Unexpected Encounters

Hola chicos, chicas. Bueno, les quería traer un fic que he comenzado a escribir para aguantar los monos de Castle por estas dos semanas que se vienen. Es el primer fic que escribo y espero que les guste, y si es así, iré colgando más. Se aceptan comentarios, sugerencias y reclamos de todo tipo

Capítulo I

Richard Castle caminaba lentamente por las calles de Nueva York. No sabía muy bien hacia donde iba. Se sentía deprimido, pero al mismo tiempo tranquilo, sereno. Iba bajo el resguardo de su gabardina negra, con las manos enfundadas en los bolsillos. Podía ver el vapor que salía de su boca al exhalar. Le gustaba mucho el otoño en Nueva York, sentir como las hojas crujían tristes y abandonadas a sus pies, ese aire de melancolía que se respiraba en cada esquina. Y todas las luces que repletaban la ciudad, haciéndola parecer una gran estrella desde la distancia. Respiró profundamente y el aire frío entró por sus pulmones como una brisa refrescante, despejándolo un poco de su estado que se debatía entre la tristeza y la melancolía.
El paseo le hizo recordar su casa de la infancia, Richard siempre había vivido en Nueva York. Su casa de la infancia era peculiar, una arquitectura distinta a la típica de la ciudad. Tenía dos pisos, un patio realmente grande y estaba a las afueras de la ciudad, casi en Nueva Jersey. Tenía que hacer largos viajes para llegar hasta la biblioteca del centro, donde se encontraba esa mágica estancia en la que se hundía sin regreso. Iba en bicicleta y pasaba horas metido en ella, enfrascado en su propio mundo. A diferencia de lo que muchos creían, Richard Castle no fue un adolescente inquieto. Era una chico tranquilo y reservado, y casi no tenía amigos. Prefería los libros y la música, y la soledad. Aprendió sus habilidades sociales cuando comenzó a ser famoso. Y en ese entonces también aprendió que era mejor mostrarle a la gente una coraza llena de carisma y encanto, combinados con su usual comportamiento infantil y chistoso. Pero Castle sabía que seguía siendo ese adolescente en el fondo, muy tranquilo, muy callado, muy observador. Le gustaba pasar su tiempo solo, escribiendo, imaginando. No es que le desagradara estar con gente a su alrededor, pero también disfrutaba mucho de su pequeño mundo en la soledad. Por eso le gustaba mucho dar estos paseos nocturnos. Le daban tiempo para pensar, reflexionar. Para sentirse un poco desanimado a veces, o para sentirse feliz también.

No transitaba mucha gente ni muchos autos, era tarde, cerca de las once de la noche, todos estaban en sus casas, ya durmiendo o viendo televisión, o leyendo un buen libro. Pensó en su propia casa, Alexis, probablemente ya estaba durmiendo. Richard nunca había entendido como era tan responsable, se sintió orgulloso una vez más y sonrío para si mismo. Volvió a pensar en su hogar, Martha, su madre, probablemente estaba ensayando para alguna obra, o tal vez se había escabullido a la casa de Chet, no lo sabía.
No sabía tampoco por qué se sentía de esta manera, tan melancólico, tan triste, pero al mismo tiempo tan feliz y agradecido. Se paró un minuto a observar a su alrededor, y decidió entrar en un bar, necesitaba un trago.
La campanilla de la puerta sonó, anunciando su entrada y el escritor se sentó en la barra.
-Dame cerveza, de la mejor que tengas – se dirigía al camarero.
El camarero asintió
-Enseguida.
En cuanto la tuvo al frente bebió un largo trago, sus papilas gustativas entraron en contacto y saboreó la cerveza. Saboreó el leve y placentero ardor que dejaba en su garganta. Estaba deliciosa, pero no era lo que quería, no era lo que necesitaba. Se puso a observar a su alrededor. Era una práctica muy común en él, el observar. Era un hábito que había adquirido con el tiempo, y venía con el ejercicio de escribir. Tenía que estar muy atento, y fijarse en las pequeñas cosas, a las que la mayoría del mundo no prestaba atención. Así que se dedicó a observar. A su lado estaba un hombre de mediana edad, que parecía esperar a alguien, porque alternaba su mirada entre la puerta de entrada, su reloj y su cerveza. En las mesas de atrás habían pequeños grupos de diversas personas. Pudo deducir que la mayoría venía de una tarde de arduo trabajo, a relajarse, y beber algo con los amigos. Frunció el ceño y tragó lentamente. Le habían entrado unas ganas de llorar terribles, y ni siquiera sabía muy bien por qué.
Se notó a sí mismo un poco distraído, no tan agudo como estaba acostumbrado a sentirse. Se preguntó que le pasaba. Sentía la mente un poco nublada, pero definitivamente no era por el alcohol, había bebido sólo dos tragos, no podía ser. De todos modos pidió una vaso de agua y bebió. Nada cambió. Sacudió la cabeza unas cuantas veces y comenzó a sentirse mejor.

