¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
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Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
María, muy bien, esta historia es complicada y la estas llevando estupendamente.
Ánimo.
Ánimo.
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Muy bueno, siguelo.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
María
¿Que tal ese cole? ¿Te están dando caña?
Espero que tengas algún ratito sin deberes y nos puedas actualizar cualquiera de tus dos historias.
Mientras, aprovecho para saludarte y para animarte con tus estudios de francés (jeje)
¿Que tal ese cole? ¿Te están dando caña?
Espero que tengas algún ratito sin deberes y nos puedas actualizar cualquiera de tus dos historias.
Mientras, aprovecho para saludarte y para animarte con tus estudios de francés (jeje)
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Muchas gracias por vuestros comentarios, por seguir leyendo, la verdad es que aún no me creo que esta historia guste.
Quiero agradecerselo a Ana, por insistir, y a Alba, por estar ahí y ayudarme con mis dudas.
GRACIAS A TODOS.
Espero que os siga gustando y perdón por la tardanza.
Capítulo 13:
Dicen que cuando el corazón falla no sufres.
No te daña.
Que no transmite el dolor.
Que cuando sufres una especie de infarto, el corazón no lo notas, él no te
duele, él no duele, no sufre, no sufres.
Todos ellos no conocieron el amor.
¿Cómo si no puede hacerme tanto daño?.
¿Cómo puedo notar que el corazón bombea con mayor intensidad cuando lo veo, lo toco, lo beso...cómo es eso posible si sientes el corazón
fracturarse?.
Y cuando me defrauda esa persona, cuando descubro que cambió, cuando siento que lo pierdo...
¿Por qué siento mi corazón desquebrajarse, romperse en mil pedazos?.
Sentir como deja de enviar sangre a cada poro de mi ser y sentir que no vuelve a latir. Que se convierte en un elemento inútil, algo inservible, incompetente.
Decidme, si no sientes el corazón dañarse, si no sufres cuando él falla...¿por qué me siento como si no tuviera tal órgano vital?.
Sentirme un ser sin vida, sin notar vida dentro de mí, sabiendo que es exactamente eso lo que está creciendo en mí.
Mi corazón se rasga por dentro y yo lo noto, se raja y yo lo siento, se descompone y yo con él.
Todos están equivocados, el corazón duele, duele mucho y más cuando es alguien amado quien te lo arrebata de su sitio, quien lo rompe en pedazos sin piedad y más aún cuando lo hace delante de tí.
Conclusiones, pensamientos...es curioso la de cosas que piensas en momentos críticos.
Tengo la mirada ida, mirando a un punto indefinido del salón, esperando algo, un señal que me diga que todo esto es una maldita pesadilla, que nada existe y que pronto me voy a despertar a su lado, ver su sonrisa, esa pícara y risueña, la que le caracteriza.
Pero todo es real, cada escena, cada mirada de odio, cada bofetada, todo...era verdad, es la realidad.
Y me concentro en aquella noche, esa noche lluviosa dónde nos amamos por primera vez, la recuerdo y la siento como un sueño, un sueño incumplido, algo que nunca ocurrió y me duele.
Llevo mi mano a mi tripa, y por vez primera, se vislumbra un ápice de alegría en mi rostro, una disimulada sonrisa al pensar que voy a ser madre.
Pensamiento que me devuelve la esperanza perdida, esperanza al pensar que puedo salir adelante y, si todo falla y no lo podré recuperar nunca más, esa esperanza es la que me da fuerzas, pensar que puedo seguir adelante, aunque sea sin él, aunque me duela, pero no voy a derrumbarme, no puedo hacerlo, tengo que intentar salir adelante con o sin él, aunque sea sentenciar mi muerte en vida, pero lo tengo que hacer, por mi hijo.
- Kate...
Y vuelvo al mundo real.
- Chicos...
No tengo palabras y tampoco es que quisiera hablar, pero tengo la necesidad imperiosa de hacerlo, no sé si es porque tienen derecho a saberlo, o porque esta carga ya pesa mucho como para seguirla llevando yo sola a cuestas.
Suspiro. Los miro, me miran, y vuelvo a suspirar, soltando aire, volviendo a aspirarlo, haciendo esa acción tantas veces como me da tiempo en un minuto, lo suficiente para tranquilizarme, para calmar mis nervios, para poder ser lo más sincera posible y no llorar en el intento.
Pero por lo visto la batalla la tengo perdida y las lágrimas salen tan
siquiera haber empezado a hablar, la situación me supera, todo me supera.
Los chicos siguen mirando, sin saber muy bien qué hacer, y no les culpo, Lanie hace el amago de acercarse a mi, pero la detengo, quiero hablar, no lo voy a largar más.
- Tengo miedo- No he querido empezar por ahí, pero es lo primero que ha salido de mis labios- Tengo miedo de haberlo perdido, de que me haga daño, y que nunca pueda recuperarlo. No quiero verlo así, no puedo, no...él necesita ayuda.
Y lo digo con total seriedad en esas palabras, es la única cosa de la que ahora estoy al cien por cien segura de lo que voy a hacer. No pienso rendirme y perderle, hace tiempo que eso ya no forma parte de mis planes. No pienso perderlo.
- Vale. Lo entendemos, como te dije una vez, yo también lo aprecio, es mi amigo, nuestro amigo, y le ayudaremos, ¿no es así, bro?.
- Exacto.
Y me sonríen con dulzura. Y todo está dicho.
- Primero hay que pensar como se lo decimos.
- Pero...
-¿Si?.
- Si por un casual, que lo más seguro no ocurra, si opone resistencia o se niega a ver a un especialista...
- Habrá que ingresarlo...
Terminan ambos detectives por acabarse entre ellos sus frases, y yo siento una opresión en el pecho. Lo último que quiero es vivir separado de él, sin saber por cuanto tiempo, y tener que verle según el horario de visitas.
Suspiro, meditándolo bien, si eso implica que lo podré recuperar, si por una casual tenemos que ingresarle en un centro psiquiátrico, entonces, por su bien, tendré que aceptarlo, aunque eso signifique que tendría que vivir sin su aroma, sin su abrazo, sin escuchar los acompasados latidos de su corazón.
- Esta bien, si nos viéramos obligados a hacerlo, entones lo haremos.
Y todos asentimos, conformes.
- Chicos yo...os lo tenía que haber contado antes, yo...
Me mira. Agacho la cabeza, y otro par de lágrimas bajan por mis mejillas.
- Pensé que se acabaría, que eran alucinaciones mías, pero después de aquella noche, cuando sentí su mano ardiendo en mi mejilla, su mirada de odio, viendo a un desconocido en vez de mi novio y yo...
No puedo aguantar, redimir todo eso, revolverlo todo, es...agotador, frustrante y doloroso.
Por suerte, mejor dicho, por desgracia, ya no tengo tiempo de pensar en nada más, sino en lo que viene ahora, después de haber escuchado unos pasos aproximándose a nosotros, dentro de mi habitación. Sólo pensar en eso, en qué decirle.
Y vuelvo a suspirar, pero esta vez retengo más aire de lo debido y no lo suelto, espero a que pase suficiente tiempo hasta que las ganas de seguir respirando, me obligan a expulsarlo, y me siento un poco mejor.
Mis facciones se tensan, mi mirada se oscurece, y en la sala sólo quedamos dos, sin importar que haya nadie más, sólo él, con una mirada diferente a la mía, confusa, sólo él y yo.
Y me dispongo a hablar.
Quiero agradecerselo a Ana, por insistir, y a Alba, por estar ahí y ayudarme con mis dudas.
GRACIAS A TODOS.
Espero que os siga gustando y perdón por la tardanza.
Capítulo 13:
Dicen que cuando el corazón falla no sufres.
No te daña.
Que no transmite el dolor.
Que cuando sufres una especie de infarto, el corazón no lo notas, él no te
duele, él no duele, no sufre, no sufres.
Todos ellos no conocieron el amor.
¿Cómo si no puede hacerme tanto daño?.
¿Cómo puedo notar que el corazón bombea con mayor intensidad cuando lo veo, lo toco, lo beso...cómo es eso posible si sientes el corazón
fracturarse?.
Y cuando me defrauda esa persona, cuando descubro que cambió, cuando siento que lo pierdo...
¿Por qué siento mi corazón desquebrajarse, romperse en mil pedazos?.
Sentir como deja de enviar sangre a cada poro de mi ser y sentir que no vuelve a latir. Que se convierte en un elemento inútil, algo inservible, incompetente.
Decidme, si no sientes el corazón dañarse, si no sufres cuando él falla...¿por qué me siento como si no tuviera tal órgano vital?.
Sentirme un ser sin vida, sin notar vida dentro de mí, sabiendo que es exactamente eso lo que está creciendo en mí.
Mi corazón se rasga por dentro y yo lo noto, se raja y yo lo siento, se descompone y yo con él.
Todos están equivocados, el corazón duele, duele mucho y más cuando es alguien amado quien te lo arrebata de su sitio, quien lo rompe en pedazos sin piedad y más aún cuando lo hace delante de tí.
Conclusiones, pensamientos...es curioso la de cosas que piensas en momentos críticos.
Tengo la mirada ida, mirando a un punto indefinido del salón, esperando algo, un señal que me diga que todo esto es una maldita pesadilla, que nada existe y que pronto me voy a despertar a su lado, ver su sonrisa, esa pícara y risueña, la que le caracteriza.
Pero todo es real, cada escena, cada mirada de odio, cada bofetada, todo...era verdad, es la realidad.
Y me concentro en aquella noche, esa noche lluviosa dónde nos amamos por primera vez, la recuerdo y la siento como un sueño, un sueño incumplido, algo que nunca ocurrió y me duele.
Llevo mi mano a mi tripa, y por vez primera, se vislumbra un ápice de alegría en mi rostro, una disimulada sonrisa al pensar que voy a ser madre.
Pensamiento que me devuelve la esperanza perdida, esperanza al pensar que puedo salir adelante y, si todo falla y no lo podré recuperar nunca más, esa esperanza es la que me da fuerzas, pensar que puedo seguir adelante, aunque sea sin él, aunque me duela, pero no voy a derrumbarme, no puedo hacerlo, tengo que intentar salir adelante con o sin él, aunque sea sentenciar mi muerte en vida, pero lo tengo que hacer, por mi hijo.
- Kate...
Y vuelvo al mundo real.
- Chicos...
No tengo palabras y tampoco es que quisiera hablar, pero tengo la necesidad imperiosa de hacerlo, no sé si es porque tienen derecho a saberlo, o porque esta carga ya pesa mucho como para seguirla llevando yo sola a cuestas.
Suspiro. Los miro, me miran, y vuelvo a suspirar, soltando aire, volviendo a aspirarlo, haciendo esa acción tantas veces como me da tiempo en un minuto, lo suficiente para tranquilizarme, para calmar mis nervios, para poder ser lo más sincera posible y no llorar en el intento.
Pero por lo visto la batalla la tengo perdida y las lágrimas salen tan
siquiera haber empezado a hablar, la situación me supera, todo me supera.
Los chicos siguen mirando, sin saber muy bien qué hacer, y no les culpo, Lanie hace el amago de acercarse a mi, pero la detengo, quiero hablar, no lo voy a largar más.
- Tengo miedo- No he querido empezar por ahí, pero es lo primero que ha salido de mis labios- Tengo miedo de haberlo perdido, de que me haga daño, y que nunca pueda recuperarlo. No quiero verlo así, no puedo, no...él necesita ayuda.
Y lo digo con total seriedad en esas palabras, es la única cosa de la que ahora estoy al cien por cien segura de lo que voy a hacer. No pienso rendirme y perderle, hace tiempo que eso ya no forma parte de mis planes. No pienso perderlo.
- Vale. Lo entendemos, como te dije una vez, yo también lo aprecio, es mi amigo, nuestro amigo, y le ayudaremos, ¿no es así, bro?.
- Exacto.
Y me sonríen con dulzura. Y todo está dicho.
- Primero hay que pensar como se lo decimos.
- Pero...
-¿Si?.
- Si por un casual, que lo más seguro no ocurra, si opone resistencia o se niega a ver a un especialista...
- Habrá que ingresarlo...
Terminan ambos detectives por acabarse entre ellos sus frases, y yo siento una opresión en el pecho. Lo último que quiero es vivir separado de él, sin saber por cuanto tiempo, y tener que verle según el horario de visitas.
Suspiro, meditándolo bien, si eso implica que lo podré recuperar, si por una casual tenemos que ingresarle en un centro psiquiátrico, entonces, por su bien, tendré que aceptarlo, aunque eso signifique que tendría que vivir sin su aroma, sin su abrazo, sin escuchar los acompasados latidos de su corazón.
- Esta bien, si nos viéramos obligados a hacerlo, entones lo haremos.
Y todos asentimos, conformes.
- Chicos yo...os lo tenía que haber contado antes, yo...
Me mira. Agacho la cabeza, y otro par de lágrimas bajan por mis mejillas.
- Pensé que se acabaría, que eran alucinaciones mías, pero después de aquella noche, cuando sentí su mano ardiendo en mi mejilla, su mirada de odio, viendo a un desconocido en vez de mi novio y yo...
No puedo aguantar, redimir todo eso, revolverlo todo, es...agotador, frustrante y doloroso.
Por suerte, mejor dicho, por desgracia, ya no tengo tiempo de pensar en nada más, sino en lo que viene ahora, después de haber escuchado unos pasos aproximándose a nosotros, dentro de mi habitación. Sólo pensar en eso, en qué decirle.
Y vuelvo a suspirar, pero esta vez retengo más aire de lo debido y no lo suelto, espero a que pase suficiente tiempo hasta que las ganas de seguir respirando, me obligan a expulsarlo, y me siento un poco mejor.
Mis facciones se tensan, mi mirada se oscurece, y en la sala sólo quedamos dos, sin importar que haya nadie más, sólo él, con una mirada diferente a la mía, confusa, sólo él y yo.
Y me dispongo a hablar.
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
- Mensajes : 502
Fecha de inscripción : 08/10/2012
Edad : 26
Localización : Ceuta (España)
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Ay no por dios, no lo dejes asi !
sigue ahora mismo
la historia me gusta por que tu la narras de una manera muy muy especial
sigue ahora mismo
la historia me gusta por que tu la narras de una manera muy muy especial
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Pero si es precioso. Continualo pls.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Que decirte que no te haya dicho ya María. Me encanta poder ayudarte, me encanta como escribes y como haces que me meta en la piel de cada personaje. Este capítulo en el que Kate por fin expresa todo lo que siente me ha gustado mucho.
Continua pronto
Continua pronto
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Ayns... ¿Te esta costando eh María?
Es un tema complicado. Espero que pronto empieces a solucionarlo, estaremos aquí esperando para ver por donde nos conduces.
Ánimo!!!!
Es un tema complicado. Espero que pronto empieces a solucionarlo, estaremos aquí esperando para ver por donde nos conduces.
Ánimo!!!!
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
arreglalo yaaa por diooss
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Perdón por la tardanza, ha parte de ser un tema complicado, las clases apenas me han dejado tiempo y cuando lo he tenido, la inspiración no estaba de mi parte.
Gracias por seguir leyendo, a los fieles lectores que la siguen desde el principio y a los nuevos.
Espero haber captado la escena, ha sido complicado, espero que os guste.
Y recordar, no os olvidéis de comentar y dejar vuestra crítica de cómo va encaminada la historia.
Gracias de nuevo.
Capítulo 14:
Me arrincono en la esquina del cuarto de baño más alejada de la puerta.
Pego mis piernas todo lo posible a mi pecho, envolviéndolas con mis brazos, abrazándome a mi misma, dándome consuelo, intentando no desfallecer.
Y entonces empieza a aporrear la puerta, parece que la vaya a tirar abajo de una sacudida, pero para mi suerte, no cede, resiste los placages que mi amado le propicia, y me alegro por ello, hace apenas unos segundos que hice la llamada a mi amiga y parece que hayan pasado horas.
Como instinto, llevo una de mis manos a mi barriga, y noto un sabor amargo, salado, las lágrimas han llegado a la comisura de mis labios.
Elevo la mirada al techo, suplico a dios que me perdone, que me perdone por si algo hice mal, si hice algo para merecerme esto, que me perdone, porque no lo soporto, no puedo más, temo por mi bienestar, por la vida de mi retroño y eso me asusta, no quiero pensar en eso, no.
Y sigue aporreando la puerta, pero esta vez, le pestillo tiembla a causa de la paliza y mi temor no desaparece del cuerpo.
Por desgracia para mi, la cerradura, el pestillo, la puerta en sí acaba de ceder. Y me aferro con todas mi alma a la pared de mi espalda, escondiendo entre mi pecho y mis piernas la cabeza, deseando despertarme de una jodida vez, y un nuevo porrazo, y grito por el estruendo.
Se para, todo se para, y levanto la cabeza.
