HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
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Beckett_Castle_Alba
KBRC
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HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
Creo que la musa inspiración está por segunda vez de mi lado y os trigo un nuevo fic. Aunque previamente hay que dar unas pequeñas explicaciones. Al igual que el anterior (Diez menos cuarto), me he basado en una situación que conozco para desarrollarlo. En este caso es una historia real que sucedió hace unos años en Nueva York y la leí en el periódico (os pego el enlace)
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/07/27/gentes/1217161796.html
Aunque en el artículo está explicado toda la historia, yo en mi relato la he dejado a la mitad. Y lo he hecho pensando en la colaboración de otros miembros del foro. He pensado varias opciones. La primera que alguien se anima a realizar el dibujo del que habla la historia basándose en la imagen real de Castle y Beckett, sería increible que alguien lo hiciera. Otra opción sería si alguien se anima a seguir el fic y desarrollar a partir del punto dónde la he dejado historia. No tiene porque ser igual que lo que se cuenta en el artículo, como fue esa relación etc, sino que quiero que haya libertad a la hora del que quiera desarrollarla (sea para bien o para mal...). Y si alguien se animara para hacer ambas cosas (dibujo y seguir la historia) mejor que mejor!!!
Y después de tanto rollo, os dejo con el fic. Espero que guste!
Historias de Nueva York
El escritor Richard Castle buscaba su inspiración en muchos sitios. Lugares, peligrosos, extraños o extravagantes … Le gustaba observar a la gente y fantasear con posibles historias que les sucedían en sus vidas.
Aunque en la mayoría de ocasiones iba variando los sitios que visitaba y en los que se inspiraba, tenía siempre 2 sitios recurrentes a los que volver: Central Park y el Metro de Nueva York. Ese día tocaba la estación de Union Square.
Tras comprar el billete dirigió sus pasos a unos de los andenes. Su tranquilidad en el paso destacaba entre las prisas que la mayoría de los neoyorquinos tenían a esas horas. Eran casi las 21,30 y todos tenían ganas de llegar a sus hogares y resguardarse de una jornada bastante fría de primeros de noviembre.
Castle no perdía detalle de los “personajes” que veía. Por ejemplo, a su derecha tenía un hombre de unos 50 años vestido con un mono azul de trabajo y cargando con una “supuesta” caja de herramientas. Se percató de una “sospechosa” mancha roja que tenía en la pernera del pantalón y sumado a lo que él creía una cara de preocupación, tuvo suficiente para que su imaginación echara a volar. Quizás esa mancha era sangre… quizás en esa sospechosa caja hubiera un martillo ensangrentado… quizás un cliente insatisfecho le reclamó una avería y no quiso pagarle… quizás ese hombre le gritó… quizás él se puso nervioso… quizás solo quiso que dejara de gritarle y lo hizo con lo que tenía más a mano… quizás…
En esos pensamientos seguía Richard Castle cuando alguien más llamó su atención en el andén de enfrente…
Una mujer. Una preciosa mujer. Debía tener entorno a unos 30 años, delgada, pelo semi recogido, un largo y esbelto cuello, tristes ojos verdes, mirada perdida en sus pensamientos… Se fijó en que llevaba una cadena con un anillo colgando y un reloj de hombre… que curioso, pensó Richard Castle.
No pudo evitar que le gustase de inmediato. Sin poder definir exactamente la razón A Richard Castle le atraía irremediablemente esa mujer. Algo tenía, un extraño magnetismo que le llevaba a querer saber más de ella, a conocer su historia… El chirriar de la llegada del vagón de metro sacó a Castle de sus pensamientos…
- Mierda! – pensó el escritor
¿Cómo diablos haría para llegar hasta ella? Tenía 2 vías de tren de por medio y por una de ya llegaba el convoy…
- Por favor, por favor, que se monte en el siguiente- rezaba Castle en voz baja…
Aguantó la respiración cuando llegó el metro y por segundos perdió su imagen de vista. Se abrieron las puertas y ella entró…
- Mierda!- volvió a murmurar Castle.
Siguió mirándola sin perderla de vista y observó cómo se sentó justo en uno de los asientos que miraban hacia el andén dónde se encontraba el escritor. El vagón empezó a moverse y Richard Castle supo que sería la última vez que la viera. Sin saber cómo ni porque levantó su mano y trató de captar su atención saludándola. No parecía que surtiera efecto… Levantó la otra mano y se puso a gesticular de manera muy exagerada para ella lo viera.
