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Mensaje por Ruth Maria Dom Oct 01, 2017 12:57 pm

Al fin se hara justicia para kate y su familia! el senador tiene sus días contados y por suerte cuenta con todo el apoyo de su capitán!!
a partir del momento que el senador este bajo arresto kate podrá vivir su vida tranquila y feliz que le dio un buen final al caso de su madre!
Valio la pena la larga espera de este capitulo!

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Mensaje por livingmylife Dom Oct 01, 2017 9:29 pm

Ruth Maria escribió:Al fin se hara justicia para kate y su familia! el senador tiene sus días contados y por suerte cuenta con todo el apoyo de su capitán!!
a partir del momento que el senador este bajo arresto kate podrá vivir su vida tranquila y feliz que le dio un buen final al caso de su madre!
Valio la pena la larga espera de este capitulo!


Pronto veremos si Kate alcanzará esa tranquilidad que tanto se merece! Smile

GRACIAS por tu mensaje! Very Happy
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Mensaje por BRIGITTEALWAYSBELIEVE Lun Oct 02, 2017 1:48 am

Después de una gran espera el mes te sorprende con este capitulo, y el inicio del desenlace.. Esperemos no tener que esperar tanto para un nuevo capítulo..sigue Wink
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Mensaje por livingmylife Lun Oct 02, 2017 11:21 pm

BRIGITTEALWAYSBELIEVE escribió:Después de una gran espera el mes te sorprende  con este capitulo, y el inicio del desenlace.. Esperemos no tener que esperar tanto para un nuevo capítulo..sigue Wink

GRACIAS por pasarte y dejar tu mensaje!

Yo también espero traer pronto otro capítulo! Lo intentaré, de verdad.

Me alegra ver que sigues ahí Wink

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Mensaje por livingmylife Jue Oct 05, 2017 9:35 pm

Buenos días!! Para terminar la semana laboral... un nuevo capítulo! Smile

GRACIAS por todos los mensajes que obtuve con el último!!! Very Happy


CAPÍTULO 42

“Senador Bracken queda detenido por conspiración, fraude y el asesinato de mi madre Johanna Beckett”. Alzó la placa frente a sus ojos, delante de varios periodistas y dos cámaras de televisión que estaban retransmitiendo en directo el discurso del senador.

“Pero…”. Pronunció él confundido, mirando hacia ambos lados intentando encontrar la manera de librarse de aquello.

“He encontrado la cinta… La prueba definitiva…”. Susurró con los ojos brillantes por las lágrimas que estaba controlando. “Se ha acabado”. Se humedeció los labios y tragó saliva. Por fin podría darle a su madre el descanso que se merecía.

El senador intentó volver a hablar pero tras ella apareció Gates con otros dos uniformados y se calló contemplando la escena.

“Dese la vuelta y ponga las manos a su espalda”. Ordenó Beckett con la voz lo más firme que pudo. El senador ni se movió, todavía sin poder creerse todo aquello. “Dese la vuelta”. Repitió ella sacando las esposas y preparándolas en su mano para arrestarle.

Despacio, el hombre obedeció, consciente de que no le quedaba otra. Dejó que ella le esposara y cuando sintió que lo agarraba de la cadena y tiraba de él para que la siguiera, se pegó todo lo que pudo al cuerpo de la detective. “Esto no se va a quedar así…”. Susurró de manera que sólo ella escuchara.

“Por supuesto que no”. Respondió ella sin achantarse, empujando el voluminoso cuerpo de aquel hombre hacia la salida.

Cuando bajó las escaleras pudo ver a sus dos detectives esperándola junto al coche en el que iban a trasladar al detenido. A su lado, Castle. Observándola, orgulloso. Se mordió el labio terminando de acercarse a ellos para pasarle al detenido a sus compañeros. “Llevadlo a comisaría”.

“Estábamos deseando poder hacerlo”. Dijo el moreno obligando a Bracken a entrar al coche y sentándose a su lado mientras Ryan entraba en el asiento del conductor. Arrancaron y pusieron rumbo a comisaría sin perder ni un minuto.

Beckett se quedó de pie, observando cómo el auto desaparecía de su vista.

“Inspectora”. Le llamó la capitana. Beckett se giró al escucharla, mirándola algo desorientada, como si de repente no supiera dónde estaba o qué acababa de pasar. Salió de sus pensamientos para prestar atención a lo que la mujer tenía que decirle. “Buen trabajo”. Le ofreció su mano.

Beckett se la estrechó con una pequeña sonrisa. “Gracias a usted, señor. Sin su ayuda habría costado más”.

“Y sin la del señor Castle, más todavía”. Concedió Gates observando al escritor con una pequeña sonrisa que hizo ensanchar la suya a Castle.

“Cierto”. Aseguró ella mirando también a Castle. Se sonrieron con cierta complicidad.

“Ahora vaya a hundirle en el interrogatorio”.

“Sí, señor”. Asintió despidiéndose de ella para entrar en su coche, seguida por Castle e ir a comisaría.

Él respetó su silencio hasta la comisaría. Apoyándola con su simple presencia. Sabía lo importante que era para ella este momento y no quiso estropearlo con nada.

Tras el intenso interrogatorio de más de 2 horas, Beckett salió psicológica y físicamente agotada. Castle salió de la sala de observación después de que ella abandonara la de interrogatorios. Pero no le dio tiempo a decir nada. De la misma, Kate cogió su chaqueta y salió disparada escaleras abajo.

El escritor se quedó plantado en mitad de la comisaría, mirando por donde ella se había ido. Sintió la mano de alguien en su hombro y se giró para descubrir a Gates tras él, mirando también hacia donde la inspectora había desaparecido. “Dele su espacio, señor Castle. Han sido unos días duros y lo que hasta ahora había aceptado como estabilidad, se acaba de tambalear al cambiar definitivamente el caso de su madre”.

“Lo sé, lo sé”. Se giró para volver a mirar hacia las escaleras. “Gracias, señor”. La vio irse a su despacho y decidió abandonar él también la comisaría.

Salió a la calle y miró en ambas direcciones, decidiendo adónde ir. No quería forzar a Kate. Sabía que tenía que darle su propio espacio. Así que decidió ir a casa. Caminaría hasta allí para hacer tiempo a que ella volviera y así no se comería tanto la cabeza pensando en si estaría bien.

Beckett llegó 20 minutos después a la casa que la había visto crecer. Llamó al timbre arrebujándose bajo su chaqueta. El frío se le había metido en el cuerpo. Cuando Jim Beckett abrió la puerta y vio a su hija allí parada, no pudo hacer otra cosa más que atraerla hacia él y abrazarla con fuerza. “Katie…”. Susurró en su oído estrechándola entre sus brazos. La inspectora se dejó hacer, soltando toda la rabia que había sentido al sentarse frente al hombre que había acabado con la vida de su madre. Se aferró con fuerza al jersey de su padre, empezando a llorar. “Ya ha acabado, cariño. Ya está”. Besó su cabeza repetidas veces tras hacerla entrar en casa, cerrar la puerta y sentarse los dos en el sofá, sin separarse apenas.

