Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Ana ya sabes lo que pienso pero este capitulo me hizo revivir nuevamente mi paseo por venecia y el cafe helado!!!!! me encanto esa parte ajjajaj
La verdad lo vivi...gracias...fue un viaje increible...
La verdad lo vivi...gracias...fue un viaje increible...
silvanalino- Escritor - Policia
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Quien tuviera un novio como Castle, quedan muy pocos como él...
Me encantó el capi
Me encantó el capi
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Ohhh precioso capítulo Anver
Me encanta de principio a fin, sabia que este viaje por Europa iba a saber precioso pero no esperaba que lo fuese tanto. Me encanta la sorpresa de Castle de tener un album hecho con fotos de ellos por Venecia sin que ella lo supiese además de un dvd, si es que con Castle son todo detalles. Me esperaba que él entrase a bañarse con ella, supongo que le está dando espacio para que sea ella quien se lo pida.
Un gran capítulo Anver, estupendo, continualo pronto!
Me encanta de principio a fin, sabia que este viaje por Europa iba a saber precioso pero no esperaba que lo fuese tanto. Me encanta la sorpresa de Castle de tener un album hecho con fotos de ellos por Venecia sin que ella lo supiese además de un dvd, si es que con Castle son todo detalles. Me esperaba que él entrase a bañarse con ella, supongo que le está dando espacio para que sea ella quien se lo pida.
Un gran capítulo Anver, estupendo, continualo pronto!
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Otro que tenía pendiente de comentar
Viajecito por Europa, sí señor, a disfrutar de la cartera y de los mimos de Castle. Quien fuera Beckett...
Sigue guapa!!
Viajecito por Europa, sí señor, a disfrutar de la cartera y de los mimos de Castle. Quien fuera Beckett...
Sigue guapa!!
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Genial!!! me encanta Venecia!!
BrujaAle- Escritor - Policia
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Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Muy bueno todo el fic, pero la descripción de Venecia me ha encantado. Yo tambien he revivido mi visita a esta ciudad, donde todo parece romanticismo puro.
Y desde luego con el dinero del escritor.... menudas vacaciones
Felicidades-
Y desde luego con el dinero del escritor.... menudas vacaciones
Felicidades-
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Gracias a todos por leer y dar vuestras opiniones. Mil gracias.
No sé si estoy llevando todo esto muy lentamente... ¿es asi?
CAPITULO 32
Una vez más ella despertaba prisionera entre los brazos y las piernas de Richard. Se dio la vuelta como pudo entre sus brazos para quedar frente a él que aún dormía profundamente. Acarició su cara muy despacio. Él le había dicho el día anterior que estaba cansado y debía de ser así, puesto que no se había despertado con su movimiento. Aún era de noche fuera, aún quedaba tiempo para que él siguiese durmiendo. Le encantaba mirarle. Su cara era de profunda paz. No pudo evitar acercar su cara y besarle superficialmente en los labios. El día de ayer había sido toda una sorpresa ¿Qué más era capaz de hacer Rick por ella?, recordó sonriendo el álbum de fotografías. Era increíble que hubiese pensado en eso. ¿De donde había salido ese hombre y como era posible que tras dos matrimonios y tantas relaciones aún estuviese soltero? Si en todas las relaciones que había tenido se había comportado así, como lo había estado haciendo con ella, no entendía como le podían haber dejado escapar. Desde luego ella no tenía esa intención. Su mente se nubló por un momento, quizá fuese él quien se aburría de todas las mujeres con las que había estado ¿lo haría también con ella?
Ella recordó sus anteriores relaciones. Nunca se había enamorado con tanta madurez como lo había hecho con él. Le admiraba desde que era adolescente, la conquistó desde el primer día que le vio en persona firmando autógrafos y se enamoró de él en aquella fiesta a la que ella fue para llevarle a comisaría, aunque en aquel momento no se había dado cuenta, ahora lo sabía y durante cuatro años había ido alimentando y consolidando ese amor, aunque entre medias hubiese tenido varias relaciones, no eran más que entretenimientos e intentos fallidos de olvido, y miedos, todos sus miedos.
Y ahí estaba él, abrazándola cada noche durante las dos últimas semanas, mimándola, adelantándose a todos sus deseos y caprichos ¿Qué podía hacer ella frente a aquel despliegue de medios por parte de él? Ella no tenía ni su fama, ni su dinero, ni sus contactos… ni él podría sentirse impresionado, ya lo tenía todo… ¿Qué podía hacer para demostrarle lo que sentía sin necesidad de hacerlo con nada material? No pudo resistirse y volvió a besarle
- Te amo Rick
El abrió los ojos sonriendo
- Extraña manía esa tuya de decirme cosas que quiero oír, sólo cuando estoy dormido.
Ella le cerró la boca con la suya.
- No estarías tan dormido si lo has oído. ¿Has descansado? Aún no es de día puedes seguir durmiendo.
- ¿Qué si he descansado? ¿Por qué lo preguntas pillina?
- Oh vamos, no seas bobo, ayer estabas muy cansado.
- Kate, venga ¡por un día que trabajes solo tú! …
Ella le dio un palmetazo en el pecho y él agarró su mano y buscó la otra, cogiendo ambas por las muñecas y girándose, obligándole a ella a tumbarse de espaldas y colocándose encima, inmovilizándola, subió sus manos sujetándolas sobre la almohada y pegando su nariz a la de ella le dijo:
- ¿Qué si he descansado? Compruébalo tu misma….
Un par de horas después, el reflejo de la luz sobre el mar se dibujaba en la pared de la habitación. Kate abrió los ojos y se descubrió durmiendo sobre el pecho de Richard. Por la ventana semi abierta entraba una cálida brisa. Se acomodó en su pecho, subiendo su cara y metiendo su nariz en el cuello de él, moviéndola y acariciándole con ella.
- Haga el calor que haga, la punta de tu nariz siempre está helada – le dijo él acariciando su cintura y cerrando su abrazo – me encanta que hagas eso.
- Buenos días señor Castle…
- Oh, es verdad… buenos días señora Castle – le dijo riendo y al ver como ella fruncía el ceño– hey hey yo no tuve la culpa en nada de eso yo reserve para dos a mi nombre, fueron ellos quienes dedujeron, soy inocente.
- Claro!! me apuesto a que al llamar preguntaste por la reserva de la suite nupcial.
Ella fingió sentirse enfadada, y el fingió que no se había dado cuenta que ella fingía su enfado…
- ¿Qué tienes planeado hoy? – le preguntó
- Nada, hoy eliges tú… ¿Qué te apetece?
Ella guardó silencio durante unos segundos.
- ¿Qué te parece si llamamos a Claudia y que nos recomiende? Es más, podíamos pedirle que nos guiase.
- Me parece bien… voy a pedir que nos suban el desayuno.. ¿te apetece algo en especial?
- Café… y lo que tu quieras…
Mientras desayunaban en la terraza, Richard llamó a Claudia y ella les propuso visitar las islas de Burano y Murano, no tan transitadas como Venecia, pero igualmente de encantadoras, o bien un itinerario para realizar por la mañana y podían realizar la visita a alguna de las dos islas por la tarde, y desde luego, un paseo por la noche por el gran canal. Cuando Richard le dijo que si les guiaba, ella aceptó encantada, pero necesitarían alquilar un transporte si elegían visitar las islas, a lo que él les dijo que no había problema, que tenían contratado un servicio las 24 horas. Le dijo que la llamaría en cuanto decidiesen donde ir.
- Qué prefieres ¿visitar las islas de Burano y Murano o más edificios aquí?
- Humm.. – dijo ella echando un vistazo a una revista del hotel con información para los turistas – creo que estaría bien salir de Venecia, mira que fotos más bonitas de Burano – le dijo mostrándole la revista.
- Perfecto, así podré comprar algún recuerdo de cristal a mis chicas favoritas en Murano.
Volvió a llamar a Claudia y le preguntó donde podrían recogerla y a que hora. Ella se lo indicó y Richard llamó a Paolo.
Una hora más tarde, recogían a Claudia en la dirección indicada y se sorprendían cuando Paolo y Claudia se saludaban como viejos amigos.
- En realidad Paolo y yo somos primos. De haber sabido que era vuestro chófer, le habría dicho que pasase a recogerme a mi primero.
Decidieron primero ir a Burano, según iban acercándose a la isla descubrieron que las casas estaban pintadas cada una de un color…
- Están pintadas así para que antiguamente, los marineros las pudiesen distinguir desde sus botes y supiesen llegar a ellas los días de niebla. En la actualidad, están obligados a pintarlas para conservar sus colores. Como veréis el contraste de colores las hace bellas y únicas – les explicó Claudia – si queréis hacer fotografías es el lugar idóneo.
- ¿Qué veremos en esta isla? – preguntó Kate
- Oh, bueno, la verdad es que no tiene mucho más que su campanario inclinado, el museo del encaje, las artesanas del encaje… pero os encantará descubrir que apenas llegan turistas hasta aquí y podemos recorrer sus calles y canales llenos de tranquilidad… además, si os parece bien, comeremos en un restaurante que Paolo y yo conocemos bastante bien… os aseguro que os encantará comer allí.
Claudia no les había mentido, la isla, pequeña, era muy pintoresca por sus casas de colores, Kate se entretuvo haciendo decenas de fotografías a cada momento, o posando para que Claudia se las hiciese a ambos juntos, el reflejo de las casas en los canales, y la maravillosa luz del mediterráneo, hacía que el lugar fuese un perfecto escenario para la fotografía. Se respiraba tranquilidad en comparación a la abarrotada Venecia, pararon en una casa cercana, donde una mujer ya entrada en años, realizaba encajes en la puerta de la casa y se quedaron observando la destreza de la mujer. Hicieron fotografías del campanario inclinado, aunque Claudia les explico que al contrario que la torre de Pizza, el campanario estaba inclinado por la cesión del suelo y no por la arquitectura. Visitaron el museo, donde comprobaron la belleza de la artesanía y escucharon las explicaciones de Claudia, llegaron hasta la pequeña isla de Mazzorbo, cruzando un puente y decidieron ir a comer.
El restaurante resultó ser propiedad de un tío de ambos chicos, que había sido avisado de la visita y tenía todo previsto para la llegada de los cuatro comensales. Era un restaurante pequeño y sin ningún tipo de lujo. La decoración era, al igual que la isla, bastante pintoresca, las pequeñas mesas estaban realizadas con madera proveniente de antiguos botes de pesca y pintadas, al igual que las casas, de diferentes colores, y cubiertas por cristal con bordes de colores (proveniente sin duda de la cercana isla de Murano). La decoración de las paredes se basaba en aperos y fotografías marineras y la especialidad de la casa, sin dudarlo: el pescado. Se dejaron llevar por Claudia y Paolo, y vieron como la mesa se llenaba de diferentes platos para degustar por todos: risotto de pescado (arroz), fritura de pescado, lasaña de pescado, y como platos sin contenido de pescado, el hígado a la veneciana, y la pasta oscura con salsa de pato, todo acompañados por chifelleti (pequeñas medias lunas hechas de harina, patata y huevo) que podían ser tomadas como guarnición o si se espolvoreaban con azúcar o mojaban en miel, se tomaban como postre, según les aclaró Claudia. De postre, como no, el famoso tiramisú, que la tía de ambos chicos elaboraba con maestría y que no era superado por ningún otro en Venecia. Todo regado con un vino blanco excepcional de la región de Soave, y que Richard apuntó en su block de notas del móvil para recordarlo, y para terminar licor denominado limoncello, a base de limón, y que la tía de Claudia rebajó con leche condensada para que lo probasen con ese dulzor. Como les había dicho la chica, les encantó comer allí.
Salieron de Burano en dirección a Murano, guardando en sus retinas y en la cámara de fotos, las luces y contrastes de color de aquella preciosa isla.
Cuando iban acercándose a la isla Claudia, comenzó a explicarles la historia de la misma:
- La artesanía del cristal no comenzó en esta isla, sino en Venecia. Pero las casas eran de madera, y el calor necesario para convertir el cristal en su forma líquida, provocaban incendios que se propagaban con rapidez y causaban grandes pérdidas materiales en Venecia, estos continuos desastres obligaron a las autoridades a prohibir los talleres y se trasladaron a la cercana isla de Murano, esto ocurrió hace más de 800 años, desde entonces Murano se ha convertido en el referente mundial de cristal de calidad. Y aquí visitaremos un artesano, para que veáis como hace alguna pieza, le llamé esta mañana y nos dejará visitarle, normalmente las visitas sólo se hacen por las mañanas, pero le conozco y no ha puesto ningún problema, además veremos como da clase a su nieto. No creo que nos de tiempo a visitar el museo, pero si quiero que veáis la Basílica de Santa Maria, una de las más antiguas de las islas y la iglesia de San Pedro Mártir con obras de Tintoretto.
- Veo que no nos darás tregua – le dijo riendo Richard – yo quería hacer algunas compras.
- No hay problema, tendremos tiempo, os llevaré a los artesanos que yo considero más creativos, uno de ellos es el que visitaremos y otro de ellos es un joyero.
Hicieron las visitas a las iglesias y al artesano, quedaron absortos mirando como apenas un muchacho de unos catorce años daba forma a una masa de cristal líquido con las instrucciones que su abuelo le daba, hizo una pieza que Claudia les dijo era sencilla, un sujeta velas redondo, para poder hacerlo había soplado por el interior del tubo. Ahora el muchacho haría una figura de un caballo. Notaron en sus caras el calor que los hornos desprendían, pensaron en la cantidad de quemaduras que la sola salpicadura del líquido podía causar en un descuido. El muchacho sostenía el palo largo y hueco en la mano, lo metió en el horno girándolo continuamente y saco un trozo de masa, fue dando vueltas al mismo, y con una herramienta parecida a unas largas pinzas, iba pellizcando la masa, y estirando poco a poco las partes que pellizcaba y dándoles forma rápidamente. En ningún momento dejaba de dar vueltas al tubo, apoyado sobre un soporte, empezó con la forma de la cabeza del caballo, y el cuello, su abuelo le indicaba como debía estirar y pellizcar, y él lo hacía hábil y rápidamente, pellizcó y estiro para darle formas a las patas delanteras, girando y girando, doblando las mismas para que el caballo adquiriese posición rampante, volviendo a pellizcar para formar las manos del caballo y siguió con las patas traseras, y cuando las tenía hechas, estiró hábilmente la pieza para separar la forma del caballo del resto de la masa y al hacerlo dio forma a la cola, y con unas grandes tijeras cortó para separarlo, dejándolo sobre una pequeña mesa y poniéndolo en pie giró ligeramente la cabeza del caballo… toda la obra la realizó en minutos… Richard pidió a Claudia comprar aquella pieza.
Les gustaron muchos de los trabajos, pero la fragilidad del cristal y el viaje que aún les quedaba, les echó para atrás en la compra de piezas grandes, sin embargo, si que adquirieron piezas más pequeñas, Kate no lo dudo y compró un elefante que haría compañía a los que ya tenía sobre su mesa de trabajo. Pequeñas bandejas multicolor, bolas para colocar velas, un perfumero para Martha, marcos para fotografías, marca páginas… todo fue comprado y aislado con papel de burbuja para que no sufriera durante el largo viaje… decidieron visitar al joyero, donde Richard dijo que le enseñasen colgantes, pulseras, anillos, broches y pendientes, engarzadas con todo tipo de materiales (oro, plata, cuero…)
- ¿No crees son demasiadas cosas? – Le preguntó Kate
- No, ya verás como no es así… Martha, Alexis, Lanie, Jenny, Harry incluso voy a llevarle algo a Gates…
Kate le dijo algo al oído a Claudia sin que Richard la viese y Claudia le pidió a Kate en voz alta que la acompañase para que viese otro artesano mientras Richard se decidía. Kate le dijo fuera de la joyería que quería comprar algo para Richard sin que el la viese, y que necesitaba o que le distrajese o que lo comprase por ella.
- Creo que hay algo que el joyero no tiene expuesto y puede que te guste para él. Se lo diré para que te lo enseñe e intentaré que Paolo le distraiga cuando lleven los paquetes a la lancha – le dijo llamando a Paolo, será mejor que no volvamos ahora o sospechará.
Consiguieron distraer a Richard dándole tiempo a Kate para que entrase a la joyería y efectivamente, lo que el joyero le enseñó le pareció el regalo ideal para él.
En un rato atardecería y Claudia dijo que ahora tendrían que ir al otro lado de Venecia, a la zona de Zattere, para que pudiesen observar el magnifico atardecer que se observaba desde allí. Cuando llegaron, el espectáculo de luces, nubes y colores reflejados en las mismas les pareció indescriptible, Kate no paraba de hacer fotos y Claudia les hizo varias con ese fondo.
Anocheció y tal y como la chica les había dicho, ahora lo indicado era dar un paseo por el gran canal. Paolo quitó el techo de la lancha para que ellos pudiesen mirar sin estorbos y se encaminó despacio hacía el canal, le pidió a Claudia que les sirviese champagne, y les dejaron solos en la parte trasera de la lancha.
El paseo era increíble. Las luces que iluminaban los edificios se reflejaban en el agua, iluminando los edificios tanto por arriba como por la parte de abajo con el reflejo del agua. Recorrían el gran canal muy despacio, deslizándose suavemente, sin prisa. Ambos estaban callados, sus dedos entrelazados, miraban todo a su alrededor. Era maravilloso estar allí. Pasaron por el puente Rialto, que Kate fotografió varias veces, y tras hacerlo, Claudia le pidió la cámara y Paolo paró la lancha para que les pudiese hacer una fotografía con el puente iluminado de fondo. Cuando llegaron al final del gran canal, Claudia les preguntó si querían ir a su hotel o cenarían en alguna parte. Ambos se miraron y dijeron al unísono
- Al hotel…
Claudia asintió y volvieron a hacer el recorrido a la inversa, igualmente despacio, y esta vez ella iba nombrando los edificios a ambos lados, los años de su construcción, su uso, anécdotas…
Les dejaron en el embarcadero del hotel, dando al botones todas las bolsas con las compras hechas en Murano, y se despidieron de ellos. Claudia les dio un mapa de Venecia, en el que había señalado un par de recorridos. Algunos de los edificios señalados en el mapa los habían visto desde la lancha.
- Os recomiendo que visitéis la zona de Castello les dijo señalándola en el mapa, perderos por sus calles, disfrutar Venecia.
Pidieron la cena para tomarla en la terraza como el día anterior. Hoy estaban realmente cansados.
- Hoy me muero por un baño – dijo Kate
- Te da tiempo mientras suben la cena ¿te importa si me ducho mientras tomas tu baño?
Ella le sonrío en silencio
- El baño es enorme no voy a molestarte – ella le asintió, y a él le pareció un gran paso.
Cuando ambos estaban en el baño, ella en la bañera y el en la ducha, Richard le preguntó
- ¿Qué te ha parecido el día de hoy?
- Me ha parecido increíble, Burano me ha sorprendido, me ha encantado.
- Ya solo nos queda mañana y nos iremos a Delfos – le dijo mientras cerraba los grifos y sacaba la mano para alcanzar el albornoz.
- ¿Me gustará Delfos?
- Espero que si, pero también visitaremos Atenas, en Delfos estaremos solo un día- se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla – sigue relajándote, voy a llamar a Alexis antes que me olvide…
Salió del baño y ella le oyó hablar con su hija. Recostó la cabeza en la toalla sobre la bañera. Podría estar allí durante horas, cerro los ojos y se relajó, oyendo los ruidos de los camareros que traían la cena, la conversación de Richard con su madre, y luego silencio… hasta que la boca de él en su oído la susurró
- Te amo Kate – ella abrió los ojos y le miró sonriendo
- Y yo a ti, Rick.
- Vamos preciosa, la cena esta lista…
Una vez más, disfrutaban de tiramisú de postre y ella le preguntó
- ¿Alexis todavía esta en Los Ángeles?
- Si, pero dice que no aguantará mucho a su madre… volverá a Nueva York cualquier día de estos. Dice que le enviemos fotos al móvil, se muere por venir a Venecia – ella tomó nota, lo haría.
- ¿Y Martha?
