Introspectiva (capítulo 9) Final

El título no me convence mucho, pero a ver qué pasa después. como se vaya desarrollando la historia podría cambiar.
Este fic se lo dedico a Ash -cuando me atore me tiene que ayudar, jejejejeje-

No los aburro más con introducciones... espero sus comentarios!!!!

Capítulo 1.

Después de mucho pensarlo, había tomado la decisión. A pesar de haber confirmado su asistencia, sentía algo que lo retenía. Se vistió, bajó a la cocina y se tomó un café. Vio el reloj y todavía faltaba una hora para su cita. Le pareció que el tiempo transcurría muy rápido para su gusto.

Llegó a la oficina y notó que solo estaba ahí la secretaria. Buenos días –saludó- y se sentó en uno de los sillones de la sala de espera, mientras ella le devolvía el saludo y le pedía unos segundos para anunciarlo. Volvió a ver el reloj con nerviosismo, había llegado cinco minutos antes de la hora programada. Aprovechó los minutos que faltaban, para pensar porqué estaba ahí. En eso, la voz de la secretaria lo distrajo: Señor Castle, puede pasar, le esperan adentro. Notó como ella lo miraba, con una sonrisa en sus labios, animándole y dándole a entender que todo saldrá bien. No pudo evitar devolverle una sonrisa nerviosa.