Kate negó, un poco más tranquila tras unos minutos de soltarlo todo. “No… queda el juicio, que vaya a la cárcel…”. Se secó las lágrimas con la manga de la camisa.

“Pero eso es pan comido y tú lo sabes. Todas las pruebas apuntan a él y tienes la mejor de todas”.

“No se va a dejar vencer así como así, papá”. Aseguró ella mordiéndose el labio. “Me lo ha dicho ya dos veces”.

“No tiene nada que hacer”. Le repitió colocando un mechón de pelo detrás se su oreja.

Kate sorbió su nariz un par de veces antes de separarse un poco de su padre para ponerse algo más cómoda en el sofá. “¿Y ahora qué?”. Preguntó en un susurro.

“¿Ahora qué de qué?”. Preguntó frunciendo el ceño en un gesto muy típico de ella.

“¿Ahora qué viene?”. Susurró más para sí misma que para él, expresando en voz alta sus sentimientos y miedos. “¿Cómo sigo?”. Preguntó mirando al frente, a una foto de ella y de su madre juntas. “Durante todos estos años… encerrar al asesino de mamá ha sido mi único objetivo… Me he volcado en ello, día tras día. Se me cerraron todas las puertas y paré. Pero no vivía, tú lo sabes. Y después… encontré… encontramos más pistas. Y seguí, seguimos. Hasta tener que volver a parar. Ahí decidí centrarme en mí, en mi felicidad, en Castle… Pero volví a tropezarme con algo nuevo. Esta vez lo definitivo. ¿Ahora cómo sigo?”. Preguntó azorada por todos los sentimientos y pensamientos que se acumulaban en su interior.

“Por continuar con tu felicidad, con Castle. Por luchar por tus sueños, los vuestros, los de los dos”. Agarró sus manos con ternura, transmitiéndole esa confianza que en ese momento le faltaba a ella.

“Ya pero…”. Cogió aire con fuerza, sin poder continuar hablando a causa de la angustia que sentía.

“Pero no está ella, ¿no?”. Preguntó seguro de que era eso lo que ella iba a decir.

“Sí…”. Bajó la cabeza jugando compungida con sus dedos.

“Pero ella lleva sin estar ya muchos años. Y has podido seguir adelante… ¿Por qué no ibas a poder ahora que tienes a un hombre increíble a tu lado?”. Agarró sus manos de nuevo, frenando ese juego nervioso que se traía con sus manos.

“No lo sé…”. Susurró empezando a razonar con las palabras de su padre.

“Ahora tienes más motivos que nunca para seguir adelante”. Se tomó unos segundos para dejarla pensar. “Estoy seguro de que Castle está en casa esperándote, preocupado, pensando dónde estarás y si estarás bien”. Kate levantó la cabeza para mirarle, sorprendida de que pensara eso. “Conociéndote habrás salido disparada sin decirle nada, ¿verdad?”. Preguntó con una pequeña sonrisa.

“Hacía tiempo que no sentía la necesidad de hacerlo… pero hoy no he podía más, no he podido evitarlo”. Intentó excusarse.

“No tienes que explicarte cielo. Te entiendo. Y sé que él también”. Acarició el dorso de sus manos con los pulgares. “Ve a casa, con él. Tómate una copa de vino a su lado y mañana verás todo con otros ojos”. Ella le sonrió con agradecimiento. “Y empieza a pensar en esos sueños que tienes aquí…”. Tocó su cabeza cariñosamente. “Y lucha por ellos”. Besó su mejilla con mucho cariño.

“Gracias, papá”. Se abrazó fuerte a él antes de dejarle solo en casa para irse a la suya con el escritor.

Un rato después de que Kate se fuera, el teléfono del abogado sonó. “Hola Richard”. Contestó la llamada después de mirar de quién se trataba.

“Hola Jim. Perdona que te moleste pero..”.

“Ha estado aquí, tranquilo”. El abogado le interrumpió sin dejar que continuara hablando. “Ha salido de casa hace unos 10 minutos. Está yendo para allí”. Le informó con tranquilidad.

Rick respiró hondo tras saber que estaba bien. “Gracias”.

“No hay de qué, muchacho. Gracias a ti”.

Se despidieron colgando los dos y Castle se sentó en el sofá a esperarla, con un par de copas de vino preparadas.

Entró despacio con sus llaves, buscando con la mirada a su novio. Lo encontró escribiendo en el sofá, con las dos copas en la mesita. Sonrió un poco, con cierta emoción y se acercó hasta él, sentándose a su lado sin decir ni una palabra.

Con calma, dejó el ordenador a un lado y la abrazó con fuerza, demostrándole lo preocupado que había estado por ella todo ese rato.

“Lo siento”. Susurró contra su pecho.

“Está bien”. Acarició su espalda dulcemente.

Ella se dejó abrazar, sintiendo cómo un gran peso desaparecía de su cuerpo. Aquel era su sitio, junto a él. Y tal y como había dicho su padre, lucharía por alcanzar sus sueños, los de ella y los de él; los de los dos juntos y por separado.

“No sabía qué hacer… Me sentía sobrepasada… Estuve donde mi padre”. Contó aguantando nuevamente las lágrimas.

“Lo sé”. Besó su cabeza con suavidad. “Le he llamado hace un rato. Estaba preocupado”. Acarició su mejilla cuando ella levantó la cabeza para mirarle a los ojos. “¿Mejor?”. Preguntó con suavidad.

Kate asintió suavemente volviendo a acomodarse en su pecho. “Ahora que estoy en casa mucho mejor”. Susurró cerrando los ojos al sentir las caricias que él le dejaba en el brazo.

Unos minutos después, Rick se movió para alcanzar la copa de la mesita y se la ofreció. Ambos bebieron un sorbo y volvieron a dejarla en su sitio.

“Tenía pensado preparar una cena con las chicas. Era una sorpresa para celebrar que todo está a punto de terminar. Pero ellas no saben nada así que podemos quedarnos tú y yo aquí tranquilos, y ya cenaremos con ellas otro día”.

Beckett se estiró dejando reposar la cabeza contra el respaldo y negó. “No”. Murmuró. “Está bien”. Sonrió un poco girándose hacia él. “Me doy un baño y vamos a buscarlas”. Hizo amago de levantarse pero él la retuvo a su lado sujetándola suavemente por la muñeca.

“¿Segura?”. Preguntó.

“Sí”. Sonrió. “Me apetece”. Besó sus labios tiernamente. “Gracias”.

Él acarició su brazo con mimo. “Ve a darte ese baño que voy a llamarlas para avisarlas”.

“Vale”. Le volvió a besar, alargando el contacto de sus labios. Necesitaba sentirle, sentir que estaba con ella, que todo eso no era un sueño. Que todo había acabado, que lo habían conseguido.

