Una aventura

Muy bueno, continua

agecastbet escribió:Esooooooo, ahí están el par de Quijotes, para salvar al mundo, jajajajajajaja
Bien por tu capi, veo que los niños están empezando a sentir como adultos, lo malo es que no lo son, son simples imitadores de los mayores, intentan hacer lo mismo que ellos pero sin pararse a pensar las consecuencias que sus acciones puedan tener, aunque puede que ellos encuentren algo que los mayores no supieron ver.
Está estupendo el capítulo y lo mantienes con las manos en alto, esto es muy difícil en las historias que creemos conocer, pues intentamos adelantarnos o ceñirnos a lo que leemos, queremos más y lo que no lo sabermos lo suplimos con la imaginación, que a veces se nubla y nos lleva donde no íbamos, jajajajajaja
Bueno está emocionante, interesante, intrigante y todos los -antes que quieras, así que tienes que seguir escribiendo rápido, que es insufrible no saber más ni lo que va a pasar ni lo que no pasará, esa incertidumbre es matadora, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS sigue así que vas muy bien

Muchas gracias por comentar Adri. Seguiré en cuanto el liceo me deje, porque ahora a fin de año tengo parciales y tengo que estudiar.
BEEEEEEEEEEEEEEESSSSSSSSSSSSSSSOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSSSS

_Caskett_ escribió:Muy bueno, continua

Gracias por comentar Caskett Seguiré en cuanto pueda!!

jajajajjajaja, qué bien, PERO QUE BIEENN!! Hasta dónde habrá llegado el mundo de hoy para que un ZOMAte me esté amenazando?????
Acá la que es amiga de los francotiradores soy YO, entendiste??? YOOOOOOO
XD Dejando de lado la pavada, muchas gracias por comentar Ange seguiré en cuanto pueda

A VER, A VER, A VER, ANGE...................................................................... LA MATONA ACÁ SOY YOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!
XD jajaja si, trataré de no matar a nadie

Qué pregunta del otro día??

Caroooo escribió:Qué pregunta del otro día??

La que tu respondistes con por que si....(fue ayer creo )

Esta muy bien, me gusta. Continua.

Delta5 escribió:Esta muy bien, me gusta. Continua.

