Esta boda es un desastre (NUEVO)

(En la sala de descanso)

Esposito se asomó desde la puerta, la pareja estaba apoyada junto a la máquina de capuchinos, con una taza en la mano, en silencio.

-Nos traen a la no mujer de la víctima. Perlmutter ha llamado, dice que tardará con la autopsia más de la cuenta.
-Gracias, Espo –respondió ella, cortante. Cuando el detective se marchó tomó otro sorbo de su café y continuó mirando al suelo, en silencio. Castle carraspeó, obligándola a alzar la vista.
-Somos unos idiotas –dijo él.
-Sí, lo somos.
-¿Qué hacemos peleando sobre lo que debería ser el día más feliz de nuestras vidas? Mi madre tiene razón, nos queremos, eso es lo que importa. Además, que yo quiera celebrar la boda en Central Park y tú prefieras una ceremonia  íntima en la playa no quiere decir que seamos incompatibles.
-Ni que yo quiera unos anillos clásicos…
-Sigo diciendo que los que he visto con forma de esposas de policía son perfectos para nosotros...
-Ni que yo prefiera la tarta cubierta con merengue y tú con fondant…
-Debes reconocer que una tarta con fondant es mucho más original. Además está de moda.
-Castle, el fondant es empalagoso, es como si comieras plastilina azucarada.
-Recuerdo una vez de niño en clase de Plástica que…
-Déjalo –lo cortó -. Está claro que es imposible que nos pongamos de acuerdo en algo.
-Te equivocas, si que estamos de acuerdo en una cosa.
-¿En serio? Sorpréndeme.
-En esto.

La tomó del rostro y la besó. Después de tantos años tenían que estar de acuerdo en algo, ¿no?

-¿Inspectora Beckett? La prometida de la víctima la espera en la sala contigua.
-Gracias, capitán.

Se dirigió allí, seguida por Castle, pero Gates interceptó a este último. El escritor puso cara de adulador, mas fue respondido con un ceño que él conocía muy bien.

-¿Capitán? –preguntó tras unos segundos de incómodo silencio.
-Señor Castle, ¿tengo  que recordarle que sólo se le permite estar aquí si se comporta como es debido?
-No, señor…
-¿Y le parece un comportamiento apropiado coger a la inspectora Beckett del rostro y besarla en comisaría?
-Pues…
-Señor Castle –le golpeó con el dedo en el pecho -. Deje sus discusiones de pareja y sus intentos de camelarse a la inspectora para cuando estén en su casa. Aquí quiero profesionalidad, ¿soy clara?
-Clarísima.
-Bien –terminó, dándole la espalda, pero se volvió de nuevo -. Y, ¿señor Castle?
-¿Sí?
-La próxima vez denos un beso más decente. Y pónganse a la luz.
 
Castle se quedó allí plantado sin saber que responder, luego sacudió al cabeza, saliendo de su sorpresa y fue junto a Beckett…

-Hijo de puta, cabrón miserable, maldito desgraciado putero y sinvergüenza.

… para encontrar a la prometida de la víctima soltando una retahíla de insultos, a cada cual más dulce.

-Señorita Divorced… -Beckett trató de hablar.
-Married –la corrigió –no me llegué a casa con ese capullo, así que sigo siendo Married.
-¿Married? –repitió Castle con incredulidad. La mujer lo miró, poniendo las manos en su cadera, agitando la cabeza dejando que una lluvia de perfectos rizos rubios cayera hacia atrás. -¿Su prometido era Divorced y usted Married?
-Castle… -Beckett le advirtió entre dientes, mientras que la otra mujer fulminaba a su prometido con la mirada.
-Perdón –dijo, intentando disimular la diversión en su cara, sin conseguirlo del todo.
-Señorita Married… podría sentarse por favor, tengo que hacerle algunas preguntas.
-Por supuesto, haré cuanto sea para saber quien ha matado Michael. Y cuando lo averigüe le pagaré el abogado.
-Que generosa –comentó Castle, ganándose dos miradas femeninas malhumoradas.  
-Usted no se ha casado nunca, ¿verdad? –le replicó ella -. Dudo que haya alguna mujer que lo aguante.
-Pues de hecho estoy a punto de…
-¿Cuándo fue la última vez que vio a su prometido? –interrumpió Beckett, centrándose en la rubia.