Dos años después
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Dos años después
¡Hola! Hace tanto tiempo que no venía por acá, que... uffff. Bueno, ya lo extrañaba. La verdad es que siempre disfruté escribir para el foro, pero después de una crisis creativa muy profunda, pues se me ocurrió esta idea.
Es triste, no lo niego, pero me someto a sus críticas y soportaré sus enojos, jejejejeje, pero pues bueno, ya no los entretengo más.
Aquí va la historia:
Dos años después.
Estaban Javier y Kevin, en la sala de descanso, preparándose el primer café de la mañana.
- ¿Cómo está Jenny?. ¿Sigue con los mareos?
- Pues sí –contestó-, ya sabes que los primeros meses son complicados, pero estoy seguro que pronto se quitarán. Ya se siente mejor y además, ya casi tenemos cuatro meses de embarazo.
- Y por fin, ¿ya saben cómo se llamará? –cuestionó Javier-.
- Pues, si es mujer, quiero que se llame como su mamá, pero mi esposa no está de acuerdo, tendré que seguir insistiendo. Y si es hombre, pues, la verdad, quiero que se llame Richard.
Un silencio se hizo en la sala, mientras sus miradas se oscurecían. Ya habían pasado dos años. En ese momento, entró a la sala la Capitana:
- Buenos días. ¿Les acompaño con un café también?. Les preguntó.
El silencio se hizo más profundo aún. Ver a la Capitana, no lo hizo más fácil. Su carrera en la Policía de Nueva York, era meteórica: Fue la detective mujer más joven de toda la ciudad. En sus años en servicio, se le llegó a conocer como una persona entregada con su trabajo, profesional, siempre buscando la verdad. Cómo decía Montgomery –a quien a pesar de todo, seguían admirando- se los debemos a las víctimas. Después del atentado sufrido, y de las dos semanas que siguieron a éste, sólo dormía a regañadientes cuatro horas diarias y, en muchas ocasiones, en la misma comisaría. Después de eso, y tras una ausencia de dos meses impuesta por el Psicólogo de la Policía, regresó a su trabajo.
Aunque ya no fue la misma, seguí trabajando con ahínco, casi desesperadamente, por resolver los casos que le asignaban. Es cierto, a pesar de su intachable hoja de servicio, la Capitana Gates nunca pudo acostumbrarse a su forma de trabajo, lo que generó muchos conflictos entre ellas.
Entonces, hace dos meses, el infarto que sufrió Gates –y que casi fue mortal-, dejó vacante su puesto, y a propuesta del Alcalde, quien tenía en gran estima a Becket, el Comisionado aceptó ascenderla a Capitán.
- Claro, Capitana –como solía decirle Javier-. El café en esta mañana de otoño, está delicioso –y le sonrío-.
- No me digas así, Javier, que bien sabes que esto es sólo un puesto burocrático. Preferiría seguir con ustedes, en el campo –Contestó Kate-.
- Jajajaja –rio Kevin-. Aún lo haces, más seguido de lo que deberías.
No era raro, en efecto, que la Capitana acudiera a las escenas del crimen, que participara en los interrogatorios… pero todos ellos eran conscientes que nada era igual.
- Dime, Kate –preguntó Kevin en tono serio-, ¿Cómo estás?. Sé que es difícil hablar, especialmente hoy de este tema, pero…
- Bien Kev, bien. Sé que hace dos años fue el atentado –y su voz ahogó un sollozo- y pues, no lo sé. Para serles sinceros, no lo sé. Una lágrima asomó en sus ojos. El celular de Kate sonó, rompiendo el momento y se dirigió a su privado para contestar.
Una mirada de reproche surgió en los ojos de Javier, pero no dijo nada. Sabía que, a pesar de ser difícil hablar de ello, siempre que lo intentaba era con la mejor intención. Y sabía también, que en algún momento, todos ellos debían sentarse a hablar de lo que sucedió.
El día transcurrió –de manera por demás irónica- mortalmente tranquilo. En dos semanas, no habían tenido un caso que realmente les representara un reto: Un asesinato por deudas de dinero, que fue muy fácil de resolver, papeleo pendiente, en fin, nada que fuera tan importante.
