Un enfoque distinto. Interludio.

“Personas que vienen y van. Miro a tus ojos, y su chispa parece que nunca se apagará. Pero sé que todo esto es temporal, como todo en esta vida. La impulsividad, se convierte en moderación, y tu espíritu se va modelando con el paso de los años, hasta que aceptas esa derrota inexorable. El tiempo el es un bien muy preciado, más que el oro o el dinero. Con el transcurso de los años te das cuenta que lo más importante son las personas con las que compartes tu tiempo. Pero que hacer, cuando se han marchado. Qué hacer, cuando sabes que no van a volver. La muerte, dos divorcios y esta apatía y autodestrucción es lo que la vida me ha dejado. Tengo dinero, fama y cosas por las que la mayoría de los mortales se matarían unos a otros, pero todo me sabe a ceniza.”

“Creo que esta sería una buena carta de suicidio…”

La página no proseguía. La detective Kate Beckett la releyó de arriba abajo una vez más. No encontraba nada que fuera sospechoso. Salvo un gran desorden no había nada en aquella casa. Nada que inculpase al escritor de novelas, Richard Castle, con la serie de asesinatos realizados al modo que sus novelas relataban. Ella era muy fan de él, aunque muy pocos lo sabían. Llamó a sus dos subalternos: Javier Esposito y Kevin Ryan.

- ¿Habéis encontrado alguna pista?- preguntó Kate.

- Salvo desorden y suciedad nada.- respondió Kevin. Javier asintió también.

- ¿Es muy pronto para dar la orden de búsqueda Beckett?-

- No lo sé la verdad.- de repente se escuchó la puerta principal abrirse. Una señora de cierta edad apareció con otra mujer. Kate, Javier y Kevin se llevaron automáticamente las manos a las armas, pero las volvieron a guardar al ver que no entrañaban ningún peligro, y sobre todo que se asustaron al verlos.

- Díganme quiénes son y que hacen aquí o llamaré a la policía.- dijo la mujer de más edad.  Una era pelirroja y la otra, por sus rasgos, parecía latina.

- Hola Señora. Soy la detective de la policía de Nueva York Kate Beckett.- Kate le enseñó la placa. – Estos son mis compañeros Javier Esposito y Kevin Ryan. Veníamos buscando a Richard Castle para hacerle unas preguntas.-

- Ojala lo supiera.- suspiró profundamente. – Desde que murió su hija no ha levantado cabeza. Creo que lo más probable es que esté buscando la manera de reunirse con ella más rápida.- la amargura resonaba en sus palabras - Bueno, si han terminado les rogaría que se marcharan, me gustaría limpiar esta casa junto a Consuela, por si un día decide volver.-

- ¿Perdone pero usted es?- preguntó Esposito.

- Su madre.-

- Lo lamento. Le acompaño en el sentimiento. – dijo Kate sinceramente.

- Disculpen, ¿Por qué buscan a mi hijo?-

- Unas multas de tráfico nada más.- respondió  Beckett.

- Ya veo.- dijo la madre. – Espero que vaya bien su búsqueda. Y si lo encuentran, ¿podrían avisarme?-

- Por su puesto señora…- dijo Kate estrechándole la mano.

- Rodgers. Marta Rodgers-

Iba como una cuba. Compró como pudo una botella de licor. Caminaba por el puente de Brooklyn y miraba el Río Este. Se subió a una de las barandas. Observó la botella de licor. Medio mareado bebió sin parar, hasta que perdió el conocimiento y cayó al río.

Cap.: 4

- ¿Y qué le dice el corazón?-

- Qué no debo llamarle, después de todo él fue quien dejó sólo a Javi.-

- Hable con él. Seguro que lo entiende.-

- Gracias señor.-

- De nada detective- al salir Kate cerró la puerta de Roy Montgomery.

