Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
preciosoooooo sigue prontooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Muy buenas TODAS las descripciones, TODAS las de la relación de la pareja y por supuesto el itinerario descrito.
Siempre he pensado que me encantaría ir a Grecia, pues ahora todavía más. Imagino que te habrá costado un tiempo recabar la información, y si es porque la conoces... entonces es que tienes muy buena memoria.
Y desde luego viajar en el plan que lo hacen ellos, disponiendo de tanto dinero....es una envidia enorme.
Felicidades.
Siempre he pensado que me encantaría ir a Grecia, pues ahora todavía más. Imagino que te habrá costado un tiempo recabar la información, y si es porque la conoces... entonces es que tienes muy buena memoria.
Y desde luego viajar en el plan que lo hacen ellos, disponiendo de tanto dinero....es una envidia enorme.
Felicidades.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
castle&beckett..cris escribió:preciosoooooo sigue prontooo
Gracias por leer y me alegro que te guste!!!
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
marypaz escribió:Muy buenas TODAS las descripciones, TODAS las de la relación de la pareja y por supuesto el itinerario descrito.
Siempre he pensado que me encantaría ir a Grecia, pues ahora todavía más. Imagino que te habrá costado un tiempo recabar la información, y si es porque la conoces... entonces es que tienes muy buena memoria.
Y desde luego viajar en el plan que lo hacen ellos, disponiendo de tanto dinero....es una envidia enorme.
Felicidades.
Te encantará Grecia, sin duda... la memoria ayuda, ya hace mucho que estuve, pero confieso que las fotos también, no soy capaz de describir los olores y las sensaciones, pero se aproxima a: blancura extrema, salpicada de azul de cielo y mar, y de verdes olivos y cipreses que le dan ese toque de olor durante todo el día, y más especialmente en las horas centrales, las de calor identico al andaluz... y el sonido... el sonido de las chicharras, continuo, cri cri cri.... ¿sabores? Grecia sabe a queso feta, a calabacín y pepino, a berenjena y cordero, a sandía y melón... y se respira amabilidad, y lo confieso, eran más encantadores aún con los españoles...
Espero poder describir mejor Atenas... a ver si soy capaz...
Gracias por leer!! me alegro que te guste.
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Ufff, Grecia, Egipto...son dos lugares con los que he soñado despierta muchas veces.
Me tengo que conformar con los recuerdos de Italia, que no son pocos. Me dejaron una sensación inolvidable.
Y es cierto que las fotos ayudan mucho, yo en cuanto llegué a casa, lo primero que hice fue un album (eran otros tiempos) con todas las explicaciones al pie de la foto.
Espero con ganas el proximo capítulo.
Me tengo que conformar con los recuerdos de Italia, que no son pocos. Me dejaron una sensación inolvidable.
Y es cierto que las fotos ayudan mucho, yo en cuanto llegué a casa, lo primero que hice fue un album (eran otros tiempos) con todas las explicaciones al pie de la foto.
Espero con ganas el proximo capítulo.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Gracias por leer y en especial por dar ánimos y comentar. En especial a Sil a quien castigo antes que al resto con mis parrafadas.
Gracias al fresquito del norte de España, donde paso mis vacaciones, se ve que mi cabeza quiso seguir imaginando y aqui tenéis otro capitulo, que espero le guste en especial a Maria_cs y que perdone mi falta de memoria y mi ignorancia con respecto a la asignatura de historia.
CAPITULO 34
Ella sentía el calor del sol en el lado derecho de su cara y su cuerpo, la luz la cegaba y no podía verle, pero sabía que estaba ahí, acababa de hablarla. En su mente se repetía la frase que él le había lanzado segundos antes y a la que él estaba esperando su respuesta: si se lo propongo dentro de algún tiempo ¿no saldrá corriendo y aceptará casarse conmigo…?
¿Qué la estaba preguntando realmente? Ella estaba aturdida pensando si lanzarse sobre él como lo hizo por primera vez hace poco más de quince días y arriesgarse a tener la mayor aventura de su vida o… si se lo propongo dentro de algún tiempo…. ¿que era lo que estaba intentando decirle?, notaba que su corazón se estaba acelerando por completo, que quería decir con “algún tiempo”… ¿Por qué no ahora? Ella le quería ahí y ahora, no dentro de algún tiempo… ¿estaba jugando con ella? ¿Le pedía tiempo para pensárselo porque no estaba seguro de lo que sentía por ella? Pero ella si lo sabía y tenía que dejárselo claro
- Si, Rick, si. Si me quiero casar contigo
Notó sus brazos rodeándola y sus labios pegados a los de ella esos dos gestos eran justo lo que ella necesitaba para poco a poco ir recuperando la normalidad de su ritmo cardiaco.
Él la besaba y se sorprendía al ver que ella le respondía al beso pero seguía dormida. No sabía si despertarla o seguir besándola para ver como reaccionaba… ahora él era el que tenía su corazón a diez mil por hora, tal y como lo había notado en ella hacía un par de minutos.
Decidió no despertarla, y siguió besándola. No quería asustarla. Él sólo pretendía que supiese cuales eran sus intenciones. Lo que no sabía es que ella ya parecía estar preparada para darle la contestación, pese a que horas antes le había dado una respuesta un poco evasiva y que él había interpretado como un “si, dame tiempo y convénceme”. Quizá era culpa suya por haberle dejado ese margen, quizá se lo tenía que haber planteado directamente… Daba igual, buscaría y encontraría la manera de hacerlo nuevamente y no dejaría pasar mucho tiempo. Poco a poco notó como ella relajaba el beso, y él se separó de sus labios, dejando que siguiese en su sueño.
Él ya había obtenido más de lo que pensaba. Siguió despierto, aún no había dormido aquella noche, no podía. No paraba de darle vueltas a ese momento y ahora… ahora cambiaba aún más todo. No se dio cuenta del tiempo que siguió despierto y de que forma se abandonó finalmente al sueño, apretándola contra él, aferrándose a el futuro que tenían juntos y que no acababa más que empezar.
Unas horas más tarde Kate se despertaba con medio cuerpo sobre el de Richard. Él la rodeaba con su brazo y con la mano libre agarraba entrelazados los dedos de la mano de ella. Kate tenía su cara sobre su hombro mirándole y tocando su frente contra la mandíbula de él que dormía profundamente. Recordó el maravilloso día anterior y un golpeteo de su corazón rememoró la pregunta que Richard le había planteado. Acomodó su nariz en el cuello de él y respiró su olor, quedándose quieta sin querer despertarle, aún era pronto y no había sonado la alarma del móvil. Quieta y en silencio a su mente fueron llegando en pequeñas oleadas los recuerdos de los sueños que había tenido durante la noche… si hubiese luz suficiente, se habría visto como el color de sus mejillas pasaban del blanco al rosa intenso cuando recordó el sueño en el que ella le daba un “si”… era un sueño, pero… realmente si a alguien le tenía que dar esa respuesta en su vida, era únicamente a él, y no le hubiese importado dársela el día anterior, aunque le encantaba la forma en la que Richard se lo había planteado, era un: “Cásate conmigo en cuanto estés preparada, te doy tiempo”. Le dio un beso en el cuello y notó como él se estremecía levemente, apretándola contra él y murmurando
- ¿Te quieres casar conmigo Kate?
Ella se sobresaltó al oírle, abriendo sus ojos todo lo que pudo. Se quedó quieta mirándole, él tenía los ojos cerrados ¡estaba dormido!, le pareció adorable, estaba soñando, volvió a besarle el cuello y él volvió a murmurar
- Eso es un si
A ella le pareció graciosa la situación, no sabía que él hablaba en sueños, seguro que si le preguntaba, él contestaría sus preguntas, ¿Qué podría preguntarle?
- ¿Con cuántas mujeres te has acostado Rick?
Él seguía dormido y ella volvió a besarle el cuello, vio su sonrisa y sus ojos aun cerrados cuando lo hizo
- Vamos Rick, dímelo… ¿Con cuántas mujeres te has acostado?
- No lo sé
Ella pasó a besarle la cara
- Vamos Ricky – le susurró en su oído – dime un número
- No lo sé… no te enfades, yo solo te quiero a ti
Él comenzó a agitarse, y ella decidió parar antes que se despertase… quizá realmente no lo supiese realmente. Quizá le tenía que haber preguntado cuantas realmente le habían importado… otra noche… esta faceta era divertida… y ella iba a aprovecharlo.
Volvió a quedarse dormida y despertó cuando un rayo de luz que entraba entre las cortinas jugueteaba cerca de sus ojos. Tenía su mano izquierda dormida por el peso de su cuerpo sobre ella, seguía en la misma postura que cuando despertó hacía un par de horas y el aún dormía. Tenía que moverse, la mano… ese cosquilleo empezaba a doler y sentía como mil agujas la atravesaban. Soltó su mano derecha de la de Richard y con cuidado se giró quedando boca arriba y recuperando su brazo totalmente encorchado, comenzó un movimiento de apertura y cierre de sus dedos, sujetando la mano con la otra y soplando entre dientes por el dolor…
- ¿Se puede saber que demonios haces? ¿se te ha descontrolado la mano e intentas pararla?
- Se me ha quedado dormida la mano y me duele… - él se la cogió llevándosela a la boca
- Eso se cura mojándola con saliva – le dijo metiendo dos de sus dedos en su boca y lamiéndolos con la lengua
- ¿Qué? – le dijo ella reaccionando cinco segundos después y haciendo que él los sacase de su boca
- Aunque claro… con este método, tu mano no es lo único que se despierta… - le dijo en tono entusiasta
- ¡Eres incorregible Richard Castle! ¿Qué haces? – le dijo mientras él se volvía hacia ella, levantando la sábana y directo a su pecho
- Creo que esta parte de tu cuerpo esta también dormida… tendré que despertarla ¿no?
Más tarde
- ¿Pero dejaste de sentir el cosquilleo en la mano no?
- Oh, vamos, eso no es cierto
- Que si… es verdad, aunque en tu caso no te diste cuenta… empezaste a notar otro cosquilleo más urgente ¿eh? – le dijo soltándola y saltando de la cama hacía el baño, intentando escapar del impacto de la almohada que ella le arrojó certeramente.
El hotel donde estaban alojados, estaba cerca de la plaza Sintagma (Sede del Parlamento) y después de ver las diferentes opciones de transporte, plano de la ciudad en mano, y como aún quedaba casi una hora para la cita con el guía, decidieron ir hasta la Acrópolis dando un paseo atravesando el barrio de Plaka, un lugar cerrado al tráfico y atestado de tiendas y turistas.
Fueron adentrándose en las estrechas callejuelas adoquinadas y llenas de tabernas, restaurantes y tiendas que exponían todo tipo de productos, desde antigüedades, pasando por ropa, hasta los más variopintos objetos de recuerdo para extranjeros. A Kate le llamaba la atención la estrechez de las calles, acostumbrada a la gran manzana, aquello era impensable, los edificios en Europa eran bajitos, pero en ese barrio no la mayoría no superaba las dos o tres plantas. Algunas de las calles estaban cuidadas y adornadas con macetas de colores, pero la mayoría estaba llena de mercancía expuesta para su venta, cerámica, objetos de piel, botellas de aceite de oliva, jabón de aceite, miel…. Una fachada completa estaba llena de bolsos de piel colgados, y a ella le pareció todo un trabajo tener que exponer y retirar todos los días esa gran cantidad de objetos.
De repente una calle se convertía en una escalera, o era tomada por un restaurante para colocar sus mesas y que los comensales comiesen allí mismo, en plena calle. Siguiendo el plano entraron en una calle empinada, con grandes escalones en los que había mesas y sillas y cubierta totalmente por un emparrado que daba sombra, y en el que empezaban a verse racimos de pequeñísimos frutos verdes, que al final del verano serían hermosos racimos de uvas.
Parecía que en vez de haber hecho un viaje a otro país, realmente estuviesen en otra época, sin embargo, podía ver como los viandantes, nativos o foráneos, combinaban aquel lejano mundo con las más modernas técnicas de telecomunicación, podía comprobarlo mientras un turista pagaba al camarero introduciendo su tarjeta de crédito en un terminal inalámbrico que le proporcionaba el primero, o como un joven, en la puerta de su tienda jugaba en un Ipad, mientras que oía conversaciones en los mas variados idiomas, que cualquiera tenía en la calle a través de teléfonos móviles de última generación. Pero hasta alguno de los objetos expuestos para su venta le transportaban a un mundo muchos años atrás…
Le llamo la atención una escena, un anciano tomaba el sol en sentado en una silla en la puerta de una casa, salió de la casa una mujer, de edad parecida a la de él, y le obligó, ayudándole, a ponerse una chaqueta de lana de color granate. La mujer le regañaba mientras le ayudaba, pero aunque ella no la entendía, sabía que era una regañina sin importancia… Después de ayudarle, le abotonó la chaqueta y le peinó con los dedos el escaso y blanco pelo con cuidado, y él la dedicó una sonrisa antes que la mujer volviese a desaparecer por donde había llegado. Kate se preguntó cuanto tiempo llevarían juntos y que grande tuvo que se su amor cuando eran jóvenes si después de tanto tiempo aún se dedicaban ese cariño. Richard, que también debía haber observado la escena, la abrazó por los hombros, mirándola, y ella le sonrío pasando su mano por la cintura de él y metiendo la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros, a él le gusto ese gesto y la besó en la mejilla.
Poco a poco, paseando por aquel pintoresco lugar, fueron llegando hasta la entrada de la Acrópolis.
- Ese chico de la gorra roja es nuestro guía – le dijo Richard
Fueron hacía él e hicieron las oportunas presentaciones. Tendría unos treinta años, pelo rubio y ojos claros, piel dorada por el sol, bastante guapo y si no fuese por su escasa estatura, que no sobrepasaría el metro sesenta, podría parecer un alemán. Pero no era así. Les explicó en un momento su vida, se llamaba Alejandro (en honor a Alejandro Magno) de madre macedonia, a la que decía se parecía físicamente, y padre Español, hablaba un inglés totalmente fluido, además de griego, español e italiano. Había nacido en España, aunque había pasado su vida a caballo entre Madrid y Atenas desde que era un niño, pasando grandes periodos de tiempo en Atenas junto a sus abuelos maternos, que regentaban una pequeña taberna en el barrio de Plaka y había estudiado Historia del arte. Le apasionaba Atenas, casi conocía cada piedra que formaba parte de la Acrópolis, donde prácticamente había pasado su infancia, dada la cercanía de la casa de sus abuelos, y donde acudía con su grupo de amigos cuando era pequeño, a jugar como si se tratase de su propio parque. Richard comprendió porque Michael se lo había recomendado.
Después de su presentación, Alejandro comenzó su relato:
- Acrópolis no es un termino exclusivo de esta zona de Atenas, es una palabra que quiere decir “lo más alto de la ciudad”, y como podéis observar, estamos en una de las zonas más altas de Atenas. Construirla tan alto es por dos razones, una como defensa y otra para construir templos, cuanto más arriba, más cerca de los Dioses. El camino que lleva hasta arriba se llama “Vía Sacra”
Este edificio por el que vamos pasar, se llama “Propileos” era la entrada a todo el recinto, como veréis solo quedan unas columnas y restos de escalinatas, antiguamente estas columnas sujetaban un pórtico con un frontón delantero. Como podéis observar es de grandes dimensiones (unos 19 metros de largo por 13 de ancho), los restos de columnas que veis os indican que era muy alto, unos 7 metros, todo estaba realizado en mármol blanco y azul. Fue destruido hace unos 300 años por la explosión de un polvorín cercano. Todo aquel que accedía a la acrópolis, debía pasar a través de él.
Dejaron atrás el edificio, bueno, más bien los restos de aquel edificio, en el que podrían más tarde hacerse fotografías en la escalinata.
- Este templo de aquí, es el de Atenea Nike (victoriosa). En su interior, había una representación de la diosa a la que se le habían cortado las alas para que no huyese de la ciudad. El templo fue construido para agradecer la victoria ante los persas. Como podéis ver es de pequeñas dimensiones, un cuadrado de 4 metros de largo y un alzado de 8 metros, pues no estaba destinado a reuniones. Se conserva en buen estado, incluso se puede ver parte del friso con representaciones de los dioses Atenea, Zeus y Poseidón ayudando a los atenienses.
Este otro edificio, no necesita mi presentación, ya lo conocéis de sobra… el Parthenon. Lo podéis observar desde casi cualquier parte de Atenas, siempre que los edificios os dejen… Era el templo de Atenea Partenos o Atenea Virgen. Si observáis los restos, sus columnas son de otro orden diferente a las de el Propileos y el templo de Atenea Nike, que eran del orden Jónico, este edificio es Dórico, puede que vaya muy deprisa, después en el museo os explicaré las diferencias y cuando os deje libres podréis comprobarlo vosotros mismos… Este edificio es monumental 70 metros de largo por 31 de ancho y columnas de casi 11 metros de altura… todo realizado en mármol de una cantera cercana. En el interior de este edificio, aparte de otras esculturas, una gran escultura de 12 metros de largo de Atenea Partenos, construida en oro, se calcula que debía pesar unos 1.200 kilos. Fue destruida por la pólvora y expoliada por manos británicas, gran parte de los frisos, metopas y frontones están en el museo británico en Londres.
Kate estaba asombrada por las estructuras de los edificios, tenían unos dos mil cuatrocientos años y aún se conservaban en pie. Imaginaba que cantidad de obreros habían sido necesarios para poder elevar tanta piedra, y la maestría con la que los escultores habían podido esculpir los frontones y frisos, con las herramientas de aquella época. Richard la cogió de la mano para que no se quedase atrás, embelesada como estaba mirando a su alrededor. Sentía dentro de ella una pequeña mezcla de ira y rabia al saber que gran parte del arte que podrían estar observando había sido llevado a Londres y no podía ser admirado en su conjunto allí. Los griegos debían de estar bastante cabreados con los ingleses por llevarse parte de su historia y sus tesoros, aunque descubrió que una parte de aquellos mármoles también estaba en su propio país, en la Universidad de Wasington en Seattle, donde el guía que cito Richard, Michael, se había enamorado de ellos y había encaminado su vida a Atenas. También le indicó a Kate que en Nasville (Tenesse USA) existía una reproducción del Parthenon.
Alejandro continuó explicándoles la gran destreza constructiva de la época y como los arquitectos habían “maquillado” la antiestética deformación de los grandes edificios con alteraciones que lograban obtener efectos visuales diferentes, curvando columnas, haciéndolas mas gruesas en las esquinas, arqueando el frontón…
Les explicó que los relieves de los frontones y metopas, eran de color, y no de mármol blanco. El color formaba parte de todas las construcciones griegas, aunque no quedaban restos de pintura sobre ellos. Les relató las escenas que figuraban en esos frisos, y que en parte verían en el museo.
Delante de ellos vieron otro edificio, el Erecteión. Otro templo dedicado a Atenea (polias) y compartido con Poseidón y Erecteo (mítico rey de la ciudad). Lo más llamativo de este templo eran las “Cariatides”, seis esculturas de mujer bastante bien conservadas, de algo más de dos metros de altura y que sustituían a las columnas normales. Alejandro les explicó que las mismas eran réplicas y que 5 de las 6 originales estaban en el museo, y la restante estaba una vez más, en el museo británico. Les explicó que las originales eran de color. Representaban mujeres esclavas condenadas a soportar el peso del templo y en concreto señalaban la tumba del mítico rey Cecrope. Les explicó que allí había una roca donde Poseidón había clavado su tridente en una disputa con Atenea, y les mostró las marcas que supuestamente había dejado el mismo, así como les dijo que allí existía un pozo de agua salada y un olivo sagrado que Atenea había regalado a los Atenienses tras la batalla con Poseidon.
Kate observó las Cariatides con detenimiento… aunque fuesen copias de las originales, eran majestuosas.
- Vamos cariño, en el museo podrás ver las auténticas…
Antes de entrar al museo, observaron el teatro más grande de Grecia, el Teatro de Dionisio. Les explicó la perfecta acústica conseguida por los arquitectos, que hacía que desde cualquier parte de las gradas, se oyese a la perfección las palabras dichas desde la parte central o escenario. Les explicó que el teatro estaba cerrado y que se abría únicamente en contadas y excepcionales ocasiones, indicándoles que Barba Streisand había sido una de las afortunadas que había cantado en aquel lugar.
Pasaron al museo, un moderno edificio que contrastaba con el resto de edificaciones aunque mantenía cierta similitud que le hacía integrarse en el conjunto, y allí y tal y como Alejandro les había indicado, pudieron entender y apreciar las edificaciones y la grandeza de la Acrópolis, estudiando las maquetas y viendo las esculturas de los frontones, las cariátides… Les explico las diferencias entre los estilos, que ahora pudieron apreciar con detenimiento.
Alejandro se despidió de ellos en el museo. Conminándoles a que siguiesen visitando el mismo y de nuevo el resto de la Acrópolis para que ahora, y después de todas las explicaciones, pudiesen admirar con detenimiento e imaginar el lugar sin la pesadez de su verborrea. Richard le pidió consejo sobre un lugar a donde ir a comer en Plaka, y él le entregó una tarjeta, la del restaurante de sus futuros suegros, y apuntó detrás de la misma, una dirección de un restaurante cercano al hotel donde estaban alojados, donde podrían cenar y guiñándoles un ojo les dijo que les gustaría este último. Les recomendó algunas tiendas de Plaka, señalándolas en el mapa, joyerías, pieles, artesanía… las tiendas indicadas eran de confianza y sus productos de calidad.
Recorrieron de nuevo la Acrópolis, con la foto de la maqueta en el tríptico que habían conseguido en el museo, era más sencillo entender e imaginar aquellos edificios y la majestuosidad de todo el conjunto. Una estatua de 12 metros de oro… imaginaron el poder y la riqueza de los Atenieses para construir todo aquello, se perdieron entre dioses asequibles, historias míticas lejanas y cuando quisieron darse cuenta, el implacable sol en lo más alto, aparte de empezar a quemarles la piel, les indicaba que si no se daban prisa, la hora de comer iba a terminarse.
Volvieron al cercano barrio de Plaka, decidieron ir a comer donde les había recomendado el guía. El restaurante estaba en una de las calles con escalinata que habían recorrido horas antes. La fachada estaba cubierta por una parra, que a su vez mediante un sistema de varas de metal y cuerdas formaba un pequeño porche bajo el cual y había dos mesas. Decidieron que no les apetecía comer en plena calle, y accedieron al local. Les recibió un joven que en seguida les atendió en inglés, y preguntó a Kate si eran los señores Castle, a lo que ella respondió con una sonrisa que no paso desapercibida para Richard, que sonrió a su vez sin que ella lo viese. Les dijo que Alejandro les había dicho que irían, y les indicó que le siguiesen, por una escalera hacía el piso de arriba. A ellos les pilló de sorpresa, pues veían que el comedor aún tenía mesas libres. El chico les condujo hasta un pequeño patio superior, descubierto tanto dos de las paredes como el techo pero con unas sombrillas para evitar el sol, desde allí podía contemplarse la cercana acrópolis y parte del barrio de Plaka. Repartidas por las paredes y colgadas, una veintena de macetas aportaban frescor con plantas de largas hojas, y en una de los muros, un chorro de agua caía en niveles en pequeños cuencos de cerámica dispuestos en zigzag y pegados a la pared, cayendo finalmente en un pequeño estanque donde nadaban dos pececillos, uno naranja y otro rojo y blanco. Por todo el perímetro del patio, macetas sobre platos cerámicos aportaban la nota de color con flores. El repiqueteo del agua, el canto de un par de canarios en una jaula colgada del muro y el murmullo de los turistas en el barrio formaban la banda sonora. Ellos se habían quedado parados
- Si no les gusta comer al aire libre puedo acomodarles en el salón de abajo – les dijo el joven
- No, no, es perfecto – le dijo Kate – no lo esperábamos…
- Normalmente esta cerrado al público – aclaró- y hoy sólo estará abierto para ustedes.