Lo único que les causó extrañeza, fue que a medio día, sin que mencionara nada a nadie, Kate saliera de la oficina. Normalmente, era la primera en llegar a la comisaría y la última en salir.
En la noche, antes de salir, llamó a la oficina a quienes eran sus detectives preferidos –y que no se ocultaba en negar-, pues después de tantos años trabajando juntos, incluso, eran amigos.
- Cierren la puerta –les dijo-. Entraron Javier y Kevin.
- Antes de que se haga oficial, quiero que lo sepan por mí –les adelantó-. Las miradas curiosas de sus amigos, no pasaron desapercibidas para ella. A partir del lunes de la próxima semana, me retiro de la Policía –sentenció-. Sé que es muy pronto para Ustedes.
- ¿Pronto? –interrumpió Javier-, si hoy es viernes. Una mirada incrédula acompañó a su cuestionamiento.
Se hizo un silencio profundo. Nadie, de los tres que estaban en esa oficina, dijo nada. No era necesario.
- Por favor, no me juzguen ahora. Sé que no le debo ninguna explicación a nadie, más que a ustedes, y la tendrán. Sé que es hora de ir a casa, pero en verdad quisiera platicar con ustedes. ¿Me acompañan a tomar una copa, al Old Haunt?. Tenía tanto tiempo que no iban ahí, que la simple mención del lugar, les sobresaltó.
- ¿Estás segura que quieres ir ahí?.
- Claro que sí, Javier. Está bien ese lugar. ¿Les parece que nos encontremos ahí en una hora y media?. Hay cosas que debo hacer antes. Los dos asintieron, y en silencio, salieron de la oficina de Kate.
- ¿Qué piensas, Espo?. No me imaginaba ni esperaba algo así.
- No lo sé, bro. Me imagino que no debemos especular. Esperemos mejor, a ver qué nos dice cuando nos reunamos.
Se dirigieron al elevador, y no pudieron evitar ambos, antes de que se cerrara la puerta, mirar por última vez en el día, la sombra que se distinguía en las persianas de la oficina de Kate.
En realidad, pensó Kate, no necesitaba más tiempo. Durante esa semana, había guardado y llevado sus efectos personales. Pero sólo quería ver su antiguo escritorio otra vez. Con lágrimas en sus ojos, lo vio y aunque ya no estaba la silla que tantos años tenía junto, la imaginó. Nunca se iría de allí, y por tanto, es que debía renunciar.
Se dirigió al elevador y, con una mirada triste y una sonrisa de resignación en sus labios, se cerró la puerta de éste por última vez.
Cuando entró al Old Haunt, los vio sentados en una mesa apartada. Sonrió al barman y se dirigió a ellos.
- Hola chicos, gracias por estar aquí.
- No es nada Kate –contestaron al unísono, mientras desviaban la mirada, pues era obvio que ella había estado llorando-. ¿Quieres un whisky?. Ella asintió, mientras Javier se dirigía a la barra, por la bebida.
Al regresar, ella empezó a hablar:
- ¿Saben?. Hace dos años, perdí el interés por mi trabajo. No me malinterpreten, podría seguir en esto toda la vida, pero…
La frase quedó a medias. No era necesario que ellos escucharan el resto, lo sabían. Y ellos sentían lo mismo.
- Kate –dijo Espo-, nosotros también lo extrañamos.
- Si –intervino Kev-, también sabes qué se siente que ya no esté con nosotros.
- Pero… él ya no está, y yo sí. No es justo. Todos los días pienso en él, en su sonrisa, en sus locas teorías que muchas veces nos condujeron en el camino correcto…
Como si estuviera pasando en ese momento, los tres lo recordaron:
Estaban en el panteón. La banda de guerra de la Policía tocaba la marcha fúnebre. Habían asesinado a Montgomery. La ciudad le rendía un sentido homenaje, sin saber su pasado. Sólo ellos cuatro lo sabían. Era impensable que alguien más que Kate, diera el discurso en su morada final.
