(+18) La primera noche

Antes que nada aviso que me he pasado toda la noche estudiando y todavía no me he acostado, pero bueno, no quería dejaros sin capítulo más tiempo, espero que salga bien =)

Otra cosa... este viernes por fin termino los exámenes y vuelvo a ser libre, así que, os pregunto, ¿hago la continuación de La Tormenta a la par que sigo con este? ¿o me centro solo en este? Ahí os dejo las opciones, y ahora sí el capítulo:

12

-Entonces... ¿vamos a mi casa? -Estoy asustada, pero no he podido decir que no, le quiero, le deseo. No llevamos ni dos semanas juntos como pareja, pero nos conocemos desde siempre. Aún no sé como no me di cuenta antes, es extraño, una persona a la que ves todos os días, a la que a veces saludas por costumbre y otras ni le miras porque estás pensando en otras cosas, y de repente te das cuenta de lo importante que es para ti. Y ahora, sabiendo lo que va a pasar, me pregunto cómo puedo sentir miedo y deseo a la vez, es algo que nunca hubiera imaginado. En el coche él aprovecha un semáforo para coger mi mano y acariciarme, sonreírme. Esa sonrisa me vuelve loca y se me pasa el miedo, al menos por ahora.

La noto nerviosa, sé que está asustada, pero sé que hacer. Voy a demostrarle a mi preciosa pelirroja que no tiene nada que temer, que conmigo está segura. Mientras que conduzco doy gracias por haberme atrevido a decirle lo que siento... me pregunto cuantas parejas no empiezan nunca por no atreverse a hablar, el miedo destroza tantas cosas... pero ahora todo está bien, ella está aquí conmigo y es feliz y yo soy feliz. Me alegro de que su padre no esté, así es más fácil para ella, lo sé, ya hablaremos con el señor Castle cuando vuelva de su viaje, por ahora no tenemos que preocuparnos, nos limitaremos a vivir y a ser felices. Aparco el coche en la plaza de nuestro aparcamiento y la miro, ella me sonríe con nerviosismo, la acaricio suavemente y la atraigo hacia mí, besándola con delicadeza, pero también con deseo. -Vamos.

Me toma de la mano y subimos en el ascensor cogidos de la mano, por el camino no hablamos, él me acaricia la mano suavemente con el pulgar, dibujando círculos. Cuando llegamos a su piso solo me suelta para abrir la puerta, luego me conduce al sofá. -¿Quieres tomar algo? Hay limonada casera. -Le sonrío asintiendo con la cabeza. A cualquiera chica le hubiera ofrecido una copa, pero él me conoce muy bien, sabe que no bebo y que me encanta la limonada. Vuelve de la cocina con dos vasos de limonada con hielo y me hace un gesto para que me siente en el sofá, tendiéndome un vaso. Está deliciosa, fresca. -Gracias. -Me sonríe y se sienta a mi lado. -Me habla sobre el trabajo que ha conseguido para este verano y yo le hablo de mis prácticas con la doctora Parish, que voy a continuar hasta que empiece la universidad. Estamos un rato charlando, tranquilos, relajados, nos besamos de vez en cuando mientras que la limonada se va acabando.

Parece más tranquila. Vuelve a acercarse a mí para besarme y esta vez la tomo de la nuca, presionando sus labios contra los míos, con pasión. Alexis no se escapa, al contrario, gime en mi boca y prolonga el beso hasta que nos quedamos sin aires. Me levanto con la respiración agitada y le ofrezco la mano. Nos miramos a los ojos, por un segundo duda, pero solo un segundo, acepta mi mano y la llevo hasta mi dormitorio.

Su habitación es grande y está muy bien iluminada, me gusta, veo en ella sus gustos y sus aficiones, la música, la guitarra acústica, los cómics de superhéroes, un equipo de fútbol español que distingo como el Fútbol Club Barcelona y sorprendida veo también una foto mía, que no sé cuando ha hecho, porque no salgo mirando a la cámara ni posando. Estoy en clase de violín, tocando tranquilamente, con una sonrisa, concentrada. -No pude resistirme, estabas preciosa. -Sonrío y vuelvo a besarle. Sus manos a van a mi cintura y sus labios bajan a mi cuello, gimo, la sensación es tan agradable... Volvemos a mirarnos y con timidez mis manos van a su camiseta, quitándosela lentamente, ayudada por él que levanta los brazos. Acaricio su torso y su espalda y lo beso de nuevo, mientras que siento sus manos por debajo de mi camisa. Me sonríe cariñosamente y despacio va desabrochando los botones, uno a uno, sin dejar de mirarme. Siento mucha calor y suspiro aliviada cuando la prenda cae al suelo.

Dios, es tan hermosa... sus manos me atraen a ella y nos besamos con hambre el uno del otro, mientras que nuestras manos juegan con la piel desnuda. Pero quiero más y puedo ver que ella también. Sin dejar de besarla camino con ella hasta mi cama y lentamente nos tumbamos, yo sobre ella. Un mechón de su pelo ha dado a parar a sus ojos y se lo retiro divertido, viendo ese precioso azul que me tiene embobado desde hace siglos. La beso de nuevo pero esta vez mucho más despacio, sin prisa, con ternura, hasta que la escucho gemir en mi boca. Ese sonido me ha vuelto loco, llevo mis manos hasta su pantalón y sin dejar de mirarla se lo desabrocho y lo deslizo lentamente por sus piernas. Hago lo mismo con el mío, dejándonos a ambos en ropa interior.

