4 días / 4 noches
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: 4 días / 4 noches
cargarpe escribió:
¿Habrá continuación?
Eso espero... porque le pego
Siguelo, porque no es justo que una escena así sea un oneshot. No es justo.
Evissima- As del póker
- Mensajes : 451
Fecha de inscripción : 15/07/2011
Edad : 27
Localización : España xD
Re: 4 días / 4 noches
epaa !! de qe capi es esa foto :O ?? hubo un par de caps de la 3era tempo qe no las pude ver u.u !
Re: 4 días / 4 noches
Hola. Siento no haberos respondido antes.
Como siempre, gracias por los comentarios. Se agradecen.
En este caso me vais a dar de lo lindo porque éste fanfic SÍ que NO tenía pensado continuarlo.
1º - No sabría ni por dónde seguir. Sólo podría decir el título: 4 noches. NADA MÁS
2º - Tendría que estar con el mismo cabreo que cuando escribí éste para arruinar más la vida de Beckett o Castle. Ahora el cabreo ya se me ha pasado.
3º - Si escribo continuación de éste, no escribo otros.
Nos leemos
Como siempre, gracias por los comentarios. Se agradecen.
En este caso me vais a dar de lo lindo porque éste fanfic SÍ que NO tenía pensado continuarlo.
1º - No sabría ni por dónde seguir. Sólo podría decir el título: 4 noches. NADA MÁS
2º - Tendría que estar con el mismo cabreo que cuando escribí éste para arruinar más la vida de Beckett o Castle. Ahora el cabreo ya se me ha pasado.
3º - Si escribo continuación de éste, no escribo otros.
Nos leemos
qwerty- Escritor - Policia
- Mensajes : 1631
Fecha de inscripción : 27/04/2011
Localización : En la luna de Valencia
Re: 4 días / 4 noches
Casi me haces llorar es muy lindo
Te tengo que confesar algo
Soy tu fan, me encanta como escribís y tu nuevo fic es genial
Te tengo que confesar algo
Soy tu fan, me encanta como escribís y tu nuevo fic es genial
Maku_Stanathan- Policia de homicidios
- Mensajes : 652
Fecha de inscripción : 07/10/2011
Edad : 30
4 noches
La continuación que me pedisteis...
Espero que esta segunda parte esté al mismo nivel de la primera y no se note los meses de diferencia que he tardado entre una y otra parte
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Estaba sentada en su escritorio con su nuevo ordenador portátil, mirando la información en la pantalla mientras realizaba pequeños estiramientos en brazos y espalda.
Cuatro noches llevaba sin dormir. La primera noche no pudo después de la revelación de él, las otras tres porque a pesar del cansancio cerraba los ojos y volvía a su cabeza las imágenes del disparo y el disparo.
El disparo de ella, silencioso y mortal. Luego, el otro disparo. El restallido seco quebrando el silencio y presagiando el fatídico desenlace desde fuera del hangar. Silencio roto, tanto silencio como el que tenía ahora en su departamento.
Se revolvía en la cama, se levantaba, bebía agua, se acostaba, no dormía, la única cosa que podía quitarle esos pensamientos se encontraba esparcida por la pequeña habitación que era su despacho en funciones. Y esos papeles todavía eran peor que los pensamientos de su mente.
Esos papeles le recordaban un dolor más profundo y arraigado dentro de ella junto con el último dolor que había sufrido, éste mucho más reciente y punzante.
Tras salir atropelladamente del departamento de Castle se encontró pidiendo un taxi hacia su casa. Apenas podía controlar las lágrimas que habían empezado a brotarle en el ascensor, con una voz quebrada dijo la dirección de su casa. Quería andar, quería correr pero sobretodo quería alejarse de esa casa lo más rápido posible. Así es como andando, prácticamente corriendo por el asfalto pidió el alto al taxi.
No podía abrir la mano. Seguía con el guante aferrado, de la misma manera que recordaba tiempo atrás aferrándose a la idea de que no quería morir. Sobre el césped sintió que se vaciaba de todo, que se llenaba de todo, un mareo en su cabeza seguido de un abismo oscuro.
Unos meses atrás sintió una punzada en su pecho, luego calor. Un calor ardiente dentro de sí y un tibio calor en la superficie de su cuerpo deslizándose con una suave caricia hacia sus costados. Ahora, esgrimiendo ese guante volvió a sentir ese suave calor, estaba manchándolo con sangre nueva, sangre que fluía de las propias uñas al clavarse en su mano.
Llegó a su apartamento y no recordaba siquiera haber bajado del taxi, cerró la puerta y se quedó en mitad de su salón. Volvió a mirar su mano, su guante, su sangre.
“Mi guante” – pensó.
“Tu sangre” – recordó.
“Pensé que ahora lo entenderías”, “No quiero volver a ver cómo te matan” “Te he mentido para protegerte”
“¿Para protegerme, Rick?” Dijo en voz alta. Volvió a ahogar un sollozo con el guante. Percibió el olor metálico de su mano, ese olor tan característico a cobre del líquido esencia de vida. Separó el guante de su cara y lo miró con rabia, con dolor y con odio; rechinando los dientes y bramando de rencor lanzó el guante contra la ventana de su izquierda.
Quizás lo normal habría sido lanzarlo hacia adelante pero su instinto hizo que girara a la izquierda. Al impactar contra esa ventana unos papeles en los que la cola del celo empezaba a estar desgastada cayeron de su posición.
Conocía de sobra el contenido de esos papeles con sólo ver su tamaño o su color o su ubicación en la ventana, al igual que con el resto de papeles colgados. Uno era la nota de prensa del NYLedger, otro una fotografía en primer plano de la herida mortal de su madre y el último un papel con unas notas escritas a mano con la información del pasante asesinado.
Observó casi con deleite el baile acrobático que describió el último papel al caer posándose sobre el guante en el suelo. Y al mismo tiempo que el papel recorría su último centímetro, se desplomó en el suelo. Su odio al lanzar el guante era odio contra esa ventana, era odio contra ese caso y era odio contra sí misma porque ese caso era su vida.
Liberó el nudo de su garganta, de su pecho, de sus entrañas. Esta vez sí lloró y no tenía que reprimirlo. Poco a poco se fue haciendo un ovillo en el suelo, escondiendo su cara entre las rodillas, cruzando los pies, recostándose en el centro del salón abrazándose a la vez piernas y cabeza.
Abrió lo ojos, estaba completamente a oscuras, se había quedado dormida por unos minutos aunque se imaginó que no fueron demasiados porque aún sentía la presión en garganta y ojos.
Se arrodilló e intentó ubicarse entre las sombras, estaba en su salón. Se incorporó y recordó lo último que había hecho. Así que se dirigió al pequeño habitáculo que había bautizado como su despacho. Encendió la lamparita y recogió con cuidado los papeles caídos y el guante.