Entonces, frente al micrófono, las cosas sucedieron tan rápido: Rick saltó frente a ella, mientras con su brazo la tiraba al suelo. Oyó un silbido y cuando se incorporaba, recordó aquel dicho de que nadie oye a la bala que lo va a matar. Entonces, se volvió hacia Rick, quien yacía en el suelo, inmóvil. Su mente no pensaba, ¿qué acababa de pasar?. Se arrastró hacia él y lo volteó. Vio una mancha oscura, donde se encontraba su corazón. Buscó su pulso, pero no sintió nada. ¡RICK!, ¡RICHARD! Oyó un grito, sin saber que era su propia voz la que gritaba.
Él, quien hacía menos de un día le había dicho, sin decirlo, que la quería, que la amaba, estaba entre sus brazos, muerto. Después de ese momento, su memoria se volvía un torbellino inacabable de caos, carreras, ambulancias. De horas sin dormir, pues cada vez que cerraba sus ojos lo veía y sentía entre sus brazos.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- Ya no puedo, Kev, Espo, lo extraño tanto. Hace tanto tiempo que quería llorar, pero me he hecho la fuerte, y al final, no lo soy. Siento que soy una olla de presión, que en cualquier momento puedo explotar. Y no sería justo, ni para ustedes, para mí. Mucho menos, para la comisaría.
El silencio incómodo, por enésima vez en el día, se hizo alrededor de los tres amigos.
- Vengo del panteón, y por primera vez en dos años, lloré como debí hacerlo hace tanto tiempo. Mi vida, en verdad, se encuentra hecha trizas. Se los digo a ustedes, que han sido mi familia y mi soporte: ya no puedo más.
- Pero Kate, ¿Qué vas a hacer ahora?
- No lo sé. Pero espero en algún momento encontrarme.
Levantó su vaso, y ellos hicieron lo mismo. Brindaron en silencio y, una vez que apuraron su trago, se fundieron en un abrazo.
Ella se levantó, y sin volver la vista, se dirigió a la salida del Old Haunt…
Es triste, no lo niego, pero me someto a sus críticas y soportaré sus enojos, jejejejeje, pero pues bueno, ya no los entretengo más.
Aquí va la historia:
Dos años después.
Estaban Javier y Kevin, en la sala de descanso, preparándose el primer café de la mañana.
- ¿Cómo está Jenny?. ¿Sigue con los mareos?
- Pues sí –contestó-, ya sabes que los primeros meses son complicados, pero estoy seguro que pronto se quitarán. Ya se siente mejor y además, ya casi tenemos cuatro meses de embarazo.
- Y por fin, ¿ya saben cómo se llamará? –cuestionó Javier-.
- Pues, si es mujer, quiero que se llame como su mamá, pero mi esposa no está de acuerdo, tendré que seguir insistiendo. Y si es hombre, pues, la verdad, quiero que se llame Richard.
Un silencio se hizo en la sala, mientras sus miradas se oscurecían. Ya habían pasado dos años. En ese momento, entró a la sala la Capitana:
- Buenos días. ¿Les acompaño con un café también?. Les preguntó.
El silencio se hizo más profundo aún. Ver a la Capitana, no lo hizo más fácil. Su carrera en la Policía de Nueva York, era meteórica: Fue la detective mujer más joven de toda la ciudad. En sus años en servicio, se le llegó a conocer como una persona entregada con su trabajo, profesional, siempre buscando la verdad. Cómo decía Montgomery –a quien a pesar de todo, seguían admirando- se los debemos a las víctimas. Después del atentado sufrido, y de las dos semanas que siguieron a éste, sólo dormía a regañadientes cuatro horas diarias y, en muchas ocasiones, en la misma comisaría. Después de eso, y tras una ausencia de dos meses impuesta por el Psicólogo de la Policía, regresó a su trabajo.
Aunque ya no fue la misma, seguí trabajando con ahínco, casi desesperadamente, por resolver los casos que le asignaban. Es cierto, a pesar de su intachable hoja de servicio, la Capitana Gates nunca pudo acostumbrarse a su forma de trabajo, lo que generó muchos conflictos entre ellas.
Entonces, hace dos meses, el infarto que sufrió Gates –y que casi fue mortal-, dejó vacante su puesto, y a propuesta del Alcalde, quien tenía en gran estima a Becket, el Comisionado aceptó ascenderla a Capitán.