Finalmente ella debió intuir algún movimiento extraño delante de sus ojos y enfocó su mirada ante lo que tenía delante de sus ojos. Al principio frunció el ceño extrañada antes aquel hombre.
Cuando Richard Castle supo que había captado toda su atención se paró de pronto. Bajó una de sus manos y pensó - ¿y ahora qué?- Se quedó saludándola lentamente con tan solo una mano y no pudo hacer otra cosa más que sonreírla tímidamente.
Se imaginó la escena como sino la estuviera protagonizándola él mismo y pensó que cualquier que le viera le tomaría por loco. Empezó a pensar que seguramente ella estaría teniendo esa misma sensación y empezó a borrar esa tímida sonrisa…
Pero de pronto sucedió lo que menos esperaba en ese momento. Ella cambió ese ceño de extrañeza al verle por una sonrisa. No fue una gran sonrisa ni tampoco pequeña, tan solo fue una sonrisa espontánea y natural, de esas que regalas cuando sin motivo ni razón, alguien te ha alegrado un mal día.
Por desgracia, esa sonrisa empezó a coger velocidad al igual que lo hacía el vagón de metro… apenas unos pocos segundos fueron los que Richard Castle pudo seguir contemplándola, luego solo la negrura del túnel por la que había desaparecido…
Los empujones de los pasajeros de sus andén entrando en el vagón de sus vía fueron los que sacaron de su ensimismamiento a Richard Castle. Sin poder dejar de ver en su mente la imagen de esa mujer el escritor salió de la estación de metro. El aire de la fría noche neoyorquina parecía aliviarle un poco ese pesar de no poder ver más a esa mujer.
- ¿Cómo puedo encontrarla? – No paraba de repetirse Castle en su cabeza - ¿Cómo?
- A ver, Richard piensa… ¿Qué sabes de ella? ¿Con lo que sabes, que pistas puedes seguir para averiguar algo de ella?
Se planteaba su figura como uno de los personajes de sus libros, cuando los desarrollaba para la trama. Pero no se le ocurría nada, todo era demasiado general… Nueva York, mujer, metro… millones de posibilidades!!!
Solo tenía su imagen... bueno… y su sonrisa…
- Ya está! – la bombilla de la locura de Richard Castle se encendió en ese momento. Se paró de nuevo a pensarlo, en lo difícil que sería, pero - ¿Por qué no?
Según llegaba a su apartamento su cerebro estaba en ebullición…
- Nueva York es muy grande, y hay millones de personas, pero… también hay que reconocer que los neoyorquinos somos una “raza” aparte…. Quizás es posible, quizás…
Nada más llegar a su loft, entró directamente a su estudio y se sentó delante de su mesa con un boli y un taco de folios. Empezó a garabatear por horas… Cada dos por tres, frustrado, hacia un bola de papel con lo dibujado y la tiraba por el estudio… No sabe cuántas horas pasaron hasta que finalmente contempló su obra y pensó
- Ya sé porque me dedico a escribir y no a dibujar
Delante del escritor se encontraba un dibujo-boceto de la mujer que había visto hacía pocas horas. La había dibujado intentando que se pareciera lo máximo posible a la realidad. Con el mismo abrigo, el mismo peinado, el reloj, el anillos como colgante, esos ojos verdes. Al lado de cada una de esas cosas había puesto una pequeña descripción de lo que era.
A la derecha de este dibujo hizo otro, uno suyo. Uno describiéndose a si mismo, igual que había hecho con el de ella. La ropa que llevaba, los detalles de su ropa y calzado, su peinado… todo.
Tituló el diujo: “Esta noche he visto a la chica de mis sueños en el metro”. Debajo de este título describió el lugar, la hora y las circunstancias en las que la vió.
A los pies de sus dibujos escribió:
- “Por favor, ayudarme a encontrarla”
Daba el contacto de Alexander Rodgers para evitar que alguna fan le reconociera, pero si daba su número de teléfono real, y una dirección de mail también real.
Mientras contemplaba el dibujo, la mente de Castle seguía en plena actividad.
- Mañana haré cientos de fotocopias y contrataré a alguien para que llene la estación de Union Square de su imagen. ¿Alguien la habrá visto, no? ¿Alguien la reconocerá…?
