" No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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" No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Hola, como sabéis hoy es el cumpleaños de una de las maravillosas escritoras de este foro, Alba ( Beckett_Castle_Alba), y por eso entre varias personas ( Anver, Meln, Derika, Sky, Eli, Maria y yo ) hemos decidido hacerle un regalito.
Espero que les guste y sobretodo que te guste Alba, un besito y FELIZ CUMPLEAÑOS ^^
" NO ME DEJES NUNCA"
Castle entró a su casa un poco frustrado. Aquella tarde él y Kate habían tenido una terrible discusión por culpa de las excesivas muestras de cariño que él había prodigado a una de sus fans después de ser reconocido cuando se dirigían a interrogar a un testigo. Martha y Alexis no estarían en todo el fin de semana y esa soledad le molestaba aún más.
Así que cuando a la hora de salir, él insinuó que durmiesen juntos y Kate contestó que estaba cansada, él no insistió y dejó que ella le acercase hasta su casa y le dio un suave beso en la mejilla antes de bajar del coche. La forma con la que Kate le ignoró sin siquiera girar la cabeza para decirle adiós y mucho menos con intención de corresponder al beso le hizo tanto daño que al bajar del coche soltó la puerta con fuerza, dando un gran golpe.
Kate cerró los ojos al sentir el golpe mordiéndose la parte interior de su labio inferior formando una mueca en su cara. Sabía que había exagerado un poco el enfado, pero tenía que dejarle claro que no pensaba permitir que él se tomase esas libertades aunque fuesen sus mejores fans. Aceleró y se marchó a su casa, tan frustrada como él, pues era viernes y no había nada que le gustase más que poder despertarse tranquilamente un sábado entre sus brazos sin tener que ir a trabajar. Mientras conducía hacía su casa pensó que tendría que llamarle por la mañana. Ya habían perdido demasiado tiempo y no podían permitirse el lujo de perder ni un solo día más. Pero eso sería al día siguiente.
Castle se dio una ducha rápida de agua casi fría para despejar su mente y tras ponerse un cómodo pijama se dispuso a escribir una escena en la que Nikki y Jamesson discutiesen, y así dejar plasmado con realidad toda la furia y decepción que en ese mismo momento estaba sintiendo, ya la uniría después a cualquier capítulo. Se sentó en su escritorio y tras servirse un vaso de su bourbon más preciado, comenzó a teclear con furia en su portátil.
No fue consciente de cuantas veces rellenó su vaso, ni de cuando acabó por reposar su cabeza sobre el portátil tras guardar el trabajo realizado y cerrarlo. Se quedó dormido sentado sobre su silla.
Sintió la suave y familiar caricia de Kate enredando sus dedos entre su pelo y abrió los ojos con dificultad, sin duda se había pasado con el alcohol.
Kate yo… - dijo balbuceando – lo siento pero no fue…
Chisss –Kate le acariciaba el pelo – Rick necesito que me escuches con atención.
Perdóname Kate – atinó a decirle mientras se incorporaba para poder acercarse a ella.
Rick…
El la miró y no pudo creer lo que veía. Volvió a cerrar los ojos apretándolos fuerte y los abrió de nuevo. Kate le observaba atenta.
¿Eres tu Kate? – preguntó entrecerrando los ojos.
Si mi amor – contestó ella sentándose frente a él – soy yo – le dijo moviendo sus dedos entre el pelo de él.
¿Cómo… - atinó a decir él llevando sus dedos a la cara de Kate y pasándolos suavemente por las incipientes arrugas alrededor de sus ojos – tu pelo… tu pelo está…
Rick – cortó suavemente ella – necesito que me escuches y lo entenderás ¿quieres?
Él asintió en silencio. Era Kate, era su voz, era su profunda mirada que tanto adoraba. Cerró los ojos y respiró notando que era su olor. Se acercó levemente a ella sin atreverse a abrir los ojos buscando su boca y la beso. Ella le correspondió, como llevaba haciéndolo día a día y él se perdió en ese momento. Era Kate…
Kate se separó de él que no quería dejar de besarla.
Castle por favor – suplicó parándole– escúchame… soy yo mi amor, tengo poco tiempo.
Kate lo siento – le dijo mirando sus manos y observando un anillo que no conocía en su dedo anular - era solo una fan y me pareció divertido darte un poco de celos…
He venido para avisarte – le dijo ella cambiando el tono de voz – escúchame.
Él la volvió a mirar a los ojos, que le suplicaban que callase.
¿Avisarme? – le dijo
Mi amor… - le dijo ella acariciándole la mejilla – mírame… soy yo… y no soy producto de tu imaginación. Vengo del futuro Rick y no tengo mucho tiempo. Tienes que ayudarme, tienes que ayudarnos Rick…
Él la miró impactado. Miró de nuevo su cara, pequeñas arruguitas alrededor de los ojos, sus facciones más relajadas, su cara algo más redonda, sin rastro de esa extrema delgadez que marcaba tanto sus pómulos, su pelo, más corto y ondulado… su mirada paseó por su cuerpo, sus curvas eran más marcadas, sus pechos eran más generosos y sus caderas algo más amplias, cogió sus manos acercándoselas, sus uñas eran más cortas, la piel de sus manos no era tan tersa y ese anillo en su dedo anular, lo miró y la miró a los ojos.
Estamos casados – afirmó ella ante la silenciosa pregunta de los ojos de él.
¿Cuándo? – preguntó con curiosidad.
Muy pronto Rick – le dijo sonriendo.
¿Cuánto? – volvió a preguntarle.
Veinte años – contestó ella.
A la tercera va la vencida… – le dijo sonriendo y recordando sus palabras y ella le asintió - ¿mi madre? ¿Alexis? –preguntó nervioso.
La vida sigue su curso mi amor, tranquilo… – le dijo sin darle demasiados detalles y el asintió, no podía decirle que Martha ya no estaba entre ellos y que Alexis tenía su propia familia, y que aunque él no había aprobado la decisión de la joven, el tiempo demostraba que era la acertada y él era feliz por ello – escúchame Rick, tienes que recordar este día… necesito que no olvides nuestra pelea de hoy… - le dijo muy seria alternando sus ojos mirándole.
¿Por qué Kate? – le preguntó intrigado.
Porque volveremos a tener una pelea igual – contestó ella dolida – y necesito que no me dejes sola…
¿Dejarte sola? – preguntó ladeando la cabeza.
Nos enfadaremos y me iré a trabajar sin ti – afirmó ella – y me matarán Rick – le dijo abriendo su chaqueta y mostrándole una herida con sangre seca en mitad de su abdomen – no estarás ahí para salvarme.
Kate – dijo nervioso intentando llevar su mano a la herida.
Rick, Rick, no mi vida… no puedes hacer nada ahora – le dijo ella tomando su mano y evitándolo – estoy muerta mi amor… ¿me escuchas? ¿lo impedirás cuando llegue el momento?
Kate…
Él comenzó a llorar. La pelea de aquella tarde había sido una tontería y él había tenido la culpa, ahora solo deseaba perderse entre sus brazos y hundirse en su pelo, llorar hasta quedar seco y no separarse jamás de ella.
Kate le cogió la cara mirándole fijamente.
Mi vida – le llamo - ¿recordarás este día? – el asintió – volveremos a pelear por lo mismo… - dijo mientras limpiaba una lágrima con su dedo pulgar.
No… no – contestó él – no dejaré que lo hagamos, te lo prometo.
Sabes que soy muy cabezota, mi vida – le dijo ella sonriendo – promete que no me dejarás sola…
No te dejaré sola Kate – afirmó él – te lo prometo.
Tengo que irme – le dijo poniéndose en pie.
No Kate… yo… te amo Kate – le dijo intentando retenerla.
Mi vida… tengo que irme – le dijo – he abusado del tiempo y me esperan…
Él se levantó y tiró de su mano hasta pegarla contra su cuerpo, abrazándola.
No me dejes Kate – suplicó – no te vayas.
Rick… -intentó decirle separándose, pero él la calló besándola.
Kate le separó despacio.
Seremos felices Rick – le afirmó soltándose y dando un paso hacía atrás.
Kate…
Y… - dijo ella pensativa – no deberías consentir tanto a…- no quiso decir el nombre - la consientes demasiado y su hermano se enfada con razón…
¿A quien Kate? – preguntó - ¿A quién?
Me dejarás elegir sus nombres – le confesó.
¿Tenemos hijos? – preguntó abriendo mucho los ojos.
Kate le sonrió dando de nuevo un paso hacía atrás.
Me esperan… debo irme – le dijo – no me dejes sola mi amor… recuérdalo, una pelea como la de hoy…
Kate… - suplicó – no te vayas…. No puedes dejarme así…
Ella le miró alejándose un paso más, sonriéndole y soltando su mano.
Te amo – le dijo alejándose.
Y yo a ti… Kate… no te vayas… - sollozó.
Estas a tiempo mi amor – le dijo sonriendo – ve a por mí…
Kate desapareció de su vista difuminándose con el fondo de su despacho. Él cerró fuertemente los ojos dejándose caer sobre la silla y los abrió de nuevo de golpe intentado volver a verla.
Miró a su alrededor… todo vacío… se puso de pie de un salto y fue a su habitación agarrando la chaqueta y las llaves del coche…
Kate despertó sobresaltada por los golpes en la puerta y saltó de la cama para abrir. Él se lanzó a sus brazos desesperado en cuanto ella abrió. Besó cada milímetro de su cara pidiéndola perdón mientras le decía cuanto la amaba, y cuando ella pudo articular palabra, entre su sorpresa y los urgentes besos de él, le pidió a su vez perdón por su exagerado comportamiento.
La tomó en brazos llevándola a la cama y tumbándose junto a ella la estrechó a su cuerpo hasta casi asfixiarla. Se quedaron dormidos con sus caras pegadas, entre besos, lágrimas y promesas.
Habían pasado la noche abrazados, derramando lágrimas el uno por el otro; se habían dicho y hecho miles de promesas mutuamente, y no habían dejado de decirse cuánto se amaban.
Pero Castle no dejaba de darle vueltas a la cabeza a lo que el fantasma de la mujer a la que amaba con locura le había dicho la noche anterior.
“-Nos enfadaremos y me iré a trabajar sin ti – afirmó ella – y me matarán Rick – le dijo abriendo su chaqueta y mostrándole una herida con sangre seca en mitad de su abdomen – no estarás ahí para salvarme.”
“Me matarán”, “No estarás ahí para salvarme” se repetía una y otra vez. “No me dejes sola.” No podía concebir una vida sin Kate. Ya no. Había desperdiciado cuatro años, no iba a desperdiciar el resto de su vida por una discusión. La atrajo más a su cuerpo mientras ella dormía y dejó que su fragancia a cerezas invadiese sus sentidos.
Necesitaba sentirla cerca. Sentir que estaba viva. Sentir sus caricias, sus suaves y tiernos labios. Besó su cabello y hundió la nariz entre ellos.
Era ella. Era su Kate. Estaba ahí, entre sus brazos, y lo más importante; estaba viva.
-Te amo Kate, siento lo de esta tarde. Perdóname. No puedo perderte.- le dijo en un susurro mientras creía que ella dormía y no le escuchaba.
***
Kate no podía dormir, había notado como Castle le había estrechado entre sus brazos, y lo que le había dejado sin habla, habían sido sus últimas palabras. “No puedo perderte”.
En ella ya no había rastro de enfado, ni de resentimiento. Sólo de culpa, por haber dejado que una absurda pelea hubiese pasado a mayores.
Se sentía extraña, confusa. Algo no estaba encajando. Sabía que Richard le estaba ocultando algo, pero prefería no preguntar. No quería presionarle. Sabía que cuando fuera el momento, él se lo diría. Por ahora, se había propuesto no ser tan testaruda, y darle un poco de cuartelillo al hombre que amaba.
Se llevó su mano que tenía envuelta con la de él hacía su pecho; quedando envuelta en su abrazo.
Ambos sabían que se podían pasar así toda la vida. Quietos, abrazados en una cama y sin decirse nada. Se amaban; y eso era todo lo que importaba.
***
Castle cedió al sueño. Sueño del que tuvo que ser despertado por Kate, que lo zarandeaba y le gritaba para que se despertase.
-¡Richard! ¡Por favor despierta! ¡Estoy aquí! ¡No me he ido a ningún lado! ¡Por favor Rick, despierta!-.
Abrió los ojos de golpe, encontrándose con su mirada llena de preocupación y dos lágrimas que estaban a punto de caer. Suspiró y la abrazó con fuerza.
Ella sabía que algo había ocurrido la noche anterior. No era normal aquel comportamiento.
Le había despertado la voz de Richard llena de angustia y de dolor. Gritaba el nombre de ella y se culpaba de, que por su culpa, estaba muerta. “¡No te tuve que dejar sola! Todo esto es culpa mía. ¡Por favor Kate… no te vayas, no me dejes!”. No sabía lo que le ocurría, pero no era bueno.
***
Secó con sus dedos las lágrimas que intentaban rodar por el rostro de Kate. La beso en la frente y volvió a abrazarla, quedando ella encima de su pecho.
-¿Rick?...- susurró ella. No hubo contestación por parte de él. –Rick; ¿Qué ha pasado? ¿Por qué decías que no me fuese, que no te dejase? Sabes que te amo Rick, no pienso dejarte nunca. ¿Me oyes? Nunca. Siempre estaré a tu lado. Siempre.- sentenció.
Esta se apartó de su pecho para mirarle a los ojos. Estaba angustiado, lo podía ver.
-Kate… prométeme que no me odiarás nunca. Prométeme que si nos enfadamos, me escucharás. Kate… esto es importante, prométemelo. Necesito escucharlo de tu boca.- su voz era de urgencia.
-Rick…- la interrumpió.
-Kate… por favor.- suplicó.
-Te lo prometo. Castle… estaré contigo siempre.- sonrió.
Se abrazaron mutuamente y dejaron que el sol empezase a iluminar hasta los rincones más tímidos de la ciudad de Nueva York.
Esa palabra había resonado en su cabeza como una campana que anuncia la hora. “Siempre”.
***
Cuando despertó, la vio dormir plácidamente, sin preocupaciones. Era la Kate que no tenía una armadura las 24 horas del día. Era la Kate de la que se había enamorado.
La dejó dormir más tiempo, y se fue a duchar. Fue una ducha rápida, para quitarse el sudor de aquella pesadilla que horas antes había sufrido. Se cambió y cuando salió a la habitación, ella seguía durmiendo.
Le dejó un suave y tierno beso en la frente, no quería que se despertara.
Hoy haría él el desayuno. Preparó un bizcocho con tortitas, acompañadas de sirope de arándanos, hizo un zumo de naranja natural que guardó en la nevera para que no se le fuesen las vitaminas. Y puso a calentar la cafetera mientras le preparaba su café preferido.
Olía a café, y a tortitas… Se estiró en la cama y no notó a Castle… Se levantó de un salto en la cama y comprobó qué hora era. Las 12:30. Era la hora de comer más que de desayunar, pero lo vio aparecer por la puerta, con una bandeja repleta de comida, y una sencilla amapola en un diminuto vaso.
Una sonrisa apareció en su cara.
-Buenos días Kate. Hoy me toca compensarte por lo que pasó ayer… Me comporté como un completo imbécil. Se acabó tratar con tanta confianza a las fans. Te lo prometo. Tendré que mejorar mi encantadora sonrisa para que les sea suficiente.- imitaba una sonrisa poco convincente mientras hablaba.
Ella terminó su desayuno y se acercó lentamente a él. Cuando estaba lo suficientemente cerca de su boca le plantó un delicado beso que hizo que Castle se callase en el momento.