- Esta muy ocupada con sus clases. Ambas me han dicho que te mandaban besos ¿te los doy ahora o prefieres…? – ella le miró divertida…
- Con todo el tiramisú que llevas hoy, creo que mejor que los des ahora- el soltó una carcajada
Después de tomar un café tranquilo en la terraza, y después de los cuatro o cinco bostezos que se le escaparon a Kate, él se levantó dándole la mano
- Vamos… estas cansada
Ella se levantó y el la cogió en brazos entrando así con ella en la habitación.
- Olvidaba que tengo algo para ti – le dijo mientras él la dejaba sobre la cama
- Ah ¿si? ¿Qué es? – ella se inclinó y cogió una bolsa que había escondido bajo la cama
- Ábrelo
Sacó dos paquetes del interior de la bolsa, ella le indicó que abriese primero el más grande y obedeció rompiendo el envoltorio. Apareció un bonito cilindro de plata grabado con dibujos de hojas…
- Wow… como mola – dijo llevando uno de los extremos a su ojo y el otro extremo apuntando a la luz y empezó a girarlo para ver como los cristales multicolores del interior formaban dibujos simétricos – me encanta
- Me recordó a ti en cuanto lo vi, es lo más apropiado para tu edad mental – le dijo riendo
- Siempre me gustaron los caleidoscopios ¿sabes? Tenía uno de niño y me pasaba las noches girándolo con una linterna en el otro extremo, viendo como formaba distintos dibujos… es muy imaginativo… me encanta Kate.
- Abre el otro….
- Veamos…
- Pero con cuidado cariño, es delicado – le dijo al ver como rompía bruscamente el papel, él paró en seco al oírla y la miro
- Te quiero –ella se sonrojó, sabía que había parado por la palabra y no por romper el regalo
- Lo sé… -le dijo en un susurro- ábrelo vamos…
Dentro del paquete había dos más pequeños, uno alargado y fino, otro más pequeño y rechoncho. Abrió el alargado y descubrió una pluma de cristal de colores con el plumín de oro, sus ojos se iluminaron… era perfecta… ¿de donde la había sacado que él no la había visto por ningún lado? El otro paquete era el tintero a juego, de cristal con la bisagra y las patas de oro. Era un regalo perfecto.
- Kate ¡me gusta mucho! – le dijo acercando su cara y besándola – me encantan las dos cosas – le dijo en su boca
Guardó los regalos y apagó la luz de la habitación, metiéndose en la cama y abrazándola por la espalda. La besaba el cuello y le acariciaba despacio, muy suavemente, sin ninguna intención. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a la escasa luz que entraba desde la terraza y cuando vio que era suficiente, la cogió de la muñeca y le puso la pulsera que había comprado para ella
- Yo también te he comprado algo
Ella notó la pulsera, y encendió la luz para poder verla. Era una tira de cuero morado con una enorme perla de color violeta, dos cuentas cilíndricas de cristal con dibujos en los mismos tonos morados y un pequeño corazón de plata.
Ella no dijo nada, él la había visto mirar la pulsera cuando entró a la joyería. Apagó la luz y se lanzó a su boca.
- Me mimas demasiado señor Castle… podría llegar a mal acostumbrarme..
- Te quiero demasiado señora C…
No pudo acabar la frase, ella le había tapado la boca con la suya…
Horas después él fue el primero en despertar, tenía razón Kate cada vez que se quejaba, la abrazaba con demasiada fuerza. La liberó del fuerte abrazo, aflojándolo pero sin soltarla, despegándose un poco de su cuerpo notando al hacerlo la pérdida de calor que aparecía en las zonas donde sus pieles habían estado en contacto. Besó su hombro y aspiró el aroma de su piel. No olía a cerezas, fuese lo que fuese lo que le causaba aquel aroma, no lo había llevado en su viaje. Aun así, le encantaba su olor.
- Pareces un depredador olisqueando su próxima pieza – le dijo ella
- Buenos días, no sabía que estabas despierta – le dijo riendo con la comparación
- No lo estaba, creo que al final me he acostumbrado a que me agobies y me he despertado al sentirme libre.
- Llevo diciéndotelo años, no puedes vivir sin mi inspectora… ¿Qué clase de depredador? ¿un gran tigre siberiano? – ella comenzó a reír y se dio la vuelta para mirarle
- No estaba precisamente pensando en un tigre siberiano… - le dijo poniendo su dedo sobre la nariz de él
- Hum… algo más pequeño… ¿un rápido y hábil guepardo detrás de una gacela quizás?
- Yo más bien veo un pequeño “gatito” – le dijo marcando las silabas – aprendiendo a cazar
- Hey, quedamos que no volverías a llamarme gatito, me lo debes… y ¿Qué es eso de aprendiendo? – le dijo lanzándose sobre ella..
Su último día en Venecia lo invirtieron en andar y andar por la ciudad, siguiendo los consejos de Claudia, perdiéndose y disfrutando de las calles y canales, de las gentes y los aromas, de la belleza y el silencio de aquella zona, guardando todo en su memoria y en la cámara de fotos todo cuanto podían. Compraron recuerdos en una calle comercial y comieron en una pequeña trattoria que encontraron por casualidad escondida en una pequeña calle y en la que disfrutaron de la mejor pizza que habían probado nunca, y para variar, allí tomaron de postre pandoro con licor y helado.
Empezaba a anochecer y no sabían como volver al hotel, decidieron que lo mejor sería llamar a Paolo, al que le bastaron quince minutos, como les había dicho el primer día, para encontrarles y recibirles en la lancha, sin el techo y con una botella de champagne bañándose en hielo esperándoles.
- ¿Un último paseo por el gran canal y rodeando la isla para despedirse de Venecia? –Les preguntó y ellos asintieron
Si el gran canal les parecía bonito de noche, rodear la isla era increíble, cuando llegaron a la altura de la plaza de San Marcos, de camino a su hotel le pidieron a Paolo que parase para que les hiciese una fotografía, y decidieron que bajarían allí y andarían hasta su hotel. Se despidieron de Paolo hasta la mañana siguiente, que les llevaría al aeropuerto, y decidieron volver a la terraza del primer día para cenar cualquier cosa y volver al hotel para descansar, haciendo mil fotos a la plaza y Kate le envió varias a Alexis a su móvil, que la contestó de inmediato, pidiéndola alguna de ambos.
Cuando volvieron a su suite no fueron capaces de hacer otra cosa que ducharse e irse a dormir, ni siquiera prepararon las maletas, lo harían por la mañana.
Despertaron con la suficiente antelación para poder recoger y prepararse mientras desayunaban por última vez en aquella terraza de maravillosas vistas.
- Volveremos algún día – le dijo él abrazándola por la espalda mientras ella apoyada en la barandilla contemplaba las vistas memorizándolas – te lo prometo.
Ella se dio la vuelta, acariciándole la cara y disfrutando de la sonrisa de él.
- Te tomo la palabra.
- Siempre cumplo mis promesas…
- Mientras no me des tu palabra de boy scout claro…. - y él soltó una carcajada.
Ya en el avión, después de despedirse de Paolo y de Claudia, que había querido acompañarles hasta el aeropuerto y les dio mil explicaciones sobre la historia de la laguna de Veneto y les insistió para que volviesen en otra ocasión, les regaló un libro sobre Venecia, en el que figuraba su nombre como colaboradora y les dijo que era para que no olvidasen aquellos días y sus largas explicaciones, regalo que a ambos les hizó mucha ilusión.
Colocaron todas las bolsas con regalos que habían comprado en un pequeño mueble que les dijo la auxiliar y que podía quedarse allí hasta su regreso a Nueva York, pues el avión estaba a disposición únicamente del escritor.
- Supongo que esta exclusividad te costará tener que hacer algo que no quieras ¿verdad? – preguntó ella.
- Bueno… eso era algo de lo que tenía que hablarte…
- Oh, no… ¿Qué tendrás que hacer ahora? – le dijo arqueando sus cejas un poco enfadada.
- Tan solo serán un par de horas…
- Dispara…
- Me podrás acompañar
- Castle… pierdo la paciencia…
- Tranquila Kate, es solo una firma de autógrafos en una librería..
- ¿Dónde? ¿En Atenas?
- Si…
- ¿Te han traducido al griego?
- ¿Lo puedes creer? – dijo él con voz infantil
- Vaya… que famoso se ha vuelto señor Castle…
- Si no quieres que te responda, no me llames así… - le dijo sonriéndola
Y ella se puso roja…
- Abróchense los cinturones por favor– les dijo la azafata – vamos a despegar, estaremos en Atenas en dos horas.
**********************
FIN DEL CAPITULO 32
G R A C I A S por llegar hasta aqui.
No sé si estoy llevando todo esto muy lentamente... ¿es asi?
CAPITULO 32
Una vez más ella despertaba prisionera entre los brazos y las piernas de Richard. Se dio la vuelta como pudo entre sus brazos para quedar frente a él que aún dormía profundamente. Acarició su cara muy despacio. Él le había dicho el día anterior que estaba cansado y debía de ser así, puesto que no se había despertado con su movimiento. Aún era de noche fuera, aún quedaba tiempo para que él siguiese durmiendo. Le encantaba mirarle. Su cara era de profunda paz. No pudo evitar acercar su cara y besarle superficialmente en los labios. El día de ayer había sido toda una sorpresa ¿Qué más era capaz de hacer Rick por ella?, recordó sonriendo el álbum de fotografías. Era increíble que hubiese pensado en eso. ¿De donde había salido ese hombre y como era posible que tras dos matrimonios y tantas relaciones aún estuviese soltero? Si en todas las relaciones que había tenido se había comportado así, como lo había estado haciendo con ella, no entendía como le podían haber dejado escapar. Desde luego ella no tenía esa intención. Su mente se nubló por un momento, quizá fuese él quien se aburría de todas las mujeres con las que había estado ¿lo haría también con ella?
Ella recordó sus anteriores relaciones. Nunca se había enamorado con tanta madurez como lo había hecho con él. Le admiraba desde que era adolescente, la conquistó desde el primer día que le vio en persona firmando autógrafos y se enamoró de él en aquella fiesta a la que ella fue para llevarle a comisaría, aunque en aquel momento no se había dado cuenta, ahora lo sabía y durante cuatro años había ido alimentando y consolidando ese amor, aunque entre medias hubiese tenido varias relaciones, no eran más que entretenimientos e intentos fallidos de olvido, y miedos, todos sus miedos.
Y ahí estaba él, abrazándola cada noche durante las dos últimas semanas, mimándola, adelantándose a todos sus deseos y caprichos ¿Qué podía hacer ella frente a aquel despliegue de medios por parte de él? Ella no tenía ni su fama, ni su dinero, ni sus contactos… ni él podría sentirse impresionado, ya lo tenía todo… ¿Qué podía hacer para demostrarle lo que sentía sin necesidad de hacerlo con nada material? No pudo resistirse y volvió a besarle
- Te amo Rick
El abrió los ojos sonriendo
- Extraña manía esa tuya de decirme cosas que quiero oír, sólo cuando estoy dormido.
Ella le cerró la boca con la suya.
- No estarías tan dormido si lo has oído. ¿Has descansado? Aún no es de día puedes seguir durmiendo.
- ¿Qué si he descansado? ¿Por qué lo preguntas pillina?
- Oh vamos, no seas bobo, ayer estabas muy cansado.
- Kate, venga ¡por un día que trabajes solo tú! …
Ella le dio un palmetazo en el pecho y él agarró su mano y buscó la otra, cogiendo ambas por las muñecas y girándose, obligándole a ella a tumbarse de espaldas y colocándose encima, inmovilizándola, subió sus manos sujetándolas sobre la almohada y pegando su nariz a la de ella le dijo:
- ¿Qué si he descansado? Compruébalo tu misma….
Un par de horas después, el reflejo de la luz sobre el mar se dibujaba en la pared de la habitación. Kate abrió los ojos y se descubrió durmiendo sobre el pecho de Richard. Por la ventana semi abierta entraba una cálida brisa. Se acomodó en su pecho, subiendo su cara y metiendo su nariz en el cuello de él, moviéndola y acariciándole con ella.
- Haga el calor que haga, la punta de tu nariz siempre está helada – le dijo él acariciando su cintura y cerrando su abrazo – me encanta que hagas eso.
- Buenos días señor Castle…
- Oh, es verdad… buenos días señora Castle – le dijo riendo y al ver como ella fruncía el ceño– hey hey yo no tuve la culpa en nada de eso yo reserve para dos a mi nombre, fueron ellos quienes dedujeron, soy inocente.
- Claro!! me apuesto a que al llamar preguntaste por la reserva de la suite nupcial.
Ella fingió sentirse enfadada, y el fingió que no se había dado cuenta que ella fingía su enfado…
- ¿Qué tienes planeado hoy? – le preguntó
- Nada, hoy eliges tú… ¿Qué te apetece?
Ella guardó silencio durante unos segundos.
- ¿Qué te parece si llamamos a Claudia y que nos recomiende? Es más, podíamos pedirle que nos guiase.
- Me parece bien… voy a pedir que nos suban el desayuno.. ¿te apetece algo en especial?
- Café… y lo que tu quieras…
Mientras desayunaban en la terraza, Richard llamó a Claudia y ella les propuso visitar las islas de Burano y Murano, no tan transitadas como Venecia, pero igualmente de encantadoras, o bien un itinerario para realizar por la mañana y podían realizar la visita a alguna de las dos islas por la tarde, y desde luego, un paseo por la noche por el gran canal. Cuando Richard le dijo que si les guiaba, ella aceptó encantada, pero necesitarían alquilar un transporte si elegían visitar las islas, a lo que él les dijo que no había problema, que tenían contratado un servicio las 24 horas. Le dijo que la llamaría en cuanto decidiesen donde ir.
- Qué prefieres ¿visitar las islas de Burano y Murano o más edificios aquí?
- Humm.. – dijo ella echando un vistazo a una revista del hotel con información para los turistas – creo que estaría bien salir de Venecia, mira que fotos más bonitas de Burano – le dijo mostrándole la revista.
- Perfecto, así podré comprar algún recuerdo de cristal a mis chicas favoritas en Murano.
Volvió a llamar a Claudia y le preguntó donde podrían recogerla y a que hora. Ella se lo indicó y Richard llamó a Paolo.
Una hora más tarde, recogían a Claudia en la dirección indicada y se sorprendían cuando Paolo y Claudia se saludaban como viejos amigos.
- En realidad Paolo y yo somos primos. De haber sabido que era vuestro chófer, le habría dicho que pasase a recogerme a mi primero.
Decidieron primero ir a Burano, según iban acercándose a la isla descubrieron que las casas estaban pintadas cada una de un color…
- Están pintadas así para que antiguamente, los marineros las pudiesen distinguir desde sus botes y supiesen llegar a ellas los días de niebla. En la actualidad, están obligados a pintarlas para conservar sus colores. Como veréis el contraste de colores las hace bellas y únicas – les explicó Claudia – si queréis hacer fotografías es el lugar idóneo.
- ¿Qué veremos en esta isla? – preguntó Kate
- Oh, bueno, la verdad es que no tiene mucho más que su campanario inclinado, el museo del encaje, las artesanas del encaje… pero os encantará descubrir que apenas llegan turistas hasta aquí y podemos recorrer sus calles y canales llenos de tranquilidad… además, si os parece bien, comeremos en un restaurante que Paolo y yo conocemos bastante bien… os aseguro que os encantará comer allí.
Claudia no les había mentido, la isla, pequeña, era muy pintoresca por sus casas de colores, Kate se entretuvo haciendo decenas de fotografías a cada momento, o posando para que Claudia se las hiciese a ambos juntos, el reflejo de las casas en los canales, y la maravillosa luz del mediterráneo, hacía que el lugar fuese un perfecto escenario para la fotografía. Se respiraba tranquilidad en comparación a la abarrotada Venecia, pararon en una casa cercana, donde una mujer ya entrada en años, realizaba encajes en la puerta de la casa y se quedaron observando la destreza de la mujer. Hicieron fotografías del campanario inclinado, aunque Claudia les explico que al contrario que la torre de Pizza, el campanario estaba inclinado por la cesión del suelo y no por la arquitectura. Visitaron el museo, donde comprobaron la belleza de la artesanía y escucharon las explicaciones de Claudia, llegaron hasta la pequeña isla de Mazzorbo, cruzando un puente y decidieron ir a comer.
El restaurante resultó ser propiedad de un tío de ambos chicos, que había sido avisado de la visita y tenía todo previsto para la llegada de los cuatro comensales. Era un restaurante pequeño y sin ningún tipo de lujo. La decoración era, al igual que la isla, bastante pintoresca, las pequeñas mesas estaban realizadas con madera proveniente de antiguos botes de pesca y pintadas, al igual que las casas, de diferentes colores, y cubiertas por cristal con bordes de colores (proveniente sin duda de la cercana isla de Murano). La decoración de las paredes se basaba en aperos y fotografías marineras y la especialidad de la casa, sin dudarlo: el pescado. Se dejaron llevar por Claudia y Paolo, y vieron como la mesa se llenaba de diferentes platos para degustar por todos: risotto de pescado (arroz), fritura de pescado, lasaña de pescado, y como platos sin contenido de pescado, el hígado a la veneciana, y la pasta oscura con salsa de pato, todo acompañados por chifelleti (pequeñas medias lunas hechas de harina, patata y huevo) que podían ser tomadas como guarnición o si se espolvoreaban con azúcar o mojaban en miel, se tomaban como postre, según les aclaró Claudia. De postre, como no, el famoso tiramisú, que la tía de ambos chicos elaboraba con maestría y que no era superado por ningún otro en Venecia. Todo regado con un vino blanco excepcional de la región de Soave, y que Richard apuntó en su block de notas del móvil para recordarlo, y para terminar licor denominado limoncello, a base de limón, y que la tía de Claudia rebajó con leche condensada para que lo probasen con ese dulzor. Como les había dicho la chica, les encantó comer allí.
Salieron de Burano en dirección a Murano, guardando en sus retinas y en la cámara de fotos, las luces y contrastes de color de aquella preciosa isla.
Cuando iban acercándose a la isla Claudia, comenzó a explicarles la historia de la misma:
- La artesanía del cristal no comenzó en esta isla, sino en Venecia. Pero las casas eran de madera, y el calor necesario para convertir el cristal en su forma líquida, provocaban incendios que se propagaban con rapidez y causaban grandes pérdidas materiales en Venecia, estos continuos desastres obligaron a las autoridades a prohibir los talleres y se trasladaron a la cercana isla de Murano, esto ocurrió hace más de 800 años, desde entonces Murano se ha convertido en el referente mundial de cristal de calidad. Y aquí visitaremos un artesano, para que veáis como hace alguna pieza, le llamé esta mañana y nos dejará visitarle, normalmente las visitas sólo se hacen por las mañanas, pero le conozco y no ha puesto ningún problema, además veremos como da clase a su nieto. No creo que nos de tiempo a visitar el museo, pero si quiero que veáis la Basílica de Santa Maria, una de las más antiguas de las islas y la iglesia de San Pedro Mártir con obras de Tintoretto.
- Veo que no nos darás tregua – le dijo riendo Richard – yo quería hacer algunas compras.
- No hay problema, tendremos tiempo, os llevaré a los artesanos que yo considero más creativos, uno de ellos es el que visitaremos y otro de ellos es un joyero.
Hicieron las visitas a las iglesias y al artesano, quedaron absortos mirando como apenas un muchacho de unos catorce años daba forma a una masa de cristal líquido con las instrucciones que su abuelo le daba, hizo una pieza que Claudia les dijo era sencilla, un sujeta velas redondo, para poder hacerlo había soplado por el interior del tubo. Ahora el muchacho haría una figura de un caballo. Notaron en sus caras el calor que los hornos desprendían, pensaron en la cantidad de quemaduras que la sola salpicadura del líquido podía causar en un descuido. El muchacho sostenía el palo largo y hueco en la mano, lo metió en el horno girándolo continuamente y saco un trozo de masa, fue dando vueltas al mismo, y con una herramienta parecida a unas largas pinzas, iba pellizcando la masa, y estirando poco a poco las partes que pellizcaba y dándoles forma rápidamente. En ningún momento dejaba de dar vueltas al tubo, apoyado sobre un soporte, empezó con la forma de la cabeza del caballo, y el cuello, su abuelo le indicaba como debía estirar y pellizcar, y él lo hacía hábil y rápidamente, pellizcó y estiro para darle formas a las patas delanteras, girando y girando, doblando las mismas para que el caballo adquiriese posición rampante, volviendo a pellizcar para formar las manos del caballo y siguió con las patas traseras, y cuando las tenía hechas, estiró hábilmente la pieza para separar la forma del caballo del resto de la masa y al hacerlo dio forma a la cola, y con unas grandes tijeras cortó para separarlo, dejándolo sobre una pequeña mesa y poniéndolo en pie giró ligeramente la cabeza del caballo… toda la obra la realizó en minutos… Richard pidió a Claudia comprar aquella pieza.
