Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
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Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Buenas a todos :
Como ya os dije en la ultima entrada del anterior tema que tenía (Heat Rises-traducido al español), iba a empezar a traducir también el nuevo libro: "Frozen Heat" cuando lo tuviera en mis manos. Eso ya lo tengo gracias a Qwerty, por lo que me puse a traducir. Esta vez cuento con la ayuda de otra compañera del foro, Beckett, que me lo revisa para que no se aleje demasiado del libro original (como ya le he dicho muchas veces, muchas gracias )
En esta primera entrada está la dedicatoria (muy emotiva, me encantó cuando la leí) y el primer capítulo completo. Al ser la primera lo queria dejar así y no partirlo pero los capítulos son bastantes largos por lo que seguire con el ritmo que llevaba en la otra traducción: de cada capitulo hacerlo en dos partes, así no esperaís tanto entre subida y subida.
Como siempre, espero que os guste y lo disfruteís. Comentad tanto para lo bueno como para lo malo
DEDICATORIA Y CAPITULO UNO
A todas las personas notables, enloquecedoras, desafiantes y frustrantes que nos han inspirado a hacer grandes cosas.
CAPITULO UNO
“Oh, sí, eso es, Rook,” dijo Nikki Heat “eso es lo que quiero. Justo así.” Una gota de sudor cayó bajando por su cuello hasta su agitado pecho. Él gimió y se mordió la lengua “No pares todavía. Sigue así. Sí.” Ella se pegó a él, bajando su cara a unos centímetros de la suya para poder susurrarle “Sí. Trabájalo de este modo. Agradable, un ritmo fácil. Eso es. ¿Cómo se siente?” Jameson Rook la miró a los ojos intensamente justo antes de apretárselos y gemir. Entonces sus músculos se relajaron y dejó caer su cabeza hacia atrás. Nikki frunció el ceño y se enderezó “No puedes hacerme esto a mí. No puedo creer que hayas parado.”
Él dejó que las pesas golpearan el suelo de caucho negro al lado del banco de ejercicios y dijo “no estoy parando.” Inhaló hasta llenarse el pecho de aire y tosió “simplemente he acabado.”
“No has acabado.”
“10 repeticiones, he hecho 10 repeticiones.”
“No según mis cuentas.”
“Eso es porque tu mente falla. Además, esta rehabilitación es por mi propio bien. ¿Por qué me saltaría las repeticiones?”
“Porque me di la vuelta una vez y pensaste que no estaba mirando.”
Él se burló, después preguntó “¿Estabas mirando?”
“Sí, y solo hiciste ocho. ¿Quieres que te ayude a hacer tu terapia física? ¿O ser tu facilitador?”
“Juro que al menos hice nueve.”
Un miembro del gimnasio exclusivo de Rook se deslizó detrás de ella a por algo más de peso libre, y Nikki se giró para calibrar cuanto del intercambio infantil entre ella y Rook había pillado. A juzgar por la música metálica que salía de sus cascos, la única cosa que este había escuchado eran a los Black Eyed Peas diciéndole que iba a ser una buena noche mientras se miraba al espejo. Heat no podía decir lo que admiraba más el chico, si la fila de tapones de su nuevo trasplante de pelo, o el castañear de sus pectorales bajo su maltratado diseño.
Rook se puso detrás de ella “agradables pechos pequeños, eh.”
“Shh, te va a oír.”
“Lo dudo. Además, ¿Quién piensas que me enseñó esa palabra?”
El hombre de los pechos pequeños captó los ojos de ella en el espejo y le guiñó un ojo.
Aparentemente sorprendido de que sus rodillas no se hubieran convertido en gelatina, él cogió sus pesas y avanzó hacia las hamacas de bronceado. Momentos como ese era precisamente por lo que Heat prefería su propio gimnasio, un conjunto del centro revestido con paredes de bloque de cemento, con el sonido metálico de las tuberías de vapor, y una clientela que estaba allí para trabajar en vez de lucir sus plumas de colores. Cuando el fisioterapeuta de Rook –a quién él había apodado Gitmo Joe- había llamado enfermo para la sesión de esta mañana y Nikki se ofreció voluntaria para ayudarle en su rutina de rehabilitación, había considerado usar su club en su lugar. Pero también allí había puntos negativos. Bueno, uno. Llamado Don, su compañero de entrenamiento de combate y ex-marine de operaciones especiales con quien ella tenía una historia de luchas en la cama, no sólo en el tapete de lucha libre. Los días de entrenamiento con beneficio de Don habían ido y venido, pero Rook no sabía nada de él y ella no podía pensar en la idea de forzar un encuentro incómodo.
“Bueno. No sé tú,” dijo Rook, secándose su cara “pero estoy listo para una ducha y algo de desayuno.”
“Suena genial.” Ella le tendió las pesas “Justo después de tu próxima serie.”
“¿Tengo otra serie?” Él mantuvo su pose inocente tanto como pudo llevarla a cabo y entonces le cogió las pesas “Sabes, Gitmo Joe probablemente sea el hijo de una no sagrada unión entre el Marqués de Sade y Darth Vader, pero al menos afloja un poco. Y ni siquiera me llevé una bala para salvar su vida.”
“Una,” fue todo lo que ella dijo.
Él paró e hizo su primera repetición, gruñendo, “una.”
Ellos bromeaban sobre eso, pero esa noche de hace dos meses en el muelle del Departamento de Tratamiento de Residuos Urbanos en el Hudson, ella pensó que lo había perdido. El doctor de reanimación le había asegurado a Nikki después que, efectivamente, casi lo pierden. En el parpadeo de un instante después de que ella venciera y desarmara a un policía corrupto en el almacén de tratamiento de residuos, su deshonesto compañero había disparado un tiro sorpresa hacia ella. Heat nunca lo vio venir, pero Rook –el maldito Rook- que se suponía que no debería de haber estado allí, saltó y la abordó, llevándose el disparo por sí mismo. A lo largo de su carrera en la policía como agente y detective de homicidios, Nikki Heat había visto muchos cuerpos y había visto muchos hombres morir detrás de ella, y cuando el color abandonó a Rook esa noche de invierno y ella sintió su sangre caliente saliendo del pecho de él a través de sus brazos, el eco de la visión resonó con todas las frágiles grietas y finales sin esperanza que ella había presenciado. Jameson Rook había salvado su vida, y ahora su propia supervivencia no era nada menos que un milagro.
“Dos,” dijo ella “Rook, eres patético.”
Ya fuera, en la acera, Rook tomó una larga y exagerada respiración “Me encanta el olor de Tribeca por la mañana,” dijo él “huele como a… diesel.”
El sol había subido justo lo suficiente para que Nikki se desprendiese de su sudadera y disfrutase del aire de Abril en sus brazos desnudos. Ella pilló a Rook mirando y dijo “cuidado, estás a un trasplante de cabello de convertirte en el hombre de pechos pequeños.”
Ella siguió caminando y él siguió el ritmo “No puedo evitarlo. Ya sabes, cualquier momento se puede convertir en romántico. Eso lo vi en un anuncio.”
“Hazme saber si necesitas que vaya más despacio.”
“No, estoy bien.”
Heat le miró de reojo. Suficientemente segura de que él estaba manteniendo el ritmo.
“¿Recuerdas mi primera andadura alrededor de ese pasillo de hospital? Me sentía como Tim Conway en el antiguo ‘Carol Burnett Show’. Ahora mírame. He vuelto a mi paso de superhéroe.” Lo demostró llegando hasta la esquina.
“Bien. Si alguna vez necesito ayuda y Batman o Venganza Solitaria están ocupados. Sé a quién llamar.” Mientras ella le alcanzaba, preguntó “en serio, ¿Vas bien? ¿No te he cargado demasiado con ese entrenamiento?”
“Nah, estoy bien.” Colocó la punta del dedo índice de Nikki en sus costillas “Simplemente me tira un poco cuando me estiro.” Esperaron a que la luz del semáforo cambiara y él añadió “hablando de estirar.”
Nikki le dio su mejor expresión en blanco “¿Estirar? Lo siento, no te sigo.” Mantuvieron la mirada del otro hasta que él arqueó una ceja y la desmoronó.
Rook enlazó su brazo con el de ella mientras cruzaban la calle “Detective, creo que si nos saltamos el desayuno, todavía podrías llegar a tiempo al trabajo.”
“¿Estás seguro de que estas listo para esto? De verdad, puedo esperar. Soy la reina de la gratificación retrasada.”
“Confía en mí, hemos esperado suficiente.”
“Quizás deberías hacer una doble comprobación con tu doctor para ver si estas lo suficientemente sano para la actividad sexual.”
“Oh,” dijo Rook “así que también has visto los anuncios.”
En vez de pararse para un bocado Kitchenette, dieron un brusco giro en la esquina y se encaminaron hacia el loft agarrados del brazo, recogieron la paz mientras ellos se iban.
Se besaron profundamente en el ascensor en su camino hacia arriba, presionándose uno contra el otro, la espalda de él en la pared, y después, de repente, la de ella. Entonces se separaron, oponiéndose o quizás bromeando, o quizás un poco de ambos. Sus ojos se quedaron fijos en los del otro, sólo desviándolos para mirar el monitor que llevaba la cuenta de los pisos.
Dentro de la puerta de entrada, él la buscó para besarla otra vez, pero Nikki se agachó y corrió por la cocina, pasando el pasillo a la carrera y saltando a la cama, volando como en un club de lucha y aterrizando como un rebote, riendo con un “date prisa” mientras se quitaba sus zapatillas de deporte.
Él apareció en la puerta, completamente desnudo. A los pies de la cama, alcanzando una regia pose “Si voy a morir, que sea de esta manera.”
Y entonces ella le agarró y le empujó para ponerlo encima suyo.
El calor les llevó más allá de la precaución, incluso más allá del juego. El tiempo perdido, los verdaderos sentimientos, y el dolor necesitaban de todo el ciclón con su remolino de pasión sin importar el suyo propio, únicamente el frenesí. En minutos la propia habitación estaba en movimiento, no solo la cama.
Las lámparas temblaron, los libros se cayeron de sus estantes, incluso la taza de lápices de la mesilla de noche de Rook se volcó, y una docena de Blackwing 602s rodaron sobre el suelo.
Cuando acabaron, se pusieron de espaldas para descansar, jadeando y sonriendo “Oh, estás definitivamente lo suficientemente saludable para el sexo” dijo Nikki.
Todo lo que Rook pudo lograr decir con la garganta seca fue “Eso fue…Whoa” Y añadió “la Tierra se movió.”
Nikki rió “Siéntete bien por ti.”
“No, creo que literalmente se movió.” Él se recostó sobre un codo y miró a la habitación “Creo que acabamos de tener un terremoto.”
En el momento en que ella salió para secarse su pelo, Rook había ordenado las cosas caídas en su loft y se había plantado enfrente de la televisión “El Canal Siete dice que fue de cinco sobre ocho en algo llamado La Línea de Falla de Ramapo, epicentro en Sloatsburg, Nueva York. Figúrate. La culpa tiene nombre en una ciudad de Nueva Jersey, y nuevamente es Nueva York la que se lleva el crédito.”
Nikki puso su taza vacía en la encimera y comprobó su móvil. “Tengo que volver al trabajo. Sin mensajes o alertas TAC, al menos no para mí. ¿Cuál fue el impacto?”
“Todavía lo están evaluando. Sin fatalidades, algunos heridos por ladrillos rotos o cualquier otra cosa, nada más lejos que eso. Los aeropuertos y algunas líneas de metro están cerradas como medida de precaución. Oh, y no voy a tener que agitar el zumo de naranja. ¿Quieres un poco?”
Ella dijo que no y se puso su arma “¿Quién lo hubiese pensado? ¿Un terremoto en la ciudad de Nueva York?”
Él puso sus brazos alrededor de ella “No podemos quejarnos sobre la sincronización.”
“Difícil de superar.”
“Supongo que simplemente tendríamos que intentarlo,“ dijo, y se besaron. El teléfono sonó y Heat se alejó para contestar. Sin preguntar, él le entregó un bolígrafo y un cuaderno de notas y ella apuntó una dirección. “Estoy de camino.”
“¿Sabes qué es lo creo que deberíamos hacer hoy?”
Nikki deslizó su teléfono dentro del bolsillo de su chaqueta. “Sí, lo sé. Y por mucho que me encanta hacerlo –y créeme, me encanta- tengo que ir a trabajar.”
“Ir a Hawái.”
“Muy gracioso.”
“No estoy bromeando. Simplemente vámonos. Maui, mmm, Maui.”
“Sabes que no puedo hacer eso.”
“Dame una razón.”
“Tengo un asesinato del que encargarme.”
“Nikki, si hay una cosa que he aprendido durante nuestro tiempo juntos, es que nunca dejes a un asesinato ponerse en tu camino para pasarlo bien.”
“Ya lo he notado. Y ¿Qué hay sobre ti? ¿No tienes ningún artículo de revista que deberías estar escribiendo? ¿Alguna denuncia de corrupción en los oscuros pasillos del Banco Mundial? ¿Una crónica de tu carrera con un cazador de Bin Landen? ¿Tu fin de semana en las Seychelles con Johnny Depp o Sting?”
Rick repensó eso y dijo, “si nos marchamos esta tarde, podríamos estar en Lahaina para el desayuno. Y si te sientes culpable, no lo estés. Te lo mereces después de cuidar de mí durante dos meses.” Ella le ignoró y sujetó su placa de detective en su cinturón. “Vamos, Nikki, ¿Cuántos homicidios hay en esta ciudad en un año? ¿Quinientos?”
“Más bien como quinientos treinta.”
“Bien, eso son menos que dos al día. Mira, salimos sigilosamente hacia Maui hoy y volvemos en una semana, te perderías quizás, diez asesinatos. Y no todos ellos serían de todas formas en tu territorio.”
“Estás llegando a una cuestión muy clara aquí, Rook.”
Él la miró un poco abatido “¿Lo estoy?”
“Sí. Y la cuestión es, no me importa cuántos premios Pulitzer hayas ganado. Sigues teniendo el cerebro de alguien de dieciséis años.”
“Por lo que… ¿Eso es un sí?”
“Eso te hace de quince años.” Nikki le besó de nuevo y se acurrucó más a él entrelazando las piernas. “¿De todos modos? Valió la pena la espera.” Y entonces se fue a trabajar.
La escena del crimen estaba de camino hacia su comisaría, por lo que en vez de ir primero a la 20 para firmar el registro para el coche y después volver sobre sus pasos, Heat se bajó del tren B en una parada cercana a la calle 72 para continuar a pie. La brigada de artificieros había ordenado un cierre del tráfico por precaución en la Avenida Columbia, y Nikki subió por las escaleras del metro cerca de Dakota para presenciar la pesadilla que era estacionar en todo el camino hacia Central Park. Cuanto antes terminara su investigación, antes llegaría el alivio para los conductores atrapados, por lo que apresuró el paso. Pero no acortó su contemplación.
Como siempre, la Detective Heat se llenó de pensamientos de la víctima mientras se aproximaba al cuerpo. No necesitaba a Rook para recordarle cuantos homicidios había en la cuidad cada año. Pero su propia promesa era, nunca dejar que el volumen deshumanizara una única vida perdida. O endurecerla en el impacto en amigos o personas que la querían. Para ella, estas no eran palabras vacías o un simple lema. Nikki había pasado por eso hacía años cuando su madre fue asesinada. La pérdida no solo la estimuló para cambiar su universidad por la justicia criminal, sino que también le forjó el molde del tipo de policía que ella prometió ser. Diez años después, el caso de su madre seguía sin resolverse, pero la detective se mantenía inflexible en su defensa de cada víctima, una a la vez.
En la 72 con Columbia hizo su camino a través del corrillo de espectadores que se habían reunido allí, la mayoría con sus teléfonos en alto, documentando su proximidad al peligro de cualquier cosa que la calle les diese para ponerla en su página de Facebook. Ella buscó para retirarse su chaqueta y enseñar su placa al agente en la barrera, pero él conocía el movimiento y le dio un fraternal asentimiento de cabeza antes de que incluso ella le mostrara la placa. Las luces de emergencias iluminaban dos bloques por delante suyo mientras se aproximaba por el sur. Nikki podía haber ido por la calle vacía pero se mantuvo por esa acera; incluso como una veterana policía, estaba inquieta por ver una avenida importante del centro de la ciudad completamente vacía en la hora punta de la mañana. Las aceras también estaban vacías, excepto por las patrullas móviles que las mantenían limpias. Vio caballos bloquear también la 71, y unas pocas puertas hacia el oeste de ellos una ambulancia sin actividad estaba enfrente de una casa de dos pisos de la que se había desprendido ladridos de su fachada por el terremoto. Ella pasó por uno de los verdes fresnos que crecían en las macetas de la acera y miró a través de sus ramas a la decena de mirones que se inclinaban a través de las ventanas y las salidas de incendios. Lo mismo en el otro lado de Columbia. Mientras se acercaba a la escena, las llamadas que se enviaban desde los vehículos de emergencia se hacían eco en las piedras de los edificios de apartamentos en una envolvente armonía.
El equipo de artificieros había aparecido, con su Unidad Móvil de Contención blindada aparcada en el camino central de la avenida, sólo en caso de que algo se necesitase detonar. Pero desde los 18 metros, Heat podía decir por el lenguaje corporal del Servicio de Emergencias que se podían retirar. Elevada por encima de los techos de los camiones y los coches de la policía, vislumbró a su amiga Lauren Parry andando por el interior abierto de la caja trasera de carga de un camión de reparto con su mono de Médica Forense. Entonces se agachó y Nikki la perdió de vista.
Raley y Ochoa se alejaron de un hombre negro de mediana edad con reloj un gorro de lana y una parka verde, al que estaban interrogando al lado del camión de bomberos, y se encontraron con ella mientras llegaba. “Detective Heat.”
“Detective Roach,” dijo ella, usando el apodo de la casa para los compañeros, que se juntaba de una manera amigable con los nombres de Raley y Ochoa en una práctica sílaba.
“Sin problemas para llegar aquí,” dijo Raley, sin preguntar, sin esperar que ella, de toda la gente, pudiera alguna vez tener alguno.
“No, mi línea fue rápida. He oído que la línea N y R están paradas por inspección para ver por dónde van bajo el río.”
“Lo mismo que el tren Q saliendo de Brooklyn,” añadió Ochoa. “Lo atravesé antes del terremoto. Pero te lo digo, la estación de Times Square estaba irreconocible. Parecía una película de Goodzilla allí abajo, la manera el que la gente estaba gritando y corriendo.”
“¿Lo sentiste?” preguntó Raley.
Ella reprodujo las circunstancias y dijo, “Oh, sí,” intentando sonar improvisada.
“¿Dónde estabas cuando pasó?”
“Haciendo ejercicio.” No era del todo una mentira. Heat inclinó su cabeza hacia un lado, hacia el contenedor de explosiones blindado. “¿Qué estamos trabando aquí que justifique el desfile de heavy metal?”
“Un paquete sospecho encendió las alarmas.” Ochoa volteó a la primera hoja de su cuaderno de notas. “Un repartidor de comida congelada –ese de por allí-“
“-el de la chaqueta verde-“replicó su compañero en su habitual dúo.
“-abre la parte de atrás de su camión para descargar algo de pollo de oferta y hamburguesas en el Deli de aquí.” Paró para permitir a Nikki echar un vistazo al escaparate de ‘All in Bun’, donde un trío de cocineros en pantalones de cuadros y delantales se encorvaban en la esquina de la ventana esperando a que acabasen de investigar. “Desliza un cartón hacia un lado y encuentra una maleta puesta allí entre las cajas.”
“Supongo que ‘Ves algo, di algo’ está funcionando” dijo Raley, continuando. “Él salió de allí y llamó al 911.”
“La Unidad de Servicios de Emergencia se desplegó y mandó a Robocop a comprobarlo.” Ochoa le hizo señas para que anduviese con él mientras la guiaba hacia el robot de control remoto del equipo de artificieros. “El robot hace un olfateo y rayos-X. Negativo en elementos explosivos. Su técnico en bombas estaba vestido de todos modos, por lo que –con mucha precaución- explotó la cerradura y encontró el cuerpo dentro de la maleta.”
Unos pocos pasos detrás de ella, oyó al Detective Feller. “Eso es por lo que yo voy estrictamente armado. Estas comprobaciones de bolsos te matarán.” Ella giró su cabeza por los alrededores y vio la sorpresa en la cara de él mientras su audiencia compuesta por dos agentes uniformados se reían. Feller había hablado en voz baja, pero no lo suficiente. Las mejillas de Feller se volvieron rojas mientras ella dejaba a Raley y Ochoa que le pasaran. Las unidades se disolvieron, dejándole solo con ella. “Oye, lo siento.” Después él intentó hacerlo desaparecer por arte de magia con una sonrisa y una modesta carcajada que siempre le recordaba a John Candy. “No pienses que suponía que lo iban a oír.”
“Nadie lo hizo.” Ella habló tan tranquilamente, tan serenamente, y sin ninguna expresión que un observador casual pensaría que estaban simplemente comparando notas. “Mira alrededor, Randy. Esto es serio mientras se consigue. Una escena del crimen. Mi escena del crimen. No la noche de micro abierto de Dangerfield.”
Él asintió. “Sí, sé que metí la pata.”
“Una vez más,” ella puntualizó. Randall Feller, un payaso de clase perenne, tenía la mala costumbre de bromear en las escenas de los crímenes. Era un mal hábito para un gran detective. El mismo detective que, junto con Rook, había conseguido que le dispararan para salvar su vida de en ese muelle. El humor negro de Feller quizás hubiese encajado bien durante los años que había pasado en la División de Operaciones Especiales, patrullando durante la noche en taxis amarillos encubiertos en plan macho, pateando culos, el mundo de Dodge City en la Unidad de Taxi de la NYPD, pero no en su brigada. Al menos no dentro de la banda amarilla. Esta no era su primera conversación sobre eso desde que le hubieran transferido a su unidad de homicidios después de su alta médica.
“Lo sé, lo sé, simplemente me sale.” Ella podía entender a lo que se refería y no había razón para machacarle más. “Lo pensaré internamente la próxima vez, lo prometo.” Heat le hizo una breve inclinación de cabeza y se puso en marcha hacia el camión de reparto.
Desde el nivel del suelo en la parte trasera del portón, Nikki tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás para mirar a Lauren Parry, que estaba de cuclillas en el suelo dentro de la caja de carga. La pila de cajas de cartón del fondo lloraban por la condensación; algunas incluso brillaban por los cristales de hielo incrustados en sus lados. Incluso con el motor apagado, el aire refrigerado pasaba frío por la cara de Heat. En la rodilla de Lauren, una maleta de lados duros azul y gris descansaba abierta y llana con la tapa superior levantada, bloqueando la vista de Nikki de su contenido. Ella dijo, “buenos días, Dr. Parry.”
Su amiga giró sobre su propio eje hacia ella y sonrió. Cuando ella dijo, “hola, Detective Heat.” Nikki pudo ver vapor en la respiración de Lauren. “Tenemos uno complicado aquí.”
“¿Cuando no lo es?”
La forense meció su cabeza de un lado a otro, ponderando eso y estando de acuerdo. “¿Quieres lo básico?”
“Buen lugar como cualquier otro por el que empezar.” Nikki sacó su propio cuaderno de notas, fino y con corte en espiral que encajaba perfectamente dentro del bolsillo de su chaqueta.
“Mujer Desconocida. Sin DNI, sin bolso, sin monedero, sin joyas. Edad estimada en los sesenta y pocos.”
“¿Causa de la muerte?” preguntó Heat.
Los ojos de Lauren Parry dejaron su carpeta y se colocaron en los de su amiga. “Ahora, ¿Cómo yo suponía que esa sería tu pregunta?” ella echó un vistazo dentro de la maleta y continuó. “No lo puedo asegurar, excepto preliminarmente.”
Nikki se la devolvió, “ahora, ¿Cómo yo suponía que esa sería tu respuesta?”
La forense volvió a sonreír y pequeñas volutas de vapor salieron desde su nariz. “¿Por qué no vienes aquí y te puedo mostrar con lo que estoy lidiando?”
La Detective Heat se puso los guantes mientras ascendía desde el suelo por la inclinada rampa de metal ondulada hasta la plataforma de atrás del camión. Mientras subía, su mirada momentáneamente se atascó en la maleta, cuando lo hizo, sus dientes resonaron con un tiritar helado. Atribuyéndolo al cambio de temperatura… dejándolo atrás la mañana de mediados de Abril a un frío Enero dentro de la caja de carga… ella se estremeció.
Lauren se quedó de pie para que Nikki pudiera conseguir una vista del cuerpo. “Ya veo lo que quieres decir,” dijo Heat.
El cuerpo de la mujer estaba congelado. Cristales de hielo como los que brillaban en las cajas próximas de carne de res, pollo y palitos de pescado relucían en su cara. Vestía un traje gris pálido, había sido doblada en una posición fetal y encajada dentro de la maleta, donde ahora ella estaba tumbada a su lado. Lauren le hizo señas con la tapa de su bolígrafo hacia la mancha de sangre que cubría la parte posterior de su traje. “Obviamente, esta de aquí es nuestra mejor suposición sobre la causa de la muerte. Es una perforación significativa que pasa lateralmente por la parte posterior de la caja torácica. A juzgar por la cantidad de sangre, el cuchillo entró de costado entre las costillas y encontró el corazón.” Heat experimentó ese difícil deja vu que sentía cada vez que veía una de estas heridas. No hizo comentario alguno, sólo asintió y dobló sus brazos para calentarse de la carne de gallina que sin duda era provocada por la refrigeración, incluso a través de la chaqueta. “Con una congelación como esta, no puedo hacer mis usuales suposiciones preliminares para ti. No puedo ni siquiera desenredar sus extremidades para comprobar si hay otras heridas, traumas, marcas defensivas, lividez y así sucesivamente. Puedo hacer todo eso, por supuesto, pero no todavía.”
Nikki mantuvo su mirada en la estocada y dijo, “incluso la hora de la muerte va a ser un reto, supongo.”
“Oh, seguro, pero no te preocupes. Podemos acercarnos, cuando consiga una oportunidad para trabajar con ella en la Oficina de Médico Forense,” dijo la forense. Y después añadió, “asumiendo que no tenga que volver allí para una situación de emergencia debido al terremoto.”
“Por lo que he oído, la mayoría es un número pequeño de heridas superficiales.”
“Eso es bueno.” Lauren la estudió. “¿Estás bien?”
“Bien. Simplemente no sabía que necesitaría ponerme un suéter hoy”
“Supongo que estoy más acostumbrada al frío, ¿Verdad?” Destapó su bolígrafo. “¿Por qué no me aparto a un lado y tomó algunas notas mientras haces tú primer vistazo?” Parry y Heat habían trabajado juntas en suficientes casos como para conocer los movimientos de la otra y sus necesidades. En su lugar, Lauren sabía que Nikki tenía un ritual inicial que ella realizaba en cada crimen, que consistía en reconocer todo desde todos los ángulos posibles, lo que Heat llamaba los ojos del principiante. El problema de los detectives veteranos, según Heat, era que después de años y años de casos, incluso los mejores investigadores se convertían en insensibles por hábito; en contra punto, la experiencia de trabajo contra ellos despuntaba la capacidad de observación. Pregúntale a un trabajador de refinería como él se las apaña con el hedor, y te dirá, “¿Qué hedor?”
Pero la Detective Heat recordaba cómo se sentía en su primer homicidio. Como vio todo y después buscó por más. Cada pequeña contribución tenía una importancia potencial. Nada podía ser ignorado. Simplemente con la experiencia del asesinato de su madre ritualizaba su empatía aproximándose a la escena del crimen, su creencia en mantenerlo fresco la prevenía en su estudio de convertirlo en un ritual. Como normalmente recordaba a su brigada, todo es sobre estar presente en el momento e informar de lo que se ha encontrado.
Los ojos de la Detective Heat le decían que este camión no era la escena del crimen. Recorriendo la estrecha zona de carga, moviendo el haz de su Stinger en el suelo entre las cajas y el muro, no vio ningún signo de salpicadura de sangre. Más tarde, después de que se llevaran el cuerpo, la Unidad de Evidencias descargaría todas las cajas para una inspección, pero Nikki estaba bastante segura de que esa maleta había sido traída a bordo con la víctima en ella, y posiblemente ya muerta. La hora de la muerte y la línea de tiempo de la carga y descarga del camión ayudarían a establecerlo. Ella giró su atención a la víctima.
La suposición de la Forense Parry de que estuviera en los sesenta y poco parecía correcta. Su pelo estaba cortado de forma cuidada en una melena correctamente corta para los negocios para una mujer de esa edad y, desde las raíces donde empezaba a mostrar algo de canas y pelo castaño en parte, su rubio miel las cubría, sutilmente rayado de caramelo, indicaba dos cosas. Primero, que ella era una mujer con algo de dinero que se preocupaba lo suficiente sobre su pelo para tener un corte caro y un colorista experto. Segundo, a pesar de eso, ella se había retrasado lo suficiente para una visita. “¿Qué la mantuvo alejada?” escribió Nikki en su cuaderno. Las ropas eran de buen gusto. Talla pequeña. Fuera del perchero, pero claramente el perchero pertenecía a uno de las plantas de lujo del centro comercial. La blusa era de la actual temporada y el traje gris era de lana de peso ligero con alguna función en ello. El sentimiento que Heat consiguió no era tanto por lo caro sino por la buena calidad. No era el uniforme de una mujer que hace comidas, pero sí el de la mujer de comidas importantes. Nikki se agachó para mirar la única mano visible. Estaba parcialmente cerrada y escondida bajo su barbilla, por lo que no podía verla entera, pero lo que pudo ver le contó una historia. Estas eran manos ocupadas, tonificadas sin ser musculares o castigadas con labores manuales. Los finos dedos tenían el tipo de fuerza que podías ver en jugadoras de tenis y entusiastas del fitness. Se percató de una pequeña cicatriz en un lado de su muñeca que parecía de años, quizás décadas, vieja. Nikki se levantó otra vez y la miró directamente. El cuerpo encajaba con el perfil de un corredor o un ciclista. Hizo otra anotación para mostrar la foto de la víctima en los clubs de fitness, los Corredores de Nueva York y tiendas de ciclismo. Heat se puso en cuclillas otra vez para examinar una mancha de rozadura mugrienta y marrón oscura en la rodilla de los pantalones de la mujer, lo que podría decir sobre sus últimos momentos. Ella lo anotó y se escabulló alrededor para mirar más de cerca la herida del cuchillo.
Más allá del conocimiento de Heat de que la víctima había sido asesinada antes de ponerla en el camión, la mancha de sangre congelada formaba un ancho charco, como si se hubiese desangrado boca abajo. La anchura de la mancha indicaba un gran volumen, aún así no había mucha sangre en el satén del interior de la maleta más que la mancha de abrasión de la tapa. Nikki alumbró con su linterna donde la espalda de la víctima se topaba con el interior de la bisagra de la maleta y sólo vio manchas de sangre similares de rozadura, sin evidencias de puesta en común. De nuevo, cuando ellos luego la movieran, en medida de lo posible, Heat estaba consiguiendo una imagen mental de un asesinato no solo fuera del camión, sino fuera también del equipaje.
Un indicativo más sería mirar en el exterior de la maleta para una mayor recolección de sangre por las costuras y bisagras. Teniendo cuidado de no estropearlo, ella se arrodilló con ambas rodillas, poniendo una mano en la cubierta de carga para mantener el equilibrio, y dejó caer su cabeza, tumbándose lo suficiente para que su ceja casi tocase el suelo. Lentamente, metódicamente, comprobó con la luz de su linterna, de derecha a izquierda a lo largo de la parte de arriba del tope de la maleta.
Cuando su luz alcanzó la esquina izquierda de la maleta, Nikki jadeó. Su visión se revolvió y una sensación de vértigo se apoderó de ella. La luz se deslizó por su mano y ella se cayó hacia un lado.
Lauren dijo, “Nikki, ¿Estás bien?”
Ella no podía ver realmente nada en ese momento. Manos vinieron a ella. Lauren Parry acunó su cabeza en el suelo. Un par de sanitarios empezaron a subir la rampa, pero para entonces Nikki ya se había recuperado lo suficiente para levantarse por sí sola, les hizo señas de que se alejaran. “No, no, estoy bien. Está bien.” Lauren se agachó a su nivel de ojos para examinarla. “De verdad, estoy bien,” dijo Nikki.
Pero para su amiga, su cara no decía lo mismo. “Me asustaste allí, Nik. Pensé que estabas entrando en shock o algo.”
Heat balanceó las piernas por encima de la parte de atrás del camión y las dejó colgar. Raley y Ochoa se aproximaron, seguidos de Feller. Ochoa dijo, “¿Qué pasa, Detective? Parece que hubieses visto un fantasma.”
Nikki se estremeció. Esta vez, no era por la refrigeración. Se giró para mirar por detrás de ella a la maleta y lentamente se giró de vuelta a los otros.
“Nikki,” dijo Lauren. “¿Qué es?”