Se dejaron aconsejar por el camarero, y le pidieron que les llevase de comer lo que a él le pareciese adecuado. Este sonrío divertido, advirtiéndoles que su madre (la cocinera) estaría encantada de poder tener clientes así todos los días.
Les sirvieron aceitunas, rollitos de arroz envuelto en hojas de parra, pequeñas empanadillas de carne y unos dados de queso feta envueltos en finas láminas de calabacín ligeramente dorado en una parrilla y sazonados con romero. De segundo plato, les trajeron carne hecha al carbón ensartada en un fino y largo palo acompañada de berenjena también hecha en parrilla.
- Ufs – dijo Kate- creo que la comida griega va ganando posiciones en mi lista de favoritas…
- Creo que vas a tener que hacer mucho ejercicio – le dijo socarronamente
Como postre, les sirvieron una copa de delicioso yogurt frío, con nueces y miel.
Salieron del restaurante, después de dar varias veces las felicitaciones a la cocinera, y con la sensación de que no tendrían que volver a comer hasta llegar a Nueva York, de lo llenos que estaban.
Dieron un paseo por el barrio, recorriendo las tiendas que les había recomendado el guía, comprando regalos y recuerdos, Richard no pudo resistir pasar a una de las joyerías señaladas y comprar a su madre un brazalete de oro que imitaba una serpiente enroscándose con un anillo a juego y un broche en plata con las caras que representaban la tragedia griega, también compró un colgante y unos pendientes para Alexis, de diseño moderno y atractivo con dibujos hexagonales y combinando oro blanco y amarillo.
Cargados con bolsas, llegaron hasta el hotel y las subieron a la habitación. Se dieron una ducha, se cambiaron de ropa y salieron para que Richard la llevase a un lugar al que quería volver y después decidir si cenarían o no.
Caminaron de la mano hasta la plaza Omonia, muy transitada en ese momento, pero nada recomendable cuando caía la noche y grupos de emigrantes procedentes del este de Europa tomaban el lugar.
- ¿Qué tiene de especial esta plaza?
- Calla – le dijo mirando a su alrededor e intentando encontrar algo- mira allí es… - le dijo señalando al otro extremo de la plaza
- ¿Un McDonals? – preguntó Kate – vamos Castle… ¿aquí es donde querias volver?
El la miró sonriendo, no se lo esperaba, se sorprendería tanto como lo hizo él cuando estuvo allí hace cuatro años. Justo cuando llegaban a la altura del McDonals, Richard se metió por la primera calle y le dijo
- Ahí sigue…
A escasos veinte metros, en mitad de la acera, un pequeño edificio rojo destacaba sobre el resto. Era una minúscula iglesia ortodoxa, se fueron acercando
- Estuve aquí hace cuatro años. Dentro de la iglesia caben como mucho seis personas. Entremos
Dos pequeños bancos, uno a cada lado y con capacidad para dos personas cada uno, junto a una pequeña mesa alta que debía servir para que el sacerdote oficiase misa, si es que alguna vez se oficiaba, eran el único mobiliario de aquella diminuta iglesia. Dos pequeñas aberturas alargadas en la pared hacían la función de ventanas. En el fondo de la misma, iconos que les recordaban la cultura rusa.
- Cuando estuve aquí, vi como una mujer escribía algo en un papel y lo metía en aquella caja – le dijo señalando una caja sobre la mesa – después se puso a rezar y pasado un rato se marcho. Supuse que era una petición, e hice lo mismo
- ¿Qué hiciste que?
- Escribí una petición, la metí en esa caja y recordé una oración que mi madre me enseño de pequeño. No podía volver a Atenas sin venir a agradecer que esa petición se cumpliese. Y hoy pienso volver a hacerlo de nuevo… - saco un bolígrafo de su chaqueta y cogió un papel de los que había allí, escribió algo y doblando el papel lo metió en la caja, se sentó en un banco y se quedo en silencio, con los ojos cerrados.
Kate lo miraba confundida. Richard era así… pero la fe… recordó algunas escenas de cuando era niña y era llevada por su madre a la iglesia. Su madre le hablaba de fe y de bondad. No podía perder nada, imitó a Richard, escribió en un papel y lo metió en la caja, se sentó junto a él y recordó una oración que repetía su abuela.
Salieron de allí cogidos de la mano en dirección al templo de Zeus olímpico y al estadio de Panathinaiko. Mientras caminaban, Kate rompió el silencio con el que habían salido de aquella iglesia
- ¿Puedo saber que es lo que pediste?
El la miró en silencio, y ella pensó que era tan personal que no se lo diría y no le insistió. Él soltó su mano y pasó su brazo alrededor de la cintura de Kate, y ella hizo igual, metiendo su mano en el bolsillo trasero del vaquero de Richard.
- Pedí un cambio de vida – le dijo finalmente – estaba aburrido de hacer lo de siempre, fiestas, presentaciones, mujeres vacías, fiestas, mujeres vacías, mas fiestas…
Él guardó silencio, y ella no quiso decirle nada más y volvió mentalmente al tiempo en el que conoció a aquel Richard Castle tan arrogante, inmaduro y egocéntrico. Estaba claro que no era el mismo… le conoció hace ¿cuatro años? El mismo tiempo que había pasado desde su visita a Atenas…
- A los tres meses de dejar el papel en esa caja apareciste tú y mi vida cambio por completo – le dijo sacándola de sus pensamientos – era justo volver y dar las gracias y creo que ha sido perfecto hacerlo contigo a mi lado. Y no me preguntes que es lo que he escrito, porque no pienso decírtelo… ¿o acaso me dirías lo que has escrito tu? – ella negó con la cabeza
- No pensaba preguntarte…
- ¿Te importa darme un beso? – ella se paró y allí en mitad de Atenas, con el ruido del tráfico infernal para el que aquella ciudad no estaba preparada, Kate le cogió con ambas manos por la cara, y muy despacio fue acercándose a su rostro, depositando un dulce y lento beso en sus labios y deseando con todas sus fuerzas que lo que había escrito hacía cinco minutos en aquel papelito, se hiciese realidad muy pronto.
Separaron sus bocas y Richard apoyó su frente contra la de ella, busco su nariz con la de él acariciándola y depositando un beso sobre su punta.
- Será mejor que sigamos andando – le dijo volviendo a abrazar su cintura y notando la palma de la mano de ella sobre su trasero, dentro del bolsillo de su pantalón.
Llegaron hasta el parque donde estaba el templo de Zeus Olímpico, sobre una gran explanada de césped se alzaban varias columnas desafiantes contra el cielo. Ahora fue Richard quien hizo de guía
- Impresionante, casi 100 metros de largo por 40 de ancho. Columnas de 15 metros… había más de 100, hoy mira las que quedan… 15, y esa esta caída por efecto de un terremoto. Como puedes ver, y después de aprenderme los órdenes, son corintias… la construcción fue casi eterna, duró más de setecientos años… Dentro del templo había una estatua de Zeus en oro y marfil. Y fue terminada bajo las órdenes de los romanos, en concreto del emperador Adriano, ¿ves aquel arco? Es la puerta de Adriano.
Kate observo el conjunto de columnas, si en un principio tenía 100 columnas, aquel templo debía ser grandioso. Observo la columna caída, viendo como habían quedado las diferentes secciones en las que se dividía la columna, allí tiradas en el suelo y le recordó a un tubo de pastillas fuera de su plástico protector….
Continuaron andando, despacio no había prisa, y llegaron hasta el estadio Panatinaiko. Su diseño era en horquilla (le faltaba un semicírculo que lo cerrase), como el estadio que habían visto en Delfos. Su estado de conservación era perfecto y eso la llamó la atención. En el centro del mismo la superficie era de césped y vio que las calles para correr eran seis en vez de ocho.
De nuevo Richard, que había aprendido en su visita anterior le explicó
- Esta reconstruido, por eso se conserva en tan buen estado. Era utilizado para los juegos en honor a Atenea. Fue reconstruido para los primeros juegos olímpicos de la era moderna que se celebraron a finales del siglo XIX. Es de mármol. Como todo buen monumento que se precie en Atenas… blanco… volvió a ser utilizado como estadio en los juegos olímpicos de 2004. Es el único estadio del mundo con gradas de mármol… sus medidas no son las adecuadas a las competiciones modernas, pero aun así fue escenario de algunas finales en el 2004… todo un honor para los atletas.
Comenzaba a atardecer y él volvió a mirarla, en silencio. Al igual que ella hizo antes, ahora fue él quien la cogió por la cara y la beso lentamente. Él también deseaba que lo que había escrito en aquel papel le fuese concedido, aunque sabía que tenía que pasar bastante tiempo para lograr averiguarlo.
- ¿Qué tal vas de hambre? – le preguntó- porque yo creo que podría cenar tranquilamente
- Yo también, la verdad es que … si , tengo hambre
Se encaminaron tranquilos hacía la zona donde estaba el restaurante que les había indicado por la mañana el guía. Llegaron al local y vieron que era un restaurante bastante amplio y moderno. Varios turistas esperaban a que les atendiesen, cerca de un atril donde reposaba un libro de reservas. Richard esperó que no tuviesen problemas, Alejandro no les había advertido si debían reservar mesa. Cuando les llego el turno
- Bienvenidos señores… ¿tienen reserva? –les preguntó el metre
- No…
- Vaya… lamento decirles que ….
- Espere… - le interrumpió una voz masculina que a Kate le pareció familiar – se sentarán conmigo, si a ellos les parece bien, claro… -ambos se giraron para descubrir como Aris Tavalas se acercaba tendiendo la mano a Richard – Señor Castle, Aris Tavalas, sería un honor para mi que cenasen conmigo..
Richard le estrecho la mano mirando a Kate, que le asintió en silencio y se giró hasta el escritor griego para tenderle la mano y saludarle.
- El honor será nuestro – le contestó Richard
- Señor Tavalas, bienvenido, ¿harían el favor de seguirme hasta su mesa? – les dijo el metre
Se sentaron en una mesa, y el escritor se dirigió en griego al metre, quien le asintió y desapareció hacía la puerta del local.
El local era espacioso, con numerosas mesas, casi todas ocupadas ya, y un pequeño escenario elevado que se veía perfectamente desde donde estaban.
- Señor Castle, ante todo pedirle disculpas por robarle unos minutos a su bella acompañante – dijo mirando a Kate- fue una pequeña revancha por quitarme protagonismo en la firma de mi libro.
- Bueno, no creo que deba disculparse, al contrario… creo que mi bella acompañante – y la miró- se distrajo de la aburrida tarea de esperarme.
- En ese caso, me alegro de haber estado allí. ¿Les esta gustando Atenas?
Charlaron animadamente sobre las visitas que habían hecho a Delfos y Atenas, el escritor griego les preguntaba y ellos respondían.
- Bueno, creo que mi acompañante acaba de entrar – les dijo a ambos mientras miraba hacía la puerta consiguiendo que ellos girasen sus cabezas para mirar también – antes de que se acerque, os doy las gracias por estar aquí, es mi editora y con vosotros delante no me echará la charla por no tener mi siguiente libro listo.
- Creo que eso me suena – le dijo Richard divertido recordando a Gina - me alegro de salvarte…
Se acercaba guiada por el metre hacía ellos una mujer de unos treinta y pocos años, alta, delgada, de larga y lisa melena negra, ojos almendrados del mismo color que el pelo y nariz fuerte, una exótica belleza enfundada en un vestido ajustado de color negro, con escote en forma de uve, que al localizar a su acompañante sonrío mostrando una perfecta y blanquísima dentadura encuadrada en unos labios bien definidos.
- Si todas las editoras de Grecia son como ella, tendré que cambiar de editorial – le dijo Richard a Aris ganándose una furiosa mirada de Kate que le obligó a dejar de mirar a la editora
- No te lo recomiendo, es pura fachada, detrás solo hay una fanática del trabajo, una tirana explotadora, una vampiresa que solo busca estrujar más los cuerpos de los escritores hasta que salga la última gota de tinta… - le dijo a Richard medio susurrando – Eirini, querida, te voy a presentar a unos amigos que me he encontrado y que cenaran con nosotros… Eirini Keramidas, te presento a Richard Castle y a Katherine Beckett….
- Vaya Aris, veo que has hecho amistad con un famoso escritor ¿por si puedes copiar el secreto de su éxito y darme un libro terminado hoy quizás? – le dijo Eirini tendiendo la mano a Kate – encantada de conocerla – le dijo estrechándosela y tendiéndosela a Richard – señor Castle, todo un honor conocerle, espero que le pueda dar lecciones rápidas a Aris…
- Vamos Eirini, no seas tan dura conmigo…
- Aris, debería darte vergüenza escudarte en amigos para intentar evitar mi reprimenda, cuando me lleves a mi casa hablaremos de trabajo, no creas que voy a olvidarlo… ahora y dado que me he encontrado con tu sorpresa, disfrutemos de la compañía y la buena comida. ¿Ha venido a presentar su libro señor Castle?
- No, la verdad es que… - miró a Kate y la cogió de la mano por encima de la mesa – este es un viaje de placer, aunque cuando llegamos tuve una firma, pero no es ese el motivo por el que estamos aquí.
- La señorita Beckett es Nikki Heat – le aclaró Aris a Eirini
- Vaya… buenos libros inspirados en su novia… Aris, esto me hace pensar que llevas demasiado tiempo soltero… ¿es ese tu problema Aris? ¿quieres que te busque novia?
- Eirini… ¿no dijiste que dejarías el trabajo para cuando haga de chófer y te lleve a tu casa? Aunque pensándolo bien, te podría proponer algún nombre… - ella le miro con falsa indignación.
Cenaron los platos que ambos griegos recomendaron, pasta con forma de lágrimas al horno y calabacines rellenos de carne de cordero asados después en brasas de carbón y servidos con una salsa de queso, tomaron de postre pastelitos de miel y frutos secos y charlaron animadamente sobre los libros de ambos, sobre los viajes de Aris a Estados Unidos y sobre el trabajo de Richard y Kate en Nueva York.
Descubrieron porque Alejandro les había dicho que aquel restaurante les gustaría tanto, durante la cena, pararon varias veces para admirar demostraciones de baile típico griego, el sirtaki, donde los cambios de ritmo, la fuerza para mantener el punto de equilibrio y la confianza en el hombro del compañero de baile lo hacían espectacular e inigualable.
En los cinco minutos que Eirini faltó de la mesa para ir al lavabo, Richard le dijo a Aris
- Ten cuidado amigo, creo que te estas enamorando de tu editora…
- ¿Tanto se nota? – contestó Aris
- Mucho – dijeron Kate y Richard a la vez riendo
- Creo que no le doy el manuscrito de mi último libro solo por hacer que me llame continuamente… no me atrevo a más… es tan… perfecta…
- No cometas el mismo fallo que yo y procura buscar otro editor cuando decidas dar el paso… es insoportable convivir con tu editora…
- Los editores… - dijo Aris- Ellos y nuestras madres son los únicos capaces de controlar nuestro ego ¿verdad?
- Vaya… creo que voy a tener que cambiar de profesión – dijo Kate ante el comentario.
- Prefiero que sigas siendo inspectora, te dejaré que lo controles ¿un poquito? - Los tres rieron.
Una hora más tarde, bajaban del lujoso coche de Aris Tavalas en la puerta de su hotel, despidiéndose y cruzando tarjetas de visita, y ambos pensaban por separado si el escritor sería capaz de atreverse a romper la barrera con su editora, y si la editora sería capaz de seguir lanzándole destellos para que lo hiciera.
- Hace demasiado calor, creo que voy a darme un baño en la piscina – le dijo Kate
- Yo voy a hacer un par de llamadas, durante la cena me he acordado que tengo que hablar con Paula
- ¿Mas trabajo?
- Tranquila, no es eso. Es sobre el avión para volver…
- Es cierto… esto se acaba… pasado mañana estaremos en Nueva York – le dijo ella con tristeza
- Haremos mas viajes…
- Si, pero no serán como este – le dijo abrazándole – me ha encantado este viaje Rick, aunque te has pasado con los hoteles, pero todo es tan… perfecto…
- Aún no hemos acabado Kate, aún queda mañana…
- ¿Qué veremos mañana? ¿Museos?
- Es una sorpresa Kate… la última sorpresa antes de volver a casa – le dijo besándola – ve a la piscina, voy a hacer esa llamada…
Media hora más tarde, Richard colgó su móvil y salió a la terraza mirando a Kate que nadaba ágilmente por la piscina. Entro de nuevo y apagó las luces de la habitación, las de la terraza y las de la propia piscina, dejando que la cercana iluminación de la Acrópolis inundase el lugar.
- ¿Es un apagón? – le preguntó Kate desde el agua intentando hacerse a la oscuridad y encontrarle con la mirada.
- No. Las he apagado yo.
- ¿Por qué? – acto seguido sintió como él se lanzaba al agua y llegaba hasta ella abrazándola
- Porque no puedo aguantar la visión de ese bikini en tu cuerpo – le dijo besándola – y te lo arrancaría en cualquier momento
- No he oído que alguien haya dicho que tengas que contenerte – se quedo paralizado, no esperaba esa respuesta
Cuando su mente reaccionó, se lanzó con furia sobre su boca, dejando que sus manos explorasen todo su cuerpo, deshaciéndose sin ningún cuidado, bruscamente, del bikini, abrazándola con fuerza contra él y pegándola a la pared de la piscina, donde dejo rienda suelta a todo el deseo y la lujuria contenida, sin encontrar ningún impedimento por parte de ella, que se amoldaba a sus movimientos y compartía besos y gemidos, deseos y pasiones guardadas durante cuatro largos años.
Y mientras se amaban, ambos levantaron la vista, sonriendo el uno en la boca del otro, y contemplando aquel mágico escenario de un Parthenon iluminado en una noche que ninguno de los dos olvidaría jamás.
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FIN DEL CAPITULO 34
G R A C I A S por leer hasta aqui y espero no haberos defraudado... y que os guste...
Gracias al fresquito del norte de España, donde paso mis vacaciones, se ve que mi cabeza quiso seguir imaginando y aqui tenéis otro capitulo, que espero le guste en especial a Maria_cs y que perdone mi falta de memoria y mi ignorancia con respecto a la asignatura de historia.
CAPITULO 34
Ella sentía el calor del sol en el lado derecho de su cara y su cuerpo, la luz la cegaba y no podía verle, pero sabía que estaba ahí, acababa de hablarla. En su mente se repetía la frase que él le había lanzado segundos antes y a la que él estaba esperando su respuesta: si se lo propongo dentro de algún tiempo ¿no saldrá corriendo y aceptará casarse conmigo…?
¿Qué la estaba preguntando realmente? Ella estaba aturdida pensando si lanzarse sobre él como lo hizo por primera vez hace poco más de quince días y arriesgarse a tener la mayor aventura de su vida o… si se lo propongo dentro de algún tiempo…. ¿que era lo que estaba intentando decirle?, notaba que su corazón se estaba acelerando por completo, que quería decir con “algún tiempo”… ¿Por qué no ahora? Ella le quería ahí y ahora, no dentro de algún tiempo… ¿estaba jugando con ella? ¿Le pedía tiempo para pensárselo porque no estaba seguro de lo que sentía por ella? Pero ella si lo sabía y tenía que dejárselo claro
- Si, Rick, si. Si me quiero casar contigo
Notó sus brazos rodeándola y sus labios pegados a los de ella esos dos gestos eran justo lo que ella necesitaba para poco a poco ir recuperando la normalidad de su ritmo cardiaco.
Él la besaba y se sorprendía al ver que ella le respondía al beso pero seguía dormida. No sabía si despertarla o seguir besándola para ver como reaccionaba… ahora él era el que tenía su corazón a diez mil por hora, tal y como lo había notado en ella hacía un par de minutos.
Decidió no despertarla, y siguió besándola. No quería asustarla. Él sólo pretendía que supiese cuales eran sus intenciones. Lo que no sabía es que ella ya parecía estar preparada para darle la contestación, pese a que horas antes le había dado una respuesta un poco evasiva y que él había interpretado como un “si, dame tiempo y convénceme”. Quizá era culpa suya por haberle dejado ese margen, quizá se lo tenía que haber planteado directamente… Daba igual, buscaría y encontraría la manera de hacerlo nuevamente y no dejaría pasar mucho tiempo. Poco a poco notó como ella relajaba el beso, y él se separó de sus labios, dejando que siguiese en su sueño.
Él ya había obtenido más de lo que pensaba. Siguió despierto, aún no había dormido aquella noche, no podía. No paraba de darle vueltas a ese momento y ahora… ahora cambiaba aún más todo. No se dio cuenta del tiempo que siguió despierto y de que forma se abandonó finalmente al sueño, apretándola contra él, aferrándose a el futuro que tenían juntos y que no acababa más que empezar.
Unas horas más tarde Kate se despertaba con medio cuerpo sobre el de Richard. Él la rodeaba con su brazo y con la mano libre agarraba entrelazados los dedos de la mano de ella. Kate tenía su cara sobre su hombro mirándole y tocando su frente contra la mandíbula de él que dormía profundamente. Recordó el maravilloso día anterior y un golpeteo de su corazón rememoró la pregunta que Richard le había planteado. Acomodó su nariz en el cuello de él y respiró su olor, quedándose quieta sin querer despertarle, aún era pronto y no había sonado la alarma del móvil. Quieta y en silencio a su mente fueron llegando en pequeñas oleadas los recuerdos de los sueños que había tenido durante la noche… si hubiese luz suficiente, se habría visto como el color de sus mejillas pasaban del blanco al rosa intenso cuando recordó el sueño en el que ella le daba un “si”… era un sueño, pero… realmente si a alguien le tenía que dar esa respuesta en su vida, era únicamente a él, y no le hubiese importado dársela el día anterior, aunque le encantaba la forma en la que Richard se lo había planteado, era un: “Cásate conmigo en cuanto estés preparada, te doy tiempo”. Le dio un beso en el cuello y notó como él se estremecía levemente, apretándola contra él y murmurando
- ¿Te quieres casar conmigo Kate?
Ella se sobresaltó al oírle, abriendo sus ojos todo lo que pudo. Se quedó quieta mirándole, él tenía los ojos cerrados ¡estaba dormido!, le pareció adorable, estaba soñando, volvió a besarle el cuello y él volvió a murmurar
- Eso es un si
A ella le pareció graciosa la situación, no sabía que él hablaba en sueños, seguro que si le preguntaba, él contestaría sus preguntas, ¿Qué podría preguntarle?
- ¿Con cuántas mujeres te has acostado Rick?
