Cobblestones [28/?]

El sol asomaba por el horizonte entre los rascacielos, entre las prisas de la gente por comenzar el nuevo día. El frío calaba entre sus huesos a pesar de la manta que la protegía, ahí, en la azotea, mirando a la nada, disfrutando de una caliente y humeante taza de café.

Se encontraba sola, así necesitaba comenzar ese nueve de enero. En silencio. En paz consigo misma. Apenas acariciaba el anillo que colgaba de su cuello, ausente completamente mientras aguantaba su taza.

Sintió sus pasos detrás de ella y no se giró. Sintió sus manos en sus caderas, y su mentón sobre su hombro. Nada. Quieta. Paralizada. Aguantando las lagrimas que luchaban por salir de sus ojos y resbalar a sus anchas por sus marcados pómulos, dejando un surco imborrable por el tiempo, como cada año, como cada vez que se inmiscuía en su caso, en su pasado, en su presente y tal vez en su futuro.

Suspiró y dejó la taza sobre el muro que rodeaba el edificio y servía de barandilla. Posó sus manos sobre las frías del escritor, sin importarle si se congelaban las suyas, acariciándolo.

-Se que necesitabas-hizo una pausa-estar sola pero...

-Shhh.

Castle había desaparecido antes del amanecer, así lo habían prometido. Ella se había quedado en el el loft de él (ya sin adornos navideños, gracias a su paciencia y su tacto por lo que significaba la Navidad para ella) con la condición de amanecer sola ese día. Pero la verdad era, que su vida había cambiado tanto que ya no necesitaba estar sola, le necesitaba a él, y él había aparecido en el mejor momento.

Se giró, acariciando su rostro, besando sus labios lentamente, mirándole a los ojos.

-¿Irás al cementerio?

-Como cada año.

Castle asintió. Se quedó en silencio sin saber si preguntar o no. Beckett lo notó en su mirada.

-¿Me acompañarás?

-Pensé que irías...sola.

-Tu eres parte de mi vida ahora, y ella siempre lo será también. Me has ayudado en su caso, me...has salvado.

Castle asintió.

-Ella estaría agradecida de ello, le gustarías.-dijo eso último con voz temblorosa, tratando de controlar todos sus sentimientos que querían salir a bocajarro.

Tomó aire hondamente y lo soltó profundamente, apretando su mano con la de Castle, dándole suaves besitos en los labios, apenas un roce, una cariñosa caricia de ellos dos.

Beckett se separó lentamente con la mirada perdida, el rostro serio, pensando de nuevo en la conversación que había tenido con Meredith.

Miró a Castle, armándose de valor.

-Me gustaría que...me hablaras de lo que sientes...al no...conocerlo-dijo pausadamente, con tacto.

Castle alzó las cejas sorprendido ante esa confesión, en ese preciso momento, sin saber a que venía. Buscó cualquier excusa, cualquier broma, pero el rostro de ella era demasiado serio, sincero, demandante como para bromear en ese momento y evitar el tema, un tema que le era como mínimo, difícil.

-Se que es doloroso...-murmuró la detective-pero ey- Beckett acarició con su dedo indice el mentón de él para llamar su atención, para que la mirara- Yo...estoy aquí.

-No...no.-Castle tragó saliva con fuerza y negó al mismo tiempo con su cabeza. Beckett sintió un nudo en el estomago pensando que se había metido ella solita en un camino que tal vez no era el momento de surcar.-No es doloroso...-murmuró-es...-Castle la miró derrotado-no sé como me siento. No puedes extrañar algo que jamás has tenido... tu dolor me ha demostrado...lamentablemente, que tal vez, es mejor no haberle conocido.

Beckett frunció el ceño y decidió dejar el tema por el momento, más tarde lo retomarían, ella no quería ser como las demás, como su primera mujer o cualquier ligue, ella quería serlo todo para él y viceversa.

Ella quería la historia de amor completa, la de verdad. Quería un pasado, un presente y un futuro a su lado y no iba a rendirse y dejar de luchar para conseguirlo, por que juntos, tal vez algún día las heridas sanarían, las de ambos.

Beckett abrazó a Castle, sintiendo las manos de él alrededor de su cuerpo, pegándola a su pecho, sintiéndose protegida con él, hundiendo su rostro en el cuello de él y sus manos jugando con su pelo.