Finalmente Richard Castle cayó rendido de sueño en su cama pensando…
- Al fin y al cabo historias más raras han pasado en Nueva York
¿¿Continuará??? (Leer el ppio del post como se plantea este fic)
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/07/27/gentes/1217161796.html
Aunque en el artículo está explicado toda la historia, yo en mi relato la he dejado a la mitad. Y lo he hecho pensando en la colaboración de otros miembros del foro. He pensado varias opciones. La primera que alguien se anima a realizar el dibujo del que habla la historia basándose en la imagen real de Castle y Beckett, sería increible que alguien lo hiciera. Otra opción sería si alguien se anima a seguir el fic y desarrollar a partir del punto dónde la he dejado historia. No tiene porque ser igual que lo que se cuenta en el artículo, como fue esa relación etc, sino que quiero que haya libertad a la hora del que quiera desarrollarla (sea para bien o para mal...). Y si alguien se animara para hacer ambas cosas (dibujo y seguir la historia) mejor que mejor!!!
Y después de tanto rollo, os dejo con el fic. Espero que guste!
Historias de Nueva York
El escritor Richard Castle buscaba su inspiración en muchos sitios. Lugares, peligrosos, extraños o extravagantes … Le gustaba observar a la gente y fantasear con posibles historias que les sucedían en sus vidas.
Aunque en la mayoría de ocasiones iba variando los sitios que visitaba y en los que se inspiraba, tenía siempre 2 sitios recurrentes a los que volver: Central Park y el Metro de Nueva York. Ese día tocaba la estación de Union Square.
Tras comprar el billete dirigió sus pasos a unos de los andenes. Su tranquilidad en el paso destacaba entre las prisas que la mayoría de los neoyorquinos tenían a esas horas. Eran casi las 21,30 y todos tenían ganas de llegar a sus hogares y resguardarse de una jornada bastante fría de primeros de noviembre.
Castle no perdía detalle de los “personajes” que veía. Por ejemplo, a su derecha tenía un hombre de unos 50 años vestido con un mono azul de trabajo y cargando con una “supuesta” caja de herramientas. Se percató de una “sospechosa” mancha roja que tenía en la pernera del pantalón y sumado a lo que él creía una cara de preocupación, tuvo suficiente para que su imaginación echara a volar. Quizás esa mancha era sangre… quizás en esa sospechosa caja hubiera un martillo ensangrentado… quizás un cliente insatisfecho le reclamó una avería y no quiso pagarle… quizás ese hombre le gritó… quizás él se puso nervioso… quizás solo quiso que dejara de gritarle y lo hizo con lo que tenía más a mano… quizás…
En esos pensamientos seguía Richard Castle cuando alguien más llamó su atención en el andén de enfrente…
Una mujer. Una preciosa mujer. Debía tener entorno a unos 30 años, delgada, pelo semi recogido, un largo y esbelto cuello, tristes ojos verdes, mirada perdida en sus pensamientos… Se fijó en que llevaba una cadena con un anillo colgando y un reloj de hombre… que curioso, pensó Richard Castle.
No pudo evitar que le gustase de inmediato. Sin poder definir exactamente la razón A Richard Castle le atraía irremediablemente esa mujer. Algo tenía, un extraño magnetismo que le llevaba a querer saber más de ella, a conocer su historia… El chirriar de la llegada del vagón de metro sacó a Castle de sus pensamientos…
- Mierda! – pensó el escritor
¿Cómo diablos haría para llegar hasta ella? Tenía 2 vías de tren de por medio y por una de ya llegaba el convoy…
- Por favor, por favor, que se monte en el siguiente- rezaba Castle en voz baja…
Aguantó la respiración cuando llegó el metro y por segundos perdió su imagen de vista. Se abrieron las puertas y ella entró…
- Mierda!- volvió a murmurar Castle.
Siguió mirándola sin perderla de vista y observó cómo se sentó justo en uno de los asientos que miraban hacia el andén dónde se encontraba el escritor. El vagón empezó a moverse y Richard Castle supo que sería la última vez que la viera. Sin saber cómo ni porque levantó su mano y trató de captar su atención saludándola. No parecía que surtiera efecto… Levantó la otra mano y se puso a gesticular de manera muy exagerada para ella lo viera.