Él seguía dormido y ella volvió a besarle el cuello, vio su sonrisa y sus ojos aun cerrados cuando lo hizo
- Vamos Rick, dímelo… ¿Con cuántas mujeres te has acostado?
- No lo sé
Ella pasó a besarle la cara
- Vamos Ricky – le susurró en su oído – dime un número
- No lo sé… no te enfades, yo solo te quiero a ti
Él comenzó a agitarse, y ella decidió parar antes que se despertase… quizá realmente no lo supiese realmente. Quizá le tenía que haber preguntado cuantas realmente le habían importado… otra noche… esta faceta era divertida… y ella iba a aprovecharlo.
Volvió a quedarse dormida y despertó cuando un rayo de luz que entraba entre las cortinas jugueteaba cerca de sus ojos. Tenía su mano izquierda dormida por el peso de su cuerpo sobre ella, seguía en la misma postura que cuando despertó hacía un par de horas y el aún dormía. Tenía que moverse, la mano… ese cosquilleo empezaba a doler y sentía como mil agujas la atravesaban. Soltó su mano derecha de la de Richard y con cuidado se giró quedando boca arriba y recuperando su brazo totalmente encorchado, comenzó un movimiento de apertura y cierre de sus dedos, sujetando la mano con la otra y soplando entre dientes por el dolor…
- ¿Se puede saber que demonios haces? ¿se te ha descontrolado la mano e intentas pararla?
- Se me ha quedado dormida la mano y me duele… - él se la cogió llevándosela a la boca
- Eso se cura mojándola con saliva – le dijo metiendo dos de sus dedos en su boca y lamiéndolos con la lengua
- ¿Qué? – le dijo ella reaccionando cinco segundos después y haciendo que él los sacase de su boca
- Aunque claro… con este método, tu mano no es lo único que se despierta… - le dijo en tono entusiasta
- ¡Eres incorregible Richard Castle! ¿Qué haces? – le dijo mientras él se volvía hacia ella, levantando la sábana y directo a su pecho
- Creo que esta parte de tu cuerpo esta también dormida… tendré que despertarla ¿no?
Más tarde
- ¿Pero dejaste de sentir el cosquilleo en la mano no?
- Oh, vamos, eso no es cierto
- Que si… es verdad, aunque en tu caso no te diste cuenta… empezaste a notar otro cosquilleo más urgente ¿eh? – le dijo soltándola y saltando de la cama hacía el baño, intentando escapar del impacto de la almohada que ella le arrojó certeramente.
El hotel donde estaban alojados, estaba cerca de la plaza Sintagma (Sede del Parlamento) y después de ver las diferentes opciones de transporte, plano de la ciudad en mano, y como aún quedaba casi una hora para la cita con el guía, decidieron ir hasta la Acrópolis dando un paseo atravesando el barrio de Plaka, un lugar cerrado al tráfico y atestado de tiendas y turistas.
Fueron adentrándose en las estrechas callejuelas adoquinadas y llenas de tabernas, restaurantes y tiendas que exponían todo tipo de productos, desde antigüedades, pasando por ropa, hasta los más variopintos objetos de recuerdo para extranjeros. A Kate le llamaba la atención la estrechez de las calles, acostumbrada a la gran manzana, aquello era impensable, los edificios en Europa eran bajitos, pero en ese barrio no la mayoría no superaba las dos o tres plantas. Algunas de las calles estaban cuidadas y adornadas con macetas de colores, pero la mayoría estaba llena de mercancía expuesta para su venta, cerámica, objetos de piel, botellas de aceite de oliva, jabón de aceite, miel…. Una fachada completa estaba llena de bolsos de piel colgados, y a ella le pareció todo un trabajo tener que exponer y retirar todos los días esa gran cantidad de objetos.
De repente una calle se convertía en una escalera, o era tomada por un restaurante para colocar sus mesas y que los comensales comiesen allí mismo, en plena calle. Siguiendo el plano entraron en una calle empinada, con grandes escalones en los que había mesas y sillas y cubierta totalmente por un emparrado que daba sombra, y en el que empezaban a verse racimos de pequeñísimos frutos verdes, que al final del verano serían hermosos racimos de uvas.
Parecía que en vez de haber hecho un viaje a otro país, realmente estuviesen en otra época, sin embargo, podía ver como los viandantes, nativos o foráneos, combinaban aquel lejano mundo con las más modernas técnicas de telecomunicación, podía comprobarlo mientras un turista pagaba al camarero introduciendo su tarjeta de crédito en un terminal inalámbrico que le proporcionaba el primero, o como un joven, en la puerta de su tienda jugaba en un Ipad, mientras que oía conversaciones en los mas variados idiomas, que cualquiera tenía en la calle a través de teléfonos móviles de última generación. Pero hasta alguno de los objetos expuestos para su venta le transportaban a un mundo muchos años atrás…
Le llamo la atención una escena, un anciano tomaba el sol en sentado en una silla en la puerta de una casa, salió de la casa una mujer, de edad parecida a la de él, y le obligó, ayudándole, a ponerse una chaqueta de lana de color granate. La mujer le regañaba mientras le ayudaba, pero aunque ella no la entendía, sabía que era una regañina sin importancia… Después de ayudarle, le abotonó la chaqueta y le peinó con los dedos el escaso y blanco pelo con cuidado, y él la dedicó una sonrisa antes que la mujer volviese a desaparecer por donde había llegado. Kate se preguntó cuanto tiempo llevarían juntos y que grande tuvo que se su amor cuando eran jóvenes si después de tanto tiempo aún se dedicaban ese cariño. Richard, que también debía haber observado la escena, la abrazó por los hombros, mirándola, y ella le sonrío pasando su mano por la cintura de él y metiendo la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros, a él le gusto ese gesto y la besó en la mejilla.
Poco a poco, paseando por aquel pintoresco lugar, fueron llegando hasta la entrada de la Acrópolis.
- Ese chico de la gorra roja es nuestro guía – le dijo Richard
Fueron hacía él e hicieron las oportunas presentaciones. Tendría unos treinta años, pelo rubio y ojos claros, piel dorada por el sol, bastante guapo y si no fuese por su escasa estatura, que no sobrepasaría el metro sesenta, podría parecer un alemán. Pero no era así. Les explicó en un momento su vida, se llamaba Alejandro (en honor a Alejandro Magno) de madre macedonia, a la que decía se parecía físicamente, y padre Español, hablaba un inglés totalmente fluido, además de griego, español e italiano. Había nacido en España, aunque había pasado su vida a caballo entre Madrid y Atenas desde que era un niño, pasando grandes periodos de tiempo en Atenas junto a sus abuelos maternos, que regentaban una pequeña taberna en el barrio de Plaka y había estudiado Historia del arte. Le apasionaba Atenas, casi conocía cada piedra que formaba parte de la Acrópolis, donde prácticamente había pasado su infancia, dada la cercanía de la casa de sus abuelos, y donde acudía con su grupo de amigos cuando era pequeño, a jugar como si se tratase de su propio parque. Richard comprendió porque Michael se lo había recomendado.
Después de su presentación, Alejandro comenzó su relato:
- Acrópolis no es un termino exclusivo de esta zona de Atenas, es una palabra que quiere decir “lo más alto de la ciudad”, y como podéis observar, estamos en una de las zonas más altas de Atenas. Construirla tan alto es por dos razones, una como defensa y otra para construir templos, cuanto más arriba, más cerca de los Dioses. El camino que lleva hasta arriba se llama “Vía Sacra”
Este edificio por el que vamos pasar, se llama “Propileos” era la entrada a todo el recinto, como veréis solo quedan unas columnas y restos de escalinatas, antiguamente estas columnas sujetaban un pórtico con un frontón delantero. Como podéis observar es de grandes dimensiones (unos 19 metros de largo por 13 de ancho), los restos de columnas que veis os indican que era muy alto, unos 7 metros, todo estaba realizado en mármol blanco y azul. Fue destruido hace unos 300 años por la explosión de un polvorín cercano. Todo aquel que accedía a la acrópolis, debía pasar a través de él.
Dejaron atrás el edificio, bueno, más bien los restos de aquel edificio, en el que podrían más tarde hacerse fotografías en la escalinata.
- Este templo de aquí, es el de Atenea Nike (victoriosa). En su interior, había una representación de la diosa a la que se le habían cortado las alas para que no huyese de la ciudad. El templo fue construido para agradecer la victoria ante los persas. Como podéis ver es de pequeñas dimensiones, un cuadrado de 4 metros de largo y un alzado de 8 metros, pues no estaba destinado a reuniones. Se conserva en buen estado, incluso se puede ver parte del friso con representaciones de los dioses Atenea, Zeus y Poseidón ayudando a los atenienses.
Este otro edificio, no necesita mi presentación, ya lo conocéis de sobra… el Parthenon. Lo podéis observar desde casi cualquier parte de Atenas, siempre que los edificios os dejen… Era el templo de Atenea Partenos o Atenea Virgen. Si observáis los restos, sus columnas son de otro orden diferente a las de el Propileos y el templo de Atenea Nike, que eran del orden Jónico, este edificio es Dórico, puede que vaya muy deprisa, después en el museo os explicaré las diferencias y cuando os deje libres podréis comprobarlo vosotros mismos… Este edificio es monumental 70 metros de largo por 31 de ancho y columnas de casi 11 metros de altura… todo realizado en mármol de una cantera cercana. En el interior de este edificio, aparte de otras esculturas, una gran escultura de 12 metros de largo de Atenea Partenos, construida en oro, se calcula que debía pesar unos 1.200 kilos. Fue destruida por la pólvora y expoliada por manos británicas, gran parte de los frisos, metopas y frontones están en el museo británico en Londres.
Kate estaba asombrada por las estructuras de los edificios, tenían unos dos mil cuatrocientos años y aún se conservaban en pie. Imaginaba que cantidad de obreros habían sido necesarios para poder elevar tanta piedra, y la maestría con la que los escultores habían podido esculpir los frontones y frisos, con las herramientas de aquella época. Richard la cogió de la mano para que no se quedase atrás, embelesada como estaba mirando a su alrededor. Sentía dentro de ella una pequeña mezcla de ira y rabia al saber que gran parte del arte que podrían estar observando había sido llevado a Londres y no podía ser admirado en su conjunto allí. Los griegos debían de estar bastante cabreados con los ingleses por llevarse parte de su historia y sus tesoros, aunque descubrió que una parte de aquellos mármoles también estaba en su propio país, en la Universidad de Wasington en Seattle, donde el guía que cito Richard, Michael, se había enamorado de ellos y había encaminado su vida a Atenas. También le indicó a Kate que en Nasville (Tenesse USA) existía una reproducción del Parthenon.
Alejandro continuó explicándoles la gran destreza constructiva de la época y como los arquitectos habían “maquillado” la antiestética deformación de los grandes edificios con alteraciones que lograban obtener efectos visuales diferentes, curvando columnas, haciéndolas mas gruesas en las esquinas, arqueando el frontón…
Les explicó que los relieves de los frontones y metopas, eran de color, y no de mármol blanco. El color formaba parte de todas las construcciones griegas, aunque no quedaban restos de pintura sobre ellos. Les relató las escenas que figuraban en esos frisos, y que en parte verían en el museo.
Delante de ellos vieron otro edificio, el Erecteión. Otro templo dedicado a Atenea (polias) y compartido con Poseidón y Erecteo (mítico rey de la ciudad). Lo más llamativo de este templo eran las “Cariatides”, seis esculturas de mujer bastante bien conservadas, de algo más de dos metros de altura y que sustituían a las columnas normales. Alejandro les explicó que las mismas eran réplicas y que 5 de las 6 originales estaban en el museo, y la restante estaba una vez más, en el museo británico. Les explicó que las originales eran de color. Representaban mujeres esclavas condenadas a soportar el peso del templo y en concreto señalaban la tumba del mítico rey Cecrope. Les explicó que allí había una roca donde Poseidón había clavado su tridente en una disputa con Atenea, y les mostró las marcas que supuestamente había dejado el mismo, así como les dijo que allí existía un pozo de agua salada y un olivo sagrado que Atenea había regalado a los Atenienses tras la batalla con Poseidon.
Kate observó las Cariatides con detenimiento… aunque fuesen copias de las originales, eran majestuosas.
- Vamos cariño, en el museo podrás ver las auténticas…
Antes de entrar al museo, observaron el teatro más grande de Grecia, el Teatro de Dionisio. Les explicó la perfecta acústica conseguida por los arquitectos, que hacía que desde cualquier parte de las gradas, se oyese a la perfección las palabras dichas desde la parte central o escenario. Les explicó que el teatro estaba cerrado y que se abría únicamente en contadas y excepcionales ocasiones, indicándoles que Barba Streisand había sido una de las afortunadas que había cantado en aquel lugar.
Pasaron al museo, un moderno edificio que contrastaba con el resto de edificaciones aunque mantenía cierta similitud que le hacía integrarse en el conjunto, y allí y tal y como Alejandro les había indicado, pudieron entender y apreciar las edificaciones y la grandeza de la Acrópolis, estudiando las maquetas y viendo las esculturas de los frontones, las cariátides… Les explico las diferencias entre los estilos, que ahora pudieron apreciar con detenimiento.
Alejandro se despidió de ellos en el museo. Conminándoles a que siguiesen visitando el mismo y de nuevo el resto de la Acrópolis para que ahora, y después de todas las explicaciones, pudiesen admirar con detenimiento e imaginar el lugar sin la pesadez de su verborrea. Richard le pidió consejo sobre un lugar a donde ir a comer en Plaka, y él le entregó una tarjeta, la del restaurante de sus futuros suegros, y apuntó detrás de la misma, una dirección de un restaurante cercano al hotel donde estaban alojados, donde podrían cenar y guiñándoles un ojo les dijo que les gustaría este último. Les recomendó algunas tiendas de Plaka, señalándolas en el mapa, joyerías, pieles, artesanía… las tiendas indicadas eran de confianza y sus productos de calidad.
Recorrieron de nuevo la Acrópolis, con la foto de la maqueta en el tríptico que habían conseguido en el museo, era más sencillo entender e imaginar aquellos edificios y la majestuosidad de todo el conjunto. Una estatua de 12 metros de oro… imaginaron el poder y la riqueza de los Atenieses para construir todo aquello, se perdieron entre dioses asequibles, historias míticas lejanas y cuando quisieron darse cuenta, el implacable sol en lo más alto, aparte de empezar a quemarles la piel, les indicaba que si no se daban prisa, la hora de comer iba a terminarse.
Volvieron al cercano barrio de Plaka, decidieron ir a comer donde les había recomendado el guía. El restaurante estaba en una de las calles con escalinata que habían recorrido horas antes. La fachada estaba cubierta por una parra, que a su vez mediante un sistema de varas de metal y cuerdas formaba un pequeño porche bajo el cual y había dos mesas. Decidieron que no les apetecía comer en plena calle, y accedieron al local. Les recibió un joven que en seguida les atendió en inglés, y preguntó a Kate si eran los señores Castle, a lo que ella respondió con una sonrisa que no paso desapercibida para Richard, que sonrió a su vez sin que ella lo viese. Les dijo que Alejandro les había dicho que irían, y les indicó que le siguiesen, por una escalera hacía el piso de arriba. A ellos les pilló de sorpresa, pues veían que el comedor aún tenía mesas libres. El chico les condujo hasta un pequeño patio superior, descubierto tanto dos de las paredes como el techo pero con unas sombrillas para evitar el sol, desde allí podía contemplarse la cercana acrópolis y parte del barrio de Plaka. Repartidas por las paredes y colgadas, una veintena de macetas aportaban frescor con plantas de largas hojas, y en una de los muros, un chorro de agua caía en niveles en pequeños cuencos de cerámica dispuestos en zigzag y pegados a la pared, cayendo finalmente en un pequeño estanque donde nadaban dos pececillos, uno naranja y otro rojo y blanco. Por todo el perímetro del patio, macetas sobre platos cerámicos aportaban la nota de color con flores. El repiqueteo del agua, el canto de un par de canarios en una jaula colgada del muro y el murmullo de los turistas en el barrio formaban la banda sonora. Ellos se habían quedado parados
- Si no les gusta comer al aire libre puedo acomodarles en el salón de abajo – les dijo el joven
- No, no, es perfecto – le dijo Kate – no lo esperábamos…
- Normalmente esta cerrado al público – aclaró- y hoy sólo estará abierto para ustedes.
Se dejaron aconsejar por el camarero, y le pidieron que les llevase de comer lo que a él le pareciese adecuado. Este sonrío divertido, advirtiéndoles que su madre (la cocinera) estaría encantada de poder tener clientes así todos los días.
Les sirvieron aceitunas, rollitos de arroz envuelto en hojas de parra, pequeñas empanadillas de carne y unos dados de queso feta envueltos en finas láminas de calabacín ligeramente dorado en una parrilla y sazonados con romero. De segundo plato, les trajeron carne hecha al carbón ensartada en un fino y largo palo acompañada de berenjena también hecha en parrilla.
- Ufs – dijo Kate- creo que la comida griega va ganando posiciones en mi lista de favoritas…
- Creo que vas a tener que hacer mucho ejercicio – le dijo socarronamente
Como postre, les sirvieron una copa de delicioso yogurt frío, con nueces y miel.
Salieron del restaurante, después de dar varias veces las felicitaciones a la cocinera, y con la sensación de que no tendrían que volver a comer hasta llegar a Nueva York, de lo llenos que estaban.
Dieron un paseo por el barrio, recorriendo las tiendas que les había recomendado el guía, comprando regalos y recuerdos, Richard no pudo resistir pasar a una de las joyerías señaladas y comprar a su madre un brazalete de oro que imitaba una serpiente enroscándose con un anillo a juego y un broche en plata con las caras que representaban la tragedia griega, también compró un colgante y unos pendientes para Alexis, de diseño moderno y atractivo con dibujos hexagonales y combinando oro blanco y amarillo.
Cargados con bolsas, llegaron hasta el hotel y las subieron a la habitación. Se dieron una ducha, se cambiaron de ropa y salieron para que Richard la llevase a un lugar al que quería volver y después decidir si cenarían o no.
Caminaron de la mano hasta la plaza Omonia, muy transitada en ese momento, pero nada recomendable cuando caía la noche y grupos de emigrantes procedentes del este de Europa tomaban el lugar.
- ¿Qué tiene de especial esta plaza?
- Calla – le dijo mirando a su alrededor e intentando encontrar algo- mira allí es… - le dijo señalando al otro extremo de la plaza
- ¿Un McDonals? – preguntó Kate – vamos Castle… ¿aquí es donde querias volver?
El la miró sonriendo, no se lo esperaba, se sorprendería tanto como lo hizo él cuando estuvo allí hace cuatro años. Justo cuando llegaban a la altura del McDonals, Richard se metió por la primera calle y le dijo
- Ahí sigue…
A escasos veinte metros, en mitad de la acera, un pequeño edificio rojo destacaba sobre el resto. Era una minúscula iglesia ortodoxa, se fueron acercando
- Estuve aquí hace cuatro años. Dentro de la iglesia caben como mucho seis personas. Entremos
Dos pequeños bancos, uno a cada lado y con capacidad para dos personas cada uno, junto a una pequeña mesa alta que debía servir para que el sacerdote oficiase misa, si es que alguna vez se oficiaba, eran el único mobiliario de aquella diminuta iglesia. Dos pequeñas aberturas alargadas en la pared hacían la función de ventanas. En el fondo de la misma, iconos que les recordaban la cultura rusa.
- Cuando estuve aquí, vi como una mujer escribía algo en un papel y lo metía en aquella caja – le dijo señalando una caja sobre la mesa – después se puso a rezar y pasado un rato se marcho. Supuse que era una petición, e hice lo mismo
- ¿Qué hiciste que?
- Escribí una petición, la metí en esa caja y recordé una oración que mi madre me enseño de pequeño. No podía volver a Atenas sin venir a agradecer que esa petición se cumpliese. Y hoy pienso volver a hacerlo de nuevo… - saco un bolígrafo de su chaqueta y cogió un papel de los que había allí, escribió algo y doblando el papel lo metió en la caja, se sentó en un banco y se quedo en silencio, con los ojos cerrados.
Kate lo miraba confundida. Richard era así… pero la fe… recordó algunas escenas de cuando era niña y era llevada por su madre a la iglesia. Su madre le hablaba de fe y de bondad. No podía perder nada, imitó a Richard, escribió en un papel y lo metió en la caja, se sentó junto a él y recordó una oración que repetía su abuela.
Salieron de allí cogidos de la mano en dirección al templo de Zeus olímpico y al estadio de Panathinaiko. Mientras caminaban, Kate rompió el silencio con el que habían salido de aquella iglesia
- ¿Puedo saber que es lo que pediste?
El la miró en silencio, y ella pensó que era tan personal que no se lo diría y no le insistió. Él soltó su mano y pasó su brazo alrededor de la cintura de Kate, y ella hizo igual, metiendo su mano en el bolsillo trasero del vaquero de Richard.
- Pedí un cambio de vida – le dijo finalmente – estaba aburrido de hacer lo de siempre, fiestas, presentaciones, mujeres vacías, fiestas, mujeres vacías, mas fiestas…
Él guardó silencio, y ella no quiso decirle nada más y volvió mentalmente al tiempo en el que conoció a aquel Richard Castle tan arrogante, inmaduro y egocéntrico. Estaba claro que no era el mismo… le conoció hace ¿cuatro años? El mismo tiempo que había pasado desde su visita a Atenas…
- A los tres meses de dejar el papel en esa caja apareciste tú y mi vida cambio por completo – le dijo sacándola de sus pensamientos – era justo volver y dar las gracias y creo que ha sido perfecto hacerlo contigo a mi lado. Y no me preguntes que es lo que he escrito, porque no pienso decírtelo… ¿o acaso me dirías lo que has escrito tu? – ella negó con la cabeza
- No pensaba preguntarte…
- ¿Te importa darme un beso? – ella se paró y allí en mitad de Atenas, con el ruido del tráfico infernal para el que aquella ciudad no estaba preparada, Kate le cogió con ambas manos por la cara, y muy despacio fue acercándose a su rostro, depositando un dulce y lento beso en sus labios y deseando con todas sus fuerzas que lo que había escrito hacía cinco minutos en aquel papelito, se hiciese realidad muy pronto.
Separaron sus bocas y Richard apoyó su frente contra la de ella, busco su nariz con la de él acariciándola y depositando un beso sobre su punta.
- Será mejor que sigamos andando – le dijo volviendo a abrazar su cintura y notando la palma de la mano de ella sobre su trasero, dentro del bolsillo de su pantalón.
Llegaron hasta el parque donde estaba el templo de Zeus Olímpico, sobre una gran explanada de césped se alzaban varias columnas desafiantes contra el cielo. Ahora fue Richard quien hizo de guía
- Impresionante, casi 100 metros de largo por 40 de ancho. Columnas de 15 metros… había más de 100, hoy mira las que quedan… 15, y esa esta caída por efecto de un terremoto. Como puedes ver, y después de aprenderme los órdenes, son corintias… la construcción fue casi eterna, duró más de setecientos años… Dentro del templo había una estatua de Zeus en oro y marfil. Y fue terminada bajo las órdenes de los romanos, en concreto del emperador Adriano, ¿ves aquel arco? Es la puerta de Adriano.