La campanilla sonó nuevamente, Richard no tuvo que girar la cabeza, lo pudo ver en el reflejo de una estantería de vidrio que se ubicaba justo al frente de la puerta principal. Su sangre se volvió helada al ver quién era. Estaba cambiado, pero sus ojos seguían siendo igual de fríos.
Rick no se movió hasta que el sujeto estuvo sentado en una mesa detrás de la barra. Sintió que su cuerpo estaba temblando ligeramente y procuró moverse con cautela, muy lentamente, cosa que el individuo no lo reconociera a él. Y aunque la estancia estuviera inundada por el ruido de la gente y de la música, Castle casi podía oír la respiración de aquel hombre. Volvió a mirar a la estantería para asegurarse de que todavía estaba en el mismo lugar. Sintió como su estómago se revolvía y el sudor comenzaba a empaparlo, tomó otro trago largo de su cerveza para serenarse y suspiró fuertemente antes de decidirse a marcar en su celular.

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Eso es todo. Ojalá que les guste

Me gusto al igual que vicky_heat espero que los fics nos ayuden a pasar las 2 semanas eternas :/

Te felicito, escribes muy bien!! sigue adelante y intenta hacernos pasar estas dos semanas con menos sufrimiento.

que pasada tu fic!!! síguelo pleaaaaaseeee!!!!

Muchas gracias por sus comentarios y por darse el tiempo de leerlo, porque sé que es media lenta la forma en que escribo , pero es que me encanta detallar cada cosa.
Bueno, sin más preámbulos, el siguiente capítulo:

Sintió como su estómago se revolvía y el sudor comenzaba a empaparlo, tomó otro trago largo de su cerveza para serenarse y suspiró fuertemente antes de decidirse a marcar en su celular.

Capítulo II

-Beckett. – dijo Kate al otro lado de la línea con voz ronca. El escritor pensó que la había despertado.
-Soy Castle - dijo él en un susurro.
-¿Castle? ¿Por qué me estás llamando a estas horas?
-Estoy en un bar y…- se vio interrumpido por la detective.
-Bien por ti, Castle. Ahora déjame dormir. – replicó Beckett con voz cansada
-Beckett, escúchame atentamente y no me interrumpas – susurró serio –. Estoy en un bar, y acaba de entrar Jerry Tyson, el Triple Asesino, el bar se encuentra en la tercera avenida, con la 29 este. Se llama The Hill Bar.
La detective Beckett quedó fría con las palabras de el escritor y se hizo el silencio por varios segundos.
-Castle, llama a Ryan y a Esposito, yo llamaré a Montgomery. No te muevas, actúa normal, y, por favor, no hagas nada que te pueda poner en peligro, confío en ti. – él asintió en silencio, aunque supiera que Beckett no podía verlo.
-Vale, nos vemos.
Richard desconectó la llamada, volvió a beber un largo trago de su cerveza, y se dispuso a llamar al detective Ryan.



La detective Beckett se puso sus botas de taco alto y salió disparada hacia su auto, una vez adentro alertó a todas las unidades por la radio del vehículo. Recorrió las calles rápidamente, lo bueno era que como era tarde no había mucho tráfico, pero de todos modos necesitó hacer algunas maniobras propias de su habilidad para conducir. Tomó el celular y marcó el número de Esposito, ya le había avisado a Montgomery, sólo quería verificar que Castle había hecho lo que ella le dijo.
-Esposito acá.
-Esposito, soy Beckett ¿dónde están?
-Vamos llegando, venimos del este.
-Bien, yo vengo de la dirección opuesta, nos vemos allá, no se muevan hasta que yo llegue.
-Copiado, adiós.
-Adiós.
Kate respiró profundo, no podía evitar sentirse nerviosa aunque ya hubiera hecho esto muchas veces, el nerviosismo siempre venía junto con la adrenalina que le provocaban los arrestos y sobre todo si era de un criminal tan buscado como el Triple Asesino. Lo único que le preocupaba en ese momento era que Castle hiciera algo realmente estúpido, y de seguro que lo haría. Kate lo conocía lo suficientemente bien como para saber que lo iba a enfrentar antes de que llegaran. Aquel pensamiento le nubló aún más la mente y hundió el pie un poco más en el acelerador.