Dejó los papeles sobre la mesa y el guante lo llevó al salón. De un altillo sacó una caja y la abrió, sacó una bolsa con una camisa negra en la que se notaba la sangre impregnada a pesar del color. La camisa estaba hecha jirones por las tijeras de urgencias. Los médicos no podían tirar la ropa, y los de la científica la recogieron junto con su casaca para analizar el agujero y comprobar si había algún rastro, todo negativo tras los estudios oportunos. Averiguó que las tenían archivadas en el almacén de pruebas como objeto no relevante en la investigación ya que no encontraron nada. Todos esos objetos se destruían una vez al año, entonces presentó los papeles oportunos para recuperar la ropa de ese día. Su casaca y su camisa.
También guardaba el otro guante impoluto, pareja del que había recuperado. Al perder uno de los guantes, solicitó una pareja nueva y se guardó el impar. Ahora ya tenía el juego completo de ese día. Al fondo de la caja estaba la casaca agujereada, los guantes en medio y arriba la camisa, todavía dentro de la bolsa de evidencias. Sonrió irónicamente mientras cerraba la caja y volvía a colocarla en su sitio. Al fin había recuperado toda la ropa de ese día.
Volvió al despacho, cogió los papeles y comprobó que la cinta adhesiva estaba desgastada. Puso otra nueva, y colocó de nuevo los papeles en la posición correspondiente en esa pizarra-ventanal. La noticia del NYLedger en el centro a la izquierda, la nota del pasante debajo, la fotografía en primer plano de la herida en el centro. Fotografía manchada ahora con su propia sangre seca debido a la transferencia cuando fue golpeada por el guante. Rascó ligeramente las manchas de la superficie y la colocó en su sitio. Volvió a quedarse de pie mirando por enésima vez la información, de ahí no podía sacar nada más.
Su mente estaba en otra parte, en otra casa. Recordaba el breve pero concentrado monólogo de Castle. Ya que sus pocas palabras interrumpiéndolo no se podían considerar como parte de una conversación. Él tenía información, le había dicho que el capitán Montgomery tenía información, había otros cabos que seguir.
“No puedes resolver esto de esa manera. Así sólo conseguirás que te maten”…
- Pero quién demonios se ha creído que es - Dijo en voz alta – Es mi vida y desde luego que no quiero morir… pero es mía, yo decido cómo voy a seguirla. No has tenido suficiente en comisaría que tenías que meter tus narices en mi vida y eso que te avisé por segunda vez. Cualquier movimiento es bajo mi consentimiento… Es mi vida, mía, no tuya. Ni tienes derecho a manejarla a tu antojo porque no te pertenece, no es tu vida. Para colmo me manipulas para que deje el caso a un lado y tú juegas a policías con ella. Mi vida no te pertenece, yo no te pert… - respiró hondo y cerró los ojos - yo no te pertenezco.
Continuó su monólogo ante la pizarra.
- Esto lo resolveré. Apenas confiaba en nadie y los pocos en quien lo hice… El capitán, lo admiraba tanto y… tú lo mismo, habéis actuado a mis espaldas. Confiaba en vosotros, en ti. Creí en ti y me dolía tanto decirte que no recordaba nada que me odiaba a mí misma por mentir. Pero eso que me dijiste… fue algo por la intensidad del momento, no era real… Y si lo era, yo no… Pero tú eres de los que insistes y tampoco me lo has repetido ¿Acaso te arrepentiste? – Mostrando parte de su vanidad.
Se tomó unos minutos delante de la ventana sin sacar nada más, no tenía nada más que sacar con esa información delante de ella.
- Tengo que resolver esto como sea. No puedo estancarme aquí.
Sacó el móvil y tecleó para buscar la marcación rápida. Antes de apretar el botón de llamada pensó en lo que iba a decir. Se sentía lo bastante traicionada como para no querer hablar con él. Y tampoco sabía cómo hablarle porque desde hacía 4 días se supone que ella era la traidora que le había estado mintiendo durante meses y ahora era él el traidor que la había engañado desde hacía meses. Pero él seguía teniendo algo que le pertenecía y quería recuperarlo. Porque ese escollo, el escollo de su ventana quería solucionarlo de una vez por todas.
Apenas musitó con sus labios: “Si hiciese esto como si fuera un caso normal, ¿Qué haría?” - sin sentimientos de traición, sin mentiras, sin orgullo. Se respondió convencida: “Bajar al archivo a por los documentos”. Así que eso iba a hacer. Y ¿Cómo pedírselos? De la manera que menos tuviera que hablar ni encontrarse con él, de la misma manera que si rellenara un formulario más de la comisaría. Cambió la aplicación del móvil y tecleó en la pantalla.
Al cabo de 2 minutos tenía el resultado en pantalla: Mensaje enviado 04:26 “Quiero la investigación completa. Déjala donde pueda recogerla”
Se fue al aseo a limpiarse las heridas de la mano, a quitarse las escamas de sangre reseca y darse un baño. No tenía sueño, esa era otra manera de descansar y de disimular las pocas lágrimas que quedaban por salir.
Las siguientes tres noches volvió a pasarlas en vela, tenía en su despacho la información de Castle. Él había hecho que se la llevaran por paquetería exprés. Entendió el mensaje que no quería verlo y en un sobre menos abultado de lo que ella esperaba encontró folios escritos por el puño y letra del escritor junto con otros recortes de periódicos y una memoria USB.
Los papeles los leyó y los clasificó según la persona a la que hacía referencia, añadió otras entradas más en su pizarra, ahora tenía más información con la que completar esos nombres por lo que las añadió. Hasta ese momento apenas el tenía nombre y apellidos:
- Halstead, jefe de bomberos.
- El director del banco donde se transfirió el dinero.
- Smith, portador de los papeles de Montgomery. ¿Qué pruebas son esas? ¿Cómo llegar a Smith?
- Katherin Beckett.
Quedaban varios papeles escritos a bolígrafo y lápiz con los pensamientos y los galimatías de Castle intentando hilar una historia que resolviese el caso. Esas notas eran muy personales y utilizaba un código y una disposición en el folio que sólo entendía él. Iba a costarle desentramar esas últimas hojas sin su ayuda como traductor de los apuntes.
En comisaría, por el día parecía una autómata, trabajaba sin motivo. Cerró un par de casos sencillos, rellenó los formularios correspondientes, interrogaba sospechosos, clasificó las pruebas y evidencias…
Después de los tres primeros días sin que Castle apareciese, sus compañeros le preguntaron si sabía algo de él, o si estaban enfadados. Como siempre que preguntaban sobre su vida, daba evasivas.
- Yo no le he prohibido venir. Quizás esté haciendo otras cosas – cuando se lo preguntaron Castle no aparecía porque eran los días en que estaba rumiando la confesión de ella. Realmente no le había prohibido ir a comisaría, pero no iba a aparecer mientras no se aclararan las cosas.
