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Alea Iacta Est (Capítulo 4)

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Alea Iacta Est (Capítulo 4) Empty Alea Iacta Est (Capítulo 4)

Mensaje por 007Castle Sáb Mar 17, 2012 1:36 am

Os hace un fic ambientado en la Edad Media con nuestros personajes favoritos????


Última edición por 007Castle el Lun Jun 11, 2012 8:25 am, editado 4 veces
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Mensaje por Teresita_yocastle$$NYPD Sáb Mar 17, 2012 2:30 am

siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

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Mensaje por kate&castle! Sáb Mar 17, 2012 6:09 am

Pues claro que si! Mola mas.
Pon caballos! XD

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Si te deja de apuntar pongas donde te pongas, avisame /ilusion optica/
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Mensaje por Lord Byron Sáb Mar 17, 2012 6:44 am

Es una GRAN idea! Very Happy
Pasar esta historia a una época medieval puede ser brutal!
Me apunto a seguir este fic!
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Mensaje por caskett mola Sáb Mar 17, 2012 12:17 pm

SIIIIIIIII!!!!!!!!!!!!!!!
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Alea Iacta Est (Capítulo 4) Empty Re: Alea Iacta Est (Capítulo 4)

Mensaje por 007Castle Dom Mar 18, 2012 9:44 am

Pues aki llega el............

Capítulo 1
Katherine jamás había estado tan segura de haber visto nada tan hermoso como las hileras de los libros que constituían la biblioteca mientras el sol brillaba a través del gran ventanal de la pared del fondo. El polvo de las páginas que flotaba en el aire, mientras los pájaros del exterior entonaban su melodiosa música.

Había sido llamada antes por un criado, diciéndole que su presencia era necesaria lo más pronto posible en la sala del trono. Tan pronto como su sirviente se hubo disculpado para conseguir su té de todas las mañanas, había empezado a hacerse una lista: se vistió con un vestido modesto pero elegante, que se ajustaba perfectamente a su esbelta figura, formado por un rico tejido de color morado que llegaba al suelo hasta cubrirle los pies .

Una de sus damas entró y le cepillo el pelo, a pesar de que discutió que ya lo hacía ella todas las mañanas, que era perfectamente capaz de hacerlo por sí misma. La mujer le empolvó la nariz, intentando ocultar parte de la piel bronceada de Katherine (consecuencia de pasar demasiado tiempo al aire libre), le recogió el pelo en una larga trenza de color marrón a lo largo de su espalda, y la acompañó hasta la biblioteca.

Hasta entonces, estaba muy contenta de permanecer dentro de las comodidades de la biblioteca. Era uno de sus lugares favoritos para desaparecer cuando necesitaba estar sola. El olor de la las páginas la distrajo, pero eran las palabras de las páginas las que más efecto le producían.

No siempre le gustó la idea de vivir en un castillo, pero la biblioteca lo compensaba. Se dio cuenta de lo afortunada que era por poder estar rodeado de todo aquello. Las palabras eran las únicas cosas en las que sentía que podía confiar, y todavía no había logrado siquiera leer la quinta parte de aquella gran sala. Esa sala estaría con ella hasta el final de su vida.

Katherine se acercó, preparándose para subir las escaleras y conseguir un buen libro antes de que la dijeran algo.

"Princesa Katherine", le dijo la mujer, María, lo que la mano se detuviera a unos centímetros de distancia de su libro, "Sabéis que el Rey desea veros."

Katherine tuvo que luchar contra la tentación de poner ojos. La mujer siempre había sido amable con ella, pero Katherine había estado intentando conseguir que abandonara las formalidades desde que era una adolescente. Después de todo, María había estado en la vida de Katherine desde el momento en que nació. María iba a verla cuando se despertaba en medio de la noche. Solía darle de comer y la bañaba. Katherine pensaba que a estas alturas podrían tratarse de un modo más familiar.

En cambio, Katherine se limitó a sonreír, "Gracias, María".

Katherine se movió rápidamente hacia las grandes puertas dobles de la sala del trono, finalizó la búsqueda de su padre al verlo en el otro extremo de la sala, hablando con un grupo de sus asesores de pie junto a él.

"Padre", dijo en voz alta para que él advirtiera su presencia.

El Rey James levantó de inmediato la vista al oír la voz de su hija, la seriedad desapareció de su rostro y se transformó en una sonrisa. Se puso de pie, sus asesores retrocedieron e inclinando sus cabezas con respeto, pero no lo vio o no le importó.

"Katherine", dijo, bajando de su trono y caminando hacia ella. Se reunió con él en medio del pasillo. De inmediato tomó sus manos entre las suyas, las alzó y abrazó su pecho: "Querida mía, te he echado mucho de menos."

Katherine se inclinó hacia adelante, presionando un rápido beso sobre su mejilla.

"¿Cómo ha sido el viaje Padre?"

El rey la soltó las manos y la cogió de un brazo. Ella hizo mismo, envolviendo su mano alrededor de su codo y caminó con él de nuevo hacia el extremo opuesto de la sala.

"Oh, pues como siempre," dijo él, " largo, muy aburrido, solo hablaban de política y los jóvenes me preguntaban cómo podrían convencerme para que te casara con alguno".

Katherine miró a su padre e hizo una mueca. Rey se rio como respuesta.

"No te preocupes, querida, no me he olvidado de nuestra promesa."

El Rey James se había casado por amor, en contra de los deseos de sus padres. Se había quedado perdidamente enamorado de una sirvienta llamada Johanna. En ese momento, estaba comprometido con otra mujer, una princesa de un país vecino, pero la anuló el día antes de la boda. En lugar de ello se casó con Johanna, y el resto del reino se enamoró de la joven que tenía una preciosa sonrisa. Era justa y equitativo, pero también amable y generosa, que era exactamente lo andaban buscando en una reina.

Unos años más tarde la reina se quedó embarazada, y todo el reino estaba abrumado de felicidad. Ese niño iba a ser el corazón y el alma de toda la tierra. Las celebraciones están previstas para cuando el niño naciera. Cuando Katherine nació, Johanna estuvo a punto de morir. Las parteras habían logrado detener la hemorragia, pero ya había perdido mucha sangre. No había esperanza. Pero Johanna lo hizo, aunque sólo fuera por aquella pequeña vida que tenía en sus brazos.

Johanna había logrado mantenerse con vida durante 10 días, amamantando a su querida hija y apreciándola con todo lo que tenía. Unas horas antes de su muerte, había llamado a su marido al lado de su cama, y le hizo prometer que siempre trataría a su hija con respeto y amor, y que cuando llegara el momento, la dejaría casarse con quién quisiera ella. El Rey asintió y besó a su esposa por última vez.

Esa misma noche, más tarde, la Reina se quedó dormida y simplemente no volvió a despertarse.