Muchas gracias por comentar Me alegra que te haya gustado. Besooo

Muy bien gente, aquí les dejo otro capítulo, que lo disfruten




Caminábamos despacio uno al lado del otro. No teníamos ninguna clase de apuros. Disfrutábamos de la cálida tarde. El viento soplaba despacio.
Llegamos a la placita y nos sentamos en las hamacas.
-¿Y qué hacemos?- preguntó Ale.
-Vamos a ver si hay movimiento, si no hay nada, vamos y entramos, ¿ok?
Él asintió.
Comencé a columpiarme con más fuerza. De pronto, me hallé compitiendo con Ale a ver quién iba más alto. Terminamos a las carcajadas, peleándonos por determinar quién había ido más arriba.
-Bueno, ta. Mucha estupidez junta. Vamos a lo nuestro, ¿te parece?
-Dale.
Esperamos una media hora más... No había movimiento ninguno y decidimos cruzar.
Nos metimos por el costado de la casa cuidando que nadie nos estuviera mirando. Llegamos hasta el fondo, donde había una puerta con un candado. A su costado había una ventana que estaba tapiada con maderas, y, que en la parte superior el tapiado estaba roto.
-¿Cómo hacemos?- preguntó Ale rascandose el mentón.
Observé el hueco de arriba de la ventana. Me acerqué a la mucheta de esta y me paré allí.
-O la altura es muy alta o yo soy muy baja- le dije riendo a Alejandro.
Él no respondió. Se subió a donde estaba yo. Alzó sus manos.
-A mi me da para trepar y meterme por ahí.
-Pero a mi no- contesté mirándolo a los ojos.
Se detuvo a pensar.
-Y bueno, te hago calcito y ves si podés subir, pero creo que sí.
Así fue. Luego de un empujón de su parte estuve agarrandome de las maderas.
-Emujá de vuelta- ordené.
El segundo empujón me dejó en posición como para hacer una voltereta y caer parada del otro lado.
Estaba oscuro, apenas se podía ver.
-Esperá un poquito. Dejame ver si encuentro algo para iluminar.
Encendí mi celular y alumbré. Esa habitación en la que me encontraba estaba muy deteriorada: los reboques sueltos, las tablas del piso todas podridas y hasta podía jurar que veía en la penumbra cómo se movían las cucarachas en el piso.
En una de las esquinas había otra puerta. Pasé al otro cuarto. Allí me asombré. Había un interruptor. Retrocedí a la otra habitación y le avisé a Alejandro:
-Ya podés entrar. Cuidado cuando vayas a caer que son como 2. 50 metros, ¿ok?
-Dale- respondió desde afuera.
Primero vi sus manos, luego, las manos fueron acompañadas por la cabeza que miró el abismo que había entre el hueco y el suelo.
-Mierda- se quejó- es mucho.
Me alzé de hombros.
-Tirate- ordené.
-¿Querés que me mate?- preguntó alzando la voz.
-Mirame, yo estoy acá muy viva...- dije sarcástica.
-¡Siii! ¡Pero vos sos Gatúbela y medís como veinte centímetros menos que yo!
-No sé, manejate.
Luego de unos segundos de incertidumbre, decidió bajar. De golpe cayó sobre un montón de escombros.
-¿Estás bien?- pregunté luego de que su esqueleto casi hizo un hueco en el suelo.
-Sí.
Estiré mi mano para ayudarlo a pararse. Caminamos hacia la luz que provenía del otro cuarto. Al entrar en este lo inspeccionamos rincón a rincón. En una esquina había una mesa vieja con unas cajas vacías; no le dimos importancia.
De esa habitación había una puerta que nos comunicaba con un corredor en el que había cuatro puertas más. Abrimos la primera: era un baño. Abrimos la segunda y tanteé en los costados de la puerta a ver si corríamos con la misma suerte que en la otra habitación. Sí, pues había luz. Ante nuestros ojos había una especie de cuartel caótico de un científico. Papeles pegados en las paredes, recortes de mapas, diarios marcados con resaltador. En la pared del fondo, descansaba una mesa con unas cajas encima. Nos acercamos a las cajas. Ale abrió las de arriba y yo las de abajo.
Me sorprendí. Quedé dura como rulo de estatua.
-¿Qué tenés ahí?- preguntó Alejandro viendo que me había quedado perpleja.
Saqué la caja de debajo de la mesa y le mostré lo que había en su interior. Él abrió la boca del asombro. Sus ojos verdes parecían el dos de oro por lo abiertos que estaban.
-Definitivamente no me lo esperaba- dijo.
Asentí. De pronto sentimos la frenada de un auto en la calle.
-Nos tenemos que ir- ordené- ¡¡Rápido!!
Salimos de la casa a los trompicones. Ale me empujó para que saltara por el hueco de la ventana y ni me dio tiempo de hacer una voltereta para amortiguar la caída. Mis huesos sonaron en el hormigón del fondo de la casa. Segundos después bajó Alejandro y corrimos lo más rápido que pudimos para huir de allí. Teníamos que comunicar lo que habíamos visto.
***************************
Cerré la puerta de mi casa detrás de mi. La adrenalina reventaba en mis venas. Me duché en un toque y salí caminando rumbo al sanatorio. Lara andaría por ahí y menos mal que no me había visto llegar. Si nó llevaría los cuentos de que había venido con el uniforme del gimnasio todo lleno de pasto y mugres.
El pelo me caía en los ojos. Lo soplé y me lo até con una pinza. Los autos pasaban a mi lado. Miré mi celular y la hora me indicó las 5 y 30 de la tarde. Decidí apurarme y empezar a correr.