“La maleta,” Tragó con fuerza. “Mis iniciales están en ella.”
Los detectives y la forense se miraron entre ellos, anonadados. Finalmente, Raley dijo, “no lo entiendo. ¿Por qué tus iniciales deberían estar en esa maleta?”
“Porque yo las esculpí cuando era una niña.” Podía verles procesar eso, pero les estaba llevando demasiado tiempo, por lo que dijo, “esa maleta pertenecía a mi madre.” Y entonces añadió. “Su asesino la robó la noche en la que fue asesinada.”
Como ya os dije en la ultima entrada del anterior tema que tenía (Heat Rises-traducido al español), iba a empezar a traducir también el nuevo libro: "Frozen Heat" cuando lo tuviera en mis manos. Eso ya lo tengo gracias a Qwerty, por lo que me puse a traducir. Esta vez cuento con la ayuda de otra compañera del foro, Beckett, que me lo revisa para que no se aleje demasiado del libro original (como ya le he dicho muchas veces, muchas gracias )
En esta primera entrada está la dedicatoria (muy emotiva, me encantó cuando la leí) y el primer capítulo completo. Al ser la primera lo queria dejar así y no partirlo pero los capítulos son bastantes largos por lo que seguire con el ritmo que llevaba en la otra traducción: de cada capitulo hacerlo en dos partes, así no esperaís tanto entre subida y subida.
Como siempre, espero que os guste y lo disfruteís. Comentad tanto para lo bueno como para lo malo
DEDICATORIA Y CAPITULO UNO
A todas las personas notables, enloquecedoras, desafiantes y frustrantes que nos han inspirado a hacer grandes cosas.
CAPITULO UNO
“Oh, sí, eso es, Rook,” dijo Nikki Heat “eso es lo que quiero. Justo así.” Una gota de sudor cayó bajando por su cuello hasta su agitado pecho. Él gimió y se mordió la lengua “No pares todavía. Sigue así. Sí.” Ella se pegó a él, bajando su cara a unos centímetros de la suya para poder susurrarle “Sí. Trabájalo de este modo. Agradable, un ritmo fácil. Eso es. ¿Cómo se siente?” Jameson Rook la miró a los ojos intensamente justo antes de apretárselos y gemir. Entonces sus músculos se relajaron y dejó caer su cabeza hacia atrás. Nikki frunció el ceño y se enderezó “No puedes hacerme esto a mí. No puedo creer que hayas parado.”
Él dejó que las pesas golpearan el suelo de caucho negro al lado del banco de ejercicios y dijo “no estoy parando.” Inhaló hasta llenarse el pecho de aire y tosió “simplemente he acabado.”
“No has acabado.”
“10 repeticiones, he hecho 10 repeticiones.”
“No según mis cuentas.”
“Eso es porque tu mente falla. Además, esta rehabilitación es por mi propio bien. ¿Por qué me saltaría las repeticiones?”
“Porque me di la vuelta una vez y pensaste que no estaba mirando.”
Él se burló, después preguntó “¿Estabas mirando?”
“Sí, y solo hiciste ocho. ¿Quieres que te ayude a hacer tu terapia física? ¿O ser tu facilitador?”
“Juro que al menos hice nueve.”
Un miembro del gimnasio exclusivo de Rook se deslizó detrás de ella a por algo más de peso libre, y Nikki se giró para calibrar cuanto del intercambio infantil entre ella y Rook había pillado. A juzgar por la música metálica que salía de sus cascos, la única cosa que este había escuchado eran a los Black Eyed Peas diciéndole que iba a ser una buena noche mientras se miraba al espejo. Heat no podía decir lo que admiraba más el chico, si la fila de tapones de su nuevo trasplante de pelo, o el castañear de sus pectorales bajo su maltratado diseño.
Rook se puso detrás de ella “agradables pechos pequeños, eh.”
“Shh, te va a oír.”
“Lo dudo. Además, ¿Quién piensas que me enseñó esa palabra?”
El hombre de los pechos pequeños captó los ojos de ella en el espejo y le guiñó un ojo.
Aparentemente sorprendido de que sus rodillas no se hubieran convertido en gelatina, él cogió sus pesas y avanzó hacia las hamacas de bronceado. Momentos como ese era precisamente por lo que Heat prefería su propio gimnasio, un conjunto del centro revestido con paredes de bloque de cemento, con el sonido metálico de las tuberías de vapor, y una clientela que estaba allí para trabajar en vez de lucir sus plumas de colores. Cuando el fisioterapeuta de Rook –a quién él había apodado Gitmo Joe- había llamado enfermo para la sesión de esta mañana y Nikki se ofreció voluntaria para ayudarle en su rutina de rehabilitación, había considerado usar su club en su lugar. Pero también allí había puntos negativos. Bueno, uno. Llamado Don, su compañero de entrenamiento de combate y ex-marine de operaciones especiales con quien ella tenía una historia de luchas en la cama, no sólo en el tapete de lucha libre. Los días de entrenamiento con beneficio de Don habían ido y venido, pero Rook no sabía nada de él y ella no podía pensar en la idea de forzar un encuentro incómodo.
“Bueno. No sé tú,” dijo Rook, secándose su cara “pero estoy listo para una ducha y algo de desayuno.”
“Suena genial.” Ella le tendió las pesas “Justo después de tu próxima serie.”
“¿Tengo otra serie?” Él mantuvo su pose inocente tanto como pudo llevarla a cabo y entonces le cogió las pesas “Sabes, Gitmo Joe probablemente sea el hijo de una no sagrada unión entre el Marqués de Sade y Darth Vader, pero al menos afloja un poco. Y ni siquiera me llevé una bala para salvar su vida.”
“Una,” fue todo lo que ella dijo.
Él paró e hizo su primera repetición, gruñendo, “una.”
Ellos bromeaban sobre eso, pero esa noche de hace dos meses en el muelle del Departamento de Tratamiento de Residuos Urbanos en el Hudson, ella pensó que lo había perdido. El doctor de reanimación le había asegurado a Nikki después que, efectivamente, casi lo pierden. En el parpadeo de un instante después de que ella venciera y desarmara a un policía corrupto en el almacén de tratamiento de residuos, su deshonesto compañero había disparado un tiro sorpresa hacia ella. Heat nunca lo vio venir, pero Rook –el maldito Rook- que se suponía que no debería de haber estado allí, saltó y la abordó, llevándose el disparo por sí mismo. A lo largo de su carrera en la policía como agente y detective de homicidios, Nikki Heat había visto muchos cuerpos y había visto muchos hombres morir detrás de ella, y cuando el color abandonó a Rook esa noche de invierno y ella sintió su sangre caliente saliendo del pecho de él a través de sus brazos, el eco de la visión resonó con todas las frágiles grietas y finales sin esperanza que ella había presenciado. Jameson Rook había salvado su vida, y ahora su propia supervivencia no era nada menos que un milagro.
“Dos,” dijo ella “Rook, eres patético.”
Ya fuera, en la acera, Rook tomó una larga y exagerada respiración “Me encanta el olor de Tribeca por la mañana,” dijo él “huele como a… diesel.”
El sol había subido justo lo suficiente para que Nikki se desprendiese de su sudadera y disfrutase del aire de Abril en sus brazos desnudos. Ella pilló a Rook mirando y dijo “cuidado, estás a un trasplante de cabello de convertirte en el hombre de pechos pequeños.”
Ella siguió caminando y él siguió el ritmo “No puedo evitarlo. Ya sabes, cualquier momento se puede convertir en romántico. Eso lo vi en un anuncio.”
“Hazme saber si necesitas que vaya más despacio.”
“No, estoy bien.”
Heat le miró de reojo. Suficientemente segura de que él estaba manteniendo el ritmo.
“¿Recuerdas mi primera andadura alrededor de ese pasillo de hospital? Me sentía como Tim Conway en el antiguo ‘Carol Burnett Show’. Ahora mírame. He vuelto a mi paso de superhéroe.” Lo demostró llegando hasta la esquina.
“Bien. Si alguna vez necesito ayuda y Batman o Venganza Solitaria están ocupados. Sé a quién llamar.” Mientras ella le alcanzaba, preguntó “en serio, ¿Vas bien? ¿No te he cargado demasiado con ese entrenamiento?”
“Nah, estoy bien.” Colocó la punta del dedo índice de Nikki en sus costillas “Simplemente me tira un poco cuando me estiro.” Esperaron a que la luz del semáforo cambiara y él añadió “hablando de estirar.”
Nikki le dio su mejor expresión en blanco “¿Estirar? Lo siento, no te sigo.” Mantuvieron la mirada del otro hasta que él arqueó una ceja y la desmoronó.
Rook enlazó su brazo con el de ella mientras cruzaban la calle “Detective, creo que si nos saltamos el desayuno, todavía podrías llegar a tiempo al trabajo.”
“¿Estás seguro de que estas listo para esto? De verdad, puedo esperar. Soy la reina de la gratificación retrasada.”
“Confía en mí, hemos esperado suficiente.”
“Quizás deberías hacer una doble comprobación con tu doctor para ver si estas lo suficientemente sano para la actividad sexual.”
“Oh,” dijo Rook “así que también has visto los anuncios.”
En vez de pararse para un bocado Kitchenette, dieron un brusco giro en la esquina y se encaminaron hacia el loft agarrados del brazo, recogieron la paz mientras ellos se iban.
Se besaron profundamente en el ascensor en su camino hacia arriba, presionándose uno contra el otro, la espalda de él en la pared, y después, de repente, la de ella. Entonces se separaron, oponiéndose o quizás bromeando, o quizás un poco de ambos. Sus ojos se quedaron fijos en los del otro, sólo desviándolos para mirar el monitor que llevaba la cuenta de los pisos.
Dentro de la puerta de entrada, él la buscó para besarla otra vez, pero Nikki se agachó y corrió por la cocina, pasando el pasillo a la carrera y saltando a la cama, volando como en un club de lucha y aterrizando como un rebote, riendo con un “date prisa” mientras se quitaba sus zapatillas de deporte.
Él apareció en la puerta, completamente desnudo. A los pies de la cama, alcanzando una regia pose “Si voy a morir, que sea de esta manera.”
Y entonces ella le agarró y le empujó para ponerlo encima suyo.
El calor les llevó más allá de la precaución, incluso más allá del juego. El tiempo perdido, los verdaderos sentimientos, y el dolor necesitaban de todo el ciclón con su remolino de pasión sin importar el suyo propio, únicamente el frenesí. En minutos la propia habitación estaba en movimiento, no solo la cama.
Las lámparas temblaron, los libros se cayeron de sus estantes, incluso la taza de lápices de la mesilla de noche de Rook se volcó, y una docena de Blackwing 602s rodaron sobre el suelo.
Cuando acabaron, se pusieron de espaldas para descansar, jadeando y sonriendo “Oh, estás definitivamente lo suficientemente saludable para el sexo” dijo Nikki.
Todo lo que Rook pudo lograr decir con la garganta seca fue “Eso fue…Whoa” Y añadió “la Tierra se movió.”
Nikki rió “Siéntete bien por ti.”
“No, creo que literalmente se movió.” Él se recostó sobre un codo y miró a la habitación “Creo que acabamos de tener un terremoto.”
En el momento en que ella salió para secarse su pelo, Rook había ordenado las cosas caídas en su loft y se había plantado enfrente de la televisión “El Canal Siete dice que fue de cinco sobre ocho en algo llamado La Línea de Falla de Ramapo, epicentro en Sloatsburg, Nueva York. Figúrate. La culpa tiene nombre en una ciudad de Nueva Jersey, y nuevamente es Nueva York la que se lleva el crédito.”
Nikki puso su taza vacía en la encimera y comprobó su móvil. “Tengo que volver al trabajo. Sin mensajes o alertas TAC, al menos no para mí. ¿Cuál fue el impacto?”
“Todavía lo están evaluando. Sin fatalidades, algunos heridos por ladrillos rotos o cualquier otra cosa, nada más lejos que eso. Los aeropuertos y algunas líneas de metro están cerradas como medida de precaución. Oh, y no voy a tener que agitar el zumo de naranja. ¿Quieres un poco?”
Ella dijo que no y se puso su arma “¿Quién lo hubiese pensado? ¿Un terremoto en la ciudad de Nueva York?”
Él puso sus brazos alrededor de ella “No podemos quejarnos sobre la sincronización.”
“Difícil de superar.”
“Supongo que simplemente tendríamos que intentarlo,“ dijo, y se besaron. El teléfono sonó y Heat se alejó para contestar. Sin preguntar, él le entregó un bolígrafo y un cuaderno de notas y ella apuntó una dirección. “Estoy de camino.”
“¿Sabes qué es lo creo que deberíamos hacer hoy?”
Nikki deslizó su teléfono dentro del bolsillo de su chaqueta. “Sí, lo sé. Y por mucho que me encanta hacerlo –y créeme, me encanta- tengo que ir a trabajar.”
“Ir a Hawái.”
“Muy gracioso.”
“No estoy bromeando. Simplemente vámonos. Maui, mmm, Maui.”
“Sabes que no puedo hacer eso.”
“Dame una razón.”
“Tengo un asesinato del que encargarme.”
“Nikki, si hay una cosa que he aprendido durante nuestro tiempo juntos, es que nunca dejes a un asesinato ponerse en tu camino para pasarlo bien.”
“Ya lo he notado. Y ¿Qué hay sobre ti? ¿No tienes ningún artículo de revista que deberías estar escribiendo? ¿Alguna denuncia de corrupción en los oscuros pasillos del Banco Mundial? ¿Una crónica de tu carrera con un cazador de Bin Landen? ¿Tu fin de semana en las Seychelles con Johnny Depp o Sting?”
Rick repensó eso y dijo, “si nos marchamos esta tarde, podríamos estar en Lahaina para el desayuno. Y si te sientes culpable, no lo estés. Te lo mereces después de cuidar de mí durante dos meses.” Ella le ignoró y sujetó su placa de detective en su cinturón. “Vamos, Nikki, ¿Cuántos homicidios hay en esta ciudad en un año? ¿Quinientos?”
“Más bien como quinientos treinta.”
“Bien, eso son menos que dos al día. Mira, salimos sigilosamente hacia Maui hoy y volvemos en una semana, te perderías quizás, diez asesinatos. Y no todos ellos serían de todas formas en tu territorio.”
“Estás llegando a una cuestión muy clara aquí, Rook.”
Él la miró un poco abatido “¿Lo estoy?”
“Sí. Y la cuestión es, no me importa cuántos premios Pulitzer hayas ganado. Sigues teniendo el cerebro de alguien de dieciséis años.”
“Por lo que… ¿Eso es un sí?”
“Eso te hace de quince años.” Nikki le besó de nuevo y se acurrucó más a él entrelazando las piernas. “¿De todos modos? Valió la pena la espera.” Y entonces se fue a trabajar.
La escena del crimen estaba de camino hacia su comisaría, por lo que en vez de ir primero a la 20 para firmar el registro para el coche y después volver sobre sus pasos, Heat se bajó del tren B en una parada cercana a la calle 72 para continuar a pie. La brigada de artificieros había ordenado un cierre del tráfico por precaución en la Avenida Columbia, y Nikki subió por las escaleras del metro cerca de Dakota para presenciar la pesadilla que era estacionar en todo el camino hacia Central Park. Cuanto antes terminara su investigación, antes llegaría el alivio para los conductores atrapados, por lo que apresuró el paso. Pero no acortó su contemplación.
Como siempre, la Detective Heat se llenó de pensamientos de la víctima mientras se aproximaba al cuerpo. No necesitaba a Rook para recordarle cuantos homicidios había en la cuidad cada año. Pero su propia promesa era, nunca dejar que el volumen deshumanizara una única vida perdida. O endurecerla en el impacto en amigos o personas que la querían. Para ella, estas no eran palabras vacías o un simple lema. Nikki había pasado por eso hacía años cuando su madre fue asesinada. La pérdida no solo la estimuló para cambiar su universidad por la justicia criminal, sino que también le forjó el molde del tipo de policía que ella prometió ser. Diez años después, el caso de su madre seguía sin resolverse, pero la detective se mantenía inflexible en su defensa de cada víctima, una a la vez.
En la 72 con Columbia hizo su camino a través del corrillo de espectadores que se habían reunido allí, la mayoría con sus teléfonos en alto, documentando su proximidad al peligro de cualquier cosa que la calle les diese para ponerla en su página de Facebook. Ella buscó para retirarse su chaqueta y enseñar su placa al agente en la barrera, pero él conocía el movimiento y le dio un fraternal asentimiento de cabeza antes de que incluso ella le mostrara la placa. Las luces de emergencias iluminaban dos bloques por delante suyo mientras se aproximaba por el sur. Nikki podía haber ido por la calle vacía pero se mantuvo por esa acera; incluso como una veterana policía, estaba inquieta por ver una avenida importante del centro de la ciudad completamente vacía en la hora punta de la mañana. Las aceras también estaban vacías, excepto por las patrullas móviles que las mantenían limpias. Vio caballos bloquear también la 71, y unas pocas puertas hacia el oeste de ellos una ambulancia sin actividad estaba enfrente de una casa de dos pisos de la que se había desprendido ladridos de su fachada por el terremoto. Ella pasó por uno de los verdes fresnos que crecían en las macetas de la acera y miró a través de sus ramas a la decena de mirones que se inclinaban a través de las ventanas y las salidas de incendios. Lo mismo en el otro lado de Columbia. Mientras se acercaba a la escena, las llamadas que se enviaban desde los vehículos de emergencia se hacían eco en las piedras de los edificios de apartamentos en una envolvente armonía.
El equipo de artificieros había aparecido, con su Unidad Móvil de Contención blindada aparcada en el camino central de la avenida, sólo en caso de que algo se necesitase detonar. Pero desde los 18 metros, Heat podía decir por el lenguaje corporal del Servicio de Emergencias que se podían retirar. Elevada por encima de los techos de los camiones y los coches de la policía, vislumbró a su amiga Lauren Parry andando por el interior abierto de la caja trasera de carga de un camión de reparto con su mono de Médica Forense. Entonces se agachó y Nikki la perdió de vista.
Raley y Ochoa se alejaron de un hombre negro de mediana edad con reloj un gorro de lana y una parka verde, al que estaban interrogando al lado del camión de bomberos, y se encontraron con ella mientras llegaba. “Detective Heat.”
“Detective Roach,” dijo ella, usando el apodo de la casa para los compañeros, que se juntaba de una manera amigable con los nombres de Raley y Ochoa en una práctica sílaba.
“Sin problemas para llegar aquí,” dijo Raley, sin preguntar, sin esperar que ella, de toda la gente, pudiera alguna vez tener alguno.
“No, mi línea fue rápida. He oído que la línea N y R están paradas por inspección para ver por dónde van bajo el río.”
“Lo mismo que el tren Q saliendo de Brooklyn,” añadió Ochoa. “Lo atravesé antes del terremoto. Pero te lo digo, la estación de Times Square estaba irreconocible. Parecía una película de Goodzilla allí abajo, la manera el que la gente estaba gritando y corriendo.”
“¿Lo sentiste?” preguntó Raley.
Ella reprodujo las circunstancias y dijo, “Oh, sí,” intentando sonar improvisada.
“¿Dónde estabas cuando pasó?”
“Haciendo ejercicio.” No era del todo una mentira. Heat inclinó su cabeza hacia un lado, hacia el contenedor de explosiones blindado. “¿Qué estamos trabando aquí que justifique el desfile de heavy metal?”
“Un paquete sospecho encendió las alarmas.” Ochoa volteó a la primera hoja de su cuaderno de notas. “Un repartidor de comida congelada –ese de por allí-“
“-el de la chaqueta verde-“replicó su compañero en su habitual dúo.
“-abre la parte de atrás de su camión para descargar algo de pollo de oferta y hamburguesas en el Deli de aquí.” Paró para permitir a Nikki echar un vistazo al escaparate de ‘All in Bun’, donde un trío de cocineros en pantalones de cuadros y delantales se encorvaban en la esquina de la ventana esperando a que acabasen de investigar. “Desliza un cartón hacia un lado y encuentra una maleta puesta allí entre las cajas.”
“Supongo que ‘Ves algo, di algo’ está funcionando” dijo Raley, continuando. “Él salió de allí y llamó al 911.”
“La Unidad de Servicios de Emergencia se desplegó y mandó a Robocop a comprobarlo.” Ochoa le hizo señas para que anduviese con él mientras la guiaba hacia el robot de control remoto del equipo de artificieros. “El robot hace un olfateo y rayos-X. Negativo en elementos explosivos. Su técnico en bombas estaba vestido de todos modos, por lo que –con mucha precaución- explotó la cerradura y encontró el cuerpo dentro de la maleta.”
Unos pocos pasos detrás de ella, oyó al Detective Feller. “Eso es por lo que yo voy estrictamente armado. Estas comprobaciones de bolsos te matarán.” Ella giró su cabeza por los alrededores y vio la sorpresa en la cara de él mientras su audiencia compuesta por dos agentes uniformados se reían. Feller había hablado en voz baja, pero no lo suficiente. Las mejillas de Feller se volvieron rojas mientras ella dejaba a Raley y Ochoa que le pasaran. Las unidades se disolvieron, dejándole solo con ella. “Oye, lo siento.” Después él intentó hacerlo desaparecer por arte de magia con una sonrisa y una modesta carcajada que siempre le recordaba a John Candy. “No pienses que suponía que lo iban a oír.”
“Nadie lo hizo.” Ella habló tan tranquilamente, tan serenamente, y sin ninguna expresión que un observador casual pensaría que estaban simplemente comparando notas. “Mira alrededor, Randy. Esto es serio mientras se consigue. Una escena del crimen. Mi escena del crimen. No la noche de micro abierto de Dangerfield.”
Él asintió. “Sí, sé que metí la pata.”
“Una vez más,” ella puntualizó. Randall Feller, un payaso de clase perenne, tenía la mala costumbre de bromear en las escenas de los crímenes. Era un mal hábito para un gran detective. El mismo detective que, junto con Rook, había conseguido que le dispararan para salvar su vida de en ese muelle. El humor negro de Feller quizás hubiese encajado bien durante los años que había pasado en la División de Operaciones Especiales, patrullando durante la noche en taxis amarillos encubiertos en plan macho, pateando culos, el mundo de Dodge City en la Unidad de Taxi de la NYPD, pero no en su brigada. Al menos no dentro de la banda amarilla. Esta no era su primera conversación sobre eso desde que le hubieran transferido a su unidad de homicidios después de su alta médica.
“Lo sé, lo sé, simplemente me sale.” Ella podía entender a lo que se refería y no había razón para machacarle más. “Lo pensaré internamente la próxima vez, lo prometo.” Heat le hizo una breve inclinación de cabeza y se puso en marcha hacia el camión de reparto.
Desde el nivel del suelo en la parte trasera del portón, Nikki tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás para mirar a Lauren Parry, que estaba de cuclillas en el suelo dentro de la caja de carga. La pila de cajas de cartón del fondo lloraban por la condensación; algunas incluso brillaban por los cristales de hielo incrustados en sus lados. Incluso con el motor apagado, el aire refrigerado pasaba frío por la cara de Heat. En la rodilla de Lauren, una maleta de lados duros azul y gris descansaba abierta y llana con la tapa superior levantada, bloqueando la vista de Nikki de su contenido. Ella dijo, “buenos días, Dr. Parry.”
Su amiga giró sobre su propio eje hacia ella y sonrió. Cuando ella dijo, “hola, Detective Heat.” Nikki pudo ver vapor en la respiración de Lauren. “Tenemos uno complicado aquí.”
“¿Cuando no lo es?”
La forense meció su cabeza de un lado a otro, ponderando eso y estando de acuerdo. “¿Quieres lo básico?”
“Buen lugar como cualquier otro por el que empezar.” Nikki sacó su propio cuaderno de notas, fino y con corte en espiral que encajaba perfectamente dentro del bolsillo de su chaqueta.
“Mujer Desconocida. Sin DNI, sin bolso, sin monedero, sin joyas. Edad estimada en los sesenta y pocos.”
“¿Causa de la muerte?” preguntó Heat.
Los ojos de Lauren Parry dejaron su carpeta y se colocaron en los de su amiga. “Ahora, ¿Cómo yo suponía que esa sería tu pregunta?” ella echó un vistazo dentro de la maleta y continuó. “No lo puedo asegurar, excepto preliminarmente.”
Nikki se la devolvió, “ahora, ¿Cómo yo suponía que esa sería tu respuesta?”
La forense volvió a sonreír y pequeñas volutas de vapor salieron desde su nariz. “¿Por qué no vienes aquí y te puedo mostrar con lo que estoy lidiando?”
La Detective Heat se puso los guantes mientras ascendía desde el suelo por la inclinada rampa de metal ondulada hasta la plataforma de atrás del camión. Mientras subía, su mirada momentáneamente se atascó en la maleta, cuando lo hizo, sus dientes resonaron con un tiritar helado. Atribuyéndolo al cambio de temperatura… dejándolo atrás la mañana de mediados de Abril a un frío Enero dentro de la caja de carga… ella se estremeció.
Lauren se quedó de pie para que Nikki pudiera conseguir una vista del cuerpo. “Ya veo lo que quieres decir,” dijo Heat.
El cuerpo de la mujer estaba congelado. Cristales de hielo como los que brillaban en las cajas próximas de carne de res, pollo y palitos de pescado relucían en su cara. Vestía un traje gris pálido, había sido doblada en una posición fetal y encajada dentro de la maleta, donde ahora ella estaba tumbada a su lado. Lauren le hizo señas con la tapa de su bolígrafo hacia la mancha de sangre que cubría la parte posterior de su traje. “Obviamente, esta de aquí es nuestra mejor suposición sobre la causa de la muerte. Es una perforación significativa que pasa lateralmente por la parte posterior de la caja torácica. A juzgar por la cantidad de sangre, el cuchillo entró de costado entre las costillas y encontró el corazón.” Heat experimentó ese difícil deja vu que sentía cada vez que veía una de estas heridas. No hizo comentario alguno, sólo asintió y dobló sus brazos para calentarse de la carne de gallina que sin duda era provocada por la refrigeración, incluso a través de la chaqueta. “Con una congelación como esta, no puedo hacer mis usuales suposiciones preliminares para ti. No puedo ni siquiera desenredar sus extremidades para comprobar si hay otras heridas, traumas, marcas defensivas, lividez y así sucesivamente. Puedo hacer todo eso, por supuesto, pero no todavía.”
Nikki mantuvo su mirada en la estocada y dijo, “incluso la hora de la muerte va a ser un reto, supongo.”
“Oh, seguro, pero no te preocupes. Podemos acercarnos, cuando consiga una oportunidad para trabajar con ella en la Oficina de Médico Forense,” dijo la forense. Y después añadió, “asumiendo que no tenga que volver allí para una situación de emergencia debido al terremoto.”
“Por lo que he oído, la mayoría es un número pequeño de heridas superficiales.”
“Eso es bueno.” Lauren la estudió. “¿Estás bien?”
“Bien. Simplemente no sabía que necesitaría ponerme un suéter hoy”
“Supongo que estoy más acostumbrada al frío, ¿Verdad?” Destapó su bolígrafo. “¿Por qué no me aparto a un lado y tomó algunas notas mientras haces tú primer vistazo?” Parry y Heat habían trabajado juntas en suficientes casos como para conocer los movimientos de la otra y sus necesidades. En su lugar, Lauren sabía que Nikki tenía un ritual inicial que ella realizaba en cada crimen, que consistía en reconocer todo desde todos los ángulos posibles, lo que Heat llamaba los ojos del principiante. El problema de los detectives veteranos, según Heat, era que después de años y años de casos, incluso los mejores investigadores se convertían en insensibles por hábito; en contra punto, la experiencia de trabajo contra ellos despuntaba la capacidad de observación. Pregúntale a un trabajador de refinería como él se las apaña con el hedor, y te dirá, “¿Qué hedor?”
Pero la Detective Heat recordaba cómo se sentía en su primer homicidio. Como vio todo y después buscó por más. Cada pequeña contribución tenía una importancia potencial. Nada podía ser ignorado. Simplemente con la experiencia del asesinato de su madre ritualizaba su empatía aproximándose a la escena del crimen, su creencia en mantenerlo fresco la prevenía en su estudio de convertirlo en un ritual. Como normalmente recordaba a su brigada, todo es sobre estar presente en el momento e informar de lo que se ha encontrado.
Los ojos de la Detective Heat le decían que este camión no era la escena del crimen. Recorriendo la estrecha zona de carga, moviendo el haz de su Stinger en el suelo entre las cajas y el muro, no vio ningún signo de salpicadura de sangre. Más tarde, después de que se llevaran el cuerpo, la Unidad de Evidencias descargaría todas las cajas para una inspección, pero Nikki estaba bastante segura de que esa maleta había sido traída a bordo con la víctima en ella, y posiblemente ya muerta. La hora de la muerte y la línea de tiempo de la carga y descarga del camión ayudarían a establecerlo. Ella giró su atención a la víctima.
La suposición de la Forense Parry de que estuviera en los sesenta y poco parecía correcta. Su pelo estaba cortado de forma cuidada en una melena correctamente corta para los negocios para una mujer de esa edad y, desde las raíces donde empezaba a mostrar algo de canas y pelo castaño en parte, su rubio miel las cubría, sutilmente rayado de caramelo, indicaba dos cosas. Primero, que ella era una mujer con algo de dinero que se preocupaba lo suficiente sobre su pelo para tener un corte caro y un colorista experto. Segundo, a pesar de eso, ella se había retrasado lo suficiente para una visita. “¿Qué la mantuvo alejada?” escribió Nikki en su cuaderno. Las ropas eran de buen gusto. Talla pequeña. Fuera del perchero, pero claramente el perchero pertenecía a uno de las plantas de lujo del centro comercial. La blusa era de la actual temporada y el traje gris era de lana de peso ligero con alguna función en ello. El sentimiento que Heat consiguió no era tanto por lo caro sino por la buena calidad. No era el uniforme de una mujer que hace comidas, pero sí el de la mujer de comidas importantes. Nikki se agachó para mirar la única mano visible. Estaba parcialmente cerrada y escondida bajo su barbilla, por lo que no podía verla entera, pero lo que pudo ver le contó una historia. Estas eran manos ocupadas, tonificadas sin ser musculares o castigadas con labores manuales. Los finos dedos tenían el tipo de fuerza que podías ver en jugadoras de tenis y entusiastas del fitness. Se percató de una pequeña cicatriz en un lado de su muñeca que parecía de años, quizás décadas, vieja. Nikki se levantó otra vez y la miró directamente. El cuerpo encajaba con el perfil de un corredor o un ciclista. Hizo otra anotación para mostrar la foto de la víctima en los clubs de fitness, los Corredores de Nueva York y tiendas de ciclismo. Heat se puso en cuclillas otra vez para examinar una mancha de rozadura mugrienta y marrón oscura en la rodilla de los pantalones de la mujer, lo que podría decir sobre sus últimos momentos. Ella lo anotó y se escabulló alrededor para mirar más de cerca la herida del cuchillo.
Más allá del conocimiento de Heat de que la víctima había sido asesinada antes de ponerla en el camión, la mancha de sangre congelada formaba un ancho charco, como si se hubiese desangrado boca abajo. La anchura de la mancha indicaba un gran volumen, aún así no había mucha sangre en el satén del interior de la maleta más que la mancha de abrasión de la tapa. Nikki alumbró con su linterna donde la espalda de la víctima se topaba con el interior de la bisagra de la maleta y sólo vio manchas de sangre similares de rozadura, sin evidencias de puesta en común. De nuevo, cuando ellos luego la movieran, en medida de lo posible, Heat estaba consiguiendo una imagen mental de un asesinato no solo fuera del camión, sino fuera también del equipaje.
Un indicativo más sería mirar en el exterior de la maleta para una mayor recolección de sangre por las costuras y bisagras. Teniendo cuidado de no estropearlo, ella se arrodilló con ambas rodillas, poniendo una mano en la cubierta de carga para mantener el equilibrio, y dejó caer su cabeza, tumbándose lo suficiente para que su ceja casi tocase el suelo. Lentamente, metódicamente, comprobó con la luz de su linterna, de derecha a izquierda a lo largo de la parte de arriba del tope de la maleta.
Cuando su luz alcanzó la esquina izquierda de la maleta, Nikki jadeó. Su visión se revolvió y una sensación de vértigo se apoderó de ella. La luz se deslizó por su mano y ella se cayó hacia un lado.
Lauren dijo, “Nikki, ¿Estás bien?”
Ella no podía ver realmente nada en ese momento. Manos vinieron a ella. Lauren Parry acunó su cabeza en el suelo. Un par de sanitarios empezaron a subir la rampa, pero para entonces Nikki ya se había recuperado lo suficiente para levantarse por sí sola, les hizo señas de que se alejaran. “No, no, estoy bien. Está bien.” Lauren se agachó a su nivel de ojos para examinarla. “De verdad, estoy bien,” dijo Nikki.