- Buenos días, Señor Castle. Soy el Dr. Adams. Pase, por favor.
Al entrar, notó una oficina sin mucho mobiliario: sólo un escritorio lleno de papeles, dos sillones enfrentados uno al otro, un par de mesitas con lámparas, un archivero en una esquina y, en tres de las paredes del cuarto, libreros llenos. El Dr. Adams notó el escrutinio a su oficina y sonrió.
- Buenos días Dr.
Después de la presentación, el Dr. le invitó a tomar asiento en uno de los sillones, lo que Castle hizo de manera lenta.
- Dígame, señor Castle. ¿Cuál es la razón por la que está acá? –interrogó-
- La verdad, es que no lo sé con exactitud –una sonrisa triste, cruzó su rostro-. Verá, Doctor, hace un par de meses me he sentido extraño, casi no he podido escribir y, pues bueno, después de mucho pensarlo, he decidido que quizá necesito ayuda profesional.
- En concreto, ¿Qué tipo de ayuda profesional busca?. Volvió a ser cuestionado.
Castle pensó que era una manera muy directa para hacer que hablara. Desde que hizo la cita, tres días antes, había imaginado cómo sería esa primera entrevista, pero nunca pensó que fuera tan difícil hablar de lo que sentía.
- Antes de continuar, Doctor, quisiera recalcar que le pido toda su discreción, es decir, sé que está de más decirlo, pero imagínese el revuelo que causaría que la gente supiera que vengo a verlo…
El Doctor Adams sonrió. Conocía esa reacción en la gente que por primera vez acudía a su consulta. Estaba acostumbrado a que la gente que iba a verlo, recurriera a ese tipo de excusas para evitar hablar de las razones por las que pedían sus servicios. Así que sólo asintió, vio a Castle a los ojos, haciéndole saber que no debía preocuparse por ello.
- La realidad es que necesito un espacio para hablar de mí –se sinceró-. Creo que nunca me había sentido tan comprometido con alguien, aunque al mismo tiempo, tan alejado e impotente.
- Señor Castle, ¿puedo llamarle Rick? –sabía que el familiarizarse con él, le haría más fácil que hablara de lo que sentía-. Sin esperar una respuesta, continúo. Creo que todos en algún momento, necesitamos un espacio para nosotros mismos. Eso es normal y no tiene porqué sentirse incómodo con ello. En su momento, verás que es más fácil hablar de aquello que te preocupa y juntos, quizás, podamos ver una nueva perspectiva de esos problemas, encontrando la salida que resulte mejor para ti.
Ante dichas palabras, Castle asintió. Sentía que cada vez le caía mejor el Doctor Adams. Antes de tomar la decisión de buscar ayuda, investigó a varios doctores y decidió que quizá era la persona que más le podía ayudar: tenía aproximadamente su edad, se caracterizaba por ser muy discreto y, además, tenía un vínculo que le acercaba más a él, pues había escrito un par de libros –bueno, aunque eran científicos, conocía los plazos límites, la presión de los editores, alguna que otra presentación de los libros- y eso, es lo que más le agradaba de él.
- Empecemos por lo básico, Rick. Háblame de tu familia.
- En casa vivimos mi madre, mi hija y yo. Ella es actriz y mi hija adolecente –su rostro cambió al hablar de ellas-. Muchas veces he pensado que en mi familia, la persona madura y sensata, es mi hija de diecisiete años. Mi madre está acostumbrada a viajar, a hacer muchos castings para lograr algún papel. Vio como el doctor empezaba a hacer anotaciones en una libreta que había mantenido en sus piernas.
- Sé que se oye extraño –comentó-.
- ¿qué es extraño Rick?
- Que mi madre viva conmigo. Es decir, ambos somos personas maduras, pero ella fue víctima de una estafa, por lo que perdió todos sus ahorros y pues bueno, recurrió a mí. No pude negarle la ayuda. Quiero decir, es mi madre.
- ¿Cómo ha sido su relación con ella?
Durante unos minutos, empezó a describir que siempre había tenido una buena relación con Martha –no pudo evitar notar que cuando le llamaba por su nombre, él realizaba anotaciones en esa libreta-. Aunque también aceptó que no había sido fácil su niñez, pues ella casi siempre andaba en ensayos, obras y giras. Así que muchas veces pasó largas temporadas sin ella. Bueno, hablaban por teléfono y se escribían cartas. Su niñez y adolescencia habían transcurrido en internados, pues ella consideraba que era lo más seguro para él.
Justo cuando él se sentía más cómodo hablando, lo interrumpió el Doctor. – Bien Rick, hasta ahora me has empezado a hablar de tu relación con tu madre. Cómo sientes que viviste tu niñez. La sesión de hoy ha terminado, pero quiero dejarte una tarea para la próxima sesión. ¿Qué opinas? ¿Habrá una nueva sesión?.
Rick asintió. Claro. Dígame qué tengo que hacer –respondió-.
- Necesito que pienses. Empezaremos la próxima sesión, con dos preguntas que deberás responder: La primera: ¿qué sientes cuando piensas en la relación con tu madre?. Castle asintió. Se hizo el silencio y, un poco impaciente, preguntó: ¿y cuál es la segunda pregunta?
- Me dirás porqué estás acá –sonrió-.
Castle se quedó pensando y, antes de despedirse, le dijo: Realmente es agradable tener un momento en el que puedo hablar sin restricciones. ¿Sabe? A veces es difícil encontrar el momento en que no necesito estar con la guardia arriba, en la que tengo que ser alguien para no decepcionar a los demás. Especialmente a aquellos a los que quiero.
Una nueva sonrisa triste asomó a su rostro y se despidió. Hasta luego Doctor, nos vemos la semana próxima. ¿Mismo día y hora?. Recibió una sonrisa del Doctor como confirmación.
Abandonó el consultorio. El sol calentó su cuerpo. Se sentía tan bien. Atravesó la calle y entró a un café que se encontraba enfrente del edificio del que acababa de salir y se sentó en una mesa vacía. Había sido más liberador de lo que se había imaginado. Se sentía nuevamente extraño, aunque de una manera diferente. Sabía que había sido una buena decisión.

Mientras, en el consultorio, el Doctor Adams hacía unas anotaciones en los minutos que tenía antes de ver a su próximo paciente: hombre, indeciso. Aparenta gran seguridad, aunque también demuestra dificultades para establecer relaciones serias y duraderas. Sin embargo, intuía que no era la razón principal para acudir a la sesión. Miró la ventana y se quedó pensando. ¿Cuál era la verdadera razón para que estuviera ahí?. Había mencionado a “alguien” con quien se sentía muy comprometido. Sonrió y realmente sentía la necesidad de que regresara. Iba a ser un paciente muy interesante. Una llamada del teléfono secretarial lo sacó de sus pensamientos y le indicó a su secretaria que entrara el siguiente paciente.