Richard está tirado en el suelo, Espósito con la porra en la mano y con una cara de retrato. Y me levanto en cuento veo a mi amiga entrando por la puerta. En menos de tres minutos, ambas nos dirigimos hacia la puerta, necesitamos un respiro, yo, necesito olvidar por unos segundos todo esto.
Y cuando están apunto de cerrarse las puertas del ascensor, veo a Richard en el suelo de nuevo, antes de que Espósito cierre la puerta.
Y siento una opresión en el pecho, mi corazón se rompe por dentro, ¿significa esto que lo he perdido?.
*************
Y me vuelvo a hacer esa misma pregunta, mientras que lo sigo mirando, esperando alguna razón, señal o vía de escape para escapar de esta pesadilla.
Verlo delante de mi, con un rostro que ni siquiera yo conozco, es demasiado. Vuelvo a sentir el sabor amargo en mis labios, sus ojos azules se clavan en los míos y sin darme cuenta, se ha formado un nudo en mi garganta que me impide hablar, y tampoco puedo sostenerle la mirada, y la aparto, sintiendo mi mundo desmoronarse.
- Chicos, ¿qué ocurre?, ¿qué hacen aquí?, ¿Kate estás bien?.
Y esto es lo que más me duele, me hace daño y ni siquiera es consciente de ello, él mismo se está haciendo daño, pero no ve más allá de lo que su cerebro e permite y eso me duele.
- Castle, tenemos que hablar...
Y agradezco al cielo, si no es demasiado tarde, que Espósito haya aparecido ha escena, porque es me devuelve a la realidad y ya no me siento como si estuviera sola ante él, tengo a los chicos para ayudarme, a mi familia, para ayudarle a él, pero el nudo de garganta me sigue oprimiendo, me ahoga y no se va, quisiera mirarle a los ojos, que sepa la gravedad del asunto y que yo estoy aquí, con él, para ayudarle a seguir adelante, que lo tiene que hacer por nosotros, por él y por nuestro hijo.
- Ven, siéntate
Lo hace indeciso, pero obedece a Ryan, y vuelvo a agradecerle al cielo que no se haya sentado conmigo, porque entonces no podría soportarlo tenerlo tan cerca y no poder aguantarme para no echarme a sus brazos y pedirle que me despierte y que me diga que todo saldrá bien, que sólo ha sido una pesadilla, y que pronto estaremos de vuelta a nuestra querida rutina, pero esta vez con alguien de por medio.
Y me siento, por las caras que tiene todos, intuyo que algo grave a pasado. Kate no me sostiene la mirada, y con eso me dice que va conmigo, algo he hecho, pero no sé el qué.
No me siento a su lado para no incomodarla, no quiero aumentar la tensión que ya de por sí sola, se ha formado en la sala.
- Vosotros diréis.
Y mi nerviosismo aumenta sin razón, mis manos sudan y tiemblan y me asusto, no me gusta que mi cuerpo responda así, porque me desconozco a mi mismo y eso me llega a asustar.
Y siento una incomodidad aplastante.
Me llevo las manos a mi flequillo, desenvolviéndolo, llenándolo de un brillo casi grasiento a causa del sudor.
Y la tensión aumenta, todos callados, silencio completo hasta que yo acallo la silenciosa armonía compuesta por tensión e incomodidad.
- Castle necesitas ayudas.
Una cara inexplicable, con cierta confusión y descubro que no está al tanto de la situación, o al menos finge muy bien.
Me inclino hacia delante, y sonrío para mis adentros, agradeciéndole que se haya puesto justo enfrente de mí y pueda mirarle fija y directamente a esos ojos azules intensos.
- Castle, has echo daño a Kate.
No quiero ser directo, que cojones es mi amigo, no debería hablarle así cuando sé que nada es culpa suya, pero hay que senciorarse del todo, no tener ninguna duda que después te leve al arrepentimiento.
Y su cara me confirma lo que ya sabías, no tiene ni idea de lo que le hablo y sus ojos azules se vuelven negros e intuyo que eso es por la tristeza que le ha causado.
Se gira y rompe nuestro contacto visual, sólo para fijar su vista en mi compañera.
Pero ella no está dispuesta a sostenerle la mirada, o por lo menos eso pienso yo, está mirando a un punto indefinido de la sala, evitando mirarle a los ojos, supongo que no quiere derrumbarse, caer aún más profundo en el pozo que, quien sabe, inconscientemente el escritor Richard Castle ha cavado para ella solita.
- Kate, de qué está hablando, yo nunca te haría daño, no intencionadamente al menos, pero no te he tocado, dile que yo nunca te haría eso, Kate, dile.
Pero sigue sin mirarme y eso me preocupa, no puede ser que este pasando por esto, yo la amo, no le pondría un pelo encima, no si es para hacerle daño.
- Por dios Kate mírame y dime que no es cierto.
Y mi visión se ve borrosa.
- Castle...
Y por primera vez desde que entré, me mira, y lo que veo me rompe el corazón, está llorando y yo soy el causante de eso, entonces me fijo más en ella, más en su cara, en cada punto y aunque de pasa, con maquillaje y sin fijarte mucho en ellos, no te de cuenta que está ahí, esos moratones no pasan desapercibidos una vez medido cada poro de su rostro.
Me levanto de golpe, no...no puede ser, yo no soy así, ni con ella, ni con nadie, nunca pondría la mano encima a alguien y mucho menos a una mujer, a mi Kate, al amor de mi vida.
- Dios, pero...¿Cómo yo...no me acuerdo?, dios, no...no puede ser.
- Tranquilo Castle podemos...
- No digas que me clame Lanie- le interrumpo- no puedes pretender que me calme después de todo esto, por favor, no, no puedo estar aquí, yo...no puedo.
sin más, me voy, salgo de allí, aún no sé si todo es real o sólo fruto de una pesadilla, pero ahora me da igual. Corro, sin importarme que el coche esté justo en la puerta de salida del portal, corro y me pierdo entre los transeúntes hasta sólo dios sabe hasta cuanto, porque mi subconsciente a desaparecido y yo divago sin rumbo por las calles de Nueva York.
***************
Y ahora me encuentro sin nada de qué hacer.
Confusa, un silencio incómodo invade la instancia.
Espósito me mira, sin saber muy bien lo que expresa sus ojos.
Entonces asiente, y veo que es la hora, pero me niego a encerrarlo.
- Demósle un poco de tiempo, sólo un día, y si no acepta entonces...lo haremos.
Todos clavan su atención en mi, y están conformes.
Suspiro. Ha sido difícil, muy difícil. Y más lo que vendrá.
Y me llevo la mano a la barriga otra vez, siento el deber de decírselo, porque se lo merece, pero, siento miedo.
Y rompo a llorar, Lanie se acerca y a partir de ahí mi subconsciente no ha querido retener más información, más recuerdos, sólo sé que hoy no voy a dormir en mi casa, y que a la mañana siguiente no voy a despertar abrazada a él, pero no pierdo la esperanza a que eso ocurrirá, quizá no pronto, pero ocurrirá.
¿No es la esperanza lo último que se pierde?
Gracias por seguir leyendo, a los fieles lectores que la siguen desde el principio y a los nuevos.
Espero haber captado la escena, ha sido complicado, espero que os guste.
Y recordar, no os olvidéis de comentar y dejar vuestra crítica de cómo va encaminada la historia.
Gracias de nuevo.
Capítulo 14:
Me arrincono en la esquina del cuarto de baño más alejada de la puerta.
Pego mis piernas todo lo posible a mi pecho, envolviéndolas con mis brazos, abrazándome a mi misma, dándome consuelo, intentando no desfallecer.
Y entonces empieza a aporrear la puerta, parece que la vaya a tirar abajo de una sacudida, pero para mi suerte, no cede, resiste los placages que mi amado le propicia, y me alegro por ello, hace apenas unos segundos que hice la llamada a mi amiga y parece que hayan pasado horas.
Como instinto, llevo una de mis manos a mi barriga, y noto un sabor amargo, salado, las lágrimas han llegado a la comisura de mis labios.
Elevo la mirada al techo, suplico a dios que me perdone, que me perdone por si algo hice mal, si hice algo para merecerme esto, que me perdone, porque no lo soporto, no puedo más, temo por mi bienestar, por la vida de mi retroño y eso me asusta, no quiero pensar en eso, no.
Y sigue aporreando la puerta, pero esta vez, le pestillo tiembla a causa de la paliza y mi temor no desaparece del cuerpo.
Por desgracia para mi, la cerradura, el pestillo, la puerta en sí acaba de ceder. Y me aferro con todas mi alma a la pared de mi espalda, escondiendo entre mi pecho y mis piernas la cabeza, deseando despertarme de una jodida vez, y un nuevo porrazo, y grito por el estruendo.
Se para, todo se para, y levanto la cabeza.
Richard está tirado en el suelo, Espósito con la porra en la mano y con una cara de retrato. Y me levanto en cuento veo a mi amiga entrando por la puerta. En menos de tres minutos, ambas nos dirigimos hacia la puerta, necesitamos un respiro, yo, necesito olvidar por unos segundos todo esto.
Y cuando están apunto de cerrarse las puertas del ascensor, veo a Richard en el suelo de nuevo, antes de que Espósito cierre la puerta.
Y siento una opresión en el pecho, mi corazón se rompe por dentro, ¿significa esto que lo he perdido?.
*************
Y me vuelvo a hacer esa misma pregunta, mientras que lo sigo mirando, esperando alguna razón, señal o vía de escape para escapar de esta pesadilla.
Verlo delante de mi, con un rostro que ni siquiera yo conozco, es demasiado. Vuelvo a sentir el sabor amargo en mis labios, sus ojos azules se clavan en los míos y sin darme cuenta, se ha formado un nudo en mi garganta que me impide hablar, y tampoco puedo sostenerle la mirada, y la aparto, sintiendo mi mundo desmoronarse.
- Chicos, ¿qué ocurre?, ¿qué hacen aquí?, ¿Kate estás bien?.
Y esto es lo que más me duele, me hace daño y ni siquiera es consciente de ello, él mismo se está haciendo daño, pero no ve más allá de lo que su cerebro e permite y eso me duele.
- Castle, tenemos que hablar...
Y agradezco al cielo, si no es demasiado tarde, que Espósito haya aparecido ha escena, porque es me devuelve a la realidad y ya no me siento como si estuviera sola ante él, tengo a los chicos para ayudarme, a mi familia, para ayudarle a él, pero el nudo de garganta me sigue oprimiendo, me ahoga y no se va, quisiera mirarle a los ojos, que sepa la gravedad del asunto y que yo estoy aquí, con él, para ayudarle a seguir adelante, que lo tiene que hacer por nosotros, por él y por nuestro hijo.
- Ven, siéntate
Lo hace indeciso, pero obedece a Ryan, y vuelvo a agradecerle al cielo que no se haya sentado conmigo, porque entonces no podría soportarlo tenerlo tan cerca y no poder aguantarme para no echarme a sus brazos y pedirle que me despierte y que me diga que todo saldrá bien, que sólo ha sido una pesadilla, y que pronto estaremos de vuelta a nuestra querida rutina, pero esta vez con alguien de por medio.
Y me siento, por las caras que tiene todos, intuyo que algo grave a pasado. Kate no me sostiene la mirada, y con eso me dice que va conmigo, algo he hecho, pero no sé el qué.
No me siento a su lado para no incomodarla, no quiero aumentar la tensión que ya de por sí sola, se ha formado en la sala.
- Vosotros diréis.
Y mi nerviosismo aumenta sin razón, mis manos sudan y tiemblan y me asusto, no me gusta que mi cuerpo responda así, porque me desconozco a mi mismo y eso me llega a asustar.
Y siento una incomodidad aplastante.
Me llevo las manos a mi flequillo, desenvolviéndolo, llenándolo de un brillo casi grasiento a causa del sudor.
Y la tensión aumenta, todos callados, silencio completo hasta que yo acallo la silenciosa armonía compuesta por tensión e incomodidad.
- Castle necesitas ayudas.
Una cara inexplicable, con cierta confusión y descubro que no está al tanto de la situación, o al menos finge muy bien.
Me inclino hacia delante, y sonrío para mis adentros, agradeciéndole que se haya puesto justo enfrente de mí y pueda mirarle fija y directamente a esos ojos azules intensos.
- Castle, has echo daño a Kate.
No quiero ser directo, que cojones es mi amigo, no debería hablarle así cuando sé que nada es culpa suya, pero hay que senciorarse del todo, no tener ninguna duda que después te leve al arrepentimiento.
Y su cara me confirma lo que ya sabías, no tiene ni idea de lo que le hablo y sus ojos azules se vuelven negros e intuyo que eso es por la tristeza que le ha causado.
Se gira y rompe nuestro contacto visual, sólo para fijar su vista en mi compañera.
Pero ella no está dispuesta a sostenerle la mirada, o por lo menos eso pienso yo, está mirando a un punto indefinido de la sala, evitando mirarle a los ojos, supongo que no quiere derrumbarse, caer aún más profundo en el pozo que, quien sabe, inconscientemente el escritor Richard Castle ha cavado para ella solita.
- Kate, de qué está hablando, yo nunca te haría daño, no intencionadamente al menos, pero no te he tocado, dile que yo nunca te haría eso, Kate, dile.
Pero sigue sin mirarme y eso me preocupa, no puede ser que este pasando por esto, yo la amo, no le pondría un pelo encima, no si es para hacerle daño.
- Por dios Kate mírame y dime que no es cierto.
Y mi visión se ve borrosa.
- Castle...
Y por primera vez desde que entré, me mira, y lo que veo me rompe el corazón, está llorando y yo soy el causante de eso, entonces me fijo más en ella, más en su cara, en cada punto y aunque de pasa, con maquillaje y sin fijarte mucho en ellos, no te de cuenta que está ahí, esos moratones no pasan desapercibidos una vez medido cada poro de su rostro.
Me levanto de golpe, no...no puede ser, yo no soy así, ni con ella, ni con nadie, nunca pondría la mano encima a alguien y mucho menos a una mujer, a mi Kate, al amor de mi vida.
- Dios, pero...¿Cómo yo...no me acuerdo?, dios, no...no puede ser.
- Tranquilo Castle podemos...
- No digas que me clame Lanie- le interrumpo- no puedes pretender que me calme después de todo esto, por favor, no, no puedo estar aquí, yo...no puedo.
sin más, me voy, salgo de allí, aún no sé si todo es real o sólo fruto de una pesadilla, pero ahora me da igual. Corro, sin importarme que el coche esté justo en la puerta de salida del portal, corro y me pierdo entre los transeúntes hasta sólo dios sabe hasta cuanto, porque mi subconsciente a desaparecido y yo divago sin rumbo por las calles de Nueva York.
***************
Y ahora me encuentro sin nada de qué hacer.
Confusa, un silencio incómodo invade la instancia.
Espósito me mira, sin saber muy bien lo que expresa sus ojos.
Entonces asiente, y veo que es la hora, pero me niego a encerrarlo.
- Demósle un poco de tiempo, sólo un día, y si no acepta entonces...lo haremos.
Todos clavan su atención en mi, y están conformes.
Suspiro. Ha sido difícil, muy difícil. Y más lo que vendrá.
Y me llevo la mano a la barriga otra vez, siento el deber de decírselo, porque se lo merece, pero, siento miedo.
Y rompo a llorar, Lanie se acerca y a partir de ahí mi subconsciente no ha querido retener más información, más recuerdos, sólo sé que hoy no voy a dormir en mi casa, y que a la mañana siguiente no voy a despertar abrazada a él, pero no pierdo la esperanza a que eso ocurrirá, quizá no pronto, pero ocurrirá.
¿No es la esperanza lo último que se pierde?
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
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Edad : 26
Localización : Ceuta (España)
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Te ha quedado genial, eres una gran escritora. Continua cuando puedas.
Delta5- Escritor - Policia
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Localización : Ciudadano del Mundo
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
María no sé como lo haces pero consigues sorprenderme con cada capítulo. Tiene mucho mérito el hecho de que parezca tan real una historia con un tema tan complicado de escribir. Ya sabes que me encanta como escribes y no me cansaré de decírtelo, eres muy buena.
Espero que puedas seguir pronto
Espero que puedas seguir pronto
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
María, sigues maravillandome.
Y ahora además alucinando, ¿no se acuerda? que fuerte... sigue cuando puedas, necesito que me saques de dudas.
Y ahora además alucinando, ¿no se acuerda? que fuerte... sigue cuando puedas, necesito que me saques de dudas.
Anver- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Bueno, aquí estamos...
PERDÓN, PERDÓN, pero las cosas como son, la musa no estaba de mi lado y los exámenes me tenían ocupada.
Para los que penséis "y os vídeos de caskett que haces qué ¿eh?", si, eso, pues...PERDÓN, ya he dicho que a inspiración no estaba de mi parte, la música me inspira, pero cuando lo hace es para hacer algún vídeo y cuando se me mete entre ceja y ceja hacer uno, no hago otra cosa hasta que lo termino.
De nuevo mi perdones. Este capi es un poco más largo. Espero que os guste.
