Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
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Frozen Heat - Traducido al español, Capítulo 7, parte 2.
Lo siento chic@s. Me acaba de comunicar Lastral que hoy le va a ser imposible subir la 2ª parte del Capitulo 7. Que lo subirá en cuanto pueda, casi seguro que mañana viernes.
Saludos a todos
Saludos a todos
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Esperaremos pacientemente! La traducción está quedando genial!
Muchas gracias
Muchas gracias
cris_beckett- Autor de best-seller
- Mensajes : 857
Fecha de inscripción : 29/05/2012
Edad : 33
Localización : Madrid
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Buenas!!! Siento la tardanza pero ayer tuve un dia de loco y no me pude conectar. Muchas gracias a Delta5 por avisaros de eso.
Pero lo bueno se hace esperar y ya teneis un nuevo capitulo
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre muchas gracias por seguir esta intrigante historia y por vuestros comentarios que animan a seguir adelante. Disfrutad y comentad.
CAPITULO 7-SEGUNDA PARTE
Cuando Heat hubo terminado su declaración para el detective de la comisaría trece, Lauren Parry tomo un descanso sobre el cuerpo de Don y la tendió un vaso de zumo de naranja. “Encontré esto en tu nevera. Bébetelo. Conseguirá que tu nivel de azúcar en sangre suba.” Nikki tomo un pequeño sorbo y puso el vaso en el final de la mesa. “No bebiste nada. ¿Qué pasa? ¿Sientes nauseas? ¿Dolor en el pecho? ¿Mareo?” La forense comprobó su pulso. Satisfecha de que Nikki no estuviera en shock, ella tendió a su amiga una caja de toallitas sanitarias. “Tengo que volver a mi examen preliminar. Límpiate.” Ella señaló a la sangre seca y al tejido apelmazado en las piernas y brazos de Heat, añadiendo mientras se alejaba. “Tampoco olvides tu cara.”
Nikki hizo una cosa: simplemente dejó la caja de toallitas al lado del zumo de naranja y miró fijamente, con ojos vidriosos, al cadáver de su amigo. Voces atrajeron su atención hacia la puerta de la entrada que todavía permanecía abierta al pasillo. El Detective Ochoa llegó primero, con rostro sombrío pero compartiendo un bajo y discreto ademán con su novia, Lauren. Su compañero le seguía, un Raley sombrío también entró en la escena. Heat se levantó para encontrarse con ellos, y en su camino, Raley se giró para mirar detrás de él. Dijo algo silenciosamente a alguien en el pasillo, “¿estás seguro de que quieres hacer esto ahora mismo?” Rook apareció en la puerta y asintió.
Mientras Nikki se aproximaba, él la cogió entre sus brazos y la empujó hacia él. Ella se envolvió en sus brazos y apretó con fuerza. Ellos se aferraron fuertemente el uno al otro un buen rato. Cuando finalmente se separaron, él todavía la tenía sujeta, descansando una palma en cada brazo. “Gracias a Dios que estas bien.” Y después su mirada se desvió sobre su hombro al cuerpo en el suelo, desnudo excepto por la modesta toalla de papel que Lauren acababa de poner sobre su entrepierna.
“¿Quién es este?” Rook preguntó.
Nikki aspiró aire profundamente a través de su nariz, preguntándose por dónde empezar. Antes de que pudiera, el investigador jefe se acercó a ellos. “Me preguntó lo mismo sobre usted. Soy el Detective Caparella, Homicidios.”
“Oh, Detective,” dijo Nikki. “Este es mi amigo, Jameson Rook.”
Caparella se dio cuenta de que ellos todavía tenían las manos agarradas y miró de él a ella y al cuerpo. “Creo que me gustaría tener una declaración de usted, si le parece bien, Mr. Rook.”
“¿Yo? ¿Sobre qué?”
Nikki dijo, “realmente él no tiene nada que ver con esto.”
“Sabe que necesitamos cubrir todas las bases, Detective,” dijo el otro policía. “¿Dos novios, uno vivo, otro muerto,…?” Él mantuvo sus brazos como una puerta entre Rook y Nikki, señalando que esto sería sin su entrada. “Ahora estaría bien, señor.”
Heat usó su tiempo en el que ellos estaban en la segunda habitación para la entrevista de Rook para coger algunas toallitas de la caja y limpiarse. Mientras se secaba su frente se le ocurrió que Lauren probablemente hubiese oído de su novio Miguel que él y Sean hubiesen recogido a Rook en el Roach Coach en su camino hasta allí, y dejando las toallitas fue su intento de dejar su arreglo antes de que él llegara.
Quitándose algo costroso de su barbilla, Nikki se giró hacia el oscuro pasillo, pensando que sería una corta conversación ya que Rook ni siquiera sabía de la existencia de Don. Ciertamente eso respaldaría la respuesta que ella dio cuando Caparella le había preguntado a Heat si ella estaba en otra relación a parte de la que tenía con la víctima. Él había tomado nota cuando mencionó el nombre de Rook, pero ella dijo, “él no le conocía. Tan lejos como se, él ni siquiera sabía sobre él.”
Si ella hubiese estado en los zapatos del otro detective, habría hecho las mismas preguntas –como él mencionó, cubriendo las bases- pero Heat de todo corazón creía que estaba en el objetivo, no Don, que había estado en el sitio equivocado en el momento equivocado de la manera más trágica. La parte incómoda de la entrevista para ella había sido informar a su colega en lo que ella sabía sobre Don, lo que ascendía a muy poco, que podría haber salido como un regate de pregunta: ex-marino del SEAL; soltero, como él decía; ellos se conocieron en el gimnasio de ella hace dos años cuando se apuntó para un entrenamiento de combate mano a mano; él era su profesor; los dos empezaron a quedar fuera de las clases formales para un entrenamiento uno contra uno y después una cerveza. Y después una casual…física… relación. El otro detective paró, frunciendo el ceño en su cuaderno de notas, el otro procesando, juzgando, o fantaseando, ella no lo podría decir. Nikki sabía que esto no era el tipo de cosas fácilmente explicables a una desinteresada tercera persona, y su reacción la hizo preocuparse nuevamente de cómo Rook –una decididamente interesada tercera parte- reaccionaría.
Nikki había alejado las cosas de Don y había informado al Detective Caparella en los casos del doble homicidio en los que ella estaba trabajando y la creencia de que el asesinato significaba que la querían muerta. “¿Alguna idea de quien haría eso?” él preguntó.
“Detective, he pasado diez años intentando contestar a esa pregunta. Confíe en mí. Mi vida no es sobre nada más excepto encontrar eso y hacerle caer.” Aparentemente satisfecho, él hizo unas cuantas notas de más, le preguntó si le podía enviar una copia por e-mail de los archivos del caso que fueran relevantes, y eso fue todo.
Lauren Parry la hizo su examen en un tiempo record y gestionó para conseguir que el cuerpo de Don se moviera antes de que Rook pudiera emerger de la habitación trasera y fuese confrontado otra vez por el misterioso hombre desnudo en el suelo. “¿Cómo fue?” Nikki preguntó cuando él finalmente apareció.
Él la dio una fría y evaluadora mirada. “Solo de duro como el infierno.” Mordiendo las palabras. El alivio de Rook se había unido a una ira que flotaba a un metro por debajo de la superficie. “¿Sabes lo duro que es encontrar cincuenta formas de decir, ‘no lo sé’? Y soy un maldito escritor.”
Un técnico de balística pasó a marcar un agujero donde el disparo principal se había clavado en la estantería de roble junto a ellos. Heat le atrajo más cerca del piano para encontrar tanta privacidad como ella podía en una sala llena de detectives y recolectores de evidencias. Aunque él caminara, el brazo de Rook se sentía rígido para ella, y esta dijo, “sé que eso es una gran pieza para tragar.”
“¿Grande? Por una vez, Nikki, estoy sin palabras.”
“Entiendo eso, pero…”
“¿Pero qué?” Su dolor, confusión, aprensión, y –sí, ira- vino todo enrollado en dos pequeñas palabras.
“”Esto no es lo que parece.”
“Esa es normalmente mi frase.” Pero él no se estaba divirtiendo. “¿Qué es entonces?”
“Complicado,” ella dijo.
“Yo lo puedo hacer complicado.” Él esperó, pero ella no habló. Nikki estaba completamente en una desorientación en cuanto a por dónde empezar y ansiosa sobre donde esto probablemente iría una vez que ella empezase. En su lugar, miro sobre la mancha roja en la alfombra de la entrada donde la cabeza de Don había aterrizado y se había desangrado –y ella no dijo nada. La paciencia de Rook cedió. “OK, mira. Tienes tus llaves de mi apartamento, ¿verdad? Lo mejor que podemos hacer ahora es dejar que Raley y Ochoa te lleven allí para una ducha y algo de sueño.”
“¿No vienes?”
Él no tenía un interruptor de policía, por lo que se escondió en la logística. “Yo me quedare aquí para estar seguros de que el lugar se queda cerrado con llave cuando todo esto esté acabado.”
Ella repitió, “¿no vienes?”
“Llamaré a tu conserje. Jerzy debería ser capaz de cubrir ese agujero en la puerta.”
“Gracias,” ella dijo pero mezclado con corte y sarcasmo. “Consolador.”
“¿Qué quieres, Nikki?” Caminando un paso más profundo en aguas peligrosas, él dijo, “no sé qué demonios hacer justo ahora. No me estás dando nada, y francamente, todo lo que estoy haciendo es estar cada vez más cabreado.”
“¿A sí que todo esto es sobre ti? ¿Después de la noche que acabo de tener?”
“No,” él dijo, “de la única cosa que puedo estar seguro es de que todo esto es sobre ti.”
“Muy fácil, Rook. Excelente. Anota eso en tu lindo mini-Moleskine. Lo puedes usar más tarde. O quizás remitas a ello algún día cuando quieras recordar exactamente qué es lo que me dijiste que desgarró el tejido.” Ella alcanzó su bolsa de gimnasio y surgió con las llaves de su loft. “Coge.”
Él las enganchó en un arco descendente. Estas golpearon en su palma cuando él cerró su puño alrededor de ellas. “¿Me estás echando?”
“Mi desastre. Lo voy a limpiar.”
Rook sintió toda la gravedad de esta declaración. Y su clara exclusión. Él buscó la cara de ella pero solo vio una máscara fría. Por lo que él guardo sus llaves en el bolsillo y se fue.
Nikki se hizo a la posición de no verle alejarse. O notar que Raley y Ochoa, quién habrían absorbido su encuentro desde el otro lado de la sala como si fuese una escena de una película muda que no requería subtítulos, fingiesen no estar boquiabiertos, aunque lo estuviesen.
Mientras ella descansaba en la cómoda silla al lado del piano, Nikki se encontró a sí misma reviviendo una noche de hace diez años, con gran detalle. Justo como aquel entonces, aturdida, vacía, y terriblemente sola, ella miraba al equipo de Forenses trabajar en el mismo apartamento desde la misma perspectiva. Rodeada por cristales rotos y muebles derribados, Nikki se sentía tan agitada como cualquier terremoto pudiera hacerla sentir, haciendo el mismo suelo bajo sus pies sospechoso y poco fiable.
La pareja de Pizarras de Asesinatos no la dieron a ella un mejor sentido de toma de contacto con la tierra mientras se sentaba sola en la oficina antes de la salida del sol, en su segunda taza de café, estudiando la doble indicación del caso desde una silla en medio de la sala. Nikki había estado allí casi tres horas. Incapaz de dormir después que la Unidad de Evidencias y Forenses embalaran y Jerzy hubiese atornillado un cuadrado de madera contrachapada en el agujero de la ráfaga, Heat se duchó y enganchó una carrera hacia la parte alta de la ciudad, hacia la 20, en el coche de policía del comandante de la comisaría 13 que había enviado fuera de su edificio como una cortesía.