Ahora estaban los dos digiriendo lo que se habían confesado mutuamente. Afortunadamente no preguntaron más, por lo que no tuvo que mentir más a sus compañeros. A pesar que Ryan y Expósito eran casi como sus hermanos, nunca les había hablado de su vida privada, ahora tampoco iba a romper la regla. Era un tema demasiado personal como para airearlo con ellos.
Por el día se sentía vacía, cansada, algunos ratos se distraía con su trabajo, pero en cuanto se levantaba para tomar siquiera un sorbo de café volvía a su cabeza la información que había estado leyendo, el sentimiento de traición de Castle, el calor remanente en su pecho y la palpitación en su sien con algunas de sus palabras “Lo hice para protegerte” tenía que sobrellevarlo día y noche. Seguía notando el dedo de Castle en su cabeza, luego en su pecho “Lo tuyo es de aquí, lo mío es de aquí”.
Ese día, en los aseos, se desabrochó la camisa para mirarse de nuevo la cicatriz del pecho “Te mentí para protegerte”, “No quiero verte morir de nuevo” ¿Por qué demonios se tenía que haber entrometido en medio? Intentaba pensar qué habría hecho ella en su lugar… Ella daba todo por la vida y por proteger al inocente. Si ella hubiera visto a Castle en peligro lo socorrería pero… ella también le dijo que respetase su voluntad, que no se inmiscuyera sin su permiso y a diferencia de él, ella respetaba las decisiones de los demás ¿o habría hecho otra cosa? Para colmo fue él quien la convenció para que se apartara de la investigación ¿Habría hecho lo mismo?
- Beckett, tenemos las pruebas, puedes ir a la sala de interrogatorios a cerrar el caso – Se oyó desde la otra parte de la puerta
- Voy – Se pasó de nuevo los botones para cerrar la camisa.
Ya era la cuarta noche, por el día se había dado una sesión intensa en el gimnasio para poder conciliar el sueño pero era imposible. Otra noche más sin cenar, el nudo ocupaba todos sus intestinos. Su cansancio, la débil sobrecarga muscular en brazos y piernas no eran suficiente para llevar el descanso su cabeza. Volvió a levantarse de la deshecha cama. Tal como era costumbre cuando se excedía en el ejercicio y sentía las típicas molestias musculares empezó a realizar pequeños estiramientos para impedir que se agarrotaran los músculos. Se plantó de nuevo en el marco del despacho mientras miraba de nuevo esa ventana.
Los folios y notas los había tenido que agrupar más en su ventanal para que cupiese todo, aunque la verdadera ampliación de su investigación estaba en el ordenador. Se sentó y sacó el pequeño ordenador portátil que se había comprado para ver exclusivamente la información que había guardado Castle en la memoria.
Hacía tres noches, cuando recibió el paquete insertó la memoria en su ordenador para ver lo que había. No le sorprendió ni necesitó mucho para entender la envergadura que estaba tomando el caso. Lo primero que hizo al día siguiente fue comprarse un ordenador pequeño, uno con el que trabajaría y que no estaría conectado a la red. Tenía una idea básica de informática y de seguridad de redes pero así se aseguraba que si alguien quería husmear, tendría que forzar la puerta de entrada y rebuscar en su casa, no iba a dejar la opción que la invadieran desde la toma de red.
No podía negar que Castle era un investigador nato. Tan bueno como sus compañeros de trabajo. Con la diferencia que sus pesquisas siempre iban enfocadas para describir los detalles de sus libros. Siempre para sus libros, excepto esa vez. Lo que tenía delante era su investigación tan bien organizada o mejor de cómo lo hacía ella.
Había duplicado la información y la había archivado de manera que podía seguirla desde varios puntos de vista: individualmente por las personas implicadas, por los hechos cronológicos, por los sucesos que a ellos les habían ocurrido, un árbol enlazando cada uno de los implicados, el comparativo de las facturas, como punto de origen el asesinato de su madre, como punto de origen el asesinato de Bob Armen, dejando en cada una de las pantallas unos huecos donde intuía que faltaba información para ser rellenados.
Viendo esas pantallas estaba segura que desde que decidió tomar la investigación por su cuenta, Castle había pasado tantas horas delante de la pantalla como ella delante de su ventana-pizarra. Y saber eso le provocaba sentimientos encontrados.
No podía quitarse el sentimiento de rabia de saberse manipulada, engañada y vigilada pero por otra parte una cálida sensación resistía en su interior, todas esas horas implicaba que él le había dedicado un tiempo importante en su vida, quitándoselo de horas de sueño o incluso de horas de estar con su familia. Saber que había estado averiguando cosas de gente sin escrúpulos y de la que no se piensa dos veces en eliminar de raíz sus amenazas también le provocaba una ansiedad que se acumulaba al resto de sus emociones.
Cogió los papeles manuscritos para clasificarlos. Le quedaban algunas hojas para interpretar. Escogió una al azar. Esa noche averiguaría el contenido de esa página. La primera le costó, pero poco a poco entendía la manera que Castle tomaba notas. La segunda hoja la descifró la segunda noche. Esa noche tocaba averiguar la tercera.
Se trataba de unos apuntes con las armas utilizadas y la persona que las empuñaba. El cuchillo y la pistola de Coonan, las de Montgomery, Lockwood, John Doe… junto con los nombres de los agresores aparecían el nombre de las víctimas, fecha del delito, el grado de entrenamiento y dónde lo había recibido.
Al igual que con la información de la memoria USB, en la parte baja tenía resumido los ataques desde otro punto de vista: por fechas. Indicaba al lado arma, agresor y víctima. Buscó la pestaña correspondiente en el ordenador para comprobar si había transcrito esas notas.
No lo había hecho, así que se puso a hacer el trabajo pendiente y rellenó una ficha con el mismo formato que había utilizado Castle. Esa hoja era fácil entenderla, apenas tenía que arreglar la disposición de las notas y agrupar las distintas armas. Paró de escribir un momento cuando llegó a John Doe. Sabía que no era un nombre real, ese es el nombre genérico que se les da a los que no quieren decir su nombre o son los desconocidos sobre la mesa de autopsias.
“JOHN DOE” en ese papel se refería al anónimo francotirador que atentó contra ella. Apretó unos segundos los puños haciendo crujir las articulaciones, respiró hondo y añadió esa entrada, el rifle de asalto del marine muerto, la fecha y el nombre de “K. BECKETT” como víctima. Debajo de su nombre aparecían otras letras: “ILUK”, tenía pinta de ser un apellido extranjero. Posiblemente otra víctima de John Doe. Era la primera vez que leía ese apellido, no lo conocía, pero debía de ser importante porque estaba remarcado respecto el resto.
Castle había repasado a bolígrafo y lápiz esas letras tantas veces que casi había rasgado el papel. Repasó la información en el ordenador e hizo la búsqueda por esa entrada y no encontró nada. Seguramente era una pista nueva de Castle, un nuevo nombre por el que seguir la investigación, revisó brevemente los otros apuntes y no lo localizó. Estaba segura que ese apellido era importante porque si no, no lo habría remarcado tanto.
