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Búscame en la noche (Capítulo 8- ACTUALIZADO 2-2-14)

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Mensaje por choleck Jue Abr 18, 2013 4:04 am

Menudo peliculon!!!
Me imagino que Henrry sabe si no todo, mucho de esa historia.
¿La Casa de las Arrepentidas,existe?
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Mensaje por macucaro Jue Abr 18, 2013 10:24 am

!! Ya me imaginaba yo que Henry sabía algo de lo que pasó entre su madre y el corsario !! Ahora falta saber como lo supo Think
No sé si sabrás que en Triana lo que si existió fue un Castillo de San Jorge (junto al rio, en la margen izquierda) que en la época de tu relato era la sede de la Santa Inquisión allí y justo enfrente al Castillo (que ya no existe) existia y existe un callejón que conduce al rio Guadalquivir que aún hoy día se llama el Callejon de la Inquisición Clap
Me tiene fascinada tu relato, me apasiona la historia y tu historia
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Mensaje por maria_cs Jue Abr 18, 2013 12:15 pm

xCaskett escribió:lo acabo de leer, es magnificoo!sigue pronto! escribes tan bien!
Ojala algún día escriba así de bien

Muchas gracias ^^ créeme, hay en este foro muchos escritores que me dan mil vueltas, mira sus fics, te vas a enamorar. Y tú sigue escribiendo, la buena escritura se consigue con la práctica y sobre todo leyendo mucho (si supieras lo mal que escribía yo hace cinco años... vergüenza ajena, de verdad) ^^ Besos Love

Beckett_Castle_Alba escribió:Que de sorpresas llevaba consigo el testamento.
Me ha gustado que ahora sea Joahnna quien decida sobre Fátima y no su hermano, parece que Kate ya sospechaba de lo que podría ocurrir de ser su hijo quien decidiera sobre ella.
El que haya dejado tanto dinero a las iglesias me sorprende ¿Para qué tanto?
Por fin Fátima se anima a contarle la verdad a Joahnna.
Me ha hecho mucha gracia el nombre del barco, eso sí, para nada me imagino yo a Lanie de esclava, con su carácter, difícil lo veo jaja
Genial, como siempre María.

Me encantan tus comentarios, Alba, eres de las personas que más aprecio de este foro Kiss
En realidad si te das cuenta Henry no quiere hacerle daño alguno a Fátima; ella es esclava, vieja, ha pasado toda su vida sirviendo. En aquella época a los esclavos se los solía tratar bien, muchos eran considerados parte de la familia (obviamente había excepciones). Además hay que tener en cuenta la fecha concreta en la que está ambientada la historia. La actualidad de la historia sucede en el comienzo del siglo XVII, pocas décadas después de la conocida Rebelión de las Alpujarras, que conllevó a la expulsión de los moriscos del Reino de Granada a otras tierras. Debido a esta rebelión el odio hacia la población morisca se exacerbaría hasta tal punto que en 1609 el rey expulsó a los moriscos de todas sus tierras. Por ello, en 1600 Henry sabía que liberar a Fátima no iba a hacerle ningún bien a la anciana. (Te recomiendo La mano de Fátima, de Ildefonso Falcones. Es una novela que cuenta este episodio desde principio a fin y la verdad es que está muy bien ambientada, además la historia aunque se puede hacer un poco lenta es muy bonita y los personajes son maravillosos).
Sobre el dinero, ya lo verás más adelante y me alegro de que te haya gustado el nombre del barco, de alguna manera Martha tenía que estar en esta historia ^^

Besos guapa =D

cururi escribió:el capitulo me a encantado, esto es mas divertido que ir a clases de historia Búscame en la noche (Capítulo 8- ACTUALIZADO 2-2-14) - Página 4 56635
me parece genial que compartas no solo esta bella historia sino tambien una informacion muy agradable de comprender como era la españa de ese entonces Búscame en la noche (Capítulo 8- ACTUALIZADO 2-2-14) - Página 4 881183
espero k continues con tu maravilloso fic

Jajaja a mí las clases de historia me encantan, aunque supongo que no soy muy objetiva Razz
Me alegro de que la historia te guste y de que te sirva para conocer la España de entonces, intento ser lo más realista posible, pero tendré mil o cien mil fallos, dentro de poco iré dejando la bibliografía que estoy utilizando, para quien le interese de verdad las costumbres de entonces.

Besos y muchas gracias por comentar Love

choleck escribió:Menudo peliculon!!!
Me imagino que Henrry sabe si no todo, mucho de esa historia.
¿La Casa de las Arrepentidas,existe?

Um... algo sabe, algo, no mucho... Razz
La Casa de Arrepentidas que se menciona en este capítulo existió realmente y se situaba en el convento mencionado. Para quien no sepa exactamente que eran las Casa de Arrepentidas, eran lugares que acogían a las prostitutas para que se redimieran de sus pecados, dejaran el mal oficio y volvieran a la vida honrada. Las "pecadoras arrepentidas" recibían una dote para contraer matrimonio. La prostitución era considerada un mal menor en la época, pero por supuesto, cualquier prostituta era vista como una pecadora y se llegaba hasta el punto de perdonar a los condenados a muerte que contrajeran matrimonio con alguna de ellas, puesto que el matrimonio era una forma de asegurar que la mujer dejaba la mala vida (supongo que por aquel entonces no eran muy listos y no tenían muy en cuenta que muchas prostitutas ilegales estaban casadas -.-) Sí, había prostitutas legales, vivían en las mancebías. Para quien le interese el tema y la hipocresía de la época que rodeaba el mundo de la prostitución:

-Historia de los burdeles en España : de lupanares, puteríos reales y otras mancebías de Fernando Bruquetas de Castro. (2006)
-Poder y prostitución en Sevilla: (siglos XIV al XX) de Francisco Vázquez García. (1995/6)

Besos y gracias por comentar Love

macucaro escribió:!! Ya me imaginaba yo que Henry sabía algo de lo que pasó entre su madre y el corsario !! Ahora falta saber como lo supo Think
No sé si sabrás que en Triana lo que si existió fue un Castillo de San Jorge (junto al rio, en la margen izquierda) que en la época de tu relato era la sede de la Santa Inquisión allí y justo enfrente al Castillo (que ya no existe) existia y existe un callejón que conduce al rio Guadalquivir que aún hoy día se llama el Callejon de la Inquisición Clap
Me tiene fascinada tu relato, me apasiona la historia y tu historia

Uf... para saber lo que él sabe aún queda mucho Wink Me alegro que te esté gustando esta historia, espero dejar la historia de tu ciudad en buen lugar, (hago lo que puedo Wink )

¡MUCHAS GRACIAS! Sabía que existía un castillo en Triana, pero no que fuera la sede de la Inquisición, me pondré a buscar información sobre ello mañana mismo.
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Vie Abr 19, 2013 8:51 am

maria_cs escribió:
Beckett_Castle_Alba escribió:Que de sorpresas llevaba consigo el testamento.
Me ha gustado que ahora sea Joahnna quien decida sobre Fátima y no su hermano, parece que Kate ya sospechaba de lo que podría ocurrir de ser su hijo quien decidiera sobre ella.
El que haya dejado tanto dinero a las iglesias me sorprende ¿Para qué tanto?
Por fin Fátima se anima a contarle la verdad a Joahnna.
Me ha hecho mucha gracia el nombre del barco, eso sí, para nada me imagino yo a Lanie de esclava, con su carácter, difícil lo veo jaja
Genial, como siempre María.