Capítulo 15:
Una oscuridad invade el ambiente.
Ni la poca luz que apenas entra por las rendijas de la persiana puede tan siquiera iluminar lo suficiente para, por lo menos, ver por donde pisas.
Y de repente la pantalla de un móvil perdido se enciende y entonces se puede ver.
Mientras el móvil vibra y emite esa centelleante luz, se ve.
Un hombre recostado en el suelo, echo un ovillo, tiene la mirada fija en el aparato que vibra, pero su cuerpo es incapaz de responder, su cuerpo se tensa cuando ve quien es la persona de la que procede la llamada, y su cuerpo se mueve sólo para coger el cacharro y arrojarlo lo más fuerte que puede para luego empotrarlo contra la dura pared y terminar de romperlo.
Y vuelve la oscuridad.
El hombre se levanta, ido. Tropieza y gruñe, pero cuando siente que no ha perdido el pie con el golpe, se yergue y con la cabeza bien levantada, sigue su camino.
Se detiene, sólo vacila un momento, pero no hay vuelta atrás. Ricky tienes que hacerlo, no puedes vivir con esto, se dice así mismo. Entonces ya no hay vuelta atrás.
Sigue caminando y cruza su gran salón en busca de algo de claridad.
La noche ya ha caído sobre la gran ciudad y ahora en lugar del Sol es la Luna quien ilumina a New York, ella, y la corriente eléctrica que recorre cada calle.
Ni eso hace que nuestro escritor pueda ver por donde seguir su recorrido.
No importa Ricky, tú sigue, le vuelve a decir esa vocecilla de su cabeza. Y como niño obediente que es, le hace caso y sigue, sigue sin importarle donde va, porque ya nada controla su cerebro, sólo impulsos.
Y sigue, hasta que vuelve a tropezar con la encimera de la cocina. Y casi sonríe, porque cree que con eso puede parar lo que otro u otra cosa inexplicable para él, quiere que haga.
Pero su subconsciente no le deja vacilar por más tiempo y vuelve a tener el control de la situación.
En uno de los estantes, lo más escondidos que ha podido ponerlo, hay un botecito naranja.
Apenas su cara se oscurece, pero no importa, porque con tanta oscuridad tampoco se percibe.
Se levanta y desde donde antes estaba de cuclillas deja que caiga el tapón de dicho objeto. Sonido hueco y seco.
Mirada ida y no deja que nada lo detenga.
Se acerca el bote a su boca y entonces nada importa, porque ya todo está perdido.
*****************
Las sábanas de una cama están esparcidas por el suelo, la mujer se retuerce sobre el edredón intentando así cansarse y desea conseguirlo para causar el efecto y poder, aunque sea por una pocas horas, conciliar el sueño. Sin éxito por supuesto.
No se le borra de la cabeza los acontecimientos que tuvieron lugar aquella tarde en su casa. No se le va de su memoria el espanto, desconcierto y tristeza reflejados en la cara del hombre, su hombre. Y eso hace que esta noche se quede sin pegar ojo. ¿Qué otra cosa puede hacer si ya se ha acostumbrado a su abrazo nocturno de cada noche? ¿qué puede hacer si ya no puede dormir sin oler su fragancia natural cuando se duerme y despertarse aún sintiendo su olor? Y todo esto sin contar que sigue preocupada por él por lo que pueda hacer.
¿Qué otra cosa puede hacer que quedarse la noche en vela y pensando en él?. No, definitivamente no puede hacer otra cosa.
Pero se cansa de estar así y se levanta. Temerosa y con el cuerpo tensado coge el móvil, se prometió a ella misma no molestar a nadie con su sufrimiento, que su vida es suya y lo que suceda en ella sólo lo podía solucionar ella y sin ayuda.
Pero sabe que no puede y por eso marca y espera que la otra persona al otro lado de la línea le conteste, porque si no se va ahogar en la casa que cada vez le parece que se hace más y más pequeña.
Pero suspira porque nadie le contesta y decide que no puede seguir allí si no quiere volverse loca, ya más de lo que puede estar.
Coge su abrigo, mete su arma junto con su placa en sus correspondientes sitios del cinturón, probablemente no los necesitará, pero es la costumbre.
Respira hondo y sale por la puerta con paso firme, sin mirar atrás.
En poco tiempo ya está delante de la puerta. Ahora que está enfrente y posiblemente él esté dentro, se arrepiente de no haber ido antes y estar allí a las tantas de la madrugada. Pero no hay vuelta atrás, tu vida también forma parte de la suya, se dice así misma y con ese pensamiento toca y espera a que le abran:
- Katie, ¿qué haces aquí a estas horas?.
Pero la mujer ya no piensa y por instinto se abalanza sobre su padre en un vago intento de sentirse protegida y segura.
Sin preguntas ni palabras que puedan estropear el momento y sobre todo para no incomodarla, Jim Beckett, casi a rastras y con esfuerzo lleva a su hija, la inspectora de homicidios Kate Beckett, dentro de su casa, para poder hablar lo más tranquilos posibles y no en el rellano, bajo una capa de una espesa lluvia que acaba de caer sobre la ciudad que nunca duerme.
Tras unos cortos, pero intensos minutos, Kate se tranquiliza y mira a su padre. Éste desconociendo sus temores y problemas, no sabe hacer otra cosa que regalarle una dulce y tranquilizadora sonrisa, que ha ella siempre le hace sentirse en casa, como cuando mamá la regañaba y papá le decía que no pasaba nada y siempre, siempre, con esa misma sonrisa.
Se vuelve a abrazar a su padre mucho más fuerte que antes y otra vez no puede impedir el llanto y entre lágrima y sollozo le cuenta sus, ya de por si solas, preocupaciones.
- Katie, eso es horrible...yo...tenías que habérmelo dicho antes y no haber permitido que llagase tan lejos, que no llegase a tocarte.
Sigue con su consoladora sonrisa, coge de la barbilla a su hija y la obliga a mirarla a los ojos.
- Pensé que todo volvería a ser como antes, que él volvería a ser el que era...dios...soy lo que nunca quise ser...pero papá...él no es así, algo le pasa, nunca a nadie le ha puesto la mano encima ¿y llego yo y se desata conmigo? No, algo le pasa papá y...tengo que ayudarlo.
No más palabras que pudieran hacer sufrir, la habitación se sumerge en silencio y la noche pasa para padre e hija. La mujer no duerme porque el hombre irrumpe su sueño y no la deja en paz y su padre no pega ojo porque su hija irrumpe sus sueños y no le deja dormir.
Suspiran ambos a la vez, en habitaciones separadas, y pasan lo que queda de noche en vela.
***********************************
Un nuevo día comienza y sonidos desgarradores anda alrededor de la vivienda de nuestro escrito de Best-Sellers favorito.
La señora Guilmore del tercero está en el pomo de la puerta, intentando ahogar los sollozos que esas imágenes le producen, ¿Quién le iba decir a ella, que ir a pedir un poco de sal se convertiría en descubrir que tu vecino está casi muerto en su sofá de terciopelo?, no, nadie se lo advirtió.
Y es que la desesperación de que no abrieran la puerta le preocupó, porque apostaría toda su pensión a que vio al señor Castle entrar en su casa recién entrada la noche. Sólo bastó llamar al portero y pedirle que abriese la puerta para encontrarse con lo que sus ojos ahora son testigos.
Y las lágrimas ya no son contenidas, ya no, y la mujer se ahoga en su llanto y aún desconcertada, es testigo de como los paramédicos se llevan el cuerpo casi sin ida de Richard Castle.
******************************
Un olor a café la saca de sus pensamientos, se da cuenta de que no ha podido pegar ojo y se frustra.
Se levanta de la cama y pasa de largo del servicio, no se siente con fuerzas para asearse, lo único que tiene ganas es de volver a esa cama y no levantarse hasta que todo se soluciones, pero una carta en la mesita de noche de su padre, diciéndole que después de descansar, -sonríe con esta ocurrencia de su padre, pues seguramente sepa que no ha dormido nada- tiene que comer algo y que la espera con una taza de té y un desayuno fuerte, con un te quiero y un PD: Piensa en tu hijo, es lo único que la convence para no dar vuelta atrás y dejarse enredar por las sábanas.
Se acerca a su padre una vez ha entrado en el salón y le besa en la mejilla, sólo para agradecerle el simple hecho de estar ahí, junto a ella.
Un rato en e que no hicieron nada más que desayunar en silencio, Jim se arma de valor y pregunta lo que le tenía comiéndole la cabeza desde que se había levantado.
- ¿Y dónde está ahora él?.
Y su hija suspira, por un momento se pierde en el líquido verdoso de su taza, hasta que dirige su mirada a la ventana, observando como la luvia empaña el cristal, es curioso como el tiempo define claramente su estado de ánimo.
Se encoge de hombros.
- Se fue corriendo de casa, le dije a los chicos que lo cuidaran que estuvieran alerta y me informaran, pero ayer, antes de que se hiciera de noche, me dijeron que Richard los había echado de casa y pudieron hacer nada...así que...no sé cómo o dónde puede estar o si se quedó o no toda a noche, porque...le dije a los chicos que le dejaran tranquilo y fueran a sus casas con sus chicas...me hicieron caso a regañadientes...
Con ese comentario ambos sonríen, ella se limpia con el dorso de la mano la primer de muchas lágrimas que acaba de hacer su entrada en su rostro.
Vuelve su vista a la taza y se la termina de un tirón, esperando que, con el líquido ardiendo, pueda calmar el nudo de la garganta que se la acaba de acumular, claro está, sin éxito.
Su padre sabiendo lo que se avecinaba se acercó a ella y la abrazó fuertemente, pegando ambos cuerpos hasta que no cupo ni un alfiler.
Y así estuvieron hasta que el llanto de Kate se aplacó.
- Tengo una idea, ¿por qué no te duchas, te arreglas y te acompaño a su casa sólo para saber si sigue allí?.
Y secándose el rastro de lágrimas asiente y se dirige al cuarto de baño. En cuanto la mujer abandona a habitación, la sonrisa del hombre desaparece y entonces las lágrimas que lleva tiempo aguantando salen a flote, y también él se dirige a su habitación para cambiarse.
¿Que por qué no lloró con ella antes?, por el simple hecho de ser su pilar esa noche, ser él el fuerte por un momento y dejar que sea ella la vulnerable, eso es lo que hacen los padres, proteger a sus hijos aunque ellos también estén rotos por dentro.
Cuando os dos estuvieron listos, entraron en el coche y Jim puso rumbo al loft del escritor.
Kate rezaba porque estuviera en casa, sus peticiones no pudieron ser cumplidas porque era demasiado tarde, el escritor no estaba en casa.
Se llevaran una sorpresa, pero eso sólo lo sabrán cuando lleguen a su destino, hasta entonces, queda en el anonimato el paradero del chico-escritor (bueno que en el anonimato el paradero del hospital donde está ingresado, porque creo que ya quedó claro a donde ha ido, ups, perdón) .
La inspiración me vino viendo una película de Nathan. "White noise 2: The Light", me ha gustado, no sé si recomendarla, pero ami me ha gustado jejeje.
Por cierto no está narrada en primera persona como os habéis dado cuenta, pero me era más fácil escribirla así. (no sé si seguiré con este modo).
Esperoo que os haya gustado, que no se os olvide comentar
PERDÓN, PERDÓN, pero las cosas como son, la musa no estaba de mi lado y los exámenes me tenían ocupada.
Para los que penséis "y os vídeos de caskett que haces qué ¿eh?", si, eso, pues...PERDÓN, ya he dicho que a inspiración no estaba de mi parte, la música me inspira, pero cuando lo hace es para hacer algún vídeo y cuando se me mete entre ceja y ceja hacer uno, no hago otra cosa hasta que lo termino.
De nuevo mi perdones. Este capi es un poco más largo. Espero que os guste.
Capítulo 15:
Una oscuridad invade el ambiente.
Ni la poca luz que apenas entra por las rendijas de la persiana puede tan siquiera iluminar lo suficiente para, por lo menos, ver por donde pisas.
Y de repente la pantalla de un móvil perdido se enciende y entonces se puede ver.
Mientras el móvil vibra y emite esa centelleante luz, se ve.
Un hombre recostado en el suelo, echo un ovillo, tiene la mirada fija en el aparato que vibra, pero su cuerpo es incapaz de responder, su cuerpo se tensa cuando ve quien es la persona de la que procede la llamada, y su cuerpo se mueve sólo para coger el cacharro y arrojarlo lo más fuerte que puede para luego empotrarlo contra la dura pared y terminar de romperlo.
Y vuelve la oscuridad.
El hombre se levanta, ido. Tropieza y gruñe, pero cuando siente que no ha perdido el pie con el golpe, se yergue y con la cabeza bien levantada, sigue su camino.
Se detiene, sólo vacila un momento, pero no hay vuelta atrás. Ricky tienes que hacerlo, no puedes vivir con esto, se dice así mismo. Entonces ya no hay vuelta atrás.
Sigue caminando y cruza su gran salón en busca de algo de claridad.
La noche ya ha caído sobre la gran ciudad y ahora en lugar del Sol es la Luna quien ilumina a New York, ella, y la corriente eléctrica que recorre cada calle.
Ni eso hace que nuestro escritor pueda ver por donde seguir su recorrido.
No importa Ricky, tú sigue, le vuelve a decir esa vocecilla de su cabeza. Y como niño obediente que es, le hace caso y sigue, sigue sin importarle donde va, porque ya nada controla su cerebro, sólo impulsos.
Y sigue, hasta que vuelve a tropezar con la encimera de la cocina. Y casi sonríe, porque cree que con eso puede parar lo que otro u otra cosa inexplicable para él, quiere que haga.
Pero su subconsciente no le deja vacilar por más tiempo y vuelve a tener el control de la situación.
En uno de los estantes, lo más escondidos que ha podido ponerlo, hay un botecito naranja.
Apenas su cara se oscurece, pero no importa, porque con tanta oscuridad tampoco se percibe.
Se levanta y desde donde antes estaba de cuclillas deja que caiga el tapón de dicho objeto. Sonido hueco y seco.
Mirada ida y no deja que nada lo detenga.
Se acerca el bote a su boca y entonces nada importa, porque ya todo está perdido.
*****************
Las sábanas de una cama están esparcidas por el suelo, la mujer se retuerce sobre el edredón intentando así cansarse y desea conseguirlo para causar el efecto y poder, aunque sea por una pocas horas, conciliar el sueño. Sin éxito por supuesto.
No se le borra de la cabeza los acontecimientos que tuvieron lugar aquella tarde en su casa. No se le va de su memoria el espanto, desconcierto y tristeza reflejados en la cara del hombre, su hombre. Y eso hace que esta noche se quede sin pegar ojo. ¿Qué otra cosa puede hacer si ya se ha acostumbrado a su abrazo nocturno de cada noche? ¿qué puede hacer si ya no puede dormir sin oler su fragancia natural cuando se duerme y despertarse aún sintiendo su olor? Y todo esto sin contar que sigue preocupada por él por lo que pueda hacer.
¿Qué otra cosa puede hacer que quedarse la noche en vela y pensando en él?. No, definitivamente no puede hacer otra cosa.
Pero se cansa de estar así y se levanta. Temerosa y con el cuerpo tensado coge el móvil, se prometió a ella misma no molestar a nadie con su sufrimiento, que su vida es suya y lo que suceda en ella sólo lo podía solucionar ella y sin ayuda.
Pero sabe que no puede y por eso marca y espera que la otra persona al otro lado de la línea le conteste, porque si no se va ahogar en la casa que cada vez le parece que se hace más y más pequeña.
Pero suspira porque nadie le contesta y decide que no puede seguir allí si no quiere volverse loca, ya más de lo que puede estar.
Coge su abrigo, mete su arma junto con su placa en sus correspondientes sitios del cinturón, probablemente no los necesitará, pero es la costumbre.
Respira hondo y sale por la puerta con paso firme, sin mirar atrás.
En poco tiempo ya está delante de la puerta. Ahora que está enfrente y posiblemente él esté dentro, se arrepiente de no haber ido antes y estar allí a las tantas de la madrugada. Pero no hay vuelta atrás, tu vida también forma parte de la suya, se dice así misma y con ese pensamiento toca y espera a que le abran:
- Katie, ¿qué haces aquí a estas horas?.
Pero la mujer ya no piensa y por instinto se abalanza sobre su padre en un vago intento de sentirse protegida y segura.
Sin preguntas ni palabras que puedan estropear el momento y sobre todo para no incomodarla, Jim Beckett, casi a rastras y con esfuerzo lleva a su hija, la inspectora de homicidios Kate Beckett, dentro de su casa, para poder hablar lo más tranquilos posibles y no en el rellano, bajo una capa de una espesa lluvia que acaba de caer sobre la ciudad que nunca duerme.