- Claro, Capitana –como solía decirle Javier-. El café en esta mañana de otoño, está delicioso –y le sonrío-.
- No me digas así, Javier, que bien sabes que esto es sólo un puesto burocrático. Preferiría seguir con ustedes, en el campo –Contestó Kate-.
- Jajajaja –rio Kevin-. Aún lo haces, más seguido de lo que deberías.
No era raro, en efecto, que la Capitana acudiera a las escenas del crimen, que participara en los interrogatorios… pero todos ellos eran conscientes que nada era igual.
- Dime, Kate –preguntó Kevin en tono serio-, ¿Cómo estás?. Sé que es difícil hablar, especialmente hoy de este tema, pero…
- Bien Kev, bien. Sé que hace dos años fue el atentado –y su voz ahogó un sollozo- y pues, no lo sé. Para serles sinceros, no lo sé. Una lágrima asomó en sus ojos. El celular de Kate sonó, rompiendo el momento y se dirigió a su privado para contestar.
Una mirada de reproche surgió en los ojos de Javier, pero no dijo nada. Sabía que, a pesar de ser difícil hablar de ello, siempre que lo intentaba era con la mejor intención. Y sabía también, que en algún momento, todos ellos debían sentarse a hablar de lo que sucedió.
El día transcurrió –de manera por demás irónica- mortalmente tranquilo. En dos semanas, no habían tenido un caso que realmente les representara un reto: Un asesinato por deudas de dinero, que fue muy fácil de resolver, papeleo pendiente, en fin, nada que fuera tan importante.
Lo único que les causó extrañeza, fue que a medio día, sin que mencionara nada a nadie, Kate saliera de la oficina. Normalmente, era la primera en llegar a la comisaría y la última en salir.
En la noche, antes de salir, llamó a la oficina a quienes eran sus detectives preferidos –y que no se ocultaba en negar-, pues después de tantos años trabajando juntos, incluso, eran amigos.
- Cierren la puerta –les dijo-. Entraron Javier y Kevin.
- Antes de que se haga oficial, quiero que lo sepan por mí –les adelantó-. Las miradas curiosas de sus amigos, no pasaron desapercibidas para ella. A partir del lunes de la próxima semana, me retiro de la Policía –sentenció-. Sé que es muy pronto para Ustedes.
- ¿Pronto? –interrumpió Javier-, si hoy es viernes. Una mirada incrédula acompañó a su cuestionamiento.
Se hizo un silencio profundo. Nadie, de los tres que estaban en esa oficina, dijo nada. No era necesario.
- Por favor, no me juzguen ahora. Sé que no le debo ninguna explicación a nadie, más que a ustedes, y la tendrán. Sé que es hora de ir a casa, pero en verdad quisiera platicar con ustedes. ¿Me acompañan a tomar una copa, al Old Haunt?. Tenía tanto tiempo que no iban ahí, que la simple mención del lugar, les sobresaltó.
- ¿Estás segura que quieres ir ahí?.
- Claro que sí, Javier. Está bien ese lugar. ¿Les parece que nos encontremos ahí en una hora y media?. Hay cosas que debo hacer antes. Los dos asintieron, y en silencio, salieron de la oficina de Kate.
- ¿Qué piensas, Espo?. No me imaginaba ni esperaba algo así.
- No lo sé, bro. Me imagino que no debemos especular. Esperemos mejor, a ver qué nos dice cuando nos reunamos.
Se dirigieron al elevador, y no pudieron evitar ambos, antes de que se cerrara la puerta, mirar por última vez en el día, la sombra que se distinguía en las persianas de la oficina de Kate.
En realidad, pensó Kate, no necesitaba más tiempo. Durante esa semana, había guardado y llevado sus efectos personales. Pero sólo quería ver su antiguo escritorio otra vez. Con lágrimas en sus ojos, lo vio y aunque ya no estaba la silla que tantos años tenía junto, la imaginó. Nunca se iría de allí, y por tanto, es que debía renunciar.
Se dirigió al elevador y, con una mirada triste y una sonrisa de resignación en sus labios, se cerró la puerta de éste por última vez.