Les gustaron muchos de los trabajos, pero la fragilidad del cristal y el viaje que aún les quedaba, les echó para atrás en la compra de piezas grandes, sin embargo, si que adquirieron piezas más pequeñas, Kate no lo dudo y compró un elefante que haría compañía a los que ya tenía sobre su mesa de trabajo. Pequeñas bandejas multicolor, bolas para colocar velas, un perfumero para Martha, marcos para fotografías, marca páginas… todo fue comprado y aislado con papel de burbuja para que no sufriera durante el largo viaje… decidieron visitar al joyero, donde Richard dijo que le enseñasen colgantes, pulseras, anillos, broches y pendientes, engarzadas con todo tipo de materiales (oro, plata, cuero…)
- ¿No crees son demasiadas cosas? – Le preguntó Kate
- No, ya verás como no es así… Martha, Alexis, Lanie, Jenny, Harry incluso voy a llevarle algo a Gates…
Kate le dijo algo al oído a Claudia sin que Richard la viese y Claudia le pidió a Kate en voz alta que la acompañase para que viese otro artesano mientras Richard se decidía. Kate le dijo fuera de la joyería que quería comprar algo para Richard sin que el la viese, y que necesitaba o que le distrajese o que lo comprase por ella.
- Creo que hay algo que el joyero no tiene expuesto y puede que te guste para él. Se lo diré para que te lo enseñe e intentaré que Paolo le distraiga cuando lleven los paquetes a la lancha – le dijo llamando a Paolo, será mejor que no volvamos ahora o sospechará.
Consiguieron distraer a Richard dándole tiempo a Kate para que entrase a la joyería y efectivamente, lo que el joyero le enseñó le pareció el regalo ideal para él.
En un rato atardecería y Claudia dijo que ahora tendrían que ir al otro lado de Venecia, a la zona de Zattere, para que pudiesen observar el magnifico atardecer que se observaba desde allí. Cuando llegaron, el espectáculo de luces, nubes y colores reflejados en las mismas les pareció indescriptible, Kate no paraba de hacer fotos y Claudia les hizo varias con ese fondo.
Anocheció y tal y como la chica les había dicho, ahora lo indicado era dar un paseo por el gran canal. Paolo quitó el techo de la lancha para que ellos pudiesen mirar sin estorbos y se encaminó despacio hacía el canal, le pidió a Claudia que les sirviese champagne, y les dejaron solos en la parte trasera de la lancha.
El paseo era increíble. Las luces que iluminaban los edificios se reflejaban en el agua, iluminando los edificios tanto por arriba como por la parte de abajo con el reflejo del agua. Recorrían el gran canal muy despacio, deslizándose suavemente, sin prisa. Ambos estaban callados, sus dedos entrelazados, miraban todo a su alrededor. Era maravilloso estar allí. Pasaron por el puente Rialto, que Kate fotografió varias veces, y tras hacerlo, Claudia le pidió la cámara y Paolo paró la lancha para que les pudiese hacer una fotografía con el puente iluminado de fondo. Cuando llegaron al final del gran canal, Claudia les preguntó si querían ir a su hotel o cenarían en alguna parte. Ambos se miraron y dijeron al unísono
- Al hotel…
Claudia asintió y volvieron a hacer el recorrido a la inversa, igualmente despacio, y esta vez ella iba nombrando los edificios a ambos lados, los años de su construcción, su uso, anécdotas…
Les dejaron en el embarcadero del hotel, dando al botones todas las bolsas con las compras hechas en Murano, y se despidieron de ellos. Claudia les dio un mapa de Venecia, en el que había señalado un par de recorridos. Algunos de los edificios señalados en el mapa los habían visto desde la lancha.
- Os recomiendo que visitéis la zona de Castello les dijo señalándola en el mapa, perderos por sus calles, disfrutar Venecia.
Pidieron la cena para tomarla en la terraza como el día anterior. Hoy estaban realmente cansados.
- Hoy me muero por un baño – dijo Kate
- Te da tiempo mientras suben la cena ¿te importa si me ducho mientras tomas tu baño?
Ella le sonrío en silencio
- El baño es enorme no voy a molestarte – ella le asintió, y a él le pareció un gran paso.
Cuando ambos estaban en el baño, ella en la bañera y el en la ducha, Richard le preguntó
- ¿Qué te ha parecido el día de hoy?
- Me ha parecido increíble, Burano me ha sorprendido, me ha encantado.
- Ya solo nos queda mañana y nos iremos a Delfos – le dijo mientras cerraba los grifos y sacaba la mano para alcanzar el albornoz.
- ¿Me gustará Delfos?
- Espero que si, pero también visitaremos Atenas, en Delfos estaremos solo un día- se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla – sigue relajándote, voy a llamar a Alexis antes que me olvide…
Salió del baño y ella le oyó hablar con su hija. Recostó la cabeza en la toalla sobre la bañera. Podría estar allí durante horas, cerro los ojos y se relajó, oyendo los ruidos de los camareros que traían la cena, la conversación de Richard con su madre, y luego silencio… hasta que la boca de él en su oído la susurró
- Te amo Kate – ella abrió los ojos y le miró sonriendo
- Y yo a ti, Rick.
- Vamos preciosa, la cena esta lista…
Una vez más, disfrutaban de tiramisú de postre y ella le preguntó
- ¿Alexis todavía esta en Los Ángeles?
- Si, pero dice que no aguantará mucho a su madre… volverá a Nueva York cualquier día de estos. Dice que le enviemos fotos al móvil, se muere por venir a Venecia – ella tomó nota, lo haría.
- ¿Y Martha?
- Esta muy ocupada con sus clases. Ambas me han dicho que te mandaban besos ¿te los doy ahora o prefieres…? – ella le miró divertida…
- Con todo el tiramisú que llevas hoy, creo que mejor que los des ahora- el soltó una carcajada
Después de tomar un café tranquilo en la terraza, y después de los cuatro o cinco bostezos que se le escaparon a Kate, él se levantó dándole la mano
- Vamos… estas cansada
Ella se levantó y el la cogió en brazos entrando así con ella en la habitación.
- Olvidaba que tengo algo para ti – le dijo mientras él la dejaba sobre la cama
- Ah ¿si? ¿Qué es? – ella se inclinó y cogió una bolsa que había escondido bajo la cama
- Ábrelo
Sacó dos paquetes del interior de la bolsa, ella le indicó que abriese primero el más grande y obedeció rompiendo el envoltorio. Apareció un bonito cilindro de plata grabado con dibujos de hojas…
- Wow… como mola – dijo llevando uno de los extremos a su ojo y el otro extremo apuntando a la luz y empezó a girarlo para ver como los cristales multicolores del interior formaban dibujos simétricos – me encanta
- Me recordó a ti en cuanto lo vi, es lo más apropiado para tu edad mental – le dijo riendo
- Siempre me gustaron los caleidoscopios ¿sabes? Tenía uno de niño y me pasaba las noches girándolo con una linterna en el otro extremo, viendo como formaba distintos dibujos… es muy imaginativo… me encanta Kate.
- Abre el otro….
- Veamos…
- Pero con cuidado cariño, es delicado – le dijo al ver como rompía bruscamente el papel, él paró en seco al oírla y la miro
- Te quiero –ella se sonrojó, sabía que había parado por la palabra y no por romper el regalo
- Lo sé… -le dijo en un susurro- ábrelo vamos…
Dentro del paquete había dos más pequeños, uno alargado y fino, otro más pequeño y rechoncho. Abrió el alargado y descubrió una pluma de cristal de colores con el plumín de oro, sus ojos se iluminaron… era perfecta… ¿de donde la había sacado que él no la había visto por ningún lado? El otro paquete era el tintero a juego, de cristal con la bisagra y las patas de oro. Era un regalo perfecto.
- Kate ¡me gusta mucho! – le dijo acercando su cara y besándola – me encantan las dos cosas – le dijo en su boca
Guardó los regalos y apagó la luz de la habitación, metiéndose en la cama y abrazándola por la espalda. La besaba el cuello y le acariciaba despacio, muy suavemente, sin ninguna intención. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a la escasa luz que entraba desde la terraza y cuando vio que era suficiente, la cogió de la muñeca y le puso la pulsera que había comprado para ella
- Yo también te he comprado algo
Ella notó la pulsera, y encendió la luz para poder verla. Era una tira de cuero morado con una enorme perla de color violeta, dos cuentas cilíndricas de cristal con dibujos en los mismos tonos morados y un pequeño corazón de plata.
Ella no dijo nada, él la había visto mirar la pulsera cuando entró a la joyería. Apagó la luz y se lanzó a su boca.
- Me mimas demasiado señor Castle… podría llegar a mal acostumbrarme..
- Te quiero demasiado señora C…
No pudo acabar la frase, ella le había tapado la boca con la suya…
Horas después él fue el primero en despertar, tenía razón Kate cada vez que se quejaba, la abrazaba con demasiada fuerza. La liberó del fuerte abrazo, aflojándolo pero sin soltarla, despegándose un poco de su cuerpo notando al hacerlo la pérdida de calor que aparecía en las zonas donde sus pieles habían estado en contacto. Besó su hombro y aspiró el aroma de su piel. No olía a cerezas, fuese lo que fuese lo que le causaba aquel aroma, no lo había llevado en su viaje. Aun así, le encantaba su olor.
- Pareces un depredador olisqueando su próxima pieza – le dijo ella
- Buenos días, no sabía que estabas despierta – le dijo riendo con la comparación
- No lo estaba, creo que al final me he acostumbrado a que me agobies y me he despertado al sentirme libre.
- Llevo diciéndotelo años, no puedes vivir sin mi inspectora… ¿Qué clase de depredador? ¿un gran tigre siberiano? – ella comenzó a reír y se dio la vuelta para mirarle
- No estaba precisamente pensando en un tigre siberiano… - le dijo poniendo su dedo sobre la nariz de él
- Hum… algo más pequeño… ¿un rápido y hábil guepardo detrás de una gacela quizás?
- Yo más bien veo un pequeño “gatito” – le dijo marcando las silabas – aprendiendo a cazar
- Hey, quedamos que no volverías a llamarme gatito, me lo debes… y ¿Qué es eso de aprendiendo? – le dijo lanzándose sobre ella..
Su último día en Venecia lo invirtieron en andar y andar por la ciudad, siguiendo los consejos de Claudia, perdiéndose y disfrutando de las calles y canales, de las gentes y los aromas, de la belleza y el silencio de aquella zona, guardando todo en su memoria y en la cámara de fotos todo cuanto podían. Compraron recuerdos en una calle comercial y comieron en una pequeña trattoria que encontraron por casualidad escondida en una pequeña calle y en la que disfrutaron de la mejor pizza que habían probado nunca, y para variar, allí tomaron de postre pandoro con licor y helado.
Empezaba a anochecer y no sabían como volver al hotel, decidieron que lo mejor sería llamar a Paolo, al que le bastaron quince minutos, como les había dicho el primer día, para encontrarles y recibirles en la lancha, sin el techo y con una botella de champagne bañándose en hielo esperándoles.
- ¿Un último paseo por el gran canal y rodeando la isla para despedirse de Venecia? –Les preguntó y ellos asintieron
Si el gran canal les parecía bonito de noche, rodear la isla era increíble, cuando llegaron a la altura de la plaza de San Marcos, de camino a su hotel le pidieron a Paolo que parase para que les hiciese una fotografía, y decidieron que bajarían allí y andarían hasta su hotel. Se despidieron de Paolo hasta la mañana siguiente, que les llevaría al aeropuerto, y decidieron volver a la terraza del primer día para cenar cualquier cosa y volver al hotel para descansar, haciendo mil fotos a la plaza y Kate le envió varias a Alexis a su móvil, que la contestó de inmediato, pidiéndola alguna de ambos.
Cuando volvieron a su suite no fueron capaces de hacer otra cosa que ducharse e irse a dormir, ni siquiera prepararon las maletas, lo harían por la mañana.
Despertaron con la suficiente antelación para poder recoger y prepararse mientras desayunaban por última vez en aquella terraza de maravillosas vistas.
- Volveremos algún día – le dijo él abrazándola por la espalda mientras ella apoyada en la barandilla contemplaba las vistas memorizándolas – te lo prometo.
Ella se dio la vuelta, acariciándole la cara y disfrutando de la sonrisa de él.
- Te tomo la palabra.
- Siempre cumplo mis promesas…
- Mientras no me des tu palabra de boy scout claro…. - y él soltó una carcajada.
Ya en el avión, después de despedirse de Paolo y de Claudia, que había querido acompañarles hasta el aeropuerto y les dio mil explicaciones sobre la historia de la laguna de Veneto y les insistió para que volviesen en otra ocasión, les regaló un libro sobre Venecia, en el que figuraba su nombre como colaboradora y les dijo que era para que no olvidasen aquellos días y sus largas explicaciones, regalo que a ambos les hizó mucha ilusión.
Colocaron todas las bolsas con regalos que habían comprado en un pequeño mueble que les dijo la auxiliar y que podía quedarse allí hasta su regreso a Nueva York, pues el avión estaba a disposición únicamente del escritor.
- Supongo que esta exclusividad te costará tener que hacer algo que no quieras ¿verdad? – preguntó ella.
- Bueno… eso era algo de lo que tenía que hablarte…
- Oh, no… ¿Qué tendrás que hacer ahora? – le dijo arqueando sus cejas un poco enfadada.
- Tan solo serán un par de horas…
- Dispara…
- Me podrás acompañar
- Castle… pierdo la paciencia…
- Tranquila Kate, es solo una firma de autógrafos en una librería..
- ¿Dónde? ¿En Atenas?
- Si…
- ¿Te han traducido al griego?
- ¿Lo puedes creer? – dijo él con voz infantil
- Vaya… que famoso se ha vuelto señor Castle…
- Si no quieres que te responda, no me llames así… - le dijo sonriéndola
Y ella se puso roja…
- Abróchense los cinturones por favor– les dijo la azafata – vamos a despegar, estaremos en Atenas en dos horas.
**********************
FIN DEL CAPITULO 32
G R A C I A S por llegar hasta aqui.
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Lento???? ES PERFECTOOOOOOO
Excelente las visitas y descripcion. Venecia tiene ese encanto que te obloga a volver y Rick lo hara
Tiene fans en grecia???? Jaaa es mi idolo!!!
Y YO SOY TU FAN
QUIERO GRECIA QUE NUNCA FUI!!!!
Excelente las visitas y descripcion. Venecia tiene ese encanto que te obloga a volver y Rick lo hara
Tiene fans en grecia???? Jaaa es mi idolo!!!
Y YO SOY TU FAN
QUIERO GRECIA QUE NUNCA FUI!!!!
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Acabo de leer los dos últimos capítulos y me han encantado. Para mi no va lenta la historia, es solo que lo describes todo muy detalladamente, tanto que me han entrado unas enormes ganas de volver a Venecia.
Me gusta como llevas la relación entre ellos, es dulce sin resultar empalagosa, y eso que a mi me gusta lo pasteloso y empalagoso
Regalarle un caleidoscopio a Castle, me ha parecido una idea genial, siempre me gustaron esos chismes.
Me gusta como llevas la relación entre ellos, es dulce sin resultar empalagosa, y eso que a mi me gusta lo pasteloso y empalagoso
Regalarle un caleidoscopio a Castle, me ha parecido una idea genial, siempre me gustaron esos chismes.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Llego un poco tarde, pero es lo que tiene el verano! mil gracias por seguir!!!
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Lo del caleidoscopio...es sencillamente sensacional. Yo tengo uno, y aún me gusta estar un buen rato con él, dandole vueltas viendo sus dibujos simétricos de colores.
Felicidades el fic resulta muy ameno y desde luego muy bien documentado.
Felicidades el fic resulta muy ameno y desde luego muy bien documentado.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
¡me encanta tu fic y lo bien que escribes! por favor SIGUE.
rikala- Escritor - Policia
- Mensajes : 2043
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Localización : Conquistando el mundo ù.ú
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Para nada estás llevando el fic lentamente, es un gusto que dediques un capítulo completo para el viaje de la pareja por Venecia, es una maravilla leer como describes cada parte de Venecia, las islas, la artesanía de la zona, los lugares para ver, yo que no he tenido aun la suerte de haber podido estar en Italia me imagino cada zona y es como si la estuviera viendo. Es un placer leerte y para nada siento que lo estés llevando lento. Me encanta el regalo de Beckett a Castle, sin duda se nota que lo conoce muy bien, tanto en su faceta infantil como en la madura. Castle como siempre no puede perder la ocasión de mimarla, que lujo tener a alguien asi jaja A ver que hace la pareja ahora en Atenas, porque viendo como ha sido su paso por Venecia, el de Atenas tiene pinta de ser tan bueno como su paso por Italia.
Magnífico Anver, continualo pronto
Magnífico Anver, continualo pronto
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Gracias a tod@s por leer.
A quienes aburran mis parrafadas, les advierto que este capítulo es el doble de largo de los últimos, puesto que salgo de vacaciones y he querido dejar uno algo más largo....
Gracias por soportar lo que a mi me parece lentitud, y de la que no soy capaz de sacar a los personajes...
CAPITULO 33
Llegaron al aeropuerto de Atenas dos horas después. Las instalaciones eran muy modernas.
- El aeropuerto será lo más moderno que veras en este país – le dijo él con razón, pues había sido inaugurado en el 2001 – Grecia son restos de piedras, a las que tendrás que poner imaginación para colocarlas en su sitio y suponer los edificios y monumentos de las que formaban parte.
- ¿Cuándo estuviste aquí?
- Hace cuatro años. Fue el regalo del catorceavo cumpleaños de Alexis. Fue en la época que le dio por querer estudiar todas las culturas clásicas, ella pretendía ir a Egipto o a alguno de los países de Oriente próximo, pero … me pareció menos peligroso traerla aquí.
- ¿Estuvisteis mucho tiempo?
- Diez días… hicimos un recorrido por el Peloponeso, estuvimos en Atenas y después nos fuimos a Mikonos, una pequeña y encantadora isla, a tomar el sol y relajarnos de tanto andar y tanta piedra.
- ¿No te gusto?
- Yo no he dicho eso. Si no me hubiese gustado no estaría aquí ahora ¿no? Alexis quiso ver todo en muy poco tiempo, llevaba preparado todo el viaje, se había estudiado todos los monumentos y sitios que quería ver. Fue un poco agotador, y para nuestro guía Alexis resultó ser una buena alumna, a veces yo me sentía fuera de lugar entre ambos…
- ¿Por qué? ¿era joven y guapo? – ella rio
- Nooo, al contrario…. Parecían nieta aprendiz y abuelo entusiasmado y yo el padre aburrido… Lástima que Michael haya vuelto a Seattle, de lo contrario nos habría guiado en Atenas. Es Estadounidense, un apasionado de Grecia, se vino a vivir aquí y trabajaba de guía de habla inglesa, cuando intenté contactar con él me dijo que se volvió a Seattle hace año y medio… se ha jubilado. Pero me ha dado el nombre de otro guía. Le llamare esta tarde. Mira, ahí esta nuestro chófer…
Ella miró hacía donde señalaba él. Un corpulento hombre de tez morena y oscuro pelo sostenía un cartel en el que se podía leer “Señor y señora Castle”
- ¿Otra vez? – le dijo ella leyendo el cartel
- Yo … no tengo la culpa, te lo prometo… no es cosa mía, el chófer lo ha contratado Paula, le pedí que me hiciese el favor…
Ella no le dijo nada más. Entendía que era normal la confusión, y empezaba a resultarle agradable que lo hiciesen. El chófer se hizo cargo del equipaje y les guio hasta el Mercedes que tenía aparcado en la zona vip del aeropuerto. Les indicó que tardarían media hora en llegar hasta el hotel.