Llegué a la recepción y presioné el botón del ascensor que me dejó en el piso 3 , donde estaba la sala 122, en la que se encontraba mi mamá. Me asomé por el vidrio y observé. Fede estaba con mamá: él le sujetaba la mano y le acariciaba el pelo mientras ella dormía. Decidí entrar.
-Hola Federico- saludé acercándome a él.
-Hola- respondió.
En ese momento sentí una tercera voz.
-Marti...
-¡¡Mamá!!- dije y me tiré encima de ella.
-Despacito que duele... - sonrió ante mi muestra de cariño.
Se le notaba en la cara y en el semblante que estaba muy sedada...
Federico me miraba desde la silla que estaba al lado de la cama.
Yo estaba perpléjica, no sabía qué hacer, no terminaba de acostumbrarme a ver a mi madre así.
-Martina... quiero contarte una cosa... ¿vamos a afuera? - me habló Fede.
-Dale.
Salimos al corredor por el que pasaba una enfermera.
- Mirá... esto te lo digo a vos porque me doy cuenta que sos más madura que Lara, ¿ok?
-Ok.
-Tu madre está tomando muchos calmantes y sedantes, porque ayer de noche hizo tremenda escena. Se despertó de golpe y se puso a gritar como loca. El doctor dijo que tenía que tomarse una licencia después de esto porque tiene bastante estrés laboral.
-Ahhh...- musité viendo como mis planes de contarle lo que habíamos visto con Ale se esfumaba de repente.
-¿Sara se está quedando con uds de noche, no?
-Sí.
Suspiró.
- No quiero ver a mi mamá así- le confesé a punto de llorar.
Él hizo una mueca con su boca y me abrazó.
-Mirá que no sos la única, pulguita gimnasta, a mi también me duele horrores verla así. Pero lo mejor para ella es no vernos con caras de preocupación así ella no se siente mal, ¿'tamos pulgui?
Asentí todavía atrapada por su abrazo.
******************************
Amaneció y yo ya estaba despierta. Tenía que ir a entrenar costara lo que me costara. Vendé mi rodilla defectuosa. Me lavé la cara y me miré en el espejo del baño. Mis ojos oscuros estaban fijos. La imagen del reflejo me inspiró confianza. Sonreí con confianza y me até el pelo. Salí y me vestí con la malla y arriba el deportivo del gimnasio. Agarré mi bolso y lo dejé en el living. Cuando estaba a punto de salir Sara me habló con voz de dormida.
-¿A dónde vas?
-A entrenar- respondí.
-¿Tan temprano?
-Sí, en dos meses son los nacionales. Y tengo que aprender una rutina nueva para cada aparato. Sacá cuentas.
Suspiró y no dijo más nada.
*********************************
Llegué al gimnasio y recién lo estaban abriendo. Por suerte, la profe ya estaba ahí.
-¿Cómo andás Marti? ¿Todo bien?
Asentí.
-Bueno, andá a calentar que después tenemos que escoger una canción para suelo, ¿ok?
Volví a asentir. Hice lo que me ordenó y me fui a reunir con ella en una mesa que había al costado de unos bancos.
Dejé mi celular encima de la mesa.
-Muy bien. Música maestra.
Me reí. Puse la primera canción posible para la rutina, que era Radioactive de Imagine Dragons.
-No, no me gustó. No tiene mucho ritmo.
Puse la segunda, My songs know what you did in the dark de Fall Out Boy. Al apenas escucharla la profe dijo:
-Es esa. Me gusta porque se asemeja a tu personalidad, a tu ritmo como gimnasta. ¿Ok?
Poné la canción y vamos a ir trabajando los ritmos.
Obedecí.
Primero hice las serie obligatoria: mortal en carpa hacia atrás. Luego la otra diagonal la empleamos en un mortal con media pirueta y la tercera en otro mortal.
-Muy bien.
Me senté en la peana y me agarré la rodilla. Dolía horrores.
-¿Querés parar?- preguntó acercándose.
-Sí... duele mucho.
-Vení el lunes de tarde. Que te mejores.
*****************************
Me dirigí a lo de Ale. Toqué timbre. La puerta se abrió y lo vi venir. No pude evitar sonreir a pesar del dolor en la rodilla.
-¡¡Hola!!- me dijo.
Me abrazó de tal forma que mis pies se despegaron del suelo.
-Bajame- supliqué- me duele la rodilla.
-Ahora no te bajo nada- exclamó y me alzó en sus brazos.
-¡Noooo! Bajame- gritaba pataleando como un canguro eléctrico. A los tumbos llegamos a su cuarto. Me tiró arriba de su cama.
-¡¡Ay!! Eso duele- me quejé.
Se acercó hasta mi cara.
-¿Qué te pasa que estás con ese humor?
-Nada- contesté antes de que me robara un beso.
Me revolqué en la cama agarrándome la rodilla. Él ignoraba mi dolor.
-Haceme un lugar- pidió viendo que me había acaparado toda la cama.
-No- peleé- ahora es mía, muajajajajaja.
De improviso me agarró y me corrió un poco lo suficiente como para hacerse un lugar.
-¿Y tu madre?
-Dopada como si fuera un caballo. Porque tiene estrés laboral y se despertó gritando ayer en el hospital.
Ale hizo una mueca.
-Ya tendré que ir a conocerla.
-¡¡NO!! ¿Estás loco?
-No- se defendió.
-Y bueno, no. No quiero reproches ni que después Lara se entere y me joda por 10 años seguidos.
Suspiró. Nos quedamos un rato en silencio. Yo pensaba lo que había visto hoy: Fede acariciando a mamá. En sí no era nada malo, pero me había sorprendido, porque ahora que lo pensaba ya había lo había observado mirando a mamá de manera rara. Como con amor.
Luego de eso y sin poder evitarlo volví a ver a mamá con esa cara de sedada, parecía estar en un submundo. Me dio pena, mucha más pena que las veces anteriores en las que había pensado en ello. Tanto fue así que terminé llorando.

