Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
¡Hoy os cuelgo yo el capítulo!
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
CAPÍTULO 13 - PRIMERA PARTE
Rook pidió al barman que subiera el volumen de la televisión para que pudieran oír las noticias de última hora, lo cual no sentó nada bien a los fans de Sunday Night Baseball, pero a él y a Nikki no les importó. Ellos se pusieron de pie bajo la gran pantalla, olvidaron las alitas que se quedaron frías en la mesa detrás de ellos, mientras se quedaban absortos oyendo el canal de noticias por cable de Nueva York.
El reportero estaba de pie delante de una larga cinta amarilla de protección en una calle de la ciudad y hablaba a la cámara. Debajo suyo el titular decía: “en directo, desde la Cocina del Infierno.” Apretándose su pinganillo al oído, él asintió, recogiendo la señal del presentador. “Gracias, Miranda. Sí, un gran cambio en un caso del que todo el mundo hablaba en Nueva York esta semana, desde que el cuerpo congelado de una mujer en Inwood, víctima de una puñalada fatal, fuese encontrada dentro de una maleta en un camión de entrega de comida.” Se giró y señaló detrás de él, y la cámara lentamente hizo zoom para mostrar la entrada principal de ladrillos de un edificio de apartamentos, donde un agente de la NYPD permanecía de pie haciendo guardia. “Pueden ver que hay tranquilidad ahora en la West Fifty-fourth Street, pero esta es la entrada del edificio donde, hace unos minutos, oficiales y detective del NYPD, interrumpieron en el apartamento de un presunto asesino.”
El siguiente material grababa al capitán Irons parado muy estirado delante de la cinta de la escena del crimen, en su momento de gloria, con su nombre plasmado en la pantalla y un mar de micrófonos apuntándole. “El nombre de nuestro sospechoso es Hank Norman Spooner, de edad cuarenta y dos, un autónomo fotógrafo de apartamentos. El Sr. Spooner fue arrestado sin incidentes por mí mismo y la detective Sharon Hinesburg de mi comisaría, la 20, también con oficiales de apoyo del norte del centro de la ciudad.”
Rook dijo, “esto se pone mejor a cada minuto.” Heat no respondió; simplemente se quedó de pie, paralizada, mientras Irons respondía a una de las preguntas gritadas hacia él desde el frenesí de la prensa.
“El sospechoso se puso bajo nuestro escrutinio esta semana después de que uno de mi equipo recibiera una llamada anónima expresando arrepentimiento por el asesinato de Nicole Bernardin la semana pasada, también por la muerte de otra víctima, Cynthia Trope Heat, en 1999.” Nikki recordó el reporte de los Roach de la vertiginosa aparición el sábado por la noche del Irons y Hinesburg para escuchar una grabación de audio a puerta cerrada. Los reporteros gritaron más preguntas todos a la vez. “Es correcto,” contestó el capitán. “El hombre que llamaba se implicaba él mismo en ambos asesinatos y decía que no podía seguir viviendo con esa carga más tiempo. Su llamada contenía suficientes detalles sobre ambos crímenes para que nos sintiéramos seguros de que era nuestro hombre y, una vez que le rastreamos hasta su dirección, procedimos a su arresto esta noche. Actualmente está detenido en la comisaría 20, y está en proceso de realizar una confesión formal. Puedo decir que los ciudadanos de la ciudad de Nueva York dormirán mejor esta noche, sabiendo que hemos quitado a este individuo de las calles, y estoy orgulloso de haber liderado al equipo que ha llevado este caso a una conclusión segura y rápida. Gracias.”
El teléfono de Heat sonó. Era Ochoa. “¿Qué hay sobre una advertencia?” Ella espetó. Ni siquiera un hola.
“Oye, lo estoy oyendo hablar ahora mismo. El capitán nos ocultó todo. Excepto Hinesburg, nadie tenía ni idea. Te estoy llamando primero para asegurarme de que lo supieras. Supongo que ya lo sabías.”
“Oh, Miguel, me siento quemada.”
“No hay problema, Sopla, todos lo entendemos. Estoy yendo ahora para ver qué es lo que pasa y contener los daños tanto como pueda. Te mantendré informada.”
“Hazlo,” dijo ella y colgó. Nikki dejó sobre la mesa el dinero suficiente para cubrir la cuenta y se dirigió hacia a la puerta donde Rook ya la estaba sujetando para salir.”
En el camino de vuelta al loft, él dijo, “me pregunto cuántos puntos en el menú del Kama Sutra el Gran Wally se apuntó al mencionar a Hinesburg en televisión.”
“Guárdalo, Rook.”
“Oye, yo también estoy cabreado. Así es como le hago frente.”
“Entonces hazle frente con palabras internas. No estoy de humor para una conversación ahora.” Pero después de tres pasos, dijo, “lo ha estropeado todo. No, peor que eso. Lo que asusta al infierno fuera de mí es que está empezando a fastidiarlo todo. Estoy fuera de aquí menos de una semana, y no sólo ha cogido al tipo equivocado sino que está potencialmente haciendo un daño irreparable en estos casos.”
“Entonces párale.”
“¿Cómo?”
Ellos se pararon para cruzar, y él se adelantó para ponerse frente a ella, mirándola a los ojos. “Sabes cómo.”
“No,” dijo ella. “Te dije que nunca haría eso.”
“Entonces, de acuerdo. Deja a Wally ser el toro de la tienda de los chinos mientras lo ves en la televisión.” La luz del semáforo cambió y él empezó a cruzar. Ella le alcanzó.
“Te odio.”
“Palabras internas,” dijo él.
A la mañana siguiente, Heat llegó diez minutos antes a su cita de café de las siete con Zach Hamner, esperando utilizar el tiempo antes de que apareciera, para calmar el malestar que sentía al tener que encorvarse para ver a la comadreja. Pero cuando entró en el café cerca del Cuartel General de la NYPD, él ya estaba terminando un desayuno combinado consistente en una tortilla Denver, patatas fritas, rosquillas y queso cremoso, zumo, y un expresso.
Hamner no se levantó cuando ella entró, solo le hizo un movimiento de cabeza y señaló a la silla enfrente suya. “Llegas pronto,” le dijo, comprobando la hora en su BlackBerry.
“Puedo esperar fuera para a que termines de desayunar.” Se había dicho a sí misma en el metro camino al centro de la ciudad que no sería sarcástica con él, pero Zach Hamner lo hacía difícil de resistir. Al principal ayudante administrativo del NYPD del diputado comisionado de asuntos legales le gustaba hacer pivotar su polla, y Nikki comprendió que tenía toda la longitud de su título. Cada transacción, grande o pequeña, era un poderoso juego para él, y la forzaba a hacer todo el camino hasta el Cort Café, para una conversación que podrían haber fácilmente completado la noche anterior por teléfono cuando ella le llamó, constituyendo una apariencia de dominio para probar quién sostenía la cuerda más larga.
Zach fingía ser ajeno a su molestia. “No, puedo comer mientras hablamos.
¿Café?”
“No, gracias.”
Él terminó su rosquilla, haciéndola esperar al masticar mientras ojeaba nuevos e-mails en su teléfono. Heat reconoció que Zach “El Martillo” Hamner tenía motivos para estar descontento con ella. Y, claramente, esta ceremonia de falta de respeto era una venganza por el capital político que ella le había costado dos meses antes. Eso ocurrió cuando ella había dejado aturdida a la Comisión de Policía al declinar el ascenso que él había manipulado para que ella pudiera tomar el mando de la comandancia de la Comisaría 20.
Después cuando se tomó parte de su preciado tiempo para sacudirse una semilla de sésamo de la manga de su traje carbón a rayas, ella casi se marchó. En esos pocos minutos de proximidad, la perversidad de su mundo –un bazar de transacciones e influencia de un poderoso corredor- le trajo de vuelta al apalancamiento de la agonía por la que había rechazado el ascenso de rango.
Esto era por lo que Heat había rehusado de llamarle cuando Rook lo había mencionado la semana pasada. Pero ahora, con Irons en peligro de hacer volar el caso de su madre. Nikki sabía que no tenía más opción que expirarlo y aceptar.
Y también lo hizo Zach Hamner.
Él depositó su BlackBerry a un lado y dijo, “así que, ¿problemas en Eighty-second Street?”
“Como dije la noche anterior por teléfono, estoy en una suspensión obligatoria en el peor momento posible. El capitan Irons manipuló eso, y ahora que estoy al margen, él está controlando mis dos investigaciones y poniéndolas en riesgo.”
“Y una de ellas es el asesinato de tu madre, ¿verdad?”
Él ya sabía eso, pero ella siguió el juego y se lo tragó. “Eso es por lo que estoy pidiendo tu ayuda.”
“Intenté ayudarte una vez antes y eso no fue muy bien.”
“Seamos honestos, Zach, también te habrías beneficiado con mi ascenso.”
“Ilustremos propio interés. No puedes enganchar tu vagón a una estrella sin crear una.” Él compuso una sonrisa sin alegría y lo dejo caer. “Te juzgué mal, Heat. Me avergonzaste en público.”
Cumplimiento su papel en la transacción, ella dijo, “verdaderamente lo siento si te causé problemas,” y le miró procesar estas palabras: la única razón para el viaje.
“De acuerdo, entonces,” dijo él, satisfecho por conseguir el respeto que quería. “Wally Irons. Uno tenaz. Ellos le quieren en el Cuartel General. Su CompStats es estelar. “
“Vamos, Zach. ¿Su CompStats versus El Martillo?”
A él le gustaba como sonaba eso. “¿Sus cargos de teléfono? Bien. Estate en tierra firme esta mañana para que pueda contactar contigo.”
“Gracias por esto.”
“Oh, oye, escucha,” dijo él. “Entendámonos aquí. Tendrás la oportunidad de agradecérmelo. La cuenta será debidamente pagada algún día.” Deslizó la cuenta de su desayuno hacia ella. “Y será más que simplemente esto.” Después se fue sin despedirse.
Dos horas después, la Detective Heat probablemente hubiera entrado en la oficina de la Comisaría 20 con aplausos, pero ella se adelantó a eso. Había llamado a los Roach para decirles a los dos que corrieran la voz para mantener su vuelta bajo llave. Zach Hamner la había prevenido que Irons tenía que tragarse las órdenes desde la parte de arriba de la cadena de mando y que no restregara su nariz en él. Pero ‘El Martillo’ había trabajado su magia consiguiendo su reintegración, y para salvar las apariencias, había informado al capitán de que ella estaba de acuerdo en regresar para realizar un seguimiento con el fin de reducir el tamaño de la explosión de su oficina. “¿Eso es todo lo que tengo que hacer?”
“Para ellos,” Había dicho Zach. Como si necesitase que la recordara su cuenta TLD (‘Te Lo Debo’)
Ella se preparó de forma inmediata al haber traído a Hank Norman Spooner de su celda en la Sala de Interrogatorios Uno mientras leía la confesión que había escrito la noche anterior. El sospechoso tenía un historial que también estudió. En los noventa había trabajado como guardia de seguridad pero le despidieron por continuas quejas por robos en las oficinas que él patrullaba y por acechar a varías mujeres en los apartamentos por los que había sido contratado para proteger. Spooner pasó una libertad condicional y posterior suspensión de la pena por estos y había estado trabajando con varias órdenes de alejamiento. También tenía un cargo por mirón en Florida de cuando había trabajado como personal en un crucero, el cual había constituido su empleo esporádico durante gran parte de la década anterior. También había pasado noventa días de libertad condicional por eso; por lo demás, no había estado más tiempo en la cárcel.
Nikki preguntó al Detective Rhymer si alguien había comprobado las fechas del crucero de Spooner contra los asesinatos, y cuando él dijo que no, ella le dio esa tarea y se preguntó cómo demonios Wally Irons podría haber ido a la televisión y había llamado a esto una investigación.
La inevitable confrontación con su comandante llegó mientras ella ponía a su vieja amiga, la Sig Sauer, en la caja de seguridad en el pasillo fuera de la Sala de Interrogatorios Uno. “Bienvenida de vuelta, Heat.” Ella hizo girar la combinación y se giró hacia la voz. Y allí estaba de pie con la detective Hinesburg a su vera.
“Capitán.” Brevemente, pensó, era la cara de su mejor amiga.
“¿Qué está pasando aquí? Entendí que llamaste para subir a mi prisionero.”
“Sí, señor,” dijo Heat, manteniendo las formas respetuosamente. “Tengo unas preguntas que hacerle. También tengo una para usted. ¿Alguna nueva noticia de ese guante perdido?”
“Nada. Y he sido una espina en el trasero de los Forenses.”
La detective Hinesburg intervino. “Insustancial ahora, ¿no? Ahora que tenemos a nuestro hombre.”
La estupidez de Hinesburg probablemente hubiese sido divertida para Heat en un tipo de Reales Amas de Casa si la detective no hubiera hecho tanto daño. “Y ¿Qué hay sobre el hombre al que yo disparé que llevaba ese guante? ¿Tiene nuestro hombre algún agujero de bala o te diste cuenta?”
“No,” dijo Sharon, “sin duda noté que él.”
Irons intercedió en nombre de su detective-novia secreta. “Obviamente, no estamos hablando de la misma persona, Heat. Lo que está diciendo es que tu tirador es probablemente de otro caso. Un viejo rencor. Como quizás un resistente de ese escuadrón de la muerte que intentó cogerte en Central Park el pasado invierno.”
La detective Heat pudo ver que esto no conducía a nada, y se ocupó de que las cosas siguieran adelante. “Supongo que ya lo veremos. Perdonadme.”
“Espera,” dijo Irons. “Nosotros ya tenemos una confesión firmada, ¿Por qué vas a ir allí?”
Ella sostuvo el archivo de Spooner. “Capitán, con todo respeto, todo en esta confesión es de conocimiento público. Cada detalle que ha aparecido en artículos de revista como aquel de Rook sobre mí, nuevos informes, nuevas filtraciones,…” Nikki se controló para no mirar a Hinesburg, de quien estaba segura que también habían procedido las numerosas historias de seguimiento hacia su primera filtración. Los últimos informes habían incluso alejado críticos medios de contención, como la mugre de ferrocarril en las ropas de Nicole y la precisión con que coinciden las heridas en la espalda de su madre y Bernardin.
Irons agitó ambas manos hacia ella. “Whoa, dejemos este barco fuera, detective. Publicado o no, este tío lo confesó todo. Y tú deberías estar feliz ‘porque aparta a tu padre de la lista’. ¿Por lo que qué entrando en tu pensamiento? ¿Es tu trabajo quitar exculparlos o sacarlos de las calles?”
“Es nuestro trabajo conseguir la verdad. Y eso es precisamente lo que tengo en mente. Porque si este hombre está mintiendo para conseguir su momento de fama, o lo que sea, el asesino está todavía ahí fuera. Ahora, déjenme hacer mi trabajo. Porque si han arrestado al hombre equivocado, ¿preferirías descubrirlo ahora o cuando el Fiscal del Distrito lance tu caso en una conferencia de prensa?”
A Nikki le encantaba ver los ojos de Wally expandirse por ese concepto. “De acuerdo, Heat. Tienes una oportunidad. Tómala. Estaré observando.”
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
CAPÍTULO 13 - PRIMERA PARTE
Rook pidió al barman que subiera el volumen de la televisión para que pudieran oír las noticias de última hora, lo cual no sentó nada bien a los fans de Sunday Night Baseball, pero a él y a Nikki no les importó. Ellos se pusieron de pie bajo la gran pantalla, olvidaron las alitas que se quedaron frías en la mesa detrás de ellos, mientras se quedaban absortos oyendo el canal de noticias por cable de Nueva York.
El reportero estaba de pie delante de una larga cinta amarilla de protección en una calle de la ciudad y hablaba a la cámara. Debajo suyo el titular decía: “en directo, desde la Cocina del Infierno.” Apretándose su pinganillo al oído, él asintió, recogiendo la señal del presentador. “Gracias, Miranda. Sí, un gran cambio en un caso del que todo el mundo hablaba en Nueva York esta semana, desde que el cuerpo congelado de una mujer en Inwood, víctima de una puñalada fatal, fuese encontrada dentro de una maleta en un camión de entrega de comida.” Se giró y señaló detrás de él, y la cámara lentamente hizo zoom para mostrar la entrada principal de ladrillos de un edificio de apartamentos, donde un agente de la NYPD permanecía de pie haciendo guardia. “Pueden ver que hay tranquilidad ahora en la West Fifty-fourth Street, pero esta es la entrada del edificio donde, hace unos minutos, oficiales y detective del NYPD, interrumpieron en el apartamento de un presunto asesino.”
El siguiente material grababa al capitán Irons parado muy estirado delante de la cinta de la escena del crimen, en su momento de gloria, con su nombre plasmado en la pantalla y un mar de micrófonos apuntándole. “El nombre de nuestro sospechoso es Hank Norman Spooner, de edad cuarenta y dos, un autónomo fotógrafo de apartamentos. El Sr. Spooner fue arrestado sin incidentes por mí mismo y la detective Sharon Hinesburg de mi comisaría, la 20, también con oficiales de apoyo del norte del centro de la ciudad.”
Rook dijo, “esto se pone mejor a cada minuto.” Heat no respondió; simplemente se quedó de pie, paralizada, mientras Irons respondía a una de las preguntas gritadas hacia él desde el frenesí de la prensa.
“El sospechoso se puso bajo nuestro escrutinio esta semana después de que uno de mi equipo recibiera una llamada anónima expresando arrepentimiento por el asesinato de Nicole Bernardin la semana pasada, también por la muerte de otra víctima, Cynthia Trope Heat, en 1999.” Nikki recordó el reporte de los Roach de la vertiginosa aparición el sábado por la noche del Irons y Hinesburg para escuchar una grabación de audio a puerta cerrada. Los reporteros gritaron más preguntas todos a la vez. “Es correcto,” contestó el capitán. “El hombre que llamaba se implicaba él mismo en ambos asesinatos y decía que no podía seguir viviendo con esa carga más tiempo. Su llamada contenía suficientes detalles sobre ambos crímenes para que nos sintiéramos seguros de que era nuestro hombre y, una vez que le rastreamos hasta su dirección, procedimos a su arresto esta noche. Actualmente está detenido en la comisaría 20, y está en proceso de realizar una confesión formal. Puedo decir que los ciudadanos de la ciudad de Nueva York dormirán mejor esta noche, sabiendo que hemos quitado a este individuo de las calles, y estoy orgulloso de haber liderado al equipo que ha llevado este caso a una conclusión segura y rápida. Gracias.”
El teléfono de Heat sonó. Era Ochoa. “¿Qué hay sobre una advertencia?” Ella espetó. Ni siquiera un hola.
“Oye, lo estoy oyendo hablar ahora mismo. El capitán nos ocultó todo. Excepto Hinesburg, nadie tenía ni idea. Te estoy llamando primero para asegurarme de que lo supieras. Supongo que ya lo sabías.”
“Oh, Miguel, me siento quemada.”
“No hay problema, Sopla, todos lo entendemos. Estoy yendo ahora para ver qué es lo que pasa y contener los daños tanto como pueda. Te mantendré informada.”
“Hazlo,” dijo ella y colgó. Nikki dejó sobre la mesa el dinero suficiente para cubrir la cuenta y se dirigió hacia a la puerta donde Rook ya la estaba sujetando para salir.”
En el camino de vuelta al loft, él dijo, “me pregunto cuántos puntos en el menú del Kama Sutra el Gran Wally se apuntó al mencionar a Hinesburg en televisión.”
“Guárdalo, Rook.”
“Oye, yo también estoy cabreado. Así es como le hago frente.”
“Entonces hazle frente con palabras internas. No estoy de humor para una conversación ahora.” Pero después de tres pasos, dijo, “lo ha estropeado todo. No, peor que eso. Lo que asusta al infierno fuera de mí es que está empezando a fastidiarlo todo. Estoy fuera de aquí menos de una semana, y no sólo ha cogido al tipo equivocado sino que está potencialmente haciendo un daño irreparable en estos casos.”
“Entonces párale.”
“¿Cómo?”
Ellos se pararon para cruzar, y él se adelantó para ponerse frente a ella, mirándola a los ojos. “Sabes cómo.”
“No,” dijo ella. “Te dije que nunca haría eso.”
“Entonces, de acuerdo. Deja a Wally ser el toro de la tienda de los chinos mientras lo ves en la televisión.” La luz del semáforo cambió y él empezó a cruzar. Ella le alcanzó.
“Te odio.”
“Palabras internas,” dijo él.
A la mañana siguiente, Heat llegó diez minutos antes a su cita de café de las siete con Zach Hamner, esperando utilizar el tiempo antes de que apareciera, para calmar el malestar que sentía al tener que encorvarse para ver a la comadreja. Pero cuando entró en el café cerca del Cuartel General de la NYPD, él ya estaba terminando un desayuno combinado consistente en una tortilla Denver, patatas fritas, rosquillas y queso cremoso, zumo, y un expresso.
Hamner no se levantó cuando ella entró, solo le hizo un movimiento de cabeza y señaló a la silla enfrente suya. “Llegas pronto,” le dijo, comprobando la hora en su BlackBerry.
“Puedo esperar fuera para a que termines de desayunar.” Se había dicho a sí misma en el metro camino al centro de la ciudad que no sería sarcástica con él, pero Zach Hamner lo hacía difícil de resistir. Al principal ayudante administrativo del NYPD del diputado comisionado de asuntos legales le gustaba hacer pivotar su polla, y Nikki comprendió que tenía toda la longitud de su título. Cada transacción, grande o pequeña, era un poderoso juego para él, y la forzaba a hacer todo el camino hasta el Cort Café, para una conversación que podrían haber fácilmente completado la noche anterior por teléfono cuando ella le llamó, constituyendo una apariencia de dominio para probar quién sostenía la cuerda más larga.
Zach fingía ser ajeno a su molestia. “No, puedo comer mientras hablamos.
¿Café?”
“No, gracias.”
Él terminó su rosquilla, haciéndola esperar al masticar mientras ojeaba nuevos e-mails en su teléfono. Heat reconoció que Zach “El Martillo” Hamner tenía motivos para estar descontento con ella. Y, claramente, esta ceremonia de falta de respeto era una venganza por el capital político que ella le había costado dos meses antes. Eso ocurrió cuando ella había dejado aturdida a la Comisión de Policía al declinar el ascenso que él había manipulado para que ella pudiera tomar el mando de la comandancia de la Comisaría 20.
Después cuando se tomó parte de su preciado tiempo para sacudirse una semilla de sésamo de la manga de su traje carbón a rayas, ella casi se marchó. En esos pocos minutos de proximidad, la perversidad de su mundo –un bazar de transacciones e influencia de un poderoso corredor- le trajo de vuelta al apalancamiento de la agonía por la que había rechazado el ascenso de rango.
Esto era por lo que Heat había rehusado de llamarle cuando Rook lo había mencionado la semana pasada. Pero ahora, con Irons en peligro de hacer volar el caso de su madre. Nikki sabía que no tenía más opción que expirarlo y aceptar.
Y también lo hizo Zach Hamner.
Él depositó su BlackBerry a un lado y dijo, “así que, ¿problemas en Eighty-second Street?”
“Como dije la noche anterior por teléfono, estoy en una suspensión obligatoria en el peor momento posible. El capitan Irons manipuló eso, y ahora que estoy al margen, él está controlando mis dos investigaciones y poniéndolas en riesgo.”
“Y una de ellas es el asesinato de tu madre, ¿verdad?”
Él ya sabía eso, pero ella siguió el juego y se lo tragó. “Eso es por lo que estoy pidiendo tu ayuda.”
“Intenté ayudarte una vez antes y eso no fue muy bien.”
“Seamos honestos, Zach, también te habrías beneficiado con mi ascenso.”
“Ilustremos propio interés. No puedes enganchar tu vagón a una estrella sin crear una.” Él compuso una sonrisa sin alegría y lo dejo caer. “Te juzgué mal, Heat. Me avergonzaste en público.”
Cumplimiento su papel en la transacción, ella dijo, “verdaderamente lo siento si te causé problemas,” y le miró procesar estas palabras: la única razón para el viaje.
“De acuerdo, entonces,” dijo él, satisfecho por conseguir el respeto que quería. “Wally Irons. Uno tenaz. Ellos le quieren en el Cuartel General. Su CompStats es estelar. “
“Vamos, Zach. ¿Su CompStats versus El Martillo?”
A él le gustaba como sonaba eso. “¿Sus cargos de teléfono? Bien. Estate en tierra firme esta mañana para que pueda contactar contigo.”
“Gracias por esto.”
“Oh, oye, escucha,” dijo él. “Entendámonos aquí. Tendrás la oportunidad de agradecérmelo. La cuenta será debidamente pagada algún día.” Deslizó la cuenta de su desayuno hacia ella. “Y será más que simplemente esto.” Después se fue sin despedirse.
Dos horas después, la Detective Heat probablemente hubiera entrado en la oficina de la Comisaría 20 con aplausos, pero ella se adelantó a eso. Había llamado a los Roach para decirles a los dos que corrieran la voz para mantener su vuelta bajo llave. Zach Hamner la había prevenido que Irons tenía que tragarse las órdenes desde la parte de arriba de la cadena de mando y que no restregara su nariz en él. Pero ‘El Martillo’ había trabajado su magia consiguiendo su reintegración, y para salvar las apariencias, había informado al capitán de que ella estaba de acuerdo en regresar para realizar un seguimiento con el fin de reducir el tamaño de la explosión de su oficina. “¿Eso es todo lo que tengo que hacer?”
“Para ellos,” Había dicho Zach. Como si necesitase que la recordara su cuenta TLD (‘Te Lo Debo’)
Ella se preparó de forma inmediata al haber traído a Hank Norman Spooner de su celda en la Sala de Interrogatorios Uno mientras leía la confesión que había escrito la noche anterior. El sospechoso tenía un historial que también estudió. En los noventa había trabajado como guardia de seguridad pero le despidieron por continuas quejas por robos en las oficinas que él patrullaba y por acechar a varías mujeres en los apartamentos por los que había sido contratado para proteger. Spooner pasó una libertad condicional y posterior suspensión de la pena por estos y había estado trabajando con varias órdenes de alejamiento. También tenía un cargo por mirón en Florida de cuando había trabajado como personal en un crucero, el cual había constituido su empleo esporádico durante gran parte de la década anterior. También había pasado noventa días de libertad condicional por eso; por lo demás, no había estado más tiempo en la cárcel.
Nikki preguntó al Detective Rhymer si alguien había comprobado las fechas del crucero de Spooner contra los asesinatos, y cuando él dijo que no, ella le dio esa tarea y se preguntó cómo demonios Wally Irons podría haber ido a la televisión y había llamado a esto una investigación.
La inevitable confrontación con su comandante llegó mientras ella ponía a su vieja amiga, la Sig Sauer, en la caja de seguridad en el pasillo fuera de la Sala de Interrogatorios Uno. “Bienvenida de vuelta, Heat.” Ella hizo girar la combinación y se giró hacia la voz. Y allí estaba de pie con la detective Hinesburg a su vera.
“Capitán.” Brevemente, pensó, era la cara de su mejor amiga.
“¿Qué está pasando aquí? Entendí que llamaste para subir a mi prisionero.”
“Sí, señor,” dijo Heat, manteniendo las formas respetuosamente. “Tengo unas preguntas que hacerle. También tengo una para usted. ¿Alguna nueva noticia de ese guante perdido?”
“Nada. Y he sido una espina en el trasero de los Forenses.”
La detective Hinesburg intervino. “Insustancial ahora, ¿no? Ahora que tenemos a nuestro hombre.”
La estupidez de Hinesburg probablemente hubiese sido divertida para Heat en un tipo de Reales Amas de Casa si la detective no hubiera hecho tanto daño. “Y ¿Qué hay sobre el hombre al que yo disparé que llevaba ese guante? ¿Tiene nuestro hombre algún agujero de bala o te diste cuenta?”
“No,” dijo Sharon, “sin duda noté que él.”
Irons intercedió en nombre de su detective-novia secreta. “Obviamente, no estamos hablando de la misma persona, Heat. Lo que está diciendo es que tu tirador es probablemente de otro caso. Un viejo rencor. Como quizás un resistente de ese escuadrón de la muerte que intentó cogerte en Central Park el pasado invierno.”
La detective Heat pudo ver que esto no conducía a nada, y se ocupó de que las cosas siguieran adelante. “Supongo que ya lo veremos. Perdonadme.”
“Espera,” dijo Irons. “Nosotros ya tenemos una confesión firmada, ¿Por qué vas a ir allí?”
Ella sostuvo el archivo de Spooner. “Capitán, con todo respeto, todo en esta confesión es de conocimiento público. Cada detalle que ha aparecido en artículos de revista como aquel de Rook sobre mí, nuevos informes, nuevas filtraciones,…” Nikki se controló para no mirar a Hinesburg, de quien estaba segura que también habían procedido las numerosas historias de seguimiento hacia su primera filtración. Los últimos informes habían incluso alejado críticos medios de contención, como la mugre de ferrocarril en las ropas de Nicole y la precisión con que coinciden las heridas en la espalda de su madre y Bernardin.
Irons agitó ambas manos hacia ella. “Whoa, dejemos este barco fuera, detective. Publicado o no, este tío lo confesó todo. Y tú deberías estar feliz ‘porque aparta a tu padre de la lista’. ¿Por lo que qué entrando en tu pensamiento? ¿Es tu trabajo quitar exculparlos o sacarlos de las calles?”
“Es nuestro trabajo conseguir la verdad. Y eso es precisamente lo que tengo en mente. Porque si este hombre está mintiendo para conseguir su momento de fama, o lo que sea, el asesino está todavía ahí fuera. Ahora, déjenme hacer mi trabajo. Porque si han arrestado al hombre equivocado, ¿preferirías descubrirlo ahora o cuando el Fiscal del Distrito lance tu caso en una conferencia de prensa?”
A Nikki le encantaba ver los ojos de Wally expandirse por ese concepto. “De acuerdo, Heat. Tienes una oportunidad. Tómala. Estaré observando.”
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola chicos, capitulo nuevo.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Gracias por vuestros comentarios y el seguimiento de esta traduccion.
CAPITULO TRECE-SEGUNDA PARTE
Los ojos de Hank Norman Spooner se iluminaron cuando la Detective Heat entró por la puerta de la sala de interrogatorios. Una sonrisa que se sintió demasiado grande para Nikki la saludó mientras tomaba asiento al otro lado de la mesa enfrente de él. Ella no dijo nada, simplemente dejó que la primera impresión entrara, sin filtros. Estos siempre probaban algo valioso, y para absorberlos, ella dejaba fuera todo lo demás: los participantes del caso; el trastorno de la semana desde el camión de congelados; la audiencia de Irons y otras cosas detrás del espejo. Para Nikki Heat, esto siempre volvía a Los Ojos del Principiante.
Él no se había afeitado pero todavía le alcanzaba para aparecer con buen aspecto. Su expediente le situaba en los cuarenta y dos, pero ella habría restado siete años. Atribuido esto a la menudencia y la cara de niño. Y el pelo. Bien recortado y separado, era rojo. No rojo en el sentido de luminoso pero más suave. Color castaño. El crecimiento del bigote de un día tenía una tonalidad rubia, haciéndolo desaparecer en sus mejillas las cuales, ella notó, se habían empezado a sonrojar mientras le estudiaba. Y él todavía sonreía con esa mueca demasiado amigable, demasiado familiar. Sus dientes tenían algo de amarillo en ellos, y él lo sabía, a juzgar por la manera en que mantenía su labio levantado. Sus manos estaban extendidas en sus muslos bajo la mesa, por lo que ellas tendrían que ser leídas luego. Para Nikki, las manos eran las mejores narradoras, seguidas solo por los ojos. Ellos la miraban a ella, expresando lo que ella solo podría llamar felicidad. Y el contacto visual era bueno. Como la sonrisa, demasiado bueno. Su impresión de principiante quedó confirmada por su frase de entrada.
“No puedo creer que esté conociendo a la verdadera Nikki Heat.”
Hank Spooner era un fan.
Ella decidió no agradecérselo y mantener una distancia prudente, poniendo su atención en el archivo. La carta de fan podría ser jugada luego, si lo necesitaba. Lo que ella quería justo en ese entonces era escuchar y aprender. Si este era el asesino, Nikki quería recoger los pedazos de información que le contaría sobre eso. Si no lo era, necesitaba prestar atención a las inconsistencias para conseguir también eso. Heat hizo lo que siempre hacía en cada entrevista: dejar a un lado sus prejuicios y prestar atención.
“Tengo algunas aclaraciones que necesito con respecto a tu declaración.”
“Lo entiendes.”
“Pero primero, quiero entender tu historial.”
“Nómbralo, detective.”
“Tuviste algunos problemas en uno de tus trabajos como guardia de seguridad.”
“Fue realmente un malentendido.” Sus esposas sonaron mientras levantaba sus manos para gesticular. Ella no estaba sorprendida de ver que sus uñas estaban impolutas, y sus delgados dedos estaban limpios y ligeramente pecosos como la piel de debajo de sus ojos.
“Estos cargos dicen que robaste de las oficinas que vigilabas y acechaste a una mujer en los apartamentos que patrullabas.”
“Como dije, todo un malentendido. Cogí varios aparatos electrónicos, ya sabe, ordenadores y una impresora, pero tenía intención de devolverlos.”
“¿Y el acecho?”
Él puso una mano sobre su corazón. “Aprendí de la manera dura, cuando eres un humilde guarda de seguridad de apartamentos, es mejor no pedir a residentes una cita.”
“Tienes tres órdenes de alejamiento.”
“Eso es lo que yo quería decir con la manera dura.” Él volvió a sostenerla su sonrisa de nuevo, y ella puso su atención nuevamente en la carpeta de color manila.
“¿Y durante diez años estuviste trabajando en líneas de cruceros?”
“Es correcto. Bueno, entrando y saliendo.”
“¿Qué tipo de trabajo?”
“Un poco de esto, un poco de lo otro. Trabajé como personal en las operaciones del casino cubriendo una vacante de mantenimiento. También estuve algún tiempo en operaciones de cubierta. Ya sabe, preparando sillas, sosteniendo toallas, salvavidas.”
“Fuiste despedido de tu crucero en 2007.”
“Solo porque me negué a aceptar una reasignación para trabajar como camarero. Tengo una grave alergia a los cítricos.” Heat levantó la mirada hacia él durante un tiempo por primera vez. Él se removió bajo su fija mirada y se explicó. “Es correcto. E intente mezclar una bebida en un crucero tropical que no tenga limón, naranja, o lima.”
“Nunca he escuchado eso,” ella dijo.
“Esa fue la razón, sin mentiras. Cuando era niño, casi muero por un shock anafiláctico, por lo que dije que de ninguna manera, y ellos despidieron mi culo.”
Nikki reflexionó sobre eso y volvió de vuelta al historial. “Pensé que fuiste puesto en tierra porque fuiste pillado espiando a una invitada.”
“Eso fue en otro barco. Y todo lo que hice fue comprobar su camarote para toallas nuevas. Su palabra contra la mía, y ¿a quién creyeron? ¿La invitada que pagaba o el gruñón en uniforme blanco?”
“Y, ¿Cómo has hecho para llegar a fin de mes entre crucero y crucero?”
“Paseo perros, mucho de cuidador de casas. Oh, y ahora tengo un blog.”
“¿Blogging? ¿Cómo de bien se paga eso?”
“No mucho todavía. Pero llegaré a eso. También estoy en Twitter. Oí que he conseguido un montón de seguidores desde que fui arrestado.”
Entrando en una nueva fase, ella le sonrió y dijo, “supongo que vas a ser bastante famoso, Hank.”
“¿Lo crees?” Él sonrió al oír su nombre dicho por ella. “No como tú, detective Heat. Y ni siquiera estas en los medios de comunicación sociales.”
“No me va eso.”
“Deberías hacerlo. Serías una tendencia con gancho. Seriamente, eres una heroína de verdad. Apostaría a que he leído todo lo que hay sobre ti.” Nikki sacó su confesión y, desde su contenido, apostaba a que Hank Spooner se había incluso convertido en un experto.
“¿Por lo que tú mataste a Cynthia Heat?”
“Tu madre.”
“¿Cómo mataste a Cynthia Heat?”
“Está ahí.”
“Dímelo.”
“La apuñalé. Una vez. En la espalda.”
“¿Dónde estaba ella?”
“En su apartamento cerca del Gramercy Park.”
“¿Dónde se encontraba en el apartamento?”
“En la cocina. Estaba haciendo pasteles.”
“Nicole Bernardin. ¿Cómo hiciste eso?”
“La apuñalé.”
“¿Cuántas veces?”
“Una vez. De la misma manera. En la espalda.”
“¿Y dónde estaba Nicole?”
Él se paró un poco. Su primero obstáculo. “Esperando para un tren.”
“¿Dónde?” Las conexiones de las líneas de tren habían sido filtradas en uno de los artículos y este era su intento de sacudirle con detalles.
“Larchmont.”
“El Departamento de Pensilvania de allí dice que no hay sangre en el andén.”
“Esta allí,” dijo él con un gesto de confesión. “Dije que ella estaba comprando un ticket en la máquina cerca del aparcamiento. Y ha llovido mucho desde entonces.” Él la dirigió una mirada de satisfacción como si la hubiese visto a través de un obstáculo para saltarlo.
Durante la siguiente hora, Hear intentó hacerle caer en su declaración tergiversando cosas que había escrito o disparando rápidamente preguntas sobre detalles fuera de lugar, sabiendo que muchos mentirosos se pegan a una secuencia como si sonara creíble. Él ágilmente se ajustó a todo lo que ella le tiraba, y Nikki imaginó a Irons detrás del cristal, regodeándose. Spooner acababa de terminar de describir la parte frontal de su apartamento en Gramercy Park cuando ella dijo, “tenemos más cosas de las que hablar, pero voy a conseguir algo para beber. ¿Sediento, Hank?”
“Bien, seguro,” dijo él con esa sonrisa cercana a la adoración.
Mientras ella pasaba por la Sala de Observación Uno, Irons se levantó de la silla. “¿Qué está pasando? ¿Todavía no estás satisfecha?” Ella simplemente sonrió y salió por la puerta, por lo que él se giró hacia Raley y Ochoa. “¿Siempre es así?”
“Siempre,” dijeron los Roach.
Hank Spooner se animó de nuevo cuando Heat volvió unos pocos minutos después con dos latas de refresco. Ella quitó las anillas, tomó un sorbo del suyo, y puso la otra enfrente de él. Él simplemente la miró. “¿Algo va mal?” preguntó ella.
“¿Tienes algo más?”
“Lo siento Hank, esto no es un McDonald. ¿Qué hay de malo en esto?”
“Nada, a no ser que intentes matarme.” Él deslizó el Pellegrino de naranja tan lejos como pudo alcanzar. “Te lo dije. Tengo una mala alergia a los cítricos. Un sorbo de eso, y estoy en el hospital o muerto.”
“Oh, lo siento. No lo estaba pensando. A mí me encantan. Mantengo mi propio alijo aquí, en el frigorífico.” Ella recogió la lata de él y la suya y anduvo hacia la puerta.
“Eres buena,” dijo él. Cuando ella se giró y le lanzó una mirada de desconcierto, él continuó, “el refresco de naranja. Estabas probándome para ver si estaba mintiendo sobre mi alergia a los cítricos.” Él le guiñó un ojo. “Buen intento.”
“Fracasé,” dijo ella.
Cuando entró en la Sala de Observación otra vez, Irons le dijo, “bueno, ¿estás satisfecha de que es nuestro asesino?”
“No.”
“¿Cómo no puede ser? Su historia es tan sólida como una roca.”
“¿Y qué? Como dije, es una historia que cualquiera podría haber juntado de informaciones públicas.”
“Pero como ‘yo’ dije, el hombre confesó.”
“Seguro, porque tiene algún tipo de psicosis de fama o acosador de agendas en el que está trabajando y yo tengo la suerte de ser el objeto de su deseo. Dejemos eso a los psicólogos. Él está mintiendo, y puedo probarlo.”
“¿Cómo? Él respondió todas tus preguntas.”
“Cierto, pero hay una que se guarda de este caso que no se ha filtrado. Y esta es mía. Quien quiera que mató a mi madre tomó un lata de refresco de nuestro frigorífico justo después y bebió un trago.” Ella sostuvo la San Pellegrinos de naranja. “Era una de estas. Dieciséis por ciento de zumo cítrico verdadero.” Mientras esto se registraba en Irons y se giraba a un bobo Spooner a través del cristal, ella dijo, “puedes registrar a Alergia Hank por lo que quieras, pero ¿en el asesinato de mi madre? Olvídalo.”
El capitán Irons seguía mirando boquiabierto a través de la ventana de observación a su preciado sospechoso cuando ella se fue.
Los detectives Raley y Ochos estaban en sus escritorios cuando Heat volvió de la Sala de la Brigada, y ella les acorraló en la parte de atrás del pasillo, fuera del alcance del oído del resto de la oficina, y cerró la puerta. “Siento ir con todo esto de Garganta Profunda, pero necesito manejar esto con discreción.”
“¿Quieres que vaya a por Sharon Hinesburg para que pueda unirse a nosotros?” dijo Ochoa.
“Hazlo,” dijo ella. “Y déjame poner a Tam Svedja del ‘Ledger’ en mi altavoz.” Después de que rieron un rato, Heat abrió el archivo de documentos bancarios que su padre le dio. La cara de los dos detectives se pusieron serias mientras Nikki les informó de la cuenta que su madre mantenía oculta a su padre. “No puedo llegar al significado de esto, pero necesito a alguien en el que absolutamente pueda confiar para sin hacer ruido –pero exhaustivamente- rastree su actividad. Especialmente en el mes de Noviembre de 1999.”
“Hecho,” dijo Raley, cogiendo los documentos de ella.
“Y si él chismorrea,” dijo su compañero, “golpearé su culo.”
“Lo hará,” estuvo de acuerdo Raley.
Salieron del pasillo de atrás, y Nikki encontró a Rook sentado en su escritorio de ocupa a un lado de la oficina. Él señaló a la placa y a la Sig de su cadera. “Agradable ver que llevas estaño de nuevo y embalada, Sheriff.”
“Sienta bien,” dijo ella. “No es París, sin embargo.”
“Míralo de esta manera. Sin mucha mierda en la que intervenir.”
“Elegante. Eres un artífice de las palabras ‘y’ un poeta.”
Heat llamó a todos para una rápida puesta el día de la Pizarra de Asesinatos. El detective Rhymer informó que su comprobación de la línea de tiempo del crucero mostraba que Hank Spooner no había estado lejos en el mar durante ninguno de los asesinatos que confesó. Aunque Nikki había eliminado a Spooner del asesinato de su madre, decidió ir más allá exhaustivamente y asignó a la detective Hinesburg para que se asegurase de mantenerlo en custodia hasta que sus paraderos pudieran ser verificados para la noche del apuñalamiento de Nicole Bernardin. Después envió a Sharon a una salida al campo a Westchester County para inspeccionar la estación de tren de Larchmont por ella misma y mostrase fotos tanto de Nicole como de Spooner por los alrededores. La comprobación de la coartada fue a cargo de Malcolm y Reynolds.
Heat tenía muchas ganas de poner al día a la brigada sobre la información que ella y Rook habían recabado sobre las actividades de la CIA de su madre y Nicole, pero de su barco habían surgido demasiadas fugas. Ella ya se lo había confiado a Ochoa, por lo que su trabajo de alrededores sería también el de informar a Raley, Feller, Malcolm, Reynolds, y Rhymer individualmente –no la transparencia con la que a Nikki le gustaría operar, pero eso es lo que ocurre cuando el jefe está durmiendo con un miembro del equipo con línea directa a la redacción de un noticiario.
Después de que la reunión finalizase, Nikki escuchó el mensaje de respuesta de Eugene Summers, el joven hombre en la foto de Londres 1976 con su madre y Tyler Wynn. Cuando ella le preguntó a Rook si quería ir con ella para encontrarse con él para comer, se emocionó tanto que sacudió su máquina de hacer dinero, justo allí, en la oficina.
“Dios, ¿recuerdo aquel tiempo?” dijo Eugene Summers mientras examinaba la vieja instantánea de sí mismo. “Dios Mio, y el ancho de esa corbata. Margaret Hamilton podría aterrizar su escoba en ella y todavía tendría espacio para tres monos voladores.” Él devolvió la foto a Nikki. “Quería a tu madre, sabes. Esos fueron años geniales, y Cindy era absolutamente especial.”
Nikki agradeció lo que dijo por lo que, mientras él tomaba un sorbo de té helado, evitó el contacto visual con los otros comensales de la cafetería quienes le reconocían del show de la televisión por cable que había hecho de mayordomo en la vida real una sensación de rompecorazones en sus años sesenta. Después de décadas como un criado profesional en Europa, Eugene había recibido la llamada de un jefe de estudio que había servido durante un verano en Londres, quien tenía una idea para un show de televisión como ‘Arthur’, vinculando al fastidioso y urbano Sr. Summer con varias indisciplinadas jóvenes celebridades. Así fue creado ‘Gentlemen Prefer Bongs’, cuyo éxito transformó a Eugene en el ex-americano arbitro del gusto y propiedad en todo desde etiquetar hasta emparejar vinos.
En su mensaje, cuando él la había respondido desde su loft Chelsea, Summer parecía emocionado por haber tenido noticias de la pequeña niña de Cindy Trope y estaba de acuerdo en encontrarse para cenar. Rook no podía también estar más feliz. No solo porque era adicto a las series, sino porque de camino al restaurante, había dicho a Nikki, “¿Cuáles crees que son las posibilidades de que sea uno de esos casos donde el mayordomo lo hizo? Porque podría venderte esta historia a cualquier revista en la ciudad solo por el titular.”
Por supuesto, cuando se encontraron en su mesa, Nikki escuchó la obligatoria alabanza sobre lo mucho que ella se parecía a su madre. Rook, quien regularmente se codeaba con gente de Hollywood de lista tipo A y con iconos de la música famosísimos, simplemente sonrió como un memo mientras estrechaba la mano con una estrella de verdad. Heat rogó para que no la avergonzara al preguntarla para que tomara una foto de los dos.
Empezaron en un tono sombrío con las condolencias de Eugene a Nikki por la pérdida de su madre, y su incredulidad por las muertes de Nicole y, ahora, Tyler Wynn. “Tuve una llamada sobre Tyler cuando me desperté el domingo por la mañana. Todavía estoy tambaleándome.” Compuso una pose seria y se sentó erguido. “Sin embargo, recuerdo las palabras de Oliver Wendell Holmes, quien dijo, ‘los Buenos Americanos cuando mueren, van a París’.”
Nikki encontró interesante que todavía siguiera en el circuito. “¿Puedo preguntarte quien te informó de la muerte de Wynn?”
“Sin nombre. Digamos que un conocido mutuo.”
“¿Erais tu y Tyler íntimos?” le preguntó.
“Una vez. Pero no nos hemos visto, oh, en años. Pero era un hombre al que mantienes en tu corazón.”
Heat dijo, “supongo que esto nos lleva a donde queremos empezar. ¿Eras parte de esta de Red de Niñeras de Tyler en la que mi madre estaba?”
“No es que yo no quiera cooperar, Detective, quiero,” dijo Summers, “pero me pones en una situación incómoda.”
“¿Hiciste un juramento para no divulgar secretos?” pregunto Heat.
“Lo hubiese hecho o no, soy discreto por naturaleza. No es solo profesional, tengo un nivel personal.” Después él vio su decepción. “Pero no desesperéis. Para la hija de Cindy, puedo hacer una excepción. Hablaré en generalidades. O usaré una negación no negada. Por ejemplo, a la pregunta que has hecho, mi respuesta es que yo he jurado no decir nada. Y eso te dice exactamente lo que quieres saber, ¿no?”