- ¿Con que hotel me vas a sorprender aquí? – él la miró sonriendo
- Ya lo verás.
Llegaron al King George Hotel Palace. De nuevo, ella vio que Richard había reservado un hotel de lujo. Pero no se imaginaba lo que venía a continuación. Entraron en la recepción, aquel hotel era mucho más grande que el anterior, pero ella entendió que el espacio disponible de construcción era también mayor que el de Venecia.
- ¿Hotel spa? – le preguntó y el asintió sonriendo…
- Y esta tarde tenemos reserva…
- ¿Ya tienes todos los planes hechos? ¿Cuándo los vas a compartir conmigo?
- En cuanto subamos a la habitación – le susurró al oído mientras colocaba sus codos sobre el mostrador de recepción.
En cuanto Kate oyó las palabras “suite presidencial” sus ojos se alzaron mientras giraba su cabeza. Castle no tenía remedio. ¿No le habría bastado con reservar una habitación estándar? Viendo como era aquel hotel, podía imaginar las dimensiones y el lujo de la “suite presidencial”.
- Vamos al ascensor – le dijo divertido
Entraron al ascensor y él introdujo la llave magnética de la habitación en una ranura al lado del panel electrónico, ella observa el panel, y ve que en el mismo no figura el piso noveno, que es el que esta indicado como destino.
Cuando las puertas del ascensor se abren, ella descubre que están directamente en la habitación. Richard cogío su mano, sabiendo que le podía caer una buena bronca, pero a él le encantaban ese tipo de exclusividades y queria compartirlas con ella.
- Vamos – le dice tirando de ella
- Esto es demasiado Castle…
- Déjate llevar Kate…
Solamente el salón en el que estaban era más grande que el piso de Kate. La decoración, una vez más y como en Venecia, era la típica clásica europea, pero la suite era realmente enorme. Allí se podía dar una fiesta para medio centenar de personas tranquilamente, una gran mesa para ocho comensales, sillones, varias chimeneas, un despacho, cuartos de baño para los visitantes, puertas por todas partes… él colocó su mano en el picaporte de una gran puerta, mirándola
- Bueno y esta es la habitación – le dijo mientras abría la puerta y le mostraba otro enorme salón con chimenea, sillones y un gran ventanal.
Ella entró en silencio, mirando a su alrededor. Vio sus maletas junto a una doble puerta entreabierta, se acercó y descubrió la enorme cama, y un ventanal con una puerta de cristal. Le miró mientras la abría, él sonreía sabiendo lo que iba a encontrar detrás. Ella salió a una enorme terraza, lo primero que vio fue una piscina y más allá….
- Es el Parthenon… - le dijo él abrazándola por la espalda – según se mueva el sol su color cambiará por el reflejo.
- ¿No crees que te has pasado?
- No. Fue aquí donde estuve con Alexis. En la otra parte de la suite hay dos habitaciones más. ¿Por qué no iba a poder volver? ¿No te gusta?
- Me estoy empezando a acostumbrar al lujo
- Yo no le veo ningún problema a eso…
- Claro… recuérdame que te enseñe una de mis nóminas…
Él guardó silencio, le hubiese gustado decirle que sólo tenía que contestar afirmativamente a una pregunta para que no tuviese que preocuparse por su nómina. Pero temía asustarla y prefirió el silencio y darle un beso en la mejilla.
- ¿Me vas a contar ya cuales son tus grandes planes para hoy?
- Ah, si… lo olvidaba. ¿Has traído por casualidad ese bañador que tenías en Los Ángeles?
- ¿Por qué iba a hacerlo? Íbamos a Londres…
- Yo tampoco tengo, vamos, tenemos que ir a comprarnos uno, esta tarde tenemos spa…
- Y ¿nada más? ¿solo el spa?
- No. Vamos a comprar y volvemos al hotel a comer, después tengo la firma… serán dos horas en una librería cercana, y luego volveremos para el spa y cenaremos en la terraza… - le dijo besando su nuca.
- ¿Hoy es la firma?
- Le dije a Paula que prefería que fuese el primer día, así nos dejaba el resto del tiempo totalmente libre. ¿te enfadas?
- Si, me enfado- ella se zafó de su abrazo, poniéndose frente a él y cruzando sus brazos sobre el pecho
- Vamos Kate…sólo serán dos o tres horas. Y vendrás conmigo ¿verdad? Es trabajo Kate..
- Sé que es trabajo Richard – realmente tenía que estar enfadada, le estaba llamando como su madre – no me molesta tu trabajo, me molesta que no me lo digas… ¿Por qué?
- Bueno… en Londres pareció molestarte bastante…
- Oh Richard – otra vez le llamaba así – en Londres no me molestó tu trabajo… sabes de sobra que fue lo que me molestó… ¿Me vuelves a esconder algo otra vez?
- Nooooo, no Kate, te juro que es una simple firma, tu estarás delante.
- Más te vale –le dijo clavando su dedo índice sobre el torso de él con fuerza – que sea una simple firma.
Él la cogió de la mano con la que ella le amenazaba, sujetándola por la muñeca y dando un suave tirón, haciendo que ella se desequilibrase por no esperarlo y se inclinase sobre él, que aprovecho hábilmente para besarla.
- ¿Podemos ir ya a comprar esos bañadores?
- ¿Puedo elegir el tuyo?
- Sólo si yo también puedo elegir el tuyo
- Ni lo sueñes
- Pues no hay trato inspectora.
- Me asusta saber que tipo de bañador elegirás… espero que no sea de esos minúsculos y ajustados…
- Has dado en el clavo – le dijo poniendo voz infantil exageradamente.
Fueron a una zona comercial cercana que les recomendó una de las recepcionistas del hotel, Richard empezó a opinar sobre el tipo de prenda que debía elegir y ella se cansó y le dijo que iría por su cuenta. Y quedaron en una plaza central de la zona media hora más tarde.
Cuando Richard llegó a la plaza, veinticinco minutos más tarde, ella estaba allí escribiendo algo en su móvil.
- ¿Ya estas aquí? – le dijo sorprendido - ¿Has comprado algo? – ella le mostró una bolsa y elevó sus cejas
- ¿Cuánto tiempo necesitas tu para comprar un bañador Castle?- él miró su reloj
- Veinte minutos, creo – le dijo y ella extendió sus manos preguntándole el porqué de su asombro
- Tenía claro lo que venía a buscar – le dijo ella.
- Sólo espero que no hayas comprado el primero que vieses- masculló entre dientes
- No te he entendido… - le mintió sonriendo sin que el la viese
- Nada, que estoy deseando verte… ¿vamos a comer?
- Si, por favor, estoy hambrienta.
Volvieron al hotel y dejaron las bolsas con los bañadores en la habitación, y salieron hacía el restaurante del hotel. Les dirigieron a una mesa en la terraza del restaurante, cubierta con grandes sombrillas y desde donde se observaba la Acrópolis con el Parthenon presidiendo. Les dejaron la carta y ella le dijo
- Elige tú… -le dijo sin molestarse en abrirla
- ¿Estás segura? – le dijo él sin levantar la mirada de la carta
- No conozco la comida griega… -el la miró
- No quiero quejas…
- No las tendrás… tengo hambre – él le hizo una señal al metre
Él pidió una degustación de “mezze” (entrantes típicos entre los que figuran empanadas de queso y espinacas, hojas de parra envolviendo arroz, bolas de carne picante, y varias salsas espesas para untar de diferentes gustos), una ensalada (con pepino, cebolla, aceitunas, alcaparras y queso feta) y mousaka (especie de lasagna de berenjena, tomate y carne picada de cordero con salsa bechamel)
El camarero les explicó en que consistían los mezze cuando los depositó sobre la mesa, detallándoles los ingredientes de las diferentes salsas y sus nombres. Richard le advirtió que no comiese el tzatziki y ella le miró interrogante…
- Yogurt con pepino y ajo… mucho ajo… si quieres comer hazlo pero no se te ocurra besarme hasta mañana…
Ella le sonrió y cogió un trozo de pan de pita, untándolo con una buena cucharada de tzatziki…
- Tranquilo… no te besaré – lo harás tú pensó ella- esta muy bueno, dijo cuando se tragó lo que tenía en la boca ¿estas seguro que no quieres un beso? – él la miró negando con la cabeza.
Todo lo que comieron a ella le gustó, le pareció diferente.
- ¿Te ha gustado? – ella asintió – pues espera los postres… - y pidió una degustación para compartir.
Los postres eran yogurt con miel y nueces, pastelitos de hojaldre con miel y frutos secos denominados baclawas, una tarta de nombre casi impronunciable (galaktoboureko) de pasta filo (harina, aceite, sal y agua) rellena de vainilla, pastel de nueces en un licor dulce (karidopita) y empanadillas de cabello de ángel (calabaza tratada con azúcar) y frutos secos.
Después de probarlos todos, ella comentó divertida
- Tendrás que hacer mucho ejercicio para rebajar la cantidad de calorías que acabamos de ganar con estos postres…
- ¿Yo? ¿sólo yo? ¿y tú? Has comido más que yo
- Ah, no .. yo me lo puedo permitir… tu estas algo… ¿fondón? – le dijo riendo
- Ya… pues se me esta ocurriendo un ejer
- Para Rick, tzatziki ¿recuerdas? – y él la miró entrecerrando los ojos mientras ella reía.
Media hora más tarde salieron del hotel dando un paseo hasta la librería en la que Richard tenía comprometida la firma. Al llegar, rápidamente los encargados de marketing del evento le reconocieron y le llevaron hasta la mesa donde un traductor le ayudaría con sus lectores que ya hacían cola con el último libro de Richard en las manos. Ella comprobó que el grupo de lectores era variado en sexo y edad. Él la sonrió y le dijo algo a uno de los encargados de marketing, que a su vez se dirigió a un empleado de la librería acercándose a ella de inmediato y mostrándole una mesa de lectura cercana donde podía sentarse durante el tiempo que estuviese allí, e invitándole a recorrer con total libertad la librería y ojear cualquier libro que fuese de su agrado, le ofreció la prensa extranjera, y ella le solicitó cualquier periódico de Estados Unidos, le entregaron tres y ella se sentó para ponerse al día sobre las noticias de su país. Cuando llevaba allí más de una hora, el mismo empleado que la había atendido antes, se acercó hasta la mesa acompañando a un hombre que tomó asiento frente a ella.
- Kalispera – le dijo el hombre
Ella levantó la vista del periódico, supuso que la saludaba. Le sonrió y se excusó en inglés.
- Lo siento, no hablo griego – le dijo ruborizándose levemente.
- Ah! ¿americana? – le contestó y ella asintió – buenas tardes… kalispera – le dijo para que ella le entendiese
- Buenas tardes… ka… ¿kalispera? – él asintió sonriendo
- No esta mal para decirlo por primera vez- le tendió la mano – Aris Tavalas- se presentó- un placer
Ella le tendió la mano y le dijo su nombre. Le miró tranquilamente, los griegos tenían una belleza singular. Hombres muy corpulentos, de tez algo oscura y cabellos y ojos a juego, fuertes narices que acompañaban a marcadas mandíbulas. Ella calculó que debía de rondar los cuarenta años. En conjunto aquel hombre le parecía muy atractivo, no era guapo, o a ella no se lo parecía, pero poseía ese atractivo de belleza tosca, sin pulir.
- ¿Y puedo preguntar que hace una americana que no habla griego sentada en una librería de Atenas? – le dijo sonriéndola sin apartar sus ojos de los de ella.
- ¿Leer el New York Times? – le contestó preguntando y él soltó una sonora carcajada.
- ¿De veras?
Ella se giró mirando a Richard, que firmaba un ejemplar a un señor entrado en años. Él hombre siguió su mirada.
- Vaya… ¿La mujer del famoso Richard Castle? – ella le miró divertida
- No – le contestó sin saber muy bien como definirse
- No me digas que entonces eres…. ¿Tal vez su musa? ¿Nikki Heat? – le preguntó asombrado y ella asintió.
El lanzó un pequeño silbido. Y ella volvió a sonrojarse.
- Entiendo perfectamente que escriba sobre ti… vaya, vaya, la musa del escritor que me ha desbancado de los libros más vendidos en mi propio país…
- ¿Eres escritor?
- Vaya… y por lo que veo nada conocido en Estados Unidos – dijo riendo
- Lo siento
- No, no… es lógico, lo increíble sería triunfar en un país tan grande como el suyo y con tan grandes autores querida Katherine –le dijo mirando hacía Castle
- Kate, puedes llamarme Kate.
- Vamos a hacer de rabiar un poco a tu escritor y por dejar sola a su preciosa musa y por quitarme momentos de gloria a mi y salgamos a la cafetería de al lado a tomar un café – le dijo tendiéndole su mano
Kate lo pensó unos segundos… le apetecía un café y miró a Richard que seguía sonriendo y firmando autógrafos… ¿quería firmas no? pues que tuviese firmas… le dio la mano a Aris que le ayudo a levantarse y se encaminaron a la puerta de la librería
- Señor Tavalas ¿se marcha? – le preguntó el empleado que había acompañado a Kate.
- Voy a por un café ¿algún problema?
- En treinta minutos empieza su firma… - Aris miró hacia la mesa que le señalaba el empleado
- ¿Ve usted alguien esperando con mi libro en la mano? – le preguntó
- No, pero…
- Puedo ausentarme a tomar un café, supongo… ¿verdad?, puede ir a buscarme a la cafetería de al lado si llega una sola persona y no se pone en la cola para que le firme Richard Castle– le dijo seguro - ¿Vamos Kate?
En el mismo momento que decía esto, le puso la mano en la espalda mientras le abría la puerta, un gesto amable que Richard observándolo desde su mesa no entendió igual, cambiándole la cara por completo.
- ¿Cómo quieres el café? – le dijo a Kate - ¿estilo griego o americano?
- ¿Cómo es el café aquí?
- Fuerte, con posos y mucho azúcar… hay que saborearlo a sorbos cortitos si no quieres masticarlos
- Creo que prefiero americano…
- Confieso que yo también – y dirigiéndose en griego al camarero le pidió los cafés - ¿Y cuanto tiempo llevas en Atenas? – ella miró el reloj de su padre
- Creo que unas seis horas.
- Y la primera vez que vienes ¿verdad? – Ella asintió – Aún no te puedo preguntar si te gusta mi país…
- Te puedo decir que me gusta vuestra comida…
- Eso me alegra…
Estuvieron hablando amistosamente durante más de treinta minutos, tras los cuales, Aris dijo
- Volvamos antes que vengan a llevarme por las orejas… Yo creo que ya le habremos dado suficientes celos a tu escritor, así aprenderá a no volver a dejarte sola mientras alardea entre sus fans.
- ¿Y la señora Tavalas? ¿Dónde esta?
- Humm.. en casa supongo…
- ¿Supones?
- Bueno, a su edad mi madre se enfadaría si yo la controlase… es la única señora Tavalas que conozco
Kate entró en la librería buscando con la mirada a Richard, y descubrió su enfado… la miró serio y volvió a sus fans, ella vio como sonreía en exceso a una joven. Kate sabía que lo hacía a propósito y sonrío sin que él la viese.
- Señor Tavalas – le dijo el empleado de la librería – sus lectores le esperan.
- Kate… ha sido un placer compartir un café contigo – le dijo tendiéndole la mano para despedirse.
Kate volvió a la mesa con su New York Times y entonces se le ocurrió algo
- Disculpe… ¿Aris Tavalas ha publicado en inglés? – le preguntó al empleado
- Si, por supuesto… ¿me acompaña?
Kate descubrió que eran varios los libros traducidos a su idioma y ella se decidió por el último publicado, se dirigió al empleado y le pidió que se lo cobrase, a lo que el empleado se negó, quitando el sensor de seguridad y metiéndolo en una bolsa que le entrego a Kate.
- Regalo de la casa, nos alegra que quiera conocer a nuestros escritores.
Kate se lo agradeció y fue hacía la mesa de Aris Tavalas, donde hizo cola tras una docena de lectores y cuando le tocó el turno, él la miró sonriendo y le cogió el libro en silencio, ella no pudo ver lo que escribía y él le lo entrego con un guiño.
- Espero que te guste… Gracias por leerlo
Kate le devolvió la sonrisa y se alejó del escritor abriendo la tapa del libro y leyendo:
Espero que el señor Castle se haya enfadado al menos un poco, ya no sólo por robarle unos minutos a su bella acompañante, si no por quitarle también una de sus lectoras… Gracias por la compañía Kate
Cuando Richard terminó de firmar a sus lectores, Kate, que le esperaba sentada en la mesa, ya había echado un vistazo a los periódicos, y estaba jugueteando con su móvil, levantó la vista y se cruzó con la mirada seria de él dirigiéndose hacía ella.
- ¿Ya has acabado Rick?
- Si. ¿Podemos irnos?
- Te estaba esperando.
Salieron de la librería en silencio. El la agarró de la mano, con fuerza.
- Vas a cortar la circulación de mi mano – le dijo ella
- Lo siento – le contestó soltando su mano y apretando el paso
- ¿Qué pasa ahora Rick?
- Dímelo tú, yo estaba trabajando – ella le cogió del brazo haciéndole parar.
Él la miro muy serio, y vio que los ojos de ella tenían el brillo de estar divirtiéndose a su consta. Ella soltó una pequeña risotada
- Pero vamos a ver Castle…. ¿yo no te dije una vez que era chica de un único escritor?
- Te voy a matar Kate… - y ella comenzó a reír viendo su cara, y él se contagió de su risa, agarrándola por la cintura y besándola.
- ¿Y tú no dijiste que no me besarías hasta mañana? – le preguntó riendo de nuevo
- Cállate Kate – le dijo pegado a sus labios.
Llegaron al hotel y fueron a su habitación para cambiarse antes de ir al spa y relajarse. Kate salió del baño envuelta en el albornoz sin dejar que él viese que bañador había elegido. Ella sonrío sin que él lo notase…
- Bonito bañador Rick… – era un bañador tipo bóxer, algo más largo, con la parte delantera de color azul celeste una pierna, roja la otra, y la trasera azul marino.
- No puedo decir lo mismo… ¿te quitas el albornoz y doy mi opinión?
- Vamos Rick, es sólo un bañador ¿Qué pretendes ver que según tú no hayas memorizado ya?
Volvieron a la habitación dos horas más tarde, tranquilos y relajados después de haber recibido los masajes del agua.
- Aún es pronto para cenar. Vamos a ver como anochece desde la piscina – le propuso Richard – verás que cambio de colores del Parthenon
- Espérame fuera, voy primero al baño…
Richard se metió en la piscina y se sentó en un escalón situado de forma que se podía admirar el Parthenon, que en ese momento reflejaba una brillante luz amarilla. Pensó que era el momento de cobrarse uno de sus dos sueldos de secretario que ella le debía en esa piscina. No podía creer como Kate había elegido un bañador tan simple y básico, de color negro, cruzado en la espalda… le había sorprendido y no precisamente fue una sorpresa grata… y él sabía porque lo había hecho.
- ¿Cómo esta el agua Rick? – él se giró para mirarla
- Perfec…- no acabo la palabra, la miraba mientras ella dejaba caer el albornoz y descubría un bikini en tonos marrón y verde oscuro, que a él le recordó a la “Jane” de Tarzán, pues su diseño era imitando restos de ropa y cubría escasamente sus pechos, la parte de abajo, era como una minúscula falda hecha jirones, con un costado mucho mas corto que otro, haciendo aún más largas sus piernas, su pelo, medio rizado por la humedad del spa, completaba el aspecto salvaje de Kate, y él pensó que no podría cohibirse…
- No te he oído Rick…
- Perfecta, el agua esta perfecta… - le dijo tendiéndole la mano para ayudarla a entrar – y tú deslumbrante…
El volvió a observar como Kate cubría con su brazo la cicatriz de su costado… La obligo a sentarse entre sus piernas, apoyando su espalda en el pecho de él y la rodeó con sus brazos.
- Kate recuerdas que me debes dos sueldos de secretario ¿verdad? – le dijo en su oído
- ¿Aquí Rick? Sé que dijiste que no te los cobrarías en una cama… ¿aquí?