Tras unos cortos, pero intensos minutos, Kate se tranquiliza y mira a su padre. Éste desconociendo sus temores y problemas, no sabe hacer otra cosa que regalarle una dulce y tranquilizadora sonrisa, que ha ella siempre le hace sentirse en casa, como cuando mamá la regañaba y papá le decía que no pasaba nada y siempre, siempre, con esa misma sonrisa.
Se vuelve a abrazar a su padre mucho más fuerte que antes y otra vez no puede impedir el llanto y entre lágrima y sollozo le cuenta sus, ya de por si solas, preocupaciones.
- Katie, eso es horrible...yo...tenías que habérmelo dicho antes y no haber permitido que llagase tan lejos, que no llegase a tocarte.
Sigue con su consoladora sonrisa, coge de la barbilla a su hija y la obliga a mirarla a los ojos.
- Pensé que todo volvería a ser como antes, que él volvería a ser el que era...dios...soy lo que nunca quise ser...pero papá...él no es así, algo le pasa, nunca a nadie le ha puesto la mano encima ¿y llego yo y se desata conmigo? No, algo le pasa papá y...tengo que ayudarlo.
No más palabras que pudieran hacer sufrir, la habitación se sumerge en silencio y la noche pasa para padre e hija. La mujer no duerme porque el hombre irrumpe su sueño y no la deja en paz y su padre no pega ojo porque su hija irrumpe sus sueños y no le deja dormir.
Suspiran ambos a la vez, en habitaciones separadas, y pasan lo que queda de noche en vela.
***********************************
Un nuevo día comienza y sonidos desgarradores anda alrededor de la vivienda de nuestro escrito de Best-Sellers favorito.
La señora Guilmore del tercero está en el pomo de la puerta, intentando ahogar los sollozos que esas imágenes le producen, ¿Quién le iba decir a ella, que ir a pedir un poco de sal se convertiría en descubrir que tu vecino está casi muerto en su sofá de terciopelo?, no, nadie se lo advirtió.
Y es que la desesperación de que no abrieran la puerta le preocupó, porque apostaría toda su pensión a que vio al señor Castle entrar en su casa recién entrada la noche. Sólo bastó llamar al portero y pedirle que abriese la puerta para encontrarse con lo que sus ojos ahora son testigos.
Y las lágrimas ya no son contenidas, ya no, y la mujer se ahoga en su llanto y aún desconcertada, es testigo de como los paramédicos se llevan el cuerpo casi sin ida de Richard Castle.
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Un olor a café la saca de sus pensamientos, se da cuenta de que no ha podido pegar ojo y se frustra.
Se levanta de la cama y pasa de largo del servicio, no se siente con fuerzas para asearse, lo único que tiene ganas es de volver a esa cama y no levantarse hasta que todo se soluciones, pero una carta en la mesita de noche de su padre, diciéndole que después de descansar, -sonríe con esta ocurrencia de su padre, pues seguramente sepa que no ha dormido nada- tiene que comer algo y que la espera con una taza de té y un desayuno fuerte, con un te quiero y un PD: Piensa en tu hijo, es lo único que la convence para no dar vuelta atrás y dejarse enredar por las sábanas.
Se acerca a su padre una vez ha entrado en el salón y le besa en la mejilla, sólo para agradecerle el simple hecho de estar ahí, junto a ella.
Un rato en e que no hicieron nada más que desayunar en silencio, Jim se arma de valor y pregunta lo que le tenía comiéndole la cabeza desde que se había levantado.
- ¿Y dónde está ahora él?.
Y su hija suspira, por un momento se pierde en el líquido verdoso de su taza, hasta que dirige su mirada a la ventana, observando como la luvia empaña el cristal, es curioso como el tiempo define claramente su estado de ánimo.
Se encoge de hombros.
- Se fue corriendo de casa, le dije a los chicos que lo cuidaran que estuvieran alerta y me informaran, pero ayer, antes de que se hiciera de noche, me dijeron que Richard los había echado de casa y pudieron hacer nada...así que...no sé cómo o dónde puede estar o si se quedó o no toda a noche, porque...le dije a los chicos que le dejaran tranquilo y fueran a sus casas con sus chicas...me hicieron caso a regañadientes...
Con ese comentario ambos sonríen, ella se limpia con el dorso de la mano la primer de muchas lágrimas que acaba de hacer su entrada en su rostro.
Vuelve su vista a la taza y se la termina de un tirón, esperando que, con el líquido ardiendo, pueda calmar el nudo de la garganta que se la acaba de acumular, claro está, sin éxito.
Su padre sabiendo lo que se avecinaba se acercó a ella y la abrazó fuertemente, pegando ambos cuerpos hasta que no cupo ni un alfiler.
Y así estuvieron hasta que el llanto de Kate se aplacó.
- Tengo una idea, ¿por qué no te duchas, te arreglas y te acompaño a su casa sólo para saber si sigue allí?.
Y secándose el rastro de lágrimas asiente y se dirige al cuarto de baño. En cuanto la mujer abandona a habitación, la sonrisa del hombre desaparece y entonces las lágrimas que lleva tiempo aguantando salen a flote, y también él se dirige a su habitación para cambiarse.
¿Que por qué no lloró con ella antes?, por el simple hecho de ser su pilar esa noche, ser él el fuerte por un momento y dejar que sea ella la vulnerable, eso es lo que hacen los padres, proteger a sus hijos aunque ellos también estén rotos por dentro.
Cuando os dos estuvieron listos, entraron en el coche y Jim puso rumbo al loft del escritor.
Kate rezaba porque estuviera en casa, sus peticiones no pudieron ser cumplidas porque era demasiado tarde, el escritor no estaba en casa.
Se llevaran una sorpresa, pero eso sólo lo sabrán cuando lleguen a su destino, hasta entonces, queda en el anonimato el paradero del chico-escritor (bueno que en el anonimato el paradero del hospital donde está ingresado, porque creo que ya quedó claro a donde ha ido, ups, perdón) .
La inspiración me vino viendo una película de Nathan. "White noise 2: The Light", me ha gustado, no sé si recomendarla, pero ami me ha gustado jejeje.
Por cierto no está narrada en primera persona como os habéis dado cuenta, pero me era más fácil escribirla así. (no sé si seguiré con este modo).
Esperoo que os haya gustado, que no se os olvide comentar
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
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Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Está muy bien, espero que Castle se recupere. Continúa.
Delta5- Escritor - Policia
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Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Ya echaba de menos verte por aquí y que subieras nuevo capítulo María.
Y después de tanto tiempo, ¿vuelves y metes a Castle en el hospital? eso no puede ser.
Espero que no lo hayas dejado peor de lo que ya estaba.
Ya sabes que me encanta esta historia. Espero que no tardes demasiado en subir nuevo capítulo.
PD: Yo también he visto White Noise 2 porque me la recomendaron y no está mal. No es una gran película pero esta bien.
Y después de tanto tiempo, ¿vuelves y metes a Castle en el hospital? eso no puede ser.
Espero que no lo hayas dejado peor de lo que ya estaba.
Ya sabes que me encanta esta historia. Espero que no tardes demasiado en subir nuevo capítulo.
PD: Yo también he visto White Noise 2 porque me la recomendaron y no está mal. No es una gran película pero esta bien.
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Wow, que fic tan siniestro, perece una peli de terror. Nunca imagiene que algien escribiria un fic asi, es genial ago nuevo y por eso me encanta, continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Localización : en un mundo feliz
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Capítulo 16
- Buenas señor Castle, soy Fredward Kitsis, vengo a...
- Sé a qué a venido- le interrumpió- Viene a ayudarme a curarme, porque estoy loco y tengo un grave problema.
- No se equivoque señor Castle, sí que vengo a ayudarlo, pero no está loco, es cierto que necesita ayuda, y yo estoy aquí para solucionar todos sus problemas.
- Ya...
El psicólogo mira con empatía al pobre hombre. Se le ve pálido y amargo. Su dolor se refleja en sus ojos.
Con la libreta lista en su mano, levanta la vista y lo observa, cuando el escritor lo ve, le pregunta:
- Cuéntame cómo llegó aquí.
Richard Castle desvió la mirada del doctor y la clavó en las gotas de lluvia que caían del cielo y se empotraban en la ventana. Suspiró y empezó a hablar:
- Me sentía sucio y lo único que me aliviaba el dolor era beber. Beber y olvidar.
Me ardía la garganta pero me da igual. Entonces vi la foto. Nuestra foto. Salíamos tan contentos y ella se veía tan radiante.
Y luego los recuerdos. Me sentía un traidor, porque era la causa de su sufrimiento, soy- se corrigió.
- Eso no es del todo cierto.
Castle prefirió no escuchar sus palabra e ignorando sus palabras siguió hablando:
- Y lo vi todo claro en ese momento. No más un traidor en la vida de Kate, no más dolor en su vida. Por lo menos no más dolor por mi parte. Cogí todos los frasco que tenía en el botiquín, vi su cara una última vez y tomé la decisión. Tres tragos mezclados con las pastillas y empecé a ver borroso. Después oscuridad.
El psicólogo asintió y apuntó algo en su cuaderno.
- Lleva tres días despierto, ¿has podido hablar con ella?.
- La eché.
(hace 3 días)
Cuando llegaron padre e hija al portal del loft, lo que vieron le encogieron el corazón. Una ambulancia se encargaba de que el ambiente tuviera la música dramática que ese momento conllevaba. Sin siquiera saber nada, sus mentes empezaron a imaginarse cosas horribles. La detective sin pensárselo empezó a correr hacia las puertas. No dio ni dos pasos y los paramédicos ya se les veía salir del edificio. Las lágrimas que estaba conteniendo salieron en cuanto sus sospechas fueron ciertas. Corrió más, como si la vida le costase. Y así se sentía.
- ¡Richard! - Gritó y su voz sonó ahogada.
- ¿Qué ha pasado?.
En los pocos segundos que Kate se paró al observar en las puertas a los médicos, le dio tiempo a Jim a llegar dónde la ambulancia y al lado de su hija.
- Por lo visto es una ingestión de pastillas. Disculpen pero le tenemos que llevar al hospital lo antes posible, está en estado crítico.
Las últimas palabras del auxiliar terminaron de romper el corazón de Kate, quien profirió un grito.
- ¡Rick! - Las lágrimas empezaron a cegar los ojos de la mujer.
Los médicos no necesitaron palabras y cuando Kate hizo ademan de subir a la ambulancia no se negaron.
En pocos minutos Richard Castle llegaba al Hospital Central de NY.
Jim Beckett se apresuró a llamar a todos para avisarles y Katherine Beckett se permitió llorar de nuevo mientras esperaba a que saliera del quirófano.
Kate, Jim, Espo, Ryan, Lanie, Martha y Alexis se encontraba en la sala de espera. Ryan esperaba al lado de su compañero, Espo abrazaba de un brazo a Lanie, ella cogía la mano a la hija del escritor intentando consolándola, la cabeza de la chiquilla reposaba en el hombro de la gran Martha Rogerd, quien, a la vez que acariciaba la cabeza de su nieta, sentía el cálido apretón que el abogado Jim le daba en el hombro libre. Pero todos estaban pendiente, sólo, de una persona, la única que no estaba integrado en ese "círculo" que habían formado entre todos.
Beckett estaba en una esquina, apartada, llorando desconsoladamente, hecha un ovillo y acariciando su, aún, plano vientre.
Lanie se deshizo del brazo de Javier y apartó sus manos de Alexis, se levantó, y se acercó a su amiga. Agachándose a su lado.
- Tranquila Kate, todo saldrá bien.
Todos siguieron con lo suyo, consolando al otro, pero pendiente de la conversación.
- No debí hablarle así, no...no debí decírselo. Si hubiera sabido que haría eso yo...
No pudo más, se deshizo de su auto brazo y abrazó desesperadamente a su amigo.
- Que hago yo ahora, si le llega a pasar algo...dios.
- Tranquila Kate, él es fuerte, saldrá y le ayudaremos a afrontar todo.
- Y si no es así, y si no sale de esta, dime. ¿Y si muere sin conocer a su hijo?.
Todos miraron hacia las amigas. Sorprendidos y tristes por su confesión.
- Katie, ¿por qué no dijiste nada?.
- Yo...lo siento.
No se dio cuenta de los demás hasta que su padre hizo aparición en la conversación. No pudo soportar sus miradas y corrió en dirección a la calle. Su amiga sopesó la idea de seguirla, pero reconsideró que lo que ahora necesitaba era aire fresco y despejarse.
En las dos horas restante Kate permaneció en la calle. Apareció justo cuando las puertas del quirófano se abrían.
Vio salir a un médico que se acercaba a los demás. El médico le daba la espalda. Y cuando preguntó por sus familiares, tuvo que darse la vuelta al sorprenderse por "yo" apresurado de Beckett.
- El señor Castle vino al hospital con una ingestión de una gran cantidad de pastillas. Le tuvimos que hacer un lavado de estómago y en algún momento entró en parada. Ahora está estable, pero tendremos que tenerlo en observación. Ahora lo mejor que pueden hacer es irse a casa y descansar.
Todos suspiraron de alivio ante la noticia del doctor, todos menos Kate. Se dejó caer al suelo y las lágrimas salieron de sus ojos.
- Katie, ¿no has escuchado? está fuera de peligro.
Levantó la cabeza e intentó forzar una sonrisa.
- Vamos amiga, ven a casa y descansa.
- No puedo. Debo quedarme.
- Sí puedes. Mírate. Tienes que descansar, no es bueno en tu estado. Piensa ahora en que esperas un bebé.
- Vale, tienes razón. Pero en dos horas vuelvo aquí. No quiero dejarlo solo.
- Vale, si con eso duermes algo, de acuerdo.
Los demás observaban pero no decían nada. Se despidieron los unos de los otros, acordando que vendrían otra vez, unos dentro de horas para que Kate no esté sola y otros mañana.
Martha se acercó a ate y la abrazó fuertemente. Alexis se acercó y también la abrazó. Ninguna de ellas dos dijeron nada desde que llegaron al hospital. El shock se lo impedía. Solo hablaron en ese momento para despedirse de los demás.
Lanie pensó en que mejor no deberían dormir esa noche en el loft y les ofreció su casa. Sin discutir y porque estaban cansadas, accedieron. Ellas y Kate.
En cuanto llegaron se despidieron y Lanie ofreció a abuela y nieta el cuarto de invitados, con solo una cama. Espo no lo pensó y se ofreció a dormir en el sofá y que Kate lo hiciera en su cama junto con Lanie.
Alexis tardó pero se durmió cerca de las doce, y le siguió su abuela. Espo no pudo más y en cuanto toco el sofá se quedó frito.
Lanie abrazaba a su amiga mientras ésta lloraba, y cuando sintió que su respiración se acompasaba y que por fin se dormía, se permitió entonces dejase vencer por el cansancio.
Dormía plácidamente, aleja a los problemas que se le avecinaba. Su sueño empezó a ponerse negro y empezó a revolverse en la cama y una patada despertó a la doctora.
Aún somnolienta, se da la vuelta en dirección a Kate. La mujer sudaba y se revolvía en las sábanas.
- Kate, despierta- Empezó a despertar a su amiga, no le gustaba verla así.
- Kate, vamos.
La detective empezó a gritar el nombre del escritor y Lanie se asustó y se sentó en la cama. Empezó a zarandearla.
- Vamos Kate, sólo es un sueño, despierta.
Un último grito, un zarandeo más de la doctora y Kate se levantó sobresaltada.
-¿Estás bien? ¿qué estabas soñando?.
Kate más tranquila, se sentó mejor en la cama, acomodándose en el cabecero.
- Ahora no, tengo que saber algo de Richard.
No le dio tiempo a hablar a Lanie y salió corriendo a la ducha.
En poco tiempo ya estaban todos despiertos, eran las siete y parecía que nadie hubiera dormido nada, pero nadie opinó sobre ese hecho.
Desayunaban y cuando Kate apareció por el umbral de la puerta todos la miraron. Supuso que Lanie comentó sobre su pesadilla, pero no le dio tiempo a nadie de hablar. Cogió una tostada y tan rápido entró se fue.
Todos se quedaron mirándose. Lanie negó e intentó conversar con sus invitadas. Distraerlas.
- Tranquila seguro que Castle está mejor.
- ¿Qué es lo que ha pasado?.
La doctora miró a la actriz, luego a Alexis. Decidió que se lo contaría, pero no en presencia de su nieta, sería traumático para ella si se entera lo que Rick le hacia a Kate, por mucho que ella le quisiera.
- Han pasado por un bache y...
- ¿Un bache? ¿me estás diciendo que un bache ha causado que mi padre haya intentado suicidarse?.
- Alexis...
- Dejálo. Yo también quiero saber cómo está. Abuela tu sigue aquí y termina de desayunar, yo me voy.
Y dicho esto se levantó y se fue bajo la atenta mirada de las dos mujeres.
- Martha.
- Doctora...Lanie- se corrigió- Voy a terminar de desayunar y después quisiera ir a mi casa para cambiarme. Mientras llegamos, porque quiero que me acompañes, me lo contarás todo. Y cuando lo sepa, iré a ver como se encuentra mi hijo y a convencer a mi nieta para que se cambie ella también.