“Ahora voy yo contigo”. Le guiñó el ojo y se sonrieron mientras cada uno iba a hacer lo que habían quedado. 5 minutos después, Castle se unió a ella en la bañera.

Esa noche decidieron cenar en casa tranquilamente, con Bella, Maddie, Alexis y Martha, en familia, como pensó Beckett cuando los vio a todos sentados a la mesa. Sonrió con ese pensamiento y esa noche, por fin, en muchos años, pudo descansar con la conciencia tranquila de haber logrado hacer justicia por su madre.
Aunque no todo estaba hecho. Todavía faltaba el juicio, que probablemente tardaría un par de meses en celebrarse.

¿Cómo lo veis?
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Mensaje por BRIGITTEALWAYSBELIEVE Sáb Oct 07, 2017 3:16 am

Genial..
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Mensaje por Ruth Maria Lun Oct 09, 2017 2:03 am

Po fin actualizaste!! Kate se dio el gusto de arrestar al senador y esperemos que las amenazas que le dio no se cumplan.
Es lógico que kate se hubiese ido asi no mas pues necesitaba su espacio para asimilar todo lo que se dio y en la forma en que se dio!! lo bueno es que al final esta con Castle y eso es lo que vale. A partir de ahora podrán hacer planes a futuro y disfrutar de su relación como se merecen!

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Mensaje por livingmylife Mar Oct 31, 2017 10:57 pm

Siento la tardanza. Me está siendo muy difícil sacar tiempo para escribir pero.. aquí os traigo un nuevo trozo.
Disfrutadlo!


CAPÍTULO 43

“Castle…”. Llamó su atención acercando su silla a él con suavidad. Colocó la mano sobre su antebrazo. Él alzó la vista para mirarla con los ojos anegados en lágrimas. “¿Qué te han dicho?”. Preguntó con la preocupación marcada en su voz y en su mirada.

“No saben si está en el hospital… Hay muchos heridos”. Tragó saliva. “Ella estaba en ese museo, Kate. Nos lo dijo ayer. Iba con unas amigas… Y la explosión ha sido tan grande… que no han podido todavía identificar a todos los heridos. No me han podido decir más”. Se llevó las manos a la cabeza, sobrepasado. “Tengo que ir”. Dijo poniéndose de repente en pie y buscando sin éxito las llaves de su coche en los bolsillos.

“Rick, espera”. Lo agarró del brazo antes de que pudiera irse del cuarto piso de la comisaría 12. “Voy contigo”.

“No, no. Estás… trabajando y…”.

“Y nada. Vamos”. Se puso de pie colgándose el bolso de un hombro. “Chicos. Tenemos que irnos. Avisarme si hay algo nuevo”. Dijo únicamente, agarrando la mano del escritor. Tiró de él hasta el ascensor y de ahí al coche.

Condujo respetando su silencio. Le iba mirando de reojo para comprobar que estuvieran bien y todo el rato lo veía en la misma postura: observando las calles pasar a su alrededor y mordiéndose el dedo gordo con nerviosismo. Deseó poder consolarle. No se podía hacer ni una idea de lo que tenía que estar sufriendo. Bajó la ventanilla del coche, sacó la mano izquierda y accionó la sirena consiguiendo que rápidamente los coches de delante les dejaran pasar con rapidez.

En cuanto pisó el freno frente a la puerta del hospital, Castle ya había salido disparado hacia adentro en busca de su hija. Cerró los ojos unos segundos y arrancó nuevamente para buscar un sitio decente donde poder dejar el coche. Antes de bajarse llamó a Espósito, le contó lo que había pasado y le pidió que se enterara de todo lo que pudiera de aquella explosión y preguntara en el resto de hospitales por Alexis, por si acaso la habían trasladado a otro.

Entró con rapidez por la puerta de urgencias, buscando a Castle o a Alexis. Encontró al primero discutiendo con una enfermera.

“¡No! ¡Usted no lo entiende! ¡Mi hija podría estar ahí dentro y yo tengo que estar con ella!”. Alzo la voz empezando a estar fuera de sí.

“Tranquilícese, señor. Le he dicho que ahora mismo no puedo darle esa información pero que intentaré obtenerla cuanto antes. Tiene que esperar aquí”.

Antes de que Castle pudiera responderle, Beckett lo agarró del brazo con firmeza. “Lo siento, señorita”. Tiró de él para apartarlo suavemente. “Castle, tranquilo. Seguro que Alexis está bien. Vamos a esperar a ver si sacan la lista de los pacientes que tienen aquí”.

El escritor se volvió haciéndole caso y se acercó a una pared. Apoyó la frente contra ella, cerrando los ojos y tomándose unos segundos para serenarse. “Lo siento”. Susurró al sentir la presencia de ella a su lado y una mano posarse cariñosamente sobre su hombro.

“Tranquilo”. Bajó la mano hasta su baja espalda en una tierna caricia. “He avisado a Espo. Está preguntando en otros hospitales”.

“Gracias”. Susurró él sintiéndose un poco mejor gracias a su apoyo y ayuda.

Ella lo agarró de la mano girándolo para que la mirara y lo abrazó con fuerza. “La vamos a encontrar y va a estar bien”. Le prometió dejando un beso sobre su hombro.

Rick no dijo nada. Simplemente se dejó abrazar por ella, rezando porque así fuera.

Castle daba vueltas por la sala de espera con las manos en la espalda. 20 interminables minutos pasaron hasta que el teléfono de Becket sonó en su bolsillo. Él rápidamente se sentó al lado de Beckett. Ella respondió con rapidez al ver el nombre del detective en su pantalla. “Dime Espo”. Susurró para no molestar al resto de personas que se encontraban allí. Pegó la cabeza a la oreja de Castle con su teléfono en medio para que él también escuchara.

“He llamado a todos los hospitales de Nueva York. A los de las afueras no han llegado heridos de la explosión. En el resto están empezando a sacar las listas de heridos. En ninguna aparece Alexis, hasta el momento. Volveré a llamar cuando las actualicen, dentro de unos 30 minutos. Os vuelvo a llamar”.

“Vale, gracias”. Dijo Kate colgando el teléfono. Miró a Rick y le dedicó una pequeña sonrisa. Agarró su mano suavemente infundiéndole ánimo.

Permanecieron en silencio los siguientes minutos hasta que una enfermera se acercó a la sala. “¿Familiares de Alexis Castle?”. Preguntó la joven.

“Sí”. Se puso en pie con rapidez.

“Su hija acaba de salir de quirófano. Se encuentra estable y la están trasladando a una habitación”. La cara de Castle palideció al escucharla. Ni siquiera la mano de Beckett en su espalda lo tranquilizó.

“¿Puedo pasar a verla?”. Preguntó con voz temblorosa.

“Por supuesto, síganme”. Les dedicó una pequeña sonrisa de ánimo y los guió hasta la habitación en la que acababan de colocar a la pelirroja. “En unos minutos vendrá el doctor a explicarles”.