Las pizarras leían exactamente como ellos estaban cuando Heat dejó la sala de la brigada la noche anterior, excepto que ella las había actualizado con una nueva sección para un tercer homicidio: el de Don. Esto llevo un masivo esfuerzo emocional para Heat para poner a un lado –por ahora- el dolor de su muerte por lo que ella podría concentrarse en resolverlo. Ella dibujó una caja separada en marcador verde para delinear el área de Don. Debajo de su nombre y hora de la muerte, las balas eran: “Arma.” “Tirador Desconocido,” con la incompleta descripción de altura y peso, “Escape en Taxi,” y las palabras que despreciaba escribir, “En Libertad.”
Las evidencias no conectaban el asesinato de Don con los otros. El sentido común lo hacía. Ese es el por qué de que ella pusiera allí a Don con su madre y Nicole Bernardin. La experiencia la había enseñado a la detective que desconfiara de las coincidencias. Sabía que ella era el objetivo y que el ataque había venido después de que empezase a indagar en los otros dos asesinatos. Eso respondía a una de las preguntas todavía escritas allí,
“¿Por qué ahora?”. La más grande que seguía precediendo a esta: “¿Por qué?”
Eso guiaría a “¿Quién?” O eso era lo que ella esperaba.
Nikki oyó el retumbar de un metro, pero no había ninguno cercano. Las persianas venecianas resonaron contra los marcos de las ventanas de metal y los fluorescentes empezaron a balancearse suavemente suspendidos en el techo. Ella oyó a una secretaría auxiliar yendo por el pasillo diciendo “¡Whoo!” y alguien más gritando, “¡Réplica!” Nikki miró a las persianas y de vuelta a las pizarras, deseando que de alguna manera el mini-terremoto hubiese hecho sacudir algo perdido.
Este ejercicio suyo, pacientemente esperando a que la Pizarra del Asesinato revelara una solución o, al menos, una conexión, normalmente daba sus frutos. Lejos de lo metafísico, no había incienso o cualquier conjuro involucrado. Y esto tampoco era como jugar a la Ouijar. La práctica era simplemente un medio para calmar su mente y estudiar las piezas del puzzle para dejar a su subconsciente encontrar un ajuste. Y, en efecto, algo estaba intento hablar a Nikki, pero la eludía. ¿Qué estaba omitiendo? Heat empezaba a culparse a sí misma por no tener una mente tranquila, pero ella paró. “Nada de auto-reproches,” ella susurró. Si Nikki Heat tuviese un aliado necesitaba confiar en él y mantenerse positiva, y este era si misma.
Heat necesitaba mantenerse centrada, incluso en medio de la tormenta.
Eso era la belleza del muro de Rook ridiculizado. Rook, quejándose sobre su habilidad para compartimentar cuando esa habilidad era lo que la hacía tan exitosa en aclarar casos en un torbellino. Ella intentó de poner a Rook fuera de su mente. Lo que hacía no necesitaba justo ahora de distracciones. ¿Quieres saber lo que es un muro de verdad, Mr. Rook? Mira esto.
Su solicitud se rompió por una leal brigada. El Detective Feller entró una hora y media más pronto, justo detrás de Raley y Ochoa, a quienes ella había dicho buenas noches en su apartamento a las dos de la mañana. Randall Feller ya había hecho llamadas personales y mandado mensajes a sus camaradas encubiertos en el Pelotón de Taxis de NYPD para ser extra vigilantes buscando el taxi perdido con el daño de la parte de delante y dos agujeros de balas en el parabrisas. De momento, sin observación.
Roach comprobó para cualquier llamada de vuelta en el aviso que ellos habían publicado durante la noche en las emergencias del hospital, clínicas, y farmacias sobre víctima de disparo o alguien sangrando comprando primeros auxilios o analgésicos en cantidad.
Pronto la brigada entera se reunió para una demostración temprana; todo el mundo excepto Sharon Hinesburg, que llegaba tarde otra vez. Mientras ellos se amontonaban alrededor de las pizarras para una puesta al día, Heat comprobó el cristal de la oficina pero encontró al Capitán Irons dentro, pasando las hojas del CompStat con un bolígrafo rojo. Quizás, ella decidió, el Hombre de Hierro había tirado su guante de boxeador a la esquina más alejada esa mañana. Nikki empezó sin ella, sabiendo que lo arreglarían.
Heat empezó con el asesinato de Don, del cual todos sabían, por lo que ella dejo en un rápido sumario. Nadie hizo preguntas. Todos sabían las sensibilidades y, como Nikki, estaban ansiosos por seguir adelante hacia otros asuntos.
Los agentes que trabajaban en la calle Inwood de Nicole dijeron que recientemente los vecinos vieron una furgoneta de limpieza de moquetas allí. “Los testigos oculares no pudieron recordar el nombre de compañía, pero desde que esto coincide con la búsqueda y hora de la muerte, quiero que Feller y Rymer vayan allí para entrevistas complementarias.
Simplemente conseguid lo que podáis. Color de la furgoneta, rótulo, algo.”
“Todavía esperando a toxicología,” ella continuó, poniendo otro signo de interrogación en la pizarra detrás de ella. Debajo, ella borró “Huellas” (el cual todavía en blanco, pero discutible de que ahora ellos tenían una identificación positiva) y escribió “Inwood Limpieza de Moquetas.”
Raley informó de que no había pistas en el negocio de cazatalentos de Nicole Bernardin. “El Grupo NAB está registrado con Mejores Negocios y unas cuantas organizaciones comerciales, pero aparte de impuestos pagados en su totalidad, no mucho qué decir. Sin quejas en contra de ella sobre búsquedas de ejecutivos y colocaciones principalmente porque allí parecía no haber informe de nada.”
Malcolm y Reynolds informaron de ningún vallado o recibos de propiedad robada por un portátil perteneciente a Nicole Bernardin. Nikki les dijo que enviaran un e-mail a las casas de empeño y comprobaran eBay. El Detective Rhymer dijo que todavía seguía trabajando con los técnicos informáticos en su Web de almacenamiento de datos. “Sin éxito, pero ellos enfatizaron en el ‘todavía.’ Los TI están totalmente intrigados por el reto. Además quieren saber si les firmarías tu portada del First Press de Rook para aguantar.”
“Seguro,” ella dijo. “Siempre que no sea en el baño.”
Rhymer sonrió. “No, estoy bastante seguro de que estos tios se lo turnaran para llevárselo a casa.”
Nada nuevo de los consulados franceses, de acuerdo con el Detective Reynolds, quién también había pasado a Nicole Bernardin a través de la Interpol. Pero su nombre no iluminó nada allí. Sin embargo, dijo que Nikki estaba en lo cierto, él consiguió luz verde de ella en el Club de Corredores de Nueva York. “Ella tenía una afiliación de toda una vida.”
“Irónico,” dijo Feller, quién no pudo resistirse.
“Nicole participó en su entrenamiento por las tardes de verano corriendo por Central Park, hizo la Milla de la Quinta Avenida, y mucho de los 10Ks, pero no tenía un perfil social allí,” dijo Reynolds. “Básicamente, era un número de dorsal.”
Y esto paso a través de todos los informes. Información, pero nada que guiara a algún lugar. Incluso Rhymer, quien por su cuenta había comprobado con orquestas aficionadas y la unión de músicos para ver si Nicole, la ex-NEC (New England Conservatory) prodigio del violín, tuviese algunas afiliaciones allí, apareció vació. Todos los trabajos que hicieron simplemente les llevaron a ningún sitio; como los bucles de verano de Nicole por el parque, todo terminaba justo de vuelta a donde ellos habían empezado.
Mientras el grupo se dispersaba, Nikki se encontró a sí misma, por reflejo, girándose hacia la silla vacía de Rook para conseguir su toque fuera-del-muro. Antes de que el pensamiento de él la metiera en una trampa de vulnerabilidad, consiguió ocuparse en su escritorio. A fin de cuentas, se contaba afortunada de la hora que había pasado sin susurros de cotilleos o la necesidad de enfrentar a la controversia de su vida personal en esa oficina. Después, la Detective Hinesburg entró campante y una nueva hora comenzó.
“He oído todo sobre la pasada noche. ¿Estás bien?” preguntó Sharon, de pie sobre ella más que un poco demasiado. Excepto que respetar el espacio personal no va con ella. “Tuvo que ser horrible, justo allí en tu apartamento.” Ella se inclinó hacia abajo y bajo el volumen solo significativamente. “Y era tu novio. Nikki, lo siento tanto.”
“Él no era mi novio.” Heat deseo no haber incluso participado.
“Seguro, lo que sea que digas. Tuvo que ser muy traumático.
Sinceramente, no pensaba que estarías aquí.”
Heat se echo hacia atrás el puño de su reloj. “Claramente, tú no. ¿Dónde estabas?”
“En la tarea que el Capitán Irons me dio.” En primer lugar, Nikki pensó que ella estaba mintiendo, pero eso sería muy fácil de comprobar, por lo que ella siguió adelante con la molestia que el comandante de la comisaría había ido alrededor de ella, cazando furtivamente miembros sin consultarlo. Pero entonces Heat consideró el que él había cazado. ¿Y no había sido una mejor mañana sin Sharon allí? Hinesburg cruzó hacia su escritorio para dejar su monstruos monedero y dijo, “hubiese estado aquí temprano, pero ya sabes como él está observando OT. Por lo que desde que tuve que conducir la pasada noche a Scarsdale, me dijo que entrara tarde para compensarlo.”
La respiración de Nikki se paró. Ella se acercó hacia el escritorio de Hinesburg e invadió su espacio para un cambio. “¿Qué estabas haciendo en Scarsdale?”
Los otros detectives soltaron un bajo silbidito. “Hoo chico. Honestamente. Realmente creía que te lo había dicho.”
Esto golpeó a Nikki como una explosión y la hizo tambalearse. “¿Fuiste a ver a mi padre? ¿En una misión?”
Antes de que ella pudiera responder, Heat ya estaba de camino hacia la oficina del capitán. Hinesburg la gritó, débilmente, “si, pero no como un sospechoso. Puramente como persona de interés.”
Heat golpeó su puerta con bastante fuerza, la mitad del edificio debió de pensar que estaban siendo testigos de otra réplica. Y si ellos hubiesen estado dentro de la oficina de Irons, lo habrían estado.
“Santa mierda. Heat ¿Qué demonios?” Wally Irons no solo se había sacudido derecho en su silla de estilo Roger Rabbit, él se había retirado en sus ruedas, tacones dando patadas en la alfombrilla de plástico, los ojos muy abiertos y la boca floja. Ellos eran buenos instintos que seguir. La Detective Heat avanzó hacia su escritorio como si tuviera la intención de pasar por encima de este para ir hacia él.
“Qué demonios, está en lo cierto. ¿Qué demonios está haciendo, enviando a Sharon Hinesburg a la casa de mi padre?” Heat rara vez juraba, y si la entrada no era suficiente para indicar su enfado, la f-bomba fue. “¿La casa de mi padre, Capitán?”
“Necesitas sentarte ahora mismo.”
“Joder, claro que lo voy a hacer. Conteste a mi pregunta.”
“Detective, todos sabemos de la estresante noche que tuviste.”
“Contésteme.” Cuando él simplemente la miró, ella cogió su media taza de café frío del posavasos y lo derramó sobre sus impresos del CompStat. “Ahora.”
“Te estás pasando de la raya.”
“Yo simplemente estoy empezando –Wally.”
Ella se quedó plantada allí, jadeando como si hubiese corrido un sprint. Pero él pudo ver como ella podría fácilmente dar unas vueltas más, y dijo, “bien. Hablemos. Toma asiento.” Ella no cedió. “Vamos, ¿te sientas?”
Mientras que ella empujaba una silla, él sacó su pañuelo para refrenar el flujo de café descremado rodando por el escritorio hasta el interior del puño de sus pantalones, todo mientras mantenía un ojo en ella. “Bien,” ella dijo. “Sentada. Empiece a hablar.”
“He tomado una determinación…como comandante de esta comisaría,” él añadió débilmente, “para abrir una nueva línea en esta investigación para conseguir que las cosas se muevan.”
“¿Con mi padre?” Ella medio señaló a la oficina a través del cristal. “¿Con ella? Vamos.”
“Muéstrame algo de respeto, Detective.”
Ella dio un manotazo en el escritorio. “¿Persona de interés? ¿Mi padre? A: Ese hombre estaba limpio hace diez años. Y B: ¿En qué mundo está bien para usted mandar a alguien –cualquiera- a entrevistarle sin hacérmelo saber primero?”