Pero para su amiga, su cara no decía lo mismo. “Me asustaste allí, Nik. Pensé que estabas entrando en shock o algo.”
Heat balanceó las piernas por encima de la parte de atrás del camión y las dejó colgar. Raley y Ochoa se aproximaron, seguidos de Feller. Ochoa dijo, “¿Qué pasa, Detective? Parece que hubieses visto un fantasma.”
Nikki se estremeció. Esta vez, no era por la refrigeración. Se giró para mirar por detrás de ella a la maleta y lentamente se giró de vuelta a los otros.
“Nikki,” dijo Lauren. “¿Qué es?”
“La maleta,” Tragó con fuerza. “Mis iniciales están en ella.”
Los detectives y la forense se miraron entre ellos, anonadados. Finalmente, Raley dijo, “no lo entiendo. ¿Por qué tus iniciales deberían estar en esa maleta?”
“Porque yo las esculpí cuando era una niña.” Podía verles procesar eso, pero les estaba llevando demasiado tiempo, por lo que dijo, “esa maleta pertenecía a mi madre.” Y entonces añadió. “Su asesino la robó la noche en la que fue asesinada.”
Última edición por lastral el Jue Mayo 23, 2013 7:44 am, editado 28 veces
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Genial gracias por la traduccion, algo pesco en ingles pero no lo suficiente pa leerme todo el libro jejej
Isana- As del póker
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Becky343- Actor en Broadway
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Perfecto, aunque se que es un trabajo pesado, se os agradece el esfuerzo no tengais ninguna duda. De entrada yo estoy encantado.
Delta5- Escritor - Policia
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Muy agradecida por el esfuerzo
soni@7- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola!!! Sé que no había comentado antes, de verdad me agrada sobre manera y agradezco mucho tu labor en la traducción de los Libros de Nikki Heat, te felicito debe de ser muy pesado, pero lo haces muy bien , felicidades y ojala continues, me hiciste feliz cuando lo encontre en español, el ingles me da mucha pereza!!!! Gracias!!!!
asita24- Actor en Broadway
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
gracias lastral por traducir el primer capitulo de frozen heat un saludo
monsta- Actor en Broadway
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
hola cuando lo tengais traducido lo vais a convertir en epub esq me gustaria tenerlo!!!1
Becky343- Actor en Broadway
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Becky343 escribió:hola cuando lo tengais traducido lo vais a convertir en epub esq me gustaria tenerlo!!!1
Si no te lo convierten ellas, te lo hago y envío yo.
Delta5- Escritor - Policia
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Becky343- Actor en Broadway
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Becky343 escribió:hola cuando lo tengais traducido lo vais a convertir en epub esq me gustaria tenerlo!!!1
Si, Beckett se encargara de eso cuando lo terminemos. Y gracias por comentar.
lastral- Policia de homicidios
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Frozen Heat- traducido al español: Capitulo 2
Buenas a todos de nuevo. Siento la tardanza por subir otro capitulo pero tuve una semana de locos y poco tiempo para traducir, pero como compensacion os traigo el capitulo dos completo Espero a partir de ahora ir subiendo con mas frecuencia, ya sea uno completo o una parte.
Muchas gracias por seguirlo y por los comentarios de apoyo a todos. Intentare seguir a la altura
Como siempre, disfrutadlo y comentad cuanto gusteis
CAPITULO DOS
Nikki Heat marchó hacía la oficina de homicidios de la 20ava comisaría con un determinante ritmo que dejaba pocas dudas en las mentes de los detectives que intentaban mantenerse al día con ella para que se recuperara del shock de su descubrimiento, y después algo más. “Informe en diez minutos,” gritó a su brigada mientras caminaba por la puerta. En su camino hacia su escritorio dijo, “Detective Ochoa, pasa a la Desaparecida por Personas Desaparecidas. Incluida por Westchester, Long Island, New Jersey, y los policías de Fairfield Country mientras estás en esto. Detective Rales, borra esa pizarra y pon una segunda al lado de esta para que podamos trabajar con dos Pizarras de Asesinato de una vez.” Heat barrió hacia un lado la pila de mensajes de la mañana y quitó el polvo de los granos del techo de los azulejos acústicos que el terremoto de 5.8 había dejado por su escritorio. Después tecleó en su teclado, mandando un e-mail a Lauren Parry a la Oficina de Médico Forense, el mismo mensaje que ella le había dado verbalmente quince minutos antes en la escena del crimen: que la interrumpiera en el momento en que ella tuviera alguna información, sin importar lo pequeña que fuera.
Le dio a enviar y una taza de café se materializó en sus papeles. Nikki se giró en su silla para encontrarse al Detective Feller fisgoneando por allí. “En lugar de flores, considera esto la disculpa en café por mi gran bocaza esta mañana. Mediano, tres cucharadas y mocha con avellana, si recuerdo. ¿Verdad?”
De hecho, su elección de café era grande, con leche descremada y dos cucharadas de vainilla sin azúcar, pero “suficientemente cerca” fue todo lo que dijo. Él estaba intentando compensarlo, pero ella estaba centrada en otros lugares más que en los aromas del café en ese momento. “Gracias. Y vamos a dejar esto atrás de nosotros, ¿OK?”
“No ocurrirá otra vez.”
Tan pronto como Feller se alejó, puso el tibio café en la parte de atrás de su escritorio, al lado de sus mensajes no leídos, y empezó una lista de todo en un papel. Cuando llevaba un tercio de la página, ella numeró “mano de obra adicional” y paró. Eso requeriría autorización del comandante de la comisaría, un obstáculo de detective que no disfrutaba. Heat escaneó la oficina hasta el interior de la oficina de cristal del Comandante de Policía, que miraba a su brigada. El cristal también permitía que el pelotón mirara dentro y tuviera el efecto de crear un escaparate de tamaño natural como en la película ‘Noche en el Museo’. El Capitán Irons estaba dentro de la exhibición, colgando su chaqueta en un perchero de madera. Heat sabía que lo siguiente era su ritual de tirarse de la tela de su camisa blanca del uniforme, y lo hizo –todo en su búsqueda constante de eliminar los botones de la tripa que picaban por encima de su cinturón bajo.
“Perdone, Capitán,” dijo Heat desde su puerta. “¿Podemos hablar?” Fiel a su estilo, Wallace ‘Wally’ Irons paró antes de invitarla a entrar, como si buscará una razón para decirle que no excepto que estaba desocupado. Él no le pidió que se sentara, lo cual estaba bien para Nikki. Cada vez que se sentaba en el escritorio frente a él, todo lo que podía hacer era imaginar al maravilloso hombre que había ocupado esa silla hasta que le asesinaron y Irons, con carrera de administrador, aprovechó para reemplazarlo. El Capitán Irons no era el Capitán Montrose, y apostaba a que en esa sala ambos policías lo sabían.
Añadiendo aún más a la incomodidad en su relación, los altos jefes del Cuartel Central del NYPD le habían ofrecido el trabajo de Wally Irons después de que ella aprobara sus exámenes para teniente con altas puntuaciones. Pero Heat consiguió agriarse con todas las feas políticas departamentales que rodeaban el proceso. Esto le hizo darse cuenta de lo mucho que echaría de menos la calle, por lo que no sólo declino quitarle el puesto de comandante a Irons, sino que también pasó de la medalla de oro. El hecho es que sin embargo ella había sacado en ese pequeño espacio el ser la única en el otro lado de ese escritorio el hacer la tirantez no hablado entre el detective y su comandante alta y clara. Desde la perspectiva de ella, él era un superviviente de la organización, preocupado más por su carrera que en la justicia, alguien al que ella constantemente tenía que pensar fuera de su territorio o maniobra para hacer bien su trabajo. Para Irons, Nikki Heat era su Pacto con el Diablo. Ella era una detective de increíble valor que despejaba casos, haciendo los números de él en el CompStat parecer más sabrosos y jugosos para el centro, pero esa misma maldita competencia también le hacía de menos. Nikki Heat representaba un recordatorio diario de todo lo que él no era. Ochoa le había dicho que recientemente había visto a Irons susurrar a la Detective Hinesburg en la cocina, “¿Sabes cómo es tener a Heat alrededor? Es como un equipo de fútbol con dos entrenadores a la cabeza.” Nikki le restó importancia y le recordó a Ochoa que ella no era una de las millones de cotillas que había por allí. Además, ella de algún modo lo sabía sin que él se lo dijera. Para oler la paranoia no tenías que tener mucho de detective. Como del tipo de Irons.
“Las palabras que dijiste esta mañana fueron un gran descubrimiento,” dijo Ochoa, no sonando mucho más interesado en el nuevo descubrimiento como en alabar su trabajo. Nikki mantuvo su sesión informativa hacia el extenso golpe, construyéndolo como un homicidio múltiple digno de un alto rango y, más importante, añadiendo recursos desde el principio. El capitán le tendió sus dos manos. “Whoa, whoa, no corramos aquí con el bocado en nuestra boca. Ahora, entiendo tu entusiasmo personal para dar el código rojo, pero, de alguna manera, los recursos tienen que verse representados.”
“Capitán, ve mis números. Sabe que siempre ejercitó bien la moderación en las horas extras y-“
“¡Santo Dios! ¿Horas extra?” Él sacudió su cabeza. “Por lo que esto no solo es para desperdiciar agentes y detectives de otras brigadas, ¿Son también horas extras para tu equipo? Oh, tío…”
“Es dinero bien gastado.”
“Es fácil para ti decirlo. No sabes lo que es tener este trabajo y…” Él se dio cuenta de la carretera en la que se estaba poniendo él mismo y dio marcha atrás. “Es fácil para ti decirlo, eso es todo.”
“Capitán, esto es grande. Por primera vez en diez años, tengo una pista fresca del asesinato de mi madre.” Nunca había aprendido a tomarse su torpeza por sentado, por lo que se lo explicó. “La maleta robada es una conexión directa entre los dos casos, y estoy segura que si podemos encontrar al asesino de esta desconocida, podremos encontrar también al asesino de mi madre.”
Él suavizó su rostro en una pastosa mueca de compasión. “Mira, sé que esto está cargado por un elemento altamente personal.”
“No puedo negar eso, señor, pero le aseguro que continuaré esto tan vigorosamente sin tener en cuenta mi-“
“¿Toc, toc?” La Detective Sharon Hinesburg se inclinó en la puerta. “¿Mal momento?”
El Capitán Irons le sonrió a Hinesburg y después desgranó su aburrida atención de vuelta a Nikki, ofreciéndole una sobria mirada. “Detective Heat, pongamos un broche en esta discusión hasta más tarde.”
“Pero un simple sí, bastaría.”
Él se rió entre dientes. “Buen intento, tengo que respetar eso. Pero necesito más convicción, y justo ahora, tengo a la Detective Hinesburg en mi calendario.” Hizo un gesto a su agenda de escritorio como si eso lo resolviera.
Aparentemente, pensó Heat, Hinesburg era ahora la cita formal concertada para su peloteo. Ella se deslizó hacia su detective, la del rendimiento más bajo en su unidad, en su camino hacia la salida de la oficina.
“Reunión de brigada en tres minutos, Sharon.” La puerta de cristal se cerró suavemente detrás de ella y oyó risas apagadas.
La Detective Heat puso su irritación en su bolsillo trasero. Nikki era demasiado profesional para dejarse atrapar en esas arenas movedizas y demasiado conducida por la gravedad de su nueva lista para permitir que el politiqueo de la oficina la desconcentrara de su misión. Raley había terminado de posicionar las dos largas pizarras blancas en un ángulo de ‘V’ abierto contra el muro de ladrillos pintado de la oficina, y ella fue directa a trabajar, preparando primero la Pizarra del Asesinato de la desconocida.
En la parte de arriba de la pizarra de la izquierda, Heat enganchó impresiones a color de ocho por diez de la víctima desde varios ángulos: un primer plano facial, una vista de un lado de su cabeza; una foto desde arriba de su cuerpo en posición fetal dentro de la maleta; y una vista detallada de la puñalada. A parte de estas, colocó fotos del camión de reparto desde cinco ángulos: de frente, desde atrás, de los dos lados, y una desde arriba que ella había pedido al fotógrafo de la Unidad de Evidencias que la cogiera desde una salida de incendios. En la ciudad de Nueva York la gente hace lo que sea por mirar hacia la calle de abajo desde sus apartamentos y oficinas. La vista de la parte de arriba de la caja de carga, incluyendo sus acusadores graffitis, posiblemente tocase un recuerdo de los testigos y eso ayudase a rastrear el viaje del vehículo. Cualquier información como esa, aunque sea pequeña, podría aclarar cómo y cuando la maleta consiguió meterse en el camión. O quién lo puso allí.
Un estallido de aplausos le hizo girarse de las pizarras. Jameson Rook había entrado en la oficina por primera vez desde que interceptara una bala para salvar su vida, y toda la brigada se puso en pie, vitoreándole. La intensidad del aplauso creció mientras agentes, civiles y detectives de otras brigadas en la estación se reunían en la puerta detrás de Rook y se unían al vitoreo. Él parecía desconcertado y atrapó los ojos de Heat, claramente moviéndose hacia el espontáneo grupo de bienvenida. Como si la mañana no hubiese sido lo suficientemente emocional para ella, Nikki se encontró a sí misma con un nudo en la garganta en su recibimiento y todo lo que un gesto como ese significaba de la fraternidad de policías, quienes no eran conocidos por las manifestaciones abiertas de sentimientos.
Cuando se terminó, Rook pasó una mano por uno de sus ojos, tragó saliva duramente, sonrió a la audiencia, y dijo, “Dios, ¿Hacéis esto a todo el mundo que trae café?” Durante sus risas, cruzó hacia Nikki y le tendió una taza de papel. “Aquí tienes. Café grande con leche descremada y dos cucharas de vainilla sin azúcar.”
“Perfecto,” dijo, y tan pronto como lo hizo, la cara de Randall Feller miró a su alrededor desde detrás del Detective Ochoa, llevando una ofendida expresión.
Rook se dio cuenta de que el grupo había permanecido en su lugar, mirándole. “Supongo que debería decir unas palabras.”
“¿Tienes?” dijo el Detective Raley, provocando más risas.
“Sólo por eso, lo hare. Pero seré rápido.” Señaló las Pizarras de Asesinato detrás de Heat. “He oído que hay algunos casos nuevos para ser resueltos, y no quiero retrasarlos.”
“Demasiado tarde,” dijo Nikki, pero estaba sonriendo y ambos rieron.
“Supongo que un ‘gracias’ es mi comienzo y final. Gracias por el apoyo, las tarjetas, las flores… Aunque una enfermera sexy no habría sido mal recibida.”
“Siempre que él no tuviese mucho pelo en la espalda,” dijo Ochoa.
Rook continuó, “y lo diré por última vez. Gracias a los Detectives Raley y Ochoa. Roach, gracias por arremangaros las mangas de la camisa para mi transfusión esa noche. Supongo que ahora nos convierte oficialmente…”
“Espeluznante,” gritó el Detective Rhymer, que había bajado de Robos.
“No, hombre, está bien,” dijo Ochoa. “¿Sabes lo que ahora tienes, Rook? Tienes el poder de la Sangre Roach.”
Raley añadió, “úsala sabiamente.”
Nikki se aclaró su garganta. “¿Hemos terminado?”
“Hemos terminado,” respondió Rook.
Heat se volvió oficial. “Mi brigada, tiren de las sillas para la sesión informativa.”
Mientras que los visitantes de los departamentos y su gente empezaban a formarse alrededor de las Pizarras del Asesinato, Rook se acercó y la estudió, hablando en una suave voz. “Oye. ¿Lo estás llevando mejor desde nuestra llamada?”
Ella se encogió de hombros ambivalentemente. “Estaré bien. Pondré el golpe detrás de mí. Estoy un poco en modo tarea. Excepto que tuve un Iron-cerrado.” Rook siguió su mirada hacia Irons, que estaba todavía en su oficina con Hinesburg. “Me está poniendo obstáculos en darme horas extras y recursos.”
“Zángano.”
“No sé que puedo hacer para convencerle.” Ella se sacudió. “Oye, gracias por el café. ¿Alguna posibilidad de que puedas pasarte por mi apartamento para ver qué hizo el terremoto?”
“Ya lo hice. Mínimas roturas. Volví a enderezar las fotos, refruté el bol de las frutas, recoloqué tus chucherías, y olí el tubo del gas. Todo está bien. Oh. Excepto que tu ascensor no funciona. Tres pisos no fueron un picnic, pero soy un veterano.”
Nikki se lo agradeció, pero en vez de decir ‘de nada’, él cogió una silla. “¿Qué estás haciendo?”
“Consiguiendo asientos de primera fila, para mi sesión informativa.” Leyó la objeción de ella y dijo, “vamos, ¿Realmente no creías que iba a hacer todo el camino hasta aquí para traerte tu café? ¿Verdad?”
Heat empezó con los detalles. El titular principal, no necesitaba ponerlo en palabras. No con este grupo. Esto sonaba alto y claro para cualquiera en esa sala que conociera a la detective jefe y su historia. Si eso no lo decía, las pizarras en paralelo y su conducta superconcentrada lo hacían. Este era El Gran Caso. El caso de toda la vida de Nikki Heat.
La tensión se podía cortar. Nadie interrumpía, nadie bromeaba. Nadie quería explotar esto por ella. Todos ellos compartían un pensamiento: traer este caso a casa para la Detective Heat.
Rápidamente recapituló el descubrimiento de la maleta por la brigada de artificieros, usó fotos de la desconocida como referencia para su gran tour de la víctima, explicando su estado de congelación, su falta de DNI o efectos personales, y aparentemente –pero sin confirmar- muerta por una única herida de puñalada en la espalda, expertamente hecha. Lo siguiente que indicó fue la colección de fotos del camión. “El conductor está completamente cooperativo, y, según su jefe, estamos estableciendo el horario de los repartidores para ver cuando la maleta se puso allí. Podemos asumir que ésta se depositó durante la ruta de su reparto, pero no quiero suposiciones. Ninguna. Eso nos lleva a nuestra primera tarea. Detective Hinesburg.”
Nikki pilló a Hinesburg con la guardia baja cuando se unía tarde a la reunión procedente de la oficina del capitán. “¿Qué pasa?” preguntó a medio sentarse.
“Quiero que lleves una comprobación del conductor del camión y de cualquiera en el muelle de carga que tenga acceso a ese vehículo antes de que se pusiera en marcha esta mañana. Eso significa de cualquiera que lo limpiara, que lo cargara, lo inspeccionara, o cualquiera que pudo haber deslizado la maleta dentro antes de que este dejara la comodidad.” Hinesburg encontró un asiento y asintió. “Sharon, ¿Quieres apuntar algo de esto?”
“No, lo tengo.” Y después, mientras Nikki procedía con la explicación, Hinesburg añadió, “si el conductor llamó al 911, probablemente nosotros no le tengamos a él como nuestro hombre, ¿No? ¿Eso no es un poco de pérdida de tiempo?”
Si pensaras que los bocadillos fueran visibles en la vida real, el que estaría encima de la cabeza de Heat habría dicho, ‘apuesta por ello’. Nikki había aprendido que la mejor manera para contener el daño que hacía Sharon Hinesburg en un caso era darle tareas donde su pereza y los detalles en el trabajo poco rigurosos hacían el menor daño. “Supongo que sólo lo sabremos después de que te ocupes, Detective.” Ella escaneó la sala. “Detective Feller.”
“Yo.” Se había inclinado hacia delante, intencionadamente, con su codo en los muslos de sus vaqueros. Al oír su nombre, se irguió y alistó su bolígrafo.
“Trabajaras en la ruta de reparto. Eso no sólo significa comprobar los trabajadores de todos los delis y bodegas en las que se paró, sino ¿Dónde paró para repostar? ¿Dejó el camión para usar los baños? ¿Tenía una aventura en la carretera que le hizo aparcar para un polvo rápido? ¿Separa la comida de los envases y lo hecha en los de su tío con la puerta de carga abierta? Ya pillas la idea.”
“Estoy en ello.”
“Comunícate con Raley. Como nuestro Rey de Todos los Medios de Vigilancia va a encontrar todas las cámaras de seguridad funcionando en la ruta de reparto. ¿Y Rales?” El detective levantó su barbilla hacia ella, señalizando una completa atención. “Por supuesto esperamos resultados de archivo de la maleta y la persona o personas que lo pusieron en el camión, pero también escrudiña el vídeo para buscar testigos oculares. Peatones, nuevos vendedores –ya sabes lo que quiero.”
“Cualquiera que vio el camión y cualquier cosa que ocurriera en los alrededores, donde fueron,” contestó el Detective Raley, haciéndolos sonar desalentador y factible a la vez.
“Detective Ochoa, tú comprueba las huellas tan pronto como consigamos una serie de muestra. También, contacta con el Centro del Crimen a Tiempo Real. Mira que es lo que su base de datos escupe tan lejos como llamadas de disturbios, mujeres gritando, incluso si lo han clasificado como disputas domésticas.”
“¿Tenemos línea de tiempo?” preguntó Ochoa.
“No podemos asegurar la hora de la muerte hasta que la Oficina del Forense pueda hacer algo de trabajo de laboratorio extra después de que el cadáver se descongele, por lo que tentativamente dejemos la zona mortal en las pasadas cuarenta y ocho horas y ampliémosla más tarde, si eso es lo que tenemos que hacer.”
Mientras ella anotaba eso en la pizarra, Feller preguntó, “¿Piensas que esto pueda ser obra de un asesino en serie? A mí no me importa pasar el modus operandi por la base de datos. También ver como los dos asesinatos concuerdan con tiempos de liberación de prisión, cosas como esa.”
“Buena idea, Randy, haz eso.”
“¿Y si esto es solo un coincidencia?” preguntó Sharon Hinesburg.
Los otros detectives se movieron inquietos en sus sillas. Ochoa incluso hundió su cara entre ambas manos.
“Creo que sabes lo que pienso sobre las coincidencias, Sharon,” dijo Nikki.
“Pero existen, ¿Verdad?”
“Vamos,” dijo Feller, incapaz de contener su desprecio. “¿Quieres decir que hay un asesino diferente con el mismo modus operandi sólo para desafiar todas las posibilidades y poner un cuerpo en la maleta que era propiedad de una anterior víctima? Si eso es posible, me voy a comprar un ticket de lotería.”
Mientras que las risas burlonas se calmaban, Heat dijo, “te diré qué. Sólo para cubrir la base, vamos a comprobar con eBay y las tiendas de segunda mano del área para ver si conseguimos algún rastro de la maleta.” Y después, para mostrar cuanta fe Nikki ponía en esa pista, ella dijo, “Sharon, ¿Por qué no trabajas también en eso?”
Entonces Heat bajó su mirada a una foto en la mesa, y cuando la miró, la energía que había estado llevando desde su descubrimiento en la Avenida Columbia tomó un ligero descanso. Entonces se irguió, dispuesta a volver llena de energía, y sujetó la foto de ocho por diez para que ellos la vieran. “Esto…” dijo, se tuvo que frenarse de lleno, temiendo que su voz se rompiera. Algo se movió en su periferia. Era Rook juntando sus manos y apretándolas delante de él en un gesto de fuerza. Ese pequeño secreto la reforzó, y Nikki sintió un ataque de gratitud y agradeció de que no le hubiese echado a patadas de allí, después de todo. Serenándose de nuevo, resumió, “esto es una foto detallada del fondo de la maleta.” La puso en la esquina superior derecha de la pizarra de la Desconocida. La sala silenciosa crujió con el sonido de los cinturones de Sam Browne mientras ellos se inclinaban hacia delante para una mejor vista. La cámara de la Unidad de Evidencias había iluminado desde el verde azulado a un cielo en el mediodía. En el centro de la foto, dos iniciales estaban fuertemente marcadas en la maleta: N H.
Mientras la brigada silenciosamente absorbía el inquietante significado –esa niña pequeña cuyas manos habían marcado la maleta ahora estaba de pie frente a ellos- la mano de la niña pequeña pegó con un golpe la foto duplicada de las iniciales en la Pizarra del Asesinato 2. “Aquí está nuestra conexión,” dijo la Detective Heat, accediendo a una reserva de frialdad y control en negación de su confusión emocional. “Nuestra pista más caliente nos lleva al homicidio sin resolver de hace diez años de Cynthia Trope Heat.” Trazó una marca invisible y fuerte en el aire entre la foto de sus iniciales en ambas pizarras. “Este caso va a ayudarnos a resolver el antiguo caso sin resolver.”
“Y viceversa,” dijo Roach, al unísono.
“Maldición, claro que sí,” dijo Nikki Heat.
Mientras el grupo se rompía para trabajar en sus tareas, el Detective Feller hizo su camino hacia Heat a través de la dispersa multitud. “Romperemos este,” él dijo. “En mi mente, este es mi único caso.”
“Gracias, Randy. Significa mucho.” Él esperó, quedándose de pie allí y mirando como si quisiera decir algo más. Una vez más, Nikki leyó el silencioso enamoramiento que estaba en su cara. Ella se había dado cuenta desde su primer día en que habían cruzado caminos el otoño anterior, cuando su taxi encubierto había respondido primero a su llamada de oficial en peligro. Desde entonces, este policía de la calle sin disciplinar y rebelde se había convertido en el chico tímido del instituto cuando estaba a solas con ella.
“Escucha, me estaba preguntando. Si no te has juntado con alguien todavía…” Él lo había dejado allí, dejando que ella averiguase como tratar con eso, cuando Rook se abalanzó.
“De hecho, estaba pensando que la Detective Heat y yo nos emparejaríamos en este caso.”
Feller miró a Rook de arriba y abajo como si hubiese acabado de saltar fuera de un coche de payaso. “De verdad.” Y entonces él se giró de vuelta a Nikki. “Estaba pensando que un detective veterano podría trabajar mejor que… un escritor de carretera. Quizás simplemente sea yo.”
“¿Quieres decir el escritor de carretera que consiguió que le dispararan para salvar su vida?”
Nikki dijo, “um, vale, escuchad.”
“Quiero decir un veterano policía que consiguió que le dispararan para salvar su vida,” dijo Feller, echando hacia atrás sus grandes hombros y acercándose medio paso hacia Rook.
“Sé cómo resolver esto,” Rook dijo. “Piedra, papel, tijera.”
“Estás dentro.”
Nikki dijo, “¿En serio? No, no vais a jugar a piedra, papel o tijera.”
Rook se inclinó cerca de ella y susurró, “no te preocupes. Conozco al tipo. Los hombres macho como él siempre juegan con piedra.” Y antes de que ella pudiese protestar otra vez, él contó, “uno, dos, tres, saca.” Y él sacó su mano plana para papel –con las tijeras de Feller.
El Detective se desternilló de risa. “Ja-ja. Agradable jugar contigo, Rook.”
“Siento tiraros el agua fría en esta danza de pavos reales,” dijo Heat, “pero Randy, tengo plantes para ti que pondrían tus talentos en un mejor uso que duplicar esfuerzos conmigo. Y ¿Rook? No te lo tomes de forma personal, pero este no es un caso en que quiera tropezar contigo cada vez que me giro.”
“Dios, ¿Cómo podría tomarme eso personalmente?”
Entonces el Capitán Irons apareció detrás de ellos. “Mr. Jameson Rook. Bienvenido de nuevo a la 20.” Una sonrisa de cámara de comercio tiró de la cara carnosa del capitán. Él chocó de lado con el Detective Feller para alcanzar la mano de Rook y apretarla en un sereno estrechamiento mientras golpeaba su hombro. “¿A qué debemos el honor? ¿Quizás esté escribiendo una nueva historia?”
Los intentos descarados del comandante de la comisaría para auto-promocionarse eran siempre embarazosos, pero claramente no para él.
Wally Irons, quien una vez accidentalmente tiró a un niño después de su rescate de Alerta AMBER mientras se apuraba para conseguir que su cara saliese en frente de una cámara de televisión, careciendo del gen de la vergüenza cuando se trataba de masajear a la prensa. Pero Jameson Rook se había pasado una carrera tratando con tipos como este y no se perdía una ronda. De hecho, agarró la oportunidad para una causa.
“Hm,” dijo. “Depende. Pienso que hay una historia aquí, ¿Capitán?”
“Uh, Rook,” le precavió Heat.
“Patos en un barril,” Irons dijo, sonriendo. “Para mí, esta nueva evolución lanza un grito de reiteración de tu artículo anterior de mi Detective Heat.” Nikki intentó conseguir la atención de Rook, perforándole con sus ojos y sacudiendo su cabeza en un ‘no’. Rook sabía cuánto ella odiaba la atención de su historia de portada en First Press y lo que había traído, pero Rook pretendía no notarlo.
“¿Una investigación?” dijo, como si se tomase por el movimiento. Iron dijo, “para mí, es una obviedad.”
“Bueno, tu eres el experto aquí,” dijo Rook, y el rápido ‘gracias’ del capitán certificó que el insulto había pasado por encima de su cabeza. “Podría tener algún mérito. No soy el editor, aunque, no me tientes. Pero me gusta.” Rook acarició su barbilla y dijo, “supongo que esto dependería de la acción, no solo un refrito, Capitán.”
“Te oigo.”
“Por ejemplo, sé que la Detective Heat está totalmente entregada y también lo está su brigada. Pero la historia realmente se consigue más fácil para mí para vender a un editor si se vuelve más grande. Asumo, que en tu papel de líder, ya has calculado todas las fuerzas que puedas.” Él se resistió de guiñarle a Nikki mientras continuaba, “por ejemplo ¿aclarando las horas extras? y… no se… ¿aprovechando efectivos de otras brigadas y comisarías?”
Una nube cruzó por encima de la frente de Irons. “Está por llegar”
“Ve, eso es algo nuevo con lo puedo seguir. Un comandante de comisaría luchando con la burocracia para reunir los recursos para sus detectives. Un líder que puede agrietar un caso sin resolver y congelar otro en el mismo golpe.” Se rió entre dientes. “¡Sabes: Titular!”
El capitán asintió como un muñeco cabezón y se giró hacia Nikki. “Heat, sigamos adelante con los recursos de los que hablábamos antes.”
“Gracias, señor.” Medio sonrió a Rook.
“Y también estaba pensando, Capitán Irons.”
“¿Si?”
“Ahora que estoy de vuelta al cien por cien, probablemente no sería una mala idea para mí volver al acuerdo que tenía con mi primer artículo y ser compañero con la Detective Heat. Es una forma genial de investigar, además me ayudará a documentar los frutos de tu comisaría desde el nivel de la calle por lo que –si esto se convierte en un artículo- yo ya estaría con las botas en el terreno.”
“Hecho,” dijo Irons. Feller sacudió su cabeza y se marchó.
“Heat, parece que el dúo dinámico de carretera vuelve de nuevo,” dijo el capitán en su camino de vuelta a su oficina.
“¿Algo más con lo que pueda ayudarte, Detective?” preguntó Rook.
“Simplemente quiero que quede constancia de esto, después de ese despliegue manipulativo tuyo, ahora sé que eres astuto y no puedes ser de confianza. Nunca.”
Rook simplemente sonrió a Heat y dijo, “de nada.”
Muchas gracias por seguirlo y por los comentarios de apoyo a todos. Intentare seguir a la altura
Como siempre, disfrutadlo y comentad cuanto gusteis
CAPITULO DOS
Nikki Heat marchó hacía la oficina de homicidios de la 20ava comisaría con un determinante ritmo que dejaba pocas dudas en las mentes de los detectives que intentaban mantenerse al día con ella para que se recuperara del shock de su descubrimiento, y después algo más. “Informe en diez minutos,” gritó a su brigada mientras caminaba por la puerta. En su camino hacia su escritorio dijo, “Detective Ochoa, pasa a la Desaparecida por Personas Desaparecidas. Incluida por Westchester, Long Island, New Jersey, y los policías de Fairfield Country mientras estás en esto. Detective Rales, borra esa pizarra y pon una segunda al lado de esta para que podamos trabajar con dos Pizarras de Asesinato de una vez.” Heat barrió hacia un lado la pila de mensajes de la mañana y quitó el polvo de los granos del techo de los azulejos acústicos que el terremoto de 5.8 había dejado por su escritorio. Después tecleó en su teclado, mandando un e-mail a Lauren Parry a la Oficina de Médico Forense, el mismo mensaje que ella le había dado verbalmente quince minutos antes en la escena del crimen: que la interrumpiera en el momento en que ella tuviera alguna información, sin importar lo pequeña que fuera.
Le dio a enviar y una taza de café se materializó en sus papeles. Nikki se giró en su silla para encontrarse al Detective Feller fisgoneando por allí. “En lugar de flores, considera esto la disculpa en café por mi gran bocaza esta mañana. Mediano, tres cucharadas y mocha con avellana, si recuerdo. ¿Verdad?”
De hecho, su elección de café era grande, con leche descremada y dos cucharadas de vainilla sin azúcar, pero “suficientemente cerca” fue todo lo que dijo. Él estaba intentando compensarlo, pero ella estaba centrada en otros lugares más que en los aromas del café en ese momento. “Gracias. Y vamos a dejar esto atrás de nosotros, ¿OK?”
