Ola de Calor 2.0 (OneShot Hot)

Era un caluroso día de verano en la ciudad de Nueva York, y no iba a ser diferente en el precinto 12 donde para agravar aun más las cosas se había estropeado el aire acondicionado. Los técnicos llevaban ahí media mañana haciendo chapuzas pero todavía no había resultados ni mejoras.
Parecía también que con el terrible calor los asesinos perdían las ganas de matar, así que no había ningún asesinato a la vista, solo papeleo.

Kate Beckett y su inseparable compañero (y amante) Rick Castle estaban en el escritorio de esta. Ella, concentrada terminando de rellenar los informes del último caso y él, mirándola absolutamente sonriente y por qué no decirlo, enamorado. De vez en cuando su mirada se desviaba a ciertos lugares de la anatomía de la detective…privados. Debido al calor provocado principalmente por la falta de aire acondicionado, ambos estaban sudando y esto no ayudaba a Castle a despejar su mente y dirigir sus pensamientos a otros menos sexuales. La blusa blanca que llevaba Kate, y que era bastante fina y transparente, se le pegaba a la piel trasluciendo el sujetador y no dejando nada a la imaginación. Ella se daba cuenta de que el escritor estaba mirando descaradamente sus pechos y que cualquiera que pasase cerca y prestara una mínima atención también lo notaría, pero no quería mirarle ni si quiera para regañarle porque sabía que si lo hacía no habría vuelta atrás y entraría en un peligroso juego de seducción.
Pero Castle, entendía perfectamente su lenguaje corporal y antes de darle tiempo a nada, inició él mismo el juego, lentamente y sin prisas fue deslizando su mano por la pierna de Beckett, de abajo hacia arriba, haciendo que ella diera un respingo, al no esperárselo y entonces mirarlo directamente a los ojos, que tenían esa chispa juguetona y traviesa que tanto la excitaba. Entonces supo que estaba atrapada. Rick sin cortarse para nada fue subiendo la mano hacía su entrepierna, y Kate, totalmente paralizada y excitada no se lo impidió. La otra mano ascendía peligrosamente por su camisa hacia sus pechos húmedos dispuesta a apretarlos, pero Beckett reaccionó a tiempo, y dirigiéndole una mirada significativa se fue andando al cuarto de baño.

Él la captó inmediatamente y se encaminó al baño de mujeres intentando no levantar sospechas siendo lo más discreto posible. Nada más abrir la puerta unos brazos lo agarraron fuertemente del cuello de la camisa, y a la velocidad de la luz lo introdujeron en un cubículo del baño. Cuando tuvo tiempo de reaccionar una mirada de reproche lo esperaba, ¡pero que mirada tan hermosa! “Castle, ¡cómo se te ocurre hacer eso en medio de la comisaría! Qué quieres, que me despidan, montar un espectáculo?”

Pero todo esto a él le daba igual, solo quería tenerla, poseerla en ese mismo momento.