-Si no les es suficiente tendrán que conformarse con tu firma- le sonreía. Mientras su mano iba haciéndose paso por los botones de su camisa –Ahora; quiero que tú te calles y que te centres en tu mayor fan- le tiró del cuello de la camisa consiguiendo tumbarlo encima suya.
-Lo siento señorita, le he prometido a la mujer que amo que sólo tendré ojos para ella. Tendrá que conformarse con mi sonrisa- le respondió con una cara muy seria y unos ojitos que harían que cualquiera se derritiese.
-Dile a esa mujer, que esto- le quitó la camisa con fuerza, dejando un rastro de besos por su pecho –queda entre nosotros dos.- Le plantó un beso salvaje en la boca y se fundieron en caricias y risas.
Eran uno. No importaba nada más.
Se tenían el uno al otro y eso era suficiente.
“Siempre” se repetían mutuamente. Era su frase. No había nada tan pequeño en el mundo que significase tanto para ellos.
Aquel caso les estaba llevando de cabeza, sin pruebas solidas, con tan solo indicios ningún juez les concedería la orden de registro para aquel edificio. Beckett y Castle tenían sus miradas fijas en aquella pizarra, sabían que algo se les pasaba por alto, pero eran incapaces de verlo. Pese a la ausencia de pruebas, falta de testigos que situasen a su sospechoso en el lugar de los crímenes, ellos estaban totalmente convencidos de que el hombre cuya foto estaba frente a ellos era el culpable.
Beckett suspiro y miro por última vez la pizarra, sabía que esa noche sería imposible encontrar aquello que no veían. Estaban demasiado cansados. Había llegado el momento de marcharse a casa e intentar despejar sus cerebros.
-Castle, deberíamos parar. Necesitamos descansar. Es tarde, vámonos. Castle me estás escuchado –se fijaba en su compañero, el cual no se movía y aun tenía su mirada fija en aquella pizarra- Castle, por favor.
Decidió conceder a su compañero unos minutos más, mientras ella recogía la mesa, guardaba documentos en la carpeta y se ponía su chaqueta de cuero. Una vez que finalizo todo, se sentó en la mesa junto a su compañero.
-Debemos irnos –ponía su mano sobre la de él – Castle, no será esta noche cuando logremos pillar a ese hijo de puta. Pero si no paramos y descansamos tampoco será mañana y tendremos que ver como un culpable queda libre.
Aquellas palabras de la detective surtieron en el escritor el efecto que buscaban al ser expresadas.
-Tienes razón, debemos parar y salir de aquí –decía mientras se ponía ya su americana- nos vamos ¿Kate?
Ambos eran conscientes de que aquella noche necesitaban descansar, intentar dejar en blanco la mente, y dormir. Por esa razón habían decidido que cada dormiría en una habitación, ya que de dormir juntos no lograrían desconectar. Se conocían demasiado bien como para saber que estando juntos no dejarían de dar vueltas al caso.
Castle daba vueltas en su cama, era incapaz de quedarse dormido, por su mente pasaban una y otra vez vistas en el lugar del crimen. Y una pregunta volvía recurrentemente a su cerebro como era posible que un hombre al que todo el mundo tenía por un amante padre y esposo un día había decidido seccionar la yugular a su esposa para después dirigirse tranquilamente a la habitación de sus hijos y descerrajarles sendos tiros en la cabeza. Sabía que había sido él, estaba seguro, solo tenía que ser capaz de ver mas allá de las pruebas.
Lentamente Morfeo fue haciendo aparición y Castle por fin entró en un profundo sueño.
-Castle, no puedo esperar más al final voy a llegar tarde y Espo y Ryan ya nos esperan en el lugar de los hechos. ¿Vas a tardar mucho aún? –Preguntaba ya de bastante mal humor-
A la carrera aparecía el escritor aun sin terminar de vestir.
-Lo siento cariño, pero cuando sonó el despertador era incapaz de levantarme. Qué tal si vas yendo tú y yo intento llegar lo antes posible a comisaria.
-Pues ya podías haber dicho eso hace media hora, y yo podría haber llegado a tiempo al trabajo. Intenta no tardar mucho, ¿vale? –se acercaba hasta su marido y se perdía entre sus brazos- te veo allí. Te quiero Rick.
Unas horas después la detective bajaba a la morgue, extrañamente Castle no iba con ella. Había tenido que salir corriendo hacia la editorial, algo iba mal con la edición de su nueva novela.
-Dónde está Castle-preguntaba una sorprendida forense al ver aparecer a Kate sola- no me digas que ha salido corriendo.
- Mira que eres tonta Lanie, ha tenido que ir a la editorial por no sé qué problema con la edición de su libro.
-Y bueno, aprovechando que no está. ¿Ya se lo has dicho? Como se lo ha tomado.
-Pues no, aun no he encontrado el momento de decírselo. Y ¿podemos centrarnos en lo que me querías decir?- viendo la cara de su amiga- la autopsia, Lanie, la autopsia.
-Ah, sí, eso. Pero sabes querida que deberías decírselo antes de que sea evidente, verdad –ella había decidido que era mucho más interesante continuar con su interrogatorio a la detective que la autopsia-
-Ya lo sé. Y tranquila que si puedo hoy mismo se lo cuento a Castle. Y ahora podemos volver al caso…
Una voz resonó en la morgue.
-Decirme ¿qué? –se acercó hasta la detective y se colocó justo a su lado- ¿que tiene que decirme detective?
-Nada, los resultados de la autopsia –miraba a la forense con cara de pocos amigos- Que Lanie me estaba contando las causas de la muerte.
-Ya, los resultados de la autopsia. Te crees que nací ayer Kate. Vosotras os traéis algo entre manos y yo lo voy a descubrir –su dedo señalaba alternativamente a cada mujer-
-¿Estás seguro de que no naciste ayer? Mira Castle que muchas veces pareces un niño.
La mirada asesina de Beckett hacia su amiga hizo que esta borrara la sonrisa de su cara.
Ya con las pruebas de la autopsia en sus manos, se centraban de nuevo en el caso. Una nueva llamada de la editorial hizo que Castle tuviera que volver a ausentarse. Ese día a Beckett le tocó volver sola a casa. Eso hizo que se armara de valor y decidiera que aquella sería la noche.
Al abrir la puerta de su casa, le extraño el encontrarla casi en tinieblas, tan solo estaba iluminada por un pasillo de velas. El suelo era una alfombra de pétalos de rosa, decidió seguir esas velas hasta donde terminaran, no era consciente de la sonrisa que llevaba dibujada en su cara. Las velas guiaron sus pasos hasta una habitación que hasta la fecha nadie usaba.
Decidió abrir aquella puerta, estaba en total oscuridad, así que decidió encender la luz. Lo que apareció ante él le saco la mayor de las sonrisas.
En las paredes de aquella habitación aparecían dibujos infantiles, y en la pared principal se podía ver un gran cartel en el cual se leía
“Felicidades papá, Castle mi amor, ¿me ayudas a decorar la habitación?”
Notó como sus brazos se aferraban a su espalda, como sus manos le hacían girar. Como al hacerlo se perdía en la mirada cargada de amor de la mujer de su vida. Vio como una lágrima osaba escapar de los ojos de su amada.
-Esto significa que… -las palabras casi no podían salir de su garganta, eran prisioneras de la emoción que le embargaba-
-Mi amor, estamos embarazados –por fin Kate se lo decía y se perdía entre sus brazos-
El ruido del despertador le devolvió a la realidad, había sido tan real aquel sueño, en su rostro aun se veía dibujada una sonrisa. Tan solo revivir el momento en el que su mujer le dijo que iban a ser padres le había alegrado el día.
Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
-Cantar de los cantares 8:6
Hoy era el día, el día que Richard Castle había preparado durante semanas, incluso meses, había tomado la decisión, esta noche se lo diría, ya no había marcha atrás, estaba decidido, ya no podía perder más tiempo de lo que ya había perdido.
Hacía meses que lo venía preparando, pero jamás, se armaba de valor, por miedo, miedo a perderla, miedo a que lo rechace, miedo a que se marche de su vida, miedo a que ella todavía no este preparada, miedo a que le pida tiempo, miedo a todo, ella cambio su mundo desde que apareció en la firma de su libro, aquel día que su vida dio un giro de 360 grados, ese día que jamás olvidaría.
-Castle- Lo llamo Beckett, pero no obtuvo respuesta alguna de parte de él.- Castle.- Lo intento de nuevo, pero en vano.- Castle.- Y una vez más lo llamo, pero él estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no la alcanzaba a escuchar.- ¡Richard!- Y por fin hizo efecto, había gritado tan fuerte que todos en la comisaria la voltearon a ver.
-Beckett, no grites que todos nos están observando.- Le dijo Castle en un susurro.
Beckett alzo la vista y efectivamente, todos los estaban observando.
-¿Qué hacen ahí parados? ¿No tienen trabajo que hacer?-
De inmediato todos volvieron a su trabajo.
-Esto no hubiera sucedido si tú no te hubieras ido a tu mundo.- Le reprochó
-¿Disculpa? Pero yo no fui quien grito.- Se defendió
-Ya… dejémoslo, no quiero discutir, los chicos han encontrado algo.-Hizo una pequeña pausa.- Nuestra victima y su compañera de cuarto estaban estudiando biología marina. La institución en donde estudian las eligieron para que viajaran a México para realizar estudios por un año en la Universidad Autónoma de Baja California Sur, al parecer es una institución con mucho prestigio en este campo en toda Latinoamérica. Hace unos días recibieron la propuesta de Violeta Martínez, las invitaba a que junto con ella hicieran un estudio del coral endémico en el golfo de California.- Comentó Beckett.
-Emm… si, había escuchado algo de la UABCS-
-Castle ¿Te pasa algo? Últimamente andas muy distraído.- Pregunto Beckett preocupada.
-Si, no te preocupes, solo ando un poco cansado, estos últimos días Gina me ha estado presionando, será mejor que vaya a casa ¿Te veo en la noche?-
-Si, esta bien.-
Beckett vio como Castle se marchaba, últimamente lo notaba raro, nervioso incluso distante, se estaba empezando a preocupar, algo andaba mal ¿Y si se había aburrido de ella? No, eso no podría ser, ya se lo hubiera dicho, necesitaba hablar con alguien y sabía perfectamente con quien.
-Lanie.- Dijo Kate entrando en la morgue.
-¡Chica! ¡Qué susto! No te esperaba por aquí, desde que te mudaste con tu chico escritor me has dejado abandonada. Dime ¿A que se viene tu visita?-Comentó Lanie
-Es Castle-Suspiró.-Últimamente ha estado actuando raro, no lo sé, ¿Y si ya no me quiere?-
-Pero ¿Cómo se te ocurre pensar eso? El hombre esta loco por ti ¿Le has preguntado?-
-Si, pero siempre me dice que Gina lo ha estado presionando, no me la creo Lanie, conozco a Castle, algo le pasa.-Dijo una Beckett triste.
-¡Hey! Ya veras que no es nada, solo dale su tiempo. Ahora ve a casa, necesitas descansar.-
-Gracias Lanie.-
No le gustaba ver a su amiga de esa manera, pero, no podía arruinar la sorpresa que le tenía preparada el escritor, él la había consultado, quería que esa noche fuera perfecta, para los dos.
Kate había hecho caso al consejo de Lanie, ya era tarde, y estaba cansada y decidió irse a casa.
Introdujo las llaves en la cerradura, al entrar al loft se quedó con la boca abierta, todo estaba iluminado por velas, en el piso estaba dibujado un camino con rosas que le guiaban a una mesa. Se quito su abrigo y sus tacones, y empezó andar descalza hacía donde se encontraba la cena. No había rastro de él, pero ella estaba segura que la estaba observando desde su escondite, de repente, sintió unos brazos rodeándole su cintura. Era él. De inmediato se dibujo una sonrisa en su rostro.
-¿A que se debe esta cena romántica Señor Castle?-
-¿Acaso no puedo consentir a la mujer que tanto amo?-
Cenaron entre risas, besos y muestras de cariño, hablando cosas triviales sin importancia. Castle había intentado parecer relajado, pero los nervios se estaban apoderando de él conforme la noche avanzaba ¿Quién diría que el famoso escritor de Best-sellers Richard Castle se pondría nervioso en un momento como este? A pesar de que había pasado por esta situación dos veces, no era lo mismo, ella es diferente a Meredith y Gina, ella es… ella es su todo, su mundo, y si algo saldría mal, nunca se lo perdonaría.
-Kate… yo… yo quiero que esta noche se quede grabada en nuestra mente para siempre, quiero que sea una noche que nunca olvidemos, sé que últimamente he estado distraído, pero todo tiene su explicación.- Castle se tomó un respiro, suspiró y se arrodillo sacando una pequeña cajita de su bolsillo.- Katherine Beckett, ¿Te gustaría pasar el resto de tu vida a mi lado? ¿Te casarías conmigo?- Ya estaba dicho, ya no podía regresar el tiempo.
-Riick…- Kate se arrodillo junto con él.- Yo... yo... Desde el primer día que te conocí despertaste algo en mi que jamás nadie había hecho, pero, después te conocí, y me di cuenta que eras un hombre rico, arrogante, que se comportaba como un niño, eras y eres insoportable… con el paso del tiempo aprendí a conocerte, y descubrí que no eres ese hombre del que todos hablan en la prensa, eres diferente. Cuando me quise dar cuenta te habías robado mi corazón y ya no podía hacer nada, me había enamorado de ti… yo siempre tuve la idea que el hombre con quien me casaría trabajaría conmigo, toda mi vida me la he pasado trabajando sin parar. Alguna vez te dije que si me llegaría a casar solo iba a se una vez…Rick… y de ninguna manera, escúchame bien, en ningún momento me imaginé que esto podría suceder, sin embargo aquí estamos… yo...yo te amo Rick y quiero pasar el resto de mi vida contigo…Siempre.-
Mientras Kate hablaba Richard se había puesto más nervioso de lo que ya estaba, ya no sabía cual iba a ser su respuesta, lo estaba confundiendo, un gran alivio lo invadió cuando su novia, ahora prometida, dio su respuesta, por fin. Las lágrimas descendían de los ojos de ambos, había sido tanta la emoción que no se podían creer lo que les estaba sucediendo.
Richard depositó el anillo en el dedo de Kate. Recuerdos del día que el fantasma de Kate lo había visitado inundaron su mente, al ver el anillo en la mano de su amada.
-Nos enfadaremos y me iré a trabajar sin ti – afirmó ella – y me matarán Rick – le dijo abriendo su chaqueta y mostrándole una herida con sangre seca en mitad de su abdomen – no estarás ahí para salvarme.
Veinte años en que él cuidaría de ella, veinte años donde no permitirá que ella se vaya a trabajar sola, ni un solo día, siempre estará a su lado, como lo ha estado haciendo los últimos 5 años.
Por su parte, Kate estaba emocionada, había estado soñando con este momento desde hace semanas, se había imaginado como sería su vida junto a él en un futuro.
-¡Niños! Su padre esta a punto de llegar-
-¡Mamá! ¡Mamá! Johanna me quito mis juguetes-Dijo un niño alto, con ojos azules, tenía un inmenso parecido a su padre.
-Alexander, préstaselos tantito, además no le dará tiempo de usarlos, tu padre esta a punto de llegar, ya ha acabado su firma.-
-Mamá… sabes que quiero mucho a papá, pero, no soporto ver como consiente demasiado a Johanna, a penas se acuerda que existo.-
-No digas eso, sabes que no es así, él te quiere y cuando tu eras peque como tu hermanita también te consentía.-
-Si, claro… por que todavía Johanna no existía.-
-Alexander ya hemos hablado de esto, ahora sube y trae a tu hermanita.-
-Si mamá.-
-¡Papá, papá, papá!-Gritó la niña cuando vio entrar por la puerta a su padre- Te.. e etrañe tato papi.- Dijo mientras se abalanzaba sobre su padre para darle un fuerte abrazo.