Castle se levantó de su asiento frente a la barra y fue al baño, se mojó la cara para despejarse, realmente estaba aterrado, pero nunca lo admitiría. Ni a él mismo, ni a nadie. Se miró al espejo y pensó. Se convenció a sí mismo de que estaría bien, de que Beckett llegaría en unos segundos y lo sacaría de ahí. Se miró a los ojos en el espejo y asintió para sí mismo, con decisión. Dejó el baño y se volvió a sentar en su asiento en la barra, asegurándose de que el hombre no lo hubiera visto. Pero supo que había cometido un grave error, al sentir, minutos después, el cañón de una pistola en su espalda. Se enderezó y miró a la estantería, era él, y cubría el arma con una chaqueta. Sintió la fría respiración del asesino en la humedad que el sudor había dejado en su cuello. Después susurró:
-Nos volvemos a encontrar, Señor Castle - le vio sonreír con malicia en el reflejo -. Terminas tu cerveza, pagas y después nos largamos ¿Quedó claro?
Castle asintió lentamente y tomó su cerveza también muy lentamente, para ganar tiempo.
-Rápido, no tengo todo el día.
Richard tomó lo que quedaba de un trago y dejó diez dólares sobre la barra.
-Camina - ordenó Jerry
Salieron del bar y caminaron, lentamente. Parecía que Jerry sabía perfectamente lo que hacía porque estaba muy tranquilo y sereno.
-Entonces, Jerry, nos volvemos a encontrar - susurró Castle, sintiendo el cañón del arma enterrándose fuertemente en su columna
-Así es, un lindo encuentro.
-Dime ¿Cómo me reconociste?
Castle sentía el sudor caer por su sien.
-Bueno, tu cara no es fácil de olvidar. Tienes un rostro muy peculiar ¿Sabes?
-Sí, lo sé - susurró para sí mismo - y en este momento me maldigo por eso.
Castle miraba a su alrededor para guardar en su mente algunas referencias visuales, y trataba de memorizar las calles por las que pasaban. Aunque tuviera una pistola en su espalda se sentía confiado de sí mismo. Ya se había convencido de que saldría de ésta.

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Eso es todo por hoy. Espero que les agrade
Y muchas gracias por sus comentarios

Esto se pone muy interesante

Por favor continúa con un nuevo capítulo pronto.

Esta super bien!!! y lo del triple asesino
por favor que lleguen beckett y la caballeria!!!

super bueno el fic
sube el suguiente capitulo quiero saver que pasa

MUY BUENO, SUBE MAS CAPITULOS!!!!

intriga intriga intriga. por fa continualo pronto que esta muy bien!!!

Estoy intrigadisima por lo que va a pasar

sigue asi

Muchas gracias por sus comentarios son geniales, de verdad que muchas gracias!
Siento la demora, es que he tenido un montón de cosas que hacer
Bueno, como siempre, se aceptan reclamos y sugerencias de todo tipo



