EL SECUESTRO DE ALEXIS

Aquí va mi segundo fic. Primero me gustaría poneros un poco en situación. ¿Recordáis aquella pantalla táctil que tiene Castle en su casa en la que investiga por su cuenta el caso de Johanna Beckett? Pues Beckett la descubre y le sienta fatal que su compañero esté ocultándole información, de modo que tendrán una gran pelea. Espero que os guste


Abrió los ojos. Aún veía todo algo borroso hasta que parpadeó varias veces y se acostumbró a la penumbra de su habitación. Notaba cierta sequedad a la altura de los ojos. Había estado llorando. No. No había sido ninguna pesadilla. Era real. Tan real como las palabras de Beckett: “No vuelvas a dirigirme la palabra, ¿está claro?”.
Recordó las secuencias de la noche pasada en su mente. ¿Cómo había podido tener ese fallo? Todo era culpa suya. No tendría que haber investigado sobre el caso de Johanna por su cuenta. Ya no formaban un equipo. Las otras veces podía arreglarlo. Pero todo era distinto. Beckett se sintió ofendida, traicionada... Y él se sentía como la persona más despreciable del Planeta. Miró el reloj. No serían más de las ocho de la mañana. Se le hundió el alma al pensar que no valía la pena madrugar. Ya no. Si Beckett no quería verlo más en comisaría, tampoco iba a defraudarla incumpliendo su petición. Ya había hecho suficiente.
Alexis estaba en la cocina preparando el desayuno.
--- Buenos días ---dijo Castle con voz grave y ausente.
--- Buenos días, papá.
Al ver la cara de su padre, enseguida supo que algo iba mal. Y entendió que quizá tendría algo que ver con lo que vio anoche. Justo cuando ella regresaba de la fiesta de Pansy, Beckett salía de la casa a toda prisa, con el rostro enfurecido y lleno de lágrimas. Ni siquiera se detuvo a saludar a Alexis, y ésta estaba tan cansada que se fue directamente a su habitación.
--- ¿Qué ha pasado? ¿Discutiste ayer con Beckett?
--- Sí, algo así. Se ha enterado de que llevo la investigación de su madre a hurtadillas. Alexis, no te mereces ser mi hija.
--- ¡Por qué!
--- Soy la persona más miserable del mundo. ¿Cómo he podido traicionar así a mi compañera?
--- Te dije que eso no era buena idea. Y es muy peligroso. Olvídate del caso de su madre, por favor.
Castle la miró con los ojos totalmente entristecidos. No era muy habitual verlo con tal actitud.
--- Vamos, papá. El mundo no se acaba. Siempre te perdona.
Pero el escritor sabía que sería un milagro si Beckett le perdonaba.
--- ¿Dónde está la abuela? ---preguntó Castle.
--- Oh, ha cogido un avión muy temprano y se ha ido al Fashion Week de Canadá con Steven---explicó Alexis colgándose la mochila al hombro.
--- Qué bien se lo monta.
--- ¡Se trata de Martha Rodgers! ¿Qué esperabas?
Castle esbozó algo parecido a una sonrisa. Casi volvía a ser él. Alexis se alegró. El hombre que tenía delante hacía unos segundos no parecía su padre. ¿Tanto le afectaba lo de Beckett como para perder su propia personalidad?
--- Luego te veo ---dijo Alexis acercándose para besarlo.
--- Pórtate bien y esas cosas ---le recordó Castle.
--- Vale, papá ---contestó Alexis en tono divertido. Antes de irse, se giró para mirar a su padre. Se sentó en el sofá, con la mirada perdida---. ¿Quieres que me quede hoy contigo?
--- No, no. Estaré bien. Tengo que... terminar una novela ---mintió.

Mientras, en la 74 con Lixtong...

