ella y, aunque no tuviera derecho a enfadarse, le dolía su actitud y no podía evitarlo. Pero luego pensaba que él nunca antes le había mentido, ni le había defraudado, así que seguía confiando ciegamente en él, intentando no preocuparse en exceso por quién le llamaba, seguramente le estaría diciendo la verdad...
Y hoy había descubierto que aquellas llamadas misteriosas las hacía Jordania Shaw, que había estado llevando el caso del Dragón paralelamente con otra comisaría de Nueva York.
Ahora que estaba un poco más tranquila, con la lluvia refrescante que empezaba a ser más fuerte, repasó lo que había leído en el loft. Por fin habían resuelto el caso y Castle había recuperado los informes que en su día le entregó a Jordania, junto con el resto de la información del caso cerrado para poder enseñárselo a Beckett.
Al leerlo comprendió lo peligroso que había sido plantarle cara a esa gente sin esperar, por lo menos, perder la vida en ello. Y estuvo a punto de hacerlo, pero por suerte se libró y Samantha Freeman, que entró poco después de la muerte de Montgomery para cubrir el puesto de Capitán en la 12, ya no le permitió volver a ese caso.
Intentó de todos modos que Castle le ayudara a investigar por su cuenta, como en otras ocasiones, pero después de pasar con ella semanas en el hospital y meses de recuperación, Castle no quería oír hablar del tema. Lo que Kate nunca se hubiera imaginado es que ahora le habían dado ese caso a otra comisaría de la ciudad para que cooperara con el FBI, siempre seguido de cerca por Castle y Freeman, que dio ordenes estrictas de llevarlo en la más absoluta confidencialidad.
Empezaba a entender que Freeman y Castle tuvieran tantas cosas de las que hablar. Al principio Kate hasta tuvo celos de que Freeman le llamara tanto a su despacho para asuntos “extraoficiales”. Ella siempre pensó que, como la capitán era una gran fan de las obras de Castle, se aprovechaba de su situación para pasar más tiempo con él. Castle siempre le quitaba importancia a esas charlas, al igual que a las llamadas y a todo lo raro que hacía últimamente.
Hace poco, Castle le sorprendió invitándole a pasar unos días en los Hamptons con él y su familia y Freeman, sin que Kate le hubiera dicho nada de aquel viaje, insistió en que se tomara unos días libres para descansar. Le pareció extraña tanta coincidencia, pero pensó que Castle ya se había ocupado de todos los detalles antes de pedirle que le acompañara, incluido el que su jefa aceptara.
Y es que en esos días estaban preparando el último golpe al Dragón.
En los informes que Castle le había enseñado aparecían todas las operaciones que se habían realizado hasta conseguir las detenciones de los principales cabecillas de la banda y poco después, la del mismísimo Dragón. En esas operaciones habían muerto más de treinta agentes, ya que esos hombres estaban muy bien organizados y entrenados para matar sin ningún escrúpulo.
El Dragón estaba entre la espalda y la pared, le quedaban pocos hombres con los que contar, así que volvió a poner a Kate en el punto de mira, mandando fotos de ella en su día a día como amenaza al FBI y a la comisaría que llevaba el caso, tal vez solo para distraer la atención de los agentes y tener una oportunidad de huir.
Pero sus intentos fueron en vano, ya que Kate aceptó la invitación de Castle y viajó con él hasta los Hamptons, desapareciendo por unos días de Nueva York y dando vía libre para que la policía actuara, así que finalmente capturaron al Dragón.
Todavía quedaban muchos cabos sueltos por atar, como el asesinato de Johanna Beckett y sus compañeros, pero el Dragón estaba dispuesto a contarlo todo sólo para intentar evitar la pena capital, ya que su vida era lo único que le quedaba por perder y él siempre se consideró un superviviente nato. Sabía que estaba condenado, como mínimo, a cadena perpetua, pero era mejor que estar muerto.
Kate no entendía como podían haber hecho todo aquello delante de sus narices sin que ella se diera cuenta. Aunque, en realidad, si intentaba ponerse en el lugar de Castle, no era tan difícil de comprender.
Castle le había construido un camino de rosas por el que pasar mientras él lo resolvía todo, mientras se preocupaba por ella y procuraba que se desentendiera de toda esa historia que era tan dolorosa para Kate. Y lo había conseguido. Ella llegó a dejar de tener pesadillas, dejó de llorar delante del espejo cada vez que se miraba desnuda, dejó de tener un nudo en el estómago cada vez que alguien llamaba a su puerta y ya no cogía la pistola para abrirla. Realmente Castle había conseguido que ella viviera tranquila, dentro de lo que se podía esperar en su oficio. Y lo había conseguido gracias a que él se había encargado de darle a las personas correctas eso expedientes, cuando los recibió pocos días después del entierro de Roy, en lugar de dárselos a ella y volver a exponerla al peligro y Kate no podía culparle por eso.