“Yo soy el comandante de la comisaría.”
“Yo soy la líder de la Brigada de Homicidios.”
“Liderando una estancada investigación. Mira, Heat, hablamos sobre esto ayer después de este final en el Ledger, Después de una década, es hora para campeones frescos.”
“Ah-ah… ¿Ha estado puliendo esa cita para el próximo artículo? ¿Mientras compromete mi caso y daña mi relación con mi familia?”
“Mi resolución es que estás muy involucrada. Tienes un conflicto potencial de interés. Creo que estoy viendo lo que se estás llevando a cabo aquí.”
“Tonterías.”
“Envié a la Detective Hinesburg porque siento que sus talentos son infrautilizados.”
“¿Hinesburg? Cinco dólares a que anoche ella pasó más tiempo en el centro comercial de Westchester que con mi padre.”
“Y,” él levantó un dedo como si pulsase un imaginario botón de parar en ella. “Siento que necesitamos algo de objetividad, no un lobo solitario en una vendetta.”
“Nosotros tampoco necesitamos un cazador de brujas. Bruja incluida.”
“Estás fuera de control.”
“Confíe en mí, sabrías eso si lo viera.”
“¿Como la otra noche en Bayside cuando violó el procedimiento y entró a hurtadillas en ese sótano sola por su obsesión con este caso?”
“Necesita algún tiempo en el campo, Capitán. Quizás entendería el actual trabajo policial.”
“¿Sabes lo que necesitas? Algún tiempo fuera del campo. Te estoy expulsando del campo.”
“¿Qué estas qué?”
“Nada personal. Incluso después de este…encuentro. De hecho, soy un hombre lo suficientemente grande para ver todo esto como tu reacción de estrés postraumático.”
“Como si estuviese cualificado para ver eso.”
“Quizás no. Pero el departamento tiene psicólogos que lo son. Estoy cumpliendo su encargo de evaluación psicológica seguido al asesinato de su novio y su tiroteo de un sospechoso huido.” Él se levantó. “Consiga un psicólogo, después hablaremos sobre ponerla de vuelta en su deber. Esta reunión ha acabado.” Pero él era el único en irse. Y salió de allí con prisa.
El psicólogo dijo, “ciertamente no ha malgastado nada de tiempo en tomar esta cita, Detective.” El licenciado Lon King del departamento de psicólogos tenía un amigable, bajo perfil de recordarla el suave oleaje de algún lugar tropical. “Solo tuve la remisión del ticket del comandante de tu comisaría esta mañana después de su, ah, reunión.”
“Quería pasar por esto y volver al trabajo, si no le importa mi contundencia.”
“Las contundencias se trabajan aquí. La honestidad es incluso mejor. Tomare ambos.” Él se tomo un tranquilo momento en la suave silla frente a Nikki para estudiar su cuestionario de admisión. Ella le observó para ver si veía alguna reacción pero no consiguió ninguna. Su cara tenía tal afecto llano y calma natural que decidió que nunca jugaría al póker con el Dr. Lon King. Ante todo, Heat se consideraba afortunada por haber sido capaz de pedir cita en el mismo día de su estúpido mandato de Irons. Esperaba que esta reunión fuera corta porque uno de los camaradas del Detective Feller, del Pelotón de Taxis, acababa de llegar y localizado el taxi que el tirador de Don había requisado. Estaba aparcado debajo de una rampa de entrada a Bruckner en el Bronx. Piezas de carroñeros y vándalos habían recogido su limpieza durante la noche, desde medallones hasta el cableado de cobre, pero los Forenses lo tenían ahora, y ella estaba ansiosa por volver para ver si esto ofrecía alguna pista para su identificación. Como ¿él se quito los guantes y dejo huellas? Fue entonces cuando Nikki se dio cuenta de que King la estaba preguntando algo.
“¿Perdón?”
“Le acababa de preguntar si ha experimentado alguna perdida de concentración últimamente.”
“No,” ella dijo, esperando que la primera pregunta no fuera de aprobar/suspender. “Me siento fuerte.”
“Trato con muchos DEPT (Desorden de Estrés Post-Traumático), y estoy acostumbrado a oficiales de policía que están cableados para probar que son invulnerables. A sí que por favor sepa que no hay ninguna vergüenza en algo que estés experimentando o lo que compartas aquí.” Heat asintió y sonrió lo suficiente para señalar su aceptación de eso, todo el tiempo preocupada de que este hombre podría marginarla indefinidamente con el golpe de su pluma. “Y, para ser claros, no tengo interés en mantenerte en tratamiento,” él dijo, como si leyera su mente. O simplemente sabiéndolo. Él continuó haciéndola preguntas, algunas de las cuales ella ya había cubierto escribiéndolas en la entrada. Sobre sus hábitos de sueño, consumo de alcohol, si ella se sentía asustadiza o frecuentemente sobresaltada. Si el psicólogo se sentía satisfecho o preocupado por sus respuestas, Lon King manifestaba no decirlo.
Él dijo, “supongo que podemos estipular la respuesta a una pregunta como un sí –que tienes, en tu vida, testigos potencialmente mortales.”
“Detective de homicidios,” ella contesto, señalándose a sí misma con ambas manos.
“¿Y personalmente, sin embargo? ¿Fuera del trabajo?” Ella compartió tan brevemente que ella podía hacer frente, sin faltar el respeto al proceso, eventos del asesinato de su madre. Él paró cuando ella terminó, después, suave como un locutor de jazz, dijo, “a los diecinueve, esto puede ser formativo. ¿Alguna vez has experimentado cosas que te hagan sentir que estas revisitando o reviviendo esa tragedia?”
Nikki quería reír y decir, “simplemente todo el tiempo,” pero temía que pudiera enterrarse en meses de reducción fuera del servicio, por lo que dijo, “de la manera más positiva. Mi trabajo me pone en contacto con las víctimas y sus amores. Cualquier cruce no es con mi propia vida. Trato de utilizarlo para ayudarles a ellos y a mi trabajo de investigación.”
King no corrió para abofetear a una estrella de oro en su corona. Todo lo que ella obtuvo fue un “ya veo” antes de que él preguntara, “¿Y sobre las cosas que asocias con el asesinato de tu madre? ¿Alguna vez te has encontrado a ti misma evitando gente o cosas que te recuerden a eso?”
“Hah…” Heat se dejó caer contra los cojines y miro al techo. Una segunda mano marcó suavemente en un reloj detrás de ella, y a través de la ventana cerrada detrás de él, ella pudo oír el tranquilizador flujo de York Avenue doce pisos más abajo. La única repuesta de Nikki fue su escape del piano en su sala de estar. Ella le dijo que no podía decidirse a tocarlo y explicó el porqué mientras él simplemente escuchaba. Otra aversión, una que no se la había ocurrido hasta entonces, era la longitud de un brazo en la relación con su padre. Nikki siempre había atribuido esta distancia a él, pero elevarlo en esa sesión podría quitar el sello de la caja de Pandora, por lo que ella lo dejo en el piano, e incluso preguntó si eso era algo malo.
“No hay malo o bueno. Simplemente vamos a hablar y dejar que la imagen completa emerja.”
“Genial.”
“¿Tu padre todavía sigue vivo?” ¿Era este tio un psicólogo o un psíquico? Nikki le informó del divorcio y pintó una distancia pero cordial relación, sombreando la parte de la longitud de un brazo como proveniente del hombro de su padre, no del suyo, lo cual era parcialmente verdad en cierta manera. “¿Cuándo fue el último contacto que tuviste con tu padre?”
“Hace un par de horas. Le llame para hacer un control de daños de un desastre creado por mi capitán, quién envió a un investigador para preguntarle sobre el asesinato de mi madre.”
“A sí que, tú le tendiste la mano a él.” Heat dio un fuerte sí, teniendo en cuenta las señales de peligro del DEPT de evitar a gente relacionada a un drama. “¿Y cómo lo recibió tu padre?”
Nikki recordó su bravuconería y el tintineo de los cubos de hielo. “Simplemente digamos que podría haber estado más presente.” El terapista no insistió en eso pero siguió preguntándola sobre sus relaciones, y ella dijo, “debido a mi trabajo, es duro de mantener alguna, como probablemente usted sepa.”
“¿Por qué no me lo dices?”
Verazmente, pero tan brevemente como ella pudo, Nikki le resumió la naturaleza de sus relaciones durante los pasados últimos años, la más larga, una de las más recientes fue con Don. Ella le dio a King la misma versión que había compartido con el Detective Caparella la noche anterior; compañero de entrenamientos de combate con beneficio. Ella le dijo del siguiente, Jameson Rook. La única bajada de él en la sesión fue preguntar si él era el famoso escritor. Nikki usó eso como un punto de entrada para describir como ellos se conocieron en su anterior verano de carreras y como, aunque ella y Rook parecían exclusivos, esto no fue declarado. Sin embargo ella no había dormido con Don o con cualquier otro desde que conoció a Rook.
“¿Cómo lo estas llevando después del tiroteo de la pasada noche?”
“Es difícil.” Las lágrimas hicieron un intento de invasión mientras ella pensaba en el pobre Don, pero las retuvo. “Principalmente, estoy tratando de posponer como llevarlo.”
“¿Y la pasada noche? ¿Cuándo estabas con Don, fue eso platónico?”
“Si,” dijo bruscamente Nikki.
“Esa fue una respuesta empática. ¿Es este un tema sensible?”
“No realmente. Don y yo simplemente habíamos tenido un entrenamiento. En nuestro gimnasio. Y él volvió a mi apartamento para una ducha. En ese momento es cuando el tiroteo ocurrió.”
“Una ducha. ¿Y dónde estaba Mr. Rook?”
“De vuelta a su casa. Habíamos tenido una pelea, y yo…necesitaba desahogarme.” Lon King dejó a un lado los papeles de admisión y cruzó sus manos en su rodilla, mirándola. Incómoda con el silencio, ella dijo, “lo admito, jugué con fuego, pero…”
“Dijiste que tu y Rook no se hubieron declarado exclusividad.”
“No, pero…”
“¿De qué piensas que fue el –juego, como lo llamaste?”
“No lo sé.” Y después se sorprendió a sí misma preguntando, “¿y usted?”
“Solo tú lo sabes,” él dijo. “La gente hace sus propias reglas sobre lo que es justo, o no. Simplemente como ellos tienen sus propias razones para mantener esas reglas, o no.” Ella cogió una hoja de él y, como un cambio, esperó más. Él se obligó. “A veces… solo a veces… fíjate… la gente en crisis intenta enmascarar su dolor a través de cambios. Intentan evitar un intento del subconsciente para cambiar el canal de la radio en la cabeza de uno hacia un dolor diferente que él –o ella- no quieren confrontar. ¿Sobre qué discutieron tu y Mr. Rook?”
Cualquier guardia que ella hubiese tenido levantada antes, se bajó. A pesar de su actitud de seguir, Heat se sintió segura y confortada con todo esto. Ella le guió a través de la acusación de Rook sobre su muro defensivo y como esto provocó la pelea.
“¿Y por qué crees que eso fue tan emotivo?”
“Él me ha estado empujando últimamente en caminos que no me gustan.”
“Dime.”
“Rook ha estado acosándome. Insistiendo en arrastrarme por viejos temas familiares para investigar el asesinato de mi ma-“ Ninguno de los dos necesitaba el final de esa frase para profundizar en el significado potencial de lo que ella estaba revelando. Nikki entró en pánico. Se vio prisionera en el Mundo de la Terapia para la eternidad sin tiempo libre para buenos modales e inmediatamente intento volver atrás. “Pero ya sabe,” ella dijo, “la gente pelea en las relaciones. Si no es una cosa es otra, ¿verdad?”
“A pesar de todo, esto era una cosa. Y no otra cualquiera.”
Mientras el silencio la aplastaba, el terapista esperó. Y esperó.
“¿Qué significa eso?” ella preguntó.
“No puedo responder eso. Todo lo que puedo hacer es preguntar, ¿con quién estabas enfadada de verdad? Y, ¿Quién estaría más dolido si te hubieras acostado con Don?” Él sonrió y después miró al reloj detrás de ella. “Estamos en el final de nuestro tiempo.”