“Suficiente,” dijo Nikki.
Summers se dio cuenta de que Rook distraídamente jugaba a dar saltos, como normalmente hacia, con su cuchillo y cuchara, y fijo una mirada castigadora en él. Rook cesó y dijo, “Wow, justo como en el show. ¿Lo viste, Nikki? Acabo de tener la Mirada Summers.” Después él se declaró al mayordomo de la televisión, “dame el eslogan. Vamos, ¿solo una vez? ¿Por favor?”
“Muy bien.” Summers arqueó una ceja y pronunció un arrogante “Que grosero.”
“Jodidamente increíble.” Rook rió con júbilo pero paro cuando vio que Nikki le miraba, y dijo, “Continúa. Por favor.”
Heat formuló cuestiones según las reglas. “Digamos –‘si’ hubieses estado en la red- ¿recordarías los nombres de algunos enemigos cuyas casas fueron infiltradas?”
“’Si’ hubiese trabajado teniendo conocimiento de esa red probablemente tomaría una conjetura salvaje y supondría que no todo el mundo espiado era un enemigo. La inteligencia es frecuentemente un canal de vuelta, por lo que el sujeto de vigilancia podrían muy probablemente ser diplomáticos o empresarios maduros con información. O meramente amigos sociales de un enemigo.”
“¿Y sobre mi madre? Si hubieses estado en una posición de saber, ¿sabrías los nombres de casas bajo vigilancia en las que ella se infiltró?”
“Lo siento. Si tuviese tal información no la conservaría. Y eso es un plano cierto. Yo habría tenido mi propio plato lleno.”
“¿Y sobre cuando fue tomada esta foto en Londres? ¿Estaba allí para espiar a su familia?”
“De nuevo, no puedo decirlo.”
“¿Lo mismo para Nicole Bernardin?”
“Eso me temo.”
Rook dijo, “¿puedo jugar también a este juego de palabras? Dices si hubieses sabido tal información, no la conservarías. ‘Si’ estuvieses en una posición de conocimiento para averiguar en qué compañía espía estaba trabajando, ¿supondrías que tú –o cualquiera- haría eso?”
“Bien jugado, Sr. Rook.”
“Tengo dolor de cabeza,” dijo él.
“Imaginaria, como cualquier amigo cercano en sus veinte años moviéndose por Europa, los contactos sociales serían importantes. Sin Twitter por aquel entonces. Por lo que los sistemas probablemente revelaron. Correo y llamadas de teléfono estarían fuera de la cuestión para vigilar, por lo que ‘supondría’…” él paró y guiñó el ojo, “esos niños emprendedores comunicarían sus paraderos e información sensible a través de una serie de alijos de correo secretos no ortodoxos. Llamémoslas cajas de escondite.”
“Caja de escondite,” repitió Rook. “¿Quieres decir como un ladrillo suelto en la plaza de la ciudad con un tiza marcada en ella?”
El famoso mayordomo apretó su cara en una agria mueca. “Oh, por favor. Eso es muy Maxwell Smart.”
Nikki preguntó,” ¿Cómo, entonces?”
“Supongo,” dijo con otro guiño, “que cada miembro pudo haber tenido su propia caja firmada y se podría encontrar única para cada uno lo que se utilizaria para comunicar su localización secreta para que los tipos malos no pudieran encontrarla.”
Imágenes surgieron en la mente de Heat de los apartamentos saqueados de su madre y Nicole. Además de la llamada a los Bernardins de un Sr. Seacrest buscando un paquete. “Si tuviera tal información, ¿tendrían mi madre o Nicole otras cajas de escondite aparte de las de Europa? ¿Digamos –hipotéticamente- aquí en Nueva York?”
“Eso no lo sabría. Habría dejado la red por aquel entonces –‘si’ hubiese estado en ello en primer lugar.” Con otro guiño, “¿Por qué no?”
“Cuando hubiese sido eso, ¿Si te hubieras marchado?” Rook preguntó.
“A finales de los noventa.” Después él añadió con una risa contenida, “’si’.”
“¿Estarías todavía en Europa cuando su madre murió?”
“Ahí fue donde estuve cuando oí las nuevas noticias, si.” Summer pensó
algo más y dijo a Rook, “¿Me acabas de preguntar por mi coartada?”
Después él se giró hacia Nikki. “¿Es de lo que va todo esto? ¿Para descartarme como sospechoso?”
“No, no del todo,” dijo Heat.
“Bueno, eso es lo que me parece. Y tengo que decir, como alguien que viene aquí con respeto y buena fe, que me siento insultado. Si deseas hablar conmigo de nuevo, será con mi abogado. Perdonadme.” Varias cabezas en el restaurante se giraron desde la ensalada de pera roja y pollo y gofres mientras Eugene Summers arañaba los pies de su silla de la mesa y salía como una tormenta.
Rook agachó la cabeza y cogió la servilleta del mayordomo del suelo. La sostuvo y dijo, “Que grosero.”
Nikki pasó a una nueva página en su espiral y tomó nota para poner a alguno a comprobar los paraderos de Eugene Summers en las fechas de los asesinatos. Solo para puntear la s en el sí.
Heat acababa de aparcar su Crow Victoria en doble fila en la 82 West junto con otro coche encubierto también en doble fila fuera de la comisaría, cuando Lauren Parry la llamó a su teléfono. “¿Tienes un segundo, Nikki?” Su voz sonaba encogida y baja. Algo estaba pasando. Nikki le hizo señas a Rook para que se adelantara y se apoyó en su coche. “Esta no es una llamada de buenas noticias, Nik,” dijo su camarada, la médica forense. “Realmente, realmente tengo que disculparme.”
“¿Qué pasa?”
“Es el test toxicológico de Nicole Bernardin. Esta arruinado.”
“Vas a tener que ayudarme aquí, Lauren. Nunca he oído sobre un test toxicológico arruinado. ¿Qué significa?”
“Justo como suena. Algo fue mal en el laboratorio. ¿Sabes cómo ponemos sangre y fluidos a través de los test usando gases para examinar las sustancias químicas y tóxicos en el sistema del difunto?”
“Si tú lo dices.”
“Bueno, eso es lo que hacemos. Y de alguna manera, los gases se jodieron. El suministro de las bombonas de gas a presión que liberamos estaban contaminadas, y ahora no podemos examinar el cuerpo de Nicole para sustancias químicas. Me siento terrible. Nada como esto había pasado alguna vez antes.”
Nikki dijo, “no te golpees a ti misma. A no ser que seas la única responsable de la distribución del gas. ¿No lo eres, verdad?”
Lauren no se rió. En su lugar ella dijo un malhumorado “No.”
“Entonces cuando consigas tu suministro de gas limpio, simplemente comprueba su test toxicológico de nuevo de otras muestras cogidas previamente.”
“No puedo, Nikki, esa es la cosa. Esta mañana el cuerpo de Nicole fue incinerado a petición de sus padres y enviada de vuelta a Francia.”
A pesar de la frustración y decepción de Heat, reaccionó hacia su amiga con un toque de pluma. Nikki le dijo a Lauren que no se lo tomara personalmente, y que después se pondrían en contacto sobre una investigación de seguimiento desde que esto tenía una calidad sospechosa, particularmente a la luz del guante perdido de los Forenses.
Los detectives Rhymer y Feller eran su equipo libre en ese momento, por lo que cuando entró en la oficina Heat les dijo que les quería ver inmediatamente para una tarea. Pero entonces vio la luz parpadeando en su escritorio y comprobó su buzón de voz primero.
El mensaje era de una llamada desde París de Lysette Bernardin, en lágrimas. Entre su angustia y su acento Nikki tuvo que hacer un esfuerzo para entender su mensaje, entonces de repente se convirtió en esclarecedoramente claro. Mme. Bernardin y su marido Emile querían saber cómo había podido ocurrir. ¿Cómo nadie en el mundo podría incinerar el cuerpo de su hija en contra de sus deseos?
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Gracias por vuestros comentarios y el seguimiento de esta traduccion.
CAPITULO TRECE-SEGUNDA PARTE
Los ojos de Hank Norman Spooner se iluminaron cuando la Detective Heat entró por la puerta de la sala de interrogatorios. Una sonrisa que se sintió demasiado grande para Nikki la saludó mientras tomaba asiento al otro lado de la mesa enfrente de él. Ella no dijo nada, simplemente dejó que la primera impresión entrara, sin filtros. Estos siempre probaban algo valioso, y para absorberlos, ella dejaba fuera todo lo demás: los participantes del caso; el trastorno de la semana desde el camión de congelados; la audiencia de Irons y otras cosas detrás del espejo. Para Nikki Heat, esto siempre volvía a Los Ojos del Principiante.
Él no se había afeitado pero todavía le alcanzaba para aparecer con buen aspecto. Su expediente le situaba en los cuarenta y dos, pero ella habría restado siete años. Atribuido esto a la menudencia y la cara de niño. Y el pelo. Bien recortado y separado, era rojo. No rojo en el sentido de luminoso pero más suave. Color castaño. El crecimiento del bigote de un día tenía una tonalidad rubia, haciéndolo desaparecer en sus mejillas las cuales, ella notó, se habían empezado a sonrojar mientras le estudiaba. Y él todavía sonreía con esa mueca demasiado amigable, demasiado familiar. Sus dientes tenían algo de amarillo en ellos, y él lo sabía, a juzgar por la manera en que mantenía su labio levantado. Sus manos estaban extendidas en sus muslos bajo la mesa, por lo que ellas tendrían que ser leídas luego. Para Nikki, las manos eran las mejores narradoras, seguidas solo por los ojos. Ellos la miraban a ella, expresando lo que ella solo podría llamar felicidad. Y el contacto visual era bueno. Como la sonrisa, demasiado bueno. Su impresión de principiante quedó confirmada por su frase de entrada.
“No puedo creer que esté conociendo a la verdadera Nikki Heat.”
Hank Spooner era un fan.
Ella decidió no agradecérselo y mantener una distancia prudente, poniendo su atención en el archivo. La carta de fan podría ser jugada luego, si lo necesitaba. Lo que ella quería justo en ese entonces era escuchar y aprender. Si este era el asesino, Nikki quería recoger los pedazos de información que le contaría sobre eso. Si no lo era, necesitaba prestar atención a las inconsistencias para conseguir también eso. Heat hizo lo que siempre hacía en cada entrevista: dejar a un lado sus prejuicios y prestar atención.
“Tengo algunas aclaraciones que necesito con respecto a tu declaración.”
“Lo entiendes.”
“Pero primero, quiero entender tu historial.”
“Nómbralo, detective.”
“Tuviste algunos problemas en uno de tus trabajos como guardia de seguridad.”
“Fue realmente un malentendido.” Sus esposas sonaron mientras levantaba sus manos para gesticular. Ella no estaba sorprendida de ver que sus uñas estaban impolutas, y sus delgados dedos estaban limpios y ligeramente pecosos como la piel de debajo de sus ojos.
“Estos cargos dicen que robaste de las oficinas que vigilabas y acechaste a una mujer en los apartamentos que patrullabas.”
“Como dije, todo un malentendido. Cogí varios aparatos electrónicos, ya sabe, ordenadores y una impresora, pero tenía intención de devolverlos.”
“¿Y el acecho?”
Él puso una mano sobre su corazón. “Aprendí de la manera dura, cuando eres un humilde guarda de seguridad de apartamentos, es mejor no pedir a residentes una cita.”
“Tienes tres órdenes de alejamiento.”
“Eso es lo que yo quería decir con la manera dura.” Él volvió a sostenerla su sonrisa de nuevo, y ella puso su atención nuevamente en la carpeta de color manila.
“¿Y durante diez años estuviste trabajando en líneas de cruceros?”
“Es correcto. Bueno, entrando y saliendo.”
“¿Qué tipo de trabajo?”
“Un poco de esto, un poco de lo otro. Trabajé como personal en las operaciones del casino cubriendo una vacante de mantenimiento. También estuve algún tiempo en operaciones de cubierta. Ya sabe, preparando sillas, sosteniendo toallas, salvavidas.”
“Fuiste despedido de tu crucero en 2007.”
“Solo porque me negué a aceptar una reasignación para trabajar como camarero. Tengo una grave alergia a los cítricos.” Heat levantó la mirada hacia él durante un tiempo por primera vez. Él se removió bajo su fija mirada y se explicó. “Es correcto. E intente mezclar una bebida en un crucero tropical que no tenga limón, naranja, o lima.”
“Nunca he escuchado eso,” ella dijo.
“Esa fue la razón, sin mentiras. Cuando era niño, casi muero por un shock anafiláctico, por lo que dije que de ninguna manera, y ellos despidieron mi culo.”
Nikki reflexionó sobre eso y volvió de vuelta al historial. “Pensé que fuiste puesto en tierra porque fuiste pillado espiando a una invitada.”
“Eso fue en otro barco. Y todo lo que hice fue comprobar su camarote para toallas nuevas. Su palabra contra la mía, y ¿a quién creyeron? ¿La invitada que pagaba o el gruñón en uniforme blanco?”
“Y, ¿Cómo has hecho para llegar a fin de mes entre crucero y crucero?”
“Paseo perros, mucho de cuidador de casas. Oh, y ahora tengo un blog.”
“¿Blogging? ¿Cómo de bien se paga eso?”
“No mucho todavía. Pero llegaré a eso. También estoy en Twitter. Oí que he conseguido un montón de seguidores desde que fui arrestado.”
Entrando en una nueva fase, ella le sonrió y dijo, “supongo que vas a ser bastante famoso, Hank.”
“¿Lo crees?” Él sonrió al oír su nombre dicho por ella. “No como tú, detective Heat. Y ni siquiera estas en los medios de comunicación sociales.”
“No me va eso.”
“Deberías hacerlo. Serías una tendencia con gancho. Seriamente, eres una heroína de verdad. Apostaría a que he leído todo lo que hay sobre ti.” Nikki sacó su confesión y, desde su contenido, apostaba a que Hank Spooner se había incluso convertido en un experto.
“¿Por lo que tú mataste a Cynthia Heat?”
“Tu madre.”
“¿Cómo mataste a Cynthia Heat?”
“Está ahí.”
“Dímelo.”
“La apuñalé. Una vez. En la espalda.”
“¿Dónde estaba ella?”
“En su apartamento cerca del Gramercy Park.”
“¿Dónde se encontraba en el apartamento?”
“En la cocina. Estaba haciendo pasteles.”
“Nicole Bernardin. ¿Cómo hiciste eso?”
“La apuñalé.”
“¿Cuántas veces?”
“Una vez. De la misma manera. En la espalda.”
“¿Y dónde estaba Nicole?”
Él se paró un poco. Su primero obstáculo. “Esperando para un tren.”
“¿Dónde?” Las conexiones de las líneas de tren habían sido filtradas en uno de los artículos y este era su intento de sacudirle con detalles.
“Larchmont.”
“El Departamento de Pensilvania de allí dice que no hay sangre en el andén.”
“Esta allí,” dijo él con un gesto de confesión. “Dije que ella estaba comprando un ticket en la máquina cerca del aparcamiento. Y ha llovido mucho desde entonces.” Él la dirigió una mirada de satisfacción como si la hubiese visto a través de un obstáculo para saltarlo.
Durante la siguiente hora, Hear intentó hacerle caer en su declaración tergiversando cosas que había escrito o disparando rápidamente preguntas sobre detalles fuera de lugar, sabiendo que muchos mentirosos se pegan a una secuencia como si sonara creíble. Él ágilmente se ajustó a todo lo que ella le tiraba, y Nikki imaginó a Irons detrás del cristal, regodeándose. Spooner acababa de terminar de describir la parte frontal de su apartamento en Gramercy Park cuando ella dijo, “tenemos más cosas de las que hablar, pero voy a conseguir algo para beber. ¿Sediento, Hank?”
“Bien, seguro,” dijo él con esa sonrisa cercana a la adoración.
Mientras ella pasaba por la Sala de Observación Uno, Irons se levantó de la silla. “¿Qué está pasando? ¿Todavía no estás satisfecha?” Ella simplemente sonrió y salió por la puerta, por lo que él se giró hacia Raley y Ochoa. “¿Siempre es así?”
“Siempre,” dijeron los Roach.
Hank Spooner se animó de nuevo cuando Heat volvió unos pocos minutos después con dos latas de refresco. Ella quitó las anillas, tomó un sorbo del suyo, y puso la otra enfrente de él. Él simplemente la miró. “¿Algo va mal?” preguntó ella.
“¿Tienes algo más?”
“Lo siento Hank, esto no es un McDonald. ¿Qué hay de malo en esto?”
“Nada, a no ser que intentes matarme.” Él deslizó el Pellegrino de naranja tan lejos como pudo alcanzar. “Te lo dije. Tengo una mala alergia a los cítricos. Un sorbo de eso, y estoy en el hospital o muerto.”
“Oh, lo siento. No lo estaba pensando. A mí me encantan. Mantengo mi propio alijo aquí, en el frigorífico.” Ella recogió la lata de él y la suya y anduvo hacia la puerta.
“Eres buena,” dijo él. Cuando ella se giró y le lanzó una mirada de desconcierto, él continuó, “el refresco de naranja. Estabas probándome para ver si estaba mintiendo sobre mi alergia a los cítricos.” Él le guiñó un ojo. “Buen intento.”
“Fracasé,” dijo ella.
Cuando entró en la Sala de Observación otra vez, Irons le dijo, “bueno, ¿estás satisfecha de que es nuestro asesino?”
“No.”
“¿Cómo no puede ser? Su historia es tan sólida como una roca.”
“¿Y qué? Como dije, es una historia que cualquiera podría haber juntado de informaciones públicas.”
“Pero como ‘yo’ dije, el hombre confesó.”
“Seguro, porque tiene algún tipo de psicosis de fama o acosador de agendas en el que está trabajando y yo tengo la suerte de ser el objeto de su deseo. Dejemos eso a los psicólogos. Él está mintiendo, y puedo probarlo.”
“¿Cómo? Él respondió todas tus preguntas.”
“Cierto, pero hay una que se guarda de este caso que no se ha filtrado. Y esta es mía. Quien quiera que mató a mi madre tomó un lata de refresco de nuestro frigorífico justo después y bebió un trago.” Ella sostuvo la San Pellegrinos de naranja. “Era una de estas. Dieciséis por ciento de zumo cítrico verdadero.” Mientras esto se registraba en Irons y se giraba a un bobo Spooner a través del cristal, ella dijo, “puedes registrar a Alergia Hank por lo que quieras, pero ¿en el asesinato de mi madre? Olvídalo.”
El capitán Irons seguía mirando boquiabierto a través de la ventana de observación a su preciado sospechoso cuando ella se fue.
Los detectives Raley y Ochos estaban en sus escritorios cuando Heat volvió de la Sala de la Brigada, y ella les acorraló en la parte de atrás del pasillo, fuera del alcance del oído del resto de la oficina, y cerró la puerta. “Siento ir con todo esto de Garganta Profunda, pero necesito manejar esto con discreción.”
“¿Quieres que vaya a por Sharon Hinesburg para que pueda unirse a nosotros?” dijo Ochoa.
“Hazlo,” dijo ella. “Y déjame poner a Tam Svedja del ‘Ledger’ en mi altavoz.” Después de que rieron un rato, Heat abrió el archivo de documentos bancarios que su padre le dio. La cara de los dos detectives se pusieron serias mientras Nikki les informó de la cuenta que su madre mantenía oculta a su padre. “No puedo llegar al significado de esto, pero necesito a alguien en el que absolutamente pueda confiar para sin hacer ruido –pero exhaustivamente- rastree su actividad. Especialmente en el mes de Noviembre de 1999.”
“Hecho,” dijo Raley, cogiendo los documentos de ella.
“Y si él chismorrea,” dijo su compañero, “golpearé su culo.”
“Lo hará,” estuvo de acuerdo Raley.
Salieron del pasillo de atrás, y Nikki encontró a Rook sentado en su escritorio de ocupa a un lado de la oficina. Él señaló a la placa y a la Sig de su cadera. “Agradable ver que llevas estaño de nuevo y embalada, Sheriff.”
“Sienta bien,” dijo ella. “No es París, sin embargo.”
“Míralo de esta manera. Sin mucha mierda en la que intervenir.”
“Elegante. Eres un artífice de las palabras ‘y’ un poeta.”
Heat llamó a todos para una rápida puesta el día de la Pizarra de Asesinatos. El detective Rhymer informó que su comprobación de la línea de tiempo del crucero mostraba que Hank Spooner no había estado lejos en el mar durante ninguno de los asesinatos que confesó. Aunque Nikki había eliminado a Spooner del asesinato de su madre, decidió ir más allá exhaustivamente y asignó a la detective Hinesburg para que se asegurase de mantenerlo en custodia hasta que sus paraderos pudieran ser verificados para la noche del apuñalamiento de Nicole Bernardin. Después envió a Sharon a una salida al campo a Westchester County para inspeccionar la estación de tren de Larchmont por ella misma y mostrase fotos tanto de Nicole como de Spooner por los alrededores. La comprobación de la coartada fue a cargo de Malcolm y Reynolds.
Heat tenía muchas ganas de poner al día a la brigada sobre la información que ella y Rook habían recabado sobre las actividades de la CIA de su madre y Nicole, pero de su barco habían surgido demasiadas fugas. Ella ya se lo había confiado a Ochoa, por lo que su trabajo de alrededores sería también el de informar a Raley, Feller, Malcolm, Reynolds, y Rhymer individualmente –no la transparencia con la que a Nikki le gustaría operar, pero eso es lo que ocurre cuando el jefe está durmiendo con un miembro del equipo con línea directa a la redacción de un noticiario.
Después de que la reunión finalizase, Nikki escuchó el mensaje de respuesta de Eugene Summers, el joven hombre en la foto de Londres 1976 con su madre y Tyler Wynn. Cuando ella le preguntó a Rook si quería ir con ella para encontrarse con él para comer, se emocionó tanto que sacudió su máquina de hacer dinero, justo allí, en la oficina.
“Dios, ¿recuerdo aquel tiempo?” dijo Eugene Summers mientras examinaba la vieja instantánea de sí mismo. “Dios Mio, y el ancho de esa corbata. Margaret Hamilton podría aterrizar su escoba en ella y todavía tendría espacio para tres monos voladores.” Él devolvió la foto a Nikki. “Quería a tu madre, sabes. Esos fueron años geniales, y Cindy era absolutamente especial.”
Nikki agradeció lo que dijo por lo que, mientras él tomaba un sorbo de té helado, evitó el contacto visual con los otros comensales de la cafetería quienes le reconocían del show de la televisión por cable que había hecho de mayordomo en la vida real una sensación de rompecorazones en sus años sesenta. Después de décadas como un criado profesional en Europa, Eugene había recibido la llamada de un jefe de estudio que había servido durante un verano en Londres, quien tenía una idea para un show de televisión como ‘Arthur’, vinculando al fastidioso y urbano Sr. Summer con varias indisciplinadas jóvenes celebridades. Así fue creado ‘Gentlemen Prefer Bongs’, cuyo éxito transformó a Eugene en el ex-americano arbitro del gusto y propiedad en todo desde etiquetar hasta emparejar vinos.
En su mensaje, cuando él la había respondido desde su loft Chelsea, Summer parecía emocionado por haber tenido noticias de la pequeña niña de Cindy Trope y estaba de acuerdo en encontrarse para cenar. Rook no podía también estar más feliz. No solo porque era adicto a las series, sino porque de camino al restaurante, había dicho a Nikki, “¿Cuáles crees que son las posibilidades de que sea uno de esos casos donde el mayordomo lo hizo? Porque podría venderte esta historia a cualquier revista en la ciudad solo por el titular.”
Por supuesto, cuando se encontraron en su mesa, Nikki escuchó la obligatoria alabanza sobre lo mucho que ella se parecía a su madre. Rook, quien regularmente se codeaba con gente de Hollywood de lista tipo A y con iconos de la música famosísimos, simplemente sonrió como un memo mientras estrechaba la mano con una estrella de verdad. Heat rogó para que no la avergonzara al preguntarla para que tomara una foto de los dos.
Empezaron en un tono sombrío con las condolencias de Eugene a Nikki por la pérdida de su madre, y su incredulidad por las muertes de Nicole y, ahora, Tyler Wynn. “Tuve una llamada sobre Tyler cuando me desperté el domingo por la mañana. Todavía estoy tambaleándome.” Compuso una pose seria y se sentó erguido. “Sin embargo, recuerdo las palabras de Oliver Wendell Holmes, quien dijo, ‘los Buenos Americanos cuando mueren, van a París’.”
Nikki encontró interesante que todavía siguiera en el circuito. “¿Puedo preguntarte quien te informó de la muerte de Wynn?”
“Sin nombre. Digamos que un conocido mutuo.”
“¿Erais tu y Tyler íntimos?” le preguntó.
“Una vez. Pero no nos hemos visto, oh, en años. Pero era un hombre al que mantienes en tu corazón.”
Heat dijo, “supongo que esto nos lleva a donde queremos empezar. ¿Eras parte de esta de Red de Niñeras de Tyler en la que mi madre estaba?”
“No es que yo no quiera cooperar, Detective, quiero,” dijo Summers, “pero me pones en una situación incómoda.”
“¿Hiciste un juramento para no divulgar secretos?” pregunto Heat.
“Lo hubiese hecho o no, soy discreto por naturaleza. No es solo profesional, tengo un nivel personal.” Después él vio su decepción. “Pero no desesperéis. Para la hija de Cindy, puedo hacer una excepción. Hablaré en generalidades. O usaré una negación no negada. Por ejemplo, a la pregunta que has hecho, mi respuesta es que yo he jurado no decir nada. Y eso te dice exactamente lo que quieres saber, ¿no?”
“Suficiente,” dijo Nikki.
Summers se dio cuenta de que Rook distraídamente jugaba a dar saltos, como normalmente hacia, con su cuchillo y cuchara, y fijo una mirada castigadora en él. Rook cesó y dijo, “Wow, justo como en el show. ¿Lo viste, Nikki? Acabo de tener la Mirada Summers.” Después él se declaró al mayordomo de la televisión, “dame el eslogan. Vamos, ¿solo una vez? ¿Por favor?”
“Muy bien.” Summers arqueó una ceja y pronunció un arrogante “Que grosero.”
“Jodidamente increíble.” Rook rió con júbilo pero paro cuando vio que Nikki le miraba, y dijo, “Continúa. Por favor.”
Heat formuló cuestiones según las reglas. “Digamos –‘si’ hubieses estado en la red- ¿recordarías los nombres de algunos enemigos cuyas casas fueron infiltradas?”
“’Si’ hubiese trabajado teniendo conocimiento de esa red probablemente tomaría una conjetura salvaje y supondría que no todo el mundo espiado era un enemigo. La inteligencia es frecuentemente un canal de vuelta, por lo que el sujeto de vigilancia podrían muy probablemente ser diplomáticos o empresarios maduros con información. O meramente amigos sociales de un enemigo.”
“¿Y sobre mi madre? Si hubieses estado en una posición de saber, ¿sabrías los nombres de casas bajo vigilancia en las que ella se infiltró?”
“Lo siento. Si tuviese tal información no la conservaría. Y eso es un plano cierto. Yo habría tenido mi propio plato lleno.”
“¿Y sobre cuando fue tomada esta foto en Londres? ¿Estaba allí para espiar a su familia?”
“De nuevo, no puedo decirlo.”
“¿Lo mismo para Nicole Bernardin?”
“Eso me temo.”
Rook dijo, “¿puedo jugar también a este juego de palabras? Dices si hubieses sabido tal información, no la conservarías. ‘Si’ estuvieses en una posición de conocimiento para averiguar en qué compañía espía estaba trabajando, ¿supondrías que tú –o cualquiera- haría eso?”
“Bien jugado, Sr. Rook.”
“Tengo dolor de cabeza,” dijo él.
“Imaginaria, como cualquier amigo cercano en sus veinte años moviéndose por Europa, los contactos sociales serían importantes. Sin Twitter por aquel entonces. Por lo que los sistemas probablemente revelaron. Correo y llamadas de teléfono estarían fuera de la cuestión para vigilar, por lo que ‘supondría’…” él paró y guiñó el ojo, “esos niños emprendedores comunicarían sus paraderos e información sensible a través de una serie de alijos de correo secretos no ortodoxos. Llamémoslas cajas de escondite.”
“Caja de escondite,” repitió Rook. “¿Quieres decir como un ladrillo suelto en la plaza de la ciudad con un tiza marcada en ella?”
El famoso mayordomo apretó su cara en una agria mueca. “Oh, por favor. Eso es muy Maxwell Smart.”
Nikki preguntó,” ¿Cómo, entonces?”
“Supongo,” dijo con otro guiño, “que cada miembro pudo haber tenido su propia caja firmada y se podría encontrar única para cada uno lo que se utilizaria para comunicar su localización secreta para que los tipos malos no pudieran encontrarla.”
Imágenes surgieron en la mente de Heat de los apartamentos saqueados de su madre y Nicole. Además de la llamada a los Bernardins de un Sr. Seacrest buscando un paquete. “Si tuviera tal información, ¿tendrían mi madre o Nicole otras cajas de escondite aparte de las de Europa? ¿Digamos –hipotéticamente- aquí en Nueva York?”
“Eso no lo sabría. Habría dejado la red por aquel entonces –‘si’ hubiese estado en ello en primer lugar.” Con otro guiño, “¿Por qué no?”
“Cuando hubiese sido eso, ¿Si te hubieras marchado?” Rook preguntó.
“A finales de los noventa.” Después él añadió con una risa contenida, “’si’.”
“¿Estarías todavía en Europa cuando su madre murió?”
“Ahí fue donde estuve cuando oí las nuevas noticias, si.” Summer pensó
algo más y dijo a Rook, “¿Me acabas de preguntar por mi coartada?”
Después él se giró hacia Nikki. “¿Es de lo que va todo esto? ¿Para descartarme como sospechoso?”
“No, no del todo,” dijo Heat.
“Bueno, eso es lo que me parece. Y tengo que decir, como alguien que viene aquí con respeto y buena fe, que me siento insultado. Si deseas hablar conmigo de nuevo, será con mi abogado. Perdonadme.” Varias cabezas en el restaurante se giraron desde la ensalada de pera roja y pollo y gofres mientras Eugene Summers arañaba los pies de su silla de la mesa y salía como una tormenta.
Rook agachó la cabeza y cogió la servilleta del mayordomo del suelo. La sostuvo y dijo, “Que grosero.”
Nikki pasó a una nueva página en su espiral y tomó nota para poner a alguno a comprobar los paraderos de Eugene Summers en las fechas de los asesinatos. Solo para puntear la s en el sí.
Heat acababa de aparcar su Crow Victoria en doble fila en la 82 West junto con otro coche encubierto también en doble fila fuera de la comisaría, cuando Lauren Parry la llamó a su teléfono. “¿Tienes un segundo, Nikki?” Su voz sonaba encogida y baja. Algo estaba pasando. Nikki le hizo señas a Rook para que se adelantara y se apoyó en su coche. “Esta no es una llamada de buenas noticias, Nik,” dijo su camarada, la médica forense. “Realmente, realmente tengo que disculparme.”
“¿Qué pasa?”
“Es el test toxicológico de Nicole Bernardin. Esta arruinado.”
“Vas a tener que ayudarme aquí, Lauren. Nunca he oído sobre un test toxicológico arruinado. ¿Qué significa?”
“Justo como suena. Algo fue mal en el laboratorio. ¿Sabes cómo ponemos sangre y fluidos a través de los test usando gases para examinar las sustancias químicas y tóxicos en el sistema del difunto?”
“Si tú lo dices.”
“Bueno, eso es lo que hacemos. Y de alguna manera, los gases se jodieron. El suministro de las bombonas de gas a presión que liberamos estaban contaminadas, y ahora no podemos examinar el cuerpo de Nicole para sustancias químicas. Me siento terrible. Nada como esto había pasado alguna vez antes.”
Nikki dijo, “no te golpees a ti misma. A no ser que seas la única responsable de la distribución del gas. ¿No lo eres, verdad?”
Lauren no se rió. En su lugar ella dijo un malhumorado “No.”
“Entonces cuando consigas tu suministro de gas limpio, simplemente comprueba su test toxicológico de nuevo de otras muestras cogidas previamente.”
“No puedo, Nikki, esa es la cosa. Esta mañana el cuerpo de Nicole fue incinerado a petición de sus padres y enviada de vuelta a Francia.”
A pesar de la frustración y decepción de Heat, reaccionó hacia su amiga con un toque de pluma. Nikki le dijo a Lauren que no se lo tomara personalmente, y que después se pondrían en contacto sobre una investigación de seguimiento desde que esto tenía una calidad sospechosa, particularmente a la luz del guante perdido de los Forenses.
Los detectives Rhymer y Feller eran su equipo libre en ese momento, por lo que cuando entró en la oficina Heat les dijo que les quería ver inmediatamente para una tarea. Pero entonces vio la luz parpadeando en su escritorio y comprobó su buzón de voz primero.
El mensaje era de una llamada desde París de Lysette Bernardin, en lágrimas. Entre su angustia y su acento Nikki tuvo que hacer un esfuerzo para entender su mensaje, entonces de repente se convirtió en esclarecedoramente claro. Mme. Bernardin y su marido Emile querían saber cómo había podido ocurrir. ¿Cómo nadie en el mundo podría incinerar el cuerpo de su hija en contra de sus deseos?
lastral- Policia de homicidios
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Localización : Madrid
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola les escribo desde Argentina, y los queria felicitar por el trabajo q se estan tomando para traducir los libros!!! gracias a ustedes puedo leerlos, ya q en mi pais no los publicaron. Vuelvo a felicitar a Lastral, Beckett y Delta5; saluditos a todos!!
mitek- Escritor novato
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Fecha de inscripción : 19/05/2012
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias Motel, mensajes como el tuyo son los que nos animan a continuar.
Delta5- Escritor - Policia
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Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola chicos, nuevo capitulo.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Muchas gracias por seguirnos y vuestros comentarios.
CAPITULO CATORCE-PRIMERA PARTE
El detective Ochoa se acercó a Heat para darle las gracias por no asignarle el informe de toxinas del laboratorio forense. “Aunque Lauren y yo tengamos una relación, quiero que sepas que podría con ello, si me lo hubieras pedido. Pero la doctora tiene mucho orgullo en su trabajo, y está bastante enfadada ahora mismo. En estos momentos prefiero que sean Feller y Opie los que lo arreglen, para que yo pueda ser su hombro, ¿sabes a lo que me refiero?”
“Lo entiendo, Miguel. Eh, mírame a mí, trabajando en el caso del asesinato de mi madre. Creo que ambos sabemos mantener apartados nuestros sentimientos personales.”
Él frunció el ceño. “No he dicho que pueda hacer eso, pero está bien para ti.” Y antes de marcharse, añadió, “supongo.”
Nikki reunió a la tropa para hacer nuevas asignaciones. Su brigada formaba un pequeño círculo, estando fuera Hinesburg en Larchmont y los detectives Feller y Rhymer cubriendo el laboratorio forense, pero Heat estaba ansiosa por recuperar el control el primer día de su vuelta, por lo que había decidido no esperar a que estuvieran todos.
A medio camino a su escritorio, el detective Raley levantó las manos y dijo, “acabo de recibir algunas novedades de las que quizá estéis interesados.” El corazón de Nikki dio un vuelco, temiendo que él se fuera de la lengua e hiciera un reporte público sobre las cuentas bancarias que ella le había pedido que mantuviera discretamente, pero Sean Raley tenía algo mejor que eso. “Durante los últimos cuatro días, he estado mirando los archivos de las cámaras de tráfico de la Treinta tres Este y por fin he encontrado algo.” Le tendió una captura a color. “Esta es la Tercera Avenida, justo antes de que esa furgoneta granate tratara de atropellaros a Rook y a ti.”
“Sí, esta es la furgoneta.” Vio como Rook se estiraba, así que alzó la fotografía en alto para que todos la vieran.
Rook dijo, “Y tanto que es esa. Que mal que la cámara no haya pillado al conductor.”
“Lo sé,” dijo el Rey de los Medios de Vigilancia. “Y la matrícula es robada. Pero mirad el lado de la furgoneta. Righty-O Carpet Cleaners. Pero no os emocionéis mucho, el nombre es falso, así como el teléfono.” Consultó sus notas. “Está adscrito a una empresa llamada The Pompatus of Love.”
Rook dijo, “Oh, sí, esa línea caliente donde las diosas del sexo complacen todas tus fantasías más salvajes. Siempre y cuando tengas una generosa tarjeta de crédito.” Ella pilló la mirada de Nikki y añadió, “o eso he leído.”
Raley le dio unos golpecitos a la foto con su bolígrafo. “Me apuesto que es la misma furgoneta que estaba aparcada fuera del apartamento de Nicole Bernardin cuando fue asaltada.”
“Averigüémoslo,” dijo Nikki. “Cuando Feller y Thymer vuelvan, mandadlos a enseñar la foto por Inwood a ver si encuentran algo. Si hay alguna coincidencia, ponedlo como orden de captura. Buen trabajo, Sean.” Ella sonrió y añadió, “está bien ser el rey.” Cuando Heat puso la foto de la furgoneta en la Pizarra de Asesinatos, dijo, “Malcolm y Reynolds.”
“Sí, veo nuestras iniciales junto a ‘incineración’,” dijo Reynolds.
“Quiero que averigüéis de donde vino esa orden. Ahora bien, no hace falta que os diga que esto es tan serio como parece. No sólo porque alguien ha fastidiado nuestro caso, sino porque esta profanación ha provocado una tremenda angustia a una familia desconsolada.” Sus compañeros pudieron ver cuánto lo sentía Nikki y consiguieron decir que ellos se encargarían sin añadir el humor negro habitual. Aunque no duró mucho.
Los detectives Feller y Rhymer entraron en la comisaría volviendo del laboratorio forense, y Malcolm dijo, “Eh, mirad quién está de vuelta. Los maestros del gas.”
Reynolds añadió, “Que rápidos. ¿Qué, teníais el viento a favor?”
Y así estuvieron varios minutos mofándose sobre el gas. Nikki sabía que era mejor no meterse en una habitación llena de chicos comportándose como si fueran adolescentes, así que esperó un poco, calculando un minuto con su reloj. “Vale, ya está bien, ahora me gustaría escuchar vuestro informe.”
Ochoa dijo, “¿Eh, chicos? Creo que quiere que paréis. Eso si es que vuestros culos han acabado ya las ventilaciones.”
Seguido de un coro de “guau”, Feller y Reynolds informaron que el gas contaminado no acabó en el laboratorio forense por error. Explicaron que el laboratorio de toxinas suele recibir una serie de pedidos ya programados de tanques de gas presurizado de un proveedor externo para hacer sus pruebas. Pero la mañana en la que iban a hacer las pruebas a Nicole, el camión del proveedor había sido robado y alguien había entregado los tanques contaminados.
“¿Cómo es posible que nadie hubiera denunciado el robo del camión?”, preguntó Rook.
“Porqué apareció de vuelta con la carga correcta una hora más tarde,” dijo Rhymer. “Se pensaron que era una broma.”
Feller añadió, “Y cuando el conductor real hizo la entrega habitual, había cambiado el turno en el laboratorio forense, así que guardaron la entrega como reserva. Nadie comentó nada.” Se encogió de hombros. “Fue un error en el sistema.”
“Que alguien estropeó y saboteó la prueba de toxinas de Nicole,” añadió Heat.
Rhymer preguntó, “¿Por qué alguien querría meterse en tantos problemas?”
“Por la misma razón por la que ordenaron la incineración de su cuerpo,” dijo Rook. “Para ocultar algo en los resultados.” Vio que esta vez no lo estaban mirando como si estuviera loco, así que continuó. “¿Pero qué?”
“¿Y quién?” preguntó Heat. “Quiero saber quién es.”
“Yo me encargaré de eso.” Todos los detectives se giraron para ver al capitán Irons en la puerta. “Heat, tu equipo está lleno. Yo me encargo de esto personalmente.” Acto seguido se fue, no dejando oportunidad al debate.
Feller dijo, “Imagino que después de su metedura de pata con Hank Spooner, Wide Wally quiere intentar mostrar su valía.”
“O poner algo de su parte,” dijo Ochoa. “Buena suerte con eso.”
Por mucho que no le importara su comandante, Heat no permitía el desprecio público de un comisario. “Un poco de respeto, ¿vale?” Eso es todo lo que tenía que decir para hacerlos callar.
El detective Rhymer le preguntó, “¿Qué supones que es está pasando aquí, detective? Primero el guante perdido, después el gas contaminado, y ahora el cuerpo es incinerado.”
“No es una coincidencia, eso lo sabemos todos.” Ella y Rook hicieron contacto visual, ambos pensando lo mismo: la mano de la CIA, de Seguridad Nacional, o incluso de alguna agencia clandestina extranjera podrían estar orquestando todo eso. Nikki se preguntó si ese era el momento para compartir lo que había descubierto en París con el resto del grupo. Pero entonces Raley habló y la decisión se tomó por sí sola.
“¿Alguien más piensa que es raro que no hayamos encontrado una coincidencia con las huellas de Nicole Bernardin? Quiero decir, ¿Cómo puede ser que una extranjera no tenga sus huellas expedientadas?”
Malcolm se unió. “Es muy extraño. Especialmente cuando desde 2004 los federales cambiaron el reglamento de inmigración para hacer que a los residentes legales permanentes se les tomaran las huellas. ¿Cómo pudo Nicole saltarse esa documentación biométrica?”
“Y tampoco hay un número de registro del extranjero,” dijo Raley. “¿Lleva todos estos años en el país y no tiene una tarjeta de residente? Me apuesto a que sabes qué significa esto, detective Heat.”
Intentó decidirse: ¿Callarse o compartirlo? Compartirlo permitiría participar a su brillante equipo, tan ansioso por ayudarla. Pero era un paso arriesgado, incluso con Hinesburg y Irons fuera del edificio. Callarse y dar por finalizada la discusión sería más seguro, pero también sería potencialmente obstructivo para el caso. Nikki se quedó en un punto medio para ganar tiempo. “Me hago una idea, pero no estoy muy segura si debería seguir por ahí.”
“¿Por qué no?” preguntó Reynolds.
Rook dijo, “Deberían saberlo, aunque es clasificado.”
“¿Nicole Bernardin era una espía?” preguntó Raley, aunque no era una pregunta.
Heat se volvió a Rook y sacudió la cabeza. Él dijo, “¿Qué me ha delatado?”
“¿Clasificado? Buen intento.”
“Lo siento, Jefe.”
Heat levantó las manos hacia su brigada, con las palmas separadas por unos centímetros. “Estaba así de cerca de contároslo. Así que ahora estoy así de cerca.” Juntó sus manos. “Pero con todas las filtraciones que hay por aquí últimamente, necesito que me prometáis que esto no saldrá de este grupo.” Uno a uno, sin decir nada, levantó su mano derecha.
Así que Nikki hizo un acto de fe.
A veces el riesgo vale la pena. Si Heat no se hubiera abierto a su brigada, nunca se hubiera encontrado en Midtwon con Rook una hora más tarde, esperando un ascensor en el vestíbulo del prestigioso Sole Building ni sintiendo la excitación de tener una pista potencial desde que vio a Nicole Bernardin en la cinta de vídeo del recital de su madre.
Nikki les explicó a sus detectives la versión corta de la historia, eludiendo el secuestro ruso, el encontronazo con Seguridad Nacional, y las cosas más privadas. Nikki no estaba preparada para soltar secretos familiares, especialmente el molesto rumor de que su madre se había convertido al final en una traidora. Los Roach ya darían con ello si salía algo de la cuenta bancaria secreta, pero ya se encargaría entonces. Mientras tanto, puso a su brigada al día sobre la Red de Niñeras, Tyler Wynn, y que la CIA les había dado mucha información que digerir. Acabó por amonestarlos de nuevo con no compartirlo y se aseguró de que la informaran de inmediato si alguien se ponía en contacto con ellos por el caso.
Feller preguntó, “¿Te refieres a la CIA? ¿El FBI? ¿Los de la Central?”
“Me refiero a cualquiera.” Nikki no explicó nada más, y tan segura estaba como lo estuvo cuando se hizo esa foto en París en el Punto Zero, otra vez se encontró siguiendo los pasos de su madre, volviéndose cautelosa y estratégica en vez de abrirse.
Una ventaja práctica de haberlo contado era que ahora podía hacer asignaciones, tales como enviar a Rhymer a comprobar la coartada del mayordomo del Reality, Eugene Summers. Pero más allá de la mecánica habitual, también le permitió saber los pensamientos de su equipo, aunque sólo fueran para validar sus propias ideas. Reynolds dijo, “en primer lugar, yo iría a por esos tíos que tu madre espió.” Cosa que Heat, por supuesto, ya había considerado.
“El problema es, ¿por dónde empezamos?” dijo.
Rook abrió su Moleskine por una página marcada. “Hice algunas investigaciones sobre la familia del Norte de Vietnam a partir de esa caja de fotos –la familia cuyo hijo fue tutorizado por tu madre después de los Acuerdos de Paz de París. El padre era importante, así que estaba en la Wikipedia. Ambos padres murieron en los ochenta, y el hijo ha estado en un monasterio desde entonces.”
“No es que Wikipedia sea la mejor amiga de un periodista de investigación, Rook,” dijo Randall Feller, añadiendo un poco de mofa, “pero mi instinto me dice que somos lo suficientemente inteligentes como para concentrarnos en la persona en la que su madre se centró durante sus últimas actividades antes de ser asesinada.”
“Estoy de acuerdo.” El detective Malcolm balanceó una de sus botas en el respaldo de una silla. “Yo digo que a la mierda con los contactos antiguos y que nos centremos con sus trabajos de espionaje en los Estados Unidos. Todo lo de la vieja Europa nos va a llevar mucho trabajo para rastrearlo y vamos a dar muchas vueltas, adentrándonos por hace cuarenta años.”
Su compañero, Reynolds, dijo, “Eso es verdad. Las pistas más viejas son difíciles de rastrear y no llegaremos a mucho a no ser que los motivos sean algún tipo de rencilla épica. Yo empezaría con los últimos objetivos que estaba espiando.”
Heat, sintiéndose ya mejor por haberlo compartido, dijo, “sí, ¿Pero cómo vas a hacer eso sin ni siquiera saber cuáles fueron sus clientes?”
Rook puso una cara como si se le hubiera encendido una bombilla y saltó, “yo sé cómo.”
Y así lo hizo.
El ascensor los dejó en la planta cuarenta y seis de las oficinas del Quantum Retrieval. La recepcionista estaba enterada de su visita y dirigió a Heat y Rook hacia un despacho de la esquina con tanta rapidez que aún se estaban destapando las orejas de subir en el ascensor cuando les llevó a conocer al director ejecutivo.
“Joe Flyyn,” dijo con una sonrisa que acompañaba a su encaje de manos. Después de que Heat y Rook declinasen unas botellas de agua, Flynn les hizo un gesto para sentarse en la parte decorada del despacho, lejos del escritorio.
Antes de sentarse, Rook echó un vistazo al Rockefeller Center, que estaba al lado. La pista de patinaje llevaba mucho tiempo descongelada y la había substituido con mesas de café que estaban siendo preparadas para la hora de la comida. “Bonitas vistas. El negocio debe ir bien.”