Fue a la máquina de café, introdujo una moneda y sacó un expreso. Se sentó a su mesa, a meditar cómo decir a Esposito, el hecho que iba a solicitar los servicios de Richard Castle. Apuró el último trago y se dirigió a la mesa de su compañero. Estaba liado con unos papeles carraspeó para hacerse saber que estaba allí.

- ¡Ah!- dijo Javier risueño – Hola Beckett, lo siento, estaba aquí liado. Dime que necesitas.-

- Verás Javi- titubeó.- Bueno ya sabes que ha vuelto el imitador.-

- Iré yo a buscarle.- Kate se quedó dubitativa. – A Castle.- aclaró él.

- ¿Qué fue lo que pasó?- preguntó ella.

- Lo que quedó en los informes. Le dije que fuera por el otro lado y el asesino me atacó a mí. Por suerte tenía más prisa por huir que en matarme, así que sólo me dio un golpe en la cabeza. Sólo perdí el conocimiento.-

- ¿Y lo que pasó de verdad?-

- Eso queda entre él y yo.-

- ¿No le guardas rencor?-

- No, aprendí algunas cosas de las personas en las fuerzas especiales. No espero que lo entiendas tú tampoco, pero es una especie de código que queda grabado bajo la piel.- la cara de duda de Beckett era más que patente.- Él es un buen hombre y tampoco era un policía, no podríamos pretender que actúe para algo para algo para lo que no estuviese entrenado.-

- Bien, en ese caso voy a localizarlo.-

- Ya te he dicho que yo lo traeré. Iré a por él en cuanto acabe este informe que tengo entre manos.-

Richard se abrazó a su padre. Se estaban despidiendo. Notó que su padre estaba más solemne de lo habitual, parecía que fuera la última vez que lo volvería a ver.

- ¿Qué te pasa papá?-

- Esta es la última vez que te veré seguramente. Te he entrenado como me pediste. Te he enseñado a manejar toda clase de armas, combate cuerpo a cuerpo y a dominar tus emociones. Tú por tú cuenta te has puesto en una forma física envidiable.-

- Y que tiene que ver el entrenamiento…- entonces en su cabeza surgió la respuesta.- ¿Ha vuelto el asesino?-

- Así es. Ahora todo depende de ti, te he dado las herramientas, es hora de que las pongas en uso.-

- ¿Qué harás cuando lo atrapes?-

- No lo sé.-

- No vuelvas a este sitio. Te has impuesto un purgatorio de cuatro años en el que sólo has visto a tu madre y a mí. Has cumplido de sobra y lo más grave es que tú mismo te asignaste esa condena.- Richard miró la botella de cerveza que sostenía en su mano pensativo.
Esposito fue a la máquina de café. Allí estaba Kate, sacando su café rutinario. Ella le saludo, él no sabía cómo darle la noticia.

- He ido a dónde estaba Castle. No estaba allí.-

- Mierda.- dijo Beckett fastidiada.

- ¡Ryan, Esposito, Beckett. Vengan a mi despacho es una orden! – exclamó el capitán Montgomery.-

- ¿Qué habrá pasado?- preguntó al aire Javier.

- Dios no quiero saberlo. Sólo se pone así de alterado cuando pasa algo grave. – los tres se quedaron en la puerta. Frente a la mesa del capitán había un hombre sentado. Llevaba una camisa de franela a cuadros remangada, un gorro y vaqueros. Parecía estaba en una forma física extraordinaria, así lo atestiguaba la camisa ajustada.

- Les presento a su nuevo compañero. Richard Alexander Rodgers.- el hombre se levantó de la silla. – O como lo conocerán Richard Castle. Va a trabajar con vosotros en el caso.-

- ¿Y ya está? ¿Es poli sin más? La academia…- dijo Ryan extrañado.

- Este hombre está entrenado más que de sobra.-

- ¿Y lo hizo el sólo?-

- Es una orden.- todos salieron de allí excepto Kate.

