¿Cuanto dura la felicidad? (Caskett) - CAPÍTULO 7

Castle entreabrió los ojos lentamente,  los rayos de sol, aún  débiles, que entraban por las rendijas de la persiana le habían despertado. Miró su reloj. Las 9:30 de la mañana. Se dio la vuelta y observó a Kate que  aún estaba durmiendo plácidamente. Castle sonrió y comenzó a jugar con un mechón de su pelo. Seguía usando el champú de cerezas. Ese olor le volvía loco. Poco a poco, comenzó a acariciar su rostro. Parecía tan frágil cuando estaba dormida. Le dio un tierno beso en los labios que hizo que Kate se despertara.

-Buenos días, inspectora – dijo Castle cuando vió que su esposa abría los ojos.

Kate se desperezó y rápidamente se incorporó y puso sus brazos alrededor del cuello de Castle.

-Buenos días, escritor – dijo sonriente, y juesto después, le besó en los labios.

Castle se separó unos centímetros de Kate y sus manos recorrieron su cuerpo, que él conocía tan bien, hasta llegar a su vientre abultado.

-Buenos días, pequeña calabaza. – le dijo Castle al vientre.

Kate se rió y se acarició el vientre.

-Te he dicho que no llames calabaza a la niña.
-Perdona, pero calabaza es un nombre precioso. Deberíamos llamarla así oficialmente.

Kate cogió una de las almohadas y atizó la cara de Castle con ella. Él rápidamente contraataco haciéndole cosquillas. Esa pequeña pele se resolvió rápidamente con un puñado de besos.

-Esta vez he ganado yo, señora Castle, pero cómo soy un caballero voy a prepararte el desayuno para que la derrota no sea tan dura ¿qué te apetece?
-Tortitas – Kate no se lo pensó ni un segundo – con un poco de nata.
-A sus órdenes.

Mientras Castle se dirigía a la cocina, kate entró en el baño y se observó en el espejo unos segundos. Llevaba puesta una vieja camiseta de Castle que, a pesar de que le quedaba bastante grande, se apreciaba muy bien su embarazo de casi 7 meses. Se acarició el vientre y sonrió.  Nunca había sido tan feliz. Pero tenía miedo. Miedo de no saber enfrentarse al reto más importante de su vida: ser madre. Se había enfrentado a asesinos, había estado a punto de morir en varias ocasiones, tuvo que enfrentarse a la angustia durante dos meses de no saber si Castle seguía vivo… pero no ser buena madre le aterrorizaba de verdad, sobre todo porque realmente deseaba a este niña, era el fruto de su amor con Castle.
“Ojalá estuvieras aquí, mamá.” Fue su último pensamiento antes de salir del baño y bajar a la cocina, dónde le esperaba su escritor y su desayuno favorito.

-No sé cómo haces para estar sexy a cualquier hora del día- le dijo Castle con una sonrisilla mientras Kate bajaba las escaleras.
-Tengo mis secretos – Kate cogió un tenedor y metió un trozo de tortita en la boca de forma que Castle se volvió loco. – Tengo que felicitarte, creo que es la primera vez que no se te queman a la primera.
-Que poco confías en mí.

Siguieron desayunando entre risas cuando sonó el timbre. A Castle se le iluminó la cara y una gran sonrisa apareció en su rostro mientras iba corriendo hacia la puerta.

-¡Por fin llegaron!- exclamó radiante de felicidad.

Kate se preocupó, cuando a Castle le salía el niño que llevaba dentro, sabía que nada bueno iba a salir de esto.

-Castle, ¿qué has hecho?
-Ya verás, te va a encantar.

Castle abrió la puerta y se encontró con dos transportistas que traían consigo grandes cajas. Castle les dejó pasar y ante la asombrada cara de Beckett, iban depositando las cajas en el recibidor. En unos minutos, aquello se convirtió en un verdadero caos. La sorpresa de Kate aún fue a más cuando trajeron lo último que quedaba: una cuna.