Capítulo III

Kate aparcó el auto afuera del bar y se bajó. Vio como llegaban 3 patrullas más. Esposito y Ryan se bajaron y se reunieron con ella. Tomaron su formación de siempre, ella adelante y los detectives escoltándola por ambos flancos. Habían pasado casi 2 meses desde que se había enfrentado al Triple Asesino y no sabía si estaba preparada. Recordaba aquella noche perfectamente. Su corazón había latido agolpado ante la preocupación que le había causado el hecho de que Castle pudiera estar en peligro, esta vez no pasaría eso. Esta vez no, esta vez lo atraparían. Se lo prometió a sí misma y mentalmente a Castle. También recordaba como él se había sentido ese día. No era justo que tuviera que pasar por eso, él era un escritor, no un policía. No era justo que sintiera aquel fracaso, aquella sensación de vacío, de decepción, de castigo. No iba dejar que pasara nuevamente.
Abrió la puerta del bar con rapidez, apuntando su arma. Pasó la mirada rápidamente por el lugar. Todo el mundo la miraba, aterrado.
-Que nadie se mueva hasta que yo diga lo contrario - dijo con firmeza.
Recorrió el bar con lentitud, siempre alerta. Ryan y Esposito avanzaban de igual manera.
- Ustedes inspeccionen los baños. - dijo en voz baja a los dos detectives
Ambos asintieron y la adelantaron, adentrándose en los baños. Beckett siguió avanzando, en minutos que parecieron interminables para muchos de los presentes, mirando a todo el mundo. Todos estaban quietos y la mayoría con las manos en alto. Le causó gracia aquello. Ella nunca había dicho que levantaran las manos, sin embargo todos actuaban en masa. Le maravilló y al mismo tiempo despreció el comportamiento humano. Sacudió la cabeza ligeramente y se volvió a concentrar. Llegó al final del edificio, se volvió y bajó el arma.
-Despejado - gritó Esposito desde el baño
-Acá también - respondió –. Siento las molestias, pueden volver a lo que estaban haciendo, gracias. - dijo a la multitud.
Esposito llegó seguido de Ryan, con mala cara.
-Lo hemos perdido.
-Lo sé - dijo Kate con frustración en su voz, y suspiró.
Se acercó al cantinero, que también parecía ser el dueño del pequeño bar.
-Detective Kate Beckett. NYPD – Mostró su placa al hombre –. Siento la interrupción.
-¿Qué ha pasado? - Preguntó el hombre, todavía un poco choqueado.
-Buscamos a este hombre - Kate mostró la foto de Jerry Tyson, y vio por el rabillo del ojo como Javier y Kevin se acercaban a ella – ¿Lo ha visto?
El hombre vio la foto con indecisión.
-Sí, lo he visto. Estaba aquí de hace menos de dos minutos – El corazón de Kate comenzó a galopar debajo de su pecho –. Pero su rostro estaba algo cambiado.
-¿Estaba con éste hombre? – preguntó apurada, mostrando una foto de Castle.
-Sí, ese mismo. El tipo estaba bastante deprimido. – Kate ignoró el comentario.
-Muchas gracias. Ryan, Esposito - se dio vuelta dirigiéndose a los detectives –. Alerten a todas las unidades. Que hagan un barrido de 1 kilómetro a la redonda y que pongan una orden de búsqueda. Rápido
Ellos asintieron y salieron hacia la patrulla.
-Una cosa más – Kate se dirigió al cantinero nuevamente – ¿Salieron a pie?
El cantinero asintió y Kate salió corriendo a su patrulla tomó su radio y convocó a todas las unidades cercanas para hacer el barrido. Después puso en marcha su auto, sintió el rugido del motor y encendió la sirena. Apretó el acelerador a fondo y el vehículo partió con un pequeño chirrido.



Estaban en un estacionamiento que parecía abandonado, ahora Jerry lo tomaba por el brazo y tenía el cañón apoyado en su sien. Ahora que no había nadie para ser testigo. Caminaban a zancadas. Castle miraba todo a su alrededor, buscando algo para librarse de Tyson y atacarlo de vuelta, pero no encontraba nada, estaban en un aparcamiento totalmente vacío, a excepción de algunos vehículos. Siguieron caminando hasta llegar a un vehículo viejo y desgastado, cubierto de óxido y de polvo. Jerry abrió la puerta del acompañante y metió a Richard adentro con agresividad. Cerró la puerta y dio la vuelta al auto, siempre apuntando su arma hacia el escritor, se subió y arrancó el motor. El despiadado asesino no había dejado de apuntarlo con su arma en ningún momento. Manejaba con una mano al volante y a toda velocidad, pasando todas las luces rojas y cuando se encontraba con una curva, derrapaba sin dejar de acelerar.