“Lo más inteligente que nunca he hecho fue dejar los casos de adulterio en moteles de mala muerte y saltar a las recuperaciones de los seguros. Ese fue mi mayor logro.” Se pausó para dejarles llegar a la conexión con el nombre de su empresa. Flynn se veía bronceado, en forma y rico, cómo un doctor de una serie de médicos en prime-time. A Rook no le gustó el modo en el que el sexy investigador de seguros evaluaba a Nikki, así que se sentó cerca de ella en el sofá. “La primera pieza de arte robada que recuperé me tomó una semana y me pagaron tanto como lo que había ganado durante tres años persiguiendo cónyuges descarriados… más los que no estaban teniendo ninguna aventura,” dijo apuntando a Heat. Le mostró su reluciente dentadura que Rook se apostó que era cortesía de Brite Smile de la Quinta Avenida.
Ella dijo, “Así que recuerda que mi padre lo contrató para un caso.”
“Fue hace diez años, pero Heat no es un nombre común. Además te pareces mucho a tu madre. Y eso es un cumplido, desde mi humilde punto de vista.”
Rook, quién no contaba con eso cuando propuso contactar con Joe Flynn en busca de más pistas, intentó detener el burdo flirteo del ex detective privado volviendo a encarrilar el tema. “El asesinato de Cynthia Heat aún se está investigando.”
“Lo he visto en el ‘Ledger,’” dijo. “Y también por la televisión anoche. Pensaba que ya teníais al asesino.”
“Aún tenemos las opciones abiertas,” dijo Heat. “Pero necesitamos profundizar más.”
“Me gusta profundizar,” dijo Flynn, haciendo que Rook se acercara aún más a ella. No pareció molestar al otro hombre. “¿Puedo hacer eso por ti, Nikki?”
“Eso espero. ¿Aún tiene los registros de vigilancia y todo lo relacionado con la gente relacionada con ella por aquel entonces?”
“Bueno, vamos a ver.” Flynn cogió un Ipad de la mesa de su lado y empezó a toquetear la pantalla. Pilló a Rook mirándolo y dijo, “deberías hacerte con uno, hombre, son geniales. Me dieron uno de los de prueba tras haber recuperado el prototipo robado. Algún bobo se lo dejó en un bar, si es que te puedes creer eso.” Tocó la pantalla y dijo, “Allá vamos. Verano- otoño del 1999. Tutora de piano, ¿verdad?”
“Eso es,” dijo ella.
“Lo tengo.” La miró. “Normalmente pido una garantía, pero ya que esto es para la casa, nos saltaremos la ceremonia esta vez. ¿Está de acuerdo con eso, detective?”
“Absolutamente.”
Volvió a tocar la pantalla. “Se está imprimiendo una copia para ti. Dime tu correo electrónico y te pasaré también el informe.”
Ella le dio una tarjeta. “También está mi número de teléfono.”
“Pero el correo electrónico,” dijo Rook, “es lo único que necesitas, ¿verdad? Para pasar el informe.”
“Sí,” dijo Flynn. “¿Así que pensáis que una de estas personas pudo haberla asesinado?”
“Es difícil de saber. Déjeme hacerle una pregunta más. Fuiste contratado para descubrir una infidelidad. ¿Encontraste algo más? ¿Peleas? ¿Alguien amenazando a mi madre? ¿Hizo ella algo o fue a algún sitio fuera de lo común que usted no le dio importancia porque estrictamente no era parte de su tarea?”
Se tocó la oreja mientras pensaba, “no que yo recuerde. Han pasado un buen número de años, pero seguiré pensando. Si doy con algo, seguro que te llamo.”
“Estupendo.”
“¿Algo más?” preguntó. “Y me refiero a lo que quiera.”
“Sí,” dijo Rook interponiéndose entre ellos. “¿Me harías un vale?”
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Muchas gracias por seguirnos y vuestros comentarios.
CAPITULO CATORCE-PRIMERA PARTE
El detective Ochoa se acercó a Heat para darle las gracias por no asignarle el informe de toxinas del laboratorio forense. “Aunque Lauren y yo tengamos una relación, quiero que sepas que podría con ello, si me lo hubieras pedido. Pero la doctora tiene mucho orgullo en su trabajo, y está bastante enfadada ahora mismo. En estos momentos prefiero que sean Feller y Opie los que lo arreglen, para que yo pueda ser su hombro, ¿sabes a lo que me refiero?”
“Lo entiendo, Miguel. Eh, mírame a mí, trabajando en el caso del asesinato de mi madre. Creo que ambos sabemos mantener apartados nuestros sentimientos personales.”
Él frunció el ceño. “No he dicho que pueda hacer eso, pero está bien para ti.” Y antes de marcharse, añadió, “supongo.”
Nikki reunió a la tropa para hacer nuevas asignaciones. Su brigada formaba un pequeño círculo, estando fuera Hinesburg en Larchmont y los detectives Feller y Rhymer cubriendo el laboratorio forense, pero Heat estaba ansiosa por recuperar el control el primer día de su vuelta, por lo que había decidido no esperar a que estuvieran todos.
A medio camino a su escritorio, el detective Raley levantó las manos y dijo, “acabo de recibir algunas novedades de las que quizá estéis interesados.” El corazón de Nikki dio un vuelco, temiendo que él se fuera de la lengua e hiciera un reporte público sobre las cuentas bancarias que ella le había pedido que mantuviera discretamente, pero Sean Raley tenía algo mejor que eso. “Durante los últimos cuatro días, he estado mirando los archivos de las cámaras de tráfico de la Treinta tres Este y por fin he encontrado algo.” Le tendió una captura a color. “Esta es la Tercera Avenida, justo antes de que esa furgoneta granate tratara de atropellaros a Rook y a ti.”
“Sí, esta es la furgoneta.” Vio como Rook se estiraba, así que alzó la fotografía en alto para que todos la vieran.
Rook dijo, “Y tanto que es esa. Que mal que la cámara no haya pillado al conductor.”
“Lo sé,” dijo el Rey de los Medios de Vigilancia. “Y la matrícula es robada. Pero mirad el lado de la furgoneta. Righty-O Carpet Cleaners. Pero no os emocionéis mucho, el nombre es falso, así como el teléfono.” Consultó sus notas. “Está adscrito a una empresa llamada The Pompatus of Love.”
Rook dijo, “Oh, sí, esa línea caliente donde las diosas del sexo complacen todas tus fantasías más salvajes. Siempre y cuando tengas una generosa tarjeta de crédito.” Ella pilló la mirada de Nikki y añadió, “o eso he leído.”
Raley le dio unos golpecitos a la foto con su bolígrafo. “Me apuesto que es la misma furgoneta que estaba aparcada fuera del apartamento de Nicole Bernardin cuando fue asaltada.”
“Averigüémoslo,” dijo Nikki. “Cuando Feller y Thymer vuelvan, mandadlos a enseñar la foto por Inwood a ver si encuentran algo. Si hay alguna coincidencia, ponedlo como orden de captura. Buen trabajo, Sean.” Ella sonrió y añadió, “está bien ser el rey.” Cuando Heat puso la foto de la furgoneta en la Pizarra de Asesinatos, dijo, “Malcolm y Reynolds.”
“Sí, veo nuestras iniciales junto a ‘incineración’,” dijo Reynolds.
“Quiero que averigüéis de donde vino esa orden. Ahora bien, no hace falta que os diga que esto es tan serio como parece. No sólo porque alguien ha fastidiado nuestro caso, sino porque esta profanación ha provocado una tremenda angustia a una familia desconsolada.” Sus compañeros pudieron ver cuánto lo sentía Nikki y consiguieron decir que ellos se encargarían sin añadir el humor negro habitual. Aunque no duró mucho.
Los detectives Feller y Rhymer entraron en la comisaría volviendo del laboratorio forense, y Malcolm dijo, “Eh, mirad quién está de vuelta. Los maestros del gas.”
Reynolds añadió, “Que rápidos. ¿Qué, teníais el viento a favor?”
Y así estuvieron varios minutos mofándose sobre el gas. Nikki sabía que era mejor no meterse en una habitación llena de chicos comportándose como si fueran adolescentes, así que esperó un poco, calculando un minuto con su reloj. “Vale, ya está bien, ahora me gustaría escuchar vuestro informe.”
Ochoa dijo, “¿Eh, chicos? Creo que quiere que paréis. Eso si es que vuestros culos han acabado ya las ventilaciones.”
Seguido de un coro de “guau”, Feller y Reynolds informaron que el gas contaminado no acabó en el laboratorio forense por error. Explicaron que el laboratorio de toxinas suele recibir una serie de pedidos ya programados de tanques de gas presurizado de un proveedor externo para hacer sus pruebas. Pero la mañana en la que iban a hacer las pruebas a Nicole, el camión del proveedor había sido robado y alguien había entregado los tanques contaminados.
“¿Cómo es posible que nadie hubiera denunciado el robo del camión?”, preguntó Rook.
“Porqué apareció de vuelta con la carga correcta una hora más tarde,” dijo Rhymer. “Se pensaron que era una broma.”
Feller añadió, “Y cuando el conductor real hizo la entrega habitual, había cambiado el turno en el laboratorio forense, así que guardaron la entrega como reserva. Nadie comentó nada.” Se encogió de hombros. “Fue un error en el sistema.”
“Que alguien estropeó y saboteó la prueba de toxinas de Nicole,” añadió Heat.
Rhymer preguntó, “¿Por qué alguien querría meterse en tantos problemas?”
“Por la misma razón por la que ordenaron la incineración de su cuerpo,” dijo Rook. “Para ocultar algo en los resultados.” Vio que esta vez no lo estaban mirando como si estuviera loco, así que continuó. “¿Pero qué?”
“¿Y quién?” preguntó Heat. “Quiero saber quién es.”
“Yo me encargaré de eso.” Todos los detectives se giraron para ver al capitán Irons en la puerta. “Heat, tu equipo está lleno. Yo me encargo de esto personalmente.” Acto seguido se fue, no dejando oportunidad al debate.
Feller dijo, “Imagino que después de su metedura de pata con Hank Spooner, Wide Wally quiere intentar mostrar su valía.”
“O poner algo de su parte,” dijo Ochoa. “Buena suerte con eso.”
Por mucho que no le importara su comandante, Heat no permitía el desprecio público de un comisario. “Un poco de respeto, ¿vale?” Eso es todo lo que tenía que decir para hacerlos callar.
El detective Rhymer le preguntó, “¿Qué supones que es está pasando aquí, detective? Primero el guante perdido, después el gas contaminado, y ahora el cuerpo es incinerado.”
“No es una coincidencia, eso lo sabemos todos.” Ella y Rook hicieron contacto visual, ambos pensando lo mismo: la mano de la CIA, de Seguridad Nacional, o incluso de alguna agencia clandestina extranjera podrían estar orquestando todo eso. Nikki se preguntó si ese era el momento para compartir lo que había descubierto en París con el resto del grupo. Pero entonces Raley habló y la decisión se tomó por sí sola.
“¿Alguien más piensa que es raro que no hayamos encontrado una coincidencia con las huellas de Nicole Bernardin? Quiero decir, ¿Cómo puede ser que una extranjera no tenga sus huellas expedientadas?”
Malcolm se unió. “Es muy extraño. Especialmente cuando desde 2004 los federales cambiaron el reglamento de inmigración para hacer que a los residentes legales permanentes se les tomaran las huellas. ¿Cómo pudo Nicole saltarse esa documentación biométrica?”
“Y tampoco hay un número de registro del extranjero,” dijo Raley. “¿Lleva todos estos años en el país y no tiene una tarjeta de residente? Me apuesto a que sabes qué significa esto, detective Heat.”
Intentó decidirse: ¿Callarse o compartirlo? Compartirlo permitiría participar a su brillante equipo, tan ansioso por ayudarla. Pero era un paso arriesgado, incluso con Hinesburg y Irons fuera del edificio. Callarse y dar por finalizada la discusión sería más seguro, pero también sería potencialmente obstructivo para el caso. Nikki se quedó en un punto medio para ganar tiempo. “Me hago una idea, pero no estoy muy segura si debería seguir por ahí.”
“¿Por qué no?” preguntó Reynolds.
Rook dijo, “Deberían saberlo, aunque es clasificado.”
“¿Nicole Bernardin era una espía?” preguntó Raley, aunque no era una pregunta.
Heat se volvió a Rook y sacudió la cabeza. Él dijo, “¿Qué me ha delatado?”
“¿Clasificado? Buen intento.”
“Lo siento, Jefe.”
Heat levantó las manos hacia su brigada, con las palmas separadas por unos centímetros. “Estaba así de cerca de contároslo. Así que ahora estoy así de cerca.” Juntó sus manos. “Pero con todas las filtraciones que hay por aquí últimamente, necesito que me prometáis que esto no saldrá de este grupo.” Uno a uno, sin decir nada, levantó su mano derecha.
Así que Nikki hizo un acto de fe.
A veces el riesgo vale la pena. Si Heat no se hubiera abierto a su brigada, nunca se hubiera encontrado en Midtwon con Rook una hora más tarde, esperando un ascensor en el vestíbulo del prestigioso Sole Building ni sintiendo la excitación de tener una pista potencial desde que vio a Nicole Bernardin en la cinta de vídeo del recital de su madre.
Nikki les explicó a sus detectives la versión corta de la historia, eludiendo el secuestro ruso, el encontronazo con Seguridad Nacional, y las cosas más privadas. Nikki no estaba preparada para soltar secretos familiares, especialmente el molesto rumor de que su madre se había convertido al final en una traidora. Los Roach ya darían con ello si salía algo de la cuenta bancaria secreta, pero ya se encargaría entonces. Mientras tanto, puso a su brigada al día sobre la Red de Niñeras, Tyler Wynn, y que la CIA les había dado mucha información que digerir. Acabó por amonestarlos de nuevo con no compartirlo y se aseguró de que la informaran de inmediato si alguien se ponía en contacto con ellos por el caso.
Feller preguntó, “¿Te refieres a la CIA? ¿El FBI? ¿Los de la Central?”
“Me refiero a cualquiera.” Nikki no explicó nada más, y tan segura estaba como lo estuvo cuando se hizo esa foto en París en el Punto Zero, otra vez se encontró siguiendo los pasos de su madre, volviéndose cautelosa y estratégica en vez de abrirse.
Una ventaja práctica de haberlo contado era que ahora podía hacer asignaciones, tales como enviar a Rhymer a comprobar la coartada del mayordomo del Reality, Eugene Summers. Pero más allá de la mecánica habitual, también le permitió saber los pensamientos de su equipo, aunque sólo fueran para validar sus propias ideas. Reynolds dijo, “en primer lugar, yo iría a por esos tíos que tu madre espió.” Cosa que Heat, por supuesto, ya había considerado.
“El problema es, ¿por dónde empezamos?” dijo.
Rook abrió su Moleskine por una página marcada. “Hice algunas investigaciones sobre la familia del Norte de Vietnam a partir de esa caja de fotos –la familia cuyo hijo fue tutorizado por tu madre después de los Acuerdos de Paz de París. El padre era importante, así que estaba en la Wikipedia. Ambos padres murieron en los ochenta, y el hijo ha estado en un monasterio desde entonces.”
“No es que Wikipedia sea la mejor amiga de un periodista de investigación, Rook,” dijo Randall Feller, añadiendo un poco de mofa, “pero mi instinto me dice que somos lo suficientemente inteligentes como para concentrarnos en la persona en la que su madre se centró durante sus últimas actividades antes de ser asesinada.”
“Estoy de acuerdo.” El detective Malcolm balanceó una de sus botas en el respaldo de una silla. “Yo digo que a la mierda con los contactos antiguos y que nos centremos con sus trabajos de espionaje en los Estados Unidos. Todo lo de la vieja Europa nos va a llevar mucho trabajo para rastrearlo y vamos a dar muchas vueltas, adentrándonos por hace cuarenta años.”
Su compañero, Reynolds, dijo, “Eso es verdad. Las pistas más viejas son difíciles de rastrear y no llegaremos a mucho a no ser que los motivos sean algún tipo de rencilla épica. Yo empezaría con los últimos objetivos que estaba espiando.”
Heat, sintiéndose ya mejor por haberlo compartido, dijo, “sí, ¿Pero cómo vas a hacer eso sin ni siquiera saber cuáles fueron sus clientes?”
Rook puso una cara como si se le hubiera encendido una bombilla y saltó, “yo sé cómo.”
Y así lo hizo.
El ascensor los dejó en la planta cuarenta y seis de las oficinas del Quantum Retrieval. La recepcionista estaba enterada de su visita y dirigió a Heat y Rook hacia un despacho de la esquina con tanta rapidez que aún se estaban destapando las orejas de subir en el ascensor cuando les llevó a conocer al director ejecutivo.
“Joe Flyyn,” dijo con una sonrisa que acompañaba a su encaje de manos. Después de que Heat y Rook declinasen unas botellas de agua, Flynn les hizo un gesto para sentarse en la parte decorada del despacho, lejos del escritorio.
Antes de sentarse, Rook echó un vistazo al Rockefeller Center, que estaba al lado. La pista de patinaje llevaba mucho tiempo descongelada y la había substituido con mesas de café que estaban siendo preparadas para la hora de la comida. “Bonitas vistas. El negocio debe ir bien.”
“Lo más inteligente que nunca he hecho fue dejar los casos de adulterio en moteles de mala muerte y saltar a las recuperaciones de los seguros. Ese fue mi mayor logro.” Se pausó para dejarles llegar a la conexión con el nombre de su empresa. Flynn se veía bronceado, en forma y rico, cómo un doctor de una serie de médicos en prime-time. A Rook no le gustó el modo en el que el sexy investigador de seguros evaluaba a Nikki, así que se sentó cerca de ella en el sofá. “La primera pieza de arte robada que recuperé me tomó una semana y me pagaron tanto como lo que había ganado durante tres años persiguiendo cónyuges descarriados… más los que no estaban teniendo ninguna aventura,” dijo apuntando a Heat. Le mostró su reluciente dentadura que Rook se apostó que era cortesía de Brite Smile de la Quinta Avenida.
Ella dijo, “Así que recuerda que mi padre lo contrató para un caso.”
“Fue hace diez años, pero Heat no es un nombre común. Además te pareces mucho a tu madre. Y eso es un cumplido, desde mi humilde punto de vista.”
Rook, quién no contaba con eso cuando propuso contactar con Joe Flynn en busca de más pistas, intentó detener el burdo flirteo del ex detective privado volviendo a encarrilar el tema. “El asesinato de Cynthia Heat aún se está investigando.”
“Lo he visto en el ‘Ledger,’” dijo. “Y también por la televisión anoche. Pensaba que ya teníais al asesino.”
“Aún tenemos las opciones abiertas,” dijo Heat. “Pero necesitamos profundizar más.”
“Me gusta profundizar,” dijo Flynn, haciendo que Rook se acercara aún más a ella. No pareció molestar al otro hombre. “¿Puedo hacer eso por ti, Nikki?”
“Eso espero. ¿Aún tiene los registros de vigilancia y todo lo relacionado con la gente relacionada con ella por aquel entonces?”
“Bueno, vamos a ver.” Flynn cogió un Ipad de la mesa de su lado y empezó a toquetear la pantalla. Pilló a Rook mirándolo y dijo, “deberías hacerte con uno, hombre, son geniales. Me dieron uno de los de prueba tras haber recuperado el prototipo robado. Algún bobo se lo dejó en un bar, si es que te puedes creer eso.” Tocó la pantalla y dijo, “Allá vamos. Verano- otoño del 1999. Tutora de piano, ¿verdad?”
“Eso es,” dijo ella.
“Lo tengo.” La miró. “Normalmente pido una garantía, pero ya que esto es para la casa, nos saltaremos la ceremonia esta vez. ¿Está de acuerdo con eso, detective?”
“Absolutamente.”
Volvió a tocar la pantalla. “Se está imprimiendo una copia para ti. Dime tu correo electrónico y te pasaré también el informe.”
Ella le dio una tarjeta. “También está mi número de teléfono.”
“Pero el correo electrónico,” dijo Rook, “es lo único que necesitas, ¿verdad? Para pasar el informe.”
“Sí,” dijo Flynn. “¿Así que pensáis que una de estas personas pudo haberla asesinado?”
“Es difícil de saber. Déjeme hacerle una pregunta más. Fuiste contratado para descubrir una infidelidad. ¿Encontraste algo más? ¿Peleas? ¿Alguien amenazando a mi madre? ¿Hizo ella algo o fue a algún sitio fuera de lo común que usted no le dio importancia porque estrictamente no era parte de su tarea?”
Se tocó la oreja mientras pensaba, “no que yo recuerde. Han pasado un buen número de años, pero seguiré pensando. Si doy con algo, seguro que te llamo.”
“Estupendo.”
“¿Algo más?” preguntó. “Y me refiero a lo que quiera.”
“Sí,” dijo Rook interponiéndose entre ellos. “¿Me harías un vale?”
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias por la traduccion!!!, saluditos a todos y les deseo muy felices pascuas!!!
mitek- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias a ti por leer Mitek, e igualmente, que disfrutes estas fiestas.
Delta5- Escritor - Policia
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola chicos, nuevo capi como cada jueves.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, gracias por seguirnos y esperamos vuestros con ansia. Disfrutad y comentad.
CAPITULO CATORCE- SEGUNDA PARTE
Cuando volvieron a la comisaría, Rook seguía enfurruñado sobre el flirteo de Joe Flynn con Nikki. “Obviamente, ese hombre se ha pasado mucho tiempo persiguiendo a adúlteros y degenerados. Si te pasas tanto tiempo entre las sábanas de un motel, tarde o temprano las pulgas te acaban mordiendo.” Heat ignoró sus quejas e hizo una lista de los pocos nombres que aparecían en el informe de Flynn sobre las tutorías de su madre, después se los pasó a su brigada para que buscaran antecedentes. No colgó la lista en la Pizarra de Asesinatos; esto no era para que lo vieran todos.
Mientras tanto, otros resultados empezaron a aparecer. La coartada de Eugene Summers se confirmó. Aduanas confirmó a partir de los registros del pasaporte que él estuvo en Europa durante el mes de noviembre de 1999. Y durante la noche del asesinato de Nicole Bernardin, el mayordomo más famoso de la televisión había estado grabando en Los Ángeles, en el set de rodaje de la Mansión Playboy. Además, Malcolm y Reynolds habían confirmado que Hank Spooner no estaba en el lugar del crimen cuando se cometió. En el momento que había confesado que estaba apuñalando a Nicole en Larchmont, Nueva York, su tarjeta de crédito lo situaba en Providence, Rhode Island, jugando en el centro recreativo Dave & Buster hasta medianoche. Los detectives enviaron un email al gerente con la foto de Spooner, quién confirmó que había estado allí hasta la hora del cierre, molestando a las camareras.
Cargados con la lista de Flynn e informes de antecedentes para leer durante esa noche con tal de poder empezar los interrogatorios a la mañana siguiente, Rook y Heat apagaron las luces de la comisaría y se dirigieron a su loft a comer algo para llevar y estudiar los informes.
A esas horas de la noche, media hora antes de que empezasen los espectáculos de Broadway, les fue imposible encontrar un taxi en dirección sur, así que se rindieron y cogieron el metro. Cuando su tren hizo la parada en la 66, ambos se movieron en sus asientos para ver cómo iban las reparaciones de las baldosas rotas por el terremoto. El trabajo ya se había parado por ese día pero, a medida que se alejaban, pudieron ver que tras la cinta de precaución y los andamios, el mosaico de acróbatas y divas estaba siendo restaurado a buen ritmo. Fue en ese momento cuando Nikki se giró y notó que un hombre la miraba. Sus ojos le decían algo, pero apartó la mirada cuando ella le vio.
No le dijo nada a Rook. Sin embargo, dos paradas más tarde, cuando el hombre, que estaba en la parte trasera del vagón, estuvo en su campo de visión, tranquilamente Nikki sacó el móvil, escribió una nota y dejó el móvil en su regazo para que Rook lo leyera: “No mires. Parte trasera del vagón. Traje gris, camisa blanca, barba negra. Nos está mirando.” Rook, que no era el mejor siguiendo instrucciones, la sorprendió cuando no miró. En cambio presionó la pierna contra la suya para hacerle saber que lo había entendido y susurró un bajo, “Ajá.”
El hombre se mantuvo en su posición durante muchas paradas. Al llegar a Christopher Street, Nikki aprovechó la multitud de pasajeros para echar un vistazo. Cuando lo hizo vio que se notaba un bulto en la chaqueta de su traje, junto a la cadera. Heat tecleó, “va armado.” Eso hizo que Rook también echara una mirada rápida. Tan pronto como lo hizo, el hombre se levantó.
Heat le siguió con la mirada, pero usando su visión periférica en vez de mirar directamente, dejó caer la mano en su regazo, lista para desenfundar.
En Houston, el hombre se bajó del metro sin dirigirles la mirada.
“¿Qué opinas?” dijo Rook.
“Quizá no es nada. A lo mejor es un poli de paisano mirándome porque yo también tengo un bulto.”
“¿Entonces por qué se ha bajado?”
“Supongo que nunca lo sabremos,” dijo Nikki, levantándose cuando el tren aminoró al llegar a Canal Street. “Es la nuestra, ¿no?”
Subieron las escaleras hacia la acera e instintivamente se mantuvieron alerta. La intersección, donde West Broadway convergía con Sixth Avenue, estaba llena, como era habitual, pero la acera estaba libre. Entonces Rook dijo, “Heat. Azul impala.”
Nikki siguió su mirada a través de la Sexta y vio al hombre del metro en el asiento del copiloto de un Chevrolet azul que se detuvo. “Por aquí,” dijo, y ambos se giraron en dirección contraria, sin correr pero caminando rápido para cubrirse tras la línea de camiones del correo aparcados junto a la oficina de correos. Cuando pasaron el tercer camión, un hombre apareció en medio, bloqueando la acera. Nikki se llevó la mano a la cadera.
“Yo no lo haría,” dijo el hombre. Levantó las manos para mostrar que estaban vacías, pero también pudieron ver que no estaba solo. Otros dos hombres lo flanquearon en la acera, con las manos en las fundas dentro de sus abrigos. Los pasos a sus espaldas les dejaron claro que estaban rodeados. El procedimiento perfecto para hacer una emboscada –una calle oscura, sin ventanas por las que asomarse –y Heat se maldijo a si misma por haber mordido el cebo. Mantuvo su mano en la pistola, pero no desenfundó.
“Ha estado comprobando mis antecedentes, detective. Quiero saber el por qué.” Dejó caer sus manos a los lados de su traje y se acercó más. Con la cabeza afeitada y perilla se parecía a Ben Kingsley. Pero no al Ben Kingsley de ‘Gandhi’. Era amenazador, como el Ben Kingsley de ‘Sexy Beast’. Ahí es cuando Heat reconoció a Fariq Kuzbari, el agente de seguridad adjunto a la Misión Siria en la ONU, y estaba delante de ella.
“Tengo algunas preguntas que hacerle, Sr. Kuzbari. ¿Por qué no se acerca a mi comisaría mañana durante el horario laboral en vez de en una calle a plena noche? Imagino que tendrá una dirección.”
Él se rió entre dientes. “Eso crea demasiadas complicaciones. Tengo inmunidad diplomática, como puedes ver, por lo que le voy a ahorrar una gran frustración.”
“Inmunidad, ¿eh? ¿Cómo le gustaría explicar a su embajador por qué su jefe de seguridad de la policía secreta y su cuerpo armado acosaron a un policía neoyorquino y a un ciudadano americano?”
“Que valiente.”
Rook dijo, “No quieras saberlo.”
Kuzbari dijo algo en árabe a su séquito, que apartaron las manos de sus armas. “¿Mejor?”
Heat evaluó la situación y apartó su mano de la Sig. Su frente se frunció. “Y ahora, ¿Qué tipo de preguntas quiere hacerme?”
Ella había pensado presionar para hacer la entrevista en la comisaría, pero él tenía rezón. Una persona como él no se presentaría ni la ayudaría. “Son sobre un caso de asesinato que estoy investigando.”
“¿Y por qué ese asunto me iba a preocupar a mi?”
“Una mujer fue asesinada en 1999. Era tutora de piano de sus hijos. Y era mi madre.”
Si Kuzbari hizo algún tipo de conexión visual de Cynthia a Nikki, no lo mostró. “Mi más sincero pésame. De todos modos, de nuevo, le tengo que preguntar qué tiene que ver esto conmigo.”
“Ella estuvo en su casa dos veces por semana durante el verano antes de ser asesinada. Viajó con ustedes durante cinco días para ir a un resort de Berkeshires, Sr. Kuzbari.”
“Esos hechos son ciertos, tal y como yo los recuerdo. Aún así, si está intentando dar motivos para inculparme y dar a entender que tenía algún tipo de relación con su madre, estaría usted perdiendo tanto mi tiempo como el suyo.”
Nikki no estaba sugiriendo nada por el estilo, ya que Joe Flynn había descartado que su madre tuviera una aventura, pero su experiencia interrogando le había servido para no decir nada, para ver hacia donde iría Kuzbari. “En cuanto a esa semana en Berkshires –en Lenox si no recuerdo mal –difícilmente se podría considerar una escapada romántica. Estaba ahí en calidad de agente de seguridad para el embajador durante una conferencia, así que me quedé con él. Su madre se alojó en un bungalow, aparte de con mi mujer e hijos, también junto a otra familia que también atendía a la conferencia.”
“¿Le importa si le pregunto quién eran?”
“¿Por qué? ¿Para que también los puedan acosar sin razón alguna? Detective Heat, simpatizo con su interés en resolver esto, pero estoy seguro de que no le seré de utilidad. Así que, a menos que tenga algo más, déjenos continuar con nuestras vidas.”
Antes de poder replicar, se giró y despareció entre los camiones del correo. Oyeron la puerta de un coche cerrándose, y entonces el resto del grupo se desvaneció, dejando a Heat y a Rook solos en la acera.
Rook dijo, “al menos esta vez no nos han puesto bolsas en la cabeza.”
A la mañana siguiente, Heat y Rook bajaron por Fulton hacia el puerto de Soth Street para visitar a otro de los clientes de tutoría de su madre. Esta vez, para evitar las sorpresas, acordaron una cita. Cuando Rook se paró para leer la placa en memoria del Titanic, Nikki dijo, “he estado pensando sobre nuestro encuentro con Fariq Kuzbari. Si a mí me hace sentir como si estuviese nadando en las aguas más profundas de este caso, imagínate
como se debió sentir Carter Damon.”
Siguieron andando y Rook dijo, “no estás exculpando a ese perdedor, ¿no?”
“Nunca. Sólo que ahora entiendo porque, siendo el mediocre que era, probablemente se sintió superado y por eso lo acabó abandonando.”
“¿Y qué pasa con Kuzbari? Después de rechazarnos como lo hizo, ¿lo vas a borrar de la lista?”
“No. Y seré yo la que llame, no él. Pero tengo una corazonada y creo que no vale la pena concentrarse en Kuzbari, así que por ahora voy a centrarme en los otros nombres de la lista de Flynn. Siempre puedo volver a por él, si es necesario.”
“¿Acabas de decir que tienes una corazonada? Detective Heat, ¿estás empezando a coger los malos hábitos de otro? ¿Estás pensando como un escritor?”
“Señor, coge mi pistola y dispárame. No, olvida la pistola. ¿Quieres oír mi razonamiento? Bien. Incluso si Kuzbari estuviera implicado, no es probable que haya realizado el asesinato personalmente. Tiene a todo un equipo de matones para que se encarguen de eso, así que estoy segura de que tiene una coartada. Además, sería difícil investigarle debido a su inmunidad diplomática. No imposible, pero nos llevaría mucho tiempo y energía. Mientras tanto, tengo otras tres entrevistas, y ambos sabemos que el reloj sigue tocando antes de que el capitán Irons vuelva a usar su magia. No, Rook, esto es un descarte, así que no digas que es mi instinto, digamos que estoy… accediendo a los instintos nacidos de la experiencia.”
“Has hablado justo como un escritor.”
Un trabajador con botas de goma que estaba limpiando con una manguera los adoquines del centro comercial, cerró la boquilla para dejarlos pasar cuando llegaron a la entrada principal de la cervecería Boz. El edificio de ladrillo no sólo había sido restaurado para servir como la fábrica de cerveza británica que era el buque insignia de los Estados Unidos, sino que también acogía a turistas en su pub decorado a lo Dickens. El dueño y maestro cervecero, Carey Maggs, se reunió con ellos en el vestíbulo, y el legendario reserva inglés salió por la ventana cuando vio a Nikki. “Madre mía,” dijo con su acento de Mayfair. “Eres igual que tu madre.”
Magg tenía una buena razón para echarle un par de vistazos a ella. Volviendo al Londres de 1976, cuando Carey tenía ocho años, la madre de Nikki había sido contratada por su padre, el magnate de la cerveza, como su tutora de piano. Cuando emigró a América en 1999, Carey Maggs había pasado la antorcha contratando a su tutora de piano de la infancia para su propio hijo. “Esto es el círculo, el círculo de la vida,” dijo Rook.
“No hace falta que me cuentes nada sobre historias que se repiten. Aquí estoy, haciendo espuma tal y como lo hizo mi padre en Inglaterra,” dijo Maggs mientras les hacía un tour por la cervecería. El aire húmedo de la instalación estaba impregnado con levadura y malta suficiente como para tastarla; siendo agradable y desagradable a la vez teniendo en cuenta lo temprano que era. Cuando pasaron unas gigantescas cubas y contenedores con tubos y boquillas, Carey Maggs les describió brevemente el proceso que hacían desde la malta, chacando la pasta, la fermentación, acondicionador y la filtración.
Rook dijo, “no sé por qué, pero pensaba que todo esto serían toneles.”
“Acero inoxidable. No influye en el gusto de la cerveza y es fácil de limpiar y esterilizar, cosa que es crítica. Esas cubas de allí están recubiertas de madera por fuera, pero es solo por motivos estéticos ya que dan a la ventana que da al pub.”
“Impresionante. Su padre debe estar orgulloso de usted por continuar con su legado,” dijo Nikki.
“No mucho. Hemos partido del modelo de empresa. Mi padre cogió el nombre de la marca a partir del borracho de un pueblo de una novela de Dickens, ‘El Misterio de Edwin Drood.’
“Durdles,” dijo Heat, recordando a su propio padre.
“Eso es. Bueno, mi querido padre pareció olvidar que las obras de Charles Dickens trataban sobre la injusticia social y la avaricia de las corporaciones. Así que ahora que yo dirijo la compañía, no sólo he expandido nuestra marca de Dickens a pubs y cervecerías, sino que además dono la mitad de nuestros beneficios a Mercator Watch. Es una fundación que controla internacionalmente los abusos infantiles. Yo la llamo GreedPeace. ¿Habéis oído hablar de ella?”
“No,” dijo Rook, gustándole el mote, “pero ahora que me has dado un título, ya tengo un artículo para publicar en ‘Rolling Stone’.”
“A mi parecer, ¿cuántos millones de dólares son suficientes cuando la mitad del mundo se está muriendo de hambre o no tienen agua para beber? Por supuesto, eso era muy radical y socialista para el viejo, es un poco como Scrooge. ¿A qué es una ironía?” Carey se rió y con un dedo se apartó la cortina de pelo marrón que había caído a un lado de su frente. “Lo siento por parlotear tanto. No habéis venido hasta aquí esta mañana para escuchar esto.”
Los tres tomaron asiento en taburetes de cuero rojo en el pub vacío, y Nikki dijo, “de hecho, tengo algunos asuntos serios para discutir. Estoy investigando el asesinato de mi madre, y ya que la conociste desde hace tanto tiempo, quizá me puedas ayudar dándome algo de información.”
“Por supuesto. Ahora aún me siento peor por distraerlos. Le ayudaré en todo lo que pueda.” Entonces entrecerró los ojos. “No soy un sospechoso, ¿no? Porque eso sería un engorro, especialmente considerando lo que se sentía por ella. Quiero decir, Cynthia era maravillosa.”
Ella no le dijo si era o no sospechoso porqué aún no lo había decidido. En cambio, Nikki pasó a sus preguntas. Se había preparado con cuidado, sabiendo que una entrevista como esta sería complicada porque se había propuesto no desvelar que su madre había sido una espía. Así que Heat procedió como lo hubiese hecho en cualquier otra entrevista de un testigo o una persona de interés para ver qué salía: comportamiento nervioso, inconsistencias, mentiras, o incluso pistas nuevas. “Piense de nuevo, si puede, en el mes anterior a su asesinato,” empezó. “Fue en noviembre del 99. ¿Viste algún cambio en el comportamiento de mi madre?”
Él se lo pensó y dijo, “No, no que yo recuerde.”
“¿Le confió algún tipo de preocupación? ¿Parecía agitada? ¿Mencionó a
alguien que la estuviera molestando, o amenazando?”
“No.”
“¿O dijo que se sentía como si la siguieran?”
Él pensó y movió la mano. “Mm, nada de ese tipo, tampoco.”
Y entonces Heat intentó averiguar si su madre había estado husmeando en su casa. “Durante el último mes que estuvo trabajando para usted, ¿Usted o su mujer tuvieron la sensación que las cosas en su casa habían sido movidas?”
Su cara era confusa. “¿Movidas en qué sentido?”
“De cualquier modo. Cosas desordenadas, fuera de su sitio, desaparecidas.”
Él se movió en su taburete. “Le estoy intentando encontrar el sentido a esto, detective.”
“No tiene que hacerlo, sólo piense en ese tiempo. ¿Alguna vez entró en una habitación y encontró algo fuera de sitio? ¿O desaparecida?”
“¿Por qué tendría que hacerlo? Me has preguntado que si estaba agitada. ¿Estás diciendo que tu madre había desarrollado algún tipo de problema mental y que se había convertido en una cleptómana?”
“No estoy diciendo eso. Sólo estoy preguntando si pasaba algo fuera de lo normal. ¿Tienes que pensar en ello?”
“No,” dijo. “No recuerdo nada por el estilo.”
“Déjeme preguntarle sobre otra gente que quizá hubieran pasado por su casa en aquél entonces.”
“Tienes en cuenta que de eso han pasado más de diez años.”
“Lo tengo en cuenta. No me refiero a fontaneros o repartidores. Me refiero a invitados. ¿Tuvisteis a alguien que se quedara con vosotros?”
“Oye. ¿Crees que alguien a quién conocemos pudo haberla matado?”
“Sr. Maggs, sería beneficioso para usted que no intente averiguar lo que estoy intentando comprender y limítese sólo a las preguntas.”
“Brillante. Siga.”
“Sólo quiero saber si tuvisteis algún invitado. ¿De noche, los fines de semana?” Heat había marcado una anotación en el registro de vigilancia de Joe Flynn sobre un hombre, de unos treinta años, que había estado en la residencia de Maggs justo la semana anterior a que el detective privado que había contratado su padre dejara la investigación. “¿Alguien estuvo en vuestro apartamento con vosotros mientras mi madre estuvo dando clases?”
Él negó con la cabeza lentamente mientras pensaba. “No, creo que no.”
Rook dijo, “Eso fue sobre el Día de Acción de Gracias. ¿Ningún amigo o familiar se quedó en vuestra casa la semana anterior al Día de Acción de Gracias?”
“Por supuesto, esa no es una de las festividades tradicionales de Inglaterra, así que no tiene por qué.” Se juntó las puntas de los dedos y los presionó contra sus labios. “Bueno, ahora que lo pienso, me acuerdo que un compañero de la universidad llegó y se quedó con nosotros esa semana. Tu mención del Día de Acción de Gracias me lo ha recordado porqué los niños tenían vacaciones en la escuela. Teníamos pensado irnos a Londres ese fin de semana y él se iba a encargar del piso mientras estuviéramos fuera.” Maggs reconoció las implicaciones y siguió. “Pero si estás pensando que él tuvo algo que ver, olvídalo. No puedo creer eso, no de él.”
Ella pasó la página de su libreta a una nueva. “¿Quizá me pueda dar el nombre de ese amigo?” Carey cerró los ojos lentamente y su rostro se hundió. “Sr. Maggs, le voy a preguntar de nuevo que me diga su nombre.”
En una voz que apenas era audible, dijo, “Ari. Ari Weiss.”
Entonces abrió los ojos. Parecía como si la admisión le hubiera arrancado algo fuera de él.
Nikki habló tranquilizadoramente, pero siendo persistente. “¿Sabe cómo puedo ponerme en contacto con Ari Weiss?”
“No puedes,” dijo.
“Tengo que hacerlo.”
“Pero no puedes. Ari Weiss está muerto.”
“Confirmado,” dijo Rook, inclinado tras la pantalla de su escritorio en la comisaria. Heat se puso a su lado cuando lo dijo. “El obituario por Ari Weiss, dice que se graduó en la Escuela de Medicina de Yale y en Rhodes Scholar –donde es probable que conociera a Carey Maggs, en Oxford– murió a causa de una enfermedad extraña en la sangre, llamada babesiosis. Aquí dice que es un desorden parecido a la malaria que, al igual que la enfermedad Lyme, normalmente es transmitida a partir de garrapatas, aunque también puede provenir de una trasfusión, bla, bla, bla.”
“Rook, es un hombre muerto, ¿y todo lo que puedes decir es bla, bla, bla?”
“No tengo nada en su contra. Sólo es que soy una de esas personas que al oír cosas sobre enfermedades extrañas transmitidas por garrapatas le empieza a picar todo y se toma la temperatura cada cinco minutos.”
“Eres toda una caja de sorpresas, Rook. Qué suerte la mía.” Ella apuntó con su dedo al obituario de la pantalla. “Mientras tanto, una pista potencial vuelve a acabar en un callejón sin salida. ¿Cuándo murió?”
“En el 2000.” Rook cerró la página web. “Eso lo elimina como sospechoso para el asesinato de Nicole Bernardin, de todos modos.”
Nikki trató de mostrarse optimista encarando que otra pista que encontraban terminaba en un aparente callejón sin salida. Ella se estaba haciendo una nota mental para hacer un poco de investigación sobre Ari Weiss más tarde cuando los Roach la sobresaltaron.
“¿Detective Heat?” Nikki se giró para ver a sus compañeros tras ella, con aspecto sombrío.
“Decídmelo,” dijo.
“Mejor te lo enseñamos,” dijo Ochoa.
Cuando ella y Rook se dispusieron a seguir a Ochoa a través de la comisaria. Raley dijo, “detecté eso hace unos pocos minutos, pero me he esperado a que Sharon Hinesburg aclarara su comida de dos horas.” Se sentó en su escritorio y presionó algunas teclas en su ordenador.
Ochoa dijo, “es la declaración de noviembre de 1999 de la cuenta separada de tu madre en el New Amsterdam Bank and Trust.” El monitor se llenó con un PDF financiero. Raley giró la silla para que Nikki se pudiera inclinar para leerlo.
Rook se puso a su lado para poder ver y dejo escapar un gemido. Heat se enderezó, su rostro palideció.
Como para confirmar la realidad que la asustaba, el detective Raley dijo en voz baja, “según esto, tu madre recibió un depósito de doscientos mil dólares el día antes de su muerte.”
“Detective, ¿tienes alguna idea sobre lo que quiere decir esto?” preguntó Ochoa.
Nikki no respondió. Porqué tendría que decir que eso significaba que parecía que su madre había vendido a su país.
Su cabeza se aclaró. Heat se giró para volver a ver el documento, esperando haberse equivocado, pero la imagen se nubló ante sus ojos. Pequeños espasmos hicieron que sus manos empezaran a temblar, y cuando cruzó los brazos sobre su pecho para ocultarlas, todo su cuerpo empezó a temblar desde dentro, irradiándolo a sus extremidades. Cuando sus piernas se debilitaron, oyó la voz de Rook, sonando como si estuviera al final de un túnel, preguntando si se encontraba bien. Nikki se dio la vuelta para ir hacia su escritorio pero cambió de parecer a medio camino y se balanceó hacia fuera de la comisaria, golpeando con su pierna una silla o quizá un escritorio en su camino a la salida.
Cuando llegó a la calle, el aire fresco no la ayudó. La cabeza de Nikki seguía revuelta en un torbellino de pánico. Incluso en la brillante luz de la mañana, su visión seguía empañada por una niebla azul intenso, del mismo modo que la condensación que sale de la ducha. Se frotó los ojos, pero cuando los volvió a abrir de nuevo, la niebla se había cristalizado, haciendo que su vista fuera una sábana sólida de azul helado. Tras ella, figuras ensombrecidas de movían, pareciendo familiares para ella, pero irreconocibles. Un rostro le devolvió la mirada a través de la escarcha. Se parecía a la suya, como si se viera a través de un espejo nublado. Pero quizá era la de su madre.
Ella no sabía cuál de ellas era.
En algún lugar tras ella, Heat oyó su nombre ser pronunciado. Corrió.
No sabía hacia donde.
Unas ruedas chirriaron y se oyó la bocina de un camión. Defensivamente, Nikki extendió las palmas de las manos y tocó la chapa caliente mientras patinaba hasta detenerse. Se pudo mantener de pie, pero la sacudida sirvió para romper la capa de hielo a través de la que estaba viendo, lo suficiente como para ver lo cerca que había estado de ser atropellada por un camión.
Nikki se giró y atravesó el tráfico de Columbus Avenue, corriendo hacía algún lugar, cualquier lugar.
Lejos.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, gracias por seguirnos y esperamos vuestros con ansia. Disfrutad y comentad.
CAPITULO CATORCE- SEGUNDA PARTE
Cuando volvieron a la comisaría, Rook seguía enfurruñado sobre el flirteo de Joe Flynn con Nikki. “Obviamente, ese hombre se ha pasado mucho tiempo persiguiendo a adúlteros y degenerados. Si te pasas tanto tiempo entre las sábanas de un motel, tarde o temprano las pulgas te acaban mordiendo.” Heat ignoró sus quejas e hizo una lista de los pocos nombres que aparecían en el informe de Flynn sobre las tutorías de su madre, después se los pasó a su brigada para que buscaran antecedentes. No colgó la lista en la Pizarra de Asesinatos; esto no era para que lo vieran todos.
Mientras tanto, otros resultados empezaron a aparecer. La coartada de Eugene Summers se confirmó. Aduanas confirmó a partir de los registros del pasaporte que él estuvo en Europa durante el mes de noviembre de 1999. Y durante la noche del asesinato de Nicole Bernardin, el mayordomo más famoso de la televisión había estado grabando en Los Ángeles, en el set de rodaje de la Mansión Playboy. Además, Malcolm y Reynolds habían confirmado que Hank Spooner no estaba en el lugar del crimen cuando se cometió. En el momento que había confesado que estaba apuñalando a Nicole en Larchmont, Nueva York, su tarjeta de crédito lo situaba en Providence, Rhode Island, jugando en el centro recreativo Dave & Buster hasta medianoche. Los detectives enviaron un email al gerente con la foto de Spooner, quién confirmó que había estado allí hasta la hora del cierre, molestando a las camareras.
Cargados con la lista de Flynn e informes de antecedentes para leer durante esa noche con tal de poder empezar los interrogatorios a la mañana siguiente, Rook y Heat apagaron las luces de la comisaría y se dirigieron a su loft a comer algo para llevar y estudiar los informes.
A esas horas de la noche, media hora antes de que empezasen los espectáculos de Broadway, les fue imposible encontrar un taxi en dirección sur, así que se rindieron y cogieron el metro. Cuando su tren hizo la parada en la 66, ambos se movieron en sus asientos para ver cómo iban las reparaciones de las baldosas rotas por el terremoto. El trabajo ya se había parado por ese día pero, a medida que se alejaban, pudieron ver que tras la cinta de precaución y los andamios, el mosaico de acróbatas y divas estaba siendo restaurado a buen ritmo. Fue en ese momento cuando Nikki se giró y notó que un hombre la miraba. Sus ojos le decían algo, pero apartó la mirada cuando ella le vio.