Me encantan tus comentarios, Alba, eres de las personas que más aprecio de este foro Kiss
En realidad si te das cuenta Henry no quiere hacerle daño alguno a Fátima; ella es esclava, vieja, ha pasado toda su vida sirviendo. En aquella época a los esclavos se los solía tratar bien, muchos eran considerados parte de la familia (obviamente había excepciones). Además hay que tener en cuenta la fecha concreta en la que está ambientada la historia. La actualidad de la historia sucede en el comienzo del siglo XVII, pocas décadas después de la conocida Rebelión de las Alpujarras, que conllevó a la expulsión de los moriscos del Reino de Granada a otras tierras. Debido a esta rebelión el odio hacia la población morisca se exacerbaría hasta tal punto que en 1609 el rey expulsó a los moriscos de todas sus tierras. Por ello, en 1600 Henry sabía que liberar a Fátima no iba a hacerle ningún bien a la anciana. (Te recomiendo La mano de Fátima, de Ildefonso Falcones. Es una novela que cuenta este episodio desde principio a fin y la verdad es que está muy bien ambientada, además la historia aunque se puede hacer un poco lenta es muy bonita y los personajes son maravillosos).
Sobre el dinero, ya lo verás más adelante y me alegro de que te haya gustado el nombre del barco, de alguna manera Martha tenía que estar en esta historia ^^

Besos guapa =D

También tu eres de las personas a las que tengo más aprecio del foro, María.
Gua, me encanta tu respuesta, en serio, me fascinan tus comentarios sobre este fic, será porque soy una apasionada de la historia Razz
Gracias por la recomendación María, tenía ganas de leer un libro de este tipo, lo buscaré para leerlo.
Besos y gracias.
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Mensaje por anaforo Mar Abr 23, 2013 10:12 pm

Brillante María como todo lo que escribes.
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Mensaje por maria_cs Sáb Abr 27, 2013 6:38 am

Capítulo 4

Katherine nunca había visto a un hombre tan apuesto, tampoco había pensado en ello, jamás había puesto la mirada en los torsos desnudos de los marineros cuando iba al pueblo, ni en los ojos de algunos de sus más atractivos vecinos. Quizás por ello, quizás porque el hombre que tenía delante era único, sus mejillas se tiñeron de rosa; apartó la mirada, incapaz de sostenerla contra el capitán de aquel barco. Agradeció en silencio la oscuridad del lugar donde se encontraba, él no podía verla bien, pues toda la luz se reflejaba en el hombre.

-Empezaba a preocuparme –dijo. Ella no respondió, un hechizo la impedía hablar. El miedo, el cansancio y el dolor se entremezclaban con el repentino calor que sentía; la curiosidad que se apoderó de ella la obligó a mirar de nuevo al frente, permitiéndose el descaro de contemplarlo sin reparo. Llevaba aquel hombre una camisa de algodón blanca, sencilla, sin ningún remiendo y limpia, que dejaba ver el vello de su pecho, un pantalón oscuro, que dejaba ver sus piernas y unas botas, negras y nuevas. Llevaba también colgando del cuello una cadena de oro y un anillo en la mano izquierda. No era aquella ropa, tan sugerente y a la vez tan elegante lo que atraía a la joven muchacha, sino sus ojos. El capitán tenía unos ojos azules, hermosos, como el mismo cielo que le daban el aire de un inocente niño y a la vez de un amoroso amante. Se sonrojó de nuevo Katherine cuando esos impuros pensamientos se apoderaron de su mente y agachó la cabeza, preguntándose cómo podían unos ojos calentarla por dentro. –Lleva varios días sin salir, venga conmigo, le sentará bien un poco de aire fresco.

No contestó con palabras, se limitó a negar con la cabeza, intentado recobrar algo del sentido común que había perdido. Debía hablar con aquel buen hombre y pedirle ayuda, sus padres estarían asustados y preocupados por la suerte de su pobre hija, debía volver a Sevilla.

-Debo volver al puerto, por favor –dijo al fin, en voz baja, intentado no sonar muy desesperada y a la vez, queriendo dar muestras de esa educación que sus padres le habían inculcado. El capitán chasqueó la lengua, disconforme y se sentó a su lado en el catre, invadiendo su espacio. Katherine se apartó sobresaltada, pero sus sentidos se centraron de nuevo en él, especialmente su olfato, que aspiraba anhelante aquel aroma a mar y a hombre.

-Eso no podrá ser, señorita. Lo lamento pero ya hemos dejado el río atrás.
-¡No! –gritó, horrorizada –Debo volver a casa, por favor, buen hombre, debe llevarme a Sevilla.
-No –respondió -. Tenemos marcado un rumbo y volver a Sevilla no está en mis planes, lo lamento.
-Pues déjeme en cualquier otro puerto –pidió -. Mi padre es un hombre agradecido, le pagará bien por ese favor.
-No pararemos en ningún puerto español. Nuestras provisiones están listas, no tenemos nada más que hacer en ese nido de papistas –escupió. Aquellas palabras la asustaron, aquel hombre distaba mucho de ser un buen comerciante español; recordó el ataque al puerto, la sangre de aquella mujer, los gritos. Entonces cayó en la cuenta.

-¿Quién sois? –susurró.
-Capitán Richard, para servir a su majestad Elizabeth de Inglaterra y a usted, si así lo desea.
-¿Servís a la reina de Inglaterra? -repitió, atemorizada. El hombre asintió; Katherine se levantó, debía salir de allí, antes de que fuera tarde. Las heridas que le había provocado la caída en el puerto aún no estaban curadas; gimió, dolorida y se dejó caer de nuevo en el duro jergón. Su suerte estaba echada, no podría huir de aquel hombre.
-Así es.
-Sois piratas –afirmó, con la voz temblorosa.
-No nos confunda con esos perros de mar –contestó él, enojado -. Somos corsarios.

Katherine soltó una risa amarga. Corsarios, piratas, para ella eran lo mismo. Atacantes a puertos, asesinos de personas indefensas, saqueadores de barcos, hombres sedientos de sangre; y había tenido la horrible suerte de ir a parar a un navío corsario. Sollozó, aquel hombre la mataría o peor, la forzaría.

-No me haga daño –suplicó -. Por favor, no me haga daño.
-No tenía intención –respondió -. La devolveré a su casa, pero no aún.

Ella alzó la mirada, sorprendida. Los piratas no tenían piedad con sus víctimas, no los dejaban vivir, a menos que los necesitaran para poder pedir rescates. Su padre se había enriquecido, podría pagar por su vida, pensó.

-Debo volver a casa –repitió, acongojada.
-Y lo hará, pero no hoy. Será mejor que lo asuma pronto, señorita, le quedan muchos meses aquí. Hágase a la idea.
-¿Meses?- Dijo, horrorizada.
-Tenemos un encargo de su majestad, vamos rumbo a Veracruz, cuando volvamos la devolveremos a su padre, si se comporta, por supuesto.
-¡No pueden llevarme al Nuevo Mundo! –gritó, furiosa. El capitán enarcó las cejas, haciéndola entumecer. Bajó de nuevo la mirada, asustada. No debía enfadar a un pirata, su vida dependía de ello.
-Puede volver a nado, si lo prefiere –respondió, con cierto desdén -. Aunque dudo que pueda moverse por el agua con ese pesado vestido, señorita. Y ahora, si no le importa, póngase en pie, le enseñaré el barco.
-No –respondió fríamente. Que no hubiera amenazado con matarla o herirla le daba valor para desafiarlo, aunque por dentro estaba aterrorizada. El hombre la miró fijamente, se acercó a ella y la obligó a levantarse, tirando de su brazo con fuerza. Katherine gritó, tratando de zafarse de aquel fuerte y masculino brazo, pero de nada le sirvió. La arrastró fuera, llevándola a la cubierta. Allí pudo soltarse, sujetándose con una mano el costado, apretando los dientes. Al menos la herida no había vuelto a sangrar. Apartó los ojos del capitán y miró a su alrededor, un numeroso grupo de hombres la miraban, algunos con crueldad, otros con aburrimiento, varios, con hambre. Uno de ellos se acercó, con una amable sonrisa.