El sonido de su teléfono le volvió a la realidad. Vio la pantalla y, como siempre, sonrió.
- Detective. Sabía que pronto me llamarías. Dime que tenemos un caso, por favor, que muero de aburrimiento –dijo-.
- Castle. ¿Por qué otra razón te llamaría? –del otro lado, ella también sonreía-. Anda, te espero en veinte minutos en la estación y nos vamos a la escena del crimen.
Ambos colgaron. Agradeció que la consulta se encontrara cerca de la estación, pues tardaría menos de los veinte minutos en llegar a ésta. Pidió un par de cafés para llevar y salió al encuentro de Kate.

Continuará

Me encanta quiero que hablen sobre Kate es ella el problema a todas sus angustias espero que lo puedas continuar pronto

Muy buen comienzo! Siempre tomamos a Rick como un hombre que esta 100% bien con la vida, pero muchas veces aquellos que más sonríen son los que más problemas internos tienen.
Espero que lo sigas pronto!

Interesante, continúa pronto!

Muy buen inicio, el tener un lugar para hablar sintiendonos libres ee maravilloso.
Me gusta, espero mas capitulos

¡¡¡ME HA GUSTADO MUCHO!!! No sé porque no te convence. Es genial y quiero que continúes pronto, por favor.

me ha gustado tu historia genial


continua por favor

sigueeelooo

¡Me gusta la idea!

Es algo distinto

Sigueeeee

Me gusta como ha empezado el relato, y me gusta todo lo relacionado con la psicología, o sea que no puede tener mejor comienzo.
Espero la continuación.

sigue esta genial!!!!!!!!!

Jesús gracias por tener este detalle tan bello, me encanta como diste inicio a este nuevo fic, espero que la inspiración y el tiempo esten contigo pronto y nos regales otro capi tan bueno o mejor que este!!!!!!!!!!! y ya que me comprometiste publicamente no me queda más que estar a tu plena disposición además lo hago encantada de la vida!!!

Muchas gracias a todas/os por sus comentarios. Espero que les vaya gustando la historia.
Una disculpa por no haber podido subir la continuación antes, han sido unos días complicados.

Va entonces, la segunda parte:

Capítulo 2

Faltaban diez minutos para la nueva sesión. El Dr. Adams tomó su café, le dio un trago y revisó el expediente: Debía confesarse que cuando recibió la llamada de Richard Castle, le sorprendió, pues si bien había tenido pacientes más o menos famosos, nunca había tratado con un best seller. Reconoció que era una persona agradable, intentando ser lo más franco en su primera reunión.

El timbre de la oficina le sacó de sus pensamientos y se preparó para la sesión.

- Buenos días Doctor, ¿cómo está?. Me preguntaba si estaría bien que trajera un café a la sesión, me hace sentir más tranquilo. –Cuestionó Rick-.
- Claro, no hay problema. Bien, gracias, con mucho trabajo. Pero pasa, toma asiento, que ya empezamos.

Una vez que tomó asiento, se dedicó a analizarlo: su postura era más relajada que la de la primera entrevista. Al parecer, había tenido tiempo suficiente para convencerse de estar ahí, lo que era muy importante para que el tratamiento funcionara. Muchas veces, quienes lo iban a ver, pensaban que era a él a quien le correspondía todo el trabajo, pero no se daban cuenta que únicamente era un guía para descubrir aquellos aspectos que generaban conflictos a sus pacientes. Una vez que lo entendían, las sesiones se volvían más ágiles y, si el paciente cooperaba, tenían éxito. Esperaba que este fuera el caso de Rick. Le agradaba.

- Bueno, Richard. Dime, ¿qué ha pasado esta semana en tu vida?

Una vez que le dio pie a empezar a hablar, escuchó con atención cómo él le contaba, con mucha fluidez, que habían estado investigando en la Policía un asesinato que, después de muchos callejones sin salida, habían podido resolver. Realmente le parecía un trabajo fascinante, pues tenía mucho en común con su propio trabajo: Investigar a las personas, descubrir sus miedos y porqué hacían muchas cosas que en términos normales, no haría una persona normal.

- Muy interesante –dijo con honestidad cuando Castle dejó de hablar del caso-. Ahora, dime, ¿cumpliste con el encargo que te dejé la sesión pasada?. Ante el cuestionamiento, Castle asintió. ¿Y bien? Empecemos por hablar de tu madre.