“Gracias”. Respondió Kate desde la puerta al ver que Castle se había quedado mudo al ver a su hija rodeada de cables y con poco color en el rostro.

La enfermera salió de la habitación cerrando la puerta para darles más intimidad.

Castle se acercó a la cama de Alexis y agarró su mano con infinita suavidad, como si pudiera llegar a romperla sólo con ese simple gesto. Acarició su mano con la yema del pulgar, una y otra vez. No podía dejar de mirarla. Estaba tan asustado que ni siquiera se había dado cuenta de la venda que llevaba en la pierna izquierda. Ni de que Beckett se había quedado en una esquina, observándoles con preocupación.

Dos golpes en la puerta hicieron que ambos se sobresaltaran y salieran de sus pensamientos para girarse hacia la puerta. El doctor entró con sigilo y se colocó frente a la cama de la joven. “Soy el Doctor Watson. He intervenido a su hija”. Habló mirando a los dos, pensando que Beckett era la madre de la joven. Nadie se lo contradijo.

Antes de que el doctor siguiera hablando, Kate se acercó a Castle y se puso a su lado, con una mano en su hombro, dándole apoyo. Él lo agradeció girando un poco la cabeza hacia ella.

“Ha sido una pequeña intervención. Tuvo suerte de estar fuera del museo en el momento de la explosión. Su pierna izquierda resultó dañada por un golpe contra la fachada. Le produjo una fuerte hemorragia que hemos podido controlar. Nada grave. Con reposo y una buena cicatrización se recuperará perfectamente. Y apenas necesitará rehabilitación”. Informó con claridad y suavidad.

Ambos adultos respiraron algo más aliviados al escuchar sus palabras. Kate besó el hombro del escritor con cariño y agarró su mano apretándosela suavemente.

“Despertará enseguida y probablemente se encuentre algo confusa. Aparentemente no se ha golpeado con fuerza la cabeza. Pero habrá que estar alerta por si acaso. Si le duele en exceso o no se acuerda de algo, avísenme y le haremos unas pruebas rutinarias para asegurarnos de que todo esté bien”. Terminó de informar acercándose a comprobar la monitorización de Alexis.

“Gracias, doctor”. Acarició la cabeza de su hija con suavidad, recolocando su pelo con mimo.

“Vuelvo dentro de un rato. Si necesitan algo, pídanselo a la enfermera”. Apretó el hombro del escritor y salió de la habitación dejándolos solos.

“Voy a avisar a Espo de que no siga buscando”. Acarició su espalda suavemente y salió de la habitación para realizar la llamada.

“Qué susto me has dado, Alexis…”. Susurró el escritor agachándose a besar suavemente su frente. “No soportaría perderte…”. Una lágrima atravesó su mejilla y se la secó con rapidez al escuchar cómo la puerta se abría y Beckett entraba con pasos suaves para no molestarles. Se giró para mirarla y debía tener tan mala cara que ella, simplemente, lo abrazó con fuerza intentando calmarlo.

“Lo siento mucho…”. Susurró contra su pecho, estrechándolo con fuerza.

La abrazó también, sintiendo cómo todo su cuerpo empezaba a destensarse gracias a ella. “Gracias por estar aquí”.

“No querría estar en ningún otro sitio”. Depositó un suave beso en su pecho, por encima de su camisa y movió la cabeza para mirar a Alexis. “Ya has oído al doctor. Se va a poner bien”.

“He pasado mucho miedo”. Confesó separándose suavemente de su abrazo para volver junto a su hija, sujetando nuevamente su mano.

Beckett también se acercó a la joven, poniéndose al lado de él. “Lo sé. Pero está aquí y va a estar bien”.

“Uhum…”. Asintió simplemente, con la mirada fija en el rostro de Alexis. Su mente voló a años atrás e inevitablemente suspiró con fuerza.

Ambos permanecieron en silencio los siguientes minutos. Una enfermera entró en la habitación, tras llamar suavemente a la puerta, sacándolos a ambos de sus pensamientos. “Vengo a hacer la cura de la herida”. Informó. “Si queréis esperar en la puerta… acabo en unos minutos”.

“Sí”. Dijo Beckett agarrando del codo a Castle para salir los dos juntos.

El escritor se apoyó en la pared del pasillo y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Respiró hondo varias veces intentando tranquilizarse.

Beckett lo observó en silencio, preocupada. Cuando él volvió a abrir los ojos, vio como los tenía llenos de lágrimas. Con el corazón en un puño se acercó a él y apoyó la frente sobre la suya. “Ey…”. Acarició su mejilla con cariño.

Castle tragó saliva para pasar el nudo que se había formado en su garganta. Se agarró al cuerpo de la detective, necesitando sentirla cerca, pegándola más a él. “Lo siento…”. Susurró. “Todo esto… me ha recordado mucho a…”. Se calló, manteniendo la respiración, perdido en los recuerdos.

“Rick…”. Susurró ella con preocupación al verlo así.

Castle tomó aire con fuerza, dispuesto a contarle aquello que tanto le perturbaba. “Hace años… 2 años antes de que Alexis naciera… Meredith y yo… bueno, tuvimos otro hijo”. Confesó observando la cara de sorpresa de la detective. “Era un niño precioso. Se llamaba Taylor. Nació con una enfermedad, pero no lo supimos hasta que cumplió un año. Hasta entonces todo iba bien. Nosotros estábamos en nuestro mejor momento, pese a las pequeñas discusiones de siempre con ella. Cuando Taylor empezó a dejar de oír, a no ver bien y a no moverse y empezó a necesitar más cuidados… ella se alejó. Pasaba mucho tiempo fuera de casa, bebía, se acostaba con otros hombres… Taylor la echaba de menos y ella no estaba. Y yo, lo cuidaba a diario, todas las horas del día. Cuando nos veíamos era únicamente para discutir”. Las lágrimas inundaban su rostro a esas alturas de la historia. Sintió los finos dedos de la detective secándolas y no pudo evitar dedicarle una pequeña, pero sincera, sonrisa. “Taylor murió unos meses después. Es… lo más duro que he vivido… Y cuando ocurrió yo no estaba a su lado”. Cogió aire con fuerza. Sentía se ahogaba al recordarlo todo. “Meredith y yo habíamos vuelto a discutir y lo dejé con ella, necesitaba aire. Llevaba 2 semanas metido en casa sin poder salir apenas porque mi hijo nos necesitaba y su madre nos había dejado solos. No tenía que haberlo hecho. Sabía que podía pasar en cualquier momento pero… jamás pensé que pasara en esa media hora que caminé por Central Park y le compré un peluche…”. Bajó la vista hasta clavarla en sus zapatos. Era incapaz de mirar a Kate a los ojos. Nunca se había podido quitar ese sentimiento de culpa y traición hacia su hijo. Y no quería que ella lo viera en su mirada.