-Me alegra ver que te has levantado –dijo -. Yo mismo revisé tu herida, pronto sanará.
-Dale agua para lavarse y algo de pan –ordenó el capitán.
-Por supuesto –el hombre la tomó del brazo con delicadeza, pero ella se soltó, acercándose al capitán.
-¡No me toque!
-Cállese –la voz del capitán era fría, parecía cansado de pelear contra la testarudez de la joven -. El cirujano se ocupará de usted, no discuta más.
-Nadie va a tocarme –replicó, enojada. Otro de los piratas se acercó y le dio una fuerte bofetada que la hizo caer al suelo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, el capitán lo sujetó, enfadado.
-¿Te he dicho acaso que puedes tocarla?
-Osa contradecirle, capitán. Lo merecía.
-¡No ves qué está asustada! –Era la misma mujer que se había acercado a ella antes y la había desatado. Se agachó a su lado y trató de tocarla, pero Katherine se apartó, temerosa de un nuevo golpe; se encogió como una niña, mientras que las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
-Lanie ocúpate de ella, Joshua, tú también.

El cirujano se acercó a ella de nuevo y la levantó con suavidad, dirigiéndole una mirada dulce. La mujer llamada Lanie la sujetó del otro brazo, Katherine se sentía a punto de desmayarse. Entre ambos la llevaron hasta un catre distinto al anterior, donde la obligaron a tumbarse. El cirujano desabrochó los lazos de su vestido, deslizándolo hasta su cintura. Sus mejillas se encendieron, al sentirse desnuda y violentada por aquel hombre, aunque éste no parecía tener intención de lastimarla. Palpó con cuidado la herida y derramó vinagre sobre la misma. La pobre muchacha gritó de dolor, pero esta vez no se apartó.

-Tranquila, muchacha, cálmese –murmuró él, acariciando con ternura alrededor de la herida. Luego se dirigió a la otra mujer -. Desnúdala y lávala, después oblígala a comer, tiene que alimentarse.
-El capitán ha dado permiso para darle algunas naranjas.
-Dale sólo una, no debemos malgastarlas.
-Bien.
-Descanse –terminó, mirándola a ella, quien no respondió. Cuando se fue el hombre Lanie la ayudó a desvestirse y trajo consigo una palangana con agua caliente y un trapo.
-Que piel tan bonita –alabó, admirada -. Ojalá pudiera yo tener una piel tan hermosa. Es muy suave y blanca, limpia. Apuesto que es usted una señorita elegante, ¿me equivoco?
-No soy de la nobleza –respondió, cansada, mientras que la dejaba hacer.
-Tampoco yo, pero mi piel no es tan bella como la suya. La mía es oscura, maltratada por el trabajo, el sol y el viento, la suya es perfecta.
-¿El capitán era su amo? –preguntó, recordando que aquella mujer había sido esclava. Ella rio, negando.
-No, yo era esclava de su primo. El capitán me liberó cuando lo mató.
-¿Asesinó a su primo? –repitió, temblando.
-Mi amo forzó a la esposa del capitán. La señora del capitán no soportó la vergüenza y se ahogó en el mar. Éste se vengó acuchillándolo y después me liberó.
-Dios Santo… murmuró.
-El capitán cuenta con el favor real, por eso no lo juzgaron –sonrió, ajena al horror -. Su majestad la reina fue muy piadosa, no sólo no lo ajusticiaron, sino que le concedió la patente.
-La reina lo dejó vivir para convertirlo en uno de sus asesinos –escupió ella. Lanie dejó de lavar su piel y la tomó del rostro, su mirada se había endurecido.
-Nunca insulte a su majestad o el capitán hará que le arranquen la piel a tiras. No hay nadie en este mundo que la ame más que él.
-Quiero volver a casa –sollozó, agotada. Katherine era católica, vivía en un reino católico; sus gentes la habían acogido a ella y a su familia cuando habían huido de esa pérfida bruja a la que los ingleses llamaban majestad. Si el capitán de aquel navío se enteraba de sus orígenes la mataría.
-No tema, niña –trató de calmarla -. El capitán es misericordioso, no le hará daño si usted no lo provoca. Tome, póngase esto, no es tan bello como su vestido, pero está limpio.

Katherine aceptó con manos temblorosas el sencillo y basto vestido que la mujer le entregaba; aceptó también que le atase los lazos y que le desenredase el cabello, pero rechazó el pan y la naranja que le ofrecía. Ella insistió.
-Coma, debe comer, vamos.
-No tengo hambre –negó.
-Son muchos los días de travesía que quedan por delante, si no come, acabará enfermando.

Mojó el pan en vino y se lo entregó. Ella suspiró y comió, en silencio. A medida que tragaba se daba cuenta de que el apetito había vuelto en ella, dejándola con ganas de más. Lanie miró a su alrededor y sonriendo con picardía le entregó otra naranja.

-¡No puede comer más que una! –Gritó una voz infantil. Katherine soltó la naranja de inmediato, pero su cuidadora negó con impaciencia y se la devolvió.
-Calla, Cachorro, o te haré fregar la cubierta con la lengua.
-Tú no puedes darme órdenes.
-Todos aquí podemos darte órdenes, no eres más que un niño.
-Ella no –señaló. Katherine aprovechó la discusión de ambos para comer el fruto, dejando las cascaras a un lado y mirando al crío que había aparecido de detrás de los barriles. No tendría más de diez años, sólo llevaba unas calzas muy remendadas e iba descalzo. Su piel estaba curtida por el sol y el cabello, rubio, revuelto y descuidado por el viento y el clima. Al igual que le pasara con el capitán lo que más había llamado la atención a Katherine de aquel mocoso fueron sus ojos, de color verde profundos. El rostro del chiquillo desprendía fuerza, inocencia y picardía -. ¿Será la puta del capitán? –preguntó, mirando primero a una y luego a otra.

Katherine se escandalizó ante tales palabras, Lanie soltó una carcajada.
-No, ¿no ves que es una señorita distinguida?
-¿Entonces qué va a hacer con ella?
-No lo sé, además, lo que el capitán haga con ella no es asunto tuyo.
-Le diré al capitán que ha comido dos naranjas en vez de una –replicó él pequeño, con crueldad, ganándose un pescozón. Se frotó la cabeza, dolorido.
-No dirás nada o yo le diré al Vasco que fuiste tú quien le tiró el sombrero por la borda.
-¡Eso es mentira! –se defendió, pero Katherine notó en sus ojos una sombra de temor.
-Es cierto y sabes que él me creerá a mí. Y seguro que te dará una patada en el culo si se entera.
-No diré nada, lo juro –prometió. Acercándose aún más a las dos mujeres. Con la cercanía Katherine pudo notar que le faltaban un par de dientes y que tenía una pequeña cicatriz en la mejilla derecha. El niño se la frotó, con aire distraído.
-Puedo darle la mía si quiere –dijo, señalándola a ella -. Pero no le digas nada al Vasco.
-No sé, que opina usted… no sé cómo se llama –observó.
-Katherine.
-¿Eres inglesa? –preguntaron los dos a la vez, sorprendidos. Ella miró hacia otro lado; El niño se acercó, alzando la medalla que la joven llevaba entre sus pechos.
-Es la Virgen –dijo -. ¿Inglesa y católica?
-Cachorro, será mejor que el capitán no lo sepa todavía.
-Yo no diré nada si vosotras no le decís nada al Vasco.
-¿Quién es el Vasco? –preguntó Katherine, aliviada de que no fueran a delatarla.
-El que le ha pegado –contestó Lanie.
-¿Por qué lo llamáis así?
-Su padre era un marinero vasco y él come por tres hombres. Sólo el capitán lo llama Javier, para el resto es el Vasco.
-Es el más temible de nosotros, pero el capitán lo controla –añadió el niño.
-Tú le tienes miedo –señaló.
-¡Yo no le temo a nada! –gritó él.
-No quería ofenderte –respondió, levantando las manos en señal de sumisión. Luego añadió -¿Cuál es tu nombre?
-Cachorro.
-Tienes que tener un nombre –insistió.
-Si lo tenía, se me ha olvidado –contestó, encogiéndose de hombros, como si no le importase el asunto.
-Dice la verdad –añadió Lanie -. Lo recogimos en el puerto de Londres, estaba medio muerto de hambre y de frío, desmayado. Cuando despertó no sabía ni su nombre, así que le pusimos Cachorro.