Cogió de nuevo los otros papeles, había uno con bastantes letras, parecía una redacción. Empezó a leerlo, quizás encontrase algo respecto a ese nuevo hombre.
Con sólo unas líneas supo lo que era esa redacción. Era el suceso de la muerte del capitán y lo acontecido unas horas antes y después bajo el punto de vista de Castle. Parecía más un diario, unas líneas de desahogo que un informe…
“Tengo que poner un punto de origen a los sucesos y quiero escribir esto como lo recuerdo, aunque no creo que se me olvide nunca las horas previas y posteriores a la muerte del capitán…
…
He hablado con él en el despacho, me llamó porque estaba convencido que podía hacer desistir a Kate de su idea de seguir con el caso. Le dije que le hablara él pero me dijo que no podía hacerlo…
…
Ahora entiendo por qué él no podía hablarle, sin embargo aún no entiendo por qué creía que Kate me escucharía. Yo soy la persona menos indicada porque siempre acabo molestándola de alguna manera, ella toma en serio algunas de mis teorías pero nada más. No creo que sea el idóneo cuando ella siempre ha mantenido una raya importante entre su trabajo y su vida personal. Yo estoy en su trabajo, pero no en su vida personal.
El capitán estaba tan angustiado como yo que acabe muerta y es injusto que unos maleantes tengan atada una vida que podría ser tan hermosa…
…
Al final o es ella o es él. Uno de los dos acabará muerto…
…
Me llamó para que fuera al hangar, me dijo que una vez allí me explicaría porqué me necesitaba…
Continuó leyendo, conforme se acercaba a su disparo le costaba más porque se saltaba las palabras, era algo que no deseaba leer. De reojo adivinó una frase unas líneas más abajo “…No me dejes, por favor…” en toda la hoja no se había saltado ningún detalle. Era fácil adivinar que tampoco iba a ahorrarse los detalles de esa parte. Saltó directamente al final.
“Me han llamado hace un rato. Sigue en urgencias pero despierta desde hace un par de horas. Esta vez ha faltado muy poco pero ¿y la próxima?”
Plegó la hoja, otro día acabaría de leerla. Miró el reloj, no era excesivamente tarde y mirando la hora pensó dónde salir.
Tocó a la puerta y aguzó el oído para oír los pasos o algo de movimiento en el interior, no quería molestarle más de la cuenta. Tras la puerta se oyó el ruido de cadenas y se abrió
- Ei.
- Ei.
Pasó al interior y cerró la puerta tras ella. Enseguida fue a abrazarlo. Siempre era confortable recostarse sobre los brazos que la habían criado.
- Te veo cansada. Pasa y siéntate – Colgándole la chaqueta en la entrada.
Padre e hija estuvieron hablando de cosas triviales. Jim hizo que cenara uno de sus sándwiches y al final descalza y recostada en el sillón tal como hacía desde pequeña salió el tema que la llevaba insomne desde hacía ya 8 días.
- ¿Ya lo sabías? ¿Desde cuándo?
- Castle vino a verme después de mandarte la investigación. Pensó que antes o después vendrías. Me explicó brevemente lo que había pasado, sólo quería ponerme al corriente. No me dijo los detalles de la investigación que lleváis juntos.
- ¿Qué llevamos juntos? Noooo, nada de eso. Que llevaba él. Seguro que vino para que te pusieses de su parte y defenderle.
- Nada de eso, cariño. No me pidió nada y tampoco le defiendo. Él no se disculpó. Sabe que es algo que no tenía que haber hecho pero me dio la impresión que lo volvería a hacer. Y… he dicho la investigación que lleváis juntos porque ahora la tienes tú ¿verdad?
- Sí.
- No hablamos mucho, sólo me dijo que había llevado eso a tus espaldas para evitar que te volvieras a exponer. Me dijo que cuando volviste de la cabaña empezaste a actuar igual que cuando te fuiste – Jim se sentó en la mesita auxiliar y tomó la mano de su hija - Y te conozco lo suficiente como para saber a lo que se refiere. Lo que hizo estuvo mal, pero lo entiendo. ¿Tú, no?
- Pero… es el caso de mamá. Es mi caso. Él no tiene derecho a tomar decisiones por mí. Eso me lo hicieron a mí, soy yo la que tiene que averiguarlo… Es algo mío y él no tiene… Él es un invitado al que le dejé ver las notas del caso y se ha metido completamente en medio. Además, si lo hace él, si lo resuelve yo seguiré sintiéndome tan vacía como todo este tiempo. No quiero saber que he malgastado mis fuerzas y ha sido otro el que me ha dado la solución en bandeja. Yo, sólo yo soy la que puede llegar al final de esto.
- Katie, ya discutimos esto. Tú ya sabes mi opinión y sé que no puedo hacerte cambiar la tuya. Sabes que yo dejaría a mamá descansar en paz. Y ni tú ni Castle deberíais investigar más.
- ¿Y dejar a los asesinos impunes?
- ¿Y malgastar tu vida detrás de alguien a quien no puedes atrapar?
- Si los atrapo no sería una vida malgastada.
- Sería malgastada si son ellos los que te cazan – La pequeña de los Beckett negaba en silencio las palabras de su padre – ¿Tú crees que mamá querría que te enterrara antes de hora? ¿Crees que mamá querría que te pasara algo por ella?
Permanecieron en silencio durante unos minutos. Un silencio cómodo. Recordaba que ese silencio era igual cuando ella dejaba que su padre la consolara o hacía que se calmara de alguna rabieta que cogía. Desde pequeña siempre se había hecho la fuerte, pero las pocas ocasiones que se dejaba consolar, su padre siempre conseguía calmarla. Para eso, para quitarse las pesadillas de la noche o calmar sus frustraciones siempre prefirió las manos tranquilas, los brazos y la mirada de su padre a las de su madre.
Cuando Jim vio a su pequeña relajarse y parpadear lentamente, dejando varios segundos los ojos cerrados decidió ir a por una manta, su manta. La que ella siempre usó en ese sofá. La tapó, acarició su pelo y la besó en la frente.
- Te quiero, papá – dijo débilmente.
- Yo también te quiero, I love you, Katie.
Atravesando las puertas hacia el mundo de Morfeo su mente voló a los papeles de su casa. No podía sacarse la investigación de su cabeza. Descubrió que la palabra que Castle había repasado hasta la saciedad, hasta casi rasgar el papel “ILUK” no se trataba de un apellido extranjero. Se trataba del acrónimo de una frase que sólo le había oído decir una vez mientras se sumía en una oscuridad más fría que la de ahora: “I love you, Kate”
Espero que esta segunda parte esté al mismo nivel de la primera y no se note los meses de diferencia que he tardado entre una y otra parte
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Estaba sentada en su escritorio con su nuevo ordenador portátil, mirando la información en la pantalla mientras realizaba pequeños estiramientos en brazos y espalda.