No le dijo nada a Rook. Sin embargo, dos paradas más tarde, cuando el hombre, que estaba en la parte trasera del vagón, estuvo en su campo de visión, tranquilamente Nikki sacó el móvil, escribió una nota y dejó el móvil en su regazo para que Rook lo leyera: “No mires. Parte trasera del vagón. Traje gris, camisa blanca, barba negra. Nos está mirando.” Rook, que no era el mejor siguiendo instrucciones, la sorprendió cuando no miró. En cambio presionó la pierna contra la suya para hacerle saber que lo había entendido y susurró un bajo, “Ajá.”
El hombre se mantuvo en su posición durante muchas paradas. Al llegar a Christopher Street, Nikki aprovechó la multitud de pasajeros para echar un vistazo. Cuando lo hizo vio que se notaba un bulto en la chaqueta de su traje, junto a la cadera. Heat tecleó, “va armado.” Eso hizo que Rook también echara una mirada rápida. Tan pronto como lo hizo, el hombre se levantó.
Heat le siguió con la mirada, pero usando su visión periférica en vez de mirar directamente, dejó caer la mano en su regazo, lista para desenfundar.
En Houston, el hombre se bajó del metro sin dirigirles la mirada.
“¿Qué opinas?” dijo Rook.
“Quizá no es nada. A lo mejor es un poli de paisano mirándome porque yo también tengo un bulto.”
“¿Entonces por qué se ha bajado?”
“Supongo que nunca lo sabremos,” dijo Nikki, levantándose cuando el tren aminoró al llegar a Canal Street. “Es la nuestra, ¿no?”
Subieron las escaleras hacia la acera e instintivamente se mantuvieron alerta. La intersección, donde West Broadway convergía con Sixth Avenue, estaba llena, como era habitual, pero la acera estaba libre. Entonces Rook dijo, “Heat. Azul impala.”
Nikki siguió su mirada a través de la Sexta y vio al hombre del metro en el asiento del copiloto de un Chevrolet azul que se detuvo. “Por aquí,” dijo, y ambos se giraron en dirección contraria, sin correr pero caminando rápido para cubrirse tras la línea de camiones del correo aparcados junto a la oficina de correos. Cuando pasaron el tercer camión, un hombre apareció en medio, bloqueando la acera. Nikki se llevó la mano a la cadera.
“Yo no lo haría,” dijo el hombre. Levantó las manos para mostrar que estaban vacías, pero también pudieron ver que no estaba solo. Otros dos hombres lo flanquearon en la acera, con las manos en las fundas dentro de sus abrigos. Los pasos a sus espaldas les dejaron claro que estaban rodeados. El procedimiento perfecto para hacer una emboscada –una calle oscura, sin ventanas por las que asomarse –y Heat se maldijo a si misma por haber mordido el cebo. Mantuvo su mano en la pistola, pero no desenfundó.
“Ha estado comprobando mis antecedentes, detective. Quiero saber el por qué.” Dejó caer sus manos a los lados de su traje y se acercó más. Con la cabeza afeitada y perilla se parecía a Ben Kingsley. Pero no al Ben Kingsley de ‘Gandhi’. Era amenazador, como el Ben Kingsley de ‘Sexy Beast’. Ahí es cuando Heat reconoció a Fariq Kuzbari, el agente de seguridad adjunto a la Misión Siria en la ONU, y estaba delante de ella.
“Tengo algunas preguntas que hacerle, Sr. Kuzbari. ¿Por qué no se acerca a mi comisaría mañana durante el horario laboral en vez de en una calle a plena noche? Imagino que tendrá una dirección.”
Él se rió entre dientes. “Eso crea demasiadas complicaciones. Tengo inmunidad diplomática, como puedes ver, por lo que le voy a ahorrar una gran frustración.”
“Inmunidad, ¿eh? ¿Cómo le gustaría explicar a su embajador por qué su jefe de seguridad de la policía secreta y su cuerpo armado acosaron a un policía neoyorquino y a un ciudadano americano?”
“Que valiente.”
Rook dijo, “No quieras saberlo.”
Kuzbari dijo algo en árabe a su séquito, que apartaron las manos de sus armas. “¿Mejor?”
Heat evaluó la situación y apartó su mano de la Sig. Su frente se frunció. “Y ahora, ¿Qué tipo de preguntas quiere hacerme?”
Ella había pensado presionar para hacer la entrevista en la comisaría, pero él tenía rezón. Una persona como él no se presentaría ni la ayudaría. “Son sobre un caso de asesinato que estoy investigando.”
“¿Y por qué ese asunto me iba a preocupar a mi?”
“Una mujer fue asesinada en 1999. Era tutora de piano de sus hijos. Y era mi madre.”
Si Kuzbari hizo algún tipo de conexión visual de Cynthia a Nikki, no lo mostró. “Mi más sincero pésame. De todos modos, de nuevo, le tengo que preguntar qué tiene que ver esto conmigo.”
“Ella estuvo en su casa dos veces por semana durante el verano antes de ser asesinada. Viajó con ustedes durante cinco días para ir a un resort de Berkeshires, Sr. Kuzbari.”
“Esos hechos son ciertos, tal y como yo los recuerdo. Aún así, si está intentando dar motivos para inculparme y dar a entender que tenía algún tipo de relación con su madre, estaría usted perdiendo tanto mi tiempo como el suyo.”
Nikki no estaba sugiriendo nada por el estilo, ya que Joe Flynn había descartado que su madre tuviera una aventura, pero su experiencia interrogando le había servido para no decir nada, para ver hacia donde iría Kuzbari. “En cuanto a esa semana en Berkshires –en Lenox si no recuerdo mal –difícilmente se podría considerar una escapada romántica. Estaba ahí en calidad de agente de seguridad para el embajador durante una conferencia, así que me quedé con él. Su madre se alojó en un bungalow, aparte de con mi mujer e hijos, también junto a otra familia que también atendía a la conferencia.”
“¿Le importa si le pregunto quién eran?”
“¿Por qué? ¿Para que también los puedan acosar sin razón alguna? Detective Heat, simpatizo con su interés en resolver esto, pero estoy seguro de que no le seré de utilidad. Así que, a menos que tenga algo más, déjenos continuar con nuestras vidas.”
Antes de poder replicar, se giró y despareció entre los camiones del correo. Oyeron la puerta de un coche cerrándose, y entonces el resto del grupo se desvaneció, dejando a Heat y a Rook solos en la acera.
Rook dijo, “al menos esta vez no nos han puesto bolsas en la cabeza.”
A la mañana siguiente, Heat y Rook bajaron por Fulton hacia el puerto de Soth Street para visitar a otro de los clientes de tutoría de su madre. Esta vez, para evitar las sorpresas, acordaron una cita. Cuando Rook se paró para leer la placa en memoria del Titanic, Nikki dijo, “he estado pensando sobre nuestro encuentro con Fariq Kuzbari. Si a mí me hace sentir como si estuviese nadando en las aguas más profundas de este caso, imagínate
como se debió sentir Carter Damon.”
Siguieron andando y Rook dijo, “no estás exculpando a ese perdedor, ¿no?”
“Nunca. Sólo que ahora entiendo porque, siendo el mediocre que era, probablemente se sintió superado y por eso lo acabó abandonando.”
“¿Y qué pasa con Kuzbari? Después de rechazarnos como lo hizo, ¿lo vas a borrar de la lista?”
“No. Y seré yo la que llame, no él. Pero tengo una corazonada y creo que no vale la pena concentrarse en Kuzbari, así que por ahora voy a centrarme en los otros nombres de la lista de Flynn. Siempre puedo volver a por él, si es necesario.”
“¿Acabas de decir que tienes una corazonada? Detective Heat, ¿estás empezando a coger los malos hábitos de otro? ¿Estás pensando como un escritor?”
“Señor, coge mi pistola y dispárame. No, olvida la pistola. ¿Quieres oír mi razonamiento? Bien. Incluso si Kuzbari estuviera implicado, no es probable que haya realizado el asesinato personalmente. Tiene a todo un equipo de matones para que se encarguen de eso, así que estoy segura de que tiene una coartada. Además, sería difícil investigarle debido a su inmunidad diplomática. No imposible, pero nos llevaría mucho tiempo y energía. Mientras tanto, tengo otras tres entrevistas, y ambos sabemos que el reloj sigue tocando antes de que el capitán Irons vuelva a usar su magia. No, Rook, esto es un descarte, así que no digas que es mi instinto, digamos que estoy… accediendo a los instintos nacidos de la experiencia.”
“Has hablado justo como un escritor.”
Un trabajador con botas de goma que estaba limpiando con una manguera los adoquines del centro comercial, cerró la boquilla para dejarlos pasar cuando llegaron a la entrada principal de la cervecería Boz. El edificio de ladrillo no sólo había sido restaurado para servir como la fábrica de cerveza británica que era el buque insignia de los Estados Unidos, sino que también acogía a turistas en su pub decorado a lo Dickens. El dueño y maestro cervecero, Carey Maggs, se reunió con ellos en el vestíbulo, y el legendario reserva inglés salió por la ventana cuando vio a Nikki. “Madre mía,” dijo con su acento de Mayfair. “Eres igual que tu madre.”
Magg tenía una buena razón para echarle un par de vistazos a ella. Volviendo al Londres de 1976, cuando Carey tenía ocho años, la madre de Nikki había sido contratada por su padre, el magnate de la cerveza, como su tutora de piano. Cuando emigró a América en 1999, Carey Maggs había pasado la antorcha contratando a su tutora de piano de la infancia para su propio hijo. “Esto es el círculo, el círculo de la vida,” dijo Rook.
“No hace falta que me cuentes nada sobre historias que se repiten. Aquí estoy, haciendo espuma tal y como lo hizo mi padre en Inglaterra,” dijo Maggs mientras les hacía un tour por la cervecería. El aire húmedo de la instalación estaba impregnado con levadura y malta suficiente como para tastarla; siendo agradable y desagradable a la vez teniendo en cuenta lo temprano que era. Cuando pasaron unas gigantescas cubas y contenedores con tubos y boquillas, Carey Maggs les describió brevemente el proceso que hacían desde la malta, chacando la pasta, la fermentación, acondicionador y la filtración.
Rook dijo, “no sé por qué, pero pensaba que todo esto serían toneles.”
“Acero inoxidable. No influye en el gusto de la cerveza y es fácil de limpiar y esterilizar, cosa que es crítica. Esas cubas de allí están recubiertas de madera por fuera, pero es solo por motivos estéticos ya que dan a la ventana que da al pub.”
“Impresionante. Su padre debe estar orgulloso de usted por continuar con su legado,” dijo Nikki.
“No mucho. Hemos partido del modelo de empresa. Mi padre cogió el nombre de la marca a partir del borracho de un pueblo de una novela de Dickens, ‘El Misterio de Edwin Drood.’
“Durdles,” dijo Heat, recordando a su propio padre.
“Eso es. Bueno, mi querido padre pareció olvidar que las obras de Charles Dickens trataban sobre la injusticia social y la avaricia de las corporaciones. Así que ahora que yo dirijo la compañía, no sólo he expandido nuestra marca de Dickens a pubs y cervecerías, sino que además dono la mitad de nuestros beneficios a Mercator Watch. Es una fundación que controla internacionalmente los abusos infantiles. Yo la llamo GreedPeace. ¿Habéis oído hablar de ella?”
“No,” dijo Rook, gustándole el mote, “pero ahora que me has dado un título, ya tengo un artículo para publicar en ‘Rolling Stone’.”
“A mi parecer, ¿cuántos millones de dólares son suficientes cuando la mitad del mundo se está muriendo de hambre o no tienen agua para beber? Por supuesto, eso era muy radical y socialista para el viejo, es un poco como Scrooge. ¿A qué es una ironía?” Carey se rió y con un dedo se apartó la cortina de pelo marrón que había caído a un lado de su frente. “Lo siento por parlotear tanto. No habéis venido hasta aquí esta mañana para escuchar esto.”
Los tres tomaron asiento en taburetes de cuero rojo en el pub vacío, y Nikki dijo, “de hecho, tengo algunos asuntos serios para discutir. Estoy investigando el asesinato de mi madre, y ya que la conociste desde hace tanto tiempo, quizá me puedas ayudar dándome algo de información.”
“Por supuesto. Ahora aún me siento peor por distraerlos. Le ayudaré en todo lo que pueda.” Entonces entrecerró los ojos. “No soy un sospechoso, ¿no? Porque eso sería un engorro, especialmente considerando lo que se sentía por ella. Quiero decir, Cynthia era maravillosa.”
Ella no le dijo si era o no sospechoso porqué aún no lo había decidido. En cambio, Nikki pasó a sus preguntas. Se había preparado con cuidado, sabiendo que una entrevista como esta sería complicada porque se había propuesto no desvelar que su madre había sido una espía. Así que Heat procedió como lo hubiese hecho en cualquier otra entrevista de un testigo o una persona de interés para ver qué salía: comportamiento nervioso, inconsistencias, mentiras, o incluso pistas nuevas. “Piense de nuevo, si puede, en el mes anterior a su asesinato,” empezó. “Fue en noviembre del 99. ¿Viste algún cambio en el comportamiento de mi madre?”
Él se lo pensó y dijo, “No, no que yo recuerde.”
“¿Le confió algún tipo de preocupación? ¿Parecía agitada? ¿Mencionó a
alguien que la estuviera molestando, o amenazando?”
“No.”
“¿O dijo que se sentía como si la siguieran?”
Él pensó y movió la mano. “Mm, nada de ese tipo, tampoco.”
Y entonces Heat intentó averiguar si su madre había estado husmeando en su casa. “Durante el último mes que estuvo trabajando para usted, ¿Usted o su mujer tuvieron la sensación que las cosas en su casa habían sido movidas?”
Su cara era confusa. “¿Movidas en qué sentido?”
“De cualquier modo. Cosas desordenadas, fuera de su sitio, desaparecidas.”
Él se movió en su taburete. “Le estoy intentando encontrar el sentido a esto, detective.”
“No tiene que hacerlo, sólo piense en ese tiempo. ¿Alguna vez entró en una habitación y encontró algo fuera de sitio? ¿O desaparecida?”
“¿Por qué tendría que hacerlo? Me has preguntado que si estaba agitada. ¿Estás diciendo que tu madre había desarrollado algún tipo de problema mental y que se había convertido en una cleptómana?”
“No estoy diciendo eso. Sólo estoy preguntando si pasaba algo fuera de lo normal. ¿Tienes que pensar en ello?”
“No,” dijo. “No recuerdo nada por el estilo.”
“Déjeme preguntarle sobre otra gente que quizá hubieran pasado por su casa en aquél entonces.”
“Tienes en cuenta que de eso han pasado más de diez años.”
“Lo tengo en cuenta. No me refiero a fontaneros o repartidores. Me refiero a invitados. ¿Tuvisteis a alguien que se quedara con vosotros?”
“Oye. ¿Crees que alguien a quién conocemos pudo haberla matado?”
“Sr. Maggs, sería beneficioso para usted que no intente averiguar lo que estoy intentando comprender y limítese sólo a las preguntas.”
“Brillante. Siga.”
“Sólo quiero saber si tuvisteis algún invitado. ¿De noche, los fines de semana?” Heat había marcado una anotación en el registro de vigilancia de Joe Flynn sobre un hombre, de unos treinta años, que había estado en la residencia de Maggs justo la semana anterior a que el detective privado que había contratado su padre dejara la investigación. “¿Alguien estuvo en vuestro apartamento con vosotros mientras mi madre estuvo dando clases?”
Él negó con la cabeza lentamente mientras pensaba. “No, creo que no.”
Rook dijo, “Eso fue sobre el Día de Acción de Gracias. ¿Ningún amigo o familiar se quedó en vuestra casa la semana anterior al Día de Acción de Gracias?”
“Por supuesto, esa no es una de las festividades tradicionales de Inglaterra, así que no tiene por qué.” Se juntó las puntas de los dedos y los presionó contra sus labios. “Bueno, ahora que lo pienso, me acuerdo que un compañero de la universidad llegó y se quedó con nosotros esa semana. Tu mención del Día de Acción de Gracias me lo ha recordado porqué los niños tenían vacaciones en la escuela. Teníamos pensado irnos a Londres ese fin de semana y él se iba a encargar del piso mientras estuviéramos fuera.” Maggs reconoció las implicaciones y siguió. “Pero si estás pensando que él tuvo algo que ver, olvídalo. No puedo creer eso, no de él.”
Ella pasó la página de su libreta a una nueva. “¿Quizá me pueda dar el nombre de ese amigo?” Carey cerró los ojos lentamente y su rostro se hundió. “Sr. Maggs, le voy a preguntar de nuevo que me diga su nombre.”
En una voz que apenas era audible, dijo, “Ari. Ari Weiss.”
Entonces abrió los ojos. Parecía como si la admisión le hubiera arrancado algo fuera de él.
Nikki habló tranquilizadoramente, pero siendo persistente. “¿Sabe cómo puedo ponerme en contacto con Ari Weiss?”
“No puedes,” dijo.
“Tengo que hacerlo.”
“Pero no puedes. Ari Weiss está muerto.”
“Confirmado,” dijo Rook, inclinado tras la pantalla de su escritorio en la comisaria. Heat se puso a su lado cuando lo dijo. “El obituario por Ari Weiss, dice que se graduó en la Escuela de Medicina de Yale y en Rhodes Scholar –donde es probable que conociera a Carey Maggs, en Oxford– murió a causa de una enfermedad extraña en la sangre, llamada babesiosis. Aquí dice que es un desorden parecido a la malaria que, al igual que la enfermedad Lyme, normalmente es transmitida a partir de garrapatas, aunque también puede provenir de una trasfusión, bla, bla, bla.”
“Rook, es un hombre muerto, ¿y todo lo que puedes decir es bla, bla, bla?”
“No tengo nada en su contra. Sólo es que soy una de esas personas que al oír cosas sobre enfermedades extrañas transmitidas por garrapatas le empieza a picar todo y se toma la temperatura cada cinco minutos.”
“Eres toda una caja de sorpresas, Rook. Qué suerte la mía.” Ella apuntó con su dedo al obituario de la pantalla. “Mientras tanto, una pista potencial vuelve a acabar en un callejón sin salida. ¿Cuándo murió?”
“En el 2000.” Rook cerró la página web. “Eso lo elimina como sospechoso para el asesinato de Nicole Bernardin, de todos modos.”
Nikki trató de mostrarse optimista encarando que otra pista que encontraban terminaba en un aparente callejón sin salida. Ella se estaba haciendo una nota mental para hacer un poco de investigación sobre Ari Weiss más tarde cuando los Roach la sobresaltaron.
“¿Detective Heat?” Nikki se giró para ver a sus compañeros tras ella, con aspecto sombrío.
“Decídmelo,” dijo.
“Mejor te lo enseñamos,” dijo Ochoa.
Cuando ella y Rook se dispusieron a seguir a Ochoa a través de la comisaria. Raley dijo, “detecté eso hace unos pocos minutos, pero me he esperado a que Sharon Hinesburg aclarara su comida de dos horas.” Se sentó en su escritorio y presionó algunas teclas en su ordenador.
Ochoa dijo, “es la declaración de noviembre de 1999 de la cuenta separada de tu madre en el New Amsterdam Bank and Trust.” El monitor se llenó con un PDF financiero. Raley giró la silla para que Nikki se pudiera inclinar para leerlo.
Rook se puso a su lado para poder ver y dejo escapar un gemido. Heat se enderezó, su rostro palideció.
Como para confirmar la realidad que la asustaba, el detective Raley dijo en voz baja, “según esto, tu madre recibió un depósito de doscientos mil dólares el día antes de su muerte.”
“Detective, ¿tienes alguna idea sobre lo que quiere decir esto?” preguntó Ochoa.
Nikki no respondió. Porqué tendría que decir que eso significaba que parecía que su madre había vendido a su país.
Su cabeza se aclaró. Heat se giró para volver a ver el documento, esperando haberse equivocado, pero la imagen se nubló ante sus ojos. Pequeños espasmos hicieron que sus manos empezaran a temblar, y cuando cruzó los brazos sobre su pecho para ocultarlas, todo su cuerpo empezó a temblar desde dentro, irradiándolo a sus extremidades. Cuando sus piernas se debilitaron, oyó la voz de Rook, sonando como si estuviera al final de un túnel, preguntando si se encontraba bien. Nikki se dio la vuelta para ir hacia su escritorio pero cambió de parecer a medio camino y se balanceó hacia fuera de la comisaria, golpeando con su pierna una silla o quizá un escritorio en su camino a la salida.
Cuando llegó a la calle, el aire fresco no la ayudó. La cabeza de Nikki seguía revuelta en un torbellino de pánico. Incluso en la brillante luz de la mañana, su visión seguía empañada por una niebla azul intenso, del mismo modo que la condensación que sale de la ducha. Se frotó los ojos, pero cuando los volvió a abrir de nuevo, la niebla se había cristalizado, haciendo que su vista fuera una sábana sólida de azul helado. Tras ella, figuras ensombrecidas de movían, pareciendo familiares para ella, pero irreconocibles. Un rostro le devolvió la mirada a través de la escarcha. Se parecía a la suya, como si se viera a través de un espejo nublado. Pero quizá era la de su madre.
Ella no sabía cuál de ellas era.
En algún lugar tras ella, Heat oyó su nombre ser pronunciado. Corrió.
No sabía hacia donde.
Unas ruedas chirriaron y se oyó la bocina de un camión. Defensivamente, Nikki extendió las palmas de las manos y tocó la chapa caliente mientras patinaba hasta detenerse. Se pudo mantener de pie, pero la sacudida sirvió para romper la capa de hielo a través de la que estaba viendo, lo suficiente como para ver lo cerca que había estado de ser atropellada por un camión.
Nikki se giró y atravesó el tráfico de Columbus Avenue, corriendo hacía algún lugar, cualquier lugar.
Lejos.
lastral- Policia de homicidios
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Localización : Madrid
frozen heat
hola !! ya tenes el libro frozen heat completo ? no lo consigo por ningun lado ! gracias
luisina- Invitado
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola chicos, siento la tardanza pero mejor tarde que nunca.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
CAPITULO QUINCE-PRIMERA PARTE
Una estatua de Theodore Roosevelt montado a caballo daba la bienvenida en la entrada principal del Museo Americano de Historia Natural enfrente de Central Park. Alrededor del famoso bronce, una docena de títulos listaban los logros del gran presidente tallados en el muro de piedra de detrás: Hombre de Rancho, Erudito, Explorador, Científico, Conservacionista, Naturalista, Hombre de Estado, Autor, Humanitario, Soldado y Patriota. Detrás de estas palabras se situaba una hilera de bancos de granito ordenados para su contemplación.
Cuando Rook alcanzó a Heat, ella estaba en el banco de 'Hombre de Estado', doblada e hiperventilando.
Nikki vio sus zapatos y pantalones antes de que hablara, y sin levantar la cabeza, simplemente susurro, "vete." Él ignoró esa orden y se sentó en el banco a su lado. Ninguno dijo nada por un tiempo. Ella mantuvo la cara mirando al suelo, mientras él descansaba su mano en su espalda. Esta subía y bajaba acompañada con su respiración, mientras él pensaba que solo unas pocas noches atrás, los dos se habían apoyado mutuamente en el Pont Neuf en Paris mientras él contemplaba los muros de ladrillo que canalizaban el Sena. Y Rook recordó que se había preguntado qué pasaría si uno de ellos alguna vez se llegara a romper.
Ahora ya lo sabía, y se dedicó a apuntalar el daño.
"No es definitivo, lo sabes," dijo él, tan pronto su respiración se calmó.
"Es solo una cuenta bancaria. Puedes proyectar la parte mala si quieres, pero para mí suena como si hubieses roto una de tus propias reglas, si saltaste a la conclusión, sin evidencias sólidas. Ese es mi trabajo."
Ni una risita por parte de ella, ni siquiera una burla. En su lugar, cruzó sus brazos alrededor de sus rodillas y descansó su frente en ellas. Finalmente, habló. "Me pregunto si merecía la pena. Seriamente, Rook, quizás debería cerrarlo. Toda la investigación. Dejar el pasado en el pasado, mantener todas las cosas malas, no sé,... congelar el tiempo."
“¿De verdad sientes eso?”
"No es impensable, y es en un comienzo." Nikki suspiró y su respiración se aceleró. Después, con voz baja y lastimera, dijo, "pero después me sigo diciendo a mi misma que estoy haciendo esto por ella.”
“¿Lo estás?”
“¿Y por qué más?”
"No sé. Quizás lo estés haciendo por ti, porque necesitas averiguar la parte de ella que es parte de ti ahora. Esa es la mejor razón que puedo pensar de porqué lo sigues haciendo." Él paró y añadió, "¿O simplemente puedes tirar la toalla porque se ponga difícil, como Carter Damon hizo?"
Heat se levantó y le fulminó con la mirada. “Oye,” dijo él, “estoy eliminando todos los topes de esto.”
“No bromees. ¿Comparándome con ese fracasado? No estás siendo demasiado manipulador.”
“Tengo mis momentos.” Su mirada pasó de ella a la estatua ecuestre de Teddy Roosevelt que se cernía sobre Central Park West. “Él era una fuerza de la naturaleza, ¿no? ¿Sabías que una vez fue comisario de la NYPD? Ellos le dijeron que el departamento estaba irremediablemente corrupto y perezoso. Roosevelt le dio la vuelta en solo dos años. Me recuerdas a él. Aunque tendrías que trabajar con el bigote.”
Nikki rió. Después levantó su mirada pensativa y le miró profundamente, viendo algo allí precioso e infinito. Finalmente se levantó. “¿Volvemos al trabajo?”
“Si insistes. Y si estás lo suficientemente loca para seguir adelante, yo estoy suficientemente loco como para seguirte.”
Algernon Barrett era el siguiente nombre en la lista de clientes ricos de tutorías que Nikki había conseguido del detective privado que había seguido a su madre, y cuando Heat se detuvo en la puerta de su negocio, le preguntó a Rook si tenían la dirección equivocada. Localizado en una calle sin salida, con fábricas de cemento y auto-desguace en el Bronx, la compañía de catering jamaicano de Barrett, ‘Da el Golpe’, era aparentaba de todo menos próspera. “¿Sabes lo que se dice de no juzgar un libro por su portada?” preguntó Rook, andando alrededor de los hierbajos en su camino hacia la rota pasarela de la entrada principal. “Juzga una empresa de catering por sus cucarachas.”
Sin embargo, mientras esperaban en el pequeño vestíbulo que parecía una suite más que un lavado de coches, Rook se desvió hacia las puertas de doble ventanal que daba a la sala de preparación de la comida y dijo, “lo retiro. Podrías comer en el suelo de ahí y no ser un roedor.”
Esperaron veinte largos minutos antes de que la recepcionista contestara a un teléfono vibrando y les guiara hacia un pasillo deslucido y de paneles Masonite hacia la oficina del dueño. Algernon Barrett, un jamaicano de piel clara con un impresionante conjunto de rastas a lo Manny Ramirez cayendo bajo su gorro de lana, no hizo ademán de levantarse. Se mantuvo sentado detrás de su gran escritorio, mirando alrededor de una acumulación de botes de especias, cartones sin abrir de leche, y revistas de carreras de caballos dispersas por allí, sin hacer el menor esfuerzo por fijarse en ellos.
De hecho, con sus gafas de diseño puestas, era difícil de decir si estaba incluso despierto. Pero su abogada ciertamente sí que lo estaba. Helen Miksit, una ex-estrella fiscal que había renunciado para la práctica privada y que había tallado una reputación igualmente fuerte en el otro lado de la isla, estaba en una silla plegable al lado de su cliente. La Bulldog, como ella era conocida, no mostró tampoco ningún signo de cortesía.
“No me molestaría en sentarme,” dijo ella.
“Qué bueno verte de nuevo, Helen.” Nikki extendió su mano, la cual la abogada estrechó pero sin levantarse.
“Tu primera mentira de la mañana. Intenta recordar la última vez que se cruzaron nuestros caminos, Heat. Oh, sí, la sala de interrogatorios. Estabas poniéndole los alfileres a mi cliente, Soleil Gray. Justo antes de que la molestaras tanto que se suicidó.” Eso era mentira; ambas sabían que la famosa cantante habría saltado bajo ese tren a pesar de las palabras de Nikki, no por ellas. Pero La Bulldog era todo nombre, por lo que discutir sobre ese punto habría solo alimentado a la bestia.
De manera desafiante, Rook cogió dos sillas plegables que daban a la gran pantalla que mostraba un torneo de póker por cable, y las giró para Nikki y para él. “Lo que quieran,” dijo Miksit.
“Sr. Barrett, estoy aquí para hacerle algunas preguntas relacionadas sobre el tiempo que mi madre, Cynthia Heat, fue la tutora musical de su hija.”
La Bulldog cruzó sus piernas y echó su espalda sobre el respaldo. “Pregunte, detective. He avisado a mi cliente de no contestar a nada.”
“¿Por qué no, Sr. Barrett? ¿Tiene algo que ocultar?” Heat decidió presionar. Con su abogado allí presente, las sutilizas serían ignoradas y/o aplastadas.
Él se levantó de su silla. “¡No!”
“Algernon,” dijo Miksit. Cuando se giró hacia ella, solo sacudió su cabeza. Luego se volvió a sentar. “Detective, si quiere saber sobre las mezclas picantes y adobos de primera línea inspiradas en Jamaica del Sr. Barrett, genial. Si quiere investigar sobre una de sus franquicias de camiones gourmet de ‘Da el Golpe’, puedo facilitarle una solicitud.”
“Es correcto,” dijo él. “Mira, dirijo una compañía rentable y me importa mi propio negocio, si.”
“¿Entonces por qué un costoso abogado?” se preguntó Heat. “¿Necesitas protección por alguna razón?”
“Si, lo necesita. Mi cliente es un nuevo ciudadano y quiere la protección otorgada a cada americano que está bajo presión por celosos policías. ¿Hemos terminado aquí?”
“Mi pregunta,” dijo Nikki, “es parte de una investigación de homicidio.
¿Preferiría tu cliente mantener esta entrevista en la comisaría?”
“Tú llamada, Heat. Mi contador corre lo mismo donde quiera que yo esté.”
Nikki percibió que Barrett se estaba ocultando detrás el abogado porque tenía un lado emocional volátil, e intentó conseguir su ascenso. “Sr. Barrett. Veo que ha sido arrestado por violencia doméstica.”
Barrett se quitó las gafas y se enderezó de golpe. “Eso fue hace mucho tiempo.”
“Algernon,” dijo La Bulldog.
Heat siguió presionando. “Asaltaste a tu novia.”
“¡Todo eso se aclaró!” Él tiró sus gafas sobre el escritorio.
“Detective, no hostigues a mi-“
“Con un cuchillo,” dijo Heat. “Un cuchillo de cocina.”
“No diga nada, Sr. Barrett.”
Pero él no se detuvo. “Yo controlé mi ira. Pagué a su médico. Y le regalé un coche nuevo.”
“Argenon, por favor,” dijo la abogada.
“Mi madre fue apuñalada con un cuchillo.”
“Vamos. ¡Las cosas se vuelven locas en la cocina!”
“Mi madre fue apuñalada en su cocina.”
Helen Miksit se levantó, elevándose sobre su cliente. “Cierra la maldita boca.”
Algernon Barrett se paralizó con la boca abierta y se sentó de vuelta en la silla, poniéndose sus gafas de sol. La Bulldog se sentó también, y cruzó los brazos. “A no ser que quieras acusar a mi cliente formalmente, esta entrevista ha concluido.”
De vuelta en el coche, tuvieron que esperar fuera a que el largo convoy de camiones gourmet de Barrett despejara el terreno mientras se desplegaban por las calles de Nueva York. Rook dijo, “maldita abogada. Ese tipo iba a ser un charlatán.”
“Esa es exactamente la razón del abogado. La parte mala es que quería intentar sacarle alguna información antes de llegar a la parte del cuchillo, pero ella me hizo cambiarlo.”
Con solo un nombre restante en la lista de clientes de su madre, la alegría que Nikki había sentido tanteando estas pistas, comenzó a sentirse como una promesa incumplida.
“Bueno, no fue una pérdida total,” dijo Rook. “Durante todo el drama, me guardé este tarro de ‘Frotar el Pollo para Dar el Golpe’.” Él sacó el bote de especias y lo mostró.
“Eso es robar, sabes.”
“Lo que solo hará que el sabor del pollo sepa mejor.”
Media hora más tarde, cuando apenas habían sobrepasado el Saw Mill Parkway en su camino hacia Hastings-on-Hudson para visitar a la última persona de la lista, Heat recibió una emocionada llamada del detective Rhymer. “Esto podría no ser nada, pero al menos es algo.” Lo dijo con lo suficiente de sus raíces sureñas como para hacerlo sonar Opie.
“¿Recuerdas que me enviaste a los técnicos para verificar si Nicole Bernardin usaba un almacenamiento remoto de Internet?”
“¿En serio me estás preguntando si me olvidaría de firmar mi portada de revista para, um…inspirarles?”
“Bueno, pues funcionó. Todavía no han encontrado un servidor de almacenamiento remoto, pero uno de mis frikis tuvo la idea de usar la huella electrónica de su teléfono móvil para rastrear sus búsquedas de Internet desde este, a través de servicios de localización. Aunque no encontramos su teléfono físicamente, han sido capaces de volver hacia atrás en su facturación y extraer la dirección de su cuenta. No me preguntes como lo han logrado, pero estoy seguro que es porque disfrutaron sentándose solos en la habitación día y noche, tocándose.”
“Rhymer.”
“Lo siento. Lograron cerrar con éxito una búsqueda de HopStop que ella hizo.”
“¿Qué es HopStop?”
“Una página web que te da instrucciones cuando le dices donde quieres ir. Te da metro, bus, taxi, e información para ir andando, incluyendo distancias y tiempos. ¿Me estoy haciendo entender?”
“Podrías actuar en ‘The Big Bang Theory’. ¿Qué estaba buscando?”
“Instrucciones para un restaurante en el Upper West Side.”
“¿Cuándo?”
“La noche en que fue asesinada.”
“Deja lo que sea que estés haciendo, Opie. Ve ahora a ese restaurante. Ve ahora mismo y muestra su foto, recoge todo lo que puedas.”
“Feller y yo estamos en ruta mientras hablamos.”
“Si esto se sale bien, supongo que se lo debo al gran tiempo.”
Rhymer dijo, “Tal vez con un beso con lápiz labial debajo del autógrafo.”
“De acuerdo, ahora me estas asustando,” dijo ella, después colgó.
Mientras Heat salía de los dos carriles rurales, sus neumáticos crujieron sobre la gravilla que conducía a la casa victoriana de Vaja Nikoladze, y el sonido de perros ladrando se elevó desde la caseta de perros detrás de un soporte de plantas de Rododendros en la zona del césped. Nikki aparcó al lado del híbrido azul, cerca de la valla de raíl ferroviario que separaba el camino de acceso desde el campo. Cuando salieron, Heat y Rook se pararon para admirar el verde prado que descendía hacia la línea de maderas duras cuyo follaje brillaba bajo el sol de mediodía. Ellos no lo podían ver pero entre aquellos árboles y los acantilados del Palisades, justo detrás, fluía el Río Hudson.
Rook dijo, “mira allí donde el campo termina. ¿Es ese el espantapájaros más realista que alguna vez hayas visto, o qué?”
“Me voy a quedar con el ‘¿o qué?’ Eso no es un espantapájaros. Eso es un hombre.”
Y, justo mientras lo decía, la figura todavía inmóvil en la distancia empezó a caminar hacia ellos. Se movía firmemente a través de la pradera, con la economía y gracia de un bailarín, a pesar de sus botas de senderismo y sus pesados vaqueros de Carhartt. El hombre no miró hacia atrás ni hacia los lados. Aunque no tenían la certeza de que tampoco los estuviera mirando a ellos, pero una amplia sonrisa cruzó su cara cuando se acercó.
Sus manos, las cuales habían permanecido colgadas vacías enfrente de la hebilla de su cinturón, como si de una oración casual se tratase, las levantó hacia la barbilla y un dedo índice se extendió. Les estaba indicando que permanecieran callados.
Cuando estaba a casi un metro de distancia, Vaya Nikoladze se paró y susurró en un acento que sonaba a ruso para sus oídos. “Un momento, si hacen el favor. La tengo en una posición de ‘sit-stay’.” Después se giró dándoles la espalda para encarar el prado, levantó un brazo recto hacia un lado, lo sostuvo ahí durante cinco segundos, y después pasó la palma de su mano rápidamente hacia su pecho.
En el instante en que lo hizo, un gran perro empezó a dar saltos cruzando el pasto hacia él a toda velocidad. Se mantuvo donde estaba mientras el Georgian Shepherd, de la talla y color de un pequeño oso, se le abalanzaba. En el último momento, y sin mucho más que una señal de mano de mandato, el perro paró y se dejó caer en modo alerta, sus patas delanteras se alienaron con los dedos de los pies de sus botas. “Buena chica, Duda.” Él se inclinó hacia su ancha cara y la rascó bajo las orejas mientras su cola se agitaba. “Ahora, ve a tu sitio.” Duda se levantó, se giró, y trotó, trazando una línea recta hacia la caseta de perro, y se metió dentro.
“¿Cómo de increíble es eso?” dijo Nikki.
“Ella promete,” dijo él. “Con más entrenamiento, probablemente sea un perro ganador de un show.” Sacó sus manos. “Soy Vaja. ¿Tú debes de ser Nikki Heat, si?”
Por ser un día de primavera bastante caluroso, les invitó a sentarse en la galería que envolvía la parte de atrás de la casa. Declinaron su jarra de té helado, y se sentaron en las mecedoras mientras él se encaramaba en la barandilla para darles la cara. Sus pies colgando no solo hacían parecer a Nikoladze más pequeño a pesar de su elevación, sino que le hacía parecer más joven, en lugar de los cincuenta que Heat le echaba.
“En la parte de arriba de la ciudad, en el instituto, nos dijeron que le encontraríamos aquí,” empezó Nikki. “¿Se está tomando unas vacaciones?”
“Unas cortas, si. Estoy de luto por la pérdida de unos de mis perros. Fred hubiera sido el primer Georgian Shepher en ganar el Mejor en el Show de Westminter, créanme.”
“Lo siento,” dijeron Heat y Rook, prácticamente al unísono.
Puso una sonrisa dolorosa y dijo, “aunque el show pone a los perros enfermos. Ellos casi son humanos, ¿sí?” Nikki observó que su acento georgiano se espesaba en la tristeza.
Rook debió haber tenido el mismo pensamiento y dijo, “por lo que usted es de Georgia. Pase algunos muy buenos tiempos en Tbilisi en un trabajo hace mucho tiempo.”
“Oh, sí. Disfruté mucho con su artículo, Sr. Rook. Interesante. Pero no eran tan buenos momentos cuando yo deserté. Nosotros todavía estábamos bajo la bota de Moscú.”
“¿Eso fue cuando?” preguntó la Detective Heat. La mención de desertar de un satélite ruso y sus implicaciones potencialmente clandestinas atrajeron su interés.
“En 1989. Yo tenía veintiocho años y, sin ser presumido, uno de los mejores bioquímicos de la Unión Soviética. Tal como lo fue entonces. ¿Usted sabe que hay muy mala sangre entre las gentes de Georgia y los rusos?”
“Sí,” dijo Rook. “Mucha sangre de hecho.”
“Principalmente georgiana. Y Moscú, ellos querían que mi talento se emplease para la guerra, por lo que eso fue un doble insulto. Era joven, y sin familia por la que preocuparme, por lo que me marche por la libertad, como ves. Pronto, tuve la fortuna de conseguir una beca en el Instituto Spokes, aquí.”
“¿Y qué es el Instituto Spokes?”
“Ustedes lo llaman grupo de expertos, supongo. Sin embargo, muchos días, hay más charla que pensamiento.” Se rió entre dientes. “Pero nuestra misión es el estudio de la política para desmilitarizar la ciencia. Por lo que es una buena opción para alguien como yo. Además la concesión de la beca me dio el tiempo necesario para seguir mi pasión por la cría del siguiente premio para el show de perros.” Él rió otra vez, entonces volvió a caer en una corta melancolía, sin duda en la memoria de Fred.
Heat tenía preguntas que hacer que concernían a su deserción, pero usó la pausa para la transición a su asunto. Luego le preguntó a Vaja si había seguido los casos de asesinatos en las noticias, y confesó que había estado últimamente preocupado por la pérdida de su perro. Pero Nikoladze había oído del asesinato de la maleta por su espectacular naturaleza. Heat le dijo que, además del asesinato de Nicole Bernardin, también estaba investigando el de su madre. Después ella le preguntó las mismas cuestiones básicas que tenía esa mañana en la cervecería sobre los eventos relacionados con las tutorías de Cynthia Heat en su casa de vuelta en 1999: el estado emocional de su madre, su sentido de la agitación; si estaba siendo seguida o molestada; si había cosas alteradas o perdidas en la casa.
Vaja dijo, “me gustaría mucho ayudarte con tus preguntas, pero desafortunadamente, no tengo suficiente información que compartir. Mira, tu madre vino aquí para tutorías dos veces.”
“¿Tu hijo lo dejó?” preguntó Rook.
El científico le miró desde su posición en la barandilla con diversión. “¿Mi hijo? Le aseguro que sería muy poco probable.”
Nikki preguntó, “¿A quién entonces?”
“Mi protegido.”
“¿Un protegido del instituto?”
“No.” Nikoladze dudó pero continuó. “Él era alguien que conocí en un show de perros en Florida. Él también vino de Tbilisi.” Heat se dio cuenta de su incomodidad por el tema y entendía por qué, pero sabiendo que normalmente la familia anfitriona no era normalmente el objetivo de su madre para espiar pero podía ser el enlace a un conocimiento de quien era, empezó a quitar capas.
“¿Él también presentaba perros?”
Vaja bajó los ojos y dijo, “no, era ayudante de peluquero.” Después, como si lo hubiese decidido de repente, lo sacó. “Teníamos mucho en común. Él y yo congeniamos, por lo que le invite a venir aquí para que aprendiera de mí sobre el alimento y entrenamiento de los perros. También le di clases de piano, pero no era lo suficientemente serio.”
Rook dijo, “el piano no está indicado para todo el mundo.”
“Suficientemente serio para mí.”
Nikki sacó su cuadernillo. “¿Podría preguntar el nombre de su protegido?”
Con un gesto, Vaja dijo, “este debe ser mi momento de dolor emocional, viejo y nuevo.” Nikki pensó, estas predicando por el coro en este, camarada. Ella quitó la tapa de su bolígrafo para estimularle. “Su nombre es Mamuka. Mamuka Leonidze.” Teniendo en cuenta la diferencia de idioma, él se lo deletreó.
“¿Sabe donde esta Mamuka ahora?”
“Hace diez años dejó Canadá para unirse al Circo del Sol como acróbata. Después de eso, no lo sé.” Después añadió. “Si le encuentra, dígamelo, tengo curiosidad.”
Vaja les escoltó hasta su coche, lo cual dio a Heat una oportunidad de retomar la conversación de vuelta al tema de su deserción. “¿Alguna vez tuvo contacto con representantes de gobiernos extranjeros?”
“Todo el tiempo, por supuesto. El Instituto Spokes es una cosa global.”
“Quiero decir fuera de su política de trabajo. ¿Algún contacto gubernamental?”
“Solo para informar de mi dirección como un extranjero legal.”
Ella y Rook no lo habían pensado, pero él estaba justo ahí con ella y preguntó, “¿y que hay sobre espías? ¿Policía secreta?”.
“No desde que dejé Georgia.” Pero después lo reconsideró. “Bueno, de hecho, ellos vinieron a mí un poco después de que llegara por primera vez aquí, pero a mediados de los noventa, después de que Shevardnadze fuese revocado, empezaron a dejarme en paz.”
“¿Quién?” preguntó Nikki.
“¿Quieres nombres? Esto es justo como estar de vuelta en Tbilisi pero no en el cuarto concreto.”
Rook dijo, “entonces te daré uno. Anatoly Kije, ¿le conoces?”
“¿Quieres decir la Trituradora de Almas? Todo el mundo le conocía por aquel entonces. ¿Pero desde que me fui? No.”
“Un nombre más,” dijo Heat. “Tyler Wynn.”
“No, me temo que ese no le conozco.”
El bajo ruido de un motor diesel estremeció el aire mientras que el Amtrak Adirondack pasaba a cuatrocientos metros a lo largo de la orilla del Hudson, camino de Albany. Heat se deslizó hacia el asiento del conductor y le dijo a Vaja que la llamara si alguien más contactaba con él sobre este caso. Él asintió y dijo algo, pero ella no pudo oírlo porque la bocina de un tren sonó y quedó ahogado por todos los ladridos y aullidos procedentes de la caseta de perro. El movimiento insonoro de su boca la hizo sentir como la perfecta imagen del movimiento vació de la persecución de estas pistas.
De vuelta en la carretera, Rook expresó su frustración de otra manera. “Parece que la lista de nuestra sexy investigadora de seguros se parece mucho a él. Mucho ruido y pocas nueces. O, más cercano a la idea, bronceado sin el sol. ¿Viste esas marcas de gafas?”
“Vamos, Rook, no es culpa de Joe Flynn que no haya salido todavía.”
“¿Dijiste ‘todavía’?” Él vio su tenaz mirada y dijo, “lo pillo.”
Ella dio algo más de gas y resolvió en practicar lo que predicaba con su brigada.
Cuando te encallas, no abandonas. Vuelves atrás. Escavas más hondo. Haces el trabajo. Después de estudiar a estas personas y revisar sus entrevistas. Heat tenía la corazonada de que volvería a ver a alguno de ellos otra vez.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
CAPITULO QUINCE-PRIMERA PARTE
Una estatua de Theodore Roosevelt montado a caballo daba la bienvenida en la entrada principal del Museo Americano de Historia Natural enfrente de Central Park. Alrededor del famoso bronce, una docena de títulos listaban los logros del gran presidente tallados en el muro de piedra de detrás: Hombre de Rancho, Erudito, Explorador, Científico, Conservacionista, Naturalista, Hombre de Estado, Autor, Humanitario, Soldado y Patriota. Detrás de estas palabras se situaba una hilera de bancos de granito ordenados para su contemplación.
Cuando Rook alcanzó a Heat, ella estaba en el banco de 'Hombre de Estado', doblada e hiperventilando.
Nikki vio sus zapatos y pantalones antes de que hablara, y sin levantar la cabeza, simplemente susurro, "vete." Él ignoró esa orden y se sentó en el banco a su lado. Ninguno dijo nada por un tiempo. Ella mantuvo la cara mirando al suelo, mientras él descansaba su mano en su espalda. Esta subía y bajaba acompañada con su respiración, mientras él pensaba que solo unas pocas noches atrás, los dos se habían apoyado mutuamente en el Pont Neuf en Paris mientras él contemplaba los muros de ladrillo que canalizaban el Sena. Y Rook recordó que se había preguntado qué pasaría si uno de ellos alguna vez se llegara a romper.
Ahora ya lo sabía, y se dedicó a apuntalar el daño.
"No es definitivo, lo sabes," dijo él, tan pronto su respiración se calmó.
"Es solo una cuenta bancaria. Puedes proyectar la parte mala si quieres, pero para mí suena como si hubieses roto una de tus propias reglas, si saltaste a la conclusión, sin evidencias sólidas. Ese es mi trabajo."
Ni una risita por parte de ella, ni siquiera una burla. En su lugar, cruzó sus brazos alrededor de sus rodillas y descansó su frente en ellas. Finalmente, habló. "Me pregunto si merecía la pena. Seriamente, Rook, quizás debería cerrarlo. Toda la investigación. Dejar el pasado en el pasado, mantener todas las cosas malas, no sé,... congelar el tiempo."