Sin ninguna palabra más las dos mujeres terminaron de desayunar.
Lanie ofreció su casa para que el recién accidente no les afectara. No le gustó la idea de ir al loft, porque tampoco sabía lo que se encontraría allí, pero no pudo negarse, tampoco quería que la mujer fuera a su casa sola.
Por mucho dolor que sintió la actriz, aumentó en segundos, mientras escuchaba atentamente a su compañera. El corazón de la actriz se quebró.
- Dios, no me puedo creer todo lo que está pasando- Dijo finalizada la conversación.
El rostro de Lanie lo decía todo.
- Y la pobre Katherine, dios yo...no tenía ni idea de todo eso yo...soy su madre y...no lo sabía.
Lanie abrazó a una desconsolada mujer, la abrazó hasta que ésta consiguió calmarse. Se limpió las lágrimas y se separó de la doctora.
- Necesita ayuda- Dijo por fin la doctora.
La otra mujer sólo asintió, y tras terminar lo que habían ido a hacer allí, salieron del loft camino al hospital.
Mientras dos mujeres esperaban a que el médico de Castle les atendieran.
La joven no quiso hablar con Kate el tiempo que estuvieron solas. El tiempo que estuvo anoche abrazada a su abuela mientras lloraba, lo hizo pensando también en por qué del acto de su padre y durante meditarlo, llegó a la conclusión que la única que podía contestar a sus preguntas era Kate. Algo pasó entre ellos, algo que provocó el intento de suicidio. Por el momento decidió estar callada, escuchar y observar. Y si nadie le aclaraba la situación, obligaría a Kate a explicarse. Se lo debía. Por lo menos eso.
Una explicación de todo eso.
Cuando las cuatro mujeres estuvieron juntas, permanecieron allí el resto de la mañana. Y a la hora de comer, mientras Alexis aprovechaba y se iba a cambiar en compañía de Lanie, nuera y suegra se quedaban solas.
- Lo sé todo.
Y sin más, tras mirarse la una a la otra, se abrazaron fuertemente.
Pasaron unas pocas horas más allí, pero tras hablar con el doctor que les dijo que todavís no era probable que se despertara, Lanie les dijo que ella debía acudir a la morgue y que Kate debía hablar con la capitana sobre su estado.
Resignada Kate se fue con Lanie.
En los dos días restante, se pasaban por el hospital y cuando el médico les dijo que podían ir a visitarlo decidieron hacer turnos.
Aún sabiendo que estaba inconsciente, sus familiares les hablaba, el médico le decía que era probable que no les escuchase, pero ellos siguieron haciendolo.
Viernes noche le tocaba a Kate quedarse los cinco minutos con su escritor. Le contaba lo que había hecho esa mañana. Papeleo y más papeleo.
Sonrío cuando le recordó las tardes que a ella le toca hacer papeleo y el se quedaba, no para ayudar, pero sí para hacerle compañía.
Lloró mientras le acariciaba el dorso de la mano.
- Despierta, no puedes dormir para siempre. Te necesito.
Como respuesta y por un instante, el escritor apretó la mano de su musa.
Kate sorprendida sonrió y avisó al doctor que le pidió que le dejara revisarle. Las máquinas empezaron a pitar y se le encogió el corazón.
El médico la echó.
Durante una hora no se supo nada, mientras los médicos se encargaban de Richard, Kate se dedicó a avisar a los demás.
Otra hora después y con todos ya allí salió el médico.
- Richard tuvo una recaída momentánea, pero no fue grave. Lo bueno es que ya no hay peligro y que...está consciente.
- Podemos entrar a verle.
- Esperen a que salgan las enfermeras y cuando ellas les avise podrán entrar, pero de uno en uno.
Asintieron y esperaron.
Al cabo de diez minutos las enfermeras salieron y le dijeron que ya podían pasar.
Todos miraron a Kate y esta asintió, les agradeció con la mirada.
Nerviosa, Kate se encontraba delante de la puerta, tenía tanto miedo de verlo que le temblaban las manos. No sabía si podría soportar lo que le esperaba al otro lado de la puerta.
Respiró hondo y decidida entró.
Se lo encontró mirando por la ventana, distraído.
- Hola- No pudo evitar sonrier al verlo, pero su sonrisa desapareció en cuanto vio su cara fría y desconcertada.
- ¿Qué haces aquí?.
- Rick yo...
- Vete- la interrumpió.
- Richard...
- Fuera ¡ya!.
- Pero Richard...
- ¿Es que no te has cansado de herirme, no te cansas de causarme daño?, ¡sólo quiero que me dejes en paz!.
Sus gritos no sólo retumbaban en las paredes de la habitación, sino que también lo hacía en la cabeza de Kate, sus horribles palabras se le quedaban grabadas en su corazón, rompiéndolo.
Kate sostuvo su helada mirada sólo los segundos que tardaron en aparecer sus lágrimas, después se dio media vuelta y corrió por el pasillo en busca de un poco de aire que le reconforte. Corría bajo la mirada atónita de todos.
Ninguno pudo moverse.
Richard Castle siguió impasible, giró y se dejó llevar por su imaginación, volviendo a adentrarse a ese mundo que creó su subconsciente mientras que lágrimas resbalaban por su pálida piel.
No, no lo soportó. Lo que vino después de la puerta de la habitación no pudo soportarlo.
(3 días después, en la actualidad)
- ¿Y no volvió a venir aquí?.
- Para qué molestarse, hubiera hecho lo mismo, era una pérdida de tiempo.
- Ya veo.
Apuntó algo en su cuaderno y dejó que el silencio invadiera la estancia. Lo observó.
- ¿Sabe que está embarazada...?.
Le miró de nuevo a los ojos.
- ¿De usted?.
Castle aguantó la mirada del psicólogo un instante, después se volvió a girar. Y le contestó:
- ¿Y?.
Ante esa respuesta, el doctor se levantó y se despidió del escritor sin decir nada más.
- Hasta la próxima sesión Richard.
Le sonrió forzosamente a modo de despedida y volvió a mirar por la ventana.
Tras unos minutos sólo reinaba la soledad en aquella habitación.
Suspiró cuando sintió que sus mejillas se ponía húmedas por las lágrimas.
- No debería de estar aquí. No debería de estar vivo.
Y sin más, cerró los ojos y durmió el resto del día y de la noche.
Bueno como dije en mi otro fic, siento este laaaargooo parón, pero estaba disfrutando del verano. Pero ya estoy aquí y os dejo este nuevo capi.
Espero que os guste.
Gracias a todos los que os gusta esta historia y que espero que siga así.
Comentad please
Perdonad las faltas.
- Buenas señor Castle, soy Fredward Kitsis, vengo a...
- Sé a qué a venido- le interrumpió- Viene a ayudarme a curarme, porque estoy loco y tengo un grave problema.
- No se equivoque señor Castle, sí que vengo a ayudarlo, pero no está loco, es cierto que necesita ayuda, y yo estoy aquí para solucionar todos sus problemas.
- Ya...
El psicólogo mira con empatía al pobre hombre. Se le ve pálido y amargo. Su dolor se refleja en sus ojos.
Con la libreta lista en su mano, levanta la vista y lo observa, cuando el escritor lo ve, le pregunta:
- Cuéntame cómo llegó aquí.
Richard Castle desvió la mirada del doctor y la clavó en las gotas de lluvia que caían del cielo y se empotraban en la ventana. Suspiró y empezó a hablar:
- Me sentía sucio y lo único que me aliviaba el dolor era beber. Beber y olvidar.
Me ardía la garganta pero me da igual. Entonces vi la foto. Nuestra foto. Salíamos tan contentos y ella se veía tan radiante.
Y luego los recuerdos. Me sentía un traidor, porque era la causa de su sufrimiento, soy- se corrigió.
- Eso no es del todo cierto.
Castle prefirió no escuchar sus palabra e ignorando sus palabras siguió hablando:
- Y lo vi todo claro en ese momento. No más un traidor en la vida de Kate, no más dolor en su vida. Por lo menos no más dolor por mi parte. Cogí todos los frasco que tenía en el botiquín, vi su cara una última vez y tomé la decisión. Tres tragos mezclados con las pastillas y empecé a ver borroso. Después oscuridad.
El psicólogo asintió y apuntó algo en su cuaderno.
- Lleva tres días despierto, ¿has podido hablar con ella?.
- La eché.
(hace 3 días)
Cuando llegaron padre e hija al portal del loft, lo que vieron le encogieron el corazón. Una ambulancia se encargaba de que el ambiente tuviera la música dramática que ese momento conllevaba. Sin siquiera saber nada, sus mentes empezaron a imaginarse cosas horribles. La detective sin pensárselo empezó a correr hacia las puertas. No dio ni dos pasos y los paramédicos ya se les veía salir del edificio. Las lágrimas que estaba conteniendo salieron en cuanto sus sospechas fueron ciertas. Corrió más, como si la vida le costase. Y así se sentía.
- ¡Richard! - Gritó y su voz sonó ahogada.
- ¿Qué ha pasado?.
En los pocos segundos que Kate se paró al observar en las puertas a los médicos, le dio tiempo a Jim a llegar dónde la ambulancia y al lado de su hija.
- Por lo visto es una ingestión de pastillas. Disculpen pero le tenemos que llevar al hospital lo antes posible, está en estado crítico.
Las últimas palabras del auxiliar terminaron de romper el corazón de Kate, quien profirió un grito.
- ¡Rick! - Las lágrimas empezaron a cegar los ojos de la mujer.
Los médicos no necesitaron palabras y cuando Kate hizo ademan de subir a la ambulancia no se negaron.
En pocos minutos Richard Castle llegaba al Hospital Central de NY.
Jim Beckett se apresuró a llamar a todos para avisarles y Katherine Beckett se permitió llorar de nuevo mientras esperaba a que saliera del quirófano.
Kate, Jim, Espo, Ryan, Lanie, Martha y Alexis se encontraba en la sala de espera. Ryan esperaba al lado de su compañero, Espo abrazaba de un brazo a Lanie, ella cogía la mano a la hija del escritor intentando consolándola, la cabeza de la chiquilla reposaba en el hombro de la gran Martha Rogerd, quien, a la vez que acariciaba la cabeza de su nieta, sentía el cálido apretón que el abogado Jim le daba en el hombro libre. Pero todos estaban pendiente, sólo, de una persona, la única que no estaba integrado en ese "círculo" que habían formado entre todos.
Beckett estaba en una esquina, apartada, llorando desconsoladamente, hecha un ovillo y acariciando su, aún, plano vientre.
Lanie se deshizo del brazo de Javier y apartó sus manos de Alexis, se levantó, y se acercó a su amiga. Agachándose a su lado.
- Tranquila Kate, todo saldrá bien.
Todos siguieron con lo suyo, consolando al otro, pero pendiente de la conversación.
- No debí hablarle así, no...no debí decírselo. Si hubiera sabido que haría eso yo...
No pudo más, se deshizo de su auto brazo y abrazó desesperadamente a su amigo.
- Que hago yo ahora, si le llega a pasar algo...dios.
- Tranquila Kate, él es fuerte, saldrá y le ayudaremos a afrontar todo.
- Y si no es así, y si no sale de esta, dime. ¿Y si muere sin conocer a su hijo?.
Todos miraron hacia las amigas. Sorprendidos y tristes por su confesión.
- Katie, ¿por qué no dijiste nada?.
- Yo...lo siento.
No se dio cuenta de los demás hasta que su padre hizo aparición en la conversación. No pudo soportar sus miradas y corrió en dirección a la calle. Su amiga sopesó la idea de seguirla, pero reconsideró que lo que ahora necesitaba era aire fresco y despejarse.
En las dos horas restante Kate permaneció en la calle. Apareció justo cuando las puertas del quirófano se abrían.
Vio salir a un médico que se acercaba a los demás. El médico le daba la espalda. Y cuando preguntó por sus familiares, tuvo que darse la vuelta al sorprenderse por "yo" apresurado de Beckett.
- El señor Castle vino al hospital con una ingestión de una gran cantidad de pastillas. Le tuvimos que hacer un lavado de estómago y en algún momento entró en parada. Ahora está estable, pero tendremos que tenerlo en observación. Ahora lo mejor que pueden hacer es irse a casa y descansar.
Todos suspiraron de alivio ante la noticia del doctor, todos menos Kate. Se dejó caer al suelo y las lágrimas salieron de sus ojos.
- Katie, ¿no has escuchado? está fuera de peligro.
Levantó la cabeza e intentó forzar una sonrisa.
- Vamos amiga, ven a casa y descansa.
- No puedo. Debo quedarme.
- Sí puedes. Mírate. Tienes que descansar, no es bueno en tu estado. Piensa ahora en que esperas un bebé.
- Vale, tienes razón. Pero en dos horas vuelvo aquí. No quiero dejarlo solo.
- Vale, si con eso duermes algo, de acuerdo.
Los demás observaban pero no decían nada. Se despidieron los unos de los otros, acordando que vendrían otra vez, unos dentro de horas para que Kate no esté sola y otros mañana.
Martha se acercó a ate y la abrazó fuertemente. Alexis se acercó y también la abrazó. Ninguna de ellas dos dijeron nada desde que llegaron al hospital. El shock se lo impedía. Solo hablaron en ese momento para despedirse de los demás.
Lanie pensó en que mejor no deberían dormir esa noche en el loft y les ofreció su casa. Sin discutir y porque estaban cansadas, accedieron. Ellas y Kate.
En cuanto llegaron se despidieron y Lanie ofreció a abuela y nieta el cuarto de invitados, con solo una cama. Espo no lo pensó y se ofreció a dormir en el sofá y que Kate lo hiciera en su cama junto con Lanie.
Alexis tardó pero se durmió cerca de las doce, y le siguió su abuela. Espo no pudo más y en cuanto toco el sofá se quedó frito.
Lanie abrazaba a su amiga mientras ésta lloraba, y cuando sintió que su respiración se acompasaba y que por fin se dormía, se permitió entonces dejase vencer por el cansancio.
Dormía plácidamente, aleja a los problemas que se le avecinaba. Su sueño empezó a ponerse negro y empezó a revolverse en la cama y una patada despertó a la doctora.
Aún somnolienta, se da la vuelta en dirección a Kate. La mujer sudaba y se revolvía en las sábanas.
- Kate, despierta- Empezó a despertar a su amiga, no le gustaba verla así.
- Kate, vamos.
La detective empezó a gritar el nombre del escritor y Lanie se asustó y se sentó en la cama. Empezó a zarandearla.
- Vamos Kate, sólo es un sueño, despierta.
Un último grito, un zarandeo más de la doctora y Kate se levantó sobresaltada.
-¿Estás bien? ¿qué estabas soñando?.
Kate más tranquila, se sentó mejor en la cama, acomodándose en el cabecero.
- Ahora no, tengo que saber algo de Richard.
No le dio tiempo a hablar a Lanie y salió corriendo a la ducha.
En poco tiempo ya estaban todos despiertos, eran las siete y parecía que nadie hubiera dormido nada, pero nadie opinó sobre ese hecho.
Desayunaban y cuando Kate apareció por el umbral de la puerta todos la miraron. Supuso que Lanie comentó sobre su pesadilla, pero no le dio tiempo a nadie de hablar. Cogió una tostada y tan rápido entró se fue.
Todos se quedaron mirándose. Lanie negó e intentó conversar con sus invitadas. Distraerlas.
- Tranquila seguro que Castle está mejor.
- ¿Qué es lo que ha pasado?.
La doctora miró a la actriz, luego a Alexis. Decidió que se lo contaría, pero no en presencia de su nieta, sería traumático para ella si se entera lo que Rick le hacia a Kate, por mucho que ella le quisiera.
- Han pasado por un bache y...
- ¿Un bache? ¿me estás diciendo que un bache ha causado que mi padre haya intentado suicidarse?.
- Alexis...
- Dejálo. Yo también quiero saber cómo está. Abuela tu sigue aquí y termina de desayunar, yo me voy.
Y dicho esto se levantó y se fue bajo la atenta mirada de las dos mujeres.
- Martha.
- Doctora...Lanie- se corrigió- Voy a terminar de desayunar y después quisiera ir a mi casa para cambiarme. Mientras llegamos, porque quiero que me acompañes, me lo contarás todo. Y cuando lo sepa, iré a ver como se encuentra mi hijo y a convencer a mi nieta para que se cambie ella también.
Sin ninguna palabra más las dos mujeres terminaron de desayunar.
Lanie ofreció su casa para que el recién accidente no les afectara. No le gustó la idea de ir al loft, porque tampoco sabía lo que se encontraría allí, pero no pudo negarse, tampoco quería que la mujer fuera a su casa sola.
Por mucho dolor que sintió la actriz, aumentó en segundos, mientras escuchaba atentamente a su compañera. El corazón de la actriz se quebró.
