Segundo Fic: "Vidas" Capítulo 7 parte dos en comentarios.

En las playas de Malibú las olas rompían contra la playa. Era un idilio en el que el mar hacía el amor a la arena. Jennifer tenía las manos en alto. Le habían dado caza, la amazona que le encañonaba traspiraba odio.

- Ahora este juego va a acabar- dijo Bekett fríamente.

- Este juego no ha hecho más que comenzar.- repuso Jennifer tranquilamente.
Una semana antes todo era distinto. Estaba en su antigua comisaría, trabajaba con Esposito y Ryan.

- Verás Bekett. No digamos que nos mientas. Pero las pruebas son las pruebas.- dijo Esposito. Bekett, no le hizo caso y fue al depósito. Lanie estaba ordenado unos papeles. Cuando la vio entrar se acercó a ella y le dio un abrazo.

- ¿Cariño, cómo estás?-

- Bien. En estos días inciertos sólo busco la paz y demostrar la verdad.-

- Javi me lo ha comentado. ¿De veras piensas que Castle inocente?-

- Si, pero mi palabra no vale. Necesito pruebas para demostrar que él es inocente y ambos no estamos locos.- Miró el laboratorio. Buscaba un punto de fuga por donde su mente y su cuerpo saliesen de aquel lío. – Esto no lo he comentado con nadie. Pero cuando entré en esa habitación Castle iba a suicidarse.- un becario entró. Su mirada inocente disculpaba la intromisión. Traía un informe en sus manos.

- Lanie, aquí te dejo el informe que me pediste. Si me necesitas estaré analizando unas muestras en el otro laboratorio. Bekett miró con incredulidad a Lanie.

- ¿Creías en Castle?- una lágrima cayó por su mejilla.

- Si- respiró hondamente. -  Aquí tendremos la verdad. Pedí que analizaran la sangre de la escena. Si hay una muestra distinta a la de Castle, podrás devolverle la libertad.- empezó a leer el informe. Con ojos cristalinos por las lágrimas le dijo a Beckett. - ¿Aún le amas?- Beckett asintió – Entonces ve a luchar por él.-

Un trueno rompió el silencio. Estaba enfrente a la tumba de su madre. Necesitaba soledad y pensar.

- ¿Recuerdas cuando vine a decirte lo que sentía por él?- se secó las lágrimas. La lluvia comenzó a caer. Pero no le importó. – Quisiera que todo fuese más fácil. Pero el destino quiere jugar conmigo. ¿Porqué a mi?- quiso que alguien respondiese a la pregunta. El silencio obtenido le apesadumbró aún más. – Lucharé, lucharé una vez más- se agachó y la palma de su mano recorrió el epitafio  “Vincit Omnia Veritas”.

Pasaron un par de días, iba a ver a Castle al acabar del trabajo. Sus progresos eran enormes. Entró en comisaría y fue a servirse un café. Estaba cogiendo la taza cuando Ryan se acercó.

- ¿Te apetece?- dijo ofreciéndole un café recién hecho.

- Gracias.-

- Quizá no esté tan bueno como el que Castle hacía. – hizo una pausa. Buscaba palabras para decir algo. – Oye, no es que dudemos de tu palabra…-

- Pero es complicado creerme.- una sonrisa de Beckett desconcertó a Ryan. Le extendió el informe que llevaba bajo el brazo. Comenzó a ojearlo sus ojos se abrieron aún más cuando terminó.

- Esto significa…- Beckett no le dejó acabar.

- Que tenemos trabajo. Bien dile a Espo que empieza a investigar a Castle. Sus llamadas, últimos movimientos bancarios fuera de lo común, todo.-

- ¿Para qué queremos investigar a Castle?-

- Para saber quien le hizo eso. Échale una mano a Javi, así acabaremos antes. Yo iré a ver a Castle a ver si pudiera sernos de utilidad, aunque lo dudo.- pasaron un par de horas y volvió a comisaría. Espo le puso al corriente.
- Bebía cómo un poseso. Se pasaba las noches empapado en alcohol. Hasta que empezó a ir a terapia. Le atendió la doctora Jennifer Anderson.  – Beckett tenía una respuesta para aquello pero no la hizo pública.

- ¿Has investigado a la doctora?-

- Si, licenciada en psiquiatría en Columbia. Unas cuantas multas de aparcamiento, está limpia.- respondió Ryan.

- ¿Nada más?-

- Tal vez, se metió en un asunto turbio cuando bebía.-

- No lo creo, ¿rico y famoso? Seguramente no creo que fuese nada de eso. Aparte en el hospital psiquiátrico me han facilitado un historial médico, estaba limpio de drogas. Aunque le he pasado el informe a Lanie para ver si puede sacar algo en claro.-

- Ósea que un falso Castle, vuelve loco al de verdad y luego se esfuma de cómo si nada. O yo estoy muy espeso o es difícil de comprender.- dijo Ryan

- No, hay otro detalle que omití, por aquello de que estaba caracterizado cómo Castle. Jerry Tyson ha vuelto.-

- ¿No jodas?- preguntó Esposito con escepticismo.

- Si, la sangre que encontró Lanie era de él. Castle le disparó.-

- Entonces Castle lo tiene muy jodido.-

- La cuestión es demostrar lo contrario.- un mensaje de texto de Lanie les convocaba a su laboratorio. Estaba mirando algo al microscopio cuando entraron los tres.

- ¿Qué tienes?- preguntó Beckett.