“No ocurrirá otra vez.”
Tan pronto como Feller se alejó, puso el tibio café en la parte de atrás de su escritorio, al lado de sus mensajes no leídos, y empezó una lista de todo en un papel. Cuando llevaba un tercio de la página, ella numeró “mano de obra adicional” y paró. Eso requeriría autorización del comandante de la comisaría, un obstáculo de detective que no disfrutaba. Heat escaneó la oficina hasta el interior de la oficina de cristal del Comandante de Policía, que miraba a su brigada. El cristal también permitía que el pelotón mirara dentro y tuviera el efecto de crear un escaparate de tamaño natural como en la película ‘Noche en el Museo’. El Capitán Irons estaba dentro de la exhibición, colgando su chaqueta en un perchero de madera. Heat sabía que lo siguiente era su ritual de tirarse de la tela de su camisa blanca del uniforme, y lo hizo –todo en su búsqueda constante de eliminar los botones de la tripa que picaban por encima de su cinturón bajo.
“Perdone, Capitán,” dijo Heat desde su puerta. “¿Podemos hablar?” Fiel a su estilo, Wallace ‘Wally’ Irons paró antes de invitarla a entrar, como si buscará una razón para decirle que no excepto que estaba desocupado. Él no le pidió que se sentara, lo cual estaba bien para Nikki. Cada vez que se sentaba en el escritorio frente a él, todo lo que podía hacer era imaginar al maravilloso hombre que había ocupado esa silla hasta que le asesinaron y Irons, con carrera de administrador, aprovechó para reemplazarlo. El Capitán Irons no era el Capitán Montrose, y apostaba a que en esa sala ambos policías lo sabían.
Añadiendo aún más a la incomodidad en su relación, los altos jefes del Cuartel Central del NYPD le habían ofrecido el trabajo de Wally Irons después de que ella aprobara sus exámenes para teniente con altas puntuaciones. Pero Heat consiguió agriarse con todas las feas políticas departamentales que rodeaban el proceso. Esto le hizo darse cuenta de lo mucho que echaría de menos la calle, por lo que no sólo declino quitarle el puesto de comandante a Irons, sino que también pasó de la medalla de oro. El hecho es que sin embargo ella había sacado en ese pequeño espacio el ser la única en el otro lado de ese escritorio el hacer la tirantez no hablado entre el detective y su comandante alta y clara. Desde la perspectiva de ella, él era un superviviente de la organización, preocupado más por su carrera que en la justicia, alguien al que ella constantemente tenía que pensar fuera de su territorio o maniobra para hacer bien su trabajo. Para Irons, Nikki Heat era su Pacto con el Diablo. Ella era una detective de increíble valor que despejaba casos, haciendo los números de él en el CompStat parecer más sabrosos y jugosos para el centro, pero esa misma maldita competencia también le hacía de menos. Nikki Heat representaba un recordatorio diario de todo lo que él no era. Ochoa le había dicho que recientemente había visto a Irons susurrar a la Detective Hinesburg en la cocina, “¿Sabes cómo es tener a Heat alrededor? Es como un equipo de fútbol con dos entrenadores a la cabeza.” Nikki le restó importancia y le recordó a Ochoa que ella no era una de las millones de cotillas que había por allí. Además, ella de algún modo lo sabía sin que él se lo dijera. Para oler la paranoia no tenías que tener mucho de detective. Como del tipo de Irons.
“Las palabras que dijiste esta mañana fueron un gran descubrimiento,” dijo Ochoa, no sonando mucho más interesado en el nuevo descubrimiento como en alabar su trabajo. Nikki mantuvo su sesión informativa hacia el extenso golpe, construyéndolo como un homicidio múltiple digno de un alto rango y, más importante, añadiendo recursos desde el principio. El capitán le tendió sus dos manos. “Whoa, whoa, no corramos aquí con el bocado en nuestra boca. Ahora, entiendo tu entusiasmo personal para dar el código rojo, pero, de alguna manera, los recursos tienen que verse representados.”
“Capitán, ve mis números. Sabe que siempre ejercitó bien la moderación en las horas extras y-“
“¡Santo Dios! ¿Horas extra?” Él sacudió su cabeza. “Por lo que esto no solo es para desperdiciar agentes y detectives de otras brigadas, ¿Son también horas extras para tu equipo? Oh, tío…”
“Es dinero bien gastado.”
“Es fácil para ti decirlo. No sabes lo que es tener este trabajo y…” Él se dio cuenta de la carretera en la que se estaba poniendo él mismo y dio marcha atrás. “Es fácil para ti decirlo, eso es todo.”
“Capitán, esto es grande. Por primera vez en diez años, tengo una pista fresca del asesinato de mi madre.” Nunca había aprendido a tomarse su torpeza por sentado, por lo que se lo explicó. “La maleta robada es una conexión directa entre los dos casos, y estoy segura que si podemos encontrar al asesino de esta desconocida, podremos encontrar también al asesino de mi madre.”
Él suavizó su rostro en una pastosa mueca de compasión. “Mira, sé que esto está cargado por un elemento altamente personal.”
“No puedo negar eso, señor, pero le aseguro que continuaré esto tan vigorosamente sin tener en cuenta mi-“
“¿Toc, toc?” La Detective Sharon Hinesburg se inclinó en la puerta. “¿Mal momento?”
El Capitán Irons le sonrió a Hinesburg y después desgranó su aburrida atención de vuelta a Nikki, ofreciéndole una sobria mirada. “Detective Heat, pongamos un broche en esta discusión hasta más tarde.”
“Pero un simple sí, bastaría.”
Él se rió entre dientes. “Buen intento, tengo que respetar eso. Pero necesito más convicción, y justo ahora, tengo a la Detective Hinesburg en mi calendario.” Hizo un gesto a su agenda de escritorio como si eso lo resolviera.
Aparentemente, pensó Heat, Hinesburg era ahora la cita formal concertada para su peloteo. Ella se deslizó hacia su detective, la del rendimiento más bajo en su unidad, en su camino hacia la salida de la oficina.
“Reunión de brigada en tres minutos, Sharon.” La puerta de cristal se cerró suavemente detrás de ella y oyó risas apagadas.
La Detective Heat puso su irritación en su bolsillo trasero. Nikki era demasiado profesional para dejarse atrapar en esas arenas movedizas y demasiado conducida por la gravedad de su nueva lista para permitir que el politiqueo de la oficina la desconcentrara de su misión. Raley había terminado de posicionar las dos largas pizarras blancas en un ángulo de ‘V’ abierto contra el muro de ladrillos pintado de la oficina, y ella fue directa a trabajar, preparando primero la Pizarra del Asesinato de la desconocida.
En la parte de arriba de la pizarra de la izquierda, Heat enganchó impresiones a color de ocho por diez de la víctima desde varios ángulos: un primer plano facial, una vista de un lado de su cabeza; una foto desde arriba de su cuerpo en posición fetal dentro de la maleta; y una vista detallada de la puñalada. A parte de estas, colocó fotos del camión de reparto desde cinco ángulos: de frente, desde atrás, de los dos lados, y una desde arriba que ella había pedido al fotógrafo de la Unidad de Evidencias que la cogiera desde una salida de incendios. En la ciudad de Nueva York la gente hace lo que sea por mirar hacia la calle de abajo desde sus apartamentos y oficinas. La vista de la parte de arriba de la caja de carga, incluyendo sus acusadores graffitis, posiblemente tocase un recuerdo de los testigos y eso ayudase a rastrear el viaje del vehículo. Cualquier información como esa, aunque sea pequeña, podría aclarar cómo y cuando la maleta consiguió meterse en el camión. O quién lo puso allí.
Un estallido de aplausos le hizo girarse de las pizarras. Jameson Rook había entrado en la oficina por primera vez desde que interceptara una bala para salvar su vida, y toda la brigada se puso en pie, vitoreándole. La intensidad del aplauso creció mientras agentes, civiles y detectives de otras brigadas en la estación se reunían en la puerta detrás de Rook y se unían al vitoreo. Él parecía desconcertado y atrapó los ojos de Heat, claramente moviéndose hacia el espontáneo grupo de bienvenida. Como si la mañana no hubiese sido lo suficientemente emocional para ella, Nikki se encontró a sí misma con un nudo en la garganta en su recibimiento y todo lo que un gesto como ese significaba de la fraternidad de policías, quienes no eran conocidos por las manifestaciones abiertas de sentimientos.
Cuando se terminó, Rook pasó una mano por uno de sus ojos, tragó saliva duramente, sonrió a la audiencia, y dijo, “Dios, ¿Hacéis esto a todo el mundo que trae café?” Durante sus risas, cruzó hacia Nikki y le tendió una taza de papel. “Aquí tienes. Café grande con leche descremada y dos cucharas de vainilla sin azúcar.”
“Perfecto,” dijo, y tan pronto como lo hizo, la cara de Randall Feller miró a su alrededor desde detrás del Detective Ochoa, llevando una ofendida expresión.
Rook se dio cuenta de que el grupo había permanecido en su lugar, mirándole. “Supongo que debería decir unas palabras.”
“¿Tienes?” dijo el Detective Raley, provocando más risas.
“Sólo por eso, lo hare. Pero seré rápido.” Señaló las Pizarras de Asesinato detrás de Heat. “He oído que hay algunos casos nuevos para ser resueltos, y no quiero retrasarlos.”
“Demasiado tarde,” dijo Nikki, pero estaba sonriendo y ambos rieron.
“Supongo que un ‘gracias’ es mi comienzo y final. Gracias por el apoyo, las tarjetas, las flores… Aunque una enfermera sexy no habría sido mal recibida.”
“Siempre que él no tuviese mucho pelo en la espalda,” dijo Ochoa.
Rook continuó, “y lo diré por última vez. Gracias a los Detectives Raley y Ochoa. Roach, gracias por arremangaros las mangas de la camisa para mi transfusión esa noche. Supongo que ahora nos convierte oficialmente…”
“Espeluznante,” gritó el Detective Rhymer, que había bajado de Robos.
“No, hombre, está bien,” dijo Ochoa. “¿Sabes lo que ahora tienes, Rook? Tienes el poder de la Sangre Roach.”
Raley añadió, “úsala sabiamente.”
Nikki se aclaró su garganta. “¿Hemos terminado?”
“Hemos terminado,” respondió Rook.
Heat se volvió oficial. “Mi brigada, tiren de las sillas para la sesión informativa.”
Mientras que los visitantes de los departamentos y su gente empezaban a formarse alrededor de las Pizarras del Asesinato, Rook se acercó y la estudió, hablando en una suave voz. “Oye. ¿Lo estás llevando mejor desde nuestra llamada?”
Ella se encogió de hombros ambivalentemente. “Estaré bien. Pondré el golpe detrás de mí. Estoy un poco en modo tarea. Excepto que tuve un Iron-cerrado.” Rook siguió su mirada hacia Irons, que estaba todavía en su oficina con Hinesburg. “Me está poniendo obstáculos en darme horas extras y recursos.”
“Zángano.”
“No sé que puedo hacer para convencerle.” Ella se sacudió. “Oye, gracias por el café. ¿Alguna posibilidad de que puedas pasarte por mi apartamento para ver qué hizo el terremoto?”
“Ya lo hice. Mínimas roturas. Volví a enderezar las fotos, refruté el bol de las frutas, recoloqué tus chucherías, y olí el tubo del gas. Todo está bien. Oh. Excepto que tu ascensor no funciona. Tres pisos no fueron un picnic, pero soy un veterano.”
Nikki se lo agradeció, pero en vez de decir ‘de nada’, él cogió una silla. “¿Qué estás haciendo?”
“Consiguiendo asientos de primera fila, para mi sesión informativa.” Leyó la objeción de ella y dijo, “vamos, ¿Realmente no creías que iba a hacer todo el camino hasta aquí para traerte tu café? ¿Verdad?”
Heat empezó con los detalles. El titular principal, no necesitaba ponerlo en palabras. No con este grupo. Esto sonaba alto y claro para cualquiera en esa sala que conociera a la detective jefe y su historia. Si eso no lo decía, las pizarras en paralelo y su conducta superconcentrada lo hacían. Este era El Gran Caso. El caso de toda la vida de Nikki Heat.
La tensión se podía cortar. Nadie interrumpía, nadie bromeaba. Nadie quería explotar esto por ella. Todos ellos compartían un pensamiento: traer este caso a casa para la Detective Heat.
Rápidamente recapituló el descubrimiento de la maleta por la brigada de artificieros, usó fotos de la desconocida como referencia para su gran tour de la víctima, explicando su estado de congelación, su falta de DNI o efectos personales, y aparentemente –pero sin confirmar- muerta por una única herida de puñalada en la espalda, expertamente hecha. Lo siguiente que indicó fue la colección de fotos del camión. “El conductor está completamente cooperativo, y, según su jefe, estamos estableciendo el horario de los repartidores para ver cuando la maleta se puso allí. Podemos asumir que ésta se depositó durante la ruta de su reparto, pero no quiero suposiciones. Ninguna. Eso nos lleva a nuestra primera tarea. Detective Hinesburg.”
Nikki pilló a Hinesburg con la guardia baja cuando se unía tarde a la reunión procedente de la oficina del capitán. “¿Qué pasa?” preguntó a medio sentarse.
“Quiero que lleves una comprobación del conductor del camión y de cualquiera en el muelle de carga que tenga acceso a ese vehículo antes de que se pusiera en marcha esta mañana. Eso significa de cualquiera que lo limpiara, que lo cargara, lo inspeccionara, o cualquiera que pudo haber deslizado la maleta dentro antes de que este dejara la comodidad.” Hinesburg encontró un asiento y asintió. “Sharon, ¿Quieres apuntar algo de esto?”
“No, lo tengo.” Y después, mientras Nikki procedía con la explicación, Hinesburg añadió, “si el conductor llamó al 911, probablemente nosotros no le tengamos a él como nuestro hombre, ¿No? ¿Eso no es un poco de pérdida de tiempo?”
Si pensaras que los bocadillos fueran visibles en la vida real, el que estaría encima de la cabeza de Heat habría dicho, ‘apuesta por ello’. Nikki había aprendido que la mejor manera para contener el daño que hacía Sharon Hinesburg en un caso era darle tareas donde su pereza y los detalles en el trabajo poco rigurosos hacían el menor daño. “Supongo que sólo lo sabremos después de que te ocupes, Detective.” Ella escaneó la sala. “Detective Feller.”
“Yo.” Se había inclinado hacia delante, intencionadamente, con su codo en los muslos de sus vaqueros. Al oír su nombre, se irguió y alistó su bolígrafo.
“Trabajaras en la ruta de reparto. Eso no sólo significa comprobar los trabajadores de todos los delis y bodegas en las que se paró, sino ¿Dónde paró para repostar? ¿Dejó el camión para usar los baños? ¿Tenía una aventura en la carretera que le hizo aparcar para un polvo rápido? ¿Separa la comida de los envases y lo hecha en los de su tío con la puerta de carga abierta? Ya pillas la idea.”
“Estoy en ello.”
“Comunícate con Raley. Como nuestro Rey de Todos los Medios de Vigilancia va a encontrar todas las cámaras de seguridad funcionando en la ruta de reparto. ¿Y Rales?” El detective levantó su barbilla hacia ella, señalizando una completa atención. “Por supuesto esperamos resultados de archivo de la maleta y la persona o personas que lo pusieron en el camión, pero también escrudiña el vídeo para buscar testigos oculares. Peatones, nuevos vendedores –ya sabes lo que quiero.”
“Cualquiera que vio el camión y cualquier cosa que ocurriera en los alrededores, donde fueron,” contestó el Detective Raley, haciéndolos sonar desalentador y factible a la vez.
“Detective Ochoa, tú comprueba las huellas tan pronto como consigamos una serie de muestra. También, contacta con el Centro del Crimen a Tiempo Real. Mira que es lo que su base de datos escupe tan lejos como llamadas de disturbios, mujeres gritando, incluso si lo han clasificado como disputas domésticas.”
“¿Tenemos línea de tiempo?” preguntó Ochoa.
“No podemos asegurar la hora de la muerte hasta que la Oficina del Forense pueda hacer algo de trabajo de laboratorio extra después de que el cadáver se descongele, por lo que tentativamente dejemos la zona mortal en las pasadas cuarenta y ocho horas y ampliémosla más tarde, si eso es lo que tenemos que hacer.”
Mientras ella anotaba eso en la pizarra, Feller preguntó, “¿Piensas que esto pueda ser obra de un asesino en serie? A mí no me importa pasar el modus operandi por la base de datos. También ver como los dos asesinatos concuerdan con tiempos de liberación de prisión, cosas como esa.”
“Buena idea, Randy, haz eso.”
“¿Y si esto es solo un coincidencia?” preguntó Sharon Hinesburg.
Los otros detectives se movieron inquietos en sus sillas. Ochoa incluso hundió su cara entre ambas manos.
“Creo que sabes lo que pienso sobre las coincidencias, Sharon,” dijo Nikki.
“Pero existen, ¿Verdad?”
“Vamos,” dijo Feller, incapaz de contener su desprecio. “¿Quieres decir que hay un asesino diferente con el mismo modus operandi sólo para desafiar todas las posibilidades y poner un cuerpo en la maleta que era propiedad de una anterior víctima? Si eso es posible, me voy a comprar un ticket de lotería.”
Mientras que las risas burlonas se calmaban, Heat dijo, “te diré qué. Sólo para cubrir la base, vamos a comprobar con eBay y las tiendas de segunda mano del área para ver si conseguimos algún rastro de la maleta.” Y después, para mostrar cuanta fe Nikki ponía en esa pista, ella dijo, “Sharon, ¿Por qué no trabajas también en eso?”
Entonces Heat bajó su mirada a una foto en la mesa, y cuando la miró, la energía que había estado llevando desde su descubrimiento en la Avenida Columbia tomó un ligero descanso. Entonces se irguió, dispuesta a volver llena de energía, y sujetó la foto de ocho por diez para que ellos la vieran. “Esto…” dijo, se tuvo que frenarse de lleno, temiendo que su voz se rompiera. Algo se movió en su periferia. Era Rook juntando sus manos y apretándolas delante de él en un gesto de fuerza. Ese pequeño secreto la reforzó, y Nikki sintió un ataque de gratitud y agradeció de que no le hubiese echado a patadas de allí, después de todo. Serenándose de nuevo, resumió, “esto es una foto detallada del fondo de la maleta.” La puso en la esquina superior derecha de la pizarra de la Desconocida. La sala silenciosa crujió con el sonido de los cinturones de Sam Browne mientras ellos se inclinaban hacia delante para una mejor vista. La cámara de la Unidad de Evidencias había iluminado desde el verde azulado a un cielo en el mediodía. En el centro de la foto, dos iniciales estaban fuertemente marcadas en la maleta: N H.
Mientras la brigada silenciosamente absorbía el inquietante significado –esa niña pequeña cuyas manos habían marcado la maleta ahora estaba de pie frente a ellos- la mano de la niña pequeña pegó con un golpe la foto duplicada de las iniciales en la Pizarra del Asesinato 2. “Aquí está nuestra conexión,” dijo la Detective Heat, accediendo a una reserva de frialdad y control en negación de su confusión emocional. “Nuestra pista más caliente nos lleva al homicidio sin resolver de hace diez años de Cynthia Trope Heat.” Trazó una marca invisible y fuerte en el aire entre la foto de sus iniciales en ambas pizarras. “Este caso va a ayudarnos a resolver el antiguo caso sin resolver.”
“Y viceversa,” dijo Roach, al unísono.
“Maldición, claro que sí,” dijo Nikki Heat.
Mientras el grupo se rompía para trabajar en sus tareas, el Detective Feller hizo su camino hacia Heat a través de la dispersa multitud. “Romperemos este,” él dijo. “En mi mente, este es mi único caso.”
“Gracias, Randy. Significa mucho.” Él esperó, quedándose de pie allí y mirando como si quisiera decir algo más. Una vez más, Nikki leyó el silencioso enamoramiento que estaba en su cara. Ella se había dado cuenta desde su primer día en que habían cruzado caminos el otoño anterior, cuando su taxi encubierto había respondido primero a su llamada de oficial en peligro. Desde entonces, este policía de la calle sin disciplinar y rebelde se había convertido en el chico tímido del instituto cuando estaba a solas con ella.
“Escucha, me estaba preguntando. Si no te has juntado con alguien todavía…” Él lo había dejado allí, dejando que ella averiguase como tratar con eso, cuando Rook se abalanzó.
“De hecho, estaba pensando que la Detective Heat y yo nos emparejaríamos en este caso.”
Feller miró a Rook de arriba y abajo como si hubiese acabado de saltar fuera de un coche de payaso. “De verdad.” Y entonces él se giró de vuelta a Nikki. “Estaba pensando que un detective veterano podría trabajar mejor que… un escritor de carretera. Quizás simplemente sea yo.”
“¿Quieres decir el escritor de carretera que consiguió que le dispararan para salvar su vida?”
Nikki dijo, “um, vale, escuchad.”
“Quiero decir un veterano policía que consiguió que le dispararan para salvar su vida,” dijo Feller, echando hacia atrás sus grandes hombros y acercándose medio paso hacia Rook.
“Sé cómo resolver esto,” Rook dijo. “Piedra, papel, tijera.”
“Estás dentro.”
Nikki dijo, “¿En serio? No, no vais a jugar a piedra, papel o tijera.”
Rook se inclinó cerca de ella y susurró, “no te preocupes. Conozco al tipo. Los hombres macho como él siempre juegan con piedra.” Y antes de que ella pudiese protestar otra vez, él contó, “uno, dos, tres, saca.” Y él sacó su mano plana para papel –con las tijeras de Feller.
El Detective se desternilló de risa. “Ja-ja. Agradable jugar contigo, Rook.”
“Siento tiraros el agua fría en esta danza de pavos reales,” dijo Heat, “pero Randy, tengo plantes para ti que pondrían tus talentos en un mejor uso que duplicar esfuerzos conmigo. Y ¿Rook? No te lo tomes de forma personal, pero este no es un caso en que quiera tropezar contigo cada vez que me giro.”
“Dios, ¿Cómo podría tomarme eso personalmente?”
Entonces el Capitán Irons apareció detrás de ellos. “Mr. Jameson Rook. Bienvenido de nuevo a la 20.” Una sonrisa de cámara de comercio tiró de la cara carnosa del capitán. Él chocó de lado con el Detective Feller para alcanzar la mano de Rook y apretarla en un sereno estrechamiento mientras golpeaba su hombro. “¿A qué debemos el honor? ¿Quizás esté escribiendo una nueva historia?”
Los intentos descarados del comandante de la comisaría para auto-promocionarse eran siempre embarazosos, pero claramente no para él.
Wally Irons, quien una vez accidentalmente tiró a un niño después de su rescate de Alerta AMBER mientras se apuraba para conseguir que su cara saliese en frente de una cámara de televisión, careciendo del gen de la vergüenza cuando se trataba de masajear a la prensa. Pero Jameson Rook se había pasado una carrera tratando con tipos como este y no se perdía una ronda. De hecho, agarró la oportunidad para una causa.
“Hm,” dijo. “Depende. Pienso que hay una historia aquí, ¿Capitán?”
“Uh, Rook,” le precavió Heat.
“Patos en un barril,” Irons dijo, sonriendo. “Para mí, esta nueva evolución lanza un grito de reiteración de tu artículo anterior de mi Detective Heat.” Nikki intentó conseguir la atención de Rook, perforándole con sus ojos y sacudiendo su cabeza en un ‘no’. Rook sabía cuánto ella odiaba la atención de su historia de portada en First Press y lo que había traído, pero Rook pretendía no notarlo.
“¿Una investigación?” dijo, como si se tomase por el movimiento. Iron dijo, “para mí, es una obviedad.”
“Bueno, tu eres el experto aquí,” dijo Rook, y el rápido ‘gracias’ del capitán certificó que el insulto había pasado por encima de su cabeza. “Podría tener algún mérito. No soy el editor, aunque, no me tientes. Pero me gusta.” Rook acarició su barbilla y dijo, “supongo que esto dependería de la acción, no solo un refrito, Capitán.”
“Te oigo.”
“Por ejemplo, sé que la Detective Heat está totalmente entregada y también lo está su brigada. Pero la historia realmente se consigue más fácil para mí para vender a un editor si se vuelve más grande. Asumo, que en tu papel de líder, ya has calculado todas las fuerzas que puedas.” Él se resistió de guiñarle a Nikki mientras continuaba, “por ejemplo ¿aclarando las horas extras? y… no se… ¿aprovechando efectivos de otras brigadas y comisarías?”
Una nube cruzó por encima de la frente de Irons. “Está por llegar”
“Ve, eso es algo nuevo con lo puedo seguir. Un comandante de comisaría luchando con la burocracia para reunir los recursos para sus detectives. Un líder que puede agrietar un caso sin resolver y congelar otro en el mismo golpe.” Se rió entre dientes. “¡Sabes: Titular!”
El capitán asintió como un muñeco cabezón y se giró hacia Nikki. “Heat, sigamos adelante con los recursos de los que hablábamos antes.”
“Gracias, señor.” Medio sonrió a Rook.
“Y también estaba pensando, Capitán Irons.”
“¿Si?”
“Ahora que estoy de vuelta al cien por cien, probablemente no sería una mala idea para mí volver al acuerdo que tenía con mi primer artículo y ser compañero con la Detective Heat. Es una forma genial de investigar, además me ayudará a documentar los frutos de tu comisaría desde el nivel de la calle por lo que –si esto se convierte en un artículo- yo ya estaría con las botas en el terreno.”
“Hecho,” dijo Irons. Feller sacudió su cabeza y se marchó.
“Heat, parece que el dúo dinámico de carretera vuelve de nuevo,” dijo el capitán en su camino de vuelta a su oficina.
“¿Algo más con lo que pueda ayudarte, Detective?” preguntó Rook.
“Simplemente quiero que quede constancia de esto, después de ese despliegue manipulativo tuyo, ahora sé que eres astuto y no puedes ser de confianza. Nunca.”
Rook simplemente sonrió a Heat y dijo, “de nada.”
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias Lastral por este nuevo capítulo, se te agradece este trabajo.
Delta5- Escritor - Policia
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
¡Venga que a este paso lo tenemos para Semana Santa completo!
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Beckett escribió:¡Venga que a este paso lo tenemos para Semana Santa completo!
Anda que pronto!!! Yo que no esperaba que lo terminarás de revisar antes del verano.
Delta5- Escritor - Policia
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Reviso el capítulo antes de que se suba, así que si vamos haciendo lo podemos acabar bastante pronto.
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Beckett escribió:¡Venga que a este paso lo tenemos para Semana Santa completo!
Claro que si!!!!
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Ohhh.
Mil gracias por traducir el libro, acabo de terminar Heat Rises y no podía esperar a que saliera Frozen Heat en español
Mil gracias por traducir el libro, acabo de terminar Heat Rises y no podía esperar a que saliera Frozen Heat en español
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola xicos.
Esta vez os voy a dejar la primera parte del tercer capitulo ya que en una semana no voy a poder traducir nada porque estoy de viaje y no queria dejaros tanto tiempo sin ningun capitulo.
Como siempre, espero que os guste. Muchas gracias a todos por seguir esta traduccion y por vuestros comentarios.
Disfrutadlo y comentar para bien o para mal
CAPITULO TRES-PRIMERA PARTE
Rook desapareció hacia el maltrecho escritorio en la esquina donde él solía colocarse durante sus días de carreras, arrastrando la misma silla huérfana con las locas ruedas donde él siempre terminaba. Heat inmediatamente se metió en su ordenador para intentar agarrar la mano de obra antes de que el Capitán Irons se diese cuenta de él había acabado de conseguir su selecto bolsillo. El Detective Rhymer hizo un buen ajuste de Robos, por lo que ella puso su oferta en él. Como compañeros, Malcom y Reynols –también de la Unidad de Robos- donde son tan formidables como los Roach. Ella había oído que el dúo ya estaba prestado para trabajar de encubierto para Vigilancia y Fugitivos, pero ella le envió un e-mail a su capitán de todas formas, preguntando por su uso y transferencia en su personal IOU entre las líneas.
Randall Feller volvió al escritorio de Heat sin mostrar ningún indicio de molestia más que el conseguido básicamente por el ser comprobado por Rook minutos antes. El detective, como cualquiera en esa sala, tenía su cabeza sólidamente en la tarea. Él la dio las fotocopias que había sacado de la hoja de ruta del conductor del camión para que ella lo examinara. “Voy a golpear los ladrillos con esto y conseguir entrevistas en sus paradas antes de los cambios de turno y los recuerdos de la gente se vayan al sur. A sí que ya sabes, estoy arrancando a Raley de su esposa en el trabajo para que él pueda venir conmigo y mire las cámaras de seguridad.”
“Ochoa lo entenderá por un día. Su unión es más profunda que eso,” ella dijo con una seca sonrisa antes de que él se marchara.
Una de las ayudantes de administración grito a través de las charlas de la oficina que Lauren Parry estaba en espera desde la oficina del coronel. Heat levantó su teléfono antes de que ella terminara la frase.
“Tu e-mail decía que no me preocupara por ser una lata,” dijo la forense.
“¿Tú, Lauren? Nunca. Especialmente si es para buenas noticias.”
“Lo son.”
“¿Tienes una identificación de mi Desconocida?”
“No todavía”
“Entonces no son buenas noticias para mí, amiga.” Nikki le dio a su golpe un nuevo toque, pero la verdad vivía dentro de una suave envoltura.
“¿Y si te dijera que ya he conseguido algo de flexibilidad en las articulaciones?”
Heat cogió un bolígrafo y se sentó en su escritorio. “Estamos mejorando hacia bastantes buenas noticias, Laur. Sigue.”
“Primero de todo, esto nos dice que nuestra Desconocida no estaba en una congelación sólida.” La Detective imaginó un pavo de Acción de Gracias saliendo como una piedra del congelador y le dio un codazo hacia un lado al pensamiento. “El significado de esto es útil en múltiples sentidos, Nikki. Yo la puse enfrente de ventiladores oscilantes para devolverla gradualmente a la temperatura ambiente para no destruir tejido, y el movimiento de la articulación significa que nosotros deberíamos ser capaces de examinarla más pronto que tarde.”
“¿Cómo de pronto?”
“Esta tarde.” Y la Forense añadió, “pero aparte de eso, su estado de semicongelación nos cuenta que ella no consiguió meterse a bordo del camión a medianoche en el envasador de alimentos. Tantas horas dentro de una caja desolada a menos bajo cero la habría solidificado bastante bien, por lo que puedo hipotetizar –al menos por ahora- que ella fue cargada en algún lugar a lo largo de la ruta después de que el camión se marchara temprano esta mañana.” Heat consideró apartar a la Detective Hinesburg de su tarea en el muelle de carga y después reflexionó. Mejor que Sharon hiciera un pequeño lio allí que un gran daño en algún otro lugar. “Esto también significa que hay una oportunidad de que pueda darte una hora más exacta de de la muerte desde que probablemente no haya ninguna ruptura de las paredes celulares por los cristales de hielo. Si tenemos suerte allí, yo puedo conseguir una decente dimensión de melatonina de la glándula pineal y orina para una ventana exacta de la hora de la muerte.”
La Detective Heat había trabajado en suficientes autopsias para agarrarse a todos los indicadores y formular las correctas preguntas. “¿Estás viendo algo de hipotermia?”
“Negativo.”
“¿Por lo que podemos asumir que ella ya estaba muerte cuando se llego a exponer a las temperaturas del frigorífico?”
“Definitivamente apostaría por eso,” dijo la Dr. Parry. “Una cosa más. Yo debería tener pronto la suficiente flexibilidad digital para conseguir algunas huellas dactilares para ti. Sé que necesitas esto para ayer, pero estoy siendo paciente para no rasgar tejido siendo precipitada.”
“¿Cómo de pronto?”
“Chica precipitada.”
“¿Cómo de pronto?”
“Dentro de una hora, seguro.”
“Oye, ¿Lauren?”
“¿Si?”
“Estas son buenas noticias,” dijo Nikki. “Gracias por ser una lata.”
Después de que ella colgara, Rook apareció para unirse a ella y dijo, “sabes que si no estuviésemos en tu lugar de trabajo, te daría un masaje de hombros o un abrazo, o ambos.”
“Gracias por no hacerlo.”
“Eres mi heroína, de verdad. No sé ni siquiera como lo estas afrontando.”
“No lo hago,” ella dijo. “Por favor, no aquí, no ahora.”
“Suficiente.” Él levantó ambas manos en un gesto de rendición.
Rook la conocía lo suficientemente bien para saber eso, a pesar de toda la pasión que hierve por dentro, Nikki venía equipada de fábrica con un cortafuegos que lo mantenía cerrado. Sus sentimientos corrían profundos y calientes, lo que lo convertía en un trabajo de por vida para compartimentarlo.