“¿De verdad sientes eso?”
"No es impensable, y es en un comienzo." Nikki suspiró y su respiración se aceleró. Después, con voz baja y lastimera, dijo, "pero después me sigo diciendo a mi misma que estoy haciendo esto por ella.”
“¿Lo estás?”
“¿Y por qué más?”
"No sé. Quizás lo estés haciendo por ti, porque necesitas averiguar la parte de ella que es parte de ti ahora. Esa es la mejor razón que puedo pensar de porqué lo sigues haciendo." Él paró y añadió, "¿O simplemente puedes tirar la toalla porque se ponga difícil, como Carter Damon hizo?"
Heat se levantó y le fulminó con la mirada. “Oye,” dijo él, “estoy eliminando todos los topes de esto.”
“No bromees. ¿Comparándome con ese fracasado? No estás siendo demasiado manipulador.”
“Tengo mis momentos.” Su mirada pasó de ella a la estatua ecuestre de Teddy Roosevelt que se cernía sobre Central Park West. “Él era una fuerza de la naturaleza, ¿no? ¿Sabías que una vez fue comisario de la NYPD? Ellos le dijeron que el departamento estaba irremediablemente corrupto y perezoso. Roosevelt le dio la vuelta en solo dos años. Me recuerdas a él. Aunque tendrías que trabajar con el bigote.”
Nikki rió. Después levantó su mirada pensativa y le miró profundamente, viendo algo allí precioso e infinito. Finalmente se levantó. “¿Volvemos al trabajo?”
“Si insistes. Y si estás lo suficientemente loca para seguir adelante, yo estoy suficientemente loco como para seguirte.”
Algernon Barrett era el siguiente nombre en la lista de clientes ricos de tutorías que Nikki había conseguido del detective privado que había seguido a su madre, y cuando Heat se detuvo en la puerta de su negocio, le preguntó a Rook si tenían la dirección equivocada. Localizado en una calle sin salida, con fábricas de cemento y auto-desguace en el Bronx, la compañía de catering jamaicano de Barrett, ‘Da el Golpe’, era aparentaba de todo menos próspera. “¿Sabes lo que se dice de no juzgar un libro por su portada?” preguntó Rook, andando alrededor de los hierbajos en su camino hacia la rota pasarela de la entrada principal. “Juzga una empresa de catering por sus cucarachas.”
Sin embargo, mientras esperaban en el pequeño vestíbulo que parecía una suite más que un lavado de coches, Rook se desvió hacia las puertas de doble ventanal que daba a la sala de preparación de la comida y dijo, “lo retiro. Podrías comer en el suelo de ahí y no ser un roedor.”
Esperaron veinte largos minutos antes de que la recepcionista contestara a un teléfono vibrando y les guiara hacia un pasillo deslucido y de paneles Masonite hacia la oficina del dueño. Algernon Barrett, un jamaicano de piel clara con un impresionante conjunto de rastas a lo Manny Ramirez cayendo bajo su gorro de lana, no hizo ademán de levantarse. Se mantuvo sentado detrás de su gran escritorio, mirando alrededor de una acumulación de botes de especias, cartones sin abrir de leche, y revistas de carreras de caballos dispersas por allí, sin hacer el menor esfuerzo por fijarse en ellos.
De hecho, con sus gafas de diseño puestas, era difícil de decir si estaba incluso despierto. Pero su abogada ciertamente sí que lo estaba. Helen Miksit, una ex-estrella fiscal que había renunciado para la práctica privada y que había tallado una reputación igualmente fuerte en el otro lado de la isla, estaba en una silla plegable al lado de su cliente. La Bulldog, como ella era conocida, no mostró tampoco ningún signo de cortesía.
“No me molestaría en sentarme,” dijo ella.
“Qué bueno verte de nuevo, Helen.” Nikki extendió su mano, la cual la abogada estrechó pero sin levantarse.
“Tu primera mentira de la mañana. Intenta recordar la última vez que se cruzaron nuestros caminos, Heat. Oh, sí, la sala de interrogatorios. Estabas poniéndole los alfileres a mi cliente, Soleil Gray. Justo antes de que la molestaras tanto que se suicidó.” Eso era mentira; ambas sabían que la famosa cantante habría saltado bajo ese tren a pesar de las palabras de Nikki, no por ellas. Pero La Bulldog era todo nombre, por lo que discutir sobre ese punto habría solo alimentado a la bestia.
De manera desafiante, Rook cogió dos sillas plegables que daban a la gran pantalla que mostraba un torneo de póker por cable, y las giró para Nikki y para él. “Lo que quieran,” dijo Miksit.
“Sr. Barrett, estoy aquí para hacerle algunas preguntas relacionadas sobre el tiempo que mi madre, Cynthia Heat, fue la tutora musical de su hija.”
La Bulldog cruzó sus piernas y echó su espalda sobre el respaldo. “Pregunte, detective. He avisado a mi cliente de no contestar a nada.”
“¿Por qué no, Sr. Barrett? ¿Tiene algo que ocultar?” Heat decidió presionar. Con su abogado allí presente, las sutilizas serían ignoradas y/o aplastadas.
Él se levantó de su silla. “¡No!”
“Algernon,” dijo Miksit. Cuando se giró hacia ella, solo sacudió su cabeza. Luego se volvió a sentar. “Detective, si quiere saber sobre las mezclas picantes y adobos de primera línea inspiradas en Jamaica del Sr. Barrett, genial. Si quiere investigar sobre una de sus franquicias de camiones gourmet de ‘Da el Golpe’, puedo facilitarle una solicitud.”
“Es correcto,” dijo él. “Mira, dirijo una compañía rentable y me importa mi propio negocio, si.”
“¿Entonces por qué un costoso abogado?” se preguntó Heat. “¿Necesitas protección por alguna razón?”
“Si, lo necesita. Mi cliente es un nuevo ciudadano y quiere la protección otorgada a cada americano que está bajo presión por celosos policías. ¿Hemos terminado aquí?”
“Mi pregunta,” dijo Nikki, “es parte de una investigación de homicidio.
¿Preferiría tu cliente mantener esta entrevista en la comisaría?”
“Tú llamada, Heat. Mi contador corre lo mismo donde quiera que yo esté.”
Nikki percibió que Barrett se estaba ocultando detrás el abogado porque tenía un lado emocional volátil, e intentó conseguir su ascenso. “Sr. Barrett. Veo que ha sido arrestado por violencia doméstica.”
Barrett se quitó las gafas y se enderezó de golpe. “Eso fue hace mucho tiempo.”
“Algernon,” dijo La Bulldog.
Heat siguió presionando. “Asaltaste a tu novia.”
“¡Todo eso se aclaró!” Él tiró sus gafas sobre el escritorio.
“Detective, no hostigues a mi-“
“Con un cuchillo,” dijo Heat. “Un cuchillo de cocina.”
“No diga nada, Sr. Barrett.”
Pero él no se detuvo. “Yo controlé mi ira. Pagué a su médico. Y le regalé un coche nuevo.”
“Argenon, por favor,” dijo la abogada.
“Mi madre fue apuñalada con un cuchillo.”
“Vamos. ¡Las cosas se vuelven locas en la cocina!”
“Mi madre fue apuñalada en su cocina.”
Helen Miksit se levantó, elevándose sobre su cliente. “Cierra la maldita boca.”
Algernon Barrett se paralizó con la boca abierta y se sentó de vuelta en la silla, poniéndose sus gafas de sol. La Bulldog se sentó también, y cruzó los brazos. “A no ser que quieras acusar a mi cliente formalmente, esta entrevista ha concluido.”
De vuelta en el coche, tuvieron que esperar fuera a que el largo convoy de camiones gourmet de Barrett despejara el terreno mientras se desplegaban por las calles de Nueva York. Rook dijo, “maldita abogada. Ese tipo iba a ser un charlatán.”
“Esa es exactamente la razón del abogado. La parte mala es que quería intentar sacarle alguna información antes de llegar a la parte del cuchillo, pero ella me hizo cambiarlo.”
Con solo un nombre restante en la lista de clientes de su madre, la alegría que Nikki había sentido tanteando estas pistas, comenzó a sentirse como una promesa incumplida.
“Bueno, no fue una pérdida total,” dijo Rook. “Durante todo el drama, me guardé este tarro de ‘Frotar el Pollo para Dar el Golpe’.” Él sacó el bote de especias y lo mostró.
“Eso es robar, sabes.”
“Lo que solo hará que el sabor del pollo sepa mejor.”
Media hora más tarde, cuando apenas habían sobrepasado el Saw Mill Parkway en su camino hacia Hastings-on-Hudson para visitar a la última persona de la lista, Heat recibió una emocionada llamada del detective Rhymer. “Esto podría no ser nada, pero al menos es algo.” Lo dijo con lo suficiente de sus raíces sureñas como para hacerlo sonar Opie.
“¿Recuerdas que me enviaste a los técnicos para verificar si Nicole Bernardin usaba un almacenamiento remoto de Internet?”
“¿En serio me estás preguntando si me olvidaría de firmar mi portada de revista para, um…inspirarles?”
“Bueno, pues funcionó. Todavía no han encontrado un servidor de almacenamiento remoto, pero uno de mis frikis tuvo la idea de usar la huella electrónica de su teléfono móvil para rastrear sus búsquedas de Internet desde este, a través de servicios de localización. Aunque no encontramos su teléfono físicamente, han sido capaces de volver hacia atrás en su facturación y extraer la dirección de su cuenta. No me preguntes como lo han logrado, pero estoy seguro que es porque disfrutaron sentándose solos en la habitación día y noche, tocándose.”
“Rhymer.”
“Lo siento. Lograron cerrar con éxito una búsqueda de HopStop que ella hizo.”
“¿Qué es HopStop?”
“Una página web que te da instrucciones cuando le dices donde quieres ir. Te da metro, bus, taxi, e información para ir andando, incluyendo distancias y tiempos. ¿Me estoy haciendo entender?”
“Podrías actuar en ‘The Big Bang Theory’. ¿Qué estaba buscando?”
“Instrucciones para un restaurante en el Upper West Side.”
“¿Cuándo?”
“La noche en que fue asesinada.”
“Deja lo que sea que estés haciendo, Opie. Ve ahora a ese restaurante. Ve ahora mismo y muestra su foto, recoge todo lo que puedas.”
“Feller y yo estamos en ruta mientras hablamos.”
“Si esto se sale bien, supongo que se lo debo al gran tiempo.”
Rhymer dijo, “Tal vez con un beso con lápiz labial debajo del autógrafo.”
“De acuerdo, ahora me estas asustando,” dijo ella, después colgó.
Mientras Heat salía de los dos carriles rurales, sus neumáticos crujieron sobre la gravilla que conducía a la casa victoriana de Vaja Nikoladze, y el sonido de perros ladrando se elevó desde la caseta de perros detrás de un soporte de plantas de Rododendros en la zona del césped. Nikki aparcó al lado del híbrido azul, cerca de la valla de raíl ferroviario que separaba el camino de acceso desde el campo. Cuando salieron, Heat y Rook se pararon para admirar el verde prado que descendía hacia la línea de maderas duras cuyo follaje brillaba bajo el sol de mediodía. Ellos no lo podían ver pero entre aquellos árboles y los acantilados del Palisades, justo detrás, fluía el Río Hudson.
Rook dijo, “mira allí donde el campo termina. ¿Es ese el espantapájaros más realista que alguna vez hayas visto, o qué?”
“Me voy a quedar con el ‘¿o qué?’ Eso no es un espantapájaros. Eso es un hombre.”
Y, justo mientras lo decía, la figura todavía inmóvil en la distancia empezó a caminar hacia ellos. Se movía firmemente a través de la pradera, con la economía y gracia de un bailarín, a pesar de sus botas de senderismo y sus pesados vaqueros de Carhartt. El hombre no miró hacia atrás ni hacia los lados. Aunque no tenían la certeza de que tampoco los estuviera mirando a ellos, pero una amplia sonrisa cruzó su cara cuando se acercó.
Sus manos, las cuales habían permanecido colgadas vacías enfrente de la hebilla de su cinturón, como si de una oración casual se tratase, las levantó hacia la barbilla y un dedo índice se extendió. Les estaba indicando que permanecieran callados.
Cuando estaba a casi un metro de distancia, Vaya Nikoladze se paró y susurró en un acento que sonaba a ruso para sus oídos. “Un momento, si hacen el favor. La tengo en una posición de ‘sit-stay’.” Después se giró dándoles la espalda para encarar el prado, levantó un brazo recto hacia un lado, lo sostuvo ahí durante cinco segundos, y después pasó la palma de su mano rápidamente hacia su pecho.
En el instante en que lo hizo, un gran perro empezó a dar saltos cruzando el pasto hacia él a toda velocidad. Se mantuvo donde estaba mientras el Georgian Shepherd, de la talla y color de un pequeño oso, se le abalanzaba. En el último momento, y sin mucho más que una señal de mano de mandato, el perro paró y se dejó caer en modo alerta, sus patas delanteras se alienaron con los dedos de los pies de sus botas. “Buena chica, Duda.” Él se inclinó hacia su ancha cara y la rascó bajo las orejas mientras su cola se agitaba. “Ahora, ve a tu sitio.” Duda se levantó, se giró, y trotó, trazando una línea recta hacia la caseta de perro, y se metió dentro.
“¿Cómo de increíble es eso?” dijo Nikki.
“Ella promete,” dijo él. “Con más entrenamiento, probablemente sea un perro ganador de un show.” Sacó sus manos. “Soy Vaja. ¿Tú debes de ser Nikki Heat, si?”
Por ser un día de primavera bastante caluroso, les invitó a sentarse en la galería que envolvía la parte de atrás de la casa. Declinaron su jarra de té helado, y se sentaron en las mecedoras mientras él se encaramaba en la barandilla para darles la cara. Sus pies colgando no solo hacían parecer a Nikoladze más pequeño a pesar de su elevación, sino que le hacía parecer más joven, en lugar de los cincuenta que Heat le echaba.
“En la parte de arriba de la ciudad, en el instituto, nos dijeron que le encontraríamos aquí,” empezó Nikki. “¿Se está tomando unas vacaciones?”
“Unas cortas, si. Estoy de luto por la pérdida de unos de mis perros. Fred hubiera sido el primer Georgian Shepher en ganar el Mejor en el Show de Westminter, créanme.”
“Lo siento,” dijeron Heat y Rook, prácticamente al unísono.
Puso una sonrisa dolorosa y dijo, “aunque el show pone a los perros enfermos. Ellos casi son humanos, ¿sí?” Nikki observó que su acento georgiano se espesaba en la tristeza.
Rook debió haber tenido el mismo pensamiento y dijo, “por lo que usted es de Georgia. Pase algunos muy buenos tiempos en Tbilisi en un trabajo hace mucho tiempo.”
“Oh, sí. Disfruté mucho con su artículo, Sr. Rook. Interesante. Pero no eran tan buenos momentos cuando yo deserté. Nosotros todavía estábamos bajo la bota de Moscú.”
“¿Eso fue cuando?” preguntó la Detective Heat. La mención de desertar de un satélite ruso y sus implicaciones potencialmente clandestinas atrajeron su interés.
“En 1989. Yo tenía veintiocho años y, sin ser presumido, uno de los mejores bioquímicos de la Unión Soviética. Tal como lo fue entonces. ¿Usted sabe que hay muy mala sangre entre las gentes de Georgia y los rusos?”
“Sí,” dijo Rook. “Mucha sangre de hecho.”
“Principalmente georgiana. Y Moscú, ellos querían que mi talento se emplease para la guerra, por lo que eso fue un doble insulto. Era joven, y sin familia por la que preocuparme, por lo que me marche por la libertad, como ves. Pronto, tuve la fortuna de conseguir una beca en el Instituto Spokes, aquí.”
“¿Y qué es el Instituto Spokes?”
“Ustedes lo llaman grupo de expertos, supongo. Sin embargo, muchos días, hay más charla que pensamiento.” Se rió entre dientes. “Pero nuestra misión es el estudio de la política para desmilitarizar la ciencia. Por lo que es una buena opción para alguien como yo. Además la concesión de la beca me dio el tiempo necesario para seguir mi pasión por la cría del siguiente premio para el show de perros.” Él rió otra vez, entonces volvió a caer en una corta melancolía, sin duda en la memoria de Fred.
Heat tenía preguntas que hacer que concernían a su deserción, pero usó la pausa para la transición a su asunto. Luego le preguntó a Vaja si había seguido los casos de asesinatos en las noticias, y confesó que había estado últimamente preocupado por la pérdida de su perro. Pero Nikoladze había oído del asesinato de la maleta por su espectacular naturaleza. Heat le dijo que, además del asesinato de Nicole Bernardin, también estaba investigando el de su madre. Después ella le preguntó las mismas cuestiones básicas que tenía esa mañana en la cervecería sobre los eventos relacionados con las tutorías de Cynthia Heat en su casa de vuelta en 1999: el estado emocional de su madre, su sentido de la agitación; si estaba siendo seguida o molestada; si había cosas alteradas o perdidas en la casa.
Vaja dijo, “me gustaría mucho ayudarte con tus preguntas, pero desafortunadamente, no tengo suficiente información que compartir. Mira, tu madre vino aquí para tutorías dos veces.”
“¿Tu hijo lo dejó?” preguntó Rook.
El científico le miró desde su posición en la barandilla con diversión. “¿Mi hijo? Le aseguro que sería muy poco probable.”
Nikki preguntó, “¿A quién entonces?”
“Mi protegido.”
“¿Un protegido del instituto?”
“No.” Nikoladze dudó pero continuó. “Él era alguien que conocí en un show de perros en Florida. Él también vino de Tbilisi.” Heat se dio cuenta de su incomodidad por el tema y entendía por qué, pero sabiendo que normalmente la familia anfitriona no era normalmente el objetivo de su madre para espiar pero podía ser el enlace a un conocimiento de quien era, empezó a quitar capas.
“¿Él también presentaba perros?”
Vaja bajó los ojos y dijo, “no, era ayudante de peluquero.” Después, como si lo hubiese decidido de repente, lo sacó. “Teníamos mucho en común. Él y yo congeniamos, por lo que le invite a venir aquí para que aprendiera de mí sobre el alimento y entrenamiento de los perros. También le di clases de piano, pero no era lo suficientemente serio.”
Rook dijo, “el piano no está indicado para todo el mundo.”
“Suficientemente serio para mí.”
Nikki sacó su cuadernillo. “¿Podría preguntar el nombre de su protegido?”
Con un gesto, Vaja dijo, “este debe ser mi momento de dolor emocional, viejo y nuevo.” Nikki pensó, estas predicando por el coro en este, camarada. Ella quitó la tapa de su bolígrafo para estimularle. “Su nombre es Mamuka. Mamuka Leonidze.” Teniendo en cuenta la diferencia de idioma, él se lo deletreó.
“¿Sabe donde esta Mamuka ahora?”
“Hace diez años dejó Canadá para unirse al Circo del Sol como acróbata. Después de eso, no lo sé.” Después añadió. “Si le encuentra, dígamelo, tengo curiosidad.”
Vaja les escoltó hasta su coche, lo cual dio a Heat una oportunidad de retomar la conversación de vuelta al tema de su deserción. “¿Alguna vez tuvo contacto con representantes de gobiernos extranjeros?”
“Todo el tiempo, por supuesto. El Instituto Spokes es una cosa global.”
“Quiero decir fuera de su política de trabajo. ¿Algún contacto gubernamental?”
“Solo para informar de mi dirección como un extranjero legal.”
Ella y Rook no lo habían pensado, pero él estaba justo ahí con ella y preguntó, “¿y que hay sobre espías? ¿Policía secreta?”.
“No desde que dejé Georgia.” Pero después lo reconsideró. “Bueno, de hecho, ellos vinieron a mí un poco después de que llegara por primera vez aquí, pero a mediados de los noventa, después de que Shevardnadze fuese revocado, empezaron a dejarme en paz.”
“¿Quién?” preguntó Nikki.
“¿Quieres nombres? Esto es justo como estar de vuelta en Tbilisi pero no en el cuarto concreto.”
Rook dijo, “entonces te daré uno. Anatoly Kije, ¿le conoces?”
“¿Quieres decir la Trituradora de Almas? Todo el mundo le conocía por aquel entonces. ¿Pero desde que me fui? No.”
“Un nombre más,” dijo Heat. “Tyler Wynn.”
“No, me temo que ese no le conozco.”
El bajo ruido de un motor diesel estremeció el aire mientras que el Amtrak Adirondack pasaba a cuatrocientos metros a lo largo de la orilla del Hudson, camino de Albany. Heat se deslizó hacia el asiento del conductor y le dijo a Vaja que la llamara si alguien más contactaba con él sobre este caso. Él asintió y dijo algo, pero ella no pudo oírlo porque la bocina de un tren sonó y quedó ahogado por todos los ladridos y aullidos procedentes de la caseta de perro. El movimiento insonoro de su boca la hizo sentir como la perfecta imagen del movimiento vació de la persecución de estas pistas.
De vuelta en la carretera, Rook expresó su frustración de otra manera. “Parece que la lista de nuestra sexy investigadora de seguros se parece mucho a él. Mucho ruido y pocas nueces. O, más cercano a la idea, bronceado sin el sol. ¿Viste esas marcas de gafas?”
“Vamos, Rook, no es culpa de Joe Flynn que no haya salido todavía.”
“¿Dijiste ‘todavía’?” Él vio su tenaz mirada y dijo, “lo pillo.”
Ella dio algo más de gas y resolvió en practicar lo que predicaba con su brigada.
Cuando te encallas, no abandonas. Vuelves atrás. Escavas más hondo. Haces el trabajo. Después de estudiar a estas personas y revisar sus entrevistas. Heat tenía la corazonada de que volvería a ver a alguno de ellos otra vez.
lastral- Policia de homicidios
- Mensajes : 747
Fecha de inscripción : 10/04/2011
Edad : 35
Localización : Madrid
Ahora podéis usar el libro original?
Ahora que han sacado el libro en español podréis sacar el texto de ahí para ir más rápido, no?
Y muchas gracias, muy buena la traducción.
Y muchas gracias, muy buena la traducción.
CGL- Invitado
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
CGL escribió:Ahora que han sacado el libro en español podréis sacar el texto de ahí para ir más rápido, no?
Y muchas gracias, muy buena la traducción.
No podemos hacerlo, ya que el libro original tiene Copyright, y nos podríamos meter en problemas. Por lo tanto y para poder subirlo al foro, la traducción tiene que ser la nuestra. Pero ciertamente algo ayuda.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
chicos una gran felicitación por su estupendo trabajo!! alguno de ustedes tiene el libro en ingles y en digital que me lo pueda pasar por favor!!! gracias por su gran aporte!!
bubulubu- Escritor novato
- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 14/04/2013
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Buenas noches chicos, nuevo capitulo.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, gracias por seguir esta historia que esta llegando a su fin. Debido a que el libro original en español esta ya en el mercado vamos a agilizar la subida de los proximo capitulos por lo que en vez de subir capitulos en dos partes lo subiremos en una. Es decir, subiremos los capitulos completos aunque mantendremos el dia para no liaros. Quien decida continuar con nuestra traducción se lo agradecemos de mil amores Comentad y disfrutad.
CAPITULO QUINCE-SEGUNDA PARTE
El teléfono de Nikki vibró con un mensaje cuando atravesaba con Rook el vestíbulo de la comisaría. “Finalmente,” dijo. “Un mensaje de Carter Damon.”
“¿Qué dice?”
“Nada. Bueno, casi. Es parcial. Debe de haber perdido la señal o haberlo enviado por error.” sostuvo la pantalla hacia él. Todo lo que decía era “yo” y el resto estaba en blanco.
“Hm, ‘yo…’ Déjame adivinar – ¿‘la morsa’? ¿‘Un gilipollas por no devolverte la llamada’?” El sargento de guardia levantó el bloqueo de seguridad y Rook empujó la puerta para abrirla y dejarla pasar primero.
Heat estaba mandando un mensaje de vuelta a Damon, diciéndole que le llamara, cuando el Detective Raley se dirigió a ella mientras entraba en la oficina. “Tengo algo que te quiero mostrar antes de que Irons y su doncella vuelvan.” Ella miró por encima de su hombro, y pudo ver un estado financiero en su monitor. Intrigada, le siguió rápidamente hasta la entrada más cercana, Raley le preguntó, “¿Te interesa esto detective?”
Rook se deslizó cerca de ella. Nikki se armó de valor y dijo, “¿Qué tienes?”
“Después de que te marcharas esta mañana, seguí con el rastreo y encontré nueva información en las cuentas de tu madre. No sé por qué, quizás fue una entrada de datos errónea, o no se consiguió publicar hasta después de las vacaciones de Acción de Gracias, pero el Banco New Ámsterdam archivó el resto de su transacción de noviembre del ’99 en diciembre. Compruébalo.”
Nikki se inclinó una vez más, sintiéndose tranquila esta vez, y leyendo el estado de las cuentas, “Aquí dice que doscientos mil dólares se retiraron, en efectivo, al día siguiente de realizar el depósito.” Se levantó y se giró hacia Rook que seguía a su lado. “Esto habría sucedido el mismo día en que fue asesinada.”
“¿Recuerdas que en el hospital, Tyler Wynn, preguntó si viste a tu madre esconder algo? ¿Podría ser el dinero de alguien que fuese tras él?”
“Podría ser, pero piensa en ello, Rook. ¿Diez años, tres asesinatos? ¿No es esa mucha matanza por doscientos de los grandes?”
“Depende,” dijo Ochoa desde su escritorio, “Conozco a tíos que te destriparían por un sándwich de jamón.”
Raley apagó la pantalla de su monitor y dijo, “mano a mano” justo cuando el Capitán Irons entró.
“¿Heat? ¿Tiene un minuto?” En lugar de guiarla a su oficina, él le señaló su propio escritorio y se quedó allí hasta que se le unió. “No sé a quién has estado cabreando, pero recibí una llamada de la oficina del delegado del alcalde diciendo que hay una queja sobre ti, acosando a gente en esta vendetta tuya.”
“Primero de todo, señor. Es un caso, no una vendetta. Y, segundo, ¿alguna vez ha estado en una investigación que no pisara en el camino los dedos de los pies a alguien?”
“Bueno…”
Viéndole parado allí, desconcertado, recordando a Heat que el ex-administrador apenas tenía experiencia del trabajo en las calles. “Eso pasa. ¿Quién se quejó?”
“No me lo dijeron. Simplemente querían saber si tenías un plan o si solo estabas dando palos de ciego, y yo no pude responder porque estoy un poco fuera de onda.” Detrás de él, los Roach murmuraron “¿Un poco?” y Heat tuvo que apartar la mirada para no reírse.
“Esto va a cambiar pronto. Voy a estudiar las últimas subidas de la Pizarra de Asesinatos y después quiero una reunión informativa completa y detallada para que pueda escavar.”
“Pero señor, ¿Qué hay sobre rastrear al conductor del camión que entregó el tanque de gas a la Oficina del Forense? Pensaba que esa era su prioridad.”
“No hay que preocuparse. He delegado eso a mi arma secreta, Sharon Hinesburg.” Irons se dirigió hacia la Pizarra de Asesinatos y se paró con las manos en los bolsillos mientras la leía, estudiando el escenario de la pesadilla de Heat. Nikki dio un codazo a Rook, empujándole hacia el pasillo de atrás, y cerró la puerta.
“¿Cono de silencio, no? ¿Puede oírme, Jefe?”
“Crece, Rook. Necesitamos algo.”
“¿Quién se supone que se quejó? ¿Fariq Kuzbari? Oh, ¡Lo sé! Apuesto a que fue Eugene Summers. Ese mayordomo irritable puede repartirlo, pero no puede cogerlo.”
“Mi dinero esta puesto en La Bulldog, Helen Miskit, pero eso no importa. Lo que importa es mantener a Irons lejos de entrometerse en el caso más de lo que ya lo ha hecho.”
“¿Cómo hacemos eso?”
“No, es como ‘tú’ vas a hacer eso. Necesito que le distraigas.”
“¿Quieres decir ser de nuevo el payaso del rodeo?”
“Sí, ponte tu nariz roja y grandes zapatos. Intenta tentarle con una falsa entrevista para un artículo. Funcionó antes.”
“Cierto, sin embargo unos anteriores resultados no garantizan una actuación futura.” Ella solo le miró. “Quizás pasé demasiado tiempo viendo la televisión durante mi recuperación.”
Irons pareció molesto cuando Rook se paró justo entre él y la pizarra que estaba leyendo. “¿Tiene un minuto, Capitán?”
“Estoy un poco ocupado, como puede ver.”
“Oh, lo siento. Solo tenía algunas ideas sobre ese artículo en el que estoy trabajando, pero sin problema. Más tarde está bien.” Solo se había alejado dos pasos antes de que Irons le sujetara por el hombro.
“Estaremos más cómodos en mi oficina, creo.” Y guió a Rook hacia su caja de cristal.
Los detectives Feller y Rhymer regresaron de su viaje al restaurante en el que Nicole Bernardin había conseguido las indicaciones Web del HopStop. “Tenemos un resultado,” dijo Opie mientras se unían a Nikki en su escritorio.
“Harling y Walendy’s Steakhouse entre 94 y Broadway. Tuvimos que esperar a que el jefe se incorporara a su turno, pero definitivamente reconoció a nuestra víctima,” dijo Feller. “Dijo que Bernardin entró sobre las siete de la tarde. La razón de que se fijase en ella fue porque cogió una mesa en la que estuvo durante media hora tomando un club soda como si esperase a alguien y no cenó.”
Heat preguntó, “¿Ella dijo porque no? ¿Recibió una llamada o algo más y se fue?”
“No, se encontró con un tío allí,” dijo Rhymer. “Entró, se sentó, y hablaron durante más o menos cinco minutos. Entonces ella se fue, pero él se quedó en la mesa y comió un filete.”
Nikki frunció el ceño. “De hecho ellos recuerdan lo que pidió.”
“Incluso mejor. Le sacaron una foto mientras comía.” Feller mostró una foto enmarcada con los camareros y el chef, tomada alrededor de la mesa de una cara familiar, sonriendo al filete y una patata gigante al horno.
“Conseguimos esto de su muro en el bar.”
“¿Es ese quien creo que es?” preguntó Heat.
“Nada más y nada menos,” dijo Rhymer. “Lloyd Lewis, cazador de tesoros.”
“¿Puedo verla?” preguntó ella.
Él se la sostuvo. “Ok, pero ten cuidado. El hombre es una leyenda.”
Nikki dijo, “es una foto.”
“O una leyenda,” Rhymer repitió con énfasis.
“Ha estado así toda la tarde,” dijo Feller.
Heat estudió la foto un momento y después se la devolvió, fingiendo tirarla solo para ver como Rhymer se asustaba. Él no la decepcionó.
“Traigamos a Lloyd Lewis aquí y hablemos con él.”
“Tendremos que esperar,” dijo Feller. “Su agente dice que está en una aventura secreta en algún lugar del Amazonas.”
“Una aventura secreta. ¿Cómo de guay es eso?” dijo Rhymer.
“Dame un golll-ee, Opie,” dijo su compañero. “Déjalo. Solo una vez por Randy.”
Mientras Heat y Rook cogían esa tarde el ascensor a su loft, ella sostuvo su teléfono. “Carter Damon me contestó. ‘Disculpas por no devolverte tu llamada… Me encontré con un viejo archivo de un caso que encontraras muy interesante.’ “Quiere quedar conmigo para tomar un café.” Mientras Nikki contestaba, el ascensor empezó a sacudirse.
“Nuevo,” dijo Rook, y ambos esperaban estar de vuelta en su vestíbulo.
“Me pone malo esto. Si me gustaran las réplicas, me habría mudado a Los Ángeles, donde al menos podría morir bronceado.”
Cuando ella salió de la habitación unos minutos después, él la sostuvo una copa de Sierra Nevada que había abierto. Entrechocaron las copas, y él dijo, “¿Qué tienes ahí?”
Nikki levantó la bolsa de terciopelo. “El precioso brazalete que mi padre robó a mi madre.”
“Lo haces sonar tan clandestino.”
“Adelante, defiéndele, tú, quien roba especias para sazonar.” Ella sacudió el brazalete en su palma y examinó los preciosos números chapados en oro entre su dedo gordo e índice, preguntándose lo que el uno y nueve significarían. Si es que era algo.
Rook tomó un sorbo de su cerveza. “He estado pensando en nuestra visita con Vaja hoy. ¿Sabes lo que pienso? Estoy pensando que Mamuka era un espía.”
“Quizás,” dijo ella.
“Esto es muy raro. ¿No era por esto por lo que me dijiste que me pusiera mi sombrero de papel de aluminio del Área 51? ¿Porque creo que todo el mundo es un espía?”
“Sí. Pero esta noche, conseguiste un pase libre por tomarte una por el equipo.”
“Lo hice. Cinco minutos en la misma sala con Wally Irons. Quiero comerme mi propia pulpa solo por la distracción. Gracias a ti, estoy atrapado en tener una cena con él para hablar de su punto de vista sobre la ejecución de las leyes de urbanismo moderno. ¿Podrías al menos venir y meterme mano por debajo de la mesa?”
“Aunque fuera tan atractivo como eso suena, tengo mi reunión con Damon.”
“Bien, haz trabajo de casos legítimos mientras yo finjo tomar notas desde esa bolsa de gas.”
“Deja de gimotear, Rook. Esta no puede ser la primera vez que finges entrevistar a alguien al que no tenías planes de incluir en un artículo.”
“Cierto, pero ellas eran supermodelos o actrices buenorras y había el potencial de sexo después. No es que yo alguna vez tomara a alguna de ellas en eso.” Y después sonrió. “Dos de ellas, si. Una, no.”
Nikki sacudió la cabeza y después puso el brazalete en su muñeca y lo sostuvo a la luz. Lo estudió un poco más, y a continuación se lo quitó. Cuando recogió la bolsa, él dijo, “antes de que te enfades, escúchame. ¿Te diste cuenta de si tu madre, o Nicole, o alguien más llevaba ese brazalete o alguno como ese en las viejas fotos?” Ella le lanzó una mirada de aprobación pero él se mostró cauteloso. “¿Esta reacción significa que mi pase libre está todavía en curso y solo me estas siguiendo la corriente, o de hecho, tuve una buena idea?”
“Voy a ir a por la caja, ¿Qué piensas?” Desapareció por el pasillo, pero regresó con las manos vacías. “Desapareció.”
“¿Qué desapareció?” Él la siguió de vuelta a su oficina. Ella señaló al cajón.
“Puse la caja ahí. Ha desaparecido.” Él fue a coger el tirador pero ella le paro. “No. En caso de que necesitemos empolvar para el registro de huellas.”
“¿Estás segura que no está en algún otro lugar?”
“Esas fotos eran importantes para mí, simplemente sabría donde las pondría. Y este cajón tiene un gran vacío donde estaban esta mañana cuando lo cerré.”
Teniendo cuidado de no tocar nada, hicieron un rápido reconocimiento del loft. Todo parecía en su sitio, y no había señal de una entrada forzada en la puerta y las ventanas.
“Quizás debería cancelar mi cena con Wally.”
“Buen intento. Ambos tenemos cosas que hacer. Cerremos con llave y tengamos el barrido de evidencias por la mañana. Podemos dormir en mi casa esta noche.”
Rook pensó en aquello durante un momento. “OK, pero si alguien llama a tu puerta, contéstale.”
Heat llegó al Café Gretchen primero, y aunque el aire de abril en Chelsea esa noche llevaba un ligero frío, en recuerdo de Paris eligió una de las mesas de la calle y pidió un café con leche mientras esperaba a Carter Damon. Nikki estaba contenta por su pequeño momento de soledad, pero estos eran de todo menos relajantes. El ladrón de las fotos la tenía nerviosa. También se preguntaba porque Damon necesitaba verla con tanta urgencia. Quizás su sentimiento de culpa por llamar en su investigación le había llegado y quería arreglarlo. Intentó dejarse llevar por su nerviosismo mirando a los coches nocturnos en la High Line por Tenth Avenue.
El High Line representaba todo lo que Heat amaba sobre Nueva York: una idea audaz hecha grande y bien, y abierta para todo el mundo. La media milla, un conjunto de vías elevadas sin utilizar había sido una urbana monstruosidad corroída durante años hasta que alguien tuvo la gran idea de transformarlo en un parque aéreo lineal. Lo limpiaron, incorporaron las vías del tren dentro del paseo de peatones, y añadieron bancos en los puntos de vista, después lo delinearon, de principio a fin, con diversa vegetación tales como césped, zumaque, abedules y plantas de prado. Solo se había abierto el pasado verano, pero ya se había convertido más en la Meca para peatones que en la extensión del trabajo en construcción de la ciudad, y programada para ser completada el próximo verano.
Nikki escaneaba arriba y abajo la acera. Sin señales de Carter Damon todavía. El camarero le trajo su café, y ella vio el vapor elevarse hacia los lados sobre la delgada banda de espuma del expresso. Levantó la taza para un trago. Estaba todavía demasiado caliente para beberlo, por lo que lo retiró para soplar en él. Y cuando lo hizo, vio el punto rojo del láser aparecer en su taza.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, gracias por seguir esta historia que esta llegando a su fin. Debido a que el libro original en español esta ya en el mercado vamos a agilizar la subida de los proximo capitulos por lo que en vez de subir capitulos en dos partes lo subiremos en una. Es decir, subiremos los capitulos completos aunque mantendremos el dia para no liaros. Quien decida continuar con nuestra traducción se lo agradecemos de mil amores Comentad y disfrutad.
CAPITULO QUINCE-SEGUNDA PARTE
El teléfono de Nikki vibró con un mensaje cuando atravesaba con Rook el vestíbulo de la comisaría. “Finalmente,” dijo. “Un mensaje de Carter Damon.”
“¿Qué dice?”
“Nada. Bueno, casi. Es parcial. Debe de haber perdido la señal o haberlo enviado por error.” sostuvo la pantalla hacia él. Todo lo que decía era “yo” y el resto estaba en blanco.
“Hm, ‘yo…’ Déjame adivinar – ¿‘la morsa’? ¿‘Un gilipollas por no devolverte la llamada’?” El sargento de guardia levantó el bloqueo de seguridad y Rook empujó la puerta para abrirla y dejarla pasar primero.
Heat estaba mandando un mensaje de vuelta a Damon, diciéndole que le llamara, cuando el Detective Raley se dirigió a ella mientras entraba en la oficina. “Tengo algo que te quiero mostrar antes de que Irons y su doncella vuelvan.” Ella miró por encima de su hombro, y pudo ver un estado financiero en su monitor. Intrigada, le siguió rápidamente hasta la entrada más cercana, Raley le preguntó, “¿Te interesa esto detective?”
Rook se deslizó cerca de ella. Nikki se armó de valor y dijo, “¿Qué tienes?”
“Después de que te marcharas esta mañana, seguí con el rastreo y encontré nueva información en las cuentas de tu madre. No sé por qué, quizás fue una entrada de datos errónea, o no se consiguió publicar hasta después de las vacaciones de Acción de Gracias, pero el Banco New Ámsterdam archivó el resto de su transacción de noviembre del ’99 en diciembre. Compruébalo.”
Nikki se inclinó una vez más, sintiéndose tranquila esta vez, y leyendo el estado de las cuentas, “Aquí dice que doscientos mil dólares se retiraron, en efectivo, al día siguiente de realizar el depósito.” Se levantó y se giró hacia Rook que seguía a su lado. “Esto habría sucedido el mismo día en que fue asesinada.”
“¿Recuerdas que en el hospital, Tyler Wynn, preguntó si viste a tu madre esconder algo? ¿Podría ser el dinero de alguien que fuese tras él?”
“Podría ser, pero piensa en ello, Rook. ¿Diez años, tres asesinatos? ¿No es esa mucha matanza por doscientos de los grandes?”
“Depende,” dijo Ochoa desde su escritorio, “Conozco a tíos que te destriparían por un sándwich de jamón.”
Raley apagó la pantalla de su monitor y dijo, “mano a mano” justo cuando el Capitán Irons entró.
“¿Heat? ¿Tiene un minuto?” En lugar de guiarla a su oficina, él le señaló su propio escritorio y se quedó allí hasta que se le unió. “No sé a quién has estado cabreando, pero recibí una llamada de la oficina del delegado del alcalde diciendo que hay una queja sobre ti, acosando a gente en esta vendetta tuya.”
“Primero de todo, señor. Es un caso, no una vendetta. Y, segundo, ¿alguna vez ha estado en una investigación que no pisara en el camino los dedos de los pies a alguien?”
“Bueno…”
Viéndole parado allí, desconcertado, recordando a Heat que el ex-administrador apenas tenía experiencia del trabajo en las calles. “Eso pasa. ¿Quién se quejó?”
“No me lo dijeron. Simplemente querían saber si tenías un plan o si solo estabas dando palos de ciego, y yo no pude responder porque estoy un poco fuera de onda.” Detrás de él, los Roach murmuraron “¿Un poco?” y Heat tuvo que apartar la mirada para no reírse.
“Esto va a cambiar pronto. Voy a estudiar las últimas subidas de la Pizarra de Asesinatos y después quiero una reunión informativa completa y detallada para que pueda escavar.”
“Pero señor, ¿Qué hay sobre rastrear al conductor del camión que entregó el tanque de gas a la Oficina del Forense? Pensaba que esa era su prioridad.”
“No hay que preocuparse. He delegado eso a mi arma secreta, Sharon Hinesburg.” Irons se dirigió hacia la Pizarra de Asesinatos y se paró con las manos en los bolsillos mientras la leía, estudiando el escenario de la pesadilla de Heat. Nikki dio un codazo a Rook, empujándole hacia el pasillo de atrás, y cerró la puerta.
“¿Cono de silencio, no? ¿Puede oírme, Jefe?”
“Crece, Rook. Necesitamos algo.”
“¿Quién se supone que se quejó? ¿Fariq Kuzbari? Oh, ¡Lo sé! Apuesto a que fue Eugene Summers. Ese mayordomo irritable puede repartirlo, pero no puede cogerlo.”
“Mi dinero esta puesto en La Bulldog, Helen Miskit, pero eso no importa. Lo que importa es mantener a Irons lejos de entrometerse en el caso más de lo que ya lo ha hecho.”
“¿Cómo hacemos eso?”
“No, es como ‘tú’ vas a hacer eso. Necesito que le distraigas.”
“¿Quieres decir ser de nuevo el payaso del rodeo?”
“Sí, ponte tu nariz roja y grandes zapatos. Intenta tentarle con una falsa entrevista para un artículo. Funcionó antes.”
“Cierto, sin embargo unos anteriores resultados no garantizan una actuación futura.” Ella solo le miró. “Quizás pasé demasiado tiempo viendo la televisión durante mi recuperación.”
Irons pareció molesto cuando Rook se paró justo entre él y la pizarra que estaba leyendo. “¿Tiene un minuto, Capitán?”
“Estoy un poco ocupado, como puede ver.”
“Oh, lo siento. Solo tenía algunas ideas sobre ese artículo en el que estoy trabajando, pero sin problema. Más tarde está bien.” Solo se había alejado dos pasos antes de que Irons le sujetara por el hombro.
“Estaremos más cómodos en mi oficina, creo.” Y guió a Rook hacia su caja de cristal.
Los detectives Feller y Rhymer regresaron de su viaje al restaurante en el que Nicole Bernardin había conseguido las indicaciones Web del HopStop. “Tenemos un resultado,” dijo Opie mientras se unían a Nikki en su escritorio.
“Harling y Walendy’s Steakhouse entre 94 y Broadway. Tuvimos que esperar a que el jefe se incorporara a su turno, pero definitivamente reconoció a nuestra víctima,” dijo Feller. “Dijo que Bernardin entró sobre las siete de la tarde. La razón de que se fijase en ella fue porque cogió una mesa en la que estuvo durante media hora tomando un club soda como si esperase a alguien y no cenó.”
Heat preguntó, “¿Ella dijo porque no? ¿Recibió una llamada o algo más y se fue?”
“No, se encontró con un tío allí,” dijo Rhymer. “Entró, se sentó, y hablaron durante más o menos cinco minutos. Entonces ella se fue, pero él se quedó en la mesa y comió un filete.”
Nikki frunció el ceño. “De hecho ellos recuerdan lo que pidió.”
“Incluso mejor. Le sacaron una foto mientras comía.” Feller mostró una foto enmarcada con los camareros y el chef, tomada alrededor de la mesa de una cara familiar, sonriendo al filete y una patata gigante al horno.
“Conseguimos esto de su muro en el bar.”
“¿Es ese quien creo que es?” preguntó Heat.
“Nada más y nada menos,” dijo Rhymer. “Lloyd Lewis, cazador de tesoros.”
“¿Puedo verla?” preguntó ella.
Él se la sostuvo. “Ok, pero ten cuidado. El hombre es una leyenda.”
Nikki dijo, “es una foto.”
“O una leyenda,” Rhymer repitió con énfasis.
“Ha estado así toda la tarde,” dijo Feller.
Heat estudió la foto un momento y después se la devolvió, fingiendo tirarla solo para ver como Rhymer se asustaba. Él no la decepcionó.
“Traigamos a Lloyd Lewis aquí y hablemos con él.”
“Tendremos que esperar,” dijo Feller. “Su agente dice que está en una aventura secreta en algún lugar del Amazonas.”
“Una aventura secreta. ¿Cómo de guay es eso?” dijo Rhymer.
“Dame un golll-ee, Opie,” dijo su compañero. “Déjalo. Solo una vez por Randy.”
Mientras Heat y Rook cogían esa tarde el ascensor a su loft, ella sostuvo su teléfono. “Carter Damon me contestó. ‘Disculpas por no devolverte tu llamada… Me encontré con un viejo archivo de un caso que encontraras muy interesante.’ “Quiere quedar conmigo para tomar un café.” Mientras Nikki contestaba, el ascensor empezó a sacudirse.
“Nuevo,” dijo Rook, y ambos esperaban estar de vuelta en su vestíbulo.
“Me pone malo esto. Si me gustaran las réplicas, me habría mudado a Los Ángeles, donde al menos podría morir bronceado.”
Cuando ella salió de la habitación unos minutos después, él la sostuvo una copa de Sierra Nevada que había abierto. Entrechocaron las copas, y él dijo, “¿Qué tienes ahí?”
Nikki levantó la bolsa de terciopelo. “El precioso brazalete que mi padre robó a mi madre.”
“Lo haces sonar tan clandestino.”
“Adelante, defiéndele, tú, quien roba especias para sazonar.” Ella sacudió el brazalete en su palma y examinó los preciosos números chapados en oro entre su dedo gordo e índice, preguntándose lo que el uno y nueve significarían. Si es que era algo.
Rook tomó un sorbo de su cerveza. “He estado pensando en nuestra visita con Vaja hoy. ¿Sabes lo que pienso? Estoy pensando que Mamuka era un espía.”
“Quizás,” dijo ella.
“Esto es muy raro. ¿No era por esto por lo que me dijiste que me pusiera mi sombrero de papel de aluminio del Área 51? ¿Porque creo que todo el mundo es un espía?”
“Sí. Pero esta noche, conseguiste un pase libre por tomarte una por el equipo.”
“Lo hice. Cinco minutos en la misma sala con Wally Irons. Quiero comerme mi propia pulpa solo por la distracción. Gracias a ti, estoy atrapado en tener una cena con él para hablar de su punto de vista sobre la ejecución de las leyes de urbanismo moderno. ¿Podrías al menos venir y meterme mano por debajo de la mesa?”