--- El cadáver presenta distintos moratones en la espalda y en los brazos ---explicaba Lanie.
--- Parece que se defendió ---apuntó Esposito.
Lanie alzó la cabeza hacia el muchacho, entornando los ojos.
--- Vale, Esposito, creo que tengo suficiente experiencia en anatomía forense como para llegar por mí misma a esa conclusión.
--- Oh, vale. Perdona.
Ryan le dio un codazo. Miraron a Beckett. Aún no había abierto la boca. Y Ryan se atrevió a preguntarle la duda que todos tenían en ese momento.
--- Beckett, ¿dónde está Castle?
--- No ha podido venir ---dijo a la velocidad de un rayo. Carraspeó, frunció el ceño, y se inclinó sobre el cadáver rápidamente---. ¿Podemos identificarla?
Ryan y Esposito intercambiaron unas dubitativas miradas.
--- Rachel Morgan ---contestó Lanie---. Cuarenta y tres años.
--- Vale.
Se encontraban todos de camino hacia el coche de patrulla. Aún tenía las luces encendidas. Esposito se acercó a Beckett con total cautela. Su cara espantaba a cualquiera.
--- Eh, Beckett ---le dijo.
--- ¿Sí?
--- Vamos, puedes contármelo.
--- ¿Qué te tengo que contar?
--- Lo sabes perfectamente. ¿Qué le pasa a Castle?
La inspectora puso los ojos en blanco.
--- Nada.
--- No me lo trago ---apuntó el detective.
--- Pues trágatelo porque es verdad ---dijo justo antes de que le sonara el móvil. Miró la pantalla y al ver ese nombre sintió una punzada de dolor. Intentó que Esposito no lo viera, y cortó enseguida la llamada.
--- ¿Por qué no has contestado?
--- Javi, te pido como amiga que no te metas en mis asuntos. ¿Vale?
Lo dejó plantado. Ya no había ninguna duda de que algo muy gordo había pasado entre Castle y Beckett.

A lo largo de la mañana, las llamadas de Castle aumentaron. Silenció el móvil, pero aún así, seguía vibrando. Y tampoco podía apagarlo porque lo necesitaba para trabajar.
Ryan y Esposito avanzaban por el pasillo de comisaría agarrando de ambos brazos a un hombre bajito, con un aspecto muy desmejorado y lleno de tatuajes.
--- Beckett ---la llamó Ryan alzando la voz.
La inspectora se levantó rápidamente de su silla y acudió a ellos.

Miraban al sospechoso al otro lado del espejo de la sala de interrogatorios.
--- Albert Carrow ---explicaba Esposito---. Tiene antecedentes por tráfico de drogas, extorsión y violencia.
--- Además, dice que trabaja para la Mafia ---continuaba Ryan---. Este caso le habría gustado a C... ---dejó de hablar al percibir la mirada de advertencia de su amigo---. Esto...
Beckett le interrumpió.
--- Entro yo sola.
--- Vale ---contestaron los dos detectives al unísono.