- Verás comprobé la historia médica de Castle. Todo estaba en orden, pero me llamó la atención un antidepresivo que usaban en su tratamiento. Era nuevo así que lo investigué. Parecía que todo iba a seguir en orden, pero un detalle llamó mi atención. Generalmente los botes de pastillas dónde vienen los antidepresivos vienen precintados. En el apartamento de Castle hallaron uno de estos botes. Contenía todas las dosis prescritas por la Doctora Anderson, pero adivina, no venía precintado. Así que analicé las capsulas, el principio activo de este antidepresivo por sí sólo no hace nada. Pero no encontré sólo el antidepresivo, en él había restos de drogas alucinógenas. Lo que ha terminado de convencerme ha sido el análisis del prospecto, adivinad, no es el mismo que el que viene de serie.-

- Ya sabemos nuestro siguiente paso.- dijo Beckett

- Investigar a la psiquiatra de Castle- contestó también Esposito.

Fueron a la mesa de Ryan y comenzaron. Miraron si tenía página web, no era así. Así que pidieron su número de teléfono a las compañías telefónicas. Cuando lo obtuvieron miraron el registro de llamadas. No había una sola, salvo la que le hizo Castle el día que ocurrió todo.  

- Mirad a ver si tiene GPS el móvil-

- Bingo, está activo. Malibú. –

- Triangula su posición con los receptores más cercanos- ordenó Beckett.

- La señal más cercana viene del Hotel Malibu Beach Inn.-

- Bien avisadme si se mueve. Necesitamos un permiso de la policía de Malibú para detenerla. De eso me encargo yo.- dijo esta última frase con emoción.

- ¿A dónde vas?- preguntó Ryan

- A ver a Castle.-

Salió del coche y subió al apartamento de Castle. Llamó a la puerta, Alexis le recibió con una sonrisa.
- Te está esperando. Hoy está muy animado.- Castle estaba completamente restablecido. Había hecho grandes esfuerzos para volver a integrarse en el mundo. – Está en su despacho, decía que tenía ganas de escribir.- Beckett sonrió aquella era una gran noticia. La noche de antes se habían despedido con un beso en el portal y una promesa de un futuro conjunto. Se asomó con timidez a la habitación. Castle tardó en levantar en la cabeza.

- Un momento, me quedan por añadir unas palabras.- terminó de teclear y miró a Beckett. Ella se acercó y se besaron.

- Oye, venía a hacerte una propuesta. Verás hemos localizado a la psiquiatra que te hizo pasar por esto, junto al 3XA. Y yo, bueno quería preguntarte si te gustaría venir a atraparla conmigo. Como en los viejos tiempos.- la sonrisa de Castle se esfumó. Al verlo la de Kate se apagó un poco.

- Esta vez, no podré seguirte. Deberás disculparme, pero desde que pasó todo aquello, mi única aspiración es estar apartado de todo esto. Espero que puedas entenderlo.- Castle suspiró. – Verás nunca he sido poli y no siempre hice lo correcto, pero esta vez Alexis está embarazada, lo correcto es apoyar a mi hija y estar con ella.- Kate se sintió decepcionada, pero no podía reprocharle nada a Castle.

- Está bien- dijo sin mucho convencimiento.

- ¿Hablamos esta noche?-

- Sí, claro- se despidió de Alexis y se marchó. Estaba desilusionada, volver otra a trabajar con los chicos era algo que le había hecho ilusión desde que llegó al FBI. Pasadas un par de horas llegó a la comisaría con los permisos de la policía de Malibú. La verdad fue fácil al ser ella una agente federal. Fueron al aeropuerto y tomaron un avión  para California. Llegaron a Malibú y pusieron rumbo al hotel. Cuando llegaron preguntaron a la recepcionista por la habitación de doctora Anderson y le mostraron la orden de registro. Con un gesto de cabeza indicó a Ryan y Esposito que fueran por detrás. Ella fue con la recepcionista, le abrió la puerta y le indicó que se marchara. Entró, allí no había nadie. Echó un vistazo por la habitación, nada parecía indicar nada sospechoso. Espo y Ryan llegaron por detrás, por el ventanal que daba a la playa. Ella agitó la cabeza indicando que no había nada. Salieron del hotel, ella estaba frustrada por todo. Estaban montándose en el coche cuando por la playa vio a la doctora caminando. Sacó su arma y comenzó a correr hacia ella. La doctora Anderson comenzó a correr. Esposito y Ryan se unieron a la persecución. De repente sacó un arma e hizo un disparo, todo ocurrió en una fracción de segundo pero una bala impactó en la pierna de Ryan, Espo se quedó al cuidado de su compañero y Beckett prosiguió. No la tenía a tiro, gritando al viento con furia hizo un último esfuerzo. Súbitamente la doctora se paró debajo de un puente que cruzaba la playa. Tiró el arma y puso las manos sobre su cabeza. Beckett con el aliento entrecortado y sin dejar de apuntarle dijo

- Ahora este juego va a acabar-

- Este juego no ha hecho más que comenzar.- Jennifer empezó a darse la vuelta lentamente. Tenía una sonrisa diabólica en sus labios. Entonces Beckett comprendió lo que pasaba, todo había sido una trampa y cerró los ojos. Un disparo se escuchó en las playas de Malibú.


La cabeza le pesaba. No tenía fuerzas para mover el cuerpo. Abrió los ojos, estaba en la cama de un hospital. Castle estaba sentado en el sillón donde descansaban los invitados.