Cuatro noches llevaba sin dormir. La primera noche no pudo después de la revelación de él, las otras tres porque a pesar del cansancio cerraba los ojos y volvía a su cabeza las imágenes del disparo y el disparo.
El disparo de ella, silencioso y mortal. Luego, el otro disparo. El restallido seco quebrando el silencio y presagiando el fatídico desenlace desde fuera del hangar. Silencio roto, tanto silencio como el que tenía ahora en su departamento.
Se revolvía en la cama, se levantaba, bebía agua, se acostaba, no dormía, la única cosa que podía quitarle esos pensamientos se encontraba esparcida por la pequeña habitación que era su despacho en funciones. Y esos papeles todavía eran peor que los pensamientos de su mente.
Esos papeles le recordaban un dolor más profundo y arraigado dentro de ella junto con el último dolor que había sufrido, éste mucho más reciente y punzante.
Tras salir atropelladamente del departamento de Castle se encontró pidiendo un taxi hacia su casa. Apenas podía controlar las lágrimas que habían empezado a brotarle en el ascensor, con una voz quebrada dijo la dirección de su casa. Quería andar, quería correr pero sobretodo quería alejarse de esa casa lo más rápido posible. Así es como andando, prácticamente corriendo por el asfalto pidió el alto al taxi.
No podía abrir la mano. Seguía con el guante aferrado, de la misma manera que recordaba tiempo atrás aferrándose a la idea de que no quería morir. Sobre el césped sintió que se vaciaba de todo, que se llenaba de todo, un mareo en su cabeza seguido de un abismo oscuro.
Unos meses atrás sintió una punzada en su pecho, luego calor. Un calor ardiente dentro de sí y un tibio calor en la superficie de su cuerpo deslizándose con una suave caricia hacia sus costados. Ahora, esgrimiendo ese guante volvió a sentir ese suave calor, estaba manchándolo con sangre nueva, sangre que fluía de las propias uñas al clavarse en su mano.
Llegó a su apartamento y no recordaba siquiera haber bajado del taxi, cerró la puerta y se quedó en mitad de su salón. Volvió a mirar su mano, su guante, su sangre.
“Mi guante” – pensó.
“Tu sangre” – recordó.
“Pensé que ahora lo entenderías”, “No quiero volver a ver cómo te matan” “Te he mentido para protegerte”
“¿Para protegerme, Rick?” Dijo en voz alta. Volvió a ahogar un sollozo con el guante. Percibió el olor metálico de su mano, ese olor tan característico a cobre del líquido esencia de vida. Separó el guante de su cara y lo miró con rabia, con dolor y con odio; rechinando los dientes y bramando de rencor lanzó el guante contra la ventana de su izquierda.
Quizás lo normal habría sido lanzarlo hacia adelante pero su instinto hizo que girara a la izquierda. Al impactar contra esa ventana unos papeles en los que la cola del celo empezaba a estar desgastada cayeron de su posición.
Conocía de sobra el contenido de esos papeles con sólo ver su tamaño o su color o su ubicación en la ventana, al igual que con el resto de papeles colgados. Uno era la nota de prensa del NYLedger, otro una fotografía en primer plano de la herida mortal de su madre y el último un papel con unas notas escritas a mano con la información del pasante asesinado.
Observó casi con deleite el baile acrobático que describió el último papel al caer posándose sobre el guante en el suelo. Y al mismo tiempo que el papel recorría su último centímetro, se desplomó en el suelo. Su odio al lanzar el guante era odio contra esa ventana, era odio contra ese caso y era odio contra sí misma porque ese caso era su vida.
Liberó el nudo de su garganta, de su pecho, de sus entrañas. Esta vez sí lloró y no tenía que reprimirlo. Poco a poco se fue haciendo un ovillo en el suelo, escondiendo su cara entre las rodillas, cruzando los pies, recostándose en el centro del salón abrazándose a la vez piernas y cabeza.
Abrió lo ojos, estaba completamente a oscuras, se había quedado dormida por unos minutos aunque se imaginó que no fueron demasiados porque aún sentía la presión en garganta y ojos.
Se arrodilló e intentó ubicarse entre las sombras, estaba en su salón. Se incorporó y recordó lo último que había hecho. Así que se dirigió al pequeño habitáculo que había bautizado como su despacho. Encendió la lamparita y recogió con cuidado los papeles caídos y el guante.
Dejó los papeles sobre la mesa y el guante lo llevó al salón. De un altillo sacó una caja y la abrió, sacó una bolsa con una camisa negra en la que se notaba la sangre impregnada a pesar del color. La camisa estaba hecha jirones por las tijeras de urgencias. Los médicos no podían tirar la ropa, y los de la científica la recogieron junto con su casaca para analizar el agujero y comprobar si había algún rastro, todo negativo tras los estudios oportunos. Averiguó que las tenían archivadas en el almacén de pruebas como objeto no relevante en la investigación ya que no encontraron nada. Todos esos objetos se destruían una vez al año, entonces presentó los papeles oportunos para recuperar la ropa de ese día. Su casaca y su camisa.
También guardaba el otro guante impoluto, pareja del que había recuperado. Al perder uno de los guantes, solicitó una pareja nueva y se guardó el impar. Ahora ya tenía el juego completo de ese día. Al fondo de la caja estaba la casaca agujereada, los guantes en medio y arriba la camisa, todavía dentro de la bolsa de evidencias. Sonrió irónicamente mientras cerraba la caja y volvía a colocarla en su sitio. Al fin había recuperado toda la ropa de ese día.
Volvió al despacho, cogió los papeles y comprobó que la cinta adhesiva estaba desgastada. Puso otra nueva, y colocó de nuevo los papeles en la posición correspondiente en esa pizarra-ventanal. La noticia del NYLedger en el centro a la izquierda, la nota del pasante debajo, la fotografía en primer plano de la herida en el centro. Fotografía manchada ahora con su propia sangre seca debido a la transferencia cuando fue golpeada por el guante. Rascó ligeramente las manchas de la superficie y la colocó en su sitio. Volvió a quedarse de pie mirando por enésima vez la información, de ahí no podía sacar nada más.
Su mente estaba en otra parte, en otra casa. Recordaba el breve pero concentrado monólogo de Castle. Ya que sus pocas palabras interrumpiéndolo no se podían considerar como parte de una conversación. Él tenía información, le había dicho que el capitán Montgomery tenía información, había otros cabos que seguir.
“No puedes resolver esto de esa manera. Así sólo conseguirás que te maten”…
- Pero quién demonios se ha creído que es - Dijo en voz alta – Es mi vida y desde luego que no quiero morir… pero es mía, yo decido cómo voy a seguirla. No has tenido suficiente en comisaría que tenías que meter tus narices en mi vida y eso que te avisé por segunda vez. Cualquier movimiento es bajo mi consentimiento… Es mi vida, mía, no tuya. Ni tienes derecho a manejarla a tu antojo porque no te pertenece, no es tu vida. Para colmo me manipulas para que deje el caso a un lado y tú juegas a policías con ella. Mi vida no te pertenece, yo no te pert… - respiró hondo y cerró los ojos - yo no te pertenezco.