“Él sabía cuánto lo querías…”. Susurró ella, conmovida con toda aquella historia. Jamás se lo habría imaginado. Llevó el dedo índice hasta debajo del mentón del escritor y con ternura levantó su cabeza hasta que sus ojos se encontraron. Lo que vio en ellos fue el más puro dolor y fue entonces cuando no pudo aguantar ella tampoco las lágrimas que luchaban por escaparse de sus ojos.

“Eso me he dicho siempre, para intentar estar en paz conmigo mismo. Pero nunca lo he conseguido”. Sonrió con ironía espirando con fuerza el aire por la nariz.

“¿Alexis…”. Empezó a preguntar Beckett, pero él negó con la cabeza sabiendo a qué se refería.

“No. Alexis no sabe nada de él. Ni ella ni mi madre. No teníamos mucha relación por aquel entonces”.

Kate respiró hondo sin saber muy bien qué decir. Ahora entendía mejor esa preocupación de Castle por encontrar a su hija, por saber si estaba bien. Su mirada triste y con terror aunque ya la habían encontrado y sabían que se iba a recuperar bien. Se dedicó a mirarle con infinito amor. Entrelazó sus dedos en una tierna caricia y apretó su mano suavemente. “Alexis está bien. Enseguida despertará y todo estará bien”.

“Lo sé… Pero… no he podido evitarlo, perdón”. Frunció el ceño cerrando los ojos y dejando descansar la cabeza sobre la pared que aún tenía a su espalda.

“No tengo nada que perdonarte, Rick. Al contrario”. Acarició su mejilla. “Gracias por confiar en mí para contarme esto…”. Susurró sobre sus labios.

Castle abrió los ojos para mirarla con cariño. “Confío en ti más que en mí mismo”. Besó sus labios necesitando su contacto para recomponerse.

La enfermera salió de la habitación de la joven en ese momento, sonriendo a la pareja. “Ya está. Pueden pasar. No creo que tarde en despertarse”.

“Gracias”. Dijo el escritor secándose las lágrimas con el dorso de la mano.

Juntos, de la mano, entraron en la habitación y esperaron a que la joven se despertara. Cuando lo hizo, el poder observar con sus propios ojos que su niña se encontraba bien, relajó a Castle notablemente, que volvió a empezar a emplear su habitual sentido del humor.

Dos días después, la pelirroja fue dada de alta y en 2 semanas recuperó completamente la movilidad y funcionalidad de su pierna, con ayuda de los cuidados que tanto Castle y Martha como Beckett le ofrecieron.

Una noche, ya abrazados en la cama, Kate no podía sacarse de la cabeza todo lo que Castle le había contado ese día sobre su primogénito Taylor. “Rick…”. Susurró acariciando suavemente su desnudo pecho, donde ella reposaba la cabeza. “¿Puedo preguntarte algo?”. Preguntó con cautela. “No tienes por qué responderme si no quieres”.

“Dime”. Dijo él poniéndose algo más recto en la cama para poder mirarla a los ojos al hablar.

“Después de todo lo que pasó… ¿no tuvisteis miedo de que se repitiera la historia con Alexis?”. Preguntó terminando de morderse el labio.

Castle respiró hondo y miró hacia el techo recordando cuando se enteró de que Meredith volvía a estar embarazada. “No planeamos tener otro hijo. De hecho, apenas nos veíamos, siempre estábamos discutiendo, tirándonos los trastos a la cabeza y de mal humor. Lo único que funcionaba entre nosotros era el sexo”. Se elevó de hombros con resignación. “Para Meredith, Alexis fue un accidente que nunca debería haber ocurrido. De hecho, quiso abortar sin contarme siquiera que estaba embarazada. Yo me enteré por casualidad”. Besó la frente de Kate al ver la cara de horror que puso ante sus palabras. “Me negué en rotundo a que abortara. Me daba igual que ese bebé volviera a nacer enfermo. Yo ya lo quería, ya la quería. Le prometí que una vez que naciera y pudiera dejar de darle el pecho, yo me haría cargo de ella. Con todas las consecuencias. Y así fue”. Sonrió un poco al acordarse de Alexis cuando era un bebé. “Salió bien”. Sonrió un poco más, al igual que la detective. Kate asintió corroborándolo. “La enfermedad de Taylor fue debida a un fallo durante el embarazo. No a nada genético. Pero eso lo supimos después de que naciera Alexis. Nos hicimos pruebas para saber si podía estar enferma y resultó no ser nada hereditario.

“Me alegro de que todo saliera bien”. Besó el pecho del escritor con mimo.

“Yo también”. Susurró él agradecido por su preocupación y su contacto. Acarició suavemente su costado, de arriba abajo, provocando a propósito que la piel de la inspectora se erizara.

“Rick…”. Susurró ella siendo plenamente consciente de adónde llevaban esas caricias. Se mordió el labio cuando la mano traviesa del escritor apresó uno de sus pechos, masajeándolo hábilmente. Ese gesto fue lo que desató la locura en ella. En un ágil movimiento, se colocó sobre él a horcajadas, agarró sus manos con firmeza y las colocó a ambos lados de su cabeza, sobre la cama. Se inclinó hacia delante y lo besó con ansias.

“He despertado a la fiera”. Bromeó el escritor en el único momento que los labios de la detective se despegaron de los suyos para sacarles a los dos las camisetas que llevaban puestas.

“Y eso se merece un castigo, señor Castle”. Atacó nuevamente su boca, introduciendo casi sin permiso la lengua en su interior, besándolo, saboreándolo, demostrándole con cada gesto y cada beso el amor y la pasión que sentía por él.

Sus manos se acariciaban, se tentaban, sus cuerpos se rozaban, pidiendo más, necesitando más. Hasta que toda la ropa acabó esparcida por el suelo, y cada uno rogándole al otro que no parara. Los dedos del escritor hacían maravillas, esta vez entre el mayor tesoro de Beckett. Las manos de la inspectora, apresaban el miembro erecto de Castle, tentándolo, pidiéndole que la esperara. Y lo hizo. Pocos segundos después, se hundió en su interior, provocando mil sensaciones en los cuerpos de los dos. Sensaciones conocidas, pero cada vez distintas.

Terminaron exhaustos, dejándose caer de espaldas al colchón, uno al lado del otro, con sus manos entrelazadas. Sus respiraciones aceleradas, recuperándose.

“Te quiero”. Susurró él tras besar su cabeza con absoluto cariño.

Kate sonrió, elevando la cabeza hasta encontrarse con su mirada y besó sus labios con adoración. “Yo también te quiero”. Respondió acurrucándose entre sus brazos, apoyando la cabeza en su clavícula y entrelazando sus piernas y brazos.

Castle tapó ambos cuerpos con la sábana y muy pronto Morfeo los atrapó hasta el día siguiente.

