La firma de libros

Bueno, después de leer tan buenos fics, al final me decidí a escribir uno por mi cuenta. Es el primero, ojalá no sea un tema que ya haya sido escrito -no he podido ver todos- y que les guste.

La fila de autógrafos.

Se subió al taxi que lo llevaría a la firma de libros… una vez más.

En el trayecto, sólo podía pensar en los eventos de los últimos tres meses. Tres meses en los que no ha sabido nada de ella.
Recordó, para empezar, aquellos momentos en los que protegiéndola con su cuerpo, le pedía que no se fuera, que se quedara con él, en donde le decía al fin que la amaba. Recordaba cómo una lágrima corría por su mejilla, mientras cerraba lentamente los ojos. Después de eso, el caos total: la ambulancia, Lanie dando órdenes a los paramédicos, los rostros desencajados de Ryan y Esposito. Después, la incertidumbre de los médicos, la ausencia de toda noticia que lo consumía. Si tan sólo hubiera hecho algo más para protegerla, si tan sólo en su departamento le hubiera dicho, antes de aquel día fatídico, que la amaba. Era tarde para eso.
Su mente, volvió un poco más: cómo la conoció, en circunstancias que nunca esperó pero que, por extrañas que fueran, cambiaron por completo su vida. A partir de ahí, fue fácil, muy fácil, enamorarse de ella. Su risa ahogada cuando él decía incoherencias, la forma en que volteaba sus ojos, como queriendo regañarlo por no seguir las reglas, cómo incluso lo amenazaba con dispararle cuando sabía que le confiaba algún sentimiento. Pero eso no era nada en comparación con la forma en la que analizaba sus casos, la compasión hacia las familias de las víctimas, su entereza ante los desafíos, su inteligencia –que tanto admira- y, más que nada, el compromiso que adquiría con la responsabilidad de su trabajo.
Fue en ese momento, en que por primera vez deseó ser Richard Alexander Rodgers y no Castle, solamente, como aquellos que conocían su trabajo, lo identificaban: un hombre millonario que, con talento, había logrado alcanzar la fama, las delicias de una vida desenfrenada, el cinismo de cumplir cualquier capricho. No, él no es así. Recuerda cuando le comentó, en medio de un caso, que el dinero no cambia a la gente, sino que magnifica quiénes somos. En él, magnificó el deseo de ser reconocido por su talento, su capacidad, pero ello trae aparejado la fama y la vida que disfrutaba cada vez menos. Se había vuelto rutina. En el fondo, lo que más deseaba es tener a alguien a su lado, que lo quiera por ser como es, sin que lo juzgue y con quien, además, pudiera estar largas horas, sin necesidad de decir una sola palabra… con quien estar juntos es suficiente.

Un sonido lo distrajo de sus pensamientos. Cuando tomó conciencia de que era, escuchó la voz del chofer a lo lejos, que le decía que llegaron a su destino. Con hastío, se bajó del taxi, para encontrarse con un representante de su editorial y de la librería, que lo llevaron por detrás para entrar al lugar donde se llevaría el evento. Uno más. Sabía que sería el último.

Escuchaba su voz lejana, como si él fuera un asistente más a la lectura de su libro. En esos tres meses, desarrolló la capacidad de leer y pensar en otras cosas. En alguna otra época, sería una bendición. Ahora, no está seguro…

Mientras, seguía recordando. Cuando estando en la estación, recibió la llamada a su celular de que ella había salido de cuidados intensivos y que, por fin, podría verla. En el camino al hospital, sólo escuchaba como su corazón no dejaba de latir, cada vez más aprisa. Recuerda, con cierta alegría, cómo brillaron los ojos de Kate cuando lo vio parado en la puerta de la habitación, aunque ahora no está seguro de que así hubiera sido. Recuerda con infinita tristeza, cuando ella le dijo que necesitaba tiempo para recuperarse y que ella le llamaría.
Fue cuando todo tuvo sentido. Fue cuando tomó la decisión más difícil de su vida.
A partir de que salió del hospital, todo se volvió más confuso. Las noches sin dormir, acompañado de una botella de whisky. Cómo se alejó de su trabajo –que había dejado de ser monótono- y de la estación, de su familia. Estaba sin estar. Cumplía con dar los buenos días a su hija y a su madre, pero podía ver en sus ojos, que no aprobaban cómo estaba reaccionando. Sabía que les debía una disculpa.
Recuerda, sin remordimientos, que llenó una maleta y se fue a los Hamptons –tan lejos como para evitar la tentación de acudir a su departamento, pero tan cerca como para regresar, en caso de que le llamara, en un par de horas-, ante la mirada preocupada de su familia. Cuando llegó a encerrarse ahí, los primeros días no hizo más que tomar. Cualquier otra opción, dolía mucho, demasiado. Después, no hizo otra cosa más que pensar. Recordar todos los momentos, buenos y malos, que vivió junto a Kate. Reconoció que fue útil para ella, pero que no lo necesitaba. Demmings y Josh, por mucho que le doliera, se lo demostraban. Siempre que pensó y sintió que ella por fin le permitía acercarse, se involucraba con alguien más. Reconocer ello, lo hacía infeliz: ¿Acaso él no le demostraba lo suficiente que ella es la mujer a la que amaba?. ¿Cómo era posible que no lo viera, que no lo sintiera?.
Descubrió, con dolor, que si Kate estaba en ese momento con Josh y no con él, era porque realmente no lo necesitaba como él a ella. Debía reconocer que lo envidiaba, porque él sí logró que ella le abriera su corazón, que le admirara. Deseó que tuviera siempre la capacidad de hacerla feliz. Ella se lo merecía. Una vez más, reconoció que no podía odiarlo.