“¿Ya?” Mientras él recogía sus papeles y los deslizaba en una carpeta, ella dijo, “¿Y?”
“Todos estos años, todas estas sesiones, y siempre terminan con un policía preguntando, ‘¿y?’” Él volvió a sonreír. “Nikki, has tenido muchas pérdidas que estas afrontando y mucho más trauma de lo que la mayoría carga en toda una vida.” La nariz de ella echo brotes de algodón. “Pero. Habiendo dicho eso, veo que tienes una notable capacidad de recuperación y, desde mi punto de vista, una persona centrada, fuerte y altamente funcional a lo que Hemingway llamaría la gracia bajo la presión. Más saludable que muchos de los que yo he visto en tu profesión.”
“Gracias.”
“Por eso es por lo que pienso que serás feliz con mi recomendación de que vuelvas al trabajo –después de una semana de descanso.”
“Pero mi trabajo. Mi caso…”
“Nikki. Mira por lo que has estado pasando. Necesitas algo de tiempo para encontrar tu centro. La gracia bajo presión viene con una etiqueta con precio.” Él sacó un bolígrafo y escribió en un archivo. “Por eso es por lo que estoy ordenando estos siete días forzados de excedencia, con pago.” Él torció el bolígrafo cerrado. “Para mi disposición final, podría ser visto como un signo saludable si demostraras un intento de arreglar conexiones que has cortado por el trauma.”
“¿Quieres decir Rook?”
“Esa sería importante.” Él cerró el archivo y dijo, “encontrémonos dentro de una semana para reevaluar.”
“Quieres decir, ¿esta excedencia podría extenderse si no lo hago?”
“Encontrémonos dentro de una semana. Veremos dónde estás.”
Pero lo bueno se hace esperar y ya teneis un nuevo capitulo
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre muchas gracias por seguir esta intrigante historia y por vuestros comentarios que animan a seguir adelante. Disfrutad y comentad.
CAPITULO 7-SEGUNDA PARTE
Cuando Heat hubo terminado su declaración para el detective de la comisaría trece, Lauren Parry tomo un descanso sobre el cuerpo de Don y la tendió un vaso de zumo de naranja. “Encontré esto en tu nevera. Bébetelo. Conseguirá que tu nivel de azúcar en sangre suba.” Nikki tomo un pequeño sorbo y puso el vaso en el final de la mesa. “No bebiste nada. ¿Qué pasa? ¿Sientes nauseas? ¿Dolor en el pecho? ¿Mareo?” La forense comprobó su pulso. Satisfecha de que Nikki no estuviera en shock, ella tendió a su amiga una caja de toallitas sanitarias. “Tengo que volver a mi examen preliminar. Límpiate.” Ella señaló a la sangre seca y al tejido apelmazado en las piernas y brazos de Heat, añadiendo mientras se alejaba. “Tampoco olvides tu cara.”
Nikki hizo una cosa: simplemente dejó la caja de toallitas al lado del zumo de naranja y miró fijamente, con ojos vidriosos, al cadáver de su amigo. Voces atrajeron su atención hacia la puerta de la entrada que todavía permanecía abierta al pasillo. El Detective Ochoa llegó primero, con rostro sombrío pero compartiendo un bajo y discreto ademán con su novia, Lauren. Su compañero le seguía, un Raley sombrío también entró en la escena. Heat se levantó para encontrarse con ellos, y en su camino, Raley se giró para mirar detrás de él. Dijo algo silenciosamente a alguien en el pasillo, “¿estás seguro de que quieres hacer esto ahora mismo?” Rook apareció en la puerta y asintió.
Mientras Nikki se aproximaba, él la cogió entre sus brazos y la empujó hacia él. Ella se envolvió en sus brazos y apretó con fuerza. Ellos se aferraron fuertemente el uno al otro un buen rato. Cuando finalmente se separaron, él todavía la tenía sujeta, descansando una palma en cada brazo. “Gracias a Dios que estas bien.” Y después su mirada se desvió sobre su hombro al cuerpo en el suelo, desnudo excepto por la modesta toalla de papel que Lauren acababa de poner sobre su entrepierna.
“¿Quién es este?” Rook preguntó.
Nikki aspiró aire profundamente a través de su nariz, preguntándose por dónde empezar. Antes de que pudiera, el investigador jefe se acercó a ellos. “Me preguntó lo mismo sobre usted. Soy el Detective Caparella, Homicidios.”
“Oh, Detective,” dijo Nikki. “Este es mi amigo, Jameson Rook.”
Caparella se dio cuenta de que ellos todavía tenían las manos agarradas y miró de él a ella y al cuerpo. “Creo que me gustaría tener una declaración de usted, si le parece bien, Mr. Rook.”
“¿Yo? ¿Sobre qué?”
Nikki dijo, “realmente él no tiene nada que ver con esto.”
“Sabe que necesitamos cubrir todas las bases, Detective,” dijo el otro policía. “¿Dos novios, uno vivo, otro muerto,…?” Él mantuvo sus brazos como una puerta entre Rook y Nikki, señalando que esto sería sin su entrada. “Ahora estaría bien, señor.”
Heat usó su tiempo en el que ellos estaban en la segunda habitación para la entrevista de Rook para coger algunas toallitas de la caja y limpiarse. Mientras se secaba su frente se le ocurrió que Lauren probablemente hubiese oído de su novio Miguel que él y Sean hubiesen recogido a Rook en el Roach Coach en su camino hasta allí, y dejando las toallitas fue su intento de dejar su arreglo antes de que él llegara.
Quitándose algo costroso de su barbilla, Nikki se giró hacia el oscuro pasillo, pensando que sería una corta conversación ya que Rook ni siquiera sabía de la existencia de Don. Ciertamente eso respaldaría la respuesta que ella dio cuando Caparella le había preguntado a Heat si ella estaba en otra relación a parte de la que tenía con la víctima. Él había tomado nota cuando mencionó el nombre de Rook, pero ella dijo, “él no le conocía. Tan lejos como se, él ni siquiera sabía sobre él.”
Si ella hubiese estado en los zapatos del otro detective, habría hecho las mismas preguntas –como él mencionó, cubriendo las bases- pero Heat de todo corazón creía que estaba en el objetivo, no Don, que había estado en el sitio equivocado en el momento equivocado de la manera más trágica. La parte incómoda de la entrevista para ella había sido informar a su colega en lo que ella sabía sobre Don, lo que ascendía a muy poco, que podría haber salido como un regate de pregunta: ex-marino del SEAL; soltero, como él decía; ellos se conocieron en el gimnasio de ella hace dos años cuando se apuntó para un entrenamiento de combate mano a mano; él era su profesor; los dos empezaron a quedar fuera de las clases formales para un entrenamiento uno contra uno y después una cerveza. Y después una casual…física… relación. El otro detective paró, frunciendo el ceño en su cuaderno de notas, el otro procesando, juzgando, o fantaseando, ella no lo podría decir. Nikki sabía que esto no era el tipo de cosas fácilmente explicables a una desinteresada tercera persona, y su reacción la hizo preocuparse nuevamente de cómo Rook –una decididamente interesada tercera parte- reaccionaría.
Nikki había alejado las cosas de Don y había informado al Detective Caparella en los casos del doble homicidio en los que ella estaba trabajando y la creencia de que el asesinato significaba que la querían muerta. “¿Alguna idea de quien haría eso?” él preguntó.
“Detective, he pasado diez años intentando contestar a esa pregunta. Confíe en mí. Mi vida no es sobre nada más excepto encontrar eso y hacerle caer.” Aparentemente satisfecho, él hizo unas cuantas notas de más, le preguntó si le podía enviar una copia por e-mail de los archivos del caso que fueran relevantes, y eso fue todo.
Lauren Parry la hizo su examen en un tiempo record y gestionó para conseguir que el cuerpo de Don se moviera antes de que Rook pudiera emerger de la habitación trasera y fuese confrontado otra vez por el misterioso hombre desnudo en el suelo. “¿Cómo fue?” Nikki preguntó cuando él finalmente apareció.
Él la dio una fría y evaluadora mirada. “Solo de duro como el infierno.” Mordiendo las palabras. El alivio de Rook se había unido a una ira que flotaba a un metro por debajo de la superficie. “¿Sabes lo duro que es encontrar cincuenta formas de decir, ‘no lo sé’? Y soy un maldito escritor.”
Un técnico de balística pasó a marcar un agujero donde el disparo principal se había clavado en la estantería de roble junto a ellos. Heat le atrajo más cerca del piano para encontrar tanta privacidad como ella podía en una sala llena de detectives y recolectores de evidencias. Aunque él caminara, el brazo de Rook se sentía rígido para ella, y esta dijo, “sé que eso es una gran pieza para tragar.”
“¿Grande? Por una vez, Nikki, estoy sin palabras.”
“Entiendo eso, pero…”
“¿Pero qué?” Su dolor, confusión, aprensión, y –sí, ira- vino todo enrollado en dos pequeñas palabras.
“”Esto no es lo que parece.”
“Esa es normalmente mi frase.” Pero él no se estaba divirtiendo. “¿Qué es entonces?”
“Complicado,” ella dijo.
“Yo lo puedo hacer complicado.” Él esperó, pero ella no habló. Nikki estaba completamente en una desorientación en cuanto a por dónde empezar y ansiosa sobre donde esto probablemente iría una vez que ella empezase. En su lugar, miro sobre la mancha roja en la alfombra de la entrada donde la cabeza de Don había aterrizado y se había desangrado –y ella no dijo nada. La paciencia de Rook cedió. “OK, mira. Tienes tus llaves de mi apartamento, ¿verdad? Lo mejor que podemos hacer ahora es dejar que Raley y Ochoa te lleven allí para una ducha y algo de sueño.”
“¿No vienes?”
Él no tenía un interruptor de policía, por lo que se escondió en la logística. “Yo me quedare aquí para estar seguros de que el lugar se queda cerrado con llave cuando todo esto esté acabado.”
Ella repitió, “¿no vienes?”
“Llamaré a tu conserje. Jerzy debería ser capaz de cubrir ese agujero en la puerta.”
“Gracias,” ella dijo pero mezclado con corte y sarcasmo. “Consolador.”
“¿Qué quieres, Nikki?” Caminando un paso más profundo en aguas peligrosas, él dijo, “no sé qué demonios hacer justo ahora. No me estás dando nada, y francamente, todo lo que estoy haciendo es estar cada vez más cabreado.”
“¿A sí que todo esto es sobre ti? ¿Después de la noche que acabo de tener?”
“No,” él dijo, “de la única cosa que puedo estar seguro es de que todo esto es sobre ti.”
“Muy fácil, Rook. Excelente. Anota eso en tu lindo mini-Moleskine. Lo puedes usar más tarde. O quizás remitas a ello algún día cuando quieras recordar exactamente qué es lo que me dijiste que desgarró el tejido.” Ella alcanzó su bolsa de gimnasio y surgió con las llaves de su loft. “Coge.”
Él las enganchó en un arco descendente. Estas golpearon en su palma cuando él cerró su puño alrededor de ellas. “¿Me estás echando?”
“Mi desastre. Lo voy a limpiar.”
Rook sintió toda la gravedad de esta declaración. Y su clara exclusión. Él buscó la cara de ella pero solo vio una máscara fría. Por lo que él guardo sus llaves en el bolsillo y se fue.
Nikki se hizo a la posición de no verle alejarse. O notar que Raley y Ochoa, quién habrían absorbido su encuentro desde el otro lado de la sala como si fuese una escena de una película muda que no requería subtítulos, fingiesen no estar boquiabiertos, aunque lo estuviesen.
Mientras ella descansaba en la cómoda silla al lado del piano, Nikki se encontró a sí misma reviviendo una noche de hace diez años, con gran detalle. Justo como aquel entonces, aturdida, vacía, y terriblemente sola, ella miraba al equipo de Forenses trabajar en el mismo apartamento desde la misma perspectiva. Rodeada por cristales rotos y muebles derribados, Nikki se sentía tan agitada como cualquier terremoto pudiera hacerla sentir, haciendo el mismo suelo bajo sus pies sospechoso y poco fiable.