Jameson Rook inesperadamente sostenía algunas llaves para esos cerrojos y sabiamente dejo el asunto caer. Él cambio el tema con una inspección de la sala, la cual vibraba con un nivel de actividad que nunca había visto antes. “Parece que has conseguido que el capitán deje las cosas tranquilas, Detective Heat. ¿O es Capitana? Difícil saberlo estos días.”
“Es un comienzo.” Fue todo lo que se permitió decir.
“Y ¿Qué planeas hacer?”
“¿Yo? Seguir guiando a la manada. Rogar, pedir prestado, y robar un puñado de agentes para que salgan y sondeen los alrededores con la foto de la Desconocida, tan pronto como tenga una pista de por donde mostrarla. Quizás de un paseo hacia la Oficina Médico Forense para navegar por la autopsia cuando ella se descongele.”
“Creo que tu y yo tenemos un trabajo más importante que hacer.”
Nikki le dio la mirada de soslayo cautelosa que tantas veces él había visto. “¿Por qué esto ya no me está gustando?”
“Lindo,” él dijo. “Siempre tu primera reacción. ¿Hasta qué? Una dulce justificación.” Él se alejó hacia las Pizarras de los Asesinatos, y, después de vacilar, ella se rindió y le siguió. Cuando Nikki llegó allí, él se encontraba de cara a las dos pizarras, equilibrando sus manos como escalas. “¿Soy yo o parece haber un poco de desequilibrio?”
“Primero de todo, un diez por gramática.”
“Todo parte de la caja de herramientas del escritor,” dijo Rook.
“Y, segundo, sí, yo centre mi sesión de información en el nuevo asesinato. Los detalles del caso de mi madre son muy extensos para ponerlo en una pizarra.” Ella se tocó la sien. “Pero confía en mí, esta todo aquí.”
“Eso es por lo que,” él dijo, igualando el movimiento de ella golpeando la casi en blanco pizarra, “nosotros necesitamos concentrar nuestros esfuerzos aquí.”
“Rook, he estado allí. He vivido con eso durante casi una década.”
“No conmigo, no has estado conmigo.”
“Pero no puedo perder la tracción del nuevo caso.”
“Vamos, te has dicho a ti misma que resolviendo uno, resolvemos el otro.” Él extendió sus brazos hacia la animada sala de su brigada. “Tú ya has conseguido un plato perfectamente hilado. ¿Qué pierdes por clasificarlo a través del caso antiguo con tu experiencia y mis frescos ojos?”
“Pero eso significa ir hacia atrás. Más de diez años.”
Él sonrió y asintió. “Con mis disculpas a Prince, vamos a asociarnos como si fuera 1999.”
“Prince posiblemente te perdone pero me excluyo.” Rook se mantuvo firme, afirmando la lógica de su idea dejando un impetuoso silencio y a sus vacilantes cejas hacer su trabajo. Al final, ella dijo, “nosotros no tenemos tiempo de pasar por todo el caso entero.”
“Bueno, ¿Y si empezamos hablando con el jefe de detectives de este?”
“Él se jubilo,” ella dijo, la rapidez de su contestación se proyectó para decirle que ella no solo se sujetaba a los detalles sino que también esto no sería una pequeña tarea. “¿Quién sabe dónde está ahora?”
“Yo no sé ahora mismo, pero hoy al mediodía Carter Damon, NYPD, jubilado, estará en el P.J. de Clarke en la 63 Oeste comiendo con nosotros.•”
“Rook, eres incorregible.”
“Lo sé. Intente ser corregible una vez. Duro un verano justo antes de la pubertad. Ser corregible fue un poco aburrido. Incorregible no solo es más divertido, sino que también consigo mentir mucho. Lo cual también es divertido.” Él comprobó su reloj. “Oh, las doce menos cuarto. Metro, o ¿Nos llevas hasta nuestra cita?”
Rook no dijo mucho en el corto camino hacia la estación de la calle 79. Él mantuvo una activa caminata para frustrar a Nikki de cambiar de idea y quedarse en la comisaría para probar al nuevo líder en lugar de retroceder en el tiempo con él. De pie en el pasillo del vagón del metro a dos paradas hacia el sur, ella dijo, “¿Ya sabías el nombre del investigador jefe? Y ¿Dónde lo encontraste?”
“Simplemente digamos que necesite un hobby durante mi recuperación. Un tio no puede únicamente ver muchas telenovelas.” Las puertas se abrieron y ella le siguió hacia el exterior del andén.
La estación de metro de la Calle 66 Oeste estaba siempre ocupada sobre la hora del almuerzo; sin embargo, el daño por el terremoto hizo al pelotón de humanidad extra-densa ese día. Los raíles y estructura del metro habían sido aprobados por los ingenieros del MTA, pero los daños superficiales todavía seguían necesitando una limpieza y los andenes estaban reducidos por la mitad por cintas de precaución para mantener a los viajeros lejos de todos los azulejos que se habían caído de los muros. Muchas paradas de metro en la cuidad tenía instalaciones de arte público con temas de su vecindario, y también en su parada; la del Centro Lincoln con las Artes Escénicas tenía un impresionante mosaico en el muro extendiéndose por todo el ancho de la estación. Trozos enteros de la obra maestra se habían fracturado en el temblor de la mañana, enviando cachos de cristales de guerreros disfrazados, cantantes de ópera, y gimnastas haciendo volteretas hacia atrás al suelo. El ascensor que subía hacia la acera también había sido etiquetado como fuera de servicio, y Heat y Rook se encontraron bloqueados por una mujer mayor luchando en su camino por subir las escaleras. Ellos se presentaron a ella con sus nombres y cada uno le ofreció a Sylvia un brazo para que se agarrara para subir los restantes cinco escalones. Un extraño detrás de ellos, de clase baja procedente del Uptown con el cuello y brazos llenos de tinta golpeo el hombro de Heat. Después él se ofreció voluntario para cargar con la vieja mujer. Bienvenidos a la Ciudad de New York en una emergencia. Arriba del todo, Sylvia les dejo por Barnes & Noble, dándoles cantarinamente las gracias a Heat, Rook y el extraño, que se había ido silenciosamente por su camino en la otra dirección, hacia Juilliard. Nikki se dio cuenta de que él llevaba un estuche de clarinete sobre sus hombros.
Andando por el Parque Dante donde Broadway se cruza con Columbus, ellos vieron una pequeña reunión de manifestantes bajo la escultura de Philip Johnson Time gritando advertencias del juicio final hacia ellos sobre el augurio del terremoto. Una sacudió una pancarta casera a Nikki mientras ella pasaba. Este leía, “¡El final está cerca!” Cruzando la calle hacia el restaurante, ella se paro para volver a mirar a las palabras en la pancarta y lo espero. Después Jameson Rook la cogió del codo y la escoltó de vuelta al principio.
El P.J. de Clarke en la Plaza Lincoln se había abierto hace solo dos años para empresas pero ya vibraba a los salones del antiguo New York, el tipo de garito donde puedes conseguir una buena hamburguesa y una cerveza helada o pedir algo fresco de la barra sin una tarjeta sanitaria. El original P.J.’s, que abrió en el East Side hace más de un siglo , fue donde Don Draper y sus compañeros locos pasaban el rato, como hicieran hace mucho tiempo en la vida real personajes como Sinatra, Jackie-O, y Buddy Holly, quien allí pidió en matrimonio a su mujer en su primera cita. Cuando Nikki Heat siguió a Rook a través de la madera envejecida del suelo hacia su mesa, ella solo se fijaba en una cara familiar. Él no era una celebridad pero hacía que sus rodillas se debilitaran.
Carter Damon probablemente estuviese jubilado del NYPD, pero los hábitos de un policía se quedan arraigados, y él se sentó con su espalda a la pared para poder vigilar la sala por encima de su Bloody Mary. Se levantó para estrechar sus manos pero mantuvo su mirada en Nikki, incluso cuando se la estaba estrechando a Rook. Algo roto acechaba en esa mirada; algo que, para ella, era tristeza o incomodidad o, quizás, vodka. A lo mejor todo lo anterior.
“Has crecido,” Damon dijo mientras todos se sentaban. “Yo simplemente me hago mayor.”
Seguro, él tenía más sal con la pimienta de su corte de pelo y el bigote de los 80’, y algunas bolsas habían empezado a hincharse en sus ojos, pero Damon, a sus cincuenta años, todavía seguía teniendo el cuerpo delgado de un hombre que se mantenía en forma. Él encajaba perfectamente dentro de la imagen congelada que ella tenía en su cabeza de la primera vez que le vio en la peor noche de su vida.
“Siento tu perdida” habían sido sus primeras palabras. Nikki, con diecinueve años entonces, miro a la flotante cabeza desde donde ella estaba sentada en la silla del cuarto de estar al lado del piano. Ella no le había sentido aproximarse. Perdida en una niebla, ella se había quedado paralizada por la sangre de su madre, todavía húmeda pero fría en los muslos de sus vaqueros de cuando Nikki había acunado su cuerpo en el suelo de la cocina hasta que los paramédicos y la policía finalmente la habían convencido para que se alejara. Mientras que el Detective Damon se presentaba, los flashes de las cámaras de la cocina se iluminaban detrás de él, cada una haciéndola encogerse. Cuando le había dicho que él sería el detective que investigaría el crimen, la precisa palabra –“crimen”- salió puntual, como un relámpago, por un doble flash que la sacudió, arrancando la bruma, y lanzándola en un estado de alerta, en una claridad mucha más enfocada, que había convertido cada minuto detallándolo como en una tienda de videos digitales. Ella se había dado cuenta de que su placa estaba en el bolsillo del pecho de su abrigo de deporte, pero en vez de vestir una camiseta para debajo de la ropa, él llevaba una vieja y manchada camiseta de Jets con un cuello raido, como si hubiese salido corriendo desde su casa hasta allí, su noche anterior a Acción de Gracias se volvió patas arriba por una llamada de teléfono del Despacho de la Oficina de Médico Forense. Un 911 de un apartamento del Parque Gramercy, Unidades respondiendo. Informando de un posible homicidio. Sospechoso o sospechosos huyeron antes de descubrirlo.
Nikki había estado a dos bloques de lejos, en el pasillo de las especias del supermercado Morton Williams, cuando eso ocurrió. En perspectiva, eso siempre parecía tan trivial, tan banal, estar pasando sus dedos por la fila alfabética de frascos, su mayor problema en el mundo era intentar encontrar canela en palitos –palitos, no en polvo- mientras su madre la estaba llamando en su último aliento. Emocionada por haberlos encontrado, ella tenía su teléfono para hacer un baile de la victoria y preguntar si ella necesitaba algo más. Después de seis tonos el contestador grabo la llamada. “Hola, este es el contestador de Cynthia Heat. No puedo cogerlo-“ y después un chillido de comentarios mientras su madre lo cogía. Ella había estado amasando la base de los pasteles para hornear y tuvo que limpiar la mantequilla de sus manos antes de que pudiera coger el teléfono. Y, como de costumbre, ella no sabía cómo apagar el contestador sin desconectarlo, por lo que le dejo seguir, registrando todo mientras Nikki escuchaba.
“Quizás necesite leche en polvo. Tengo una lata abierta en el frigorífico, déjame ver cuando queda.” Después un estallido de cristal seguido por el grito de su madre. Nikki había gritado lo suficientemente alto para que algunas cabezas se girasen en el supermercado. Su madre no la había respondido, solo volvía a gritar, y el teléfono se cayó, golpeando en el suelo. Para entonces Nikki había abandonado el super, forzando a abrirse la puerta con todas sus fuerzas, sorteando los coches a través del Parque de la Avenida Sur, gritando a su madre, rogándola que la hablara. Al fondo, ella había oído la apagada voz de un hombre y una breve pelea. Después su madre había gemido, y su cuerpo cayó duro al lado del teléfono, seguido por el sonido metálico de un cuchillo golpeando también el suelo. Entonces Nikki oyó succión, como si la puerta del frigorífico se abriera. Las botellas de vino, enfriadas en la puerta para su Acción de Gracias, habían tintineado. Después ella escucho el chasquido y siseo de una lata de soda saltando al abrirse. Una pausa, después pisadas alejándose, seguido del silencio. Ella todavía tenía un bloque por delante cuando oyó el débil gemido de su madre, y su última palabra. “Nikki…”
Esta vez os voy a dejar la primera parte del tercer capitulo ya que en una semana no voy a poder traducir nada porque estoy de viaje y no queria dejaros tanto tiempo sin ningun capitulo.
Como siempre, espero que os guste. Muchas gracias a todos por seguir esta traduccion y por vuestros comentarios.
Disfrutadlo y comentar para bien o para mal
CAPITULO TRES-PRIMERA PARTE
Rook desapareció hacia el maltrecho escritorio en la esquina donde él solía colocarse durante sus días de carreras, arrastrando la misma silla huérfana con las locas ruedas donde él siempre terminaba. Heat inmediatamente se metió en su ordenador para intentar agarrar la mano de obra antes de que el Capitán Irons se diese cuenta de él había acabado de conseguir su selecto bolsillo. El Detective Rhymer hizo un buen ajuste de Robos, por lo que ella puso su oferta en él. Como compañeros, Malcom y Reynols –también de la Unidad de Robos- donde son tan formidables como los Roach. Ella había oído que el dúo ya estaba prestado para trabajar de encubierto para Vigilancia y Fugitivos, pero ella le envió un e-mail a su capitán de todas formas, preguntando por su uso y transferencia en su personal IOU entre las líneas.
Randall Feller volvió al escritorio de Heat sin mostrar ningún indicio de molestia más que el conseguido básicamente por el ser comprobado por Rook minutos antes. El detective, como cualquiera en esa sala, tenía su cabeza sólidamente en la tarea. Él la dio las fotocopias que había sacado de la hoja de ruta del conductor del camión para que ella lo examinara. “Voy a golpear los ladrillos con esto y conseguir entrevistas en sus paradas antes de los cambios de turno y los recuerdos de la gente se vayan al sur. A sí que ya sabes, estoy arrancando a Raley de su esposa en el trabajo para que él pueda venir conmigo y mire las cámaras de seguridad.”
“Ochoa lo entenderá por un día. Su unión es más profunda que eso,” ella dijo con una seca sonrisa antes de que él se marchara.
Una de las ayudantes de administración grito a través de las charlas de la oficina que Lauren Parry estaba en espera desde la oficina del coronel. Heat levantó su teléfono antes de que ella terminara la frase.
“Tu e-mail decía que no me preocupara por ser una lata,” dijo la forense.
“¿Tú, Lauren? Nunca. Especialmente si es para buenas noticias.”
“Lo son.”
“¿Tienes una identificación de mi Desconocida?”
“No todavía”
“Entonces no son buenas noticias para mí, amiga.” Nikki le dio a su golpe un nuevo toque, pero la verdad vivía dentro de una suave envoltura.
“¿Y si te dijera que ya he conseguido algo de flexibilidad en las articulaciones?”
Heat cogió un bolígrafo y se sentó en su escritorio. “Estamos mejorando hacia bastantes buenas noticias, Laur. Sigue.”
“Primero de todo, esto nos dice que nuestra Desconocida no estaba en una congelación sólida.” La Detective imaginó un pavo de Acción de Gracias saliendo como una piedra del congelador y le dio un codazo hacia un lado al pensamiento. “El significado de esto es útil en múltiples sentidos, Nikki. Yo la puse enfrente de ventiladores oscilantes para devolverla gradualmente a la temperatura ambiente para no destruir tejido, y el movimiento de la articulación significa que nosotros deberíamos ser capaces de examinarla más pronto que tarde.”
“¿Cómo de pronto?”
“Esta tarde.” Y la Forense añadió, “pero aparte de eso, su estado de semicongelación nos cuenta que ella no consiguió meterse a bordo del camión a medianoche en el envasador de alimentos. Tantas horas dentro de una caja desolada a menos bajo cero la habría solidificado bastante bien, por lo que puedo hipotetizar –al menos por ahora- que ella fue cargada en algún lugar a lo largo de la ruta después de que el camión se marchara temprano esta mañana.” Heat consideró apartar a la Detective Hinesburg de su tarea en el muelle de carga y después reflexionó. Mejor que Sharon hiciera un pequeño lio allí que un gran daño en algún otro lugar. “Esto también significa que hay una oportunidad de que pueda darte una hora más exacta de de la muerte desde que probablemente no haya ninguna ruptura de las paredes celulares por los cristales de hielo. Si tenemos suerte allí, yo puedo conseguir una decente dimensión de melatonina de la glándula pineal y orina para una ventana exacta de la hora de la muerte.”
La Detective Heat había trabajado en suficientes autopsias para agarrarse a todos los indicadores y formular las correctas preguntas. “¿Estás viendo algo de hipotermia?”
“Negativo.”
“¿Por lo que podemos asumir que ella ya estaba muerte cuando se llego a exponer a las temperaturas del frigorífico?”
“Definitivamente apostaría por eso,” dijo la Dr. Parry. “Una cosa más. Yo debería tener pronto la suficiente flexibilidad digital para conseguir algunas huellas dactilares para ti. Sé que necesitas esto para ayer, pero estoy siendo paciente para no rasgar tejido siendo precipitada.”
“¿Cómo de pronto?”
“Chica precipitada.”
“¿Cómo de pronto?”
“Dentro de una hora, seguro.”
“Oye, ¿Lauren?”
“¿Si?”
“Estas son buenas noticias,” dijo Nikki. “Gracias por ser una lata.”
Después de que ella colgara, Rook apareció para unirse a ella y dijo, “sabes que si no estuviésemos en tu lugar de trabajo, te daría un masaje de hombros o un abrazo, o ambos.”
“Gracias por no hacerlo.”
“Eres mi heroína, de verdad. No sé ni siquiera como lo estas afrontando.”
“No lo hago,” ella dijo. “Por favor, no aquí, no ahora.”
“Suficiente.” Él levantó ambas manos en un gesto de rendición.
Rook la conocía lo suficientemente bien para saber eso, a pesar de toda la pasión que hierve por dentro, Nikki venía equipada de fábrica con un cortafuegos que lo mantenía cerrado. Sus sentimientos corrían profundos y calientes, lo que lo convertía en un trabajo de por vida para compartimentarlo.
Jameson Rook inesperadamente sostenía algunas llaves para esos cerrojos y sabiamente dejo el asunto caer. Él cambio el tema con una inspección de la sala, la cual vibraba con un nivel de actividad que nunca había visto antes. “Parece que has conseguido que el capitán deje las cosas tranquilas, Detective Heat. ¿O es Capitana? Difícil saberlo estos días.”
“Es un comienzo.” Fue todo lo que se permitió decir.
“Y ¿Qué planeas hacer?”
“¿Yo? Seguir guiando a la manada. Rogar, pedir prestado, y robar un puñado de agentes para que salgan y sondeen los alrededores con la foto de la Desconocida, tan pronto como tenga una pista de por donde mostrarla. Quizás de un paseo hacia la Oficina Médico Forense para navegar por la autopsia cuando ella se descongele.”
“Creo que tu y yo tenemos un trabajo más importante que hacer.”
Nikki le dio la mirada de soslayo cautelosa que tantas veces él había visto. “¿Por qué esto ya no me está gustando?”
“Lindo,” él dijo. “Siempre tu primera reacción. ¿Hasta qué? Una dulce justificación.” Él se alejó hacia las Pizarras de los Asesinatos, y, después de vacilar, ella se rindió y le siguió. Cuando Nikki llegó allí, él se encontraba de cara a las dos pizarras, equilibrando sus manos como escalas. “¿Soy yo o parece haber un poco de desequilibrio?”
“Primero de todo, un diez por gramática.”
“Todo parte de la caja de herramientas del escritor,” dijo Rook.
“Y, segundo, sí, yo centre mi sesión de información en el nuevo asesinato. Los detalles del caso de mi madre son muy extensos para ponerlo en una pizarra.” Ella se tocó la sien. “Pero confía en mí, esta todo aquí.”
“Eso es por lo que,” él dijo, igualando el movimiento de ella golpeando la casi en blanco pizarra, “nosotros necesitamos concentrar nuestros esfuerzos aquí.”
“Rook, he estado allí. He vivido con eso durante casi una década.”
“No conmigo, no has estado conmigo.”
“Pero no puedo perder la tracción del nuevo caso.”
“Vamos, te has dicho a ti misma que resolviendo uno, resolvemos el otro.” Él extendió sus brazos hacia la animada sala de su brigada. “Tú ya has conseguido un plato perfectamente hilado. ¿Qué pierdes por clasificarlo a través del caso antiguo con tu experiencia y mis frescos ojos?”
“Pero eso significa ir hacia atrás. Más de diez años.”
Él sonrió y asintió. “Con mis disculpas a Prince, vamos a asociarnos como si fuera 1999.”
“Prince posiblemente te perdone pero me excluyo.” Rook se mantuvo firme, afirmando la lógica de su idea dejando un impetuoso silencio y a sus vacilantes cejas hacer su trabajo. Al final, ella dijo, “nosotros no tenemos tiempo de pasar por todo el caso entero.”
“Bueno, ¿Y si empezamos hablando con el jefe de detectives de este?”
“Él se jubilo,” ella dijo, la rapidez de su contestación se proyectó para decirle que ella no solo se sujetaba a los detalles sino que también esto no sería una pequeña tarea. “¿Quién sabe dónde está ahora?”
“Yo no sé ahora mismo, pero hoy al mediodía Carter Damon, NYPD, jubilado, estará en el P.J. de Clarke en la 63 Oeste comiendo con nosotros.•”
“Rook, eres incorregible.”
“Lo sé. Intente ser corregible una vez. Duro un verano justo antes de la pubertad. Ser corregible fue un poco aburrido. Incorregible no solo es más divertido, sino que también consigo mentir mucho. Lo cual también es divertido.” Él comprobó su reloj. “Oh, las doce menos cuarto. Metro, o ¿Nos llevas hasta nuestra cita?”
Rook no dijo mucho en el corto camino hacia la estación de la calle 79. Él mantuvo una activa caminata para frustrar a Nikki de cambiar de idea y quedarse en la comisaría para probar al nuevo líder en lugar de retroceder en el tiempo con él. De pie en el pasillo del vagón del metro a dos paradas hacia el sur, ella dijo, “¿Ya sabías el nombre del investigador jefe? Y ¿Dónde lo encontraste?”
“Simplemente digamos que necesite un hobby durante mi recuperación. Un tio no puede únicamente ver muchas telenovelas.” Las puertas se abrieron y ella le siguió hacia el exterior del andén.
La estación de metro de la Calle 66 Oeste estaba siempre ocupada sobre la hora del almuerzo; sin embargo, el daño por el terremoto hizo al pelotón de humanidad extra-densa ese día. Los raíles y estructura del metro habían sido aprobados por los ingenieros del MTA, pero los daños superficiales todavía seguían necesitando una limpieza y los andenes estaban reducidos por la mitad por cintas de precaución para mantener a los viajeros lejos de todos los azulejos que se habían caído de los muros. Muchas paradas de metro en la cuidad tenía instalaciones de arte público con temas de su vecindario, y también en su parada; la del Centro Lincoln con las Artes Escénicas tenía un impresionante mosaico en el muro extendiéndose por todo el ancho de la estación. Trozos enteros de la obra maestra se habían fracturado en el temblor de la mañana, enviando cachos de cristales de guerreros disfrazados, cantantes de ópera, y gimnastas haciendo volteretas hacia atrás al suelo. El ascensor que subía hacia la acera también había sido etiquetado como fuera de servicio, y Heat y Rook se encontraron bloqueados por una mujer mayor luchando en su camino por subir las escaleras. Ellos se presentaron a ella con sus nombres y cada uno le ofreció a Sylvia un brazo para que se agarrara para subir los restantes cinco escalones. Un extraño detrás de ellos, de clase baja procedente del Uptown con el cuello y brazos llenos de tinta golpeo el hombro de Heat. Después él se ofreció voluntario para cargar con la vieja mujer. Bienvenidos a la Ciudad de New York en una emergencia. Arriba del todo, Sylvia les dejo por Barnes & Noble, dándoles cantarinamente las gracias a Heat, Rook y el extraño, que se había ido silenciosamente por su camino en la otra dirección, hacia Juilliard. Nikki se dio cuenta de que él llevaba un estuche de clarinete sobre sus hombros.
Andando por el Parque Dante donde Broadway se cruza con Columbus, ellos vieron una pequeña reunión de manifestantes bajo la escultura de Philip Johnson Time gritando advertencias del juicio final hacia ellos sobre el augurio del terremoto. Una sacudió una pancarta casera a Nikki mientras ella pasaba. Este leía, “¡El final está cerca!” Cruzando la calle hacia el restaurante, ella se paro para volver a mirar a las palabras en la pancarta y lo espero. Después Jameson Rook la cogió del codo y la escoltó de vuelta al principio.
El P.J. de Clarke en la Plaza Lincoln se había abierto hace solo dos años para empresas pero ya vibraba a los salones del antiguo New York, el tipo de garito donde puedes conseguir una buena hamburguesa y una cerveza helada o pedir algo fresco de la barra sin una tarjeta sanitaria. El original P.J.’s, que abrió en el East Side hace más de un siglo , fue donde Don Draper y sus compañeros locos pasaban el rato, como hicieran hace mucho tiempo en la vida real personajes como Sinatra, Jackie-O, y Buddy Holly, quien allí pidió en matrimonio a su mujer en su primera cita. Cuando Nikki Heat siguió a Rook a través de la madera envejecida del suelo hacia su mesa, ella solo se fijaba en una cara familiar. Él no era una celebridad pero hacía que sus rodillas se debilitaran.
Carter Damon probablemente estuviese jubilado del NYPD, pero los hábitos de un policía se quedan arraigados, y él se sentó con su espalda a la pared para poder vigilar la sala por encima de su Bloody Mary. Se levantó para estrechar sus manos pero mantuvo su mirada en Nikki, incluso cuando se la estaba estrechando a Rook. Algo roto acechaba en esa mirada; algo que, para ella, era tristeza o incomodidad o, quizás, vodka. A lo mejor todo lo anterior.
“Has crecido,” Damon dijo mientras todos se sentaban. “Yo simplemente me hago mayor.”
Seguro, él tenía más sal con la pimienta de su corte de pelo y el bigote de los 80’, y algunas bolsas habían empezado a hincharse en sus ojos, pero Damon, a sus cincuenta años, todavía seguía teniendo el cuerpo delgado de un hombre que se mantenía en forma. Él encajaba perfectamente dentro de la imagen congelada que ella tenía en su cabeza de la primera vez que le vio en la peor noche de su vida.
“Siento tu perdida” habían sido sus primeras palabras. Nikki, con diecinueve años entonces, miro a la flotante cabeza desde donde ella estaba sentada en la silla del cuarto de estar al lado del piano. Ella no le había sentido aproximarse. Perdida en una niebla, ella se había quedado paralizada por la sangre de su madre, todavía húmeda pero fría en los muslos de sus vaqueros de cuando Nikki había acunado su cuerpo en el suelo de la cocina hasta que los paramédicos y la policía finalmente la habían convencido para que se alejara. Mientras que el Detective Damon se presentaba, los flashes de las cámaras de la cocina se iluminaban detrás de él, cada una haciéndola encogerse. Cuando le había dicho que él sería el detective que investigaría el crimen, la precisa palabra –“crimen”- salió puntual, como un relámpago, por un doble flash que la sacudió, arrancando la bruma, y lanzándola en un estado de alerta, en una claridad mucha más enfocada, que había convertido cada minuto detallándolo como en una tienda de videos digitales. Ella se había dado cuenta de que su placa estaba en el bolsillo del pecho de su abrigo de deporte, pero en vez de vestir una camiseta para debajo de la ropa, él llevaba una vieja y manchada camiseta de Jets con un cuello raido, como si hubiese salido corriendo desde su casa hasta allí, su noche anterior a Acción de Gracias se volvió patas arriba por una llamada de teléfono del Despacho de la Oficina de Médico Forense. Un 911 de un apartamento del Parque Gramercy, Unidades respondiendo. Informando de un posible homicidio. Sospechoso o sospechosos huyeron antes de descubrirlo.
Nikki había estado a dos bloques de lejos, en el pasillo de las especias del supermercado Morton Williams, cuando eso ocurrió. En perspectiva, eso siempre parecía tan trivial, tan banal, estar pasando sus dedos por la fila alfabética de frascos, su mayor problema en el mundo era intentar encontrar canela en palitos –palitos, no en polvo- mientras su madre la estaba llamando en su último aliento. Emocionada por haberlos encontrado, ella tenía su teléfono para hacer un baile de la victoria y preguntar si ella necesitaba algo más. Después de seis tonos el contestador grabo la llamada. “Hola, este es el contestador de Cynthia Heat. No puedo cogerlo-“ y después un chillido de comentarios mientras su madre lo cogía. Ella había estado amasando la base de los pasteles para hornear y tuvo que limpiar la mantequilla de sus manos antes de que pudiera coger el teléfono. Y, como de costumbre, ella no sabía cómo apagar el contestador sin desconectarlo, por lo que le dejo seguir, registrando todo mientras Nikki escuchaba.
“Quizás necesite leche en polvo. Tengo una lata abierta en el frigorífico, déjame ver cuando queda.” Después un estallido de cristal seguido por el grito de su madre. Nikki había gritado lo suficientemente alto para que algunas cabezas se girasen en el supermercado. Su madre no la había respondido, solo volvía a gritar, y el teléfono se cayó, golpeando en el suelo. Para entonces Nikki había abandonado el super, forzando a abrirse la puerta con todas sus fuerzas, sorteando los coches a través del Parque de la Avenida Sur, gritando a su madre, rogándola que la hablara. Al fondo, ella había oído la apagada voz de un hombre y una breve pelea. Después su madre había gemido, y su cuerpo cayó duro al lado del teléfono, seguido por el sonido metálico de un cuchillo golpeando también el suelo. Entonces Nikki oyó succión, como si la puerta del frigorífico se abriera. Las botellas de vino, enfriadas en la puerta para su Acción de Gracias, habían tintineado. Después ella escucho el chasquido y siseo de una lata de soda saltando al abrirse. Una pausa, después pisadas alejándose, seguido del silencio. Ella todavía tenía un bloque por delante cuando oyó el débil gemido de su madre, y su última palabra. “Nikki…”
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Muchas gracias por traducir
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CASKETT ALWAYS
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola xicos!! ya estoy de vuelta con la segunda parte.
Hay alguna cosas que os quiero comentar antes de dejaros leer el capitulo:
-Tenemos una nueva incorporacion al grupo de traduccion y es nuestro compañero forero DELTA5 (Andres), y se va a encargar de revisar lo capitulos (que es lo que antes habia estado haciendo Beckett (Alba)) por lo que ella y yo nos encargaremos ahora de traducirlos. Como ya se lo he dicho a ambos en e-mails, muchas gracias por la ayuda.
-Otra nueva noticia es que hemos decidido entre los tres elegir un dia en la semana para subir los capitulos. Para que no haya descontrol en las subidas. Por lo que queda así: todos los jueves tendreis nueva subida y sera la mitad del capitulo, es decir, como lo hacia en Heat Rises y lo he hecho con este capitulo. Primera parte y segunda parte.
Creo que no se me olvida nada Por lo que sin mas dilacion os dejo que leais el capitulo, como siempre espero que os guste. Muchas gracias a quien lo seguis y comentais, y a quien no tambien.
Disfrutad y comentad
CAPITULO TRES-SEGUNDA PARTE
“Gracias por venir al haberle avisado con tan poco tiempo,” dijo Rook.
“¿Estas de broma? Lo que sea que pueda hacer.” Él volvió a mirar a Nikki. “Tengo que admitir, sin embargo, que esto es duro para mí.” Bebió otro trago de su cóctel, observándola por encima del borde. Nikki se preguntó si Carter Damon estaba degustando su fracaso.
“Para mí también,” dijo ella.
Damon dejó su copa. “Seguro, apuesto a que es diez veces peor para ti. Pero como policía que eres ahora, tienes que saber cómo puede carcomerte aquel caso que nunca resuelves. Estos te mantienen despierto.”
Nikki le ofreció la mejor de sus sonrisas y dijo, “ellos lo hacen,” dejándola en una respuesta políticamente neutral reconociendo el dolor de un policía sobre la justicia no conseguida, pero no dejándoselo tan fácil por no conseguir terminar el trabajo.
Su respuesta tuvo un efecto. La cara de él se puso cenicienta y su atención fue hacia Rook. “¿Es esta reunión sobre un artículo? ¿Vas a escribir una historia sobre este caso? Porque pienso que ya quedó bastante cubierto en aquel que hiciste hace un par de meses. ”Aquí estaba otra vez, como odiaba Nikki ese artículo. Aunque la favorecía ya que la retrataba como una de las mejores investigadoras de homicidios de la ciudad”, el artículo decía: La ola de crímenes coincide con la ola de calor, el perfil de la portada de Jameson Rook fue para una importante revista nacional, dando a Heat sus quince minutos de gloria que ella quería recuperar. Damon debió de notar el desdén en la expresión de Nikki, y la presionó diciendo, “no es como si hubiese algo nuevo que traer a la fiesta.”
“De hecho, si lo hay,” dijo Rook.
