VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
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VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
VACÍO Y ESPERANZA
Estaba sentada en aquella camilla con las piernas en alto. Intentaba respirar hondo y tratar de no hiperventilar, cosa difícil dada la situación. Había llegado a aquel lugar hacía apenas diez minutos. Las instrucciones habían sido claras y concisas, vacías de toda emoción.
“Quítese la ropa y las braguitas por favor”, “Deje todas sus pertenencias sobre la silla”, “Póngase la bata”, “Es mejor que no tenga anillos, relojes, pendientes o cualquier cosa que pueda incomodarle”
Ella había obedecido en todo. Así que, con el semblante serio, se dirigió al pequeño habitáculo que tenía cerca y se introdujo en el como un robot, ejecutando casi automáticamente las acciones que le habían expresado segundos antes. A pesar de estar la calefacción puesta nunca sintió más frío. Era un frío distinto, un frío que le heló el alma de repente, que la dejó sin respiración y sin pulso… un frío que la dejaba sin vida.
Salió serena pero su estado varió al ver todos los utensilios que yacían sobre la bandeja de la cirujana. Era detective pero no le hacía falta explicación alguna para saber cuál era la función de cada aparato, que parecía diseñado para una película de terror. Miró a su alrededor antes de tumbarse, las enfermeras le contaban algo pero ella sólo oía, su mente no era capaz de procesar sus palabras; estaba absorta en las paredes blancas, carentes de sentido alguno. Algún póster de los órganos sexuales femeninos, el diploma de la cirujana y poco más… Vacío. Así iba a quedarse ella. Vacía.
Pensó en los seres humanos y su manía por desafiar a las leyes de la naturaleza, pensó en lo ilógico de un parto semi tumbada; en Eritrea había tribus indígenas que tenían a sus bebés de pie, y era un movimiento rápido y casi sin dolor. Nada de epidurales ni oxitocina, nada de adelantos médicos. Movió la cabeza. No dejó que su mente la transportara a un parto, si lo hacía no podría evitar perder el control de la situación.
Obedeció a la mujer que la miraba con una expresión de compasión, de pena; y aquello la asqueó aún más que la habitación, aún más que aquellos utensilios que estaba a punto de sentir dentro de ella. Alzó las piernas y estiró las manos en un intento vano de ver la situación como correcta. Algo correcto no desgarra el alma de la forma en que lo hacía.
Notó un leve pinchazo en la sien. Su mente comenzaba a ser realmente consciente de lo que estaba a punto de suceder, ése sería su castigo, mantener la conciencia intacta y el recuerdo en la memoria.
La médica cogió un bote de vaselina y se mojó dos dedos para introducirlos en su vagina. “Está de 16 semanas, dentro del plazo. Está segura?” Segura… cómo iba a estar segura de algo así. Asintió conocedora de que ya no había vuelta atrás. Notó los dedos introducirse despacio hasta llegar al cuello del útero. “Si quiere puedo sedarla, puede ser desagradable”…
No quería sedación. El castigo que ella se imponía era aquel, recordar todo, sentirlo todo. Los aparatos de metal hicieron su labor atravesando, fríos como el hielo, todo su cuerpo para cumplir la función a la que estaban destinados. Sajar lo que llevaba dentro de ella, eso a lo que una noche le puso nombre…
Oyó la palabra “succión” y sintió ganas de repudiarse a sí misma… Escuchó, esto sí lo escuchó, el ruido de aquel aparato absorviendo toda la vida que le quedaba. Como si su vida también se fuera en aquel pequeño tubo de plástico que conducía a un recipiente algo mayor. En el recipiente se acumulaban distintos colores macabros que sabía, recordaría de por vida… y el olor, el olor a habitación sin vida. Era curioso el olor de la no vida.
El raspado fue la última humillación que tuvo que pasar. Percibir esos leves arañazos dentro de su parte más íntima, aquella que le otorgaba su don más preciado aunque nunca lo confesara; el de ser madre. Don al que estaba renunciando, al que ya había renunciado.
Fue curioso, siempre pensó que lloraría pero no fue así. Ya no le quedaban lágrimas. Otro castigo de su maltrecho cuerpo y su maldita alma, no permitirle llorar y expulsar con llanto y desesperación aquello que voluntariamente había hecho. Era su única salida, lo sabía; pero no por eso iba a resultar menos duro.
“Puede quedarse unos minutos sentada”. Obedeció una vez más. Siempre le habían dicho que un aborto no dolía, al menos no físicamente. Mentían.