-Castle, ¿todo esto es para el bebé?
-El otro día se me ocurrió indagar páginas de bebés en internet y no he podido resistirme a comprar. Es increíble la cantidad de cosas que hacen ahora. Mira - Castle cogió de la mano a Beckett y la llevó hasta la cuna.
-Madera blanca de la mejor calidad, tiene una radio incorporada y mira – Castle cogió un mando a distancia con varios botones, presionó uno y la cuna comenzó a balancearse lentamente de un lado a otro - Puedes ponerlo a distintas velocidades, - ¿no es maravilloso? Y trae un monitor digital de regalo.

A pesar de no compartir la misma euforia que su marido, Beckett sonrió y reconoció que había sido útil comprar estas cosas por internet, se ahorraría muchos viajes a las tiendas.

-Y no te he enseñado lo mejor de todo- Castle abrió la caja más grande y sacó un enorme peluche con forma de elefante.
-Castle, ese peluche es casi tan grande como yo.
-Lo sé, pero no pude resistirme ¿no es adorable? - Beckett aguantó una carcajada ante la imagen de Castle estrujando a un elefante.
-Te agradezco que hayas comprado todas estas cosas, ha sido un detalle muy bonito pero…¿Dónde se supone que vamos a meter todo esto? No vivimos solos, te lo recuerdo.
-Relájate Beckett, está todo pensado. Ya he hablado con un par de amigos arquitectos y se van a encargar de montar otra habitación. Va a quedar genial, ya lo verás.

-Tendré que confiar en ti - Beckett abrazó a Castle y le besó en los labios – Voy a vestirme, me voy a pasar por la comisaría.
-Parece mentira que estés de baja, vas casi todos los días.
-Lo sé, pero sigo revisando los casos y además ¿no quieres información suculenta sobre un asesino en serie que anda suelto por Manhattan?
-He cambiado de opinión, puedes ir las veces que quieras. Yo me pasaré luego, voy a quedarme ordenando un poco esto antes de que venga mi madre de su clase y le de un ataque.

Kate se rió imaginándose la escena, besó a su marido y se dirigió a la habitación a arreglarse. Media hora después salió de casa en dirección a su segundo hogar. Por el camino fue pensando en sus compañeros y en como había sido su relación después de la boda. Recuerda lo cabreados que estaban Espo y Ryan al enterarse de que se habían casado sin avisarles, pero afortunadamente, después de mucho suplicar y unas entradas de primera fila para el concierto de U2 por parte de Castle, les habían perdonado y su relación seguía siendo igual que siempre. Con Lanie había sido más complicado, pero finalmente, también lo había logrado
Kate se metió por un callejón que usaba como atajo cuando de repente alguien la agarró por detrás. A pesar de la sorpresa y la angustia del momento, Beckett intentó defenderse, pero el atacante puso un pañuelo en su nariz y el olor que procedía de él hizo que Kate se desmayase en cuestión de segundos.

Kate abrió los ojos y todo le pareció muy confuso. No sabía dónde estaba ni que había ocurrido. Intentó moverse, pero pronto descubrió que estaba sentada en una silla y atada de pies y manos. Pronto empezaron a venirle imágenes borrosas a la mente. Ella entrando en el callejón que usaba siempre. Alguien agarrándola por detrás. Un fuerte olor. Y de repente nada.
“Cloroformo” pensó Kate. Seguro que el atacante había usada esa substancia para dormirla.
La inspectora elevó la vista y empezó a inspeccionar dónde se encontraba, tarea difícil porque únicamente estaba iluminada por una luz muy débil que entraba por una rendija. Era un sitio muy cerrado y apenas se escuchaban ruidos de coches, por lo que estaría en un sótano. Y seguramente alejados del centro de la ciudad. Ellos no se hubieran arriesgado a mantener una
persona secuestrada en el corazón de Nueva York. Kate seguía pensando y dándole vueltas a la mente, buscando algo que le diese una pista de dónde estaba y quien le había hecho esto, cuando de repente se oyó el sonido de un portalón abriéndose. La intensa luz que apareció de repente cegó a Kate unos segundos.

- Un placer volver a verla, inspectora.

Kate abrió los ojos y miró a la persona que se encontraba enfrente de ella. Su asombro no podía ser mayor.