Y finalmente las lagrimas ganaron su batalla, resbalando por las mejillas de ella, humedeciendo el cuello de la camisa de él, que al mismo tiempo sollozaba en silencio, apretando sus labios para contener el lloro, apretándola más contra él como temiendo perderla.

Y fue ahí cuando su corazón se aceleró, desbocado, apunto de salir de su pecho, cuando se sintió completamente pleno al escuchar las dos palabras que tanto deseaba oír por parte de ella. Ese 'Te amo' susurrado casi con miedo, hizo que su mundo estuviera de nuevo patas arriba, completamente loco por su musa.

Se separó mirándola con los ojos brillantes, igual que los de Beckett, y ambos rieron al mismo tiempo que volvían a besarse con ganas, empotrandola entre una pared y su cuerpo, como la primera vez solo que tres metros más cerca del cielo.

El semáforo estaba en rojo para los peatones, y no había un paso para cruzar cerca. Castle miró a un lado y a otro. Nadie. Debía correr y dejarse el pulmón fuera si era preciso. Debía llegar a tiempo. Miró al frente y por la puerta de la 12 Beckett salía hablando con Espo y Ryan. Se dividieron unos segundos después y ella se acercó a su coche.

Haciendo malabarismos con los dos vasos de café hirviendo, cruzó rápido, arriesgando su vida en el momento que un coche se le echaba encima a bastante velocidad para la zona en la que estaba.

Tras escuchar una palabra malsonante del conductor, Castle llegó a la puerta de copiloto de Beckett y antes de que arrancara se subió rápido.

Beckett se sobresaltó y lo miró.

-¿Qué demonios haces aquí? ¡Me has asustado!

-¿Cómo…? ¿Quién en su sano juicio se va a meter, o intentar robar un coche de policía…-Castle hizo una pausa-Ok, los de Resacón en las Vegas, pero no cuenta, es ficción y están pirados.

Beckett rodó los ojos.

-¿Qué quieres?

El escritor hizo una muequita y le pasó el café. La detective se relajó y le dio un sorbo.

-Ahora vuelves a ser persona… o es que… ¿El parón te esta afectando tanto como a mi?

Beckett suspiró frustrada y finalmente asintió.

-Lo sabía.

Kate le pasó el café para que se lo aguantara tras ver pasar a los chicos con su coche y les siguió.

Por el camino, Beckett le explicó el caso y hacia donde se dirigían, un caso a decir verdad bastante aburrido y que Castle no estaba nada interesado en el.

Aparcó en un lado de la calle, bastante solitario para ser esas horas de la mañana e hizo una seña para que Espo y Ryan avanzaran, ella se debía una conversación con su pareja.

-¿Y ahora? ¿Me dirás por que estas aquí?

-Soy tu compañero.

-Rick…

-Ok, te echaba de menos.

-Nos vemos cada día.

-No busques excusas, es cada día, pero estas cansada, yo también, o estoy escribiendo, o Max llora… cualquier cosa hace que al final no estemos juntos.

Ambos se quedaron un rato callados, perdidos en sus pensamientos, mirando al frente hasta que Castle desvió su mirada a ella, o más concretamente a su escote. La camisa de cuadros que llevaba, algo más desabrochada dejaba a la vista el magnifico sujetador de encaje negro que él le había regalado.

Se mordió el labio sintiendo un cosquilleo recorrer su cuerpo. Beckett no tardó en sentir la mirada depravadora de él. Casi haciéndoselo ahí mismo con la mirada.

-¿Qué?

Beckett le miró de frente viendo la lujuria plasmada en la mirada mas oscurecida de Castle. Se acaloró. Se mordió el labio y luego se relamió.

-No…no estas pensando…

Castle asintió.

-No.

-¿Por qué no?

-Por que estamos en el coche.

Castle hizo una mueca y se movió. Mala idea. La tela del vaquero hizo bastante presión en una zona delicada. Soltó un gemidito que captó la atención de la detective.

-Oh my…-Beckett entreabrió la boca al ver su entrepierna más abultada de lo normal-.

-Estaba imaginando y…

-Estamos en el coche, y de servicio.

-Eso lo hace más excitante…

-¿No puedes esperar a llegar a casa?

Castle negó mirándole como un niño esperando un caramelo. Y la verdad es que, Beckett estaba sucumbiendo y cada vez estaba más excitada. Demasiados días sin él.

-En casa está el bebé llorón.

-Es tu hijo, sabes-Beckett se rió-.

-Y le amo, pero dios, necesito hacerte el amor con urgencia.