Permanecían sentados uno enfrente del otro. Albert Carrow mostraba actitud serena y pacífica.
--- Lo siento, pero eso que te has inventado de la Mafia no me vale.
--- Vale. Me lo he inventado. ¿Pero a que suena bien?
--- Hábleme de la relación que tenía usted con la señora Morgan.
Mientras Albert Carrow hablaba, Beckett apenas lo miraba a los ojos. Mantenía la mirada en un punto dijo de la mesa. El sospechoso se dio cuenta de su pasividad.
--- Inspectora, ¿me está escuchando?
--- Eh... sí, lo siento. Continúe ---dijo adoptando una postura más firme.
--- Pues eso. Estuve cenando con ella aquella noche y luego se marchó. Ya no la volví a ver. Pero estaba muy nerviosa y no dejaba de mirarse el reloj, entonces le pregunté.
--- ¿Y?
--- Pues me dijo que tenía mucha prisa y que tenía que reunirse con alguien.
Beckett se levantó de la silla y apoyó fuertemente las manos contra la mesa, inclinándose amenazadoramente hacia el acusado.
--- Señor Carrow, ¿por qué no prueba a contarme toda la verdad?
Albert Carrow frunció el ceño.
--- ¡Le estoy diciendo la verdad, inspectora!
--- ¿Por qué me da a mí que no? ---dijo Beckett alzando cada vez más la voz.
Ryan y Esposito lo observaban todo desde el cristal.
--- La está cagando, tío ---le dijo Ryan---. Este no es nuestro hombre.
Esposito estaba muy serio.
--- ¡No hablaré más! ¡Yo no la maté! ¡Se lo juro por mi vida! ¡Yo confiaba plenamente en ella y ella confiaba en mí! ¡Jamás la iba a traicionar así!
--- ¡Eso no importa! ¡Nadie puede confiar en nadie! ---decía gritando---. ¿Entiende? ¡Usted cree que la conocía bien pero luego te da la patada en el culo y te hunde!
El rostro de Beckett adquirió una tonalidad rojiza y enfurecida. Luchaba por no derramar ni una sola lágrima. Se sentía totalmente fuera de control.
Esposito decidió entrar en acción y abrió la puerta de la sala.
--- Beckett, ¿puedes salir un momento?
La inspectora asintió con la cabeza, apretando los labios, y siguió a Esposito hacia la sala del espejo.
--- ¿Se puede saber qué mosca te ha picado?
--- ¿Cómo?
--- Creo que sabes perfectamente la importancia que tiene separar la vida personal del trabajo, ¿verdad?
--- Esposito ---comenzó a decir, más calmada---, no tiene nada que ver con mi vida personal.
--- ¿Ah, no? Pues yo creo que sí. Por favor, compórtate, Beckett.
En su lugar, fue Esposito quien continuó con el interrogatorio. Beckett huyó de la sala. Ryan la siguió.
--- ¡Eh! ¡Beckett!
--- Ryan, ¿qué quieres?
Beckett se detuvo, de espaldas a su amigo.
--- ¿Qué ha hecho esta vez? No me digas que le ha salido otro contrato...
La inspectora se dio la vuelta y tenía ya los ojos centelleantes y vidriosos.
--- ¡Me ha traicionado! ¡Ha estado investigando sobre el caso de mi madre él solo, y tiene más información de la que puedes llegar a imaginar!
--- No... No puede ser... Habrá alguna explicación para...
--- ¡Claro que la hay, Ryan! ¡Resulta que he sido lo suficientemente estúpida como para confiar en él, y dejarme engañar por sus triquiñuelas y jueguecitos! Esto para él es un patio de recreo. Se lo pasa genial y hace amigos. ¡No se da cuenta de la gravedad de la situación! Debí de saberlo hace mucho tiempo.
--- Beckett, Castle solo quiere ayudar.
--- ¿Ayudar? ---decía conteniendo la ira---. ¿Ayudar? ¿Y pretende ayudar trabajando a escondidas? ¿Ocultándome información? ¡Se supone que éramos un equipo! ¡Que era mi compañero!
El móvil de Beckett volvía a sonar como otras muchas veces en aquella mañana. Era Castle. No pudo evitarlo. Cogió el aparato y lo lanzó al suelo con tanta fuerza que se rompió en unos cuantos pedazos. Todo el mundo contemplaba la escena, con rostros estupefactos y alarmados. Beckett cogió sus cosas y se fue hacia el ascensor con paso decidido y mirando el suelo, secándose las lágrimas con rabia.

Minutos más tarde, sonó el móvil de Ryan. Era Castle. Contestó rápidamente.
--- ¡Eh, tío! La has liado pero bien... ---hubo una pausa---. ¡¿Cómo?!
Enseguida entró en acción. Se reunió con Esposito. Algo muy grave había ocurrido.

Beckett descansaba apaciblemente en el salón, recostada en el sofá, con una buena copa de vino en la mano y sintiendo el aire fresco que entraba por la ventana y le acariciaba la cara.
Se sentía mucho mejor. Lo que necesitaba era tranquilidad. Una tranquilidad que se esfumó súbitamente cuando el teléfono sonó estrepitosamente.
Dejó la copa de vino encima de la mesita y se apresuró a contestar.
--- ¿Diga?
--- Beckett, tienes que venir a comisaría ---decía la voz de Esposito.
Puso los ojos en blanco.
--- ¿Qué ha dicho Gates?
--- No podemos contártelo por teléfono. Tienes que venir. Gates no nos deja llevar un caso que es de vital importancia.
--- ¿Cómo que no? ¿Por qué?
--- Se trata de un secuestro.
--- Oh, chicos, ¿me llamáis solo porque queréis investigar un secuestro? Somos de homicidios, Esposito. Déjale los secuestros a la planta 4.
--- No podemos.
--- Esposito... no me apetece trabajar hoy. Tienes que comprenderme. No puedo volver ahí...
--- Beckett, ven a comisaría. No podemos hablar de esto por teléfono. Gates puede enterarse...
--- Está bien.