El país entero se puso de luto. Todo el país era un mar negro, los ciudadanos de la nación sentían la pérdida de su querida reina. Para el Rey James su muerte había sido especialmente dura, y buscó consuelo en las sucias tabernas de todo el país (donde beber era libre pero había que pagar un alto precio). Pero por la mañana, se levantaba sobrio y pasaba tiempo con su hija, como le había prometido a su esposa.

A pesar de que le presionaban, al Rey no se le podía obligar el volver a casarse. Se contentó con pasar el resto de su vida con la única parte que Johanna había dejado, su única hija, que cada día crecía más y era más hermosa. Cuando Kate tuvo edad para casarse, tenía una gran cantidad de pretendientes, y, por supuesto, A James no le sorprendió. Parecía Johanna de joven, y tenía su mismo espíritu: un espíritu libre y salvaje, y una sonrisa que podía iluminar los rincones más oscuros de la noche. Le había contado a Katherine la promesa que hizo a su madre y le hizo la misma promesa a ella. Y ahora, casi 30 años más tarde, la amaba tanto como cuando era una niña.

"Sabes", dijo, "que tendrás que casarte con el tiempol, cuando me haya ido."

Katherine desvió la pregunta, "¡Oh padre, han pasado 20 años y aún sigues con lo mismo."

James se echó a reír: "¡Oh Katherine, no tienes idea de lo que el mundo nos puede deparar. No somos más que peones en un gran y complicado juego, cuyo jugador es la providencia".

Katherine negó con la cabeza, "no me gusta demasiado el concepto de destino. Si ya se ha previsto todo, entonces ¿dónde está la emoción?"

James la miró y sonrió, "Sólo porque el resultado ya haya sido decidido no significa que tengas que saber sobre ello de antemano, querida. Toda la vida en su conjunto podría ser una aventura aunque sólo será si lo permites."

Katherine sonrió a su padre.

"Te he echado de menos, además de las palabras que le robáis a los demás, padre."

"Yo también te he echado de menos", dijo, apretándole el brazo, "es bueno estar en casa".

Para entonces ya habían llegado al final del pasillo. Kate miró un poco y vio a su padre fijando la vista en sus consejeros, pero cuando estos se dieron cuenta, desviaron la mirada rápidamente. Kate sacudió la cabeza y se dirigió hacia su padre:

"¿Me habéis llamado por alguna razón? ¿O simplemente querías que viniera a saludarte?"

James sonrió, sabiendo que su hija era demasiado atenta por su propio bien, "La verdad es que sí. Quería hacerte saber que tengo una sorpresa para ti."

Katherine levantó una ceja, "¿No acabas de arruinar la sorpresa?"

Alargó una mano, se cogió la barbilla y dijo en broma: "Bueno, sé que a mi hija no se lleva bien con sorpresas, así que pensé que era mejor avisarte."

Katherine frunció los labios: "Eres muy amable."

"Bueno, ciertamente pensaba que sí,", dijo James con una sonrisa, "Él llegará mañana por la tarde."

"¿Él?" le preguntó Katherine.

"Él", reiteró James, asintiendo con la cabeza mientras hablaba, "Lo vi cuando estaba cerca de The Gates. Es un trovador... ¡Oh, no me vengas con esa cara!. Es bueno. Muy bueno. Todo su trabajo lo escribe él. Le invité a venir para que pudieras escucharlo. "

Katherine no parecía muy convencida. Por experiencia, la mayoría de los trovadores no tenían ninguna experiencia. Sus palabras eran hermosas, pero no tenían sentimiento. Pero, si su padre pensaba que era lo suficientemente bueno como para invitarlo a casa, entonces estaba dispuesta a darle una oportunidad. Su padre nunca antes la había mentido.

"Bueno, está bien, le daré la oportunidad. Gracias, Padre." Volvió a lanzar una mirada a los consejeros y se los encontró una vez más mirándolos, cambiando su peso de un lado a otro. Katherine se volvió y sonrió a su padre: "Mira, a tus consejeros parece que les va a dar algo como no estén contigo. Estoy segura de que han pasado muchas cosas desde que te fuiste hace 2 meses..." Katherine se inclinó y besó a su padre en la mejilla, "... os dejaré trabajar."

James le dio un beso en la frente y la vio irse, en silencio se decía que ella era libre para disfrutar de sus vacaciones. Se volvió a sus consejeros en cuanto Kate se fue alejando del pasillo hasta llegar y atravesar la puerta que daba a la biblioteca. Kate se sentó en uno de los muchos sillones repartidos por la sala, doblando las piernas hacia su pecho. Se volvió de espaldas y cogió un libro de las estanterías de detrás de ella, decidió que tenía un poco de tiempo para leer antes de irse a la plaza del pueblo.

Abrió el libro y comenzó a leer, pero su mente seguía a la deriva en las palabras que su padre le había dicho anteriormente, sus pensamientos se llenaban de imágenes de destinos, peones y trovadores que simplemente no se desvanecieron.

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Mensaje por Estefanía988 Dom Mar 18, 2012 10:42 am

Me gusta, sigue pronto! Wink
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Mensaje por castle&beckett..cris Dom Mar 18, 2012 10:48 am

siguelooooo
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Mensaje por Teresita_yocastle$$NYPD Dom Mar 18, 2012 10:55 am

me gusta Thumb Happy Clap

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Mensaje por chelcas Dom Mar 18, 2012 7:19 pm

sigue, esta interesante Thumb
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Mensaje por 007Castle Jue Mayo 24, 2012 6:33 am

Capítulo 2

Muy a menudo, Katherine solía levantarse con la salida del sol. A pesar de sus esfuerzos del día anterior, llegó a centrarse tanto en el libro que leía que acabó por no ir al pueblo. No se había dado cuenta de lo tarde que era hasta que acabó de leer el libro. Estaba avergonzada, pues sólo había conseguido leer cien páginas de su libro a pesar de haber estado con ello durante casi medio día. Por primera vez en mucho tiempo, había estado tan perdida en sus pensamientos que había tenido dificultades para concentrarse en la historia que tenía delante.

Después de acostarse en su cama un momento, suspiró y se incorporó. Se cubrió con las sábanas, dejando las piernas fuera de la cama. Katherine se puso de pie lentamente, sintiendo la fría madera bajo los dedos de sus pies. Rápidamente se puso una bata de vestir sobre el camisón, y se dirigió hacia las puertas de cristal de su balcón. Apartó las cortinas que la proporcionaban privacidad durante la noche, y abrió las puertas de par en par. El aire de la primavera fresca se coló en la habitación y Kate cerró los ojos mientras sentía como la fresca brisa de la mañana se apoderaba de ella. Salió al balcón, se asomó a la barandilla y miró hacia abajo y vio como el jardín empezaba a florecer. Vio cómo las gotas del rocío brillaban con la luz de la mañana, las pequeñas flores de color rosa, amarillo y blanco preparándose para abrir sus pétalos. Colocó las manos sobre la barandilla de piedra, sintiendo un poco más la fresca mañana antes de que apartarse, dando la vuelta y mirando la escalera de hiedra que cubría la muralla del castillo durante un segundo antes de volver a su habitación.

