¿Quién controla a quién? (Cont. Una broma del destino)- Capítulo 25... 10/Mar

Hola de nuevo a tod@s! Aquí les traigo el capítulo de hoy.

Espero que lo disfruten y no olviden comentar!!!



Capítulo 4: Recordando

Beckett llegó a la comisaría con una enorme sonrisa en el rostro. Había hecho el amor apasionadamente con su marido y luego habían almorzado juntos. Le hubiese gustado haber visto a su bebé pero era evidente que necesitaban estar solos o la tensión hubiese acabado con ellos.

Se sentó en su despacho y se quedó un momento pensando. No pudo evitar sonrojarse al recordar la experiencia de las últimas horas. Estaba convencida de que el sexo con Castle no tenía comparación alguna con cualquier otro. Era una cosa espectacular, simplemente maravilloso. Abandonó sus pensamientos cuando escuchó como la llamaban sus compañeros.

–Beckett –dijo Expósito–. Tenemos noticias de Lanie. La víctima se llamaba Vanessa Miller y tenía 22 años. Su casa está cerca de Central Park, aquí tengo la dirección…, pero al parecer, como estudiaba en la Universidad de Columbia, estaba viviendo en la residencia de estudiantes. –La inspectora lo miraba atentamente.

–¿Habéis interrogado ya a los padres?

–Aún no. Acabamos de recibir la información, no les hemos dado la noticia todavía.

–Bien… Yo me ocupo… -contestó la inspectora convencida mientras tomaba su chaqueta y la nota con la dirección, y se levantaba para salir de la comisaría.

Esta era la parte que más odiaba de su trabajo. Le resultaba muy doloroso darles una noticia así a las familias de las víctimas. Ahora mismo tendría que decirles a unos padres que su hija de 22 años había muerto estrangulada en Centra Park y eso era algo verdaderamente terrible. Aún así, encontraba la fuerza para comunicarlo y hacerlo de la mejor manera posible, tratando de comprender su dolor y asegurándoles que buscaría justicia.



Aquella tarde llegó al loft con unas ganas enormes de abrazar a su pequeño. Ver a aquellos padres destrozados porque alguien les había arrebatado de forma injusta a su hija, la hizo sentirse muy mal. No se había enfrentado a casos de este tipo después de haber tenido al bebé y, ahora que era madre y aunque su hijo fuese aún muy pequeño, podía ponerse en el lugar de esas personas y entender lo que estaban sufriendo. Pensó que si en algún momento le pasara algo a su bebé, ella se moriría.

–Rick… –Gritó para llamarlo.

–Estamos aquí, mami. –No pudo evitar sonreír al escuchar cómo la llamaba. Eso quería decir que estaba con Roy, así que fue directa al despacho.

Cuando llegó encontró a Castle sentado en su silla con el portátil sobre las piernas. Muy cerca de él, el pequeño Roy estaba en su cuna tranquilo. Ella se acercó con rapidez y lo cogió en brazos, dándole suaves besos en su cabecita.

–Mi niño… como te echaba de menos… – Castle la miraba un poco sorprendido. Había más desesperación que de costumbre en el gesto de su mujer. Además, al observarla a la cara pudo ver que tenía los ojos humedecidos, estaba a punto de llorar. En ese momento, dejó el ordenador sobre el escritorio y se puso junto a ella, acariciándole la espalda con dulzura mientras le daba un beso tierno en los labios.

–¿Estás bien? –Le susurró.

–Si…Bueno, yo… es este caso… Me ha afectado un poco más de lo normal –le contestó.

–Tranquila… yo estoy aquí y el bebé también… no va a pasarle nada –le dijo su marido para animarla mientras se colocaba detrás de ella y la abrazaba. La conocía perfectamente y, por la forma en la que llegó y cogió al bebe, supo que era algo relacionado con él.


El resto de la tarde, se dedicaron a bañar al niño entre los dos, disfrutando juntos de cada experiencia que les brindaba el ser padres. Después le dieron de comer y lo acostaron en su cuna, prepararon la cena para ellos y comieron tranquilamente. Beckett le contó todo lo referente al caso y, sobre todo, como se había sentido al hablar con los padres de la víctima. Castle la entendió perfectamente. Él, siempre que había un niño o un adolescente implicado, se sentía de la misma forma.

Cuando terminaron la cena decidieron tomarse un baño relajante en el jacuzzi. Roy hacía poco que se había dormido y no creían que fuera a despertarse, por lo menos, no todavía. Prepararon el agua caliente con espuma y sales aromáticas, y se llevaron dos copas de vino. El escritor se metió primero y luego la inspectora, apoyando su espalda en el pecho de él.
Estuvieron un buen rato en silencio. Sólo disfrutando de la compañía del otro y del ambiente que habían creado. De vez en cuando, Castle le rodaba el pelo a su musa y le daba suaves besos en el cuello y la acariciaba, regalándole simples muestras de cariño.

