45 DÍAS - DÍAS 4 y 5 (ACTUALIZADO a 22/10)

El tercer día seguí con mi rutina pero empecé a acompañarme por el ebook nuevo que Castle me había regalado con todas sus novelas, alguna más que sabía que mwe gustaba y una suscripción a una tienda online para que pudiera comprar cualquier otra que quisiera. Pensé por un momento en “la pelea” protagonizada por ambos el día que me lo regaló con todas aquellas falicidades. Cada vez me costaba menos decirle que no a determinadas cosas pero él no cumplía siempre su parte del plan y había épocas en las que no paraba de sorprenderme con algo nuevo, auqnue fuera de lo más sencillo; o ventajas como la de la suscripción. Él siempre se escudaba en lo mismo: “lo hago por hacerte la vida un poco más fácil” pero mi respuesta de “estar contigo ya la hace más fácil” a él no le satisfacía en absoluto. Siempre me daba la opción de devolverlo claro pero no quería hacerle el feo…

A pesar del calor de aquella mañana, al entrar en el edificio siempre notaba frío. Un frío que me helaba el cuerpo y hasta el alma. Además aquél día, viernes, me tocaba el primer análisis de sangre para que las oncólogas empezaran a controlar la hematología y el sistema inmunológico; que se vería dañado tarde o temprano por el tratamiento.

Aquella mañana no sólo había elegido libro para entretenerme sino que además iba a acompañarlo de buena música de jazz relajante que Alexis me había dejado hacía un par de semanas.

Al llegar a la sala de espera siempre hacía el mismo ritual. Miraba los cuadros, daba los buenos días, pensaba en la mujer que nunca paraba de hablar contando sus desgracias y su cáncer (algo que yo no tenía ganas de escuchar) y abría mi botella de agua tras sentarme para tomarme las dos pastillas de colores con la dosis correspondiente de quimio.

Al escuchar su nombre se dirigió a la pequeña instancia donde dejaba su bolso y su bolsita con el ebook y la botella de agua y se metía dentro saludando a la enfermera de cabellera negra y sincera sonrisa. Bien era cierto que la sesión en sí no se le hacía excesivamente larga pero no le gustaba sentir su rostro aprisionado en aquella máscara.

A veces, allí aprisionada, pensaba en Castle, en su padre, en su madre… y notaba el picor en la nariz caracterísitico en ella antes de empezar a llorar y debía inspirar despacio para frenar las lágrimas; cosa que siempre conseguía.

Al terminar salió sonriéndole a la enfermera y subió hacia la zona de analíticas. Cogió número y se sentó a esperar entre las cien personas que habría en la sala.

Abrí ebook y comenzó a leer. En contra de lo que pensé en un primer momento no leí nada de Nikki Heat; aquello, si bien me consolaba a menudo, en esos momentos sólo me hacía recordar lo que podría perder si el tratamiento no funcionaba.