Kate observo el conjunto de columnas, si en un principio tenía 100 columnas, aquel templo debía ser grandioso. Observo la columna caída, viendo como habían quedado las diferentes secciones en las que se dividía la columna, allí tiradas en el suelo y le recordó a un tubo de pastillas fuera de su plástico protector….
Continuaron andando, despacio no había prisa, y llegaron hasta el estadio Panatinaiko. Su diseño era en horquilla (le faltaba un semicírculo que lo cerrase), como el estadio que habían visto en Delfos. Su estado de conservación era perfecto y eso la llamó la atención. En el centro del mismo la superficie era de césped y vio que las calles para correr eran seis en vez de ocho.
De nuevo Richard, que había aprendido en su visita anterior le explicó
- Esta reconstruido, por eso se conserva en tan buen estado. Era utilizado para los juegos en honor a Atenea. Fue reconstruido para los primeros juegos olímpicos de la era moderna que se celebraron a finales del siglo XIX. Es de mármol. Como todo buen monumento que se precie en Atenas… blanco… volvió a ser utilizado como estadio en los juegos olímpicos de 2004. Es el único estadio del mundo con gradas de mármol… sus medidas no son las adecuadas a las competiciones modernas, pero aun así fue escenario de algunas finales en el 2004… todo un honor para los atletas.
Comenzaba a atardecer y él volvió a mirarla, en silencio. Al igual que ella hizo antes, ahora fue él quien la cogió por la cara y la beso lentamente. Él también deseaba que lo que había escrito en aquel papel le fuese concedido, aunque sabía que tenía que pasar bastante tiempo para lograr averiguarlo.
- ¿Qué tal vas de hambre? – le preguntó- porque yo creo que podría cenar tranquilamente
- Yo también, la verdad es que … si , tengo hambre
Se encaminaron tranquilos hacía la zona donde estaba el restaurante que les había indicado por la mañana el guía. Llegaron al local y vieron que era un restaurante bastante amplio y moderno. Varios turistas esperaban a que les atendiesen, cerca de un atril donde reposaba un libro de reservas. Richard esperó que no tuviesen problemas, Alejandro no les había advertido si debían reservar mesa. Cuando les llego el turno
- Bienvenidos señores… ¿tienen reserva? –les preguntó el metre
- No…
- Vaya… lamento decirles que ….
- Espere… - le interrumpió una voz masculina que a Kate le pareció familiar – se sentarán conmigo, si a ellos les parece bien, claro… -ambos se giraron para descubrir como Aris Tavalas se acercaba tendiendo la mano a Richard – Señor Castle, Aris Tavalas, sería un honor para mi que cenasen conmigo..
Richard le estrecho la mano mirando a Kate, que le asintió en silencio y se giró hasta el escritor griego para tenderle la mano y saludarle.
- El honor será nuestro – le contestó Richard
- Señor Tavalas, bienvenido, ¿harían el favor de seguirme hasta su mesa? – les dijo el metre
Se sentaron en una mesa, y el escritor se dirigió en griego al metre, quien le asintió y desapareció hacía la puerta del local.
El local era espacioso, con numerosas mesas, casi todas ocupadas ya, y un pequeño escenario elevado que se veía perfectamente desde donde estaban.
- Señor Castle, ante todo pedirle disculpas por robarle unos minutos a su bella acompañante – dijo mirando a Kate- fue una pequeña revancha por quitarme protagonismo en la firma de mi libro.
- Bueno, no creo que deba disculparse, al contrario… creo que mi bella acompañante – y la miró- se distrajo de la aburrida tarea de esperarme.
- En ese caso, me alegro de haber estado allí. ¿Les esta gustando Atenas?
Charlaron animadamente sobre las visitas que habían hecho a Delfos y Atenas, el escritor griego les preguntaba y ellos respondían.
- Bueno, creo que mi acompañante acaba de entrar – les dijo a ambos mientras miraba hacía la puerta consiguiendo que ellos girasen sus cabezas para mirar también – antes de que se acerque, os doy las gracias por estar aquí, es mi editora y con vosotros delante no me echará la charla por no tener mi siguiente libro listo.
- Creo que eso me suena – le dijo Richard divertido recordando a Gina - me alegro de salvarte…
Se acercaba guiada por el metre hacía ellos una mujer de unos treinta y pocos años, alta, delgada, de larga y lisa melena negra, ojos almendrados del mismo color que el pelo y nariz fuerte, una exótica belleza enfundada en un vestido ajustado de color negro, con escote en forma de uve, que al localizar a su acompañante sonrío mostrando una perfecta y blanquísima dentadura encuadrada en unos labios bien definidos.
- Si todas las editoras de Grecia son como ella, tendré que cambiar de editorial – le dijo Richard a Aris ganándose una furiosa mirada de Kate que le obligó a dejar de mirar a la editora
- No te lo recomiendo, es pura fachada, detrás solo hay una fanática del trabajo, una tirana explotadora, una vampiresa que solo busca estrujar más los cuerpos de los escritores hasta que salga la última gota de tinta… - le dijo a Richard medio susurrando – Eirini, querida, te voy a presentar a unos amigos que me he encontrado y que cenaran con nosotros… Eirini Keramidas, te presento a Richard Castle y a Katherine Beckett….
- Vaya Aris, veo que has hecho amistad con un famoso escritor ¿por si puedes copiar el secreto de su éxito y darme un libro terminado hoy quizás? – le dijo Eirini tendiendo la mano a Kate – encantada de conocerla – le dijo estrechándosela y tendiéndosela a Richard – señor Castle, todo un honor conocerle, espero que le pueda dar lecciones rápidas a Aris…
- Vamos Eirini, no seas tan dura conmigo…
- Aris, debería darte vergüenza escudarte en amigos para intentar evitar mi reprimenda, cuando me lleves a mi casa hablaremos de trabajo, no creas que voy a olvidarlo… ahora y dado que me he encontrado con tu sorpresa, disfrutemos de la compañía y la buena comida. ¿Ha venido a presentar su libro señor Castle?
- No, la verdad es que… - miró a Kate y la cogió de la mano por encima de la mesa – este es un viaje de placer, aunque cuando llegamos tuve una firma, pero no es ese el motivo por el que estamos aquí.
- La señorita Beckett es Nikki Heat – le aclaró Aris a Eirini
- Vaya… buenos libros inspirados en su novia… Aris, esto me hace pensar que llevas demasiado tiempo soltero… ¿es ese tu problema Aris? ¿quieres que te busque novia?
- Eirini… ¿no dijiste que dejarías el trabajo para cuando haga de chófer y te lleve a tu casa? Aunque pensándolo bien, te podría proponer algún nombre… - ella le miro con falsa indignación.
Cenaron los platos que ambos griegos recomendaron, pasta con forma de lágrimas al horno y calabacines rellenos de carne de cordero asados después en brasas de carbón y servidos con una salsa de queso, tomaron de postre pastelitos de miel y frutos secos y charlaron animadamente sobre los libros de ambos, sobre los viajes de Aris a Estados Unidos y sobre el trabajo de Richard y Kate en Nueva York.
Descubrieron porque Alejandro les había dicho que aquel restaurante les gustaría tanto, durante la cena, pararon varias veces para admirar demostraciones de baile típico griego, el sirtaki, donde los cambios de ritmo, la fuerza para mantener el punto de equilibrio y la confianza en el hombro del compañero de baile lo hacían espectacular e inigualable.
En los cinco minutos que Eirini faltó de la mesa para ir al lavabo, Richard le dijo a Aris
- Ten cuidado amigo, creo que te estas enamorando de tu editora…
- ¿Tanto se nota? – contestó Aris
- Mucho – dijeron Kate y Richard a la vez riendo
- Creo que no le doy el manuscrito de mi último libro solo por hacer que me llame continuamente… no me atrevo a más… es tan… perfecta…
- No cometas el mismo fallo que yo y procura buscar otro editor cuando decidas dar el paso… es insoportable convivir con tu editora…
- Los editores… - dijo Aris- Ellos y nuestras madres son los únicos capaces de controlar nuestro ego ¿verdad?
- Vaya… creo que voy a tener que cambiar de profesión – dijo Kate ante el comentario.
- Prefiero que sigas siendo inspectora, te dejaré que lo controles ¿un poquito? - Los tres rieron.
Una hora más tarde, bajaban del lujoso coche de Aris Tavalas en la puerta de su hotel, despidiéndose y cruzando tarjetas de visita, y ambos pensaban por separado si el escritor sería capaz de atreverse a romper la barrera con su editora, y si la editora sería capaz de seguir lanzándole destellos para que lo hiciera.
- Hace demasiado calor, creo que voy a darme un baño en la piscina – le dijo Kate
- Yo voy a hacer un par de llamadas, durante la cena me he acordado que tengo que hablar con Paula
- ¿Mas trabajo?
- Tranquila, no es eso. Es sobre el avión para volver…
- Es cierto… esto se acaba… pasado mañana estaremos en Nueva York – le dijo ella con tristeza
- Haremos mas viajes…
- Si, pero no serán como este – le dijo abrazándole – me ha encantado este viaje Rick, aunque te has pasado con los hoteles, pero todo es tan… perfecto…
- Aún no hemos acabado Kate, aún queda mañana…
- ¿Qué veremos mañana? ¿Museos?
- Es una sorpresa Kate… la última sorpresa antes de volver a casa – le dijo besándola – ve a la piscina, voy a hacer esa llamada…
Media hora más tarde, Richard colgó su móvil y salió a la terraza mirando a Kate que nadaba ágilmente por la piscina. Entro de nuevo y apagó las luces de la habitación, las de la terraza y las de la propia piscina, dejando que la cercana iluminación de la Acrópolis inundase el lugar.
- ¿Es un apagón? – le preguntó Kate desde el agua intentando hacerse a la oscuridad y encontrarle con la mirada.
- No. Las he apagado yo.
- ¿Por qué? – acto seguido sintió como él se lanzaba al agua y llegaba hasta ella abrazándola
- Porque no puedo aguantar la visión de ese bikini en tu cuerpo – le dijo besándola – y te lo arrancaría en cualquier momento
- No he oído que alguien haya dicho que tengas que contenerte – se quedo paralizado, no esperaba esa respuesta
Cuando su mente reaccionó, se lanzó con furia sobre su boca, dejando que sus manos explorasen todo su cuerpo, deshaciéndose sin ningún cuidado, bruscamente, del bikini, abrazándola con fuerza contra él y pegándola a la pared de la piscina, donde dejo rienda suelta a todo el deseo y la lujuria contenida, sin encontrar ningún impedimento por parte de ella, que se amoldaba a sus movimientos y compartía besos y gemidos, deseos y pasiones guardadas durante cuatro largos años.
Y mientras se amaban, ambos levantaron la vista, sonriendo el uno en la boca del otro, y contemplando aquel mágico escenario de un Parthenon iluminado en una noche que ninguno de los dos olvidaría jamás.
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FIN DEL CAPITULO 34
G R A C I A S por leer hasta aqui y espero no haberos defraudado... y que os guste...
Anver- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/06/2012
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Creo que voy a ir por partes.
Primero: si me hubieras hecho tu el examen de Historia Antigua me hubieras ahorrado dos suspensos y dos odiosas convocatorias de mas.
Segundo: la escena de los ancianos en la puerta me parece, tierno, esa es la palabra. Me es muy fácil imaginar a ambos mirando a los ancianitos y pensando en ellos mismos.
Tercero: las descripciones de Atenas: INCREÍBLES, que ganas de conocer esa ciudad madre mía. Ademas el famoso concurso entre Poseidón, regalando la fuente salada y Atenas, regalando el olivo, para ser el patrón de la ciudad es uno de mis mitos favoritos. Lo mejor es que los atenienses eligieran el regalo de Atenas, ¡vivan las mujeres! =)
Cuarto: calabacines rellenos de carne de cordero asados después en brasas de carbón y servidos con una salsa de queso????? Tengo que encontrar esa receta en internet, aunque en una vitro no salga igual.
Quinto: envidio tu forma de escribir, aunque creo que ya te lo había dicho. Espero que sigas escribiendo y nos regales mas capitulos o historias como este. Un saludo.
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
que si gusta , que si gusta , me ha encantado, si miro todos los dias a ver si has subido algun episodio nuevo
trinity640- Actor en Broadway
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Adoro a lo que llamas castigo, porque si disfrutar de tu historia lo es...vivire castigada de por vida!!!!! Es placer de los dioses leerte!!!!!
Creo que estoy cambiando el destino....estoy a tiempo aun jajajajaj
Todo impecable, abdolutamente increible, es como recorrer los lugares.
Y como terminaron el maravilloso dia...nunca mejor!!!!
Y lo tengo que decir....QUIERO MASSSSSSSS
Creo que estoy cambiando el destino....estoy a tiempo aun jajajajaj
Todo impecable, abdolutamente increible, es como recorrer los lugares.
Y como terminaron el maravilloso dia...nunca mejor!!!!
Y lo tengo que decir....QUIERO MASSSSSSSS
silvanalino- Escritor - Policia
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Edad : 51
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
preciosoooooooo
sigueeee
sigueeee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Haces estupendamente bien las descripciones, me he sentido como si estuviera en Atenas, has dado infinidad de detalles de esos que te hacen formar parte del lugar descrito.
Muy bonito todo, con ganas de ir algún día por allí.
Y bueno la historia entre ellos dos, va siguiendo por el camino previsto. Se quieren, y se lo saben demostrar de mil maneras.
Muy bonito todo, con ganas de ir algún día por allí.
Y bueno la historia entre ellos dos, va siguiendo por el camino previsto. Se quieren, y se lo saben demostrar de mil maneras.
marypaz- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
No sé que decirte ya que no te haya dicho, me impresionas con cada capítulo y cada vez admiro más tu forma de escribir. La historia siempre ha sido mi asignatura favorita estuve tentado de estudiar historia pero al final no lo hice, pero sigo adorando la historia, tenerte de guía sería una maravilla, desde luego no me aburriría jaja
Me encanta como comenzaste este capítulo, esa petición de matrimonio que parece que cada vez esta más cerca de ser un si sin necesidad de alargarlo en el tiempo. Esa comida con el escritor griego me encantó, al final va a acabar siguiendo los pasos de Castle de estar con su editora.
Lo mejor sin dudad de estos capitulos son las descripciones de cada zona, es como leer la historia de Grecia, no escatimas en detalles y me puedo hacer a la idea perfectamente de cada rincón de Grecia.
Una maravilla Anver, lástima que la pareja se marche ya porque estos capítulos de las vacaciones son los mejores
Me encanta como comenzaste este capítulo, esa petición de matrimonio que parece que cada vez esta más cerca de ser un si sin necesidad de alargarlo en el tiempo. Esa comida con el escritor griego me encantó, al final va a acabar siguiendo los pasos de Castle de estar con su editora.
Lo mejor sin dudad de estos capitulos son las descripciones de cada zona, es como leer la historia de Grecia, no escatimas en detalles y me puedo hacer a la idea perfectamente de cada rincón de Grecia.
Una maravilla Anver, lástima que la pareja se marche ya porque estos capítulos de las vacaciones son los mejores
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Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Anver, qué decirte, ¡QUÉ DECIRTE!
Llevo varios días recordándome que tengo que comentarte. Resulta que hace unos días descubrí tu historia, y no sé si te creerás que estuve desde la una de la mañana hasta las seis leyéndola, con comentarios incluidos. Vamos que te puedo asegurar que no dormí, pero mereció la pena. INCREÍBLE, en serio. Es que cuando empecé a leer el primer capítulo no me pude imaginar que tu historia recorrería todo lo que recorrió, en mi opinión te superaste capítulo a capítulo. Y quiero decirte tantas cosas que no sé cómo decírtelas, porque me suele pasar que cuando algo me gusta mucho no tengo palabras. Y por más que las busco no las encuentro:
Tu capacidad de crear nuevos personajes, darles ese toque de humor de la serie, crear para ellos una trama como esa y añadiéndole que los situaste en diversos países, con unas descripciones tan buenas que me dan ganas de coger un avión ahora mismo...Enhorabuena, de verdad.
Quería escribirte un comentario completo, diciéndote lo que más me ha sorprendido y gustado, pero entre que ya han pasado unos días y tal, se me ha olvidado, por lo que tendré que volver a pasar por encima para recordar. Sólo quería comentarte porque sé lo que es escribir y necesitar comentarios para saber si lo estás haciendo bien. Y cómo decías, ya hace muchas páginas jajajaja, si escribes y la gente no comenta, te desanima mucho.
Me voy a leer el último capítulo que publicaste porque no me ha dado tiempo, quería comentarte antes de nada. Sigue escribiendo, y te lo vuelvo a decir, increíble.
Llevo varios días recordándome que tengo que comentarte. Resulta que hace unos días descubrí tu historia, y no sé si te creerás que estuve desde la una de la mañana hasta las seis leyéndola, con comentarios incluidos. Vamos que te puedo asegurar que no dormí, pero mereció la pena. INCREÍBLE, en serio. Es que cuando empecé a leer el primer capítulo no me pude imaginar que tu historia recorrería todo lo que recorrió, en mi opinión te superaste capítulo a capítulo. Y quiero decirte tantas cosas que no sé cómo decírtelas, porque me suele pasar que cuando algo me gusta mucho no tengo palabras. Y por más que las busco no las encuentro:
Tu capacidad de crear nuevos personajes, darles ese toque de humor de la serie, crear para ellos una trama como esa y añadiéndole que los situaste en diversos países, con unas descripciones tan buenas que me dan ganas de coger un avión ahora mismo...Enhorabuena, de verdad.
Quería escribirte un comentario completo, diciéndote lo que más me ha sorprendido y gustado, pero entre que ya han pasado unos días y tal, se me ha olvidado, por lo que tendré que volver a pasar por encima para recordar. Sólo quería comentarte porque sé lo que es escribir y necesitar comentarios para saber si lo estás haciendo bien. Y cómo decías, ya hace muchas páginas jajajaja, si escribes y la gente no comenta, te desanima mucho.
Me voy a leer el último capítulo que publicaste porque no me ha dado tiempo, quería comentarte antes de nada. Sigue escribiendo, y te lo vuelvo a decir, increíble.
Sofia- Ayudante de policia
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
maria_cs escribió:
Creo que voy a ir por partes.
Primero: si me hubieras hecho tu el examen de Historia Antigua me hubieras ahorrado dos suspensos y dos odiosas convocatorias de mas.
Segundo: la escena de los ancianos en la puerta me parece, tierno, esa es la palabra. Me es muy fácil imaginar a ambos mirando a los ancianitos y pensando en ellos mismos.
Tercero: las descripciones de Atenas: INCREÍBLES, que ganas de conocer esa ciudad madre mía. Ademas el famoso concurso entre Poseidón, regalando la fuente salada y Atenas, regalando el olivo, para ser el patrón de la ciudad es uno de mis mitos favoritos. Lo mejor es que los atenienses eligieran el regalo de Atenas, ¡vivan las mujeres! =)
Cuarto: calabacines rellenos de carne de cordero asados después en brasas de carbón y servidos con una salsa de queso????? Tengo que encontrar esa receta en internet, aunque en una vitro no salga igual.
Quinto: envidio tu forma de escribir, aunque creo que ya te lo había dicho. Espero que sigas escribiendo y nos regales mas capitulos o historias como este. Un saludo.
Me encanta tu comentario... gracias!! lo de los calabacines... ufs... me los sirvieron en un pequeño bar de carretera frente al mar Egeo... creo que jamás he probado algo más bueno.... y lo de los ancianitos también los ví... son cosas que te quedan grabadas.
No creo que debas envidiarme, a ti se te da bastante bien.
Anver- Policia de homicidios
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
trinity640 escribió:que si gusta , que si gusta , me ha encantado, si miro todos los dias a ver si has subido algun episodio nuevo
Mil gracias... os he dejado un mini fic de un solo capitulo, cuando vuelva de vacaciones subo más de este... Gracias por tu apoyo, me ayuda a seguir
Anver- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/06/2012
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
silvanalino escribió:Adoro a lo que llamas castigo, porque si disfrutar de tu historia lo es...vivire castigada de por vida!!!!! Es placer de los dioses leerte!!!!!
Creo que estoy cambiando el destino....estoy a tiempo aun jajajajaj
Todo impecable, abdolutamente increible, es como recorrer los lugares.
Y como terminaron el maravilloso dia...nunca mejor!!!!
Y lo tengo que decir....QUIERO MASSSSSSSS
YA lo se quiere mas quieres mas... lo se... quieres mas.... tiempo... dame tiempo.
Anver- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/06/2012
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
castle&beckett..cris escribió:preciosoooooooo
sigueeee
A la orden!! lo haré pronto. Gracias
Anver- Policia de homicidios
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
marypaz escribió:Haces estupendamente bien las descripciones, me he sentido como si estuviera en Atenas, has dado infinidad de detalles de esos que te hacen formar parte del lugar descrito.
Muy bonito todo, con ganas de ir algún día por allí.
Y bueno la historia entre ellos dos, va siguiendo por el camino previsto. Se quieren, y se lo saben demostrar de mil maneras.
Gracias, me alegro de intentar describir y que se entienda.... GRACIAS por leerme y sigue con los tuyos que los leo....
Anver- Policia de homicidios
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Beckett_Castle_Alba escribió:No sé que decirte ya que no te haya dicho, me impresionas con cada capítulo y cada vez admiro más tu forma de escribir. La historia siempre ha sido mi asignatura favorita estuve tentado de estudiar historia pero al final no lo hice, pero sigo adorando la historia, tenerte de guía sería una maravilla, desde luego no me aburriría jaja
Me encanta como comenzaste este capítulo, esa petición de matrimonio que parece que cada vez esta más cerca de ser un si sin necesidad de alargarlo en el tiempo. Esa comida con el escritor griego me encantó, al final va a acabar siguiendo los pasos de Castle de estar con su editora.
Lo mejor sin dudad de estos capitulos son las descripciones de cada zona, es como leer la historia de Grecia, no escatimas en detalles y me puedo hacer a la idea perfectamente de cada rincón de Grecia.
Una maravilla Anver, lástima que la pareja se marche ya porque estos capítulos de las vacaciones son los mejores
ALBA me dejas como siempre sin palabras... mola que me digais que os gusta lo que escribo, pero tu... consigues elevar la moral de mis dedos y que escriban solos!!! GRACIAS y sigue escribiendo ....
Anver- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/06/2012
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Sofia escribió:Anver, qué decirte, ¡QUÉ DECIRTE!
Llevo varios días recordándome que tengo que comentarte. Resulta que hace unos días descubrí tu historia, y no sé si te creerás que estuve desde la una de la mañana hasta las seis leyéndola, con comentarios incluidos. Vamos que te puedo asegurar que no dormí, pero mereció la pena. INCREÍBLE, en serio. Es que cuando empecé a leer el primer capítulo no me pude imaginar que tu historia recorrería todo lo que recorrió, en mi opinión te superaste capítulo a capítulo. Y quiero decirte tantas cosas que no sé cómo decírtelas, porque me suele pasar que cuando algo me gusta mucho no tengo palabras. Y por más que las busco no las encuentro:
Tu capacidad de crear nuevos personajes, darles ese toque de humor de la serie, crear para ellos una trama como esa y añadiéndole que los situaste en diversos países, con unas descripciones tan buenas que me dan ganas de coger un avión ahora mismo...Enhorabuena, de verdad.