Dejó las puertas abiertas tras de sí, movida por su vanidad, y se sentó en el diván frente a ella.

Se soltó el pelo recogido en un moño que se había hecho la noche anterior, dejando que le cayera por los hombros. Lo rozó con los dedos, feliz al comprobar que lo tenía como a ella le gustaba.

Katherine se quedó mirando su reflejo durante un momento: tenía la piel ligeramente bronceada y los rizos castaños de color miel le caían más allá de los pómulos y la barbilla antes de llegar a la mitad de la espalda. Miró sus labios, de color natural, la luz los volvía rojos volviendo lentamente al color natural después de una larga noche de descanso. Finalmente, le devolvió la mirada a sus propios ojos, de color verde con trazas marrones que le decían que se parecía a su madre cuando estaba viva. Inclinó la cabeza hacia un lado, y se cogió las bolsas que empezaban a formársele en las comisuras de los ojos, otro recordatorio de que envejecía cada día.

Tenía ya 30 años y ningún legado, ni marido, y tampoco hijos a los que ver o mostrar al pueblo.

Frustrada, se puso de pie rápidamente, ansiosa por hacer algo. Se dirigió hacia su tocador, quitó la ropa de la cama y se puso un vestido sencillo de algodón. Movida de nuevo por su vanidad, cogió una cinta marrón del cajón y rápidamente se hecho el pelo hacia atrás y se lo ató.

Estaría en la ciudad durante unas horas. El mercado de la mañana era uno de sus lugares favoritos de todo Beckett. La gente era siempre amable y hospitalaria y al mismo tiempo le gustaba el equipo que formaban para trabajar y cocinar en el castillo, aunque no eran nada, en comparación con recoger directamente el pan caliente salido del horno, los quesos recién hechos, y el fruto recogido directamente de los árboles.

Tenía por lo menos un par de horas hasta que llegara el trovador para volver y prepararse. No es que fuera a arreglarse a propósito para él. Después de todo, sólo era un poeta viajero. Al fin y al cabo, todos terminaban por ser decepcionantes.

¿Por qué mantener la esperanza cuando sabía que finalmente le rompería el corazón?

-------------------------------------------------- ------------------------------

"Katherine, creo que te va a gustar".

Katherine miró a su padre, al ver la sonrisa en su rostro. Kate se movió de su sitio, sintiendo su mirada desde su lugar en el trono, a la espera de que llegara su invitado.

"¿A qué viene esa mirada?"

El rey intentó recomponerse: "¿Qué mirada? ¿Qué cara?"

Katherine lo miró, y la sonrisa del rey estalló en una carcajada.

"Creo, querida mía, que vas a... apreciarle." A la mirada inquisitiva de Katherine, James aclaró: "Cuando conocí a este hombre, estaba realizando su labor en la calle, rodeado de gente. Echó un vistazo a la multitud y agarró al hombre más cercano a él, que era yo. Echó un brazo sobre mi hombro y continuó recitando sus versos hasta que mi guardia lo apresó. Estaba de apunto de ordenar su decapitación, cuando me detuve. Me llevó a una taberna, en agradecimiento, pagó las bebidas y empezamos a hablar. Entonces le invité a venir. Para que pudieras conocerle. "

Katherine asintió e intentó ignorar el hecho de que su padre estaba, obviamente, ocultándole algo.

"¿Así que lo que me estás diciendo es que es ignorante e impulsivo?"

James negó con la cabeza, "Al contrario, Katherine, es perspicaz y reflexivo," hizo una pausa por un momento para sonreír a su hija, "se parece a tí."

Kate no tuvo la oportunidad de responder, porque oyó las puertas del salón del trono abriéndose.

Se dio la vuelta con rapidez hacia adelante, una vez más, al mismo tiempo que la blusa del vestido azul que había decidido ponerse, un poco más formal que cualquier otro día, pero no tan formal como un vestido que usaría para una cena o alguna otra ocasión semejante. Ignoró el hecho de que podía ver a su padre con una sonrisa de satisfacción, se alisó con las manos en la parte delantera del vestido, antes de erguirse, y junto las manos delante de ella, esperando al visitante.

Después de un angustioso momento de silencio, el poeta llegó al final de la larga alfombra que llegaba desde las puertas hasta los tronos, a unos 25 metros de distancia, ligeramente elevados, donde Katherine y James le esperaban. El hombre se inclinó delante de ellos hasta la cintura, haciendo una genuflexión para mostrar su respeto. Después de un momento, se puso de pie con la espalda recta y los brazos torpemente rígidos a los lados.

No era nada parecido a lo que ella esperaba. La mayoría de los trovadores que había conocido eran delgados hasta el punto de quedarse en los huesos, con poco músculo o ninguno en absoluto. Eran pomposos y arrogantes.

Aquel hombre era distinto. Era más alto que ella, (sacándola una cabeza) y estaba bien formado físicamente. A través del rígido chaleco y del cuello de la camisa que obviamente habían sido lavados y planchados para la ocasión, pudo ver que la camisa le encajaba de forma ajustada alrededor de los brazos y el pecho. Parecía nervioso, como si hubiera sido advertido por alguien en el camino de que, si algo salía mal, sería arrojado a los calabozos del nivel inferior del castillo (Era mentira. No habían utilizado los calabozos en años).

De repente, la miró y ella bajo la mirada. ¡Oh, aquellos ojos!. Katherine no estaba segura de que hubiera visto en su vida unos ojos tan azules. En lo más recóndito de su mente, se imaginaba a su padre haciendo las presentaciones. Se irguió un poco más, encontrándose con su mirada de nuevo. Sin romper el contacto visual, hizo una pequeña reverencia y le dirigió una pequeña sonrisa.

Y él se la devolvió.

Oyó la voz de su padre en su oído recitando preguntas como "¿Qué tal tu viaje?", "¿Has tenido algún problema?", "¿Ya habías estado antes en esta área? ' El hombre respondió a todas las preguntas de su padre con gracia, y Katherine se encontró mirando la forma en que las palabras salían de su boca, la forma en que las palabras salían de sus labios.

Katherine escuchó vagamente el sonido de pasos al otro lado de su padre y vio a su primer consejero susurrándole algo al oído. Al rato, a su padre le cambió la cara ante lo que le decían, y antes de que se levantara del trono, su consejero inclinó la cabeza y se hizo a un lado.

"Por desgracia, parece ser que me necesitan, por lo que tendrás que seguir sin mí", James frunció el ceño, mirando alternativamente a su consejero y a Katherine y al poeta, "pero me gustaría invitarte a comer con nosotros esta noche, y que te quedaras todo el tiempo que necesites. Estoy seguro de que Katherine se asegurará de que te sientas como en tu casa. "

"Gracias a vos, su alteza", dijo el poeta, inclinando la cabeza, "la hospitalidad es sólo comparable a su gracia."

