First time is a charm

Me enfrento a un mini-infarto y me arriesgo a subir este minific, sin saber si os va a gustar o no, pero en mi defensa diré que por lo menos no perderéis mucho tiempo, que es breve Teletransportaros antes de empezar al Nueva York de 1991 (un gran año, por cierto )

Se lo dedico a mi lil' sis Andrea, sin la cual esto no tendría título, y menos uno tan idóneo!




Tomaba notas en su cuaderno, como tantas otras tardes. Había empezado haciéndolo en las horas muertas entre clases en la universidad, pero se había convertido en un hábito que lo llevaba a cargar con el pequeño block a todas partes. Cuando se lo olvidaba, tenía la misma sensación de desnudez y desprotección de una persona acostumbrada a llevar reloj, o gafas. El familiar peso de la libretita lo acompañaba siempre a todas partes, y le proporcionaba una sensación de seguridad como pocas cosas. Anotaba infinidad de cosas allí, desde tonterías que se le cruzaban por la mente, hasta pequeñas historias, incluso escribía esas conversaciones que todos imaginamos en nuestras cabecitas, ésas que nos gustaría mantener, pero que nunca nos atrevemos. Con una chica guapa, con su mejor amigo, con su madre… Todo. Ese día había dejado que sus pies lo llevaran por la ciudad, perdido en sus propios pensamientos, y había acabado, sin saber muy bien cómo, en Central Park, a orillas del lago. Apoyado contra un árbol, observaba discretamente a las familias que merendaban, jugaban, reían, descansaban. La sensación de vida a su alrededor era abrumadora. El calor de la tarde primaveral despertaba los olores de las primeras flores de la temporada, y, de no ser por los altos rascacielos que asomaban por entre el ramaje, casi parecería que estaban en plena naturaleza. Pero estaban en la gran manzana, y aquello aún hacía más mágico el momento.

Vio a una pareja tumbada en la hierba, y empezó a imaginar una historia: cómo se habían conocido, cuánto tiempo llevaban juntos, cómo habían sido sus vidas, e incluso se aventuró a escribir su futuro. Él arrodillándose ante ella con un modesto anillo, la boda, su casa, el pequeño Bryan, la pequeña Amy… Pasó entonces a un hombre mayor que paseaba solo. A él le escribió un pasado de abogado, demasiado ocupado siempre para conocer a nadie, centrado en su trabajo, alcanzado la cima, hasta encontrarse paseando por aquel parque, preguntándose si tenía algún amigo de verdad o sólo oportunistas esperando su muerte para hacerse con su herencia. Después vio a una muchacha que estaba dibujando. A ella la convirtió en arquitecta, y le asignó la construcción de un rascacielos en la ciudad. Y a aquel… a aquel decidió darle un pasado oscuro, una historia familiar turbulenta y un cadáver en el congelador. Y para compensar un poco hizo que la niña que reía sentada con sus padres fuera policía. La mejor investigadora de la ciudad, una justiciera que se preocupaba por sus víctimas y les daba a las familias esperanza. Sí, aquello ya le iba gustando más, nada de tiernas historias, si no un misterio que resolver y alguien encargado de hacerlo. Siguió garabateando en su libreta, asignando a cada caminante un rol en su historia. La víctima bien podía ser aquella chica que leía un libro. Y aquellos chavales, el moreno y el más blanquito, los que jugaban al béisbol, serían policías junto con la niña. Y esa mujer de más allá, sería la cómplice del asesino, la que lo ayudaba a acabar con la pobre víctima, para después acabar ella también en el fondo del Hudson, sin saber muy bien cómo.