-Yo también peque… yo también… ¡Hey! Campeón ¿Cómo has estado?- Le pregunto al niño revolviéndole el pelo.
-Bien papá.-
Kate observaba la escena desde la cocina, realmente se sentía muy feliz, no podía pedir más.
-Amor… Te eche mucho de menos- Le dijo Castle acercándose hacía ella para darle un tierno beso.-Te juro que para la próxima trataré que sea solo por unos días.-
-Yo también te eche mucho de menos, cariño.-
-No veo nada, no veo nada.-Dijo el niño tapándose los ojos.
-Kate, cariño.-
Su voz la volvió a la realidad.
-¿Si?-
-¿Estas bien?-
-Si… algo emocionada.-Miró el anillo que minutos antes Castle le había colocado.- Es sencillo y hermoso.-Dijo refiriéndose al anillo
-Justo como a ti te gusta.-
-Te amo.-Soltó de repente, muy pocas veces él oía salir de su boca esas palabras, aquellas palabras que tanto trabajo le había costado trabajo pronunciar.
-Siempre.- Le respondió él.
Castle se levantó como cada mañana, asustado por las pesadillas que le atormentaban sobre el futuro. Un futuro que sabía que se cumpliría. Miro a su mujer dormir tranquilamente a su lado y se levantó.
Cada mañana iba al calendario y tachaba el día correspondiente, como había tomado por costumbre desde el día en que la Kate del futuro se presentó en el loft.
Habían pasado exactamente 20 años, 2 meses y 14 días, desde aquel suceso, sabía que vendría pronto, pero no de qué modo. Aquella fecha se había quedado grabada en su mente para siempre y de alguna manera en su físico, parecía que cinco años se le habían venido encima. Eran muchas las noches en las que no podía dormir, el apetito también le había llegado a fallar. Se acostaba asustado pensando que el día siguiente sería el final, sin un respiró, imaginándose cada una de las posibles situaciones en las que podría llegar a discutir con ella y en como la vería tirada con esa horrible herida en su abdomen. Cuando se desvelaba la miraba dormir por horas, recordando cada una de sus facciones por si algún día no podría volver a hacerlo.
La miró una vez más dormir antes de encaminarse hacia la cocina, con el pelo revuelto sobre la almohada, con la respiración acompasada.
Se puso a preparar el desayuno, hoy era un día laboral, Kate tenía que ir a la comisaría y él como cada tres meses tenía una firma de libros. Pese a que había cancelado muchas de las presentaciones por alguna que otra razón, alegando enfermedad o problemas de tiempo, la de hoy era crucial, sino se arriesgaría a perder todo por lo que había luchado, todo se iría al garete. Perdería su fama, su prestigio y su dinero. El dinero no sería un problema si no tuviera que cargar con dos pequeños.
Su mente viajo sola al día del parto, el parto de su segundo hijo, su primer varón. Aquellos fuertes gritos de dolor en sus oídos, desgarradores, pero que le animaban, que le decían que pronto tendría a su pequeño, que quedaba poco. Eso es lo que no paraba de repetirle a Kate, la cual empujaba con fuertes dolores.
-Ya falta poco, ¡empuja!-decía Castle mientras tomaba su mano con fuerza, dejando que ella la apretará cuanto deseara.
Y sí, solo falto eso, un empujón más para escuchar un fuerte llanto que lleno toda la habitación, mostrando la plenitud de sus pulmones. Una hermosa criatura que ellos dos habían formado, era perfecto. Un niño regordete de pelo negro y cara redonda, que sería uno de los mayores tesoros de su vida.
La enfermera lo puso en el regazo de Kate y el solo pudo sentir lo que una vez había sentido, el día del nacimiento de Alexis, pero esta vez tenía una maravillosa persona a su lado con la que compartir dicho momento. Beso la cabeza de su mujer, susurrándole una y otra vez lo perfecto que era.
Llevo una mano cerca del pequeño y este agarró fuertemente su dedo, entre sus pequeñas manos. Entonces paró de llorar abriendo sus ojos, adaptándose a la luz, mostrando unos preciosos ojos verdes esmeralda. Desde aquel momento supo que no habría una sola mujer en el mundo que pudiera resistir la mirada de su pequeño.
-¡Papá, papá!-bajo gritando Alexander por las escaleras, vestido con el uniforme del colegio y perseguido por Joanna.
Alexander ya tenía 12 años y su hermana pequeña 10.
Kate nunca quiso tener los niños seguidos, pero las incesantes peticiones de Castle y ver lo maravilloso que había sido Alexander, fueron más que razones aceptables para querer concebir el siguiente.
Su hijo ya no era aquel bebé pequeño y con el cabello negro. Los meses siguientes al parto el pelo se le fue aclarando hasta obtener un tono rubio. Era un chico atlético y con buena forma física, que adoraba jugar a fútbol y fastidiar a su hermana.
Su hermana en cambio era completamente diferente a él, tenía una melena castaña y unos preciosos ojos azules. Era una niña intrépida y cabezota. Kate siempre se quejaba de que la había mimado demasiado, pero al ser la pequeña de la familia, era la debilidad de Castle. Siempre había sido muy protector para con ella, siempre sería su pequeña.
Castle se encontraba como cada tarde jugando con los pequeños en el salón. Esa tarde había sacado el tren que colocaba cada Navidad, para jugar con el pequeño Alexander que tenía 3 años, el cual era muy listo y despierto, siempre aprendiendo. Al igual que a su padre los trenes le fascinaban.
Tal y como le había prometido, había armado el tren y se encontraban los tres jugando en la sala, Alexander tenía el mando y un sombrero de conductor que le quedaba un tanto grande, mientras que Castle y la pequeña Joanna de tan solo 1 y medio, observaban el tren ir a gran velocidad por las vías. La pequeña no paraba de reír provocando la felicidad de todos aquellos que la rodeaban.
Justo en ese momento llego a Kate, un tanto cansada del trabajo. Pero al ver la maravillosa estampa que encontró en el salón, su familia disfrutando de una agradable y entretenida tarde no pudo más que unirse a ellos.
Castle al percatarse de la llegada de ella, se puso en pie para ir a su encuentro besándola en los labios, como siempre hacía. Empezaron a hablar y comentar como le había ido la tarde, el caso y los sucesos de ese día en la comisaría.
Alexander empezó a requerir la atención de sus padres a gritos y ellos no pudieron más que girarse para ver lo que estaba haciendo el pequeño. La sorpresa fue para ellos, cuando vieron a la pequeña Joanna de pie, por primera vez.
-Castle, trae la cámara parece que va a dar su primer paso, ¡corre!-dijo Kate mientras caía de rodillas en el suelo, alentando a la pequeña a ser valiente, a seguir adelante, a avanzar.
Castle salió lo más rápido que pudo hacia el estudio, tropezándose con algunos muebles a su paso, rebuscando en los cajones y finalmente encontrando la cámara. Volvió rápidamente junto a su esposa y se puso de la misma forma que ella, de rodillas.
-Vamos, ven peque-decía Kate, mientras gesticulaba con los brazos su avance.
-Ven con papi, ven con papi preciosa-dijo Castle y la niña lo miró con una gran sonrisa, pero seguía parada en medio de la sala. Parecía que se iba a caer hacia atrás, pero justo en ese momento su hermano mayor le puso una mano en la espalda sosteniéndola.
-Cópiame, has como yo-dijo Alexander, soltándola de nuevo y caminando muy despacio a su lado. Ambos miraron la escena enternecidos mientras que Castle sostenía la cámara y grababa todo el suceso.
Entonces la pequeña lo hizo, dio su primer paso acompañada de su hermano, pero completamente sola. Logrando de ese modo que el silencio que se había formado en la habitación desapareciera por completo, entre vítores y aplausos. Su padre la cogió en volandas, dándole besos y mimos. Mientras que su madre hacía lo propio, tomando también en brazos a Alexander, celebrándolo como una familia.
Castle le entrego a ambos la bolsa con su respectivo desayuno y los despidió con un rápido beso en la mejilla, ambos siempre se levantaban con el tiempo justo. Por muchas veces que le habían dicho que pusieran el despertador temprano, siempre se dejaban dormir.
Tomo una bandeja y coloco el desayuno de su mujer, no solía ser habitual desayunar en la cama. Pero hoy podían dormir un poco más, porque en la comisaría estaban haciendo reformas y no podían entrar hasta las diez. Él tenía su presentación a las doce, así que tenían tiempo para desayunar tranquilamente.
Cuando entró, ella ya estaba de pie, solo vestía su camisa mientras buscaba los vaqueros en el armario. Él se acercó por detrás abrazándola y dándole un pequeño beso en el cuello. Ella se giró rápidamente al notar el fuerte olor del desayuno en la habitación.
-¿Pero esto qué es?-dijo ella con una sonrisa, girándose hacia él.
-Pues había pensado que como no teníamos que trabajar temprano y los niños ya se han marchado al colegio, podríamos tomarlos un pequeño…descanso-dijo él con una sonrisa seductora acercándose más a ella hasta casi rozar sus labios.
-Lo siento Rick, pero tendrá que ser otro día, hoy tengo las prácticas para capitana con Gates y no puedo llegar tarde, le dije que comenzaríamos a las nueve y gracias a ti me he dormido-termino de decir mientras se apartaba de él y seguía rebuscando en los cajones.
-Siento ser tan romántico y buen marido-dijo mientras ponía morritos.
-Lo sé cariño y prometo compensarte, que te parece…sí dejamos que los niños se queden en casa de un amigo este finde y nos dediquemos una noche que podría ser pasada a una… mañana para nosotros solos-dijo ella mientras encontraba el vaquero y comenzaba a ponérselo, se mordió el labio haciendo que él se volviese loco, suspirando.
-A eso no puedo negarme, así que aceptaré encantado-se empezó a acercar a ella, rodeándola con sus brazos y besándola –eso no evita que hoy me quede con las ganas-dijo él volviéndola a besarla.
-Tranquilo que sí hoy acabo pronto prometo compensarte-terminó de decir ella separándose de él, guiñándole un ojo.
Se despidieron en la entrada como era habitual, con un beso que siempre se lograba alargar más, para él nunca era suficiente.
Castle desde aquel día pensaba que cada beso podría ser el último. Por eso no lo desaprovecha, intentando sacar lo máximo de él. A ella al principio ese tipo de besos le habían confundido y hasta llegado a preocupar. Pero con el paso del tiempo se convirtió en una costumbre, un pequeño pique de los dos, retándose, dejando ver cuál de los dos se tendría que separar antes. Casi siempre era ella la que perdía, porque era la que tenía más prisa por una u otra razón.
Castle paso la mañana preparando el discurso que daría y las excusas que tendría que otorgar a los fans por todas las cancelaciones que había estado haciendo. Sabía que eso no sería suficiente pero con la sorpresa de un nuevo libro a punto de terminar bajo el brazo, creía que podría llegar a conseguir su aprobación.
Se duchó y se vistió con una camisa azul que la noche anterior había elegido Kate a la cual llamaba la aleja depredadores. Decía que era una camisa de hombre casado, que le hacía guapo pero no tan encantador. No pudo evitar sonreír al recordar esas palabras.
En aquel acto estaban todos, sus representantes, su ex mujer y editora Gina, sus fans más allegados y muchísimas personas más.
Empezó con un corto discurso de introducción mostrando el porqué se les había convocado a ese acto a todos los presentes. Después de casi quince minutos de disculpas y muchos aplausos. Castle tomo un descanso, almorzando algo del catering que habían preparado. Algunas fans se amontonaron en ese pequeño descanso a su alrededor para pedir algunas firmas y agradecerle las palabras que les había hecho llegar.
Una fan se acercó a él y le pidió una foto. Castle acepto y mientras se colocaba para posar, la chica giró su cara a gran velocidad hiendo a parar justo a sus labios, comenzando a besarle descaradamente. Cuando Castle empezó a reaccionar a lo ocurrido intentando separarla ya era demasiado tarde. Kate los había visto.
Esa mañana Kate había intentado terminar su papeleo antes para mostrar un poco de apoyo a su marido en su presentación y de ese modo darle una sorpresa. Pero cuál fue la suya al darse cuenta de que la sorpresa se la había llevado ella.
Castle se separó rápidamente de la chica y comenzó a seguir a Kate entre la multitud, pero ella era más rápida ya que muchas de las personas lo paraban para felicitarle.
Ella estaba furiosa no entendía como él podía hacerle algo así, justo ahora que su vida empezaba a tener una dirección, que eran una familia. Salió rápidamente sin girarse, esquivando a la gente a su paso, deseando tomar un poco de aire. Cuando llegó a la calle, parecía un pequeño león enjaulado, dando vueltas sobre sí misma. La irá le impedía ver con claridad. Solo deseaba descargar un poco de su rabia contra algo o más bien… alguien.
Justo en ese instante su teléfono comenzó a sonar
-¡Beckett!-contestó brusca. Enfadada.
-Kate tenemos una pequeña redada y necesitamos refuerzos, tienen un rehén y nos hacen falta tiradores expertos-dijo Espósito al otro de la línea un tanto asfixiado.
-Ahora mismo voy para allá-dijo ella mientras empezaba a caminar a gran velocidad hacia su coche.
“Nada me podía haber venido mejor”, pensó ella, arrancando rápidamente, preparada para la redada, para el destino que la esperaba.
-¡La perdemos!
-Rápido, al quirófano tres, ¡llama a la doctora Bailey!
-¡Está perdiendo mucha sangre!
-Se nos va…
Richard Edgar Castle se había saltado todos los semáforos y pasos de cebra para llegar justo a tiempo al hospital donde su mujer luchaba contra la vida y la muerte, por tercera vez. Había visto como se la llevaban en una camilla, ensangrentada, pálida y desmayada. Había oído los gritos de los médicos y aquel “se nos va” que se le había metido dentro y le había desgarrado el alma. Si la perdía, él moriría con ella.
-Castle –Esposito se acercó a él; Rick se levantó del golpe y lo cogió por las solapas de su chaqueta.
-¿Qué ha pasado? ¿Qué diablos ha pasado?
-Cálmate hermano, por favor –le pidió.
-¿Qué me calme? Mi mujer se está muriendo, ¡no puedo calmarme!
-Kate es fuerte –Ryan apareció justo a su lado –ya venció a la muerte una vez y volverá a hacerlo –aseguró.
-No… vosotros… ¡vosotros no entendéis nada! –les gritó, fuera de sí. Ellos no podían entenderlo, no podían entender que él ya había soñado con ello, que la había visto morir una y otra vez en sus pesadillas, desde que aquel fantasma vino a saludarle. Ella… ella le había advertido, él le había asegurado que no la dejaría, se lo había prometido a su mujer en su sueño y se lo había prometido a sí mismo, pero había fallado. Y ahora… ahora su mujer moriría, iba a perderla y él moriría con ella. Se dejó caer derrotado en uno de las sillas de plástico del hospital, temblando y llorando como un niño pequeño. Esposito se sentó a su lado.
-Piensa en lo fuerte que es Kate, Rick. Si hay alguien que puede darle una patada en el trasero a la muerte, es ella.
-No puedo perderla, no puedo Javi –sollozó.
-Se pondrá bien, saldrá de esta –murmuró, abrazando a su amigo.
Habían pasado dos horas desde que se llevaron a su bella mujer en aquella camilla y nadie salía para decirles nada. Los minutos pasaban lentos, exasperándolos, el dolor del escritor podía notarse en el ambiente, se sentía a través de los fríos azulejos que cubrían las paredes del hospital, en el olor a lejía y a desinfectante, todo era un fiel reflejo del hombre destrozado que contaba los segundos para recibir una noticia. Ryan había ido a por un café a la máquina, pero el vaso de cartón seguía intacto, ya frío.