Salió del ascensor. Suerte que Gates no estaba cuando montó aquel numerito de su huida. Y todo por culpa de Castle. No quería volver a verlo. Sentía tanto odio hacia él en esos momentos...
Se paró en seco en cuanto lo vio de espaldas junto a Ryan y Esposito, cerca de su puesto de trabajo.
--- No puede ser ---susurró enfurecida.
--- Beckett ---se adelantó Esposito.
--- ¡No! ---gritó casi en susurros---. ¡Quiero que se vaya de aquí, Esposito! ¡Dile que se largue y que no vuelva! ---apartó a Esposito y se dirigió al escritor---. ¡Castle! ¿Qué te dije? ¡No quiero...!
Pero entonces Castle se dio la vuelta y Beckett le vio la cara. Era un hombre profundamente consumido. Consumido por el dolor y la pena. Apenas podía reconocerlo. Enseguida supo que algo iba mal. Muy mal. Por alguna extraña corazonada, supo que la razón de que Castle estuviera así no era por la disputa entre ambos.
--- ¿Castle? ---titubeó.
Su rostro mostraba ahora preocupación en lugar de furia.
Contestó Ryan.
--- Han secuestrado a Alexis.
--- ¡¿Qué?! ---exclamó Beckett.

Lanie salía de una de las salas de recibimiento. Se encontró con Beckett.
--- Le he dado un calmante.
--- ¿Se sabe algo del paradero del secuestrador?
--- Ryan y Esposito están rastreando la dirección del e-mail. No es fácil hacer esto a espaldas de la Dama de Hierro.
--- Bien. ¿Está Castle ahí dentro?
--- Sí.
Beckett asintió levemente con la cabeza. Ambas se intercambiaron una mirada más de complicidad, y enseguida Beckett se encaminó hacia la puerta. Lanie volvió a su puesto de trabajo.
Castle estaba sentado en el sofá, mirando el suelo. Tenía los ojos demasiado hinchados. Poco quedaba del intrépido escritor que ella conocía.
--- Hola ---dijo con la voz algo animada. Cerró la puerta y fue hasta el sofá para sentarse a su lado. Él no la miró---. ¿Estás bien?
--- Dime, Kate, ¿qué clase de padre soy?
--- Eres un padre estupendo ---contestó ella tratando sonreír. Se inclinó hacia delante para hacer que la mirara, pero Castle seguía mirando hacia el infinito, con la cabeza agachada.
--- No. ¿Cómo ha podido suceder esto? Es todo culpa mía.
--- No es culpa tuya.
--- He defraudado a mi hija como padre. Y a ti como compañero ---en ese momento alzó la cabeza para mirarla. Continuó hablando, con la voz quebrada por el llanto---. Kate, lo siento mucho, de verdad... yo no quería...
--- Castle, ahora lo que de verdad importa es encontrar a Alexis.
Volvió a agachar la cabeza. Las lágrimas surcaban sus mejillas.
--- Eh, Castle ---dijo Beckett, inclinándose de nuevo---. La vamos a encontrar. Sana y salva ---el escritor la miró---. Te lo prometo ---Beckett le agarró la mano.
Esposito entró precipitadamente a la habitación. Beckett se quedó un rato cogiéndole la mano a Castle, mientras lo miraba comprensivamente. Un segundo después, se giró para atender a Esposito.
--- ¡Eh! Ha llamado el secuestrador, Ryan estaba intentado rastrear la llamada pero...
--- ¿Pero? ---quiso saber Beckett.
--- Gates pasaba por allí y le cortó la comunicación...
Castle se levantó rápidamente del sofá con el rostro desencajado.
--- ¡¡Voy a soltarle un par de cosas no agradables a Gates!! ---exclamaba.
Beckett se levantó también, poniéndose delante de él.
--- ¡No, Castle! ---dijo--- No podemos levantar más sospechas.
--- Vamos a mi casa ---decidió.