Continuó su monólogo ante la pizarra.
- Esto lo resolveré. Apenas confiaba en nadie y los pocos en quien lo hice… El capitán, lo admiraba tanto y… tú lo mismo, habéis actuado a mis espaldas. Confiaba en vosotros, en ti. Creí en ti y me dolía tanto decirte que no recordaba nada que me odiaba a mí misma por mentir. Pero eso que me dijiste… fue algo por la intensidad del momento, no era real… Y si lo era, yo no… Pero tú eres de los que insistes y tampoco me lo has repetido ¿Acaso te arrepentiste? – Mostrando parte de su vanidad.
Se tomó unos minutos delante de la ventana sin sacar nada más, no tenía nada más que sacar con esa información delante de ella.
- Tengo que resolver esto como sea. No puedo estancarme aquí.
Sacó el móvil y tecleó para buscar la marcación rápida. Antes de apretar el botón de llamada pensó en lo que iba a decir. Se sentía lo bastante traicionada como para no querer hablar con él. Y tampoco sabía cómo hablarle porque desde hacía 4 días se supone que ella era la traidora que le había estado mintiendo durante meses y ahora era él el traidor que la había engañado desde hacía meses. Pero él seguía teniendo algo que le pertenecía y quería recuperarlo. Porque ese escollo, el escollo de su ventana quería solucionarlo de una vez por todas.
Apenas musitó con sus labios: “Si hiciese esto como si fuera un caso normal, ¿Qué haría?” - sin sentimientos de traición, sin mentiras, sin orgullo. Se respondió convencida: “Bajar al archivo a por los documentos”. Así que eso iba a hacer. Y ¿Cómo pedírselos? De la manera que menos tuviera que hablar ni encontrarse con él, de la misma manera que si rellenara un formulario más de la comisaría. Cambió la aplicación del móvil y tecleó en la pantalla.
Al cabo de 2 minutos tenía el resultado en pantalla: Mensaje enviado 04:26 “Quiero la investigación completa. Déjala donde pueda recogerla”
Se fue al aseo a limpiarse las heridas de la mano, a quitarse las escamas de sangre reseca y darse un baño. No tenía sueño, esa era otra manera de descansar y de disimular las pocas lágrimas que quedaban por salir.
Las siguientes tres noches volvió a pasarlas en vela, tenía en su despacho la información de Castle. Él había hecho que se la llevaran por paquetería exprés. Entendió el mensaje que no quería verlo y en un sobre menos abultado de lo que ella esperaba encontró folios escritos por el puño y letra del escritor junto con otros recortes de periódicos y una memoria USB.
Los papeles los leyó y los clasificó según la persona a la que hacía referencia, añadió otras entradas más en su pizarra, ahora tenía más información con la que completar esos nombres por lo que las añadió. Hasta ese momento apenas el tenía nombre y apellidos:
- Halstead, jefe de bomberos.
- El director del banco donde se transfirió el dinero.
- Smith, portador de los papeles de Montgomery. ¿Qué pruebas son esas? ¿Cómo llegar a Smith?
- Katherin Beckett.
Quedaban varios papeles escritos a bolígrafo y lápiz con los pensamientos y los galimatías de Castle intentando hilar una historia que resolviese el caso. Esas notas eran muy personales y utilizaba un código y una disposición en el folio que sólo entendía él. Iba a costarle desentramar esas últimas hojas sin su ayuda como traductor de los apuntes.
En comisaría, por el día parecía una autómata, trabajaba sin motivo. Cerró un par de casos sencillos, rellenó los formularios correspondientes, interrogaba sospechosos, clasificó las pruebas y evidencias…
Después de los tres primeros días sin que Castle apareciese, sus compañeros le preguntaron si sabía algo de él, o si estaban enfadados. Como siempre que preguntaban sobre su vida, daba evasivas.
- Yo no le he prohibido venir. Quizás esté haciendo otras cosas – cuando se lo preguntaron Castle no aparecía porque eran los días en que estaba rumiando la confesión de ella. Realmente no le había prohibido ir a comisaría, pero no iba a aparecer mientras no se aclararan las cosas.
Ahora estaban los dos digiriendo lo que se habían confesado mutuamente. Afortunadamente no preguntaron más, por lo que no tuvo que mentir más a sus compañeros. A pesar que Ryan y Expósito eran casi como sus hermanos, nunca les había hablado de su vida privada, ahora tampoco iba a romper la regla. Era un tema demasiado personal como para airearlo con ellos.
Por el día se sentía vacía, cansada, algunos ratos se distraía con su trabajo, pero en cuanto se levantaba para tomar siquiera un sorbo de café volvía a su cabeza la información que había estado leyendo, el sentimiento de traición de Castle, el calor remanente en su pecho y la palpitación en su sien con algunas de sus palabras “Lo hice para protegerte” tenía que sobrellevarlo día y noche. Seguía notando el dedo de Castle en su cabeza, luego en su pecho “Lo tuyo es de aquí, lo mío es de aquí”.
Ese día, en los aseos, se desabrochó la camisa para mirarse de nuevo la cicatriz del pecho “Te mentí para protegerte”, “No quiero verte morir de nuevo” ¿Por qué demonios se tenía que haber entrometido en medio? Intentaba pensar qué habría hecho ella en su lugar… Ella daba todo por la vida y por proteger al inocente. Si ella hubiera visto a Castle en peligro lo socorrería pero… ella también le dijo que respetase su voluntad, que no se inmiscuyera sin su permiso y a diferencia de él, ella respetaba las decisiones de los demás ¿o habría hecho otra cosa? Para colmo fue él quien la convenció para que se apartara de la investigación ¿Habría hecho lo mismo?
- Beckett, tenemos las pruebas, puedes ir a la sala de interrogatorios a cerrar el caso – Se oyó desde la otra parte de la puerta
- Voy – Se pasó de nuevo los botones para cerrar la camisa.
Ya era la cuarta noche, por el día se había dado una sesión intensa en el gimnasio para poder conciliar el sueño pero era imposible. Otra noche más sin cenar, el nudo ocupaba todos sus intestinos. Su cansancio, la débil sobrecarga muscular en brazos y piernas no eran suficiente para llevar el descanso su cabeza. Volvió a levantarse de la deshecha cama. Tal como era costumbre cuando se excedía en el ejercicio y sentía las típicas molestias musculares empezó a realizar pequeños estiramientos para impedir que se agarrotaran los músculos. Se plantó de nuevo en el marco del despacho mientras miraba de nuevo esa ventana.
Los folios y notas los había tenido que agrupar más en su ventanal para que cupiese todo, aunque la verdadera ampliación de su investigación estaba en el ordenador. Se sentó y sacó el pequeño ordenador portátil que se había comprado para ver exclusivamente la información que había guardado Castle en la memoria.