- Y no los voy a cobrar en una cama Kate… no es eso… - la apretó contra su cuerpo – me dijiste que como yo quisiera, y yo quiero que hagas algo…
- ¿Qué? – el comenzó a besarle el cuello
- No me gusta ese bañador negro que has comprado para que nadie pueda verte, ni resisto que te escabullas de la cama tapándote con la sábana – ella iba poniéndose seria, y el seguía besando su cuello – odio que no me dejes mirarte desnuda cuando hay luz… y no soporto como intentas esconder esa cicatriz bajo tu brazo …
Ella tensó su cuerpo y el la apretó aún más contra él, no quería que saliese huyendo, y siguió besando su cuello, subiendo hasta su oreja y susurrándole al oído e intentando trasmitirle todo su amor con el contacto de sus pieles
- Cuando lleguemos a casa iremos a un cirujano plástico, no por mi, porque yo no veo ningún defecto en ti, eres perfecta, pero quiero que vayamos por ti… te amo Kate, pero no quiero verte así… no quiero que huyas de mi, ni que te cubras con bañadores para que nadie te vea y si no eres capaz de ver que a mi no me importa lo más mínimo esa cicatriz, entonces iremos a ese cirujano y lo resolveremos ¿vale? Los dos. Ese cirujano lo arreglará… es bueno, lo puede asegurar Martha Rodgers y su troupe fatal.
Kate empezó a temblar… agachó la cabeza y él observó como había comenzado a llorar. Él sabía que era un momento duro para ella, al igual que lo estaba siendo para él, pero tenía que dar ese paso, él no quería que ella viviese con ese complejo que la reprimía. Fue soltando poco a poco su abrazo, y la obligó a girarse y sentarse a horcajadas sobre él. Pasó una mano a su espalda y con la otra levantó su barbilla hasta obligarla a mirarle a los ojos.
- ¿Kate?
Él había dado en el punto vulnerable. Aquella maldita cicatriz era enorme, una enorme costura mal remendada que marcaba su costado. No le había importado durante mucho tiempo… lo más importante fue recuperarse, con el invierno quedaba oculta por la ropa, hasta que un día de más calor, probándose una camiseta, se vio frente al espejo y la vio sobresalir de la ropa. Se sintió repulsiva. Había intentado disimularla como podía, tapándose, apagando la luz, apretando su brazo… pero él se había fijado… Sabía que desde que comenzó su relación, unos días antes, esa cicatriz la había limitado y no conseguía superarlo, intentaba a toda costa esconderla de él. Ella no había pensado en cirugía plástica, y él, que sólo la estaba dando caprichos, le estaba pidiendo que lo hiciese… él tenía razón, se podía arreglar…y ella no le iba a negar lo que la pedía, porque no lo pedía por él, sino por ella, por ambos… comprendía que si conseguía superarlo, no se ocultaría más de él.
- Si…
- ¿Kate lo harás por nosotros?
- Si… -le dijo muy bajito mirándole y a él, sus ojos, sus lágrimas y su ronca voz le recordó a la noche que se presentó en su casa, y su estómago le dio un pequeño vuelco
Él la abrazó y dejó que sollozase apoyada en su hombro. Se limitó a acariciarle la espalda, besando suavemente su hombro y su mejilla.
- Kate – le dijo al rato, cuando notó que ella normalizaba su respiración – vamos Kate mi vida, mírame… te amo preciosa…
Ella se separó de su cuerpo despacio, y buscó sus ojos. Cuando el azul intenso de sus pupilas era todo lo que ella veía, se dejó caer en espiral sobre ese color y dejó de pensar en su cicatriz, en la vergüenza que pasaba cada vez que pensaba que alguien se la había visto, en buscar la forma de huir de él… sólo veía unos ojos que la miraban adorándola, y a los que ella amaba más que a cualquier otra cosa que hubiese amado nunca y sólo podía acercarse más a él para besarle.
- Kate, si me miras así, me besas de la manera que lo estas haciendo, sentada sobre mí y rodeado de agua, ¡ufs! y con ese bikini que me ha quitado la respiración, no sé si voy a poder contenerme sin arrancártelo del cuerpo…
Ella le sonrió, calmada ya, sabía que él no buscaba en ese momento tener sexo y se separó de él, sentándose a su lado, él la pasó el brazo por los hombros y la señaló el Parthenon.
- Esa montaña de ahí en frente, donde esta el Parthenon, es la Acrópolis. Es todo un recinto dedicado a los dioses. El Parthenon es el templo dedicado a Atenea Parthenos, la diosa de la que toma nombre esta ciudad, en agradecimiento por ayudar a los atenienses a ganar la guerra contra los guerreros persas. Es de mármol blanco de una cantera del monte Pentélico, muy cerca de Atenas y lo que más me llamó la atención cuando estuve aquí, es como ese mármol refleja la luz y cambia de color según el ambiente… amarillo, naranja, azul… es increíble… y este es un sitio perfecto para ver como lo hace. No me preguntes mucho más, porque no me acuerdo… ya nos lo contarán cuando vayamos a verlo
- ¿Lo visitaremos mañana?
- No, mañana vamos a Delfos, pasaremos el día fuera de Atenas, tenemos un pequeño viaje de unos 200 kilómetros, dejaremos Atenas para pasado mañana.
Se quedaron sentados en el agua, mientras anochecía y tal y como él la dijo, el reflejo del sol en el mármol del monumento, le confería multitud de colores diferentes, que ella no quiso dejar de fotografiar haciendo que Richard fuese a buscar la cámara sin dejar que ella saliese de la piscina…
- Si te veo ahí fuera con ese bikini mojado… saldré a por ti, será mejor que sigas tapada con el agua…
Cuando el sol comenzó a caer y las luces artificiales iluminaron el monumento, Richard decidió que saldría del agua para pedir la cena, y ella le dijo que nadaría un rato. La observaba moverse en el agua mientras se movía por la terraza, con el teléfono inalámbrico pidiendo la cena, y pensó en hacerle una fotografía en el borde de la piscina, con la Acrópolis de fondo que en ese momento estaba iluminado en tonos azules. Colgó el teléfono y se tumbó sobre el borde de la piscina, encuadrando el agua a ras de la cámara, puesto que la piscina estaba a nivel del suelo, movió la cámara hasta ver por el visor que aparecía el Parthenon, en ese momento, Kate había buceado por la piscina y estaba a punto de emerger justo por el lugar que él tenía encuadrado en el visor, él apretó el disparador para hacer una prueba y sin darse cuenta apretó demasiado el mismo, lanzando una ráfaga de fotografías, ella se puso de pie en la piscina que cubría su cuerpo hasta poco más arriba de su cintura y le miró extrañada.
- ¿Qué haces ahí tumbado? – le dijo extrañada
- Wow… creo que la casualidad ha hecho que haya conseguido unas fotografías increíbles… - cogió la cámara y revisó las fotografías que acababa de hacer, parando en una de ellas, en la que la Kate salía del agua despacio, con los ojos abiertos y muy marcado su color verde por la luz del interior de la piscina, el agua justo por debajo de su nariz y un azul Parthenon de fondo… volvió a dejar la cámara en el mismo sitio y la configuró para el auto disparador – no te muevas de ahí Kate – le dijo cogiendo carrerilla y tirándose al agua cayendo casi sobre ella salpicándola, cogiéndola por la cintura y colocándose a su espalda mirando a la cámara – sonrieeee foooooootooooo
Les sirvieron la cena en la terraza, mientras aún estaban en la piscina y cenaron con el albornoz puesto, esta vez Richard había pedido una ligera cena a base de ensalada y pescado al horno (hecho con tomate y limón). La temperatura de Atenas era perfecta, no corría el aire, y el suelo de la terraza aún seguía despidiendo el calor acumulado durante las horas de sol del día. Cuando acabaron de cenar, ella se quedó en silencio un par de minutos
- Voy a ducharme – le dijo – el cloro me seca la piel
El la miró en silencio, asintiendo y siguiendo con sus ojos los de ella mientras se levantaba y se dirigía hacía la habitación. De pronto se paró y se dio la vuelta hacía él, tendiéndole la mano para que la acompañase. Él se quedó inmóvil, paralizado, había desistido en sus intentos por ducharse junto a ella, sabiendo que lo hacía por vergüenza. Ella le miró con ojos apremiantes, comenzando a ruborizarse y sin comprender porque él se demoraba así, su brazo tendido hacía él empezó a temblar ligeramente y cuando urdía una rápida retirada, la mano de él atrapó la suya justo a tiempo, la interrogó con la mirada, y ella dio un paso atrás, tirando de él… solo necesitaba esa respuesta para seguirla hasta el baño, tomar el control y deshacerse, recreándose en el momento, de aquel bikini y hacerle el amor con toda la dulzura, pasión y control de la que fue capaz, conteniendo la lujuria que le provocaba aquel perfecto cuerpo en ese momento y lugar.
Despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por la ventana, y se recreo mirándola sin atreverse a mover un solo músculo, ella dormía con medio cuerpo sobre él, con la cara en su pecho, relajada, los bucles de su pelo le tapaban la mejilla, y él con sumo cuidado los retiró para poder observarla mejor. Sonrió recordando como se enjabonaron mutuamente y una ráfaga de electricidad recorrió su cuerpo, excitándole. Giró su cabeza para comprobar el reloj, tendría que despertarla, en Delfos iba a cobrarse su segundo sueldo. Tenía hilado en su mente como hacerlo, y esperaba con ilusión y ansiedad que saliese como él quería. Acarició con la yema de sus dedos la nariz de ella
- Kate… despierta dormilona
Richard le indicó mientras desayunaban, que hoy se pusiese vaqueros, calzado cómodo y cogiese una cazadora. Ella no le preguntó. Se dejó llevar, confiando cada vez más en él, no necesitaba preguntar, porque no necesitaba respuestas, había aprendido en esos días que todo lo que él hacía era para complacerla, y sobraban las preguntas.
En la recepción del hotel le entregaron unas llaves y un ticket de parking, indicándole como encontrar el vehículo que había alquilado.
- ¿Preparada? – le dijo con una sonrisa de medio lado, que delataba que estaba a punto de demostrarle otra de sus chiquilladas.
- ¿Crees que a estas alturas puedes sorprenderme de nuevo?
Y vaya si la sorprendió. En la plaza de parking que les habían indicado en recepción, no había un coche… era una moto BMW de gran cilindrada, de color granate, con dos cascos del mismo color y relucientes sobre la misma. Él guardó las cosas que llevaban en los maletines laterales.
Él arrancó la moto y configuró el GPS sujeto al manillar, ella subió sentándose detrás de él y antes de ponerse el casco le dijo
- Veamos como conduce Batman… - él reprimió una sonrisa y la abrochó el casco, poniéndose también el suyo
- Depende de cuanto te arrimes a mi, Catwoman – le dijo a través del intercomunicador por bluethoot que llevaban incorporados.
Salieron del hotel siguiendo las indicaciones del GPS, ella observaba en silencio con atención todo a su alrededor. Pasado un rato de silencio él la preguntó
- ¿Qué es lo que más te llama la atención? – le preguntó él
- La luz… y el color… todos los edificios me parecen blancos
- Si, tienes razón… a mi también me lo pareció, pero si te fijas no todos lo son… quizá sea la luz del sol…
Salieron de Atenas, tomando una autopista. Kate observó que a ambos lados de la autopista, desperdigados aquí y allá, sin un orden aparente, aparecían una especie de mini templos sobre postes de un metro de altura aproximadamente. No seguían ni orden ni igualdad en las formas, todos eran diferentes, unos más nuevos, otros más antiguos, algunos pegados a otros, en algunos había flores, en otros no…
Abandonaron la autopista y tomaron una carretera de doble dirección, y los pequeños templos ahora eran más numerosos, sobre todo en algunos puntos, en los que se agolpaban varios.
- Rick ¿Qué son esos templos que se ven en la carretera? – le preguntó
- Ahora te lo enseño – le dijo él aminorando la marcha y preparándose para parar en algún lugar para que ella pudiese verlos de cerca.
Se desvió en un pequeño camino de tierra, cerca de una curva pronunciada y paró la moto, quitándose el casco y esperando a que ella bajase primero. Cuando lo hizo, sin llegar a bajarse de la moto, la agarró por la cintura besándola
- Estaba echando de menos tus labios.
Se acercaron a uno de los pequeños mini templos.
- Son ofrendas, Kate, del superviviente de un accidente en este lugar, agradeciendo haber sobrevivido.
- ¡Vaya! – dijo ella – pues por todos los que hay por la carretera, debe haber muchos accidentes por aquí…
- ¿No has visto lo mal que conducen? – le dijo él riendo… - es más segura la moto, esquivamos los coches con mayor facilidad…
La carretera fue haciéndose más escarpada y sinuosa, ella se abrazó con fuerza a la espalda de Richard, que sonreía con ese contacto.
- Me encanta que hagas eso… nos acercamos a Delfos, estamos en la ladera del monte Parnaso
Ella se fijaba en la vegetación, que ahora era más copiosa, dominada por los olivos y con zonas de abetos, contrastaba bastante con la región más árida y calurosa que habían dejado atrás. Poco a poco, se adentraban en una zona de montaña, de grandes caídas verticales. Ella vio las indicaciones para llegar al santuario de Delfos, y él condujo hasta el parking.
Emprendieron de la mano el pequeño paseo de unos 500 metros y ascendente que separaba el parking del santuario. Altos cipreses rodeaban el camino, que una vez más era dominado por el color blanco de la piedra caliza. El sol caldeaba los cipreses, que emitían su inconfundible aroma. No faltaban turistas subiendo y bajando por el camino, denominado “Vía Sacra” y flanqueado por restos de pequeños edificios para guardar ofrendas y tesoros que enviaron antaño diferentes ciudades griegas como manifestación de su poder y riqueza. De fondo, el continuo y cadente sonido de las ensordecedoras chicharras.
Richard le explicó que aquel lugar era considerado el ombligo del mundo (el centro del mundo) y que era debido a que Zeus, mandó volar a dos águilas desde los dos extremos del mundo y ambas se encontraron allí. Para dejar constancia de eso, una piedra llamada ónfalos, con forma de medio huevo, señala el lugar. Allí mismo Apolo derrotó una serpiente pitón, absorbiendo su sabiduría, y fijó allí su oráculo. Miles de griegos acudían al oráculo buscando respuestas que le daba la pitonisa los días 7 de cada mes y después de hacer un sacrificio en honor a Apolo y pagar tasas. La fe en las respuestas era tal, que cuando no acertaban, lo achacaban a la mala interpretación de las respuestas.
Llegaron hasta lo que había sido el templo de Apolo. Richard le dijo que tendría que imaginar la majestuosidad del templo, viendo únicamente los restos, se apreciaba el suelo de lo que había sido el templo, con algunas columnas aún en pie y otras medio derruidas. A Kate le sorprendió el teatro en semicírculo junto al templo. Él miró a su alrededor, comprobando que en ese momento no había ningún turista cerca y decidió hacer lo que había venido a hacer a Delfos…
- ¿No te sientes como en casa? – le preguntó él y ella le miró sorprendida
- ¿Por qué? – él se echó a reír
- Aquí es donde vivíais antiguamente las musas… - le dijo abrazándola.
- ¿Llegaste hasta aquí en busca de una musa Castle?
- Y resulta que la tenía al lado de casa, en Nueva York… - le dijo besándola lentamente
- ¿Y has venido a por otra? O ¿te sigue sirviendo la misma?
- Soy escritor de una sola musa… - le dijo sonriendo – pero si he venido a por algo.
- ¿Ah si? ¿Qué has venido a buscar?
- No veo ninguna pitonisa… - dijo mirando a su alrededor- y necesito una respuesta ¿quizá puedas ocupar su lugar? al fin y al cabo eres una musa… - ella le miró entrecerrando los ojos
- ¿Una respuesta?
- Si… tengo una pregunta para el oráculo, ya sé que no es día 7, y que no he hecho ningún sacrificio, ni pagado ninguna tasa… pero… tengo un cobro de un sueldo de secretario pendiente y quiero que me respondas… - ella empezó a reírse
- No sé porque, no lo entiendo, pero no dejaras de sorprenderme nunca… - le dijo mirándole y viendo como su cara y sus ojos se tornaban suplicantes y con aire de inocencia, otra vez el gato de Sherk – veamos ¿Qué tienes que preguntar?
Él se tomó unos segundos, cogiendo aire y repasando mentalmente la frase que tenía grabada desde hacía días, y que no quería que saliese de su boca de forma inconsciente y atropellada.
- Quiero saber… si la mujer de la que estoy enamorado si se lo propongo dentro de algún tiempo, digamos unos meses ¿no saldrá corriendo y aceptará casarse conmigo…?
La pregunta la pilló por sorpresa. Imaginaba cualquier pregunta absurda sobre su pasado, alguna duda no resuelta, incluso esperaba que le preguntase cuantos amantes había tenido en su vida… pero… ¿Qué la estaba preguntando realmente? Su corazón empezó a desbocarse, toda la sangre de su cuerpo comenzó a arremolinarse en sus mejillas, quiso bajar sus ojos y mirar al suelo, pero la intensa mirada azul de él se lo impedía, le impedía huir y tenía que hacerle frente…
Él se dio cuenta de su confusión, que él mismo había querido crear y reprimió una sonrisa, ”no te lo estoy pidiendo ahora Kate – se dijo a si mismo mentalmente – solo quiero que sepas que lo haré y que me des un adelanto…” y como todo lo tenía previsto le dijo
- Repetiré la pregunta, puesto que ser musa no es lo mismo que ser pitonisa, ¿La mujer a la que amo, si le doy el tiempo suficiente, confiará en mí y se casará conmigo cuando se lo pida?
Kate intentó relajarse, ahora realmente entendía lo que le estaba preguntando. Sostuvo su mirada, pensando la respuesta adecuada, la que ella quería darle y la que ella quería que entendiese…
- Digamos que … -él se movió inquieto, esperando su respuesta – digamos que los dioses creen que con el tiempo suficiente y el comportamiento adecuado, ellos … ellos te serán… seguramente te serán favorables, aunque… te recuerdan que si la respuesta falla, será que no lo has sabido interpretar bien…
Él soltó una carcajada y ella se contagió de su risa.
- Muy hábil Kate – aunque él también era hábil en la lectura entre líneas y la respuesta era clara.
- ¿Dejarás ya de hacerme chantajes Rick?
- Creo que en eso los dioses no te serán favorables… -le aseguró besándola.
Se quedaron allí, en mitad del teatro durante un rato, haciendo fotos y pensando en silencio, cada uno en lo que el otro le había dicho. Visitaron el pequeño estadio donde se celebraban los juegos píticos, vieron la fuente “castalia” en cuyo arroyo vivían las Musas y las Náyades, y donde los peregrinos se purificaban antes de acceder al templo.
Pasaron un rato en aquel lugar tan mágico, en la ladera de la abrupta montaña, viajando mentalmente a remotos tiempos antiguos, imaginando dioses y musas, atletas griegos luchando por coronas de laurel, y fantaseando sobre las preguntas que atormentaban en aquellos tiempos a los que acudían a aquel lugar en busca de respuestas, imaginando la rivalidad de los distintos pueblos por edificar construcciones y hacer ofrendas a cual más ostentosa para desbancar a sus rivales.
- Vamos al museo, veremos algunas de las ofrendas y una maqueta donde entenderemos todos estos restos.
- Creo que no voy a olvidar nunca este sitio – él la cogió de la mano y comenzaron a andar de vuelta hacía el parking.
Visitaron el pequeño museo, complementando así la visita y entendiendo las edificaciones y viendo el famoso “ombligo del mundo” (la piedra), y la estatua joya del museo “El Aúriga de Delfos” una estatua de bronce a tamaño real que es la representación del cambio de estilo escultórico, donde la estatua cobra más realismo en movimientos y expresión. Llamaba la atención los ojos, realizados con incrustaciones de piedra y que daba la sensación de ser reales, los labios de la estatua, realizados en cobre, la dotaban de color.
Comieron en un pequeño restaurante cercano, eligieron carne de cordero a la brasa (Gyros) en un sándwich con pan de pita y que a ella le recordó a los Kebaks turcos, y Richard le confirmó que eran prácticamente lo mismo, y empanadillas rellenas de queso feta y espinacas, y de postre pidieron pastelitos de miel y frutos secos.
Decidieron volver a Atenas, y él le dio las llaves de la moto a Kate.