Durante cerca de media hora, escuchó con atención y tomó algunas notas sobre lo que Castle le decía. Después de la primera sesión, supo que quizá algo había en esa relación, que podía ser un factor determinante en la personalidad del escritor.
También notó, que Richard se escuchaba tranquilo cuando hablaba de ella, lo que le confirmó que en algún momento, ya había trabajado ese tema con alguien más. No sabía si de manera profesional, pero sí que había sido materia de muchas pláticas con alguien más.
Lo que más le llamó la atención, es la forma en que parece que entiende la vida de su madre, incluyendo la decisión de no decirle quién es su padre, lo que generalmente causa ciertos resentimientos en las personas. Apuntó que más adelante debían abundar en ese tema. Pero por el momento, le daba algunas ideas de cómo abordar algunos temas en sesiones posteriores.
Una vez más, cuando notó a Castle más relajado y que había dejado de hablar de “Martha”, le cuestionó:
- Respecto de la segunda pregunta que te hice la semana pasada, ¿qué me puedes decir? De inmediato, notó que Castle se ponía tenso. Quizá empezaba la primera prueba para él, si es que quería realmente afrontar lo que le pasaba.
- Lo he pensado mucho Doctor. No sé cuál es la mejor forma para decirlo. Creo, que así de duro como es. Estoy acá, porque hay alguien de quien estoy enamorado. –Esto último, lo dijo cruzando sus brazos y el timbre de su voz cambió, se volvió más grave-.
- Bueno, Rick, todos lo hemos estado en alguna ocasión. Yo mismo, por ejemplo, llevo cerca de diez años enamorado de la misma persona y hace cinco, que estamos casados.
Había aprendido también, con la práctica, que decir algunas cosas que quizás eran obvias –llevaba su anillo de matrimonio y tenía fotos de su esposa en su escritorio- muchas veces servían para animar a los pacientes a hablar.
- Y lo felicito, Doctor. Pude notar sus fotos y creo que se ven bien como pareja. –Distrajo la conversación-.
- Entonces, ¿cuál es el problema que te trae conmigo? Le interrogó de manera directa.
- Pues… que su vida depende de mí.

No esperaba una confesión como esa, tan pronto. Le sorprendió de alguna manera. Tomó su cuaderno para realizar unos apuntes mientras esperaba a que Castle siguiera hablando.

- Verá, Doctor. Ya le he comentado que como parte de mi trabajo, o al menos así era al principio, empecé a seguir a una detective de la Policía de Nueva York. Kate, se llama –Un brillo en sus ojos le dijo sin palabras que es de ella de quien está enamorado-. Gracias a eso, pude dar forma a un nuevo personaje de mis novelas, Nikky Heat, pero en realidad, terminé por enamorarme de ella, de mi musa. Debo confesar que al principio, sólo quería acercarme a ella para conquistarla, pues realmente me impactó desde el momento en que la vi, aunque al poco tiempo, eso pasó a un segundo término.
- Esta semana, yo también hice mi tarea, Richard. Había leído tus libros, pero de una manera distinta a la que los leí de nuevo. Me pude percatar de un rasgo de admiración en la forma en que describes al personaje principal.
- Si, realmente la admiro. Es tan eficiente en su trabajo, nunca deja de investigar hasta que se encuentra convencida de que conoce cómo pasaron las cosas. Pero al mismo tiempo, nunca deja de ser humana. No sé si me estoy explicando.
- Puedes decir más cosas para explicarte –obtuvo como respuesta-.
- ¿Alguna vez, Doctor, ha sentido algo que no puede explicar? –esa era una pregunta más hacía él mismo, que para el-.
- Sí, me ha pasado. Creo que todos en algún momento, tenemos esa sensación. Pero no es malo, ya que nos demuestra que estamos vivos y que, de alguna manera, estamos bajando nuestras defensas.
Y esa respuesta que le había dado, realmente la creía. Sabía, porque lo había vivido, que ningún ser humano normal, podía ser tan frío o trivial, como para no encontrar a alguien que lo hiciera sentir de esa forma.