-Lanie, el Vasco requiere tu presencia –una mujer de pelo enredado y ropa desgastada se apareció por las escaleras. Llevaba muchos collares y tenía dos dientes de oro.
-Es Claudia, la puta –le explicó el niño.
-¿Una ramera en el barco? –susurró. La mujer llevaba en la mano una botella de ron se acercó a ellos, riendo.
-El capitán la pagó para tener a los hombres contentos. A la reina no le gustaría…
-Mira quien tenemos aquí, una nueva jovenzuela… empezamos a ser muchas ¿no crees?
-No estará aquí mucho tiempo –contestó Lanie antes de levantarse. Katherine le sujetó la mano, rogando con la mirada que no la dejase allí con aquella mujer. La negra la tranquilizó.
-Es inofensiva.
-Eso, tranquila señorita, no le haré nada, a mí sólo me interesan los hombres. A no ser que entre las faldas escondas algo –dijo, con una risa picarona, tocándola. Ella se apartó, como si el contacto la quemase.
-Es indecente –murmuró, pero la mujer la oyó.
-Ya veremos si dices lo mismo cuando el capitán te reclame en su catre –dijo ácidamente.
-Me gustaría subir arriba –pidió mirando al niño, ignorando a la mala mujer. El crío se levantó, sacudiéndose el polvo de los calzones y la tomó de la mano, ayudándola a incorporarse. Al subir las escaleras y volver a cubierta se topó de bruces con el capitán.

-¡Capitán Castle! –saludó el crío, con respeto. El hombre sonrió, haciéndole un gesto amistoso al niño y dándole una manzana. Cachorro la tomó ilusionado y se escabulló de nuevo escaleras abajo, por temor a que alguien se la robase.
-Veo que ha conocido a Cachorro –sonrió.
-Y también a la ramera –contestó ella, con frialdad.
-¿Tiene algo que objetar, señorita?
-Es indecente, inmoral tener una puta en un barco.
-Créame, va a pasar muchos meses aquí para agradecérmelo. ¿O prefiere usted ocupar su lugar? –Katherine sintió como se le encogía el estómago al pensar que alguno de aquellos hombres pudiera tocarla -. Lo suponía. Disfrute de la travesía, señorita…
-Catalina –mintió.
-Catalina –sonrió, pasando a su lado, rozándola con suavidad en el brazo. Katherine notó de nuevo como se le erizaba la piel al notar el contacto de aquel hombre, contuvo un estremecimiento. Se volvió, mirándolo.

-¿Capitán? –Él paró, esperando -¿Me devolverá a Sevilla en el tornaviaje?
-Lo haré –contestó – a menos que usted prefiera quedarse.


Unos golpes en mi puerta interrumpen a Fátima. Mi hermano entra y la llama, diciéndole que quiere hablar con ella. La anciana se marcha, dejándome pensativa, envuelta en un mar de dudas. ¿Cómo podía mi madre haberse enamorado de un pirata?



Última edición por maria_cs el Miér Mayo 01, 2013 1:37 pm, editado 2 veces
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Mensaje por _Caskett_ Sáb Abr 27, 2013 6:57 am

me encanta, continua pronto
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Sáb Abr 27, 2013 7:10 am

Me encanta la historia que cuenta Fátima sobre Kate en aquel barco. Imaginarme a Castle como un corsario me vuelve loca, me lo imagino tan atractivo jaja Love
Yo sigo pensando que Joahnna no es hija de quien cree ser, no sé si me equivocaré pero me da a mi que esta historia viene con curvas.
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Mensaje por agecastbet Sáb Abr 27, 2013 8:50 am

Y ya no hay más,............ pues qué lástima, yo que me estaba haciendo ilusiones, de que la cosa iba a ir un poco más rápida y resulta que van a pasar meses ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡.
Bueno por lo menos será interesante conocer la vida de los piratas, jajajajaja y además qué es lo que va a pasar con ellos ........ dos, seguro que lo bordas como siempre.
Sólo una petición, sigue pronto que de vez en vez, tengo que releer para acordarme de lo anterior.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSS
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Mensaje por xCaskett Sáb Abr 27, 2013 12:16 pm

Ya quiero saber que pasa!!!
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Mensaje por cururi Sáb Abr 27, 2013 5:12 pm

genial me encanto este capitulo imaginarme a cada uno en un papel totalmente dieferente es genial espero leer como continua la historia de fatima Búscame en la noche (Capítulo 8- ACTUALIZADO 2-2-14) - Página 4 56635
continua pronto
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Mensaje por saratheplatypus Lun Abr 29, 2013 2:07 am

Yo es que... en serio. Me imagino a Castle como un corsario y... ay dioh, EXPLOTASENME LOS OVARIOS Inlove.

Creo que lo he dicho antes y vuelvo a reafirmarme: TU FIC ES LA HOSTIA. Tienes un don natural para estas cosas, Maria, en serio, sobre todo cuando se trata de un fic historico. Lo relatas de una forma que casi puedo sentir que estoy leyendo una especie de novela picaresca, es genial Love. Y ademas me tienes super intrigada, la historia tiene muchisimo juego. Estoy deseando ver como se desenvuelve la pobre Beckett en un barco lleno de corsarios. Y por supuesto como va surgiendo la chispa entre ella y Castle Inlove.

Ayyyy por favor, CONTINUA PRONTO, PLEEEEEEEEEEASE! Ni te imaginas lo colgada que me tienes con este fic, en serio. Es de lo mejorcito que hay en el foro ahora mismo, chiquilla <33.
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Mensaje por KateC_17 Lun Abr 29, 2013 4:55 am

Muy bueno el capítulo Happy Clap Espero que lo continues pronto que ya quiero saber que pasará... ¡nos vemos! Hi!
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Mensaje por qwerty Miér Mayo 01, 2013 1:27 pm

Me he puesto al dia del fic. Son pasadas las 2 y no sé si me he enterado del todo.

No es para que cambies tu fic, ni nada, sólo es comentario mi de mis "experiencias" con piratas ¿vale?
Una cosa de los corsario/piratas ingleses y españoles es que en tooooodas las películas, empezando por la época de Errol Flinn es que plantan a los ingleses, guapos, apuestos, listos, encantadores valientes, la protegida del gobernador se enamoran de ellos o rescatan a la inocente pupila de manos del malvado español, conspiraciones que siempre vienen del mismo bando y a la parte española como gordos, sudorosos, guarros, tontos, torpes, cobardes, traidores... y encima como muy muy malos.

Y la imagen que se da de ciertos bucaneros/piratas es demasiado bonita como para ser real. Total como los estudios donde filmaron son de allá que no de acá pues siempre han puesto como buenos a los mismos.