- Veamos como conduce Catwoman… - le dijo
- Depende de cómo se pegue a mi espalda Batman – contestó ella mientras dejaba que él le abrochase el casco
Cuando llegaron a Atenas, él decidió ir al monte Likavitos para admirar Atenas desde allí y cenar en el restaurante que él sabía estaba en lo alto de la colina más alta de Atenas.
Kate fue siguiendo las indicaciones del GPS hasta llegar hasta la ladera del monte. Aparcaron y decidieron subir hasta la cima en el funicular.
Cuando llegaron a la cima, fueron hasta el mirador, esperando pacientemente a que los turistas fuesen abandonando el lugar y poder admirar con tranquilidad Atenas. Desde aquel lugar se podía admirar todo Atenas, y más allá el puerto del Pireo y el mar.
Comenzaba a anochecer cuando Richard le dijo que entrasen al restaurante “Orizontes” y solicitó que les sentasen en la mesa que tenía reservada, provocando que Kate le mirase sonriendo.
- ¿Todo previsto?
- Todo no
Les llevaron hasta una mesa situada en la terraza del local, que sólo estaba iluminada por velas, y desde donde se podía admirar la ciudad mejor que desde el mirador donde habían estado anteriormente. Kate recibió un mensaje en su móvil y tomó una fotografía con el mismo enviándola de inmediato. Richard no le preguntó, aunque se moría por ganas de saber de quién seria el destinatario de ese mensaje y de otros muchos que había estado enviando y recibiendo durante los últimos días.
Ella le miró sonriendo, sabía que había despertado su curiosidad, y no le dijo que conocía perfectamente a su interlocutora, esperó a que él se lo preguntase, porque tarde o temprano él no podría contenerse y se lo preguntaría. De nuevo volvió a vibrar el móvil de ella, que se apresuró a leer lo que había recibido mientras él estudiaba la carta.
- Esta vez podrías pedir tú… - le dijo algo molesto viendo como prestaba más atención al móvil que a él.
- Pensaba que no me ibas a dejar nunca… - dejó el móvil y cogió la carta – hum… ensalada de melón con jamón, tomates secos y vinagreta de higos y miel ¿te parece bien?
- Buena elección ¿y que más?
- Pescado… filete de mero con alcaparras y limón –él la miró frunciendo sus labios y ella comenzó a reír
- ¿Qué ocurre Castle?
- Es Alexis… ¿verdad? – le dijo señalando el móvil.
Ella volvió a reír y él cogió su Iphone marcando el número de Alexis
- ¿Conspirando a mis espaldas eh? – le dijo en cuanto ella contestó al teléfono - ¿Dónde estas cariño? ¿Ya estás en Nueva York?
Cenaron admirando las vistas mientras la noche se iba cerrando y las luces de Atenas hacían de aquel lugar un recuerdo inolvidable.
- ¿Te ha dicho Alexis también que postre pedí cuando vinimos?
- No, esta vez quiero tarta de chocolate como la que han pedido ellos – le dijo señalando con la cabeza una mesa cercana – con nueces caramelizadas….
- Eres un poco golosa Kate…
- Tengo que recuperar fuerzas, agotas mis reservas de glucosa…
- Lo tendré en cuenta cuando lleguemos al hotel, hoy quizá acumules azúcar – ella contuvo una sonrisa
- Vale, eso me vendrá bien – le dijo rápidamente y él hizo una pequeña mueca.
Bajaron andando, ella quería dar un paseo, las horas que habían pasado en la moto le habían obligado a forzar los músculos. La bajada era una corta caminata entre vegetación y suave iluminación. El paseo estaba concurrido por jóvenes parejas y turistas que querían admirar la ciudad desde el mirador. Caminaban en silencio, abrazados por la cintura, ella pensando en la pregunta de Richard, y él pensando en la contestación de Kate.
Cuando llegaron al hotel, ella le dijo que tomaría un baño en el jacuzzi, y él aprovecho para llamar al guía con el que visitarían la Acrópolis y para llamar a su madre, cuando acabó con ambas llamadas, y pese al tiempo que había pasado, ella aún no había salido del baño, y él entró para ver si se había quedado dormida.
- ¿Sigues viva o te has disuelto en el agua?
- Se esta muy a gusto aquí. Deberías probarlo.
- ¿Me estas invitando a meterme contigo?
- ¿De verdad necesitas invitación? – sin que ella hubiese acabado la frase, él estaba deshaciéndose de su ropa y entrando en el agua entre las piernas de ella y colocándose de forma que ella le hacía de respaldo.
Cuando él notó que sus manos estaban demasiado arrugadas, se incorporó saliendo del baño y rodeando su cintura con una toalla
- Vamos Kate o acabarás disolviéndote de verdad – le dijo estirando una toalla y esperando a que ella se incorporase para cubrirla
- Creo que me he quedado dormida un par de minutos – dijo saliendo del baño mientras el la rodeaba con la toalla.
Minutos más tarde en la cama él la abrazaba por la espalda y empezaba a besar su cuello, incitándola y coqueteando con su espalda y su nuca
- ¿No habías dicho que hoy dejarías que acumulase reservas de azúcar?
- Mmmmsii – le dijo continuando con su camino de besos
- ¿Entonces? – le contestó girándose levemente hacía él
- Estate quietecita y déjame a mí yo tengo glucosa de sobra... –le dijo mientras con un rápido movimiento la obligaba a ponerse de espaldas sobre la cama colocándose a horcajadas sobre ella y besando el tatuaje que tanto le gustaba…
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FIN DEL CAPITULO 33
G R A C I A S una vez más por leer hasta aqui.
Hasta la vuelta!!!
A quienes aburran mis parrafadas, les advierto que este capítulo es el doble de largo de los últimos, puesto que salgo de vacaciones y he querido dejar uno algo más largo....
Gracias por soportar lo que a mi me parece lentitud, y de la que no soy capaz de sacar a los personajes...
CAPITULO 33
Llegaron al aeropuerto de Atenas dos horas después. Las instalaciones eran muy modernas.
- El aeropuerto será lo más moderno que veras en este país – le dijo él con razón, pues había sido inaugurado en el 2001 – Grecia son restos de piedras, a las que tendrás que poner imaginación para colocarlas en su sitio y suponer los edificios y monumentos de las que formaban parte.
- ¿Cuándo estuviste aquí?
- Hace cuatro años. Fue el regalo del catorceavo cumpleaños de Alexis. Fue en la época que le dio por querer estudiar todas las culturas clásicas, ella pretendía ir a Egipto o a alguno de los países de Oriente próximo, pero … me pareció menos peligroso traerla aquí.
- ¿Estuvisteis mucho tiempo?
- Diez días… hicimos un recorrido por el Peloponeso, estuvimos en Atenas y después nos fuimos a Mikonos, una pequeña y encantadora isla, a tomar el sol y relajarnos de tanto andar y tanta piedra.
- ¿No te gusto?
- Yo no he dicho eso. Si no me hubiese gustado no estaría aquí ahora ¿no? Alexis quiso ver todo en muy poco tiempo, llevaba preparado todo el viaje, se había estudiado todos los monumentos y sitios que quería ver. Fue un poco agotador, y para nuestro guía Alexis resultó ser una buena alumna, a veces yo me sentía fuera de lugar entre ambos…
- ¿Por qué? ¿era joven y guapo? – ella rio
- Nooo, al contrario…. Parecían nieta aprendiz y abuelo entusiasmado y yo el padre aburrido… Lástima que Michael haya vuelto a Seattle, de lo contrario nos habría guiado en Atenas. Es Estadounidense, un apasionado de Grecia, se vino a vivir aquí y trabajaba de guía de habla inglesa, cuando intenté contactar con él me dijo que se volvió a Seattle hace año y medio… se ha jubilado. Pero me ha dado el nombre de otro guía. Le llamare esta tarde. Mira, ahí esta nuestro chófer…
Ella miró hacía donde señalaba él. Un corpulento hombre de tez morena y oscuro pelo sostenía un cartel en el que se podía leer “Señor y señora Castle”
- ¿Otra vez? – le dijo ella leyendo el cartel
- Yo … no tengo la culpa, te lo prometo… no es cosa mía, el chófer lo ha contratado Paula, le pedí que me hiciese el favor…
Ella no le dijo nada más. Entendía que era normal la confusión, y empezaba a resultarle agradable que lo hiciesen. El chófer se hizo cargo del equipaje y les guio hasta el Mercedes que tenía aparcado en la zona vip del aeropuerto. Les indicó que tardarían media hora en llegar hasta el hotel.
- ¿Con que hotel me vas a sorprender aquí? – él la miró sonriendo
- Ya lo verás.
Llegaron al King George Hotel Palace. De nuevo, ella vio que Richard había reservado un hotel de lujo. Pero no se imaginaba lo que venía a continuación. Entraron en la recepción, aquel hotel era mucho más grande que el anterior, pero ella entendió que el espacio disponible de construcción era también mayor que el de Venecia.
- ¿Hotel spa? – le preguntó y el asintió sonriendo…
- Y esta tarde tenemos reserva…
- ¿Ya tienes todos los planes hechos? ¿Cuándo los vas a compartir conmigo?
- En cuanto subamos a la habitación – le susurró al oído mientras colocaba sus codos sobre el mostrador de recepción.
En cuanto Kate oyó las palabras “suite presidencial” sus ojos se alzaron mientras giraba su cabeza. Castle no tenía remedio. ¿No le habría bastado con reservar una habitación estándar? Viendo como era aquel hotel, podía imaginar las dimensiones y el lujo de la “suite presidencial”.
- Vamos al ascensor – le dijo divertido
Entraron al ascensor y él introdujo la llave magnética de la habitación en una ranura al lado del panel electrónico, ella observa el panel, y ve que en el mismo no figura el piso noveno, que es el que esta indicado como destino.
Cuando las puertas del ascensor se abren, ella descubre que están directamente en la habitación. Richard cogío su mano, sabiendo que le podía caer una buena bronca, pero a él le encantaban ese tipo de exclusividades y queria compartirlas con ella.
- Vamos – le dice tirando de ella
- Esto es demasiado Castle…
- Déjate llevar Kate…
Solamente el salón en el que estaban era más grande que el piso de Kate. La decoración, una vez más y como en Venecia, era la típica clásica europea, pero la suite era realmente enorme. Allí se podía dar una fiesta para medio centenar de personas tranquilamente, una gran mesa para ocho comensales, sillones, varias chimeneas, un despacho, cuartos de baño para los visitantes, puertas por todas partes… él colocó su mano en el picaporte de una gran puerta, mirándola
- Bueno y esta es la habitación – le dijo mientras abría la puerta y le mostraba otro enorme salón con chimenea, sillones y un gran ventanal.
Ella entró en silencio, mirando a su alrededor. Vio sus maletas junto a una doble puerta entreabierta, se acercó y descubrió la enorme cama, y un ventanal con una puerta de cristal. Le miró mientras la abría, él sonreía sabiendo lo que iba a encontrar detrás. Ella salió a una enorme terraza, lo primero que vio fue una piscina y más allá….
- Es el Parthenon… - le dijo él abrazándola por la espalda – según se mueva el sol su color cambiará por el reflejo.
- ¿No crees que te has pasado?
- No. Fue aquí donde estuve con Alexis. En la otra parte de la suite hay dos habitaciones más. ¿Por qué no iba a poder volver? ¿No te gusta?
- Me estoy empezando a acostumbrar al lujo
- Yo no le veo ningún problema a eso…
- Claro… recuérdame que te enseñe una de mis nóminas…
Él guardó silencio, le hubiese gustado decirle que sólo tenía que contestar afirmativamente a una pregunta para que no tuviese que preocuparse por su nómina. Pero temía asustarla y prefirió el silencio y darle un beso en la mejilla.
- ¿Me vas a contar ya cuales son tus grandes planes para hoy?
- Ah, si… lo olvidaba. ¿Has traído por casualidad ese bañador que tenías en Los Ángeles?
- ¿Por qué iba a hacerlo? Íbamos a Londres…
- Yo tampoco tengo, vamos, tenemos que ir a comprarnos uno, esta tarde tenemos spa…
- Y ¿nada más? ¿solo el spa?
- No. Vamos a comprar y volvemos al hotel a comer, después tengo la firma… serán dos horas en una librería cercana, y luego volveremos para el spa y cenaremos en la terraza… - le dijo besando su nuca.
- ¿Hoy es la firma?
- Le dije a Paula que prefería que fuese el primer día, así nos dejaba el resto del tiempo totalmente libre. ¿te enfadas?
- Si, me enfado- ella se zafó de su abrazo, poniéndose frente a él y cruzando sus brazos sobre el pecho
- Vamos Kate…sólo serán dos o tres horas. Y vendrás conmigo ¿verdad? Es trabajo Kate..
- Sé que es trabajo Richard – realmente tenía que estar enfadada, le estaba llamando como su madre – no me molesta tu trabajo, me molesta que no me lo digas… ¿Por qué?
- Bueno… en Londres pareció molestarte bastante…
- Oh Richard – otra vez le llamaba así – en Londres no me molestó tu trabajo… sabes de sobra que fue lo que me molestó… ¿Me vuelves a esconder algo otra vez?
- Nooooo, no Kate, te juro que es una simple firma, tu estarás delante.
- Más te vale –le dijo clavando su dedo índice sobre el torso de él con fuerza – que sea una simple firma.
Él la cogió de la mano con la que ella le amenazaba, sujetándola por la muñeca y dando un suave tirón, haciendo que ella se desequilibrase por no esperarlo y se inclinase sobre él, que aprovecho hábilmente para besarla.
- ¿Podemos ir ya a comprar esos bañadores?
- ¿Puedo elegir el tuyo?
- Sólo si yo también puedo elegir el tuyo
- Ni lo sueñes
- Pues no hay trato inspectora.
- Me asusta saber que tipo de bañador elegirás… espero que no sea de esos minúsculos y ajustados…
- Has dado en el clavo – le dijo poniendo voz infantil exageradamente.
Fueron a una zona comercial cercana que les recomendó una de las recepcionistas del hotel, Richard empezó a opinar sobre el tipo de prenda que debía elegir y ella se cansó y le dijo que iría por su cuenta. Y quedaron en una plaza central de la zona media hora más tarde.
Cuando Richard llegó a la plaza, veinticinco minutos más tarde, ella estaba allí escribiendo algo en su móvil.
- ¿Ya estas aquí? – le dijo sorprendido - ¿Has comprado algo? – ella le mostró una bolsa y elevó sus cejas
- ¿Cuánto tiempo necesitas tu para comprar un bañador Castle?- él miró su reloj
- Veinte minutos, creo – le dijo y ella extendió sus manos preguntándole el porqué de su asombro
- Tenía claro lo que venía a buscar – le dijo ella.
- Sólo espero que no hayas comprado el primero que vieses- masculló entre dientes
- No te he entendido… - le mintió sonriendo sin que el la viese
- Nada, que estoy deseando verte… ¿vamos a comer?
- Si, por favor, estoy hambrienta.
Volvieron al hotel y dejaron las bolsas con los bañadores en la habitación, y salieron hacía el restaurante del hotel. Les dirigieron a una mesa en la terraza del restaurante, cubierta con grandes sombrillas y desde donde se observaba la Acrópolis con el Parthenon presidiendo. Les dejaron la carta y ella le dijo
- Elige tú… -le dijo sin molestarse en abrirla
- ¿Estás segura? – le dijo él sin levantar la mirada de la carta
- No conozco la comida griega… -el la miró
- No quiero quejas…
- No las tendrás… tengo hambre – él le hizo una señal al metre
Él pidió una degustación de “mezze” (entrantes típicos entre los que figuran empanadas de queso y espinacas, hojas de parra envolviendo arroz, bolas de carne picante, y varias salsas espesas para untar de diferentes gustos), una ensalada (con pepino, cebolla, aceitunas, alcaparras y queso feta) y mousaka (especie de lasagna de berenjena, tomate y carne picada de cordero con salsa bechamel)
El camarero les explicó en que consistían los mezze cuando los depositó sobre la mesa, detallándoles los ingredientes de las diferentes salsas y sus nombres. Richard le advirtió que no comiese el tzatziki y ella le miró interrogante…
- Yogurt con pepino y ajo… mucho ajo… si quieres comer hazlo pero no se te ocurra besarme hasta mañana…
Ella le sonrió y cogió un trozo de pan de pita, untándolo con una buena cucharada de tzatziki…
- Tranquilo… no te besaré – lo harás tú pensó ella- esta muy bueno, dijo cuando se tragó lo que tenía en la boca ¿estas seguro que no quieres un beso? – él la miró negando con la cabeza.
Todo lo que comieron a ella le gustó, le pareció diferente.
- ¿Te ha gustado? – ella asintió – pues espera los postres… - y pidió una degustación para compartir.
Los postres eran yogurt con miel y nueces, pastelitos de hojaldre con miel y frutos secos denominados baclawas, una tarta de nombre casi impronunciable (galaktoboureko) de pasta filo (harina, aceite, sal y agua) rellena de vainilla, pastel de nueces en un licor dulce (karidopita) y empanadillas de cabello de ángel (calabaza tratada con azúcar) y frutos secos.
Después de probarlos todos, ella comentó divertida
- Tendrás que hacer mucho ejercicio para rebajar la cantidad de calorías que acabamos de ganar con estos postres…
- ¿Yo? ¿sólo yo? ¿y tú? Has comido más que yo
- Ah, no .. yo me lo puedo permitir… tu estas algo… ¿fondón? – le dijo riendo
- Ya… pues se me esta ocurriendo un ejer
- Para Rick, tzatziki ¿recuerdas? – y él la miró entrecerrando los ojos mientras ella reía.
Media hora más tarde salieron del hotel dando un paseo hasta la librería en la que Richard tenía comprometida la firma. Al llegar, rápidamente los encargados de marketing del evento le reconocieron y le llevaron hasta la mesa donde un traductor le ayudaría con sus lectores que ya hacían cola con el último libro de Richard en las manos. Ella comprobó que el grupo de lectores era variado en sexo y edad. Él la sonrió y le dijo algo a uno de los encargados de marketing, que a su vez se dirigió a un empleado de la librería acercándose a ella de inmediato y mostrándole una mesa de lectura cercana donde podía sentarse durante el tiempo que estuviese allí, e invitándole a recorrer con total libertad la librería y ojear cualquier libro que fuese de su agrado, le ofreció la prensa extranjera, y ella le solicitó cualquier periódico de Estados Unidos, le entregaron tres y ella se sentó para ponerse al día sobre las noticias de su país. Cuando llevaba allí más de una hora, el mismo empleado que la había atendido antes, se acercó hasta la mesa acompañando a un hombre que tomó asiento frente a ella.
- Kalispera – le dijo el hombre
Ella levantó la vista del periódico, supuso que la saludaba. Le sonrió y se excusó en inglés.
- Lo siento, no hablo griego – le dijo ruborizándose levemente.
- Ah! ¿americana? – le contestó y ella asintió – buenas tardes… kalispera – le dijo para que ella le entendiese
- Buenas tardes… ka… ¿kalispera? – él asintió sonriendo
- No esta mal para decirlo por primera vez- le tendió la mano – Aris Tavalas- se presentó- un placer
Ella le tendió la mano y le dijo su nombre. Le miró tranquilamente, los griegos tenían una belleza singular. Hombres muy corpulentos, de tez algo oscura y cabellos y ojos a juego, fuertes narices que acompañaban a marcadas mandíbulas. Ella calculó que debía de rondar los cuarenta años. En conjunto aquel hombre le parecía muy atractivo, no era guapo, o a ella no se lo parecía, pero poseía ese atractivo de belleza tosca, sin pulir.
- ¿Y puedo preguntar que hace una americana que no habla griego sentada en una librería de Atenas? – le dijo sonriéndola sin apartar sus ojos de los de ella.
- ¿Leer el New York Times? – le contestó preguntando y él soltó una sonora carcajada.
- ¿De veras?
Ella se giró mirando a Richard, que firmaba un ejemplar a un señor entrado en años. Él hombre siguió su mirada.
- Vaya… ¿La mujer del famoso Richard Castle? – ella le miró divertida
- No – le contestó sin saber muy bien como definirse
- No me digas que entonces eres…. ¿Tal vez su musa? ¿Nikki Heat? – le preguntó asombrado y ella asintió.