-Hola Rick –Lanie se sentó a su lado, cogiéndole las manos, acariciándoselas. Rick miró a la forense, la mejor amiga de su mujer, su confidente, su hermana. Respondió a la caricia con dedos temblorosos -. Te he traído otro café –le informó, tendiéndoselo, pero él negó con la cabeza.
-No puedo… tengo un nudo en la garganta.
-No es para beberlo –repuso. La miró, confuso. –Cógelo.
Rick no entendía a la forense, pero aceptó el café, que le calentó las manos nada más tomarlo. Se lo llevó a la boca, sin ganas y de repente el olor lo invadió. Vainilla. Café. Ella.
-Mataría por un café –murmuró, agotada. Él sonrió, compasivo. Si había algo que Kate había llevado mal en su primer embarazo era el no poder tomar café y su segundo embarazo no iba a ser menos.
-Dentro de dos meses podrás beber todo el café que quieras.
-Aún falta tanto… creo que ella también quiere café –dijo con voz suplicante –me da pataditas cada vez que lo pienso.
-¿En serio? Vaya, parece que nuestra niña sabe lo que quiere desde antes de nacer.
-Es muy lista –aseguró.
-No vas a beber café, cariño.
-Sólo una tacita –casi rogó. Rick no pudo evitar reírse, era muy agradable verla comportarse como una niña, normalmente era al revés.
-No.
-Te recordaré estas palabras cuando quieras hacer el amor.
-No te enfades… -susurró sobre su oído -. No hay café, pero tengo otra cosa para ti.
Ella lo miró con curiosidad, Rick sacó una bolsita de un cajón y se la tendió. Kate miró el contenido y lanzó una carcajada.
-Ha vuelto a dar una patadita.
-Parece que al final sí que le gusta el café.
-O puede que sea la vainilla.
-Quien sabe. –Ambos sonrieron mientras que le quitaban los envoltorios a los caramelos artesanos que habían comprado. De café. De vainilla. Para ella.
-¿Y los niños? –preguntó, aunque apenas le salía la voz. Lanie le sonrió con dulzura.
-Con Jenny.
-¿Alexis?
-Ella y Max ya vienen, no tardarán.
-Lanie… no podrías… tú eres médico… quizás a ti te digan… algo…
-Pregunté a la enfermera, pero aún no saben nada…
-Pregunta otra vez, por favor –suplicó.
-Rick…
-Por favor. –Puede que fuera la lágrima de ese marido destrozado, o puede que ella también necesitara respuestas sobre el estado de su amiga, pero asintió y tras darle un beso en la mejilla, se levantó.
-Tienes que ser fuerte, mi amor –Rick no le hablaba a nadie, repetía la frase una y otra vez, como un ruego, un lamento desesperado o puede que una plegaria. Kate lo escucharía, tenía que escucharlo, tenía que salir de ese quirófano, por él, por sus hijos, porque necesitaba decirle que la quería, aunque sólo fuera una última vez. No podía morir, no… Kate Beckett Castle no podía morir. Ella lucharía, por su familia y sobre todo por ella misma.
-¿Papá? –La voz dulce de su pelirroja lo sacó de ese estado de semiinconsciencia en el que estaba metido. Rick se levantó y la apretó contra su pecho -. Se pondrá bien –susurró –no hay nadie en este mundo más fuerte que ella.
-Es culpa mía –sollozó. Alexis se separó para mirar a su padre a los ojos.
-Papá… esto no es culpa tuya… tú no… ni siquiera estabas allí.
-Por eso… tenía que estar allí, podría haberla salvado –lloró, desesperado. La pelirroja no contestó, su padre estaba en shock, nada podría sacarlo de su error, sólo ella y lo haría pronto, cuando saliera de ese quirófano, porque Alexis sabía que su madrastra se salvaría.
-Tengo miedo Alexis –susurró -. Tengo miedo de no volver a verla, de no volver a decirle que la quiero.
-Papá, mírame –su hija tomó su rostro con ambas manos –volverás a decirle que la quieres, volverás a llevarle el desayuno a la cama. Kate se va a poner bien.
En el pasillo volvió a reinar el silencio, sólo roto por los pasos de los amigos del escritor o por algún que otro sollozo. Alexis miró a su padre, trató de sonreír.
-¿Sabes de qué me estoy acordando ahora, papá?
-No. ¿De qué? –preguntó, sin apenas voz ni entusiasmo.
-Del día en que llegasteis con Jo a casa. ¿Te acuerdas?
Una triste sonrisa se dibujó en el cansado rostro del escritor. Claro que lo recordaba, jamás olvidaría ese día.
-¡Papá! –El pequeño Alexander se acercó a la puerta dando cortos pasitos, alzando los brazos, para que su papá lo cogiera, mientras que sus abuelos, Jim y Martha y su hermana mayor se reían. Richard lo alzó por encima de su cabeza; el niño soltó una carcajada.
-¡Hola, campeón! ¡Mira quién ha venido!
-¡Mamá! ¡Mamá! –Kate sonrió con ternura, dándole un beso en la mejilla al chiquitín de dos años.
-Mira quien quiere conocerte –murmuró. Con cuidado se agachó, notando como le tiraban los puntos de la cesárea, pero no le importó. Se le escaparon un par de lágrimas de felicidad al ver como su hijo miraba embobado a la pequeña recién nacida.
-Qué bonita es… -murmuró el niño, extasiado.
-¿Verdad? Es tan bonita como mamá –sonrió Rick, orgulloso, mientras que se acercaba a su hija mayor y la abrazaba.
-Hola papá. Os he preparado el desayuno.
-Muchas gracias, Alexis. –Kate le tendió con suavidad a la pequeña, que estaba profundamente dormida. Alexis tampoco pudo evitar que se le escaparan las lágrimas, no era la primera vez que cogía la niña, pero cada que lo hacía le embriagaba aquel sentimiento de ternura que sólo se tiene cuando coges en brazos a un recién nacido.
Rick abrazó con cuidado a su mujer por la cintura, dándole un beso en el pelo. -Míranos –le susurró en su oído –ahora nuestra familia está completa.
Ella asintió, emocionada, volviendo a llorar cuando su padre se sentó en el sofá con su nietecita y le cantó en voz baja una nana, la misma que le había cantado a su hija cuando era pequeña.
-Al menos Jim no tiene que pasar otra vez por esto –murmuró el escritor con pesar. Jim había muerto de un infarto varios años atrás, dos años antes de que la gran Martha Rogers abandonara el mundo con una sonrisa en los labios, sabiendo que la vida le había dado todo lo que había deseado. La pérdida de su padre había sido un duro golpe para Kate, pero había acabado superándolo gracias al apoyo de su marido y de sus hijos, que habían sido su consuelo y su refugio. Una vez al mes le llevaba flores a la lápida que descansaba junto a la de Johanna Beckett, quedándose de pie durante unos minutos, sonriendo tristemente al pensar que por fin sus padres volvían a estar juntos. –Tienes que ponerte bien, mi amor, tus padres esperan sus flores…
Nadie dijo nada, Alexis le cogió la mano y se la apretó, acariciando con la otra la de su marido, que se había sentado a su otro lado, en silencio. Lanie no había aguantado más la presión y había salido a tomar el aire, acompañada de Esposito. Ryan estaba hablando por teléfono con su mujer, preocupado por los niños, que empezaban a inquietarse. Alexander ya no era tan niño, sabía que algo estaba pasando.
-Alexis –el irlandés llamó a la mujer, que se levantó, inquieta -. Alex quiere hablar contigo. –La pelirroja cogió el teléfono, intentando que su voz sonara lo más tranquila posible. Le costó casi veinte minutos calmar a su hermano y asegurarle que todo estaba bien, pero el chico no había quedado convencido del todo. Alexander se sentó de nuevo junto a su tía Jenny, mirando en silencio como su hermana jugaba con la hija de Alexis y Max. Sentía que su hermana le mentía, que algo malo le pasaba a mamá. Un par de lágrimas se le escaparon cuando recordó como ella solía consolarle tras hacerse algún rasguño.
-¡Ay, duele! –lloriqueó, tratando de apartar el algodón impregnado en agua oxigenada. Kate sujetó la mano del niño de cinco años y con la mano que le quedaba libre siguió curándolo, tranquilizándolo.
-Ya está, no es nada tesoro, no llores -. Terminó de curarle dándole un tierno beso maternal sobre la rodilla herida y luego sentó al niño en su regazo -. Ya está cariño, ya pasó. Ahora mamá te contará un cuento y te dormirás enseguida –le prometió, acariciándole el cabello.
-Alex –Jenny llamó al niño. El jovencito se puso a llorar, abrazándose a su tía. No sabía que le pasaba a su madre, pero tenía la certeza de que ella estaba sola y nadie la consolaría, ni le curaría las heridas con un beso, como ella había hecho tantas veces -. No llores cariño, no pasa nada, todo está bien.
Mientras que el niño lloraba abrazado a su tía y en aquel pasillo la espera se hacía interminable, una mujer luchaba en una mesa de quirófano, rodeada de una decena de personas que intentaban salvarle la vida. Era la misma mujer que muchos años atrás había creído morir al enterarse de la muerte de su madre; la que no había cesado en su empeño hasta convertirse en policía de Homicidios; la misma que había conseguido ser la mujer más joven en llegar a inspectora y la que había luchado por tirar un muro abajo para dejar pasar al hombre de su vida y padre de sus hijos. Esa mujer se llamaba Kate Beckett y no estaba lista para dejar el mundo, no todavía. No podía dejarlo, no mientras que su hijo y su marido la llamaban entre sollozos. Kate Beckett nunca abandonaba a sus seres queridos. Nunca abandonaría a su familia.
---o---
-Rick…
-Mi amor… -el escritor lloró, cogiéndole la mano, besándola con veneración, acariciando una y otra vez su frente, dando gracias al cielo por verla en la cama de esa habitación de hospital, donde de repente el olor a desinfectante y el frío de los azulejos había desaparecido. Ahora sólo quedaba la calidez de su mano y el amor, sobretodo el amor.
-Rick… te quier…
-Shhh, no hables mi vida, tienes que descansar. Los médicos dicen que te vas a poner bien, has tenido mucha suerte amor mío. Te vas a poner bien –le prometió, mientras que le daba un nuevo beso en la frente.
-Rick… no me dejes sola… -suplicó.
-No, estoy aquí, contigo, no volveré a dejarte sola, mi amor, nunca más. Estaremos juntos, siempre.
Y nunca más volvió a romper su promesa. Estuvo con ella, para SIEMPRE
Espero que les guste y sobretodo que te guste Alba, un besito y FELIZ CUMPLEAÑOS ^^
" NO ME DEJES NUNCA"
Capítulo 1- Anver
Castle entró a su casa un poco frustrado. Aquella tarde él y Kate habían tenido una terrible discusión por culpa de las excesivas muestras de cariño que él había prodigado a una de sus fans después de ser reconocido cuando se dirigían a interrogar a un testigo. Martha y Alexis no estarían en todo el fin de semana y esa soledad le molestaba aún más.
Así que cuando a la hora de salir, él insinuó que durmiesen juntos y Kate contestó que estaba cansada, él no insistió y dejó que ella le acercase hasta su casa y le dio un suave beso en la mejilla antes de bajar del coche. La forma con la que Kate le ignoró sin siquiera girar la cabeza para decirle adiós y mucho menos con intención de corresponder al beso le hizo tanto daño que al bajar del coche soltó la puerta con fuerza, dando un gran golpe.
Kate cerró los ojos al sentir el golpe mordiéndose la parte interior de su labio inferior formando una mueca en su cara. Sabía que había exagerado un poco el enfado, pero tenía que dejarle claro que no pensaba permitir que él se tomase esas libertades aunque fuesen sus mejores fans. Aceleró y se marchó a su casa, tan frustrada como él, pues era viernes y no había nada que le gustase más que poder despertarse tranquilamente un sábado entre sus brazos sin tener que ir a trabajar. Mientras conducía hacía su casa pensó que tendría que llamarle por la mañana. Ya habían perdido demasiado tiempo y no podían permitirse el lujo de perder ni un solo día más. Pero eso sería al día siguiente.
Castle se dio una ducha rápida de agua casi fría para despejar su mente y tras ponerse un cómodo pijama se dispuso a escribir una escena en la que Nikki y Jamesson discutiesen, y así dejar plasmado con realidad toda la furia y decepción que en ese mismo momento estaba sintiendo, ya la uniría después a cualquier capítulo. Se sentó en su escritorio y tras servirse un vaso de su bourbon más preciado, comenzó a teclear con furia en su portátil.
No fue consciente de cuantas veces rellenó su vaso, ni de cuando acabó por reposar su cabeza sobre el portátil tras guardar el trabajo realizado y cerrarlo. Se quedó dormido sentado sobre su silla.
Sintió la suave y familiar caricia de Kate enredando sus dedos entre su pelo y abrió los ojos con dificultad, sin duda se había pasado con el alcohol.
Kate yo… - dijo balbuceando – lo siento pero no fue…
Chisss –Kate le acariciaba el pelo – Rick necesito que me escuches con atención.
Perdóname Kate – atinó a decirle mientras se incorporaba para poder acercarse a ella.
Rick…
El la miró y no pudo creer lo que veía. Volvió a cerrar los ojos apretándolos fuerte y los abrió de nuevo. Kate le observaba atenta.
¿Eres tu Kate? – preguntó entrecerrando los ojos.
Si mi amor – contestó ella sentándose frente a él – soy yo – le dijo moviendo sus dedos entre el pelo de él.
¿Cómo… - atinó a decir él llevando sus dedos a la cara de Kate y pasándolos suavemente por las incipientes arrugas alrededor de sus ojos – tu pelo… tu pelo está…
Rick – cortó suavemente ella – necesito que me escuches y lo entenderás ¿quieres?
Él asintió en silencio. Era Kate, era su voz, era su profunda mirada que tanto adoraba. Cerró los ojos y respiró notando que era su olor. Se acercó levemente a ella sin atreverse a abrir los ojos buscando su boca y la beso. Ella le correspondió, como llevaba haciéndolo día a día y él se perdió en ese momento. Era Kate…
Kate se separó de él que no quería dejar de besarla.
Castle por favor – suplicó parándole– escúchame… soy yo mi amor, tengo poco tiempo.
Kate lo siento – le dijo mirando sus manos y observando un anillo que no conocía en su dedo anular - era solo una fan y me pareció divertido darte un poco de celos…
He venido para avisarte – le dijo ella cambiando el tono de voz – escúchame.
Él la volvió a mirar a los ojos, que le suplicaban que callase.
¿Avisarme? – le dijo
Mi amor… - le dijo ella acariciándole la mejilla – mírame… soy yo… y no soy producto de tu imaginación. Vengo del futuro Rick y no tengo mucho tiempo. Tienes que ayudarme, tienes que ayudarnos Rick…
Él la miró impactado. Miró de nuevo su cara, pequeñas arruguitas alrededor de los ojos, sus facciones más relajadas, su cara algo más redonda, sin rastro de esa extrema delgadez que marcaba tanto sus pómulos, su pelo, más corto y ondulado… su mirada paseó por su cuerpo, sus curvas eran más marcadas, sus pechos eran más generosos y sus caderas algo más amplias, cogió sus manos acercándoselas, sus uñas eran más cortas, la piel de sus manos no era tan tersa y ese anillo en su dedo anular, lo miró y la miró a los ojos.
Estamos casados – afirmó ella ante la silenciosa pregunta de los ojos de él.