Adri, es que de eso se trata, atrapar al lector y tenerlo comiendo de la mano, jugar con su ansiedad de saber más XD
Gracias por comentar, seguiré lo más pronto posible!!
BEEEEEEEEEEEEEESSSSSSSOOOOOOOOOOOOOOO

Jajaja, no tengo miedo... vení y comeme la mano!!! XD Intentá a ver qué pasa!!

jajajajajajaja! Soy como Martina: más coraje e imprudencia que edad encima XDD jajaja

Claro, un ZOMAteee apuntándome con un arma de fuego! jajaajajaja, qué chiste XD
Gracias por comentar Ange, y sí, espero seguirlo pronto.... BEEEEEESSSSOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Bueno, aquí les dejo otro capítulo. Perdón por hacerlos esperar tanto. Besitoooos y que lo disfruten



Estaba dormida cuando sentí el ruido. Como un murmullo. Me incorporé en la cama. Miré en la penumbra del cuarto; Lara roncaba en la cucheta de arriba. Escuché unos segundos más. Acto seguido se prendió la luz del comedor. El murmullo se hizo más fuerte. Decidí salir para ver qué sucedía. Abrí la puerta de mi cuarto unos centímetros. Sara discutía con alguien por teléfono paseándose de un lado a otro del comedor.
-¡No! Te dije que no. ¿O querés ligarte un balazo, igual que Natalia?- se enojó apenas alzando la voz- ¡Ya sé! Pero no podés ir a meterte ahí sin una orden, porque si te llega pasar algo, frente a un jurado no va a quedar bien, ¿ta?... No, Federico... ¡Y menos que menos a meterte en una casa! ¿Estás loco vos? ... Por más que sea EL narcotraficante, tenés que esperar... Es pura burocracia, además si Martínez se entera de las ideas que tenés en tu cabecita, seguro que te ganás una buena suspensión, y mirá... te soy sincera, tendría razón si te la llega a poner... - escuchó lo que decía él- ¿Sabés lo que? Hacé lo que se te cante la gana, ¿ok? Después no me vengas a decir que no te dije. Chau.- y colgó.
Mi cabeza volvió a las penumbras de mi cuarto. Se ve que la cosa estaba salada. Nunca había visto a Sara discutir así. Me volví hacia mi cama.
-¿Qué pasó?- preguntó Lara despertándose.
-Yo que sé... Sara estaba hablando por teléfono.
-Ah- dijo y se volvió a dormir.
Yo me quedé despierta. Daba vueltas y no me podía dormir. Estaba segura que ese narcotraficante que tanto le sacaba el sueño a los amigos de mi madre era el mismo que estaba enfrente a lo de Ale. ¿Manera de probarlo? Decirle a Sara y Fede que habíamos entrado a la casa y que habíamos visto cajas con armas y algo que parecía ser droga y, listo. Pero, como dice el dicho, ¿quién le pone el cascabel al gato? Se requería de valentía, cosa que por el momento a mi me escaseaba, y tampoco quería reponer.
***********************
Apenas salió el sol, yo ya estaba en el gimnasio, practicando los mortales agrupados para la coreogrfía de suelo. Desquitaba toda mi energía en clavarlos y alcanzar la perfección, cosa que alarmó a la profe.
-Tené cuidado, que así te podés lastimar las rodillas... - alertó dejando sus cosas en uno de los casilleros.
Me tiré en el piso. Ella se acercó a mi.
-¿Hace cuánto que estás?
-Y... yo que sé... desde las 6.30, creo, no sé...- respondí, rendida.
-Descansá 5 minutos y después quiero ver la rutina con música.
Asentí.
Tomé un poco de agua, acomodé el desprolijo moño que llevaba arriba de mi cabeza. Me paré en la punta de la peana. La profe puso la música y comencé con los saltos gimnásticos. Después seguí avanzando hacia uno de los bordes dando saltitos al compás de la música. Hice la primera diagonal. Clavé el mortal. Alcé mi cara, desafiante. Seguí a los saltos e hice una clásica serie acrobática de barra para llegar a la otra punta. Realicé el mortal en carpa. Rodé en el suelo. Moví las piernas... esperé la música. Con toda la energía hice la última diagonal. Doble mortal en plancha.