El lanzó un pequeño silbido. Y ella volvió a sonrojarse.
- Entiendo perfectamente que escriba sobre ti… vaya, vaya, la musa del escritor que me ha desbancado de los libros más vendidos en mi propio país…
- ¿Eres escritor?
- Vaya… y por lo que veo nada conocido en Estados Unidos – dijo riendo
- Lo siento
- No, no… es lógico, lo increíble sería triunfar en un país tan grande como el suyo y con tan grandes autores querida Katherine –le dijo mirando hacía Castle
- Kate, puedes llamarme Kate.
- Vamos a hacer de rabiar un poco a tu escritor y por dejar sola a su preciosa musa y por quitarme momentos de gloria a mi y salgamos a la cafetería de al lado a tomar un café – le dijo tendiéndole su mano
Kate lo pensó unos segundos… le apetecía un café y miró a Richard que seguía sonriendo y firmando autógrafos… ¿quería firmas no? pues que tuviese firmas… le dio la mano a Aris que le ayudo a levantarse y se encaminaron a la puerta de la librería
- Señor Tavalas ¿se marcha? – le preguntó el empleado que había acompañado a Kate.
- Voy a por un café ¿algún problema?
- En treinta minutos empieza su firma… - Aris miró hacia la mesa que le señalaba el empleado
- ¿Ve usted alguien esperando con mi libro en la mano? – le preguntó
- No, pero…
- Puedo ausentarme a tomar un café, supongo… ¿verdad?, puede ir a buscarme a la cafetería de al lado si llega una sola persona y no se pone en la cola para que le firme Richard Castle– le dijo seguro - ¿Vamos Kate?
En el mismo momento que decía esto, le puso la mano en la espalda mientras le abría la puerta, un gesto amable que Richard observándolo desde su mesa no entendió igual, cambiándole la cara por completo.
- ¿Cómo quieres el café? – le dijo a Kate - ¿estilo griego o americano?
- ¿Cómo es el café aquí?
- Fuerte, con posos y mucho azúcar… hay que saborearlo a sorbos cortitos si no quieres masticarlos
- Creo que prefiero americano…
- Confieso que yo también – y dirigiéndose en griego al camarero le pidió los cafés - ¿Y cuanto tiempo llevas en Atenas? – ella miró el reloj de su padre
- Creo que unas seis horas.
- Y la primera vez que vienes ¿verdad? – Ella asintió – Aún no te puedo preguntar si te gusta mi país…
- Te puedo decir que me gusta vuestra comida…
- Eso me alegra…
Estuvieron hablando amistosamente durante más de treinta minutos, tras los cuales, Aris dijo
- Volvamos antes que vengan a llevarme por las orejas… Yo creo que ya le habremos dado suficientes celos a tu escritor, así aprenderá a no volver a dejarte sola mientras alardea entre sus fans.
- ¿Y la señora Tavalas? ¿Dónde esta?
- Humm.. en casa supongo…
- ¿Supones?
- Bueno, a su edad mi madre se enfadaría si yo la controlase… es la única señora Tavalas que conozco
Kate entró en la librería buscando con la mirada a Richard, y descubrió su enfado… la miró serio y volvió a sus fans, ella vio como sonreía en exceso a una joven. Kate sabía que lo hacía a propósito y sonrío sin que él la viese.
- Señor Tavalas – le dijo el empleado de la librería – sus lectores le esperan.
- Kate… ha sido un placer compartir un café contigo – le dijo tendiéndole la mano para despedirse.
Kate volvió a la mesa con su New York Times y entonces se le ocurrió algo
- Disculpe… ¿Aris Tavalas ha publicado en inglés? – le preguntó al empleado
- Si, por supuesto… ¿me acompaña?
Kate descubrió que eran varios los libros traducidos a su idioma y ella se decidió por el último publicado, se dirigió al empleado y le pidió que se lo cobrase, a lo que el empleado se negó, quitando el sensor de seguridad y metiéndolo en una bolsa que le entrego a Kate.
- Regalo de la casa, nos alegra que quiera conocer a nuestros escritores.
Kate se lo agradeció y fue hacía la mesa de Aris Tavalas, donde hizo cola tras una docena de lectores y cuando le tocó el turno, él la miró sonriendo y le cogió el libro en silencio, ella no pudo ver lo que escribía y él le lo entrego con un guiño.
- Espero que te guste… Gracias por leerlo
Kate le devolvió la sonrisa y se alejó del escritor abriendo la tapa del libro y leyendo:
Espero que el señor Castle se haya enfadado al menos un poco, ya no sólo por robarle unos minutos a su bella acompañante, si no por quitarle también una de sus lectoras… Gracias por la compañía Kate
Cuando Richard terminó de firmar a sus lectores, Kate, que le esperaba sentada en la mesa, ya había echado un vistazo a los periódicos, y estaba jugueteando con su móvil, levantó la vista y se cruzó con la mirada seria de él dirigiéndose hacía ella.
- ¿Ya has acabado Rick?
- Si. ¿Podemos irnos?
- Te estaba esperando.
Salieron de la librería en silencio. El la agarró de la mano, con fuerza.
- Vas a cortar la circulación de mi mano – le dijo ella
- Lo siento – le contestó soltando su mano y apretando el paso
- ¿Qué pasa ahora Rick?
- Dímelo tú, yo estaba trabajando – ella le cogió del brazo haciéndole parar.
Él la miro muy serio, y vio que los ojos de ella tenían el brillo de estar divirtiéndose a su consta. Ella soltó una pequeña risotada
- Pero vamos a ver Castle…. ¿yo no te dije una vez que era chica de un único escritor?
- Te voy a matar Kate… - y ella comenzó a reír viendo su cara, y él se contagió de su risa, agarrándola por la cintura y besándola.
- ¿Y tú no dijiste que no me besarías hasta mañana? – le preguntó riendo de nuevo
- Cállate Kate – le dijo pegado a sus labios.
Llegaron al hotel y fueron a su habitación para cambiarse antes de ir al spa y relajarse. Kate salió del baño envuelta en el albornoz sin dejar que él viese que bañador había elegido. Ella sonrío sin que él lo notase…
- Bonito bañador Rick… – era un bañador tipo bóxer, algo más largo, con la parte delantera de color azul celeste una pierna, roja la otra, y la trasera azul marino.
- No puedo decir lo mismo… ¿te quitas el albornoz y doy mi opinión?
- Vamos Rick, es sólo un bañador ¿Qué pretendes ver que según tú no hayas memorizado ya?
Volvieron a la habitación dos horas más tarde, tranquilos y relajados después de haber recibido los masajes del agua.
- Aún es pronto para cenar. Vamos a ver como anochece desde la piscina – le propuso Richard – verás que cambio de colores del Parthenon
- Espérame fuera, voy primero al baño…
Richard se metió en la piscina y se sentó en un escalón situado de forma que se podía admirar el Parthenon, que en ese momento reflejaba una brillante luz amarilla. Pensó que era el momento de cobrarse uno de sus dos sueldos de secretario que ella le debía en esa piscina. No podía creer como Kate había elegido un bañador tan simple y básico, de color negro, cruzado en la espalda… le había sorprendido y no precisamente fue una sorpresa grata… y él sabía porque lo había hecho.
- ¿Cómo esta el agua Rick? – él se giró para mirarla
- Perfec…- no acabo la palabra, la miraba mientras ella dejaba caer el albornoz y descubría un bikini en tonos marrón y verde oscuro, que a él le recordó a la “Jane” de Tarzán, pues su diseño era imitando restos de ropa y cubría escasamente sus pechos, la parte de abajo, era como una minúscula falda hecha jirones, con un costado mucho mas corto que otro, haciendo aún más largas sus piernas, su pelo, medio rizado por la humedad del spa, completaba el aspecto salvaje de Kate, y él pensó que no podría cohibirse…
- No te he oído Rick…
- Perfecta, el agua esta perfecta… - le dijo tendiéndole la mano para ayudarla a entrar – y tú deslumbrante…
El volvió a observar como Kate cubría con su brazo la cicatriz de su costado… La obligo a sentarse entre sus piernas, apoyando su espalda en el pecho de él y la rodeó con sus brazos.
- Kate recuerdas que me debes dos sueldos de secretario ¿verdad? – le dijo en su oído
- ¿Aquí Rick? Sé que dijiste que no te los cobrarías en una cama… ¿aquí?
- Y no los voy a cobrar en una cama Kate… no es eso… - la apretó contra su cuerpo – me dijiste que como yo quisiera, y yo quiero que hagas algo…
- ¿Qué? – el comenzó a besarle el cuello
- No me gusta ese bañador negro que has comprado para que nadie pueda verte, ni resisto que te escabullas de la cama tapándote con la sábana – ella iba poniéndose seria, y el seguía besando su cuello – odio que no me dejes mirarte desnuda cuando hay luz… y no soporto como intentas esconder esa cicatriz bajo tu brazo …
Ella tensó su cuerpo y el la apretó aún más contra él, no quería que saliese huyendo, y siguió besando su cuello, subiendo hasta su oreja y susurrándole al oído e intentando trasmitirle todo su amor con el contacto de sus pieles
- Cuando lleguemos a casa iremos a un cirujano plástico, no por mi, porque yo no veo ningún defecto en ti, eres perfecta, pero quiero que vayamos por ti… te amo Kate, pero no quiero verte así… no quiero que huyas de mi, ni que te cubras con bañadores para que nadie te vea y si no eres capaz de ver que a mi no me importa lo más mínimo esa cicatriz, entonces iremos a ese cirujano y lo resolveremos ¿vale? Los dos. Ese cirujano lo arreglará… es bueno, lo puede asegurar Martha Rodgers y su troupe fatal.
Kate empezó a temblar… agachó la cabeza y él observó como había comenzado a llorar. Él sabía que era un momento duro para ella, al igual que lo estaba siendo para él, pero tenía que dar ese paso, él no quería que ella viviese con ese complejo que la reprimía. Fue soltando poco a poco su abrazo, y la obligó a girarse y sentarse a horcajadas sobre él. Pasó una mano a su espalda y con la otra levantó su barbilla hasta obligarla a mirarle a los ojos.
- ¿Kate?
Él había dado en el punto vulnerable. Aquella maldita cicatriz era enorme, una enorme costura mal remendada que marcaba su costado. No le había importado durante mucho tiempo… lo más importante fue recuperarse, con el invierno quedaba oculta por la ropa, hasta que un día de más calor, probándose una camiseta, se vio frente al espejo y la vio sobresalir de la ropa. Se sintió repulsiva. Había intentado disimularla como podía, tapándose, apagando la luz, apretando su brazo… pero él se había fijado… Sabía que desde que comenzó su relación, unos días antes, esa cicatriz la había limitado y no conseguía superarlo, intentaba a toda costa esconderla de él. Ella no había pensado en cirugía plástica, y él, que sólo la estaba dando caprichos, le estaba pidiendo que lo hiciese… él tenía razón, se podía arreglar…y ella no le iba a negar lo que la pedía, porque no lo pedía por él, sino por ella, por ambos… comprendía que si conseguía superarlo, no se ocultaría más de él.
- Si…
- ¿Kate lo harás por nosotros?
- Si… -le dijo muy bajito mirándole y a él, sus ojos, sus lágrimas y su ronca voz le recordó a la noche que se presentó en su casa, y su estómago le dio un pequeño vuelco
Él la abrazó y dejó que sollozase apoyada en su hombro. Se limitó a acariciarle la espalda, besando suavemente su hombro y su mejilla.
- Kate – le dijo al rato, cuando notó que ella normalizaba su respiración – vamos Kate mi vida, mírame… te amo preciosa…
Ella se separó de su cuerpo despacio, y buscó sus ojos. Cuando el azul intenso de sus pupilas era todo lo que ella veía, se dejó caer en espiral sobre ese color y dejó de pensar en su cicatriz, en la vergüenza que pasaba cada vez que pensaba que alguien se la había visto, en buscar la forma de huir de él… sólo veía unos ojos que la miraban adorándola, y a los que ella amaba más que a cualquier otra cosa que hubiese amado nunca y sólo podía acercarse más a él para besarle.
- Kate, si me miras así, me besas de la manera que lo estas haciendo, sentada sobre mí y rodeado de agua, ¡ufs! y con ese bikini que me ha quitado la respiración, no sé si voy a poder contenerme sin arrancártelo del cuerpo…
Ella le sonrió, calmada ya, sabía que él no buscaba en ese momento tener sexo y se separó de él, sentándose a su lado, él la pasó el brazo por los hombros y la señaló el Parthenon.
- Esa montaña de ahí en frente, donde esta el Parthenon, es la Acrópolis. Es todo un recinto dedicado a los dioses. El Parthenon es el templo dedicado a Atenea Parthenos, la diosa de la que toma nombre esta ciudad, en agradecimiento por ayudar a los atenienses a ganar la guerra contra los guerreros persas. Es de mármol blanco de una cantera del monte Pentélico, muy cerca de Atenas y lo que más me llamó la atención cuando estuve aquí, es como ese mármol refleja la luz y cambia de color según el ambiente… amarillo, naranja, azul… es increíble… y este es un sitio perfecto para ver como lo hace. No me preguntes mucho más, porque no me acuerdo… ya nos lo contarán cuando vayamos a verlo
- ¿Lo visitaremos mañana?
- No, mañana vamos a Delfos, pasaremos el día fuera de Atenas, tenemos un pequeño viaje de unos 200 kilómetros, dejaremos Atenas para pasado mañana.
Se quedaron sentados en el agua, mientras anochecía y tal y como él la dijo, el reflejo del sol en el mármol del monumento, le confería multitud de colores diferentes, que ella no quiso dejar de fotografiar haciendo que Richard fuese a buscar la cámara sin dejar que ella saliese de la piscina…
- Si te veo ahí fuera con ese bikini mojado… saldré a por ti, será mejor que sigas tapada con el agua…
Cuando el sol comenzó a caer y las luces artificiales iluminaron el monumento, Richard decidió que saldría del agua para pedir la cena, y ella le dijo que nadaría un rato. La observaba moverse en el agua mientras se movía por la terraza, con el teléfono inalámbrico pidiendo la cena, y pensó en hacerle una fotografía en el borde de la piscina, con la Acrópolis de fondo que en ese momento estaba iluminado en tonos azules. Colgó el teléfono y se tumbó sobre el borde de la piscina, encuadrando el agua a ras de la cámara, puesto que la piscina estaba a nivel del suelo, movió la cámara hasta ver por el visor que aparecía el Parthenon, en ese momento, Kate había buceado por la piscina y estaba a punto de emerger justo por el lugar que él tenía encuadrado en el visor, él apretó el disparador para hacer una prueba y sin darse cuenta apretó demasiado el mismo, lanzando una ráfaga de fotografías, ella se puso de pie en la piscina que cubría su cuerpo hasta poco más arriba de su cintura y le miró extrañada.
- ¿Qué haces ahí tumbado? – le dijo extrañada
- Wow… creo que la casualidad ha hecho que haya conseguido unas fotografías increíbles… - cogió la cámara y revisó las fotografías que acababa de hacer, parando en una de ellas, en la que la Kate salía del agua despacio, con los ojos abiertos y muy marcado su color verde por la luz del interior de la piscina, el agua justo por debajo de su nariz y un azul Parthenon de fondo… volvió a dejar la cámara en el mismo sitio y la configuró para el auto disparador – no te muevas de ahí Kate – le dijo cogiendo carrerilla y tirándose al agua cayendo casi sobre ella salpicándola, cogiéndola por la cintura y colocándose a su espalda mirando a la cámara – sonrieeee foooooootooooo
Les sirvieron la cena en la terraza, mientras aún estaban en la piscina y cenaron con el albornoz puesto, esta vez Richard había pedido una ligera cena a base de ensalada y pescado al horno (hecho con tomate y limón). La temperatura de Atenas era perfecta, no corría el aire, y el suelo de la terraza aún seguía despidiendo el calor acumulado durante las horas de sol del día. Cuando acabaron de cenar, ella se quedó en silencio un par de minutos
- Voy a ducharme – le dijo – el cloro me seca la piel
El la miró en silencio, asintiendo y siguiendo con sus ojos los de ella mientras se levantaba y se dirigía hacía la habitación. De pronto se paró y se dio la vuelta hacía él, tendiéndole la mano para que la acompañase. Él se quedó inmóvil, paralizado, había desistido en sus intentos por ducharse junto a ella, sabiendo que lo hacía por vergüenza. Ella le miró con ojos apremiantes, comenzando a ruborizarse y sin comprender porque él se demoraba así, su brazo tendido hacía él empezó a temblar ligeramente y cuando urdía una rápida retirada, la mano de él atrapó la suya justo a tiempo, la interrogó con la mirada, y ella dio un paso atrás, tirando de él… solo necesitaba esa respuesta para seguirla hasta el baño, tomar el control y deshacerse, recreándose en el momento, de aquel bikini y hacerle el amor con toda la dulzura, pasión y control de la que fue capaz, conteniendo la lujuria que le provocaba aquel perfecto cuerpo en ese momento y lugar.
Despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por la ventana, y se recreo mirándola sin atreverse a mover un solo músculo, ella dormía con medio cuerpo sobre él, con la cara en su pecho, relajada, los bucles de su pelo le tapaban la mejilla, y él con sumo cuidado los retiró para poder observarla mejor. Sonrió recordando como se enjabonaron mutuamente y una ráfaga de electricidad recorrió su cuerpo, excitándole. Giró su cabeza para comprobar el reloj, tendría que despertarla, en Delfos iba a cobrarse su segundo sueldo. Tenía hilado en su mente como hacerlo, y esperaba con ilusión y ansiedad que saliese como él quería. Acarició con la yema de sus dedos la nariz de ella
- Kate… despierta dormilona
Richard le indicó mientras desayunaban, que hoy se pusiese vaqueros, calzado cómodo y cogiese una cazadora. Ella no le preguntó. Se dejó llevar, confiando cada vez más en él, no necesitaba preguntar, porque no necesitaba respuestas, había aprendido en esos días que todo lo que él hacía era para complacerla, y sobraban las preguntas.
En la recepción del hotel le entregaron unas llaves y un ticket de parking, indicándole como encontrar el vehículo que había alquilado.
- ¿Preparada? – le dijo con una sonrisa de medio lado, que delataba que estaba a punto de demostrarle otra de sus chiquilladas.
- ¿Crees que a estas alturas puedes sorprenderme de nuevo?
Y vaya si la sorprendió. En la plaza de parking que les habían indicado en recepción, no había un coche… era una moto BMW de gran cilindrada, de color granate, con dos cascos del mismo color y relucientes sobre la misma. Él guardó las cosas que llevaban en los maletines laterales.
Él arrancó la moto y configuró el GPS sujeto al manillar, ella subió sentándose detrás de él y antes de ponerse el casco le dijo
- Veamos como conduce Batman… - él reprimió una sonrisa y la abrochó el casco, poniéndose también el suyo
- Depende de cuanto te arrimes a mi, Catwoman – le dijo a través del intercomunicador por bluethoot que llevaban incorporados.
Salieron del hotel siguiendo las indicaciones del GPS, ella observaba en silencio con atención todo a su alrededor. Pasado un rato de silencio él la preguntó
- ¿Qué es lo que más te llama la atención? – le preguntó él
- La luz… y el color… todos los edificios me parecen blancos
- Si, tienes razón… a mi también me lo pareció, pero si te fijas no todos lo son… quizá sea la luz del sol…
Salieron de Atenas, tomando una autopista. Kate observó que a ambos lados de la autopista, desperdigados aquí y allá, sin un orden aparente, aparecían una especie de mini templos sobre postes de un metro de altura aproximadamente. No seguían ni orden ni igualdad en las formas, todos eran diferentes, unos más nuevos, otros más antiguos, algunos pegados a otros, en algunos había flores, en otros no…
Abandonaron la autopista y tomaron una carretera de doble dirección, y los pequeños templos ahora eran más numerosos, sobre todo en algunos puntos, en los que se agolpaban varios.
- Rick ¿Qué son esos templos que se ven en la carretera? – le preguntó
- Ahora te lo enseño – le dijo él aminorando la marcha y preparándose para parar en algún lugar para que ella pudiese verlos de cerca.