Castle se hizo un fuerte juramento en el mismo momento en el que ella cayó al suelo tras el disparo. Se lo repitió todos los días que ella estuvo en coma y fue lo primero que Kate escuchó nada más abrir los ojos: “si sales de ésta, te protegeré siempre”. Cuando ella lo oyó, aun no podía hablar, pero asintió con la cabeza para que supiera que estaba de acuerdo.
Definitivamente, no podía culpar a Castle. Y ahora era ella la que se sentía mal porque entendía lo difícil que tenía que haber sido para él todo aquello y lo mal que lo había tenido que pasar. Sabía que no era un hombre al que le gustaran las mentiras y estaba convencida de que mentirle había sido la peor parte que le había tocado hacer. Él nunca le ocultó nada en tres años. Él siempre había estado ahí para ayudarla, cuando ella, por orgullo, no se lo pedía a nadie aunque lo necesitara. Nunca le falló.
Y ahora había tratado de protegerla a toda costa, aun sabiendo que podría perderla para siempre.
Salió de sus pensamientos cuando se dio cuenta de que ya no había nadie por la calle. La lluvia que había empezado como gotas refrescantes se había convertido en casi un diluvio mientras seguía caminando sin que lo hubiera notado, pero ya estaba cerca de su casa. Aceleró un poco el paso. El agua había calado su abrigo y notaba la ropa húmeda pegada a su cuerpo, pero eso ahora no le importaba demasiado. Sólo pensaba en llegar a su casa, coger el teléfono y llamar a Castle para hablar de todo aquello con él tranquilamente. Sabía que era la única forma de deshacer el nudo que se le había formado en la garganta y parar las lágrimas que amenazaban con salir.
Le quedaban pocos metros para llegar a su portal, cuando distinguió una figura en el primer escalón. A medida que se acercaba se dio cuenta de que esa figura era una persona. Unos pasos más le bastaron para ver que esa persona era un hombre y poco después comprobó que ese hombre era Castle. Estaba sentado con los codos apoyados en las rodillas y la cara hundida en las manos. Se notaba que llevaba ahí un tiempo, porque estaba igual de mojado que ella, o tal vez más.
Kate se paró frente a él, e instintivamente, Castle levantó la cabeza. Se quedaron mirándose un momento. Castle tomó aire y se levantó. Kate pudo ver sus ojos, más rojos de lo normal y sobre todo, muy tristes.
“Lo siento, Kate” – Consiguió decir – “Esto lo he hecho por un motivo egoísta... Pero te juro que era buen motivo.”- Se acercó un poco más a ella sin apartar la mirada – “No quería perderte. Y no me refiero a que no quieras que esté más contigo, sino a perderte de verdad, porque te hubieran matado si lo volvías a intentar y yo… no podría soportar que te peguen otro tiro, porque estoy seguro que la próxima vez no iban a fallar.”- Kate no decía nada, solo le miraba sin poder creerse que estuviese allí esperándola, después de la manera en que ella se había marchado de su casa esa tarde.
Castle estaba seguro de que si había una forma de arreglar aquella situación, era ahí, en ese momento, porque después ya no habría marcha atrás –“Se que ahora estás enfadada y no se si algún día volverás a querer saber algo de mi. Pero no me arrepiento de lo que he hecho y sabes que lo haría mil veces más si con eso consigo que tú estés a salvo.”
Kate ya no aguantaba más. Las lágrimas que había estado reprimiendo todo el camino empezaron a salir mezclándose con las gotas de lluvia que seguían cayendo en su cara.
Castle se dio cuenta. Quería abrazarla, consolarla, como había hecho otras tantas veces, pero simplemente no se atrevía. Ahora mismo sentía como que estaba en un circo romano, frente al Cesar, esperando que éste moviera el pulgar hacia arriba, para salvarle, o hacia abajo, para terminar con él.
Y el pulgar se movió. Kate dio un paso adelante y le abrazó fuertemente por el cuello, apoyando la cabeza contra su pecho e, inmediatamente, los brazos de Castle rodearon su cintura mientras un suspiro de alivio salía de su boca. No podía creerlo.
Poco a poco Kate fue despegando su cuerpo del de Castle para poder mirarle a la cara- “Quédate conmigo, Castle”- Le dijo casi en un susurro.