Los hombros del ex-policía se echaron hacia atrás, y levantó la mirada en dirección al escritor, demasiado experimentado, demasiado cauteloso para tragarse las conjeturas de un periodista. Pero cuando vio el movimiento de cabeza de Heat afirmándolo, dijo, “bueno, santo dios. ¿De verdad?” Y sonrió para sí mismo. “Ya sabes, no te rindas, nunca abandones la esperanza…”
Las palabras de Carter Damon sonaban huecas a Nikki porque él había exactamente hecho las dos. Pero ella no había ido allí para echarle la culpa. La estrategia de Rook de revisar la historia desde una nueva perspectiva, tenía suficiente mérito para ella como para dejarlo estar. Por lo que se limitó a informar al ex-jefe de detectives de los avances de la mañana: La víctima Desconocida acuchillada en la maleta de su madre. Él se animó con cada detalle, asintiendo con todo su cuerpo. Cuando ella terminó, él dijo, “sabes, recuerdo haber registrado esa maleta robada.” Él se paró mientras la camarera tomaba nota de las bebidas. Nikki pidió un Pellegrino y Rook una Coca-Cola Light. Damon alejó su inacabado Bloody Mary por el mantel de cuadros rojo y blanco y dijo, “café, solo,” y cuando el camarero se alejó lo suficiente para no oír, él inclinó su cabeza hacia atrás para mirar al techo y recitó de memoria. “American Tourister grande, tapa azul y gris con asa cromada en forma de ‘T’ y dos ruedas.” Él se inclinó hacia Rook, ya que sabía que Nikki conocía el resto. “Nosotros lo averiguamos por llevar el botín desde robos.”
Rook preguntó, “¿Es así donde lo dejaste? ¿Cómo un homicidio para cubrir un robo en un apartamento?”
Damon se encogió de hombros. “La única cosa que tenía sentido.” Pero entonces, cuando Rook separó la banda elástica de alrededor de su Molestkine negro para tomar notas, el ex-jefe se erizó y dijo, “esto no es para un artículo.” Cuando ambos le miraron, él se aclaró la garganta, sin duda aliviado de no aparecer en los periódicos como el policía que no pudo resolverlo. “Allí había habido un robo durante el asalto.”
“¿Cuándo?” preguntó Rook. “Nikki volvió al apartamento minutos después del asesinato.”
“Quien quiera que hizo el asalto lo hizo antes. El robo se inició en la parte posterior del apartamento, en la habitación principal y la segunda habitación-oficina. Pudo incluso haberse realizado mientras las dos damas estaban en la cocina. Ellas tenían la batidora funcionando, la televisión puesta, ocupadas hablando y haciendo cualquier cosa. Pero apuesto a que esto se redujo durante un espacio de tiempo considerable después de que ella se fuera al supermercado.”
Rook se giró hacia Nikki, habiendo oído esto por primera vez. “Di un paseo.” Los músculos le tiraban en su cuello. “Eso es todo. Era una agradable noche. El tiempo era apacible por entonces, y yo solo paseé como media hora.” Ella se cruzó de brazos y se giró de perfil hacia él, claramente cerrando ese tema.
“¿Qué fue robado?”
“Esta todo en el expediente,” dijo Damon. “Ella tiene una copia.”
“No hay muchos detalles,” dijo Rook.
“Alguna joyas y pequeñas piezas decorativas, ya sabes, plata antigua y oro. Dinero. Varios informes del escritorio.”
Rook preguntó, “¿Cómo de común es eso? ¿Joyas, oro y papeles de un escritorio?”
“Es diferente. Pero no inaudito. Podría haber sido un ladrón yendo a por pasaportes, o cosas por el estilo. O simplemente un aficionado haciendo una rápida recogida para ordenarlo luego.” El captó la escéptica mirada que Rook dirigió a Nikki y dijo, “oye, nosotros descartamos todo lo demás.”
“Aclárame eso,” dijo Rook.
Carter Damon dijo a Nikki, “tú tienes todo esto.”
El ex-detective tenía razón. Pero el valor de esto empezaba y terminaba con Rook oyéndolo en primera persona por el investigador oficial, no por su novia y víctima. “Él es nuevo,” dijo ella. “Guíale.”
Las bebidas llegaron pero ellos no pidieron nada más, Damon sopló a través de su café, tomó un sorbo, y empezó a contar con los dedos. “Uno, nosotros descartamos a Nikki. Obviamente no sin pruebas, nosotros teníamos su coartada en el contestador que casaba con el código de tiempo de la cámara de seguridad del supermercado, final de esa historia. Dos, sin ataque sexual.”
“Pero eso no significa que no pudiera haber sido un motivo, incluso si nunca ocurrió, ¿Verdad?” preguntó Rook.
El ex-policía hizo una mueca y balanceó su cabeza de lado a lado. “Eso no me gusta. No es como decir que consigas ambos, un robo y un asalto, porque ves esas cosas. Pero en un marco de tiempo ajustado como este –y yo estoy asumiendo que esto ocurrió en la media hora en la que ella realizó su paseo- la experiencia me dice que iba a ser una cosa u otra. Creo que Mrs. Heat vio al ladrón y eso fue todo. “
“Tres,” dijo Rook, esperando.
“Tres. Nosotros exoneramos a su padre. Tema delicado porque siempre tenemos en lo más alto de la lista al marido y, especialmente, ex-maridos. El divorcio de los Heats había sido reciente pero, a fin de cuentas, amigable. Y justo para finalizar, la coartada de Jeffrey Heat estaba limpia. Estaba lejos, en unas vacaciones de golf en las Bermudas, donde él tenía a las autoridades locales notificándole del asesinato.” Rook miró de reojo a Nikki, quien aguantaba estoicamente, dándole su perfil, como antes. Por lo menos hasta que Damon le preguntó, “y ¿Cómo lo está llevándolo tu padre ahora?” y alguna cadena invisible tensó la cara de ella. “¿Has estado en contacto con él últimamente?”
“¿Podemos seguir con esto?” Heat comprobó su reloj. “Necesito volver a la comisaría.”
“Lo siento. ¿Tema delicado?” Ella no respondió por lo que él enumeró otro dedo para Rook.
“Cuatro. Su madre no se había vuelto a meter todavía en la página de citas, por lo que no había pretendientes que sacudir.”
Nikki hizo un impaciente movimiento y tomó un largo trago de su agua mineral. “Conflictos en el trabajo,” el marcó con su dedo meñique, “ninguno. Cynthia Heat era una tutora de piano y todo el mundo estaba muy feliz con ella. Excepto, quizás, por una pareja de niños de once años que odiaban hacer escalas.” Él volvió a contar con su dedo índice. “¿Enemigos? Comprueba la casilla donde dice ‘ninguno aparentemente’: sin disputas con vecinos en el edificio de apartamentos; sin disputas legales pendientes.”
Nikki saltó, preguntándole por primera vez. “¿Alguna vez os pusiste a rastrear ese Cherokee azul que tuvo un pequeño accidente al final de nuestro bloque esa noche?”
“Hm. No, di el aviso, pero ya sabes cómo son ellos. Nunca regreso a mí. Era algo complicado, sin placas y todo en una ciudad de este tamaño.”
Después ella dijo, “¿Le importa si le preguntó cuándo fue la última vez que comprobó El Registro de Propiedades para ver si alguna de las joyas robadas o piezas antiguas fueron vendidas o empeñadas?”
“¿Hola? Me jubilé hace tres años.” Una familia en la mesa de al lado se giró para mirar. Él bajó su voz y se inclinó hacia ella.
“Mira, todos hicimos lo mejor que supimos hacer. Se le dio su oportunidad. Como lo hizo tu antiguo capitán.”
“¿Montrose?” La familia volvió a mirar, y esta vez fue el turno de Nikki de bajar el tono. “¿Estás hablando del Capitán Montrose?”
“¿No lo sabías? Tu capitán se puso en contacto conmigo justo después de que te unieras a su brigada. Él me preguntó para que le guiara a través de mi investigación, y tampoco encontró nada. Pero debió de haber pensado mucho en ti para hacer eso.”
“El Capitán Montrose era un hombre especial,” dijo ella simplemente mientras asimilaba estas noticias.
“Supongo que se lo devolviste.” Él tomó un sorbo de su café. “Sé todo lo que hiciste para limpiar su nombre.”
“Es lo que tu harías.”
Damon asintió de lado hacia Nikki mientras hablaba a Rook. “Y yo vi en las noticias como recibías en el pecho una nueve milímetros para salvar a esta.”
“Es lo que tu harías,” dijo Rook.
“Recibí un disparo en mi primer año de novato de uniforme.” Él tocó con la punta de dos dedos su hombro derecho. “Conseguir que te disparen es un picnic comparado con la rehabilitación, ¿Estoy en lo cierto?”
“Una tortura,” dijo Rook.
“El infierno en un horario diario.” Damon rió.
“Con breves descansos en el purgatorio. Tengo un visitante sádico llamado Gitmo Joe.”
“¿Tu terapeuta se llama a si mismo Gitmo Joe?”
“No, yo lo hago. De hecho es Joe Gittman.”
“Me encanta eso,” dijo Damon. “Gitmo Joe. ¿Algo de tortura de submarino?”
“Probablemente también sea. Él viene todos los días y me hace desear que tenga una celda con litera donde tirarme solo para hacerle parar.”
Eso le hizo a Damon reír otra vez, hasta que pilló a Nikki mirándole y se puso serio.
“2003,” dijo ella. “La última vez que comprobaste El Registró de Propiedades para estos objetos fue en 2003. Hace siete años.”
“¿Cómo sabes eso?”
“Cuatro años antes de que te jubilases.”
“Si tú lo dices.”
“13 de Febrero de 2003, fue tú última comprobación en el Registro.”
Cuando el camarero volvió y captó la tensión, el silencio que colgaba allí le alejó sin decir ni una palabra.
Al final, Carter Damon se inclinó hacia delante con algo que se asemejaba a una profunda súplica en el interior del borde rojo de sus ojos. “Nikki… Detective… A veces el camino se enfría. Tú ya sabes eso. No es culpa de nadie. Uno sigue adelante.” Cuando ella no respondió, continuó, bajando la voz hasta un tono ronco. “Trabaje en tu caso. Yo. Trabaje. En. Ello.”
“Hasta que paraste de trabajar en ello.”
“¿Necesitas que te diga cuanta gente muere en esta ciudad?”
“Y ¿Simplemente cuantas de mis madres han sido asesinadas?”
Él negó con la cabeza, afectado. Su momento de vulnerabilidad se endureció en una actitud defensiva. “No-no. No lo hagas. Eso es muy fácil. Ves, para ti ese fue solo un caso. Para mí, terminaba siendo un caso en mi lista. No lo puede evitar. El trabajo te hunde.”
“Mr. Damon,” dijo ella, evitando el respeto de usar su antiguo rango. “Está hablando como si de hecho hiciera su trabajo. Me parece que paró de trabajar cuatro años antes de que se jubilase.”
“Eso no es justo.”
“Divertido,” dijo ella. “He estado pensando lo mismo.”
“Oye, puta, si piensas que puedes resolverlo, entonces hazlo tú mejor.”
Heat se levantó. “Mírame.”
Rook arrojó algo de dinero en la mesa y se fue con ella.
Ellos derrocharon en un taxi para recorrer los veinticinco bloques de distancia hasta la parte alta de la ciudad, hacia la comisaría, para que Heat pudiera comunicar en el camino con su teléfono móvil en vez de perder la señal en el metro. Después de que le diera al conductor la dirección, él le dijo a ella, “sabes que el doctor dijo que tengo que recuperar algo de peso, y ¿puedo opinar que no estás ayudando a conseguir mi meta?”
Ella se desplazó a través de sus mensajes y dijo, “¿Qué estás parloteando, Rook?”
“Esta mañana nos saltamos el desayuno, pero supongo que eso estuvo bien porque fue para tener sexo salvaje.” Rook pilló un destello de cejas levantadas en el espejo retrovisor y se inclinó hacia delante, enmarcando su cabeza en la ventana curvada de la cabina. “Está todo bien, ella es mi prima, pero mi prima segunda.” Nikki se encorvó hacia abajo en el asiento, intentando no reír, porque eso es lo que Rook hacia –especialmente cuando la siniestra oscuridad la alcanzaba- hacerla reír y mantenerla en pie. Él se volvió hacia ella y continuó, “y ahora ¿Qué pasa? Comemos con Mr. –no Detective- Carter Damon… y no creo que no escucharas el matiz de la omisión… y mi aporte nutricional total de esa comida es un bebida light.”
“¿Quién dijo comida?” dijo ella, terminando un buzón de voz y presionando la llamada de vuelta.
“Un artífice de la palabra delirante con baja sangre.”
Nikki levantó su mano. “Estoy llamando a Lauren Parry.”
“Perfecto, al juez de instrucción. Si no como, la veré a ella demasiado pronto.”
Rook la dejó en la comisaría y se quedó en el taxi para llevarle de vuelta a su loft en Tribeca para que pudiera hacer algo de búsqueda independiente y leer el expediente que Nikki le había prometido enviarle por e-mail. Después de que se lo enviara, Heat reunió a su brigada para una actualización de mediodía alrededor de Las Pizarras del Asesinato empezando por las noticias de Lauren Parry. “Acabo de conseguir unas palabras de la forense que nos dice que nuestra Desconocida ahora tiene una hora de la muerte preliminar, la cual pudo haber sido anteayer noche, con una ventana de diez de la noche a dos de la mañana.” Ella paró para dejar que ellos continuaran con sus notas, después siguió, “ellos también han sido capaces de recoger algunas huellas claras que el Detective Ochoa ya ha hecho circular en la base de datos. Hasta ahora, sin éxito, pero mantengamos la esperanza. Noticias de los Forenses. Ellos encontraron residuos en su piel de un disolvente para limpiar generalmente usado en laboratorios.” Nikki usó el marcador para señalar la mancha de mugre en la rodilla de los pantalones de la víctima. “Tendremos también pronto los resultados de esta mancha como el material similar en sus zapatos, conteniendo elementos unidos de trazas del entorno.” Ella se tomó un momento para estudiar a su grupo. “Agradable ver al Detective Rhymer en la parte del edificio de los niños grandes otra vez.”
El Detective Ochoa lideró el tradicional coro de “Bienvenido a Homicidios Opie,” usando el alias de la casa de traspaso del sur.
“Rhymer, serás compañero de Feller cuando vuelva de proyectar los vídeos de seguridad con Raley. ¿Por qué no consigues un buen titular y empiezas una comprobación de los farmacéuticos desaparecidos, técnicos de laboratorio, profesionales y así sucesivamente? Cualquier otro profesional que puedas pensar que necesitaría usar un fuerte disolvente industrial, golpéales a ellos también.”
“Al igual que la tintorería de Ochoa,” dijo el Detective Reynold, dando pie a una serie de silbidos dirigidos a Oach.
“Ah, sí,” dijo Heat, “los incontrolables Detectives Malcolm y Reynolds, en la casa. Vosotros dos poneros a trabajar comprobando los carriles y metros para ver si ella trabajaba en alguno de ellos. Por lo que, mostrar su foto alrededor de las oficinas de la MTA, el camino de Long Island Rail, PATH, y MetroNorth. Como vosotros podéis ver,” dijo Nikki, señalando a la foto de la víctima en la maleta de encima de su cabeza, “ella esta vestida como una jefa o una ejecutiva, a si que empezad por Recursos Humanos, pero no descartéis a conductoras o jardineras.”
“Lo tenemos,” dijo el Detective Malcolm.
“Y pregunta en la oficina de seguridad ferroviaria para proyectar sus cámaras. La Desconocida pudo no ser una empleada pero sí una pasajera que intentaba escapar de su asesino por las vías.”
Al fondo de la oficina, Raley y Feller irrumpieron en la sala y después se pararon al instante, viendo la sesión informativa todavía en progreso. Ella leyó su entusiasmo y dijo, “reunión suspendida.”
Mientras Heat cerraba la puerta del glorioso armario de la entrada donde Raley incansablemente proyectó el vídeo de seguridad, Feller dijo, “estabas en lo cierto en lo de que nosotros comprobáramos las cámaras cerca de las paradas de reparto.” Él recogió la hoja de la ruta del conductor del camión y mostró a Nikki donde había hecho señales en orden descendente en la página que llevaban a una dirección de una charcutería con un círculo de rotulador alrededor suyo. “Este vídeo viene de tres puertas desde la última parada del conductor, en un sitio de sándwich en Queens, antes de dejar Manhattan.”
“Northern Boulevar cerca de Francis Lewis y la Avenida 44,” añadió Raley mientras tecleaba algunos comandos en su ordenador.
“Tuvimos suerte. Extraje esto de una joyería que ha tenido muchos accidentes y robos, ellos recientemente actualizaron sus vídeos a alta definición. No te desilusionaras.” Él estuvo seguro de que ella estaba lista y le dio a reproducir.
El vídeo mostraba una pantalla de terciopelo azul en la ventana vacía de la tienda, la cual había sido limpiada al cerrar por el turno de seguridad de la noche. La marca de tiempo señalaba justo antes de las cinco y media de la mañana y registraba solo un semáforo con simplemente la ocasional luz trasera ondulando en la oscuridad. La acera se mantuvo vacía hasta que una figura apareció por la parte del parking, detrás de la tienda de electrónica de P.C. Richard, cruzando la calle. Él tenía la cabeza agachada, y una cortina de pelo cubría su cara, oscureciéndola. Pero la atención de Heat se centró en la maleta American Tourister azul-verdosa que llevaba detrás de él por el T-bar a través del paso de cebra hacia la joyería. El hombre se giró dando la espalda a la cámara mientras él usaba ambas manos para arrastrar la pesada maleta por el acceso inclinado de la cuneta de la acera. La maleta perdió equilibrio en su camino hacia arriba. Esto la habría volcado, pero él pasó un brazo para atraparla antes de que cayera, y las sombras definieron un brazo musculado que presionaba las mangas de su camiseta. Con la maleta firme ahora en sus dos ruedas, él continuó, pasando directamente por la ventana de la tienda, donde la brillante luz de dentro debía haber captado su atención porque él se giró para mirar por dentro de la ventana.
Raley congeló la imagen y pilló una foto de la cara del hombre nítida y de alta definición. Sus profundos ojos casi se veían justo dentro de la lente. La congelada mirada dejó a Nikki momentáneamente sin palabras mientras se daba cuenta de que podía estar mirando a la cara del asesino de su madre.
“¿Estás bien?” preguntó Feller.
Ella sólo dijo, “¿Qué deducimos de esta foto?”
Raley miró las notas que había hecho, “Yo le echo unos cuarenta y cinco, más o menos. Me decanto por que mida entre un metro sesenta y un metro ochenta, y noventa y un kilos, o quizás noventa y cinco considerando estos bíceps. Algún tipo de tatuaje se asoma por el cuello de la camisa. Nariz rota años atrás, y todo alrededor de una mirada bastante dura.”
“Apuesto a que está haciendo tiempo,” Feller dijo. “Conozco una cara de almacén cuando la veo.”
“¿Me pregunto si es ahí donde él ha estado durante diez años?,” añadió el Detective Raley.
“No nos adelantemos nosotros mismos,” advirtió Heat, diciéndolo en alto mucho más por sí misma que para los otros dos. “Redacta tu descripción física para acompañarla al APB (All Points Bulletín, Boletín de Información de sospechosos.). Haz un plano cercano del tatuaje, y pásalo a las firmas y cicatrices de la base de datos del TRCC (Centro del crimen en tiempo real). Incluso aunque sea parcial, ellos hacen maravillas encontrando coincidencias con menos. Y, sí, asegurémonos de que todavía tenemos esta franja comprobando con registros de prisión cuando la hagamos circular. Lo que debería ser inmediatamente, o pronto.”
“Ya he creado la imagen,” dijo Raley. “¿Algo más?”
“Sí, Verdaderamente eres el Rey de Todos los Medios Audiovisuales de Seguridad.”
Un aroma herbal saludó a Heat cuando abrió la puerta del loft de Rook. La entrada y la cocina estaban a oscuras, y ella captó la danza ambiental de una vela contra el muro y aparatos de metal de brocha. Los parpadeos provenían de la gran habitación en el otro lado del mostrador, junto con música de ensueño de New Age. Nikki silenciosamente deslizó sus llaves dentro del cuenco, esperando que él no se hubiera sentido decepcionado cuando ella le preguntó si podían posponer la velada romántica para otro momento. Después del día horrible que ella acababa de experimentar, una pizza, la CNN, un baño, e irse a la cama tenían todo el atractivo necesario. Demonios, ella incluso podría saltarse la comida y la televisión.
“Estoy aquí,” vino la voz de él, sonando un poco ronco y desconectado, como si hubiera tenido un buen comienzo con el Sancerre. Nikki entró en la cocina y miró para encontrarse a Rook en la penumbra, tumbado boca abajo en una cama de masaje. Él tenía una toalla cubriendo su culo, y una despampanante mujer en bata de enfermera masajeando uno de sus isquiotibiales, sus largos dedos simplemente demasiado cercanos a esa perfectamente redondeada nalga. Rook hizo las presentaciones sin levantar su cabeza de la espuma redonda.
“Nikki, esta es Salena. Salena, Nikki.”
Salena levantó la mirada brevemente hacia ella, simplemente lo suficiente para mostrar su perfecta dentadura a través de su sonrisa. Ella susurró un ‘hola’ para después reanudar su interés en el lugar donde la parte alta del muslo se encontraba con el dobladillo de la toalla de él. “Mmm,” dijo Rook.
Salena dijo, “esto está muy tirante.”
“Mm-hm,” él contestó.
“Perdonadme,” dijo Nikki. Ella les dejó y encontró el camino en el oscuro pasillo del loft hacia la habitación y cerró la puerta.
Cuando él fue con ella más tarde en su albornoz, encontró a Nikki con las piernas cruzadas en la cama, trabajando en su portátil.
“No tenías que haberte escondido aquí.”
“Bueno, no me iba a quedar parada allí mientras tú estabas teniendo ‘tu momento’ con tu masajista.”
“De hecho, es licenciada en terapia física. La agencia mandó a Salena para reemplazar a Gitmo Joe. ¿Cómo de guay es eso?”
Ella cerró la tapa de su MacBook. “¿Todavía sigue enfermo?”
“No, renunció. Por lo que esta será la Enfermera Salena durante el resto de mi rehabilitación. Son solo unas cuantas sesiones más, pero puedo vivir con eso.” Él hizo unos pocos giros y flexiones. “Ya me estoy sintiendo mejor.”
“¿Él simplemente renunció?”
“Creo que él sabía que nunca me gustó. Sádico. Al tío probablemente no le gustaba que le replicara y ofreciera mucha más resistencia.”
“Eso no es un problema con Salena. No por lo que yo vi.”
“¿Estás celosa? ¿De verdad? Eso era una sesión terapéutica de una profesional licenciada.”
Ella rió. “Acompañado con aceite del árbol del té y Enya. Dios, Rook, me sentí como si me hubiese metido en una película porno.”
“No hay Enya en las películas porno.”
El timbre de la puerta sonó. “Ya abro yo,” dijo ella. “He pedido una pizza.”
Él la siguió fuera de la habitación. “Ooh, repartidor de pizzas. Ahora sí que hablábamos de pelis porno.”
Ellos comieron al estilo campamento, sacándolo fuera de la caja, mientras ella le informaba de la foto de la cámara de vigilancia de Alta Definición que Raley extrajo de la joyería y las noticias de los forenses sobre el disolvente de laboratorio y residuos de tren en la Desconocida. Cuando ellos terminaron de comer, él dijo que fregaría los platos y lo hizo dejando caer la caja de cartón de la pizza en el reciclaje. “Buena decisión sobre el pastel,” dijo él. “Aunque no puedo decidir cuál me gusta más. El Original de Ray, el Famoso y Original de Ray, o lo juro por Dios, gente, esto realmente, realmente es de Ray.”
Ellos se desplazaron del mostrador a la mesa del comedor, donde esa tarde él había esparcido las copias que había hecho del expediente en PDF que ella le había mandado junto con las notas que él había escrito de su reunión con Carter Damon. “En caso de que te lo estés preguntando, Detective Heat, eso fue un ejercicio muy útil para mí el ser capaz de sentarme con ese tío.”
“Estoy contenta de que alguien le consiguiera sacar algo. Todo lo que yo conseguí fue cabrearlo.”
“No lo había notado.”
Ella escaneó sus notas y dijo, “pero no puedo ver nada nuevo que tú consiguieras. Damon estaba en lo cierto, toda la información está en el expediente.”
“Lo que yo conseguí fue un sentido de su laxitud. Quizás él no estuvo cuando empezó el caso, pero este es un detective que dejó caer la pelota cuando se puso difícil y la investigación solicitaba algo de anticuada tenacidad. Para mí, Carter Damon es la Sharon Hinesburg pero sin las extensiones de uñas y el sujetador push-up. El titular para mí es que tenemos que volver atrás y cavar más profundo.”
“No estoy de acuerdo. Por mucho que no me guste la vaguería mental de Damon-“
“-más un poli evasivo que un poli-“
“-estos son puntos muertos. El Capitán Montrose siempre nos taladraba con seguir las pistas en caliente. Y eso significa en que nos centremos en el rastro fresco de la maleta.”
“Podemos hacer ambas cosas.”
Nikki le ignoró, arando hacia delante. “Y cuando nosotros identifiquemos a nuestra Desconocida, estaremos incluso más cerca.”
“¿Por qué te estás resistiendo a esto?”
“¿Cerveza?” dijo ella, y le dejó por el frigorífico. Nikki había acabado de servir a cada uno un perfecto Widmer Hefeweizen turbio cuando su teléfono sonó. Después de escuchar brevemente, Heat dijo, “lo tengo. Nos encontramos en el portal del loft de Rook en cinco minutos,” y colgó. “Eran los Roach. Si quieres venir, será mejor que lleves puesto algo más que un albornoz.”
“¿Dónde vamos?”
“A Queens. Han encontraron a nuestro hombre de la maleta.”
Hay alguna cosas que os quiero comentar antes de dejaros leer el capitulo:
-Tenemos una nueva incorporacion al grupo de traduccion y es nuestro compañero forero DELTA5 (Andres), y se va a encargar de revisar lo capitulos (que es lo que antes habia estado haciendo Beckett (Alba)) por lo que ella y yo nos encargaremos ahora de traducirlos. Como ya se lo he dicho a ambos en e-mails, muchas gracias por la ayuda.
-Otra nueva noticia es que hemos decidido entre los tres elegir un dia en la semana para subir los capitulos. Para que no haya descontrol en las subidas. Por lo que queda así: todos los jueves tendreis nueva subida y sera la mitad del capitulo, es decir, como lo hacia en Heat Rises y lo he hecho con este capitulo. Primera parte y segunda parte.
Creo que no se me olvida nada Por lo que sin mas dilacion os dejo que leais el capitulo, como siempre espero que os guste. Muchas gracias a quien lo seguis y comentais, y a quien no tambien.
Disfrutad y comentad
CAPITULO TRES-SEGUNDA PARTE
“Gracias por venir al haberle avisado con tan poco tiempo,” dijo Rook.
“¿Estas de broma? Lo que sea que pueda hacer.” Él volvió a mirar a Nikki. “Tengo que admitir, sin embargo, que esto es duro para mí.” Bebió otro trago de su cóctel, observándola por encima del borde. Nikki se preguntó si Carter Damon estaba degustando su fracaso.
“Para mí también,” dijo ella.
Damon dejó su copa. “Seguro, apuesto a que es diez veces peor para ti. Pero como policía que eres ahora, tienes que saber cómo puede carcomerte aquel caso que nunca resuelves. Estos te mantienen despierto.”
Nikki le ofreció la mejor de sus sonrisas y dijo, “ellos lo hacen,” dejándola en una respuesta políticamente neutral reconociendo el dolor de un policía sobre la justicia no conseguida, pero no dejándoselo tan fácil por no conseguir terminar el trabajo.
Su respuesta tuvo un efecto. La cara de él se puso cenicienta y su atención fue hacia Rook. “¿Es esta reunión sobre un artículo? ¿Vas a escribir una historia sobre este caso? Porque pienso que ya quedó bastante cubierto en aquel que hiciste hace un par de meses. ”Aquí estaba otra vez, como odiaba Nikki ese artículo. Aunque la favorecía ya que la retrataba como una de las mejores investigadoras de homicidios de la ciudad”, el artículo decía: La ola de crímenes coincide con la ola de calor, el perfil de la portada de Jameson Rook fue para una importante revista nacional, dando a Heat sus quince minutos de gloria que ella quería recuperar. Damon debió de notar el desdén en la expresión de Nikki, y la presionó diciendo, “no es como si hubiese algo nuevo que traer a la fiesta.”
“De hecho, si lo hay,” dijo Rook.
Los hombros del ex-policía se echaron hacia atrás, y levantó la mirada en dirección al escritor, demasiado experimentado, demasiado cauteloso para tragarse las conjeturas de un periodista. Pero cuando vio el movimiento de cabeza de Heat afirmándolo, dijo, “bueno, santo dios. ¿De verdad?” Y sonrió para sí mismo. “Ya sabes, no te rindas, nunca abandones la esperanza…”
Las palabras de Carter Damon sonaban huecas a Nikki porque él había exactamente hecho las dos. Pero ella no había ido allí para echarle la culpa. La estrategia de Rook de revisar la historia desde una nueva perspectiva, tenía suficiente mérito para ella como para dejarlo estar. Por lo que se limitó a informar al ex-jefe de detectives de los avances de la mañana: La víctima Desconocida acuchillada en la maleta de su madre. Él se animó con cada detalle, asintiendo con todo su cuerpo. Cuando ella terminó, él dijo, “sabes, recuerdo haber registrado esa maleta robada.” Él se paró mientras la camarera tomaba nota de las bebidas. Nikki pidió un Pellegrino y Rook una Coca-Cola Light. Damon alejó su inacabado Bloody Mary por el mantel de cuadros rojo y blanco y dijo, “café, solo,” y cuando el camarero se alejó lo suficiente para no oír, él inclinó su cabeza hacia atrás para mirar al techo y recitó de memoria. “American Tourister grande, tapa azul y gris con asa cromada en forma de ‘T’ y dos ruedas.” Él se inclinó hacia Rook, ya que sabía que Nikki conocía el resto. “Nosotros lo averiguamos por llevar el botín desde robos.”
Rook preguntó, “¿Es así donde lo dejaste? ¿Cómo un homicidio para cubrir un robo en un apartamento?”
Damon se encogió de hombros. “La única cosa que tenía sentido.” Pero entonces, cuando Rook separó la banda elástica de alrededor de su Molestkine negro para tomar notas, el ex-jefe se erizó y dijo, “esto no es para un artículo.” Cuando ambos le miraron, él se aclaró la garganta, sin duda aliviado de no aparecer en los periódicos como el policía que no pudo resolverlo. “Allí había habido un robo durante el asalto.”
“¿Cuándo?” preguntó Rook. “Nikki volvió al apartamento minutos después del asesinato.”
“Quien quiera que hizo el asalto lo hizo antes. El robo se inició en la parte posterior del apartamento, en la habitación principal y la segunda habitación-oficina. Pudo incluso haberse realizado mientras las dos damas estaban en la cocina. Ellas tenían la batidora funcionando, la televisión puesta, ocupadas hablando y haciendo cualquier cosa. Pero apuesto a que esto se redujo durante un espacio de tiempo considerable después de que ella se fuera al supermercado.”
Rook se giró hacia Nikki, habiendo oído esto por primera vez. “Di un paseo.” Los músculos le tiraban en su cuello. “Eso es todo. Era una agradable noche. El tiempo era apacible por entonces, y yo solo paseé como media hora.” Ella se cruzó de brazos y se giró de perfil hacia él, claramente cerrando ese tema.
“¿Qué fue robado?”
“Esta todo en el expediente,” dijo Damon. “Ella tiene una copia.”
“No hay muchos detalles,” dijo Rook.
“Alguna joyas y pequeñas piezas decorativas, ya sabes, plata antigua y oro. Dinero. Varios informes del escritorio.”
Rook preguntó, “¿Cómo de común es eso? ¿Joyas, oro y papeles de un escritorio?”
“Es diferente. Pero no inaudito. Podría haber sido un ladrón yendo a por pasaportes, o cosas por el estilo. O simplemente un aficionado haciendo una rápida recogida para ordenarlo luego.” El captó la escéptica mirada que Rook dirigió a Nikki y dijo, “oye, nosotros descartamos todo lo demás.”
“Aclárame eso,” dijo Rook.
Carter Damon dijo a Nikki, “tú tienes todo esto.”
El ex-detective tenía razón. Pero el valor de esto empezaba y terminaba con Rook oyéndolo en primera persona por el investigador oficial, no por su novia y víctima. “Él es nuevo,” dijo ella. “Guíale.”
Las bebidas llegaron pero ellos no pidieron nada más, Damon sopló a través de su café, tomó un sorbo, y empezó a contar con los dedos. “Uno, nosotros descartamos a Nikki. Obviamente no sin pruebas, nosotros teníamos su coartada en el contestador que casaba con el código de tiempo de la cámara de seguridad del supermercado, final de esa historia. Dos, sin ataque sexual.”