Finalmente ella debió intuir algún movimiento extraño delante de sus ojos y enfocó su mirada ante lo que tenía delante de sus ojos. Al principio frunció el ceño extrañada antes aquel hombre.
Cuando Richard Castle supo que había captado toda su atención se paró de pronto. Bajó una de sus manos y pensó - ¿y ahora qué?- Se quedó saludándola lentamente con tan solo una mano y no pudo hacer otra cosa más que sonreírla tímidamente.
Se imaginó la escena como sino la estuviera protagonizándola él mismo y pensó que cualquier que le viera le tomaría por loco. Empezó a pensar que seguramente ella estaría teniendo esa misma sensación y empezó a borrar esa tímida sonrisa…
Pero de pronto sucedió lo que menos esperaba en ese momento. Ella cambió ese ceño de extrañeza al verle por una sonrisa. No fue una gran sonrisa ni tampoco pequeña, tan solo fue una sonrisa espontánea y natural, de esas que regalas cuando sin motivo ni razón, alguien te ha alegrado un mal día.
Por desgracia, esa sonrisa empezó a coger velocidad al igual que lo hacía el vagón de metro… apenas unos pocos segundos fueron los que Richard Castle pudo seguir contemplándola, luego solo la negrura del túnel por la que había desaparecido…
Los empujones de los pasajeros de sus andén entrando en el vagón de sus vía fueron los que sacaron de su ensimismamiento a Richard Castle. Sin poder dejar de ver en su mente la imagen de esa mujer el escritor salió de la estación de metro. El aire de la fría noche neoyorquina parecía aliviarle un poco ese pesar de no poder ver más a esa mujer.
- ¿Cómo puedo encontrarla? – No paraba de repetirse Castle en su cabeza - ¿Cómo?
- A ver, Richard piensa… ¿Qué sabes de ella? ¿Con lo que sabes, que pistas puedes seguir para averiguar algo de ella?
Se planteaba su figura como uno de los personajes de sus libros, cuando los desarrollaba para la trama. Pero no se le ocurría nada, todo era demasiado general… Nueva York, mujer, metro… millones de posibilidades!!!
Solo tenía su imagen... bueno… y su sonrisa…
- Ya está! – la bombilla de la locura de Richard Castle se encendió en ese momento. Se paró de nuevo a pensarlo, en lo difícil que sería, pero - ¿Por qué no?
Según llegaba a su apartamento su cerebro estaba en ebullición…
- Nueva York es muy grande, y hay millones de personas, pero… también hay que reconocer que los neoyorquinos somos una “raza” aparte…. Quizás es posible, quizás…
Nada más llegar a su loft, entró directamente a su estudio y se sentó delante de su mesa con un boli y un taco de folios. Empezó a garabatear por horas… Cada dos por tres, frustrado, hacia un bola de papel con lo dibujado y la tiraba por el estudio… No sabe cuántas horas pasaron hasta que finalmente contempló su obra y pensó
- Ya sé porque me dedico a escribir y no a dibujar
Delante del escritor se encontraba un dibujo-boceto de la mujer que había visto hacía pocas horas. La había dibujado intentando que se pareciera lo máximo posible a la realidad. Con el mismo abrigo, el mismo peinado, el reloj, el anillos como colgante, esos ojos verdes. Al lado de cada una de esas cosas había puesto una pequeña descripción de lo que era.
A la derecha de este dibujo hizo otro, uno suyo. Uno describiéndose a si mismo, igual que había hecho con el de ella. La ropa que llevaba, los detalles de su ropa y calzado, su peinado… todo.
Tituló el diujo: “Esta noche he visto a la chica de mis sueños en el metro”. Debajo de este título describió el lugar, la hora y las circunstancias en las que la vió.
A los pies de sus dibujos escribió:
- “Por favor, ayudarme a encontrarla”
Daba el contacto de Alexander Rodgers para evitar que alguna fan le reconociera, pero si daba su número de teléfono real, y una dirección de mail también real.
Mientras contemplaba el dibujo, la mente de Castle seguía en plena actividad.
- Mañana haré cientos de fotocopias y contrataré a alguien para que llene la estación de Union Square de su imagen. ¿Alguien la habrá visto, no? ¿Alguien la reconocerá…?