El móvil de Beckett sonó en el bolsillo de su chaqueta de cuero. La detective se sobresaltó, estaba muy ensimismada en sus pensamientos. Estiró la mano y alcanzó su móvil.
-Beckett
-Soy Ryan, avisamos al precinto y están triangulando la señal del móvil de Castle. Todavía no es nada seguro, y todavía están estrechando la ubicación, pero al parecer van por la cuarta avenida hacia el este, y van en coche, porque se mueven bastante rápido.
-Bien, es lo único que tenemos, hay que aprovecharlo. Yo iré por el este, ustedes daros la vuelta y así los podemos rodear por ambos lados. Sólo esperemos que la señal no se pierda.
-Vale – Kate pudo escuchar como Esposito le decía algo a Ryan pero no podría decir que era exactamente – Y, Beckett... – Ryan dudó por un momento – No te preocupes, lo atraparemos.
La detective se sorprendió ¿Tan obvia era su preocupación? Dudó que contestar, y por un momento quiso llorar. Aparte del caso de su madre, en toda su carrera la detective nunca se había sentido tan derrotada, tan perdida, y la frustración le estaba ganando. Inhaló profundamente y respondió:
-Gracias Kevin – Suspiró y desconectó la llamada.
Aceleró y tomó la cuarta avenida hacia el este.
Miró al asiento del copiloto, donde Castle iría sentado. Sintió tristeza, otra vez le había fallado, otra vez había dejado al triple asesino salirse con la suya.

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Eso por hoy
Y no se impacienten que ya vendrán momentos Caskett Lo prometo

ah no!! No nos puedes dejar asi!!

vicky_heat escribió:yaa se acabó por hoy??? joooo se me ha echo muy cortoo
vas fantasticamente BIEN !!!!! pero porfiis intenta alargarlos un peliin mas solo eso jeje!!!!!!


ANIMOO Y A SEGUIR OTRO CAP PRONTO QUE A ESTE PASO ME DA UN XUNGO!!!!!

Lo siento, para la próxima prometo uno más largo esperemos que sea mañana, muchas gracias por sus comentarios

Quiero el siguiente, quiero el siguiente, quiero el siguiente!! *.*
Me ha encantado, de verdad!! Y me encanta como escribes Lo esperaré con ganas! ^^

Hola chicas. Muchas gracias por sus comentarios significan un montón para mi Muchas disculpas por toda la demora, es que fue un fin de semana muy movido, apenas tuve tiempo. Bueno, sin más rodeos otro cap