Quería escribirte un comentario completo, diciéndote lo que más me ha sorprendido y gustado, pero entre que ya han pasado unos días y tal, se me ha olvidado, por lo que tendré que volver a pasar por encima para recordar. Sólo quería comentarte porque sé lo que es escribir y necesitar comentarios para saber si lo estás haciendo bien. Y cómo decías, ya hace muchas páginas jajajaja, si escribes y la gente no comenta, te desanima mucho.
Me voy a leer el último capítulo que publicaste porque no me ha dado tiempo, quería comentarte antes de nada. Sigue escribiendo, y te lo vuelvo a decir, increíble.
Te creo, eso me ha pasado a mi con algunas historias, que empece a leer y no pare hasta llegar al final del todo, y como diria nuestro rey en navidades, "me llena de orgullo y satisfacción" saber que si has estado sin dormir, será porque la historia es digna de ser leída. Mil gracias... de verdad... y si, seguiré la historia, pero darme tiempo... tardo pero creo que lo compenso con la extensión de los capitulos... Sofía... gracias de verdad... ver a alquien nuevo leyendo y comentando... ufs...
Anver- Policia de homicidios
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Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
G R A C I A S por leer, y más especialmente a los que comentáis y animáis.
De vuelta de unas escasas vacaciones os dejo un nuevo capitulo, ya queda menos para el final...
CAPITULO 35.
Despertó por el ruido que alguien hacía en la habitación. Notó que él no la abrazaba y se incorporó de un brinco sobre la cama, asustada, buscando su arma, dejo caer la sábana sin querer quedando completamente desnuda. Le vio allí, vestido tan solo con unos vaqueros, descalzo y con la maleta abierta encima de la mesa, doblando y metiendo la ropa, mirándola y sonriéndola
- Si no te tapas, creo que no podré contenerme y llegaremos tarde.
- ¿Qué haces? – le dijo cubriéndose como podía con la sábana
- Nos vamos, en una hora debemos estar en el aeropuerto, ve duchándote, tu ropa ya está en tu maleta, he elegido por ti y tienes encima de la silla la ropa para hoy
- ¿Cómo? ¿Qué has hecho que? –le dijo entre sorprendida y algo indignada
- Nos vamos, y no preguntes donde, es una sorpresa… no quise despertarte… estoy acabando la mía, yo ya me he duchado…. Vamos, sal de la cama
- Aún no ha amanecido…
- No… venga anda… quiero llegar pronto o no tendremos tiempo para ver todo…
- ¿No podías haberlo dicho anoche?
- No, es una sorpresa, si te lo decía dejaba de serlo….
- Esta me la debes… - le dijo apartando la sábana y saliendo desnuda de la cama dirigiéndose hacia él
- Ufs… venga anda ve al baño…
- No sin que antes me des un beso de buenos días – le dijo mientras sonreía al ver la cara que él estaba poniendo
- Kate… - le dijo dejando de mirarla – no hagas esto… no podré contenerme
- ¿Alguien te ha dicho que lo hagas?
- Nos esperan en el aeropuerto – le dijo volviéndose hacía ella y abrazándola por la cintura contra él
- ¿Dónde vamos? – le dijo mientras le besaba
- Ya lo verás – le dijo comenzando a acariciar su cuerpo
- Vale. Voy a la ducha – se deshizo de su abrazo sin evitar que él la soltase del antebrazo
- Eres…. Ufs… - de repente ella vio como el cambió su cara y abrió los ojos poniendo una mueca de terror
- ¿Qué pasa? – le dijo asustada
- Kate… ¡mira esto! – la atrajo hasta él cogiéndola por los antebrazos
Él la observó preocupado, rodeando sus muñecas y en los brazos, ella tenía pequeñas marcas moradas, él puso sus manos sobre las mismas, acomodando sus dedos y viendo que coincidían… miró sus piernas, también tenía marcas…
- ¿Pero que te he hecho? Lo siento, lo siento mucho… no era mi intención…
- Rick… - el tono de ella era suave, pero él no la dejo continuar, besándola
- Lo siento, me descontrolé… ¿Por qué no me dijiste que te hacía daño? – el volvió a mirar su cuerpo, buscando más marcas que no tardo en encontrar…
- No seas tonto… - le dijo acariciando su cara
- Dios!! Esto tiene que dolerte – le dijo señalando una marca morada, en la que se adivinaban dientes, entre su hombro y su cuello, a la altura de su clavícula… y recordando la noche anterior, miró sus pezones que tenían un intenso color rojizo - ¿Por qué no me dijiste que te hacía daño?
- Rick
- Debiste decirlo… lo siento, no volverá a pasar más…
- ¿Quieres dejar de decir tonterías? – le dijo tajante haciendo que volviese su cuerpo hacía el espejo del armario - ¿te dolió a ti esto? – y señaló su oreja…
- Alaaaaaaa – dijo el llevándose la mano – ¡auch! Ahora si duele… ¿pero que me has hecho?
- Humm… si quieres le mando una foto a Lanie, pero sin duda dirá que es un ¿mordisquito?
- ¿Un mordisquito? ¡pero si esto tiene pinta de que me querías arrancar la oreja!
- ¿Y te dolió? – le dijo ella apremiante
- Yo… yo no recuerdo que me doliese…
- Yo tampoco que me doliese a mi…
- Pero estas llena de marcas… no volverá a pasar… no pude contenerme, lo siento… no volverá a pasar
- Rick… prométeme una cosa
- Te lo prometo, no volverá a pasar
- Rick – le dijo tomando su cara entre sus manos – Rick, prométeme que no vas a hacer nada por contenerte, yo no tengo ninguna queja sobre lo que paso anoche… ninguna…
Él la miró. Le había dejado el cuerpo lleno de marcas de sus dedos en brazos y piernas, y con sus dientes en cuello y pecho… recordó la noche anterior, y como habían llegado a la cama desde la piscina, donde incluso se quedaron sin aire bajo el agua y pensó que no eran tantas las marcas comparadas con la tormenta de furia que habían desatado entre ambos, lo raro es que no tuviese rozaduras hechas contra las paredes de la piscina…
- ¿Me estas oyendo? No quiero que te contengas… nunca ¿no lo entiendes?
La miró sonriendo, asintiendo en silencio, abrazándola, aupándola contra él y besándola, ella entendió que obedecía lo que ella acababa de decirle y que en ese momento no iba a contenerse y rodeó las caderas de él con sus piernas mientras desabrochaba como podía el botón de sus vaqueros de camino a la ducha…
Más tarde
- Vamos a llegar tarde – le dijo él – y ahora tendré que guardar los vaqueros mojados…
- No seas quejica… fue culpa tuya, yo iba tranquilamente hacía la ducha…
- No voy a olvidar esto – dijo señalando su oreja – tus marcas se esconden con la ropa, pero esta oreja… eres como Mina Harker… la vampiresa de Bram Stoker…
Ella le miró riendo…
- ¿Mina Harker? – le dijo saliendo hacía la habitación – no creo… deberías mirarte la espalda – le dijo riendo
Él se dio la vuelta para mirarse en el espejo del baño y ella le oyó dar un gritito, y asomándose al cerco de la puerta le dijo
- Definitivamente eres catwoman… - ella, sin dejar de darle la espalda, levantó su mano y gesticulo como si le arañase, lanzando un sonido parecido a un gato bufando… - creo que debería dar gracias que no tienes tu arma aquí… a saber que es lo que hubieses hecho… ¿esto es de anoche? – le dijo volviendo a mirarse…
- ¿Quieres que llamemos a Lanie y que nos diga el tramo horario exacto?
- Graciosa
- Quejica
Abandonaron el hotel sin desayunar, a toda prisa, su chófer esperaba paciente, jugueteando con una especie de pulsera de grandes cuentas que Kate había visto por toda Grecia en las tiendas de recuerdos y en manos de muchos griegos. El chófer les abrió la puerta del Mercedes, haciéndose cargo del equipaje. Tomaron rumbo al aeropuerto, echando un último vistazo al Parthenon, que empezaba a tornarse de un color rosado con los primeros rayos del sol de la mañana.
- ¿Volveremos? – Le preguntó Richard.
Ella le miró. Le había gustado Grecia, le encantaría volver… quizá para dar gracias si la petición que hizo en aquella diminuta iglesia se cumplía, puede que para que él la preguntase en Delfos de nuevo, o quizá para volver a revivir la anterior noche. Pero … ¿Quién podía saber que le deparaba el resto de su vida?
- Me encantaría volver algún día – le dijo apoyándose en su hombro y provocando que el sonriese sabedor que haría todo lo posible por cumplir sus deseos.
Continuaron atravesando Atenas en silencio, era triste saber que pronto volverían a su rutina. Parados en un semáforo, Kate volvió a observar al chófer, que volvía a juguetear impaciente con aquella pulsera.
- Rick…
- Mmm
- ¿Qué es esa pulsera con la que juguetean todos los hombres en Grecia?
- Me extraña que no me lo hayas preguntado antes… es un komboloi… sólo lo utilizan los hombres, es como un juego, un desestresante…
Subieron al avión privado tan sólo cinco minutos más tarde de lo que deberían. Cuando estaban ya en el aire, y mientras desayunaban, Kate preguntó por su siguiente destino
- No preguntes… te he dicho que es una sorpresa.. el vuelo durará tres horas, eso no te lo voy a esconder, porque lo comprobarás tu misma, pero cerraremos las ventanas cuando estemos llegando…
- ¿Qué?
- ¿Confías en mí?
Ella le miró largamente, perdiéndose en la profundidad del azul de sus ojos, recordando mil momentos juntos. Ella no contestaba, y Richard sonrió
- Vamos Kate, no me digas que no confías en mi – le dijo
- No es eso, ya te dije en tu casa que confiaba en ti… pensaba… solo pensaba.
- ¿Entonces?
- Creo que eres la persona en la que más confío en este mundo… salvo las estupideces que sé que vas a cometer antes de hacerlas, la verdad es que confío más en ti que en cualquier otra persona… en todo, Rick, confío en ti, en todo…
Se lo reconoció porque era así… confiaba en él, no era un sentimiento que hubiese aparecido en los últimos días, era algo que poco a poco él había ido ganándose por méritos propios, demostrando su amistad, su fidelidad, su respeto… claro que confiaba en él.
- Gracias – le dijo él besando su cabeza – eso es todo un halago por parte de la inspectora Beckett.
- No Rick… no es un halago… tu eres quien consigue que confíe en ti… increíble pero cierto… tenías razón… no eres lo que parecías… aunque como te vea tontear con otra, te dispararé….
Él la atrajo hacía sus brazos
- Ven aquí… -le dijo quitando el reposabrazos entre sus asientos y haciendo que ella se sentase sobre él con las piernas sobre el asiento de al lado y abrazándola con fuerza- creo que perdiste la fe en el mundo cuando mataron a tu madre
Hizo una pausa
- Y yo no soy muy distinto al resto del mundo, supongo que simplemente he sido más insistente que los demás, sólo eso. Estoy enamorado de ti desde el primer momento que te dirigiste a mi, tenía que convencerte para que me vieses como soy y no como me veías, jamás haré nada que pueda dañarte, porque eres todo para mí Kate, he sufrido con tu hermetismo, con tus rechazos hacía mí, he estado esperando tanto tiempo a que cambiases de opinión con la secreta esperanza que sintieses lo mismo que yo, y si no desistí y te deje en paz, fue porque me dieron esas esperanzas… Montgomery, tu padre, tu amiga Madie, mi amiga Kira, Natalie Rhodes, Serena Kaye, Sophia Turner, la agente Jordan Shaw, el agente Mark Fallon, y por supuesto Lanie y los chicos… hasta mi madre… espero que sigas confiando en mi siempre Kate…
- ¿Todos ellos? No lo entiendo
- ¿Cómo que no lo entiendes? Montgomery me dijo que si alguien era capaz de conseguir que parases ese era únicamente yo. Tu padre vino a verme y me dijo que yo te importaba. Maddie, bueno ya sabes lo que dijo Maddie no hace falta que te lo repita. Kira… cuando se marcho te dijo “todo tuyo”, lo oí y no necesitaba decirme nada a mí, sabía lo que pensaba. Natalie, ufs Natalie, quiso que me acostase con ella para meterse más en tu papel. Serena me dijo que no me invitaba a su cama porque no robaba cosas que no la pertenecían. Sophia se coló en mi casa y …
- Dejalo, no quiero oir nada de Sophia
- Jordan Shaw y Mark Fallon daban por hecho que tu y yo éramos pareja
- Vale, déjalo no sigas…
- Todos ellos me daban esperanzas… si ellos lo veían… algo existía…
Ella no contestó. Tenía que reconocer que aunque lo intentaba disimular, los demás lo notaban, incluso Royce y Sorenson se dieron cuenta.
- Siento mucho haberte mentido en el hospital Rick… fue…
- Shhhsssss – rozó sus labios con los de ella – eso pasó Kate, lo necesitabas, ya lo hemos hablado y ahora gracias a eso estamos aquí… y volviendo a lo que hablábamos al principio, es una sorpresa, no quiero que mires por la ventanilla, y cuando bajemos del avión nos esperarán con un coche en la pista de aterrizaje, te pondrás música, te tapare los ojos y hasta que no lleguemos a donde quiero llevarte no sabrás donde estamos…
- ¿Qué? No harás eso…
- Oh si, si que lo haré… o si no volveremos ya a Londres y esperaremos a mañana para volver a casa….
- Vale, me convences…mañana… mañana volvemos a casa…
- Si… ¿no quieres?
- No es que no quiera volver, Nueva York es mi vida, pero la verdad es que … estos días en Inglaterra, Italia y Grecia han sido…. Increibles…
- Vacaciones… son para eso…¿Te has olvidado del trabajo estos días?
- Si… pero lo más importante no ha sido eso… nunca pensé que te podría decir esto algún día… estar contigo estos días ha sido increíble… y supongo que da igual donde hubiésemos estado… te quiero Rick.
Él se quedó callado, su boca, con media sonrisa delataba una nueva felicidad, por que Kate le decía que lo importante era haber estado a su lado, pero sus ojos reflejaban la tristeza de saber que se acababa, y que ambos regresaban a Nueva York, a sus vidas, a sus rutinas… y aunque ya nada sería igual e intentaría pasar todo el tiempo que pudiese a su lado, sabía que irremediablemente pasarían mucho tiempo separados, ella querría volver a su apartamento, y él tenía una familia y una profesión que no podía abandonar todos los días por estar con ella, además, tenía que prometerse a él mismo no angustiarla con su exceso de presencia, tenía que darle margen, no quería meter la pata, no podía ir deprisa, tenía que comportarse como ella necesitaba que lo hiciese.
Ella le miraba preocupada, era la primera vez que le decía que le quería y no obtenía su inmediata respuesta en forma de besos, palabras, caricias… él simplemente estaba perdiendo su mirada en un lugar de la moqueta del suelo del avión, veía en sus ojos tristeza, aunque su boca no parecía mostrar lo mismo… ella notó como su estómago le mandaba un mensaje de alarma… algo pasaba… por su mente pasó el miedo de que todo hubiese sido un simple capricho de él y que a su vuelta todo volviese a ser como era antes de esos veinte días que llevaban juntos. No quería creerlo, no podría ser… tenía que averiguarlo ya
- ¿Rick? ¿Qué te pasa?
Él volvió de su ensimismamiento, enfocando su mirada contra los ojos apremiantes de Kate, y entonces su mirada cambió sonriéndola con boca y ojos, acercándose a ella y tomando su barbilla para besarla, le dijo pegado a sus labios
- Me pasa que te amo Kate… y que si no quiero volver a Nueva York es porque no pasaré pegado a ti las veinticuatro horas del día, y no se si sabré soportarlo… tendrás que ayudarme… - ella respiró, y pensándolo unos segundos le contestó
- ¿Y como quieres que te ayude yo si estaré igual que tu?
- Vente a vivir a casa… - le dijo él como si supiese su respuesta y tuviese preparada la suya
- Rick, ya lo hemos hablado…
- Lo sé, pero quiero despertarme contigo al lado…
- Creí que dijiste que no ibas a presionarme, dormiré en tu casa algunos días, otros deberías ser tu quien lo hiciese en la mía… tienes familia Rick, deben acostumbrarse a mi, y yo debo acostumbrarme a ella y a ti…
- Lo siento – le dijo volviendo a besarla – no quiero presionarte, intentaré no hacerlo, perdóname ¿vale?
Ella le miró llevando dos de sus dedos a su oreja acariciándola suavemente, tenía que dolerle, deslizó las yemas de sus dedos por su mandíbula hasta llegar a la barbilla, donde hizo una leve presión atrayéndola hacía su cara para besarle. Parecía que llevaban una eternidad juntos, pero ni siquiera llegaba a un mes… sabía que tenía que hacer todo lo posible por complacerle… él estaba demostrando que hacía todo lo posible por complacerla a ella… tendría que intentar pasar más tiempo en su casa que en la suya… lo intentaría…
Se quedaron dormidos mientras volaban, apenas habían dormido esa noche, y el despertó cuando entraron en una turbulencia que le hizo dar un pequeño salto en su asiento, notó como ella se abrazaba con más fuerza a él sin despertarse, notó la frialdad de sus brazos. Miró la hora, les quedaba aún dos horas para llegar. Llamo a la auxiliar de vuelo, y le pidió una manta, con la que ella cubrió a Kate y le pidió que cerrase las cortinillas del avión, rogándole que le despertase únicamente a él cuando fuesen a llegar.
Cuando la auxiliar le dijo que llegarían en cuarto de hora, Kate aún dormía sobre él, fue despertándola suavemente. Cuando el avión aterrizó él saco de su bolsillo su Iphone y unos auriculares y se los tendió para que se los pusiese, ella lo hizo sin rechistar activando la música. Cuando la portezuela del avión estaba a punto de abrirse, él colocó un pañuelo sobre sus ojos, y quitándole uno de sus auriculares le dijo cerca de su oido
- Confía en mí, yo te guiaré. A ver si eres capaz de adivinar donde estamos por el olor de sus calles.
Subió al coche con la ayuda de Richard, era complicado sin ver ni oír nada. Sentía el aire que entraba por la ventanilla abierta. En ese momento era el único sentido que tenía libre, bueno, ese y el tacto de su mano entrelazada a la suya, decidió que le apetecía conocer si era cierto que con un sentido perdido, se agudizaba otro, y con la mano libre tomó la cara de él, acercándola a la suya para saborear su beso, descubriendo que le gustaba esa sensación…
Pasado un rato, en el que percibía aromas que entraban por la ventana, notó como el coche se detenía, Richard le quitó de nuevo uno de los auriculares
- Hemos llegado, ahora te guiaré, es solo un pequeño paseo – y volvió a colocarle el auricular
La ayudó a salir del coche e hizo que ella le agarrase por el brazo, comenzando a caminar. Ella podía oler a hierba recién cortada, caminaban por un parque, a juzgar por el suelo que pisaba, que era de tierra, un parque o algo similar. Tras un corto paseo, él paro, le quitó un auricular y le susurró al oído
- ¿Adivinas donde estamos?
No separó su boca del oído, ella notaba su aliento.
- Estamos en un parque, huele a hierba, pisamos por un camino.
- Bien… siga inspectora
- A tres horas en avión de Atenas…
- Sigue
- Hemos pasado por al lado de un rio, se notaba su olor, el olor de esta ciudad es inconfundible Rick, huele a café y a croissant…
- Bien – le dijo sin poder resistir coger el lóbulo de su oreja entre los labios – ¿donde estamos? – le dijo llevando sus manos a su cabeza y esperando para deshacer el lazo del pañuelo que tapaba sus ojos.
- París, estamos en París – le dijo con absoluta seguridad.
Él desató el pañuelo, dejando que ella viese que estaban en los jardines del campo de marte, y que frente a ella, estaba la imponente Torre Eiffel.
Él la miraba a los ojos, descubriendo que no había provocado en ella una sorpresa, si no que, podía ver un hilo de nostalgia y tristeza en ellos, sin duda ella ya conocía París, y sin duda no le traían muy buenos recuerdos.
- ¿Kate?
Ella se perdió por unos instantes en sus recuerdos mientras miraba la torre.
- ¿Kate? –repitió Richard
- ¿Si?
- Ya has estado aquí ¿verdad?
- Si
- Si no te gusta, no tenemos porqué quedarnos, podemos ir a cualquier otra ciudad, llamaré al piloto y nos puede llevar a cualquier otro lugar – le dijo quitándole el Iphone de la mano
- ¡No! – le dijo reaccionando – no… - le miró – nos quedaremos en Paris, pero no quiero ir a la torre Eiffel
- Si, si … no subiremos a la torre
- Bésame Rick, por favor…
Él obedeció, sin tener muy claro que era lo que estaba pasando. Decidió no preguntar, sería mejor esperar a que ella se lo aclarase. Kate se aferró a él, y él la apretó fuertemente, sabiendo que lo necesitaba aunque no entendiese el porqué, se fundieron en un beso que a él le pareció el más largo de todos los que se habían dado hasta entonces, la dejaría hacer, hasta que ella decidiese parar.
- Sorpréndeme con el hotel que has reservado – le dijo separándose de él – dejemos el equipaje.
La rodeó con su brazo por la cintura y la condujo hasta el coche, que esperaba en la entrada del parque. El chófer se puso en marcha y en cinco minutos estaban en el hotel Concorde La Fayette.
- ¿Por fin un hotel normal? – le dijo ella rompiendo el incómodo silencio
- ¿No querías algo así?
- Si… prefiero este hotel… aunque este tampoco podría permitírmelo con mi sueldo de policía.. – miro hacia arriba el edificio era muy alto.
Les condujeron hasta su suite, situada en el último piso del hotel. Aunque el hotel no era tan lujoso como el de Atenas, la suite que Richard había reservado era enorme, una gran sala de recepción, un salón con un sofá y una mesa, una habitación con una cama desde la que se podía ver la torre Eiffel, un baño con una moderna bañera de hidromasaje. La decoración era tan moderna como el exterior del hotel, un gran edificio de cristal de cuarenta plantas. Desde el amplio ventanal de la habitación podía verse todo Paris, y en primer plano la torre Eiffel.
- Rick – le dijo mientras abría su maleta y comenzaba a colocar la ropa en el armario para que no se arrugase
- Dime
- ¿Conoces Paris?
- Si… he estado varias veces y creo que esta vez no elegí bien…
Ella se mantuvo en silencio, sabía que había despertado su curiosidad y tendría que contárselo. Podía confiar en él.
- Yo tenía 19 años, y el 30… viajaba constantemente a Paris por su trabajo y me invitó a acompañarle en uno de sus viajes… íbamos a estar aquí siete días, yo… estaba enamorada, no vi nada más… a los cuatro días le llamó su mujer, yo no podía imaginar que estaba casado, salió en el primer vuelo que pudo encontrar dejándome una nota, mi billete de vuelta y el hotel pagado… no pude cambiar el vuelo y estuve aquí dos días sola.