No recordaba una sensación peor… unido, claro, a la tormenta desatada por obra y gracia de sus principios morales, de su mente racional y de su corazón… que unido a su alma habían desaparecido igual que lo que llevaba dentro. Como médica sabía que aún no era una persona, que no había matado una vida… Como mujer se sentía sucia y vacía. Sola.
Se volvió a vestir sin pronunciar palabra alguna. Su voz había enmudecido dentro de aquella habitación. Caminó despacio hacia el final del pasillo donde se encontraba el mostrado. Le ofrecieron la ecografía pero la desechó, no quería tener ningún rastro de aquello, su mente sería bastante tortura.
Salió de la clínica y, por primera vez en días, apareció el sol. Miró al cielo y respiró hondo, dejando que todas las partículas de aire se introdujeran por sus fosas nasales hasta sus pulmones llenándolos de una vida que pensaba haber perdido encima de la camilla, como queriendo purificar algo dentro de ella.
Al bajar la cabeza para continuar hacia delante lo vio parado en su coche. Esperándola con una sonrisa triste. Se abrazó a él. Al fin y al cabo tendrían otra oportunidad, siempre había otra salida… si no la encontraba la buscaría. A su lado. Le sonrió… y la llenó un poquito más de vida. Se fueron caminando, obviando al coche, ambos necesitaban respirar… ella necesitaba respirar.
Él la dejó tumbada en el sofá, aquel día no quería hablar, no podía. Con la promesa muda de que estaría allí, de que no se iría nunca de su lado, la dejó sola… ella lo quería así.
En soledad, amparada por el silencio de la noche, posó sus manos en su vientre y suspiró. De pronto sonrió, se sintió mujer… Aquello no había cambiado. Había tomado la decisión correcta.
Por primera vez en 16 semanas nada impidió que durmiera…
A pesar de haber dormido bien se despertó con una especia de resaca emocional rara. Se acurrucó en el sofá y le esperó. Había quedado con ella para desayunar y nunca faltaba a su palabra. Estaba sorprendida del apoyo que había recibido por su parte, sin reproches, sin juicios… Eres libre le había dicho… yo voy a apoyarte esté o no de acuerdo, no voy a dejar que esto nos impida estar juntos, no voy a dejar de quererte.
Pensaba en por qué lo había hecho, por qué había tomado esa decisión tan trascendental en su vida… Y ahora, como el día que se lo planteó, llegó a la mima conclusión: no era el momento. No quería estar atada a alguien que no quería y, por mucho que no le gustara reconocerlo, un bebé la iba a atar a un futuro que no quería tener, no con Josh, quería tenerlo con Castle, con la persona a la que esperaba paciente.
- Por qué lo hiciste? – la pregunta salió sola, sin que él quisiera.
Ella no levantó la mirada de su taza de café, movía aquél líquido autómata, como si fuera algo que tenía que hacer y punto. Había dormido pero quería seguir haciéndolo sin pensar en lo que había ocurrido, sin darle vueltas a su decisión. Porque ya no había vuelta atrás. Porque estaba tomada.
Decidió mirar, algún día tendría que enfrentar sus ojos en aquella conversación pendiente.
- Te apoyo pero… - estaba serio, ella, por un momento, serena.
- La curiosidad te puede no? – le sonrió amargamente y vio que él no había dormido. Lo suyo fueron 16 semanas, lo de él apenas 2 días.
- Puedo ser sincero?
- Siempre. – Dijo segura.
- Jamás me esperé algo así de ti.
- Es decepción lo que oigo?
No era decepción. Era sorpresa ante aquel gesto que él consideraba valiente por encima de todo. Por ir en contra de sus propios principios, por hacerlo sola, por ser capaz de mirarse al espejo al día siguiente… y, aunque pareciera egocéntrico, por seguir queriéndole a él a pesar del apoyo no prestado.
Como no tenía reacción por su parte, inspiró tanto aire como le cabía en los pulmones y lo expulsó lentamente, su mirada volvió al café, podía confesarse pero no encararle mientras lo hacía.
- No tenía malformaciones. No venía con problemas de ningún tipo. No fue producto de una violación o de algo peor. Quiero ser madre, pero no todavía, no ahora, no con él.
Puede parecerte raro que decida esto precisamente en este instante de mi vida que tengo un trabajo estable, una casa y una pareja… bueno, tenía una pareja…pero no estoy preparada para ser madre y no quiero traer al mundo a un bebé si yo dudo. Cuando lo haga, lo haré segura de mí misma y pudiéndole ofrecer todo, no sólo una parte de mí.