La pareja de Pizarras de Asesinatos no la dieron a ella un mejor sentido de toma de contacto con la tierra mientras se sentaba sola en la oficina antes de la salida del sol, en su segunda taza de café, estudiando la doble indicación del caso desde una silla en medio de la sala. Nikki había estado allí casi tres horas. Incapaz de dormir después que la Unidad de Evidencias y Forenses embalaran y Jerzy hubiese atornillado un cuadrado de madera contrachapada en el agujero de la ráfaga, Heat se duchó y enganchó una carrera hacia la parte alta de la ciudad, hacia la 20, en el coche de policía del comandante de la comisaría 13 que había enviado fuera de su edificio como una cortesía.
Las pizarras leían exactamente como ellos estaban cuando Heat dejó la sala de la brigada la noche anterior, excepto que ella las había actualizado con una nueva sección para un tercer homicidio: el de Don. Esto llevo un masivo esfuerzo emocional para Heat para poner a un lado –por ahora- el dolor de su muerte por lo que ella podría concentrarse en resolverlo. Ella dibujó una caja separada en marcador verde para delinear el área de Don. Debajo de su nombre y hora de la muerte, las balas eran: “Arma.” “Tirador Desconocido,” con la incompleta descripción de altura y peso, “Escape en Taxi,” y las palabras que despreciaba escribir, “En Libertad.”
Las evidencias no conectaban el asesinato de Don con los otros. El sentido común lo hacía. Ese es el por qué de que ella pusiera allí a Don con su madre y Nicole Bernardin. La experiencia la había enseñado a la detective que desconfiara de las coincidencias. Sabía que ella era el objetivo y que el ataque había venido después de que empezase a indagar en los otros dos asesinatos. Eso respondía a una de las preguntas todavía escritas allí,
“¿Por qué ahora?”. La más grande que seguía precediendo a esta: “¿Por qué?”
Eso guiaría a “¿Quién?” O eso era lo que ella esperaba.
Nikki oyó el retumbar de un metro, pero no había ninguno cercano. Las persianas venecianas resonaron contra los marcos de las ventanas de metal y los fluorescentes empezaron a balancearse suavemente suspendidos en el techo. Ella oyó a una secretaría auxiliar yendo por el pasillo diciendo “¡Whoo!” y alguien más gritando, “¡Réplica!” Nikki miró a las persianas y de vuelta a las pizarras, deseando que de alguna manera el mini-terremoto hubiese hecho sacudir algo perdido.
Este ejercicio suyo, pacientemente esperando a que la Pizarra del Asesinato revelara una solución o, al menos, una conexión, normalmente daba sus frutos. Lejos de lo metafísico, no había incienso o cualquier conjuro involucrado. Y esto tampoco era como jugar a la Ouijar. La práctica era simplemente un medio para calmar su mente y estudiar las piezas del puzzle para dejar a su subconsciente encontrar un ajuste. Y, en efecto, algo estaba intento hablar a Nikki, pero la eludía. ¿Qué estaba omitiendo? Heat empezaba a culparse a sí misma por no tener una mente tranquila, pero ella paró. “Nada de auto-reproches,” ella susurró. Si Nikki Heat tuviese un aliado necesitaba confiar en él y mantenerse positiva, y este era si misma.
Heat necesitaba mantenerse centrada, incluso en medio de la tormenta.
Eso era la belleza del muro de Rook ridiculizado. Rook, quejándose sobre su habilidad para compartimentar cuando esa habilidad era lo que la hacía tan exitosa en aclarar casos en un torbellino. Ella intentó de poner a Rook fuera de su mente. Lo que hacía no necesitaba justo ahora de distracciones. ¿Quieres saber lo que es un muro de verdad, Mr. Rook? Mira esto.
Su solicitud se rompió por una leal brigada. El Detective Feller entró una hora y media más pronto, justo detrás de Raley y Ochoa, a quienes ella había dicho buenas noches en su apartamento a las dos de la mañana. Randall Feller ya había hecho llamadas personales y mandado mensajes a sus camaradas encubiertos en el Pelotón de Taxis de NYPD para ser extra vigilantes buscando el taxi perdido con el daño de la parte de delante y dos agujeros de balas en el parabrisas. De momento, sin observación.
Roach comprobó para cualquier llamada de vuelta en el aviso que ellos habían publicado durante la noche en las emergencias del hospital, clínicas, y farmacias sobre víctima de disparo o alguien sangrando comprando primeros auxilios o analgésicos en cantidad.
Pronto la brigada entera se reunió para una demostración temprana; todo el mundo excepto Sharon Hinesburg, que llegaba tarde otra vez. Mientras ellos se amontonaban alrededor de las pizarras para una puesta al día, Heat comprobó el cristal de la oficina pero encontró al Capitán Irons dentro, pasando las hojas del CompStat con un bolígrafo rojo. Quizás, ella decidió, el Hombre de Hierro había tirado su guante de boxeador a la esquina más alejada esa mañana. Nikki empezó sin ella, sabiendo que lo arreglarían.
Heat empezó con el asesinato de Don, del cual todos sabían, por lo que ella dejo en un rápido sumario. Nadie hizo preguntas. Todos sabían las sensibilidades y, como Nikki, estaban ansiosos por seguir adelante hacia otros asuntos.
Los agentes que trabajaban en la calle Inwood de Nicole dijeron que recientemente los vecinos vieron una furgoneta de limpieza de moquetas allí. “Los testigos oculares no pudieron recordar el nombre de compañía, pero desde que esto coincide con la búsqueda y hora de la muerte, quiero que Feller y Rymer vayan allí para entrevistas complementarias.
Simplemente conseguid lo que podáis. Color de la furgoneta, rótulo, algo.”
“Todavía esperando a toxicología,” ella continuó, poniendo otro signo de interrogación en la pizarra detrás de ella. Debajo, ella borró “Huellas” (el cual todavía en blanco, pero discutible de que ahora ellos tenían una identificación positiva) y escribió “Inwood Limpieza de Moquetas.”
Raley informó de que no había pistas en el negocio de cazatalentos de Nicole Bernardin. “El Grupo NAB está registrado con Mejores Negocios y unas cuantas organizaciones comerciales, pero aparte de impuestos pagados en su totalidad, no mucho qué decir. Sin quejas en contra de ella sobre búsquedas de ejecutivos y colocaciones principalmente porque allí parecía no haber informe de nada.”
Malcolm y Reynolds informaron de ningún vallado o recibos de propiedad robada por un portátil perteneciente a Nicole Bernardin. Nikki les dijo que enviaran un e-mail a las casas de empeño y comprobaran eBay. El Detective Rhymer dijo que todavía seguía trabajando con los técnicos informáticos en su Web de almacenamiento de datos. “Sin éxito, pero ellos enfatizaron en el ‘todavía.’ Los TI están totalmente intrigados por el reto. Además quieren saber si les firmarías tu portada del First Press de Rook para aguantar.”
“Seguro,” ella dijo. “Siempre que no sea en el baño.”
Rhymer sonrió. “No, estoy bastante seguro de que estos tios se lo turnaran para llevárselo a casa.”
Nada nuevo de los consulados franceses, de acuerdo con el Detective Reynolds, quién también había pasado a Nicole Bernardin a través de la Interpol. Pero su nombre no iluminó nada allí. Sin embargo, dijo que Nikki estaba en lo cierto, él consiguió luz verde de ella en el Club de Corredores de Nueva York. “Ella tenía una afiliación de toda una vida.”
“Irónico,” dijo Feller, quién no pudo resistirse.
“Nicole participó en su entrenamiento por las tardes de verano corriendo por Central Park, hizo la Milla de la Quinta Avenida, y mucho de los 10Ks, pero no tenía un perfil social allí,” dijo Reynolds. “Básicamente, era un número de dorsal.”
Y esto paso a través de todos los informes. Información, pero nada que guiara a algún lugar. Incluso Rhymer, quien por su cuenta había comprobado con orquestas aficionadas y la unión de músicos para ver si Nicole, la ex-NEC (New England Conservatory) prodigio del violín, tuviese algunas afiliaciones allí, apareció vació. Todos los trabajos que hicieron simplemente les llevaron a ningún sitio; como los bucles de verano de Nicole por el parque, todo terminaba justo de vuelta a donde ellos habían empezado.
Mientras el grupo se dispersaba, Nikki se encontró a sí misma, por reflejo, girándose hacia la silla vacía de Rook para conseguir su toque fuera-del-muro. Antes de que el pensamiento de él la metiera en una trampa de vulnerabilidad, consiguió ocuparse en su escritorio. A fin de cuentas, se contaba afortunada de la hora que había pasado sin susurros de cotilleos o la necesidad de enfrentar a la controversia de su vida personal en esa oficina. Después, la Detective Hinesburg entró campante y una nueva hora comenzó.
“He oído todo sobre la pasada noche. ¿Estás bien?” preguntó Sharon, de pie sobre ella más que un poco demasiado. Excepto que respetar el espacio personal no va con ella. “Tuvo que ser horrible, justo allí en tu apartamento.” Ella se inclinó hacia abajo y bajo el volumen solo significativamente. “Y era tu novio. Nikki, lo siento tanto.”
“Él no era mi novio.” Heat deseo no haber incluso participado.
“Seguro, lo que sea que digas. Tuvo que ser muy traumático.
Sinceramente, no pensaba que estarías aquí.”
Heat se echo hacia atrás el puño de su reloj. “Claramente, tú no. ¿Dónde estabas?”
“En la tarea que el Capitán Irons me dio.” En primer lugar, Nikki pensó que ella estaba mintiendo, pero eso sería muy fácil de comprobar, por lo que ella siguió adelante con la molestia que el comandante de la comisaría había ido alrededor de ella, cazando furtivamente miembros sin consultarlo. Pero entonces Heat consideró el que él había cazado. ¿Y no había sido una mejor mañana sin Sharon allí? Hinesburg cruzó hacia su escritorio para dejar su monstruos monedero y dijo, “hubiese estado aquí temprano, pero ya sabes como él está observando OT. Por lo que desde que tuve que conducir la pasada noche a Scarsdale, me dijo que entrara tarde para compensarlo.”
La respiración de Nikki se paró. Ella se acercó hacia el escritorio de Hinesburg e invadió su espacio para un cambio. “¿Qué estabas haciendo en Scarsdale?”
Los otros detectives soltaron un bajo silbidito. “Hoo chico. Honestamente. Realmente creía que te lo había dicho.”
Esto golpeó a Nikki como una explosión y la hizo tambalearse. “¿Fuiste a ver a mi padre? ¿En una misión?”
Antes de que ella pudiera responder, Heat ya estaba de camino hacia la oficina del capitán. Hinesburg la gritó, débilmente, “si, pero no como un sospechoso. Puramente como persona de interés.”
Heat golpeó su puerta con bastante fuerza, la mitad del edificio debió de pensar que estaban siendo testigos de otra réplica. Y si ellos hubiesen estado dentro de la oficina de Irons, lo habrían estado.
“Santa mierda. Heat ¿Qué demonios?” Wally Irons no solo se había sacudido derecho en su silla de estilo Roger Rabbit, él se había retirado en sus ruedas, tacones dando patadas en la alfombrilla de plástico, los ojos muy abiertos y la boca floja. Ellos eran buenos instintos que seguir. La Detective Heat avanzó hacia su escritorio como si tuviera la intención de pasar por encima de este para ir hacia él.
“Qué demonios, está en lo cierto. ¿Qué demonios está haciendo, enviando a Sharon Hinesburg a la casa de mi padre?” Heat rara vez juraba, y si la entrada no era suficiente para indicar su enfado, la f-bomba fue. “¿La casa de mi padre, Capitán?”
“Necesitas sentarte ahora mismo.”
“Joder, claro que lo voy a hacer. Conteste a mi pregunta.”
“Detective, todos sabemos de la estresante noche que tuviste.”
“Contésteme.” Cuando él simplemente la miró, ella cogió su media taza de café frío del posavasos y lo derramó sobre sus impresos del CompStat. “Ahora.”