James se rió un poco, antes de disculparse para ir al encuentro con sus consejeros, dejando a Katherine y al poeta enfrente el uno del otro.

Se quedaron un momento en silencio antes de que Katherine se percatara, dándose cuenta de que él estaba esperando a que hablara antes de responder, haciendo gala de buenos modales, y ella no pudo evitar sentirse un poco disgustada por aquellas leyes absurdas.

"Es un placer conocerlo, señor. Mi padre me ha dicho que eres el mejor de todos a los que ha escuchado."

El hombre inclinó con modestia la cabeza ante el cumplido, a pesar de que todavía podía ver la sonrisa de satisfacción en sus labios.

"Me siento honrado", dijo, con sinceridad, "El pueblo no mentía cuando decían que su belleza podía rivalizar con la del sol. Es un honor ser considerado digno de poder estar en tu presencia."

Intentó impedir que se le escapara una divertida sonrisa.

"¿Me está tomando el pelo, señor?"

El hombre frente a ella levantó la cabeza y la miró seriamente.

"Por supuesto que no, princesa. Nunca se me ocurriría ser tan arrogante hacia a una mujer de tan alto estatus."

Se le acabó por escapar la sonrisa que antes intentó reprimir.

"Es todo un caballero", dijo Katherine.

"Lo intento, princesa", le dijo. Ella ladeó la cabeza a un lado cuidadosamente, observándole una vez más antes de explorar otra vía de la conversación.

"Tenéis un apellido muy interesante. ¿Es el símbolo de vuestra familia?"

"En realidad no es así, princesa", dijo, sacudiendo la cabeza, "Perdí a mis padres cuando era muy pequeño, y mi familia no quiso hacerse cargo de mí. Me convertí en aprendiz en casa de un corredor de apuestas. Cuando me preguntó cuál era mi nombre, fue lo primero que me vino a la mente... "El hombre se encogió de hombros, como si el pasado no tuviera importancia para él,"... y me quede con ese nombre. "

Katherine se limitó a asentir: "¿Y encontraste tu corazón en la tienda del corredor de apuestas?"

Él negó con la cabeza: "No, princesa, lo que encontré fue mi pasión por los poemas", miró hacia ella, su rostro era una mezcla de burla y honestidad que la obligó a permanecer un poco más erguida, "Todavía estoy buscando mi corazón. "

Por el rabillo del ojo, Katherine vio a los guardias dirigiéndose hacia ellos, estaba claro que no les gustaba la dirección de la conversación, y se dirigían a protegerla. Sin perder el contacto visual con el poeta viajero, rápidamente levantó la mano a los soldados, indicándoles que volvieran a sus puestos.

Ella asintió con la cabeza hacia él con admiración, instándose a sí misma a no pensar en su respuesta.

"Bien, señor Castle", dijo, alejándose de él y tomando asiento en la silla junto al trono de su padre, "¿Por qué no me mostrais vuestra pasión?"
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Mensaje por alwaysloveCaskett Sáb Mayo 26, 2012 11:44 am

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Mensaje por 007Castle Lun Jun 04, 2012 9:53 am

Capítulo 3

Katherine le observaba cambiar su peso de una pierna a otra, él…. intentaba pensar en lo que le diría. Kate no había tenido muchas esperanzas hasta que lo vio, y ahora estaba obviamente nervioso por querer hacerlo todo bien, y ella descubrió que no podía hacer nada para ayudarlo.

No se encontraba nada cómodo. Él era un artista callejero, un poeta ambulante que vendía sus palabras a las calles y a la gente que se cruzaba en su camino. Estar en la corte podía acabar siendo algo bueno o malo.

Katherine se levantó de su silla. Caminó en silencio hacia el borde de la plataforma elevada y se sentó en él mientras juntaba las piernas.

"Señor Castle", le dijo en voz baja. Alzó la vista al oír su voz. Ella sonrió con la esperanza de que se sintiera más cómodo, "no hay necesidad de estar nervioso".

Vio como el señor Castle alzaba una mano para frotarse la frente con ansiedad, en lugar de pasarse las manos por el cabello. Se pasó la mano por encima de la boca, mientras los dedos se aferraban a los músculos de la mandíbula.

"Pido disculpas, princesa", dijo, evitando mirarla los ojos: "Sólo soy..."

Katherine se puso de pie y dio un paso justo en frente de él. Él la miró, con una ansiedad reflejada todavía en sus ojos. Sin pensarlo, se puso detrás de él y le cogió del cuello de la chaqueta. Estaba tenso, pero sabía que aquello le ayudaría, así que le ignoró y le quitó la chaqueta. El se lo permitió, y ella vio que los músculos de sus hombros se relajaban de forma visible por debajo de aquella tela demasiado ajustada.

Dobló la chaqueta y se la colgó en el antebrazo, dándose la vuelta para mirarlo.

"¿Cómo hacer que esto resulte más sencillo?"

El la miraba tan avergonzado que, una vez más, Kate no volvía a detenerse. Alargó la mano y le tocó el brazo. En circunstancias normales, su conciencia la habría atormentado de haber hecho aquello, pero no pudo evitar tener la sensación de que, desde que habló por primera vez con él, aquello valdría la pena.

"Por favor", suplicó ella, con voz baja e intimidatoria, "no hay necesidad de estar avergonzado. He oído que tus palabras son las mejores, y sé que esto..." hizo un gesto hacia la sala, "no es a lo que está acostumbrado... "Katherine lo miró, casi con timidez:" Pero quiero escucharle, señor Castle. Quiero escuchar lo que tiene que decir. "

Él respiró hondo y asintió con la cabeza una vez, antes de tomar un paso lejos de ella. Dejó que su mano se deslice de su brazo, tratando de ignorar la forma en que sus fibras sensibles tiró de la moción, y le dejó tomar la iniciativa.

Entonces él la miró y le ofreció su brazo, "¿Podríamos dar un paseo?"

Ella le sonrió, feliz de que estuviera dispuesto a intentarlo, y se agarró a su brazo. Empezaron a llevar alrededor de la habitación caminando lentamente.

"Gracias al cielo que el clima está mejorando", dijo Castle de pronto.

Sin saber lo que estaba pasando, decidió seguirle el juego.

"Cierto," asintió con la cabeza, "las últimas semanas hizo bastante frío."

Él asintió, "es verdad. Pero el día de hoy... sí, hoy es el día perfecto para un paseo."

Ah, la cosa iba mejorando. Iban caminando. Al parecer, fueron afuera. De vuelta a las calles. De vuelta a su ambiente. Katherine le miró y decidió tomarle el pelo un poco.

"No sé... a lo mejor es algo precipitado", dijo, encogiendo los hombros y añadió con énfasis, "... ¿cuánto deseáis caminar?"