Finalmente Richard Castle cayó rendido de sueño en su cama pensando…
- Al fin y al cabo historias más raras han pasado en Nueva York
¿¿Continuará??? (Leer el ppio del post como se plantea este fic)
KBRC- Escritor novato
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 16/01/2013
Re: HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
Nunca había escuchado esa noticia, es curioso las cosas que pueden ocurrir en un metro.
Me encanta como has escrito este fics, siguiendo la historia real. En el caso de Castle creo que ese flechazo es tan real como en la serie jeje
Me gustaría mucho leer la continuación, que alguien se anime y siga lo que tu has empezado (ya me gustaría a mi poder colaborar pero los exámenes de la universidad me lo impiden) Y si no, ¿por qué no lo continuas tú?
Me gusta mucho esta historia.
Me encanta como has escrito este fics, siguiendo la historia real. En el caso de Castle creo que ese flechazo es tan real como en la serie jeje
Me gustaría mucho leer la continuación, que alguien se anime y siga lo que tu has empezado (ya me gustaría a mi poder colaborar pero los exámenes de la universidad me lo impiden) Y si no, ¿por qué no lo continuas tú?
Me gusta mucho esta historia.
Re: HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
La noticia ya la había leído y ahora q los personajes son Castle y Beckett se pone mas interesante la historia... q alguien se anime a seguirla
Fanny_123- Autor de best-seller
- Mensajes : 831
Fecha de inscripción : 15/09/2012
Edad : 24
Localización : Chile!!! c:
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
A ver si alguien se animara... Sino lo continuaría yo misma...
KBRC- Escritor novato
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 16/01/2013
Re: HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
¡laaaa contiiii porfaaaaa! dios me gusta este comienzo
Re: HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
Capitulo 2
Punto de vista de Kate Beckett.
Definitivamente ese día había sido de los que se podían borrar del calendario. Desde primera hora de esa mañana de noviembre todo había ido de mal en peor. El calentador de agua se había roto a mitad de su ducha matutina y tuvo que terminar el baño con agua fría. El técnico llego muy tarde y encima le paso una factura impresionante para terminar de decirle que le faltaban herramientas para poder repararlo y hasta el día siguiente no dormía volver. Por todo este lío llego tarde al trabajo y el capitán le echó una buena reprimenda. El caso que llevaban ya varias jornadas con él no avanzaba nada, muy al contrario solo parecían encontrarse con callejones sin salida.
Y para seguir con su día de tirar a la basura, Lanie por un imprevisto tuvo que anular su cita para comer, y se vio sola en su mesa comiendo un sándwich de la máquina expendedora. Y por sí ya no podía pasar nada peor en ese día, cuando fue a recoger su coche al garaje no arrancaba y tuvo que dirigir sus pasos a la estación de metro más cercana. Mientras esperaba el tren solo pensaba en llegar pronto a casa, prepararse un baño con sales relajantes, servírse una copa de vino tinto y poder leer tranquilamente hasta que sus ojos dijeran basta y el sueño ganara la batalla a ese día nefasto.
En esos pensamientos estaba la detective Beckett, cuando entraba en el vagón que acababa de llegar. Por una vez en todo el día, la suerte sonrió mínimamente a la detective y encontró un asiento donde sentarse. Comida China, pensaba Beckett, de camino a su casa le pillaba de paso el restaurante del señor Wong y cogería algo para acompañar al vino.
En ese momento su mirada que se perdía en ningún punto fijo de lo que tenía delante de sus ojos, vislumbró un cierto movimiento delante suyo que hizo que su mirada se esforzara por enfocar.
- Qué extraño! - pensó la detective - que hombre más raro... Qué hace? Me está saludando? Pero si no me suena de nada...
La detective Beckett pensaba que cuanto más le miraba más gracioso le aprecia aquel hombre. Sin razón aparente ese hombre le resultó simpático. La detective era una persona que confiaba en las primeras impresiones que le provocaba la gente, aunque luego por su trabajo tuviera que comprobar y desconfiar de todo, y de todos, casi nunca fallaba respecto a sus primeras impresiones.
Ese extraño hombre e tenía delate haciendo aspavientos saludando inmediatamente le provocó simpatía y ella lo agradeció enormemente y más después del horrible día que llevaba. Una sonrisa le nació de su oca natural y espontáneamente. Apenas se dio cuenta de que estaba sonriendo hasta que cuando se sumió en la oscuridad del túnel tuvo que cambiar el rictus de sus cara, aunque una ligera curvatura a modo de media sonrisa le acompañó hasta su apartamento.