Lo medité desde el mismo momento en que vi el resultado, entenderás que es algo que tenía que decidir yo. – Se paró por un momento, no le vio pero supo que había asentido con la cabeza, la entendía. – Pensarás que se acaba tu tiempo, que tal vez tú sí que querías ser padre… pero tu deseo no puede cargar en mi conciencia, lo siento… - Paró su discurso por un momento.
- Sólo quiero ser el padre de tus bebés… - musitó – esperaré lo que haga falta, para eso tendré tiempo. – Ahora sí elevó la vista.
- A pesar de todo entenderé que me lo reproches en algún momento, que lo hagas pero no éramos pareja, no teníamos nada. Era algo mío… y créeme si te digo que no me he sentido más vacía y sola en toda mi vida, pero he decidido bien. No sé cómo ni por qué pero sé que lo hice bien. – Él posó su mano sobre la de ella.
- Lo hiciste bien… Te lo reprocharé, y me lo perdonarás… supongo. Creo que te hiciste más mayor de lo que yo pensaba.
Se miraron unos segundos que les parecieron eternos.
- Qué quieres ahora Kate?
- Te quiero a ti.
“Quítese la ropa y las braguitas por favor”, “Deje todas sus pertenencias sobre la silla”, “Póngase la bata”, “Es mejor que no tenga anillos, relojes, pendientes o cualquier cosa que pueda incomodarle”
Ella había obedecido en todo. Así que, con el semblante serio, se dirigió al pequeño habitáculo que tenía cerca y se introdujo en el como un robot, ejecutando casi automáticamente las acciones que le habían expresado segundos antes. A pesar de estar la calefacción puesta nunca sintió más frío. Era un frío distinto, un frío que le heló el alma de repente, que la dejó sin respiración y sin pulso… un frío que la dejaba sin vida.
Salió serena pero su estado varió al ver todos los utensilios que yacían sobre la bandeja de la cirujana. Era detective pero no le hacía falta explicación alguna para saber cuál era la función de cada aparato, que parecía diseñado para una película de terror. Miró a su alrededor antes de tumbarse, las enfermeras le contaban algo pero ella sólo oía, su mente no era capaz de procesar sus palabras; estaba absorta en las paredes blancas, carentes de sentido alguno. Algún póster de los órganos sexuales femeninos, el diploma de la cirujana y poco más… Vacío. Así iba a quedarse ella. Vacía.
Pensó en los seres humanos y su manía por desafiar a las leyes de la naturaleza, pensó en lo ilógico de un parto semi tumbada; en Eritrea había tribus indígenas que tenían a sus bebés de pie, y era un movimiento rápido y casi sin dolor. Nada de epidurales ni oxitocina, nada de adelantos médicos. Movió la cabeza. No dejó que su mente la transportara a un parto, si lo hacía no podría evitar perder el control de la situación.
Obedeció a la mujer que la miraba con una expresión de compasión, de pena; y aquello la asqueó aún más que la habitación, aún más que aquellos utensilios que estaba a punto de sentir dentro de ella. Alzó las piernas y estiró las manos en un intento vano de ver la situación como correcta. Algo correcto no desgarra el alma de la forma en que lo hacía.
Notó un leve pinchazo en la sien. Su mente comenzaba a ser realmente consciente de lo que estaba a punto de suceder, ése sería su castigo, mantener la conciencia intacta y el recuerdo en la memoria.
La médica cogió un bote de vaselina y se mojó dos dedos para introducirlos en su vagina. “Está de 16 semanas, dentro del plazo. Está segura?” Segura… cómo iba a estar segura de algo así. Asintió conocedora de que ya no había vuelta atrás. Notó los dedos introducirse despacio hasta llegar al cuello del útero. “Si quiere puedo sedarla, puede ser desagradable”…
No quería sedación. El castigo que ella se imponía era aquel, recordar todo, sentirlo todo. Los aparatos de metal hicieron su labor atravesando, fríos como el hielo, todo su cuerpo para cumplir la función a la que estaban destinados. Sajar lo que llevaba dentro de ella, eso a lo que una noche le puso nombre…
Oyó la palabra “succión” y sintió ganas de repudiarse a sí misma… Escuchó, esto sí lo escuchó, el ruido de aquel aparato absorviendo toda la vida que le quedaba. Como si su vida también se fuera en aquel pequeño tubo de plástico que conducía a un recipiente algo mayor. En el recipiente se acumulaban distintos colores macabros que sabía, recordaría de por vida… y el olor, el olor a habitación sin vida. Era curioso el olor de la no vida.