- Hola- dijo ella esforzándose para componer una sonrisa. Le alegraba ver que Castle estaba allí. Él forzó una sonrisa. Se levantó del sillón, iba vestido de negro. Cogió el móvil y puso una grabación. Era el 3XA: “Si quieres volver a ver a tu hija, debes decidir entre la vida de la inspectora Beckett o la de Alexis. En este momento se encuentra ingresada en el hospital Saint James de Malibú. Tú decides”. La grabación finalizó Castle le miró a los ojos.

- Espero que algún día puedas perdonarme.- dijo esto y sacó una jeringa del interior de su chaqueta.

-Castle… tú eres un hombre bueno, tú hiciste lo correcto

- Por hacer lo correcto casi te pierdo a ti. Ahora mismo mi hija, embarazada, está a merced de ese bastardo.- su furia inflamaba sus palabras- Pero no, hoy no será el día en que haga lo correcto. Las leyes no me pararán esta vez.- inyectó la dosis mortal en la vía que tenía en el brazo. El veneno comenzó a actuar rápidamente.

-Castle…- todo se volvió negro para Kate Beckett.

Rick salió del hospital y con paso rápido se fue a un callejón cercano. Allí no pudo aguantar más y se derrumbó de rodillas llorando.




Letra de la canción:
Para cambiar el destino
No tengo tiempo esta noche
En estos tiempos el viento supera la marea
Cuando los despertares son difíciles de encontrar
Los sueños se preparan para tu vida
Este loco brillo que nunca te deja morir
Ascendiendo
Nos convertimos en lo que queremos
Una vez más, la luna se eleva demasiado alto
Y no necesitamos el cielo
Me pregunto qué es eso que hace que el mundo gire más lento
Me pregunto qué es eso que me hace sentir tan loco
Todos los que me hablan, desearía que no lo hicieran
Ni siquiera me preocuparía de no sentirme tan mal
¿Por qué no hay nadie en mi vida?
Tiempo
No hay tiempo esta noche
Amplitud
No hay habitación para ver con amplitud
Tiempo
No hay tiempo esta noche

Se levantó, estaba aún cansado, calculó que quedaban unos minutos para que pasasen revista a la celda. Se puso el pijama naranja. Un funcionario de prisiones vino, Castle sacó las manos por las rendijas de la celda y lo esposaron. El carcelero pasó revista a la celda.

- Todo en orden.- lo cogió por el brazo y lo condujo al comedor. El desayuno era un cuenco de gachas, aunque en realidad era argamasa que sobró cuando hicieron la prisión, y no sabían cómo darle salida. Cogió la bandeja de plástico y los cubiertos, que también eran del mismo material. Se sentó sólo y comenzó a comer. Acabó en unos diez minutos. Fue a dejar su bandeja y los cubiertos. Los presos hacían cola para salir al patio. Eran retenidos por dos guardias que los cacheaban y quitaban las esposas. Salió al patio y comenzó a caminar, cuando un preso se acercó a él, tocándose la nariz con el pulgar.

- ¿Eres tú?-

- Si soy yo. Pero depende a que yo quieras.-

- ¿Tú fuiste el que ayudó a encerrar al loco ese?-

- Si-

- Joder, este es el problema de este puto país. Aquí la gente honrada estamos en sitios como este sin razón. En cambio los hijos de puta de verdad están pululando por ahí. ¿A qué te enfrentas?-

- Por el momento a un secuestro. Por eso estoy aquí, dentro de unos días tengo el juicio por intento de homicidio.-

- Joder, ¿pero no la mataste no? O sea en las noticias dicen que la dormiste.-

- Sí, bueno, pero era una agente federal-

- Seguro que esa puta se lo merecía.-

- No, ella no. Pero lo hice por salvar a mi hija.-

- Joder tío, espero que todo se dé bien.- se volvió a rascar la nariz – Si quieres vente con los hermanos, estamos allí en aquella esquina.-

- Tal vez luego.- el preso empezó a irse. – Oye, - se giró mirando a Castle – ¿Tienes un cigarrillo?

- Claro.- sacó un paquete de su bolsillo. Sacó un pitillo y se lo entregó. -¿Quieres fuego?- Castle asintió. Aspiró una calada, tosió. Llevaba mucho tiempo sin fumar y los pulmones rechazaron aquel mal habito. Siguió con su paseo. Salió del patio hacia el jardín que cuidaban los presos. Avanzó hacia la cerca, poso una mano sobre ella. No sentía nada y eso era lo peor. Así que aspiró la última calada del cigarro y volvió al patio. Dudó un instante y fue a la esquina donde le habían invitado.

- Richard Castle.- dijo un tipo alto y corpulento. Ofreció su manaza a Castle. – Marcus Montgomery.- Castle la estrechó. – Conociste a mi hermano Roy.- dijo esto y se santiguó.- Dios lo tenga en su gloria. Era el único poli honrado habido en el mundo. Siempre pensó que yo tendría una oportunidad de redimirme de enderezar mi camino. Pero parece que se equivocaba.-

- Era un buen tipo.- dudó un momento. – Aunque no me comentó nunca que tuviese un hermano.-

- Bueno él era el jefazo. Dudo mucho que ayudase a su carrera que tenía un hermano que se ha pasado más de media vida en prisión.- entonces se acercó la única persona a la que Castle podría considerar algo parecido a un amigo.

- Chicos, este es Walter White. Espero que no os importe que se quede aquí con nosotros.- Walter tenía la cabeza afeitada y llevaba una perilla.

-Hola- dijo tímidamente. Marcus lo miró con inquina.

- ¿Quién eres y por qué estás aquí?