-Tú… - logró articular después de unos segundos.
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Castle salió de casa en dirección a la comisaría. Apenas había pasado una hora desde que se despidió de Beckett, pero ya la echaba de menos. Le encantaba esa sensación. Nunca la había sentido por nadie, ni siquiera por sus dos exmujeres. Lo que sentía por Kate era algo que no podía controlar, que no atendía a razones, una locura. Era eso exactamente. La amaba hasta el punto de locura.

Llegó al edificio y pulsó con ansia el botón del ascensor. Enseguida las puertas se abrieron y Castle se sumergió en aquellas paredes tan familiares. Enseguida vio a Espo y a Ryan.
- Eh, colegas ¿qué tal?

- Hombre Castle, dime que anoche viste el partido de los Knicks. – Espo miró a Ryan con una sonrisa burlona, a lo que él respndió con mirada asesina.

- Por favor Javi, no hurges en esa herida.

- Sinceramente Ryan, deberías buscarte otro deporte al que aficionarte, vóley femenino por ejemplo- Espo y Castle se miraron mutuamente y se chocaron las manos al leerse el pensamiento. – Y ahora por favor, contadme que tenéis sobre ese asesino en serie.

- Estamos a punto de atraparlo. El patrón que deja nos da bastantes pistas.

- Oye, ¿y Beckett? ¿Cómo es que no está con su amante la pizarra? - preguntó Castle, al darse cuenta de que no veía a su mujer por ningún lado.

- ¿No está en vuestra casa?

- Estaba esta mañana pero se fue hace una hora diciendo que venía para aquí - De repente los tres se miraron preocupados, no era normal que Kate se entretuviese tanto.

- Voy a llamarla – Castle cogió el teléfono y marcó el número, y en aquel momento sólo se escuchaban los tonos de la llamada y los latidos de su corazón, que cada eran más rápidos. – Cógelo, por favor - susurró.

Kate no quería creerse lo que veían sus ojos. Eral él. Jerry Tyson. 3XK. Casi se había olvidado de él. Creía que nunca más volvería a aparecer en su vida.

- Deberías estar muerto, hijo de puta – la rabia de Kate iba creciendo peligrosamente.

- Pues aquí estoy, vivito y coleando, veo que no me echabas de menos.

- ¿Qué es lo que quieres?

- Venganza, inspectora. Venganza. No soy de los que se rinden fácilmente – 3XK comenzó a dar vueltas alrededor de Kate. Observándola.

Kate no sabía qué hacer. Intentaba pensar en una vía de escape, pero aquella situación le abrumaba, sobre todo porque ahora no solamente su vida estaba en juego, también la de su hija.

Como si le leyera la mente, Tyson se agachó y se puso a la altura de su vientre. – Vaya, veo que
vienes con sorpresa.

Kate le miró y sus ojos reflejaban el intenso odio que estaba sintiendo en ese momento. No estaba dispuesta a permitir que ese cabrón se saliese con la suya.

- Escucha cabrón, aléjate de mi y de mi familia, o lo pagarás muy caro.

- ¿Ah si, y qué me vas a hacer ahí sentada?

Kate no pudo más y una fuerza interior hizo que se levantase a duras penas con la silla a cuestas y se lanzó sobre Tyson. El asesino cayó al suelo pero logró levantarse y empujar a Kate con fuerza. El empujón hizo que Kate retrocediese y cayó golpeándose la cabeza con una columna. Se quedó inconsciente al instante.
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Media hora y quince intentos de llamada después, Castle y los chicos decidieron que era hora de avisar a Gates y ponerla al corriente de la supuesta desaparición de Beckett. Gates mostró la misma preocupación que los detectives y reunió a un equipo para empezar con la búsqueda. Espo fue el encargado de hablar con Castle.

- Escucha tío, vamos a encontrarla ¿vale? – Espo le abrazó durante unos segundos mientras que Castle hacía esfuerzos por no romper en lágrimas. – Pero ahora tienes que contarme todos los detalles de esta mañana.

Castle le resumió el rato que habían estado juntos por la mañana, pero nada servía como pistapara saber dónde se había metido.

- Lo único que me dijo fue que venía para aquí…- dijo Castle susurrando.- Fue culpa mía,tenía que haberla acompañado.