“Pero eso no significa que no pudiera haber sido un motivo, incluso si nunca ocurrió, ¿Verdad?” preguntó Rook.
El ex-policía hizo una mueca y balanceó su cabeza de lado a lado. “Eso no me gusta. No es como decir que consigas ambos, un robo y un asalto, porque ves esas cosas. Pero en un marco de tiempo ajustado como este –y yo estoy asumiendo que esto ocurrió en la media hora en la que ella realizó su paseo- la experiencia me dice que iba a ser una cosa u otra. Creo que Mrs. Heat vio al ladrón y eso fue todo. “
“Tres,” dijo Rook, esperando.
“Tres. Nosotros exoneramos a su padre. Tema delicado porque siempre tenemos en lo más alto de la lista al marido y, especialmente, ex-maridos. El divorcio de los Heats había sido reciente pero, a fin de cuentas, amigable. Y justo para finalizar, la coartada de Jeffrey Heat estaba limpia. Estaba lejos, en unas vacaciones de golf en las Bermudas, donde él tenía a las autoridades locales notificándole del asesinato.” Rook miró de reojo a Nikki, quien aguantaba estoicamente, dándole su perfil, como antes. Por lo menos hasta que Damon le preguntó, “y ¿Cómo lo está llevándolo tu padre ahora?” y alguna cadena invisible tensó la cara de ella. “¿Has estado en contacto con él últimamente?”
“¿Podemos seguir con esto?” Heat comprobó su reloj. “Necesito volver a la comisaría.”
“Lo siento. ¿Tema delicado?” Ella no respondió por lo que él enumeró otro dedo para Rook.
“Cuatro. Su madre no se había vuelto a meter todavía en la página de citas, por lo que no había pretendientes que sacudir.”
Nikki hizo un impaciente movimiento y tomó un largo trago de su agua mineral. “Conflictos en el trabajo,” el marcó con su dedo meñique, “ninguno. Cynthia Heat era una tutora de piano y todo el mundo estaba muy feliz con ella. Excepto, quizás, por una pareja de niños de once años que odiaban hacer escalas.” Él volvió a contar con su dedo índice. “¿Enemigos? Comprueba la casilla donde dice ‘ninguno aparentemente’: sin disputas con vecinos en el edificio de apartamentos; sin disputas legales pendientes.”
Nikki saltó, preguntándole por primera vez. “¿Alguna vez os pusiste a rastrear ese Cherokee azul que tuvo un pequeño accidente al final de nuestro bloque esa noche?”
“Hm. No, di el aviso, pero ya sabes cómo son ellos. Nunca regreso a mí. Era algo complicado, sin placas y todo en una ciudad de este tamaño.”
Después ella dijo, “¿Le importa si le preguntó cuándo fue la última vez que comprobó El Registro de Propiedades para ver si alguna de las joyas robadas o piezas antiguas fueron vendidas o empeñadas?”
“¿Hola? Me jubilé hace tres años.” Una familia en la mesa de al lado se giró para mirar. Él bajó su voz y se inclinó hacia ella.
“Mira, todos hicimos lo mejor que supimos hacer. Se le dio su oportunidad. Como lo hizo tu antiguo capitán.”
“¿Montrose?” La familia volvió a mirar, y esta vez fue el turno de Nikki de bajar el tono. “¿Estás hablando del Capitán Montrose?”
“¿No lo sabías? Tu capitán se puso en contacto conmigo justo después de que te unieras a su brigada. Él me preguntó para que le guiara a través de mi investigación, y tampoco encontró nada. Pero debió de haber pensado mucho en ti para hacer eso.”
“El Capitán Montrose era un hombre especial,” dijo ella simplemente mientras asimilaba estas noticias.
“Supongo que se lo devolviste.” Él tomó un sorbo de su café. “Sé todo lo que hiciste para limpiar su nombre.”
“Es lo que tu harías.”
Damon asintió de lado hacia Nikki mientras hablaba a Rook. “Y yo vi en las noticias como recibías en el pecho una nueve milímetros para salvar a esta.”
“Es lo que tu harías,” dijo Rook.
“Recibí un disparo en mi primer año de novato de uniforme.” Él tocó con la punta de dos dedos su hombro derecho. “Conseguir que te disparen es un picnic comparado con la rehabilitación, ¿Estoy en lo cierto?”
“Una tortura,” dijo Rook.
“El infierno en un horario diario.” Damon rió.
“Con breves descansos en el purgatorio. Tengo un visitante sádico llamado Gitmo Joe.”
“¿Tu terapeuta se llama a si mismo Gitmo Joe?”
“No, yo lo hago. De hecho es Joe Gittman.”
“Me encanta eso,” dijo Damon. “Gitmo Joe. ¿Algo de tortura de submarino?”
“Probablemente también sea. Él viene todos los días y me hace desear que tenga una celda con litera donde tirarme solo para hacerle parar.”
Eso le hizo a Damon reír otra vez, hasta que pilló a Nikki mirándole y se puso serio.
“2003,” dijo ella. “La última vez que comprobaste El Registró de Propiedades para estos objetos fue en 2003. Hace siete años.”
“¿Cómo sabes eso?”
“Cuatro años antes de que te jubilases.”
“Si tú lo dices.”
“13 de Febrero de 2003, fue tú última comprobación en el Registro.”
Cuando el camarero volvió y captó la tensión, el silencio que colgaba allí le alejó sin decir ni una palabra.
Al final, Carter Damon se inclinó hacia delante con algo que se asemejaba a una profunda súplica en el interior del borde rojo de sus ojos. “Nikki… Detective… A veces el camino se enfría. Tú ya sabes eso. No es culpa de nadie. Uno sigue adelante.” Cuando ella no respondió, continuó, bajando la voz hasta un tono ronco. “Trabaje en tu caso. Yo. Trabaje. En. Ello.”
“Hasta que paraste de trabajar en ello.”
“¿Necesitas que te diga cuanta gente muere en esta ciudad?”
“Y ¿Simplemente cuantas de mis madres han sido asesinadas?”
Él negó con la cabeza, afectado. Su momento de vulnerabilidad se endureció en una actitud defensiva. “No-no. No lo hagas. Eso es muy fácil. Ves, para ti ese fue solo un caso. Para mí, terminaba siendo un caso en mi lista. No lo puede evitar. El trabajo te hunde.”
“Mr. Damon,” dijo ella, evitando el respeto de usar su antiguo rango. “Está hablando como si de hecho hiciera su trabajo. Me parece que paró de trabajar cuatro años antes de que se jubilase.”
“Eso no es justo.”
“Divertido,” dijo ella. “He estado pensando lo mismo.”
“Oye, puta, si piensas que puedes resolverlo, entonces hazlo tú mejor.”
Heat se levantó. “Mírame.”
Rook arrojó algo de dinero en la mesa y se fue con ella.
Ellos derrocharon en un taxi para recorrer los veinticinco bloques de distancia hasta la parte alta de la ciudad, hacia la comisaría, para que Heat pudiera comunicar en el camino con su teléfono móvil en vez de perder la señal en el metro. Después de que le diera al conductor la dirección, él le dijo a ella, “sabes que el doctor dijo que tengo que recuperar algo de peso, y ¿puedo opinar que no estás ayudando a conseguir mi meta?”
Ella se desplazó a través de sus mensajes y dijo, “¿Qué estás parloteando, Rook?”
“Esta mañana nos saltamos el desayuno, pero supongo que eso estuvo bien porque fue para tener sexo salvaje.” Rook pilló un destello de cejas levantadas en el espejo retrovisor y se inclinó hacia delante, enmarcando su cabeza en la ventana curvada de la cabina. “Está todo bien, ella es mi prima, pero mi prima segunda.” Nikki se encorvó hacia abajo en el asiento, intentando no reír, porque eso es lo que Rook hacia –especialmente cuando la siniestra oscuridad la alcanzaba- hacerla reír y mantenerla en pie. Él se volvió hacia ella y continuó, “y ahora ¿Qué pasa? Comemos con Mr. –no Detective- Carter Damon… y no creo que no escucharas el matiz de la omisión… y mi aporte nutricional total de esa comida es un bebida light.”
“¿Quién dijo comida?” dijo ella, terminando un buzón de voz y presionando la llamada de vuelta.
“Un artífice de la palabra delirante con baja sangre.”
Nikki levantó su mano. “Estoy llamando a Lauren Parry.”
“Perfecto, al juez de instrucción. Si no como, la veré a ella demasiado pronto.”
Rook la dejó en la comisaría y se quedó en el taxi para llevarle de vuelta a su loft en Tribeca para que pudiera hacer algo de búsqueda independiente y leer el expediente que Nikki le había prometido enviarle por e-mail. Después de que se lo enviara, Heat reunió a su brigada para una actualización de mediodía alrededor de Las Pizarras del Asesinato empezando por las noticias de Lauren Parry. “Acabo de conseguir unas palabras de la forense que nos dice que nuestra Desconocida ahora tiene una hora de la muerte preliminar, la cual pudo haber sido anteayer noche, con una ventana de diez de la noche a dos de la mañana.” Ella paró para dejar que ellos continuaran con sus notas, después siguió, “ellos también han sido capaces de recoger algunas huellas claras que el Detective Ochoa ya ha hecho circular en la base de datos. Hasta ahora, sin éxito, pero mantengamos la esperanza. Noticias de los Forenses. Ellos encontraron residuos en su piel de un disolvente para limpiar generalmente usado en laboratorios.” Nikki usó el marcador para señalar la mancha de mugre en la rodilla de los pantalones de la víctima. “Tendremos también pronto los resultados de esta mancha como el material similar en sus zapatos, conteniendo elementos unidos de trazas del entorno.” Ella se tomó un momento para estudiar a su grupo. “Agradable ver al Detective Rhymer en la parte del edificio de los niños grandes otra vez.”
El Detective Ochoa lideró el tradicional coro de “Bienvenido a Homicidios Opie,” usando el alias de la casa de traspaso del sur.
“Rhymer, serás compañero de Feller cuando vuelva de proyectar los vídeos de seguridad con Raley. ¿Por qué no consigues un buen titular y empiezas una comprobación de los farmacéuticos desaparecidos, técnicos de laboratorio, profesionales y así sucesivamente? Cualquier otro profesional que puedas pensar que necesitaría usar un fuerte disolvente industrial, golpéales a ellos también.”
“Al igual que la tintorería de Ochoa,” dijo el Detective Reynold, dando pie a una serie de silbidos dirigidos a Oach.
“Ah, sí,” dijo Heat, “los incontrolables Detectives Malcolm y Reynolds, en la casa. Vosotros dos poneros a trabajar comprobando los carriles y metros para ver si ella trabajaba en alguno de ellos. Por lo que, mostrar su foto alrededor de las oficinas de la MTA, el camino de Long Island Rail, PATH, y MetroNorth. Como vosotros podéis ver,” dijo Nikki, señalando a la foto de la víctima en la maleta de encima de su cabeza, “ella esta vestida como una jefa o una ejecutiva, a si que empezad por Recursos Humanos, pero no descartéis a conductoras o jardineras.”
“Lo tenemos,” dijo el Detective Malcolm.
“Y pregunta en la oficina de seguridad ferroviaria para proyectar sus cámaras. La Desconocida pudo no ser una empleada pero sí una pasajera que intentaba escapar de su asesino por las vías.”
Al fondo de la oficina, Raley y Feller irrumpieron en la sala y después se pararon al instante, viendo la sesión informativa todavía en progreso. Ella leyó su entusiasmo y dijo, “reunión suspendida.”
Mientras Heat cerraba la puerta del glorioso armario de la entrada donde Raley incansablemente proyectó el vídeo de seguridad, Feller dijo, “estabas en lo cierto en lo de que nosotros comprobáramos las cámaras cerca de las paradas de reparto.” Él recogió la hoja de la ruta del conductor del camión y mostró a Nikki donde había hecho señales en orden descendente en la página que llevaban a una dirección de una charcutería con un círculo de rotulador alrededor suyo. “Este vídeo viene de tres puertas desde la última parada del conductor, en un sitio de sándwich en Queens, antes de dejar Manhattan.”
“Northern Boulevar cerca de Francis Lewis y la Avenida 44,” añadió Raley mientras tecleaba algunos comandos en su ordenador.
“Tuvimos suerte. Extraje esto de una joyería que ha tenido muchos accidentes y robos, ellos recientemente actualizaron sus vídeos a alta definición. No te desilusionaras.” Él estuvo seguro de que ella estaba lista y le dio a reproducir.
El vídeo mostraba una pantalla de terciopelo azul en la ventana vacía de la tienda, la cual había sido limpiada al cerrar por el turno de seguridad de la noche. La marca de tiempo señalaba justo antes de las cinco y media de la mañana y registraba solo un semáforo con simplemente la ocasional luz trasera ondulando en la oscuridad. La acera se mantuvo vacía hasta que una figura apareció por la parte del parking, detrás de la tienda de electrónica de P.C. Richard, cruzando la calle. Él tenía la cabeza agachada, y una cortina de pelo cubría su cara, oscureciéndola. Pero la atención de Heat se centró en la maleta American Tourister azul-verdosa que llevaba detrás de él por el T-bar a través del paso de cebra hacia la joyería. El hombre se giró dando la espalda a la cámara mientras él usaba ambas manos para arrastrar la pesada maleta por el acceso inclinado de la cuneta de la acera. La maleta perdió equilibrio en su camino hacia arriba. Esto la habría volcado, pero él pasó un brazo para atraparla antes de que cayera, y las sombras definieron un brazo musculado que presionaba las mangas de su camiseta. Con la maleta firme ahora en sus dos ruedas, él continuó, pasando directamente por la ventana de la tienda, donde la brillante luz de dentro debía haber captado su atención porque él se giró para mirar por dentro de la ventana.
Raley congeló la imagen y pilló una foto de la cara del hombre nítida y de alta definición. Sus profundos ojos casi se veían justo dentro de la lente. La congelada mirada dejó a Nikki momentáneamente sin palabras mientras se daba cuenta de que podía estar mirando a la cara del asesino de su madre.
“¿Estás bien?” preguntó Feller.
Ella sólo dijo, “¿Qué deducimos de esta foto?”
Raley miró las notas que había hecho, “Yo le echo unos cuarenta y cinco, más o menos. Me decanto por que mida entre un metro sesenta y un metro ochenta, y noventa y un kilos, o quizás noventa y cinco considerando estos bíceps. Algún tipo de tatuaje se asoma por el cuello de la camisa. Nariz rota años atrás, y todo alrededor de una mirada bastante dura.”
“Apuesto a que está haciendo tiempo,” Feller dijo. “Conozco una cara de almacén cuando la veo.”
“¿Me pregunto si es ahí donde él ha estado durante diez años?,” añadió el Detective Raley.
“No nos adelantemos nosotros mismos,” advirtió Heat, diciéndolo en alto mucho más por sí misma que para los otros dos. “Redacta tu descripción física para acompañarla al APB (All Points Bulletín, Boletín de Información de sospechosos.). Haz un plano cercano del tatuaje, y pásalo a las firmas y cicatrices de la base de datos del TRCC (Centro del crimen en tiempo real). Incluso aunque sea parcial, ellos hacen maravillas encontrando coincidencias con menos. Y, sí, asegurémonos de que todavía tenemos esta franja comprobando con registros de prisión cuando la hagamos circular. Lo que debería ser inmediatamente, o pronto.”
“Ya he creado la imagen,” dijo Raley. “¿Algo más?”
“Sí, Verdaderamente eres el Rey de Todos los Medios Audiovisuales de Seguridad.”
Un aroma herbal saludó a Heat cuando abrió la puerta del loft de Rook. La entrada y la cocina estaban a oscuras, y ella captó la danza ambiental de una vela contra el muro y aparatos de metal de brocha. Los parpadeos provenían de la gran habitación en el otro lado del mostrador, junto con música de ensueño de New Age. Nikki silenciosamente deslizó sus llaves dentro del cuenco, esperando que él no se hubiera sentido decepcionado cuando ella le preguntó si podían posponer la velada romántica para otro momento. Después del día horrible que ella acababa de experimentar, una pizza, la CNN, un baño, e irse a la cama tenían todo el atractivo necesario. Demonios, ella incluso podría saltarse la comida y la televisión.
“Estoy aquí,” vino la voz de él, sonando un poco ronco y desconectado, como si hubiera tenido un buen comienzo con el Sancerre. Nikki entró en la cocina y miró para encontrarse a Rook en la penumbra, tumbado boca abajo en una cama de masaje. Él tenía una toalla cubriendo su culo, y una despampanante mujer en bata de enfermera masajeando uno de sus isquiotibiales, sus largos dedos simplemente demasiado cercanos a esa perfectamente redondeada nalga. Rook hizo las presentaciones sin levantar su cabeza de la espuma redonda.
“Nikki, esta es Salena. Salena, Nikki.”
Salena levantó la mirada brevemente hacia ella, simplemente lo suficiente para mostrar su perfecta dentadura a través de su sonrisa. Ella susurró un ‘hola’ para después reanudar su interés en el lugar donde la parte alta del muslo se encontraba con el dobladillo de la toalla de él. “Mmm,” dijo Rook.
Salena dijo, “esto está muy tirante.”
“Mm-hm,” él contestó.
“Perdonadme,” dijo Nikki. Ella les dejó y encontró el camino en el oscuro pasillo del loft hacia la habitación y cerró la puerta.
Cuando él fue con ella más tarde en su albornoz, encontró a Nikki con las piernas cruzadas en la cama, trabajando en su portátil.
“No tenías que haberte escondido aquí.”
“Bueno, no me iba a quedar parada allí mientras tú estabas teniendo ‘tu momento’ con tu masajista.”
“De hecho, es licenciada en terapia física. La agencia mandó a Salena para reemplazar a Gitmo Joe. ¿Cómo de guay es eso?”
Ella cerró la tapa de su MacBook. “¿Todavía sigue enfermo?”
“No, renunció. Por lo que esta será la Enfermera Salena durante el resto de mi rehabilitación. Son solo unas cuantas sesiones más, pero puedo vivir con eso.” Él hizo unos pocos giros y flexiones. “Ya me estoy sintiendo mejor.”
“¿Él simplemente renunció?”
“Creo que él sabía que nunca me gustó. Sádico. Al tío probablemente no le gustaba que le replicara y ofreciera mucha más resistencia.”
“Eso no es un problema con Salena. No por lo que yo vi.”
“¿Estás celosa? ¿De verdad? Eso era una sesión terapéutica de una profesional licenciada.”
Ella rió. “Acompañado con aceite del árbol del té y Enya. Dios, Rook, me sentí como si me hubiese metido en una película porno.”
“No hay Enya en las películas porno.”
El timbre de la puerta sonó. “Ya abro yo,” dijo ella. “He pedido una pizza.”
Él la siguió fuera de la habitación. “Ooh, repartidor de pizzas. Ahora sí que hablábamos de pelis porno.”
Ellos comieron al estilo campamento, sacándolo fuera de la caja, mientras ella le informaba de la foto de la cámara de vigilancia de Alta Definición que Raley extrajo de la joyería y las noticias de los forenses sobre el disolvente de laboratorio y residuos de tren en la Desconocida. Cuando ellos terminaron de comer, él dijo que fregaría los platos y lo hizo dejando caer la caja de cartón de la pizza en el reciclaje. “Buena decisión sobre el pastel,” dijo él. “Aunque no puedo decidir cuál me gusta más. El Original de Ray, el Famoso y Original de Ray, o lo juro por Dios, gente, esto realmente, realmente es de Ray.”
Ellos se desplazaron del mostrador a la mesa del comedor, donde esa tarde él había esparcido las copias que había hecho del expediente en PDF que ella le había mandado junto con las notas que él había escrito de su reunión con Carter Damon. “En caso de que te lo estés preguntando, Detective Heat, eso fue un ejercicio muy útil para mí el ser capaz de sentarme con ese tío.”
“Estoy contenta de que alguien le consiguiera sacar algo. Todo lo que yo conseguí fue cabrearlo.”
“No lo había notado.”
Ella escaneó sus notas y dijo, “pero no puedo ver nada nuevo que tú consiguieras. Damon estaba en lo cierto, toda la información está en el expediente.”
“Lo que yo conseguí fue un sentido de su laxitud. Quizás él no estuvo cuando empezó el caso, pero este es un detective que dejó caer la pelota cuando se puso difícil y la investigación solicitaba algo de anticuada tenacidad. Para mí, Carter Damon es la Sharon Hinesburg pero sin las extensiones de uñas y el sujetador push-up. El titular para mí es que tenemos que volver atrás y cavar más profundo.”
“No estoy de acuerdo. Por mucho que no me guste la vaguería mental de Damon-“
“-más un poli evasivo que un poli-“
“-estos son puntos muertos. El Capitán Montrose siempre nos taladraba con seguir las pistas en caliente. Y eso significa en que nos centremos en el rastro fresco de la maleta.”
“Podemos hacer ambas cosas.”
Nikki le ignoró, arando hacia delante. “Y cuando nosotros identifiquemos a nuestra Desconocida, estaremos incluso más cerca.”
“¿Por qué te estás resistiendo a esto?”
“¿Cerveza?” dijo ella, y le dejó por el frigorífico. Nikki había acabado de servir a cada uno un perfecto Widmer Hefeweizen turbio cuando su teléfono sonó. Después de escuchar brevemente, Heat dijo, “lo tengo. Nos encontramos en el portal del loft de Rook en cinco minutos,” y colgó. “Eran los Roach. Si quieres venir, será mejor que lleves puesto algo más que un albornoz.”
“¿Dónde vamos?”
“A Queens. Han encontraron a nuestro hombre de la maleta.”
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias lastral por el segundo capitulo de libro
monsta- Actor en Broadway
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola xicos. De vuelta con una nueva entrega como prometimos. Esta vez el capitulo 4 y la parte 1:
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Beckett y Delta5
Como siempre muchas gracias por seguir la traduccion y por comentar, aunque me gustaria que hubiese mas ya que Beckett, Delta5 y yo nos gustaria saber que tal lo estamos haciendo. Disfrutadla y comentad.
CAPITULO 4-PRIMERA PARTE
El tatuaje lo delató. Como Heat había esperado, el RTCC (Centro del Crimen en Tiempo Real) tenía una coincidencia en su ordenador que conectaba a un sospechoso. Una semana antes, el propietario de un pequeño almacén del vecindario de Bayside, en Queens, había llamado para denunciar a un ladrón. La cámara de seguridad lo había pillado, y aunque la delincuencia menor no tenía peso para llamar la atención, el RTCC había registrado el tatuaje en la base de datos, y saltó a los pocos minutos de que el detective Raley colgara la imagen en el servidor. Las patrullas de agentes enseñaron la foto en los alrededores de Bayside, y el vigilante nocturno de un negocio de coches usados lo reconoció como el tipo que había visto rondando por allí últimamente. El aviso llegó cuando el guarda de seguridad lo volvió a ver pocas horas después de la visita de los agentes y lo situó en una casa cercana mientras llamaba a la NYPD.
Heat, Rook, Raley y Ochoa mantuvieron un tenso silencio bajo la sirena intermitente, los hombros y rodillas golpeándose contra las puertas del Roachmóvil mientras el detective Raley volaba a través del tráfico nocturno de Midtown Tunnel hasta la autopista de Long Island. El único lapsus en la concentración de Raley vino en la recta frente al globo terráqueo en Flushing Meadows, cuando miró de reojo a Ochoa en el asiento de copiloto y arrugó la nariz. Su compañero reprimió una sonrisa mirando a Rook, cuya fragancia herbal se había extendido por la parte trasera. Heat los pilló pero lo único que dijo fue “¿Falta mucho para llegar?” Era su manera de suscitar urgencia en su concentración y velocidad.
El Crown Victoria tardó 6 minutos más, hasta el área de ensayo táctico del Marie Curie Park en Bayside, y Raley aparcó en batería junto a otros coches de policía. El escuadrón 9 de los servicios de emergencia, incluida una unidad de SWAT's, estaban esperando con sus cascos negros y chalecos antibalas. El comandante del escuadrón de emergencia táctica la saludó en cuanto bajó del coche. “Has llegado a tiempo, detective Heat”
“Gracias por esperar.”
“Escucha, vamos a dejar que este sea tu show” dijo él.
El mensaje de respeto entrelíneas en ese gesto casi la ahogaba, pero lo dejó estar con un nítido, “gracias, se aprecia eso comandante.”
“Lo tengo todo acordonado para ti”, dijo. “El sospechoso está dentro de una vivienda unifamiliar de dos plantas en Oceania, la calle de al lado. El registro de la empresa eléctrica indica como propietario a J.S.Palmer, aunque la factura no ha sido pagada desde hace seis meses y el suministro está cortado a petición del residente.” Usó un filtro rojo de su linterna para no cegarla y extendió en el capó de su coche un plano lleno de marcas del despliegue policial. “Es la casa de esta esquina, tengo un perímetro cubriendo todas las salidas posibles, incluyendo perros aquí y aquí. Los agentes tienen Northern Boulevard cortada y hemos bloqueado la Avenida Cuarenta y Siete después de que vinieras, así que somos los dueños de las calles. También tengo un equipo dentro de la casa vecina y hemos trasladado a la única familia por la puerta de atrás.”
“Suena como si lo tuvieras todo cubierto”
“Aún no he acabado”, tecleó el micrófono de su walkie talkie “Unidad de emergencias 9 a Chopper cuatro-uno-cuatro.”
“Adelante, unidad de emergencias 9”, contestó una voz calmada con un ronroneo agudo detrás.
“Listos en cinco minutos”
“Confirma cinco minutos a tu señal. Traeremos la luz del día”
Raley abrió el maletero. Heat se unió a él mientras Ochoa y Rook esperaban en el parachoques trasero. Mientras los tres detectives se ponían el chaleco, ella dijo, “Rook, tú te quedas aquí.”
“Vamos, te prometo que no me dispararan. Puedo llevar uno de esos chalecos.”
Ochoa señaló las grandes letras blancas que cruzaban su pecho y espalda. “Fíjate tio, aquí pone ‘POLICIA’.”
Rook miró en el maletero. “¿Tenéis por ahí uno que ponga ‘ESCRITOR’, preferiblemente en talla grande? Te va a gustar como me queda, te lo garantizo.”
“Déjalo”, dijo Nikki.
“¿Entonces por qué me has traído?”
A Nikki casi se le escapó la verdad: por el apoyo moral. Pero contestó “porque si te dejaba atrás, nunca hubiese dejado de escuchar el final de tus quejas.”
“¿Es por eso?” dijo Ochoa cuando los tres detectives se unieron a la unidad de los SWAT, “pensaba que era porque Rook es como un Air Wick humano. Con él no necesitamos ese pino de cartón en el Roachmóvil.”
El equipo de emergencias entró en la casa con una precisión táctica que contrastaba con la actitud relajada del comandante y su equipo. Heat y los Roach se sincronizaron con el equipo SWAT a pie mientras usaban el vehículo blindado para que les cubriera mientras avanzaban. Cuando este se detuvo, apareció un helicóptero sobre la calle y el piloto conectó la luz de visión nocturna, con un foco de luz para cegar a todo aquél que estuviese asomado a las ventanas mientras el equipo se desplegaba. Se aproximaron con eficiencia en una secuencia sacada de manual, cubriéndose con la barandilla del porche, contenedores de basura y arbustos a medida que avanzaban. Cuando Heat y el equipo que llevaba el ariete llegaron a la puerta principal, llamó con los nudillos por encima del ruido del helicóptero. “NYPD, abran.” Tras una corta pausa, Heat dio la señal al equipo del ariete.
El ruido de la puerta al chocar contra la pared coincidió con el golpeteo bajo el chaleco de Nikki cuando entró en la casa, a oscuras, liderando al equipo SWAT en un ballet surrealista de luz de linterna e incursiones rápidas. Ella gritó, “¡NYPD, identifíquese!” Pero sólo escuchó el eco de su propia voz en la casa casi vacía. Las fuerzas de asalto se desplegaron, un tercio giró por el lado derecho hacía el piso de abajo con Heat; otro tercio fue a la izquierda, rodeando el comedor y la cocina con los Roach y el resto subieron al segundo piso y al ático. El círculo de luz del helicóptero atravesó la ventana y se deslizó a lo largo de las paredes, haciendo que la casa pareciera que estaba girando. Cada actualización concisa que le llegaba por el auricular a Heat la confundía y desalentaba. “Comedor despejado, cocina despejada, dormitorio despejado, vestíbulo despejado, ático despejado, sótano despejado.” Los grupos del piso de abajo se encontraron en la cocina, que olía a basura acumulada lo suficiente como para ser mostrado en un programa de acumuladores de la televisión por cable. Pero ni rastro del sospechoso.
“¿Informe del garaje?” dijo Heat por el micrófono.
“Despejado”
El comandante bajó las escaleras con los Roach y la encontró en el salón. “Esto no tiene sentido”, dijo. “Y no hay sitio para esconderse, los armarios están vacíos, sólo hay un raído colchón en el suelo del dormitorio.”
“En el lado vacante de aquí, también” dijo el detective Ochoa. Dirigiendo el haz de su linterna Stinger de led´s hacía los ganchos, iluminando los recuadros donde las fotografías una vez estuvieron colgadas, encima de un rectángulo de madera sin blanquear del tamaño y la forma de un sofá. Ahora tan solo había un par de sillas que no coincidían al lado de una alfombra de segunda mano.
“¿Alguna pared falsa?” preguntó Rook entrando por la puerta principal. “Sé de hecho que algunas de estas casas viejas tienen puertas falsas detrás de las estanterías.”
Heat -sonó como un refranero familiar-, “Rook te dije que esperaras fuera.”
“Pero vi bastante luz del helicóptero y tiró de mi en contra de mi voluntad. Para mí es como en Encuentros en la Tercera Fase o la ceremonia de la rosa en El soltero.
“Fuera, ahora.”
“Vale” se giró para irse cuando se tambaleó y cayó al suelo de culo.
Ochoa negó con la cabeza mientras Raley le ayudaba a levantarse, “¿Ves? Es por esto por lo que no te podemos llevar a todos los sitios.”
“No es culpa mía, me he tropezado con algo bajo la alfombra.”
“Bueno, quita tus pies”, dijo Nikki. “Al salir.”
“¿Detective?” dijo Ochoa. Estaba arrodillado, recorriendo la palma de su mano por el bulto verde manchado del suelo. Se levantó y le susurró, “trampilla”.
Enrollaron la alfombra y encontraron un cuadrado de madera de tres por tres con una anilla y las bisagras ancladas al suelo.
“Voy a bajar”, dijo Heat.
El comandante le advirtió. “Primero vamos a tirar un poco de gas.”
“Se escapará. ¿Qué pasa si hay un túnel?”
“Pues enviaremos un perro.”
Pero la adrenalina la llamaba. Nikki deslizó su dedo índice por la anilla y tiró de la trampilla. Iluminó con su linterna en la oscuridad y gritó: “NYPD, muéstrate.” Un gemido ahogado vino de abajo.
“¿Ves algo?” preguntó Raley.
Heat negó y pasó una pierna por la abertura. “Hay una escalerilla.”
“Detective…” dijo el comandante, pero ya era demasiado tarde. Sobrellevada por la urgencia de capturar a su sospechoso, Heat rompió el procedimiento y bajó. Ignorando las llamadas de arriba, se deslizó por los raíles como si la escalerilla fuera un poste de bomberos. Cayó de cuclillas, con la Sig Sauer preparada en su mano derecha. Cogió la linterna con los dientes y alumbró el sótano.
Él estaba completamente desnudo en el centro del sótano, mirándola con unos ojos que parecían ver y no ver. “Policía, quieto.” Su sospechoso no respondió. Además ya estaba quieto, ahí de pie inmóvil, inofensivo aún cuando bajó el equipo de apoyo de los SWAT para unirse a ella, con las luces de sus armas de asalto apuntándole. “No disparéis” dijo Heat.
Lo quería bien muerto, pero lo necesitaba vivo.
Las linternas revelaron un mar de zapatos a su alrededor. Cientos y cientos de zapatos: de hombre, de mujer, viejos, nuevos, pares y desparejados. Todos ordenados en círculos concéntricos hacia el centro, con las puntas apuntándole. “Así que,” dijo. “Ha venido por mis zapatos.”
“¿A qué nombre respondes, William o Bill?” Nikki esperó de nuevo a que él hablara, y esperaría todo lo que hiciese falta. El sospechoso había permanecido en silencio desde que se había sentado en la sala de interrogatorios hacía diez minutos. Sobre todo, él se había estudiado a sí mismo en el espejo de observación. Ocasionalmente retiraba la mirada y volvía a mirar, como si quisiera sorprenderse a sí mismo. Movió los músculos de los hombros para flexionarlos contra el material naranja de su traje.
Al fin preguntó, “¿Me puedo quedar con esto?”, y parecía que lo decía en serio.