- Me llamo Walter, era profesor de química en un instituto. Cuando me diagnosticaron cáncer, empecé a cocinar metanfetamina. Mi vida era todo lo aburrida y monótona que puedas imaginar hasta que me metí en el negocio. Pero salió mal y aquí estamos. Fue una suerte conocer a tu autor de libros favorito, es curioso las vueltas que da la vida.-

- El señor Castle me cae bien. Pero si dice responder por ti, eso le resta puntos. Así que ambos tendréis que ganaros mi confianza. ¿Veis a ese tipo de allí? El chicano. Bien, ese es el soplón de esta cárcel. Si le dais una lección tendréis mi gratitud.-

- ¿Y si no?- preguntó Walter desafiante.

- Que os quedan aquí una unas condenas muy largas cómo para que os consideréis mis enemigos. – Walter miró con desconfianza a Castle, este asintió. Con otro gesto invitó a Walter a caminar con él.

- O sea, no sé qué vamos a hacer. Ese negraco quiere condenarnos a ti y a mí, ¿por qué no le he caído bien?-

- Walter, sabes que siempre que se va a una casa ajena, hay que ser lo más educado posible, ¿no?- Walter le miró con fijeza.- Educados seremos. ¿Estabas en un taller donde trabajabais con cuero?-

- Si, pero el problema es que estos carceleros lo controlan todo. Registros, cacheos y demás.-

- Pon atención a mis palabras Walter.-

Pasaron unos cuantos días. Llegó el juicio por el intento de asesinato de Beckett. Se levantó cómo cualquier día en la cárcel. Miró su pulsera nueva de cuero. Walter la había hecho, tenía otra idéntica para él mismo. Miró el cordón que servía para atarla a la muñeca. No se permitían hebillas o cualquier otro objeto metálico. Midieron el cordón antes de entregarle la pulsera. Todas las medidas de seguridad eran pocas, o al menos eso pensaban. Por ello debía actuar de manera discreta. Llevaba varios días sin afeitarse. Todo era parte de su plan. Pero aquel día tendría poco tiempo para su misión. Pasaría mucho tiempo en prisión, a la pena por el secuestro se uniría la de intento de homicidio, además a una agente federal. Por lo cual cualquier acto que hiciera más llevadera su estancia sería más que bienvenido.

- Revisión.- rutinariamente sacó sus manos a través de las rejas y le colocaron las esposas. Todo estaba en orden. Fue al comedor, desayunó. Esta vez en lugar de ir al patio, fue por donde vino. Le volvieron a colocar las esposas. Acompañado de un guardia le llevaron a una sala.

- Su abogado quiere verle antes de ir al juicio.- Castle entró sin ganas.

- Puede marcharse, estoy con mi cliente y necesitamos confidencialidad.- el guarda miró al abogado con mala cara, pero obedeció. – Bien, recuerda lo que te dije en la anterior reunión.- Castle jugueteaba con sus pulgares distraído.- Oye, mira no puedo hacer nada por ti si no pones de tu parte.-

- ¿Qué más da?- Castle se levantó de la silla y tocó a la puerta. Salió y miró una última vez a su abogado. – Nos vemos en el juicio.- Le condujeron a un furgón policial, dónde había más presos también. Todos iban a los juzgados. Llevaban grilletes en muñecas y pies. el habitáculo, estaba iluminado pobremente por una luz, que de vez en cuando parpadeaba. De los ocho presos que había, sólo dos estaban tranquilos, Castle y Marcus. Este último miró a Castle. Le aguantó la mirada.

- Que te jodan.- dijo Castle.

- ¿Cómo dices?- preguntó Marcus algo sorprendido.

- Que te jodan, negro de mierda.-

- Acabas de sellar tu sentencia de muerte.-
Los sacaron del furgón. Marcus fulminó a Castle con la mirada, este le devolvió la gentileza con un corte de manga. Caminaron hasta la sala donde se celebraba el juicio. Allí ya se encontraban los dos abogados y el juez. Jim Beckett estaba sentado en la mesa de la derecha, su abogado en la de la izquierda. No había jurado, así que sería todo más fácil y rápido.

- Que dé comienzo el juicio.- ordenó el juez. Pero la puerta del fondo se abrió. Castle ni se molestó en mirar. No se dio cuenta de que Beckett con paso lento entró en la sala y se sentó junto con su padre. - ¿Es usted Katherine Beckett?-

- Así es señoría.- ella esperaba que Castle levantase la cabeza. Pero no fue así. Él siguió a lo suyo.

- Está bien, que comience la acusación.- hubo un murmullo entre Beckett y su padre. Beckett tomó la palabra. – Señoría, me gustaría decir que el señor Castle y yo de mutuo acuerdo decidimos inducirme ese estado. Él trabajó en la policía de Nueva York conmigo. Por la experiencia que tuvimos investigado a Jerry Tyson, era lo más adecuado, para respetar mi vida. Puede parecer contradictorio pero ese hombre es así, no se creería cualquier otro ardid, así que debía parecer que iba a morir.- Beckett prosiguió hablando. Castle no se esperaba que viniese al juicio y menos que le encubriera. Beckett acabó su exposición, su padre pidió un descanso, que el juez aceptó. La nueva baza para la defensa de Castle resultó ser fructífera, teniendo en cuenta que había atrapado a Jerry Tyson él sólo, cosa que la policía no fue capaz.

Salieron de la sala. Jim Beckett se acercó a Castle

- No sé la razón por la cual mi hija se ha apiadado de ti. Pero ten por segura una cosa. Esto no va a acabar aquí.- Beckett salió. Castle se acercó a ella, pero su custodio se lo impidió. Ella se acercó, Castle le susurró.