¿Cuándo? – preguntó con curiosidad.
Muy pronto Rick – le dijo sonriendo.
¿Cuánto? – volvió a preguntarle.
Veinte años – contestó ella.
A la tercera va la vencida… – le dijo sonriendo y recordando sus palabras y ella le asintió - ¿mi madre? ¿Alexis? –preguntó nervioso.
La vida sigue su curso mi amor, tranquilo… – le dijo sin darle demasiados detalles y el asintió, no podía decirle que Martha ya no estaba entre ellos y que Alexis tenía su propia familia, y que aunque él no había aprobado la decisión de la joven, el tiempo demostraba que era la acertada y él era feliz por ello – escúchame Rick, tienes que recordar este día… necesito que no olvides nuestra pelea de hoy… - le dijo muy seria alternando sus ojos mirándole.
¿Por qué Kate? – le preguntó intrigado.
Porque volveremos a tener una pelea igual – contestó ella dolida – y necesito que no me dejes sola…
¿Dejarte sola? – preguntó ladeando la cabeza.
Nos enfadaremos y me iré a trabajar sin ti – afirmó ella – y me matarán Rick – le dijo abriendo su chaqueta y mostrándole una herida con sangre seca en mitad de su abdomen – no estarás ahí para salvarme.
Kate – dijo nervioso intentando llevar su mano a la herida.
Rick, Rick, no mi vida… no puedes hacer nada ahora – le dijo ella tomando su mano y evitándolo – estoy muerta mi amor… ¿me escuchas? ¿lo impedirás cuando llegue el momento?
Kate…
Él comenzó a llorar. La pelea de aquella tarde había sido una tontería y él había tenido la culpa, ahora solo deseaba perderse entre sus brazos y hundirse en su pelo, llorar hasta quedar seco y no separarse jamás de ella.
Kate le cogió la cara mirándole fijamente.
Mi vida – le llamo - ¿recordarás este día? – el asintió – volveremos a pelear por lo mismo… - dijo mientras limpiaba una lágrima con su dedo pulgar.
No… no – contestó él – no dejaré que lo hagamos, te lo prometo.
Sabes que soy muy cabezota, mi vida – le dijo ella sonriendo – promete que no me dejarás sola…
No te dejaré sola Kate – afirmó él – te lo prometo.
Tengo que irme – le dijo poniéndose en pie.
No Kate… yo… te amo Kate – le dijo intentando retenerla.
Mi vida… tengo que irme – le dijo – he abusado del tiempo y me esperan…
Él se levantó y tiró de su mano hasta pegarla contra su cuerpo, abrazándola.
No me dejes Kate – suplicó – no te vayas.
Rick… -intentó decirle separándose, pero él la calló besándola.
Kate le separó despacio.
Seremos felices Rick – le afirmó soltándose y dando un paso hacía atrás.
Kate…
Y… - dijo ella pensativa – no deberías consentir tanto a…- no quiso decir el nombre - la consientes demasiado y su hermano se enfada con razón…
¿A quien Kate? – preguntó - ¿A quién?
Me dejarás elegir sus nombres – le confesó.
¿Tenemos hijos? – preguntó abriendo mucho los ojos.
Kate le sonrió dando de nuevo un paso hacía atrás.
Me esperan… debo irme – le dijo – no me dejes sola mi amor… recuérdalo, una pelea como la de hoy…
Kate… - suplicó – no te vayas…. No puedes dejarme así…
Ella le miró alejándose un paso más, sonriéndole y soltando su mano.
Te amo – le dijo alejándose.
Y yo a ti… Kate… no te vayas… - sollozó.
Estas a tiempo mi amor – le dijo sonriendo – ve a por mí…
Kate desapareció de su vista difuminándose con el fondo de su despacho. Él cerró fuertemente los ojos dejándose caer sobre la silla y los abrió de nuevo de golpe intentado volver a verla.
Miró a su alrededor… todo vacío… se puso de pie de un salto y fue a su habitación agarrando la chaqueta y las llaves del coche…
Kate despertó sobresaltada por los golpes en la puerta y saltó de la cama para abrir. Él se lanzó a sus brazos desesperado en cuanto ella abrió. Besó cada milímetro de su cara pidiéndola perdón mientras le decía cuanto la amaba, y cuando ella pudo articular palabra, entre su sorpresa y los urgentes besos de él, le pidió a su vez perdón por su exagerado comportamiento.
La tomó en brazos llevándola a la cama y tumbándose junto a ella la estrechó a su cuerpo hasta casi asfixiarla. Se quedaron dormidos con sus caras pegadas, entre besos, lágrimas y promesas.
Capítulo 2: “Amapolas”- Eli
Habían pasado la noche abrazados, derramando lágrimas el uno por el otro; se habían dicho y hecho miles de promesas mutuamente, y no habían dejado de decirse cuánto se amaban.
Pero Castle no dejaba de darle vueltas a la cabeza a lo que el fantasma de la mujer a la que amaba con locura le había dicho la noche anterior.
“-Nos enfadaremos y me iré a trabajar sin ti – afirmó ella – y me matarán Rick – le dijo abriendo su chaqueta y mostrándole una herida con sangre seca en mitad de su abdomen – no estarás ahí para salvarme.”
“Me matarán”, “No estarás ahí para salvarme” se repetía una y otra vez. “No me dejes sola.” No podía concebir una vida sin Kate. Ya no. Había desperdiciado cuatro años, no iba a desperdiciar el resto de su vida por una discusión. La atrajo más a su cuerpo mientras ella dormía y dejó que su fragancia a cerezas invadiese sus sentidos.
Necesitaba sentirla cerca. Sentir que estaba viva. Sentir sus caricias, sus suaves y tiernos labios. Besó su cabello y hundió la nariz entre ellos.
Era ella. Era su Kate. Estaba ahí, entre sus brazos, y lo más importante; estaba viva.
-Te amo Kate, siento lo de esta tarde. Perdóname. No puedo perderte.- le dijo en un susurro mientras creía que ella dormía y no le escuchaba.
***
Kate no podía dormir, había notado como Castle le había estrechado entre sus brazos, y lo que le había dejado sin habla, habían sido sus últimas palabras. “No puedo perderte”.
En ella ya no había rastro de enfado, ni de resentimiento. Sólo de culpa, por haber dejado que una absurda pelea hubiese pasado a mayores.
Se sentía extraña, confusa. Algo no estaba encajando. Sabía que Richard le estaba ocultando algo, pero prefería no preguntar. No quería presionarle. Sabía que cuando fuera el momento, él se lo diría. Por ahora, se había propuesto no ser tan testaruda, y darle un poco de cuartelillo al hombre que amaba.
Se llevó su mano que tenía envuelta con la de él hacía su pecho; quedando envuelta en su abrazo.
Ambos sabían que se podían pasar así toda la vida. Quietos, abrazados en una cama y sin decirse nada. Se amaban; y eso era todo lo que importaba.
***
Castle cedió al sueño. Sueño del que tuvo que ser despertado por Kate, que lo zarandeaba y le gritaba para que se despertase.
-¡Richard! ¡Por favor despierta! ¡Estoy aquí! ¡No me he ido a ningún lado! ¡Por favor Rick, despierta!-.
Abrió los ojos de golpe, encontrándose con su mirada llena de preocupación y dos lágrimas que estaban a punto de caer. Suspiró y la abrazó con fuerza.
Ella sabía que algo había ocurrido la noche anterior. No era normal aquel comportamiento.
Le había despertado la voz de Richard llena de angustia y de dolor. Gritaba el nombre de ella y se culpaba de, que por su culpa, estaba muerta. “¡No te tuve que dejar sola! Todo esto es culpa mía. ¡Por favor Kate… no te vayas, no me dejes!”. No sabía lo que le ocurría, pero no era bueno.
***
Secó con sus dedos las lágrimas que intentaban rodar por el rostro de Kate. La beso en la frente y volvió a abrazarla, quedando ella encima de su pecho.
-¿Rick?...- susurró ella. No hubo contestación por parte de él. –Rick; ¿Qué ha pasado? ¿Por qué decías que no me fuese, que no te dejase? Sabes que te amo Rick, no pienso dejarte nunca. ¿Me oyes? Nunca. Siempre estaré a tu lado. Siempre.- sentenció.
Esta se apartó de su pecho para mirarle a los ojos. Estaba angustiado, lo podía ver.
-Kate… prométeme que no me odiarás nunca. Prométeme que si nos enfadamos, me escucharás. Kate… esto es importante, prométemelo. Necesito escucharlo de tu boca.- su voz era de urgencia.
-Rick…- la interrumpió.
-Kate… por favor.- suplicó.
-Te lo prometo. Castle… estaré contigo siempre.- sonrió.
Se abrazaron mutuamente y dejaron que el sol empezase a iluminar hasta los rincones más tímidos de la ciudad de Nueva York.
Esa palabra había resonado en su cabeza como una campana que anuncia la hora. “Siempre”.
***
Cuando despertó, la vio dormir plácidamente, sin preocupaciones. Era la Kate que no tenía una armadura las 24 horas del día. Era la Kate de la que se había enamorado.
La dejó dormir más tiempo, y se fue a duchar. Fue una ducha rápida, para quitarse el sudor de aquella pesadilla que horas antes había sufrido. Se cambió y cuando salió a la habitación, ella seguía durmiendo.
Le dejó un suave y tierno beso en la frente, no quería que se despertara.
Hoy haría él el desayuno. Preparó un bizcocho con tortitas, acompañadas de sirope de arándanos, hizo un zumo de naranja natural que guardó en la nevera para que no se le fuesen las vitaminas. Y puso a calentar la cafetera mientras le preparaba su café preferido.
Olía a café, y a tortitas… Se estiró en la cama y no notó a Castle… Se levantó de un salto en la cama y comprobó qué hora era. Las 12:30. Era la hora de comer más que de desayunar, pero lo vio aparecer por la puerta, con una bandeja repleta de comida, y una sencilla amapola en un diminuto vaso.
Una sonrisa apareció en su cara.
-Buenos días Kate. Hoy me toca compensarte por lo que pasó ayer… Me comporté como un completo imbécil. Se acabó tratar con tanta confianza a las fans. Te lo prometo. Tendré que mejorar mi encantadora sonrisa para que les sea suficiente.- imitaba una sonrisa poco convincente mientras hablaba.
Ella terminó su desayuno y se acercó lentamente a él. Cuando estaba lo suficientemente cerca de su boca le plantó un delicado beso que hizo que Castle se callase en el momento.
-Si no les es suficiente tendrán que conformarse con tu firma- le sonreía. Mientras su mano iba haciéndose paso por los botones de su camisa –Ahora; quiero que tú te calles y que te centres en tu mayor fan- le tiró del cuello de la camisa consiguiendo tumbarlo encima suya.
-Lo siento señorita, le he prometido a la mujer que amo que sólo tendré ojos para ella. Tendrá que conformarse con mi sonrisa- le respondió con una cara muy seria y unos ojitos que harían que cualquiera se derritiese.
-Dile a esa mujer, que esto- le quitó la camisa con fuerza, dejando un rastro de besos por su pecho –queda entre nosotros dos.- Le plantó un beso salvaje en la boca y se fundieron en caricias y risas.
Eran uno. No importaba nada más.
Se tenían el uno al otro y eso era suficiente.
“Siempre” se repetían mutuamente. Era su frase. No había nada tan pequeño en el mundo que significase tanto para ellos.
Capitulo 3. "Una habitación" - Estrella
Aquel caso les estaba llevando de cabeza, sin pruebas solidas, con tan solo indicios ningún juez les concedería la orden de registro para aquel edificio. Beckett y Castle tenían sus miradas fijas en aquella pizarra, sabían que algo se les pasaba por alto, pero eran incapaces de verlo. Pese a la ausencia de pruebas, falta de testigos que situasen a su sospechoso en el lugar de los crímenes, ellos estaban totalmente convencidos de que el hombre cuya foto estaba frente a ellos era el culpable.
Beckett suspiro y miro por última vez la pizarra, sabía que esa noche sería imposible encontrar aquello que no veían. Estaban demasiado cansados. Había llegado el momento de marcharse a casa e intentar despejar sus cerebros.
-Castle, deberíamos parar. Necesitamos descansar. Es tarde, vámonos. Castle me estás escuchado –se fijaba en su compañero, el cual no se movía y aun tenía su mirada fija en aquella pizarra- Castle, por favor.
Decidió conceder a su compañero unos minutos más, mientras ella recogía la mesa, guardaba documentos en la carpeta y se ponía su chaqueta de cuero. Una vez que finalizo todo, se sentó en la mesa junto a su compañero.
-Debemos irnos –ponía su mano sobre la de él – Castle, no será esta noche cuando logremos pillar a ese hijo de puta. Pero si no paramos y descansamos tampoco será mañana y tendremos que ver como un culpable queda libre.
Aquellas palabras de la detective surtieron en el escritor el efecto que buscaban al ser expresadas.
-Tienes razón, debemos parar y salir de aquí –decía mientras se ponía ya su americana- nos vamos ¿Kate?
Ambos eran conscientes de que aquella noche necesitaban descansar, intentar dejar en blanco la mente, y dormir. Por esa razón habían decidido que cada dormiría en una habitación, ya que de dormir juntos no lograrían desconectar. Se conocían demasiado bien como para saber que estando juntos no dejarían de dar vueltas al caso.
Castle daba vueltas en su cama, era incapaz de quedarse dormido, por su mente pasaban una y otra vez vistas en el lugar del crimen. Y una pregunta volvía recurrentemente a su cerebro como era posible que un hombre al que todo el mundo tenía por un amante padre y esposo un día había decidido seccionar la yugular a su esposa para después dirigirse tranquilamente a la habitación de sus hijos y descerrajarles sendos tiros en la cabeza. Sabía que había sido él, estaba seguro, solo tenía que ser capaz de ver mas allá de las pruebas.
Lentamente Morfeo fue haciendo aparición y Castle por fin entró en un profundo sueño.
-Castle, no puedo esperar más al final voy a llegar tarde y Espo y Ryan ya nos esperan en el lugar de los hechos. ¿Vas a tardar mucho aún? –Preguntaba ya de bastante mal humor-
A la carrera aparecía el escritor aun sin terminar de vestir.
-Lo siento cariño, pero cuando sonó el despertador era incapaz de levantarme. Qué tal si vas yendo tú y yo intento llegar lo antes posible a comisaria.
-Pues ya podías haber dicho eso hace media hora, y yo podría haber llegado a tiempo al trabajo. Intenta no tardar mucho, ¿vale? –se acercaba hasta su marido y se perdía entre sus brazos- te veo allí. Te quiero Rick.
Unas horas después la detective bajaba a la morgue, extrañamente Castle no iba con ella. Había tenido que salir corriendo hacia la editorial, algo iba mal con la edición de su nueva novela.
-Dónde está Castle-preguntaba una sorprendida forense al ver aparecer a Kate sola- no me digas que ha salido corriendo.
- Mira que eres tonta Lanie, ha tenido que ir a la editorial por no sé qué problema con la edición de su libro.
-Y bueno, aprovechando que no está. ¿Ya se lo has dicho? Como se lo ha tomado.
-Pues no, aun no he encontrado el momento de decírselo. Y ¿podemos centrarnos en lo que me querías decir?- viendo la cara de su amiga- la autopsia, Lanie, la autopsia.
-Ah, sí, eso. Pero sabes querida que deberías decírselo antes de que sea evidente, verdad –ella había decidido que era mucho más interesante continuar con su interrogatorio a la detective que la autopsia-
-Ya lo sé. Y tranquila que si puedo hoy mismo se lo cuento a Castle. Y ahora podemos volver al caso…
Una voz resonó en la morgue.