- Dios, no me puedo creer todo lo que está pasando- Dijo finalizada la conversación.
El rostro de Lanie lo decía todo.
- Y la pobre Katherine, dios yo...no tenía ni idea de todo eso yo...soy su madre y...no lo sabía.
Lanie abrazó a una desconsolada mujer, la abrazó hasta que ésta consiguió calmarse. Se limpió las lágrimas y se separó de la doctora.
- Necesita ayuda- Dijo por fin la doctora.
La otra mujer sólo asintió, y tras terminar lo que habían ido a hacer allí, salieron del loft camino al hospital.
Mientras dos mujeres esperaban a que el médico de Castle les atendieran.
La joven no quiso hablar con Kate el tiempo que estuvieron solas. El tiempo que estuvo anoche abrazada a su abuela mientras lloraba, lo hizo pensando también en por qué del acto de su padre y durante meditarlo, llegó a la conclusión que la única que podía contestar a sus preguntas era Kate. Algo pasó entre ellos, algo que provocó el intento de suicidio. Por el momento decidió estar callada, escuchar y observar. Y si nadie le aclaraba la situación, obligaría a Kate a explicarse. Se lo debía. Por lo menos eso.
Una explicación de todo eso.
Cuando las cuatro mujeres estuvieron juntas, permanecieron allí el resto de la mañana. Y a la hora de comer, mientras Alexis aprovechaba y se iba a cambiar en compañía de Lanie, nuera y suegra se quedaban solas.
- Lo sé todo.
Y sin más, tras mirarse la una a la otra, se abrazaron fuertemente.
Pasaron unas pocas horas más allí, pero tras hablar con el doctor que les dijo que todavís no era probable que se despertara, Lanie les dijo que ella debía acudir a la morgue y que Kate debía hablar con la capitana sobre su estado.
Resignada Kate se fue con Lanie.
En los dos días restante, se pasaban por el hospital y cuando el médico les dijo que podían ir a visitarlo decidieron hacer turnos.
Aún sabiendo que estaba inconsciente, sus familiares les hablaba, el médico le decía que era probable que no les escuchase, pero ellos siguieron haciendolo.
Viernes noche le tocaba a Kate quedarse los cinco minutos con su escritor. Le contaba lo que había hecho esa mañana. Papeleo y más papeleo.
Sonrío cuando le recordó las tardes que a ella le toca hacer papeleo y el se quedaba, no para ayudar, pero sí para hacerle compañía.
Lloró mientras le acariciaba el dorso de la mano.
- Despierta, no puedes dormir para siempre. Te necesito.
Como respuesta y por un instante, el escritor apretó la mano de su musa.
Kate sorprendida sonrió y avisó al doctor que le pidió que le dejara revisarle. Las máquinas empezaron a pitar y se le encogió el corazón.
El médico la echó.
Durante una hora no se supo nada, mientras los médicos se encargaban de Richard, Kate se dedicó a avisar a los demás.
Otra hora después y con todos ya allí salió el médico.
- Richard tuvo una recaída momentánea, pero no fue grave. Lo bueno es que ya no hay peligro y que...está consciente.
- Podemos entrar a verle.
- Esperen a que salgan las enfermeras y cuando ellas les avise podrán entrar, pero de uno en uno.
Asintieron y esperaron.
Al cabo de diez minutos las enfermeras salieron y le dijeron que ya podían pasar.
Todos miraron a Kate y esta asintió, les agradeció con la mirada.
Nerviosa, Kate se encontraba delante de la puerta, tenía tanto miedo de verlo que le temblaban las manos. No sabía si podría soportar lo que le esperaba al otro lado de la puerta.
Respiró hondo y decidida entró.
Se lo encontró mirando por la ventana, distraído.
- Hola- No pudo evitar sonrier al verlo, pero su sonrisa desapareció en cuanto vio su cara fría y desconcertada.
- ¿Qué haces aquí?.
- Rick yo...
- Vete- la interrumpió.
- Richard...
- Fuera ¡ya!.
- Pero Richard...
- ¿Es que no te has cansado de herirme, no te cansas de causarme daño?, ¡sólo quiero que me dejes en paz!.
Sus gritos no sólo retumbaban en las paredes de la habitación, sino que también lo hacía en la cabeza de Kate, sus horribles palabras se le quedaban grabadas en su corazón, rompiéndolo.
Kate sostuvo su helada mirada sólo los segundos que tardaron en aparecer sus lágrimas, después se dio media vuelta y corrió por el pasillo en busca de un poco de aire que le reconforte. Corría bajo la mirada atónita de todos.
Ninguno pudo moverse.
Richard Castle siguió impasible, giró y se dejó llevar por su imaginación, volviendo a adentrarse a ese mundo que creó su subconsciente mientras que lágrimas resbalaban por su pálida piel.
No, no lo soportó. Lo que vino después de la puerta de la habitación no pudo soportarlo.
(3 días después, en la actualidad)
- ¿Y no volvió a venir aquí?.
- Para qué molestarse, hubiera hecho lo mismo, era una pérdida de tiempo.
- Ya veo.
Apuntó algo en su cuaderno y dejó que el silencio invadiera la estancia. Lo observó.
- ¿Sabe que está embarazada...?.
Le miró de nuevo a los ojos.
- ¿De usted?.
Castle aguantó la mirada del psicólogo un instante, después se volvió a girar. Y le contestó:
- ¿Y?.
Ante esa respuesta, el doctor se levantó y se despidió del escritor sin decir nada más.
- Hasta la próxima sesión Richard.
Le sonrió forzosamente a modo de despedida y volvió a mirar por la ventana.
Tras unos minutos sólo reinaba la soledad en aquella habitación.
Suspiró cuando sintió que sus mejillas se ponía húmedas por las lágrimas.
- No debería de estar aquí. No debería de estar vivo.
Y sin más, cerró los ojos y durmió el resto del día y de la noche.
Bueno como dije en mi otro fic, siento este laaaargooo parón, pero estaba disfrutando del verano. Pero ya estoy aquí y os dejo este nuevo capi.
Espero que os guste.
Gracias a todos los que os gusta esta historia y que espero que siga así.
Comentad please
Perdonad las faltas.
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
- Mensajes : 502
Fecha de inscripción : 08/10/2012
Edad : 26
Localización : Ceuta (España)
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Bueeeeeeenoooooooo que voy a decir. La historia no es que vaya muy bien solo espero que mejore.
Asi que continuaaaaa.
Asi que continuaaaaa.
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
No podía dormir y como te dije aquí estoy.
Me acabo de terminar de leer todos los capis de este fic y estoy que no sé ni qué decir.
Es impresionante cómo escribes con la edad que tienes. Ya quisiera yo!
Describes todo tan bien que es muy fácil sentirlo
El fic es duro y triste pero lo más triste de todo es que es tan real... Y yo que venía a leer algo divertido o no tan triste para distraerme del día que llevo xD Pero ha merecido la pena porque es GENIAL!
Ahora sí voy a intentar dormir, mañana me empezaré a leer el otro
Me acabo de terminar de leer todos los capis de este fic y estoy que no sé ni qué decir.
Es impresionante cómo escribes con la edad que tienes. Ya quisiera yo!
Describes todo tan bien que es muy fácil sentirlo
El fic es duro y triste pero lo más triste de todo es que es tan real... Y yo que venía a leer algo divertido o no tan triste para distraerme del día que llevo xD Pero ha merecido la pena porque es GENIAL!
Ahora sí voy a intentar dormir, mañana me empezaré a leer el otro
Caskett23- As del póker
- Mensajes : 337
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Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Que fuerte pero me gusta es diferente no es la tipica historia rosa y k buena k explores otros tipos de relaciones sigue pf que esto esta muy bueno!
Verispu- As del póker
- Mensajes : 437
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Edad : 46
Localización : Mexico, Oaxaca
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Para cuando otro capi? Ya nos tienes muy castigados! Pf ya quiero saber k mas pasa!
Verispu- As del póker
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Fecha de inscripción : 24/06/2013
Edad : 46
Localización : Mexico, Oaxaca
Re: ¿Quién eres TÚ? NUEVOS AVISOS IMPORTANTES (15-12-13)
Vale si, perdón, perdón, y mil veces perdón, pero es que no tenía n idea de cómo continuar esta historia.
No me voy a entreterner mucho, solo deciros que si no entendéis algo, os lo explicaré, y deciros que este capi no me convence mucho, pero es que no daba para más.
Espero que os guste detodas formas y que no me haya ido de la trama.
Criticarme con lo que sea y comentad.
Sin más, el capi.
Capítulo 17
No dejó pasar a Alexis y mucho menos quiso saber nada de Kate.
Suspiró, le costó convencer al doctor, pero consiguió salir de aquel hospital.
No quería saber nada del psicólogo, nunca creyó que le sirvieran, aunque aquella conversación que mantuvieron unos días le hicieron abrir lo ojos. Estaba enfermo, era impulsivo, y lo peor de todo era que si no llega a ser por los chicos probablemente quien sabe lo que le hubiera hecho a Kate.
Un escalofrío recorrió su espalda.
Si se hubiera dado cuenta antes...
Ahora se dirigía a una clínica privada que le había aconsejado el psicólogo cuando fue a despedirse. Estaba a las afuera y, aunque era cara, era la mejor en toda la ciudad.
Quería curarse y quería hacerlo en las mejores manos.
Apenas había transcurrido dos horas de trayecto y el enorme edificio se dibujaba en el paisaje, como una enorme mansión en medio de un increíble y precioso jardín. Se quedó maravillado y se alegró de pasar allí el tiempo necesario.
Una cita le esperaba en la segunda planta de la clínica.
Respiró hondo y, cogiendo la única maleta que tenía, se dirigió hacia dentro.
- Señor Castle, este establecimiento ha proporcionado ayuda durante más de veinte años, y le puedo asegurar que está usted en las mejores manos.
- No me cabe la menor duda doctor.
- Hablando de lo que le costará la estancia y los servicios...
- No me importa el dinero, sólo quiero curarme, ¿Tengo que firmar algo antes de reunirme con el psiquiatra?.
- Pues, sólo nos tienes que confirmar si se está medicando y por lo demás tendremos que hablarlo cuando termine con el doctor Harrison.
- Quiero pedirle una cosa, como verás he venido sólo y quiero que siga así, no quiero visitas, y no quiero que se sepa donde estoy. ¿Sería un problema?.
- En absoluto señor Castle, la confidencialidad también es uno de nuestros fuertes.
- Bien, en ese caso nos vemos luego.
- Os espero a ambos aquí.
Los dos hombres se estrecharon las manos y el escritor se dirigió al despacho del doctor Harrison, guiado por un enfermero.
Éste tocó a la puerta llamando la atención de Harrison, quien estaba ordenando algunos papeles.
- Adelante.
El enfermero abrió la puerta, y un pequeño pero acogedor despacho se presentó ante los ojos de Richard. Quien, tras un minuto de observación se fijó en que el doctor de gafas negras y bata blanca le miraba fijamente. El enfermero hizo las presentaciones.
- Doctor Harrison, este es el señor Richard Castle, el paciente que le habló Jason.
El enfermero le señaló y fue entonces cuando el escritor, que le dio las gracias al enfermero cuando se le cruzó para irse, se acercó al otro hombre, y levantó la mano con intención de estrechársela al doctor. Éste hizo lo correcto.
- Siéntese por favor.
Asintió y obedeció.
- Cuéntame.
Hubo un silencio que se expandió por toda la estancia en un tiempo que se prolongó lo suficiente para que Richard empezara a sentirse incómodo.
- Prefiero que me pregunte.- dijo.
Harrison le miró, intentando descifra sus pensamientos.
- Bien- y se quedó mirándolo unos segundos más.
- ¿Y sus familiares?.
- ¿Qué pasa con ellos?.
- No te han acompañado, ¿cierto?.
- No he querido que vinieran, es más, no saben que estoy aquí.
- ¿Por qué?.
El silencio irrumpió en el aire una vez más. Escuchándose sólo las respiraciones acompasadas de las dos personas y el cantar de los pájaros que se escuchaban cercanos en el jardín.
- Porque...no son ellas, si no yo. No quiero que estén aquí y que me hagan acordarme constantemente cada dos por tres que he estado a punto de arruinar sus vidas, nuestras vidas.
- Es lo que te da miedo realmente, ¿Recordar, saber el daño que le causaste?.
- No...
Y se calló, no, realmente no era eso lo que le desvelaba y le quitaba las ganas de vivir cada mañana.
- Es que...no quiero mirarlas y verlo en sus ojos.
- ¿Ver qué?.
- Lástima. Mirarlas a los ojos y que sientan pena de mi. Que estén a mi lado por lástima, les hice daño y no me merezco que estén a mi lado, conmigo.
- Son tu madre y tu propia hija de las que estás hablando, ¿De verdad piensas eso de ellas?.
No sacó el tema de la detective por que sabía que por ahí iban los tiros.
El escritor lo miró desconcertado.
- Eres famoso y no es nada novedoso que se sepa que tengas madre y una hija.
Por un momento se sintió estúpido, pero apartó la mirada del doctor y la dirigió hacia la ventana, observando un nido de pájaros, allí en la rama más baja, y se entretuvo por unos segundos. Sintió la mirada intensa de Harrison y no le dio más vueltas.
- No, no pienso eso de ellas, sé que me quieren, incluso después de todo.
- Entonces no son de ellas de las que hablabas. Dime qué es lo que realmente te preocupa Richard.
Se impresionó que el doctor le hubiera llamado por su nombre de pila, tomando una confianza que él no se la había proporcionado, pero se sintió cómodo respecto a eso.
Suspiró y luego respiró hondo, para posteriormente mirar a los ojos del doctor, esos marrones casi negros que cautivan a cualquiera. Preguntándose qué tendrán que le hacen sentirse como si pudiera contarle cualquier cosa. Aunque tampoco llegaría a aquel extremo. Ese en que le muestra su vida entera. El escritor no es tan abierto.
Sacudió la cabeza y volvió al presente, dándose cuenta que aún tenía que responder a la pregunta que se le había hecho. Agachó la mirada, mirado sus manos, nerviosa, moverse y entrelazarse entre ellas. Suspiró de nuevo.
- Me da miedo que...que ella abra los ojos, que se de cuenta de lo que le he hecho y en lo que me he convertido y decida marcharse de una vez por todas.
- ¿Y por qué te preocupa eso?.
- ¿Por qué?, porque simplemente no me puedo imaginar mi vida sin ella, sé que si ella decidiera dejarme no se lo reprocharía y tampoco haría nada por impedirlo. Porque simplemente no puedo imaginarme una vida sin ella. Ya no.
El doctor asintió.
- Y ella es...
- Kate Beckett, inspectora de homicidios de la comisaría doce de Nueva York.
Sonrió por primera vez desde que entró por la puerta caoba del despacho, recordando a su musa una vez más ese día, pero esta vez al pensar en ella también lo hizo en su sonrisa, y eso le provocó la suya propia, llamándolo de algo que creía que había perdido. Plenitud y amor.
- Hmmm...he leído sobre ella en los periódicos, su reputación la precede.
Levantó la cabeza al ver interrumpidos sus pensamientos por aquellas palabras del doctor.
Y volvió a sonreír, notando, como a lo largo de esa conversación y los continuos recuerdos que no podía impedir, sus ojos cada vez se humedecían más y más de la emoción. Pero sin llegar a nada más.
- Es la mejor.
Y los ojos azules del escritor, aparte de la humedad de las lágrimas que amenazaban por salir, brillaron por primera vez en días.
Harrison se acarició su canoso pelo y se quitó las gafas negras, que lo hacían una persona interesante en el punto de vista de Richard, lo miró y sus ojos marrones cautivadores se posaron sobre los azules del otro hombre.
Y Richard habló.
- Está embarazada.
El doctor asintió.
- Ya veo. No le voy a decir nada al respecto de todo esto porque aún me interesa una cosa más, pero para descubrirla necesito hablar con una persona y creo que no le va a hacer la menor gracia.
- Creo que en el fondo sabía que pasaría pero he preferido aparcarlo a un lado y olvidarme. Sólo le pido que no le diga donde estoy, por lo menos hasta que haya pasado algún tiempo.
- Esta bien, por esta vez.
El doctor se levantó y le tendió la mano al escritor a modo de despedida y éste se la aceptó encantado.
Antes de atravesar el umbral de la puerta y seguir al enfermero que regresó de vuelta para acompañarlo a su habitación; se dio la vuelta, lo miró, y con cara de súplica le dijo:
- Dígale que estoy bien y que intentaré con todas mis fuerzas que todo vuelva a la normalidad. Y que la quiero más que a mi vida.
Harrison sonrió y asintió. Castle siguió al enfermero.
Atravesaron varios pasillos, con montones de habitaciones en los laterales, hasta que el joven se detuvo en la 47.
- Esta será su estancia durante su tratamiento, espero que sea de su agrado.
Y tras sonreírle, lo dejó allí solo.