Hasta aquí por ahora! Wink
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Mensaje por Ruth Maria Jue Nov 02, 2017 1:18 am

Tremendo susto se llevo Castle!! pobre que sufrimiento!! y todavía mas recordando la muerte de su hijo!
Gracias a Dios kate estuvo a su lado en todo momento, es una forma de retribuir como a sido Rick con ella!!
Creo que ya es hora que puedan disfrutar de la vida!! Se lo merecen.

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Mensaje por livingmylife Dom Nov 26, 2017 6:35 am

Capítulo sorpresa y con sorpresón! A ver si os gusta. Espero vuestros comentarios!

CAPÍTULO 44

"Beckett…". Frunció el ceño al ver dónde se encontraban, hasta dónde le había traído ella en su coche al salir de trabajar.

"¿Te apetece volar un rato?". Preguntó soltándose el cinturón de seguridad y ladeándose hacia la derecha para poder mirarle con mayor facilidad.

"Sí, claro que sí". Dijo sorprendido, pero contento.

Ella sonrió y sin decir nada más, salió del coche, rápidamente seguida por él.

"Buenas tardes, señorita Beckett". La saludó el joven que trabajaba allí.

"Buenas tardes, Barry". Le devolvió el saludo la inspectora.

"¿El de siempre?". Preguntó buscando las llaves correspondientes.

"Sí, por favor. Pero hoy vengo acompañada". Señaló al escritor y el joven enseguida les ofreció 2 protectores de orejas. "Toma". Le pasó uno a Castle, quién lo observaba todo sin entender de qué se trataba aquello. "Póntelos". Insistió ella con una pequeña sonrisa divertida.

Caminaron hasta uno de los helicópteros de la zona, siguiendo a Barry. Él preparó lo necesario y después le tendió las llaves a Beckett. "Listo".

"Gracias". Sonrió ella colocándose los protectores y subiendo al aparato. "¿Vienes, Castle?". Elevó la voz para que éste la escuchara a pesar del cacharro para las orejas.

Se subió él también, mirándola interrogante. "¿No llevamos piloto?". Preguntó confundido. Se sobresaltó al escuchar el portazo de la puerta del helicóptero al cerrarse.

"No hace falta". Respondió misteriosa sentándose al volante del helicóptero.

Castle se sentó en el asiento de al lado. "¿Vas a pilotar tú?". Preguntó completamente sorprendido.

Kate sonrió, sin contestarle. Empezó a toquetear los botones del centro de mandos y pronto el helicóptero empezó a hacer ruido y a mover las aspas. "Átate". Pidió elevando la voz para que le escuchara y atándose ella misma.

Castle obedeció, observando cada uno de los movimientos de su novia.

En pocos minutos, Kate consiguió elevar el helicóptero y mantenerlo en el aire, elevándose progresivamente y empezando a avanzar hacia delante.

"¡Wow!". Exclamó el escritor con sorpresa cuando el vehículo consiguió estabilizarse en el aire, sobrevolando Manhattan.

Kate soltó una carcajada al escuchar su exclamación. "Y ahora prepárate para lo mejor". Subió el helicóptero un poco más alto que los edificios de la ciudad. Desde allí podían observar una maravillosa puesta de sol. Pero la detective no se conformó con aquello y se fue acercando más a una calle. "Espera y verás". Afirmó hablándole a través de los micrófonos que tenían para poder escucharse sin dificultad.

Un par de minutos después, parados en el aire, Castle descubrió a qué se refería. El sol empezó a alinearse con la calle de la ciudad, creando una vista espectacular de los edificios con un tono anaranjado a causa del brillo de la estrella. "Sabía que ocurría, pero nunca lo había visto. Y menos así". Confesó sonriendo ante el precioso atardecer.

Beckett sonrió, se mordió el labio y puso el piloto automático para sostenerse en esa posición. Se giró hacia el escritor frotando sus manos con nerviosismo. "¿Sabes, Castle? Para mí tú has sido, y eres, como ese sol". Miró un momento hacia el atardecer y volvió a girar la cabeza hacia él, sonriendo cuando el escritor también se giró para poder mirarla, atento a sus palabras. "Llevas iluminando mi camino y mi vida desde hace muchos años. Y cada vez has ido haciéndolo más y más. Al principio yo no me enteraba de que era así. Luego, simplemente, no quería verlo. Tenía pánico. Y… finalmente, aquí estamos". Elevó el hombro derecho y sonrió con nerviosismo. "Ahora no sólo lo veo sino que no me imagino mi vida sin ti. No quiero hacerlo, no podría. Así que… Creo que ha llegado el momento de…". Se mordió el labio inferior con fuerza, sobre todo del lado izquierdo. Movió la mano hacia atrás, en el asiento, hasta dar con lo que buscaba. Cuando la sacó nuevamente, sostenía una cajita pequeña de color negro. La abrió sin atreverse a mirarle a los ojos todavía. Respiró hondo y le enseñó su interior, ahora sí levantando la cabeza y la mirada para encontrarse con los azulados ojos del escritor llenos de sorpresa y de emoción. "Richard Edgar Alexander Rodgers Castle… ¿quieres casarte conmigo?". Pronunció con seguridad pese a los nervios.

Los labios del escritor se despegaron, formando una O casi perfecta. "¡Oh Dios mío!". Exclamó tapándose la boca con ambas manos. Su reacción hizo soltar una pequeña carcajada a la detective, que seguía esperando ansiosa. Los ojos de Castle pasearon de la mirada de Beckett al fino y sencillo anillo plateado de la cajita. "¿Esto es de verdad?". Preguntó con la ilusión de un niño pequeño. Kate asintió sin poder dejar de sonreír. Lo había sorprendido. Pese a no haber obtenido todavía una respuesta, estaba feliz de haber conseguido sorprenderlo de aquella manera. "¿Me estás pidiendo matrimonio, ahora, aquí, en un helicóptero sobrevolando Manhattan y disfrutando de este espectacular sol?". Volvió a preguntar sin dejar de alternar la mirada entre ella y el anillo.

"Eso parece". Respondió juntando los labios observándolo detenidamente.

"Por Dios, Kate. Claro que quiero. ¡Sí, sí, sí! Por supuesto que me quiero casar contigo". Casi gritó, permitiendo que ella lo escuchara no sólo a través del micrófono sino también por fuera de los auriculares. "Katherine Houghton Beckett, sí quiero casarme contigo".

No le dio ni tiempo a sonreír cuando ya tenía los labios de Richard sobre los suyos, besándola, acariciándola, adorándola. Cerró los ojos sintiendo como uno de los mayores pesos que jamás había sentido se evaporaba y se convertía en absoluta felicidad. Y le besó. Le besó correspondiéndole y profundizando el beso al sujetarlo por la nuca para pegarlo más a él. Abrieron los ojos y juntaron sus frentes. La luz anaranjada de sol iluminaba sus rostros mostrando con mayor intensidad el amor y la felicidad que ambos sentían.

