¿Quién controla a quién? (Cont. Una broma del destino)- Capítulo 25... 10/Mar

Hola a tod@!! Después de unos días sin escribir y buscando la inspiración, me he puesto manos a la obra con el nuevo fic… Aquí les traigo el primer capítulo de “¿Quién controla a quién?”, continuación de “Una broma del destino”.

Espero que les guste y no olviden comentar.


Capítulo 1: Sueño, llantos y falta de sexo

En plena madrugada el loft estaba sumido en la más absoluta oscuridad. Todo estaba tranquilo y reinaba el silencio, hasta que un llanto rompió la armonía de esa noche aunque adie parecía escuchar aquel sollozo que cada vez se hacía más fuerte e insistente. Después de un rato, Martha se dirigió a la habitación de la que procedía el llanto. No quiso encender ninguna luz para no despertar a los que conseguían seguir durmiendo a pesar del escándalo.

- Vamos cariño, no llores…- Decía con dulzura mientras acunaba al bebé entre sus brazos. Estuvo un rato tratando de dormirlo, dando vueltas de un lado para otro.

- ¿Martha?

- Kate, querida.- Susurró.

- ¿Qué haces aquí?- dijo la inspectora incorporándose aún aturdida por el sueño.

- Es que mi nieto llevaba un buen rato llorando y como sus padres no le hacían caso tuve que venir ver qué le pasaba.- Le respondió la actriz en tono de broma.

- ¿Llorando? Pero… ¿cómo pude no haber…?- Beckett no lograba poner en orden su cabeza ni sus palabras, estaba un poco avergonzada por la situación.- Soy un desastre…Lo siento Martha… Dámelo…

- No te preocupes Kate, es comprensible. Este niño lleva tres meses llorando sin parar todas las noches, es normal que tu cabeza y la de mi hijo hoy hayan desconectado y ni lo hayan escuchado.

- ¿Madre? ¿Ocurre algo?- Castle se levantó sobresaltado.

- Lo que pasa es que la pobre Kate está agotada y por lo que veo tú también. Este bebé ha salido a su padre y es un poco majadero.- Le dijo Martha mirándolo con burla mientras reía junto con Kate.

- No sé cómo me las arreglo pero siempre la culpa acaba siendo mía.- Añadió el escritor con una posa melodramática.

- Rick lo que ocurre es que el bebé llevaba un buen rato llorando y nosotros durmiendo tan tranquillos. Por culpa de nuestra irresponsabilidad tu madre vino a cuidarlo…- Dijo la inspectora con tono de preocupación.

- ¿En serio que estaba llorando y no nos enteramos?- Preguntó Castle en el mismo tono que su mujer.

- No es para tanto…- Les dijo la pelirroja. Mientras ellos hablaban, el bebé se había quedado dormido en los brazos de su abuela.-…Ya está, se ha dormido- Añadió sonriente mientras ponía al niño en su cuna.- Buenas noches.


Beckett y Castle se habían quedado con cara de tontos en la cama. Les había sorprendido que ninguno de los dos escuchara el llanto del bebé, pero Martha tenía razón. El bebé era adorable pero en estos tres meses no habían conseguido que durmiera del tirón y se despertaba varias veces en la madrugada. El matrimonio se turnaba para intentar dormirlo pero casi siempre acababan los dos despiertos y luego les costaba horrores conciliar el sueño.

Estuvieron un rato mirándose en silencio hasta que no pudieron aguantar la risa.

- Shh… calla…- Dijo la inspectora poniendo una de sus manos sobre la boca de su marido aunque casi sin poder aguantar su propia risa.- A ver si lo vamos a despertar ahora nosotros…

Castle quitó la mano de su esposa con suavidad y la entrelazó con la suya. Llevó la otra mano a la parte baja de su espalda, atrayéndola hacia él para besarla. Ella respondió al beso encantada, enredando su mano libre en el pelo del escritor. Poco a poco el beso fue volviéndose más intenso y urgente. Los dos estaban desesperados y eran conscientes de la necesidad que tenían.