–Rick… –dijo Beckett con un tono de voz bastante relajada–. ¿Recuerdas el día de nuestra boda?

–Por supuesto… Jamás voy a olvidar el momento en que te vi caminar hacia el altar del brazo de tu padre. Nunca te había visto tan hermosa –le dio un beso en la mejilla y puso una de sus manos en el abdomen de su mujer. Ella puso una de las suyas sobre la de él, entrelazando los dedos. –Ahí terminé de convencerme de que era el hombre con más suerte en este mundo. Puedo asegurarte, Kate, que el momento en el que llegaste a mi lado y tu padre me ofreció tu mano, lo recuerdo como uno de los más felices de mi vida. Fue maravilloso compartir nuestra felicidad y demostrarnos nuestro amor delante de nuestros amigos. –Kate giró un poco la cabeza y le dio un tierno beso en los labios, para luego apoyarse en su hombro.

–Para mí, hubo dos momentos muy especiales, de los que tendré cada detalle grabado en mi memoria para siempre. El primero fue cuando nos declararon marido y mujer. Nos besamos durante un rato y salí cogida de tu brazo siendo ya la señora de Castle –los dos se sonrieron. –El segundo, aquel discurso que diste delante de todos durante el convite. Fue la primera vez que lloré delante de tanta gente. Supongo que es uno de los inconvenientes de estar con un escritor de éxito… –le dijo divertida.

–¿Uno de los inconvenientes? ¿Hay más inconvenientes inspectora? –le preguntó Castle siguiéndole el juego.

–Sí… como tener que aguantar que las mujeres se te tiren, que te pidan que les firmes un pecho, que…

–Vale, vale… Lo pillo… –la interrumpió el escritor. –Sigue por donde ibas, cariño…

–Bien… Pues como te estaba diciendo, a pesar de haberme emocionado más de la cuenta, me encantó cada palabra que dijiste.

–Todas eran simplemente la verdad. Eres la mujer más extraordinaria del mundo. Cuando te conocí me di cuenta de que siempre había estado enamorado de ti. Primero como musa y como persona, luego como amiga y después como mujer. Estoy seguro de que si ese día no hubieses aparecido en mi firma de libros en la que nos conocimos, no hubiese parado hasta encontrarte. –Castle le susurraba cada palabra muy cerca de su oído y con un tono muy sensual. Ella escuchaba su relato hipnotizada, dejándose llevar a aquel mágico momento que vivieron meses atrás. –Doy gracias por unir mi vida a la tuya y que, como nuestra propia palabra dice, estar juntos para siempre. Tú eres mi inspiración, mi vida, lo que necesito para ser feliz. Te amo Kate. –Cuando el escritor acabó su relato, se fundieron en un beso profundo, apasionado y cargado de emoción.

–¿Lo tenías ensayado? –Le preguntó divertida.

–No… pero no podría olvidarlo porque te lo dije de todo corazón... –Le dijo a su mujer en tono de broma. –Y de nuestra boda… tampoco podemos olvidar nuestro primer baile como marido y mujer. Disfruté muchísimo, no puedo describirte lo que sentí al tenerte entre mis brazos, bailando al ritmo de la música. Recuerdo que en ese momento fue como si todo el mundo se hubiese esfumado y solo existiéramos tú y yo. –Apretaron más el abrazo, utilizando ahora las dos manos.

–También hay algo que tengo grabado a fuego en mi piel y que no solo fue muy especial sino muy, pero que muy… caliente. –La última palabra la dijo muy cerca de su boca y en un tono muy seductor. Castle tragó saliva sonoramente.

–Ah sí… ¿el qué? –Le preguntó con un hilo de voz. Beckett se giró y se sentó a horcajadas sobre él.

–Nuestra noche de bodas. Fue… increíble… –le susurró mientras le daba besos rápidos. – ¿Te apetece recordarla?

–Será todo un placer… Nunca mejor dicho…

Después de decir esto, se lanzaron a la boca del otro devorando sus labios con urgencias. Volvieron a vivir su primera noche de casados, disfrutando de la tregua que les estaba dando el bebé.



Espero que les haya gustado!! Como no les puse la boda, pensé que sería bonito recordar algunos momentos por los propios protagonistas. No es lo mismo pero espero que lo hayan disfrutado.
Espero sus opiniones!!!