Ha pasado algo parecido con los chinos/japoneses y las artes marciales. Hasta que no llegó Bruce Lee a arreglar el asunto, siempre fueron los chinos los malos, torpes... y los japoneses los buenos

Y eso no hace justicia

Aisss, perdón, pero ya me he desahogado unas líneas.


Sigue tu historia chica, que aunque Castle sea Inglés al servicio de su majestad, seguro que la historia la haces igual de bien que las otras que escribes!!
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Mensaje por anaforo Sáb Mayo 04, 2013 12:02 am

Una historia fresca, diferente y muy entretenida. Que gran escritora tiene España. jejej Sigue pronto María.
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Mensaje por maria_cs Vie Mayo 10, 2013 12:48 pm

Capítulo 5

Al salir de San Jorge el frío me golpea el rostro, como una bofetada. No lloré en la capilla, ya no me quedaban lágrimas que derramar por Madre. Tampoco Henry ni Juanito lo hicieron, al contrario que Catalina, que se abrazaba en silencio a la vieja Fátima. Aun no puedo creerme que no vaya a volver a verla, se ha ido, Madre está muerta. Estaba muy hermosa con ese vestido rosa, un vestido para señorita y que sin embargo a ella, siendo viuda, le quedaba muy bien. En el centro su medalla adornaba la sencilla prenda. Madre parecía dormir, pero eso no era un consuelo. Ella jamás despertaría de aquel largo sueño, no volveré a verla, no en esta vida.

María se apoya en mi hermano y camina en silencio, con la niña de la mano. Fátima va tras ellos, en silencio, con un rosario en la mano que sé que no ha usado. Al caminar por las frías calles de Sevilla un hombre de unos cuarenta años, con el pelo oscuro y bien vestido se acerca y habla con Henry. Lo conozco, vive en San Vicente, pertenece a la Alta Nobleza, esa a la que nosotros no pertenecemos, a pesar de compartir privilegios. Creo recordar que se llama Alfonso de León. No sé qué quiere de mi hermano, los grandes señores nunca han querido saber nada de nosotros, hijos de una plebeya y además extranjera. Pero esta casa le tenía cierto aprecio a mi padre, aunque nunca aprobasen su boca con Madre. Henry intercambia unas palabras con él y después continua andando, creo adivinar algo parecido a una sonrisa en su rostro, ¿de qué habrán hablado?

Al llegar a la casa Henry no comenta nada sobre el encuentro y sube las escaleras. Me acerco a mi cuñada, con curiosidad.

-¿De qué hablaron?

María niega, me sonríe con tristeza y se marcha, no sin antes darme un beso en la mejilla. No entiendo nada, ¿qué ocurre? Tratando de parecer educada golpeo suavemente la puerta de la alcoba de Henry, quien me responde con un seco “adelante”. Mi hermano está sentado en la cama, descalzándose. Me agacho a su lado y le ayudo, tal como Madre hizo mil veces con Padre. Él sonríe ante el gesto y me acaricia la cabeza, como cuando era niña. Parpadeo al notar las lágrimas en mis ojos, hacía mucho que mi hermano no me dedicaba ninguna muestra de afecto. Henry me toma de las manos y me sienta a su lado.

-No llores, hermana –murmura, limpiando las lágrimas. No puedo evitarlo y me arrojo a su cuello, liberando la tensión. Lo echaba de menos, añoraba a mi hermano. Me acaricia gentilmente la espalda, antes de apartarme con suavidad -. También yo la echo de menos –dice.
-No me acostumbro a haberla perdido –balbuceo entre sollozos.
-Lo sé, pero debemos seguir, Madre no hubiera querido que nuestras vidas se pararan por esto.

Asiento en silencio, apartando mis lágrimas, limpiándome con mi pañuelito de tela.

-¿Qué quería don Alfonso?
-Darnos el pésame –responde él. Lo observo, no le creo, pero no quiero discutir no ahora que vuelve a quererme. Siempre he amado a mi hermano mayor, siempre deseé su afecto y que estuviera orgulloso de mí -. Doña Ana vendrá a la tarde, sé amable.
Suspiro, con poco entusiasmo. Doña Ana es una señora de unos cincuenta años, vecina nuestra. Cuando Madre vivía solía venir a hablar con Madre y ponerla al día de los cotilleos de la ciudad. Mi madre callaba y la invitaba a tomar vino y dulces, pues era muy educada, pero realmente no la soportaba. Tampoco yo la aguanto, ni a ella, ni su horrible y desagradable olor, ni sus “¿cuándo te casas, niña? Ha estado con nosotros en la capilla, donde ha formado un gran espectáculo, llorando a lágrima viva y gritando lo injusto que este mundo pero lo dulce que es la misericordia de Nuestro Señor. Con gusto la hubiera echado de San Jorge, pero Madre no me educó para ello. Tenía la esperanza de no volver a soportarla en ninguna velada ahora que Madre no está, pero parece que no va a ser así. Henry no puede evitar soltar una risa, tampoco él le tiene mucho aprecio a esa señora, pero no va a ser quien la soporte.

-¿Puedo servirle el vino malo?
-Dilúyelo en agua, que no se aprecie.
-Bien.

Me despido de él con un beso en la mejilla, olvidando el encuentro entre él y don Alfonso. Tras el funeral esas caricias y ese amable abrazo de mi hermano han sido mi único consuelo y por hoy, tengo suficiente. Podría ir a mi dormitorio y continuar leyendo el diario, pues Fátima debe estar ocupada, pero unos gritos en la alcoba de mis sobrinos me hacen cambiar de idea. Los niños están subidos en la cama, Juanito sobre Catalina, abofeteándola. Furiosa, lo aparto y tomo a la niña en brazos, mirando con severidad a mi sobrino.

-No vuelvas a golpear a tu hermana.
-Rompió mi retrato –contesta él, mientras que la niña llora silenciosamente en mi hombro.
-Eso no excusa, ¿vale más un simple dibujo que tu propia hermana? –le reprocho. El pequeño mira al suelo, luchando por no llorar.
-Era un retrato de la abuela –murmura.

María y Henry entran en la habitación. Mi cuñada coge a la pequeña y la besa, dirigiéndole una mirada airada a su primogénito.

-Hoy no tomarás nada salvo pan y agua –dice y después se va. Henry no añade nada más, coge el dibujo roto de su hijo y lo arruga.
-Deja de perder el tiempo en están sandeces –le ordena duramente -. Y no vuelvas a tocar a tu hermana.
-¡También tu golpeas a mi tía! –replica él. Horrorizada me tapo la boca con ambas manos, jamás he oído a mi sobrino hablarse así a su padre. Henry no me mira y coge al niño en silencio, arrastrándolo escaleras abajo. No puedo moverme, me quedo paralizada mientras que oigo los gritos del niño y el sonido de los golpes sobre la piel. Al poco tiempo mi hermano vuelve con el niño de la mano y lo arroja violentamente a la alcoba; me ordena que salga y cierra la puerta con llave.
-No saldrá de ahí hasta que yo lo ordene –dice a nadie en particular. María se asoma a la puerta de su alcoba, con Catalina de la mano, no osa desafiar a su marido. Intento decir algo, recordar que Juanito es sólo un niño, pero Henry no parece dispuesto a escuchar a nadie.

Agotada me encierro en mi alcoba, echándome en la cama. Juanito no debió golpear a Catalina, pero son niños. Yo nunca peleé con Henry, pero porque él es mucho mayor que yo. Tampoco pude reñir con Isabelita, que murió en la cuna. Sin embargo aún recuerdo el dolor de las correas de cuero cuando Padre me castigaba por gritar a algunas de nuestras vecinas y por darle una patada en el trasero al hijo de doña Ana, que siempre me seguía a todos lados y trataba de importunarme a la menos ocasión. Reía mi madre de aquello diciendo que ese niño estaba encaprichado de mí, pero yo hacía muecas de ascos y juraba tomar los hábitos antes de casarme con él. Marchó hace tres años a Toledo y desde entonces no he vuelto a verlo. Pero los castigos de Padre eran simples caricias comparados con el que ha provocado los gritos de mi sobrino.