“William”, dijo. “Te voy a contar lo que pone en tu informe”. Él rompió el contacto visual y volvió a mirar al espejo. La detective Heat volvió a estudiar el informe, aunque para entonces ya casi se había memorizado los hechos más importantes. William Wade Scott, varón caucásico, de 44 años. Era básicamente un vagabundo cuyo registro de arrestos permitía seguir sus movimientos a través del Northeast desde su baja deshonrosa del ejército por cargos por drogas después de la Tormenta del Desierto en 1991. Tenía su lado quisquilloso, toneladas de ropa y desorden de conducta, además de unos pocos arrestos que aumentaron la condena sobre todo por el robo y los desperfectos que hizo en una tienda de electrónica de Providence en 1998 que le valió tres años en la penitenciaría del estado. Nikki le encargó a Ochoa que volviese a revisar con la prisión de Rhode Island el día que lo liberaron porque esa encarcelación le servía de coartada para el asesinato de su madre.
Tras el espejo de la sala de observación el detective Ochoa le envió un mensaje, confirmando la liberación de William Wade Scott en 2001, un año y medio después de la muerte de su madre. Ella lo leyó pasivamente, pero Rook se fijó en como apretaba los puños bajo la mesa después de volver a deslizar su teléfono móvil en el bolsillo.
A raíz de los múltiples reveses en el caso de su madre en los últimos años, Nikki se había endurecido en contra de la desesperación, pero esta vez picó. Sin embargo, como siempre, la respuesta de Heat a la decepción era la mayor resolución. Una revisión de la realidad. ¿Honestamente había llegado a pensar que el asesino caería en sus manos el mismo día en que conseguían una nueva pista? Demonios, no. Esto lo tratarían mañana.
Rook se volvió a Raley y Ochoa en la sala de observación. “Eso todavía lo deja como posible asesino de la Desconocida, ¿no?”
“¿Posible?” dijo Raley. “Sí, posible…”. El ‘no probable’ fue silencioso. Después de la redada en Bayside, las entrevistas a los vecinos decían que el hombre desnudo no era el propietario de la residencia de la calle Oceanía sino un vagabundo, uno de los muchos que se habían mudado a los barrios suburbiales más agradables de Long Island después de que muchos residentes huyeran por las hipotecas. El bloque había realizado unas cuantas denuncias sobre el vagabundo, y se quejaron de no recibir respuesta de la mayoría. Pero Raley había hecho un seguimiento del propietario ausente y sugería que su marcha no tenía nada que ver con las hipotecas. Encontró un antiguo arresto en Nueva Jersey en 1995 en contra del propietario por operar una red de agricultura hidropónica (drogas) en el sótano, la cual no sólo explicaba la entrada para su nueva residencia –la casa de Bayside- sino también el abandono de la propiedad para mantenerse alejado de las luchas antidroga.
“Vale,” dijo Rook, aferrándose a alguna buena noticia, “aún está lo de la maleta. Él tenía la maleta de la madre de Heat. Si él no es el asesino, quizá lo conozca.”
Ochoa dijo, “Ya llegará a eso, mírala, es su arte.”
“¿Por qué te escondías de nosotros en ese sótano?” Preguntó Heat. No respondió. “Nos identificamos como policías. ¿Por qué te tuviste que esconder?”
Él apartó la mirada del espejo y sonrió. “No necesito esconderme. Podría salir de aquí ahora, si quisiera.” Scott tiró de sus muñecas, tensando las esposas y liberándose. “Esto no significa nada para mí.”
Nikki le siguió el juego, tratando de conseguir respuestas de un hombre desilusionado, probablemente esquizofrénico. Pero en ese momento William Wade Scott era su mejor esperanza. Si no fuera un buen sospechoso, hubiese sido un gran testigo. Con una actuación imperturbable, ella movió una pieza de ajedrez mental, un peón. “¿Se trata de los cigarrillos que robaste la otra noche?”
“Todo esto es una mierda una vez que estoy ocupado. Ya debe saber eso.”
“Quizá no estoy tan informada como tú. ¿Ocupado?”
“En mi barco,” dijo. “He recibido una comunicación especial.”
“Por supuesto. Felicidades, William.” Su afirmación lo sorprendió e hizo que la mirase de forma penetrante, escuchando atentamente. “¿Es por eso por lo que necesitabas la maleta? ¿Para tu viaje?”
“¡No, para los zapatos! La encontré y pensé que habría más zapatos dentro.” Se inclinó y guiñó un ojo. “Estarán muy complacidos cuando les traiga los zapatos.”
Ella también se inclinó. “¿Pero no había zapatos dentro de la maleta? ¿No viste zapatos?
“Lo…hice” Empezó a inquietarse pero siguió. “Pero estaban… aún los llevaba puestos.”
“¿Quién?”
“¡Ella!” dijo, entonces se paró para frotarse los ojos con las manos. “No se los podía quitar.” Se puso más agitado. “No me podía quedar con ella.”
“¿La mataste?”
“No, la encontré.”
“¿Dónde?”
“En la maleta, a ver si estás atenta.”
“¿Dónde encontraste la maleta?”
“Detrás de la residencia de ancianos de la esquina.” Se calmó y confió su gran secreto con un guiño. “Tiran un montón de zapatos ahí.”
Heat hizo un gesto con la mano al espejo, pero dentro de la sala de observación, Raley y Ochoa ya estaban camino de la puerta para volver a Bayside y a la residencia de ancianos.
“Entonces cuando la viste en la maleta, ¿por qué no la devolviste al sitio donde la encontraste?”
“¿A la residencia? ¿Por qué? Estaba muerta,” dijo como si la lógica de eso tuviera que ser obvia. “Pero no sabía qué hacer con ella. Un cuerpo es, bueno, una complicación para El Plan.” Nikki optó por no presionarlo y le dio tiempo. Él se agitó un poco y dijo, “la arrastré durante toda la noche, entonces lo vi. Un contenedor térmico, era perfecto, hacía mucho frío allí dentro, hasta tenía una rampa.”
“¿Estás segura que no quieres solo dormir?” preguntó Rook cuando él y Nikki volvieron a su loft. “Van a ser las 2 de la madrugada. No pasa nada, podemos dejarlo para otro día.”
“Estoy demasiado tensa para dormir. Además, me prometiste uno de tus mortales Caipirinhas, y aún me acuerdo, chico escritor.”
“Acepto. Vale la pena cada momento que me pasé atado a punta de pistola por un traficante de armas internacional sólo para anotar la receta de su camarero.” Abrió la nevera para coger limas frescas. Ella se sentó en el taburete del mostrador para ver la magia.
Había sido un día largo, la fatiga de Heat no conjuntaba con su frustración. Cuando los Roach habían llamado desde la oficina de seguridad de la residencia en Bayside, tenían varias noticias. Debido a la hora tan tardía, tuvieron suerte de poder entrevistar al mismo testigo que había estado de servicio la noche anterior, cuando William Wade Scott dijo que había encontrado la maleta. Desafortunadamente, sin embargo la instalación no tenía cámaras de vigilancia en los contenedores de basura, lo que significaba que no había ninguna imagen del vagabundo encontrando la maleta y, peor aún, ninguna de quienquiera que la hubiera dejado ahí. El guarda de seguridad reconoció la imagen de Scott revolviendo el equipaje y verificó haber visto a Scott con la maleta yéndose del edificio sobre unas dos horas después de la foto de vigilancia que había tomado Raley. También dijo que vio a Scott llegar con las manos vacías, validando así su historia de que el caso había sido limpiado. Añadiendo más agua fría a las brasas, no reconoció a la Desconocida. Los Roach habían llamado a la unidad de investigadores para que peinasen la zona de los contenedores y después se fueron, diciendo a Heat que volverían a la mañana siguiente para entrevistar al personal y a los residentes sobre la maleta, la Desconocida y lo que fuera que un octogenario insomne pudo haber visto a través de la ventana durante la larga noche.
“¿Qué va a pasar con Willie el Robazapatos?” preguntó Rook cuando chocaron los vasos.
“Muy sensible, Rook.” Sorbió su coctel. “Pero te perdono porque esta caipirinha es asombrosa. Y para responder a tu pregunta, he recomendado a William Scott para una evaluación psíquica involuntaria. Me permite retenerle unos días más, además es mejor que estar en Bellevue. No es que espere sacar nada más de él. Me temo que es un eslabón en la cadena, no un enlace.”
“Hey, nunca se sabe.”
“No me trates con condescendencia. Yo lo sé.”
Reconociendo el levantamiento de su cortafuegos, Rook se entretuvo con su bebida para llenar el incómodo silencio con algo más que tensión. Después de un prudente intervalo dijo, “Bueno, esto es lo que yo sé. Quizá sea un callejón sin salida, pero sólo hay un modo de saberlo.”
“Allá vamos. ¿Vuelves a estar en 1999?”
“No, antes de eso. Quiero meterme en la vida de tu madre.”
“Olvídalo, Rook.”
“Carter Damon dijo que tu madre era profesora de piano, ¿verdad?”
“Tutora, tutora de piano.”
“¿Qué la cualificaba para eso?”
Nikki se burló “¿Cualificada? Amigo, ¿Tienes idea de lo cualificada que estaba?” Pero entonces se sorprendió de la respuesta que le había dado, sin casi darse cuenta.
“¿Te refieres como a un grado avanzado del New England Conservatory mientras se entrenaba para convertirse en una famosa solista de conciertos? ¿Ese tipo de cualificación?” Mientras ella seguía sentada con cara de sorprendida, él chocó su copa y dijo, “Hey, no se consiguen dos Pulitzers siendo un zoquete investigando.”
“Está bien, así que tienes tus dones especiales, listillo. ¿A donde está llevando esto?”
“Adivina esto: ¿Cuál es la primera regla de una investigación de la Detective Heat?” Antes de que ella pudiera decir nada, se respondió a sí mismo. “’Buscar el calcetín desparejado’. Un calcetín desparejado es la única cosa que no encaja, o parece fuera de lugar en todas las pruebas.”
“¿Y?”
“¿Y cuál es el calcetín desparejado de la vida de tu madre? Simple. ¿Por qué tener toda esa pasión, talento y aprendizaje clásico sólo para abandonarlo para enseñar a mocosos ricos de Heart and Soul?” Esperó, al igual que había visto a través del cristal como ella había esperado a ese vagabundo.
“Yo… eh…” bajó su mirada al mostrador, sin tener una respuesta que compartir.
“Pues vamos a encontrarlo. ¿Cómo? Siguiendo el calcetín desparejado.”
“¿Ahora?”
“Claro que no, mañana. Mañana es sábado, vamos a ir a Boston a visitar la escuela de música de tu madre.
“¿Tengo voto en esto?”
“Por supuesto. Siempre y cuando sea un sí.”
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Beckett y Delta5
Como siempre muchas gracias por seguir la traduccion y por comentar, aunque me gustaria que hubiese mas ya que Beckett, Delta5 y yo nos gustaria saber que tal lo estamos haciendo. Disfrutadla y comentad.
CAPITULO 4-PRIMERA PARTE
El tatuaje lo delató. Como Heat había esperado, el RTCC (Centro del Crimen en Tiempo Real) tenía una coincidencia en su ordenador que conectaba a un sospechoso. Una semana antes, el propietario de un pequeño almacén del vecindario de Bayside, en Queens, había llamado para denunciar a un ladrón. La cámara de seguridad lo había pillado, y aunque la delincuencia menor no tenía peso para llamar la atención, el RTCC había registrado el tatuaje en la base de datos, y saltó a los pocos minutos de que el detective Raley colgara la imagen en el servidor. Las patrullas de agentes enseñaron la foto en los alrededores de Bayside, y el vigilante nocturno de un negocio de coches usados lo reconoció como el tipo que había visto rondando por allí últimamente. El aviso llegó cuando el guarda de seguridad lo volvió a ver pocas horas después de la visita de los agentes y lo situó en una casa cercana mientras llamaba a la NYPD.
Heat, Rook, Raley y Ochoa mantuvieron un tenso silencio bajo la sirena intermitente, los hombros y rodillas golpeándose contra las puertas del Roachmóvil mientras el detective Raley volaba a través del tráfico nocturno de Midtown Tunnel hasta la autopista de Long Island. El único lapsus en la concentración de Raley vino en la recta frente al globo terráqueo en Flushing Meadows, cuando miró de reojo a Ochoa en el asiento de copiloto y arrugó la nariz. Su compañero reprimió una sonrisa mirando a Rook, cuya fragancia herbal se había extendido por la parte trasera. Heat los pilló pero lo único que dijo fue “¿Falta mucho para llegar?” Era su manera de suscitar urgencia en su concentración y velocidad.
El Crown Victoria tardó 6 minutos más, hasta el área de ensayo táctico del Marie Curie Park en Bayside, y Raley aparcó en batería junto a otros coches de policía. El escuadrón 9 de los servicios de emergencia, incluida una unidad de SWAT's, estaban esperando con sus cascos negros y chalecos antibalas. El comandante del escuadrón de emergencia táctica la saludó en cuanto bajó del coche. “Has llegado a tiempo, detective Heat”
“Gracias por esperar.”
“Escucha, vamos a dejar que este sea tu show” dijo él.
El mensaje de respeto entrelíneas en ese gesto casi la ahogaba, pero lo dejó estar con un nítido, “gracias, se aprecia eso comandante.”
“Lo tengo todo acordonado para ti”, dijo. “El sospechoso está dentro de una vivienda unifamiliar de dos plantas en Oceania, la calle de al lado. El registro de la empresa eléctrica indica como propietario a J.S.Palmer, aunque la factura no ha sido pagada desde hace seis meses y el suministro está cortado a petición del residente.” Usó un filtro rojo de su linterna para no cegarla y extendió en el capó de su coche un plano lleno de marcas del despliegue policial. “Es la casa de esta esquina, tengo un perímetro cubriendo todas las salidas posibles, incluyendo perros aquí y aquí. Los agentes tienen Northern Boulevard cortada y hemos bloqueado la Avenida Cuarenta y Siete después de que vinieras, así que somos los dueños de las calles. También tengo un equipo dentro de la casa vecina y hemos trasladado a la única familia por la puerta de atrás.”
“Suena como si lo tuvieras todo cubierto”
“Aún no he acabado”, tecleó el micrófono de su walkie talkie “Unidad de emergencias 9 a Chopper cuatro-uno-cuatro.”
“Adelante, unidad de emergencias 9”, contestó una voz calmada con un ronroneo agudo detrás.
“Listos en cinco minutos”
“Confirma cinco minutos a tu señal. Traeremos la luz del día”
Raley abrió el maletero. Heat se unió a él mientras Ochoa y Rook esperaban en el parachoques trasero. Mientras los tres detectives se ponían el chaleco, ella dijo, “Rook, tú te quedas aquí.”
“Vamos, te prometo que no me dispararan. Puedo llevar uno de esos chalecos.”
Ochoa señaló las grandes letras blancas que cruzaban su pecho y espalda. “Fíjate tio, aquí pone ‘POLICIA’.”
Rook miró en el maletero. “¿Tenéis por ahí uno que ponga ‘ESCRITOR’, preferiblemente en talla grande? Te va a gustar como me queda, te lo garantizo.”
“Déjalo”, dijo Nikki.
“¿Entonces por qué me has traído?”
A Nikki casi se le escapó la verdad: por el apoyo moral. Pero contestó “porque si te dejaba atrás, nunca hubiese dejado de escuchar el final de tus quejas.”
“¿Es por eso?” dijo Ochoa cuando los tres detectives se unieron a la unidad de los SWAT, “pensaba que era porque Rook es como un Air Wick humano. Con él no necesitamos ese pino de cartón en el Roachmóvil.”
El equipo de emergencias entró en la casa con una precisión táctica que contrastaba con la actitud relajada del comandante y su equipo. Heat y los Roach se sincronizaron con el equipo SWAT a pie mientras usaban el vehículo blindado para que les cubriera mientras avanzaban. Cuando este se detuvo, apareció un helicóptero sobre la calle y el piloto conectó la luz de visión nocturna, con un foco de luz para cegar a todo aquél que estuviese asomado a las ventanas mientras el equipo se desplegaba. Se aproximaron con eficiencia en una secuencia sacada de manual, cubriéndose con la barandilla del porche, contenedores de basura y arbustos a medida que avanzaban. Cuando Heat y el equipo que llevaba el ariete llegaron a la puerta principal, llamó con los nudillos por encima del ruido del helicóptero. “NYPD, abran.” Tras una corta pausa, Heat dio la señal al equipo del ariete.
El ruido de la puerta al chocar contra la pared coincidió con el golpeteo bajo el chaleco de Nikki cuando entró en la casa, a oscuras, liderando al equipo SWAT en un ballet surrealista de luz de linterna e incursiones rápidas. Ella gritó, “¡NYPD, identifíquese!” Pero sólo escuchó el eco de su propia voz en la casa casi vacía. Las fuerzas de asalto se desplegaron, un tercio giró por el lado derecho hacía el piso de abajo con Heat; otro tercio fue a la izquierda, rodeando el comedor y la cocina con los Roach y el resto subieron al segundo piso y al ático. El círculo de luz del helicóptero atravesó la ventana y se deslizó a lo largo de las paredes, haciendo que la casa pareciera que estaba girando. Cada actualización concisa que le llegaba por el auricular a Heat la confundía y desalentaba. “Comedor despejado, cocina despejada, dormitorio despejado, vestíbulo despejado, ático despejado, sótano despejado.” Los grupos del piso de abajo se encontraron en la cocina, que olía a basura acumulada lo suficiente como para ser mostrado en un programa de acumuladores de la televisión por cable. Pero ni rastro del sospechoso.
“¿Informe del garaje?” dijo Heat por el micrófono.
“Despejado”
El comandante bajó las escaleras con los Roach y la encontró en el salón. “Esto no tiene sentido”, dijo. “Y no hay sitio para esconderse, los armarios están vacíos, sólo hay un raído colchón en el suelo del dormitorio.”
“En el lado vacante de aquí, también” dijo el detective Ochoa. Dirigiendo el haz de su linterna Stinger de led´s hacía los ganchos, iluminando los recuadros donde las fotografías una vez estuvieron colgadas, encima de un rectángulo de madera sin blanquear del tamaño y la forma de un sofá. Ahora tan solo había un par de sillas que no coincidían al lado de una alfombra de segunda mano.
“¿Alguna pared falsa?” preguntó Rook entrando por la puerta principal. “Sé de hecho que algunas de estas casas viejas tienen puertas falsas detrás de las estanterías.”
Heat -sonó como un refranero familiar-, “Rook te dije que esperaras fuera.”
“Pero vi bastante luz del helicóptero y tiró de mi en contra de mi voluntad. Para mí es como en Encuentros en la Tercera Fase o la ceremonia de la rosa en El soltero.
“Fuera, ahora.”
“Vale” se giró para irse cuando se tambaleó y cayó al suelo de culo.
Ochoa negó con la cabeza mientras Raley le ayudaba a levantarse, “¿Ves? Es por esto por lo que no te podemos llevar a todos los sitios.”
“No es culpa mía, me he tropezado con algo bajo la alfombra.”
“Bueno, quita tus pies”, dijo Nikki. “Al salir.”
“¿Detective?” dijo Ochoa. Estaba arrodillado, recorriendo la palma de su mano por el bulto verde manchado del suelo. Se levantó y le susurró, “trampilla”.
Enrollaron la alfombra y encontraron un cuadrado de madera de tres por tres con una anilla y las bisagras ancladas al suelo.
“Voy a bajar”, dijo Heat.
El comandante le advirtió. “Primero vamos a tirar un poco de gas.”
“Se escapará. ¿Qué pasa si hay un túnel?”
“Pues enviaremos un perro.”
Pero la adrenalina la llamaba. Nikki deslizó su dedo índice por la anilla y tiró de la trampilla. Iluminó con su linterna en la oscuridad y gritó: “NYPD, muéstrate.” Un gemido ahogado vino de abajo.
“¿Ves algo?” preguntó Raley.
Heat negó y pasó una pierna por la abertura. “Hay una escalerilla.”
“Detective…” dijo el comandante, pero ya era demasiado tarde. Sobrellevada por la urgencia de capturar a su sospechoso, Heat rompió el procedimiento y bajó. Ignorando las llamadas de arriba, se deslizó por los raíles como si la escalerilla fuera un poste de bomberos. Cayó de cuclillas, con la Sig Sauer preparada en su mano derecha. Cogió la linterna con los dientes y alumbró el sótano.
Él estaba completamente desnudo en el centro del sótano, mirándola con unos ojos que parecían ver y no ver. “Policía, quieto.” Su sospechoso no respondió. Además ya estaba quieto, ahí de pie inmóvil, inofensivo aún cuando bajó el equipo de apoyo de los SWAT para unirse a ella, con las luces de sus armas de asalto apuntándole. “No disparéis” dijo Heat.
Lo quería bien muerto, pero lo necesitaba vivo.
Las linternas revelaron un mar de zapatos a su alrededor. Cientos y cientos de zapatos: de hombre, de mujer, viejos, nuevos, pares y desparejados. Todos ordenados en círculos concéntricos hacia el centro, con las puntas apuntándole. “Así que,” dijo. “Ha venido por mis zapatos.”
“¿A qué nombre respondes, William o Bill?” Nikki esperó de nuevo a que él hablara, y esperaría todo lo que hiciese falta. El sospechoso había permanecido en silencio desde que se había sentado en la sala de interrogatorios hacía diez minutos. Sobre todo, él se había estudiado a sí mismo en el espejo de observación. Ocasionalmente retiraba la mirada y volvía a mirar, como si quisiera sorprenderse a sí mismo. Movió los músculos de los hombros para flexionarlos contra el material naranja de su traje.
Al fin preguntó, “¿Me puedo quedar con esto?”, y parecía que lo decía en serio.
“William”, dijo. “Te voy a contar lo que pone en tu informe”. Él rompió el contacto visual y volvió a mirar al espejo. La detective Heat volvió a estudiar el informe, aunque para entonces ya casi se había memorizado los hechos más importantes. William Wade Scott, varón caucásico, de 44 años. Era básicamente un vagabundo cuyo registro de arrestos permitía seguir sus movimientos a través del Northeast desde su baja deshonrosa del ejército por cargos por drogas después de la Tormenta del Desierto en 1991. Tenía su lado quisquilloso, toneladas de ropa y desorden de conducta, además de unos pocos arrestos que aumentaron la condena sobre todo por el robo y los desperfectos que hizo en una tienda de electrónica de Providence en 1998 que le valió tres años en la penitenciaría del estado. Nikki le encargó a Ochoa que volviese a revisar con la prisión de Rhode Island el día que lo liberaron porque esa encarcelación le servía de coartada para el asesinato de su madre.
Tras el espejo de la sala de observación el detective Ochoa le envió un mensaje, confirmando la liberación de William Wade Scott en 2001, un año y medio después de la muerte de su madre. Ella lo leyó pasivamente, pero Rook se fijó en como apretaba los puños bajo la mesa después de volver a deslizar su teléfono móvil en el bolsillo.
A raíz de los múltiples reveses en el caso de su madre en los últimos años, Nikki se había endurecido en contra de la desesperación, pero esta vez picó. Sin embargo, como siempre, la respuesta de Heat a la decepción era la mayor resolución. Una revisión de la realidad. ¿Honestamente había llegado a pensar que el asesino caería en sus manos el mismo día en que conseguían una nueva pista? Demonios, no. Esto lo tratarían mañana.
Rook se volvió a Raley y Ochoa en la sala de observación. “Eso todavía lo deja como posible asesino de la Desconocida, ¿no?”
“¿Posible?” dijo Raley. “Sí, posible…”. El ‘no probable’ fue silencioso. Después de la redada en Bayside, las entrevistas a los vecinos decían que el hombre desnudo no era el propietario de la residencia de la calle Oceanía sino un vagabundo, uno de los muchos que se habían mudado a los barrios suburbiales más agradables de Long Island después de que muchos residentes huyeran por las hipotecas. El bloque había realizado unas cuantas denuncias sobre el vagabundo, y se quejaron de no recibir respuesta de la mayoría. Pero Raley había hecho un seguimiento del propietario ausente y sugería que su marcha no tenía nada que ver con las hipotecas. Encontró un antiguo arresto en Nueva Jersey en 1995 en contra del propietario por operar una red de agricultura hidropónica (drogas) en el sótano, la cual no sólo explicaba la entrada para su nueva residencia –la casa de Bayside- sino también el abandono de la propiedad para mantenerse alejado de las luchas antidroga.
“Vale,” dijo Rook, aferrándose a alguna buena noticia, “aún está lo de la maleta. Él tenía la maleta de la madre de Heat. Si él no es el asesino, quizá lo conozca.”
Ochoa dijo, “Ya llegará a eso, mírala, es su arte.”
“¿Por qué te escondías de nosotros en ese sótano?” Preguntó Heat. No respondió. “Nos identificamos como policías. ¿Por qué te tuviste que esconder?”
Él apartó la mirada del espejo y sonrió. “No necesito esconderme. Podría salir de aquí ahora, si quisiera.” Scott tiró de sus muñecas, tensando las esposas y liberándose. “Esto no significa nada para mí.”
Nikki le siguió el juego, tratando de conseguir respuestas de un hombre desilusionado, probablemente esquizofrénico. Pero en ese momento William Wade Scott era su mejor esperanza. Si no fuera un buen sospechoso, hubiese sido un gran testigo. Con una actuación imperturbable, ella movió una pieza de ajedrez mental, un peón. “¿Se trata de los cigarrillos que robaste la otra noche?”
“Todo esto es una mierda una vez que estoy ocupado. Ya debe saber eso.”
“Quizá no estoy tan informada como tú. ¿Ocupado?”
“En mi barco,” dijo. “He recibido una comunicación especial.”
“Por supuesto. Felicidades, William.” Su afirmación lo sorprendió e hizo que la mirase de forma penetrante, escuchando atentamente. “¿Es por eso por lo que necesitabas la maleta? ¿Para tu viaje?”
“¡No, para los zapatos! La encontré y pensé que habría más zapatos dentro.” Se inclinó y guiñó un ojo. “Estarán muy complacidos cuando les traiga los zapatos.”
Ella también se inclinó. “¿Pero no había zapatos dentro de la maleta? ¿No viste zapatos?
“Lo…hice” Empezó a inquietarse pero siguió. “Pero estaban… aún los llevaba puestos.”
“¿Quién?”
“¡Ella!” dijo, entonces se paró para frotarse los ojos con las manos. “No se los podía quitar.” Se puso más agitado. “No me podía quedar con ella.”
“¿La mataste?”
“No, la encontré.”
“¿Dónde?”
“En la maleta, a ver si estás atenta.”
“¿Dónde encontraste la maleta?”
“Detrás de la residencia de ancianos de la esquina.” Se calmó y confió su gran secreto con un guiño. “Tiran un montón de zapatos ahí.”
Heat hizo un gesto con la mano al espejo, pero dentro de la sala de observación, Raley y Ochoa ya estaban camino de la puerta para volver a Bayside y a la residencia de ancianos.
“Entonces cuando la viste en la maleta, ¿por qué no la devolviste al sitio donde la encontraste?”
“¿A la residencia? ¿Por qué? Estaba muerta,” dijo como si la lógica de eso tuviera que ser obvia. “Pero no sabía qué hacer con ella. Un cuerpo es, bueno, una complicación para El Plan.” Nikki optó por no presionarlo y le dio tiempo. Él se agitó un poco y dijo, “la arrastré durante toda la noche, entonces lo vi. Un contenedor térmico, era perfecto, hacía mucho frío allí dentro, hasta tenía una rampa.”
“¿Estás segura que no quieres solo dormir?” preguntó Rook cuando él y Nikki volvieron a su loft. “Van a ser las 2 de la madrugada. No pasa nada, podemos dejarlo para otro día.”
“Estoy demasiado tensa para dormir. Además, me prometiste uno de tus mortales Caipirinhas, y aún me acuerdo, chico escritor.”
“Acepto. Vale la pena cada momento que me pasé atado a punta de pistola por un traficante de armas internacional sólo para anotar la receta de su camarero.” Abrió la nevera para coger limas frescas. Ella se sentó en el taburete del mostrador para ver la magia.
Había sido un día largo, la fatiga de Heat no conjuntaba con su frustración. Cuando los Roach habían llamado desde la oficina de seguridad de la residencia en Bayside, tenían varias noticias. Debido a la hora tan tardía, tuvieron suerte de poder entrevistar al mismo testigo que había estado de servicio la noche anterior, cuando William Wade Scott dijo que había encontrado la maleta. Desafortunadamente, sin embargo la instalación no tenía cámaras de vigilancia en los contenedores de basura, lo que significaba que no había ninguna imagen del vagabundo encontrando la maleta y, peor aún, ninguna de quienquiera que la hubiera dejado ahí. El guarda de seguridad reconoció la imagen de Scott revolviendo el equipaje y verificó haber visto a Scott con la maleta yéndose del edificio sobre unas dos horas después de la foto de vigilancia que había tomado Raley. También dijo que vio a Scott llegar con las manos vacías, validando así su historia de que el caso había sido limpiado. Añadiendo más agua fría a las brasas, no reconoció a la Desconocida. Los Roach habían llamado a la unidad de investigadores para que peinasen la zona de los contenedores y después se fueron, diciendo a Heat que volverían a la mañana siguiente para entrevistar al personal y a los residentes sobre la maleta, la Desconocida y lo que fuera que un octogenario insomne pudo haber visto a través de la ventana durante la larga noche.
“¿Qué va a pasar con Willie el Robazapatos?” preguntó Rook cuando chocaron los vasos.
“Muy sensible, Rook.” Sorbió su coctel. “Pero te perdono porque esta caipirinha es asombrosa. Y para responder a tu pregunta, he recomendado a William Scott para una evaluación psíquica involuntaria. Me permite retenerle unos días más, además es mejor que estar en Bellevue. No es que espere sacar nada más de él. Me temo que es un eslabón en la cadena, no un enlace.”
“Hey, nunca se sabe.”
“No me trates con condescendencia. Yo lo sé.”
Reconociendo el levantamiento de su cortafuegos, Rook se entretuvo con su bebida para llenar el incómodo silencio con algo más que tensión. Después de un prudente intervalo dijo, “Bueno, esto es lo que yo sé. Quizá sea un callejón sin salida, pero sólo hay un modo de saberlo.”
“Allá vamos. ¿Vuelves a estar en 1999?”
“No, antes de eso. Quiero meterme en la vida de tu madre.”
“Olvídalo, Rook.”
“Carter Damon dijo que tu madre era profesora de piano, ¿verdad?”
“Tutora, tutora de piano.”
“¿Qué la cualificaba para eso?”
Nikki se burló “¿Cualificada? Amigo, ¿Tienes idea de lo cualificada que estaba?” Pero entonces se sorprendió de la respuesta que le había dado, sin casi darse cuenta.
“¿Te refieres como a un grado avanzado del New England Conservatory mientras se entrenaba para convertirse en una famosa solista de conciertos? ¿Ese tipo de cualificación?” Mientras ella seguía sentada con cara de sorprendida, él chocó su copa y dijo, “Hey, no se consiguen dos Pulitzers siendo un zoquete investigando.”
“Está bien, así que tienes tus dones especiales, listillo. ¿A donde está llevando esto?”
“Adivina esto: ¿Cuál es la primera regla de una investigación de la Detective Heat?” Antes de que ella pudiera decir nada, se respondió a sí mismo. “’Buscar el calcetín desparejado’. Un calcetín desparejado es la única cosa que no encaja, o parece fuera de lugar en todas las pruebas.”
“¿Y?”
“¿Y cuál es el calcetín desparejado de la vida de tu madre? Simple. ¿Por qué tener toda esa pasión, talento y aprendizaje clásico sólo para abandonarlo para enseñar a mocosos ricos de Heart and Soul?” Esperó, al igual que había visto a través del cristal como ella había esperado a ese vagabundo.
“Yo… eh…” bajó su mirada al mostrador, sin tener una respuesta que compartir.
“Pues vamos a encontrarlo. ¿Cómo? Siguiendo el calcetín desparejado.”
“¿Ahora?”
“Claro que no, mañana. Mañana es sábado, vamos a ir a Boston a visitar la escuela de música de tu madre.
“¿Tengo voto en esto?”
“Por supuesto. Siempre y cuando sea un sí.”
Última edición por lastral el Vie Nov 09, 2012 9:34 am, editado 2 veces
lastral- Policia de homicidios
- Mensajes : 747
Fecha de inscripción : 10/04/2011
Edad : 35
Localización : Madrid
Gracias mil!
Gracias mil por la traduccion, su trabajo es increible chicos , he querido comentarles desde el primer post que hiciste con la traduccion pero no estoy registrada aqui, una vez mas mil gracias... :PD "Tampoco se si esta es la forma correcta de comentar" Sorry de antemano!!!
Gery- Invitado
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Puedes comentar que de este modo, no hay problema. ¡Pero también te puedes registrar y formar parte de esta gran familia, seguro que te lo pasas bien!
¡Me alegro que te guste el libro!
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