-Decirme ¿qué? –se acercó hasta la detective y se colocó justo a su lado- ¿que tiene que decirme detective?
-Nada, los resultados de la autopsia –miraba a la forense con cara de pocos amigos- Que Lanie me estaba contando las causas de la muerte.
-Ya, los resultados de la autopsia. Te crees que nací ayer Kate. Vosotras os traéis algo entre manos y yo lo voy a descubrir –su dedo señalaba alternativamente a cada mujer-
-¿Estás seguro de que no naciste ayer? Mira Castle que muchas veces pareces un niño.
La mirada asesina de Beckett hacia su amiga hizo que esta borrara la sonrisa de su cara.
Ya con las pruebas de la autopsia en sus manos, se centraban de nuevo en el caso. Una nueva llamada de la editorial hizo que Castle tuviera que volver a ausentarse. Ese día a Beckett le tocó volver sola a casa. Eso hizo que se armara de valor y decidiera que aquella sería la noche.
Al abrir la puerta de su casa, le extraño el encontrarla casi en tinieblas, tan solo estaba iluminada por un pasillo de velas. El suelo era una alfombra de pétalos de rosa, decidió seguir esas velas hasta donde terminaran, no era consciente de la sonrisa que llevaba dibujada en su cara. Las velas guiaron sus pasos hasta una habitación que hasta la fecha nadie usaba.
Decidió abrir aquella puerta, estaba en total oscuridad, así que decidió encender la luz. Lo que apareció ante él le saco la mayor de las sonrisas.
En las paredes de aquella habitación aparecían dibujos infantiles, y en la pared principal se podía ver un gran cartel en el cual se leía
“Felicidades papá, Castle mi amor, ¿me ayudas a decorar la habitación?”
Notó como sus brazos se aferraban a su espalda, como sus manos le hacían girar. Como al hacerlo se perdía en la mirada cargada de amor de la mujer de su vida. Vio como una lágrima osaba escapar de los ojos de su amada.
-Esto significa que… -las palabras casi no podían salir de su garganta, eran prisioneras de la emoción que le embargaba-
-Mi amor, estamos embarazados –por fin Kate se lo decía y se perdía entre sus brazos-
El ruido del despertador le devolvió a la realidad, había sido tan real aquel sueño, en su rostro aun se veía dibujada una sonrisa. Tan solo revivir el momento en el que su mujer le dijo que iban a ser padres le había alegrado el día.
Capitulo 4 "El día que lo cambiaría todo" - Derika
Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
-Cantar de los cantares 8:6
Hoy era el día, el día que Richard Castle había preparado durante semanas, incluso meses, había tomado la decisión, esta noche se lo diría, ya no había marcha atrás, estaba decidido, ya no podía perder más tiempo de lo que ya había perdido.
Hacía meses que lo venía preparando, pero jamás, se armaba de valor, por miedo, miedo a perderla, miedo a que lo rechace, miedo a que se marche de su vida, miedo a que ella todavía no este preparada, miedo a que le pida tiempo, miedo a todo, ella cambio su mundo desde que apareció en la firma de su libro, aquel día que su vida dio un giro de 360 grados, ese día que jamás olvidaría.
-Castle- Lo llamo Beckett, pero no obtuvo respuesta alguna de parte de él.- Castle.- Lo intento de nuevo, pero en vano.- Castle.- Y una vez más lo llamo, pero él estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no la alcanzaba a escuchar.- ¡Richard!- Y por fin hizo efecto, había gritado tan fuerte que todos en la comisaria la voltearon a ver.
-Beckett, no grites que todos nos están observando.- Le dijo Castle en un susurro.
Beckett alzo la vista y efectivamente, todos los estaban observando.
-¿Qué hacen ahí parados? ¿No tienen trabajo que hacer?-
De inmediato todos volvieron a su trabajo.
-Esto no hubiera sucedido si tú no te hubieras ido a tu mundo.- Le reprochó
-¿Disculpa? Pero yo no fui quien grito.- Se defendió
-Ya… dejémoslo, no quiero discutir, los chicos han encontrado algo.-Hizo una pequeña pausa.- Nuestra victima y su compañera de cuarto estaban estudiando biología marina. La institución en donde estudian las eligieron para que viajaran a México para realizar estudios por un año en la Universidad Autónoma de Baja California Sur, al parecer es una institución con mucho prestigio en este campo en toda Latinoamérica. Hace unos días recibieron la propuesta de Violeta Martínez, las invitaba a que junto con ella hicieran un estudio del coral endémico en el golfo de California.- Comentó Beckett.
-Emm… si, había escuchado algo de la UABCS-
-Castle ¿Te pasa algo? Últimamente andas muy distraído.- Pregunto Beckett preocupada.
-Si, no te preocupes, solo ando un poco cansado, estos últimos días Gina me ha estado presionando, será mejor que vaya a casa ¿Te veo en la noche?-
-Si, esta bien.-
Beckett vio como Castle se marchaba, últimamente lo notaba raro, nervioso incluso distante, se estaba empezando a preocupar, algo andaba mal ¿Y si se había aburrido de ella? No, eso no podría ser, ya se lo hubiera dicho, necesitaba hablar con alguien y sabía perfectamente con quien.
-Lanie.- Dijo Kate entrando en la morgue.
-¡Chica! ¡Qué susto! No te esperaba por aquí, desde que te mudaste con tu chico escritor me has dejado abandonada. Dime ¿A que se viene tu visita?-Comentó Lanie
-Es Castle-Suspiró.-Últimamente ha estado actuando raro, no lo sé, ¿Y si ya no me quiere?-
-Pero ¿Cómo se te ocurre pensar eso? El hombre esta loco por ti ¿Le has preguntado?-
-Si, pero siempre me dice que Gina lo ha estado presionando, no me la creo Lanie, conozco a Castle, algo le pasa.-Dijo una Beckett triste.
-¡Hey! Ya veras que no es nada, solo dale su tiempo. Ahora ve a casa, necesitas descansar.-
-Gracias Lanie.-
No le gustaba ver a su amiga de esa manera, pero, no podía arruinar la sorpresa que le tenía preparada el escritor, él la había consultado, quería que esa noche fuera perfecta, para los dos.
Kate había hecho caso al consejo de Lanie, ya era tarde, y estaba cansada y decidió irse a casa.
Introdujo las llaves en la cerradura, al entrar al loft se quedó con la boca abierta, todo estaba iluminado por velas, en el piso estaba dibujado un camino con rosas que le guiaban a una mesa. Se quito su abrigo y sus tacones, y empezó andar descalza hacía donde se encontraba la cena. No había rastro de él, pero ella estaba segura que la estaba observando desde su escondite, de repente, sintió unos brazos rodeándole su cintura. Era él. De inmediato se dibujo una sonrisa en su rostro.
-¿A que se debe esta cena romántica Señor Castle?-
-¿Acaso no puedo consentir a la mujer que tanto amo?-
Cenaron entre risas, besos y muestras de cariño, hablando cosas triviales sin importancia. Castle había intentado parecer relajado, pero los nervios se estaban apoderando de él conforme la noche avanzaba ¿Quién diría que el famoso escritor de Best-sellers Richard Castle se pondría nervioso en un momento como este? A pesar de que había pasado por esta situación dos veces, no era lo mismo, ella es diferente a Meredith y Gina, ella es… ella es su todo, su mundo, y si algo saldría mal, nunca se lo perdonaría.
-Kate… yo… yo quiero que esta noche se quede grabada en nuestra mente para siempre, quiero que sea una noche que nunca olvidemos, sé que últimamente he estado distraído, pero todo tiene su explicación.- Castle se tomó un respiro, suspiró y se arrodillo sacando una pequeña cajita de su bolsillo.- Katherine Beckett, ¿Te gustaría pasar el resto de tu vida a mi lado? ¿Te casarías conmigo?- Ya estaba dicho, ya no podía regresar el tiempo.
-Riick…- Kate se arrodillo junto con él.- Yo... yo... Desde el primer día que te conocí despertaste algo en mi que jamás nadie había hecho, pero, después te conocí, y me di cuenta que eras un hombre rico, arrogante, que se comportaba como un niño, eras y eres insoportable… con el paso del tiempo aprendí a conocerte, y descubrí que no eres ese hombre del que todos hablan en la prensa, eres diferente. Cuando me quise dar cuenta te habías robado mi corazón y ya no podía hacer nada, me había enamorado de ti… yo siempre tuve la idea que el hombre con quien me casaría trabajaría conmigo, toda mi vida me la he pasado trabajando sin parar. Alguna vez te dije que si me llegaría a casar solo iba a se una vez…Rick… y de ninguna manera, escúchame bien, en ningún momento me imaginé que esto podría suceder, sin embargo aquí estamos… yo...yo te amo Rick y quiero pasar el resto de mi vida contigo…Siempre.-
Mientras Kate hablaba Richard se había puesto más nervioso de lo que ya estaba, ya no sabía cual iba a ser su respuesta, lo estaba confundiendo, un gran alivio lo invadió cuando su novia, ahora prometida, dio su respuesta, por fin. Las lágrimas descendían de los ojos de ambos, había sido tanta la emoción que no se podían creer lo que les estaba sucediendo.
Richard depositó el anillo en el dedo de Kate. Recuerdos del día que el fantasma de Kate lo había visitado inundaron su mente, al ver el anillo en la mano de su amada.
-Nos enfadaremos y me iré a trabajar sin ti – afirmó ella – y me matarán Rick – le dijo abriendo su chaqueta y mostrándole una herida con sangre seca en mitad de su abdomen – no estarás ahí para salvarme.
Veinte años en que él cuidaría de ella, veinte años donde no permitirá que ella se vaya a trabajar sola, ni un solo día, siempre estará a su lado, como lo ha estado haciendo los últimos 5 años.
Por su parte, Kate estaba emocionada, había estado soñando con este momento desde hace semanas, se había imaginado como sería su vida junto a él en un futuro.
-¡Niños! Su padre esta a punto de llegar-
-¡Mamá! ¡Mamá! Johanna me quito mis juguetes-Dijo un niño alto, con ojos azules, tenía un inmenso parecido a su padre.
-Alexander, préstaselos tantito, además no le dará tiempo de usarlos, tu padre esta a punto de llegar, ya ha acabado su firma.-
-Mamá… sabes que quiero mucho a papá, pero, no soporto ver como consiente demasiado a Johanna, a penas se acuerda que existo.-
-No digas eso, sabes que no es así, él te quiere y cuando tu eras peque como tu hermanita también te consentía.-
-Si, claro… por que todavía Johanna no existía.-
-Alexander ya hemos hablado de esto, ahora sube y trae a tu hermanita.-
-Si mamá.-
-¡Papá, papá, papá!-Gritó la niña cuando vio entrar por la puerta a su padre- Te.. e etrañe tato papi.- Dijo mientras se abalanzaba sobre su padre para darle un fuerte abrazo.
-Yo también peque… yo también… ¡Hey! Campeón ¿Cómo has estado?- Le pregunto al niño revolviéndole el pelo.
-Bien papá.-
Kate observaba la escena desde la cocina, realmente se sentía muy feliz, no podía pedir más.
-Amor… Te eche mucho de menos- Le dijo Castle acercándose hacía ella para darle un tierno beso.-Te juro que para la próxima trataré que sea solo por unos días.-
-Yo también te eche mucho de menos, cariño.-
-No veo nada, no veo nada.-Dijo el niño tapándose los ojos.
-Kate, cariño.-
Su voz la volvió a la realidad.
-¿Si?-
-¿Estas bien?-
-Si… algo emocionada.-Miró el anillo que minutos antes Castle le había colocado.- Es sencillo y hermoso.-Dijo refiriéndose al anillo
-Justo como a ti te gusta.-
-Te amo.-Soltó de repente, muy pocas veces él oía salir de su boca esas palabras, aquellas palabras que tanto trabajo le había costado trabajo pronunciar.
-Siempre.- Le respondió él.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.
-Cantar de los cantares 8:7
Capítulo 5. "El tiempo vuela a nuestro alrededor."- Sky
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.
-Cantar de los cantares 8:7
Capítulo 5. "El tiempo vuela a nuestro alrededor."- Sky
Castle se levantó como cada mañana, asustado por las pesadillas que le atormentaban sobre el futuro. Un futuro que sabía que se cumpliría. Miro a su mujer dormir tranquilamente a su lado y se levantó.
Cada mañana iba al calendario y tachaba el día correspondiente, como había tomado por costumbre desde el día en que la Kate del futuro se presentó en el loft.
Habían pasado exactamente 20 años, 2 meses y 14 días, desde aquel suceso, sabía que vendría pronto, pero no de qué modo. Aquella fecha se había quedado grabada en su mente para siempre y de alguna manera en su físico, parecía que cinco años se le habían venido encima. Eran muchas las noches en las que no podía dormir, el apetito también le había llegado a fallar. Se acostaba asustado pensando que el día siguiente sería el final, sin un respiró, imaginándose cada una de las posibles situaciones en las que podría llegar a discutir con ella y en como la vería tirada con esa horrible herida en su abdomen. Cuando se desvelaba la miraba dormir por horas, recordando cada una de sus facciones por si algún día no podría volver a hacerlo.
La miró una vez más dormir antes de encaminarse hacia la cocina, con el pelo revuelto sobre la almohada, con la respiración acompasada.
Se puso a preparar el desayuno, hoy era un día laboral, Kate tenía que ir a la comisaría y él como cada tres meses tenía una firma de libros. Pese a que había cancelado muchas de las presentaciones por alguna que otra razón, alegando enfermedad o problemas de tiempo, la de hoy era crucial, sino se arriesgaría a perder todo por lo que había luchado, todo se iría al garete. Perdería su fama, su prestigio y su dinero. El dinero no sería un problema si no tuviera que cargar con dos pequeños.
Su mente viajo sola al día del parto, el parto de su segundo hijo, su primer varón. Aquellos fuertes gritos de dolor en sus oídos, desgarradores, pero que le animaban, que le decían que pronto tendría a su pequeño, que quedaba poco. Eso es lo que no paraba de repetirle a Kate, la cual empujaba con fuertes dolores.
-Ya falta poco, ¡empuja!-decía Castle mientras tomaba su mano con fuerza, dejando que ella la apretará cuanto deseara.
Y sí, solo falto eso, un empujón más para escuchar un fuerte llanto que lleno toda la habitación, mostrando la plenitud de sus pulmones. Una hermosa criatura que ellos dos habían formado, era perfecto. Un niño regordete de pelo negro y cara redonda, que sería uno de los mayores tesoros de su vida.
La enfermera lo puso en el regazo de Kate y el solo pudo sentir lo que una vez había sentido, el día del nacimiento de Alexis, pero esta vez tenía una maravillosa persona a su lado con la que compartir dicho momento. Beso la cabeza de su mujer, susurrándole una y otra vez lo perfecto que era.
Llevo una mano cerca del pequeño y este agarró fuertemente su dedo, entre sus pequeñas manos. Entonces paró de llorar abriendo sus ojos, adaptándose a la luz, mostrando unos preciosos ojos verdes esmeralda. Desde aquel momento supo que no habría una sola mujer en el mundo que pudiera resistir la mirada de su pequeño.
-¡Papá, papá!-bajo gritando Alexander por las escaleras, vestido con el uniforme del colegio y perseguido por Joanna.
Alexander ya tenía 12 años y su hermana pequeña 10.
Kate nunca quiso tener los niños seguidos, pero las incesantes peticiones de Castle y ver lo maravilloso que había sido Alexander, fueron más que razones aceptables para querer concebir el siguiente.
Su hijo ya no era aquel bebé pequeño y con el cabello negro. Los meses siguientes al parto el pelo se le fue aclarando hasta obtener un tono rubio. Era un chico atlético y con buena forma física, que adoraba jugar a fútbol y fastidiar a su hermana.