Hacía tres noches, cuando recibió el paquete insertó la memoria en su ordenador para ver lo que había. No le sorprendió ni necesitó mucho para entender la envergadura que estaba tomando el caso. Lo primero que hizo al día siguiente fue comprarse un ordenador pequeño, uno con el que trabajaría y que no estaría conectado a la red. Tenía una idea básica de informática y de seguridad de redes pero así se aseguraba que si alguien quería husmear, tendría que forzar la puerta de entrada y rebuscar en su casa, no iba a dejar la opción que la invadieran desde la toma de red.
No podía negar que Castle era un investigador nato. Tan bueno como sus compañeros de trabajo. Con la diferencia que sus pesquisas siempre iban enfocadas para describir los detalles de sus libros. Siempre para sus libros, excepto esa vez. Lo que tenía delante era su investigación tan bien organizada o mejor de cómo lo hacía ella.
Había duplicado la información y la había archivado de manera que podía seguirla desde varios puntos de vista: individualmente por las personas implicadas, por los hechos cronológicos, por los sucesos que a ellos les habían ocurrido, un árbol enlazando cada uno de los implicados, el comparativo de las facturas, como punto de origen el asesinato de su madre, como punto de origen el asesinato de Bob Armen, dejando en cada una de las pantallas unos huecos donde intuía que faltaba información para ser rellenados.
Viendo esas pantallas estaba segura que desde que decidió tomar la investigación por su cuenta, Castle había pasado tantas horas delante de la pantalla como ella delante de su ventana-pizarra. Y saber eso le provocaba sentimientos encontrados.
No podía quitarse el sentimiento de rabia de saberse manipulada, engañada y vigilada pero por otra parte una cálida sensación resistía en su interior, todas esas horas implicaba que él le había dedicado un tiempo importante en su vida, quitándoselo de horas de sueño o incluso de horas de estar con su familia. Saber que había estado averiguando cosas de gente sin escrúpulos y de la que no se piensa dos veces en eliminar de raíz sus amenazas también le provocaba una ansiedad que se acumulaba al resto de sus emociones.
Cogió los papeles manuscritos para clasificarlos. Le quedaban algunas hojas para interpretar. Escogió una al azar. Esa noche averiguaría el contenido de esa página. La primera le costó, pero poco a poco entendía la manera que Castle tomaba notas. La segunda hoja la descifró la segunda noche. Esa noche tocaba averiguar la tercera.
Se trataba de unos apuntes con las armas utilizadas y la persona que las empuñaba. El cuchillo y la pistola de Coonan, las de Montgomery, Lockwood, John Doe… junto con los nombres de los agresores aparecían el nombre de las víctimas, fecha del delito, el grado de entrenamiento y dónde lo había recibido.
Al igual que con la información de la memoria USB, en la parte baja tenía resumido los ataques desde otro punto de vista: por fechas. Indicaba al lado arma, agresor y víctima. Buscó la pestaña correspondiente en el ordenador para comprobar si había transcrito esas notas.
No lo había hecho, así que se puso a hacer el trabajo pendiente y rellenó una ficha con el mismo formato que había utilizado Castle. Esa hoja era fácil entenderla, apenas tenía que arreglar la disposición de las notas y agrupar las distintas armas. Paró de escribir un momento cuando llegó a John Doe. Sabía que no era un nombre real, ese es el nombre genérico que se les da a los que no quieren decir su nombre o son los desconocidos sobre la mesa de autopsias.
“JOHN DOE” en ese papel se refería al anónimo francotirador que atentó contra ella. Apretó unos segundos los puños haciendo crujir las articulaciones, respiró hondo y añadió esa entrada, el rifle de asalto del marine muerto, la fecha y el nombre de “K. BECKETT” como víctima. Debajo de su nombre aparecían otras letras: “ILUK”, tenía pinta de ser un apellido extranjero. Posiblemente otra víctima de John Doe. Era la primera vez que leía ese apellido, no lo conocía, pero debía de ser importante porque estaba remarcado respecto el resto.
Castle había repasado a bolígrafo y lápiz esas letras tantas veces que casi había rasgado el papel. Repasó la información en el ordenador e hizo la búsqueda por esa entrada y no encontró nada. Seguramente era una pista nueva de Castle, un nuevo nombre por el que seguir la investigación, revisó brevemente los otros apuntes y no lo localizó. Estaba segura que ese apellido era importante porque si no, no lo habría remarcado tanto.
Cogió de nuevo los otros papeles, había uno con bastantes letras, parecía una redacción. Empezó a leerlo, quizás encontrase algo respecto a ese nuevo hombre.
Con sólo unas líneas supo lo que era esa redacción. Era el suceso de la muerte del capitán y lo acontecido unas horas antes y después bajo el punto de vista de Castle. Parecía más un diario, unas líneas de desahogo que un informe…
“Tengo que poner un punto de origen a los sucesos y quiero escribir esto como lo recuerdo, aunque no creo que se me olvide nunca las horas previas y posteriores a la muerte del capitán…
…
He hablado con él en el despacho, me llamó porque estaba convencido que podía hacer desistir a Kate de su idea de seguir con el caso. Le dije que le hablara él pero me dijo que no podía hacerlo…
…
Ahora entiendo por qué él no podía hablarle, sin embargo aún no entiendo por qué creía que Kate me escucharía. Yo soy la persona menos indicada porque siempre acabo molestándola de alguna manera, ella toma en serio algunas de mis teorías pero nada más. No creo que sea el idóneo cuando ella siempre ha mantenido una raya importante entre su trabajo y su vida personal. Yo estoy en su trabajo, pero no en su vida personal.
El capitán estaba tan angustiado como yo que acabe muerta y es injusto que unos maleantes tengan atada una vida que podría ser tan hermosa…
…
Al final o es ella o es él. Uno de los dos acabará muerto…
…
Me llamó para que fuera al hangar, me dijo que una vez allí me explicaría porqué me necesitaba…
Continuó leyendo, conforme se acercaba a su disparo le costaba más porque se saltaba las palabras, era algo que no deseaba leer. De reojo adivinó una frase unas líneas más abajo “…No me dejes, por favor…” en toda la hoja no se había saltado ningún detalle. Era fácil adivinar que tampoco iba a ahorrarse los detalles de esa parte. Saltó directamente al final.
“Me han llamado hace un rato. Sigue en urgencias pero despierta desde hace un par de horas. Esta vez ha faltado muy poco pero ¿y la próxima?”
Plegó la hoja, otro día acabaría de leerla. Miró el reloj, no era excesivamente tarde y mirando la hora pensó dónde salir.
Tocó a la puerta y aguzó el oído para oír los pasos o algo de movimiento en el interior, no quería molestarle más de la cuenta. Tras la puerta se oyó el ruido de cadenas y se abrió
- Ei.
- Ei.
Pasó al interior y cerró la puerta tras ella. Enseguida fue a abrazarlo. Siempre era confortable recostarse sobre los brazos que la habían criado.
