El viaje de Caroline

por Muse DeLarge Jue Dic 22, 2011 6:12 am

Esto no es un fic, es un cuento mío (es de lo más realista que tengo Laughing

). Espero que os guste
EL VIAJE DE CAROLINE

¿A quién se le ocurriría organizar el viaje en otoño? Después de un largo y precioso verano había que ir en septiembre, cuando empieza el frío, las playas están vacías y las oficinas llenas.
-Ya lo sé Caroline –dijo Rachel, su amiga, cuando Caroline le expuso sus dudas-, pero es más barato. Además, dijimos que este año sería sabático antes de empezar la universidad; no tenemos otra cosa que hacer aparte de viajar, la otra opción sería quedarnos en Londres aburriéndonos o con algún trabajo cutre. En España hay muchos sitios bonitos, aparte de playas que se pueden visitar y disfrutar igualmente en otoño.
Al final, Rachel consiguió convencer a Caroline, y a mediados de septiembre, ellas y Bonnie, su otra mejor amiga, se fueron de viaje a España.
La ciudad escogida fue Madrid, y entre la tremenda cantidad de planos y guías incomprensibles, su escaso español y el poco inglés de la mayoría de los transeúntes a los que preguntaron, les costó un buen rato situarse. Finalmente, tras pasear sin rumbo durante casi una hora, Bonnie encontró un taxi que las dejó en la puerta del hostal donde se iban a alojar. Nada más llegar, deshicieron las maletas y se fueron a dormir.
Al día siguiente bajaron a desayunar planeando lo que iban a hacer durante el día y, después de haber preparado cada paso, señalado y repasado las rutas concienzudamente, salieron muy resueltas a desentrañar todos los secretos de la ciudad. Fue a la vuelta, ya por la tarde, cuando llegó la sorpresa que hizo que el viaje fuese realmente especial para Caroline.
Al llegar a la habitación, vieron una sobrecito encima de la pequeña mesa que había en una esquina de la habitación. Ponía: Para Caroline.
Intrigada, Caroline lo cogió. ¿Quién la conocía allí? ¿Cómo sabía dónde estaba ella? No sabía cómo sentirse, así que para asegurarse de sus sentimientos y ya de paso enterarse de qué era aquel misterio, se sentó en la cama y abrió el sobre…
Querida Caroline:
Por favor, lee esta carta sola y en silencio.
Sé que no me conoces, porque ayer nos vimos y no me dijiste nada ni diste muestra alguna de reconocerme. Contaba con ello.
Yo sí te reconocí, y eso que no te he visto nunca. No sabía ni que existías; reconocí el apellido en el registro, y tu cara…
Soy Alfredo (en realidad, Alfred), el recepcionista, y soy tu tío. Tu madre me odia desde hace años; nosotros sabemos por qué, no preguntes.
No tengo nada más que decirte, salvo que me alegro de haberte visto al menos una vez, aunque no vaya a volver a hacerlo.
Solo te pido que me ignores y, sobre todo, que no le digas ni una sola palabra de esto a tu madre.
Te quiere, aunque en la distancia y en secreto,
Tu tío Alfred
P.D.: Sé que estás con tus amigas, pero por favor: no les digas nada a ellas tampoco. Finge que en la nota pone que tienes que bajar a por otra llave para la habitación y baja a por ella.
Eso solo aumentó la intriga que sentía Caroline: ¿desde cuándo había esos misterios en su familia? ¿Era verdad lo que decía la carta? Fuera como fuese, decidió hacerle caso y no decir nada.
-Solo es una nota de recepción. Dice que yo también tengo que tener una llave de la habitación y que tengo que bajar a por ella. Ahora vuelvo.
Caroline bajó a por la llave, y durante unos segundos, su mirada y la del recepcionista se cruzaron, ambos pensando qué hacer, pero finalmente todo quedó en mera cortesía y formalidad. Era mejor no reabrir las más que probables cicatrices aún rojas y dolorosas que aquel hombre y su madre debían de tener en sus corazones, fueran cuales fuesen las armas que las hicieron. O lo que era peor, hacerse ella misma esas heridas al averiguarlo.
Así, Caroline vive todavía pensando en la carta y en los misterios que podía guardar.