Cuando entró al Old Haunt, los vio sentados en una mesa apartada. Sonrió al barman y se dirigió a ellos.
- Hola chicos, gracias por estar aquí.
- No es nada Kate –contestaron al unísono, mientras desviaban la mirada, pues era obvio que ella había estado llorando-. ¿Quieres un whisky?. Ella asintió, mientras Javier se dirigía a la barra, por la bebida.
Al regresar, ella empezó a hablar:
- ¿Saben?. Hace dos años, perdí el interés por mi trabajo. No me malinterpreten, podría seguir en esto toda la vida, pero…
La frase quedó a medias. No era necesario que ellos escucharan el resto, lo sabían. Y ellos sentían lo mismo.
- Kate –dijo Espo-, nosotros también lo extrañamos.
- Si –intervino Kev-, también sabes qué se siente que ya no esté con nosotros.
- Pero… él ya no está, y yo sí. No es justo. Todos los días pienso en él, en su sonrisa, en sus locas teorías que muchas veces nos condujeron en el camino correcto…
Como si estuviera pasando en ese momento, los tres lo recordaron:
Estaban en el panteón. La banda de guerra de la Policía tocaba la marcha fúnebre. Habían asesinado a Montgomery. La ciudad le rendía un sentido homenaje, sin saber su pasado. Sólo ellos cuatro lo sabían. Era impensable que alguien más que Kate, diera el discurso en su morada final.
Entonces, frente al micrófono, las cosas sucedieron tan rápido: Rick saltó frente a ella, mientras con su brazo la tiraba al suelo. Oyó un silbido y cuando se incorporaba, recordó aquel dicho de que nadie oye a la bala que lo va a matar. Entonces, se volvió hacia Rick, quien yacía en el suelo, inmóvil. Su mente no pensaba, ¿qué acababa de pasar?. Se arrastró hacia él y lo volteó. Vio una mancha oscura, donde se encontraba su corazón. Buscó su pulso, pero no sintió nada. ¡RICK!, ¡RICHARD! Oyó un grito, sin saber que era su propia voz la que gritaba.
Él, quien hacía menos de un día le había dicho, sin decirlo, que la quería, que la amaba, estaba entre sus brazos, muerto. Después de ese momento, su memoria se volvía un torbellino inacabable de caos, carreras, ambulancias. De horas sin dormir, pues cada vez que cerraba sus ojos lo veía y sentía entre sus brazos.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- Ya no puedo, Kev, Espo, lo extraño tanto. Hace tanto tiempo que quería llorar, pero me he hecho la fuerte, y al final, no lo soy. Siento que soy una olla de presión, que en cualquier momento puedo explotar. Y no sería justo, ni para ustedes, para mí. Mucho menos, para la comisaría.
El silencio incómodo, por enésima vez en el día, se hizo alrededor de los tres amigos.
- Vengo del panteón, y por primera vez en dos años, lloré como debí hacerlo hace tanto tiempo. Mi vida, en verdad, se encuentra hecha trizas. Se los digo a ustedes, que han sido mi familia y mi soporte: ya no puedo más.
- Pero Kate, ¿Qué vas a hacer ahora?
- No lo sé. Pero espero en algún momento encontrarme.
Levantó su vaso, y ellos hicieron lo mismo. Brindaron en silencio y, una vez que apuraron su trago, se fundieron en un abrazo.
Ella se levantó, y sin volver la vista, se dirigió a la salida del Old Haunt…
hombre1111- Ayudante de policia
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 28/11/2011
Edad : 50
Localización : México
Re: Dos años después
Muy real esta historia! La verdad que es muy triste el ver sentir de kate en esta situación. Y seguro que sí tiene razón pues la vida sín rick no es nada
Ruth Maria- Policia de homicidios
- Mensajes : 565
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: Dos años después
Preciosaaaa
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Dos años después
wow al menos Rick le dijo todo
Caskett1123- As del póker
- Mensajes : 398
Fecha de inscripción : 12/11/2013
Re: Dos años después
wooow que triste continua
Caskett(sariita)- Policia de homicidios
- Mensajes : 576
Fecha de inscripción : 25/10/2013
Edad : 24
Localización : En el mundo de los sueños
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