“Te estás pasando de la raya.”
“Yo simplemente estoy empezando –Wally.”
Ella se quedó plantada allí, jadeando como si hubiese corrido un sprint. Pero él pudo ver como ella podría fácilmente dar unas vueltas más, y dijo, “bien. Hablemos. Toma asiento.” Ella no cedió. “Vamos, ¿te sientas?”
Mientras que ella empujaba una silla, él sacó su pañuelo para refrenar el flujo de café descremado rodando por el escritorio hasta el interior del puño de sus pantalones, todo mientras mantenía un ojo en ella. “Bien,” ella dijo. “Sentada. Empiece a hablar.”
“He tomado una determinación…como comandante de esta comisaría,” él añadió débilmente, “para abrir una nueva línea en esta investigación para conseguir que las cosas se muevan.”
“¿Con mi padre?” Ella medio señaló a la oficina a través del cristal. “¿Con ella? Vamos.”
“Muéstrame algo de respeto, Detective.”
Ella dio un manotazo en el escritorio. “¿Persona de interés? ¿Mi padre? A: Ese hombre estaba limpio hace diez años. Y B: ¿En qué mundo está bien para usted mandar a alguien –cualquiera- a entrevistarle sin hacérmelo saber primero?”
“Yo soy el comandante de la comisaría.”
“Yo soy la líder de la Brigada de Homicidios.”
“Liderando una estancada investigación. Mira, Heat, hablamos sobre esto ayer después de este final en el Ledger, Después de una década, es hora para campeones frescos.”
“Ah-ah… ¿Ha estado puliendo esa cita para el próximo artículo? ¿Mientras compromete mi caso y daña mi relación con mi familia?”
“Mi resolución es que estás muy involucrada. Tienes un conflicto potencial de interés. Creo que estoy viendo lo que se estás llevando a cabo aquí.”
“Tonterías.”
“Envié a la Detective Hinesburg porque siento que sus talentos son infrautilizados.”
“¿Hinesburg? Cinco dólares a que anoche ella pasó más tiempo en el centro comercial de Westchester que con mi padre.”
“Y,” él levantó un dedo como si pulsase un imaginario botón de parar en ella. “Siento que necesitamos algo de objetividad, no un lobo solitario en una vendetta.”
“Nosotros tampoco necesitamos un cazador de brujas. Bruja incluida.”
“Estás fuera de control.”
“Confíe en mí, sabrías eso si lo viera.”
“¿Como la otra noche en Bayside cuando violó el procedimiento y entró a hurtadillas en ese sótano sola por su obsesión con este caso?”
“Necesita algún tiempo en el campo, Capitán. Quizás entendería el actual trabajo policial.”
“¿Sabes lo que necesitas? Algún tiempo fuera del campo. Te estoy expulsando del campo.”
“¿Qué estas qué?”
“Nada personal. Incluso después de este…encuentro. De hecho, soy un hombre lo suficientemente grande para ver todo esto como tu reacción de estrés postraumático.”
“Como si estuviese cualificado para ver eso.”
“Quizás no. Pero el departamento tiene psicólogos que lo son. Estoy cumpliendo su encargo de evaluación psicológica seguido al asesinato de su novio y su tiroteo de un sospechoso huido.” Él se levantó. “Consiga un psicólogo, después hablaremos sobre ponerla de vuelta en su deber. Esta reunión ha acabado.” Pero él era el único en irse. Y salió de allí con prisa.
El psicólogo dijo, “ciertamente no ha malgastado nada de tiempo en tomar esta cita, Detective.” El licenciado Lon King del departamento de psicólogos tenía un amigable, bajo perfil de recordarla el suave oleaje de algún lugar tropical. “Solo tuve la remisión del ticket del comandante de tu comisaría esta mañana después de su, ah, reunión.”
“Quería pasar por esto y volver al trabajo, si no le importa mi contundencia.”
“Las contundencias se trabajan aquí. La honestidad es incluso mejor. Tomare ambos.” Él se tomo un tranquilo momento en la suave silla frente a Nikki para estudiar su cuestionario de admisión. Ella le observó para ver si veía alguna reacción pero no consiguió ninguna. Su cara tenía tal afecto llano y calma natural que decidió que nunca jugaría al póker con el Dr. Lon King. Ante todo, Heat se consideraba afortunada por haber sido capaz de pedir cita en el mismo día de su estúpido mandato de Irons. Esperaba que esta reunión fuera corta porque uno de los camaradas del Detective Feller, del Pelotón de Taxis, acababa de llegar y localizado el taxi que el tirador de Don había requisado. Estaba aparcado debajo de una rampa de entrada a Bruckner en el Bronx. Piezas de carroñeros y vándalos habían recogido su limpieza durante la noche, desde medallones hasta el cableado de cobre, pero los Forenses lo tenían ahora, y ella estaba ansiosa por volver para ver si esto ofrecía alguna pista para su identificación. Como ¿él se quito los guantes y dejo huellas? Fue entonces cuando Nikki se dio cuenta de que King la estaba preguntando algo.
“¿Perdón?”
“Le acababa de preguntar si ha experimentado alguna perdida de concentración últimamente.”
“No,” ella dijo, esperando que la primera pregunta no fuera de aprobar/suspender. “Me siento fuerte.”
“Trato con muchos DEPT (Desorden de Estrés Post-Traumático), y estoy acostumbrado a oficiales de policía que están cableados para probar que son invulnerables. A sí que por favor sepa que no hay ninguna vergüenza en algo que estés experimentando o lo que compartas aquí.” Heat asintió y sonrió lo suficiente para señalar su aceptación de eso, todo el tiempo preocupada de que este hombre podría marginarla indefinidamente con el golpe de su pluma. “Y, para ser claros, no tengo interés en mantenerte en tratamiento,” él dijo, como si leyera su mente. O simplemente sabiéndolo. Él continuó haciéndola preguntas, algunas de las cuales ella ya había cubierto escribiéndolas en la entrada. Sobre sus hábitos de sueño, consumo de alcohol, si ella se sentía asustadiza o frecuentemente sobresaltada. Si el psicólogo se sentía satisfecho o preocupado por sus respuestas, Lon King manifestaba no decirlo.
Él dijo, “supongo que podemos estipular la respuesta a una pregunta como un sí –que tienes, en tu vida, testigos potencialmente mortales.”
“Detective de homicidios,” ella contesto, señalándose a sí misma con ambas manos.
“¿Y personalmente, sin embargo? ¿Fuera del trabajo?” Ella compartió tan brevemente que ella podía hacer frente, sin faltar el respeto al proceso, eventos del asesinato de su madre. Él paró cuando ella terminó, después, suave como un locutor de jazz, dijo, “a los diecinueve, esto puede ser formativo. ¿Alguna vez has experimentado cosas que te hagan sentir que estas revisitando o reviviendo esa tragedia?”
Nikki quería reír y decir, “simplemente todo el tiempo,” pero temía que pudiera enterrarse en meses de reducción fuera del servicio, por lo que dijo, “de la manera más positiva. Mi trabajo me pone en contacto con las víctimas y sus amores. Cualquier cruce no es con mi propia vida. Trato de utilizarlo para ayudarles a ellos y a mi trabajo de investigación.”
King no corrió para abofetear a una estrella de oro en su corona. Todo lo que ella obtuvo fue un “ya veo” antes de que él preguntara, “¿Y sobre las cosas que asocias con el asesinato de tu madre? ¿Alguna vez te has encontrado a ti misma evitando gente o cosas que te recuerden a eso?”
“Hah…” Heat se dejó caer contra los cojines y miro al techo. Una segunda mano marcó suavemente en un reloj detrás de ella, y a través de la ventana cerrada detrás de él, ella pudo oír el tranquilizador flujo de York Avenue doce pisos más abajo. La única repuesta de Nikki fue su escape del piano en su sala de estar. Ella le dijo que no podía decidirse a tocarlo y explicó el porqué mientras él simplemente escuchaba. Otra aversión, una que no se la había ocurrido hasta entonces, era la longitud de un brazo en la relación con su padre. Nikki siempre había atribuido esta distancia a él, pero elevarlo en esa sesión podría quitar el sello de la caja de Pandora, por lo que ella lo dejo en el piano, e incluso preguntó si eso era algo malo.
“No hay malo o bueno. Simplemente vamos a hablar y dejar que la imagen completa emerja.”
“Genial.”
“¿Tu padre todavía sigue vivo?” ¿Era este tio un psicólogo o un psíquico? Nikki le informó del divorcio y pintó una distancia pero cordial relación, sombreando la parte de la longitud de un brazo como proveniente del hombro de su padre, no del suyo, lo cual era parcialmente verdad en cierta manera. “¿Cuándo fue el último contacto que tuviste con tu padre?”
“Hace un par de horas. Le llame para hacer un control de daños de un desastre creado por mi capitán, quién envió a un investigador para preguntarle sobre el asesinato de mi madre.”
“A sí que, tú le tendiste la mano a él.” Heat dio un fuerte sí, teniendo en cuenta las señales de peligro del DEPT de evitar a gente relacionada a un drama. “¿Y cómo lo recibió tu padre?”
Nikki recordó su bravuconería y el tintineo de los cubos de hielo. “Simplemente digamos que podría haber estado más presente.” El terapista no insistió en eso pero siguió preguntándola sobre sus relaciones, y ella dijo, “debido a mi trabajo, es duro de mantener alguna, como probablemente usted sepa.”
“¿Por qué no me lo dices?”
Verazmente, pero tan brevemente como ella pudo, Nikki le resumió la naturaleza de sus relaciones durante los pasados últimos años, la más larga, una de las más recientes fue con Don. Ella le dio a King la misma versión que había compartido con el Detective Caparella la noche anterior; compañero de entrenamientos de combate con beneficio. Ella le dijo del siguiente, Jameson Rook. La única bajada de él en la sesión fue preguntar si él era el famoso escritor. Nikki usó eso como un punto de entrada para describir como ellos se conocieron en su anterior verano de carreras y como, aunque ella y Rook parecían exclusivos, esto no fue declarado. Sin embargo ella no había dormido con Don o con cualquier otro desde que conoció a Rook.
“¿Cómo lo estas llevando después del tiroteo de la pasada noche?”
“Es difícil.” Las lágrimas hicieron un intento de invasión mientras ella pensaba en el pobre Don, pero las retuvo. “Principalmente, estoy tratando de posponer como llevarlo.”
“¿Y la pasada noche? ¿Cuándo estabas con Don, fue eso platónico?”
“Si,” dijo bruscamente Nikki.
“Esa fue una respuesta empática. ¿Es este un tema sensible?”
“No realmente. Don y yo simplemente habíamos tenido un entrenamiento. En nuestro gimnasio. Y él volvió a mi apartamento para una ducha. En ese momento es cuando el tiroteo ocurrió.”
“Una ducha. ¿Y dónde estaba Mr. Rook?”
“De vuelta a su casa. Habíamos tenido una pelea, y yo…necesitaba desahogarme.” Lon King dejó a un lado los papeles de admisión y cruzó sus manos en su rodilla, mirándola. Incómoda con el silencio, ella dijo, “lo admito, jugué con fuego, pero…”
“Dijiste que tu y Rook no se hubieron declarado exclusividad.”
“No, pero…”
“¿De qué piensas que fue el –juego, como lo llamaste?”
“No lo sé.” Y después se sorprendió a sí misma preguntando, “¿y usted?”
“Solo tú lo sabes,” él dijo. “La gente hace sus propias reglas sobre lo que es justo, o no. Simplemente como ellos tienen sus propias razones para mantener esas reglas, o no.” Ella cogió una hoja de él y, como un cambio, esperó más. Él se obligó. “A veces… solo a veces… fíjate… la gente en crisis intenta enmascarar su dolor a través de cambios. Intentan evitar un intento del subconsciente para cambiar el canal de la radio en la cabeza de uno hacia un dolor diferente que él –o ella- no quieren confrontar. ¿Sobre qué discutieron tu y Mr. Rook?”
Cualquier guardia que ella hubiese tenido levantada antes, se bajó. A pesar de su actitud de seguir, Heat se sintió segura y confortada con todo esto. Ella le guió a través de la acusación de Rook sobre su muro defensivo y como esto provocó la pelea.
