¿Quién controla a quién? (Cont. Una broma del destino)- Capítulo 25... 10/Mar

Hola a todos! Aquí está el nuevo capítulo, que es la continuación del anterior. Se lo quiero dedicar especialmente a trinity640 Espero que haya merecido la pena la espera y que lo disfrutes.

Gracias a todos por leer y comentar! Un beso


Capítulo 11: Una noche de fiesta, copas y juegos de seducción (Parte 2)

Cuando se reencontraron con sus amigos en la pista ya había mucha más gente que antes. Parecía que a esa hora todo el mundo había dejado los reservados y se había decidido a bailar. Por ello, tenían que estar mucho más pegados, aunque a ninguno parecía disgustarle. Se dejaron llevar por el ritmo de varias canciones movidas, hasta que llegó el momento de una lenta. Cada uno bailó con su pareja. Castle atrajo a Beckett hacia su cuerpo, pasando los brazos por su cintura. Ella apoyó la cabeza en su hombro y se dejaba guiar lentamente.

-Me encanta estar así contigo –le dijo ella en su oído. Castle sonrió y le dio un beso en la cabeza. –Sabes… me lo estoy pasando muy bien esta noche. –Atrapó con sus labios el lóbulo de la oreja del escritor, jugando con él con su lengua. Castle dio un respingo y la apartó un poco, sin poder evitar reírse.

-No, no, no, Kate… La oreja no… -Se le notaba muy agitado y ella lo miraba sonriendo. –Sabes que es mi punto sensible… y eso es jugar sucio… -su voz sonaba entrecortada. Beckett sabía perfectamente que eso era algo que lo enloquecía.

-¿Punto sensible? Yo no te dije nada de mi punto sensible cuando me besaste en el cuello hace un rato –ella quiso sonar ofendida pero ahora fue él quien sonrió descaradamente.

-Eso fue porque estabas totalmente entregada, cariño. –Ella lo miró entrecerrando los ojos. –Vamos…, te encanta que te bese ahí –Beckett no pudo resistirse y le sonrió.

-Y acaso… a ti no te gusta… -la inspectora volvió a pegar su cuerpo al de su marido y fue directa a su oreja –que juegue con tu oreja… que la bese… la muerda –Kate le susurraba con un tono sexy, jadeándole en su oído. Él notaba como su corazón quería salirse del pecho y como el calor volvía a invadirlo. –Dime, Rick…dime que no te vuelvo loco cuando hago esto…- Ahora envolvió su oreja completa con la boca, acariciándosela con la lengua. Castle dejó escapar un gemido.

-No sigas por ahí… -su voz era ronca, totalmente dominada por la excitación que sentía. –Sabes que no respondo… cuando te pones así… Y la falta de sexo de los últimos meses no ayuda… -La inspectora podía notar la desesperación de su marido en su voz. Realmente lo había enloquecido.

-Sabes una cosa… Yo estoy exactamente igual… -se mordió el labio mirándolo pícaramente.

- ¡Dios… Kate! –resopló frustrado. Paseó la vista por la discoteca, tratando de buscar una alternativa. - ¿Y si… nos vamos a casa? –preguntó ahora entusiasmado. –Es tarde y mañana es navidad… –la miró suplicante. Ella soltó una carcajada.

-De verdad que a veces eres como un crío… Aunque, en el fondo, no es una mala idea –miró hacia sus amigos. –Total Ryan casi no se mantiene en pie y Lanie está a punto de comerse a Espósito delante de toda esta gente… Es posible que sea el momento de irnos, ¿qué hora es? –A Castle se le iluminó la cara.

-Las cuatro y diez. Es tarde… -insistió con su mirada Castle.

-Está bien, Rick… -Beckett cogió a Castle de la mano y le dijo a los chicos de volver al reservado para que pudieran hablar. Además, querían ver si la corbata de Castle andaba por allí. Cuando llegaron y se alejaron un poco de la música, la inspectora les dijo que tenían que irse porque no querían dejar tanto tiempo a Jim solo con el bebé. A parte de que al día siguiente era navidad y tenían que madrugar un poco por el tema de los regalos y todo eso. Los chicos se despidieron cariñosamente. Ellos se irían en un rato y al día siguiente recogerían los coches, que los habían dejado cerca del loft.