- Pues bien. Hace unos momentos le dije que estoy enamorado. Y que su vida depende de mí. Ambas cosas son ciertas –una sombra asomó a sus ojos-. Un evento en la juventud de Kate, le marcó de forma profunda. Su madre era abogada y empezó a investigar un caso, que al parecer, involucró a gente importante. Como resultado, la asesinaron.

Adams se quedó callado. No entendía ni nunca lo haría, que alguien pudiera quitar la vida a otro ser humano, sólo por que se interpone en su camino. Sin embargo, esas cosas pasaban y, normalmente, generaban muchos problemas a los familiares de las víctimas, quienes también adquirían ese carácter, pues muchas veces quedaban duelos pendientes, especialmente cuando eran muy cercanos.

- El caso es que nunca descubrieron quién fue el culpable. En la policía, en ese entonces, lo consideraron como un caso de violencia aislada. Ella nunca lo creyó y, por eso, es que se volvió policía.
- Cuando yo empecé a trabajar con ella, alguna vez le pregunté por qué era tan buena. Me platicó de manera superficial, de ello. Y me prohibió volver a hablar del tema.
- Pero –una sonrisa amarga asomó a sus labios-, siempre he sido desobediente, así que una noche tomé el expediente del caso de su madre y lo empecé a leer. Me parecieron que había muchas cosas que habían quedado sin explicar, así que le pedí a un amigo, que es un excelente forense, que analizara esas pruebas.
- En ese entonces, yo empezaba a admirarla. Después, me di cuenta que había empezado a ser alguien importante en mi vida, aunque no sabía qué tanto lo sería.
- Dime una cosa, Richard. ¿Porqué empezaste a investigar por tu cuenta?. La voluntad de Kate –comprobó el nombre en sus notas- era clara. No hablar del tema.
- Pues porque estoy acostumbrado a hacer cosas sin pensar –al decir esa frase, subió sus manos a su rostro y talló sus ojos-.

Adams anotó un par de cosas en la libreta. La sesión casi llegaba a su fin. Así que dijo:
- Ahora podemos decir que empezaste a decir cosas que normalmente te guardas. ¿Me equivoco?.
- No, Doctor. Así es. Salvo a mi madre e hija, no lo he dicho a nadie más. Con excepción de Kate, pero no estoy seguro de que ella lo haya escuchado.
- Por el momento ese es un gran avance. Como lo dijiste en la primera sesión, es bueno tener un momento para decir las cosas que normalmente no expresas. Tu nueva tarea, para esta semana, es que me platiques para la siguiente sesión, cómo te sientes cuando estás con ella y que me expliques porqué su vida depende de ti.

Notó como la mandíbula de Richard se endurecía. Apuntó en su libreta una palabra y la subrayó. Tendría que tratar ese tema con mucho cuidado.

- Sé que piensas que estas tareas son complicadas, pero nos sirven mucho –le explicó-. Primero, porque te obliga a pensar en esto fuera de las cuatro paredes en las que nos encontramos. No estoy diciendo que no lo pienses normalmente, pero de esta manera, nos enfocamos en un punto a la vez. Segundo, porque de esa manera, tendrás algunos puntos importantes para ti que me permiten ir conociendo la causa de tu ansiedad. Todos son importantes y me permiten ir conociendo cómo eres y qué es lo que tenemos que hacer.
Richard asintió.
- Nos vemos entonces la próxima semana.

Castle se levantó de su silla, estrechó su mano y salió murmurando un hasta luego. Cerró la puerta tras de sí.

Volvió a su escritorio. Estaba observando las anotaciones de esa sesión. Realmente le sorprendieron un par de declaraciones de Castle, aunque reconoció que había sido muy difícil para él, decirlo. Sin embargo, no pudo evitar notar como su mirada se distraía directamente a la última palabra que había escrito. Iba a ser más complicado de lo que pensaba, si es que confirmaba sus temores.

Continuará.

siguee

Muy pero que muy interesante la historia. Esperaremos la siguiente cita con el psicólogo qué depara.

Seguilo pronto, q la verdad está bueno! =)

GENIAL CAPITULO CONTINUA PRONTO GRACIAS POR SUBIR

Me sigue pareciendo muy interesante, todo en general. Y esas ganas de querer más... es lo mejor que le pueden decir a quien escribe. Espero pronto la continuación.