Su hermana en cambio era completamente diferente a él, tenía una melena castaña y unos preciosos ojos azules. Era una niña intrépida y cabezota. Kate siempre se quejaba de que la había mimado demasiado, pero al ser la pequeña de la familia, era la debilidad de Castle. Siempre había sido muy protector para con ella, siempre sería su pequeña.
Castle se encontraba como cada tarde jugando con los pequeños en el salón. Esa tarde había sacado el tren que colocaba cada Navidad, para jugar con el pequeño Alexander que tenía 3 años, el cual era muy listo y despierto, siempre aprendiendo. Al igual que a su padre los trenes le fascinaban.
Tal y como le había prometido, había armado el tren y se encontraban los tres jugando en la sala, Alexander tenía el mando y un sombrero de conductor que le quedaba un tanto grande, mientras que Castle y la pequeña Joanna de tan solo 1 y medio, observaban el tren ir a gran velocidad por las vías. La pequeña no paraba de reír provocando la felicidad de todos aquellos que la rodeaban.
Justo en ese momento llego a Kate, un tanto cansada del trabajo. Pero al ver la maravillosa estampa que encontró en el salón, su familia disfrutando de una agradable y entretenida tarde no pudo más que unirse a ellos.
Castle al percatarse de la llegada de ella, se puso en pie para ir a su encuentro besándola en los labios, como siempre hacía. Empezaron a hablar y comentar como le había ido la tarde, el caso y los sucesos de ese día en la comisaría.
Alexander empezó a requerir la atención de sus padres a gritos y ellos no pudieron más que girarse para ver lo que estaba haciendo el pequeño. La sorpresa fue para ellos, cuando vieron a la pequeña Joanna de pie, por primera vez.
-Castle, trae la cámara parece que va a dar su primer paso, ¡corre!-dijo Kate mientras caía de rodillas en el suelo, alentando a la pequeña a ser valiente, a seguir adelante, a avanzar.
Castle salió lo más rápido que pudo hacia el estudio, tropezándose con algunos muebles a su paso, rebuscando en los cajones y finalmente encontrando la cámara. Volvió rápidamente junto a su esposa y se puso de la misma forma que ella, de rodillas.
-Vamos, ven peque-decía Kate, mientras gesticulaba con los brazos su avance.
-Ven con papi, ven con papi preciosa-dijo Castle y la niña lo miró con una gran sonrisa, pero seguía parada en medio de la sala. Parecía que se iba a caer hacia atrás, pero justo en ese momento su hermano mayor le puso una mano en la espalda sosteniéndola.
-Cópiame, has como yo-dijo Alexander, soltándola de nuevo y caminando muy despacio a su lado. Ambos miraron la escena enternecidos mientras que Castle sostenía la cámara y grababa todo el suceso.
Entonces la pequeña lo hizo, dio su primer paso acompañada de su hermano, pero completamente sola. Logrando de ese modo que el silencio que se había formado en la habitación desapareciera por completo, entre vítores y aplausos. Su padre la cogió en volandas, dándole besos y mimos. Mientras que su madre hacía lo propio, tomando también en brazos a Alexander, celebrándolo como una familia.
Castle le entrego a ambos la bolsa con su respectivo desayuno y los despidió con un rápido beso en la mejilla, ambos siempre se levantaban con el tiempo justo. Por muchas veces que le habían dicho que pusieran el despertador temprano, siempre se dejaban dormir.
Tomo una bandeja y coloco el desayuno de su mujer, no solía ser habitual desayunar en la cama. Pero hoy podían dormir un poco más, porque en la comisaría estaban haciendo reformas y no podían entrar hasta las diez. Él tenía su presentación a las doce, así que tenían tiempo para desayunar tranquilamente.
Cuando entró, ella ya estaba de pie, solo vestía su camisa mientras buscaba los vaqueros en el armario. Él se acercó por detrás abrazándola y dándole un pequeño beso en el cuello. Ella se giró rápidamente al notar el fuerte olor del desayuno en la habitación.
-¿Pero esto qué es?-dijo ella con una sonrisa, girándose hacia él.
-Pues había pensado que como no teníamos que trabajar temprano y los niños ya se han marchado al colegio, podríamos tomarlos un pequeño…descanso-dijo él con una sonrisa seductora acercándose más a ella hasta casi rozar sus labios.
-Lo siento Rick, pero tendrá que ser otro día, hoy tengo las prácticas para capitana con Gates y no puedo llegar tarde, le dije que comenzaríamos a las nueve y gracias a ti me he dormido-termino de decir mientras se apartaba de él y seguía rebuscando en los cajones.
-Siento ser tan romántico y buen marido-dijo mientras ponía morritos.
-Lo sé cariño y prometo compensarte, que te parece…sí dejamos que los niños se queden en casa de un amigo este finde y nos dediquemos una noche que podría ser pasada a una… mañana para nosotros solos-dijo ella mientras encontraba el vaquero y comenzaba a ponérselo, se mordió el labio haciendo que él se volviese loco, suspirando.
-A eso no puedo negarme, así que aceptaré encantado-se empezó a acercar a ella, rodeándola con sus brazos y besándola –eso no evita que hoy me quede con las ganas-dijo él volviéndola a besarla.
-Tranquilo que sí hoy acabo pronto prometo compensarte-terminó de decir ella separándose de él, guiñándole un ojo.
Se despidieron en la entrada como era habitual, con un beso que siempre se lograba alargar más, para él nunca era suficiente.
Castle desde aquel día pensaba que cada beso podría ser el último. Por eso no lo desaprovecha, intentando sacar lo máximo de él. A ella al principio ese tipo de besos le habían confundido y hasta llegado a preocupar. Pero con el paso del tiempo se convirtió en una costumbre, un pequeño pique de los dos, retándose, dejando ver cuál de los dos se tendría que separar antes. Casi siempre era ella la que perdía, porque era la que tenía más prisa por una u otra razón.
Castle paso la mañana preparando el discurso que daría y las excusas que tendría que otorgar a los fans por todas las cancelaciones que había estado haciendo. Sabía que eso no sería suficiente pero con la sorpresa de un nuevo libro a punto de terminar bajo el brazo, creía que podría llegar a conseguir su aprobación.
Se duchó y se vistió con una camisa azul que la noche anterior había elegido Kate a la cual llamaba la aleja depredadores. Decía que era una camisa de hombre casado, que le hacía guapo pero no tan encantador. No pudo evitar sonreír al recordar esas palabras.
En aquel acto estaban todos, sus representantes, su ex mujer y editora Gina, sus fans más allegados y muchísimas personas más.
Empezó con un corto discurso de introducción mostrando el porqué se les había convocado a ese acto a todos los presentes. Después de casi quince minutos de disculpas y muchos aplausos. Castle tomo un descanso, almorzando algo del catering que habían preparado. Algunas fans se amontonaron en ese pequeño descanso a su alrededor para pedir algunas firmas y agradecerle las palabras que les había hecho llegar.
Una fan se acercó a él y le pidió una foto. Castle acepto y mientras se colocaba para posar, la chica giró su cara a gran velocidad hiendo a parar justo a sus labios, comenzando a besarle descaradamente. Cuando Castle empezó a reaccionar a lo ocurrido intentando separarla ya era demasiado tarde. Kate los había visto.
Esa mañana Kate había intentado terminar su papeleo antes para mostrar un poco de apoyo a su marido en su presentación y de ese modo darle una sorpresa. Pero cuál fue la suya al darse cuenta de que la sorpresa se la había llevado ella.
Castle se separó rápidamente de la chica y comenzó a seguir a Kate entre la multitud, pero ella era más rápida ya que muchas de las personas lo paraban para felicitarle.
Ella estaba furiosa no entendía como él podía hacerle algo así, justo ahora que su vida empezaba a tener una dirección, que eran una familia. Salió rápidamente sin girarse, esquivando a la gente a su paso, deseando tomar un poco de aire. Cuando llegó a la calle, parecía un pequeño león enjaulado, dando vueltas sobre sí misma. La irá le impedía ver con claridad. Solo deseaba descargar un poco de su rabia contra algo o más bien… alguien.
Justo en ese instante su teléfono comenzó a sonar
-¡Beckett!-contestó brusca. Enfadada.
-Kate tenemos una pequeña redada y necesitamos refuerzos, tienen un rehén y nos hacen falta tiradores expertos-dijo Espósito al otro de la línea un tanto asfixiado.
-Ahora mismo voy para allá-dijo ella mientras empezaba a caminar a gran velocidad hacia su coche.
“Nada me podía haber venido mejor”, pensó ella, arrancando rápidamente, preparada para la redada, para el destino que la esperaba.
Capítulo 6 "Siempre" - Maria
-¡La perdemos!
-Rápido, al quirófano tres, ¡llama a la doctora Bailey!
-¡Está perdiendo mucha sangre!
-Se nos va…
Richard Edgar Castle se había saltado todos los semáforos y pasos de cebra para llegar justo a tiempo al hospital donde su mujer luchaba contra la vida y la muerte, por tercera vez. Había visto como se la llevaban en una camilla, ensangrentada, pálida y desmayada. Había oído los gritos de los médicos y aquel “se nos va” que se le había metido dentro y le había desgarrado el alma. Si la perdía, él moriría con ella.
-Castle –Esposito se acercó a él; Rick se levantó del golpe y lo cogió por las solapas de su chaqueta.
-¿Qué ha pasado? ¿Qué diablos ha pasado?
-Cálmate hermano, por favor –le pidió.
-¿Qué me calme? Mi mujer se está muriendo, ¡no puedo calmarme!
-Kate es fuerte –Ryan apareció justo a su lado –ya venció a la muerte una vez y volverá a hacerlo –aseguró.
-No… vosotros… ¡vosotros no entendéis nada! –les gritó, fuera de sí. Ellos no podían entenderlo, no podían entender que él ya había soñado con ello, que la había visto morir una y otra vez en sus pesadillas, desde que aquel fantasma vino a saludarle. Ella… ella le había advertido, él le había asegurado que no la dejaría, se lo había prometido a su mujer en su sueño y se lo había prometido a sí mismo, pero había fallado. Y ahora… ahora su mujer moriría, iba a perderla y él moriría con ella. Se dejó caer derrotado en uno de las sillas de plástico del hospital, temblando y llorando como un niño pequeño. Esposito se sentó a su lado.
-Piensa en lo fuerte que es Kate, Rick. Si hay alguien que puede darle una patada en el trasero a la muerte, es ella.
-No puedo perderla, no puedo Javi –sollozó.
-Se pondrá bien, saldrá de esta –murmuró, abrazando a su amigo.
Habían pasado dos horas desde que se llevaron a su bella mujer en aquella camilla y nadie salía para decirles nada. Los minutos pasaban lentos, exasperándolos, el dolor del escritor podía notarse en el ambiente, se sentía a través de los fríos azulejos que cubrían las paredes del hospital, en el olor a lejía y a desinfectante, todo era un fiel reflejo del hombre destrozado que contaba los segundos para recibir una noticia. Ryan había ido a por un café a la máquina, pero el vaso de cartón seguía intacto, ya frío.
-Hola Rick –Lanie se sentó a su lado, cogiéndole las manos, acariciándoselas. Rick miró a la forense, la mejor amiga de su mujer, su confidente, su hermana. Respondió a la caricia con dedos temblorosos -. Te he traído otro café –le informó, tendiéndoselo, pero él negó con la cabeza.
-No puedo… tengo un nudo en la garganta.
-No es para beberlo –repuso. La miró, confuso. –Cógelo.
Rick no entendía a la forense, pero aceptó el café, que le calentó las manos nada más tomarlo. Se lo llevó a la boca, sin ganas y de repente el olor lo invadió. Vainilla. Café. Ella.
-Mataría por un café –murmuró, agotada. Él sonrió, compasivo. Si había algo que Kate había llevado mal en su primer embarazo era el no poder tomar café y su segundo embarazo no iba a ser menos.
-Dentro de dos meses podrás beber todo el café que quieras.
-Aún falta tanto… creo que ella también quiere café –dijo con voz suplicante –me da pataditas cada vez que lo pienso.
-¿En serio? Vaya, parece que nuestra niña sabe lo que quiere desde antes de nacer.
-Es muy lista –aseguró.
-No vas a beber café, cariño.
-Sólo una tacita –casi rogó. Rick no pudo evitar reírse, era muy agradable verla comportarse como una niña, normalmente era al revés.
-No.
-Te recordaré estas palabras cuando quieras hacer el amor.
-No te enfades… -susurró sobre su oído -. No hay café, pero tengo otra cosa para ti.
Ella lo miró con curiosidad, Rick sacó una bolsita de un cajón y se la tendió. Kate miró el contenido y lanzó una carcajada.
-Ha vuelto a dar una patadita.
-Parece que al final sí que le gusta el café.
-O puede que sea la vainilla.
-Quien sabe. –Ambos sonrieron mientras que le quitaban los envoltorios a los caramelos artesanos que habían comprado. De café. De vainilla. Para ella.
-¿Y los niños? –preguntó, aunque apenas le salía la voz. Lanie le sonrió con dulzura.
-Con Jenny.
-¿Alexis?
-Ella y Max ya vienen, no tardarán.
-Lanie… no podrías… tú eres médico… quizás a ti te digan… algo…
-Pregunté a la enfermera, pero aún no saben nada…
-Pregunta otra vez, por favor –suplicó.
-Rick…
-Por favor. –Puede que fuera la lágrima de ese marido destrozado, o puede que ella también necesitara respuestas sobre el estado de su amiga, pero asintió y tras darle un beso en la mejilla, se levantó.
-Tienes que ser fuerte, mi amor –Rick no le hablaba a nadie, repetía la frase una y otra vez, como un ruego, un lamento desesperado o puede que una plegaria. Kate lo escucharía, tenía que escucharlo, tenía que salir de ese quirófano, por él, por sus hijos, porque necesitaba decirle que la quería, aunque sólo fuera una última vez. No podía morir, no… Kate Beckett Castle no podía morir. Ella lucharía, por su familia y sobre todo por ella misma.
-¿Papá? –La voz dulce de su pelirroja lo sacó de ese estado de semiinconsciencia en el que estaba metido. Rick se levantó y la apretó contra su pecho -. Se pondrá bien –susurró –no hay nadie en este mundo más fuerte que ella.
-Es culpa mía –sollozó. Alexis se separó para mirar a su padre a los ojos.
-Papá… esto no es culpa tuya… tú no… ni siquiera estabas allí.
-Por eso… tenía que estar allí, podría haberla salvado –lloró, desesperado. La pelirroja no contestó, su padre estaba en shock, nada podría sacarlo de su error, sólo ella y lo haría pronto, cuando saliera de ese quirófano, porque Alexis sabía que su madrastra se salvaría.
-Tengo miedo Alexis –susurró -. Tengo miedo de no volver a verla, de no volver a decirle que la quiero.
-Papá, mírame –su hija tomó su rostro con ambas manos –volverás a decirle que la quieres, volverás a llevarle el desayuno a la cama. Kate se va a poner bien.
En el pasillo volvió a reinar el silencio, sólo roto por los pasos de los amigos del escritor o por algún que otro sollozo. Alexis miró a su padre, trató de sonreír.
-¿Sabes de qué me estoy acordando ahora, papá?
-No. ¿De qué? –preguntó, sin apenas voz ni entusiasmo.
-Del día en que llegasteis con Jo a casa. ¿Te acuerdas?
Una triste sonrisa se dibujó en el cansado rostro del escritor. Claro que lo recordaba, jamás olvidaría ese día.