- Esto si ha acabado aquí.-

- Ten por seguro que hubiera una próxima vez tendré mi arma dispuesta para matarte.-

- No esperaría otra cosa de ti inspectora.- El guarda empujó a Castle hacia atrás para devolverlo a la prisión.
Por la tarde en prisión Castle solicitó ir al barbero. En la puerta le esperaba Walter. Habían pedido ambos esa hora por un motivo. Entraron, Marcus estaba sentado, un peluquero le afeitaba la cabeza. Ambos se sentaron en la sala había dos guardias. El peluquero dejó la navaja gastada. Abrió un cajón con llave y sacó una nueva chuchilla.

- Vaya, está aquí John Coffey. ¿Dime abusaste de esas niñas diciéndoles que le ibas a ayudar? ¿El químico loco te ayudó?- Walter se lanzó hacia Castle, pero este se revolvió y lanzó a Walter al mueble del barbero. Marcus se levantó dándole un golpe al barbero con el codo, que cayó al suelo inconsciente. Los guardas se fueron a por Marcus y Castle, con armas eléctricas los redujeron. Castle estaba en el suelo, Walter tumbó para no ofrecer resistencia, asintió a Castle. Vinieron más guardas para llevarlos a sus celdas. Todos prestaban a Marcus más atención pues era una montaña de mala leche. Así que ese era el momento.

- Camello de mierda no pienses que he acabado contigo.- dijo Castle mientras se lanzó a por Walter. Lo arrojaron al suelo de su celda. Esperó a que se fueran. Levantó su cama, y en la pata superior izquierda corrió el remache de goma. Metió la cuchilla que acababan de conseguir. Al poco tiempo llegaron unos funcionarios de prisiones.

- Vamos.-

- ¿A dónde me llevan?-

- A aislamiento. En esta prisión no se permiten liantes cómo tú.- Pasó dos días incomunicado, en ese tiempo le metían por una rendija, una botella de un litro de agua. Ese era todo su sustento. En la celda de aislamiento hacía un calor de mil demonios. Apestaba, tenía ganas de darse una ducha. Cuando lo condujeron a su celda cogió la pastilla de jabón, tenía un pijama limpio sobre la cama. El guarda le miraba.

- ¿Te importa? Llevo dos días en ese agujero y uno tiene necesidades. – El vigilante volvió la espalda. Con cuidado sacó la cuchilla de su escondite, tiró de la cisterna y la metió con disimulo entre el pijama nuevo. Miró la pastilla de jabón. Lo que el guarda no sabía, era que eran dos pastillas viejas, que entre ellas había el mango de uno de los tenedores de plástico. Pero le habían disimulado cualquier marca que indicase que habían trabajado sobre esa pastilla. Llegaron a las duchas, allí había peleas y otras cosas. Pero era el único sitio dónde hacían la vista gorda. Castle dejó el mono naranja sucio en el canasto para la lavandería. Se ató la toalla y entró con el limpio, Walter entró tras de él. Enrollaron las pastillas de jabón en las toallas y las golpearon contra la pared, al estar huecas dejaron a la vista su contenido. De sus pulseras de cuero rompieron los cordones. Hicieron unas navajas improvisadas con los mangos de los cuchillos y las hojas de afeitar. Marcus estaba en la ducha, también su objetivo. Se miraron y entraron a saco. Juan, era el ojito derecho del alcaide y de los funcionarios por cantar más de la cuenta. Cuando entraron Marcus iba a lanzarse hacia ellos, pero se contuvo cuando vio hacía donde caminaban. Castle había enrollado su toalla y cogió a Juan por el cuello por sorpresa. Walter le apoyó la hoja en la mejilla.

- Ahora me vas a escuchar chivato.- Juan miraba la improvisada navaja con temor.- La próxima vez que tengamos la mínima sospecha que cantas, no saldrás de esta habitación. ¿Me he expresado con claridad?- Juan asintió atemorizado. Entre tanto Marcus se acercó.

- Bien muchachos, buena jugada. Veo que me tomasteis el pelo en la barbería.-

- Cree lo que quieras, pero cómo te pases de la raya también te mataremos.- dijo Castle.

A día 16 de Julio del año dos mil diecisiete, el señor Richard Edgar Castle obtiene la libertad por la comisión del delito de secuestro. Habiendo cumplido la integridad de la pena establecida por la ley, podrá salir del centro penitenciario en el que se encuentra confinado.
Firma el Fiscal del Estado.

Llevaba en una bolsa de viaje sus efectos personales. Se puso las gafas de sol, Walter le esperaba en el coche. Él salió el año anterior después de diez años en prisión. Se abrazaron.

- ¿Está todo dispuesto?-

- Así es. Sólo falta que comencemos.-

- Se va a unir un chaval. Es un hacker informático, cumple los requisitos para nuestra pequeña empresa.-

- Está bien.-

- Dentro de unos días tenemos que pasar a buscarle, o sea que podemos ponernos a trabajar, o tomarnos este tiempo libre.- Walter agitó la cabeza indicando que tanto le daba.- ¿Cómo llevas el cáncer?-

- Bien, con el tratamiento he mejorado bastante.- suspiró un momento.- El doctor me da unos cinco años, eso por la parte más negativa.-

- Me alegro-

- Me he tomado la libertad de hacer una cosita en el laboratorio.- sacó un colgante con un cristal grisáceo. – Fulminato de mercurio, si alguna vez te ves en peligro, no dudes en lanzarlo. Provocará una pequeña explosión que aturdirá a los enemigos.- El cristal era del tamaño de una habichuela. Castle se lo ató al cuello.