Castle subió una de las manos con las que todavía le abrazaba y le despegó del pómulo un mechón de pelo mojado. Su mano bajó hasta el cuello de Kate, que se estremeció al sentir el calor de su tacto.
Ahora era ella la que le mantenía la mirada. Ya no le abrumaban esos ojos azules cuando se dirigían directamente hacia ella y desde luego ahora no iba a romper el momento. Pasó las manos por sus hombros húmedos y se acercó más a Castle hasta que sus bocas se encontraron.
Por fin pudieron notar lo que sentían el uno por el otro, todo lo que se habían empeñado en guardar para sí durante todo este tiempo. Y era increíble.
Desde el otro lado de la calle, resguardándose de la lluvia bajo uno de los portales, un chico de a penas diecinueve años observaba a la pareja con una sonrisa siniestra en la cara, sabiendo que algún día llegaría su momento, el momento de vengarse de esas dos personas y de todos los que ayudaron a meter a su padre entre rejas. Sólo así se sentiría digno sucesor del legado por el que tanto luchó su padre, el Dragón.
FIN
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
TU FIC ES GENIALOIDE
ya si eso me dices donde está el hijo del dragón y le mando una pizza con bomba nuclear
V_K- Moderador
- Mensajes : 1624
Fecha de inscripción : 22/01/2011
Localización : En ningún sitio, soy un holograma.
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
Wowwwwwwwwwwwwwwww, es genial, en serio!! Me has dejado atontada leyendo de principio a fin, me ha encantado! Feliciades
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
wow wow wow rakel,menuda historia mujer,me ha encantado,todo sentimiento,maravilloso,aunque al final con el hijo del dragon pidiendo venganza.
Raúl- Moderador
- Mensajes : 1189
Fecha de inscripción : 18/05/2011
Edad : 32
Localización : Parla City
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
Una historia buenísima. Me ha encantado y el final totalmente inesperado.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
Increíble!!
Me ha encantado este fic!! Sobre todo cuando Kate reflexiona, si es que mi Castle es tan...............ay madre!! quien tuviera un hombre así a su lado!!
Gracias por el fic!!
Me ha encantado este fic!! Sobre todo cuando Kate reflexiona, si es que mi Castle es tan...............ay madre!! quien tuviera un hombre así a su lado!!
Gracias por el fic!!
rakel- Escritor - Policia
- Mensajes : 1218
Fecha de inscripción : 08/01/2011
Edad : 32
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
QUE PASADA!
ME encantó ¿Proqué tiene que haber otro "Dragón"?
Pobres nunca se desharán de él...
ME encantó ¿Proqué tiene que haber otro "Dragón"?
Pobres nunca se desharán de él...
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
- Mensajes : 1195
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Edad : 29
Localización : Galicia
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
maravillosoooo..me ha encantadooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
Rakel
Impresionante final, bueno espero que no sea ese final y que lo continues, me encanta como narras eres genial. ¿Puedo pedir una continuación de este fic?
soy tu fan
Impresionante final, bueno espero que no sea ese final y que lo continues, me encanta como narras eres genial. ¿Puedo pedir una continuación de este fic?
soy tu fan
Netto10- As del póker
- Mensajes : 358
Fecha de inscripción : 27/03/2011
Edad : 45
Localización : I'm the weapon
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
¡¡¡Precioso!!! ¡¡¡WOWWWWWWWWWWWWWWWWWW!!!
caskett mola- Autor de best-seller
- Mensajes : 874
Fecha de inscripción : 27/01/2011
Edad : 26
Localización : Castlelandia
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
Increíble! no podía parar de leer! muy bien narrado. Enhorabuena!!
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
Vaya! Tengo que decir que lo he leído porque me lo han recomendado! Y es precioso! Es muy pero que muy bonito! Y lo digo demasiado en serio! Escribes más que genial!
Stanathan- Escritor - Policia
- Mensajes : 1511
Fecha de inscripción : 07/07/2011
Edad : 26
Localización : Tarragona
Re: CONCURSO- El pasado siempre vuelve (oneshot)
A mi tambien me lo recomendaron, me dijeron era increible y se quedaron corto. a sido MAGNIFICO, me he emocionado y todo (cosa que no fue muy dificil por lo precioso que es el oneshot), es que me dejaste sin palabras no se que mas escribir
Quiero mas fics tuyooos!!
Quiero mas fics tuyooos!!
kate_beckett- As del póker
- Mensajes : 430
Fecha de inscripción : 07/07/2011
Edad : 30
Localización : Huelva, Andalucia / NYK (L)
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