Beckett no aguantó más y se inclinó devorando su boca. Finalmente Castle había conseguido que fuera ella misma quien diera el paso. Acariciaba su rostro mientras mordisqueaba sus labios y tironeaba de su cabello desesperada mientras su mano bajaba por su pecho hasta su erección.

Castle no se quedaba atrás acariciando su espalda como podía y sus senos por debajo de la camisa que estaba medio desabrochada y arrugada.

La voz de Espo saliendo de la radio del coche les cortó el momento por completo y se separaron frustrados.

Sin prestarle atención al mensaje de que el sospechoso había escapado.

Beckett contestó a su compañero que enseguida iba mientras arreglaban sus ropas.

Salieron del coche.

-Podemos ir a un hotel.

Castle se encogió de hombros.

-A la casa de los Hamptons.

-Está mi madre…-suspiró-.

-Ya…veremos que hacemos…-Beckett se vio interrumpida por unos gritos por el pasillo del almacén abandonado, y lo siguiente que vieron fue salir un tipo despedido por la ventana cayendo justamente en su coche.

-Castle llama a Espo-dijo mientras ella se acercaba al sospechoso, completamente ileso ya que no había demasiada altura.

Castle corrió a buscar a Ryan y Javi mientras que Beckett se encargaba de detener al sospechoso, volcando toda su frustración en él.

Los chicos llegaron en ese momento y acabaron dividiéndose la tarea. El coche de Beckett abollado había quedado inservible, así que echándolo a suertes, acabaron Ryan y Espo con el sospechoso buscando las pruebas que habían escondido ya que estaba dispuesto a colaborar, y Beckett y Castle en el Dodge rojo de los detectives dirigiéndose a la comisaría donde se habían dejado unos informes.

Castle tocaba la tapicería en silencio, intentando distraerse por la vista que le ofrecía s u ventana, intentando que las imágenes de lo que podía haber sucedido en esa calle no invadieran su calenturienta mente.

Beckett tamboreaba sus dedos en el volante, mientras no avanzaban.

Se miró en el retrovisor y paso una mano por su cabello, recolocando algunos mechones

El semáforo cambió a verde y ella aceleró a fondo, desde luego que el Dodge de Espo tiraba más que su coche. Pasó una calle, dos y tres, y se desvió por completo.

-¿Te has pasado?

Beckett sonrió de lado. Dio un giro brusco mientras Castle estaba confundido, y finalmente entre dos calles y en la entrada de un callejón, aparcó el coche de mala manera.

Ser mala la excitaba. No debía hacer eso, menos en horario laboral pero… Se desabrochó el cinturón de seguiridad y saltó al asiento del copiloto como pudo, sentandose a horcajadas sobre Castle.

-¿Aquí?-Castle abrió los ojos como platos.

Beckett asintió inclinándose para lamer su nuez y morder su cuello.

-Pero…el coche…

Castle desabrochaba el cinturón de su novio con una rapidez casi profesional lo cual estaba volviendo loco al escritor.

-Que les den y no hubieran interrumpido…dios, Castle, estoy loca… te necesito…

Castle desabrochó su camisa, de vez encunado echaba una mirada por la ventana viendo que nadie les había descubierto y dando gracias a como se estaba empañando los cristales.

-Tenemos 15 minutos…

Castle sonrió y devoró su clavícula mientras ella se removía para terminar por deshacerse de las barreras que eran sus prendas, impidiéndoles fundirse en uno.

-Ay dios el techo…-Castle echó un poco su asiento hacia atrás para que Beckett no se golpeara mientras no dejaban de magrearse el uno al otro e inundar de gemidos y jadeos el coche-Así mejor…

Aquello parecía una sauna, se estaba convirtiendo en un calor asfixiante, sudaban y sus telas se pegaban a su cuerpo mientras se besaban con ansia, Beckett se echó hacia atrás y se quejó del freno de mano sin saber como había llegado su pierna a clavárselo y Castle colocó su mano en el techo para contener sus ganas de embestir con rapidez, mientras Kate, metiendo una mano entre sus cuerpos y tras un breve inconveniente de logística conseguía su recompensa.

Unos minutos después y completamente satisfechos ambos se reían entre besos, recuperando su respiración y recobrando la cordura colocando sus ropas en su sitio mientras comprobaban que no habían dejado huellas del delito.

-Pásame mi sujetador-inquirió Beckett.

- Esto ha sido morboso…-dijo Castle mirándola, buscando la prenda que le pedía, mientras la ayudaba a vestirse.

