Under my skin (Stanathan)

Un aviso del director, y por fin; dando por finalizada la grabación de esa escena pudo salir del bullicioso escenario en el que se encontraba.
Interior, comisaría, rodeada de gente. Necesitaba un break. Y lo necesitaba ya. Sin avisar a nadie, salió de allí.

Tras andar por los pasillos y empujar una gruesa puerta de emergencia, el sol le dio de lleno en el rostro, llenándola de vida. Sonrió. Entrecerró la puerta y en ese solitario parking, se sentó en el suelo con la espalda pegada a la pared y las piernas flexionadas.
Abrió el refresco que escasos minutos atrás había robado del carrito de comida y bebidas del catering, personas que siempre cuidaban de ellos. Le dio un sorbito y pegó su cabeza a la pared respirando con tranquilidad, cerrando los ojos.

Sintió su presencia, era obvio, él desprendía un magnetismo, un aura, un buen rollo que era reconocible hasta con los ojos cerrados. No obstante, cada vez estaban mas alejados el uno del otro y esa buena onda no la compartía con ella.

Nathan se sentó a su lado, en silencio. Abrió su propio refresco y le dio un largo trago, tanto que se acabó la bebida de una sola vez. Arrugó la lata y la dejó a un lado, mientras miraba al frente, sin nada interesante en lo que perder su mirada y su mente.

Alargó levemente su mano, dejándola caer a su lado, buscando a tientas la de ella. La encontró. Acarició sus dedos con suavidad mientras una sonrisa de niño travieso aparecía en su rostro, quitándole varios años de encima. Stana sonrió al sentir los juguetones dedos de su compañero buscar compañeros de juegos en los suyos. No le miró. No hizo falta. Ella apretó sus dedos alrededor de los de él hasta entrelazar sus manos. La levantó y la volvió a dejar caer sin tocar el suelo, aguantándose el uno al otro.

Comprendiéndose el uno al otro sin necesidad de palabras. La mano libre de Nathan la pasó por su cabello, revolviéndoselo, saliéndose por completo de su papel, volviendo a ser el mismo, despeinado, risueño, relajado, siendo Nathan...El Nathan de siempre y no el que últimamente le ofrecía a ella, cegado por las peleas constantes, por la lucha por el protagonismo, y por todo el orgullo que el uno al otro intentaba pisotear.

Stana en un acto reflejo, le imitó. Pasó su mano por su cabello sedoso, y tras ese gesto llevo su mano hacia las otras dos manos, hacia la de él acariciando el dorso.

Y entonces sus miradas conectaron. Claro contra Oscuro. Azul contra Avellana. Sinceridad contra... Sinceridad. Ambas miradas eran claras. Ambas deseaban lo mismo.

Stana arrugó su nariz. Nate rió ante el gesto. Una llamada desde dentro del set interrumpió el momento.
Ayudándose de sus manos ambos se levantaron. Se miraron una última vez.

-No más peleas.

-No más.-Nathan tiró de su mano hacia el interior de la nave, y cerraron la puerta detrás de si, dejando olvidadas por completo las dos latas de refresco. Una entera, otra arrugada... una cruel metáfora de lo que ambos estaban sintiendo en ese instante en compañía del otro y de que a pesar de ese maravilloso momento que acababan de compartir... sabían que tarde o temprano deberían encarar el problema, por el bien de ellos y por el bien de todos.

Abrió la puerta y escuchó el ensordecedor ruido de la música. Alguien del cast había elegido las canciones que entre toma y toma podían escuchar por los pasillos del set , o en sus momentos de descanso. Sonrió. Llevaban apenas unos meses rodando y ya todos se habían convertido en familia. No por nada pasaban casi 16 horas al día trabajando juntos... ya todos conocían sus momentos buenos y sus malos.

Los rodajes eran agotadores y ahora por fin, habían finalizado la temporada. Estaban celebrando el fin de temporada y que habían renovado por una segunda.

Tomó una copa de la mesa y sonrió al primero que pasó delante suyo. Si algo la caracterizaba era esa sonrisa contagiosa.

A lo lejos pudo observar como Andrew y Terri hablaban con Seamus. Al otro lado una joven Molly hablaba con su abuela en la ficción. Stana dio un trago a su bebida mientras le buscaba entre la gente. Si, buscaba a Nathan. Su Nathan. Se habían convertido en íntimos, se contaban todo, y esa química que había entre ambos, que el creador de la serie había descubierto en cuanto los vio por primera vez juntos... toda esa química poco a poco estaba traspasando la pantalla y temía que poco a poco se convirtiera en algo más que en amistad.

Le encontró entre un asistente de dirección y un par de guionistas. Los tres se estaban riendo. Stana disfrutó de observarle hasta que sus miradas conectaron. Sintió como si se quedara sin aire.

Él se acercó. La tomó de la mano y se movió torpemente tratando de bailar. Ella bajó la mirada mirando los pies de él, sus caderas. Sonrió y volvió a mirarle.

Se alejaron del resto. Stana se mordió el labio.

-Te voy a echar de menos.

-Yo también-confirmó ella.

Nathan entreabrió la boca. No supo que decir. Se sintió bobo. La miró. Dios, quería decirle que... esas ultimas semanas, se había dado cuenta que... que quería todo con ella. Que sabía que ella era para él y viceversa, que no sólo eran compañeros de trabajo, amigos... ellos dos, iban a ser algo más en un futuro no muy lejano.

-Supongo que todos necesitamos vacaciones...