No sé dónde comenzó mi historia, ni el tiempo que me tocará narrar. Mi vida dio un cambio irremediable acaecido por la circunstancias. En otro tiempo u otro espacio no lo habría hecho. Pero hállame aquí y ahora.  Al filo de la navaja, los hombres se muestran cómo son en verdad. Hice lo que hice y no me arrepiento por ello, pero ahora todo es una gran fachada, la del tipo fuerte y silencioso. Estuve a punto de perder la vida, estuve a punto de perder la libertad, perdí a la mujer de mi vida, pero lo que no he perdido es las ganas de vivir. Mi vida poco importa, pues la he entregado a una meta superior que al tiempo material que nos queda por vivir erguidos y orgullosos. Así que cuando me toque irme creo que habré hecho algo que merece la pena, ayudar a los demás a no corromperse por las circunstancias.

Este relato comenzó cuando casi mato a Kate. ¿Por qué? O era ella, o era mi hija. Mi padre me dio una sustancia de sus años de espía. Esta reducía el ritmo cardíaco hasta hacerlo indetectable. Así que parecería que había matado a Beckett, los forenses certificarían su defunción, pero necesitaba a alguien que cuando acabase mi misión la devolviese a un estado normal. Lo malo de esa sustancia, es que si pasado un tiempo no actúas con el contraveneno, mueres de verdad. Por ello secuestré a Lanie, para que cuando mi cometido acabase, su palabra resucitara a un muerto. La mía de poco serviría.

Con la colaboración de mi padre me informé de que Jerry Tyson tenía un grupo de niños a los cuales tenía bajo su protección. Todos tenían un pasado en común, oscuridad. Padres toxicómanos, alcohólicos, prostitución, ludópatas. Una lista de vicios que enrojecería al mismo guardián del infierno. Tenía poco tiempo así que debía actuar con rapidez. Coloqué cámaras ocultas que tenían acceso a los patios de los colegios en donde esos niños. Pero debía hacerlo con una particularidad, dejar a la vista de las cámaras unos dispositivos, que los niños curiosos no debían sospechar que estaban allí. Habían pasado seis horas desde que Kate se encontraba bailando con la muerte, debía darme prisa para pedirle la pareja a la parca. Así que estudié la situación. Una vez trazado mi plan procedí a actuar. Coloqué las cámaras y los dispositivos.

La policía estaría en estado de máxima alerta, debía ser un fantasma para la realización de mi próximo objetivo. Lanie vivía en un apartamento con garaje comunitario. Entré él bajo la identidad de un mecánico que iba a revisar una avería. El vecino que bajó conmigo en el ascensor, confiado, se despidió, bendita ignorancia la suya. Localicé el coche de Lanie, estaba cerrado. Otra ventaja a mi favor era que la parte de atrás estaba en penumbra. Coloqué el inhibidor de frecuencias sobre el capó, lo configuré cómo me dijo mi padre. Forcé la cerradura del coche, no sonó nada, ni llegaría ningún mensaje de texto a Lanie. Así que recogí el material y lo guardé en el maletero. Me metí en el coche y me tumbé en el suelo de la parte de atrás. Estaba bastante incómodo y el tiempo que tardó en bajar se hizo eterno.
Pero llegó, no miró el maletero y tampoco me descubrió, gracias a la oscuridad. Arrancó con el rugido del motor me incorporé. Apoyé mi arma en el asiento y le susurré

- Haz lo que te digo o te mataré cómo hice con Beckett.- ella comprendió el mensaje, a pesar de ocultar mi apariencia física. Salió del garaje y puso rumbo a Central Park. Allí liberaría a Alexis. Debíamos llegar lo antes posible, pues si Lanie no recogía a Alexis antes de la hora en que entraba a trabajar, levantaría sospechas. Llegamos a Central Park con tiempo de sobra. Le indiqué apagara el motor y me escuchase.

- Verás, si intentas huir o hacer algo fuera de lo común una bala sellará tu destino. Mira a tu pecho.- en ese momento mi padre debía estar apuntándole con un puntero láser. Así fue, pues obedeció mis órdenes al pie de la letra. Ella iría a recoger a Alexis, yo le vigilaría en la distancia, cuando la recogiese, volvería al coche con ella. Así fue, sentí un gran alivio al ver a mi hija volver con ella. Me adelanté a ellas y paré un taxi. Cuando llegaron le indiqué al taxista que fuera a comisaría. Ella estaba muerta de miedo y parecía no comprender lo que pasaba, ni saber quién era yo. Mejor así, le indiqué al taxista que pusiera rumbo a la doce sin pararse. Para ello le di mil dólares extra.

Una parte de mi cometido se había cumplido, así que no fracasaría completamente. Ahora venía la parte crucial de mi plan. Según Jerry debía ir a entregarme a comisaría. Pero no iba a ser así. Pusimos rumbo al motel donde se alojaba en el extrarradio. Lanie distraería su atención y el resto correría de mi cuenta. Mi padre intervendría la señal de televisión y radio para dar una noticia bastante trágica. Soborné al dependiente para que no viera ni oyera nada. Lanie parecía asustada, debía interpretar un buen papel para que ese cabrón pagase. En la habitación 32B paramos, Lanie llamó a la puerta, yo me coloqué apegado a la pared. Abrió, pero tenía echada la cadena de la puerta.