“Aunque fuera tan atractivo como eso suena, tengo mi reunión con Damon.”
“Bien, haz trabajo de casos legítimos mientras yo finjo tomar notas desde esa bolsa de gas.”
“Deja de gimotear, Rook. Esta no puede ser la primera vez que finges entrevistar a alguien al que no tenías planes de incluir en un artículo.”
“Cierto, pero ellas eran supermodelos o actrices buenorras y había el potencial de sexo después. No es que yo alguna vez tomara a alguna de ellas en eso.” Y después sonrió. “Dos de ellas, si. Una, no.”
Nikki sacudió la cabeza y después puso el brazalete en su muñeca y lo sostuvo a la luz. Lo estudió un poco más, y a continuación se lo quitó. Cuando recogió la bolsa, él dijo, “antes de que te enfades, escúchame. ¿Te diste cuenta de si tu madre, o Nicole, o alguien más llevaba ese brazalete o alguno como ese en las viejas fotos?” Ella le lanzó una mirada de aprobación pero él se mostró cauteloso. “¿Esta reacción significa que mi pase libre está todavía en curso y solo me estas siguiendo la corriente, o de hecho, tuve una buena idea?”
“Voy a ir a por la caja, ¿Qué piensas?” Desapareció por el pasillo, pero regresó con las manos vacías. “Desapareció.”
“¿Qué desapareció?” Él la siguió de vuelta a su oficina. Ella señaló al cajón.
“Puse la caja ahí. Ha desaparecido.” Él fue a coger el tirador pero ella le paro. “No. En caso de que necesitemos empolvar para el registro de huellas.”
“¿Estás segura que no está en algún otro lugar?”
“Esas fotos eran importantes para mí, simplemente sabría donde las pondría. Y este cajón tiene un gran vacío donde estaban esta mañana cuando lo cerré.”
Teniendo cuidado de no tocar nada, hicieron un rápido reconocimiento del loft. Todo parecía en su sitio, y no había señal de una entrada forzada en la puerta y las ventanas.
“Quizás debería cancelar mi cena con Wally.”
“Buen intento. Ambos tenemos cosas que hacer. Cerremos con llave y tengamos el barrido de evidencias por la mañana. Podemos dormir en mi casa esta noche.”
Rook pensó en aquello durante un momento. “OK, pero si alguien llama a tu puerta, contéstale.”
Heat llegó al Café Gretchen primero, y aunque el aire de abril en Chelsea esa noche llevaba un ligero frío, en recuerdo de Paris eligió una de las mesas de la calle y pidió un café con leche mientras esperaba a Carter Damon. Nikki estaba contenta por su pequeño momento de soledad, pero estos eran de todo menos relajantes. El ladrón de las fotos la tenía nerviosa. También se preguntaba porque Damon necesitaba verla con tanta urgencia. Quizás su sentimiento de culpa por llamar en su investigación le había llegado y quería arreglarlo. Intentó dejarse llevar por su nerviosismo mirando a los coches nocturnos en la High Line por Tenth Avenue.
El High Line representaba todo lo que Heat amaba sobre Nueva York: una idea audaz hecha grande y bien, y abierta para todo el mundo. La media milla, un conjunto de vías elevadas sin utilizar había sido una urbana monstruosidad corroída durante años hasta que alguien tuvo la gran idea de transformarlo en un parque aéreo lineal. Lo limpiaron, incorporaron las vías del tren dentro del paseo de peatones, y añadieron bancos en los puntos de vista, después lo delinearon, de principio a fin, con diversa vegetación tales como césped, zumaque, abedules y plantas de prado. Solo se había abierto el pasado verano, pero ya se había convertido más en la Meca para peatones que en la extensión del trabajo en construcción de la ciudad, y programada para ser completada el próximo verano.
Nikki escaneaba arriba y abajo la acera. Sin señales de Carter Damon todavía. El camarero le trajo su café, y ella vio el vapor elevarse hacia los lados sobre la delgada banda de espuma del expresso. Levantó la taza para un trago. Estaba todavía demasiado caliente para beberlo, por lo que lo retiró para soplar en él. Y cuando lo hizo, vio el punto rojo del láser aparecer en su taza.
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Como en mi país no los venden o no los e encontrado se gire con la traducción.
nert- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Estamos acelerando la traducción. Por lo pronto, la semana que viene subiremos el capítulo 16 completo, y veremos si podemos mantener este nuevo ritmo. Gracias por leer.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias por seguir subiendo la traduccion del libro, yo tampoco lo consigo en mi pais, asi voy a esperar a su traduccion saluditos y gracias!!!
mitek- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
muchas gracias !! sigue subiando los capitulos , aca en argentina no se consigue !!
luisina09- Escritor novato
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 20/04/2013
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Localización : Argentina
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Buenas noches chicos, nuevo capitulo para este jueves de mal tiempo.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre agradecer vuestros comentarios de animo para seguir, ya queda poco, jajaja. Disfrutadlo y cometad.
CAPITULO QUINCE- SEGUNDA PARTE
El teléfono de Nikki vibró con un mensaje cuando atravesaba con Rook el vestíbulo de la comisaría. “Finalmente,” dijo. “Un mensaje de Carter Damon.”
“¿Qué dice?”
“Nada. Bueno, casi. Es parcial. Debe de haber perdido la señal o haberlo enviado por error.” sostuvo la pantalla hacia él. Todo lo que decía era “yo” y el resto estaba en blanco.
“Hm, ‘yo…’ Déjame adivinar – ¿‘la morsa’? ¿‘Un gilipollas por no devolverte la llamada’?” El sargento de guardia levantó el bloqueo de seguridad y Rook empujó la puerta para abrirla y dejarla pasar primero.
Heat estaba mandando un mensaje de vuelta a Damon, diciéndole que le llamara, cuando el Detective Raley se dirigió a ella mientras entraba en la oficina. “Tengo algo que te quiero mostrar antes de que Irons y su doncella vuelvan.” Ella miró por encima de su hombro, y pudo ver un estado financiero en su monitor. Intrigada, le siguió rápidamente hasta la entrada más cercana, Raley le preguntó, “¿Te interesa esto detective?”
Rook se deslizó cerca de ella. Nikki se armó de valor y dijo, “¿Qué tienes?”
“Después de que te marcharas esta mañana, seguí con el rastreo y encontré nueva información en las cuentas de tu madre. No sé por qué, quizás fue una entrada de datos errónea, o no se consiguió publicar hasta después de las vacaciones de Acción de Gracias, pero el Banco New Ámsterdam archivó el resto de su transacción de noviembre del ’99 en diciembre. Compruébalo.”
Nikki se inclinó una vez más, sintiéndose tranquila esta vez, y leyó el estado de las cuentas, “Aquí dice que doscientos mil dólares se retiraron, en efectivo, al día siguiente de realizar el depósito.” Se levantó y se giró hacia Rook que seguía a su lado. “Esto habría sucedido el mismo día en que fue asesinada.”
“¿Recuerdas que en el hospital, Tyler Wynn, preguntó si viste a tu madre escondió algo? ¿Podría ser el dinero de alguien que fuese tras él?”
“Podría ser, pero piensa en ello, Rook. ¿Diez años, tres asesinatos? ¿No es esa mucha matanza por doscientos de los grandes?”
“Depende,” dijo Ochoa desde su escritorio, “Conozco a tíos que te destriparían por un sándwich de jamón.”
Raley apagó la pantalla de su monitor y dijo, “mano a mano” justo cuando el Capitán Irons entró.
“¿Heat? ¿Tiene un minuto?” En lugar de guiarla a su oficina, él le señaló su propio escritorio y se quedó allí hasta que se le unió. “No sé a quién has estado cabreando, pero recibí una llamada de la oficina del delegado del alcalde diciendo que hay una queja sobre ti, acosando a gente en esta vendetta tuya.”
“Primero de todo, señor. Es un caso, no una vendetta. Y, segundo, ¿alguna vez ha estado en una investigación que no pisara en el camino los dedos de los pies a alguien?”
“Bueno…”
Viéndole parado allí, desconcertado, recordando a Heat que el ex-administrador apenas tenía experiencia del trabajo en las calles. “Eso pasa. ¿Quién se quejó?”
“No me lo dijeron. Simplemente querían saber si tenías un plan o si solo estabas dando palos de ciego, y yo no pude responder porque estoy un poco fuera de onda.” Detrás de él, los Roach murmuraron “¿Un poco?” y Heat tuvo que apartar la mirada para no reírse.
“Esto va a cambiar pronto. Voy a estudiar las últimas subidas de la Pizarra de Asesinatos y después quiero una reunión informativa completa y detallada para que pueda escavar.”
“Pero señor, ¿Qué hay sobre rastrear al conductor del camión que entregó el tanque de gas a la Oficina del Forense? Pensaba que esa era su prioridad.”
“No hay que preocuparse. He delegado eso a mi arma secreta, Sharon Hinesburg.” Irons se dirigió hacia la Pizarra de Asesinatos y se paró con las manos en los bolsillos mientras la leía, estudiando el escenario de la pesadilla de Heat. Nikki dio un codazo a Rook, empujándole hacia el pasillo de atrás, y cerró la puerta.
“¿Cono de silencio, no? ¿Puede oírme, Jefe?”
“Crece, Rook. Necesitamos algo.”
“¿Quién se supone que se quejó? ¿Fariq Kuzbari? Oh, ¡Lo sé! Apuesto a que fue Eugene Summers. Ese mayordomo irritable puede repartirlo, pero no puede cogerlo.”
“Mi dinero esta puesto en La Bulldog, Helen Miskit, pero eso no importa. Lo que importa es mantener a Irons lejos de entrometerse en el caso más de lo que ya lo ha hecho.”
“¿Cómo hacemos eso?”
“No, es como ‘tú’ vas a hacer eso. Necesito que le distraigas.”
“¿Quieres decir ser de nuevo el payaso del rodeo?”
“Sí, ponte tu nariz roja y grandes zapatos. Intenta tentarle con una falsa entrevista para un artículo. Funcionó antes.”
“Cierto, sin embargo unos anteriores resultados no garantizan una actuación futura.” Ella solo le miró. “Quizás pasé demasiado tiempo viendo la televisión durante mi recuperación.”
Irons pareció molesto cuando Rook se paró justo entre él y la pizarra que estaba leyendo. “¿Tiene un minuto, Capitán?”
“Estoy un poco ocupado, como puede ver.”
“Oh, lo siento. Solo tenía algunas ideas sobre ese artículo en el que estoy trabajando, pero sin problema. Más tarde está bien.” Solo se había alejado dos pasos antes de que Irons le sujetara por el hombro.
“Estaremos más cómodos en mi oficina, creo.” Y guió a Rook hacia su caja de cristal.
Los detectives Feller y Rhymer regresaron de su viaje al restaurante en el que Nicole Bernardin había conseguido las indicaciones Web del HopStop. “Tenemos un resultado,” dijo Opie mientras se unían a Nikki en su escritorio.
“Harling y Walendy’s Steakhouse entre 94 y Broadway. Tuvimos que esperar a que el jefe se incorporara a su turno, pero definitivamente reconoció a nuestra víctima,” dijo Feller. “Dijo que Bernardin entró sobre las siete de la tarde. La razón de que se fijase en ella fue porque cogió una mesa en la que estuvo durante media hora tomando un club soda como si esperase a alguien y no cenó.”
Heat preguntó, “¿Ella dijo porque no? ¿Recibió una llamada o algo más y se fue?”
“No, se encontró con un tío allí,” dijo Rhymer. “Entró, se sentó, y hablaron durante más o menos cinco minutos. Entonces ella se fue, pero él se quedó en la mesa y comió un filete.”
Nikki frunció el ceño. “De hecho ellos recuerdan lo que pidió.”
“Incluso mejor. Le sacaron una foto mientras comía.” Feller mostró una foto enmarcada con los camareros y el chef, tomada alrededor de la mesa de una cara familiar, sonriendo al filete y una patata gigante al horno.
“Conseguimos esto de su muro en el bar.”
“¿Es ese quien creo que es?” preguntó Heat.
“Nada más y nada menos,” dijo Rhymer. “Lloyd Lewis, cazador de tesoros.”
“¿Puedo verla?” preguntó ella.
Él se la sostuvo. “Ok, pero ten cuidado. El hombre es una leyenda.”
Nikki dijo, “es una foto.”
“O una leyenda,” Rhymer repitió con énfasis.
“Ha estado así toda la tarde,” dijo Feller.
Heat estudió la foto un momento y después se la devolvió, fingiendo tirarla solo para ver como Rhymer se asustaba. Él no la decepcionó.
“Traigamos a Lloyd Lewis aquí y hablemos con él.”
“Tendremos que esperar,” dijo Feller. “Su agente dice que está en una aventura secreta en algún lugar del Amazonas.”
“Una aventura secreta. ¿Cómo de guay es eso?” dijo Rhymer.
“Dame un golll-ee, Opie,” dijo su compañero. “Déjalo. Solo una vez por Randy.”
Mientras Heat y Rook cogían esa tarde el ascensor a su loft, ella sostuvo su teléfono. “Carter Damon me contestó. ‘Disculpas por no devolverte tu llamada… Me encontré con un viejo archivo de un caso que encontraras muy interesante.’ “Quiere quedar conmigo para tomar un café.” Mientras Nikki contestaba, el ascensor empezó a sacudirse.
“Nuevo,” dijo Rook, y ambos esperaban estar de vuelta en su vestíbulo. “Me pone malo esto. Si me gustaran las réplicas, me habría mudado a Los Ángeles, donde al menos podría morir bronceado.”
Cuando ella salió de la habitación unos minutos después, él la sostuvo una copa de Sierra Nevada que había abierto. Entrechocaron las copas, y él dijo, “¿Qué tienes ahí?”
Nikki levantó la bolsa de terciopelo. “El precioso brazalete que mi padre robó a mi madre.”
“Lo haces sonar tan clandestino.”
“Adelante, defiéndele, tú, quien roba especias para sazonar.” Ella sacudió el brazalete en su palma y examinó los preciosos números chapados en oro entre su dedo gordo e índice, preguntándose lo que el uno y nueve significarían. Si es que era algo.
Rook tomó un sorbo de su cerveza. “He estado pensando en nuestra visita con Vaja hoy. ¿Sabes lo que pienso? Estoy pensando que Mamuka era un espía.”
“Quizás,” dijo ella.
“Esto es muy raro. ¿No era por esto por lo que me dijiste que me pusiera mi sombrero de papel de aluminio del Área 51? ¿Porque creo que todo el mundo es un espía?”
“Sí. Pero esta noche, conseguiste un pase libre por tomarte una por el equipo.”
“Lo hice. Cinco minutos en la misma sala con Wally Irons. Quiero comerme mi propia pulpa solo por la distracción. Gracias a ti, estoy atrapado en tener una cena con él para hablar de su punto de vista sobre la ejecución de las leyes de urbanismo moderno. ¿Podrías al menos venir y meterme mano por debajo de la mesa?”
“Aunque fuera tan atractivo como eso suena, tengo mi reunión con Damon.”
“Bien, haz trabajo de casos legítimos mientras yo finjo tomar notas desde esa bolsa de gas.”
“Deja de gimotear, Rook. Esta no puede ser la primera vez que finges entrevistar a alguien al que no tenías planes de incluir en un artículo.”
“Cierto, pero ellas eran supermodelos o actrices buenorras y había el potencial de sexo después. No es que yo alguna vez tomara a alguna de ellas en eso.” Y después sonrió. “Dos de ellas, si. Una, no.”
Nikki sacudió la cabeza y después puso el brazalete en su muñeca y lo sostuvo a la luz. Lo estudió un poco más, y a continuación se lo quitó. Cuando recogió la bolsa, él dijo, “antes de que te enfades, escúchame. ¿Te diste cuenta de si tu madre, o Nicole, o alguien más llevaba ese brazalete o alguno como ese en las viejas fotos?” Ella le lanzó una mirada de aprobación pero él se mostró cauteloso. “¿Esta reacción significa que mi pase libre está todavía en curso y solo me estas siguiendo la corriente, o de hecho, tuve una buena idea?”
“Voy a ir a por la caja, ¿Qué piensas?” Desapareció por el pasillo, pero regresó con las manos vacías. “Desapareció.”
“¿Qué desapareció?” Él la siguió de vuelta a su oficina. Ella señaló al cajón.
“Puse la caja ahí. Ha desaparecido.” Él fue a coger el tirador pero ella le paro. “No. En caso de que necesitemos empolvar para el registro de huellas.”
“¿Estás segura que no está en algún otro lugar?”
“Esas fotos eran importantes para mí, simplemente sabría donde las pondría. Y este cajón tiene un gran vacío donde estaban esta mañana cuando lo cerré.”
Teniendo cuidado de no tocar nada, hicieron un rápido reconocimiento del loft. Todo parecía en su sitio, y no había señal de una entrada forzada en la puerta y las ventanas.
“Quizás debería cancelar mi cena con Wally.”
“Buen intento. Ambos tenemos cosas que hacer. Cerremos con llave y tengamos el barrido de evidencias por la mañana. Podemos dormir en mi casa esta noche.”
Rook pensó en aquello durante un momento. “OK, pero si alguien llama a tu puerta, contéstale.”
Heat llegó al Café Gretchen primero, y aunque el aire de abril en Chelsea esa noche llevaba un ligero frío, en recuerdo de Paris eligió una de las mesas de la calle y pidió un café con leche mientras esperaba a Carter Damon. Nikki estaba contenta por su pequeño momento de soledad, pero estos eran de todo menos relajantes. El ladrón de las fotos la tenía nerviosa. También se preguntaba porque Damon necesitaba verla con tanta urgencia. Quizás su sentimiento de culpa por llamar en su investigación le había llegado y quería arreglarlo. Intentó dejarse llevar por su nerviosismo mirando a los coches nocturnos en la High Line por Tenth Avenue.
El High Line representaba todo lo que Heat amaba sobre Nueva York: una idea audaz hecha grande y bien, y abierta para todo el mundo. La media milla, un conjunto de vías elevadas sin utilizar había sido una urbana monstruosidad corroída durante años hasta que alguien tuvo la gran idea de transformarlo en un parque aéreo lineal. Lo limpiaron, incorporaron las vías del tren dentro del paseo de peatones, y añadieron bancos en los puntos de vista, después lo delinearon, de principio a fin, con diversa vegetación tales como césped, zumaque, abedules y plantas de prado.
Solo se había abierto el pasado verano, pero ya se había convertido más en la Meca para peatones que en la extensión del trabajo en construcción de la ciudad, y programada para ser completada el próximo verano.
Nikki escaneaba arriba y abajo la acera. Sin señales de Carter Damon todavía. El camarero le trajo su café, y ella vio el vapor elevarse hacia los lados sobre la delgada banda de espuma del expreso. Levantó la taza para un trago. Estaba todavía demasiado caliente para beberlo, por lo que lo retiró para soplar en él. Y cuando lo hizo, vio el punto rojo del láser aparecer en su taza.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre agradecer vuestros comentarios de animo para seguir, ya queda poco, jajaja. Disfrutadlo y cometad.
CAPITULO QUINCE- SEGUNDA PARTE
El teléfono de Nikki vibró con un mensaje cuando atravesaba con Rook el vestíbulo de la comisaría. “Finalmente,” dijo. “Un mensaje de Carter Damon.”
“¿Qué dice?”
“Nada. Bueno, casi. Es parcial. Debe de haber perdido la señal o haberlo enviado por error.” sostuvo la pantalla hacia él. Todo lo que decía era “yo” y el resto estaba en blanco.
“Hm, ‘yo…’ Déjame adivinar – ¿‘la morsa’? ¿‘Un gilipollas por no devolverte la llamada’?” El sargento de guardia levantó el bloqueo de seguridad y Rook empujó la puerta para abrirla y dejarla pasar primero.
Heat estaba mandando un mensaje de vuelta a Damon, diciéndole que le llamara, cuando el Detective Raley se dirigió a ella mientras entraba en la oficina. “Tengo algo que te quiero mostrar antes de que Irons y su doncella vuelvan.” Ella miró por encima de su hombro, y pudo ver un estado financiero en su monitor. Intrigada, le siguió rápidamente hasta la entrada más cercana, Raley le preguntó, “¿Te interesa esto detective?”
Rook se deslizó cerca de ella. Nikki se armó de valor y dijo, “¿Qué tienes?”
“Después de que te marcharas esta mañana, seguí con el rastreo y encontré nueva información en las cuentas de tu madre. No sé por qué, quizás fue una entrada de datos errónea, o no se consiguió publicar hasta después de las vacaciones de Acción de Gracias, pero el Banco New Ámsterdam archivó el resto de su transacción de noviembre del ’99 en diciembre. Compruébalo.”
Nikki se inclinó una vez más, sintiéndose tranquila esta vez, y leyó el estado de las cuentas, “Aquí dice que doscientos mil dólares se retiraron, en efectivo, al día siguiente de realizar el depósito.” Se levantó y se giró hacia Rook que seguía a su lado. “Esto habría sucedido el mismo día en que fue asesinada.”
“¿Recuerdas que en el hospital, Tyler Wynn, preguntó si viste a tu madre escondió algo? ¿Podría ser el dinero de alguien que fuese tras él?”
“Podría ser, pero piensa en ello, Rook. ¿Diez años, tres asesinatos? ¿No es esa mucha matanza por doscientos de los grandes?”
“Depende,” dijo Ochoa desde su escritorio, “Conozco a tíos que te destriparían por un sándwich de jamón.”
Raley apagó la pantalla de su monitor y dijo, “mano a mano” justo cuando el Capitán Irons entró.
“¿Heat? ¿Tiene un minuto?” En lugar de guiarla a su oficina, él le señaló su propio escritorio y se quedó allí hasta que se le unió. “No sé a quién has estado cabreando, pero recibí una llamada de la oficina del delegado del alcalde diciendo que hay una queja sobre ti, acosando a gente en esta vendetta tuya.”
“Primero de todo, señor. Es un caso, no una vendetta. Y, segundo, ¿alguna vez ha estado en una investigación que no pisara en el camino los dedos de los pies a alguien?”
“Bueno…”
Viéndole parado allí, desconcertado, recordando a Heat que el ex-administrador apenas tenía experiencia del trabajo en las calles. “Eso pasa. ¿Quién se quejó?”
“No me lo dijeron. Simplemente querían saber si tenías un plan o si solo estabas dando palos de ciego, y yo no pude responder porque estoy un poco fuera de onda.” Detrás de él, los Roach murmuraron “¿Un poco?” y Heat tuvo que apartar la mirada para no reírse.
“Esto va a cambiar pronto. Voy a estudiar las últimas subidas de la Pizarra de Asesinatos y después quiero una reunión informativa completa y detallada para que pueda escavar.”
“Pero señor, ¿Qué hay sobre rastrear al conductor del camión que entregó el tanque de gas a la Oficina del Forense? Pensaba que esa era su prioridad.”
“No hay que preocuparse. He delegado eso a mi arma secreta, Sharon Hinesburg.” Irons se dirigió hacia la Pizarra de Asesinatos y se paró con las manos en los bolsillos mientras la leía, estudiando el escenario de la pesadilla de Heat. Nikki dio un codazo a Rook, empujándole hacia el pasillo de atrás, y cerró la puerta.
“¿Cono de silencio, no? ¿Puede oírme, Jefe?”
“Crece, Rook. Necesitamos algo.”
“¿Quién se supone que se quejó? ¿Fariq Kuzbari? Oh, ¡Lo sé! Apuesto a que fue Eugene Summers. Ese mayordomo irritable puede repartirlo, pero no puede cogerlo.”
“Mi dinero esta puesto en La Bulldog, Helen Miskit, pero eso no importa. Lo que importa es mantener a Irons lejos de entrometerse en el caso más de lo que ya lo ha hecho.”
“¿Cómo hacemos eso?”
“No, es como ‘tú’ vas a hacer eso. Necesito que le distraigas.”
“¿Quieres decir ser de nuevo el payaso del rodeo?”
“Sí, ponte tu nariz roja y grandes zapatos. Intenta tentarle con una falsa entrevista para un artículo. Funcionó antes.”
“Cierto, sin embargo unos anteriores resultados no garantizan una actuación futura.” Ella solo le miró. “Quizás pasé demasiado tiempo viendo la televisión durante mi recuperación.”
Irons pareció molesto cuando Rook se paró justo entre él y la pizarra que estaba leyendo. “¿Tiene un minuto, Capitán?”
“Estoy un poco ocupado, como puede ver.”
“Oh, lo siento. Solo tenía algunas ideas sobre ese artículo en el que estoy trabajando, pero sin problema. Más tarde está bien.” Solo se había alejado dos pasos antes de que Irons le sujetara por el hombro.
“Estaremos más cómodos en mi oficina, creo.” Y guió a Rook hacia su caja de cristal.
Los detectives Feller y Rhymer regresaron de su viaje al restaurante en el que Nicole Bernardin había conseguido las indicaciones Web del HopStop. “Tenemos un resultado,” dijo Opie mientras se unían a Nikki en su escritorio.
“Harling y Walendy’s Steakhouse entre 94 y Broadway. Tuvimos que esperar a que el jefe se incorporara a su turno, pero definitivamente reconoció a nuestra víctima,” dijo Feller. “Dijo que Bernardin entró sobre las siete de la tarde. La razón de que se fijase en ella fue porque cogió una mesa en la que estuvo durante media hora tomando un club soda como si esperase a alguien y no cenó.”
Heat preguntó, “¿Ella dijo porque no? ¿Recibió una llamada o algo más y se fue?”
“No, se encontró con un tío allí,” dijo Rhymer. “Entró, se sentó, y hablaron durante más o menos cinco minutos. Entonces ella se fue, pero él se quedó en la mesa y comió un filete.”
Nikki frunció el ceño. “De hecho ellos recuerdan lo que pidió.”
“Incluso mejor. Le sacaron una foto mientras comía.” Feller mostró una foto enmarcada con los camareros y el chef, tomada alrededor de la mesa de una cara familiar, sonriendo al filete y una patata gigante al horno.
“Conseguimos esto de su muro en el bar.”
“¿Es ese quien creo que es?” preguntó Heat.
“Nada más y nada menos,” dijo Rhymer. “Lloyd Lewis, cazador de tesoros.”
“¿Puedo verla?” preguntó ella.
Él se la sostuvo. “Ok, pero ten cuidado. El hombre es una leyenda.”
Nikki dijo, “es una foto.”
“O una leyenda,” Rhymer repitió con énfasis.
“Ha estado así toda la tarde,” dijo Feller.
Heat estudió la foto un momento y después se la devolvió, fingiendo tirarla solo para ver como Rhymer se asustaba. Él no la decepcionó.
“Traigamos a Lloyd Lewis aquí y hablemos con él.”
“Tendremos que esperar,” dijo Feller. “Su agente dice que está en una aventura secreta en algún lugar del Amazonas.”
“Una aventura secreta. ¿Cómo de guay es eso?” dijo Rhymer.
“Dame un golll-ee, Opie,” dijo su compañero. “Déjalo. Solo una vez por Randy.”
Mientras Heat y Rook cogían esa tarde el ascensor a su loft, ella sostuvo su teléfono. “Carter Damon me contestó. ‘Disculpas por no devolverte tu llamada… Me encontré con un viejo archivo de un caso que encontraras muy interesante.’ “Quiere quedar conmigo para tomar un café.” Mientras Nikki contestaba, el ascensor empezó a sacudirse.
“Nuevo,” dijo Rook, y ambos esperaban estar de vuelta en su vestíbulo. “Me pone malo esto. Si me gustaran las réplicas, me habría mudado a Los Ángeles, donde al menos podría morir bronceado.”
Cuando ella salió de la habitación unos minutos después, él la sostuvo una copa de Sierra Nevada que había abierto. Entrechocaron las copas, y él dijo, “¿Qué tienes ahí?”
Nikki levantó la bolsa de terciopelo. “El precioso brazalete que mi padre robó a mi madre.”
“Lo haces sonar tan clandestino.”
“Adelante, defiéndele, tú, quien roba especias para sazonar.” Ella sacudió el brazalete en su palma y examinó los preciosos números chapados en oro entre su dedo gordo e índice, preguntándose lo que el uno y nueve significarían. Si es que era algo.
Rook tomó un sorbo de su cerveza. “He estado pensando en nuestra visita con Vaja hoy. ¿Sabes lo que pienso? Estoy pensando que Mamuka era un espía.”
“Quizás,” dijo ella.
“Esto es muy raro. ¿No era por esto por lo que me dijiste que me pusiera mi sombrero de papel de aluminio del Área 51? ¿Porque creo que todo el mundo es un espía?”
“Sí. Pero esta noche, conseguiste un pase libre por tomarte una por el equipo.”
“Lo hice. Cinco minutos en la misma sala con Wally Irons. Quiero comerme mi propia pulpa solo por la distracción. Gracias a ti, estoy atrapado en tener una cena con él para hablar de su punto de vista sobre la ejecución de las leyes de urbanismo moderno. ¿Podrías al menos venir y meterme mano por debajo de la mesa?”
“Aunque fuera tan atractivo como eso suena, tengo mi reunión con Damon.”
“Bien, haz trabajo de casos legítimos mientras yo finjo tomar notas desde esa bolsa de gas.”
“Deja de gimotear, Rook. Esta no puede ser la primera vez que finges entrevistar a alguien al que no tenías planes de incluir en un artículo.”
“Cierto, pero ellas eran supermodelos o actrices buenorras y había el potencial de sexo después. No es que yo alguna vez tomara a alguna de ellas en eso.” Y después sonrió. “Dos de ellas, si. Una, no.”
Nikki sacudió la cabeza y después puso el brazalete en su muñeca y lo sostuvo a la luz. Lo estudió un poco más, y a continuación se lo quitó. Cuando recogió la bolsa, él dijo, “antes de que te enfades, escúchame. ¿Te diste cuenta de si tu madre, o Nicole, o alguien más llevaba ese brazalete o alguno como ese en las viejas fotos?” Ella le lanzó una mirada de aprobación pero él se mostró cauteloso. “¿Esta reacción significa que mi pase libre está todavía en curso y solo me estas siguiendo la corriente, o de hecho, tuve una buena idea?”
“Voy a ir a por la caja, ¿Qué piensas?” Desapareció por el pasillo, pero regresó con las manos vacías. “Desapareció.”
“¿Qué desapareció?” Él la siguió de vuelta a su oficina. Ella señaló al cajón.
“Puse la caja ahí. Ha desaparecido.” Él fue a coger el tirador pero ella le paro. “No. En caso de que necesitemos empolvar para el registro de huellas.”
“¿Estás segura que no está en algún otro lugar?”
“Esas fotos eran importantes para mí, simplemente sabría donde las pondría. Y este cajón tiene un gran vacío donde estaban esta mañana cuando lo cerré.”
Teniendo cuidado de no tocar nada, hicieron un rápido reconocimiento del loft. Todo parecía en su sitio, y no había señal de una entrada forzada en la puerta y las ventanas.
“Quizás debería cancelar mi cena con Wally.”
“Buen intento. Ambos tenemos cosas que hacer. Cerremos con llave y tengamos el barrido de evidencias por la mañana. Podemos dormir en mi casa esta noche.”
Rook pensó en aquello durante un momento. “OK, pero si alguien llama a tu puerta, contéstale.”
Heat llegó al Café Gretchen primero, y aunque el aire de abril en Chelsea esa noche llevaba un ligero frío, en recuerdo de Paris eligió una de las mesas de la calle y pidió un café con leche mientras esperaba a Carter Damon. Nikki estaba contenta por su pequeño momento de soledad, pero estos eran de todo menos relajantes. El ladrón de las fotos la tenía nerviosa. También se preguntaba porque Damon necesitaba verla con tanta urgencia. Quizás su sentimiento de culpa por llamar en su investigación le había llegado y quería arreglarlo. Intentó dejarse llevar por su nerviosismo mirando a los coches nocturnos en la High Line por Tenth Avenue.
El High Line representaba todo lo que Heat amaba sobre Nueva York: una idea audaz hecha grande y bien, y abierta para todo el mundo. La media milla, un conjunto de vías elevadas sin utilizar había sido una urbana monstruosidad corroída durante años hasta que alguien tuvo la gran idea de transformarlo en un parque aéreo lineal. Lo limpiaron, incorporaron las vías del tren dentro del paseo de peatones, y añadieron bancos en los puntos de vista, después lo delinearon, de principio a fin, con diversa vegetación tales como césped, zumaque, abedules y plantas de prado.
Solo se había abierto el pasado verano, pero ya se había convertido más en la Meca para peatones que en la extensión del trabajo en construcción de la ciudad, y programada para ser completada el próximo verano.
Nikki escaneaba arriba y abajo la acera. Sin señales de Carter Damon todavía. El camarero le trajo su café, y ella vio el vapor elevarse hacia los lados sobre la delgada banda de espuma del expreso. Levantó la taza para un trago. Estaba todavía demasiado caliente para beberlo, por lo que lo retiró para soplar en él. Y cuando lo hizo, vio el punto rojo del láser aparecer en su taza.
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Esta mitad de capitulo lo pusieron la semana pasada, tal vez te confundiste por el mal tiempo, si pudieran poner el capitulo 16 completo o a la mitad se los agrade seria mucho.
nert- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Ya lo sabe Lastral y mañana lo cambiará por el 16.
Delta5- Escritor - Policia
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Un día mas de suspenso y gracias por seguir subiendo los capítulos.
nert- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola chicos, siento la confusion llevo una semana de locos y ni me habia dado cuenta.
Ahora si que va el nuevo capitulo. Y para compensar sera completo.
CAPITULO DIECISEIS
La taza de porcelana explotó en las manos de Nikki. Inmediatamente se agachó para cubrirse tras la jardinera que tenía al lado de la silla y desenfundó su pistola. Cuando lo hizo, se encontró con el asa de la taza aún entre sus dedos y lo dejó caer sobre el pavimento. La parte delantera de su blusa estaba caliente y húmeda. Buscó una herida, pero el líquido era café con leche, no sangre. Se preguntó cómo había podido fallar con una mira telescópica.
La respuesta la obtuvo cuando se giró para cerciorarse que nadie tras ella había recibido la bala. Los clientes dentro de la cafetería eran ajenos para ella, pero estaban reaccionando a algo más: una réplica lo suficientemente potente como para hacer que las lámparas se balancearan y que los vasos de cristal que había tras la máquina de expresso se estrellaran contra la parte trasera de la barra. También fue lo suficientemente potente como para que el francotirador fallara su objetivo.
Heat se levantó para hacer un reconocimiento rápido. Tan pronto como lo hizo, el punto rojo recorrió la jardinera siguiéndola, y se agachó justo cuando oyó el disparo y la bala levantó una lluvia de abono de la maceta. Pero ella había visto la trayectoria del láser.
“Tío, ¿Has notado eso?” dijo el camarero cuando salió por la puerta.
“Vuelve adentro,” gritó Heat. Su sonrisa se borró cuando vio la Sig Sauer que sujetaba en su mano. “Que todo el mundo se agache. Alejaos de la ventana.” El camarero empezó a retroceder. “Y llama a la policía. Diles que hay un francotirador en High Line, que ha habido disparos. Y que un oficial necesita refuerzos.” Él vaciló. “Ahora.”
Se arriesgó a echar otro vistazo y vio a una figura oscura que abandonaba su posición en la zona alta y corría hacia el norte por el sendero elevado. Nikki pasó por encima de la jardinera hacia la acera y esquivó el tráfico de la Décima para ir tras él.
Mientras corría, Heat vigilaba la zona alta para asegurarse que no se había parado para dispararla. Corrió a lo largo de la acera, pasó un parking por horas y llegó a la escalera que llevaba a High Line en 18th Street. Subió los escalones de dos en dos y llegó arriba en cuclillas, jadeando y con la pistola preparada.
Entonces lo vio en la distancia.
Su francotirador tenía ventaja y ya casi estaba cruzando por la 19 Oeste. Heat sintió una extraña familiaridad mientras lo seguía –la persecución de noche, el rifle que llevaba– todo ello la llevó a su persecución del asesino de Don. Aumentó su velocidad, esprintando, dando el máximo de sus fuerzas para que este no se le escapara.
Nikki perdió el ritmo esquivando a una pareja que estaba junto a la valla del parque. Cuando los pasó, la mujer dijo a su novio, “¿Qué está pasando? Ella también lleva una pistola.” Heat les dijo que llamaran a la policía, esperando que pudieran seguir sus pasos por radio. Quizá los refuerzos estarían allí para cortar el paso al francotirador en el bloque donde terminaba High Line, y entonces él bajaría las escaleras.
Pero no las bajó.
Cuando Nikki rodeó una esquina del camino, observó su silueta trepando por encima de la valla de una zona en construcción para expandir el parque. El francotirador también la vio. Se dejó caer al suelo, para intentar disparar. Pero montar un rifle lleva su tiempo. Ella se detuvo y se apoyó en un poste de luz para poder apuntar.
Él hizo una voltereta en el suelo para ponerse tras un montón de grava y desapareció de su vista. Segundos más tarde lo volvió a ver. Con el rifle atravesado en su espalda, se tiró a través de una cortina de escombros que colgaban de una grúa.
Seguirlo por ahí la dejaba muy vulnerable. Si él estuviera esperando en el otro lado, ella sería como una gran diana. Así que cuando Heat saltó la valla, optó por desperdiciar unos pocos segundos escogiendo una ruta que fuese paralela a la del francotirador en vez de seguirle por el medio.
Una vez llegó al borde se detuvo. ¿Dónde estaba?
Entonces Nikki oyó el ruido de pisadas corriendo por la ceniza prensada.
Aún a plena luz del día, la persecución por la zona de trabajo del nuevo segmento de High Line habría sido todo un reto de saltar obstáculos de pilas de tierra desigual, montones de vigas, y estacas astilladas de madera vieja que habían sido quitadas para renovarlas con unas nuevas. Pero por la noche, era un paraje traicionero. La única luz de esa sección provenía de una farola de la calle de abajo. Todo lo que estaba por encima suyo mientras corría eran formas oscuras y desfiguradas –incluido su asesino.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra, Nikki aumentó la velocidad aunque pagó por ello. Se tropezó con un enorme bache de hormigón y dio un traspié hacia la derecha. Solamente un pequeño montón de vigas que había a un lado del agujero impidió que Nikki se cayera por él hasta la calle de abajo.
Nikki odiaba reducir su velocidad, pero se resignó a seguir con un ritmo más cuidadoso y redujo su velocidad al trote. Balanceándose a través de piedras sueltas y metales afilados, se acercó a la nueva terminación que daba a 30th Street, que era el final. Heat se frenó hasta andar. Fue en ese momento cuando vio el punto rojo cruzar el caballete que tenía a su lado, para luego subir por la pernera de su pantalón.
Se lanzó tras una gran cuba de plástico que tenía impreso “Tierra Limpia” y esperó el disparo. Nunca llegó.
Heat rodó entre los escombros. Se apuntaló contra otro lado del contenedor y vio a su francotirador.
Estaba demasiado lejos como para darle un disparo limpio. Además que ya no la seguía. Tenía en rifle colgado en su espalda de nuevo, saltó la barandilla adornada y se equilibró en el borde con los talones.
Ella fue hacia él. “Policía de Nueva York, ¡deténgase!”
Él se dio la vuelta y la miró directamente, acto seguido miró hacia abajo –y saltó.
Nikki llegó al lugar desde donde había saltado y miró con asombro.
Inmediatamente justo debajo suyo estaba la Escuela de Trapecistas de Nueva York, ubicada bajo una enorme cúpula blanca inflable. Su asesino había caído suavemente en ella como si se tratase de un castillo inflable para niños.
Y huyó.
Heat pasó una pierna por encima de la barandilla para seguirlo pero se detuvo cuando lo vio desaparecer dentro de un taxi en medio de la calle. Intentó leer el número de licencia pero estaba demasiado lejos y se alejó demasiado rápido.
De vuelta al lugar desde donde el francotirador controlaba el Café Gretchen, el técnico que recogía las pruebas se arrodilló para mostrarle a Nikki la tierra comprimida y la hierba pisoteada desde donde la había disparado. “Toma las mejores muestras que puedas de esas pisadas,” dijo, pensando en aquellas botas de trabajo que habían saqueado el piso de Nicole Bernardin. “Mira a ver si son del número once.”
Se levantó y arqueó su espalda. “¿Estás bien?” preguntó el detective Ochoa.
“Sí, sólo un poco magullada. Tropecé inesperadamente con un bache durante la persecución.”
“Estás de suerte que sólo haya sido eso.” Ochoa le mostró dos bolsas de plástico de pruebas, cada una con un casquillo de bala. “No hay marcas del retroceso del disparo.”
Heat juntó los dedos de la mano derecha hasta hacer un círculo en su palma y cerró un ojo para observar como si tuviera una mira telescópica. Otro de los técnicos estaba ocupado tras la cinta amarilla extrayendo una bala de la maceta junto a su silla. Nikki sintió un escalofrío y se volvió a Ochoa. “No quiero que pase con estas balas lo mismo que pasó con el guante.”
“Estoy contigo. Voy a llevar esto al laboratorio personalmente y me quedaré esperando con ellos toda la noche, si hace falta.” Se empezó a alejar pero se detuvo un instante. “No vuelvas a acercarte tanto, ¿vale?”
“Lo intentaré. De todos modos, nunca más me quejaré de un terremoto.”
De vuelta al nivel de la calle, Heat encontró al camarero en la parte de atrás de la cafetería. Cuando le dio el dinero que le debía por el café con leche junto con una propina, él dijo, “estás de broma ¿no?” La miró y vio que ella no estaba bromeando.
Un Crown Victoria negro y reluciente se detuvo junto a la acera cuando ella dio un paso atrás. Rook salió del asiento del copiloto y la abrazó. “Ahora que sé que estás viva, gracias por interrumpir mi cena. En serio. Que Dios te bendiga.”
Wally Irons salió tras el volante y rodeó el coche para llegar a la acera. “Heat, vas a provocarme un ataque al corazón.”
“No, creo que aquél pastel de barro lo hará antes, capitán,” dijo Rook.
Irons soltó una risita y le dijo a Heat, “Jamie lleva así toda la noche. Es todo un bromista.” Frunció el ceño. “Siendo serios, detective, en vista de los recientes acontecimientos que no necesito recordarle, ¿Qué diablos hacía exponiéndose a un encuentro tan arriesgado, sola y de noche?”
“Agradezco su preocupación, señor, pero estoy trabajando en un caso y eso no me va a detener cuando anochezca. Además, el encuentro era con alguien a quien yo conocía, que resulta ser un policía retirado, así que no me parecía muy arriesgado según mi punto de vista.”
“¿Y ahora qué te parece?” preguntó Rook.
“Una trampa.”
“¿Quién es el policía retirado?” preguntó Irons.
“Carter Damon. Él lideró el caso de mi madre.”
“Oh, sí. Lo recuerdo. Era de la Treceava.” Irons miró la cinta amarilla y la maceta rota junto a la silla donde se sentó Nikki. “Déjeme preguntarle algo. ¿Apareció?”
“No, señor.”
“¿No encuentras eso curioso?” Inclinó su cabeza hacia Rook y le murmuró, “deberías estar apuntando algo de esto.” Rook parpadeó y se tocó la frente con los dedos.
Nikki dijo, “lo encontré lo suficientemente curioso como para llamar a la comisaría de Staten Island para que mandasen unos cuantos agentes a su casa.”
“¿Ya? Si que piensas rápido,” dijo Irons, cosa que la hizo bufar. Estaba muy cerca de la insubordinación, fue una suerte que él hablara antes de que ella pudiera responderle. “¿Lo han encontrado?”
“No. Y hay un montón de cartas y periódicos acumulados en su puerta.”
“¿Quieres que ponga una orden de búsqueda a Carter Damon?”
“Ya lo hice, señor.”
“Bien, entonces.” El capitán se quedó quieto jugando con la calderilla del bolsillo, entonces levantó la muñeca para mirar su reloj. “Bueno Rook, ya que todo aquí ya está arreglado, ya sabes, podríamos…”
“Gracias, pero ya me has dado suficiente material para pensar por una noche. Y probablemente me debería ir con la detective Heat.”
“Claro,” dijo él. El capitán esperó durante un momento incómodo y volvió a su coche. Tras encender el motor, bajó la ventanilla del copiloto y dijo, “avisadme, no importa la hora, si hay alguna novedad.” Entonces se fue.
“¿Quién habla de ese modo?” dijo Heat.
“Un hombre que espera ser citado.”
Odiaba dejar a Rook, tan cálido y desnudo bajo esas sábanas a la mañana siguiente. Él tampoco se lo hizo fácil. “Claro, úsame y luego vete al trabajo. Me siento tan barato.” Y añadió, “hay una veintena en el armario. Ponte algo bonito.” Ahí fue cuando una almohada aterrizó en su cara.
Antes de meterse en la ducha, Nikki hizo su habitual ritual en sus aparatos electrónicos. Volvió al dormitorio llevando su teléfono móvil. “Rook, escucha esto. Tengo un mensaje de Carter Damon de las cuatro y cuarto de la madrugada. Dice, "‘Heat, lo siento mucho.’”
“¿Por tenderte una trampa mortal?” Leyó el mensaje y devolvió el teléfono.
“¿Y quién dice que los buenos modales han muerto?”
Nikki ya llevaba allí dos buenas horas cuando Rook apareció por la comisaría a las nueve. “Acabo de recibir nuevas noticias del detective Malcolm sobre la incineración de Nicole Bernardin,” dijo ella. “La orden vino de una funeraria que cerró el año pasado.”
“Déjame adivinar. ¿Seacrest Mortuary?”
“No, pero sé a lo que te refieres. ¿Cuán malo es eso, Rook, cuando incluso tus malas teorías conspiratorias no son nada frente a este caso?”
“Supongo que sólo tengo que decir una aún más gorda.” Le tendió un café de Starbucks. “Toma, intenta que este no se lleve un agujero de bala.”
“Ya sabes, no soy yo de las que suelen enseñar el dedo, ni siquiera en broma, pero estoy reconsiderando romper mi norma. Eres tan especial.”
Tomó el café y lo saludó con él. “¿Qué hay por Tribeca?” preguntó.
“Los técnicos de huellas aún estaban espolvoreando el loft cuando me he ido. Se pasarán la mayor parte de la mañana, pero básicamente no hacían más que decirme que no me preocupara. Excepto por un par tuyas, cuando abriste la puerta, no hay huellas que puedan catalogar.
“¿Las han borrado?”
“Con un prejuicio extremo –una frase que ahora parecía adecuada. Lo mismo con el pomo de la puerta de entrada y la puerta de mi despacho. Ni siquiera hay huellas para tomar.”
“Estoy intentando reconstruir las fotografías de esa caja para averiguar qué querrían de ellas, pero estoy en blanco. Debería haberlas guardado en un sitio seguro.”
“Como si eso hubiera detenido a esos tipos.” Se sentó en su escritorio y ella le quitó una hoja de papel debajo de su mejilla. “¿Carter Damon al menos consiguió ponerse en contacto contigo?” Ella negó con la cabeza.
“¿Envió flores? ¿Algún plan para comer? ¿Una bala con tu nombre en ella?”
Esta vez sí que le enseñó el dedo. Él sonrió. “Aún hay esperanza para ti, Nikki Heat.”
“He intentado llamar a Damon. No responde y su buzón de voz está lleno. He enviado a Malcolm y a Reynolds a su gimnasio, su barbería, lo habitual. También se han puesto a mirar sus registros bancarios y la actividad de su tarjeta de crédito. No hay nada. Está fuera del radar.”
“¿Crees que él sólo te puso la trampa, o también que era tu francotirador?”