- Kate – le dijo acercándose a ella – yo no tenía ni idea… yo…
- Rick, fue hace muchos años, era una niña… me dolió más el “ya te lo dije” de mi madre que el resto… no he podido evitar recordar cuando he sabido donde estaba, pero quiero estar aquí contigo…
- Pensé que no podíamos dejar Europa sin visitar Paris.. la ciudad del amor… y yo… te amo.
Ella terminó de acercarse hasta él, apoyando su cabeza en su pecho y dejándose abrazar.
- Dime una cosa
- ¿Qué?
- ¿Por qué no quieres subir a la torre Eiffel?
- Me maree arriba… y no era lo que esperaba al subir… ¿con quien has estado aquí?
- He estado tres veces en Paris, la primera con mi madre, era un chaval y me dejo traer un amigo, esa fue la más divertida, hice mucho el gamberro, vomitamos por las escaleras de la torre Eiffel… nos obligaron a bajar… también vine con Gina, después de divorciarnos y por trabajo, fue un suplicio… y volví sólo unos meses después, no aguantaba volver a venir con ella, y apenas estuve en la ciudad, fue por una promoción.
- ¿Qué tenías pensado hacer?
- Llevarte a la torre Eiffel, pero creo que habrá un cambio de planes… enséñame Paris Kate… tenemos – miró su reloj – 30 horas … ¿Qué me dices?
- ¿Estas seguro? Porque no me acuerdo demasiado…
- Bueno, eso ya es acordarse más que yo… ¿Nos vamos?
Salieron del hotel, tenían poco tiempo y no querían perderlo, tomaron un taxi hasta la catedral de Notre Dame. Esta vez Kate le llevaría a todos los sitios que la gustaron y a los que se quedó sin ver…
Llegaron a la pequeña isla de la Cité, en mitad del Sena, donde esta situada la catedral de Notre Dame (Nuestra señora). Bajaron del taxi y fueron directamente hacía la cola de turistas que esperaban para subir al campanario, Kate se extrañó, pues no tendrían que esperar demasiado, ella recordaba una enorme cola, que le hizo desistir de subir hasta allí, no le apetecía estar sola durante la larga espera… oyeron a algunos turistas comentar que se debía a que el turismo, afectado por la crisis en Europa, se había reducido considerablemente. Mientras esperaban su turno, ella permanecía todo lo pegada que podía a Richard, que la observo y decidió soltar su mano y abrazarla todo el tiempo, besando su cara continuamente, imaginó que ella necesitaba grabar nuevos recuerdos de ese lugar. Richard vio como uno de los turistas que esperaban detrás de ellos, tenía una cámara de fotos profesional y se alejaba de la cola para hacer fotografías de la catedral desde distintos ángulos. Le pidió a Kate que le esperase un momento y se acercó al hombre, que resultó ser de Washington, y le pidió que le tomase alguna fotografía con Kate, a lo que el hombre aceptó, negándose a hacerla con la cámara que Richard le tendía y que era de la misma marca que la suya, le pidió que sacase la memoria y para ponerla en su propia cámara
- Su Canon esta muy bien, pero la mía está regulada a mi gusto… no todos los días un famoso escritor se acerca a mi para que le haga una foto… quiero hacerla bien – le dijo
- Muchas gracias
Posaron descubriendo que lo que pensaban era un improvisado fotógrafo, les tomó decenas de fotografías en unos instantes, muchas de ellas sin que se diesen cuenta, pensando que simplemente regulaba la cámara.
No pasaron demasiado tiempo esperando su turno, y finalmente pudieron subir por los casi 400 escalones de una estrecha escalera en forma de caracol en la que apenas cabían los pies, hasta lo alto de la torre, Richard paro un momento, algo mareado y Kate de broma le dijo:
- No estarás pensando en vomitar ¿no? me gustaría llegar arriba…
- Graciosilla… lo que no te he dicho es que mi amigo y yo habíamos estado probando las delicias del vino francés…
- ¿Te encuentras bien o prefieres que bajemos?
- Noo..sigue subiendo
- No se si me convienes Rick, estas haciéndote mayor….
Él la miró entrecerrando los ojos…
- Ya hablaremos sobre eso más tarde – le dijo y ella empezó a reír.
Llegaron a la tienda de recuerdos, donde tuvieron que esperar a que el grupo anterior bajase de la torre para poder seguir. Admiraron la galería de las quimeras aquellas esculturas medio animales que inspiraban miedo y que parecían prepararse para un ataque en masa a la ciudad o que en cualquier momento podrían abalanzarse sobre cualquiera. Cuando les dejaron paso a la torre, y tras subir el último y más estrecho y empinado tramo de escaleras, ante ellos imponente una quimera observando Paris. Fuera ya el paisaje de tejados y el puente sobre el verde Sena era impresionante, desde allí podía verse todo París, se distinguían los monumentos más altos, como la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, la Biblioteca. Por un momento imaginaron al famoso Quasimodo, y la única compañía de las gárgolas, las quimeras, las campanas y las aves que se posaban en las alturas. Ahora no era tan extraño mirar París desde las alturas, pero si se remontaban a años atrás, aquella vista debía de ser única, un magnífico mirador desde el que observar lo que entonces sería una pequeña ciudad y sus alrededores. Desde luego cuando Victor Hugo imaginó a Quasimodo, lo imagino como un privilegiado a pesar de sus defectos físicos. También podían ver parte del tejado de la propia catedral, una obra colosal en una época donde no existía nada más que el trabajo manual. Tomaron y les tomaron fotografías con las gárgolas de fondo.
- ¿Estás bien? – le preguntó a Richard
- Si, ha sido la escalera, caminar en círculos… no te rías de mí – le dijo abrazándola
- No lo hago, recuerda que te dije que me maree en la torre Eiffel.
- ¿Subiste andando?
- No, en el ascensor, pero me agobié un poco dentro y al subir me daba la impresión que todo se movía…
La bajada por la escalera, era casi peor que la subida, había que bajar despacio, agarrados a la columna sobre la que giraba la escalera y a la pared, buscando como poner los pies en los estrechos y desgastados escalones, y tenían todo el tiempo la cabeza inclinada hacía el suelo. Se notaban en las paredes las marcas dejadas por las manos de todos los que pasaban por allí.
Cuando llegaron al final de la escalera, Richard la cogió de la mano decidido a no soltársela en ningún momento. Entraron a visitar la Catedral. Pese a lo imponente del edificio y su gran altura, la luz que entraba en su interior a través de vidrieras y rosetones era más bien escasa, difuminada por los multicolores vidrios que formaban imágenes recreando todo tipo de situaciones. Olía a una mezcla de piedra vieja con incienso y cera de vela.
Kate le fue indicando todos los datos que recordaba sobre la catedral, los casi 200 años que duró su construcción, el tipo de arquitectura, gótica pero con restos renacentistas, el significado del nombre, el enclave elegido para su construcción, que desde la época celta había sido lugar de culto, siendo también lugar elegido por los romanos para construir un templo a Júpiter y como paso en el siglo VI a ser una pequeña basílica, y después una iglesia románica, hasta que en el siglo XII se empieza la construcción de la Catedral. Le contó como fue restaurada por los daños producidos por la revolución francesa y como fue allí donde Napoleón se autoproclama y corona emperador de Francia, o como fue allí beatificada Juana de Arco.
- No sabía que te gustaba tanto la historia – le dijo él
- Hay muchas cosas que no sabes de mi Castle… - le respondió picándole, como si volviesen en el tiempo a un par de meses atrás y sólo lo hiciese por intrigarle y molestarle.
Admiraron los altos techos, nervudos y cruzados, prolongación de las altas columnas que se juntaban en lo alto, el interior de la Catedral la hacía aún más imponente mirando hacía arriba que viéndola desde fuera. Pasaron por el monumental órgano, de 7800 tubos y tal cantidad de teclas que parecía imposible que alguien pudiese interpretar música allí.
Vieron la escultura de la Piedad, la de Juana de Arco, la Virgen María… leyeron el panel conmemorativo a los ingleses que lucharon y murieron en la primera guerra mundial y cuyos restos descansan en suelo francés.
Salieron al exterior, donde pudieron admirar con detenimiento las tres puertas de la fachada principal y las esculturas de la virgen, de los doce apóstoles, de los veintiocho reyes judíos, y de las escenas evangélicas allí representadas. Dieron una vuelta completa a la catedral, admirando los enormes arbotantes góticos de la fachada del este.
- Imponente – le dijo Richard
- Este es el edificio que más me gusto de París – le dijo una Kate pensativa que parecía viajar en el pasado – por la noche iluminada aún es más magnífica.
- Esta noche tengo reservado un crucero por el Sena… ¿quieres o prefieres que lo cancele?
- Rick… no vas a cancelar nada, es increíble poder estar de nuevo aquí y además hacerlo a tu lado. No debí decirte nada, parece afectarte más a ti que a mí. Fue una lección, aprendí y ya está, de eso hace ya mucho tiempo…
- Lo siento, me pongo en tu lugar, y yo ahora estaría…
- ¿Estarías? ¿Cómo estarías? ¿Riéndote de tu hazaña por haberte ido con una atractiva y adinerada mujer mayor que tu que estaba casada sin que tu lo supieses y que salió corriendo a la primera llamada?
- Bueno… si lo miro desde ese punto de vista… pero dijiste que estabas enamorada
- Si, también dije que tenía 19 años… me dolió, pero a esa edad se olvida pronto.
- Y … ¿Qué hiciste sola en Paris?
- Bueno… ver todo lo que no vi estando acompañada… Notre Dame, la torre Eiffel, el Louvre, los Campos Elíseos, Los inválidos…
- ¿Se puede saber que hiciste el resto del tiempo? – le dijo en tono inquisitorio
- ¡Rick!
- Es culpa tuya, has dicho “ver todo lo que no vi estando acompañada”… ¿no saliste del hotel? – ella le miró sin saber si contestarle o dejarle con la intriga… finalmente suspiró y le contestó
- Él era fotógrafo. Venia a hacer un reportaje sobre la zona del Montmatre, ya sabes sobre la zona de la mítica bohemia… y sobre el barrio latino… no salimos de allí.
- Entonces… debo suponer que ¿esas dos zonas las conoces bien?
- Si, mejor que el resto
- Bien, pues no las pisaremos, yo también las conozco… - en parte las conocía, en parte le había dado un repentino momento de celos
- Vale… me parece bien… Rick… hay una zona que no conozco y que me gustaría conocer
- Dime…
- Versalles…
- ¿Te parece bien mañana por la mañana? Saldremos para Londres después de comer…
- Me parece perfecto… hablando de comida…
- Si… vamos a comer… - le dijo abrazándola por la cintura y encaminándose hasta la puerta principal
- ¿Has reservado en algún lujoso restaurante para famosos señor Castle?
- No. Esta vez comeremos donde la inspectora Beckett decida. Y después me llevarás donde quieras, pero a las ocho hay que estar en el hotel, porque pasarán a recogernos para el crucero por el Sena, cenaremos en el barco… ¿conforme?
- Conforme… -ella paró y le pasó los brazos alrededor de su cuello, invitándole a besarla- me estoy mal acostumbrando Castle… tu y tus ideas sobre conocer las ciudades… estás resultando adictivo… no sé que voy a hacer cuando vuelva al trabajo…
- Me encanta que me reconozcas que soy adictivo inspectora…
- Oh… ¿lo he dicho en voz alta? – le dijo sonriendo
- Cabezota. De momento estás aquí… no pienses en el trabajo y disfrutemos de París – le dijo besándola - ¿buscamos un sitio para comer?
- Si, y a ser posible uno en el que no sirvan caracoles… me repugnan… deberíamos coger un taxi e ir hacia la zona de “Los inválidos”, así podríamos verlo después, antes de que cierren y después podríamos ir a los campos Elíseos… ¿te parece bien? Estaremos cerca del hotel para poder ir a tiempo…
- Busquemos un taxi.
Decidieron entrar en uno de los primeros restaurantes que vieron, dejándose llevar por la lectura de la carta que el restaurante tenía colocado en el exterior del establecimiento. Era un restaurante sencillo, sin pretensiones, el interior era moderno y de decoración muy luminosa y basada en grandes fotografías monocromáticas de la ciudad, tomadas desde ángulos imposibles. Los nombres de los platos eran sugerentes, sin ser rebuscados. Eligieron para compartir una cazuela de verduras de primavera caramelizadas con aceite de oliva al aroma de romero y tartaleta de setas con cebolla y manzana de primero, eligiendo de segundo ambos el renombrado filete mignon y foeigras de pato, y compartieron el postre, barra de chocolate con sorbete de café cubierto de crujiente de chocolate blanco.
- Creo que lo que más voy a recordar de estos días es la comida… me encanta toda la que hemos probado – dijo Kate mientras se deleitaba con el chocolate.
- Eso es porque siempre has estado empeñada en comer sólo comida oriental… cuando volvamos a casa descubrirás la cocina Castle…
- ¿En serio? – le dijo ella sonriendo y entrecerrando los ojos sin creerle
- ¿Pero que te has creído? Claro que sí, he criado una hija, no era bueno para su salud la comida rápida ni preparada… tenía que hacerla en casa, variada, con productos frescos, y no se me da nada mal por cierto… ya lo descubrirás…
- No sé… siempre pensé que lo único que sabías hacer era pasta… pero eso no tiene mucho mérito hasta yo se hacerla…
- Si, tú sabes hacer pasta, apuesto que sabes cocerla y poner alguna salsa preparada por encima y algo de queso… ese debe ser tu concepto de pasta…
- Creo que sabes que no tengo demasiado tiempo para ponerme a cocinar
- Ya, y que es aburrido hacerlo para una sola persona, lo sé… pero no infravalores mi pasta inspectora, porque no has probado mi salsa carbonara… y cuando lo hagas, me suplicarás que la repita…
- Esta bien, esta bien… tú cocinarás, no hay problema en eso…
- Sólo cocinaré en mi casa… y sólo lo haré cuando te quedes allí a dormir… esa es mi condición…
Ella suspiró, volvía de nuevo a tocar el tema y presionarla.
- Bueno, quizá si no cocinas en la mía, no dejaré que te quedes allí a dormir…
- Eso es chantaje…
- ¿Y lo tuyo no? – dijo riendo…
Salieron del restaurante una hora y media después de entrar, tenían pocas horas por delante y mucha ciudad para ver. Mientras que caminaban hacía Los inválidos, Kate le fue contando que es lo que verían.
- Los inválidos fue construido por orden de Luis XIV, en el siglo XVII. Quería dar a los soldados heridos en la guerra que no tenían familia, ni posibilidad de cura, un lugar donde poder pasar el resto de sus días. En el complejo fue construida también una iglesia, aunque en realidad parecen dos anexas, estaban separadas para que el monarca en sus visitas, no tuviese que mezclarse con los soldados.
- Me siguen sorprendiendo tus conocimientos de historia…
- Bueno… tengo conocimientos de más materias Castle, y no precisamente académicas… si eres bueno, quizá algún día te lo demuestre…
- Hum… descarto la cocina… ¿la anatomía masculina la consideras académica? – le preguntó pensativo- porque me ofrezco voluntario si tienes que hacer prácticas
- Castle!! Por favor… ¿Te aburre saber lo que verás?
- Oh, no sigue, sigue… voy a ser bueno, veremos con que me recompensas…
Ella continuó explicándole la historia de aquel complejo y los edificios que lo componían. Él la escuchaba atentamente, no sólo porque le interesaba conocer la historia, si no porque le resultaba extraordinaria la capacidad que ella estaba demostrando para explicarle con todo detalle y sin preparación previa lo que iban a ver. Después de un rato de monólogo por parte de ella, llegaron hasta la entrada y se pusieron a la cola para comprar los tickets. Se hizo un silencio entre ambos, ella pensó que le había aburrido…
- No puedo creer que después de todo este tiempo te acuerdes con tanto detalle… Me sorprendes…
- Tu tampoco dejas de sorprenderme – le dijo riendo – nunca… - y su mente viajó por todos y cada uno de los días que llevaban juntos
Recorrieron el complejo de forma rápida, parando aquí y allá para que Kate le explicase algún detalle. Pararon especialmente en el lugar donde reposaban los restos de Napoleón, y Kate contuvo una risa cuando él hizo un comentario sobre el tamaño del sarcófago y la altura del emperador.
- ¡Calla Rick! Mira todas sus hazañas, y no era bajito, es un mito, medía casi un metro setenta, era alto para su época… mira todo lo que consiguió – le dijo mostrando las representaciones de todos los logros de Napoleón que había en la sala circular donde estaba el sarcófago.
- Gran estratega, pero tenía más ego que yo… ¿y que me dices de sus hermanos? ¿Qué hicieron ellos para que también estén aquí sus restos?
- Bueno, José Bonaparte intentó reinar en España, pero no lo consiguió… ¿sabias que le apodaron “botella” por su afición a la bebida? Los españoles se sublevaron para echarles del país.. Goya pintó dos cuadros sobre aquella sublevación “los fusilamientos del 3 de Mayo” y “la carga de los mamelucos”… Napoleón triunfó en Francia, pero sus hermanos no eran igual que él, al final acabaron echando a José de España. En cuanto al otro hermano Jerome, fue gobernador aquí en Los inválidos. Mira hacía arriba, mira la cúpula.
Rick miro hacía la cúpula, doce frescos con representaciones, doce ventanas por las que entraba la luz en la sala. La cúpula llamada “El domo” era una cúpula dorada que podía observarse desde medio París. Salieron del museo de las armas, y pasearon por el gran patio empedrado del interior del complejo. Visitaron la iglesia de San Luis, y decidieron ir a los campos Elíseos para dar un paseo antes de volver al hotel.
- Esta zona – le dijo él cuando llegaron – la conozco bien – y señalo a la zona comercial llena de tiendas de marcas exclusivas
- ¿Gina? – le dijo ella y el asintió
Pasearon tranquilos, él rodeaba su cintura, ella metió su mano en el bolsillo trasero del vaquero de él. La plaza de la Concordia, el Palacio del Descubrimiento, El pequeño Palacio, La universidad IV, el Jardín de las Tullerías, el Louvre, el arco del triunfo…
Volvieron al hotel con el tiempo justo para coger un par de chaquetas en la habitación, les esperaban para su visita por el Sena.
Les llevaron en coche hasta el embarcadero, donde un pequeño barco les esperaba. A ella le agradó saber que él había contratado un crucero privado, y no uno en una de las grandes embarcaciones donde tendrían que compartir ese momento con el resto de turistas.
Se sentaron en el interior de la embarcación, totalmente acristalado, en la mesa donde les esperaba un camarero que comenzó a servirles la cena, tartaleta de setas con cebolla y pollo a la crema de vino, langosta a la parrilla y creps de vainilla, crema de banana y chocolate de postre.
Mientras degustaban su cena, la embarcación recorría con tranquilidad las aguas del Sena, mostrándoles los edificios que por el día habían visto, y el gran trabajo de iluminación que los hacía parecer más majestuosos e increíbles de noche. La Plaza de la Concordia, la Plaza Vendome, la Ópera, los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo, Trocadero, los Inválidos, la Catedral de Notre Dame, y la Plaza de Châtelet. En especial, a ambos les gusto la Catedral de Notre Dame… hicieron gran cantidad de fotografías. Recordaron el paseo nocturno por el gran canal de Venecia. Cuando llegaron al final y antes de volver por el mismo sitio y terminada la cena, salieron al exterior, y apoyados en la barandilla él la abrazó por la espalda, y ella echó hacía atrás su cabeza, recostándola en el hombro de Rick, se quedaron allí hasta el final del paseo, abrazados, observando la increíble ciudad de las luces en aquel romántico paseo.
Llegaron cansados al hotel, donde decidieron compartir un baño con hidromasaje. Él lo preparó y la espero dentro de la bañera, mientras Kate hablaba por teléfono con su padre. Richard la observaba a través de la rendija de la puerta pasear de un lado a otro de la habitación, desnudándose con dificultad para no soltar el teléfono, cuando por fin cortó la conversación entro al baño y el la sonrío sin dejar de mirar sus ojos mientras ella dejaba caer el albornoz y entraba en la bañera, entre las piernas de él, apoyando su espalda en el pecho de Richard.
- Me encanta que me hagas de respaldo.
- Ven aquí – le dijo besando su mejilla y activando los chorros de agua.
Después de relajarse y cuando el agua empezaba a enfriarse, Richard se movió y dijo
- Vamos mi vida, no quiero que enfermemos.
- Mmm ¿Qué?
- ¿Estabas dormida?
- Eh... no... bueno… creo que un poco.
Él salió de la bañera, se anudó una toalla a la cintura y la tendió la mano para ayudarla a levantarse, la sacó de la bañera en brazos, dejándola en el suelo y rodeándola con una toalla empezó a secarla, volvió a poner cara de terror cuando redescubrió las marcas que había dejado con sus dedos y dientes sobre el cuerpo de ella. Ella le miró, dándose cuenta de su perturbación.
- Todo está bien Rick – le dijo cogiendo su cara con ambas manos y depositando un suave beso en sus labios.
Él asintió, recordando su conversación aquella mañana.
- Vamos – le dijo elevándola en el aire por la cintura y las piernas y ella rodeó su cuello con sus brazos – te llevaré a la cama.
La depositó con cuidado sobre la cama, retirando la ropa para meterla dentro, le quitó la toalla y la arropó dándole un beso
- Espérame aquí preciosa
Volvió al baño para dejar las toallas y apagar las luces, dejando el ventanal abierto por el que entraba la luz de París y podían ver la Torre Eiffel iluminada. Se metió a la cama junto a ella, viendo que sus ojos estaban cerrados, la abrazó suponiendo que ella ya se había dormido, había sido un largo día. Ella se dio la vuelta, poniendo su cara frente a la de él, mirándole, expectante, él la beso y comenzó a acariciarla… aquella noche él intentó borrar todas las huellas que le había hecho la noche anterior, con las más tiernas caricias y los más suaves besos que jamás había compartido con nadie y recibió a cambio un musical repertorio de gemidos, suspiros y susurros por parte de ella.
Ella despertó por la luz que empezaba a entrar por el ventanal. Amanecía, pero aún era pronto. Le miró y se deshizo con cuidado de su abrazo, saliendo de la cama y cerrando las cortinas para que la luz no les impidiese dormir un rato más. Él se giró, dormido, ella volvió a mirarle, le costaba distinguirle con la escasa luz que había quedado en la habitación, se metió en la cama de nuevo apretando su cuerpo contra la espalda de él, recordando lo dulce y tierno que había sido la noche anterior. Le besó el hombro y acarició su brazo, bajando su mano hasta el torso de él, acariciando sus pectorales y dejando su mano allí. Acomodó su nariz en el cuello de él, besándole de nuevo, se apretó más aún contra él, para sentir su calor y cerró los ojos esperando dormirse un rato más, no quería que aquel momento pasase. La siguiente noche estarían en Nueva York, quizá en la misma cama, quizá no.
Como si él leyese sus pensamientos, se giró sobre su cuerpo, dejando su cabeza muy cerca de la de ella y abrió los ojos mirándola, ella le sonrío, acariciándole la cara con suavidad y él comenzó a responder a sus caricias, creando las suyas propias y volviendo a revivir la noche anterior, intentando que no acabase aquel día nunca, mañana amanecería en Nueva York y quizá lo hiciese sólo…
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FIN DEL CAPITULO 35
G R A C I A S por leer hasta aqui... espero no defraudaros.
