"VOLVER" (Capítulo 2, primera parte)

Habían quedado todos para cenar en el loft. Al día siguiente tendría lugar la presentación del libro de Alexis; un libro que estaba resultando ser todo un misterio para el resto de la familia, nadie excepto su pareja lo había leído; sin embargo, ella había prometido que lo harían pronto, antes de que la gente pudiera tener la ocasión de comprarlo.

Castle estaba enfadado, no le parecía bien, pero era su hija y tenía que respetar su decisión. Aquella noche ya sólo faltaban unos 15 minutos para que Alexis y su familia llegaran y al salir de su estudio vio a Daniel, su hijo de 15 años, ayudando a Kate a hacer comida china. Se quedó un momento observándoles en silencio. Le encantaba descubrir sus interacciones.

- Mamá, no puedo entender cómo te gusta tanto la comida china.

- A ti también te gusta Dan. – Ella le llamaba Dan, le parecía más corto y al igual que con Castle sólo utilizaba su nombre entero en contadas ocasiones.

Daniel tenía el mismo porte que Castle pero se parecía muchísimo a Kate, era una mezcla rara de ambos pero los ojos eran los avellana de ella.

Quería ser abogado y especializarse en Violencia de género, como Kate en los últimos años; y estaba empeñado a conseguirlo, tanto que no paraba de leerse sumarios enormes de su madre mientras ésta escribía recursos, denuncias, apelaciones, etc…

- Pásame el arroz Dan.

- Tú crees que Alexis nos dará el libro hoy? – Kate se giró para mirarle y le sonrió.

- No lo sé cielo. Hay que entenderla si no lo hace Dan, es un paso difícil para ella.

- Pero podría haber…

- Dan, no estás poniéndote en el lugar de tu hermana.

Seguían hablando mientras cocinaban, y él seguía embobado mirando.

- Cómo lo hacías tú con papá?

- Pues con mucha paciencia y entendiendo sus tiempos.

- Pero si eres muy impaciente mamá! – Su hijo la miraba incrédulo y ella se acercó y le besó la mejilla.

- Las apariencias engañan. Adoro los libros de tu padre y sí que estaba impaciente por leer el siguiente que sacaba, incluso llegué a no ir a comprarlo en cuanto salía para evitar la tentación de comerme el libro en pocos días y tener que esperar otro año para el siguiente. – Acercó su boca al oído y le susurró. – Pero no se lo digas a nadie y menos a él, le encantaría saber eso. Reconozco, sin embargo, que cuando empezamos a estar juntos era más fácil, me imaginaba mejor qué escribía y a veces me dejaba opinar… - Se calló un segundo, - y a veces hasta me colé en el estudio y leí algún capítulo.

Ambos rieron y él desde su “escondite” quiso salir y entonar un autosuficiente “lo sabía” pero estaba tan ensimismado con su hijo y su pareja que no pudo moverse. Pasaron cinco minutos y vio bajar por las escaleras a su otra hija, ya con 18 años y un auténtico cuerpazo, exacto al de su madre. Con una melena pelirroja como la de su fallecida abuela y su hermana Alexis, aunque la de EJ era más oscura. Los ojos eran los de ella también, pero el carácter era una mezcla del de él mismo y el de Alexis, tremendamente responsable pero siempre bromeando y haciéndose la traviesa.

Llevaba puesto un vestido que se había comprado la semana anterior, blanco con pequeñas flores negras y moradas; era de tirantes y la falda tenía algo de vuelo. Él la miró ensimismado, estaba increíblemente guapa. Vio a Kate girarse al oírla. Para él era demasiado gracioso ver el contencioso que ambas tenían con la otra, era una rivalidad graciosa y tensa a la vez.

- Vaya, estás muy guapa Emma.

- Gracias Dan, qué hacéis mami? – Cogió una patata chip mientras se ponía moderadamente lejos de ellos para que no mancharan su vestido.

- Comida china. Alexis está a punto de llegar con Mara y los gemelos. – Castle la vio sonreír más ampliamente, como le ocurría siempre que hablaba de una familia que, si bien, llevaba casi 20 años formada y ella había sido muy partícipe en ello, no era estrictamente la suya.

Y es que Beckett siempre había respetado demasiado el lugar de Meredith, incluso en contra de la opinión de Alexis, y siempre la había considerado por delante de ella misma en la vida de su hija mayor. Pero en realidad los gemelos eran su debilidad y Alexis su mayor aliada para todo lo concerniente a mí.

Pensé entonces que mi hija había crecido demasiado delante de mis ojos y yo la seguía viendo como aquella chica de cabellera rojiza que no había otra cosa que estudiar y recriminar mis actos. Sobre todo en lo respectivo a Beckett.

Beckett y Emma comenzaron a dialogar sobre el sitio donde la segunda saldría por la noche cuando llamaron a la puerta y entonces decidí salir.

- No os preocupéis, ya abro yo. – Dije como si acabara de salir del estudio sin haber presenciado nada de todo lo anterior.