- Castle, no fue culpa tuya, nadie tiene la culpa de esto ¿vale? Va a aparecer sana y salva, nos aseguraremos de eso, te lo prometo.

Las palabras de Expósito reconfortaron un poco a un hundido Castle, pero cada minuto sin su mujer hacía que se ahogase un poco más en una tristeza que parecía no tener fondo. Castle salió un momento de la sala de interrogatorios para llamar a su madre y Alexis. Esa llamada fue interrumpida por un Ryan nervioso.

- Castle, tenemos algo, ven.

Castle fue corriendo detrás de Ryan como alma que lleva al diablo hasta la sala de visionado. Habían encontrado algo en unas cámaras de seguridad. En esas imágenes aparecía Beckett caminando por la calle hasta que varios segundos después se metía por un callejón y desaparecía.

- Es la última vez que aparece en el vídeo - explicó Tory.

- Me dijo que utilizaba un callejón como atajo, debe de ser ese – explicó un ansioso Castle - ¿no hay cámaras en esa calle?

- Me temo que no. Es un sitio muy poco transitado. Pero hay algo que me llamó la atención. – Tory siguió reproduciendo el vídeo y unos segundos después de que Kate se metiese por el callejón, una furgoneta de color azul oscuro, se paraba justo
delante, tapando la entrada, permaneció parada unos minutos y reanudó su marcha.

- Bien, esa furgoneta parece sospechosa, investiguémosla. – declaró Gates.

A Richard Castle nunca le habían gustado los hospitales. Le parecían lugares fríos y deprimentes, justo lo contrario a lo que él era. Aunque en este momento, aquel hombre bromista y gracioso había desaparecido para dejar paso a uno triste y angustiado. Había pasado media hora desde que Kate entró en el quirófano y aquellos nervios iban comiéndole por dentro. Al contrario que Javi y Ryan que permanecían sentados, mirando fijamente para el suelo, Rick no podía estar quieto. Daba vueltas a un paso lento y regular, pensando. Se le venía a la cabeza la imagen de Kate inconsciente en el suelo y atada a una silla en aquella habitación, el odio que había sentido al ver al conductor de la furgoneta sentado en la sala de interrogatorios negándose a hablar. Y ahora se imaginaba a su mujer tumbada en esa fría camilla en el quirófano y lo único que deseaba era encontrar al malnacido que le había hecho esto a su familia.
Sin darse cuenta, mientras se encontraba sumergido en sus pensamientos, sus pies le habían guiado hasta el ala de maternidad. Avanzó un poco más y se dirigió hasta una cristalera, donde al otro lado había unas 10 cunas, todas ocupadas por bebés recién nacidos. Aquella imagen le sacó una sonrisa a Castle y le recordó al momento en el que vio la cara de Alexis por primera vez. En ese momento sintió el verdadero amor, el de un padre por su hija. Pero aquellos instantes de felicidad se vieron empañados por la preocupación por su bebé. Quería volver a sentir ese amor con su segunda hija. Diablos, lo único que quería era ser feliz con su familia ¿tanto pedía?

-Papá, papá – la inconfundible voz de Alexis despertó a Castle de sus pensamientos y fue corriendo a su encuentro. – Te he estado buscando por todo el hospital, no sabía dónde estabas – Alexis abrazó a su padre como si le fuera la vida en ello.
-Lo siento mucho cariño, necesitaba distraerme.
-Richard, querido, lo siento mucho – Martha se acercó a ellos y se unió al abrazo.
-¿Por qué nos tiene que pasar esto a nosotros, madre? Ahora que todo iba bien…
-No lo sé, cielo, pero tienes que ser fuerte y venga, volvamos, están todos esperándote.

Los tres caminaron agarrados lentamente hasta la sala de espera. Lanie se encontraba sentada y agarrada a Expósito, que se encargaba de consolarla. El padre de Beckett daba vueltas a su café ya frío, con la mirada perdida. Castle se acercó a él y le abrazó, ambos se sentían completamente perdidos y desolados. De repente, un médico se acercó a ellos, provocando que todos se levantasen y se acercasen a él.

-¿Familiares de Kate Beckett?
-Sí, somos nosotros - respondieron todos al unísono.
-Vengo a informaros de su estado.