La primera noche (Dos años después) One short

Hola =) Ayer vi que alguien había comentado otra vez en La primera noche y no me lo podía creer. La cosa es que sé que muchos quisisteis un epílogo y no os lo di... Esta es mi forma de dar las gracias (Y también echaba de menos escribir intercalando los personajes)

Espero que os guste

Dos años después

Cuando entro en casa no se oye ni un alma. Es tarde, las dos de la mañana, he querido volver un día antes para darles una sorpresa, pero el vuelo se ha retrasado unas horas. Los echo de menos, han sido dos semanas sin verlos. Cierro cuidadosamente la puerta y dejo las maletas a un lado, ya las desharé mañana. Tratando de no pisar fuerte subo la escalera, al llegar a la habitación la respiración acompasada de él me hace sonreír, duerme profundamente, abrazado a ese monito que le regaló su hermana. Ella por el contrario está despierta y en cuanto me ve sonríe, alzando los brazos, quiere que la coja. Sé que Kate no lo aprobaría, tienen que aprender a dormirse solos, pero tras catorce días sin verla no puedo resistirme. La tomó y me siento en el sillón, acunándola. La nena hace unos gorgoritos, balbuceos sin sentido, pero en mi imaginación son un "te echaba de menos, papá". También yo a ti te echaba de menos, princesa, murmuro. Clava sus ojos avellanas en los míos, son idénticos a los de su madre, salvo que tienen ese brillo de niño travieso que supongo ha heredado de mí. Canturreo en voz baja, olvidando algo, no sé cantar.

Los llantos de la niña me despiertan, suspiro, agotada, deben ser casi las dos. En camisón y descalza me dirijo a la habitación de los niños, donde la voz de un hombre me sorprende. Calla, calla nena, perdona, papá no quería cantar, perdona... algo muy cálido despierta dentro de mí, está en casa. Me apoyo en el marco de la puerta y no puedo evitar reírme con disimulo, está sentado en el sillón, con la nena sobre su rodilla, enseñándole un cuento, hablándole en apenas susurros. Nuestra hija agarra el libro y tira de él, empezando a golpearlo, Rick se ríe.

-Habrá que enseñarle a respetar los libros -miro hacia la puerta y sonrío. Incluso completamente despeinada y con cara de no haber dormido en varios días, está preciosa. Se acerca a mí y se sienta en mi regazo, tomando a la pequeña, que le echa los brazos al cuello. -¿Qué tal el vuelo? -Me encojo de hombros, con poco interés. Un ruidito llama nuestra atención, Kate niega con la cabeza y va a por el bebé, que se frota los ojos, muerto de sueño. -Este no va a tardar en caer -dice sentándose en el otro sillón, acomodándolo en su pecho. -Él ha salido a mí... ,mucho más tranquilo. -Aseguro y ella alza una ceja. Los ojos azules de nuestro hijo me miran y el niño empieza a echar los brazos hacía mí. Su madre me lo entrega; con cuidado sujeto a ambos niños. Ella ya está casi dormida, él es ahora el que está despierto; frota su manita contra mi barba, Kate cierra los ojos, apenas unos segundos.

-No te duermas -pide en voz baja. Lo miro y sonrío, negando con la cabeza, adivinando sus intenciones. Estoy cansada, él también. Pero quiero que me haga el amor y él, también. Me levanto y miro hacia a atrás. -Que no tarden en dormirse. -Vuelvo a nuestra cama, donde me tumbo a esperarle, peinándome un poco con los dedos. Escucho a uno de los niños llorar y cierro los ojos, la noche de pasión tendrá que esperar. -Ya estoy aquí -lo miro sorprendida, apenas han pasado unos minutos. -¿Cómo lo has echo?

-Soy el mejor padre del mundo -respondo mientras me quito los zapatos. Ella se apoya en los codos y pasa su lengua por el labio, humedeciéndolos, me obliga a acelerar el proceso. Torpemente me deshago de los calcetines y tropiezo, cayendo a su lado, suelta una carcajada. La miro, ofendido -estoy cansado -refunfuño. Ella se encoge de hombros, diciendo algo como podemos dejarlo para mañana. Gruño, disconforme y me inclino sobre ella, apartándole el pelo de la cara. La beso, violentamente, los niños podrían despertarse y llevamos dos semanas sin vernos, esto no va a ser romántico. Kate gime atrayéndome hacia ella, clavando sus dedos en mi nuca. Rapidamente lleva sus manos hasta mi jersey me lo quita, arrojándolo hacia el suelo. Yo hago lo mismo con su camisón, dejando a la vista un conjunto blanco, sencillo.