Sigue prontico

¡¡¡¡¡¡SIGUE EN CUANTO PUEDAS!!!!!!

Muchas gracias a todos aquellos que han leído esta historia. Especialmente a aquellos que han comentado.

Una disculpa por la tardanza en seguirlo, pero se me ha complicado un poco, entre el trabajo, el cansancio y la falta de inspiración, el continuarlo.

No los aburro más e intentaré, en lo posible -y si quieren que lo haga-, continuar con la historia sin tantos retrasos.

Gracias nuevamente

Capítulo 3.

8:50 a.m. Volvió a ver su reloj y sabía que el inicio de la sesión se acercaba. De hecho, llevaba en la cafetería de enfrente cerca de una hora. Seguía pensando las tareas que le había asignado el Doctor Adams tan sólo una semana antes: “en es que me platiques para la siguiente sesión, cómo te sientes cuando estás con ella y que me expliques porqué su vida depende de ti”. Irónico, pues desde aquel disparo, no dejaba de pensar en esos dos puntos.

Debía reconocer que de la forma que le había dicho el Doctor que se trabajaría, si funcionaba. Estuvo pensando y recordando, de manera un poco más ordenada, todo lo que había pasado desde aquella noche en que conoció a Kate. Miró el reloj y se dio cuenta que sólo faltaban cinco minutos para el inicio de la sesión y no quería llegar tarde. Se levantó de la mesa y atravesó la calle.

- Buenos días, Rick. Toma asiento, por favor. –No podía dejar de notar, que esta ocasión, el se veía cansado-
- Buenos días, Doctor. ¿qué tal su semana?.
- Gracias, todo bien, pensando en cómo arreglar el mundo, un paciente a la vez –sonrió, convencido que esa era la forma de Castle de no entrar en los temas que le había encomendado la sesión anterior-. Y tu Rick, ¿qué tal la pasaste?. Dime, qué me tienes que contar… -sabía también que a veces, el ser directo con los pacientes, podía ser la forma en que se podía obtener un mayor avance-.
- Verá, Doctor. La sesión pasada le comenté que la vida de Kate, depende de mi. Pero para poder explicar porqué, necesito comentarle, o intentar al menos, cómo ha sido nuestra relación. Digo que intentar, porque han pasado tantas cosas entre los dos, que necesitaría más tiempo del que quizá tenga –un dejo de alegría y tristeza, asomó a sus ojos-. Vio al Doctor y éste asintió, lo que tomó como una señal de que siguiera.
- Hace cerca de cuatro años, me encontraba en la presentación del último libro de la serie de Derrik Storm. En la novela, lo había matado. Me sentía cansado de ese personaje, que aunque me había dado muchas satisfacciones, lo sentía agotado. Cuando lo cree, me llenaba, sentía mucho placer investigando, leyendo, escribiendo. Pero después de un tiempo, se perdió aquello que me había convencido de escribir.
- Entonces, de la nada, ella apareció. Habían ocurrido un par de asesinatos que tomaban como patrón, asesinatos que había escrito en mis libros. Me llevó a la estación y me interrogó. Tan solo verla, me pareció una mujer hermosa, inteligente. –sonrío al recordar-.
- Como no tenían nada contra mi, me dejaron ir. Bueno, ella me dejó ir. En ese momento, decidí que podía ayudar con la investigación y, tras una llamada al Alcalde, que es mi amigo, me aseguró que la Policía de Nueva York estaría encantada de que los apoyara. Mi intención, sin embargo, era estar cerca de ella. Investigar más que los asesinatos, si realmente era la persona que me había impresionado tanto. Y por mucho, lo fue…

El ser escritor le había dado mucha coherencia en la historia que le decía. En algún momento, Adams se encontró absorto escuchando como si estuviera en la lectura de un libro, tanto que le costaba trabajo hacer las notas en su libreta. Pero como profesional, supo distinguir que cuando había algo importante, el lenguaje de Castle, especialmente el corporal, cambiaba…