"Déjame tu mano". Pidió ella separándose lo justo para sacar el anillo de la caja. Él ofreció su mano observando sus movimientos con una enorme sonrisa. Kate colocó con cuidado el anillo en su dedo anular y ambos se quedaron mirándolo casi atontados. "Tiene una pequeña inscripción". Confesó ella. "Por abajo".

Castle giró la muñeca mirando la palma de su mano y pudiendo leerlo perfectamente: ¿Always?. Eso era lo que ella había mandado grabar. Su corazón se perdió un par de latidos y una lágrima cruzó su mejilla. Kate se la secó con mimo utilizando su pulgar. Le miró interrogante, esperando su respuesta. El escritor agarró la cara de su novia, ahora prometida, con ambas manos y la besó con todo su amor, demostrándole lo que con palabras prácticamente no podía. "Always". Susurró tras el beso, volviendo a juntar sus frentes.

"Te quiero". Dijo Beckett depositando un nuevo beso sobre sus labios.

"Yo también te quiero. No sabes cuánto". Acarició su mejilla dulcemente sin separarse ni un centímetro.

De vuelta a casa iban los dos callados, concentrados en sus pensamientos; pero sonrientes, felices. Rick no dejaba de acariciar el anillo que lucía en su mano. Le parecía imposible haber llegado hasta ahí. Estar prometido con Kate Beckett. Y mucho menos que fuera ella quien le hubiera pedido matrimonio a él y no del revés. Así era como solía ser, ¿no?. Sonrió pensando en que ellos no eran como los demás, nunca lo habían sido y todo apuntaba a que jamás lo serían.

"Vas muy callado…". Apuntó ella desviando la mirada de la carretera un segundo para mirarle.

"Pensaba". Sonrió girando la cabeza del todo para mirarla a ella.

"¿Puedo saber en qué?". Preguntó sonriente.

"En ti, en mí, en nosotros. En que no somos como los demás. Y eso me gusta". Aseguró volviendo a rozar con la yema de su dedo pulgar el reluciente anillo.

"¿Te ha gustado la sorpresa?". Preguntó tras unos segundos callada. Se giró para mirarle aprovechando que el semáforo en el que habían parado seguía en rojo.

"¿Bromeas?". Colocó una mano sobre su rodilla. "No me podría haber gustado más. Nunca dejas de sorprenderme". Se inclinó hacia ella para robarle un rápido beso antes de que volvieran a arrancar. Se mordió el labio, como ella solía hacer, cuando por su mente pasó una gran idea. "Pero me tienes que contar cómo y cuándo has aprendido a pilotar el helicóptero". La miró con esos ojos que tanto le gustaban a ella, intrigados, insaciables, felices, enamorados.

"Es un secreto, Castle". Sonrió conduciendo concentrada en la carretera.

"Ya te lo sonsacaré". Acarició su muslo de arriba abajo un par de veces buscando provocarla.

Aquello ensanchó más la sonrisa de la detective. "Puedes intentarlo". Concedió colocando la mano sobre la de él y entrelazando sus dedos. "Pero no aquí". Besó el dorso de su mano con cariño y siguió conduciendo hasta el loft.

"¿Puedo contarlo?". Preguntó minutos después alzando su mano y señalando con el dedo índice de la otra el anillo.

Kate abrió la puerta del loft y entró dentro descubriendo la casa en completo silencio. "Claro que puedes, cariño". Se quitó el abrigo y lo colgó en la entrada junto con el bolso. Caminó con decisión hasta la cocina y sirvió un par de copas de vino.

Se acercó hasta el otro lado de la mesa de la cocina y tomó una de las copas con una mano. "Por nuestro futuro". Propuso el brindis.

"Por nuestro futuro, juntos". Aceptó ella alzando también su copa y chocándola con la de él. Los dos bebieron un pequeño sorbo mirándose a los ojos, sonrientes, brillantes, felices.

Durante la cena con Martha y Alexis ninguno podía controlar su felicidad ni su necesidad de tocarse, besarse, sentirse al lado del otro. La joven los miraba sonriente, analizadora. Igual que su abuela, quién no les quitaba el ojo de encima, sospechando que algo ocurría entre ellos. "Queridos… ¿estáis bien?". Preguntó ya durante el postre. La pareja alzó la cabeza mirando a las dos chicas. "No sé… os veo muy… juntos". Frunció el ceño sin saber cómo descrbirlo.

"Y empalagosos". Continuó la nieta estando totalmente de acuerdo con la actriz.

"Bueno…". Empezó el escritor, parándose antes de decir más. Miró a Kate y ésta asintió con una sonrisa. Entonces él levantó su mano, abrió los dedos y esperó a que repararan en el anillo que descansaba en su dedo anular. Cuando las dos tenían la vista fija en la joya, con esa misma mano agarró la de Kate y besó su dorso con amor. "Kate me ha pedido que me case con ella". Soltó de golpe, haciendo sonrojarse a la detective. "Y he dicho que sí". Sonrió como un niño con muchos juguetes nuevos. Miró a su madre y a su hija y soltó una carcajada al ver la cara de sorpresa de las dos.

"¿Os casáis?". Preguntó feliz la joven. Los dos asintieron.

"Sabía que no podía faltar mucho para esto". Exclamó contenta la actriz levantándose casi de un salto para acercarse a la pareja y abrazarla con fuerza. "Felicidades. Me alegro mucho por vosotros. Por los dos". Aseguró mirando sobre todo a Beckett.

"Gracias Martha". Sonrió feliz de ver que a ellas también les parecía bien.

"Felicidades papá". Abrazó Alexis con fuerza a Castle. "Felicidades Kate". Estiró el brazo para abrazarla a ella también, sin soltar a su padre. Beckett se abrazó a los dos encantada.

"Gracias". Dijeron los dos a la vez.

"¿Cómo ha sido?". Preguntó la actriz, cotilla como siempre cuando todos volvieron a sentarse para terminar el postre.

Mientras se terminaban el helado que habían servido, Castle fue contándoles cómo Kate le había sorprendido yendo nuevamente a volar en helicóptero, pero esta vez había sido ella quién lo había pilotado. Les detalló con todo lujo de detalles el atardecer que habían visto, durante el solsticio de Manhattan. Y cómo ella había sacado una cajita con aquel anillo y le había pedido matrimonio. Las dos mujeres se emocionaron al escucharlo y sonrieron contentas por ellos. Alexis incluso agarró la mano de Kate en agradecimiento de la hermosa sonrisa que veía en el rostro de su padre.

Una semana después, Kate Beckett se encontró un recién hecho café sobre su mesa cuando llegó de patrullar las calles de Nueva York en busca del sospechoso de un nuevo caso. Sonrió al suponer que era del escritor y giró la cabeza para buscarlo por la planta de homicidios. Pero no lo encontró. Tomó su taza con las dos manos saboreando la previa de dar el primer sorbo. Sólo entonces vio el papel que había debajo, cuidadosamente doblado. Dejó el café sin probarlo sobre la mesa y cogió el papel para leerlo: "Te espero en Remy's a las 2 y media. Te quiere, tu guapo prometido".