Después de escribir un sinfín de detalles macabros, posibles formas de asesinato, las pistas que podrían llevar a aquella detective a encontrar al asesino, le dio por preguntarse por qué la niña iba a querer ser policía. Se detuvo a observarla. Tendría unos 12 ó 13 años, no más, y se la veía realmente feliz. Una cascada de pelo castaño le caía en ondas sobre los hombros, y su sonrisa no desaparecía en ningún momento de su cara. No, decididamente aquella niña no sería policía. Acabaría siendo abogada, doctora, o cualquier otra cosa que quisiera. A juzgar por la apariencia de sus padres, no le faltarían medios para estudiar lo que quisiera, donde quisiera. Se sintió un poco frustrado por haberse quedado sin heroína, pero aún así escribió para la niña un próspero futuro en la abogacía, con elegante manera de vestir, tacones siempre preparados para marcar su presencia y un carácter de chica dura que no se deja avasallar por nadie. Sí, aquella niña sería una estupenda abogada. ¿Qué pasaba por su mente para hacerla policía? Entonces retomó su historia, los pobres chicos del béisbol eran buenos, pero el asesino era demasiado listo para ellos dos, así que los desechó también, junto con la chica. Fue entonces cuando se fijó en otro niño que correteaba con sus manos formando una pistola y gritando “¡bang, bang, bang!” mientras su padre se dejaba caer en la hierba entre risas. Sí, aquél niño serviría como policía.

Dejó un momento el cuaderno apoyado en la hierba, y se abrazó las rodillas. Menuda manera de perder la tarde. Probablemente debería haber estado estudiando, así nunca iba a aprobar sus exámenes. Pero aquello le encantaba, y su arrepentimiento se fue pronto. Miró hacia el cielo y vio a lo lejos unas nubes de tormenta. Miró al niño otra vez. Storm, estaba claro. Y de nombre… bueno, ya se le ocurriría algo, un nombre con fuerza, algo parecido al suyo propio, Rick, o Dick, o algo así. Satisfecho volvió a dejar el cuaderno y se dejó arrastrar por la calma de la tarde, se le cerraron los párpados y empezó a respirar suavemente. La brisa fresca le despertó. No sabía cuánto tiempo llevaba adormecido, pero al mirar el reloj exclamó un quedo “¡mierda!” y se levantó corriendo. Su madre lo iba a matar, había quedado con ella en la puerta de la biblioteca en la que en teoría estaba estudiando para ir a comprar un traje para el estreno de su nueva obra de teatro. Echó a correr y tardó un buen rato en darse cuenta de que le faltaba algo, pero no podía permitirse volver a por él. Cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas que nadie lo cogiera, afortunadamente nadie sabría que era suyo, no quería ni imaginarse las burlas de sus compañeros si llegaran a descubrir eso de él. Su imagen de rebelde se volatilizaría en menos tiempo del que tardas en decir “desenlace”. Al día siguiente volvería, se dijo, y así lo hizo.

Dio vueltas alrededor del árbol, pero no había ni rastro del pequeño cuaderno. Maldijo en voz alta y se dejó caer en la hierba, apesadumbrado. No era gran cosa, pero llevaba varias semanas escribiendo, y le daba rabia perder esa parte de sí mismo, en manos de a saber quién. Si por lo menos su madre no le hubiera pillado llegando a la biblioteca… Pero ni siquiera había podido evitar eso, debería haber vuelto atrás, no debería haberlo dejado. Lamentarse no servirá de nada, lo que debo hacer es comprar otro cuaderno, y volver a empezar. Se giró al sentir un roce en el hombro. La niña del día anterior, su primera candidata a policía, estaba detrás de él. Se asombró del verde tan intenso de sus ojos, ciertamente iba a ser una chica muy guapa, cuando creciera. Y alta. Se fijó entonces que le tendía la mano, con su cuaderno en ella.

-Disculpa, pero creo que ayer te dejaste esto, lo encontré tirado en la hierba cuando me iba.

-Sí, ¡Sí! Muchísimas gracias. ¿Cómo has sabido que era mío? –Le hubiera dado un abrazo de alegría a la niña, pero se contuvo al darse cuenta de que no sería apropiado.

-Después de encontrarlo, pregunté a un par de personas que llevaban aquí toda la tarde, un padre con un niño pequeño, dos chicos que jugaban al béisbol…-sonrió. Él se sintió enrojecer. Lo había leído, estaba seguro. Por lo menos sólo era una chiquilla, no se burlaría de él-. Todos coincidieron en que un chico de unos 18 años, de ojos azules, pelo castaño y complexión media había estado aquí toda la tarde garabateando en un cuaderno.

-19

-¿Qué?

-Que tengo 19 años.

-Ya… Bueno, eso tampoco es tan relevante para el caso.