La profe miraba, siempre buscando qué corregir. Se rascó el mentón.
-Los saltitos tendrías que hacerlos más enérgicamente...
Asentí.
-Podés irte- me dijo.
-¿Eh?
-Sí, que podés irte. Esto fue todo por hoy.
-¿Qué?¿Hay mucho por perfeccionar y me decís que me vaya?- me sorprendí.
-Sí, hay mucho por arreglar, pero no hoy. No quiero que te lesiones.
-¡¡No me voy a lesionar!! No soy estúpida. Sé cuando parar.
-¿Ah sí? Pues yo me di cuenta que andás rengueando. ¿Por qué? Por tu rodilla. ¿Te tomaste unos días, como yo te dije? No.
Fruncí el seño.
-Yo te dije que sé cuando parar...
-No parece. Dale, juntá tus cosas y cuando la rodilla no fastidie más vení. O si no le digo a tu madre.
-¿Mi madre? ¿En serio? Buena suerte con eso. Está en el hospital, ¡tan dopada que ni siquiera sabe en qué día de la semana estamos!- lloré.
Ellá abrió la boca sorprendida. Se pasó una mano por la cabeza.
-Perdón, no quería...- se acercó para abrazarme- ¿Está bien? ¿Qué le pasó?
-Un balazo- respondí entre lágrimas.
-Bueno, cualquier cosa que necesites, no dudes en preguntar...-se ofreció.
Asentí.
*********************************
Al llegar a casa, tiré mi bolso en el piso. No podía más. Nunca en mi vida hubiera imaginado que diría eso, pero no podía más. La situación me superaba. No sabía qué hacer. Estaba como una de esas chicas a las que yo siempre criticaba, puesto que tenías ganas de llorar por cualquier cosa. No podía controlar lo que sentía. Me sentí tan débil, tan patética... lloré con fuerza. Mi celular comenzó a sonar. Anunciaba una llamada entrante. Contuve la respiración para que no se notara que estaba llorando. Junté fuerzas y atendí.
-¿Hola?
-Hola, ¿cómo estás?- era la voz de Ale.
-Bien...- respondí tratando de que no se diera cuenta.
-¿Segura?
-Sí, obvio.
Silencio.
-Ah, porque te noto rara... ¿Puedo pasar por ahí?
-Sí, cuando quieras- y colgué.
No transcurrió ni media hora y sentí el timbre. Abrí.
Él me quedó mirando desde el otro lado de la puerta. Alzó el seño.
-¿Vas a pasar?- pregunté al ver que se había quedado ahí.
-Yo tenía razón...- avanzó y me abrazó con fuerza.
Volví a llorar. Él me acariciaba el pelo. Me soltó y me limpió con sus manos las lágrimas.
-Llorar no te queda bien... En serio...
Eso me hizo llorar más.
-Ta, en serio... No llores, no quiero verte así. Si supieras lo linda que es tu sonrisa me harías caso- me dijo con ternura.
Agaché la cabeza. Con las mangas del deportivo me limpié las lágrimas. Fui al baño a lavarme la cara. Ale me siguió.
Se recostó en la puerta del baño y me miró con honda ternura.
-Otra que está en un pico de estrés- murmuró- ¿Sabés lo que vamos a hacer? Hoy no vas a pensar en nada más. Vas a venir conmigo. Te vas a olvidar de la gimnasia, del narcotraficante, de tu madre, de todo... Hoy nos vamos a desestresar- Sonrió.
-Apenas puedo estar de pie... Me duele todo el cuerpo Ale, no tengo ganas de nada.- sollocé.
Me abrazó con fuerza y me levantó hasta su cara. Sonrió de manera extraña.
-Entonces te llevo- pronunció y en cuestión de segundos él me cargaba en sus brazos.
Reí a todo pulmón. Moví mis pies con fuerza para intentar bajarme.
-¡Bajame!- protesté.
-Noooo... Dijiste que ni podías estar de pie... Ahora jodete.
Al pasar por la mesa del comedor, manoteó las llaves, abrió la puerta y salió conmigo a cuestas.
-¿Te das cuenta que la gente nos mira raro?- le pregunté una vez que habíamos salido del edificio.
-¿Y qué me importa? Yo no vivo de lo que la gente diga o piense.
-¡En serio!- supliqué- ¡¡Bajame!!- dije moviéndome con más fuerza.
-Bueno, qué carácter.
Caminamos de la mano hasta que llegamos a la rambla. Era hermoso ver el mar con las olas, el viento. Me llenaba de paz. Corrí hasta un banco y me acosté boca arriba. Alejandro se sentó a mi lado.