El raspado fue la última humillación que tuvo que pasar. Percibir esos leves arañazos dentro de su parte más íntima, aquella que le otorgaba su don más preciado aunque nunca lo confesara; el de ser madre. Don al que estaba renunciando, al que ya había renunciado.
Fue curioso, siempre pensó que lloraría pero no fue así. Ya no le quedaban lágrimas. Otro castigo de su maltrecho cuerpo y su maldita alma, no permitirle llorar y expulsar con llanto y desesperación aquello que voluntariamente había hecho. Era su única salida, lo sabía; pero no por eso iba a resultar menos duro.
“Puede quedarse unos minutos sentada”. Obedeció una vez más. Siempre le habían dicho que un aborto no dolía, al menos no físicamente. Mentían.
No recordaba una sensación peor… unido, claro, a la tormenta desatada por obra y gracia de sus principios morales, de su mente racional y de su corazón… que unido a su alma habían desaparecido igual que lo que llevaba dentro. Como médica sabía que aún no era una persona, que no había matado una vida… Como mujer se sentía sucia y vacía. Sola.
Se volvió a vestir sin pronunciar palabra alguna. Su voz había enmudecido dentro de aquella habitación. Caminó despacio hacia el final del pasillo donde se encontraba el mostrado. Le ofrecieron la ecografía pero la desechó, no quería tener ningún rastro de aquello, su mente sería bastante tortura.
Salió de la clínica y, por primera vez en días, apareció el sol. Miró al cielo y respiró hondo, dejando que todas las partículas de aire se introdujeran por sus fosas nasales hasta sus pulmones llenándolos de una vida que pensaba haber perdido encima de la camilla, como queriendo purificar algo dentro de ella.
Al bajar la cabeza para continuar hacia delante lo vio parado en su coche. Esperándola con una sonrisa triste. Se abrazó a él. Al fin y al cabo tendrían otra oportunidad, siempre había otra salida… si no la encontraba la buscaría. A su lado. Le sonrió… y la llenó un poquito más de vida. Se fueron caminando, obviando al coche, ambos necesitaban respirar… ella necesitaba respirar.
Él la dejó tumbada en el sofá, aquel día no quería hablar, no podía. Con la promesa muda de que estaría allí, de que no se iría nunca de su lado, la dejó sola… ella lo quería así.
En soledad, amparada por el silencio de la noche, posó sus manos en su vientre y suspiró. De pronto sonrió, se sintió mujer… Aquello no había cambiado. Había tomado la decisión correcta.
Por primera vez en 16 semanas nada impidió que durmiera…
A pesar de haber dormido bien se despertó con una especia de resaca emocional rara. Se acurrucó en el sofá y le esperó. Había quedado con ella para desayunar y nunca faltaba a su palabra. Estaba sorprendida del apoyo que había recibido por su parte, sin reproches, sin juicios… Eres libre le había dicho… yo voy a apoyarte esté o no de acuerdo, no voy a dejar que esto nos impida estar juntos, no voy a dejar de quererte.
Pensaba en por qué lo había hecho, por qué había tomado esa decisión tan trascendental en su vida… Y ahora, como el día que se lo planteó, llegó a la mima conclusión: no era el momento. No quería estar atada a alguien que no quería y, por mucho que no le gustara reconocerlo, un bebé la iba a atar a un futuro que no quería tener, no con Josh, quería tenerlo con Castle, con la persona a la que esperaba paciente.
- Por qué lo hiciste? – la pregunta salió sola, sin que él quisiera.
Ella no levantó la mirada de su taza de café, movía aquél líquido autómata, como si fuera algo que tenía que hacer y punto. Había dormido pero quería seguir haciéndolo sin pensar en lo que había ocurrido, sin darle vueltas a su decisión. Porque ya no había vuelta atrás. Porque estaba tomada.
Decidió mirar, algún día tendría que enfrentar sus ojos en aquella conversación pendiente.
- Te apoyo pero… - estaba serio, ella, por un momento, serena.
- La curiosidad te puede no? – le sonrió amargamente y vio que él no había dormido. Lo suyo fueron 16 semanas, lo de él apenas 2 días.
- Puedo ser sincero?
- Siempre. – Dijo segura.
- Jamás me esperé algo así de ti.
- Es decepción lo que oigo?