Capítulo IV

Jerry Tyson estaba sentado en un piso mirando fijamente a Richard Castle. Estaban en un duelo. Nadie lo había concertado pero sabían que ambos estaban encarnados en aquel duelo de miradas. Ninguno de los dos se resignaba a perder. Pasaron largos minutos antes de que Jerry se diera vuelta en el piso, dándole la espalda a Castle, y comenzara a depositar una línea de coca en la mesa que se encontraba frente a él. Después otra, y después otra. Sacó un billete de un dólar y lo enrolló, disponiéndose a aspirar la primera línea.
-¿No crees que eso es un poco tacaño? – dijo el escritor detrás de él. Tyson se dio vuelta y lo fulminó con la mirada – Digo, si vas a aspirar coca hazlo con un billete de por lo menos veinte.
Tyson lo ignoró y aspiró las dos primeras líneas. Se sobó la nariz por el ardor e inhaló profundamente.
-Entonces, Richard ¿no? – se dio vuelta para enfrentarse al escritor – Dime una cosa ¿crees que esta detective tuya te vaya a encontrar a tiempo?
Castle tragó saliva para desanudar su garganta, sintió el sudor salir por cada poro de su cuerpo y habló:
-Por supuesto, es Beckett. Por supuesto que me va a encontrar. Y también te va a encontrar a ti.
-¿De verdad lo crees? Porque la vez pasada llegó un poco tarde.
Castle no habló. Estaba atado con cadenas a una columna de un viejo sótano. Su gabardina estaba tirada al otro lado de la habitación, junto con su móvil. Tenía la camisa abierta dejando ver su sudadera blanca salpicada de sangre. Tenía también la evidencia de que un hilo de sangre había corrido desde su nariz a la sudadera. Bajó la cabeza y suspiró. Pensó en Alexis, y sintió ganas de llorar ¿Qué pasaría si Beckett no llegaba a tiempo? No quiso pensar en ello, pero tampoco podía evitar plantearse lo que pasaría en esa situación ¿Lo mataría Jerry, o lo dejaría vivir como la vez pasada?
Jerry miraba por la ventana cunado se aclaró la garganta.
-¿Qué podré hacer contigo? – susurró sin dejar de mirar a través de la ventana – He tratado de pensar en algo… – Hizo una pausa para enfrentarse a Rick otra vez – Pero todo me parece tan cliché.
Castle no levantó la cabeza, no quería escuchar nada de lo que él tenía para decir, y aún así, Tyson siguió hablando.
-He pensado en cosas como torturarte, pero no encuentro la manera la suficientemente original, es decir, sí, te podría pegar o… cortarte o tal vez quemarte un poco. Pero es que no es mi estilo. – Tyson levantó las manos en el aire sarcásticamente, como en un ademán de disculpa, y abrió aún más sus grandes ojos azules, acercándose a Castle lo suficiente para que pudiera sentir el su tibio aliento chocando contra su cara. –¿Qué piensas tú, mi buen amigo?
-Pienso que deberías lavarte los dientes más a menudo – dijo Castle alejando su rostro y tosiendo por lo bajo. – En serio, apesta.
Castle pudo ver cómo la cara de Jerry se contraía en una mueca de furia y se le hinchaba la vena que corría por su frente, al igual que la de su cuello. No sabía muy bien por qué, pero al parecer el comentario le hizo estallar. Supo que había metido la pata y vio venir lo peor: otra golpiza más. Jerry se le lanzó encima y lo golpeó con los nudillos en la mandíbula. Castle gimió y se dobló contra la columna, arqueando la espalda. Sintió el dolor y la abrasión del golpe. Tyson se acercó a él tanto como la vez anterior, y mirándolo directamente a los ojos dijo:
-¿Tú crees que yo estoy de coña acá? – Tomó a Castle por el pelo y tiró de él, llevándole la cabeza hacia atrás para que se estampara contra la columna a la que estaba amarrado, lo volvió a tirar del pelo y lo golpeó en la nariz, después lo soltó.
Castle bajó la cabeza adolorido y malherido. Un hilo de sangre corría por su nariz y juraría que otro en la zona de su nuca. Se sentía aturdido y todo le daba vueltas en la cabeza.
-¡Respóndeme! – vociferó el asesino, atestándole una patada en las costillas. Richard gritó y se mordió el labio inferior, aguantando el dolor.
Bajó la cabeza y dirigió sus ojos a los de Jerry, con una mirada implacable y decidida, la sostuvo por largos minutos, que parecieron nunca acabar. Jerry bufó y se marchó cerrando la puerta del sótano con llave.



-¡Mierda! – soltó Beckett con frustración, golpeando el manubrio de su patrulla.
Acababa de recibir una llamada de Esposito para avisarle que la señal en el móvil de Castle se había perdido de hace unos 7 minutos. Pero que al parecer estaba en un sótano, porque la señal se había perdido lentamente. Lo bueno era que por lo menos sabían que estaban en algún lugar subterráneo. Lo malo era que cuando se instauró la ley seca, se había construido un sistema subterráneo de túneles que conectaba casi toda la ciudad, por lo que se podrían estar moviendo en el preciso instante. A veces odiaba Nueva York.
La detective no pudo evitar sentirse culpable. No se podía ni imaginar en el estado en el que Castle estaba. Ya había pasado una hora y media desde que se lo llevara, y la detective ya había estudiado al triple asesino, sabía que tenía rabia en su interior, y que podría desatarse en cualquier momento y a la más mínima provocación. Y dado que era su segundo encuentro con Castle, no dudaría en matarlo esta vez, si tuviera que hacerlo. Ni siquiera quiso pensar en ello, porque le daban ganas de llorar. Le costaba mucho admitirlo, pero Castle se había vuelto una de las personas más importantes en su vida. No sabía como, pero había logrado entrar en su vida de una manera en la que no todos podían. Se había metido profundamente en su piel, y no lograba sacárselo, por más que tratara.
Tampoco sabía muy bien lo que sentía por él. Una parte de ella gritaba a todo color que lo deseaba, pero la otra no quería arruinar la relación de amistad que se había formado entre ellos, que sabía que era fuerte. Y la otra parte, apelaba a su molaridad y a su orgullo. Es decir, no podía ceder así de fácil al novelista de best-sellers, dejándolo ganar. No podía ser sólo otra de sus conquistas.
Se sintió terriblemente mal, y por un momento deseó que esto nunca hubiera pasado. Estaba demasiado asustada por el hecho de que hubiera una mínima posibilidad de perderlo. No creía que pudiera manejar la muerte de otro ser querido, no se creía capaz. Ese era el problema de encariñarse con la gente, que uno siempre tiene el riesgo de salir herido. Y lo peor de todo era que sería su culpa si pasaba algo.
Inmediatamente pensó en Alexis y en Martha, y se sintió peor. Se supone que ella debería haberlo protegido por ellas, para que no existiera el riesgo de que algo como esto pasara y que Alexis se quedara sin padre, y Martha sin hijo. Ella era la policía, no él. Se reprochó a si misma, de haber llegado dos minutos antes, ya tendrían al triple asesino tras las barras, y a Castle sano y salvo en su casa, con su familia.
Decidió ir al precinto para analizar su siguiente movimiento con tranquilidad. Se le estaba acabando el tiempo y no podía cometer más errores.