Ahora sí que estoy nerviosa, pero no quiero parar, confío en él. Se vuelve a tumbar sobre mí y murmura. -Tranquila... -Enredo mis dedos en su pelo mientras que me besa en el cuello y en los pechos, por encima del sujetador. Mi respiración empieza a acelerarse, necesito algo más, pero no sé que es, James sí lo sabe, porque me hace incorporarme lo suficiente para desabrochar mi sujetador y despacio desliza los tirantes por mis hombros, para luego quitármelo y tirarlo al suelo. Se queda quieto por un momento, mirándome, me sonrojo, es la primera ve que un hombre me ve desnuda y me da vergüenza saber lo que está pensando, quizás no sea suficiente... -Eres preciosa, cariño. -Su voz me distrae y sonrío sin darme cuenta, vuelvo a estar relajada. Me da un corto beso en los labios y lentamente baja hasta llegar a mis pechos. Acaricia uno suavemente, apenas rozando mientras que sus labios besan el otro. Siento de golpe como si mi cuerpo cobrase vida propia y se arquea,mis labios sueltan un jadeo. Eso lo anima a seguir y empieza a jugar con mis pechos, besa, muerde, lame, pellizca, acaricia. Me olvido por completo de la vergüenza, la sensación es increíble. -James...

Paro un segundo para mirarla y sonrío, está disfrutando y mucho. Dejo de jugar por un momento para volver a sus labios, su lengua se enreda con la mía, combatiendo, las dos quieren el control, pero ninguna gana. Alexis acaricia mi espalda con timidez, yo la animo, acariciando su cuerpo, sonriendole, llevo mi mano hasta la suya y la hago acariciarme con soltura. -No temas cariño, mi cuerpo es todo tuyo. -Parece más animada porque empieza a explorar sin vergüenza, mientras que nuestras bocas siguen luchando. Pero la batalla termina porque quiero volver a sus pechos y cuando muerdo uno de sus pezones ella se aferra a mi espalda y grita de placer. Dios no puedo más, la erección va a matarme si no hago algo pronto.

Empieza a besar mi abdomen, centrándose en mi ombligo, haciendo círculos con su lengua, provocandome cosquillas, muy agradables, que me provocan más gemidos. Me mira a los ojos, me está pidiendo permiso, vuelvo a asustarme pero asiento. Lentamente va bajando mis braguitas por mis piernas. Me he quedado completamente desnuda delante de él y vuelvo a sentir vergüenza, pero aunque parezca extraño, no estoy incomoda. Sus labios hacen un recorrido por mi cuerpo ascendiendo hasta llegar a mi boca y me besa con lentitud, respondo con entusiasmo, hasta que siento como su mano juega entre mis piernas y no puedo evitar que mi cuerpo se tense. Él me acaricia y murmura: -Tranquila preciosa, relájate, déjame amarte Alexis, deja que te muestre cuanto te quiero. -Sus palabras, besos y caricias hacen que vuelva a respirar y me tranquilice poco a poco. Su mano vuelve a acariciarme, un agradable calor y cosquilleo recorre mi cuerpo, es muy bueno...

Un nuevo gemido y la humedad entre sus piernas me hace entender que ya está lista, pero prefiero asegurarme así que sigo acariciándola, sin dejar de mirarla, atento a cualquier seña de incomodidad o malestar. Pero no la encuentro, ella se retuerce ante mis caricias y su cuerpo se arquea buscando más contacto. Me desnudo y me incorporo buscando un condón en mi mesita de noche. Ella vuelve a estar tensa, le sonrío y la beso. Rasgo el envoltorio y coloco el preservativo sobre mi miembro, completamente erecto. Ella sigue asustada. Beso lentamente sus labios y luego me dirijo a su oído. -Te quiero.

Dos palabras hacen que el miedo desaparezca por completo, es como magia. Le sonrío, sigo nerviosa, pero ya no tengo miedo, quiero hacer esto. Separa mis piernas con suavidad pero decisión y se coloca entre ellas. Sin dejar de mirarme a los ojos siento como me penetra, con un movimiento cuidadoso pero rápido. No puedo evitar soltar un pequeño gemido de dolor, algo dentro de mí se ha rasgado, aunque no me duele mucho, pero es extraño e incómodo. -Shhh, tranquila mi vida, tómate tu tiempo. -James no hace ningún movimiento, espera pacientemente a que me encuentre cómoda. Necesito relajarme, recordar que esto es bueno y que el dolor pasará. -Bésame. -Delicadamente besa mi boca mientras que sigue dándome tiempo y mi cuerpo empieza a relajarse y a acostumbrarse. Él lo nota y muy despacio se retira para volver a entrar, esta vez con más profundidad, repitiendo el movimiento una y otra vez, siempre despacio, sin dejar de besarme y, lentamente, esto me empieza a gustar y me relajo ante sus caricias, sintiendo como su piel acaricia la mía una y otra vez y una sensación cálida y placentera se apodera de esa parte de mi cuerpo y viaja hasta todas mis células. James empieza a moverse más rápido y mis piernas rodean su cintura, le escucho gemir y escucho mis propios gemidos, cada vez más fuertes e histéricos. Y de repente su mano va hasta mi clítoris y lo acaricia y mis ojos se cierran de golpe, mis labios gritan su nombre y lo que mis amigas, las películas románticas y las series me han descrito como un orgasmo se apodera de mí, pero no tiene nada que ver con lo que me han contando, esta sensación es nueva, increíble e imposible de describir.

Alexis tiembla bajo mi cuerpo y yo también siento el orgasmo. Me dejo caer sobre ella con cuidado para no aplastarla y cuando recupero las fuerzas la miro, sonríe. La beso, cariñosamente. -¿Estás bien?

-Muy bien.

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