No era decepción. Era sorpresa ante aquel gesto que él consideraba valiente por encima de todo. Por ir en contra de sus propios principios, por hacerlo sola, por ser capaz de mirarse al espejo al día siguiente… y, aunque pareciera egocéntrico, por seguir queriéndole a él a pesar del apoyo no prestado.
Como no tenía reacción por su parte, inspiró tanto aire como le cabía en los pulmones y lo expulsó lentamente, su mirada volvió al café, podía confesarse pero no encararle mientras lo hacía.
- No tenía malformaciones. No venía con problemas de ningún tipo. No fue producto de una violación o de algo peor. Quiero ser madre, pero no todavía, no ahora, no con él.
Puede parecerte raro que decida esto precisamente en este instante de mi vida que tengo un trabajo estable, una casa y una pareja… bueno, tenía una pareja…pero no estoy preparada para ser madre y no quiero traer al mundo a un bebé si yo dudo. Cuando lo haga, lo haré segura de mí misma y pudiéndole ofrecer todo, no sólo una parte de mí.
Lo medité desde el mismo momento en que vi el resultado, entenderás que es algo que tenía que decidir yo. – Se paró por un momento, no le vio pero supo que había asentido con la cabeza, la entendía. – Pensarás que se acaba tu tiempo, que tal vez tú sí que querías ser padre… pero tu deseo no puede cargar en mi conciencia, lo siento… - Paró su discurso por un momento.
- Sólo quiero ser el padre de tus bebés… - musitó – esperaré lo que haga falta, para eso tendré tiempo. – Ahora sí elevó la vista.
- A pesar de todo entenderé que me lo reproches en algún momento, que lo hagas pero no éramos pareja, no teníamos nada. Era algo mío… y créeme si te digo que no me he sentido más vacía y sola en toda mi vida, pero he decidido bien. No sé cómo ni por qué pero sé que lo hice bien. – Él posó su mano sobre la de ella.
- Lo hiciste bien… Te lo reprocharé, y me lo perdonarás… supongo. Creo que te hiciste más mayor de lo que yo pensaba.
Se miraron unos segundos que les parecieron eternos.
- Qué quieres ahora Kate?
- Te quiero a ti.
geonise- Ayudante de policia
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 19/04/2012
Re: VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
(Muriendo)
Libou- Ayudante de policia
- Mensajes : 149
Fecha de inscripción : 16/03/2012
Localización : Madrid
Re: VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
dioooooss
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
(alucinando)
lastral- Policia de homicidios
- Mensajes : 747
Fecha de inscripción : 10/04/2011
Edad : 35
Localización : Madrid
Re: VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
Cuando empecé a leer tu fic creí que era Beckett y que el hijo que esperaba era de Castle y no entendía nada, no podía entender por qué motivo quería abortar, pero cuando llegue al nombre de Josh creo que lo entendí, supongo que no era el momento ni con la persona que tenía que ser.
Un tema delicado muy bien tratado.
Un tema delicado muy bien tratado.
______________________
Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
Me ha gustado mucho la forma de tratar el tema, a pesar de que he tenido que esperar un rato para comentar, porque se me había olvidado como hablar y escribir.
caskett mola- Autor de best-seller
- Mensajes : 874
Fecha de inscripción : 27/01/2011
Edad : 25
Localización : Castlelandia
Re: VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
Estoy sin palabras.
El tema lo has desarrollado muy bien, e imagino te has documentado mucho sobre el mismo.
Eso no quita la cuestión...me he quedado pensando. ¿Una mujer puede abortar, porque el padre no es el deseado? Aquí no se trata de una violación.
Muy duro. Sobre todo para ella, que es quien toma la decisión.
Me gusta mucho como escribes, pero este me ha dejado un sabor tan amargo...que no se que añadir. Supongo que es lo que pretendías, y desde luego que lo has conseguido.
El tema lo has desarrollado muy bien, e imagino te has documentado mucho sobre el mismo.
Eso no quita la cuestión...me he quedado pensando. ¿Una mujer puede abortar, porque el padre no es el deseado? Aquí no se trata de una violación.
Muy duro. Sobre todo para ella, que es quien toma la decisión.
Me gusta mucho como escribes, pero este me ha dejado un sabor tan amargo...que no se que añadir. Supongo que es lo que pretendías, y desde luego que lo has conseguido.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Zeny_Mackenzie- Moderador
- Mensajes : 1226
Fecha de inscripción : 07/06/2011
Edad : 41
Re: VACÍO Y ESPERANZA (ACABADO)
por favor esto es INCREIBLE tienes arte escribiendo te felicito
______________________
CASKETT ALWAYS
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