Ya en casa del escritor, los cuatro se sentaron en los sillones, con todo el equipo de rastreo preparado. Beckett tenía los cascos puestos. Ryan y Esposito también escuchaban.
Castle iba de un lado para otro del salón.
--- Está bien ---dijo la inspectora con voz firme---. Castle, el secuestrador quiere hablar contigo.
Le dio el teléfono, y éste trató de sosegarse antes de hablar. Pero le costaba mucho.
--- Dime dónde está mi hija, pedazo de...
--- Eh, eh, no te pongas nervioso ---dijo la voz distorsionada del secuestrador---. No te conviene. Y a ella tampoco.
--- ¿Qué quieres?
--- Todo lo que yo te pida.
--- Sí. Todo lo que me pidas.
--- ¿Y quién no te dice que vaya a matarla aunque me des todo lo que yo te pida? ---se rió.
Castle se levantó del sofá, enfurecido, a punto de escupirle al teléfono.
--- Shh, Castle, tranquilo ---le susurraba Beckett, sin separarse de su lado---. Es un farol.
--- Dile a tu novia que puedo oírla. Y no es ningún farol.
--- ¿Qué tengo que hacer?
--- De momento espera la próxima llamada. Y ya sabes. Nada de policías. ¿Entendido?
--- Sí.
Colgó el teléfono. Enterró el rostro entre sus manos.
--- Eh, tío, la vamos a encontrar ---le consoló Esposito, dándole una palmada amistosa en el hombro.
--- ¡¿Cómo la vamos a encontrar si ni siquiera sabemos dónde está?! ---gritó con el rostro rojo por la ira---. ¿No lo comprendéis? ¡Quiero salir por esa puerta y buscarla a voces para ver si alguien puede ayudarme!
Se encaminó hacia la puerta. Estaba fuera de sus casillas. Beckett se interpuso en su camino.
--- ¡Castle, escúchame! ---le cogió de los hombros.
--- No, Kate, apártate...
--- ¡Rick! ---suplicó---. Te juro que vamos a pillar a ese cabrón y va a pagar por lo que ha hecho. ¿Vale? ---dijo hablándole muy cerca de su cara. Castle casi podía sentir el soplido de las palabras de su compañera. Por alguna razón, se sentía muchísimo mejor. Con ella se sentía bien. Notó que su cuerpo se relajaba y que la fuerza con la que Beckett le aferraba de los hombros conseguía, de alguna manera, mantenerlo atado a la vida. Mantuvieron las miradas durante unos segundos.

Eso es todo, por ahora... Seguiré escribiendo el fic, en cuanto tenga más tiempo

Genial!!!
Está muy interesante!!!. Sigue pronto, please.
Espero que no hagas sufrir mucho a Castle

ME HA GUSTADO TU CAPITULO MUY INTERESANTE CONTINUA PRONTO

ME ENCANTAAAAAAAAA..!!!

POBREE ALEXIIIS.!! Y QUE MALA GATEES.!!!!

CONTINUAA PRONTOOO.!!

ME GUSTA ME GUSTA ME GUSTA

continualoooooooo

Excelente comienzo, como Kate a pesar de del enojo sufre por y con Castle. Me encanta!

Soy nueva en este Foro llevaba tiempo mirándolo pero me registré hace poco...y no sabia por donde empezar a comentar, en fin.

Me encanta tu Fic es un poco triste porque Castle no es el mismo y lo mal que lo tiene que estar pasando Alexis y él, pero lo veo bastante interesante.

¿Os gusta mi nombre de usuario? se me ocurrió de golpe. Jejeje

Atrapanteeeeeeeeeeeee, muy buenooooooooo
Esepro que lo sigas muy prontro porque la intriga me mata!!!