“¿Y por qué crees que eso fue tan emotivo?”
“Él me ha estado empujando últimamente en caminos que no me gustan.”
“Dime.”
“Rook ha estado acosándome. Insistiendo en arrastrarme por viejos temas familiares para investigar el asesinato de mi ma-“ Ninguno de los dos necesitaba el final de esa frase para profundizar en el significado potencial de lo que ella estaba revelando. Nikki entró en pánico. Se vio prisionera en el Mundo de la Terapia para la eternidad sin tiempo libre para buenos modales e inmediatamente intento volver atrás. “Pero ya sabe,” ella dijo, “la gente pelea en las relaciones. Si no es una cosa es otra, ¿verdad?”
“A pesar de todo, esto era una cosa. Y no otra cualquiera.”
Mientras el silencio la aplastaba, el terapista esperó. Y esperó.
“¿Qué significa eso?” ella preguntó.
“No puedo responder eso. Todo lo que puedo hacer es preguntar, ¿con quién estabas enfadada de verdad? Y, ¿Quién estaría más dolido si te hubieras acostado con Don?” Él sonrió y después miró al reloj detrás de ella. “Estamos en el final de nuestro tiempo.”
“¿Ya?” Mientras él recogía sus papeles y los deslizaba en una carpeta, ella dijo, “¿Y?”
“Todos estos años, todas estas sesiones, y siempre terminan con un policía preguntando, ‘¿y?’” Él volvió a sonreír. “Nikki, has tenido muchas pérdidas que estas afrontando y mucho más trauma de lo que la mayoría carga en toda una vida.” La nariz de ella echo brotes de algodón. “Pero. Habiendo dicho eso, veo que tienes una notable capacidad de recuperación y, desde mi punto de vista, una persona centrada, fuerte y altamente funcional a lo que Hemingway llamaría la gracia bajo la presión. Más saludable que muchos de los que yo he visto en tu profesión.”
“Gracias.”
“Por eso es por lo que pienso que serás feliz con mi recomendación de que vuelvas al trabajo –después de una semana de descanso.”
“Pero mi trabajo. Mi caso…”
“Nikki. Mira por lo que has estado pasando. Necesitas algo de tiempo para encontrar tu centro. La gracia bajo presión viene con una etiqueta con precio.” Él sacó un bolígrafo y escribió en un archivo. “Por eso es por lo que estoy ordenando estos siete días forzados de excedencia, con pago.” Él torció el bolígrafo cerrado. “Para mi disposición final, podría ser visto como un signo saludable si demostraras un intento de arreglar conexiones que has cortado por el trauma.”
“¿Quieres decir Rook?”
“Esa sería importante.” Él cerró el archivo y dijo, “encontrémonos dentro de una semana para reevaluar.”
“Quieres decir, ¿esta excedencia podría extenderse si no lo hago?”
“Encontrémonos dentro de una semana. Veremos dónde estás.”
lastral- Policia de homicidios
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Localización : Madrid
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
No parais ni por navidad sois incombustibles.
Muchas gracias, por ese trocito de capitulo de cada semana.
Feliz año a todos.
Muchas gracias, por ese trocito de capitulo de cada semana.
Feliz año a todos.
castlemaniac- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 05/12/2012
Edad : 41
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
castlemaniac escribió:No parais ni por navidad sois incombustibles.
Muchas gracias, por ese trocito de capitulo de cada semana.
Feliz año a todos.
Muchas gracias a ti por seguirlo Y esperamos no parar hasta que lo terminemos
Feliz año a ti tambien!!!
lastral- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 10/04/2011
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
FELIZ AÑO A TODOS!!!!
Y para celebrarlo os traemos un nueva entrega de esta magnifica, intrigante y romantica historia.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, muchas gracias por vuestros comentarios y por seguir nuestra traduccion. Disfrutadlo y comentad, tanto para bien como para mal.
CAPITULO OCHO- PRIMERA PARTE
El identificador de llamadas ponía “20ava Comisaria”. Nikki se apartó de la caja registradora para dejar que el cliente que iba detrás suyo pudiera pasar, mientras ella respondía. “Heat.”
“Roach,” dijeron las voces de Raley y Ochoa a la vez.
“Hey, en estéreo.”
Raley dijo, “Hum, de hecho esa tecnología está a años luz. El auricular, por desgracia, es monoaural.”
“Siempre rompiendo ilusiones,” dijo Ochoa. “Detective Sean Ryan, donde la alegría va a morir.”
“¿Habéis llamado para probar vuestra rutina matutina? Porque tengo noticias para vosotros. Howard Stern está a salvo.”
Ochoa respondió. “Si estás llamando con una noticia sobre el taxi al que disparaste, me figuro que aún estamos autorizados a mantenerte en el caso. ¿Te hemos pillado en un buen momento?”
“Sí, sólo estoy comprando una alfombra nueva, para el recibidor.”
“Escucha,” dijo Ochoa, “¿Necesitas ayuda para limpiar por allí? Porque Raley está en un sin vivir.” La pareja rió, y él continuó, “En serio, nos podemos pasar cuando acabemos el turno.”
“Gracias, de verdad. Pero me pasé el resto de la tarde barriendo y fregando. Estoy bien. ¿Qué tenéis?”
Los forenses acababan de enviar los resultados preliminares, y los Roach querían que ella supiera que habían encontrado muchas huellas y que las estaban comprobando. Para acelerar las cosas, Feller se había ido con una unidad de identificación móvil, a la casa del conductor, para que las suyas pudieran ser eliminadas. Los Roach no se mostraban muy esperanzadores sobre el resto de las huellas. Oach dijo, “Supongo que la mayoría van a ser de los desguazadores. Han destrozado ese taxi como si fueran un banco de pirañas.”
“Incluso se han llevado la cámara de seguridad y el disco duro, así que no tenemos imágenes de nuestro tirador.”
Heat preguntó esperanzada, “¿Cuánta sangre hay en los asientos?”
“¿Qué asientos?” dijo Raley.
“Él aún anda suelto, detective. Vigila tus espaldas.”
Cuando colgó el teléfono, el cajero ya había procesado su compra, una alfombra turca de lana, de 3 por 7, con un patrón y color similar a la que estaba reemplazando. Nikki pagó y él le preguntó, “¿Quiere que se la llevemos a casa? Cerramos durante la noche, pero se la podemos enviar mañana a primera hora.”
Heat sonrió y se cargó el rollo al hombro. “Vivo a solo tres bloques de aquí.”
Eran las 8 de la tarde, y los rastros del final del día enverdecían el cielo hacia el este de la calle 23. Se encendieron las luces del escaparate de una tienda de segunda mano y Nikki se paró para admirar una lámpara, pensando que ya volvería para mirarla más detenidamente cuando abrieran por la mañana. Algo reflejado en el latón pulido de la base se movió tras ella. Nikki se giró.
No había nadie. Al girarse, la alfombra enrollada se balanceó en su hombro y casi estuvo a punto de darle a un repartidor de panfletos que sujetaba un taco de anuncios de trajes para hombre. Aliviada de evitar hacer una escena al estilo de ” Los Tres Chiflados”, Heat dobló la esquina para coger la calle Lexington. Ya fuera la advertencia de Ochoa sobre el tirador que andaba suelto o que las tiendas estaban apagando las luces, decidió coger un taxi. Nikki levantó su mano libre mientras seguía andando, pero los dos únicos taxis que pasaron estaban ocupados, así que lo dejó cuando pasó el este de la 22, ya que sólo le quedaban dos bloques para llegar.
A medio camino de la 21, unos neumáticos chirriaron seguidos de un grito enfadado tras ella, y una voz de mujer dijo, “¡Idiota, pone no pasar!” Nikki se dio la vuelta para comprobar la calle, pero todo lo que vio fueron las luces traseras de un coche y el resplandor plateado del edificio Chrysler a una milla de distancia, en la parte alta de la ciudad. Continuó andando, pero no pudo olvidar el vídeo de la noche anterior que seguía reproduciéndose en su cabeza: las pisadas del tirador con capucha sobre su azotea; sus pisadas en los tablones del andamio; sus pisadas sobre el asfalto del Park Avenue South. ¿Estaba nerviosa sólo por la falta de sueño o realmente podría estar pasando esto de nuevo? Esto es lo que llena tu mente cuando sabes que alguien ahí fuera te quiere matar y solo está esperando una nueva oportunidad. ¿Qué estaba haciendo ella sola, de noche, por la calle? Heat echaba en falta el peso tranquilizador de su arma de servicio, que se había ido de su cadera cuando el capitán Irons se la decomisó. Su arma de repuesto, una Beretta 950 estaba en el cajón del escritorio en su apartamento, siendo inservible en ese momento. Nikki aceleró el paso.
Cruzando imprudentemente a través de la 20 Este, definitivamente oyó pisadas que coincidían con las suyas, cuando ella se paraba, las pisadas también. Se giró, pero la acera estaba vacía. Se le pasó por la cabeza dejar la alfombra, pero viendo que su edificio estaba al otro lado de la plaza, Nikki se puso a correr suavemente, haciendo que la doble sincronización fuera a lo largo del forjado que vallaba el Parque Gramercy.
Se le ocurrió la idea de una emboscada. Si ese tío tenía un cómplice vigilando las escaleras frontales, ella estaría yendo directa hacia una trampa. Empezó a calcular como mejor pronóstico el uno a uno, sobre todo si ella lo sorprendía girándose de golpe. En la esquina del parque, la valla no seguía en un ángulo agudo, sino curvo. Tan pronto como Heat lo rodeó, se paró y agachó.
Estando en cuclillas, Nikki esperó y escuchó. Efectivamente, los pasos se acercaron pero se pararon a unos 14 metros. Su visión estaba bloqueada por los arbustos del parque, pero lo oyó jadear. Un hombre se estaba aclarando la garganta suavemente. Apoyándose sobre una palma de la mano encima de una de las losas de la acera, Nikki se inclinó a la izquierda y vio el reflejo distorsionado de su perseguidor en la ventana del restaurante al otro lado de la calle. No era más que una sombra oscura en la suave iluminación del parque, pero ella distinguió su sudadera con capucha y una gorra de beisbol. Lo perdió cuando él se movió hacia adelante, reanudando su búsqueda. Heat estaba preparada.
Él se dirigía hacia la esquina de la acera en un trote. Cuando llegó, Nikki se impulsó hacia arriba, lista para golpearle en la cara con los 3 metros de alfombra turca enrollada. Justo en ese momento, reconoció a su perseguidor como Rook.
Heat se las arregló para desviar el golpe y fallar, pero él se sobresaltó, gritando “¡Eh, no, no!”, agitando los brazos defendiéndose y perdiendo el equilibro. Se cayó hacia delante, se apoyó en un escalón luchando desesperadamente contra la gravedad, pero la perdió y Rook se cayó con un “¡off!” sobre las losas de pizarra, pudiendo al menos cubrir su cara, anteponiendo su antebrazo entre ésta y la acera.
“Dios, Rook, ¿qué crees que estás haciendo?”
“Protegiéndote,” habló con voz apagada por la manga. Se dio la vuelta y se sentó, con la sangre brotando de sus fosas nasales.
Cuando llegaron a su apartamento, ella le dijo, “Por favor, no sangres sobre el suelo, lo acabo de limpiar.”
“Me encanta la compasión. No te preocupes por mí, estaré bien.”
Ella lo sentó en un taburete con una caja de pañuelos y le limpió con las toallitas que quedaban de las que le dio Lauren Parry la noche anterior. Mientras le limpiaba la sangre seca del labio superior y la nariz, ella dijo, “Rook, piensa de nuevo sobre lo que pasó el año pasado. ¿ Aún no has aprendido a no seguirme?”
“Está claro que no. Au.”
“Lo siento.”
“Y claro, no has aprendido que, si estás siendo seguida, debe ser la caballería. Es decir, yo.”
“Yo.”
“No te pongas en término policial, ¿vale?” Él tiró de un trozo del pañuelo de su nariz para examinar si había sangre fresca. Satisfecho, lo tiró a la basura. “¿Qué está mal entre nosotros, Nikki? ¿Por qué no podemos ser como en las películas de Woody Allen? ¿Dos viejos amantes con asuntos pendientes, que se encuentran en una acera de Nueva York?”