-Si hubiera sabido que venías hoy... -me excuso, pero él me hace callar con dos dedos en mis labios. Mis manos van hasta el cinturón y lo desabrocho mientras él empieza a besar mi cuello, muerde, fuerte, grito, eso me va a dejar marca. Sin mucha delicadeza me obliga a incorporarme y me quita el sujetador, lanzándolo. Va a parar a la lámpara, como no. -Eso lo vas a recoger tú -digo. Rick sigue con la mirada la prenda y luego me toma el rostro con las manos. -Kate, sexo, concéntrate -Volvemos a besarnos, nuestros alientos se entremezclan, hasta que él baja lentamente, paseando su lengua por mi garganta, llegando a mis pechos. Atrapa un pezón con los dientes y lo aprisiona, ganándome otro grito. Lo libera, masajeándolo y colma de atenciones el otro, hasta que ambos están completamente endurecidos. Gimo, tratando de quitarle los vaqueros, él se ríe.

-¿Impaciente? -Me fulmina con la mirada y me da un pellizco. Riendo, la ayudo a desnudarme, si ella tiene prisa, yo simplemente no aguanto más. Como puedo empujo los vaqueros hasta que consigo librarme de ellos. Kate me mira, con malicia y sin darme cuenta me encuentro aprisionado por su cuerpo. -Me toca -dice y frota su centro contra mi erección, noto su humedad a través de la ropa interior. Se agacha y empieza a recorrer mi torso con besos, hasta llegar a mis bóxers. De nuevo me mira, traviesa, antes de quitármelos. Lo toma con su boca, me sujeto a las sábanas, gruñendo, con fiereza. Su lengua me acaricia, sus labios me envuelven, sus manos aprietan. Cierro los ojos, apenas unos segundos, antes de sujetarla y negar. -No duraré -le advierto. Se encoge de hombros -antes durabas más -comenta. Es mi turno de fulminarla con la mirada antes de situarme de nuevo sobre ella, quitarle las bragas de un tirón y penetrarla de golpe, profundamente, arrancándole un sonido que es una mezcla entre un grito y un jadeo.

Me deja unos segundos, recupero el aire y le clavo las uñas en las nalgas. Siento como su impresionante miembro se mueve dentro de mí, rápido, sin delicadeza, sin romanticismo, duro. Le rodeo con las piernas, lo necesito aún más adentro, aunque pueda que sea imposible. Rick se apodera de mi pezón y lo muerde de nuevo, sin parar de embestirme. Tampoco yo tengo intención de estar quieta, cumplo con él, nos movemos al unísono, sigue jugando con mis pezones, yo le araño la espalda. Ruge.

Sus gemidos son gritos cada vez más histéricos, ya la tengo, ya es mía. Abandono sus pechos para invadir su boca, le muerdo el labio, sus uñas se clavan profundamente en mi torso. Noto ese familiar temblor, me aprieta cada vez más, ahí está. El ritmo se vuelve frenético, la beso hasta dejarla sin aliento, mi mano serpentea por su cuerpo hasta llegar a donde lo necesita y hace círculos, frotando el hinchado clítoris, lo noto palpitar. Su orgasmo me arrastra, el calor es intenso, la presión, la humedad, muerde mi hombro, grito. Hemos viajado a otro lugar, donde sólo estamos ella y yo, dónde no necesitamos a nadie más.

Cada ola de placer recorre todo mi cuerpo, sin darme tregua, gimo y grito, dejándome llevar por él. Se deja caer sobre mi cuerpo, agotado, dándome cortos besos en el hombro, reconfortantes. Sonrío, acariciando su pelo. Pega su frente a la mía, devolviéndome la sonrisa. El tiempo de tranquilidad no dura mucho, un llanto suena en el piso de arriba. Me da un beso en los labios, retirandose lentamente de mí. Siento una pequeña punzada de abandono, trato de levantarme, pero él suavemente me empuja, negando. -Yo voy -. Dios, como lo echaba de menos.