El resto de la noche transcurrió con tranquilidad y normalidad, lo que tanto había ansiado durante todo el día. La rica comida del señor Wong, un relajante baño, la copa de vino y ese libro de intrigas policíacas de su autor favorito ayudaron a arreglar un poco aquel día para olvidar. Bueno, todo eso y aquel extraño personaje del metro. Definitivamente, pensó, esas historias solo podía pasar en Nueva York.
Continuará....
Punto de vista de Kate Beckett.
Definitivamente ese día había sido de los que se podían borrar del calendario. Desde primera hora de esa mañana de noviembre todo había ido de mal en peor. El calentador de agua se había roto a mitad de su ducha matutina y tuvo que terminar el baño con agua fría. El técnico llego muy tarde y encima le paso una factura impresionante para terminar de decirle que le faltaban herramientas para poder repararlo y hasta el día siguiente no dormía volver. Por todo este lío llego tarde al trabajo y el capitán le echó una buena reprimenda. El caso que llevaban ya varias jornadas con él no avanzaba nada, muy al contrario solo parecían encontrarse con callejones sin salida.
Y para seguir con su día de tirar a la basura, Lanie por un imprevisto tuvo que anular su cita para comer, y se vio sola en su mesa comiendo un sándwich de la máquina expendedora. Y por sí ya no podía pasar nada peor en ese día, cuando fue a recoger su coche al garaje no arrancaba y tuvo que dirigir sus pasos a la estación de metro más cercana. Mientras esperaba el tren solo pensaba en llegar pronto a casa, prepararse un baño con sales relajantes, servírse una copa de vino tinto y poder leer tranquilamente hasta que sus ojos dijeran basta y el sueño ganara la batalla a ese día nefasto.
En esos pensamientos estaba la detective Beckett, cuando entraba en el vagón que acababa de llegar. Por una vez en todo el día, la suerte sonrió mínimamente a la detective y encontró un asiento donde sentarse. Comida China, pensaba Beckett, de camino a su casa le pillaba de paso el restaurante del señor Wong y cogería algo para acompañar al vino.
En ese momento su mirada que se perdía en ningún punto fijo de lo que tenía delante de sus ojos, vislumbró un cierto movimiento delante suyo que hizo que su mirada se esforzara por enfocar.
- Qué extraño! - pensó la detective - que hombre más raro... Qué hace? Me está saludando? Pero si no me suena de nada...
La detective Beckett pensaba que cuanto más le miraba más gracioso le aprecia aquel hombre. Sin razón aparente ese hombre le resultó simpático. La detective era una persona que confiaba en las primeras impresiones que le provocaba la gente, aunque luego por su trabajo tuviera que comprobar y desconfiar de todo, y de todos, casi nunca fallaba respecto a sus primeras impresiones.
Ese extraño hombre e tenía delate haciendo aspavientos saludando inmediatamente le provocó simpatía y ella lo agradeció enormemente y más después del horrible día que llevaba. Una sonrisa le nació de su oca natural y espontáneamente. Apenas se dio cuenta de que estaba sonriendo hasta que cuando se sumió en la oscuridad del túnel tuvo que cambiar el rictus de sus cara, aunque una ligera curvatura a modo de media sonrisa le acompañó hasta su apartamento.
El resto de la noche transcurrió con tranquilidad y normalidad, lo que tanto había ansiado durante todo el día. La rica comida del señor Wong, un relajante baño, la copa de vino y ese libro de intrigas policíacas de su autor favorito ayudaron a arreglar un poco aquel día para olvidar. Bueno, todo eso y aquel extraño personaje del metro. Definitivamente, pensó, esas historias solo podía pasar en Nueva York.
Continuará....
KBRC- Escritor novato
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 16/01/2013
Re: HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
Me gusta la historia
Continua
Continua
Fanny_123- Autor de best-seller
- Mensajes : 831
Fecha de inscripción : 15/09/2012
Edad : 24
Localización : Chile!!! c:
Re: HISTORIAS DE NUEVA YORK (queréis colaborar?)
Muy buena la continuación con la impresión que le causó Castle a Beckett.
Continua pronto!
Continua pronto!
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