Fátima entre sin llamar y se agacha junto al arcón, dejando la ropa limpia y seca perfectamente doblada, casi toda es negra o muy oscura, para guardar el luto. Madre me dijo en su lecho que sólo guardarse el luto por un año, nada más y que lo rompiese si decidía contraer matrimonio. Me sorprendieron estas palabras de la boca de una mujer que ha guardado luto durante años, pero le prometí que así lo haría.

Cuando termina, la anciana mira el diario de Madre y frunce el ceño.

-¿Ha seguido leyéndolo?
-No –respondo -. Esperaba que tú continuaras con tu historia –añado, vacilante. Ella niega.
-Tengo mucho que hacer, niña. Tendrá que esperar a mañana.

Asiento en silencio y la dejo ir. Podría esperar a mañana, pero estoy aburrida y no me atrevo a salir y enfrentarme con la ira de Henry. Además hoy, que he visto por última vez el rostro de mi madre, leer ese diario es la única forma que tengo de estar cerca de ella.

Me sentí muy desgraciada entonces Madre, sola en aquel horrible barco de herejes y rameras. Temía que alguno de ellos me forzara o me matase o que el capitán descubriera mi procedencia y me acusare de traición a la pérfida a la que ellos llamaban majestad. Ni siquiera aquella amable sonrisa de la negra llamada Lanie o la mirada viva e inocente del pequeño Cachorro me daban confianza. Habían prometido ambos no decir nada a su capitán, pero sabe usted Madre que nadie debe fiarse de unos piratas. Y sin embargo, a pesar de mi temor y mis dudas, la ansiedad por volver a casa se mezclaba con la imagen de ese apuesto hombre. Si lo hubiera visto Madre, si hubiese visto esos ojos azules o ese cabello oscuro como la noche. Si cierro los ojos puedo sentir su olor a mar y a hombre y puedo recordar cada una de sus cicatrices. Tenía muchas, pero llamaba mi atención una que se avistaba en el centro de su pecho, allá donde su elegante camisa no tapaba la piel desnuda. Era larga y parecía hecha con un puñal fino no con una espada. No le pregunté entonces, Madre, pero ya le hablaré de aquellas cicatrices otro día, ahora prefiero contarle como empecé a confiar en la ramera, Claudia.

Fue una noche, unos tres días de despertar en aquel barco cuando el capitán se acercó a mí y me preguntó si me sentía bien. Tuve un inmenso deseo de gritarle y recordarle que estaba en un barco pirata y que deseaba volver a casa, pero me contuve. No pude sin embargo morderme la lengua y le reproché de nuevo mantener una mala mujer en el navío. La noche anterior había oído yo desde mi catre como esa mujer se entregaba a algún miembro de la tripulación, murmurando palabras obscenas, gritos y gemidos pecaminosos. No entendería yo hasta mucho después como podía una mujer dejarse poseer así por el mismo demonio, Madre, nunca la había oído a usted gritar así cuando buscaban entre las sábanas un hijo. Pero de nuevo, de hablaré de ello después.
Como le decía le reproché al capitán que permitiera tales encuentros y él me miró con dureza, respondiendo:

-Si tanto le molesta oír esos gritos, dormirá hoy en el frío calabozo, allí no se oye nada.

Antes de que pudiera yo decir nada unos brazos me sujetaron y me arrastraron, llevándome al calabozo y arrojándome allí sin ningún cuidado por mi persona. Aún recuerdo el sonido de la llave al cerrar y el frío y la humedad. Estuve toda la tarde y parte de la noche abrazada a mí misma, queriendo conservar algo de calor y muerta de hambre, pues no me llevaron nada. Fue por la mañana cuando la culpable de mis penurias vino a visitarme, abriendo la reja y sentándose a mi lado. Quise yo apartarme, pero temía que hablase con el capitán y me encerrasen de nuevo allí así que callé. No sabe usted Madre, cuanto me dolió la historia que esa pobre desgraciada me contó.


Una voz desde el piso de abajo interrumpe mi lectura y suspirando dejo el cuaderno, bajando. Henry, María y Catalina están sentados a la mesa, esperándome. Murmuro unas disculpas y me siento en junto a mi sobrina, oyendo la oración y dejando que Elvira nos sirva. El almuerzo consiste en un guiso de verduras y un poco de pan. Fátima nos trae una jarra de vino y nos sirve a los cuatro, llenando el vaso de la pequeña hasta poco más de la mitad, evitando que vuelva a tirarlo al suelo. Comemos en silencio, cuando de repente María jadea y lleva ambas manos hasta su vientre. Todos la miramos, preocupados, salvo la niña, que sigue comiendo. Fátima se acerca, solícita.

-¿Qué le ocurre, señora?
-El niño lleva inquieto todo el día, no es nada –responde ella, aunque parece dolorida.
-Quizás debería descansar –sugiere Elvira. María niega con la cabeza, pero mi hermano le ordena que suba arriba y descanse.
-Doña Ana vendrá en un rato, sería una grosería no recibirla –protesta.
-Johanna atenderá a doña Ana, tú ve a descansar, no quiero perder más hijos –dice con frialdad. María palidece y asiente en silencio, parece culpable. Nadie dice nada más, aunque siento lástima por ella. Es sabido que cualquier mujer se culpa a sí misma cuando tiene un aborto, siendo a menudo objeto de reproches por parte de su marido. No entiendo yo que culpa tendrá la mujer cuando es Dios quien decide si el niño debe llegar al mundo o no, pero nunca hablo sobre ello, la opinión de una mujer no interesa a nadie.

Al terminar el almuerzo le ordeno a Fátima que suba a descansar. Esta quiere protestar, pero como buena esclava no desobedecerá jamás las ordenes de su ama. Me acompaña hasta mi alcoba y alisa la colcha, yo no puedo evitar reírme.

-No te he traído aquí para que trabajes –la regaño, con cariño.
-No, me ha traído aquí para que siga hablando sobre su madre y el pirata –responde ella. Me encojo de hombros.
-Tú necesitas descansar y yo quiero saber más.
-Ay niña, esto al final no le hará ningún bien –suspira.
-Quiero saber, Fát…
-Inés –me recuerda.
-Inés –cedo a regañadientes -. Necesito saber más sobre mi Madre, sobre aquello, creo que sólo así podré conocerla realmente.
-¿Y si no le gusta lo que va a conocer?
-Estoy dispuesta a arriesgarme –aseguro. Ella me observa unos segundos, como si fuera una niña que no sabe lo que dice, pero asiente y se sienta en la silla cercana a la ventana.
-¿Qué más quiere saber?
-Madre menciona en su diario algo sobre una historia de esa ramera, algo que ella le cuenta cuando está en el calabozo –Fátima asiente -. Háblame de ella.
-Como usted quiera, niña –responde con poco entusiasmo -. Katherine miraba con recelo y miedo a la mala mujer, pero esta no parecía querer hacerle daño. Cogió la pecadora un cuscurro de pan que llevaba entre sus ropas y se lo ofreció. La joven no pudo rechazarlo, pues tenía hambre y además, no quería ofender a esa mujer, si lo hacía dudaba que pudiera salir de aquel espantoso lugar. Observó la ramera como la muchacha comía con avidez y sonrió.
-Sí que tienes hambre.

No contestó a sus burlas y terminó en pan, mirando después a otro lado. Claudia la miró y se acercó a ella, tomando un mechón d sus cabellos.
-Ya no hueles también como antes, ahora hueles a mar.