- ¿Qué desea?-

- Verá, venimos a realizarle una encuesta.- calculé la posición de la pierna de Jerry. Tenía puesto el silenciador. Mi padre estaba terminando de intervenir la señal. Necesitaba más tiempo.

- ¿De veras piensa que soy idiota? Usted es la doctora La…- disparé y salí corriendo, metí el brazo y corrí la cadena. Jerry estaba entre el dolor y el desconcierto. Apunté a Lanie y esta entró. Ella estaba asustada. Dejé mi bolsa en el suelo. Tenía que ganar tiempo, así que me puse a ello. Descubrí mi identidad. A Jerry le hizo gracia.

- Ahora van a morir las dos.- en ese momento sonó mi móvil. Era de prepago, que recibía las llamadas desviadas por el mío original. Puse el manos libres.

- Papá estoy en la comisaría. Esto es muy extraño me ha recogido Lanie, aquí dicen que has matado a Beckett, tienes que venir.-

- Dime, ¿Estás bien?-

- Si, pero…- colgué. Jerry parecía desconcertado.

- Eso no te servirá, aún sigues pareciendo culpable y si me matas me llevaré la verdad contigo.-

- Ya veremos, al hacerme matar a Beckett has liberado a un loco. Saqué una pequeña tele de mi bolsa, junto con un control remoto y una radio. Encendí la tele y las señales de las cámaras empezaron a emitir. Me puse a la altura de la ventana. Un láser me hizo una pequeña ráfaga, mi padre había acabado su trabajo. No se dieron cuenta. Saqué una grabadora de mi bolsillo. – Hasta que no reconozcas quien eres y cuáles han sido tus actos los seis niños que tienes bajo tu protección morirán, para que veas no voy en broma vamos a hacer una pequeña prueba. Pulsé el botón rojo que había en medio. Las luces de todos los dispositivos se encendieron y se mantuvieron así mientras lo pulsaba.

- Es un farol.- me acerqué y encendí la tele y la radio. Pulsé el primer botón de la izquierda. La señal de la primera cámara se fue, dejando una franja de líneas grises, negras y blancas que se agitaban. – ¿De veras piensa que voy a creerme eso?- no respondí sin dejar de apuntarle me senté en una vieja butaca que había cerca de la radio. Esperé cinco minutos en silencio. No se movieron. La tensión se cortaba con cuchillo en aquella habitación. La radio dejó de emitir música.

- Dejamos este espacio musical para emitir un boletín informativo urgente. Una bomba ha estallado en un colegio público.- pocos instantes después el programa de cocina de la tele, dejó paso a otro informativo con la misma noticia. Lanie me miró con los ojos desorbitados, Jerry tragó saliva.

- ¿Crees que sigue siendo un juego? Yo voy a caer, pero tú caerás conmigo o lo harán esos niños por ti. Para que veas que voy en serio.- pulsé el segundo botón de la izquierda. La segunda al igual que la primera dejó de emitir. Pasados otros cinco minutos primero la radio, luego la informaron de que una segunda bomba había estallado. Las dos mujeres que narraban las noticias parecían cada vez más nerviosas y temerarias. Le ofrecí la grabadora a Terry, cantó todo lo que hizo, cómo lo hizo. Dijo todo, así que corté la grabadora. Le pedí las manos para inmovilizarlas. No ofreció resistencia, estaba desolado. Al final ese pobre diablo tenía algo de humanidad y se la había arrebatado. A la salida del motel nos cruzamos con mi padre que iba a limpiar la habitación, pero ellos no lo reconocieron. Llamé a la policía le dije quien era en realidad y dónde me encontraba. Terry estaba tirado en el suelo traumatizado. Así que me acerqué a Lanie.

- Escúchame esto es importante. A mí no me van a creer, pero a ti sí. Quiero que llames a la morgue del hospital Saint James de Malibú. Diles que al cuerpo de Kate le inyecten una dosis de tres mililitros de adrenalina directamente en el corazón.- las sirenas se escuchaban en la distancia. Lanie estaba en estado de shock. - ¡Lanie! ¿Me escuchas?-

- Si, que llame al hospital.-

- No soy un mal tipo a fin de cuentas. Saqué el móvil y puse la radio de verdad.- era media tarde. Así que darían noticias felices.-

- Seis colegios de Nueva York han encontrado una donación anónima en los patios de recreo.- Lanie me miró. Las patrullas acababan de llegar. Arrojé mi arma al suelo.

- Lanie- ella me miró – Beckett está viva llama cuanto antes por favor.- con paso tranquilo y las manos en alto me acerqué a las patrullas.

Algo más de cuatro años han pasado desde esta historia ocurrió. Tengo un nieto al que no conozco, la mujer a la que nunca dejaré de amar seguramente me odie o algo peor, porque cree que traté de matarla. Aquel día actué cómo un loco por las circunstancias. A día de hoy junto con Walter y Max, nos vamos a dedicar a que las personas, que se ven obligadas a hacer locuras no tengan que hacerlas. Porque nosotros vimos obligados a hacerlas y sabemos que nadie debe mancharse las manos pudiéndole ayudar. Somos los renegados, los olvidados de la verdad y nos encargaremos de que a nadie le tenga que pasar esto.

d la cagada de subir en un nuevo tema.

- Quédese ahí- dijo Walter.

- ¿Acaso no sabe que soy agente federal?- replicó el agente. – Este es un caso de secuestro.-

- Si, pero que se quede ahí.- Walter empezó a usar el atomizador, cubriendo el suelo. De repente empezaron a surgir unas huellas fosforescentes por el suelo.