- Señor no es que dude de su criterio pero…-

- Ese hombre está más que de sobra capacitado. Anoche mismo vi sus habilidades, son las de una fuerza de élite. No sé quien, ni cómo ni cuándo, pero la cosa es que vale más que de sobra para policía. Y ahora vayan a investigar a ese asesino no quiero que haya un río de muertos cómo la última vez.- Salió del despacho y vio como Javier y Richard chocaban su mano y se abrazaban. Roy sacó un papel de su escritorio, era una nota escrita a mano: "Se tu secreto"

Su primer día de trabajo había terminado. Echó un vistazo furtiva a la verja, no, hoy no sería ese día. Así Richard abandonó la entrada del cementerio donde reposaban los restos de su hija. Su padre le había dejado algo de dinero para instalarse. Llegó a su antigua casa, ese loft dónde había tenido tantos buenos recuerdos con su hija. Allí había estado viviendo su madre, pero esa noche había salido. Pidió comida al restaurante chino y buscó en su viejo portátil gimnasios por la zona, quería seguir entrenando, aunque de sobra estaba preparado. Encontró uno; era veinticuatro horas, estaba bien de precio y aparte tenía clases de artes marciales. Terminó los tallarines y buscó una bolsa de deporte, la encontró un bolso de viaje, para el caso le serviría aunque debía ir a comprar un macuto para llevar la ropa al gimnasio.

- ¿Puedo ayudarle en algo?- preguntó la recepcionista

- Verá quisiera apuntarme.- respondió Richard.

- Aquí tiene nuestras tarifas-

- Las he visto por internet.-

- ¿En ese caso cual escoge?-

- De momento la mensual-

- En ese caso son cincuenta dólares, más un recargo de diez por hacerle la tarjeta de socio.-

- Está bien. Una pregunta ¿las clases de artes marciales vienen incluidas?-

- Si, pero hay de día y a la tarde. De noche tenemos abierto el tatami, hay varios sacos por si quiere practicar.-

- Muchas gracias.- Richard sacó el dinero. – Aquí tiene.- Tras hacer una sesión de musculación las máquinas y correr una hora en la cinta decidió ir al tatami, pero antes fue al vestuario a por las vendas para las manos. Se las puso y entró, la sala era cuadrada y amplia, tenía el suelo acolchado. Preguntó a un chico que había allí cual saco podía coger y le dijo el que quisiera. Escogió uno negro, de dureza media.

Comenzó marcando los golpes para calentar. Sintió sed, pero aguantó a acabar el calentamiento para ir a por una botella de agua. Volvió al tatami con una botella, pero alguien había estaba con su saco. Era una mujer, a su lado había un hombre. Ella tenía el pelo corto y le resultaba familiar y el chico de su lado era rubio, parecía irlandés. Eran Kate y Kevin. Trató de volver sobre sus pasos pero fue tarde.

- ¿Castle?- era la voz de Beckett. El se giró lentamente y compuso una tenue sonrisa en sus labios.

- Vaya pero si es el súper hombre – dijo Kevin. – Dime, ¿por qué haces un combate conmigo y me demuestras tu talento, ese que te hace saltarte todas las reglas?-