De vuelta de unas escasas vacaciones os dejo un nuevo capitulo, ya queda menos para el final...
CAPITULO 35.
Despertó por el ruido que alguien hacía en la habitación. Notó que él no la abrazaba y se incorporó de un brinco sobre la cama, asustada, buscando su arma, dejo caer la sábana sin querer quedando completamente desnuda. Le vio allí, vestido tan solo con unos vaqueros, descalzo y con la maleta abierta encima de la mesa, doblando y metiendo la ropa, mirándola y sonriéndola
- Si no te tapas, creo que no podré contenerme y llegaremos tarde.
- ¿Qué haces? – le dijo cubriéndose como podía con la sábana
- Nos vamos, en una hora debemos estar en el aeropuerto, ve duchándote, tu ropa ya está en tu maleta, he elegido por ti y tienes encima de la silla la ropa para hoy
- ¿Cómo? ¿Qué has hecho que? –le dijo entre sorprendida y algo indignada
- Nos vamos, y no preguntes donde, es una sorpresa… no quise despertarte… estoy acabando la mía, yo ya me he duchado…. Vamos, sal de la cama
- Aún no ha amanecido…
- No… venga anda… quiero llegar pronto o no tendremos tiempo para ver todo…
- ¿No podías haberlo dicho anoche?
- No, es una sorpresa, si te lo decía dejaba de serlo….
- Esta me la debes… - le dijo apartando la sábana y saliendo desnuda de la cama dirigiéndose hacia él
- Ufs… venga anda ve al baño…
- No sin que antes me des un beso de buenos días – le dijo mientras sonreía al ver la cara que él estaba poniendo
- Kate… - le dijo dejando de mirarla – no hagas esto… no podré contenerme
- ¿Alguien te ha dicho que lo hagas?
- Nos esperan en el aeropuerto – le dijo volviéndose hacía ella y abrazándola por la cintura contra él
- ¿Dónde vamos? – le dijo mientras le besaba
- Ya lo verás – le dijo comenzando a acariciar su cuerpo
- Vale. Voy a la ducha – se deshizo de su abrazo sin evitar que él la soltase del antebrazo
- Eres…. Ufs… - de repente ella vio como el cambió su cara y abrió los ojos poniendo una mueca de terror
- ¿Qué pasa? – le dijo asustada
- Kate… ¡mira esto! – la atrajo hasta él cogiéndola por los antebrazos
Él la observó preocupado, rodeando sus muñecas y en los brazos, ella tenía pequeñas marcas moradas, él puso sus manos sobre las mismas, acomodando sus dedos y viendo que coincidían… miró sus piernas, también tenía marcas…
- ¿Pero que te he hecho? Lo siento, lo siento mucho… no era mi intención…
- Rick… - el tono de ella era suave, pero él no la dejo continuar, besándola
- Lo siento, me descontrolé… ¿Por qué no me dijiste que te hacía daño? – el volvió a mirar su cuerpo, buscando más marcas que no tardo en encontrar…
- No seas tonto… - le dijo acariciando su cara
- Dios!! Esto tiene que dolerte – le dijo señalando una marca morada, en la que se adivinaban dientes, entre su hombro y su cuello, a la altura de su clavícula… y recordando la noche anterior, miró sus pezones que tenían un intenso color rojizo - ¿Por qué no me dijiste que te hacía daño?
- Rick
- Debiste decirlo… lo siento, no volverá a pasar más…
- ¿Quieres dejar de decir tonterías? – le dijo tajante haciendo que volviese su cuerpo hacía el espejo del armario - ¿te dolió a ti esto? – y señaló su oreja…
- Alaaaaaaa – dijo el llevándose la mano – ¡auch! Ahora si duele… ¿pero que me has hecho?
- Humm… si quieres le mando una foto a Lanie, pero sin duda dirá que es un ¿mordisquito?
- ¿Un mordisquito? ¡pero si esto tiene pinta de que me querías arrancar la oreja!
- ¿Y te dolió? – le dijo ella apremiante
- Yo… yo no recuerdo que me doliese…
- Yo tampoco que me doliese a mi…
- Pero estas llena de marcas… no volverá a pasar… no pude contenerme, lo siento… no volverá a pasar
- Rick… prométeme una cosa
- Te lo prometo, no volverá a pasar
- Rick – le dijo tomando su cara entre sus manos – Rick, prométeme que no vas a hacer nada por contenerte, yo no tengo ninguna queja sobre lo que paso anoche… ninguna…
Él la miró. Le había dejado el cuerpo lleno de marcas de sus dedos en brazos y piernas, y con sus dientes en cuello y pecho… recordó la noche anterior, y como habían llegado a la cama desde la piscina, donde incluso se quedaron sin aire bajo el agua y pensó que no eran tantas las marcas comparadas con la tormenta de furia que habían desatado entre ambos, lo raro es que no tuviese rozaduras hechas contra las paredes de la piscina…
- ¿Me estas oyendo? No quiero que te contengas… nunca ¿no lo entiendes?
La miró sonriendo, asintiendo en silencio, abrazándola, aupándola contra él y besándola, ella entendió que obedecía lo que ella acababa de decirle y que en ese momento no iba a contenerse y rodeó las caderas de él con sus piernas mientras desabrochaba como podía el botón de sus vaqueros de camino a la ducha…
Más tarde
- Vamos a llegar tarde – le dijo él – y ahora tendré que guardar los vaqueros mojados…
- No seas quejica… fue culpa tuya, yo iba tranquilamente hacía la ducha…
- No voy a olvidar esto – dijo señalando su oreja – tus marcas se esconden con la ropa, pero esta oreja… eres como Mina Harker… la vampiresa de Bram Stoker…
Ella le miró riendo…
- ¿Mina Harker? – le dijo saliendo hacía la habitación – no creo… deberías mirarte la espalda – le dijo riendo
Él se dio la vuelta para mirarse en el espejo del baño y ella le oyó dar un gritito, y asomándose al cerco de la puerta le dijo
- Definitivamente eres catwoman… - ella, sin dejar de darle la espalda, levantó su mano y gesticulo como si le arañase, lanzando un sonido parecido a un gato bufando… - creo que debería dar gracias que no tienes tu arma aquí… a saber que es lo que hubieses hecho… ¿esto es de anoche? – le dijo volviendo a mirarse…
- ¿Quieres que llamemos a Lanie y que nos diga el tramo horario exacto?
- Graciosa
- Quejica
Abandonaron el hotel sin desayunar, a toda prisa, su chófer esperaba paciente, jugueteando con una especie de pulsera de grandes cuentas que Kate había visto por toda Grecia en las tiendas de recuerdos y en manos de muchos griegos. El chófer les abrió la puerta del Mercedes, haciéndose cargo del equipaje. Tomaron rumbo al aeropuerto, echando un último vistazo al Parthenon, que empezaba a tornarse de un color rosado con los primeros rayos del sol de la mañana.
- ¿Volveremos? – Le preguntó Richard.
Ella le miró. Le había gustado Grecia, le encantaría volver… quizá para dar gracias si la petición que hizo en aquella diminuta iglesia se cumplía, puede que para que él la preguntase en Delfos de nuevo, o quizá para volver a revivir la anterior noche. Pero … ¿Quién podía saber que le deparaba el resto de su vida?
- Me encantaría volver algún día – le dijo apoyándose en su hombro y provocando que el sonriese sabedor que haría todo lo posible por cumplir sus deseos.
Continuaron atravesando Atenas en silencio, era triste saber que pronto volverían a su rutina. Parados en un semáforo, Kate volvió a observar al chófer, que volvía a juguetear impaciente con aquella pulsera.
- Rick…
- Mmm
- ¿Qué es esa pulsera con la que juguetean todos los hombres en Grecia?
- Me extraña que no me lo hayas preguntado antes… es un komboloi… sólo lo utilizan los hombres, es como un juego, un desestresante…
Subieron al avión privado tan sólo cinco minutos más tarde de lo que deberían. Cuando estaban ya en el aire, y mientras desayunaban, Kate preguntó por su siguiente destino
- No preguntes… te he dicho que es una sorpresa.. el vuelo durará tres horas, eso no te lo voy a esconder, porque lo comprobarás tu misma, pero cerraremos las ventanas cuando estemos llegando…
- ¿Qué?
- ¿Confías en mí?
Ella le miró largamente, perdiéndose en la profundidad del azul de sus ojos, recordando mil momentos juntos. Ella no contestaba, y Richard sonrió
- Vamos Kate, no me digas que no confías en mi – le dijo
- No es eso, ya te dije en tu casa que confiaba en ti… pensaba… solo pensaba.
- ¿Entonces?
- Creo que eres la persona en la que más confío en este mundo… salvo las estupideces que sé que vas a cometer antes de hacerlas, la verdad es que confío más en ti que en cualquier otra persona… en todo, Rick, confío en ti, en todo…
Se lo reconoció porque era así… confiaba en él, no era un sentimiento que hubiese aparecido en los últimos días, era algo que poco a poco él había ido ganándose por méritos propios, demostrando su amistad, su fidelidad, su respeto… claro que confiaba en él.
- Gracias – le dijo él besando su cabeza – eso es todo un halago por parte de la inspectora Beckett.
- No Rick… no es un halago… tu eres quien consigue que confíe en ti… increíble pero cierto… tenías razón… no eres lo que parecías… aunque como te vea tontear con otra, te dispararé….
Él la atrajo hacía sus brazos
- Ven aquí… -le dijo quitando el reposabrazos entre sus asientos y haciendo que ella se sentase sobre él con las piernas sobre el asiento de al lado y abrazándola con fuerza- creo que perdiste la fe en el mundo cuando mataron a tu madre
Hizo una pausa
- Y yo no soy muy distinto al resto del mundo, supongo que simplemente he sido más insistente que los demás, sólo eso. Estoy enamorado de ti desde el primer momento que te dirigiste a mi, tenía que convencerte para que me vieses como soy y no como me veías, jamás haré nada que pueda dañarte, porque eres todo para mí Kate, he sufrido con tu hermetismo, con tus rechazos hacía mí, he estado esperando tanto tiempo a que cambiases de opinión con la secreta esperanza que sintieses lo mismo que yo, y si no desistí y te deje en paz, fue porque me dieron esas esperanzas… Montgomery, tu padre, tu amiga Madie, mi amiga Kira, Natalie Rhodes, Serena Kaye, Sophia Turner, la agente Jordan Shaw, el agente Mark Fallon, y por supuesto Lanie y los chicos… hasta mi madre… espero que sigas confiando en mi siempre Kate…
- ¿Todos ellos? No lo entiendo
- ¿Cómo que no lo entiendes? Montgomery me dijo que si alguien era capaz de conseguir que parases ese era únicamente yo. Tu padre vino a verme y me dijo que yo te importaba. Maddie, bueno ya sabes lo que dijo Maddie no hace falta que te lo repita. Kira… cuando se marcho te dijo “todo tuyo”, lo oí y no necesitaba decirme nada a mí, sabía lo que pensaba. Natalie, ufs Natalie, quiso que me acostase con ella para meterse más en tu papel. Serena me dijo que no me invitaba a su cama porque no robaba cosas que no la pertenecían. Sophia se coló en mi casa y …
- Dejalo, no quiero oir nada de Sophia
- Jordan Shaw y Mark Fallon daban por hecho que tu y yo éramos pareja
- Vale, déjalo no sigas…
- Todos ellos me daban esperanzas… si ellos lo veían… algo existía…
Ella no contestó. Tenía que reconocer que aunque lo intentaba disimular, los demás lo notaban, incluso Royce y Sorenson se dieron cuenta.
- Siento mucho haberte mentido en el hospital Rick… fue…
- Shhhsssss – rozó sus labios con los de ella – eso pasó Kate, lo necesitabas, ya lo hemos hablado y ahora gracias a eso estamos aquí… y volviendo a lo que hablábamos al principio, es una sorpresa, no quiero que mires por la ventanilla, y cuando bajemos del avión nos esperarán con un coche en la pista de aterrizaje, te pondrás música, te tapare los ojos y hasta que no lleguemos a donde quiero llevarte no sabrás donde estamos…
- ¿Qué? No harás eso…
- Oh si, si que lo haré… o si no volveremos ya a Londres y esperaremos a mañana para volver a casa….
- Vale, me convences…mañana… mañana volvemos a casa…
- Si… ¿no quieres?
- No es que no quiera volver, Nueva York es mi vida, pero la verdad es que … estos días en Inglaterra, Italia y Grecia han sido…. Increibles…
- Vacaciones… son para eso…¿Te has olvidado del trabajo estos días?
- Si… pero lo más importante no ha sido eso… nunca pensé que te podría decir esto algún día… estar contigo estos días ha sido increíble… y supongo que da igual donde hubiésemos estado… te quiero Rick.
Él se quedó callado, su boca, con media sonrisa delataba una nueva felicidad, por que Kate le decía que lo importante era haber estado a su lado, pero sus ojos reflejaban la tristeza de saber que se acababa, y que ambos regresaban a Nueva York, a sus vidas, a sus rutinas… y aunque ya nada sería igual e intentaría pasar todo el tiempo que pudiese a su lado, sabía que irremediablemente pasarían mucho tiempo separados, ella querría volver a su apartamento, y él tenía una familia y una profesión que no podía abandonar todos los días por estar con ella, además, tenía que prometerse a él mismo no angustiarla con su exceso de presencia, tenía que darle margen, no quería meter la pata, no podía ir deprisa, tenía que comportarse como ella necesitaba que lo hiciese.
Ella le miraba preocupada, era la primera vez que le decía que le quería y no obtenía su inmediata respuesta en forma de besos, palabras, caricias… él simplemente estaba perdiendo su mirada en un lugar de la moqueta del suelo del avión, veía en sus ojos tristeza, aunque su boca no parecía mostrar lo mismo… ella notó como su estómago le mandaba un mensaje de alarma… algo pasaba… por su mente pasó el miedo de que todo hubiese sido un simple capricho de él y que a su vuelta todo volviese a ser como era antes de esos veinte días que llevaban juntos. No quería creerlo, no podría ser… tenía que averiguarlo ya
- ¿Rick? ¿Qué te pasa?
Él volvió de su ensimismamiento, enfocando su mirada contra los ojos apremiantes de Kate, y entonces su mirada cambió sonriéndola con boca y ojos, acercándose a ella y tomando su barbilla para besarla, le dijo pegado a sus labios
- Me pasa que te amo Kate… y que si no quiero volver a Nueva York es porque no pasaré pegado a ti las veinticuatro horas del día, y no se si sabré soportarlo… tendrás que ayudarme… - ella respiró, y pensándolo unos segundos le contestó
- ¿Y como quieres que te ayude yo si estaré igual que tu?
- Vente a vivir a casa… - le dijo él como si supiese su respuesta y tuviese preparada la suya
- Rick, ya lo hemos hablado…
- Lo sé, pero quiero despertarme contigo al lado…
- Creí que dijiste que no ibas a presionarme, dormiré en tu casa algunos días, otros deberías ser tu quien lo hiciese en la mía… tienes familia Rick, deben acostumbrarse a mi, y yo debo acostumbrarme a ella y a ti…
- Lo siento – le dijo volviendo a besarla – no quiero presionarte, intentaré no hacerlo, perdóname ¿vale?
Ella le miró llevando dos de sus dedos a su oreja acariciándola suavemente, tenía que dolerle, deslizó las yemas de sus dedos por su mandíbula hasta llegar a la barbilla, donde hizo una leve presión atrayéndola hacía su cara para besarle. Parecía que llevaban una eternidad juntos, pero ni siquiera llegaba a un mes… sabía que tenía que hacer todo lo posible por complacerle… él estaba demostrando que hacía todo lo posible por complacerla a ella… tendría que intentar pasar más tiempo en su casa que en la suya… lo intentaría…
Se quedaron dormidos mientras volaban, apenas habían dormido esa noche, y el despertó cuando entraron en una turbulencia que le hizo dar un pequeño salto en su asiento, notó como ella se abrazaba con más fuerza a él sin despertarse, notó la frialdad de sus brazos. Miró la hora, les quedaba aún dos horas para llegar. Llamo a la auxiliar de vuelo, y le pidió una manta, con la que ella cubrió a Kate y le pidió que cerrase las cortinillas del avión, rogándole que le despertase únicamente a él cuando fuesen a llegar.
Cuando la auxiliar le dijo que llegarían en cuarto de hora, Kate aún dormía sobre él, fue despertándola suavemente. Cuando el avión aterrizó él saco de su bolsillo su Iphone y unos auriculares y se los tendió para que se los pusiese, ella lo hizo sin rechistar activando la música. Cuando la portezuela del avión estaba a punto de abrirse, él colocó un pañuelo sobre sus ojos, y quitándole uno de sus auriculares le dijo cerca de su oido
- Confía en mí, yo te guiaré. A ver si eres capaz de adivinar donde estamos por el olor de sus calles.
Subió al coche con la ayuda de Richard, era complicado sin ver ni oír nada. Sentía el aire que entraba por la ventanilla abierta. En ese momento era el único sentido que tenía libre, bueno, ese y el tacto de su mano entrelazada a la suya, decidió que le apetecía conocer si era cierto que con un sentido perdido, se agudizaba otro, y con la mano libre tomó la cara de él, acercándola a la suya para saborear su beso, descubriendo que le gustaba esa sensación…
Pasado un rato, en el que percibía aromas que entraban por la ventana, notó como el coche se detenía, Richard le quitó de nuevo uno de los auriculares
- Hemos llegado, ahora te guiaré, es solo un pequeño paseo – y volvió a colocarle el auricular
La ayudó a salir del coche e hizo que ella le agarrase por el brazo, comenzando a caminar. Ella podía oler a hierba recién cortada, caminaban por un parque, a juzgar por el suelo que pisaba, que era de tierra, un parque o algo similar. Tras un corto paseo, él paro, le quitó un auricular y le susurró al oído
- ¿Adivinas donde estamos?
No separó su boca del oído, ella notaba su aliento.
- Estamos en un parque, huele a hierba, pisamos por un camino.
- Bien… siga inspectora
- A tres horas en avión de Atenas…
- Sigue
- Hemos pasado por al lado de un rio, se notaba su olor, el olor de esta ciudad es inconfundible Rick, huele a café y a croissant…
- Bien – le dijo sin poder resistir coger el lóbulo de su oreja entre los labios – ¿donde estamos? – le dijo llevando sus manos a su cabeza y esperando para deshacer el lazo del pañuelo que tapaba sus ojos.
- París, estamos en París – le dijo con absoluta seguridad.
Él desató el pañuelo, dejando que ella viese que estaban en los jardines del campo de marte, y que frente a ella, estaba la imponente Torre Eiffel.
Él la miraba a los ojos, descubriendo que no había provocado en ella una sorpresa, si no que, podía ver un hilo de nostalgia y tristeza en ellos, sin duda ella ya conocía París, y sin duda no le traían muy buenos recuerdos.
- ¿Kate?
Ella se perdió por unos instantes en sus recuerdos mientras miraba la torre.
- ¿Kate? –repitió Richard
- ¿Si?
- Ya has estado aquí ¿verdad?
- Si
- Si no te gusta, no tenemos porqué quedarnos, podemos ir a cualquier otra ciudad, llamaré al piloto y nos puede llevar a cualquier otro lugar – le dijo quitándole el Iphone de la mano
- ¡No! – le dijo reaccionando – no… - le miró – nos quedaremos en Paris, pero no quiero ir a la torre Eiffel
- Si, si … no subiremos a la torre
- Bésame Rick, por favor…
Él obedeció, sin tener muy claro que era lo que estaba pasando. Decidió no preguntar, sería mejor esperar a que ella se lo aclarase. Kate se aferró a él, y él la apretó fuertemente, sabiendo que lo necesitaba aunque no entendiese el porqué, se fundieron en un beso que a él le pareció el más largo de todos los que se habían dado hasta entonces, la dejaría hacer, hasta que ella decidiese parar.
- Sorpréndeme con el hotel que has reservado – le dijo separándose de él – dejemos el equipaje.
La rodeó con su brazo por la cintura y la condujo hasta el coche, que esperaba en la entrada del parque. El chófer se puso en marcha y en cinco minutos estaban en el hotel Concorde La Fayette.
- ¿Por fin un hotel normal? – le dijo ella rompiendo el incómodo silencio
- ¿No querías algo así?
- Si… prefiero este hotel… aunque este tampoco podría permitírmelo con mi sueldo de policía.. – miro hacia arriba el edificio era muy alto.
Les condujeron hasta su suite, situada en el último piso del hotel. Aunque el hotel no era tan lujoso como el de Atenas, la suite que Richard había reservado era enorme, una gran sala de recepción, un salón con un sofá y una mesa, una habitación con una cama desde la que se podía ver la torre Eiffel, un baño con una moderna bañera de hidromasaje. La decoración era tan moderna como el exterior del hotel, un gran edificio de cristal de cuarenta plantas. Desde el amplio ventanal de la habitación podía verse todo Paris, y en primer plano la torre Eiffel.
- Rick – le dijo mientras abría su maleta y comenzaba a colocar la ropa en el armario para que no se arrugase
- Dime
- ¿Conoces Paris?
- Si… he estado varias veces y creo que esta vez no elegí bien…
Ella se mantuvo en silencio, sabía que había despertado su curiosidad y tendría que contárselo. Podía confiar en él.
- Yo tenía 19 años, y el 30… viajaba constantemente a Paris por su trabajo y me invitó a acompañarle en uno de sus viajes… íbamos a estar aquí siete días, yo… estaba enamorada, no vi nada más… a los cuatro días le llamó su mujer, yo no podía imaginar que estaba casado, salió en el primer vuelo que pudo encontrar dejándome una nota, mi billete de vuelta y el hotel pagado… no pude cambiar el vuelo y estuve aquí dos días sola.
- Kate – le dijo acercándose a ella – yo no tenía ni idea… yo…
- Rick, fue hace muchos años, era una niña… me dolió más el “ya te lo dije” de mi madre que el resto… no he podido evitar recordar cuando he sabido donde estaba, pero quiero estar aquí contigo…
- Pensé que no podíamos dejar Europa sin visitar Paris.. la ciudad del amor… y yo… te amo.
Ella terminó de acercarse hasta él, apoyando su cabeza en su pecho y dejándose abrazar.
- Dime una cosa
- ¿Qué?
- ¿Por qué no quieres subir a la torre Eiffel?
- Me maree arriba… y no era lo que esperaba al subir… ¿con quien has estado aquí?
- He estado tres veces en Paris, la primera con mi madre, era un chaval y me dejo traer un amigo, esa fue la más divertida, hice mucho el gamberro, vomitamos por las escaleras de la torre Eiffel… nos obligaron a bajar… también vine con Gina, después de divorciarnos y por trabajo, fue un suplicio… y volví sólo unos meses después, no aguantaba volver a venir con ella, y apenas estuve en la ciudad, fue por una promoción.
- ¿Qué tenías pensado hacer?
- Llevarte a la torre Eiffel, pero creo que habrá un cambio de planes… enséñame Paris Kate… tenemos – miró su reloj – 30 horas … ¿Qué me dices?