Él negó con la cabeza, luchando contra una sonrisa, "Tonterías, princesa, hoy está perfecto el día, no podremos parar hasta que..." De repente, se pararon a un lado del camino. Con su mano libre, se agachó y recogió algo. La observó con delicadeza entre sus dedos antes de llevársela a la nariz y olerla.

Una flor. Le había recogido una flor.

Él hizo la pantomima de tirar la moneda como si fuera el dueño de una tienda, asintiendo con la cabeza en agradecimiento. Sin llegar a tocarla, colocó la flor imaginaria detrás de la oreja antes de sonreír hacia ella.

"... te haga sonreír."

Katherine levantó la mano libre a los labios, intentando reprimir una sonrisa. No funcionó.

"¡Ah, ahí está!" dijo él con una sonrisa a cambio ", cuando sonríes, incluso el diablo no puede el evitar llorar. Eres tan radiante como la luna, una luz en la oscuridad eterna, y si quitáramos todas las estrellas del cielo nocturno y las cosiéramos en conjunto, la luz sería despreciable en comparación con el brillo en tus ojos. "

Katherine lo miró y vio la mirada clavada en su rostro. Y ante de que le pudiera replicar en algo, se sonrojó.

Había oído poemas de amor anteriormente. Los leía y los escuchaba de boca de otros poetas, e incluso intentó escribir alguno, pero esto era diferente. Sí, era diferente. Porque aunque hubiera alguien sentado a su lado diciéndole lo hermosa que era con palabras de fantasía, a menudo no se conformaba su mente. Las palabras eran sólo palabras, y muy a su pesar sonaban bastante bien aunque no significaran nada al salir de unos labios y menos si no había sentimiento.

Sin embargo, Richard Castle... las decía con gran seriedad y sentimiento.

Katherine frunció los labios, y luego habló.

"Y si os dijera señor Castle…"

"Richard," dijo de repente.

"¿Qué?" dijo Katherine.

El poeta se avergonzó por haberla interrumpido, "Es sólo que... yo... preferiría que me llamárais... Richard. Por supuesto, no tenéis por que..."

Ella le sonrió, se relajó y empezó de nuevo.

"¿Y si os dijera, Richard, que estoy cansada de escuchar poemas de amor?"

"Os preguntaría de que otra cosa querríais hablar."

Ella lo miró con una sonrisa, sabiendo que iba totalmente en serio.

"Háblame del destino", dijo, mientras las palabras salían a borbotones de su boca sin su consentimiento.

"¿El destino?" dijo él, entrecerrando los ojos, "¿esa creencia de que no tenemos control sobre nuestro propio destino?" negó con la cabeza hacia ella, "Yo no creo en el destino."

Kate le miró, sorprendida, "¿Y eso a que se debe?"

Suspiró antes de contestar, "Si tu persona no tiene ningún control sobre tu propio ser… ¿entonces que es la vida? Tu vida está llena de opciones y algunas son tristes, causan estragos en el espíritu y debilitan o rompen el corazón. Pero hay otras opciones, las opciones que conducen al amor y a la felicidad. Y te hace pensar que... somos simplemente peones en un juego en el que el destino toma las decisiones. Sin decisión, no hay emoción, y sin emoción no hay vida. "

Ella le miró, intentando pensar en una respuesta ingeniosa, pero no podía pensar en nada. Se mordió el labio antes de romper el contacto visual ", parece que me habéis dejado sin palabras."

Richard le sonrió, "Bueno, no completamente sin palabras..."

Bromeando, ella le empujó, y le sonrió.

"Me alegro de que hayamos dado este paseo."

Se detuvo delante de la puerta que conducía a la biblioteca, antes de soltar el brazo de su agarre suavemente. Sin embargo, el no se apartó y agarrándola suavemente de la mano, la llevó a su boca y colocó un beso en la parte posterior de sus nudillos.

"El placer, princesa Katherine", dijo, mientras sus ojos ardían con sinceridad, "es todo mío."

-------------------------------------------------- ------------------------------

"... Y de repente un hombre, completamente desnudo, salió en medio de la calle y se montó en uno de los caballos de los soldados. Tardaron 20 minutos en bajarlo porque se había ido trotando con el caballo. "

Katherine tuvo que dejar los cubiertos sobre la mesa de las fuertes carcajadas que daba, y su padre también. Lo miró sin contemplaciones, puso su codo sobre la mesa, mientras llevaba su mano a la cara y se reía histéricamente. Richard se les unió y Katherine estuvo segura de que nunca había estado en una cena tan animada.

"Y entonces...", dijo James, intentando controlarse, "que ocurrió... le cogieron al final?"

Richard se calmó lo suficiente como para terminar la historia, "Cuando lo bajaron se cayó al suelo. Estaba tan borracho que no podía ni andar. Le pusieron algo de ropa y lo metieron en una celda durante 2 días hasta que estuvo lo suficientemente sobrio como para levantarse e irse por su propio pie. "

Katherine sonrió al imaginárselo, mientras se cubría la boca. Le lanzó una mirada rápida a los consejeros del otro lado de la mesa, y estos la dirigieron falsas sonrisas y ni se inmutaron ante la anécdota.

Sería mejor cambiar de tema.

"Entonces, Richard," dijo ella, apreciando en silencio el sonido del nombre de él al salir de sus labios, "¿hay algo que le gustaría ver mientras esta en Beckett?"

Él la miró y sonrió genuinamente.

"Ya he visto todo lo que había venido a ver, pero agradecería alguna sugerencia por vuestra parte de algún lugar para poder visitar."

Antes de que Katherine le pudiera responder, su padre se le adelantó: "Bueno Ciertamente, ha venido a pedir consejo a la persona más indicada, Sr Castle. Nadie conoce mejor a mi pueblo que Katherine".

Katherine se ruborizó, "¡Oh, padre, sois demasiado generoso!, aunque debo discrepar. Nadie conoce tan bien la ciudad..." se detuvo por un momento, observando silenciosamente a su padre: " que mi padre… Al fin y al cabo, No tengo la edad suficiente como para saberlo todo. "

Katherine vio como James la fulminaba con la mirada antes de sonreír, tomándose su broma con tranquilidad. Ella le devolvió la sonrisa, haciéndole saber que le estaba tomando el pelo antes de mirar al otro lado de la mesa a Richard, que estaba viendo aquel intercambio de miradas con asombro.

"Bueno, Richard,"dijo ella, "Tal vez podríamos dar un paseo a la ciudad mañana. “Podría mostrar los lugares más importantes de nuestra ciudad", hizo una pausa por un momento ", es decir, si el tiempo nos lo permite."

Los ojos de Richard se iluminaron antes de contestar dulcemente: " Nada me gustaría más que dar un paseo con vuestra majestad."

Ambos de dedicaron una sonrisa, hasta que oyeron el rey aclararse la garganta.