-¡Qué manera de hablar para una niña de 12 años!

-13, tengo 13 años. Pero gracias, aprendo de mi madre, es abogada –Volvió a sonreírle descaradamente. Ahora ya no albergaba dudas acerca de que hubiera leído sus notas. Y sabía que había escrito sobre ella, la había descrito demasiado bien como para que no se diera cuenta.

- Vaya, no has podido evitarlo, ¿no? Niños…

- Disculpa, no fui yo quien se dejó sus cosas tiradas en el parque. Por lo menos te lo he devuelto. No estaba segura de que fueras a venir, y aún así llevo aquí un buen rato, por si acaso. La próxima vez me lo quedaré, vete con más cuidado, todos esos detalles macabros podrían ser una prueba contra ti en un juicio.

- Vale, vale. Es sólo que… Bueno, sólo son notas sin importancia, un entretenimiento como otro cualquiera. –Alargó el brazo para coger el cuaderno, pero la niña apartó rápidamente el suyo.

- Espera, en realidad son bastante buenas. Tienes algo con los detalles. Las descripciones son exhaustivas, pero sin caer en el tedio, y esto del cómplice en el fondo del Hudson… bueno, es inesperado. – Seguía sorprendido de que aquella niña sólo tuviera 13 años, parecía una adulta en el cuerpo de una chiquilla.

- Gracias, pero no es nada, ya te lo he dicho, sólo una manera de pasar el rato.

- Ya que tanto te gusta escribir la historia de los demás, escribe la tuya, quiero decir, esto es mucho mejor que algunos libros que he leído, y son unos cuantos. Toma, tú verás, pero creo que cada uno debe seguir el camino que le marca la vida, y parece claro cuál es el camino que te llama a ti. – Le dio la libreta y se alejó. Se quedó mirándola intrigado, preguntándose si realmente llegaría a ser abogada… Si lo hacía sería buena. Aún seguía mirándola cuando ella se giró y le gritó -. Por cierto, no me disgusta cómo suena “detective Beckett” – Sonrió una última vez antes de girarse nuevamente y echar a correr. Más adelante estaban sus padres. Siguió mirando cómo se alejaban los tres, una vez hubieron desaparecido de su vista, se sentó y volvió a ojear el cuaderno, contento de tenerlo otra vez. En la última página escrita, había una frase escrita. “El corazón quiere, lo que el corazón quiere”.


Gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí y lo habéis leído entero!

precioso

Hermosa historia! Me encantó. Espero que escribas alguna otra

Si algún día hay un flashback así en la serie podré decir que habré sido un Jedi feliz El carácter de Beckett y el algo despistado Castle han estado niquelaos! Es un minific y no te pediré que lo continúes, pero más te vale ir escribiendo otro Arti'hta!

me gusta tu historia muy original


gracias por subir

Me ha encantado esa Beckett to´resabidilla, qué gracia! Y Castle con su afición oculta Ahí ya se le veía madera! Genial, sis, tienes que escribir más de estos!!

Vaya lulu no te esperaba yo por aqui,me ha gustado mucho esta historia que nos has traído,esta muy bien escrita pero sobre todo muy bien detallada,sobre todo la parte en que Castle observa a la gente en el parque.
Ya el final con miniKate y miniCastle sublime.
Enhorabuena bruja

:O
Que pasada, Lulú!!! Te lo estoy diciendo por el chat, pero se merece un comentario!
Me ha encantado como has escrito cada frase, cada linea, cada detalle! Has sabido plasmarlo todo a la perfeccion! De verdad que me ha encantado!! Y la pequeña Kate ya tan lista con 13 años... ahhahaah que monada!! Quiero algun otro tuyo pronto!!

Duquesa wow que bonita historia, un buen flashback me has sacado varios suspiros y risas. Es un encanto que buena tarde de ocio.

si es minifics eres asi no me imagino una gran historia tuya seria digna de llevarla al cine me encanto gracias por darnos esta joya

Me alegro de que os haya gustado!! Muchísimas gracias por los comentarios!!

Es estupendo. La descripciones son geniales y es una historia original y muy divertida. De verdad, me ha encantado.

continua por favor es fantástico

Me ha encantado!