Agarró su cara con violencia y buscó sus labios ávidamente, sin sutilezas introdujo su lengua en su boca y la hizo girar para empujarla contra la puerta del baño, sus manos recorriendo todo su cuerpo con impetuosidad. Beckett no podía más que dejarse hacer… ¡ese hombre la volvía loca! El escritor comenzó a desabrocharle la blusa y la tiró al suelo, luego hizo lo mismo con el sujetador y bajó hasta sus pechos, que mordió, besó y succionó mientras oía los gemidos de placer de la boca de su musa. Cuando sus pezones estaban totalmente erectos bajó lentamente su mano hacia su sexo y comprobó que estaba muy húmeda, igualmente quería saborearla por completo así que se arrodilló y sin miramientos la bajó pantalones y bragas y comenzó a besar y saborear su sexo, Kate creía que moría de placer, pero eso no era nada comparado con lo que la esperaba. Castle introdujo despacio un dedo en su interior lentamente y empezó a moverlo dentro-fuera, curvándolo hacia dentro, después introdujo otro dedo más y se acompañó de su boca para besar y morder el clítoris de su amada, que empezó a convulsionar en un potente orgasmo durante el cual Rick tuvo que sujetarla para que no se cayese. Casi ni le dejó tiempo para recuperarse y le agarró de las caderas y le dio la vuelta, quedando Beckett de espaldas a él y con las manos apoyadas en la puerta, se quitó los pantalones lo más rápido que pudo y la penetró así, desde atrás. Sus movimientos frenéticos desde el principio, entre embestida y embestida agarraba su trasero con fuerza y lo apretaba, en un determinado momento introdujo un dedo en él, metiéndolo y sacándolo, lo que causo la sorpresa de Beckett pero también un enorme placer. Cuando ambos estaban muy cerca del clímax, él se frenó y salió de ella. Muy extrañada Kate se dio la vuelta y lo miró inquisitivamente pero el deseo seguía en sus ojos. La cogió ahora en brazos y se sentó en la tapa de la taza del váter con ella encima, y con una mirada la indicó que le cabalgase. Y ella no se hizo de rogar, estaba deseosa de tener el control (como solía hacer) aunque también la había excitado muchísimo ese Richard Castle rudo y posesivo, que la había tratado con más impetuosidad de lo normal aunque siempre manteniendo el cariño y respeto por ella. Lo cabalgó rápida y expertamente, alternando subida y bajada, delante y atrás, de vez en cuando en círculos…notándolo más y más endurecido en su interior, él la ayudaba en sus movimientos sujetando sus caderas. Estaban de nuevo muy cerca y esta vez se dejaron ir, primero ella, que se agarró fuertemente a él con brazos y piernas clavándole accidentalmente las uñas en la espalda gritando de puro placer, justo después él que la agarró fuertemente de las caderas y el trasero mientras se derramaba en su interior y gritaba su nombre.

Se quedaron muy quietos intentando regular sus respiraciones, que no fue tarea en absoluto fácil. Jamás habían sentido tanto placer, ni habían tenido un orgasmo tan fuerte. En cuanto se calmaron un poco, echaron un vistazo a su alrededor. Toda su ropa esparcida sin ton ni son por el suelo. Menos mal que nadie había entrado en los baños, que encima eran los baños exclusivamente de mujeres, ¡menuda suerte! Imaginaos la situación, una policía entrando en el baño y oyendo los gemidos que salían de uno de los pequeños cubículos. ¡Hubiese sido una pillada en toda regla!

Se miraron intensamente y una sonrisa escapó de sus labios seguida de una carcajada sonora cuando se dieron cuenta de su situación: completamente desnudos, sudorosos y abrazados en el cuarto de baño de la comisaría después de haber tenido la mejor sesión de sexo de su vida. Una situación cuanto menos inusual.

Kate se levantó de encima de Castle y comenzó a recoger su ropa y vestirse, él la miraba mientras tanto y se sonreían. Luego se vistió él y antes de salir se dieron un dulce beso.

“Castle, no sé cómo deberíamos salir para que no sea tan evidente lo que acabamos de hacer”

“Sal tu primero, si está despejado da un golpe en la puerta y salgo también, si no espera un poco y vuelve cuando esté despejado”

“Es un plan horrible, pero no se me ocurre nada mejor… ¡Cómo hemos sido tan inconscientes de hacer esto aquí! ¡Dios mío!”

“Pues hace un poco no parecías tan arrepentida ¿eh?”

“¡Cállate Castle!, Vamos allá”

Beckett salió del lugar donde se había desatado la pasión y se miró un poco al espejo para adecentarse antes de salir fuera del baño. Tenía el pelo muy alborotado y los labios rojos e hinchados. Se echó un poco de agua y se intentó peinar con los dedos sin mucho éxito, finalmente decidió dejarlo así ante la insistencia de Rick que no paraba de meterle prisa.

Al salir comprobó con alivio que al ser la hora de comer la comisaría estaba prácticamente despejada, dio un golpecito en la puerta y se dirigió a su escritorio. Minutos más tarde Castle se reunía con ella y se sentaba en su siempre presente silla.

C- ¿Sabes? – dijo mientras intentaba aparentar normalidad (si eso era posible para él), ojalá todas las Olas de Calor fueran así siempre.

B- Bueno, ya sabes Castle, en ocasiones la realidad supera a la ficción – Añadió con una sonrisa provocativa.