Sinceramente no sé cuánto tiempo pasó. Creo que me estaba por dormir con tanta paz. Solo se oía el ruido del mar, y los autos que pasaban lejos.
-¿No hay nada para contarme?- preguntó al cabo de un rato Ale.
Suspiré. Tenía mucho que contarle, pero un nudo es mi panza me lo impedía.
Me senté y lo miré. Él me devolvió la mirada.
-Son muchas cosas. Todo se me cae encima...- comencé- No soporto la sola idea de pensar que mi madre está en el hospital, que en el gimnasio pongo lo mejor de mi, pero la profe no lo valora... No sé...- dije dejando escapar una lágrima.
-No llores. ¿Por qué no me contás lo que te pasa cuando tenés un problema?- preguntó tomando mi mano.
-Nunca estuve acostumbrada a contarle nada a nadie. Mi madre nunca está en mi casa, a mi hermana solo le importa su vida, y la verdad que no tengo muchos amigos... Y los que tengo nunca les cuento nada... Crecí así. No es tu culpa. Ni te lo hago a propósito, sé que te debés de sentir mal porque no confío en vos, pero no sé... No sé cómo confiar. No nací para ser una gran comunicadora. .. perdoname si te hice sentir mal.
-Mirá, ya estás confiando en mí... Me estás diciendo lo que te preocupa, lo que sentís... Eso es confiar en alguien, contarle tus cosas. - habló pasándome una mano por la cintura.
De pronto, en la lejanía aparecieron varios tipos. No sabía de dónde habían salido, si se habían bajado de algún auto o qué, y comenzaron a caminar hasta donde estábamos nosotros. Tenían la mirada fija hacia donde estábamos y eso fue lo que más me inquietó.
-Vamos a irnos- le dije parándome a Ale.
-¿Qué?
-Lo que dije. Vamos a irnos- repetí haciendo un disimulado ademán en dirección a los hombres que se nos acercaban.
Comenzamos caminando despacio. Como para que pareciera que no era a nosotros que se nos acercaba un grupo de tipos con cara de mafiosos. Disimuladamente, miré hacia atrás, a ver en donde venían ellos. A unos escasos treinta metros, venían nuestros persecutores. Avanzamos más rápido. Volví a mirar para atrás. Ellos también avanzaban más rápido. Ahí fue cuando me di cuenta que realmente tenían interés en nosotros. Comencé a correr. Los tipos corrían detrás de nosotros. Me di cuenta, que si seguía corriendo por la rambla me iban a alcanzar. Así que en el primer semáforo, decidí cruzar para una de las calles que llevan al centro.
-¡¡Se escapa, se escapa!!- gritó uno de mis persecutores.
Corrí más rápido. Los talones casi tocaban mi nuca de lo rápido que corría. Doblé por una callecita angosta donde había casa con colores vistosos. Mis pasos resonaban a lo largo. Antes de llegar a la esquina, miré hacia atrás. Dos de los tipos venían atrás mío. Lo que más me preocupó, fue que Alejandro no me había seguido. Corrí en dirección hacia el centro. Esquivé un par de autos que circulaban y crucé la acera. Doblé por otra calle hacia la izquierda, y luego nuevamente tomé una calle que iba hacia el centro. Seguí por esta hasta que me detuve en un zaguán. Apenas podía respirar. Nunca en mi vida había corrido tanto ni tan rápido. Me asomé levemente. Los tipos venían en la esquina. Tanteé el pestillo a ver si estaba abierto. Me metí en la casa esa y cerré la puerta. Me agaché para mirar por la cerradura qué era lo que hacían los tipos. Llegaron hasta la mitad de la cuadra y se detuvieron, agotados. Hablaron entre ellos y miraron hacia todos lados. Luego esperaron unos minutos y llamaron por celular. A los minutos vino un auto a recogerlos. Después de que se fueran esperé unos minutos más y salí. Saqué mi celular y disqué el número de Ale. Llamó, llamó y llamó, pero no atendió nadie.

Mira k hacernos esto! nosotros esperandote y tu nos dejas asi! Solo espero k esta vez no nos dejes mucho tiempo en azcuas o nos dara un infarto         Continua pf