- Te veo cansada. Pasa y siéntate – Colgándole la chaqueta en la entrada.
Padre e hija estuvieron hablando de cosas triviales. Jim hizo que cenara uno de sus sándwiches y al final descalza y recostada en el sillón tal como hacía desde pequeña salió el tema que la llevaba insomne desde hacía ya 8 días.
- ¿Ya lo sabías? ¿Desde cuándo?
- Castle vino a verme después de mandarte la investigación. Pensó que antes o después vendrías. Me explicó brevemente lo que había pasado, sólo quería ponerme al corriente. No me dijo los detalles de la investigación que lleváis juntos.
- ¿Qué llevamos juntos? Noooo, nada de eso. Que llevaba él. Seguro que vino para que te pusieses de su parte y defenderle.
- Nada de eso, cariño. No me pidió nada y tampoco le defiendo. Él no se disculpó. Sabe que es algo que no tenía que haber hecho pero me dio la impresión que lo volvería a hacer. Y… he dicho la investigación que lleváis juntos porque ahora la tienes tú ¿verdad?
- Sí.
- No hablamos mucho, sólo me dijo que había llevado eso a tus espaldas para evitar que te volvieras a exponer. Me dijo que cuando volviste de la cabaña empezaste a actuar igual que cuando te fuiste – Jim se sentó en la mesita auxiliar y tomó la mano de su hija - Y te conozco lo suficiente como para saber a lo que se refiere. Lo que hizo estuvo mal, pero lo entiendo. ¿Tú, no?
- Pero… es el caso de mamá. Es mi caso. Él no tiene derecho a tomar decisiones por mí. Eso me lo hicieron a mí, soy yo la que tiene que averiguarlo… Es algo mío y él no tiene… Él es un invitado al que le dejé ver las notas del caso y se ha metido completamente en medio. Además, si lo hace él, si lo resuelve yo seguiré sintiéndome tan vacía como todo este tiempo. No quiero saber que he malgastado mis fuerzas y ha sido otro el que me ha dado la solución en bandeja. Yo, sólo yo soy la que puede llegar al final de esto.
- Katie, ya discutimos esto. Tú ya sabes mi opinión y sé que no puedo hacerte cambiar la tuya. Sabes que yo dejaría a mamá descansar en paz. Y ni tú ni Castle deberíais investigar más.
- ¿Y dejar a los asesinos impunes?
- ¿Y malgastar tu vida detrás de alguien a quien no puedes atrapar?
- Si los atrapo no sería una vida malgastada.
- Sería malgastada si son ellos los que te cazan – La pequeña de los Beckett negaba en silencio las palabras de su padre – ¿Tú crees que mamá querría que te enterrara antes de hora? ¿Crees que mamá querría que te pasara algo por ella?
Permanecieron en silencio durante unos minutos. Un silencio cómodo. Recordaba que ese silencio era igual cuando ella dejaba que su padre la consolara o hacía que se calmara de alguna rabieta que cogía. Desde pequeña siempre se había hecho la fuerte, pero las pocas ocasiones que se dejaba consolar, su padre siempre conseguía calmarla. Para eso, para quitarse las pesadillas de la noche o calmar sus frustraciones siempre prefirió las manos tranquilas, los brazos y la mirada de su padre a las de su madre.
Cuando Jim vio a su pequeña relajarse y parpadear lentamente, dejando varios segundos los ojos cerrados decidió ir a por una manta, su manta. La que ella siempre usó en ese sofá. La tapó, acarició su pelo y la besó en la frente.
- Te quiero, papá – dijo débilmente.
- Yo también te quiero, I love you, Katie.
Atravesando las puertas hacia el mundo de Morfeo su mente voló a los papeles de su casa. No podía sacarse la investigación de su cabeza. Descubrió que la palabra que Castle había repasado hasta la saciedad, hasta casi rasgar el papel “ILUK” no se trataba de un apellido extranjero. Se trataba del acrónimo de una frase que sólo le había oído decir una vez mientras se sumía en una oscuridad más fría que la de ahora: “I love you, Kate”
Última edición por qwerty el Sáb Mar 24, 2012 3:53 pm, editado 3 veces
qwerty- Escritor - Policia
- Mensajes : 1631
Fecha de inscripción : 27/04/2011
Localización : En la luna de Valencia
Re: 4 días / 4 noches
Ya te dije qe me encanta como escribes qwerty?
Jajaja Me agrada que lo hayas querido seguir
Cuando inicie un fic te pedire opinion a ti haha para que salga mas padre
Espero leer mas de este.. o otroo mas :B
Jajaja Me agrada que lo hayas querido seguir
Cuando inicie un fic te pedire opinion a ti haha para que salga mas padre
Espero leer mas de este.. o otroo mas :B
DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: 4 días / 4 noches
Teresita_yocastle$$NYPD escribió:impresionante capitulo
gracias por subir
Gracias, me alegro que te haya gustado
Aunque tardé un poco os hice caso y lo continué.
qwerty- Escritor - Policia
- Mensajes : 1631
Fecha de inscripción : 27/04/2011
Localización : En la luna de Valencia
Re: 4 días / 4 noches
DannyyFranco escribió:Ya te dije qe me encanta como escribes qwerty?
Jajaja Me agrada que lo hayas querido seguir
Cuando inicie un fic te pedire opinion a ti haha para que salga mas padre
Espero leer mas de este.. o otroo mas :B
Gracias, también....
Igual que la otra vez tenía una ligera idea de cómo continuar, ahora no se me ocurre cómo seguirlo.
¿cómo sería el título? ¿4 días/4 noches y 4 horas? :facepalm
Gracias por tu opinión y por la de las otras que si no.... no hubiera subido continuación
qwerty- Escritor - Policia
- Mensajes : 1631
Fecha de inscripción : 27/04/2011
Localización : En la luna de Valencia
Re: 4 días / 4 noches
Emocionante capítulo, enhorabuena! me ha gustado mucho y un final sorprendente.
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: 4 días / 4 noches
Muy bueno!!! me necantó!
Solexite- Policia de homicidios
- Mensajes : 646
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Localización : America, debo estar en America del Sur ¡Bien al Sur!
Re: 4 días / 4 noches
No se como ha sido pero no había leído esta segunda parte. (sin duda falta de tiempo, para entrar en el foro)
Muy bonita, y muy bien escrita. Ha sido como si viera un capítulo.
Muy bonita, y muy bien escrita. Ha sido como si viera un capítulo.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: 4 días / 4 noches
Esta Historia esta ALUCINANTE, Me Gusta como lo Escribio
alwaysloveCaskett- Policia de homicidios
- Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 12/04/2012
Edad : 37
Localización : Soy de Italia [ Pero Vivo En Madrid]
Re: 4 días / 4 noches
Felicidades por como escribes, muy real.
lastral- Policia de homicidios
- Mensajes : 747
Fecha de inscripción : 10/04/2011
Edad : 35
Localización : Madrid
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