Sonrió volviendo a doblar el papel y guardándoselo en el bolsillo de la americana. Se sentó en la silla dispuesta a concentrarse en el papeleo hasta que llegara su hora de salir a comer. Agradeciendo el café que él le había preparado, terminó todo a tiempo y se marchó al restaurante.

Cuando llegó allí le sorprendió verlo todo vacío y casi a oscuras. Probó a abrir la puerta, pensando que igual estaba cerrado, pero pudo hacerlo sin problema. Entró con cautela, palpando la pistola en su funda, preparándose para cualquier cosa. De repente empezó a sonar una agradable melodía que enseguida reconoció como "In my veins" de Andrew Belle. Sorprendida paseó la vista por todo el local hasta que visualizó la última mesa, su mesa, con un par de velas. Se mordió el labio pensando que sólo a él se le ocurriría preparar algo así. Prestó atención a la letra de aquella canción que sólo había escuchado un par de veces en la radio pero que inmediatamente le había encantado. Se aproximó a la mesa para descubrir un sobre y una pequeña cajita de color berenjena. Cogió el sobre y lo abrió sacando el papel de dentro. Lo releyó un par de veces, intentando controlar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos: "You're in my veins and I cannot get you out. Porque yo tampoco me imagino mi vida sin ti… ¿Quieres tú casarte conmigo?. Si la respuesta es afirmativa, abre la cajita".

Con sus finos dedos tomó la caja entre sus manos y la abrió sin poder dejar de sonreír. Descubrió un precioso y fino anillo, con una pequeña piedra adornándolo. Lo cogió con dos dedos y lo giró observándolo detenidamente. "Sal ya, Castle". Se secó una de las lágrimas que se le había escapado cuando lo escuchó moverse detrás de ella.

La abrazó por detrás, cogiéndole el anillo. La giró entre sus brazos para que le mirara. "¿Entonces?". Preguntó. "¿Puedo ponértelo?". Lo miró entre sus dedos.

"Sí, por favor". Pidió ofreciéndole la mano mientras mirando el anillo. Se mordió el labio cuando él lo deslizó por su dedo con suavidad. "Es enorme". Comentó encantada con él.

"Es que tus dedos son muy finos". Besó sus nudillos con cariño, cerca del anillo.

"Gracias". Besó sus labios con infinito amor.

"No podía permitir que tú no tuvieras anillo. Quiero que todo el mundo sepa que eres mi prometida". Le devolvió el beso suavemente.

"Y tú mi prometido". Acarició el anillo de él con su pulgar.

"Sí". Afirmó muy sonriente.

"Me encanta esa sonrisa tan infantil". Besó sus labios fugazmente, sacándole otra sonrisa.

Se sentaron a la mesa donde descansaban dos platos y dos vasos con lo que siempre solían pedir, recién hecho. Comieron entre miradas, sonrisas y arrumacos. Parecían dos adolescentes que empezaban su relación, en lugar de ser dos adultos que se conocían desde hacía años y que llevaban juntos más de un año y medio. El amor flotaba en el ambiente. Y su felicidad se veía a kilómetros.

"Entonces, ¿te ha gustado el anillo?". Preguntó el escritor cuando entraron en su habitación horas más tarde.

"¿Bromeas?". Se giró para mirarle, pero él no la dejó, abrazándola por la espalda y comenzando a besar su cuello con dulzura. "Es sencillo a la par que precioso. ¡Me encanta!". Exclamó dejándose hacer.

"Me alegro". Susurró en su oído. "Alexis me ayudó a escogerlo".

Kate sonrió ante la pequeña confesión. "Mañana le daré las gracias". Agarró las manos de él, que reposaban sobre su cadera. Entrelazó sus dedos dejándose llevar por lo que empezaba a sentir gracias a los besos y las caricias de Castle.

"Así que ahora ya oficialmente estamos prometidos. Eso se merece una buena celebración". Caminó abrazándola a ella de aquella manera hasta llegar a la cama, donde la sentó con suavidad y aprovechó para quitarle la camisa, soltando uno a uno los botones, desesperándola, mientras sus labios se besaban una y otra vez.

"Para ti todo merece una celebración, Castle". Bromeó soltando ella también la camisa del escritor, besándole a la vez.

"Si es contigo, sí". Respondió mirándola a los ojos. Se sonrieron con complicidad sacándose cada uno su camisa.

Beckett agarró el pantalón del escritor por las trabillas y tiró de él hasta quedar ambos tumbados sobre la cama. Acarició sus costados a la vez que él se centraba en sus pechos a través del sujetador. "Siempre sabes qué decir para hacerme sentir bien". Sonrió besándole con pasión mientras le desabrochaba el pantalón.

"Por algo soy escritor". Respondió desnudándola de arriba y ayudándola a que bajara su pantalón.

"Calla y bésame". Pidió atrayéndolo más hasta ella agarrándole por el mentón. Besó sus labios con ansias, sus cuerpos se rozaban desnudos, provocándoles a ambos un calor extremo que tan bien conocían y que cada vez les gustaba más.

"A sus órdenes, inspectora Beckett". Acarició todo su cuerpo, sin dejarse ni un pequeño resquicio, erizando su piel a su paso, besándola, mimándola. Ella correspondió encantada a sus caricias, devolviéndole todos y cada uno de los besos.

Cuando no podían ya más, Kate se colocó sobre él ágilmente, y poco a poco se fue sentando sobre su miembro erecto, desquiciándolo un poco más y desquiciándose ella también con sus propios actos.

"Oh... Rick". Susurró excitada cuando la hábil mano del escritor se coló entre sus pliegues y acarició su clítoris.

"Vamos, Kate. Déjate llevar". Pidió elevando la cadera para entrar más profundo en ella a cada movimiento de su prometida.

"Los dos... a la vez". Pidió ella como pudo, jadeando.

Bastaron un par de movimientos más para que los dos cuerpos explosionaran en un maravilloso orgasmo que vivieron conjuntamente, mirándose a los ojos, perdiéndose en la inmensa mirada del otro, prodigándose todo el amor que se tenían.

Cayeron nuevamente en la cama unos minutos después, sudados, exhaustos, pero enormemente sonrientes, felices. "Te amo". Susurró ella antes de quedarse dormida apoyada sobre el pecho de él.

"Yo también te amo". Acarició su pelo tiernamente abrazándola contra su cuerpo y cayendo poco después el también en un profundo sueño.

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Mensaje por Ruth Maria Mar Dic 19, 2017 1:00 am

Me ha gustado de principio a fin! la pedida de matrimonio por parte de kate estuvo muy romántica, lo dejo sin palabras y es muy difícil para el siendo escritor!!
Se nota el amor en el ambiente entre esta parejita!! me imagino a Martha de vina queriendo saber todos los detalles de la pedida de matrimonio!! jajajajaja
Rick es tan detallista! ese hombre se lo desea cualquier chica!!

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