- No quiero problemas, me marcho.- dijo Richard alzando la mano. Se dispuso a salir pero oyó como alguien se acercaba a la carrera. Kevin tenía el puño lanzado. Su guante negro se detuvo por un instante. El entrenamiento de su padre había sido muy bueno. Desvió el puño que iba a su nuca, por el impulso de la carrera Kevin se quedó delante de Richard. Golpeó la pierna a la altura de la rodilla, lo que hizo que se doblara, quedando con la rodilla en el suelo y antes de que pudiera reaccionar le dio una patada en la espalda, no lo suficientemente fuerte como para hacer daño, pero si como para hacer que cayera completamente al suelo. Kate le miraba sorprendida. Pero Kevin tenía ganas de revancha y se lazó a por él. Se apartó y volvió a caer al suelo. Quería acabar con eso y la única manera era demostrar su potencial. Kevin se rearmó y se acercó con la guardia en alto. Lanzó un puñetazo y lo desvió lo justo con la mano derecha. Lo suficiente como para dejarle vía libre a sus costillas en las que hundió su codo izquierdo, haciendo que Kevin cayera mareado y faltándole el aire. Boqueaba como los peces fuera del agua. Ambos buscaban aire. Kate se acercó y él instintivamente se puso en guardia. Ella le miró con miedo y decepción. Entonces Richard comprendió lo que había pasado. Había pasado cuatro años alejado de las personas y el contacto humano. Kevin sólo quería darle la bienvenida, una pequeña “pelea”, nada que no se hiciera habitualmente en los entrenamientos de lucha.

- Lo siento.- dijo y se marchó corriendo.

Pido disculpas por el error. Ese era el capítulo 5. Ahora si capítulo 6

- Ven, camina conmigo.- le dijo la chica del pelo rojo. Él, temeroso se acercó. Ella le tomó la mano. Caminaron por el parque, como antaño hacían, antes de que el mundo, cruel, les separase. - ¿Qué culpa tienes tú de todo?-

- Tal vez la tengo, por eso no estás aquí.- una lágrima cayó por su mejilla. El chico hablaba con el corazón. – Si sólo te hubiera llevado yo.-

- Tú tenías que hacer cosas.-

- Antepuse otras cosas a ti.-

Kate terminó de leer esto. Era del puño y letra de Richard. Él había ido a por unos refrescos al frigorífico. Volvió al cabo de cinco minutos, con unas cervezas.

- Lo siento. Pero no tenía refrescos.- suspiró un instante.- ¿Cómo está Ryan?-

- Bien, es sólo una contusión. Menos mal que no le diste con toda tu fuerza.-

- Sí, bueno. Mañana iré a verle. Perdón por el desorden. Pero bueno ya te he dicho estoy bien. Sólo necesito acostumbrarme a las personas. Suena irónico.-

- Cualquier cosa que pueda hacer, dímelo.- hizo una breve pausa. Kate no sabía cómo podría reaccionar. Era un tema espinoso ella tenía sobrada experiencia. – Es mejor hablar con la gente.- y miró a los papeles. Richard los cogió, fue a la ventana. Los arrugó y los tiró.

- Mejor preocúpate de tus asuntos. Si no te importa márchate.- ella hizo una mueca, no había nada que hacer. Volvió a su casa, decepcionada, quería ayudarle. Empezaba a volver a sentirse como hace cuatro años.

Había pasado toda la noche en vela, una idea rondaba para el caso, siempre que le dolía el alma solía pensar en el trabajo. En la anterior oleada siempre dejaba alguna pista, pero esta vez parecía que no quería jugar. El asesino mataba sin invitar a nadie a su juego, cosa que no hizo cuatro años atrás. Kate miró su móvil, le acababa de llegar un mensaje: “Hay noticias del asesino”.
Llegó a la comisaría. Allí ya estaban Javier y Richard.

Era un vídeo, con un mensaje grabado en el pecho con lo que parecía ser sangre.

En el crepúsculo de la mañana, cuando el gallo despida a la hora nona, morirá.

Podrás entrarlo allí donde reposan las cenizas del fénix

Allá dónde las lágrimas se engarzan con los recuerdos.

- Acabo de llamar al aeropuerto. Queda una hora y media apenas. O somos muy listos o alguien inocente va a morir.- le dijo Richard cuando la vio llegar.