Se apartó ella con asco, mirándola airada, pero la ramera no se molestó, al contrario se echó a reír.
-¿Te doy miedo, dulce niña? ¿Crees que esta puta va a hacerte algo malo?
-Sólo eres una vulgar pecadora –replicó.

Claudia asintió, conforme.
-Cierto es, niña.
-Arderás en el mismo infierno.
-Al menos allí no pasaré frío –se rio -. Ni tampoco mis niños –añadió con cierta ternura. Katherine la miró sorprendida.
-¿Tus niños?
-Mis hijos –aclaró -. James, Rose y Anna.
-Pero… no entiendo cómo…
-¿Cómo tengo hijos? Cuando trabajas abriéndote de piernas para que te la meta cualquiera, acabas abriéndolas para parir –dijo ella con desdén.
-¿Dónde están?
-Viven con mi hermana, menos James, ese trabaja en casa del herrero.
-Deberían estar con su madre –le reprochó fríamente.
-El capitán paga bien y mis hijos no comen del amor de una madre, comen con dinero, como todo el mundo. Cuando volvamos iré a verlos y les llevaré mis ganancias, así podrán tomar mucha leche y carne. Mi pobre Rose es tan pequeñita, necesita comida para crecer. Y mi Anna, mi pobre Anna, tiene los pies llenos de llagas por el horrible frío, espero poder ganar bastante para comprarle unos zapatos. Para James no, él tendrá que conformarse con lo que le de el herrero.
-Es horrible –susurró.
-El mundo es horrible –replicó ella -. Al menos para los pobres, para las señoritas ricas como tú, debe ser maravilloso.

No respondió Katherine a aquello, se limitó a mirar al suelo, pero la ramera no parecía querer dejarla en paz.
-También yo soñaba con vestidos bonitos y un buen marido al que calentar con buenos guisos y abrazos. Pero no quiso mi padre que cumpliera yo tal destino. Ya ni me acuerdo cuantos años tenía cuando me llevó a casa del panadero y me dijo que me quedara allí a pasar la noche, pero segura estoy de que no serían más de diez. A la mañana siguiente tenía yo un dolor horrible entre las piernas pero al menos dos hogazas de pan recién hechas. Eso valía yo en mi casa, dos hogazas de pan.

-No sigas por favor –suplicó.
-¿Duele oír las desgracia de otros? ¿O es que ya no es tan fácil juzgar a una sucia ramera? –se rio con amargura-. Encontré marido, ¿sabes? Un muchacho alto y guapo, muy buen mozo, pero cuando la noche de bodas vio que estaba abierta me cruzó la cara de un bofetón y me llevó a rastras hasta la casa de mi padre. “Toma a tu vulgar ramera, que no quiero nada usado” le dijo. Mi padre no iba a aguantar la vergüenza de tener en casa una hija repudiada y me echó a patadas de allí.

-Calla, calla, no quiero saber nada más.
-No hay más que decir, niña. Me encontré sola por las horribles y frías calles de Londres, encontré a un hombre que quería calor y se lo ofrecí. Me pagó bien y así seguí, viviendo de la calle y pariendo. Pero así no se alimenta a tres niños y cuando el capitán me encontró me ofreció mucho dinero a cambio de partir con él en su navío.


-No quiero oír nada más –grito, horrorizada. Fátima no responde, se limita a darme un beso en la frente y se marcha, dirigiéndome una mirada de compasión -. Que horrible historia –susurro. Pero no tengo tiempo de pensar en ello porque la voz estridente de doña Ana se oye desde la calle.

-¡Donde está la novia! ¡Tengo que verla! –La sangre se me hiela al oír eso. ¿De qué novia habla?






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Mensaje por agecastbet Vie Mayo 10, 2013 1:44 pm

Me encanta tu relato, no se como mantienes la disciplina en el trato, tal y como lo hacían entonces, jajajaja realmente eres digna de admiración, en menudos fregaos, te metes, jajajajaja.
Tu forma de escribir y describir lo cotidiano me hace entrar en él como si de una película se tratase, pero la diferencia es que parezco estar a su lado, jajajaja, eso solo lo consiguen los grandes escritores, como tú.
Muchas gracias por compartir tu trabajo, que por lo que veo está bien fundamentado y muy elaborado, seguro que empleas mucho tiempo en él y se nota, estás creando una auténtica joya, jajajaja
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Mensaje por KateC_17 Vie Mayo 10, 2013 10:46 pm

Muy bueno el capítulo Happy Clap me gusta como como lo describes todo. Clap Esto esa muy interesante y me has dejado intrigada con lo ultimo. Ya quiero saber que pasara. No War
Sigue pronto plisss Big Crying que ay quiero leer la conti
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Mensaje por saratheplatypus Sáb Mayo 11, 2013 12:14 am

En serio, canto mas leo tu fic, mas me enamora. Es que esta TAN bien escritor Maria. PERO TAN BIEN. Es que... de verdad, ya te lo he dicho antes, es como leer una novela picaresca o parecido.

A mi cada dia me tiene mas intrigada la historia de Beckett. Jo, y la prosti me ha dado pena, pobrecita Crying or Very sad. Y lo que me ha hecho gracia es que Beckett sabe donde estan todas y cada una de las cicatrices Dreaming. Muchas noches salvajes en la popa, no? xddd Wtf y eso de la novia?

Ohhh y me ha dado mucha pena cuando ha pegado a Juanito, pobrecito. Que cruel es Henry, de verdad, no se que tendra en la cabeza ese hombre.

Aiiiis, nena, CONTINUALO YA, POR FAVOR. Ya te lo habre dicho, pero este fic es de lo mejorcito que he leido por el foro. En serio, no tardes mucho Crying or Very sad.
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Mensaje por choleck Sáb Mayo 11, 2013 3:57 am

affraid affraid No me digaaas!!! Henry la quiere casar con Don Alfonso?
ay dios mio!! no fastidies, ahora si no puedes tardar, se buena como Fátima y sigue que me tienes envilo
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Mensaje por _Caskett_ Sáb Mayo 11, 2013 3:59 am

Me encanta, una historia muy original.
Continua
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Mensaje por Beckett_Castle_Alba Sáb Mayo 11, 2013 7:09 am

Sin quitarle mérito al resto de tus historias y al resto de estupendas historias escritas por personas con don para eso, esta es mi favorita de todas las que he leído, no solo por la trama que me encanta, sino por el modo en que la escribes, por como usas las palabras recordando al castellano de aquella época, por la ambientación, por todo.
Cada capítulo me sorprende más, es fascinante como parezco estar en aquella época viviendo cada escena.
Me encanta el modo en que explicas el trato de Henry a su hermana y la reprimenda hacia su hijo, tan duro como debía ser en aquella época.
La historia que cuenta Fátima sobre Claudia es desgarradora, y ese final con lo de la novia. No se referirá a Joahnna, ¿no?
Espero que lo puedas seguir pronto, María.
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Búscame en la noche (Capítulo 8- ACTUALIZADO 2-2-14) - Página 4 Empty Re: Búscame en la noche (Capítulo 8- ACTUALIZADO 2-2-14)

Mensaje por xCaskett Miér Mayo 15, 2013 6:25 am

WTF? ME APUESTO LO QUE QUIERAS A QUE HENRY LE HA DADO SU MANO AL HIJO DE DONA ANA !!!! SEGUROOOOO
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Búscame en la noche (Capítulo 8- ACTUALIZADO 2-2-14) - Página 4 Empty Re: Búscame en la noche (Capítulo 8- ACTUALIZADO 2-2-14)

Mensaje por maria_cs Jue Mayo 16, 2013 12:35 pm

Capítulo 6. Primera parte

Al bajar las escaleras no tengo tiempo de reaccionar antes de que una señora obesa y maloliente se eche a mis brazos y me asfixie. Trato de separarme, mareada por el abrazo y el olor, pero ella no cede. María se acerca, tosiendo, incomoda.