Se desvió en un pequeño camino de tierra, cerca de una curva pronunciada y paró la moto, quitándose el casco y esperando a que ella bajase primero. Cuando lo hizo, sin llegar a bajarse de la moto, la agarró por la cintura besándola
- Estaba echando de menos tus labios.
Se acercaron a uno de los pequeños mini templos.
- Son ofrendas, Kate, del superviviente de un accidente en este lugar, agradeciendo haber sobrevivido.
- ¡Vaya! – dijo ella – pues por todos los que hay por la carretera, debe haber muchos accidentes por aquí…
- ¿No has visto lo mal que conducen? – le dijo él riendo… - es más segura la moto, esquivamos los coches con mayor facilidad…
La carretera fue haciéndose más escarpada y sinuosa, ella se abrazó con fuerza a la espalda de Richard, que sonreía con ese contacto.
- Me encanta que hagas eso… nos acercamos a Delfos, estamos en la ladera del monte Parnaso
Ella se fijaba en la vegetación, que ahora era más copiosa, dominada por los olivos y con zonas de abetos, contrastaba bastante con la región más árida y calurosa que habían dejado atrás. Poco a poco, se adentraban en una zona de montaña, de grandes caídas verticales. Ella vio las indicaciones para llegar al santuario de Delfos, y él condujo hasta el parking.
Emprendieron de la mano el pequeño paseo de unos 500 metros y ascendente que separaba el parking del santuario. Altos cipreses rodeaban el camino, que una vez más era dominado por el color blanco de la piedra caliza. El sol caldeaba los cipreses, que emitían su inconfundible aroma. No faltaban turistas subiendo y bajando por el camino, denominado “Vía Sacra” y flanqueado por restos de pequeños edificios para guardar ofrendas y tesoros que enviaron antaño diferentes ciudades griegas como manifestación de su poder y riqueza. De fondo, el continuo y cadente sonido de las ensordecedoras chicharras.
Richard le explicó que aquel lugar era considerado el ombligo del mundo (el centro del mundo) y que era debido a que Zeus, mandó volar a dos águilas desde los dos extremos del mundo y ambas se encontraron allí. Para dejar constancia de eso, una piedra llamada ónfalos, con forma de medio huevo, señala el lugar. Allí mismo Apolo derrotó una serpiente pitón, absorbiendo su sabiduría, y fijó allí su oráculo. Miles de griegos acudían al oráculo buscando respuestas que le daba la pitonisa los días 7 de cada mes y después de hacer un sacrificio en honor a Apolo y pagar tasas. La fe en las respuestas era tal, que cuando no acertaban, lo achacaban a la mala interpretación de las respuestas.
Llegaron hasta lo que había sido el templo de Apolo. Richard le dijo que tendría que imaginar la majestuosidad del templo, viendo únicamente los restos, se apreciaba el suelo de lo que había sido el templo, con algunas columnas aún en pie y otras medio derruidas. A Kate le sorprendió el teatro en semicírculo junto al templo. Él miró a su alrededor, comprobando que en ese momento no había ningún turista cerca y decidió hacer lo que había venido a hacer a Delfos…
- ¿No te sientes como en casa? – le preguntó él y ella le miró sorprendida
- ¿Por qué? – él se echó a reír
- Aquí es donde vivíais antiguamente las musas… - le dijo abrazándola.
- ¿Llegaste hasta aquí en busca de una musa Castle?
- Y resulta que la tenía al lado de casa, en Nueva York… - le dijo besándola lentamente
- ¿Y has venido a por otra? O ¿te sigue sirviendo la misma?
- Soy escritor de una sola musa… - le dijo sonriendo – pero si he venido a por algo.
- ¿Ah si? ¿Qué has venido a buscar?
- No veo ninguna pitonisa… - dijo mirando a su alrededor- y necesito una respuesta ¿quizá puedas ocupar su lugar? al fin y al cabo eres una musa… - ella le miró entrecerrando los ojos
- ¿Una respuesta?
- Si… tengo una pregunta para el oráculo, ya sé que no es día 7, y que no he hecho ningún sacrificio, ni pagado ninguna tasa… pero… tengo un cobro de un sueldo de secretario pendiente y quiero que me respondas… - ella empezó a reírse
- No sé porque, no lo entiendo, pero no dejaras de sorprenderme nunca… - le dijo mirándole y viendo como su cara y sus ojos se tornaban suplicantes y con aire de inocencia, otra vez el gato de Sherk – veamos ¿Qué tienes que preguntar?
Él se tomó unos segundos, cogiendo aire y repasando mentalmente la frase que tenía grabada desde hacía días, y que no quería que saliese de su boca de forma inconsciente y atropellada.
- Quiero saber… si la mujer de la que estoy enamorado si se lo propongo dentro de algún tiempo, digamos unos meses ¿no saldrá corriendo y aceptará casarse conmigo…?
La pregunta la pilló por sorpresa. Imaginaba cualquier pregunta absurda sobre su pasado, alguna duda no resuelta, incluso esperaba que le preguntase cuantos amantes había tenido en su vida… pero… ¿Qué la estaba preguntando realmente? Su corazón empezó a desbocarse, toda la sangre de su cuerpo comenzó a arremolinarse en sus mejillas, quiso bajar sus ojos y mirar al suelo, pero la intensa mirada azul de él se lo impedía, le impedía huir y tenía que hacerle frente…
Él se dio cuenta de su confusión, que él mismo había querido crear y reprimió una sonrisa, ”no te lo estoy pidiendo ahora Kate – se dijo a si mismo mentalmente – solo quiero que sepas que lo haré y que me des un adelanto…” y como todo lo tenía previsto le dijo
- Repetiré la pregunta, puesto que ser musa no es lo mismo que ser pitonisa, ¿La mujer a la que amo, si le doy el tiempo suficiente, confiará en mí y se casará conmigo cuando se lo pida?
Kate intentó relajarse, ahora realmente entendía lo que le estaba preguntando. Sostuvo su mirada, pensando la respuesta adecuada, la que ella quería darle y la que ella quería que entendiese…
- Digamos que … -él se movió inquieto, esperando su respuesta – digamos que los dioses creen que con el tiempo suficiente y el comportamiento adecuado, ellos … ellos te serán… seguramente te serán favorables, aunque… te recuerdan que si la respuesta falla, será que no lo has sabido interpretar bien…
Él soltó una carcajada y ella se contagió de su risa.
- Muy hábil Kate – aunque él también era hábil en la lectura entre líneas y la respuesta era clara.
- ¿Dejarás ya de hacerme chantajes Rick?
- Creo que en eso los dioses no te serán favorables… -le aseguró besándola.
Se quedaron allí, en mitad del teatro durante un rato, haciendo fotos y pensando en silencio, cada uno en lo que el otro le había dicho. Visitaron el pequeño estadio donde se celebraban los juegos píticos, vieron la fuente “castalia” en cuyo arroyo vivían las Musas y las Náyades, y donde los peregrinos se purificaban antes de acceder al templo.
Pasaron un rato en aquel lugar tan mágico, en la ladera de la abrupta montaña, viajando mentalmente a remotos tiempos antiguos, imaginando dioses y musas, atletas griegos luchando por coronas de laurel, y fantaseando sobre las preguntas que atormentaban en aquellos tiempos a los que acudían a aquel lugar en busca de respuestas, imaginando la rivalidad de los distintos pueblos por edificar construcciones y hacer ofrendas a cual más ostentosa para desbancar a sus rivales.
- Vamos al museo, veremos algunas de las ofrendas y una maqueta donde entenderemos todos estos restos.
- Creo que no voy a olvidar nunca este sitio – él la cogió de la mano y comenzaron a andar de vuelta hacía el parking.
Visitaron el pequeño museo, complementando así la visita y entendiendo las edificaciones y viendo el famoso “ombligo del mundo” (la piedra), y la estatua joya del museo “El Aúriga de Delfos” una estatua de bronce a tamaño real que es la representación del cambio de estilo escultórico, donde la estatua cobra más realismo en movimientos y expresión. Llamaba la atención los ojos, realizados con incrustaciones de piedra y que daba la sensación de ser reales, los labios de la estatua, realizados en cobre, la dotaban de color.
Comieron en un pequeño restaurante cercano, eligieron carne de cordero a la brasa (Gyros) en un sándwich con pan de pita y que a ella le recordó a los Kebaks turcos, y Richard le confirmó que eran prácticamente lo mismo, y empanadillas rellenas de queso feta y espinacas, y de postre pidieron pastelitos de miel y frutos secos.
Decidieron volver a Atenas, y él le dio las llaves de la moto a Kate.
- Veamos como conduce Catwoman… - le dijo
- Depende de cómo se pegue a mi espalda Batman – contestó ella mientras dejaba que él le abrochase el casco
Cuando llegaron a Atenas, él decidió ir al monte Likavitos para admirar Atenas desde allí y cenar en el restaurante que él sabía estaba en lo alto de la colina más alta de Atenas.
Kate fue siguiendo las indicaciones del GPS hasta llegar hasta la ladera del monte. Aparcaron y decidieron subir hasta la cima en el funicular.
Cuando llegaron a la cima, fueron hasta el mirador, esperando pacientemente a que los turistas fuesen abandonando el lugar y poder admirar con tranquilidad Atenas. Desde aquel lugar se podía admirar todo Atenas, y más allá el puerto del Pireo y el mar.
Comenzaba a anochecer cuando Richard le dijo que entrasen al restaurante “Orizontes” y solicitó que les sentasen en la mesa que tenía reservada, provocando que Kate le mirase sonriendo.
- ¿Todo previsto?
- Todo no
Les llevaron hasta una mesa situada en la terraza del local, que sólo estaba iluminada por velas, y desde donde se podía admirar la ciudad mejor que desde el mirador donde habían estado anteriormente. Kate recibió un mensaje en su móvil y tomó una fotografía con el mismo enviándola de inmediato. Richard no le preguntó, aunque se moría por ganas de saber de quién seria el destinatario de ese mensaje y de otros muchos que había estado enviando y recibiendo durante los últimos días.
Ella le miró sonriendo, sabía que había despertado su curiosidad, y no le dijo que conocía perfectamente a su interlocutora, esperó a que él se lo preguntase, porque tarde o temprano él no podría contenerse y se lo preguntaría. De nuevo volvió a vibrar el móvil de ella, que se apresuró a leer lo que había recibido mientras él estudiaba la carta.
- Esta vez podrías pedir tú… - le dijo algo molesto viendo como prestaba más atención al móvil que a él.
- Pensaba que no me ibas a dejar nunca… - dejó el móvil y cogió la carta – hum… ensalada de melón con jamón, tomates secos y vinagreta de higos y miel ¿te parece bien?
- Buena elección ¿y que más?
- Pescado… filete de mero con alcaparras y limón –él la miró frunciendo sus labios y ella comenzó a reír
- ¿Qué ocurre Castle?
- Es Alexis… ¿verdad? – le dijo señalando el móvil.
Ella volvió a reír y él cogió su Iphone marcando el número de Alexis
- ¿Conspirando a mis espaldas eh? – le dijo en cuanto ella contestó al teléfono - ¿Dónde estas cariño? ¿Ya estás en Nueva York?
Cenaron admirando las vistas mientras la noche se iba cerrando y las luces de Atenas hacían de aquel lugar un recuerdo inolvidable.
- ¿Te ha dicho Alexis también que postre pedí cuando vinimos?
- No, esta vez quiero tarta de chocolate como la que han pedido ellos – le dijo señalando con la cabeza una mesa cercana – con nueces caramelizadas….
- Eres un poco golosa Kate…
- Tengo que recuperar fuerzas, agotas mis reservas de glucosa…
- Lo tendré en cuenta cuando lleguemos al hotel, hoy quizá acumules azúcar – ella contuvo una sonrisa
- Vale, eso me vendrá bien – le dijo rápidamente y él hizo una pequeña mueca.
Bajaron andando, ella quería dar un paseo, las horas que habían pasado en la moto le habían obligado a forzar los músculos. La bajada era una corta caminata entre vegetación y suave iluminación. El paseo estaba concurrido por jóvenes parejas y turistas que querían admirar la ciudad desde el mirador. Caminaban en silencio, abrazados por la cintura, ella pensando en la pregunta de Richard, y él pensando en la contestación de Kate.
Cuando llegaron al hotel, ella le dijo que tomaría un baño en el jacuzzi, y él aprovecho para llamar al guía con el que visitarían la Acrópolis y para llamar a su madre, cuando acabó con ambas llamadas, y pese al tiempo que había pasado, ella aún no había salido del baño, y él entró para ver si se había quedado dormida.
- ¿Sigues viva o te has disuelto en el agua?
- Se esta muy a gusto aquí. Deberías probarlo.
- ¿Me estas invitando a meterme contigo?
- ¿De verdad necesitas invitación? – sin que ella hubiese acabado la frase, él estaba deshaciéndose de su ropa y entrando en el agua entre las piernas de ella y colocándose de forma que ella le hacía de respaldo.
Cuando él notó que sus manos estaban demasiado arrugadas, se incorporó saliendo del baño y rodeando su cintura con una toalla
- Vamos Kate o acabarás disolviéndote de verdad – le dijo estirando una toalla y esperando a que ella se incorporase para cubrirla
- Creo que me he quedado dormida un par de minutos – dijo saliendo del baño mientras el la rodeaba con la toalla.
Minutos más tarde en la cama él la abrazaba por la espalda y empezaba a besar su cuello, incitándola y coqueteando con su espalda y su nuca
- ¿No habías dicho que hoy dejarías que acumulase reservas de azúcar?
- Mmmmsii – le dijo continuando con su camino de besos
- ¿Entonces? – le contestó girándose levemente hacía él
- Estate quietecita y déjame a mí yo tengo glucosa de sobra... –le dijo mientras con un rápido movimiento la obligaba a ponerse de espaldas sobre la cama colocándose a horcajadas sobre ella y besando el tatuaje que tanto le gustaba…
************************
FIN DEL CAPITULO 33
G R A C I A S una vez más por leer hasta aqui.
Hasta la vuelta!!!
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Que puedo decirte que no sepas...senti como si conocia Grecia junto a ellos!! Gracias por escribir y describir tan bien las cosas que es como que las vivo...muy pocos fic me pasa eso.
Los detalles de como el trata el tema de la cicatriz, como le explican todo y sobre todo como le propuso matrimonio!!! Mori de amor!!!
Por que solo en las series o novelas existen hombres asiiiiii????
Gracias Ana, muchas gracias por compartir esta maravillosa historia
Los detalles de como el trata el tema de la cicatriz, como le explican todo y sobre todo como le propuso matrimonio!!! Mori de amor!!!
Por que solo en las series o novelas existen hombres asiiiiii????
Gracias Ana, muchas gracias por compartir esta maravillosa historia
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Preciosooooo! Sigue pronto
LEILAKB- Actor en Broadway
- Mensajes : 202
Fecha de inscripción : 08/11/2011
Edad : 34
Localización : madrid
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
No se si es porque sueño con viajar a Grecia y ver todas esas piedras como tú dices o porque fueron los mitos y los dioses griegos los responsables de que yo esté estudiando la carrera de Historia, pero tengo que decirte que este ha sido para mí el mejor capítulo de este fic y también de muchos que he leído. El detalle de la cicatriz y la cirugía me ha emocionado incluso más que la petición de casamiento utilizando a Beckett como una pitia. En definitiva, ha sido precioso, envidio tu forma de escribir, sigue así, es estupendo.
Un beso!
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
silvanalino escribió:Que puedo decirte que no sepas...senti como si conocia Grecia junto a ellos!! Gracias por escribir y describir tan bien las cosas que es como que las vivo...muy pocos fic me pasa eso.
Los detalles de como el trata el tema de la cicatriz, como le explican todo y sobre todo como le propuso matrimonio!!! Mori de amor!!!
Por que solo en las series o novelas existen hombres asiiiiii????
Gracias Ana, muchas gracias por compartir esta maravillosa historia
Sil, no existen porque ni ven series ni leen...
Si no, sabrían lo que queremos...
Gracias, pero eso ya lo sabes, no? Jajaa
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
maria_cs escribió:
No se si es porque sueño con viajar a Grecia y ver todas esas piedras como tú dices o porque fueron los mitos y los dioses griegos los responsables de que yo esté estudiando la carrera de Historia, pero tengo que decirte que este ha sido para mí el mejor capítulo de este fic y también de muchos que he leído. El detalle de la cicatriz y la cirugía me ha emocionado incluso más que la petición de casamiento utilizando a Beckett como una pitia. En definitiva, ha sido precioso, envidio tu forma de escribir, sigue así, es estupendo.
Un beso!
No tomes a mal que les llame piedras. Cuando vayas a Grecia, y como estudias historia, entenderás mejor lo que ves y no lo que vemos la mayoría de los visitantes. El fallo es no ir preparado y primero ver como era y luego ir a las ruinas.
Es un país fantástico, lleno de gente maravillosa que se desvive por atenderte y ayudarte, y se come de muerte!! Te lo recomiendo si o si. Intentare describir Atenas lo mejor posible.
Gracias por leerme!!! Realmente este capitulo me ha costado mucho escribirlo y dar mil vueltas a las frases justo que comentas, la pregunta tomándola como la pitia o pitonisa y la cicatriz.
Gracias!!!
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
LEILAKB escribió:Preciosooooo! Sigue pronto
A finales de agosto, prometido!!!
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Anver escribió:silvanalino escribió:Que puedo decirte que no sepas...senti como si conocia Grecia junto a ellos!! Gracias por escribir y describir tan bien las cosas que es como que las vivo...muy pocos fic me pasa eso.
Los detalles de como el trata el tema de la cicatriz, como le explican todo y sobre todo como le propuso matrimonio!!! Mori de amor!!!
Por que solo en las series o novelas existen hombres asiiiiii????
Gracias Ana, muchas gracias por compartir esta maravillosa historia
Sil, no existen porque ni ven series ni leen...
Si no, sabrían lo que queremos...
Gracias, pero eso ya lo sabes, no? Jajaa
Si se ambas cosas...
ME OLVIDABA: FELICES VACACIONES!!!!!!
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Anver escribió:maria_cs escribió:
No se si es porque sueño con viajar a Grecia y ver todas esas piedras como tú dices o porque fueron los mitos y los dioses griegos los responsables de que yo esté estudiando la carrera de Historia, pero tengo que decirte que este ha sido para mí el mejor capítulo de este fic y también de muchos que he leído. El detalle de la cicatriz y la cirugía me ha emocionado incluso más que la petición de casamiento utilizando a Beckett como una pitia. En definitiva, ha sido precioso, envidio tu forma de escribir, sigue así, es estupendo.
Un beso!
No tomes a mal que les llame piedras. Cuando vayas a Grecia, y como estudias historia, entenderás mejor lo que ves y no lo que vemos la mayoría de los visitantes. El fallo es no ir preparado y primero ver como era y luego ir a las ruinas.
Es un país fantástico, lleno de gente maravillosa que se desvive por atenderte y ayudarte, y se come de muerte!! Te lo recomiendo si o si. Intentare describir Atenas lo mejor posible.
Gracias por leerme!!! Realmente este capitulo me ha costado mucho escribirlo y dar mil vueltas a las frases justo que comentas, la pregunta tomándola como la pitia o pitonisa y la cicatriz.
Gracias!!!
Eh! que no me lo tomo a mal, que yo soy la primera que las llama asi XD Entre otras cosas porque en el mundo romano, (en el griego ni idea), hay setenta mil tipos de piedras distinta cada uno con su nombre en latin, asi que piedra es mucho mejor
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
No sé que decirte, simplemente me has dejado sin palabras. Para mi es el mejor capitulo junto con el anterior de Venecia, me encanta que tuviese la idea de que Castle y Beckett hiciesen un viaje por Europa porque sinceramente son los mejores capitulos que he leido en mucho tiempo. Admiro la forma que tienes de escribir y de describir cada zona de Grecia, haces que mis ganas de visitarla sean mayores. Un capítulo brillante, la escena en la piscina en la que Castle le habla a Beckett sobre su cicatriz es maravillosa, y la pedida de matrimonio aun más. Y es que además me encantan las descripciones que has hecho. Si me tenías enganchada a tu fic ahora me tienes aun más enganchada. Espero que no tardes mucho en continuarlo, me encanta
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