Desde que el pequeño Roy había nacido, prácticamente no habían tenido tiempo para ellos. El día era toda una odisea y durante la noche, el tiempo que el bebé no lloraba, tenían que aprovecharlo para dormir. Las veces que habían intentado hacer el amor, se habían visto interrumpidos o habían tenido que hacerlo con mucha, mucha prisa, algo que no les gustaba.

Aquel beso había encendido el deseo contenido que tenían. El escritor empezó a desabrochar la camisa del pijama de su musa con rapidez, metiendo las manos desesperadamente para sentir el calor su piel. Beckett gimió en su boca ante las caricias de su marido.

En un movimiento rápido, ella terminó de deshacerse de su camisa al mismo tiempo que Castle se quitaba la de él. Como si una fuerza magnética los envolviese, sus cuerpos se fundieron en un nuevo beso y en nuevas caricias. La inspectora se puso sobre él, alternando besos y mordiscos en sus labios, bajando por su cuello hasta su pecho… Subió hasta el lóbulo de su oreja y se lo chupó para después susurrarle cuánto lo deseaba. Era consciente del efecto que eso causaba en su hombre y de lo mucho que lo excitaba. Como respuesta, él la apretó más contra su cuerpo, provocando que ella gimiera en su oído. Eso terminó de enloquecerlo…

Sin despegar sus labios de los de ella, empezó a acariciar su espalda, bajando desde los hombros hasta llegar a la altura de sus caderas. Una vez allí, metiendo las manos dentro del pantalón y las braguitas, le acarició las nalgas con urgencia, apretándoselas y apretando su pelvis contra la de él. En ese instante ninguno de los dos pudo contener un gemido.

Se miraron y vieron en los ojos del otro el deseo que sentía. Los dos sabían lo que necesitaban y lo necesitaban ya. Empezaron a bajar torpemente el pantalón y la ropa interior del otro a la vez. Estaban muy excitados lo que hacía que aumentara la frustración por no poder quitarse la ropa tan rápido como querían. En ese momento les hubiese gustado arrancarla.

Justo cuando ya casi habían logrado bajar las prendas a la altura necesaria, el bebé empezó a llorar de nuevo. Beckett separó la cabeza para poder mirar a su marido directamente. Los dos se miraban casi con sufrimiento por tener que interrumpir el momento a pesar del placer que estaban sintiendo. Estuvieron unos segundos en estado de shock, la incredibilidad de la situación los superaba.

- ¡No puede ser! Este niño quiere deshacerse de mí para que seas toda para él.- dijo Castle pasando la mano por su pelo frustrado.

- Venga Castle… Ya encontraremos el momento.- Le contestó para después darle un corto beso y quitarse de encima.

- Claro y mientras tanto muero de falta de sexo. Esto no es bueno Kate…- exclamó alterado señalando a su entrepierna.- Un día de estos se cansará de tanta interrupción y dejará de funcionar… Voy a ver qué te parece cuando eso pase…- añadió con tono irónico mientras ella soltaba una carcajada. El volumen del llanto del bebé aumentó considerablemente.

- Te toca a ti.- Dijo Beckett mientras se abrochaba la camisa.

- Está bien…- le contestó el escritor resignado antes de levantarse a mala gana y coger al bebé. Ella se acostó de nuevo en la cama y se tapó con las sábanas, cerrando los ojos. Castle empezó a hablarle a su hijo mientras lo mecía en sus brazos.- Lo siento Roy pero esto no puede seguir… las cosas no funcionan así.- La inspectora se hacía la dormida pero lo escuchaba atentamente aguantando la risa.-…Vas a tener que ponerte de mi parte y dejar que mamá y yo… hagamos el amor de vez en cuando…- a Beckett casi se le escapa una carcajada.-… Te prometo que a cambio te compraré todos los juguetes que quieras…