“Llegados a este punto, todo es posible. ¿Pero por qué? ¿Por qué lo molesté en la comida de P. J. Clarke? ¿Y por qué me envía un mensaje de disculpa?” Su teléfono sonó. Era el detective Ochoa.
“Dime que los del laboratorio no han perdido esas balas.”
“No, Raley y yo acampamos ahí para asegurarnos. De hecho, te estoy llamando porque tenemos unas bonitas y jugosas huellas que hemos identificado.”
“Eso es fantástico,” dijo ella. “Traedlo aquí.”
“No creo que sea tu hombre.”
Ella se dejó caer en su silla. “Oigámoslo.”
“Raley, ¿estás ahí?”
Su compañero se unió a la conferencia. “Sí, este es el trato. Me he reunido con el tipo que hemos identificado. Dirige un campo de tiro en el Bronx. Está condecorado en combate con unos registros estelares. Además, es un buen chico.”
“Nada de esto lo descarta como nuestro francotirador.”
“Es cierto, pero esto lo hace. Fue herido en Iraq y está paralizado en una silla de ruedas.”
“¿Entonces como fueron a parar sus huellas a esos casquillos?” Se preguntó Nikki, un momento. “A veces esos campos de tiro reciclan los casquillos y los rellenan. Tu amigo, ¿suele vender balas recicladas?”
“Eh, sí, de hecho he visto un letrero. ¿Crees que nuestro francotirador le compró las balas?”
“Eso espero, Rales. Así como también espero que su nombre salga del registro de ventas.”
Poco después de que Rook se hubiera situado en su escritorio para pasar a limpio algunas de las notas que tomó en la entrevista de la noche anterior, Sharon Hinesburg llegó y encendió su ordenador. En un primer momento, Nikki intentó ignorarla, pero el olor de la manicura recién acabada de hacer la hizo reaccionar. Cogió la hoja de papel en la que estaba trabajando Rook y se dirigió hacia ella. “Buenos días, detective,” dijo.
“Ya lo veremos.” Hinesburg abrió el cajón de su escritorio con cuidado para no estropear su nueva manicura.
“Escucha, tengo a todo el mundo desplegado, así que necesito que compruebes algo por mí.” Le dio la hoja. “Su nombre es Mamuka Leonidze. Quizá esté fuera del país. Todas las notas están aquí.”
Hinesburg mostró una sonrisa breve y condescendiente. “Lo siento, ya tengo un encargo, directamente del comandante de la comisaría. El camión de gas del Laboratorio Forense.”
“¿Y cómo va eso, detective?”
“Lento.” Le devolvió la hoja con las anotaciones. “Dáselo a Rook. Él no está haciendo nada, sólo está escribiendo.”
La ayudante de administración la llamó a través de la comisaría. “Detective Heat, tienes a Feller en la línea. Dice que es importante.”
Heat dejó la rencilla con Hinesburg por el momento y contestó a la llamada. “Tienes que estar bromeando,” dijo lo suficientemente alto como para llamar la atención de Rook mientras ella escribía la dirección. “Estaré ahí en quince minutos.” Se levantó, cerró la libreta y le dijo a él, “han encontrado a Carter Damon.”
“¿Dónde?
“Flotando en el East River.”
Lauren Parry ya había montado su tenderete en el rompeolas del East River cuando Heat llegó. El agente del control de tráfico movió el caballete y les señalizó a Heat y Rook, que aparcó su Crown Victoria entre el de Randall Feller y la furgoneta blanca del Laboratorio Forense. El detective Feller, que estaba a unos cientos de yardas, en el centro de la L que era el rompeolas con Lauren y el cuerpo, vio a Heat y caminó hacia el área de aparcamiento para reunirse con ella. Cuando llegó, se quitó el abrigo y dejó colgar sus gafas de sol a la altura de la V de su camiseta. Tenía una mirada sobria, un marcado contraste con su habitual cara de graciosillo que ponía en las escenas de los crímenes. Heat pilló el cambio de su expresión de inmediato.
“Dime lo que sepas,” dijo.
Con años de experiencia en la calle y con una mente ordenada, no necesitó consultar sus notas. “La Unidad de Costas lo ha sacado del agua hará cosa de una hora. Un piloto del helicóptero del servicio de arrendamiento de los muelles lo ha encontrado y ha dado el aviso por radio.” Nikki pudo ver el pequeño helicóptero azul en la plataforma del helipuerto en un extremo del muelle, casi al lado del canal.”Los de costas han dicho que habían estado buscando a alguien flotando. En medio de la noche, un motorista llamado Bridges Tunnels les había dicho que había visto a alguien tirándose del Puente de Brooklyn."
“Splash,” dijo Rook, ganándose una mirada de reproche de Nikki.
“El testigo ocular dice que no estaba sólo, alguien estaba ahí con él.”
“¿Dijo si había algún enfrentamiento, o Damon quería saltar y alguien intentó impedírselo?”
“No está muy claro. El detective Rhymer está de camino para conseguir esa declaración. De todos modos, debería ser un testigo sólido. Es un cardiólogo que estaba yendo a una cirugía temprana en el Hospital Central. Opie contactará con el doctor tan pronto como este salga de la operación.”
Al igual que Nikki, Rook también había estado pensando sobre el suicidio y el mensaje de disculpa que ella había recibido a las cuatro y cuarto de la mañana. “¿A qué hora lo encontraron?” preguntó.
“Sobre la cuatro y cuarto.”
“Vamos a comprobarlo con Lauren,” dijo Heat, y empezó a andar hacía el rompeolas. Feller y Rook la siguieron y ella preguntó, “¿Alguna notificación sobre él?”
“No, pero hay una cosa que debes saber, y es gorda. Lo habían disparado.”
Eso detuvo a Nikki en su camino. Los otros dos se detuvieron con ella. Rook dijo, “me pregunto si fue disparado por el francotirador que intentó ir a por ti anoche.”
El detective Feller dijo, “definitivamente no.”
“Suenas bastante seguro,” dijo Heat.
“Porqué lo estoy. Detective, sé quién le disparó.”
“¿Sabes quién disparó a Carter Damon?” Feller asintió. “¿Quién?”
“Tú.”
Ahora si que va el nuevo capitulo. Y para compensar sera completo.
CAPITULO DIECISEIS
La taza de porcelana explotó en las manos de Nikki. Inmediatamente se agachó para cubrirse tras la jardinera que tenía al lado de la silla y desenfundó su pistola. Cuando lo hizo, se encontró con el asa de la taza aún entre sus dedos y lo dejó caer sobre el pavimento. La parte delantera de su blusa estaba caliente y húmeda. Buscó una herida, pero el líquido era café con leche, no sangre. Se preguntó cómo había podido fallar con una mira telescópica.
La respuesta la obtuvo cuando se giró para cerciorarse que nadie tras ella había recibido la bala. Los clientes dentro de la cafetería eran ajenos para ella, pero estaban reaccionando a algo más: una réplica lo suficientemente potente como para hacer que las lámparas se balancearan y que los vasos de cristal que había tras la máquina de expresso se estrellaran contra la parte trasera de la barra. También fue lo suficientemente potente como para que el francotirador fallara su objetivo.
Heat se levantó para hacer un reconocimiento rápido. Tan pronto como lo hizo, el punto rojo recorrió la jardinera siguiéndola, y se agachó justo cuando oyó el disparo y la bala levantó una lluvia de abono de la maceta. Pero ella había visto la trayectoria del láser.
“Tío, ¿Has notado eso?” dijo el camarero cuando salió por la puerta.
“Vuelve adentro,” gritó Heat. Su sonrisa se borró cuando vio la Sig Sauer que sujetaba en su mano. “Que todo el mundo se agache. Alejaos de la ventana.” El camarero empezó a retroceder. “Y llama a la policía. Diles que hay un francotirador en High Line, que ha habido disparos. Y que un oficial necesita refuerzos.” Él vaciló. “Ahora.”
Se arriesgó a echar otro vistazo y vio a una figura oscura que abandonaba su posición en la zona alta y corría hacia el norte por el sendero elevado. Nikki pasó por encima de la jardinera hacia la acera y esquivó el tráfico de la Décima para ir tras él.
Mientras corría, Heat vigilaba la zona alta para asegurarse que no se había parado para dispararla. Corrió a lo largo de la acera, pasó un parking por horas y llegó a la escalera que llevaba a High Line en 18th Street. Subió los escalones de dos en dos y llegó arriba en cuclillas, jadeando y con la pistola preparada.
Entonces lo vio en la distancia.
Su francotirador tenía ventaja y ya casi estaba cruzando por la 19 Oeste. Heat sintió una extraña familiaridad mientras lo seguía –la persecución de noche, el rifle que llevaba– todo ello la llevó a su persecución del asesino de Don. Aumentó su velocidad, esprintando, dando el máximo de sus fuerzas para que este no se le escapara.
Nikki perdió el ritmo esquivando a una pareja que estaba junto a la valla del parque. Cuando los pasó, la mujer dijo a su novio, “¿Qué está pasando? Ella también lleva una pistola.” Heat les dijo que llamaran a la policía, esperando que pudieran seguir sus pasos por radio. Quizá los refuerzos estarían allí para cortar el paso al francotirador en el bloque donde terminaba High Line, y entonces él bajaría las escaleras.
Pero no las bajó.
Cuando Nikki rodeó una esquina del camino, observó su silueta trepando por encima de la valla de una zona en construcción para expandir el parque. El francotirador también la vio. Se dejó caer al suelo, para intentar disparar. Pero montar un rifle lleva su tiempo. Ella se detuvo y se apoyó en un poste de luz para poder apuntar.
Él hizo una voltereta en el suelo para ponerse tras un montón de grava y desapareció de su vista. Segundos más tarde lo volvió a ver. Con el rifle atravesado en su espalda, se tiró a través de una cortina de escombros que colgaban de una grúa.
Seguirlo por ahí la dejaba muy vulnerable. Si él estuviera esperando en el otro lado, ella sería como una gran diana. Así que cuando Heat saltó la valla, optó por desperdiciar unos pocos segundos escogiendo una ruta que fuese paralela a la del francotirador en vez de seguirle por el medio.
Una vez llegó al borde se detuvo. ¿Dónde estaba?
Entonces Nikki oyó el ruido de pisadas corriendo por la ceniza prensada.
Aún a plena luz del día, la persecución por la zona de trabajo del nuevo segmento de High Line habría sido todo un reto de saltar obstáculos de pilas de tierra desigual, montones de vigas, y estacas astilladas de madera vieja que habían sido quitadas para renovarlas con unas nuevas. Pero por la noche, era un paraje traicionero. La única luz de esa sección provenía de una farola de la calle de abajo. Todo lo que estaba por encima suyo mientras corría eran formas oscuras y desfiguradas –incluido su asesino.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra, Nikki aumentó la velocidad aunque pagó por ello. Se tropezó con un enorme bache de hormigón y dio un traspié hacia la derecha. Solamente un pequeño montón de vigas que había a un lado del agujero impidió que Nikki se cayera por él hasta la calle de abajo.
Nikki odiaba reducir su velocidad, pero se resignó a seguir con un ritmo más cuidadoso y redujo su velocidad al trote. Balanceándose a través de piedras sueltas y metales afilados, se acercó a la nueva terminación que daba a 30th Street, que era el final. Heat se frenó hasta andar. Fue en ese momento cuando vio el punto rojo cruzar el caballete que tenía a su lado, para luego subir por la pernera de su pantalón.
Se lanzó tras una gran cuba de plástico que tenía impreso “Tierra Limpia” y esperó el disparo. Nunca llegó.
Heat rodó entre los escombros. Se apuntaló contra otro lado del contenedor y vio a su francotirador.
Estaba demasiado lejos como para darle un disparo limpio. Además que ya no la seguía. Tenía en rifle colgado en su espalda de nuevo, saltó la barandilla adornada y se equilibró en el borde con los talones.
Ella fue hacia él. “Policía de Nueva York, ¡deténgase!”
Él se dio la vuelta y la miró directamente, acto seguido miró hacia abajo –y saltó.
Nikki llegó al lugar desde donde había saltado y miró con asombro.
Inmediatamente justo debajo suyo estaba la Escuela de Trapecistas de Nueva York, ubicada bajo una enorme cúpula blanca inflable. Su asesino había caído suavemente en ella como si se tratase de un castillo inflable para niños.
Y huyó.
Heat pasó una pierna por encima de la barandilla para seguirlo pero se detuvo cuando lo vio desaparecer dentro de un taxi en medio de la calle. Intentó leer el número de licencia pero estaba demasiado lejos y se alejó demasiado rápido.
De vuelta al lugar desde donde el francotirador controlaba el Café Gretchen, el técnico que recogía las pruebas se arrodilló para mostrarle a Nikki la tierra comprimida y la hierba pisoteada desde donde la había disparado. “Toma las mejores muestras que puedas de esas pisadas,” dijo, pensando en aquellas botas de trabajo que habían saqueado el piso de Nicole Bernardin. “Mira a ver si son del número once.”
Se levantó y arqueó su espalda. “¿Estás bien?” preguntó el detective Ochoa.
“Sí, sólo un poco magullada. Tropecé inesperadamente con un bache durante la persecución.”
“Estás de suerte que sólo haya sido eso.” Ochoa le mostró dos bolsas de plástico de pruebas, cada una con un casquillo de bala. “No hay marcas del retroceso del disparo.”
Heat juntó los dedos de la mano derecha hasta hacer un círculo en su palma y cerró un ojo para observar como si tuviera una mira telescópica. Otro de los técnicos estaba ocupado tras la cinta amarilla extrayendo una bala de la maceta junto a su silla. Nikki sintió un escalofrío y se volvió a Ochoa. “No quiero que pase con estas balas lo mismo que pasó con el guante.”
“Estoy contigo. Voy a llevar esto al laboratorio personalmente y me quedaré esperando con ellos toda la noche, si hace falta.” Se empezó a alejar pero se detuvo un instante. “No vuelvas a acercarte tanto, ¿vale?”
“Lo intentaré. De todos modos, nunca más me quejaré de un terremoto.”
De vuelta al nivel de la calle, Heat encontró al camarero en la parte de atrás de la cafetería. Cuando le dio el dinero que le debía por el café con leche junto con una propina, él dijo, “estás de broma ¿no?” La miró y vio que ella no estaba bromeando.
Un Crown Victoria negro y reluciente se detuvo junto a la acera cuando ella dio un paso atrás. Rook salió del asiento del copiloto y la abrazó. “Ahora que sé que estás viva, gracias por interrumpir mi cena. En serio. Que Dios te bendiga.”
Wally Irons salió tras el volante y rodeó el coche para llegar a la acera. “Heat, vas a provocarme un ataque al corazón.”
“No, creo que aquél pastel de barro lo hará antes, capitán,” dijo Rook.
Irons soltó una risita y le dijo a Heat, “Jamie lleva así toda la noche. Es todo un bromista.” Frunció el ceño. “Siendo serios, detective, en vista de los recientes acontecimientos que no necesito recordarle, ¿Qué diablos hacía exponiéndose a un encuentro tan arriesgado, sola y de noche?”
“Agradezco su preocupación, señor, pero estoy trabajando en un caso y eso no me va a detener cuando anochezca. Además, el encuentro era con alguien a quien yo conocía, que resulta ser un policía retirado, así que no me parecía muy arriesgado según mi punto de vista.”
“¿Y ahora qué te parece?” preguntó Rook.
“Una trampa.”
“¿Quién es el policía retirado?” preguntó Irons.
“Carter Damon. Él lideró el caso de mi madre.”
“Oh, sí. Lo recuerdo. Era de la Treceava.” Irons miró la cinta amarilla y la maceta rota junto a la silla donde se sentó Nikki. “Déjeme preguntarle algo. ¿Apareció?”
“No, señor.”
“¿No encuentras eso curioso?” Inclinó su cabeza hacia Rook y le murmuró, “deberías estar apuntando algo de esto.” Rook parpadeó y se tocó la frente con los dedos.
Nikki dijo, “lo encontré lo suficientemente curioso como para llamar a la comisaría de Staten Island para que mandasen unos cuantos agentes a su casa.”
“¿Ya? Si que piensas rápido,” dijo Irons, cosa que la hizo bufar. Estaba muy cerca de la insubordinación, fue una suerte que él hablara antes de que ella pudiera responderle. “¿Lo han encontrado?”
“No. Y hay un montón de cartas y periódicos acumulados en su puerta.”
“¿Quieres que ponga una orden de búsqueda a Carter Damon?”
“Ya lo hice, señor.”
“Bien, entonces.” El capitán se quedó quieto jugando con la calderilla del bolsillo, entonces levantó la muñeca para mirar su reloj. “Bueno Rook, ya que todo aquí ya está arreglado, ya sabes, podríamos…”
“Gracias, pero ya me has dado suficiente material para pensar por una noche. Y probablemente me debería ir con la detective Heat.”
“Claro,” dijo él. El capitán esperó durante un momento incómodo y volvió a su coche. Tras encender el motor, bajó la ventanilla del copiloto y dijo, “avisadme, no importa la hora, si hay alguna novedad.” Entonces se fue.
“¿Quién habla de ese modo?” dijo Heat.
“Un hombre que espera ser citado.”
Odiaba dejar a Rook, tan cálido y desnudo bajo esas sábanas a la mañana siguiente. Él tampoco se lo hizo fácil. “Claro, úsame y luego vete al trabajo. Me siento tan barato.” Y añadió, “hay una veintena en el armario. Ponte algo bonito.” Ahí fue cuando una almohada aterrizó en su cara.
Antes de meterse en la ducha, Nikki hizo su habitual ritual en sus aparatos electrónicos. Volvió al dormitorio llevando su teléfono móvil. “Rook, escucha esto. Tengo un mensaje de Carter Damon de las cuatro y cuarto de la madrugada. Dice, "‘Heat, lo siento mucho.’”
“¿Por tenderte una trampa mortal?” Leyó el mensaje y devolvió el teléfono.
“¿Y quién dice que los buenos modales han muerto?”
Nikki ya llevaba allí dos buenas horas cuando Rook apareció por la comisaría a las nueve. “Acabo de recibir nuevas noticias del detective Malcolm sobre la incineración de Nicole Bernardin,” dijo ella. “La orden vino de una funeraria que cerró el año pasado.”
“Déjame adivinar. ¿Seacrest Mortuary?”
“No, pero sé a lo que te refieres. ¿Cuán malo es eso, Rook, cuando incluso tus malas teorías conspiratorias no son nada frente a este caso?”
“Supongo que sólo tengo que decir una aún más gorda.” Le tendió un café de Starbucks. “Toma, intenta que este no se lleve un agujero de bala.”
“Ya sabes, no soy yo de las que suelen enseñar el dedo, ni siquiera en broma, pero estoy reconsiderando romper mi norma. Eres tan especial.”
Tomó el café y lo saludó con él. “¿Qué hay por Tribeca?” preguntó.
“Los técnicos de huellas aún estaban espolvoreando el loft cuando me he ido. Se pasarán la mayor parte de la mañana, pero básicamente no hacían más que decirme que no me preocupara. Excepto por un par tuyas, cuando abriste la puerta, no hay huellas que puedan catalogar.
“¿Las han borrado?”
“Con un prejuicio extremo –una frase que ahora parecía adecuada. Lo mismo con el pomo de la puerta de entrada y la puerta de mi despacho. Ni siquiera hay huellas para tomar.”
“Estoy intentando reconstruir las fotografías de esa caja para averiguar qué querrían de ellas, pero estoy en blanco. Debería haberlas guardado en un sitio seguro.”
“Como si eso hubiera detenido a esos tipos.” Se sentó en su escritorio y ella le quitó una hoja de papel debajo de su mejilla. “¿Carter Damon al menos consiguió ponerse en contacto contigo?” Ella negó con la cabeza.
“¿Envió flores? ¿Algún plan para comer? ¿Una bala con tu nombre en ella?”
Esta vez sí que le enseñó el dedo. Él sonrió. “Aún hay esperanza para ti, Nikki Heat.”
“He intentado llamar a Damon. No responde y su buzón de voz está lleno. He enviado a Malcolm y a Reynolds a su gimnasio, su barbería, lo habitual. También se han puesto a mirar sus registros bancarios y la actividad de su tarjeta de crédito. No hay nada. Está fuera del radar.”
“¿Crees que él sólo te puso la trampa, o también que era tu francotirador?”
“Llegados a este punto, todo es posible. ¿Pero por qué? ¿Por qué lo molesté en la comida de P. J. Clarke? ¿Y por qué me envía un mensaje de disculpa?” Su teléfono sonó. Era el detective Ochoa.
“Dime que los del laboratorio no han perdido esas balas.”
“No, Raley y yo acampamos ahí para asegurarnos. De hecho, te estoy llamando porque tenemos unas bonitas y jugosas huellas que hemos identificado.”
“Eso es fantástico,” dijo ella. “Traedlo aquí.”
“No creo que sea tu hombre.”
Ella se dejó caer en su silla. “Oigámoslo.”
“Raley, ¿estás ahí?”
Su compañero se unió a la conferencia. “Sí, este es el trato. Me he reunido con el tipo que hemos identificado. Dirige un campo de tiro en el Bronx. Está condecorado en combate con unos registros estelares. Además, es un buen chico.”
“Nada de esto lo descarta como nuestro francotirador.”
“Es cierto, pero esto lo hace. Fue herido en Iraq y está paralizado en una silla de ruedas.”
“¿Entonces como fueron a parar sus huellas a esos casquillos?” Se preguntó Nikki, un momento. “A veces esos campos de tiro reciclan los casquillos y los rellenan. Tu amigo, ¿suele vender balas recicladas?”
“Eh, sí, de hecho he visto un letrero. ¿Crees que nuestro francotirador le compró las balas?”
“Eso espero, Rales. Así como también espero que su nombre salga del registro de ventas.”
Poco después de que Rook se hubiera situado en su escritorio para pasar a limpio algunas de las notas que tomó en la entrevista de la noche anterior, Sharon Hinesburg llegó y encendió su ordenador. En un primer momento, Nikki intentó ignorarla, pero el olor de la manicura recién acabada de hacer la hizo reaccionar. Cogió la hoja de papel en la que estaba trabajando Rook y se dirigió hacia ella. “Buenos días, detective,” dijo.
“Ya lo veremos.” Hinesburg abrió el cajón de su escritorio con cuidado para no estropear su nueva manicura.
“Escucha, tengo a todo el mundo desplegado, así que necesito que compruebes algo por mí.” Le dio la hoja. “Su nombre es Mamuka Leonidze. Quizá esté fuera del país. Todas las notas están aquí.”
Hinesburg mostró una sonrisa breve y condescendiente. “Lo siento, ya tengo un encargo, directamente del comandante de la comisaría. El camión de gas del Laboratorio Forense.”
“¿Y cómo va eso, detective?”
“Lento.” Le devolvió la hoja con las anotaciones. “Dáselo a Rook. Él no está haciendo nada, sólo está escribiendo.”
La ayudante de administración la llamó a través de la comisaría. “Detective Heat, tienes a Feller en la línea. Dice que es importante.”
Heat dejó la rencilla con Hinesburg por el momento y contestó a la llamada. “Tienes que estar bromeando,” dijo lo suficientemente alto como para llamar la atención de Rook mientras ella escribía la dirección. “Estaré ahí en quince minutos.” Se levantó, cerró la libreta y le dijo a él, “han encontrado a Carter Damon.”
“¿Dónde?
“Flotando en el East River.”
Lauren Parry ya había montado su tenderete en el rompeolas del East River cuando Heat llegó. El agente del control de tráfico movió el caballete y les señalizó a Heat y Rook, que aparcó su Crown Victoria entre el de Randall Feller y la furgoneta blanca del Laboratorio Forense. El detective Feller, que estaba a unos cientos de yardas, en el centro de la L que era el rompeolas con Lauren y el cuerpo, vio a Heat y caminó hacia el área de aparcamiento para reunirse con ella. Cuando llegó, se quitó el abrigo y dejó colgar sus gafas de sol a la altura de la V de su camiseta. Tenía una mirada sobria, un marcado contraste con su habitual cara de graciosillo que ponía en las escenas de los crímenes. Heat pilló el cambio de su expresión de inmediato.
“Dime lo que sepas,” dijo.
Con años de experiencia en la calle y con una mente ordenada, no necesitó consultar sus notas. “La Unidad de Costas lo ha sacado del agua hará cosa de una hora. Un piloto del helicóptero del servicio de arrendamiento de los muelles lo ha encontrado y ha dado el aviso por radio.” Nikki pudo ver el pequeño helicóptero azul en la plataforma del helipuerto en un extremo del muelle, casi al lado del canal.”Los de costas han dicho que habían estado buscando a alguien flotando. En medio de la noche, un motorista llamado Bridges Tunnels les había dicho que había visto a alguien tirándose del Puente de Brooklyn."
“Splash,” dijo Rook, ganándose una mirada de reproche de Nikki.
“El testigo ocular dice que no estaba sólo, alguien estaba ahí con él.”
“¿Dijo si había algún enfrentamiento, o Damon quería saltar y alguien intentó impedírselo?”
“No está muy claro. El detective Rhymer está de camino para conseguir esa declaración. De todos modos, debería ser un testigo sólido. Es un cardiólogo que estaba yendo a una cirugía temprana en el Hospital Central. Opie contactará con el doctor tan pronto como este salga de la operación.”
Al igual que Nikki, Rook también había estado pensando sobre el suicidio y el mensaje de disculpa que ella había recibido a las cuatro y cuarto de la mañana. “¿A qué hora lo encontraron?” preguntó.
“Sobre la cuatro y cuarto.”
“Vamos a comprobarlo con Lauren,” dijo Heat, y empezó a andar hacía el rompeolas. Feller y Rook la siguieron y ella preguntó, “¿Alguna notificación sobre él?”
“No, pero hay una cosa que debes saber, y es gorda. Lo habían disparado.”
Eso detuvo a Nikki en su camino. Los otros dos se detuvieron con ella. Rook dijo, “me pregunto si fue disparado por el francotirador que intentó ir a por ti anoche.”
El detective Feller dijo, “definitivamente no.”
“Suenas bastante seguro,” dijo Heat.
“Porqué lo estoy. Detective, sé quién le disparó.”
“¿Sabes quién disparó a Carter Damon?” Feller asintió. “¿Quién?”
“Tú.”
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
AVISO
El capítulo 17 será subido el sábado día 4 por la tarde, en lugar del día 3 viernes.
El capítulo 17 será subido el sábado día 4 por la tarde, en lugar del día 3 viernes.
Delta5- Escritor - Policia
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Buenos dias chicos,
Como os aviso Delta5 el jueves no había capitulo porque estaba de puente y hasta hoy na de na. Pero lo prometido es deuda.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre muchas gracias por seguirnos y por vuestros comentarios, nos hacen seguir con esta aventura. Disfrutadlo y comentad.
CAPITULO DIECISIETE
Las dos balas en Carter Damon tenían en ellas el nombre de Nikki Heat. La forense ya había cortado la camiseta que cubría su cuerpo, y las dos marcas de entrada en la parte de arriba de su cuerpo coincidían con las que Nikki le había disparado la noche del asesinato de Don.
Lauren Parry se inclinó sobre el escritorio del puerto, donde la Unidad Portuaria había colocado el cuerpo, e indicó las heridas con la punta de su bolígrafo, empezando por aquella en el lado derecho de su cuello donde este se encontraba con el hombro. “Empecemos con esta.”
“Esa es del disparo que yo le hice a través de la ventana de pasajero del taxi.”
“Cuando haga la autopsia, apostaría a que esta fue casi fatal. Tú estabas en el bordillo, como recuerdo de tu Informe del tiroteo, por lo que esta habría bajado en un cierto ángulo, probablemente alojándose terriblemente cerca de la vena subclavia o la yugular, o ambas. Si hubieras acertado en alguna de estas, él habría muerto en minutos, o incluso menos. Por lo que, estoy pensando en una incisión, y asumo que él se hizo un sangrado mucho más lento durante los pasados días. Pero sabré más cuando lo lleve a la B-23,” dijo, refiriéndose al número de la sala de autopsias.
Heat se arrodilló a su lado y señaló a la segunda herida de bala, aquella de su pecho. “¿Qué son estas marcas alrededor del agujero de entrada?”
“Buen ojo. Estas marcas que ves son de sutura. Debieron haberse desgarrado cuando golpeó el agua desde el puente.” Acercó la cara a unos centímetros de la herida. “Uh-huh. Veo fragmentos de hilo.”
“Pero lo comprobamos con los de emergencias,” dijo Nikki. “Sin informes de él, en ninguna parte.”
Rook dijo, “¿estás diciendo que este tío se cosió él mismo? Hablando sobre machos. Toma esa, Chuck Norris.”
Lauren dijo, “dudo mucho que se lo hiciera él mismo. Este es un trabajo profesional.” En ese momento, cuando vio a Nikki agachada sobre el otro agujero de bala, añadió, “no puedo ver ninguna evidencia de trabajo terminado en la otra herida.”
“¿Por qué una y no la otra?” pregunto el Detective Feller.
“La otra herida es de alto riesgo por la proximidad a venas y arterias. Quien quiera que se ocupara de él sabía que hay que dejar que esto se cure solo.”
“Por lo que,” dijo Nikki, “Damon consiguió algún tipo de ayuda, pero fuera del sistema.” Se levantó y estiró su espalda. “¿Y no estaba muerto cuando entró en el río?”
“Lo dudo. ¿Ves todas las abrasiones de aquí?” Lauren deslizó su dedo por la descoloración de su cara y pecho. “Esto parece consecuente con el impacto contra el agua. Y solo veo evidencias de coagulación donde las suturas se desgarraron en la herida dos. Esto no hubiera ocurrido si hubiese estado muerto. Seré capaz de comprobarlo con el recuento de los mastocitos para poder confirmarlo cuando vuelva a mi microscopio. También comprobaré sus pulmones en la autopsia. Si estaba vivo, tendrá agua del rio en ellos.”
Mientras los detectives y Rook se dirigían hacia sus coches, Lauren retuvo a Nikki para hablar con ella a solas. “Todavía estoy haciendo hincapié en el desastre del examen toxicológico de Nicole Bernardin.”
“Obviamente no fue tu culpa, Laur. Y Irons está con ello ahora.”
“¿Esta? Presione a los de Seguridad sobre las cintas de vigilancia para que no grabaran nada sobre ellas, pero cuando llamé al Capitán Irons para que se dispusiera a conseguirlas, dijo que llamara a la detective Hinesburg y nunca tuve esa llamada de vuelta.”
“Típico,” dijo Heat. “Pondré a Raley en ello. Él es el Rey de Todos los Medios de Vigilancia, ya sabes.”
“¿Y Irons? ¿No le cabrea eso?”
“Doctora, mientras que él esté fuera de mi camino, verdaderamente no me importa.”
La atmósfera en la oficina crepitaba cuando Heat entró, por lo que convocó una reunión de la brigada para una puesta al día. Pero primero, tenía que limpiar el camino de mosquitos.
Lon King había dejado un mensaje a Nikki recordándole que quería tener una cita con ella. Hizo una bola con la nota y la tiró. Tratar con el Hombre de Hierro no era tan fácil.
El Capitán la encontró en la cocina mientras se preparaba un café. “Detective Heat, asumo que, dado que Carter Damon esta fuera de las pizarras, ¿podemos cerrar ese caso y liberar a su personal de las horas extra?”
“¿Cómo que está terminado? Él era un jugador, en la manera en que yo lo veo.”
“Él mató a tu amigo ex-marine del SEAL, ¿verdad? Probablemente él también fue el que metió a la señorita en la maleta.”
“Probablemente no sea el mismo como probaré. Y todavía está mi madre.”
“¿Por lo que no crees que sea conveniente que él fuera el líder en este caso?”
“Buena pregunta,” dijo ella. “Si me permite, Capitán, voy a hacer mi trabajo e investigar.” Y le dejó de pie en la cocina sin mirar atrás.
La detective Heat tenía todavía un montón de cuestiones preocupándola. Con Sharon Hinesburg fuera solo Dios sabía dónde, y Irons en la cocina haciendo gofres, se dispuso a compartirlas con su brigada que estaba reunida frente a las Pizarras de Asesinatos. En la casilla verde que había creado para el caso de Don, Nikki escribió “Carter Damon” en letras gordas y dijo, “De acuerdo, nosotros hemos resuelto el asesinato de Don.”
“¿Nosotros? Más bien tú y Mr. Sauer,” dijo el Detective Malcolm, dando inicio a un pequeño coro de aplausos que sofocó con una mirada.
“Pero,” ella continuó, “una solución abre un montón de cuestiones.”
Raley dijo, “seguro, porque Don no era el objetivo, lo eras tú.”
“Correcto. Por lo que volvamos a eso, ¿Por qué venía detrás de mí?”
“Simple,” dijo Reynolds. “Estabas excavando dentro del caso de tu madre.”
“Pero yo siempre he estado excavando en ese caso. ¿Alguno de aquí duda que después de una semana pasando por eso, no lo he comprobado?”
Nadie desafió eso. “¿Y porque él sería el único que vendría tras de mí?” Ella se giró y escribió debajo del nombre de Carter Damon: “¿Cuál es su participación en los asesinatos?”
“Sé por qué él fue detrás de ti,” dijo Rook. “Iluminaste el radar. No solo estabas excavando en el caso de tu madre- tú estabas excavando en un camino hacia atrás en su caso. Eso cabreó a alguien. Si no era Carter Damon, alguien que trabajaba con él.”
“O para el que él trabajaba,” dijo Feller, encontrándose en un raro acuerdo con el escritor. “Quiero decir, Damon era un contundente instrumento. Tíos como ese siguen instrucciones, cogen su pago, y se pasan los sábados encerando el coche.”
Ochoa dijo, “Estoy de acuerdo. Esto no puede ser obra de un solo tío. Y Carter Damon seguro que no te disparó desde la parte alta de High Line.”
El Detective Rhymer entró de entrevistar al testigo ocular del Puente de Brookly. “¿Qué conseguiste?” Preguntó Heat antes incluso de que se sentara.
“Variado. El Dr. Arar estaba conduciendo desde Park Slope a las cuatro y media de esta madrugada. Estaba a mitad del trayecto cuando vio a alguien delante suyo arrojando una bolsa de basura por encima de un lado. Al pasar vio que la bolsa de basura tenía brazos y piernas, por lo que pisó el freno justo cuando el tío la volcaba. Dice que paró e hizo sonar su bocina a la persona que lo lanzaba, y cuando lo hizo, ella empezó a correr hacia el lado opuesto.”
“Espera,” dijo Heat. “¿Ella? ¿Tu testigo dice que la otra persona era una mujer?”
“Él no tiene dudas.”
“¿Cuál es la descripción?”
“1,76 o 78, constitución atlética, ropas oscuras, sombrero.”
“¿Vio su cara? ¿Podemos elaborar un retrato?”
“Esa es la parte variada. Dice que estaba muy oscuro, y que ella no se giró para mirarle. Solo bajó su cabeza y se fue.”
Malcolm preguntó, “¿Cómo está tan seguro de que era una mujer?”
“Yo le pregunté lo mismo. Dijo que como doctor, reconoce a una mujer cuando la ve.”
“Yo siempre lo compruebo por la nuez,” dijo Feller. “Evitas mucha incómodas sorpresas cuando los llevas a casa.”
Cuando las burlas se calmaron, Raley preguntó a Heat, “¿Y que hay sobre el tirador de la otra noche? ¿Es posible que estuvieras persiguiendo a una mujer en vez de a un hombre?”
Nikki dijo, “no lo sé. Nunca vi la nuez,” y empezó a consignar la siguiente ronda de tareas. Mandó a Malcolm y Reynolds fuera, hacia Staten Island, para ayudar a la Comisaría 122 en su registro de la casa de Carter Damon. El resto de la unidad la dividió entre comprobar sus registros telefónicos y financieros. Para ser cuidadosa, tenía a Feller comprobando a las cuatro personas en la lista de tutorías de piano de Joe Flynn sobre sus coartadas durante su ataque en High Line. Rhymer consiguió la tarea de re-sondear las emergencias y farmacias ahora que sabían que Damon había recibido algún tipo de ayuda médica.
“Feliz,” dijo Opie, “¿pero no cubrimos esa base la pasada semana?”
“Lo hicimos, y ahora podemos hacerlo otra vez –pero con una foto de Carter Damon para mandarles por correo.” Ella tapó su rotulador y dijo al grupo. “Es un buen momento para recordarles a todos ustedes: No bajemos la guardia. Sé que parece como que estamos empezando a coger carrerilla con algunas pistas calientes, pero nos podemos desviar con facilidad por el camino equivocado si no nos mantenemos alerta y hacemos un trabajo concienzudo. Ese es el camino por el que nosotros podemos llegar a solucionar estos casos.”
Cuando la brigada se hubo desplegado, Heat envió a un agente a First Avenue para recoger las cintas de la cámara de seguridad de la Oficina del Forense que Lauren Parry había asegurado. Nikki se las guardaría a Raley para entregárselas después que terminara de comprobar los registros financieros de Damon. O quizás incluso se las tiraría en el regazo de Sharon Hinesburg si la diva detective alguna vez hacía una aparición.
Nikki llamó a Lauren para hacerla saber la recogida del esperado vídeo. “Oh, ¿esto no es una llamada para decir, ‘vamos, chica, date prisa, ¿Qué te está tomando tanto tiempo con mi autopsia?’?”
“De ninguna manera,” Heat paró y después dijo, “bueno, desde que mencionaste la autopsia…”
Su amiga se rió entre dientes y le dijo a Nikki que era un buen momento, la acababa de completar.
“Primero, sí al agua en los pulmones. Carter Damon estaba respirando cuando entró en el agua. También, alrededor de las suturas rotas, encontré mastocitos, glóbulos blancos, y linfocitos. Esto es lo que miro debajo del microscopio cuando quiero saber si un cuerpo vivo está tratando de cicatrizarse solo.” Nikki oyó una página de notas pasarse en el lado de Lauren y la forense continuó, “aquí hay una interesante cuestión. No solo tenía esa herida del pecho suturando, quien quiera que lo hiciera, le movió la bala. No un trabajo muy fino, pero lo suficientemente bueno. Por lo que estamos tratando con un razonable grado de competencia.”
“¿Y sobre el cuello?”
“Menor roce de la yugular. ¡Te lo dije! ¿Quién es mejor que yo?”
Nikki dijo, “necesitas pasar más tiempo con gente. Preferiblemente viva.”
“Demasiado trabajo. De todas formas, esa bala esta todavía alojada ahí. Por supuesto, la he guardado para balística, pero estoy segura de que coincidirá con la nueve milímetros de tu arma.”
Rook volvió para holgazanear en su escritorio cuando ella colgó. “¿Sabes que no puedo quitarme de mi cabeza desde el cuerpo de esta mañana? Pequeña cosa pero, pregúntate a ti misma -¿Cuál es el calcetín desparejado sobre el cuerpo de Carter Damon?”
“Me arrepiento del día en que una vez te enseñé sobre calcetines desparejados.”
Él la ignoró y dijo, “¿Dejarlo? Te lo diré: sin vieja cicatriz del disparo de cuando él fue un novato. ¿Recuerdas lo que nos dijo sobre eso en la comida?”
“¿Quizás simplemente no la viste?”
“No la vi porque no había ninguna.”
“Bueno, me enteré de que todavía está en una mesa en la Oficina del Forense. ¿Quieres que llame a Lauren para comprobarlo?”
“No tienes que hacerlo. Tenía a uno de los ayudantes administrativos llamando a Personal.”
“Rook, ¿usaste a uno de nuestros ayudantes para hacer una llamada por ti?”
“Tenía que hacerlo, desde que Personal tiene esta ‘cosa’ sobre los acceso a los registros civiles confidenciales de la policía. De todas formas, Carter Damon nunca fue disparado. ¿Por qué mentiría sobre eso?”
Rook estaba en lo cierto, era una pequeña cosa. Pero Heat sabía que las pequeñas cosas normalmente hacen que el rompecabezas encaje de forma crítica, y esto lo anotó en la Pizarra de Asesinatos, aunque Rook se quejó de que ella lo había escrito en letras minúsculas.
Esa tarde, a través del murmullo de conversaciones telefónicas de los detectives haciendo rondas y pidiendo comida para entregar porque nadie quería cogerse un descanso, llegó un grito de Rhymer desde su escritorio. “¡Tengo una!” Opie sonaba como si hubiese pescado un gran pescado. En cierto sentido, lo había hecho.
Heat condujo hacia el Bronx con Rook y el Detective Rhymer, tan rápido como le fue posible, sobrepasando los semáforos en amarillo y pisando fuerte el acelerador cuando estaban a punto de cambiar a rojo. Aparcó en doble fila enfrente del Price It Drugs y se apresuraron a entrar.
La farmacia se situaba a tres bloques desde donde Carter Damon había abandonado su taxi la noche en que Nikki le disparó. Además de bombardear con e-mails con la foto de Damon a las Urgencias y farmacias en todos los municipios, el Detective Rhymer había conseguido un mapa y trabajado los teléfonos en círculos concéntricos hacia el exterior desde donde se deshizo del taxi. El primer ambulatorio al que había llamado no reportó ninguna relación de interés. Pero en su siguiente intento en una pequeña farmacia en Southern Boulevard cerca de Prospect, el propietario, que era ya mayor y no muy ducho en el e-mail, y que se había perdido las primeras alertas, relacionó a Damon por la descripción del detective. Y lo confirmó cuando Rhymer le mandó un fax con su foto.
Diligente y ansiosa, la Detective Heat mostró su copia de la foto de Carter Damon al propietario para hacer una doble comprobación en persona. “Si, es él,” dijo Hugo Plana, reafirmando también que el herido Damon había entrado tambaleándose la noche del tiroteo, justo antes de cerrar a medianoche. “Él entró por su propio pie, pero no sé cómo,” dijo el viejo hombre. Se quito las gafas y la devolvió la foto. “Estaba hecho un desastre. Sangre aquí y aquí.” Hugo señaló a las dos heridas de balas que Heat le había hecho al ex-policía. “Yo le pregunte si quería que llamara a una ambulancia y él me gritó, ‘¡No!’, de esta forma. Después me dijo que quería algunas gasas, tijeras y antisépticos para cubrir las heridas. Pero empezó a desmayarse, por lo que le ayude a sentarse en una de las sillas por allí, en la zona de espera de recetas.”
“¿Cómo no llamo a la policía?” preguntó Rook. “Un tío entra en mi lugar de trabajo así, y hubiera hecho una llamada a escondidas, sin importar lo que él dijera.”
El viejo hombre sonrió y asintió. “Sí, entiendo. Pero, mire, somos una pequeña e independiente farmacia. Un negocio familiar. En este vecindario, veo mucha gente en mal estado. Dios mío, es increíble. A veces una pelea, a veces una pelea entre bandas –a veces, no quiero saber. Cuando entran para pedir ayuda, yo ayudo. No estoy aquí para hacer muchas preguntas o domarles. Ellos confían en mí. Son mis vecinos.”
Heat preguntó, “¿Por lo que le facilitó los suministros que quería?”
“Lo hice. Los puse en una bolsa todos, y cuando termine, ya estaba fuera. Su cabeza se seguía cayendo y subiendo. Me ofrecí para llamar a una ambulancia de nuevo pero él lo rechazó. Después su teléfono sonó y me preguntó si había un hotel cerca. Le dije que el Key Largo estaba en la esquina, y me dijo que le ayudara a ponerse en pie. Después me dio un fajo de billetes, cogió la bolsa, y se fue.”
“¿Sabe quién llamó?” preguntó Rhymer.
Hugo sacudió su cabeza. “Sonaba como alguien que estaba llegando para encontrarse con él y necesitaba encontrar un lugar.”
El vestíbulo del Key Largo estaba oscuro y transmitía el hedor propio de los hoteles cutre que Nikki alguna vez había investigado –una mezcla de moho rancio, limpiadores fuertes, y humo de tabaco. Los entarimados crujieron bajo la sucia alfombra que conducía a la recepción. No había nadie allí, y una señal de plástico donde faltaban las manecillas del reloj decía, “vuelvo en…”
Nikki gritó un hola y no consiguió respuesta. Rook dijo, “Wow, han recreado la elegancia y el encanto del Key Largo justo aquí, en el Bronx. Me hace sentir como que yo soy Bogey y tu eres Bacall.” Golpeó el timbre de servicio con su palma. No hizo ding. Después, y para diversión de Rhymer, examinó su mano con un fruncimiento de ceño y se la seco en el muslo de su pantalón. Heat iba otra vez a llamar a alguien cuando su teléfono vibró. Era Malcolm haciendo la comprobación desde Staten Island.
“Tengo algo jugoso para ti, Detective Heat.” Nikki se alejó del mostrador y comenzó a pasearse. “La brigada esta todavía con la casa de Damon, pero Reynolds y yo descubrimos que alquiló una unidad de almacenamiento público por Castleton Corners. Adivina que había dentro.”
“Simplemente díselo, hombre,” dijo Reynolds por detrás. Heat estuvo de acuerdo.
“Una furgoneta,” dijo, haciendo que su corazón se acelerase.
“¿Granate?” preguntó ella.
“Afirmativo. ¿Y el letrero en un lado? ‘Righty –O Carpet Cleaners.”
“Lo hicisteis genial.” Pero Heat contuvo su emoción y fue a lo práctico.
“Ahora, por favor, decidme que ambos lleváis guantes.”
“Si, madam, nosotros somos el Equipo de Manos Azules.”
“Excelente. ¿Habéis tocado algo?”
“No, solo alumbramos la ventana trasera para asegurarnos que no había nadie allí, vivo o muerto. Esta limpio.”
“Ahora esto es lo que yo quiero que hagáis. Salid de ahí y quedaros fuera. Dejad la puerta como estaba, no toquéis el tirador otra vez. Solo mantened la guardia y conseguir que la Unidad de Evidencias haga un trabajo fino con esto. Y cuando yo digo UE, quiero a Benigno DeJesús y solo Benigno DeJesús. No otro.”
“Lo pillo.”
“¿Y Mal? Tu y Reynolds sois geniales.”
Heat acababa de informar a Rook y Rhymer cuando, desde el escritorio, una mujer blanca de mediana edad con rastas, que había emergido desde la parte de atrás seguida de un rastro de humo de cigarrillos, dijo, “¿Reserva para tres? Eso es un deposito de cincuenta dólares.” Cogió el libro de firmas del mostrador y extrajo algunas llaves de una cabina detrás de ella. Cuando se giró, se encontró mirando la placa de Nikki.
El nombre que figuraba en la placa era DD, y ellos siguieron a la mujer hasta el pasillo del segundo piso, pasando por encima de numerosas reparaciones con cinta aislante en la alfombra. “Piénselo otra vez, DD,” dijo Nikki. “¿Está segura que no vio a nadie más viniendo aquí para visitarle?”
“No vi nada, a ninguna hora, de ninguna manera. La gente va y viene.”
Rook preguntó, “¿Y sobre otra persona quedándose con él? ¿Tendría que saber eso no?”
“Técnicamente. Pero vamos.” Ella se paró a medio camino en el pasillo con los brazos en jarras en una posición difícil de discutir, y dijo, “Los tíos pagan con dos semanas de antelación en efectivo. Es todo lo que me importa.”
Se pararon en una puerta al final del pasillo con un “No Molesten” colgando del tirador. Preguntándose sobre la contaminación del sitio y el análisis forense, Nikki preguntó, “¿El servicio de limpieza ha estado aquí?”
“Sip,” DD se burló y señaló a la Tarjeta de limpieza. “Sin pequeños lamparones en la almohada.” Después golpeó la puerta dos veces y dijo, “Yo, la jefa.” Cuando DD deslizó la llave dentro, Nikki señaló a su espalda.
