(+18) La primera noche

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SOY LIBREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE (POR FIN ME PUEDO DEDICAR A ESCRIBIR)
MAÑANA EMPIEZO CON LA TORMENTA 2, CUANDO TENGA VARIOS CAPÍTULOS HECHOS COLGARÉ EL PRIMERO
PARA ESCRIBIR ESOS CAPÍTULOS PUEDE QUE ESTÉ EL FIN DE SEMANA SIN TOCAR ESTE, POR ESO OS REGALO ESTE CAPÍTULO. Espero que os gusten las cerezas.
EN EL CAPÍTULO CINCO O SEIS BECKETT MENCIONA UN NUEVO NOVIO DE ALEXIS, JAMES, YA OS HABLARÉ DE ÉL
MIL GRACIAS POR LEER Y COMENTAR!!!!


Es increíble lo que una simple fruta puede hacer. Si lo hubiese sabido antes…, Kate tiene la cabeza apoyada en mi pecho, los ojos cerrados, su mano hace suave círculos sobre mi piel, está cansada, pero feliz y yo también. Juego con su pelo sin dejar de sonreír, dios, nunca más podré ir a una frutería con normalidad.

Rick está sonriendo, no puedo verlo con los ojos cerrados, pero lo sé. Y todo gracias a unas cerezas, bueno y también a mi manía con torturarlo, para que nos vamos a engañar. Han pasado cinco días desde que estamos en Florencia y cada día descubrimos algo nuevo. Una nueva Iglesia, unas maravillosas vistas desde el campanario, un nuevo aroma, un nuevo sabor… sabores, nadie se puede imaginar lo que importan los sabores hasta que descubres lo útiles que pueden ser. Convierten una cena tranquila, en la terraza de una casa italiana, en una explosión de sensualidad. Y aquí estamos, desnudos, en el suelo de la terraza, empapados de sudor, aún con la respiración acelerada y aún con el olor de las cerezas en nuestra piel.

Kate sonríe con los ojos cerrados, me pregunto en que estará pensando. Yo ahora no puedo pensar, solo tengo unas imágenes en la cabeza, las voy a memorizar para no olvidarlas nunca, aunque dudo que pueda hacerlo. Y todo ha empezado de una forma tan inocente, sin ninguna segunda intención…

-¿Quieres? –Traigo un cuenco con cerezas, rojas, con un delicioso aroma que me recuerda a ella. Me mira y asiente. Dejo el cuenco en la mesa y me vuelvo a sentar, enfrente suyo, cogemos las cerezas y vamos comiendo de una en una, disfrutando del sabor, mucho mejor que el de las cerezas del supermercado de Nueva York. Pero de repente algo me distrae… Kate coge una cereza y me mira fijamente, sus ojos están cargados de lujuria, lentamente pasa una cereza por sus labios y con un movimiento sensual la introduce en su boca, cerrando los labios, gimiendo, sin dejar de mirarme. Me alegro de no tener un espejo delante, porque no quiero ver la cara de imbécil que se me ha quedado. Es una suerte que la terraza esté apartada de la vista de los florentinos. Cojo una servilleta y me abanico, desabrochando dos botones de mi camisa. Cojo otra cereza y me la como, intentando concentrarme en el sabor y no en ella, que sigue mirándome con unos ojos que derrochan sensualidad. Kate coge otra cereza y esta vez juega con su lengua, paseándola sobre la pequeña fruta, como si fuera un helado o… dios, mi mente de escritor ya está divagando, mi diosa está jugando con fuego y se puede quemar.

Lleva un buen rato muy callado, abro lo ojos y me doy cuenta de que está muy concentrado, no sé en qué, pero sé que tiene algo que ver con cerezas. Divertida le doy un pequeño beso en el pecho y vuelvo a cerrar los ojos. Se está muy bien así, al aire libre, mirando las estrellas florentinas y la cúpula de Santa María que se dibuja en el cielo, en la oscuridad.