"Bueno", dijo con una sonrisa sospechosa, "Arreglado entonces. Estaréis en buenas manos con mi hija, señor Castle."

Richard asintió con la cabeza en respuesta "no tengo ninguna duda, Alteza."

Katherine sintió que sus mejillas enrojecían de nuevo. ¿Qué tenía este hombre que la hacía sonrojar con tanta facilidad? Nunca fue alguien que era propenso a sonrojarse, a menos que hiciera un largo invierno. Sin embargo, era tan fácil para este hombre el hacer que se sonrojara….

James empujó su silla de la mesa y se levantó, a lo que todos en la mesa le siguieron rápidamente.

"Bueno", dijo, doblando la servilleta y poniéndola sobre la mesa ", como Katherine tan amablemente ha señalado anteriormente, ya soy viejo, y estas emociones hacen que canse más que en tiempos pasados. Me retiro a mis aposentos. Katherine os mostrará el camino a sus habitaciones señor Castle, ¿verdad? "Al asentir Katherine, continuó, "Buenas noches a todos. Os veré mañana'."

Mientras el resto de los comensales se inclinaban ante el Rey, Katherine hizo una reverencia rápida, e irguiéndose para presionar un beso en la mejilla de su padre dándole las buenas noches. Él le sonrió, asintiendo con la cabeza hacia la sala antes de irse. Los consejeros salieron inmediatamente detrás del Rey, dejando las servilletas en la mesa y alisándose su traje de gala al salir de la habitación con una seca inclinación de cabeza hacia la princesa.

Cuando solo quedaron Katherine y Richard en la larga mesa, ella le señaló con la cabeza al plato frente a él.

"¿Has terminado?" ella dijo: "Podemos pedir algo más si tenéis más hambre."

Richard miró hacia abajo en el plato casi vacío delante de él y decidió que había terminado. Dobló la servilleta como el rey había hecho y poner en la mesa al lado de su plato.

"No hace falta," dijo, mirando a la princesa todavía de pie frente a él, " si como más creo que explotaré".

Ella le regalo una sonrisa que hizo que su corazón latiera un poco más rápido en su pecho.

Ninguna mujer había hecho que el corazón le latiera tan rápido. Con cada sonrisa, cada risa, cada vez que ella lo miraba con suavidad a los ojos, lo dejaba sin aliento. Era más inteligente que cualquier mujer que hubiera conocido nunca, y no exageraba cuando le dijo que era la mujer más hermosa que había visto en su vida.

Pero, no era más que un trovador, un poeta viajero sin títulos ni riquezas ya que el anciano de la tienda de la casa de apuestas había fallecido y no tenía ningún lugar al que pudiera llamar hogar. Era un plebeyo, un hombre que sobrevivía de la bondad de los extraños y del poder de las palabras que le dio un lugar en el que poder dormir aquella noche. Ella era una princesa. Una hermosa, elegante… lo abarcaba todo desde que al verla por primera vez, le dejó sin aliento. Ella era diferente. Ella no encajaba en el papel de princesa típica, sin embargo, era muy querida por todos.

Podría tener a quién quisiera. ¿Por qué desearía a un humilde bufón?

"Bueno", dijo ella, interrumpiendo sus pensamientos: "Creo que María ya ha preparado sus habitaciones. Se alojará en el ala oeste. ¿Os parece bien?"

Asintió, "Me parece perfecto."

Caminaron en silencio por el castillo un momento antes de que Richard decidiera hacer algo al respecto.

"Entonces, princesa", dijo en voz baja mientras subían las escaleras, "Nuestra aventura comienza mañana…¿No?"

Ella lo miró y le regalo una sonrisa: "¿No deberíais elegir eso vos? Vos sois el invitado...", y vos la princesa: "Probablemente... supuse que querríais descansar de vuestro largo viaje… ".

Richard negó con la cabeza cuando giraron por un largo pasillo: "Conocéis esta ciudadela mejor que yo. Estoy a vuestra merced, princesa".

Katherine se detuvo frente a una puerta, volviéndose hacia él después de asegurarse de que estaba cerrada con llave.

"En ese caso," dijo con una sonrisa, "cuando se alce el sol".

Tuvo que contener un gemido, ante el temor de que a él le molestara levantarse tan temprano como ya hacía todos los días. En lugar de eso, él asintió hacia ella.

"Perfecto".

Ella le sonrió, y él sabía que ella sabía que él no estaba entusiasmado con la posibilidad de despertarse tan temprano.

Pero lo haría. Por ella.

¿De verdad, Richard? No es una mujer cualquiera. No te pases.

Katherine asintió con la cabeza hacia la puerta.

"Esta será tu habitación durante el resto de tu estancia aquí. Espero que todo sea de vuestro agrado."

Richard asintió.

Inclinó levemente la cabeza hacia él, "Buenas noches, Richard."

Antes de que pudiera alejarse, Richard la tomó de la mano como había hecho anteriormente, y apretó sus labios suavemente en la parte posterior de sus nudillos de nuevo. Antes lo había hecho por impulso, y ahora se detenía. Debido a que él era un plebeyo y ella pertenecía a la realeza. Pero ella no le había dicho nada antes y no creía que volviera a hacerlo ahora.

"Hasta mañana, princesa".

Abrió la puerta y se deslizó lentamente a través de ella, cerrando tras de sí con un clic.

Katherine sonrió ante la cerrada antes de darse la vuelta hacia el Salón Este para prepararse para la cama.

Richard por el contrario, se sentó en la cama y se pasó las manos por el pelo, regañándose mentalmente a sí mismo por su estupidez.

No era posible el enamorarse de alguien en un solo día.

¿O sí?


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Mensaje por castle&beckett..cris Lun Jun 04, 2012 12:45 pm

siguee
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Mensaje por SVV5 Lun Jun 04, 2012 6:21 pm

Sígueloooo
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Mensaje por cris_beckett Mar Jun 05, 2012 3:12 am

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Mensaje por Teresita_yocastle$$NYPD Mar Jun 05, 2012 3:23 am

perfecto capi Happy Clap

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Mensaje por 007Castle Lun Jun 11, 2012 8:24 am

Capítulo 4


Richard se despertó al oír los golpes que venían de la puerta. Gimiendo, miró por la ventana y vio las sombras de la madrugada que se arrastraba por los inmensos campos del reino.Gimió de nuevo y echó hacia atrás las sábanas, obligándose a sí mismo a levantarse de aquella cómoda cama y arrastrando los pies hacia la puerta.

La abrió con rapidez, y por poco se da con el marco de la puerta.

Y allí estaba la princesa.

Se mordió la lengua para no lanzar un juramento.

La miró de arriba abajo, pasando por el sencillo vestido de algodón que parecía poder adquirirse en cualquier puesto en la ciudad, y encima de este, el pequeño delantal que adornaba la parte delantera. Observó su largo pelo, recogido en una cola de caballo recta que caía formando una curva sobre su hombro. La luz que entraba por las ventanas cuando él abrió, la otorgaba un aspecto casi celestial.