- Entonces, con la ayuda de Javier, tuve acceso al expediente del caso del asesinato de la madre de Kate. Fue cuando todo empezó, porque de no haberme metido en ese caso, a pesar de que ella me dijo que no lo hiciera, no estaría en peligro. Empecé a investigar por mi cuenta e hice que un forense experto investigara y analizara la necropsia. Descubrió que hubo más asesinatos con ese mismo modus operandi.
- ¿Porqué lo hiciste Rick? –Le interrumpió-
- Admiro a Kate. Desde la noche en que la conocí. La forma en que me interrogó esa primera vez, me hizo notar en ella una determinación que pocas veces había visto en alguien. Saber porqué ella, que podía haber sido cualquier cosa que se propusiera, trabajaba como detective de homicidios, era un misterio y yo, sinceramente, quería saber todo de ella. –un ligero rubor se notó en sus mejillas-.
- Las veces que estuve con ella, en la investigación de los casos, noté como era perspicaz, tenía un sentido del deber y del honor, que envidiaba. Pero lo que más me atrajo de ella, era su humanidad.
- ¿Su humanidad?. ¿a qué te refieres?. –preguntó Adams-
- A que la calidez con la que trata a los familiares de las víctimas, es única. La forma en que consigue confortar, cuando parece que no existe nada que lo logre, a aquellos que perdieron a un ser querido, es increíble. Ella lo vivió, cuando asesinaron a su madre, y en algún momento decidió que era lo menos que podía ofrecerles. Tontamente pensé que, de alguna forma, podía ayudarle a sentir lo mismo, es decir, que ayudándola en la investigación, ella podía sentir lo mismo que hace sentir a quienes ayuda. Parece trabalenguas, lo sé –y sonrió al decir esto-.

Ante el silencio de Rick, Adams aprovechó para hacer un par de anotaciones más en su libreta. Realmente pocas veces, había encontrado pacientes que con tan pocas sesiones, se habían abierto tanto como él. En otras circunstancias, se sentiría bien, profesionalmente hablando, pues estaba logrando que expresara las cosas y sentimientos que agobiaban a su paciente, pero este caso sabía era especial. Lo intuía, por lo poco que había escuchado de Castle.

- Cuando le comenté lo que había encontrado, ella me sacó de su vida. Yo lo entendía e incluso, estaba seguro de que era lo mejor. Me advirtió que no me metiera en ese aspecto de su vida, pues le había costado mucho superarlo…
- ¿cómo reaccionaste a esa decisión? –Preguntó Adams-
- Algo había cambiado desde que la conocí. El simple hecho de estar con ella, me había hecho creer que podía ser una mejor persona. No es que fuera malo antes –aclaró-, sino que sentía que por una vez, mi imaginación podía ayudar a otras personas. Pero sólo con ella al lado. Había una gran atracción, o al menos yo la sentía hacía ella, pero más allá de eso, nos complementábamos.

Adams vio su reloj. La sesión casi acababa y sabía que no acabarían los temas que necesitaban platicar. Tenía una hora libre después de la sesión con Castle. Las reglas del psicoanálisis eran claras en ese sentido. Cincuenta minutos nada más. Pero también estaba seguro que lo que escuchara de él, era tan importante para poderlo ayudar, que tomó una decisión…

- Rick, la sesión está por terminar. –vio en los ojos de él, como se sentía desilusionado, pues estaba abriéndose por completo-.
- El psicoanálisis, en general, debe seguir unas reglas que no deben romperse. En eso radica su eficacia. Estoy seguro que lo que me estás contando, es muy importante en tu vida, pero además, por lo que me has comentado, en la vida de alguien más. A ella no la puedo ayudar directamente si no está conmigo, pero a ti si. Al menos podemos intentarlo.
- Si lo consideras conveniente, podemos extendernos, como caso excepcional, por una hora más…

Rick asintió y siguió con su relato…

Continuará…

Buen capítulo, espero que lo sigas pronto =)

gracias. espero que te haya gustado. intentaré seguirlo pronto. Por cierto, tu escribes excelente!!!

hombre1111 escribió:gracias. espero que te haya gustado. intentaré seguirlo pronto. Por cierto, tu escribes excelente!!!

Gracias vos también, te digo lo que siempre digo, si comento es porque realmente me gusta la historia. A ver como sigue la sesión =)