Volvió a la realidad… La lectura había terminado –lo supo por los aplausos que lo distrajeron de sus pensamientos- y empezaba la inmensa tortura que le significaba la firma de libros, donde tendría que dar palabras de agradecimiento a desconocidos. Agradecimientos por compartir a su musa. Eso era lo más difícil para él: compartir con todos su admiración hacia ella cuando sabía, por cierto, que no es un sentimiento recíproco. Se volvía su castigo personal, por no haber sido aquél a quien ella hubiera escogido para compartir su vida, como él sin duda lo había hecho.

Pensó que tal vez, si es una bendición poder decir esas palabras y pensar en algo más. Mejor dicho, en alguien más.

Cuando regresó de su retiro autoimpuesto, decidido a superar ese fracaso, buscó algo seguro: Gina, su ex esposa, quien estuvo feliz de compartir con el nuevamente su vida. Pero de inmediato supo que era un error, que la engañaba a ella y además, se engañaba el mismo. No podía estar con nadie más, sabiendo que ella existía. Después de eso, las cosas se volvieron más sencillas. Aceptó que Kate no le amaba. Nunca, a pesar de los momentos que vivieron juntos, de las veces que se cubrieron la espalda, que fueron compañeros, ella pensó en él de otra manera.
Se reunió con su editorial y dijo que todo se había acabado. Necesitaba alejarse. Richard Edgar Castle, se rendía.
¿Tenía remordimientos?. Sólo uno, el no haber podido protegerla. Sintió que aquellas veces que la siguió, sin dudar y aun a riesgo de su vida, habían sido inútiles.
Después de eso y acordar las últimas presentaciones, todo transcurrió exactamente como esa tarde: siendo un simple espectador de su “fama”. No la quería y por esa la dejaba ir.
A pesar de su decisión, cada vez que el celular sonaba, su corazón se aceleraba hasta el momento en que veía la pantalla. Nunca fue ella. Sabía que nunca más, sería ella. Debía terminar con ello.

Dios, ¿esta fila nunca se acabará?. Pensó…

- ¿A quién se lo dedico?
- A Kate… puedes dedicárselo a Kate
Fue en ese momento, cuando lentamente volteó hacia arriba y, al encontrar su mirada, descubrió que sin importar qué pasara, la amaría para siempre…

Me encantó tu forma de interpretar los hechos y cómo escribiste este fic.
Esperamos un nuevo capítulo pronto!!!!

guauuu, me encanto, subi otro capi rapido jajaja

para ser tu primer fic, esta increible!

Gracias por los comentarios. Intentaré pensar cómo darle un segumiento, aunque lo hice pensando en un solo capítulo.
Que bueno que les haya gustado hasta ahorita
Saludos!!!!!

Está genial!!!
Sigue pronto

¡¡Me gusta!! Sigueee

GENIAL FIC ME HA ENCANTADO

¡¡¡QUIERO QUE SIGAS!!! Porfiiiis.

Me ha gustado mucho, te felicito porque lo has descrito todo muy bien. Yo soy de las poquisimas personas que prefieren las narraciones cortas. O sea que para mi gusto ha quedado perfecto
Saludos!!!

Enhorabuena, te ha quedado muy bien la narración de los momentos tan duros que tuvo que pasar Castle tras el disparo a Beckett.
Si no quieres seguir con este, prueba a narrar los sentimientos de Castle en algún otro momento importante, como el 4X07.

Realmente me da gusto que les haya gustado, tomaré en cuenta sus opiniones y sugerencias.
La tuya, Raquel, se me hace muy interesante. Hay mucha tela de donde cortar en cuanto a los sentimientos de los personajes.
Saludos A TODOS!!!

Yo también propongo que lo sigas, pinta muy bien!

increible,....de verdad perfecto