- ¿Estas seguro? Porque no me acuerdo demasiado…
- Bueno, eso ya es acordarse más que yo… ¿Nos vamos?
Salieron del hotel, tenían poco tiempo y no querían perderlo, tomaron un taxi hasta la catedral de Notre Dame. Esta vez Kate le llevaría a todos los sitios que la gustaron y a los que se quedó sin ver…
Llegaron a la pequeña isla de la Cité, en mitad del Sena, donde esta situada la catedral de Notre Dame (Nuestra señora). Bajaron del taxi y fueron directamente hacía la cola de turistas que esperaban para subir al campanario, Kate se extrañó, pues no tendrían que esperar demasiado, ella recordaba una enorme cola, que le hizo desistir de subir hasta allí, no le apetecía estar sola durante la larga espera… oyeron a algunos turistas comentar que se debía a que el turismo, afectado por la crisis en Europa, se había reducido considerablemente. Mientras esperaban su turno, ella permanecía todo lo pegada que podía a Richard, que la observo y decidió soltar su mano y abrazarla todo el tiempo, besando su cara continuamente, imaginó que ella necesitaba grabar nuevos recuerdos de ese lugar. Richard vio como uno de los turistas que esperaban detrás de ellos, tenía una cámara de fotos profesional y se alejaba de la cola para hacer fotografías de la catedral desde distintos ángulos. Le pidió a Kate que le esperase un momento y se acercó al hombre, que resultó ser de Washington, y le pidió que le tomase alguna fotografía con Kate, a lo que el hombre aceptó, negándose a hacerla con la cámara que Richard le tendía y que era de la misma marca que la suya, le pidió que sacase la memoria y para ponerla en su propia cámara
- Su Canon esta muy bien, pero la mía está regulada a mi gusto… no todos los días un famoso escritor se acerca a mi para que le haga una foto… quiero hacerla bien – le dijo
- Muchas gracias
Posaron descubriendo que lo que pensaban era un improvisado fotógrafo, les tomó decenas de fotografías en unos instantes, muchas de ellas sin que se diesen cuenta, pensando que simplemente regulaba la cámara.
No pasaron demasiado tiempo esperando su turno, y finalmente pudieron subir por los casi 400 escalones de una estrecha escalera en forma de caracol en la que apenas cabían los pies, hasta lo alto de la torre, Richard paro un momento, algo mareado y Kate de broma le dijo:
- No estarás pensando en vomitar ¿no? me gustaría llegar arriba…
- Graciosilla… lo que no te he dicho es que mi amigo y yo habíamos estado probando las delicias del vino francés…
- ¿Te encuentras bien o prefieres que bajemos?
- Noo..sigue subiendo
- No se si me convienes Rick, estas haciéndote mayor….
Él la miró entrecerrando los ojos…
- Ya hablaremos sobre eso más tarde – le dijo y ella empezó a reír.
Llegaron a la tienda de recuerdos, donde tuvieron que esperar a que el grupo anterior bajase de la torre para poder seguir. Admiraron la galería de las quimeras aquellas esculturas medio animales que inspiraban miedo y que parecían prepararse para un ataque en masa a la ciudad o que en cualquier momento podrían abalanzarse sobre cualquiera. Cuando les dejaron paso a la torre, y tras subir el último y más estrecho y empinado tramo de escaleras, ante ellos imponente una quimera observando Paris. Fuera ya el paisaje de tejados y el puente sobre el verde Sena era impresionante, desde allí podía verse todo París, se distinguían los monumentos más altos, como la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, la Biblioteca. Por un momento imaginaron al famoso Quasimodo, y la única compañía de las gárgolas, las quimeras, las campanas y las aves que se posaban en las alturas. Ahora no era tan extraño mirar París desde las alturas, pero si se remontaban a años atrás, aquella vista debía de ser única, un magnífico mirador desde el que observar lo que entonces sería una pequeña ciudad y sus alrededores. Desde luego cuando Victor Hugo imaginó a Quasimodo, lo imagino como un privilegiado a pesar de sus defectos físicos. También podían ver parte del tejado de la propia catedral, una obra colosal en una época donde no existía nada más que el trabajo manual. Tomaron y les tomaron fotografías con las gárgolas de fondo.
- ¿Estás bien? – le preguntó a Richard
- Si, ha sido la escalera, caminar en círculos… no te rías de mí – le dijo abrazándola
- No lo hago, recuerda que te dije que me maree en la torre Eiffel.
- ¿Subiste andando?
- No, en el ascensor, pero me agobié un poco dentro y al subir me daba la impresión que todo se movía…
La bajada por la escalera, era casi peor que la subida, había que bajar despacio, agarrados a la columna sobre la que giraba la escalera y a la pared, buscando como poner los pies en los estrechos y desgastados escalones, y tenían todo el tiempo la cabeza inclinada hacía el suelo. Se notaban en las paredes las marcas dejadas por las manos de todos los que pasaban por allí.
Cuando llegaron al final de la escalera, Richard la cogió de la mano decidido a no soltársela en ningún momento. Entraron a visitar la Catedral. Pese a lo imponente del edificio y su gran altura, la luz que entraba en su interior a través de vidrieras y rosetones era más bien escasa, difuminada por los multicolores vidrios que formaban imágenes recreando todo tipo de situaciones. Olía a una mezcla de piedra vieja con incienso y cera de vela.
Kate le fue indicando todos los datos que recordaba sobre la catedral, los casi 200 años que duró su construcción, el tipo de arquitectura, gótica pero con restos renacentistas, el significado del nombre, el enclave elegido para su construcción, que desde la época celta había sido lugar de culto, siendo también lugar elegido por los romanos para construir un templo a Júpiter y como paso en el siglo VI a ser una pequeña basílica, y después una iglesia románica, hasta que en el siglo XII se empieza la construcción de la Catedral. Le contó como fue restaurada por los daños producidos por la revolución francesa y como fue allí donde Napoleón se autoproclama y corona emperador de Francia, o como fue allí beatificada Juana de Arco.
- No sabía que te gustaba tanto la historia – le dijo él
- Hay muchas cosas que no sabes de mi Castle… - le respondió picándole, como si volviesen en el tiempo a un par de meses atrás y sólo lo hiciese por intrigarle y molestarle.
Admiraron los altos techos, nervudos y cruzados, prolongación de las altas columnas que se juntaban en lo alto, el interior de la Catedral la hacía aún más imponente mirando hacía arriba que viéndola desde fuera. Pasaron por el monumental órgano, de 7800 tubos y tal cantidad de teclas que parecía imposible que alguien pudiese interpretar música allí.
Vieron la escultura de la Piedad, la de Juana de Arco, la Virgen María… leyeron el panel conmemorativo a los ingleses que lucharon y murieron en la primera guerra mundial y cuyos restos descansan en suelo francés.
Salieron al exterior, donde pudieron admirar con detenimiento las tres puertas de la fachada principal y las esculturas de la virgen, de los doce apóstoles, de los veintiocho reyes judíos, y de las escenas evangélicas allí representadas. Dieron una vuelta completa a la catedral, admirando los enormes arbotantes góticos de la fachada del este.
- Imponente – le dijo Richard
- Este es el edificio que más me gusto de París – le dijo una Kate pensativa que parecía viajar en el pasado – por la noche iluminada aún es más magnífica.
- Esta noche tengo reservado un crucero por el Sena… ¿quieres o prefieres que lo cancele?
- Rick… no vas a cancelar nada, es increíble poder estar de nuevo aquí y además hacerlo a tu lado. No debí decirte nada, parece afectarte más a ti que a mí. Fue una lección, aprendí y ya está, de eso hace ya mucho tiempo…
- Lo siento, me pongo en tu lugar, y yo ahora estaría…
- ¿Estarías? ¿Cómo estarías? ¿Riéndote de tu hazaña por haberte ido con una atractiva y adinerada mujer mayor que tu que estaba casada sin que tu lo supieses y que salió corriendo a la primera llamada?
- Bueno… si lo miro desde ese punto de vista… pero dijiste que estabas enamorada
- Si, también dije que tenía 19 años… me dolió, pero a esa edad se olvida pronto.
- Y … ¿Qué hiciste sola en Paris?
- Bueno… ver todo lo que no vi estando acompañada… Notre Dame, la torre Eiffel, el Louvre, los Campos Elíseos, Los inválidos…
- ¿Se puede saber que hiciste el resto del tiempo? – le dijo en tono inquisitorio
- ¡Rick!
- Es culpa tuya, has dicho “ver todo lo que no vi estando acompañada”… ¿no saliste del hotel? – ella le miró sin saber si contestarle o dejarle con la intriga… finalmente suspiró y le contestó
- Él era fotógrafo. Venia a hacer un reportaje sobre la zona del Montmatre, ya sabes sobre la zona de la mítica bohemia… y sobre el barrio latino… no salimos de allí.
- Entonces… debo suponer que ¿esas dos zonas las conoces bien?
- Si, mejor que el resto
- Bien, pues no las pisaremos, yo también las conozco… - en parte las conocía, en parte le había dado un repentino momento de celos
- Vale… me parece bien… Rick… hay una zona que no conozco y que me gustaría conocer
- Dime…
- Versalles…
- ¿Te parece bien mañana por la mañana? Saldremos para Londres después de comer…
- Me parece perfecto… hablando de comida…
- Si… vamos a comer… - le dijo abrazándola por la cintura y encaminándose hasta la puerta principal
- ¿Has reservado en algún lujoso restaurante para famosos señor Castle?
- No. Esta vez comeremos donde la inspectora Beckett decida. Y después me llevarás donde quieras, pero a las ocho hay que estar en el hotel, porque pasarán a recogernos para el crucero por el Sena, cenaremos en el barco… ¿conforme?
- Conforme… -ella paró y le pasó los brazos alrededor de su cuello, invitándole a besarla- me estoy mal acostumbrando Castle… tu y tus ideas sobre conocer las ciudades… estás resultando adictivo… no sé que voy a hacer cuando vuelva al trabajo…
- Me encanta que me reconozcas que soy adictivo inspectora…
- Oh… ¿lo he dicho en voz alta? – le dijo sonriendo
- Cabezota. De momento estás aquí… no pienses en el trabajo y disfrutemos de París – le dijo besándola - ¿buscamos un sitio para comer?
- Si, y a ser posible uno en el que no sirvan caracoles… me repugnan… deberíamos coger un taxi e ir hacia la zona de “Los inválidos”, así podríamos verlo después, antes de que cierren y después podríamos ir a los campos Elíseos… ¿te parece bien? Estaremos cerca del hotel para poder ir a tiempo…
- Busquemos un taxi.
Decidieron entrar en uno de los primeros restaurantes que vieron, dejándose llevar por la lectura de la carta que el restaurante tenía colocado en el exterior del establecimiento. Era un restaurante sencillo, sin pretensiones, el interior era moderno y de decoración muy luminosa y basada en grandes fotografías monocromáticas de la ciudad, tomadas desde ángulos imposibles. Los nombres de los platos eran sugerentes, sin ser rebuscados. Eligieron para compartir una cazuela de verduras de primavera caramelizadas con aceite de oliva al aroma de romero y tartaleta de setas con cebolla y manzana de primero, eligiendo de segundo ambos el renombrado filete mignon y foeigras de pato, y compartieron el postre, barra de chocolate con sorbete de café cubierto de crujiente de chocolate blanco.
- Creo que lo que más voy a recordar de estos días es la comida… me encanta toda la que hemos probado – dijo Kate mientras se deleitaba con el chocolate.
- Eso es porque siempre has estado empeñada en comer sólo comida oriental… cuando volvamos a casa descubrirás la cocina Castle…
- ¿En serio? – le dijo ella sonriendo y entrecerrando los ojos sin creerle
- ¿Pero que te has creído? Claro que sí, he criado una hija, no era bueno para su salud la comida rápida ni preparada… tenía que hacerla en casa, variada, con productos frescos, y no se me da nada mal por cierto… ya lo descubrirás…
- No sé… siempre pensé que lo único que sabías hacer era pasta… pero eso no tiene mucho mérito hasta yo se hacerla…
- Si, tú sabes hacer pasta, apuesto que sabes cocerla y poner alguna salsa preparada por encima y algo de queso… ese debe ser tu concepto de pasta…
- Creo que sabes que no tengo demasiado tiempo para ponerme a cocinar
- Ya, y que es aburrido hacerlo para una sola persona, lo sé… pero no infravalores mi pasta inspectora, porque no has probado mi salsa carbonara… y cuando lo hagas, me suplicarás que la repita…
- Esta bien, esta bien… tú cocinarás, no hay problema en eso…
- Sólo cocinaré en mi casa… y sólo lo haré cuando te quedes allí a dormir… esa es mi condición…
Ella suspiró, volvía de nuevo a tocar el tema y presionarla.
- Bueno, quizá si no cocinas en la mía, no dejaré que te quedes allí a dormir…
- Eso es chantaje…
- ¿Y lo tuyo no? – dijo riendo…
Salieron del restaurante una hora y media después de entrar, tenían pocas horas por delante y mucha ciudad para ver. Mientras que caminaban hacía Los inválidos, Kate le fue contando que es lo que verían.
- Los inválidos fue construido por orden de Luis XIV, en el siglo XVII. Quería dar a los soldados heridos en la guerra que no tenían familia, ni posibilidad de cura, un lugar donde poder pasar el resto de sus días. En el complejo fue construida también una iglesia, aunque en realidad parecen dos anexas, estaban separadas para que el monarca en sus visitas, no tuviese que mezclarse con los soldados.
- Me siguen sorprendiendo tus conocimientos de historia…
- Bueno… tengo conocimientos de más materias Castle, y no precisamente académicas… si eres bueno, quizá algún día te lo demuestre…
- Hum… descarto la cocina… ¿la anatomía masculina la consideras académica? – le preguntó pensativo- porque me ofrezco voluntario si tienes que hacer prácticas
- Castle!! Por favor… ¿Te aburre saber lo que verás?
- Oh, no sigue, sigue… voy a ser bueno, veremos con que me recompensas…
Ella continuó explicándole la historia de aquel complejo y los edificios que lo componían. Él la escuchaba atentamente, no sólo porque le interesaba conocer la historia, si no porque le resultaba extraordinaria la capacidad que ella estaba demostrando para explicarle con todo detalle y sin preparación previa lo que iban a ver. Después de un rato de monólogo por parte de ella, llegaron hasta la entrada y se pusieron a la cola para comprar los tickets. Se hizo un silencio entre ambos, ella pensó que le había aburrido…
- No puedo creer que después de todo este tiempo te acuerdes con tanto detalle… Me sorprendes…
- Tu tampoco dejas de sorprenderme – le dijo riendo – nunca… - y su mente viajó por todos y cada uno de los días que llevaban juntos
Recorrieron el complejo de forma rápida, parando aquí y allá para que Kate le explicase algún detalle. Pararon especialmente en el lugar donde reposaban los restos de Napoleón, y Kate contuvo una risa cuando él hizo un comentario sobre el tamaño del sarcófago y la altura del emperador.
- ¡Calla Rick! Mira todas sus hazañas, y no era bajito, es un mito, medía casi un metro setenta, era alto para su época… mira todo lo que consiguió – le dijo mostrando las representaciones de todos los logros de Napoleón que había en la sala circular donde estaba el sarcófago.
- Gran estratega, pero tenía más ego que yo… ¿y que me dices de sus hermanos? ¿Qué hicieron ellos para que también estén aquí sus restos?
- Bueno, José Bonaparte intentó reinar en España, pero no lo consiguió… ¿sabias que le apodaron “botella” por su afición a la bebida? Los españoles se sublevaron para echarles del país.. Goya pintó dos cuadros sobre aquella sublevación “los fusilamientos del 3 de Mayo” y “la carga de los mamelucos”… Napoleón triunfó en Francia, pero sus hermanos no eran igual que él, al final acabaron echando a José de España. En cuanto al otro hermano Jerome, fue gobernador aquí en Los inválidos. Mira hacía arriba, mira la cúpula.
Rick miro hacía la cúpula, doce frescos con representaciones, doce ventanas por las que entraba la luz en la sala. La cúpula llamada “El domo” era una cúpula dorada que podía observarse desde medio París. Salieron del museo de las armas, y pasearon por el gran patio empedrado del interior del complejo. Visitaron la iglesia de San Luis, y decidieron ir a los campos Elíseos para dar un paseo antes de volver al hotel.
- Esta zona – le dijo él cuando llegaron – la conozco bien – y señalo a la zona comercial llena de tiendas de marcas exclusivas
- ¿Gina? – le dijo ella y el asintió
Pasearon tranquilos, él rodeaba su cintura, ella metió su mano en el bolsillo trasero del vaquero de él. La plaza de la Concordia, el Palacio del Descubrimiento, El pequeño Palacio, La universidad IV, el Jardín de las Tullerías, el Louvre, el arco del triunfo…
Volvieron al hotel con el tiempo justo para coger un par de chaquetas en la habitación, les esperaban para su visita por el Sena.
Les llevaron en coche hasta el embarcadero, donde un pequeño barco les esperaba. A ella le agradó saber que él había contratado un crucero privado, y no uno en una de las grandes embarcaciones donde tendrían que compartir ese momento con el resto de turistas.
Se sentaron en el interior de la embarcación, totalmente acristalado, en la mesa donde les esperaba un camarero que comenzó a servirles la cena, tartaleta de setas con cebolla y pollo a la crema de vino, langosta a la parrilla y creps de vainilla, crema de banana y chocolate de postre.
Mientras degustaban su cena, la embarcación recorría con tranquilidad las aguas del Sena, mostrándoles los edificios que por el día habían visto, y el gran trabajo de iluminación que los hacía parecer más majestuosos e increíbles de noche. La Plaza de la Concordia, la Plaza Vendome, la Ópera, los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo, Trocadero, los Inválidos, la Catedral de Notre Dame, y la Plaza de Châtelet. En especial, a ambos les gusto la Catedral de Notre Dame… hicieron gran cantidad de fotografías. Recordaron el paseo nocturno por el gran canal de Venecia. Cuando llegaron al final y antes de volver por el mismo sitio y terminada la cena, salieron al exterior, y apoyados en la barandilla él la abrazó por la espalda, y ella echó hacía atrás su cabeza, recostándola en el hombro de Rick, se quedaron allí hasta el final del paseo, abrazados, observando la increíble ciudad de las luces en aquel romántico paseo.
Llegaron cansados al hotel, donde decidieron compartir un baño con hidromasaje. Él lo preparó y la espero dentro de la bañera, mientras Kate hablaba por teléfono con su padre. Richard la observaba a través de la rendija de la puerta pasear de un lado a otro de la habitación, desnudándose con dificultad para no soltar el teléfono, cuando por fin cortó la conversación entro al baño y el la sonrío sin dejar de mirar sus ojos mientras ella dejaba caer el albornoz y entraba en la bañera, entre las piernas de él, apoyando su espalda en el pecho de Richard.
- Me encanta que me hagas de respaldo.
- Ven aquí – le dijo besando su mejilla y activando los chorros de agua.
Después de relajarse y cuando el agua empezaba a enfriarse, Richard se movió y dijo
- Vamos mi vida, no quiero que enfermemos.
- Mmm ¿Qué?
- ¿Estabas dormida?
- Eh... no... bueno… creo que un poco.
Él salió de la bañera, se anudó una toalla a la cintura y la tendió la mano para ayudarla a levantarse, la sacó de la bañera en brazos, dejándola en el suelo y rodeándola con una toalla empezó a secarla, volvió a poner cara de terror cuando redescubrió las marcas que había dejado con sus dedos y dientes sobre el cuerpo de ella. Ella le miró, dándose cuenta de su perturbación.
- Todo está bien Rick – le dijo cogiendo su cara con ambas manos y depositando un suave beso en sus labios.
Él asintió, recordando su conversación aquella mañana.
- Vamos – le dijo elevándola en el aire por la cintura y las piernas y ella rodeó su cuello con sus brazos – te llevaré a la cama.
La depositó con cuidado sobre la cama, retirando la ropa para meterla dentro, le quitó la toalla y la arropó dándole un beso
- Espérame aquí preciosa
Volvió al baño para dejar las toallas y apagar las luces, dejando el ventanal abierto por el que entraba la luz de París y podían ver la Torre Eiffel iluminada. Se metió a la cama junto a ella, viendo que sus ojos estaban cerrados, la abrazó suponiendo que ella ya se había dormido, había sido un largo día. Ella se dio la vuelta, poniendo su cara frente a la de él, mirándole, expectante, él la beso y comenzó a acariciarla… aquella noche él intentó borrar todas las huellas que le había hecho la noche anterior, con las más tiernas caricias y los más suaves besos que jamás había compartido con nadie y recibió a cambio un musical repertorio de gemidos, suspiros y susurros por parte de ella.
Ella despertó por la luz que empezaba a entrar por el ventanal. Amanecía, pero aún era pronto. Le miró y se deshizo con cuidado de su abrazo, saliendo de la cama y cerrando las cortinas para que la luz no les impidiese dormir un rato más. Él se giró, dormido, ella volvió a mirarle, le costaba distinguirle con la escasa luz que había quedado en la habitación, se metió en la cama de nuevo apretando su cuerpo contra la espalda de él, recordando lo dulce y tierno que había sido la noche anterior. Le besó el hombro y acarició su brazo, bajando su mano hasta el torso de él, acariciando sus pectorales y dejando su mano allí. Acomodó su nariz en el cuello de él, besándole de nuevo, se apretó más aún contra él, para sentir su calor y cerró los ojos esperando dormirse un rato más, no quería que aquel momento pasase. La siguiente noche estarían en Nueva York, quizá en la misma cama, quizá no.
Como si él leyese sus pensamientos, se giró sobre su cuerpo, dejando su cabeza muy cerca de la de ella y abrió los ojos mirándola, ella le sonrío, acariciándole la cara con suavidad y él comenzó a responder a sus caricias, creando las suyas propias y volviendo a revivir la noche anterior, intentando que no acabase aquel día nunca, mañana amanecería en Nueva York y quizá lo hiciese sólo…
**************************
FIN DEL CAPITULO 35
G R A C I A S por leer hasta aqui... espero no defraudaros.
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Precioso capitulo, el despertar, la preocupación de Castle por las marcas, el avión y luego París!! Otra de mis asignaturas pendientes, por cierto, no has pensando en estudiar turismo?? se te daría muy bien!
Un saludo y enhorabuena. Tu fan!
Un saludo y enhorabuena. Tu fan!
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Opino como maria_cs, se te dan muy bien las descripciones turisticas. Me he sentido como si estuviera en Paris----
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Increible como siempre, y el es EL hombre!!!!!
sos una gran escritora y soy eternamente tu fan!!!!
sos una gran escritora y soy eternamente tu fan!!!!
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: Y ahora... ¿que? (EPILOGO) 21/09
Acabo de releerme toda la historia, pues andaba un poco Castledesconectada (es lo que tienen las vacaciones) y me ha vuelto a encantar.
¡Qué gran tipo este Castle!, es adorable y como dice Silvana, él es EL HOMBRE con mayúsculas.
Me ha gustado mucho hacer turismo con tus capítulos.
¡Qué gran tipo este Castle!, es adorable y como dice Silvana, él es EL HOMBRE con mayúsculas.
Me ha gustado mucho hacer turismo con tus capítulos.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
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