"Buenos días, princesa", dijo Castle con una sonrisa.

Vio cómo los ojos de Katherine miraban hacia abajo, y se enrojeció de la vergüenza, plenamente consciente de que estaba sin camisa, vestido solamente en ropa interior. Normalmente, no le habría importado. Sabía que tenía muy buen aspecto.

Pero no era lo mismo delante de una princesa.

"Lo siento", dijo Kate, interrumpiendo sus pensamientos con una sonrisa burlona, "¿Te he despertado?"

"No, no, por supuesto que no", dijo él rápidamente.

Katherine levantó una ceja, no le creía. La vio morderse el labio inferior, mientras otra sonrisa burlona aparecía en sus labios.

"Si quieres lo dejamos para otro día" dijo ella.

"¡No!" le dijo Richard, poniéndose recto. Se pasó la mano por el pelo, mirando hacia su habitación. Aquellos ojos verdes volvieron a centrarse en el pecho de él y brillaron levemente al ver los músculos marcados del brazo cuando lo alzó al mirar hacia atrás a su habitación. Se mordió el labio, admirando su constitución antes de que él se diera la vuelta con rapidez. Kate recuperó la compostura mientras Richard hablaba.

"Sólo... dame cinco minutos y estaré listo."

Ella asintió, adoptando de nuevo la sonrisa burlona. "Si tardas más de 5 minutos me voy sin ti."

Castle replicó: "Es difícil dar un paseo por la ciudad, no hay necesidad de hacer un tour."

Ella apretó los labios, "no necesito una excusa para ir a la ciudad. Simplemente ayudo a la gente."

"Es muy amable por su parte, princesa".

Katherine se burlaba de él, "Te quedan 4 minutos".

Él respiró hondo: "Bueno, ya voy."

Rápidamente cerró la puerta en medio de ellos y Katherine le oyó tropezar con algo al otro lado. Cuando se enteró de sus maldiciones hacia lo que le había hecho tropezar en voz baja, soltó una carcajada. Luego se apoyó contra la pared, esperando a que saliera de nuevo.

Si una cosa era cierta, es que no se aburriría con Richard Castle.

-------------------------------------------------- ------------------------------

"¿Así que has estado en Beckett toda tu vida?"

La princesa Katherine asintió: "Así es" hizo una pausa por un momento, sabiendo que estaban a punto de meterse en temas de carácter personal, "... ¿Y tú de dónde eres?"

Richard se encogió de hombros, "no lo sé, la casa de apuestas estaba en Weldon, así que supongo que es allí donde nací, he viajado bastante… The Gates, Coonan, etc... He estado algún tiempo en Kyra... en resumen, un montón de provincias diferentes.

"Así que has estado en toda la región".

"Sí", "pero por encima de todos, la 12th es mi favorito."

Katherine asintió, mirando hacia el camino por el que iban andando. En la región, había 12 países distintos, cada uno formado por sus propios pueblos y ciudades y con gobierno propio, los cuales formaban parte de un tratado en un intento de mantener la paz. Hace cientos de años, los antepasados o grandes reyes lo elaboraron, con la esperanza de que firmaran en el cada uno de los reyes de cada región. El abuelo de Katherine fue el último en firmar, dándoles el título de 12.

Richard no estaba pensando en la historia de Beckett. Estaba pensando en la suya. ¡Qué lástima no saber siquiera de dónde venía!. Intentó quitarle importancia, fingir que no era un gran problema. Nunca conoció a su padre y de su madre tenía pocos recuerdos, murió justo antes de que pudiera llevar un cubo lleno de agua de regreso a su cabaña. Tuvo mucha suerte de que el anciano Montgomery pensara que podía serle útil en su tienda.

Ella también tendría una historia.

Por favor, como si fuera problema mío.

El verdadero problema era que ella portaba una corona, y que él ni siquiera tenía un digno apellido.

Ella oyó su suspiro y le miró, en ese instante sus ojos se encontraron. Kate sonrió, ya que hizo contacto con sus ojos antes de retirar la mirada con timidez. Entonces, se acercó a él y suavemente le cogió del brazo. No estaba dispuesto a dejar pasar aquella invitación, así que Castle levantó su brazo libre y permitió que ella se sujetara a él. Le sonrió, y Richard rezó para que no pudiera tomarle el pulso a través de las yemas de los dedos.

"Por fin," dijo Kate de repente, "gracias a Dios que el tiempo a mejorado."

Se echó a reír, y sin poder evitarlo, apretó su mano contra la de él involuntariamente un poco más.

"¿Falta mucho?"

"Vaya Richard, ¿ya estás cansado?", bromeó ella.

Él negó con la cabeza, "Por supuesto que no. Siempre me ha gustado dar largas caminatas cuesta arriba cuando sale el sol."

Le sonrió, tirando de él, "Bueno, por suerte para tí, ya hemos llegado."

Al llegar a la cresta de la colina, miraron hacia abajo. Estaban tal vez a 100 metros de distancia del mercado, y a pesar de que fueron justo después del amanecer, la calle ya estaba llena de gente. Se podían ver los diferentes negocios abriéndose, amigos que se llamaban el uno al otro, y las risas que atravesaban las calles.

Katherine miró, observando aquel mar de personas con una sonrisa, asombrada por las características propias del mercado y sintió que el corazón comenzaba a latirle con más fuerza en el pecho.

De repente, sintió que algo tiraba de su brazo, arrastrándola por la colina, "¡Vamos!" gritó Castle.

Ella se rió ante su afán, pero aceleró y le alcanzó cuando llegaban al inicio del mercado. Volvió a agarrarle del brazo (para evitar perderle de vista), y comenzaron a caminar por las calles atestadas de gente.

Richard oyó el ocasional "¡Buenos días princesa!" y "Princesa Katherine, ¿cómo estáis?" y no podía dejar de mirarla con asombro. Se sabía el nombre de todos, desde el fabricante de zapatos para hombre hasta el que llevaba ganado en jaulas. Se dirigía a todos con una sonrisa.

Dios, era increíble.

De repente se sobresaltó al ver la expresión en su rostro.

Ella se rió, un poco nerviosa, "¿qué?"

Él negó con la cabeza, sin poder dejar de sonreír, "No es nada."

Kate frunció los labios, volvía a no creerle, pero eligió ignorarlo por esta vez.

"¿Tienes hambre?. Conozco el mejor sitio para comer de todo Beckett."

Él asintió, "claro, mostradme el camino".

Kate se soltó de su brazo y él se sintió sólo por un momento o decepcionado hasta que los dedos de ella se envolvieron alrededor de su muñeca. Se quedó perplejo, al ver como se movía con rapidez y elegancia entre la multitud mientras se dirigía hacia su destino. Momentos después, se detuvo frente a un modesto edificio, y pasó por la puerta mientras tiraba de él.