Ella y Rhymer descansaron sus manos en las fundas de las pistolas y entraron primero.
“Santo Dios,” dijo DD, resumiéndolo para todos ellos. Se alejó y dijo, “voy a llamar al propietario,” y se alejó corriendo.
La sangre lo cubría todo. La cama, especialmente la almohada y la cabecera de la sábana superior, era un lago seco de profunda oxidación. Una pila de toallas en el suelo al lado de la cama era una saturación de rojo. El escritorio, el cual había sido movido hacia la mitad de la sala, estaba cubierto por la cortina de baño arrancada. En un extremo de dicha lámina de vinilo, había otro charco de sangre que se había separado con el tiempo, con ámbar en los extremos y un marrón profundo en el centro de la mancha. Canela roja, como gotas de una vela, se aferraban a los lados de la cortina donde la sangre se había filtrado y hacia pequeños charcos en la alfombra, la cual también parecía seca. Los montones de gasa ensangrentada decoraban el suelo allí, al lado de los embalajes estériles desechados.
Rook dijo, “no he visto tanta sangre en un hotel desde ‘El Resplandor’.”
“Parece que encontré mi sala de emergencias,” dijo Opie.
“Y la improvisada Unidad de Cuidados Intensivos,” dijo Heat. Dejó al Detective Rhymer encargado del escenario, esperando que, en medio de todo esto, los Forenses pudieran conseguir algunas huellas y descubrieran quien ayudo a Carter Damon.
Cuando Nikki volvió del Bronx con Rook, los Roach estaban esperando y se abalanzaron sobre ella en la puerta de la oficina. La guiaron a sus escritorios de lado-a-lado, donde habían organizado una sesión de información. “Banco, primero,” dijo el Detective Raley. “Resulta que Carter Damon tenía un rastro de dinero propio.” Abrió un expediente en su monitor e hizo click a través de las páginas del estado de cuentas de los bancos mientras hablaba. “Mira aquí. Un depósito de trescientos mil dólares fue a su cuenta el lunes después de que tu madre fuese asesinada. Y después, ¿ves aquí? Pequeñas sumas –veinticinco de los grandes- cada seis meses después de eso.”
La espantosa conclusión era demasiado obvia para no extraerla –que un miembro de una fraternidad, un inspector del NYPD, probablemente hubiese matado a su madre por contrato y después hubiese sido retenido para mantener a raya los progresos de la investigación. Obvio o no, Nikki bloqueó el instinto de cerrar su mente por correr hacia esa conclusión y todavía preguntó, “¿Por cuánto tiempo tuvo esos pagos?”
“Hasta el mes pasado. Después, un gran cambio.” Pasó a la siguiente página. “Otro depósito por trescientos mil, hace dos semanas.”
Nikki miro la fecha. “Ese es el día que encontramos a Nicole Bernardin en la maleta.”
“Y el mismo día en que nosotros quedamos con el ex-Detective de Homicidios Carter Damon para comer,” añadió Rook. “¿Ese era un pago por matar a Nicole, o por tratar de matarte?”
“¿O ambos?” preguntó Ochoa. “Los registros telefónicos cuentan también una historia.” Le dio a Nikki una copia de los impresos que había investigado. Rook leyó por encima de su hombro.
“Destacó las tres llamadas de mayor interés al pie de la página uno; fíjate en que Damon hizo dos llamadas internacionales a un número de móvil desechable en París. Una la noche en que Nicole fue asesinada –para refrescar tu memoria, eso habría sido dos noches antes de que nosotros encontrásemos la maleta- y la segunda llamada a París, al mismo teléfono, justo después del encuentro contigo y con Rook para comer.”
Nikki se tomo un momento para pensar y dijo, “bien, probemos esto. Supongamos, por el bien del razonamiento, que la primera llamada a París era sobre matar a Nicole Bernardin. O para conseguir la orden o confirmación de que la hubiese matado. ¿Sobre qué sería la segunda llamada? ¿En qué piensas?”
Rook dijo, “quizás Damon estaba llamando por el sicario que mato a Tyler Wynn. Él podría haber sido tu tirador la pasada noche.”
“Si, pero nosotros comprobamos los pasajeros que entraron desde París a través de la aduana, ¿recuerdas?” dijo Ochoa. “Sin datos conocidos en la lista de vigilancia.”
“¿Y?” dijo Rook. “Quizás quien quiera que fuera entro a través de otro puerto de entrada, como Boston o Filadelfia. O ese dato no figura en las listas de vigilancia.”
“Pensemos en eso,” Nikki dijo.
“¿Hizo Damon alguna llamada a los Bernardins en París?” preguntó Rook.
“¿Alguna posibilidad de que fuese el esquivo Sr. Seacrest?”
El Detective Ochoa se encogió de hombros. “Sin registro de eso. Pero esa llamada vino de una grabadora, ¿recuerdas?”
Heat se giró a la siguiente página de los impresos de Ochoa. “¿Es esta llamada de aquí?”
“No es la llamada, es la sincronización. Compruébalo. Carter Damon hizo esta inmediatamente después de que finalizara su llamada a París y seguida de tu comida con él.”
Raley dijo, “si es como Feller dice, y Damon era un instrumento contundente, a mi me parece como que quizás alguien le dijo a él que hacer, y lo hizo.”
“Miguel, asumo que rastreaste el número,” dijo Nikki.
“Lo que asumes es correcto. El número está asociado en Second Ave a una tal Salena Kaye.”
Heat y Rook giraron sus cabezas el uno hacia el otro. Y él dijo, “¿Salena¡?¡? ¡Esa es mi traviesa enfermera!”
El chicle en el techo del Roach Coach se reflejaba en el espejo retrovisor de Heat mientras conducían en convoy. Código Dos, a través de Central Park y ciudad arriba hacia la dirección de Salena Kaye en Second cerca la 96th Street. Nikki puso la sirena cruzando Fifth Avenue mientras salía de la transversal. Mientras se dirigía hacia la Eighty-fourth, Heat comprobó su espejo para asegurarse que Raley se mantenía detrás, y Rook dijo, “bueno, ahora sé porque Carter Damon me mintió sobre ser disparado. Me estaba camelando dentro del intercambio de historias de rehabilitación para darle el nombre de Gitmo Joe. Él simplemente le rastreó a través de mi agencia y le reemplazó por su chica Salena.”
“Estoy de acuerdo en eso.” Nikki tocó la bocina y volteó el volante para pasar a un camión de reparto que se había detenido en su carril. De vuelta hacia la parte de arriba de la ciudad, continuó, “Damon la puso contigo para mantenerse al corriente del caso. Piensa en ello, Rook, ella vio la Pizarra del Asesinato Sur, nuestras notas del caso, y todo antes de que se fuera.” Nikki no pudo resistirse, y añadió, “sonriendo con esa gran dentadura de dientes blancos todo el tiempo.”
Rook pilló su rencor y contrarresto, “también daba unos masajes estupendos.”
Ella paso la curva de la Ninety-sixth y paró en un parque. “Hora de hacer una llamada a la casa de la traviesa enfermera.” Pero cuando Rook salió, le dijo, “Oh no, tú te quedas.”
“¿Por qué? ¿Es esto una venganza por lo que dije sobre los masajes? Estaba pensando en ti todo el tiempo, lo juro.”
Ella se unió a Raley y Ochoa en la escalera de la entrada principal del edificio de apartamentos. “No voy a debatir sobre esto. Quédate en el coche, lo digo en serio.”
“¿Cuántos tiene, como, seis?” dijo Ochoa en el camino.
“Le halagas,” dijo Raley.
Arriba, en la puerta del apartamento de la quinta planta, Raley se arrodilló al lado de la cerradura, sosteniendo la llave del portero, listo. Heat y Ochoa le flanqueaban con las armas listas. “Salena Kaye, NYPD, abra,” gritó. Sin respuesta. Heat le dio a Raley su aprobación y este metió la llave dentro. Nikki giro el pomo y empujó, pero la puerta golpeo algo sólido, una pieza del mobiliario, y se paró.
“Mio,” dijo Ochoa. Retrocedió y dio a la puerta una patada voladora con su pie. Esto solo la abrió unos cuantos centímetros. “Juntos compañero,” dijo, y él y Raley golpearon la puerta con ambos hombros, pasando a su interior.
“Habitación, limpia,” dijo Ochoa.
“Cocina, limpia,” gritó Heat.
Raley salió del baño y enfundó su arma. “Nada en el baño, tampoco.”
El Detective Ochoa dijo, “ella salió con prisas de aquí. Los armarios están abiertos y hay una bolsa a medio hacer en la cama.”
Nikki vio la ventana abierta. En su camino hacia la salida por la puerta gritó. “Salida de incendios. Uno de vosotros que suba. Yo iré por la calle.”
Heat maldijo las escaleras del pasillo y corrió a través del vestíbulo hacia la acera. Rook estaba de pie al lado de Crown Victoria, señalando. “Un coche de servicio la recogió.”
“Adentro,” dijo ella.
“Les vi irse hacia la izquierda en la Ninety-seventh.”
“El cinturón de seguridad,” dijo y encendió las luces.
Mientras giraban la esquina, él saco su teléfono. “También conseguí el número de medallón del coche.” Él consiguió mandar un mensaje para el coche de servicio. “Estoy declarando una emergencia policial, necesito saber la ruta del coche con el número K-B-4-1-3-1-9.” En Lexington él señaló frenéticamente hacia la izquierda, y ella giro. Él preguntó por el número de matrícula y lo escribió. “Aprecio la ayuda,” dijo y colgó. “JKF, via Midtown Tunnel.”
“Lo hiciste demasiado fácil,” dijo ella, alcanzando el micrófono de la radio.
“Oye. Los periodistas de investigación también tienen sus trucos.”
La Detective Heat llamó para alertar a todos los oficiales de servicio en la entrada del túnel para detener a un Lincoln Town Car negro y dio el número de la matrícula que Rook había conseguido. Nikki todavía mantenía su velocidad y justo después de cruzar 42nd Street, Rook dijo, “¡Allí! Carril derecho, pasando el Pret A Manger.”
Un pitido de la sirena, y el sedan se paró. Ella gritó para los refuerzos y abrió la puerta. “Te quedas,” le dijo a Rook.
Las ventanas no estaban tintadas y los asientos traseros parecían vacíos. Se aproximo por el lado ciego con su Sig levantada y abrió de un golpe la puerta trasera.
Nadie en el asiento trasero.
Nikki abrió la puerta del acompañante y también estaba vacía. El conductor todavía tenía sus manos levantadas mientras ella enfundaba su arma. “¿Dónde está tu pasajero?”
“La mujer me dijo que la dejase salir justo después de recogerla. Yo la deje en su camino de regreso en la Sixty-sixth, cerca del Armony.” Heat miró calle arriba, sintiéndose sin esperanza. “Le dije que pagó por una carrera al aeropuerto y me dijo que siguiera hasta allí.”
“Hágame un favor, señor, abra el maletero,” dijo ella, sabiendo que era inútil.
Esta vez permitió a Rook acompañarla de vuelta al apartamento de Salena Kaye. Raley y Ochoa estaban enguantados, yendo hacia la sala de estar cuando ella entró. Ella tendió a Rook un par de guantes extra de su estuche.
Raley dijo, “acabo de hablar con el detective Rhymer en el hotel. Le mandamos una foto de Salena Kaye de la foto de allí.” Señaló la foto enmarcada en la estantería detrás de la televisión. “Él dice que te diga que DD –sabes a quien me refiero- ha identificado a Salena como la mujer que estuvo visitando la habitación de Carter Damon durante su estancia.”
Lo que debería haber sido una alegría por hacer esa conexión clave con Carter Damon, se deslizó dentro del pozo mientras el corazón de Nikki se hundía por perder a su sospechoso. Esto se debió de reflejar en ella. “Un movimiento bastante astuto, abandonándote así,” dijo Ochoa.
“Cuéntame a mí,” dijo Heat. “Realmente pensé que la teníamos.”
Raley se aclaró su garganta. “Quizás nosotros solo tengamos que seguir el aroma a té de aceite de árbol.”
“Graciosísimo,” dijo Rook. “¿Qué pasó con la fraternidad de la Sangre Roach?”
“Lo hablamos. Queremos nuestra sangre de vuelta.”
Nikki les dejo con sus comentarios y camino por el resto del apartamento. Perder a Salena no enturbiaría los progresos del día, pero dejaría un mal sabor de boca. Antes de que el pesimismo se infiltrara, decidió ocuparse en algo. “¿Habéis registrado la habitación ya?”
“No, todavía no,” dijeron los Roach.
La bolsa todavía estaba abierta a los pies de la cama, por lo que Heat empezó por allí, comprender que es lo que Salena empacaría para llevarse con ella significaba lo más importante para ella. Los bolsillos exteriores contenían maquillaje y artículos de tocador en bolsas con proporciones adecuadas según la Agencia de Seguridad de Transporte. La sección de la cremallera exterior contenía un secador y cepillos. El compartimento principal estaba medio lleno con un par de sandalias, alguna ropa interior de Victoria’s Secret, del tipo atrevido –sin sorpresas- y un par de vaqueros. Cuidadosamente levantó esa pila para ponerla en la colcha y dejo salir un “¡Siii!” a una habitación vacía.
Debajo de la ropa, Nikki encontró su caja de fotos de recuerdos robada.
Como os aviso Delta5 el jueves no había capitulo porque estaba de puente y hasta hoy na de na. Pero lo prometido es deuda.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre muchas gracias por seguirnos y por vuestros comentarios, nos hacen seguir con esta aventura. Disfrutadlo y comentad.
CAPITULO DIECISIETE
Las dos balas en Carter Damon tenían en ellas el nombre de Nikki Heat. La forense ya había cortado la camiseta que cubría su cuerpo, y las dos marcas de entrada en la parte de arriba de su cuerpo coincidían con las que Nikki le había disparado la noche del asesinato de Don.
Lauren Parry se inclinó sobre el escritorio del puerto, donde la Unidad Portuaria había colocado el cuerpo, e indicó las heridas con la punta de su bolígrafo, empezando por aquella en el lado derecho de su cuello donde este se encontraba con el hombro. “Empecemos con esta.”
“Esa es del disparo que yo le hice a través de la ventana de pasajero del taxi.”
“Cuando haga la autopsia, apostaría a que esta fue casi fatal. Tú estabas en el bordillo, como recuerdo de tu Informe del tiroteo, por lo que esta habría bajado en un cierto ángulo, probablemente alojándose terriblemente cerca de la vena subclavia o la yugular, o ambas. Si hubieras acertado en alguna de estas, él habría muerto en minutos, o incluso menos. Por lo que, estoy pensando en una incisión, y asumo que él se hizo un sangrado mucho más lento durante los pasados días. Pero sabré más cuando lo lleve a la B-23,” dijo, refiriéndose al número de la sala de autopsias.
Heat se arrodilló a su lado y señaló a la segunda herida de bala, aquella de su pecho. “¿Qué son estas marcas alrededor del agujero de entrada?”
“Buen ojo. Estas marcas que ves son de sutura. Debieron haberse desgarrado cuando golpeó el agua desde el puente.” Acercó la cara a unos centímetros de la herida. “Uh-huh. Veo fragmentos de hilo.”
“Pero lo comprobamos con los de emergencias,” dijo Nikki. “Sin informes de él, en ninguna parte.”
Rook dijo, “¿estás diciendo que este tío se cosió él mismo? Hablando sobre machos. Toma esa, Chuck Norris.”
Lauren dijo, “dudo mucho que se lo hiciera él mismo. Este es un trabajo profesional.” En ese momento, cuando vio a Nikki agachada sobre el otro agujero de bala, añadió, “no puedo ver ninguna evidencia de trabajo terminado en la otra herida.”
“¿Por qué una y no la otra?” pregunto el Detective Feller.
“La otra herida es de alto riesgo por la proximidad a venas y arterias. Quien quiera que se ocupara de él sabía que hay que dejar que esto se cure solo.”
“Por lo que,” dijo Nikki, “Damon consiguió algún tipo de ayuda, pero fuera del sistema.” Se levantó y estiró su espalda. “¿Y no estaba muerto cuando entró en el río?”
“Lo dudo. ¿Ves todas las abrasiones de aquí?” Lauren deslizó su dedo por la descoloración de su cara y pecho. “Esto parece consecuente con el impacto contra el agua. Y solo veo evidencias de coagulación donde las suturas se desgarraron en la herida dos. Esto no hubiera ocurrido si hubiese estado muerto. Seré capaz de comprobarlo con el recuento de los mastocitos para poder confirmarlo cuando vuelva a mi microscopio. También comprobaré sus pulmones en la autopsia. Si estaba vivo, tendrá agua del rio en ellos.”
Mientras los detectives y Rook se dirigían hacia sus coches, Lauren retuvo a Nikki para hablar con ella a solas. “Todavía estoy haciendo hincapié en el desastre del examen toxicológico de Nicole Bernardin.”
“Obviamente no fue tu culpa, Laur. Y Irons está con ello ahora.”
“¿Esta? Presione a los de Seguridad sobre las cintas de vigilancia para que no grabaran nada sobre ellas, pero cuando llamé al Capitán Irons para que se dispusiera a conseguirlas, dijo que llamara a la detective Hinesburg y nunca tuve esa llamada de vuelta.”
“Típico,” dijo Heat. “Pondré a Raley en ello. Él es el Rey de Todos los Medios de Vigilancia, ya sabes.”
“¿Y Irons? ¿No le cabrea eso?”
“Doctora, mientras que él esté fuera de mi camino, verdaderamente no me importa.”
La atmósfera en la oficina crepitaba cuando Heat entró, por lo que convocó una reunión de la brigada para una puesta al día. Pero primero, tenía que limpiar el camino de mosquitos.
Lon King había dejado un mensaje a Nikki recordándole que quería tener una cita con ella. Hizo una bola con la nota y la tiró. Tratar con el Hombre de Hierro no era tan fácil.
El Capitán la encontró en la cocina mientras se preparaba un café. “Detective Heat, asumo que, dado que Carter Damon esta fuera de las pizarras, ¿podemos cerrar ese caso y liberar a su personal de las horas extra?”
“¿Cómo que está terminado? Él era un jugador, en la manera en que yo lo veo.”
“Él mató a tu amigo ex-marine del SEAL, ¿verdad? Probablemente él también fue el que metió a la señorita en la maleta.”
“Probablemente no sea el mismo como probaré. Y todavía está mi madre.”
“¿Por lo que no crees que sea conveniente que él fuera el líder en este caso?”
“Buena pregunta,” dijo ella. “Si me permite, Capitán, voy a hacer mi trabajo e investigar.” Y le dejó de pie en la cocina sin mirar atrás.
La detective Heat tenía todavía un montón de cuestiones preocupándola. Con Sharon Hinesburg fuera solo Dios sabía dónde, y Irons en la cocina haciendo gofres, se dispuso a compartirlas con su brigada que estaba reunida frente a las Pizarras de Asesinatos. En la casilla verde que había creado para el caso de Don, Nikki escribió “Carter Damon” en letras gordas y dijo, “De acuerdo, nosotros hemos resuelto el asesinato de Don.”
“¿Nosotros? Más bien tú y Mr. Sauer,” dijo el Detective Malcolm, dando inicio a un pequeño coro de aplausos que sofocó con una mirada.
“Pero,” ella continuó, “una solución abre un montón de cuestiones.”
Raley dijo, “seguro, porque Don no era el objetivo, lo eras tú.”
“Correcto. Por lo que volvamos a eso, ¿Por qué venía detrás de mí?”
“Simple,” dijo Reynolds. “Estabas excavando dentro del caso de tu madre.”
“Pero yo siempre he estado excavando en ese caso. ¿Alguno de aquí duda que después de una semana pasando por eso, no lo he comprobado?”
Nadie desafió eso. “¿Y porque él sería el único que vendría tras de mí?” Ella se giró y escribió debajo del nombre de Carter Damon: “¿Cuál es su participación en los asesinatos?”
“Sé por qué él fue detrás de ti,” dijo Rook. “Iluminaste el radar. No solo estabas excavando en el caso de tu madre- tú estabas excavando en un camino hacia atrás en su caso. Eso cabreó a alguien. Si no era Carter Damon, alguien que trabajaba con él.”
“O para el que él trabajaba,” dijo Feller, encontrándose en un raro acuerdo con el escritor. “Quiero decir, Damon era un contundente instrumento. Tíos como ese siguen instrucciones, cogen su pago, y se pasan los sábados encerando el coche.”
Ochoa dijo, “Estoy de acuerdo. Esto no puede ser obra de un solo tío. Y Carter Damon seguro que no te disparó desde la parte alta de High Line.”
El Detective Rhymer entró de entrevistar al testigo ocular del Puente de Brookly. “¿Qué conseguiste?” Preguntó Heat antes incluso de que se sentara.
“Variado. El Dr. Arar estaba conduciendo desde Park Slope a las cuatro y media de esta madrugada. Estaba a mitad del trayecto cuando vio a alguien delante suyo arrojando una bolsa de basura por encima de un lado. Al pasar vio que la bolsa de basura tenía brazos y piernas, por lo que pisó el freno justo cuando el tío la volcaba. Dice que paró e hizo sonar su bocina a la persona que lo lanzaba, y cuando lo hizo, ella empezó a correr hacia el lado opuesto.”
“Espera,” dijo Heat. “¿Ella? ¿Tu testigo dice que la otra persona era una mujer?”
“Él no tiene dudas.”
“¿Cuál es la descripción?”
“1,76 o 78, constitución atlética, ropas oscuras, sombrero.”
“¿Vio su cara? ¿Podemos elaborar un retrato?”
“Esa es la parte variada. Dice que estaba muy oscuro, y que ella no se giró para mirarle. Solo bajó su cabeza y se fue.”
Malcolm preguntó, “¿Cómo está tan seguro de que era una mujer?”
“Yo le pregunté lo mismo. Dijo que como doctor, reconoce a una mujer cuando la ve.”
“Yo siempre lo compruebo por la nuez,” dijo Feller. “Evitas mucha incómodas sorpresas cuando los llevas a casa.”
Cuando las burlas se calmaron, Raley preguntó a Heat, “¿Y que hay sobre el tirador de la otra noche? ¿Es posible que estuvieras persiguiendo a una mujer en vez de a un hombre?”
Nikki dijo, “no lo sé. Nunca vi la nuez,” y empezó a consignar la siguiente ronda de tareas. Mandó a Malcolm y Reynolds fuera, hacia Staten Island, para ayudar a la Comisaría 122 en su registro de la casa de Carter Damon. El resto de la unidad la dividió entre comprobar sus registros telefónicos y financieros. Para ser cuidadosa, tenía a Feller comprobando a las cuatro personas en la lista de tutorías de piano de Joe Flynn sobre sus coartadas durante su ataque en High Line. Rhymer consiguió la tarea de re-sondear las emergencias y farmacias ahora que sabían que Damon había recibido algún tipo de ayuda médica.
“Feliz,” dijo Opie, “¿pero no cubrimos esa base la pasada semana?”
“Lo hicimos, y ahora podemos hacerlo otra vez –pero con una foto de Carter Damon para mandarles por correo.” Ella tapó su rotulador y dijo al grupo. “Es un buen momento para recordarles a todos ustedes: No bajemos la guardia. Sé que parece como que estamos empezando a coger carrerilla con algunas pistas calientes, pero nos podemos desviar con facilidad por el camino equivocado si no nos mantenemos alerta y hacemos un trabajo concienzudo. Ese es el camino por el que nosotros podemos llegar a solucionar estos casos.”
Cuando la brigada se hubo desplegado, Heat envió a un agente a First Avenue para recoger las cintas de la cámara de seguridad de la Oficina del Forense que Lauren Parry había asegurado. Nikki se las guardaría a Raley para entregárselas después que terminara de comprobar los registros financieros de Damon. O quizás incluso se las tiraría en el regazo de Sharon Hinesburg si la diva detective alguna vez hacía una aparición.
Nikki llamó a Lauren para hacerla saber la recogida del esperado vídeo. “Oh, ¿esto no es una llamada para decir, ‘vamos, chica, date prisa, ¿Qué te está tomando tanto tiempo con mi autopsia?’?”
“De ninguna manera,” Heat paró y después dijo, “bueno, desde que mencionaste la autopsia…”
Su amiga se rió entre dientes y le dijo a Nikki que era un buen momento, la acababa de completar.
“Primero, sí al agua en los pulmones. Carter Damon estaba respirando cuando entró en el agua. También, alrededor de las suturas rotas, encontré mastocitos, glóbulos blancos, y linfocitos. Esto es lo que miro debajo del microscopio cuando quiero saber si un cuerpo vivo está tratando de cicatrizarse solo.” Nikki oyó una página de notas pasarse en el lado de Lauren y la forense continuó, “aquí hay una interesante cuestión. No solo tenía esa herida del pecho suturando, quien quiera que lo hiciera, le movió la bala. No un trabajo muy fino, pero lo suficientemente bueno. Por lo que estamos tratando con un razonable grado de competencia.”
“¿Y sobre el cuello?”
“Menor roce de la yugular. ¡Te lo dije! ¿Quién es mejor que yo?”
Nikki dijo, “necesitas pasar más tiempo con gente. Preferiblemente viva.”
“Demasiado trabajo. De todas formas, esa bala esta todavía alojada ahí. Por supuesto, la he guardado para balística, pero estoy segura de que coincidirá con la nueve milímetros de tu arma.”
Rook volvió para holgazanear en su escritorio cuando ella colgó. “¿Sabes que no puedo quitarme de mi cabeza desde el cuerpo de esta mañana? Pequeña cosa pero, pregúntate a ti misma -¿Cuál es el calcetín desparejado sobre el cuerpo de Carter Damon?”
“Me arrepiento del día en que una vez te enseñé sobre calcetines desparejados.”
Él la ignoró y dijo, “¿Dejarlo? Te lo diré: sin vieja cicatriz del disparo de cuando él fue un novato. ¿Recuerdas lo que nos dijo sobre eso en la comida?”
“¿Quizás simplemente no la viste?”
“No la vi porque no había ninguna.”
“Bueno, me enteré de que todavía está en una mesa en la Oficina del Forense. ¿Quieres que llame a Lauren para comprobarlo?”
“No tienes que hacerlo. Tenía a uno de los ayudantes administrativos llamando a Personal.”
“Rook, ¿usaste a uno de nuestros ayudantes para hacer una llamada por ti?”
“Tenía que hacerlo, desde que Personal tiene esta ‘cosa’ sobre los acceso a los registros civiles confidenciales de la policía. De todas formas, Carter Damon nunca fue disparado. ¿Por qué mentiría sobre eso?”
Rook estaba en lo cierto, era una pequeña cosa. Pero Heat sabía que las pequeñas cosas normalmente hacen que el rompecabezas encaje de forma crítica, y esto lo anotó en la Pizarra de Asesinatos, aunque Rook se quejó de que ella lo había escrito en letras minúsculas.
Esa tarde, a través del murmullo de conversaciones telefónicas de los detectives haciendo rondas y pidiendo comida para entregar porque nadie quería cogerse un descanso, llegó un grito de Rhymer desde su escritorio. “¡Tengo una!” Opie sonaba como si hubiese pescado un gran pescado. En cierto sentido, lo había hecho.
Heat condujo hacia el Bronx con Rook y el Detective Rhymer, tan rápido como le fue posible, sobrepasando los semáforos en amarillo y pisando fuerte el acelerador cuando estaban a punto de cambiar a rojo. Aparcó en doble fila enfrente del Price It Drugs y se apresuraron a entrar.
La farmacia se situaba a tres bloques desde donde Carter Damon había abandonado su taxi la noche en que Nikki le disparó. Además de bombardear con e-mails con la foto de Damon a las Urgencias y farmacias en todos los municipios, el Detective Rhymer había conseguido un mapa y trabajado los teléfonos en círculos concéntricos hacia el exterior desde donde se deshizo del taxi. El primer ambulatorio al que había llamado no reportó ninguna relación de interés. Pero en su siguiente intento en una pequeña farmacia en Southern Boulevard cerca de Prospect, el propietario, que era ya mayor y no muy ducho en el e-mail, y que se había perdido las primeras alertas, relacionó a Damon por la descripción del detective. Y lo confirmó cuando Rhymer le mandó un fax con su foto.
Diligente y ansiosa, la Detective Heat mostró su copia de la foto de Carter Damon al propietario para hacer una doble comprobación en persona. “Si, es él,” dijo Hugo Plana, reafirmando también que el herido Damon había entrado tambaleándose la noche del tiroteo, justo antes de cerrar a medianoche. “Él entró por su propio pie, pero no sé cómo,” dijo el viejo hombre. Se quito las gafas y la devolvió la foto. “Estaba hecho un desastre. Sangre aquí y aquí.” Hugo señaló a las dos heridas de balas que Heat le había hecho al ex-policía. “Yo le pregunte si quería que llamara a una ambulancia y él me gritó, ‘¡No!’, de esta forma. Después me dijo que quería algunas gasas, tijeras y antisépticos para cubrir las heridas. Pero empezó a desmayarse, por lo que le ayude a sentarse en una de las sillas por allí, en la zona de espera de recetas.”
“¿Cómo no llamo a la policía?” preguntó Rook. “Un tío entra en mi lugar de trabajo así, y hubiera hecho una llamada a escondidas, sin importar lo que él dijera.”
El viejo hombre sonrió y asintió. “Sí, entiendo. Pero, mire, somos una pequeña e independiente farmacia. Un negocio familiar. En este vecindario, veo mucha gente en mal estado. Dios mío, es increíble. A veces una pelea, a veces una pelea entre bandas –a veces, no quiero saber. Cuando entran para pedir ayuda, yo ayudo. No estoy aquí para hacer muchas preguntas o domarles. Ellos confían en mí. Son mis vecinos.”
Heat preguntó, “¿Por lo que le facilitó los suministros que quería?”
“Lo hice. Los puse en una bolsa todos, y cuando termine, ya estaba fuera. Su cabeza se seguía cayendo y subiendo. Me ofrecí para llamar a una ambulancia de nuevo pero él lo rechazó. Después su teléfono sonó y me preguntó si había un hotel cerca. Le dije que el Key Largo estaba en la esquina, y me dijo que le ayudara a ponerse en pie. Después me dio un fajo de billetes, cogió la bolsa, y se fue.”
“¿Sabe quién llamó?” preguntó Rhymer.
Hugo sacudió su cabeza. “Sonaba como alguien que estaba llegando para encontrarse con él y necesitaba encontrar un lugar.”
El vestíbulo del Key Largo estaba oscuro y transmitía el hedor propio de los hoteles cutre que Nikki alguna vez había investigado –una mezcla de moho rancio, limpiadores fuertes, y humo de tabaco. Los entarimados crujieron bajo la sucia alfombra que conducía a la recepción. No había nadie allí, y una señal de plástico donde faltaban las manecillas del reloj decía, “vuelvo en…”
Nikki gritó un hola y no consiguió respuesta. Rook dijo, “Wow, han recreado la elegancia y el encanto del Key Largo justo aquí, en el Bronx. Me hace sentir como que yo soy Bogey y tu eres Bacall.” Golpeó el timbre de servicio con su palma. No hizo ding. Después, y para diversión de Rhymer, examinó su mano con un fruncimiento de ceño y se la seco en el muslo de su pantalón. Heat iba otra vez a llamar a alguien cuando su teléfono vibró. Era Malcolm haciendo la comprobación desde Staten Island.
“Tengo algo jugoso para ti, Detective Heat.” Nikki se alejó del mostrador y comenzó a pasearse. “La brigada esta todavía con la casa de Damon, pero Reynolds y yo descubrimos que alquiló una unidad de almacenamiento público por Castleton Corners. Adivina que había dentro.”
“Simplemente díselo, hombre,” dijo Reynolds por detrás. Heat estuvo de acuerdo.
“Una furgoneta,” dijo, haciendo que su corazón se acelerase.
“¿Granate?” preguntó ella.
“Afirmativo. ¿Y el letrero en un lado? ‘Righty –O Carpet Cleaners.”
“Lo hicisteis genial.” Pero Heat contuvo su emoción y fue a lo práctico.
“Ahora, por favor, decidme que ambos lleváis guantes.”
“Si, madam, nosotros somos el Equipo de Manos Azules.”
“Excelente. ¿Habéis tocado algo?”
“No, solo alumbramos la ventana trasera para asegurarnos que no había nadie allí, vivo o muerto. Esta limpio.”
“Ahora esto es lo que yo quiero que hagáis. Salid de ahí y quedaros fuera. Dejad la puerta como estaba, no toquéis el tirador otra vez. Solo mantened la guardia y conseguir que la Unidad de Evidencias haga un trabajo fino con esto. Y cuando yo digo UE, quiero a Benigno DeJesús y solo Benigno DeJesús. No otro.”
“Lo pillo.”
“¿Y Mal? Tu y Reynolds sois geniales.”
Heat acababa de informar a Rook y Rhymer cuando, desde el escritorio, una mujer blanca de mediana edad con rastas, que había emergido desde la parte de atrás seguida de un rastro de humo de cigarrillos, dijo, “¿Reserva para tres? Eso es un deposito de cincuenta dólares.” Cogió el libro de firmas del mostrador y extrajo algunas llaves de una cabina detrás de ella. Cuando se giró, se encontró mirando la placa de Nikki.
El nombre que figuraba en la placa era DD, y ellos siguieron a la mujer hasta el pasillo del segundo piso, pasando por encima de numerosas reparaciones con cinta aislante en la alfombra. “Piénselo otra vez, DD,” dijo Nikki. “¿Está segura que no vio a nadie más viniendo aquí para visitarle?”
“No vi nada, a ninguna hora, de ninguna manera. La gente va y viene.”
Rook preguntó, “¿Y sobre otra persona quedándose con él? ¿Tendría que saber eso no?”
“Técnicamente. Pero vamos.” Ella se paró a medio camino en el pasillo con los brazos en jarras en una posición difícil de discutir, y dijo, “Los tíos pagan con dos semanas de antelación en efectivo. Es todo lo que me importa.”
Se pararon en una puerta al final del pasillo con un “No Molesten” colgando del tirador. Preguntándose sobre la contaminación del sitio y el análisis forense, Nikki preguntó, “¿El servicio de limpieza ha estado aquí?”
“Sip,” DD se burló y señaló a la Tarjeta de limpieza. “Sin pequeños lamparones en la almohada.” Después golpeó la puerta dos veces y dijo, “Yo, la jefa.” Cuando DD deslizó la llave dentro, Nikki señaló a su espalda.
Ella y Rhymer descansaron sus manos en las fundas de las pistolas y entraron primero.
“Santo Dios,” dijo DD, resumiéndolo para todos ellos. Se alejó y dijo, “voy a llamar al propietario,” y se alejó corriendo.
La sangre lo cubría todo. La cama, especialmente la almohada y la cabecera de la sábana superior, era un lago seco de profunda oxidación. Una pila de toallas en el suelo al lado de la cama era una saturación de rojo. El escritorio, el cual había sido movido hacia la mitad de la sala, estaba cubierto por la cortina de baño arrancada. En un extremo de dicha lámina de vinilo, había otro charco de sangre que se había separado con el tiempo, con ámbar en los extremos y un marrón profundo en el centro de la mancha. Canela roja, como gotas de una vela, se aferraban a los lados de la cortina donde la sangre se había filtrado y hacia pequeños charcos en la alfombra, la cual también parecía seca. Los montones de gasa ensangrentada decoraban el suelo allí, al lado de los embalajes estériles desechados.
Rook dijo, “no he visto tanta sangre en un hotel desde ‘El Resplandor’.”
“Parece que encontré mi sala de emergencias,” dijo Opie.
“Y la improvisada Unidad de Cuidados Intensivos,” dijo Heat. Dejó al Detective Rhymer encargado del escenario, esperando que, en medio de todo esto, los Forenses pudieran conseguir algunas huellas y descubrieran quien ayudo a Carter Damon.
Cuando Nikki volvió del Bronx con Rook, los Roach estaban esperando y se abalanzaron sobre ella en la puerta de la oficina. La guiaron a sus escritorios de lado-a-lado, donde habían organizado una sesión de información. “Banco, primero,” dijo el Detective Raley. “Resulta que Carter Damon tenía un rastro de dinero propio.” Abrió un expediente en su monitor e hizo click a través de las páginas del estado de cuentas de los bancos mientras hablaba. “Mira aquí. Un depósito de trescientos mil dólares fue a su cuenta el lunes después de que tu madre fuese asesinada. Y después, ¿ves aquí? Pequeñas sumas –veinticinco de los grandes- cada seis meses después de eso.”
La espantosa conclusión era demasiado obvia para no extraerla –que un miembro de una fraternidad, un inspector del NYPD, probablemente hubiese matado a su madre por contrato y después hubiese sido retenido para mantener a raya los progresos de la investigación. Obvio o no, Nikki bloqueó el instinto de cerrar su mente por correr hacia esa conclusión y todavía preguntó, “¿Por cuánto tiempo tuvo esos pagos?”
“Hasta el mes pasado. Después, un gran cambio.” Pasó a la siguiente página. “Otro depósito por trescientos mil, hace dos semanas.”
Nikki miro la fecha. “Ese es el día que encontramos a Nicole Bernardin en la maleta.”
“Y el mismo día en que nosotros quedamos con el ex-Detective de Homicidios Carter Damon para comer,” añadió Rook. “¿Ese era un pago por matar a Nicole, o por tratar de matarte?”
“¿O ambos?” preguntó Ochoa. “Los registros telefónicos cuentan también una historia.” Le dio a Nikki una copia de los impresos que había investigado. Rook leyó por encima de su hombro.
“Destacó las tres llamadas de mayor interés al pie de la página uno; fíjate en que Damon hizo dos llamadas internacionales a un número de móvil desechable en París. Una la noche en que Nicole fue asesinada –para refrescar tu memoria, eso habría sido dos noches antes de que nosotros encontrásemos la maleta- y la segunda llamada a París, al mismo teléfono, justo después del encuentro contigo y con Rook para comer.”
Nikki se tomo un momento para pensar y dijo, “bien, probemos esto. Supongamos, por el bien del razonamiento, que la primera llamada a París era sobre matar a Nicole Bernardin. O para conseguir la orden o confirmación de que la hubiese matado. ¿Sobre qué sería la segunda llamada? ¿En qué piensas?”
Rook dijo, “quizás Damon estaba llamando por el sicario que mato a Tyler Wynn. Él podría haber sido tu tirador la pasada noche.”
“Si, pero nosotros comprobamos los pasajeros que entraron desde París a través de la aduana, ¿recuerdas?” dijo Ochoa. “Sin datos conocidos en la lista de vigilancia.”
“¿Y?” dijo Rook. “Quizás quien quiera que fuera entro a través de otro puerto de entrada, como Boston o Filadelfia. O ese dato no figura en las listas de vigilancia.”
“Pensemos en eso,” Nikki dijo.
“¿Hizo Damon alguna llamada a los Bernardins en París?” preguntó Rook.
“¿Alguna posibilidad de que fuese el esquivo Sr. Seacrest?”
El Detective Ochoa se encogió de hombros. “Sin registro de eso. Pero esa llamada vino de una grabadora, ¿recuerdas?”
Heat se giró a la siguiente página de los impresos de Ochoa. “¿Es esta llamada de aquí?”
“No es la llamada, es la sincronización. Compruébalo. Carter Damon hizo esta inmediatamente después de que finalizara su llamada a París y seguida de tu comida con él.”
Raley dijo, “si es como Feller dice, y Damon era un instrumento contundente, a mi me parece como que quizás alguien le dijo a él que hacer, y lo hizo.”
“Miguel, asumo que rastreaste el número,” dijo Nikki.
“Lo que asumes es correcto. El número está asociado en Second Ave a una tal Salena Kaye.”
Heat y Rook giraron sus cabezas el uno hacia el otro. Y él dijo, “¿Salena¡?¡? ¡Esa es mi traviesa enfermera!”
El chicle en el techo del Roach Coach se reflejaba en el espejo retrovisor de Heat mientras conducían en convoy. Código Dos, a través de Central Park y ciudad arriba hacia la dirección de Salena Kaye en Second cerca la 96th Street. Nikki puso la sirena cruzando Fifth Avenue mientras salía de la transversal. Mientras se dirigía hacia la Eighty-fourth, Heat comprobó su espejo para asegurarse que Raley se mantenía detrás, y Rook dijo, “bueno, ahora sé porque Carter Damon me mintió sobre ser disparado. Me estaba camelando dentro del intercambio de historias de rehabilitación para darle el nombre de Gitmo Joe. Él simplemente le rastreó a través de mi agencia y le reemplazó por su chica Salena.”
“Estoy de acuerdo en eso.” Nikki tocó la bocina y volteó el volante para pasar a un camión de reparto que se había detenido en su carril. De vuelta hacia la parte de arriba de la ciudad, continuó, “Damon la puso contigo para mantenerse al corriente del caso. Piensa en ello, Rook, ella vio la Pizarra del Asesinato Sur, nuestras notas del caso, y todo antes de que se fuera.” Nikki no pudo resistirse, y añadió, “sonriendo con esa gran dentadura de dientes blancos todo el tiempo.”
Rook pilló su rencor y contrarresto, “también daba unos masajes estupendos.”
Ella paso la curva de la Ninety-sixth y paró en un parque. “Hora de hacer una llamada a la casa de la traviesa enfermera.” Pero cuando Rook salió, le dijo, “Oh no, tú te quedas.”
“¿Por qué? ¿Es esto una venganza por lo que dije sobre los masajes? Estaba pensando en ti todo el tiempo, lo juro.”
Ella se unió a Raley y Ochoa en la escalera de la entrada principal del edificio de apartamentos. “No voy a debatir sobre esto. Quédate en el coche, lo digo en serio.”
“¿Cuántos tiene, como, seis?” dijo Ochoa en el camino.
“Le halagas,” dijo Raley.
Arriba, en la puerta del apartamento de la quinta planta, Raley se arrodilló al lado de la cerradura, sosteniendo la llave del portero, listo. Heat y Ochoa le flanqueaban con las armas listas. “Salena Kaye, NYPD, abra,” gritó. Sin respuesta. Heat le dio a Raley su aprobación y este metió la llave dentro. Nikki giro el pomo y empujó, pero la puerta golpeo algo sólido, una pieza del mobiliario, y se paró.
“Mio,” dijo Ochoa. Retrocedió y dio a la puerta una patada voladora con su pie. Esto solo la abrió unos cuantos centímetros. “Juntos compañero,” dijo, y él y Raley golpearon la puerta con ambos hombros, pasando a su interior.
“Habitación, limpia,” dijo Ochoa.
“Cocina, limpia,” gritó Heat.
Raley salió del baño y enfundó su arma. “Nada en el baño, tampoco.”
El Detective Ochoa dijo, “ella salió con prisas de aquí. Los armarios están abiertos y hay una bolsa a medio hacer en la cama.”
Nikki vio la ventana abierta. En su camino hacia la salida por la puerta gritó. “Salida de incendios. Uno de vosotros que suba. Yo iré por la calle.”
Heat maldijo las escaleras del pasillo y corrió a través del vestíbulo hacia la acera. Rook estaba de pie al lado de Crown Victoria, señalando. “Un coche de servicio la recogió.”
“Adentro,” dijo ella.
“Les vi irse hacia la izquierda en la Ninety-seventh.”
“El cinturón de seguridad,” dijo y encendió las luces.
Mientras giraban la esquina, él saco su teléfono. “También conseguí el número de medallón del coche.” Él consiguió mandar un mensaje para el coche de servicio. “Estoy declarando una emergencia policial, necesito saber la ruta del coche con el número K-B-4-1-3-1-9.” En Lexington él señaló frenéticamente hacia la izquierda, y ella giro. Él preguntó por el número de matrícula y lo escribió. “Aprecio la ayuda,” dijo y colgó. “JKF, via Midtown Tunnel.”
“Lo hiciste demasiado fácil,” dijo ella, alcanzando el micrófono de la radio.
“Oye. Los periodistas de investigación también tienen sus trucos.”
La Detective Heat llamó para alertar a todos los oficiales de servicio en la entrada del túnel para detener a un Lincoln Town Car negro y dio el número de la matrícula que Rook había conseguido. Nikki todavía mantenía su velocidad y justo después de cruzar 42nd Street, Rook dijo, “¡Allí! Carril derecho, pasando el Pret A Manger.”
Un pitido de la sirena, y el sedan se paró. Ella gritó para los refuerzos y abrió la puerta. “Te quedas,” le dijo a Rook.
Las ventanas no estaban tintadas y los asientos traseros parecían vacíos. Se aproximo por el lado ciego con su Sig levantada y abrió de un golpe la puerta trasera.
Nadie en el asiento trasero.
Nikki abrió la puerta del acompañante y también estaba vacía. El conductor todavía tenía sus manos levantadas mientras ella enfundaba su arma. “¿Dónde está tu pasajero?”
“La mujer me dijo que la dejase salir justo después de recogerla. Yo la deje en su camino de regreso en la Sixty-sixth, cerca del Armony.” Heat miró calle arriba, sintiéndose sin esperanza. “Le dije que pagó por una carrera al aeropuerto y me dijo que siguiera hasta allí.”
“Hágame un favor, señor, abra el maletero,” dijo ella, sabiendo que era inútil.
Esta vez permitió a Rook acompañarla de vuelta al apartamento de Salena Kaye. Raley y Ochoa estaban enguantados, yendo hacia la sala de estar cuando ella entró. Ella tendió a Rook un par de guantes extra de su estuche.
Raley dijo, “acabo de hablar con el detective Rhymer en el hotel. Le mandamos una foto de Salena Kaye de la foto de allí.” Señaló la foto enmarcada en la estantería detrás de la televisión. “Él dice que te diga que DD –sabes a quien me refiero- ha identificado a Salena como la mujer que estuvo visitando la habitación de Carter Damon durante su estancia.”
Lo que debería haber sido una alegría por hacer esa conexión clave con Carter Damon, se deslizó dentro del pozo mientras el corazón de Nikki se hundía por perder a su sospechoso. Esto se debió de reflejar en ella. “Un movimiento bastante astuto, abandonándote así,” dijo Ochoa.
“Cuéntame a mí,” dijo Heat. “Realmente pensé que la teníamos.”
Raley se aclaró su garganta. “Quizás nosotros solo tengamos que seguir el aroma a té de aceite de árbol.”
“Graciosísimo,” dijo Rook. “¿Qué pasó con la fraternidad de la Sangre Roach?”
“Lo hablamos. Queremos nuestra sangre de vuelta.”
Nikki les dejo con sus comentarios y camino por el resto del apartamento. Perder a Salena no enturbiaría los progresos del día, pero dejaría un mal sabor de boca. Antes de que el pesimismo se infiltrara, decidió ocuparse en algo. “¿Habéis registrado la habitación ya?”
“No, todavía no,” dijeron los Roach.
La bolsa todavía estaba abierta a los pies de la cama, por lo que Heat empezó por allí, comprender que es lo que Salena empacaría para llevarse con ella significaba lo más importante para ella. Los bolsillos exteriores contenían maquillaje y artículos de tocador en bolsas con proporciones adecuadas según la Agencia de Seguridad de Transporte. La sección de la cremallera exterior contenía un secador y cepillos. El compartimento principal estaba medio lleno con un par de sandalias, alguna ropa interior de Victoria’s Secret, del tipo atrevido –sin sorpresas- y un par de vaqueros. Cuidadosamente levantó esa pila para ponerla en la colcha y dejo salir un “¡Siii!” a una habitación vacía.
Debajo de la ropa, Nikki encontró su caja de fotos de recuerdos robada.
lastral- Policia de homicidios
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