-Doña Ana, va a asfixiar a la niña.

Al fin se separa, toso, con los ojos llorosos, ya no recordaba lo desagradable que era tenerla tan cerca. La mujer toma mi rostro entre sus manos y me dedica una mirada compasiva.

-Pobre niña, no llores, sé que es por la emoción, una no va a altar todos los días… y menos aún con tan buen partido…
-Doña Ana… -María quiere hacerla callar, yo las miro a ambas, confusa.
-¿De qué habla?
-Vamos querida no intentes negarlo, en la ciudad no se habla de otra cosa.
-María, ¿de qué está hablando? –Pregunto, tensa. Doña Ana mira a mi cuñada, sorprendida.
-¿Es qué aún no sabe nada?
-No –responde ella fríamente, apretando los labios.
-¿Qué es lo que tengo que saber?
-Johanna, vamos a mi despacho, debo hablarte –Henry me toma del brazo con suavidad y dirige una mirada envenenada a la señora, quien dirige la vista al suelo, entumecida.

No puedo decir nada, siento que me ahogo, me falta el aire. Henry no puede hablar en serio, no puede hacerme esto. Parpadeo para evitar el llanto, no quiero parecer una niña asustada, aunque me sienta como tal. Él espera a que comente algo.

-Me gustaría ir a mi alcoba –murmuro; me tiembla el labio.
-¿No vas a decir nada?

Niego, las primeras lágrimas empiezan a salir, él se levanta, rodeando el escritorio y frota mis brazos, tratando de reconfortarme. –Es una gran oportunidad, hermana, serás la esposa de un León, tus hijos llevarán su apellido…
-Yo no… no quiero casarme –sollozo como una criatura.
-Tienes dieciocho años, tarde o temprano debías pensar en ello.
-Pero… Madre acaba de morir… estamos de luto… y yo no… no conozco a… ¡no lo conozco!
-Eso puede arreglarse, no estaba previsto un encuentro hasta dentro de al menos un mes… pero supongo que puedo hablar con don Alfonso para que…
-¡No quiero casarme con el hijo de ese hombre! –chillo. Sus facciones se endurecen, miro al suelo tal como había hecho doña Ana, arrepentida y temerosa.
-Ese hombre –dice con enojo –es uno de los nobles más acaudalados e importantes de Sevilla, posee infinidad de títulos, tierras, palacios por varias ciudades. Algún día su hijo lo heredará todo y tú disfrutarás de esa herencia. Emparentarnos con una familia así puede traernos grandes beneficios. Te casarás con él, porque es tu deber para con tu familia. No olvides nunca quien eres y de donde provienes.
-No me hagas esto Henry, por favor… -le ruego, pero él me mira con desdén.
-No hay nada más que decir, hablaré con don Alfonso para organizar un encuentro con tu prometido, supongo que querrás conocerlo.

No puedo responder a eso, no sin arriesgarme a que me vuelva a abofetear, sin poder soportarlo más salgo corriendo de allí, ignorando las llamadas de María y doña Ana y me dejo caer en mi cama, llorando. Matrimonio. Matrimonio con un hombre al que desconozco, nada se de él, sólo su nombre, Pedro. Una voz dulce me llama, unos brazos maternales me acarician con afecto, me ruega que me calme pero hoy ni la ternura de Fátima servirá para calmarme.

-Cálmese niña, se lo ruego, me desgarra verla así.
-No quiero casarme, ayúdame Fátima, por favor –me incorporo y la miro a los ojos, llorosa, suplicante. La anciana me responde con pena, mientras que limpia mis lágrimas con sus amorosas manos.
-¿Qué puede hacer esta vieja, niña? Sabe que nada de lo que yo piense tiene importancia en esta casa y mucho menos en la decisión que su padre tomó hace tantos años.

Me levanto de golpe, poseída por la rabia. ¿Mi padre? Mi padre murió hace cinco años y nunca nadie me dijo nada de matrimonio.
-¿De qué hablas? ¿Qué tiene que ver mi padre con todo esto?
-Niña…
-¡Habla Fátima! –grito, furiosa. La anciana me mira asustada.
-Fuera de aquí, Inés –María entra en mi alcoba con los brazos cruzados, desafiante. La aludida se marcha, sin mirarme, dolida por mi actitud. Siento una pizca de culpa, pero mi cuñada parece tener mucho que decir y ahora no tengo tiempo de pensar en Fátima ni en nadie. –Deberías comportarte como una mujer, pareces una niña consentida, con tu actitud avergüenzas a tu hermano –dice con dureza. Aprieto los puños, con fuerza.
-¿Quién te crees que…
-La señora de esta casa –me corta -. Hoy nos has puesto en evidencia delante de doña Ana, hasta en la calle se oían tus gritos… ese comportamiento es intolerable.
-No te consiento que me hab… -vuelve a interrumpirme, pero esta vez con una bofetada. La miro, entre el horror y la sorpresa, frotándome la mejilla.
-Trato de defenderte delante de tu hermano, te aprecio mucho, cuñada, pero el buen nombre de esta familia está por encima de todo y yo como señora de la casa me encargaré de que siga ocupando el lugar que le corresponde.
-Sal de mi alcoba.
-Aún no he terminado –replica -. Sé que odias a tu hermano, pero estás siendo muy injusta, el acuerdo de tu matrimonio con Pedro de León fue idea de tu padre, él lo dispuso todo antes de su muerte. Entonces eras muy joven, pero ya eres una mujer adulta y cumplirás con tus obligaciones.
-Mi madre jamás consentiría ese acuerdo… ella me dejó una dote para que…
-Tu madre no sabía nada y aunque así hubiera sido, ella habría estado de acuerdo.
-Mi madre quería que yo decidiese con quien casarme –vocifero.
-¿Una niña eligiendo marido? No seas ingenua, Johanna, una decisión tan importante no se deja en manos de una muchacha. Tu madre te consentía demasiado, te dejó creer lo que tú querías creer, pero nada más. Ella sabía que cuando llegase el momento de casarte, serían otros los que decidieran por ti.
-¿Cómo hicieron contigo? –pregunto con frialdad. María me responde con indiferencia, girándose para salir.
-Naciste hembra y otros decidirán por ti, siempre. No lo olvides.

Cuando se marcha cierro la puerta empujándola con odio, la madera cruje, desearía salir de esa casa, recuperar el aire que me falta desde que sé la horrible noticia, pero Henry no me permitirá salir. ¿Cómo han podido ocultarme esto durante cinco años? ¿Cómo pudo mi hermano ocultárselo a Madre? No estoy preparada para el matrimonio, no aún.

Llorando con amargura me pregunto cómo pude ser tan estúpida. Debí saber que nunca me dejarían elegir, que jamás podría ser yo quien decidiera sobre mi vida, sobre mi marido… Durante un instante de locura pienso en coger los hábitos, cualquier cosa por tal de no calentar la cama de un desconocido, pero mi hermano ya ha decidido por mí y tal como me han recordado, romper el compromiso sería avergonzar a mi familia. Mi futuro ya está escrito y es horrible.


Última edición por maria_cs el Mar Jul 23, 2013 10:58 am, editado 2 veces
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Mensaje por Kynu Jue Mayo 16, 2013 12:41 pm

Te prometo que mañana este comentario será sustituido por una crítica de mi lectura del fic completo U_U

lo prometido es deuda, y como una de tus fans #1 y seguidoras fieles... me lo leeré.

besos maria! Kiss
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