La habitación era un poco pequeña, pero perfecta. Limpia y bien iluminada. Dejó la maleta en un lado de la cama y se tumbó mirando al techo.
Suspiró.
- Espero que esto no dure demasiado.
Y escuchando el sonido de los pájaros de fondo, sus ojos empezado a perecerles
pesados y decidió que daría una cabezadita antes de tener que reunirse con los dos doctores.
Y poco a poco, y aunque al principio le costó. Se quedó completamente dormido.
- Aún no sé exactamente lo que tiene, pero creo que no es tan grave como piensa.
- Estoy de acuerdo, pero nunca se sabe, necesito que lo mires muy bien.
- Necesito recopilar información sobre su estado en las últimas semanas y para eso necesito hablar con sus familiares.
- Haré unas llamadas, pero tendrás que ser tú quien se mueva y haga esas preguntas, él no quiere que se sepa que está aquí.
- No te preocupes, de eso me ocupo yo. Tú solo me tienes que dar las direcciones.
Asintió y dio media vuelta dirigiéndose a su despacho.
Harrison le imitó.
En dos horas se encontraba de camino a la ciudad. No era un largo viaje, pero siempre le cansaba dejar su mundo y adentrarse en la selva que era Nueva York.
Suspiró, quería hacer las cosas bien, quería ayudar a este hombre porque parecía una buena persona con una gran pena en los ojos y si estaba en sus manos poder cambiar eso, iba a hacer lo posible para conseguirlo.
Se adentró por el Bronx y después pasó por Tribeca. Allí encontró un buen sitio y aparcó.
Vivía en un buen sitio, debía admitir. Se presentó al portero cuando estuvo delante de la puerta y, cuando éste dio el visto bueno después de asegurarse que la acreditación era verdadera, lo dejó pasar, y en poco más de cinco minutos se encontraba delante de la puerta del loft esperando a que alguien le abriese una vez había pegado al timbre.
- ¿Si?.
Una mujer de edad avanzada se asomaba por el umbral. Era pelirroja y la reconoció en cuento la vio, Martha Rogers.
- Buenos días, soy el doctor Josh Harrison y desearía poder hacerle una cuantas preguntas, si me permite claro.
- Si, pasa por favor. ¡Katherine!.
Escuchó como llamaba a la mujer mientras se sentaba en el sofá.
Alzó la vista y la vio bajar las escaleras y dirigirse hacia donde estaban ellos. Alta, delgada, castaña, y bellísima. Si era la novia de Richard, éste era muy afortunado.
- Querida por favor, siéntate con nosotros, necesito que estés cerca de mi.
Y ella solamente asintió.
Lo pudo ver reflejado en su rostro. Lo pudo ver en sus ojos cuando conectaron con los de él apenas unos segundos.
Estaban apagados, ella se veía apagada, cansada, triste. Y quizás no necesitaría hacer preguntas sobre las causas de esa, probablemente, depresión.
- Dígame doctor, ¿De qué quería hablar?.
Cuando estuvo enfrente de ellas, cuando la mirada escrutadora de Martha lo analizaba profundamente, en ese preciso instante no supo qué decir. Tragó saliva e intentó contarles cómo era la situación con Richard, pero sin delatarle.
- Verás, estoy aquí por el señor Castle.
La mirada de Martha mostró confusión y se irguió queriendo saber más. Kate hizo lo mismo.
- ¿Qué pasa con mi hijo?.
- Como ya sabrán, el señor Castle hace apenas unas cuantas horas abandonó el hospital donde se encontraba ingresado por intento de suicidio...
Martha bajó la cabeza entristecida y por el rabillo del ojo pudo ver como la otra mujer temblaba.
Los ojos de Martha se humedecieron pero no dejó que las lágrimas cayeran. En cambio, en la estancia empezó a escucharse los sollozos de la detective.
El doctor Harrison las miró a ambas, apenado.
- Perdonadme, no quise provocar esto. Como decía el señor Castle ha acudido a mí en busca de ayuda. Les diré que solamente sé que está enfermo, y que por lo que he podido ver y oír del señor Castle, está enfermo. O ha hecho algo de lo que de verdad se arrepiente. No he querido que me contara él la historia, no quiero escuchar su parte ahora mismo. Quiero hablar con los testigos directos de sus cambios y sus prontos o lo que haya sido. Y por eso estoy aquí, quiero saber exactamente qué le ocurre al señor Castle y creo que con quienes debo hablar son con sus familiares directos.
La habitación se sumergió en un silencio incómodo. Los sollozos de Kate habían cesado, y ahora fue ella la que se irguió y se acomodó en el sofá individual de cuero. Y la que empezó a explicar todo:
- No sabemos exactamente cuando empezó o cuáles fueron las causas, simplemente, pasó.
El doctor asintió.
- ¿Qué fue lo que experimentaba, las cosas que hacía o le pasaba?.
- Tenía agresividad, al principio era un querer de control de la situación, saber lo que hacía o lo que dejábamos de hacer en cualquier momento, sobretodo conmigo. Después vino el acoso constante y la violencia. Sólo eran agarres, algunas marcas sin importancias, insultos que no venía al cuento, reproches que no tenían sentido, hasta que hace dos día...intentó agredirme.
Las lágrimas caían sin cesar por el rostros de la detective, Martha le cogió la mano para consolarla, no entendía qué le pudo pasar a su hijo para que se comportará de ese modo, pero tampoco le podía guardar ningún rencor por lo que hubiera o dejara de hacer, teniendo en cuenta que era la enfermedad quien lo poseía.
- Pero se quedó en eso. Mis amigos llegaron a tiempo para que no lo lograra. Antes de eso lo cité en mi casa para hablarle de lo que le pasaba. Pero cuando llegaron los chicos y vieron aquella escena no tuvieron más remedio de dejarlo inconsciente. Cuando abrió los ojos y se lo explicamos se dio cuenta de la situación. Y entonces se marchó. Al día siguiente supimos que había intentado suicidarse.
Las manos de la detective no paraban de acariciar su aún plano vientre, las lágrimas caían, pero su mente no se encontraba en aquella sala exactamente.
Cuando terminó rompió a llorar, dándose cuenta de lo imbécil que había sido por no haber actuado antes y provocar todo aquello, si hubiera abierto los ojos la primera vez, en el primer grito, nada de esto hubiera pasado.
Harrison no se atrevió a decirle nada. Y apartó la vista cuando notó su corazón quebrarse al verla llorar. Era algo de lo que no se había acostumbrado a lo largo de su carrera cuando le tocaba algún caso grave y se lo transmitía a la familia.
Cuando Kate estuvo más tranquila, jugando con la bola de papel, nerviosa, esperó cualquier tipo de respuesta por parte del hombre.
- ¿Y qué pasó en el hospital?
- No nos dejó que le viéramos, simplemente nos echó, no me extraña que no me dejara verle, pero a su propia hija...intenté que nos dejara simplemente verlo, pero cuando fui de nuevo esta mañana nos enteramos que se había ido. ¿Usted sabe ha dónde fue?.
Miró sus ojos suplicantes, unos ojos color avellana, desesperados, y con un nudo en la garganta negó, obligándose a mentir.
- Estás embarazada, ¿Me equivoco?.
Ella asintió.
- ¿Y es de él?.
En el mismo instante que formuló aquella pregunta se arrepintió de hacerlo, aunque necesitaba saberlo.
La cara de Beckett era un poema digno de enmarcar. Aquella pregunta, aparte de pillarla por sorpresa, le había sentado como una jarra de agua fría.
- ¡Cómo se atreve. Yo amo a Richard, y jamás le haría algo así!. ¡Por supuesto que es hijo suyo!.
El doctor simplemente asintió. Avergonzado por haber iniciado aquella situación.
- ¿Le habéis notado más cambios de lo que me habéis hablado, algo que haya estado fuera de lugar...?
- Pues aparte de los cambios de humor y su agresividad...no se me ocurre nada...
Martha pensaba, pero no sacaba nada en claro, aunque para ser sinceros, sabía loque sabía por lo que le habia contado Lanie, así que no pudo ayudar mucho, entonces giró y miró a la detective, quien tenía la mirada en un punto indefinido de la sala, perdida en Dios sabe donde.
- Katherine...- la llamó.
Ignorando a la anciana, su mente viajó a aquellos dolorosos momento, fijándose en algo que siempre le había llamado la atenció.
- Pues...ahora que lo dice creo que sí, y es algo de lo que me tiene un poco desconcertada y por lo que pensé que Richard padecía algún tipo de trastorno o algo por el estilo. Nunca se acuerda de lo que ha pasado, es decir, después de cada ataque parece que no sabe lo que ha hecho ni de donde ha estado, y actúa como si nada hubiera pasado, como si fuera el de antes...
- Entiendo.- asintió, y apuntó todo eso en su libreta que había permanecido todo ese momento en su regazo.- Gracias por atenderme, ahora creo que tengo claro lo que le pasa a Richard, pero necesito realizarle a él algunas pruebas antes de dar mi veredicto.
- ¿Nos mantendrá en contacto, para saber de él?
- Claro, e incluso haré el esfuerzo para que os deje visitarle, esto tenemos que hablarlo todos.
- Gracias doctor.
- No me las de, ahora debo irme.
Las mujeres se despidieron del doctor, y la estancia volvió a llenar el loft. Para cuando Martha giró para ver a la detective, ésta subía a la habitación.
La anciana suspiró y deseó que todo esto fuera una horrible pesadilla. Para levantarse y ver co, sus propios ojos que todo volvía a ser como antes. Lo deseó con todas sus fuerzas.
Richard despertó justo cuando llamaban a la puerta. Un poco desorientado se levantó y caminó hacia la puerta.
Cuando sus ojos se fijaron en aquel enfermero que le acompañó horas antes, se percató de donde estaba y a dónde tenía que ir.
- El doctor Jason le espera.
El escritor asintió y volvió a seguir al enfermero hacia el despacho del doctor.
Caminaron por un luminoso pasillo, y, somnoliento, aquel pasillo le pareció más largo que por la mañana.
Sin saber por qué empezó a ponerse nervioso a medida que se acercaba al despacho.
De nuevo el enfermero tocó a la puerta cuando la estuvo presente y le indicó que pasara a dentro cuando los doctores se lo permitieron.
Cinco minutos después, se encontraba sentado, y poco inclinado hacia delante, casi encorvado y con un nerviosismo reciente ante las
atentas miradas de ambos hombre.
- Como ya sabrá, el doctor Harrison fue a su piso para tener una pequeña, entrevista por así decirlo con su novia y con su madre. Y hemos llegado a una conclusión, padece de trastorno de la personalidad, una Limítrofe leve, aunque aún no sabemos cómo es que es a esta altura de su vida cuando la padece y eso vamos a tener que confirmarlo. De ahí a su agresividad, a sus pérdidas de memoria de la realidad, y el intento de suicidio.
Aquellas palabras le cayeron como un puñetazo inesperado en todo la geta.
Por un momento odió al doctor por esa insensibilidad al contarle tal noticia.
Y empezó a ponerse aún más nervioso, las paredes se achicaban a su alrededor agobiándole, ahogándole.
Se levantó bruscamente sorprendiendo a los otros miembros de la sala.
- Señor Castle intente tranquilizarse.
Jason miró a Harrison y éste le imitó. El primero al ver lo que se avecinaba, se acercó a la mesa que tenía a su izquierda, donde descansaba una jeringuilla llena de calmante.
Richard vio los movimientos de ambos y empezó a dirigirse hacia la puerta.
Después de eso todo fue rápido, demasiado rápido.
Cuando la mano del escritor envolvió el pomo de la puerta, sintió su mundo dar vueltas. Su vista se nubló. Entonces miró su brazo y su vista se fijó en la aguja clavada en su brazo.
Miró a los doctores y los veía más borrosos. Su vista se oscureció. Y su cuerpo se hizo más pesado que nunca.
Ambos doctores empezaron a hablarle suavemente para calmarme. Pero era demasiado tarde, el calmante hizo efecto inmediato y el
escritor ya no se encontraba en aquella habitación, en aquel hospital.
Su subconsciente le envió de vuelta a aquel hotel donde se despertaba de pronto, donde miraba por la ventana y donde se alegraba de que todo lo que había pasado fuera solo un sueño.
Viendo una mentira.
Ajeno a la realidad.
Siento si habéisencontrado faltas, mañana lascorregiré si tengo tiempo. Os agradezco si habéis llegado hasta aquí.
Así que, si os ha gustado (que lo dudo), dejar vuestro comentario, y si tenéis alguna queja o sugerencia. O alguna teoría que podáis compartir y que sirva de inspiración, pues bienvenida es.
Comentad.
No me voy a entreterner mucho, solo deciros que si no entendéis algo, os lo explicaré, y deciros que este capi no me convence mucho, pero es que no daba para más.
Espero que os guste detodas formas y que no me haya ido de la trama.
Criticarme con lo que sea y comentad.
Sin más, el capi.
Capítulo 17
No dejó pasar a Alexis y mucho menos quiso saber nada de Kate.
Suspiró, le costó convencer al doctor, pero consiguió salir de aquel hospital.
No quería saber nada del psicólogo, nunca creyó que le sirvieran, aunque aquella conversación que mantuvieron unos días le hicieron abrir lo ojos. Estaba enfermo, era impulsivo, y lo peor de todo era que si no llega a ser por los chicos probablemente quien sabe lo que le hubiera hecho a Kate.
Un escalofrío recorrió su espalda.
Si se hubiera dado cuenta antes...
Ahora se dirigía a una clínica privada que le había aconsejado el psicólogo cuando fue a despedirse. Estaba a las afuera y, aunque era cara, era la mejor en toda la ciudad.
Quería curarse y quería hacerlo en las mejores manos.
Apenas había transcurrido dos horas de trayecto y el enorme edificio se dibujaba en el paisaje, como una enorme mansión en medio de un increíble y precioso jardín. Se quedó maravillado y se alegró de pasar allí el tiempo necesario.
Una cita le esperaba en la segunda planta de la clínica.
Respiró hondo y, cogiendo la única maleta que tenía, se dirigió hacia dentro.
- Señor Castle, este establecimiento ha proporcionado ayuda durante más de veinte años, y le puedo asegurar que está usted en las mejores manos.
- No me cabe la menor duda doctor.
- Hablando de lo que le costará la estancia y los servicios...
- No me importa el dinero, sólo quiero curarme, ¿Tengo que firmar algo antes de reunirme con el psiquiatra?.
- Pues, sólo nos tienes que confirmar si se está medicando y por lo demás tendremos que hablarlo cuando termine con el doctor Harrison.
- Quiero pedirle una cosa, como verás he venido sólo y quiero que siga así, no quiero visitas, y no quiero que se sepa donde estoy. ¿Sería un problema?.
- En absoluto señor Castle, la confidencialidad también es uno de nuestros fuertes.
- Bien, en ese caso nos vemos luego.
- Os espero a ambos aquí.
Los dos hombres se estrecharon las manos y el escritor se dirigió al despacho del doctor Harrison, guiado por un enfermero.
Éste tocó a la puerta llamando la atención de Harrison, quien estaba ordenando algunos papeles.
- Adelante.
El enfermero abrió la puerta, y un pequeño pero acogedor despacho se presentó ante los ojos de Richard. Quien, tras un minuto de observación se fijó en que el doctor de gafas negras y bata blanca le miraba fijamente. El enfermero hizo las presentaciones.
- Doctor Harrison, este es el señor Richard Castle, el paciente que le habló Jason.
El enfermero le señaló y fue entonces cuando el escritor, que le dio las gracias al enfermero cuando se le cruzó para irse, se acercó al otro hombre, y levantó la mano con intención de estrechársela al doctor. Éste hizo lo correcto.
- Siéntese por favor.
Asintió y obedeció.
- Cuéntame.
Hubo un silencio que se expandió por toda la estancia en un tiempo que se prolongó lo suficiente para que Richard empezara a sentirse incómodo.
- Prefiero que me pregunte.- dijo.
Harrison le miró, intentando descifra sus pensamientos.
- Bien- y se quedó mirándolo unos segundos más.
- ¿Y sus familiares?.
- ¿Qué pasa con ellos?.
- No te han acompañado, ¿cierto?.
- No he querido que vinieran, es más, no saben que estoy aquí.
- ¿Por qué?.
El silencio irrumpió en el aire una vez más. Escuchándose sólo las respiraciones acompasadas de las dos personas y el cantar de los pájaros que se escuchaban cercanos en el jardín.
- Porque...no son ellas, si no yo. No quiero que estén aquí y que me hagan acordarme constantemente cada dos por tres que he estado a punto de arruinar sus vidas, nuestras vidas.
- Es lo que te da miedo realmente, ¿Recordar, saber el daño que le causaste?.
- No...
Y se calló, no, realmente no era eso lo que le desvelaba y le quitaba las ganas de vivir cada mañana.
- Es que...no quiero mirarlas y verlo en sus ojos.
- ¿Ver qué?.