- Oye- dijo Walter – Tenemos lo que buscábamos. El secuestrador es el camello-

- ¿Qué? ¿Cómo?- preguntó el agente. Se escuchó una voz femenina.

-Esto es la escena de un secuestro- dijo la mujer calmadamente - ¿Me pueden decir que hacen aquí?-

- Oh, sí- Walter sacó una tarjeta y se la entregó.- Nos dedicamos a la investigación privada, así como a la ayuda de las personas que se encuentran en situación desesperada.-

- Bueno ya me explicarán los pormenores. Soy Kate Beckett-

- Le conozco. Walter Freeman- Max apareció en escena.- Este es mi compañero Maximiliam Cimerman.- Max estrechó la mano de Kate.

- Es usted Kate Beckett.-

- Veo que todos me conocéis por aquí, luego me explicaréis porqué.-

-Bueno con esto de los smartphones es un lujo.- Kate le miró con cara de desconcierto.- Verá, el sospechoso se conectaba automáticamente a la señal wifi de la casa. Así que he entrado en el router y vi los dispositivos que se conectaron desde el último día.- empezó a sonar el móvil de Walter y se apartó a una habitación para responder a la llamada.

- Oye Maximiliam.-

- Max por favor. Espere, voy a sacar unas fotos de las huellas.- hizo las fotos y dejó a Kate y su compañero pasar.

- ¿Cómo han hecho eso?-

- Menos mal que Walt no le ha escuchado. Es fluoresceína, verá tenían sospechas de que el tío de la pequeña era el secuestrador. Nos dijeron que trabajaban en una fábrica de jabones. El jabón es una… joder ¿cómo era?-

- Una base, la cual reacciona con la fluoresceína produciendo esta característica luminiscencia.- concluyó Walter.- Richard ya tiene la orden judicial, va a entrar a la casa del tío junto a la policía. Aquí nuestro trabajo ha acabado. Agente Beckett, un placer.-

- Estúpido Rick, ya volverá a colgarse las medallas. Para él todo el heroísmo pero los que realmente hacemos el trabajo que nos den una patada.- dijo con sarcasmo Max

- Perdonad ¿Richard Castle?- preguntó Beckett.

- Si, así es.- contestó Walt.

La policía había rodeado el edificio, todos iban de paisano. Ocupaban posiciones estratégicas sin dejar de vigilar. El secuestrador no sabía que iban a por él, así que la discreción era parte fundamental del cometido. Castle llevaba el chaleco debajo de la camisa. Tiempo atrás su padre le había adiestrado, y él, había sido un excelente alumno debía llevarlo en la sangre. Comprobó que el de derringer salía con facilidad del puño de la camisa. Todo estaba en orden. El policía que parecía coordinar a los demás se acercó a él.

- Entraré yo primero. Volveré o me comunicaré con ustedes.- le dijo Castle

- Ese bastardo se merece la muerte.-

- No somos nosotros los que debemos decidir.-

- Está bien, ten cuidado, y suerte.-
La casa era antigua, allí vendían droga. Estaba llena de grafitis la fachada, olía a orín y demás inmundicias. La casa era de una sola planta, así que no tendría mucho donde esconder. Llamó a la puerta.

- Diez pájaros cantan a la luz de las velas.- era la última contraseña, Max la había sacado del Smartphone, que había hackeado previamente.

- ¿Qué es lo que quiere?-

- Tomar el sol y una cerveza- abrió la puerta, Castle vio al fondo a la pequeña asustada, era suficiente.

- Usted no es de aquí, ni un habitual.- lo agarró y lo llevó dentro. Allí lo encañono en la sien. – ¿Cree que no sé que es un poli?-

- Puedes creer lo que quieras.- se empezó a girar lentamente. No dejaba de apuntarle con la pistola. – Tienes a una pequeña aquí retenida por la fuerza, quieres que su padre vuelva al negocio.- el tipo se distrajo una fracción de segundo, mirando a la niña, lo suficiente para que Rick actuase. Le quitó el arma y le apuntó a la cabeza.

- Vale tío, puedes llevarte a la niña. Pero no puedo volver a la cárcel. Si quieres te puedo largar nombres.-

- Eso es algo que no me tienes que decir a mí, sino al fiscal. Sara, sal, afuera hay gente que te protegerá.- la pequeña esperó a Castle en el umbral de la puerta. Sin dejar de apuntar, Castle salió de la casa estaba en la acera, con la niña y tiró el arma al suelo. Entonces el camello salió tras de él con una escopeta en la mano.

- Eh tu hijo puta.- como un acto reflejo Castle se giró, sacó el derringer y le disparó entre las cejas. La policía tardó una fracción de segundo en aparecer en el lugar. El había cumplido y se llevaría a la pequeña a la comisaría, con sus padres.

La doce se erguía impertérrita. Una mole que simbolizaba mucho para Castle. Allí se cruzarían miradas acusadoras, miradas llenas reproche. Pero al cuerno, el había ido a cumplir con su deber.


En el próximo capítulo:

-¿Ahora te dedicas a jugar a la liga de la justicia?- preguntó Beckett

- Ve a lo tuyo agente Beckett, que yo iré a lo mío.- respondió fríamente Castle.

- Podría arrestarte por obstrucción a la justicia. Eres escritor, no policía, ni investigador. Dedícate a lo tuyo escritorzuelo.- En una fracción de segundo, Castle sacó el derringer y apuntó a Beckett a la cabeza. Se quedó petrificada.

- No me voy a interponer en tu camino. Pero si tu lo haces en el mío juro por Dios que no volverás a volver la luz del sol.-