Desde allí, fueron directos al ropero y salieron a la calle. Fuera de la discoteca había una fila de taxis esperando a los invitados que iban dejando la fiesta. Se montaron en uno y pusieron rumbo al loft. Durante el trayecto no hablaron mucho. Los dos iban pensando en las ganas que tenían de estar a solas sin que nadie los interrumpiera, ya que desde hacía unos dos meses eso parecía ser algo casi imposible. Castle intentó aliviar un poco de tensión acariciando el muslo de Beckett con una de sus manos, pero su imaginación siguió por donde su mano no pudo delante del taxista, y al final el remedio resultó peor que la enfermedad.


Se bajaron del taxi cogidos de la mano y casi corriendo. Parecían dos adolescentes que iban a amarse a escondidas. Entraron al portal y, rápidamente, el escritor apoyó a su mujer contra la puerta y la besó con urgencia. Ella gimió en su boca y enredó los dedos en su pelo, atrayéndolo más contra sus labios. Castle apretó su cadera contra la de Kate, haciéndole sentir su excitación, lo que le arrancó otro gemido a la inspectora. Él se separó para coger aire y bufó desesperado, tirando de ella casi con violencia hacia el ascensor. Por muchas ganas que tuvieran tampoco era cuestión de dar un espectáculo.

En el ascensor siguieron besándose y acariciándose sin parar. Cuando llegaron a la puerta del loft, a Castle le costó varios intentos conseguir abrirla porque Beckett le dificultaba la tarea con sus manos y su boca. Entraron sin despegarse de los labios del otro. La inspectora estaba empezando a desabrochar los botones de la camisa de su marido, buscando más contacto con su piel. Estaban tan concentrados en lo suyo que no se dieron cuenta de que había alguien en la cocina que los miraba con asombro.

-Ejeeemmm… -Los dos dejaron de besarse y se miraron a los ojos sorprendidos y, a la vez, avergonzados. Castle al oír aquella voz se tensó y deseó con todas sus fuerzas que fuese su madre o Alexis, que se había quedado ronca durante la noche.

-Papá…

-Jim… -Los dos se habían quedado a cuadros. No se esperaban para nada que él estuviese despierto a esa hora, y Martha y Alexis seguramente ni habrían llegado.

-Veo que lo habéis pasado bien… -soltó el hombre de forma irónica.

-Pues… -Castle no sabía cómo salir del paso. –La verdad es que… la fiesta estuvo bastante bien, ¿verdad Kate?

-Sí, sí… muy bien. –La inspectora también se sentía muy comprometida, era la primera vez que su padre la pillaba en una situación así.

-Ya…- Jim les sonrió abiertamente -Ohh, vamos… No tienen por qué avergonzarse… Sigan con lo vuestro… Por mí no se preocupen… -cogió el vaso de agua que llevaba en la mano y desapareció de la vista de la pareja al subir las escalera. Ellos se miraron y soltaron el aire que llevaban conteniendo desde que habían sido descubiertos.

Empezaron a reírse a carcajadas, tratando de no hacer mucho ruido. Beckett puso la mano en la boca de su marido para intentar que no se le oyera. Estuvieron así hasta que sus miradas volvieron a encontrarse. Entonces la risa fue desapareciendo, dejando paso otra vez al deseo. Como dos imanes, fueron atrayéndose el uno al otro hasta que sus labios se juntaron en un beso ardiente. Castle la levantó por los muslos y ella enredó las piernas en su cintura. Sin dejar de besarse ni tocarse, el escritor caminó como pudo hasta su habitación y se dejó caer sobre la cama.

-Te he echado de menos…- le susurró entre besos.

-Y yo a ti, Rick… -le contestó antes de fundirse en un beso aún más apasionado.