Kate me mira ahora con inocencia, llevo cinco minutos mirándola sin poder apartar los ojos de sus labios y sus cerezas. -¿No comes más, Ricky?-Ricky… Kate nunca me llama así, la verdad es que solo algunos amigos me llaman así, pero ahora que la oigo me doy cuenta de lo erótico que suena su nombre en sus labios. Trago saliva y ella vuelve a coger otra fruta. –Kate… -Mi voz es una advertencia, un sensual aviso de lo que va a pasar si sigue jugando, pero mi advertencia no la preocupa en absoluto, es más, coge otra cereza y me la tiende, acercándola a mis labios. Abro la boca y muerdo, pero ella no aparta sus dedos y acaricia mis labios, mi lengua pasea suavemente sobre ellos, sabe a cerezas. Kate sonríe y sigue con su juego. Se desabrocha algunos botones de su camisa, dejando ver su sujetador, de encaje negro y noto que sus pezones están endurecidos bajo la tela. Cierro los ojos y trato de controlar mis ganas de levantarme y tumbarla en el suelo, pero no es fácil. Kate coge otra fruta y la pasea por sus pechos, mi respiración se hace más pesada. La miro y decido que quiero intervenir en este juego. –Kate… quítate el sujetador. –Mi voz es una orden, otra vez sensual, ya no es una advertencia, ha jugado con demasiado fuego… mi diosa lleva sus manos a su espalda y se quita el sujetador, lanzándomelo, va a parar a mi hombro, aspiro su olor, cerezas. Me inclino un poco sobre la mesa y la acaricio, pellizcando un pezón. Gime. Las cerezas se están acabando, pero mientras que queden vamos a seguir con este peligroso juego. Cojo una y la acerco a su boca, ella la lame, su lengua acaricia también mis dedos, coge la fruta con los dientes, la saborea y luego saborea mis dedos, una gran presión me tortura dentro de mis vaqueros y ella, lejos de apiadarse, presiona suavemente con su pie descalzo por debajo de la mesa. –Kate…-Se ríe, me mira con deseo, no puedo más, este juego ha durado demasiado, hago un ademán de levantarme pero ella presiona con fuerza sobre mi erección, niega con la cabeza. –No cariño, yo digo cuando acaba el juego. –Mi respiración se hace rápida, le dirijo una mirada de suplica, pero ella se ríe. –Quítate el pantalón, Rick. –No tardo ni un segundo en obedecer, siento cierto alivio, pero sigo queriendo mucho más, vuelvo a intentar acercarme pero ella me mira peligrosamente. –Rick… siéntate, sé bueno o me enfadaré y entraré en la casa… ¿y tú no quieres eso verdad? –Niego con la cabeza varias veces, dios, siempre la imaginado como una mujer dominante, que sabe lo que quiere, lo que hacer en la cama, pero nunca imaginé esto. Me mira como a un niño bueno. –Muy bien cariño, ahora voy a seguir con mis cerezas, pero seré buena, disfruta. –La miro sin entender pero mis dudas desaparecen en cuestión de segundos. Kate lame otra cereza, gira el rabillo, la muerde, sus labios se muestran sensuales, sus ojos están oscurecidos, casi negros, pero lo que me está volviendo loco es su pie, que juega conmigo con rapidez, sabiendo muy bien lo que tiene que hacer, no voy a aguantar más, pero ella parece no darse cuenta, miro el cuenco, solo quedan dos cerezas, quizás si acabo con ellas el juego termina y me deja acercarme, pero mi hermosa diosa no es tonta y me regaña, con una voz dulce y a la vez malévola, terriblemente erótica. –Ricky… ¿no estarás pensando en comerte mis cerezas? –Niego con la cabeza, su pie me acaricia ahora suavemente, apenas me roza, pero es un movimiento muy placentero, presiona suavemente durante uno o dos segundos, acaricia, presiona otra vez, me quiere volver loco.-Kate por favor. –Ella me ignora y pasea una cereza por sus pechos, luego me la acerca, la muerdo con avidez. Solo queda una. -¿Qué vas a hacer con esta última cereza, Rick? –Y ahí ya no me controlo más.

SHUT THE FRONT DOOR!