Después de un rato el bebé volvió a quedarse dormido y Castle volvió a su cama con la esperanza de que Kate no estuviese del todo dormida. Cuando se acostó trató de buscarla pero ella solo se revolvió en sueños, dándose la vuelta y quedando de espaldas a él. El escritor también se dio la vuelta y resopló sonoramente, pensando: “Tengo que buscar una solución pero ya. Vamos a ver quién controla a quién”

Hola a todos!! Aquí les dejo un nuevo trozo. Estoy un poco apurada pero es posible que hasta el domingo no vuelva a actualizar y no quería dejarlos sin leer hasta entonces. La historia va poco a poco…

Espero que les guste y no olviden comentar!!


Capítulo 2: Deseo contenido

El despertador sonó a las siete de la mañana. Beckett se levantó y fue directa al baño para darse una ducha, necesitaba despejarse o sería incapaz de ir a trabajar. Desde que se había incorporado al trabajo después de la baja por maternidad, le costaba mucho ir a la comisaría. Por un lado estaba el cansancio y, por el otro, el tener que despedirse de Castle y Roy durante casi todo el día.

Castle se levantó cuando escuchó el sonido de la ducha. Se asomó a la cuna, vio que el bebé seguía durmiendo y fue a la cocina para prepararle el desayuno a su mujer. A él tampoco le gustaba la idea de estar lejos de ella después de haberse pasado los últimos cinco años pegado a ella pero así lo habían decidido. Ella tenía que volver a la comisaría y, como no querían que el bebé fuese a una guardería siendo aún tan pequeño, él se quedaría cuidándolo y así podría escribir.

Quince minutos más tarde el escritor estaba terminando el desayuno cuando sintió unos brazos rodeándolo por la cintura y el aroma de su inspectora envolviéndolo.

-Buenos días mi amor.- Le dijo Beckett dándole un beso en el cuello.

-Mmmm… buenos días cariño.- Le contestó mientras se giraba sin soltarse del abrazo y la atraía hacia él para besarla en los labios. Estuvieron un momento abrazados disfrutando del momento.

-No quiero irme a trabajar…- Dijo ella melosa, escondiendo la cara en el cuello del escritor.

-Vaya… la inspectora Katherine Beckett no quiere cumplir con sus obligaciones…- dijo Castle bromeando, al mismo tiempo que la abrazaba con más fuerza y la mecía. Ella sonrió contra la piel de su marido, haciéndole cosquillas.

-Es que echo de menos al bebé…- Siguió ella en el mismo tono.

-¿Sólo al bebé?- Le preguntó Castle con sarcasmo.

-Bueno… también te echo de menos a ti…- continuó mientras se separaba un poco y lo miraba a los ojos-… tus cafés…- empezó a acariciarle el pecho con las manos.-… tus locas teorías…besarte a escondidas en la sala de descanso…- Castle bajó sus manos al trasero de ella sonriéndole.

-Yo también extrañaré todas esas cosas.- Le susurró acercándose a sus labios y besándola con dulzura.- Podemos hacer una cosa… Qué te parece si este mediodía te preparo un almuerzo delicioso y después recordamos otros… momentos que también echo de menos.- Añadió levantando las cejas de forma seductora.

-Rick… yo también me muero de ganas de estar contigo pero… ya sabes lo que pasa siempre que intentamos estar juntos…- Beckett fue enredando los brazos en su cuello y se acercó de nuevo a sus labios.

- Yo me encargaré de todo Kate… verás que esta vez conseguimos… terminarlo.- Volvieron a besarse, esta vez con pasión. Castle la levantó y la sentó en la encimera, haciendo el beso cada vez más intenso. Las manos de los dos empezaron a acariciar el cuerpo del otro con desesperación.

- Rick…para…voy a llegar tarde…- Dijo casi sin despegar los labios de él, en un tono que más pareció un gemido que una petición.