- Ciñéndonos al patrón del asesino debe ser un sitio relacionado con tu vida. Dime Castle ¿dónde has estado estos últimos años?-

- En una cabaña, en lo profundo de Las Catskills.-

- Eso son más de ciento cincuenta kilómetros.-

- Puedo ir yo.- se ofreció Javier. – Hablaré con Montgomery para que me deje un helicóptero.-

- Bien.- dijo Beckett.- Piensa, piensa.- se dijo a ella misma – Siempre dejaba dos posibilidades. Dos sitios relacionados contigo. El juego no ha cambiado.- la idea vino sola a su mente. – La tumba de…-

- Alexis.- le completó Richard.- Pero no tiene sentido. Es otro lugar.-

- Sabemos el patrón, no tengo tiempo para teorías de conspiración.- repuso Kate autoritaria.

Ella se agachó para cerrar la pantalla del vídeo. Richard tenía la mirada perdida, pensando en la ubicación. De su camisa salió un colgante, que en un extremo tenía un anillo de compromiso. Era viejo, pero estaba bien cuidado.

- Castle.- el seguía absorto. – Castle.- le urgía una voz.- ¡Richard!- entonces salió de su estado.

- Ve tú a la tumba. Yo debo de ir a otro sitio- ella se quedó pasmada. Como si le acabaran de dar una bofetada.- ¡Corre!- Kate corrió como alma que lleva el diablo. Él se dirigió al despacho de Montgomery.

Quedaban treinta minutos. Kate esperaba en la tumba de Alexis. Pero allí no había nada. Esperaba un aviso, que hubieran encontrado al tipo en cualquier otro lado. El tiempo pasaba. El asesino siempre dejaba a la victima viva antes de que cumplieran el plazo. Las primeras luces del alba despuntaron. Allí no apareció nadie. Kate se llevó las manos a la cabeza y gritó al aire. Volvió a su coche. La radio dio un aviso. Ella volvió como una centella a la comisaría. Casi no dio tiempo a que las puertas del ascensor se abrieran para escabullirse por un mínimo hueco. Iría a las Las Catskills y allí estaría Javier, recogería pistas y encerraría a ese bastardo. Pero lo que encontró fue muy distinto. Richard estaba junto a Montgomery y una policía novata. Le curaba un corte que tenía en la mejilla.

- ¿Qué ha pasado?- preguntó ella

- Castle ha encontrado al asesino.- dijo Montgomery con orgullo.

- No es posible.-

- Y llevas razón Beckett.- terció Richard

- Ese tío llevaba el cuerpo.-

- Primero, llevaba cien dólares en el bolsillo y segundo no creo que un mendigo haga eso. Que sea capaz de preparar toda esa maquinaria.-

- ¿Entonces?- preguntó escéptico Montgomery.

- No lo sé.-

- Si es así demuéstrenmelo con pruebas fehacientes. Debo ir a dar unas cuantas explicaciones de por qué he mandado un helicóptero a ninguna parte.- a Kate le mataba aquello. Richard sabía algo más que ocultaba. Le miró y antes de que pudiera decir nada él comenzó a hablar.

- El asesino ha cambiado de pauta.- Kate se quedó perpleja.- Sigue haciendo imitaciones. Pero ha cambiado el lugar dónde dejará a las víctimas. Si antes era en sitios de mi pasado, ahora está hurgando en el tuyo.- él le miró con esos ojos azules penetrantes. – La víctima estaba sobre la tumba de tu madre. Por suerte no está muerta.- hizo una breve pausa.- Le pedí al capitán que fuera al lugar dónde la asesinaron.- Kate no reaccionó. Se quedó allí de pie, cómo si le hubieran sacado la sangre del cuerpo.

- ¿Porqué?- balbució- ¿Qué ha cambiado?-

- Yo. Verás hace cuatro años cuando Esposito y yo estuvimos a punto de atraparlo.- su voz se apagó un momento.- Hace cuatro años yo maté al asesino de mi hija. Es su forma de hacer justicia. Me entregó una pistola con una bala y me dio a elegir. Esposito estaba fuera de combate y estábamos solos él y yo. Escogí la opción más cobarde.-