-¡Papá! –El pequeño Alexander se acercó a la puerta dando cortos pasitos, alzando los brazos, para que su papá lo cogiera, mientras que sus abuelos, Jim y Martha y su hermana mayor se reían. Richard lo alzó por encima de su cabeza; el niño soltó una carcajada.
-¡Hola, campeón! ¡Mira quién ha venido!
-¡Mamá! ¡Mamá! –Kate sonrió con ternura, dándole un beso en la mejilla al chiquitín de dos años.
-Mira quien quiere conocerte –murmuró. Con cuidado se agachó, notando como le tiraban los puntos de la cesárea, pero no le importó. Se le escaparon un par de lágrimas de felicidad al ver como su hijo miraba embobado a la pequeña recién nacida.
-Qué bonita es… -murmuró el niño, extasiado.
-¿Verdad? Es tan bonita como mamá –sonrió Rick, orgulloso, mientras que se acercaba a su hija mayor y la abrazaba.
-Hola papá. Os he preparado el desayuno.
-Muchas gracias, Alexis. –Kate le tendió con suavidad a la pequeña, que estaba profundamente dormida. Alexis tampoco pudo evitar que se le escaparan las lágrimas, no era la primera vez que cogía la niña, pero cada que lo hacía le embriagaba aquel sentimiento de ternura que sólo se tiene cuando coges en brazos a un recién nacido.
Rick abrazó con cuidado a su mujer por la cintura, dándole un beso en el pelo. -Míranos –le susurró en su oído –ahora nuestra familia está completa.
Ella asintió, emocionada, volviendo a llorar cuando su padre se sentó en el sofá con su nietecita y le cantó en voz baja una nana, la misma que le había cantado a su hija cuando era pequeña.
-Al menos Jim no tiene que pasar otra vez por esto –murmuró el escritor con pesar. Jim había muerto de un infarto varios años atrás, dos años antes de que la gran Martha Rogers abandonara el mundo con una sonrisa en los labios, sabiendo que la vida le había dado todo lo que había deseado. La pérdida de su padre había sido un duro golpe para Kate, pero había acabado superándolo gracias al apoyo de su marido y de sus hijos, que habían sido su consuelo y su refugio. Una vez al mes le llevaba flores a la lápida que descansaba junto a la de Johanna Beckett, quedándose de pie durante unos minutos, sonriendo tristemente al pensar que por fin sus padres volvían a estar juntos. –Tienes que ponerte bien, mi amor, tus padres esperan sus flores…
Nadie dijo nada, Alexis le cogió la mano y se la apretó, acariciando con la otra la de su marido, que se había sentado a su otro lado, en silencio. Lanie no había aguantado más la presión y había salido a tomar el aire, acompañada de Esposito. Ryan estaba hablando por teléfono con su mujer, preocupado por los niños, que empezaban a inquietarse. Alexander ya no era tan niño, sabía que algo estaba pasando.
-Alexis –el irlandés llamó a la mujer, que se levantó, inquieta -. Alex quiere hablar contigo. –La pelirroja cogió el teléfono, intentando que su voz sonara lo más tranquila posible. Le costó casi veinte minutos calmar a su hermano y asegurarle que todo estaba bien, pero el chico no había quedado convencido del todo. Alexander se sentó de nuevo junto a su tía Jenny, mirando en silencio como su hermana jugaba con la hija de Alexis y Max. Sentía que su hermana le mentía, que algo malo le pasaba a mamá. Un par de lágrimas se le escaparon cuando recordó como ella solía consolarle tras hacerse algún rasguño.
-¡Ay, duele! –lloriqueó, tratando de apartar el algodón impregnado en agua oxigenada. Kate sujetó la mano del niño de cinco años y con la mano que le quedaba libre siguió curándolo, tranquilizándolo.
-Ya está, no es nada tesoro, no llores -. Terminó de curarle dándole un tierno beso maternal sobre la rodilla herida y luego sentó al niño en su regazo -. Ya está cariño, ya pasó. Ahora mamá te contará un cuento y te dormirás enseguida –le prometió, acariciándole el cabello.
-Alex –Jenny llamó al niño. El jovencito se puso a llorar, abrazándose a su tía. No sabía que le pasaba a su madre, pero tenía la certeza de que ella estaba sola y nadie la consolaría, ni le curaría las heridas con un beso, como ella había hecho tantas veces -. No llores cariño, no pasa nada, todo está bien.
Mientras que el niño lloraba abrazado a su tía y en aquel pasillo la espera se hacía interminable, una mujer luchaba en una mesa de quirófano, rodeada de una decena de personas que intentaban salvarle la vida. Era la misma mujer que muchos años atrás había creído morir al enterarse de la muerte de su madre; la que no había cesado en su empeño hasta convertirse en policía de Homicidios; la misma que había conseguido ser la mujer más joven en llegar a inspectora y la que había luchado por tirar un muro abajo para dejar pasar al hombre de su vida y padre de sus hijos. Esa mujer se llamaba Kate Beckett y no estaba lista para dejar el mundo, no todavía. No podía dejarlo, no mientras que su hijo y su marido la llamaban entre sollozos. Kate Beckett nunca abandonaba a sus seres queridos. Nunca abandonaría a su familia.
---o---
-Rick…
-Mi amor… -el escritor lloró, cogiéndole la mano, besándola con veneración, acariciando una y otra vez su frente, dando gracias al cielo por verla en la cama de esa habitación de hospital, donde de repente el olor a desinfectante y el frío de los azulejos había desaparecido. Ahora sólo quedaba la calidez de su mano y el amor, sobretodo el amor.
-Rick… te quier…
-Shhh, no hables mi vida, tienes que descansar. Los médicos dicen que te vas a poner bien, has tenido mucha suerte amor mío. Te vas a poner bien –le prometió, mientras que le daba un nuevo beso en la frente.
-Rick… no me dejes sola… -suplicó.
-No, estoy aquí, contigo, no volveré a dejarte sola, mi amor, nunca más. Estaremos juntos, siempre.
Y nunca más volvió a romper su promesa. Estuvo con ella, para SIEMPRE
MelaD7- Moderador
- Mensajes : 732
Fecha de inscripción : 27/12/2011
Edad : 34
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Felicidades Alba!!!!!
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Muchas felicidades Alba!!!!!!
besos
estrella
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meln- As del póker
- Mensajes : 424
Fecha de inscripción : 20/10/2012
Edad : 51
Localización : madrid
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
¡FELICIDADES ALBA!
Espero que hoy sea un día especial para compartir con los tuyos y que este año te depare grandes cosas. Besitos.
Invitado- Invitado
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Alba, creo que ya te he felicitado por todos lados, pero ¿Qué más da?
¡¡M U C H A S F E LI C I D A D E S!!
¡¡M U C H A S F E LI C I D A D E S!!
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
que chulo, me a encantado, no e podido parar de leerlo ni un momento. Precioso te a quedado super bien. Felicidades por un fic tan bueno.
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Felicidades Alba!
Me ha encantado este regalo que te han hecho estas grandes escritoras!!
Ha sido muy bonito..ENHORABUENA a las 7!
Me ha encantado este regalo que te han hecho estas grandes escritoras!!
Ha sido muy bonito..ENHORABUENA a las 7!
AlwaysSerenity- Autor de best-seller
- Mensajes : 966
Fecha de inscripción : 14/10/2012
Edad : 27
Localización : Málaga (Andalucia) España
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Cuando hace una hora me he pasado por el foro y he visto lo que habéis hecho me he quedado sin palabras.
Me he pasado la mañana por el foro esperando el fic de Ana, porque esperaba que aun sabiendo que andas ocupada, me hubiese dejado algo. Y mi sorpresa ha sido ver que me habíais escrito todas.
Por cierto, gracias por lo de maravillosa Mel, pero ya quisiera, por aquí hay personas que escriben de maravilla, como las que me habéis dado esta sorpresa.
Gracias a todas: Ana, Eli, Estrella, Derika, Sky, María y Mel.
Gracias por el trabajo que habéis hecho, por la preciosa historia llena de momentos de todo tipo que me ha hecho reír y emocionarme. Esta va a estar entre mis historias favoritas de las que he leído por el foro. Ha sido todo un detalle por vuestra parte.
Gracias chicas, sois unos soles.
Me he pasado la mañana por el foro esperando el fic de Ana, porque esperaba que aun sabiendo que andas ocupada, me hubiese dejado algo. Y mi sorpresa ha sido ver que me habíais escrito todas.
Por cierto, gracias por lo de maravillosa Mel, pero ya quisiera, por aquí hay personas que escriben de maravilla, como las que me habéis dado esta sorpresa.
Gracias a todas: Ana, Eli, Estrella, Derika, Sky, María y Mel.
Gracias por el trabajo que habéis hecho, por la preciosa historia llena de momentos de todo tipo que me ha hecho reír y emocionarme. Esta va a estar entre mis historias favoritas de las que he leído por el foro. Ha sido todo un detalle por vuestra parte.
Gracias chicas, sois unos soles.
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
AlwaysSerenity escribió:Felicidades Alba!
Me ha encantado este regalo que te han hecho estas grandes escritoras!!
Ha sido muy bonito..ENHORABUENA a las 7!
Muchas gracias Clau!
A mi también me ha encantado, me ha hecho mucha ilusión ver un fic de todas ellas juntas.
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Wow, ha estado genial...
Me habéis dejado sin palabras...
¡Buen trabajo chicas!
FELICIDADES ALBA
Me habéis dejado sin palabras...
¡Buen trabajo chicas!
FELICIDADES ALBA
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
- Mensajes : 502
Fecha de inscripción : 08/10/2012
Edad : 26
Localización : Ceuta (España)
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
¡Qué historia tan bonita! os ha quedado genial, chicas.
Muchas felicidades, Alba.
Muchas felicidades, Alba.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICIDADES ALBA!!!!!!!!!
Espero que te haya gustado nuestro regalo.
Que pases muy buen día (bueno, lo que queda de él) y que lo disfrutes rodeada de los tuyos.
Si te tuviese cerca te daba un tirón de orejas; pero como no lo estoy; hazlo por mi.
Elisabeth_NYC- As del póker
- Mensajes : 267
Fecha de inscripción : 13/02/2013
Edad : 32
Localización : New York
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Elisabeth_NYC escribió:¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICIDADES ALBA!!!!!!!!!
Espero que te haya gustado nuestro regalo.
Que pases muy buen día (bueno, lo que queda de él) y que lo disfrutes rodeada de los tuyos.
Si te tuviese cerca te daba un tirón de orejas; pero como no lo estoy; hazlo por mi.
No me ha gustado Eli, no, me ha encantado!!
Ya os imagino estresadas para que no me enterara de nada, que ya me han chivado que vigilabais que no me enterara de nada por el chat jaja
Muchas gracias y lo de los tirones de oreja... como que no, no vaya a ser que con tantos jalones me la ponga como dumbo.
PD: Muchas gracias Cata, María.
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Albitaaaaa
Lo mio no es escribir, pero queria participar de alguna forma y se me ocurrio hacer la portada y la firmirta.
Felicidades de nuevo guapaa, un besito
Lo mio no es escribir, pero queria participar de alguna forma y se me ocurrio hacer la portada y la firmirta.
Felicidades de nuevo guapaa, un besito
MelaD7- Moderador
- Mensajes : 732
Fecha de inscripción : 27/12/2011
Edad : 34
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
MelaD7 escribió:Albitaaaaa
Lo mio no es escribir, pero queria participar de alguna forma y se me ocurrio hacer la portada y la firmirta.
Felicidades de nuevo guapaa, un besito
Ya me imaginaba que la portada y la firma eran obra tuya Mel, tus diseños son únicos
Menudo curro el que habéis hecho todas, es genial.
Gracias de nuevo guapísima
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
¿A qué no te han dicho, Alba; que una señorita cuyo nombre empieza por "M" y acaba por "Ela", en la firmita, va y se olvida de mi nombre?
Jajaja
Ahora enserio.
Me alegro de que haya encantado, y sí, es cierto que intentábamos que no te enterases de nada por aquí.
Y si te quedan como Dumbo, tranqui; te vienes a vivir conmigo y problema solucionado… tienes un barrio entero con su nombre.
Jajaja
Ahora enserio.
Me alegro de que haya encantado, y sí, es cierto que intentábamos que no te enterases de nada por aquí.
Y si te quedan como Dumbo, tranqui; te vienes a vivir conmigo y problema solucionado… tienes un barrio entero con su nombre.
Elisabeth_NYC- As del póker
- Mensajes : 267
Fecha de inscripción : 13/02/2013
Edad : 32
Localización : New York
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Jajajaja ¿cómo te olvidaste de Eli, Mel?
Para estas cosas conmigo lo teníais fácil, nunca me entero de nada cuando me preparan sorpresas o algo así, ni aunque me pregunten o me den pistas sin querer nunca lo pillo jajaja
Ummm tu idea tienta mucho jaja
Para estas cosas conmigo lo teníais fácil, nunca me entero de nada cuando me preparan sorpresas o algo así, ni aunque me pregunten o me den pistas sin querer nunca lo pillo jajaja
Ummm tu idea tienta mucho jaja
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Felicidades Alba!!!!! Creo que el regalo que recibiste es único...
Las felicito a todas, es magnífico
Las felicito a todas, es magnífico
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Bueno lo primero felicitar a Alba (no estoy mucho en contacto con todas vosotras, pero me uno a la felicitción)
Pero sobre todo enhorabuena a quien se le ocurrió la idea de escribir unos relatos entrelazados, entre varias escritoras.
Han quedado todos muy bien y muy creibles.
Desde luego que es un buen regalo. Besos....
Pero sobre todo enhorabuena a quien se le ocurrió la idea de escribir unos relatos entrelazados, entre varias escritoras.
Han quedado todos muy bien y muy creibles.
Desde luego que es un buen regalo. Besos....
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Quiero felicitar, aunque sea con retraso, a Alba por su cumple y a las autoras de este maravilloso regalo que en realidad no sólo le haceis a ella sino a tod@s los que hemos leido estas historias, sois geniales, en todas y cada una de ellas al leerlas he sentido un pellizquito al corazón.
macucaro- Ayudante de policia
- Mensajes : 90
Fecha de inscripción : 15/02/2013
Localización : Sevilla
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
oooohh que MAGNIFICOOO FICC!!! es realmente preciosooo y muy impresionante, me ha gustadooo muchiiisimooo jeje
despues felicitar a Alba por su cumple (aunque sea con retraso ) ¡felicidades! jeje
despues felicitar a Alba por su cumple (aunque sea con retraso ) ¡felicidades! jeje
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Aunque con retraso, muchas FELICIDADES Alba. Un gran fic el que han creado entre vari@s para regalarte, me ha encantado, así que felicidades también a todas las escritoras por esta magnífica historia.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Muchas gracias a todos por las felicitaciones.
La verdad es que no podría haber tenido mejor regalo que el que me han hecho
La verdad es que no podría haber tenido mejor regalo que el que me han hecho
Re: " No me dejes nunca" ¡¡Felicidades Albaa!!
Ese día solo pude dejarte la felicitación, la verdad es que casi no tengo tiempo para nada. Solo espero que te haya gustado.
Creo que el punto de esta historia, es las vueltas que la misma dio. Cada una aportaba lo que se le ocurría y al unirla quedo algo bastante bueno. Me ha encantado participar, muchas gracias por contar conmigo chicas.
Te lo mereces Alba y con que te haya gustado, ¡TODO HECHO!
Creo que el punto de esta historia, es las vueltas que la misma dio. Cada una aportaba lo que se le ocurría y al unirla quedo algo bastante bueno. Me ha encantado participar, muchas gracias por contar conmigo chicas.
Te lo mereces Alba y con que te haya gustado, ¡TODO HECHO!
Invitado- Invitado
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