Sabía que estaban en una panadería en cuanto el olor le atravesó las fosas nasales. Se acercaron al mostrador de madera pequeña y se detuvieron enfrente. Observó cómo Katherine se inclinaba ligeramente sobre el mostrador.

"Lady Kristine", llamó Katherine.

Una mujer salió de una pequeña puerta al otro lado de la tienda, tenía el cabello largo y oscuro y lo llevaba recogido en una coleta. Se secó las manos con un trapo al hombro antes de mirar hacia arriba y verlos. La mujer sonrió con alegría.

"¡Oh, princesa Katherine!," dijo ella, inclinándose ligeramente, acercándose a ellos, miró a Richard con admiración: "¿Quién es vuestro acompañante?"

Richard abrió la boca para presentarse, pero Katherine se le adelantó.

"Este es Richard Castle, permanecerá un tiempo con mi padre y conmigo y pensé en enseñarle lo mejor que te podías encontrar en Beckett".

Kristine miró a Richard, "Es un placer conocerlo señor Castle, y por suerte para usted, acababa de sacar algunos panes del horno. Mi especialidad. Ahora mismo los traigo."

Kristine asintió antes de volver por la puerta de atrás. Richard vio cómo Katherine deslizaba rápidamente unas monedas del bolsillo de su delantal y las dejaba al otro lado del mostrador, con los ojos fijos en la puerta. Richard levantó una ceja cuando ella lo miró, pero le sonrió.

Momentos más tarde, Kristine volvió de espaldas, con una barra de pan envuelta en las manos. Se la entregó a Katherine inmediatamente, la cual se la entregó a Richard. Excavando en el bolsillo, empezó a sacar la cantidad exacta del cambio que había al otro lado del mostrador. Antes incluso de que pudiera obtener la cantidad correcta, Kristine se lo impidió.

"Oh de eso nada, princesa. Sabéis que no puedo aceptar dinero vuestro"

"Lady Kristine..."protestó Katherine.

"No", Kristine le quitó la palabra de la boca ", ahora continuad vuestro paseo y mostradle al señor Castle lo mejor de Beckett".

Katherine se rió entre dientes, dándole las gracias y despedirse antes de llevarse a Richard fuera de nuevo.

Se inclinó y le susurró al oído mientras salían por la puerta.

"Eres muy astuta".

Él la siguió de nuevo observando cómo se mezclaban entre la multitud, con otro destino en mente.

"Que sea una princesa", dijo distraídamente ella, "no quiere decir que deba tener privilegios especiales."

Volvieron a detenerse, esta vez en un puesto mayor.

No pudo hacer más preguntas al oír una fuerte llamada.

"¡Princesa Katherine! Que honor que haya venido a vernos."
"Lady Erin", le sonrió Katherine, "este es Richard Castle. Se va quedar un tiempo con nosotros y le estoy mostrando lo mejor de nuestro humilde pueblo."

La mujer de nombre Erin se volvió hacia Richard, con su pelo corto flotándole alrededor de los oídos y le sonrió: "Bueno, ha venido con la persona más indicada. La princesa Katherine sabe más sobre esta ciudad que nadie," Lady Erin le lanzó un guiño a Katherine, y Katherine alzó una ceja burlona en respuesta antes de mirarle a él.

"¿Tenéis alguna petición?" preguntó Erin.

Él negó con la cabeza, confiando en su juicio.

Ella asintió y se volvió hacia Erin, "lo de siempre, entonces"

Erin asintió y desapareció hacia la parte posterior de la tienda.

Observo como Katherine sacaba dinero del bolsillo una vez más y lo dejaba en el mostrador donde sabía que Lady Erin lo encontraría.

Lady Erin volvió momentos más tarde, con una manzana o algo parecido envuelto en una mano y en la otra un frasco.

"Un tarro de tomates en rodajas y un bloque de queso fresco cortado para la princesa."

Erin se los entregó en una bolsa al llegar al mostrador y se despidieron.

Levantó una ceja, pero él volvió a encogerse de hombros.

Antes de que Katherine pudiera comenzar a buscar a tientas el dinero, Erin la miró con severidad y la detuvo.

"Invita la casa."

Katherine suspiró, "Lady Erin..."

"No, princesa. No voy a permitírselo...", entonces la expresión severa de Lady Erin cambió a una sonrisa, "que tengáis un buen día princesa, señor Castle". Hizo una reverencia antes de que la llamara otro cliente, dejando a Katherine y a Richard solos.

Katherine negó con la cabeza antes de mirar de nuevo hacia Richard.

"Hay un lugar sombreado no muy lejos de aquí, que es increíble para comer. ¿Te gustaría ir?"

Él asintió. No quería irse a ningún sitio sin ella. "Después de ti, princesa", dijo, haciendo malabares con el pan, el queso y los tomates mientras la seguía a través de la multitud. Caminaron en silencio hasta llegar a la última parada al borde del mercado hacia lo que parecía un pequeño prado.

"Estas personas trabajan muy duro para poder dar de comer a sus familias todos los días", le miró mientras caminaban, y tardó un minuto en procesar lo que Kate le decía. Recordó su conversación en el puesto de lady Erin. Aquellos verdes y acaramelados ojos deseaban que la entendiera, "quemaron la casa de Lady Kristine el mes pasado y Lady Erin acababa de comprar un caballo para ayudarse con las mercancías de su tienda, lo que representa una gran carga financiera para ella. Es solo…. que me parece mal que a causa de mi rango no tenga que pagar lo que compro como el resto de las personas. "

"Tal vez sólo intentaban recompensarte por tu generosidad y amabilidad hacia ellos", dijo Castle, "está claro que te adoran."

Ella se ruborizó, "Son gente increíble", y a continuación añadió en voz baja: "Soy muy afortunada de que la gente me trate con tanta gentileza y desinterés."

Richard no pudo evitarlo, se detuvo y la observó cuando Katherine, dejó de caminar hacia él.

"Sois extraordinaria", dijo Richard con algo de temor.

Se mordió la lengua y mantuvo los ojos cerrados, maldiciéndose interiormente por haber abierto la boca. Volvió a abrir los ojos cuando sintió sus dedos tapándose de la luz.

Ella sonrió, agachando la cabeza.

"Vamos, Richard," dijo Kate, señalando hacia un árbol bastante grande a un lado, "Vamos a comer".


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Alea Iacta Est (Capítulo 4) Empty Re: Alea Iacta Est (Capítulo 4)

Mensaje por Teresita_yocastle$$NYPD Lun Jun 11, 2012 11:18 am

gracias por subir la fic me gustaaaaaaaaa

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Mensaje por Caskett1123 Sáb Abr 26, 2014 11:22 am

Me gustó mucho, espero que lo puedas continuar muy pronto
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