Luchaba por mantener los ojos abiertos, por pensar coherentemente. De hacerlo, ya habría encontrado la forma de librarse, o tal vez no. Es decir, estaba amarrado con cadenas a una columna, no había ninguna posibilidad de moverse, de ninguna manera. Lo único que había conseguido eran heridas en sus muñecas de tanto moverlas entre las cadenas.
No podía quedarse inconsciente ahora, ésta era su oportunidad. Jerry se había ido a quién sabe donde y podría llegar con un arma o algo desquiciado. Tenía miedo, realmente tenía miedo, sintió pánico, y comenzó a sudar y a hiperventilar. Quiso calmarse y comenzó a inhalar y exhalar acompasadamente, desacelerando su corazón. Respiró con fuerza por última vez y frunció el ceño. Pronto comenzó a mover las manos en las cadenas, intentando sacar una de ellas. Apretó los dientes y la mandíbula, le ardían las muñecas y sentía como sus heridas se iban haciendo más profundas. Se decidió por la mano izquierda – la derecha la necesitaría – y la llevó hacia adentro suavemente, y después la tiró con toda su fuerza hacia fuera. En la habitación se oyó una fractura proveniente de los huesos de Castle y después un alarido de dolor desgarrador. Richard apretó los dientes con fuerza mientras las lágrimas rodaban por su mejilla. El dolor era demasiado y sintió ganas de rendirse, de caer inconsciente, pero no se lo permitió, ya estaba a mitad de camino. Movió su mano izquierda cuidadosamente. La parte más grande de ella ya había sido liberada de las cadenas y le estaba torturando, ahora le quedaban los dedos. Tiró nuevamente, soltando un grito, pero no conseguía sacarlos completamente, el espacio era demasiado estrecho y se dedos eran gruesos. Comenzó a llorar desesperadamente cuando se dio cuenta de que tendría que aplicar la misma técnica de antes para liberar completamente su mano. Respiró y lloró aún más fuerte. Tiró nuevamente y sintió que su pulgar y meñique se fracturaban. Gritó, desgarrando el aire. Las lágrimas caían frenéticamente por sus mejillas, como un río de agua salada. Puso su mano izquierda al costado de su cuerpo como pudo y ya que no ocupaba espacio dentro de las cadenas, su mano derecha pudo salir fácilmente. Sollozó unos minutos más y comenzó a arrastrar lentamente su cuerpo hacia el otro lado de la habitación. Le dolía todo, estaba seguro de que Jerry le había fracturado unas cuantas costillas. Se movía muy lentamente, pero ya estaba llegando hacia el otro extremo, hacia su gabardina y hacia su móvil.
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Eso es todo lo que tengo por hoy un capítulo con harta acción.

Es lo más largo que he podido hacerlo Lo siento.
Muchas gracias por sus comentarios y que lo disfruten

POR DIOS!!!!! GRACIAS POR ESTE CAPITULO!!! PERO NO NOS DEJES ASI!!!!!

pobrecillo que pena..... estoy con el corazon en un puño ojala lo encuentre muuy pronto!


te a quedado PERFECTO muchas gracias por intentar alargarlo un pelin mas ,te lo agradezco muchisimo!!!

QUE BUENO!!! Gracias por el capitulo, y ya sabes ya estamos esperando otro ...je,je,je

Awwwwwwwww quiero que Beckett le encuentre yaaaa! T.T Pobrecico mío, que le han dejado destrosaico... A ver si Kate le da una buena paliza al 3XK cuando le encuentre, que quiero Vendetta!!!! xDD

Gracias por el capi! =P