El asiento del copiloto estaba completamente reclinado hacia atrás.

-Si-Beckett se rió- parecía que tuviéramos 16 años por dios…

Castle alzó una ceja.

-¿Hacías esto en el coche… con 16 años…?

Beckett saltó de sus piernas y se colocó en su asiento, Castle colocó el respaldo bien y la miró esperando una respuesta.

-Ya te dije…hay muchas cosas que no sabes de mi, Castle…

Beckett miró al frente con una sonrisa socarrona y arrancó el coche. Condujo en dirección a la comisaría, mientras Castle no la dejaba de mirar, ambos no dejaban de pensar en lo que acababan de hacer, sonriendo en todo momento. Satisfechos como hacía días que no estaban.

Beckett aparcó frente a la 12. Durante el resto del día se concentraron en el caso y apenas se separaron del tablón blanco para ir a la sala de descanso, donde unas horas después se reencontraron con Espo y Ryan a los que no habían visto desde el almacén.

Después de hablar unos minutos del caso, Espo se acercó a Castle que preparaba un café.

-Bro, ¿Tú has movido el asiento del copiloto? ¿Mi asiento?

Castle derramó parte del café, casi tirando la taza. Se giró buscando ayuda en Beckett y esta salió de la sala, nerviosa y aguantándose la risa, hasta que intentó recordar si había recogido su sujetador o no.

-No…no para…nada.

Espo alzó una ceja y le miró serio. Castle tragó saliva.

-¿Qué ha sido eso? Ah si…Beckett…me…me llama.-Castle le tendió la taza y salió corriendo de la sala, dejando al detective con cara de desconfianza. Ryan se encogió de hombros y salió de allí también.

Después de un largo día laboral, miles de horas incesantes de trabajo, un par de cafés cargados, unas cuantas discusiones con sospechosos, Otras muchas pistas que le llevaban a callejones sin salida, todas inconclusas, Beckett llegó a casa. ¡Por fin! -Pensó- ¡Fin de semana!

Era viernes por la noche y en cuanto puso un pie en su casa supo que no tendría descanso. Recordó las ganas que había tenido de salir de allí después de dos días de baja.

Miró la cocina, miles de platos, envases y ollas se amontonaban en la cocina. Miró al salón, no tenía mejor aspecto, juguetes esparramados y alguna que otra prenda.

Suspiró. Dejó las llaves en la mesa, se descalzó y dejó su cazadora sobre el respaldo del sofá.

Se guió por el ruido que provenía del despacho. Abrió la puerta que estaba entrecerrada y miró la tv. Dibujos. A pesar de la hora.

Miró al sofá y sonrió al ver la estampa. Castle súper despeinado, recostado, cubierto con una manta y en pijama, dormía plácidamente. A su lado, en la misma postura, Max, de Dos años, bastante más rubito que cuando había nacido dormía con su cabecita apoyada en el brazo de su padre.

Miró las manos de ambos y no pudo evitar reír. Los dos tenían unas manoplas más grandes que sus manos, precintadas alrededor de la muñeca con cinta americana.

Castle entreabrió los ojos cuando Beckett apagó la tv.

-Ey estas aquí...

-Pensé en huir.

El escritor sonrió, se levantó con cuidado y se acercó a la detective.

-Nono...nada de besos a ver si me lo vas a pegar...

-Venga ya, llevo todo el día aburrido, sin poder rascarme.

Beckett aprovechó el comentario para acercarse para mirarle las marcas. Puntitos rojos cubrían el rostro de su pareja.

-¿Cómo está él?

-Bien.

-Me lo temía. Tú eres más quejica.

Beckett tomó a Max en brazos, mirando su carita llena de las marcas de la varicela, y le dio un beso en la frente. El niño se adaptó al cuerpo de su madre mientras caminaba para llevarle a su cama.

-¿Habéis cenado?

-¿Y como íbamos a coger el tenedor?

-Castle...

-Jo, es que estoy malito...

Beckett rodó los ojos y a mitad de camino dejó a su hijo en el sofá del salón, cubierto por una manta y se dirigió a la cocina para preparar la cena.

-¡No te rasques!-dijo, de espaldas a Castle, sabiendo que éste estaba frotando su espalda contra la esquina de la barandilla de las escaleras como llevaba días haciendo.

Castle hizo una mueca de desagrado y suspiró, arrastró sus pies hasta llegar a la cocina para ayudar a Beckett.