Él asintió. Necesitaba vacaciones, si. Pero ¿Dejar de verla todos los días? No, él no quería eso, y estaba seguro que ella tampoco. Aquellos meses, de Abril a Julio hasta que volvieran a rodar, iban a ser los meses mas largos y duros de su vida...

-Voy a echar tu malhumor por las mañanas.

-¡Oye!-se quejó la Canadiense- Tú tampoco eres muy feliz a las cuatro de la madrugada...

-Bueno, a veces si.-Nathan alzó las cejas juguetonamente.

Stana se sonrojó. Jugó con sus dedos. En ese momento se dio cuenta que sus dedos estaban entrelazados y se acariciaban. Ni siquiera antes se había percatado. Y en ese momento se dio cuenta que ambos se tenían ganas.

No supo en que momento sucedió; en que momento entre ese gesto juguetón de él y la caricia de ella que todo dejó de existir para ambos. No supo en que momento la música dejó de sonar para ambos, el resto del mundo dejó de existir y sólo importaba sus labios contra los de él.

Apenas fue un roce, una caricia, una electricidad recorriendo su cuerpo, apenas labio contra labio sintiendo todo el deseo acumulado en esas últimas e intensas semanas de rodaje.

En el momento en que sus pies volvieron a la tierra, Stana succionó suave y lentamente el labio de él al separarse, y sin mirarse, con torpeza, trataron de irse cada uno por su lado, chocando hombro con hombro. Se miraron. El rostro de cada uno denotaba nerviosismo.

Con su dedo indice, Nathan señaló su dirección. Stana asintió con el ceño fruncido; se echó a un lado y el actor pasó por delante de ella reencontrándose con el equipo. Stana dio un giro apoyando su espalda en la primera pared que encontró. Suspiró. Echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos mientras humedecía sus labios, sintiendo aun los de él sobre los suyos, su tacto, su sabor... su temperatura.

Soltó el aire de sus pulmones al mismo tiempo que se maldecía por dejar que el hubiera entrado en su vida como un vendaval, revolviendo hasta la última fibra de su ser, haciendo que olvidara por completo que ella tenía una relación con otra persona desde hacía años...

Nathan la buscó con la mirada una última vez. Dudo en regresar, en tomarla de la mano, tirar hacia él y volverla a besar. Desde luego sus labios sabían deliciosos y estaba seguro que acababa de hacerse adicto a los besos de Stana Katic. Estaba perdido. Se estaba colgando, obsesionando, o tal vez enamorándose de su compañera de reparto, y sabía, que a fin de cuentas eso siempre acababa mal, no por nada él se buscaba ligues sin sentido... no quería una relación seria y complicada.

Stana le devolvió la mirada y con temor a complicar las cosas se perdió entre el resto de compañeros, disfrutando de la fiesta de fin de temporada.

Si había algo que le gustaba aparte de viajar a San Diego, aparte del Zoo, que era el mejor del mundo…sin duda, era la Comic-Con. Desde hacía años acudía y desde hacía años disfrutaba como un niño de cada una de las frikadas que vivía esos días.

Pero, si lo había pasado bien, y había sufrido al mismo tiempo intentando controlarse, sin duda había ocurrido horas atrás cuando se había encontrado con su compañera y amiga, Stana y habían tenido que leer juntos parte del libro de Richard Castle.

Suspiró y se recostó en la cama del hotel donde se hospedaba. Aun recordaba la tensión de ella mientras él leía ante el público. La misma, la que compartían, pues él intentaba concentrarse en el ciento de personas estaban pendiente de su voz, de su entonación, de sus miradas hacia ella. No obstante, él, Nathan Fillion, era el primer actor que recordara que no sabía esconder sus sentimientos y concentrarse en eso, actuar, no, no podía delante de ella, detrás de las cámaras, su mirada era sincerísima y no podía dejar de mirarla con amor. Suspiró.

Para él en aquél instante, mientras leía para ella, no había nadie más. Sólo él y ella, ni siquiera Jon a su lado, aireándole cuando ella trataba de leer aguantando las risas que él mismo le provocaba con sus gestos, intentando que se relajara y disfrutara del momento.

Sonrió. Dios, Stana iba a volverle loco y todo eso estaba saliéndose su control, se le escapaba de las manos y era algo que no deseaba, por que… aun recordaba el beso en la fiesta de fin de temporada y aun deseaba con todas sus fuerzas hacerla suya…. Otra vez. Estaba perdido. Perdido por ella. No podía más, debía volver a actuar.

Cogió el libro de Castle y abrió la puerta de su habitación olvidándose la tarjeta. Tocó en la puerta de al lado.

Stana le abrió recién salida de la ducha.

-¿Nate?

Intentó sonar tranquila. No pudo. Su cara denotaba nerviosismo, notaba deseo. Su sonrisa solo para él… era hipnotizante.

-¿Vienes a leerme otra vez?

Nathan asintió y pasó con descaro al interior de la habitación. Stana cerró la puerta y dejó caer la toalla hasta sus pies, demostrando su desnudez. El actor se quedó boquiabierto, con el libro abierto por la página 105 y sin poder articular una sola palabra.

Tragó saliva intentando aclarar su garganta mientras la actriz se acercaba a él hasta que se sentó a horcajadas sobre su regazo.
Puso sus manos en su cintura dejando el libro a un lado, con el punto de libro marcando la hoja en la que estaban.

-¿Puedo ayudarte?

Stana se removió levemente, frotando su cuerpo contra el de él, aun vestido. Nathan se perdió en los labios de ella asintiendo despacio.

Sonrió. La besó. Por fin estaban en la misma hoja.