- Lástima. Mirarlas a los ojos y que sientan pena de mi. Que estén a mi lado por lástima, les hice daño y no me merezco que estén a mi lado, conmigo.
- Son tu madre y tu propia hija de las que estás hablando, ¿De verdad piensas eso de ellas?.
No sacó el tema de la detective por que sabía que por ahí iban los tiros.
El escritor lo miró desconcertado.
- Eres famoso y no es nada novedoso que se sepa que tengas madre y una hija.
Por un momento se sintió estúpido, pero apartó la mirada del doctor y la dirigió hacia la ventana, observando un nido de pájaros, allí en la rama más baja, y se entretuvo por unos segundos. Sintió la mirada intensa de Harrison y no le dio más vueltas.
- No, no pienso eso de ellas, sé que me quieren, incluso después de todo.
- Entonces no son de ellas de las que hablabas. Dime qué es lo que realmente te preocupa Richard.
Se impresionó que el doctor le hubiera llamado por su nombre de pila, tomando una confianza que él no se la había proporcionado, pero se sintió cómodo respecto a eso.
Suspiró y luego respiró hondo, para posteriormente mirar a los ojos del doctor, esos marrones casi negros que cautivan a cualquiera. Preguntándose qué tendrán que le hacen sentirse como si pudiera contarle cualquier cosa. Aunque tampoco llegaría a aquel extremo. Ese en que le muestra su vida entera. El escritor no es tan abierto.
Sacudió la cabeza y volvió al presente, dándose cuenta que aún tenía que responder a la pregunta que se le había hecho. Agachó la mirada, mirado sus manos, nerviosa, moverse y entrelazarse entre ellas. Suspiró de nuevo.
- Me da miedo que...que ella abra los ojos, que se de cuenta de lo que le he hecho y en lo que me he convertido y decida marcharse de una vez por todas.
- ¿Y por qué te preocupa eso?.
- ¿Por qué?, porque simplemente no me puedo imaginar mi vida sin ella, sé que si ella decidiera dejarme no se lo reprocharía y tampoco haría nada por impedirlo. Porque simplemente no puedo imaginarme una vida sin ella. Ya no.
El doctor asintió.
- Y ella es...
- Kate Beckett, inspectora de homicidios de la comisaría doce de Nueva York.
Sonrió por primera vez desde que entró por la puerta caoba del despacho, recordando a su musa una vez más ese día, pero esta vez al pensar en ella también lo hizo en su sonrisa, y eso le provocó la suya propia, llamándolo de algo que creía que había perdido. Plenitud y amor.
- Hmmm...he leído sobre ella en los periódicos, su reputación la precede.
Levantó la cabeza al ver interrumpidos sus pensamientos por aquellas palabras del doctor.
Y volvió a sonreír, notando, como a lo largo de esa conversación y los continuos recuerdos que no podía impedir, sus ojos cada vez se humedecían más y más de la emoción. Pero sin llegar a nada más.
- Es la mejor.
Y los ojos azules del escritor, aparte de la humedad de las lágrimas que amenazaban por salir, brillaron por primera vez en días.
Harrison se acarició su canoso pelo y se quitó las gafas negras, que lo hacían una persona interesante en el punto de vista de Richard, lo miró y sus ojos marrones cautivadores se posaron sobre los azules del otro hombre.
Y Richard habló.
- Está embarazada.
El doctor asintió.
- Ya veo. No le voy a decir nada al respecto de todo esto porque aún me interesa una cosa más, pero para descubrirla necesito hablar con una persona y creo que no le va a hacer la menor gracia.
- Creo que en el fondo sabía que pasaría pero he preferido aparcarlo a un lado y olvidarme. Sólo le pido que no le diga donde estoy, por lo menos hasta que haya pasado algún tiempo.
- Esta bien, por esta vez.
El doctor se levantó y le tendió la mano al escritor a modo de despedida y éste se la aceptó encantado.
Antes de atravesar el umbral de la puerta y seguir al enfermero que regresó de vuelta para acompañarlo a su habitación; se dio la vuelta, lo miró, y con cara de súplica le dijo:
- Dígale que estoy bien y que intentaré con todas mis fuerzas que todo vuelva a la normalidad. Y que la quiero más que a mi vida.
Harrison sonrió y asintió. Castle siguió al enfermero.
Atravesaron varios pasillos, con montones de habitaciones en los laterales, hasta que el joven se detuvo en la 47.
- Esta será su estancia durante su tratamiento, espero que sea de su agrado.
Y tras sonreírle, lo dejó allí solo.
La habitación era un poco pequeña, pero perfecta. Limpia y bien iluminada. Dejó la maleta en un lado de la cama y se tumbó mirando al techo.
Suspiró.
- Espero que esto no dure demasiado.
Y escuchando el sonido de los pájaros de fondo, sus ojos empezado a perecerles
pesados y decidió que daría una cabezadita antes de tener que reunirse con los dos doctores.
Y poco a poco, y aunque al principio le costó. Se quedó completamente dormido.
- Aún no sé exactamente lo que tiene, pero creo que no es tan grave como piensa.
- Estoy de acuerdo, pero nunca se sabe, necesito que lo mires muy bien.
- Necesito recopilar información sobre su estado en las últimas semanas y para eso necesito hablar con sus familiares.
- Haré unas llamadas, pero tendrás que ser tú quien se mueva y haga esas preguntas, él no quiere que se sepa que está aquí.
- No te preocupes, de eso me ocupo yo. Tú solo me tienes que dar las direcciones.
Asintió y dio media vuelta dirigiéndose a su despacho.
Harrison le imitó.
En dos horas se encontraba de camino a la ciudad. No era un largo viaje, pero siempre le cansaba dejar su mundo y adentrarse en la selva que era Nueva York.
Suspiró, quería hacer las cosas bien, quería ayudar a este hombre porque parecía una buena persona con una gran pena en los ojos y si estaba en sus manos poder cambiar eso, iba a hacer lo posible para conseguirlo.
Se adentró por el Bronx y después pasó por Tribeca. Allí encontró un buen sitio y aparcó.
Vivía en un buen sitio, debía admitir. Se presentó al portero cuando estuvo delante de la puerta y, cuando éste dio el visto bueno después de asegurarse que la acreditación era verdadera, lo dejó pasar, y en poco más de cinco minutos se encontraba delante de la puerta del loft esperando a que alguien le abriese una vez había pegado al timbre.
- ¿Si?.
Una mujer de edad avanzada se asomaba por el umbral. Era pelirroja y la reconoció en cuento la vio, Martha Rogers.
- Buenos días, soy el doctor Josh Harrison y desearía poder hacerle una cuantas preguntas, si me permite claro.
- Si, pasa por favor. ¡Katherine!.
Escuchó como llamaba a la mujer mientras se sentaba en el sofá.
Alzó la vista y la vio bajar las escaleras y dirigirse hacia donde estaban ellos. Alta, delgada, castaña, y bellísima. Si era la novia de Richard, éste era muy afortunado.
- Querida por favor, siéntate con nosotros, necesito que estés cerca de mi.
Y ella solamente asintió.
Lo pudo ver reflejado en su rostro. Lo pudo ver en sus ojos cuando conectaron con los de él apenas unos segundos.
Estaban apagados, ella se veía apagada, cansada, triste. Y quizás no necesitaría hacer preguntas sobre las causas de esa, probablemente, depresión.
- Dígame doctor, ¿De qué quería hablar?.
Cuando estuvo enfrente de ellas, cuando la mirada escrutadora de Martha lo analizaba profundamente, en ese preciso instante no supo qué decir. Tragó saliva e intentó contarles cómo era la situación con Richard, pero sin delatarle.
- Verás, estoy aquí por el señor Castle.
La mirada de Martha mostró confusión y se irguió queriendo saber más. Kate hizo lo mismo.
- ¿Qué pasa con mi hijo?.
- Como ya sabrán, el señor Castle hace apenas unas cuantas horas abandonó el hospital donde se encontraba ingresado por intento de suicidio...
Martha bajó la cabeza entristecida y por el rabillo del ojo pudo ver como la otra mujer temblaba.
Los ojos de Martha se humedecieron pero no dejó que las lágrimas cayeran. En cambio, en la estancia empezó a escucharse los sollozos de la detective.
El doctor Harrison las miró a ambas, apenado.
- Perdonadme, no quise provocar esto. Como decía el señor Castle ha acudido a mí en busca de ayuda. Les diré que solamente sé que está enfermo, y que por lo que he podido ver y oír del señor Castle, está enfermo. O ha hecho algo de lo que de verdad se arrepiente. No he querido que me contara él la historia, no quiero escuchar su parte ahora mismo. Quiero hablar con los testigos directos de sus cambios y sus prontos o lo que haya sido. Y por eso estoy aquí, quiero saber exactamente qué le ocurre al señor Castle y creo que con quienes debo hablar son con sus familiares directos.
La habitación se sumergió en un silencio incómodo. Los sollozos de Kate habían cesado, y ahora fue ella la que se irguió y se acomodó en el sofá individual de cuero. Y la que empezó a explicar todo:
- No sabemos exactamente cuando empezó o cuáles fueron las causas, simplemente, pasó.
El doctor asintió.
- ¿Qué fue lo que experimentaba, las cosas que hacía o le pasaba?.
- Tenía agresividad, al principio era un querer de control de la situación, saber lo que hacía o lo que dejábamos de hacer en cualquier momento, sobretodo conmigo. Después vino el acoso constante y la violencia. Sólo eran agarres, algunas marcas sin importancias, insultos que no venía al cuento, reproches que no tenían sentido, hasta que hace dos día...intentó agredirme.
Las lágrimas caían sin cesar por el rostros de la detective, Martha le cogió la mano para consolarla, no entendía qué le pudo pasar a su hijo para que se comportará de ese modo, pero tampoco le podía guardar ningún rencor por lo que hubiera o dejara de hacer, teniendo en cuenta que era la enfermedad quien lo poseía.
- Pero se quedó en eso. Mis amigos llegaron a tiempo para que no lo lograra. Antes de eso lo cité en mi casa para hablarle de lo que le pasaba. Pero cuando llegaron los chicos y vieron aquella escena no tuvieron más remedio de dejarlo inconsciente. Cuando abrió los ojos y se lo explicamos se dio cuenta de la situación. Y entonces se marchó. Al día siguiente supimos que había intentado suicidarse.
Las manos de la detective no paraban de acariciar su aún plano vientre, las lágrimas caían, pero su mente no se encontraba en aquella sala exactamente.
Cuando terminó rompió a llorar, dándose cuenta de lo imbécil que había sido por no haber actuado antes y provocar todo aquello, si hubiera abierto los ojos la primera vez, en el primer grito, nada de esto hubiera pasado.
Harrison no se atrevió a decirle nada. Y apartó la vista cuando notó su corazón quebrarse al verla llorar. Era algo de lo que no se había acostumbrado a lo largo de su carrera cuando le tocaba algún caso grave y se lo transmitía a la familia.
Cuando Kate estuvo más tranquila, jugando con la bola de papel, nerviosa, esperó cualquier tipo de respuesta por parte del hombre.
- ¿Y qué pasó en el hospital?
- No nos dejó que le viéramos, simplemente nos echó, no me extraña que no me dejara verle, pero a su propia hija...intenté que nos dejara simplemente verlo, pero cuando fui de nuevo esta mañana nos enteramos que se había ido. ¿Usted sabe ha dónde fue?.
Miró sus ojos suplicantes, unos ojos color avellana, desesperados, y con un nudo en la garganta negó, obligándose a mentir.
- Estás embarazada, ¿Me equivoco?.
Ella asintió.
- ¿Y es de él?.
En el mismo instante que formuló aquella pregunta se arrepintió de hacerlo, aunque necesitaba saberlo.
La cara de Beckett era un poema digno de enmarcar. Aquella pregunta, aparte de pillarla por sorpresa, le había sentado como una jarra de agua fría.
- ¡Cómo se atreve. Yo amo a Richard, y jamás le haría algo así!. ¡Por supuesto que es hijo suyo!.
El doctor simplemente asintió. Avergonzado por haber iniciado aquella situación.
- ¿Le habéis notado más cambios de lo que me habéis hablado, algo que haya estado fuera de lugar...?
- Pues aparte de los cambios de humor y su agresividad...no se me ocurre nada...
Martha pensaba, pero no sacaba nada en claro, aunque para ser sinceros, sabía loque sabía por lo que le habia contado Lanie, así que no pudo ayudar mucho, entonces giró y miró a la detective, quien tenía la mirada en un punto indefinido de la sala, perdida en Dios sabe donde.
- Katherine...- la llamó.
Ignorando a la anciana, su mente viajó a aquellos dolorosos momento, fijándose en algo que siempre le había llamado la atenció.
- Pues...ahora que lo dice creo que sí, y es algo de lo que me tiene un poco desconcertada y por lo que pensé que Richard padecía algún tipo de trastorno o algo por el estilo. Nunca se acuerda de lo que ha pasado, es decir, después de cada ataque parece que no sabe lo que ha hecho ni de donde ha estado, y actúa como si nada hubiera pasado, como si fuera el de antes...
- Entiendo.- asintió, y apuntó todo eso en su libreta que había permanecido todo ese momento en su regazo.- Gracias por atenderme, ahora creo que tengo claro lo que le pasa a Richard, pero necesito realizarle a él algunas pruebas antes de dar mi veredicto.
- ¿Nos mantendrá en contacto, para saber de él?
- Claro, e incluso haré el esfuerzo para que os deje visitarle, esto tenemos que hablarlo todos.
- Gracias doctor.
- No me las de, ahora debo irme.
Las mujeres se despidieron del doctor, y la estancia volvió a llenar el loft. Para cuando Martha giró para ver a la detective, ésta subía a la habitación.
La anciana suspiró y deseó que todo esto fuera una horrible pesadilla. Para levantarse y ver co, sus propios ojos que todo volvía a ser como antes. Lo deseó con todas sus fuerzas.
Richard despertó justo cuando llamaban a la puerta. Un poco desorientado se levantó y caminó hacia la puerta.
Cuando sus ojos se fijaron en aquel enfermero que le acompañó horas antes, se percató de donde estaba y a dónde tenía que ir.
- El doctor Jason le espera.
El escritor asintió y volvió a seguir al enfermero hacia el despacho del doctor.
Caminaron por un luminoso pasillo, y, somnoliento, aquel pasillo le pareció más largo que por la mañana.
Sin saber por qué empezó a ponerse nervioso a medida que se acercaba al despacho.
De nuevo el enfermero tocó a la puerta cuando la estuvo presente y le indicó que pasara a dentro cuando los doctores se lo permitieron.
Cinco minutos después, se encontraba sentado, y poco inclinado hacia delante, casi encorvado y con un nerviosismo reciente ante las
atentas miradas de ambos hombre.
- Como ya sabrá, el doctor Harrison fue a su piso para tener una pequeña, entrevista por así decirlo con su novia y con su madre. Y hemos llegado a una conclusión, padece de trastorno de la personalidad, una Limítrofe leve, aunque aún no sabemos cómo es que es a esta altura de su vida cuando la padece y eso vamos a tener que confirmarlo. De ahí a su agresividad, a sus pérdidas de memoria de la realidad, y el intento de suicidio.
Aquellas palabras le cayeron como un puñetazo inesperado en todo la geta.
Por un momento odió al doctor por esa insensibilidad al contarle tal noticia.
Y empezó a ponerse aún más nervioso, las paredes se achicaban a su alrededor agobiándole, ahogándole.
Se levantó bruscamente sorprendiendo a los otros miembros de la sala.
- Señor Castle intente tranquilizarse.
Jason miró a Harrison y éste le imitó. El primero al ver lo que se avecinaba, se acercó a la mesa que tenía a su izquierda, donde descansaba una jeringuilla llena de calmante.
Richard vio los movimientos de ambos y empezó a dirigirse hacia la puerta.
Después de eso todo fue rápido, demasiado rápido.
Cuando la mano del escritor envolvió el pomo de la puerta, sintió su mundo dar vueltas. Su vista se nubló. Entonces miró su brazo y su vista se fijó en la aguja clavada en su brazo.
Miró a los doctores y los veía más borrosos. Su vista se oscureció. Y su cuerpo se hizo más pesado que nunca.
Ambos doctores empezaron a hablarle suavemente para calmarme. Pero era demasiado tarde, el calmante hizo efecto inmediato y el
escritor ya no se encontraba en aquella habitación, en aquel hospital.
Su subconsciente le envió de vuelta a aquel hotel donde se despertaba de pronto, donde miraba por la ventana y donde se alegraba de que todo lo que había pasado fuera solo un sueño.
Viendo una mentira.
Ajeno a la realidad.
Siento si habéisencontrado faltas, mañana lascorregiré si tengo tiempo. Os agradezco si habéis llegado hasta aquí.
Así que, si os ha gustado (que lo dudo), dejar vuestro comentario, y si tenéis alguna queja o sugerencia. O alguna teoría que podáis compartir y que sirva de inspiración, pues bienvenida es.
Comentad.
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
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