- Shh… aún tenemos tiempo…- susurró con la voz ronca mientras empezaba a desabrocharle la camisa.- Me tienes loco, Kate… ya estoy desesperado…- añadió. Siguieron besándose con la misma pasión y Castle la levantó para volver a la habitación. Cayeron sobre la cama sin despegarse cuando el bebé empezó a llorar. Ellos se separaron y se miraron de la misma forma que la noche anterior. Beckett no pudo aguantarse y empezó a reírse a carcajadas, ante la mirada de indignación de él.- Esto ya tiene que ser una broma…

- Lo siento cariño… Volveremos a intentarlo después del almuerzo a ver si hay suerte.- La inspectora le dio un beso fugaz y se levantó para abrocharse la camisa y coger al bebé.

-Shh… mi niño… - le susurraba mientras le daba pequeños besos en la cabecita. A los pocos segundos de que Beckett lo cogiera el niño dejó de llorar.

- Este niño es demasiado listo… Si a mí me hablaras y me besaras de esa forma también me callaría al momento.- dijo el escritor bromeando. Ella sonrió.

-No me digas que estás celoso…- él la miró sonriente.- Rick, ya le toca comer, caliéntale el biberón mientras yo estoy un ratito más con él.- le suplicó.

- Claro… pero sigo pensando que ese niño es demasiado listo.- Se levantó de la cama y fue hacia ellos.

-Por supuesto que lo es, ha salido a su padre. ¿No te has fijado en lo guapo que es?- le preguntó ella sonriente. Él le devolvió la sonrisa, le dio un rápido beso y salió rumbo a la cocina.


Un rato más tarde, Beckett dejó a Castle dándole el biberón al pequeño Roy, después de costarle varios minutos despedirse de los dos. Parecía que iban a pasar meses hasta que los volviera a ver y sentía que una parte muy grande de ella se quedaba en ese loft. Pensó que iba a ser mucho más difícil de lo que esperaba.

Cuando llegó a la comisaría ya Ryan y Espósito estaban allí. No tenían ningún caso hasta unos minutos antes, habían recibido el aviso de que encontraron un cuerpo en Central Park y tenían que ir. De camino a la escena del crimen recibió un mensaje de Castle en el que la adjuntaba una foto de él con Roy recostado en su pecho. Sin poder evitarlo, sonrió al verla y suspiró pensando en la falta que le hacían. Daba gracias de que el escritor fuese tan atento y siempre estuviese pendiente de ella, llamándola y mandándole mensajes. Eso le hacía más llevadero el día lejos de sus dos hombres.

Cuando llegó a central park Lanie ya estaba examinando el cuerpo. Se trataba de una mujer afroamericana de entre 20 y 24 años. La causa aparente de la muerte era estrangulamiento y se había cometido de tres a seis horas antes. La forense aseguró que daría los datos concretos cuando la llevara a la morgue. Mientras estaba en el parque recibió otro mensaje de su marido. Esta vez no llevaba ninguna foto, solo texto, y la inspectora empezó a leerlo con curiosidad. “Necesito tu cuerpo. Me muero por besar cada rincón de tu piel… Ven lo antes posible. Te voy a hacer perder el control, inspectora”. Beckett se mordió el labio al leerlo. Hacía tiempo que no se mandaban mensajes de ese tipo pero le encantaba esa faceta de Castle, le hacía desearlo más si cabe. Decidió contestarle. “Yo me muero por estar entre tus brazos y obtener de ti todo lo que quiero y más. Hoy seré tu Nikki Heat particular… Prepárate para una ola de calor”. Sonrió mientras escribía es mensaje, recordaba las veces que habían jugado a ser Heat y Rook. Habían sido muy, muy excitantes…

No podían avanzar hasta no tener los resultados de la forense, así que Beckett aprovechó para ir a casa y volver después del almuerzo. Condujo todo lo rápido que el tráfico le permitía, aparcó y fue directa al loft. Cuando entró, Castle estaba en su estudio escribiendo. Ella fue rápidamente a su encuentro y se sentó en su regazo para besarlo con pasión.