“¿Quieres decir,” dijo ella, “en vez de encontrarse con la acera?”
“¿Me he roto la nariz?”
“Déjame ver.” Ella acercó los dedos, pero él se apartó.
“No, ya he tenido bastante dolor.” Se levantó y miró su rostro en la tetera. “El reflejo es demasiado distorsionado como para verlo.” Se encogió de hombros. “Bueno, si está rota, me dará más carácter. Seré aún más irresistiblemente atractivo.”
“Hasta que la gente averigüe como te lo hiciese.” Eso hizo que él volviera a mirarse en la tetera. Mientras evaluaba los daños, ella dijo, “gracias por intentar protegerme.” Y añadió, “supongo que no puedes estar tan enfadado.”
Él se enderezó y la miró, “¿quieres apostar?” Pero su mirada le decía que su enfado, por lo menos, había bajado varios grados.
“Y no te culpo, sé que te sentías desconcertado.”
“¿Por qué? ¿Por qué me dejaste tirado, y un par de horas más tarde encuentro un hombre muerto y desnudo en tu apartamento? Y cuando me atrevo a preguntar, ¿tú crees que te puedes librar solo con decir que es complicado y darme la patada?”
“Vale, supongo que aún estás enfadado.”
“¿Qué pasaría si los papeles se invirtieran? ¿Y si hubieras venido a mi casa y te hubieras encontrado con Tam Svedja desnuda y con su cerebro en el suelo? Está bien, no habría mucho cerebro, pero ya me entiendes.”
Un silencio cargado de invisibles partículas tóxicas se instaló entre ellos. Nikki sabía que le tocaba a ella romper el silencio, o no hacerlo. Ella reconocía los puntos de inflexión cuando los veía. “Podrías no estar de acuerdo,” empezó, “debido a la… indignidad de la herida de tu nariz, pero el inesperado encuentro de esta noche ha sido bastante oportuno. Hoy mi psicólogo me ha sugerido que contacte contigo.”
“Esto, después de todo, empieza a sonar más como Woody Allen. ¿Has ido a un psicólogo?” Y con más énfasis añadió, “¿Tú?”
“Me lo mandaron. Es una larga historia que incluye al capitán Irons, pero que acabó en una sesión con el terapeuta del departamento.” Nikki hinchó el pecho tomando aire. La compartimentación siempre la atravesaba, así que eso era un territorio que la asustaba. La vulnerabilidad significaba exposición, pero ella se abrió a él, desarmada y desprotegida. “Estoy dispuesta a explicarme si tú estás dispuesto a escucharme.”
Fue entonces cuando la parte de él que ella consideraba su esencia, la parte con la que más conectaba, la parte que se interponía frente a las balas para protegerla, lo suavizó un grado más. Cediendo a su compasión innata, tendió su mano y le dijo, “probablemente estaremos más cómodos en el sofá.”
Como pasa con los grandes miedos, incluyendo los monstruos detrás de las puertas, los suyos se mostraron a tamaño real cuando los confrontó. La voluntad de Rook de escuchar en vez de interrumpirla para juzgarla, ponerse defensivo- o incluso chistoso- la ayudaron inmensamente, a contarle todo lo relacionado con Don. Después de informarle de sus parones sexuales cuando conoció a Rook durante el verano pasado, él asintió, aceptando eso como un hecho. Incluso tuvo la elegancia de no preguntarle si se habían acostado la noche anterior. Cuando ella acabó, él sólo dijo una cosa, y fue lo mejor que pudo haber hecho.
“Habrá sido un auténtico infierno afrontar esto sola.”
Las lágrimas de Nikki brotaron y desde donde estaba sentada se arrojó a sus brazos, temblando entre sollozos, dejando desprotegidas sus emociones, sin restricciones. Su llanto surgió desde una profundidad, aparentemente sin fondo, no sólo por el crudo dolor de las últimas veinticuatro horas, sino por una década de sentimientos reprimidos de pérdida, dolor, ira, frustración, soledad, y miedo, que –hasta ese momento– habían estado pulcramente guardados bajo llave. Él la abrazó, acunándola en su hombro, pareciendo saber que su silencio era su fuerza, y que tenerla rodeada entre sus brazos marcaba la esperanza y la amistad inquebrantable en medio de su catarsis.
Y para celebrarlo os traemos un nueva entrega de esta magnifica, intrigante y romantica historia.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, muchas gracias por vuestros comentarios y por seguir nuestra traduccion. Disfrutadlo y comentad, tanto para bien como para mal.
CAPITULO OCHO- PRIMERA PARTE
El identificador de llamadas ponía “20ava Comisaria”. Nikki se apartó de la caja registradora para dejar que el cliente que iba detrás suyo pudiera pasar, mientras ella respondía. “Heat.”
“Roach,” dijeron las voces de Raley y Ochoa a la vez.
“Hey, en estéreo.”
Raley dijo, “Hum, de hecho esa tecnología está a años luz. El auricular, por desgracia, es monoaural.”
“Siempre rompiendo ilusiones,” dijo Ochoa. “Detective Sean Ryan, donde la alegría va a morir.”
“¿Habéis llamado para probar vuestra rutina matutina? Porque tengo noticias para vosotros. Howard Stern está a salvo.”
Ochoa respondió. “Si estás llamando con una noticia sobre el taxi al que disparaste, me figuro que aún estamos autorizados a mantenerte en el caso. ¿Te hemos pillado en un buen momento?”
“Sí, sólo estoy comprando una alfombra nueva, para el recibidor.”
“Escucha,” dijo Ochoa, “¿Necesitas ayuda para limpiar por allí? Porque Raley está en un sin vivir.” La pareja rió, y él continuó, “En serio, nos podemos pasar cuando acabemos el turno.”
“Gracias, de verdad. Pero me pasé el resto de la tarde barriendo y fregando. Estoy bien. ¿Qué tenéis?”
Los forenses acababan de enviar los resultados preliminares, y los Roach querían que ella supiera que habían encontrado muchas huellas y que las estaban comprobando. Para acelerar las cosas, Feller se había ido con una unidad de identificación móvil, a la casa del conductor, para que las suyas pudieran ser eliminadas. Los Roach no se mostraban muy esperanzadores sobre el resto de las huellas. Oach dijo, “Supongo que la mayoría van a ser de los desguazadores. Han destrozado ese taxi como si fueran un banco de pirañas.”
“Incluso se han llevado la cámara de seguridad y el disco duro, así que no tenemos imágenes de nuestro tirador.”
Heat preguntó esperanzada, “¿Cuánta sangre hay en los asientos?”
“¿Qué asientos?” dijo Raley.
“Él aún anda suelto, detective. Vigila tus espaldas.”
Cuando colgó el teléfono, el cajero ya había procesado su compra, una alfombra turca de lana, de 3 por 7, con un patrón y color similar a la que estaba reemplazando. Nikki pagó y él le preguntó, “¿Quiere que se la llevemos a casa? Cerramos durante la noche, pero se la podemos enviar mañana a primera hora.”
Heat sonrió y se cargó el rollo al hombro. “Vivo a solo tres bloques de aquí.”
Eran las 8 de la tarde, y los rastros del final del día enverdecían el cielo hacia el este de la calle 23. Se encendieron las luces del escaparate de una tienda de segunda mano y Nikki se paró para admirar una lámpara, pensando que ya volvería para mirarla más detenidamente cuando abrieran por la mañana. Algo reflejado en el latón pulido de la base se movió tras ella. Nikki se giró.
No había nadie. Al girarse, la alfombra enrollada se balanceó en su hombro y casi estuvo a punto de darle a un repartidor de panfletos que sujetaba un taco de anuncios de trajes para hombre. Aliviada de evitar hacer una escena al estilo de ” Los Tres Chiflados”, Heat dobló la esquina para coger la calle Lexington. Ya fuera la advertencia de Ochoa sobre el tirador que andaba suelto o que las tiendas estaban apagando las luces, decidió coger un taxi. Nikki levantó su mano libre mientras seguía andando, pero los dos únicos taxis que pasaron estaban ocupados, así que lo dejó cuando pasó el este de la 22, ya que sólo le quedaban dos bloques para llegar.
A medio camino de la 21, unos neumáticos chirriaron seguidos de un grito enfadado tras ella, y una voz de mujer dijo, “¡Idiota, pone no pasar!” Nikki se dio la vuelta para comprobar la calle, pero todo lo que vio fueron las luces traseras de un coche y el resplandor plateado del edificio Chrysler a una milla de distancia, en la parte alta de la ciudad. Continuó andando, pero no pudo olvidar el vídeo de la noche anterior que seguía reproduciéndose en su cabeza: las pisadas del tirador con capucha sobre su azotea; sus pisadas en los tablones del andamio; sus pisadas sobre el asfalto del Park Avenue South. ¿Estaba nerviosa sólo por la falta de sueño o realmente podría estar pasando esto de nuevo? Esto es lo que llena tu mente cuando sabes que alguien ahí fuera te quiere matar y solo está esperando una nueva oportunidad. ¿Qué estaba haciendo ella sola, de noche, por la calle? Heat echaba en falta el peso tranquilizador de su arma de servicio, que se había ido de su cadera cuando el capitán Irons se la decomisó. Su arma de repuesto, una Beretta 950 estaba en el cajón del escritorio en su apartamento, siendo inservible en ese momento. Nikki aceleró el paso.
Cruzando imprudentemente a través de la 20 Este, definitivamente oyó pisadas que coincidían con las suyas, cuando ella se paraba, las pisadas también. Se giró, pero la acera estaba vacía. Se le pasó por la cabeza dejar la alfombra, pero viendo que su edificio estaba al otro lado de la plaza, Nikki se puso a correr suavemente, haciendo que la doble sincronización fuera a lo largo del forjado que vallaba el Parque Gramercy.
Se le ocurrió la idea de una emboscada. Si ese tío tenía un cómplice vigilando las escaleras frontales, ella estaría yendo directa hacia una trampa. Empezó a calcular como mejor pronóstico el uno a uno, sobre todo si ella lo sorprendía girándose de golpe. En la esquina del parque, la valla no seguía en un ángulo agudo, sino curvo. Tan pronto como Heat lo rodeó, se paró y agachó.
Estando en cuclillas, Nikki esperó y escuchó. Efectivamente, los pasos se acercaron pero se pararon a unos 14 metros. Su visión estaba bloqueada por los arbustos del parque, pero lo oyó jadear. Un hombre se estaba aclarando la garganta suavemente. Apoyándose sobre una palma de la mano encima de una de las losas de la acera, Nikki se inclinó a la izquierda y vio el reflejo distorsionado de su perseguidor en la ventana del restaurante al otro lado de la calle. No era más que una sombra oscura en la suave iluminación del parque, pero ella distinguió su sudadera con capucha y una gorra de beisbol. Lo perdió cuando él se movió hacia adelante, reanudando su búsqueda. Heat estaba preparada.
Él se dirigía hacia la esquina de la acera en un trote. Cuando llegó, Nikki se impulsó hacia arriba, lista para golpearle en la cara con los 3 metros de alfombra turca enrollada. Justo en ese momento, reconoció a su perseguidor como Rook.
Heat se las arregló para desviar el golpe y fallar, pero él se sobresaltó, gritando “¡Eh, no, no!”, agitando los brazos defendiéndose y perdiendo el equilibro. Se cayó hacia delante, se apoyó en un escalón luchando desesperadamente contra la gravedad, pero la perdió y Rook se cayó con un “¡off!” sobre las losas de pizarra, pudiendo al menos cubrir su cara, anteponiendo su antebrazo entre ésta y la acera.
“Dios, Rook, ¿qué crees que estás haciendo?”
“Protegiéndote,” habló con voz apagada por la manga. Se dio la vuelta y se sentó, con la sangre brotando de sus fosas nasales.
Cuando llegaron a su apartamento, ella le dijo, “Por favor, no sangres sobre el suelo, lo acabo de limpiar.”
“Me encanta la compasión. No te preocupes por mí, estaré bien.”
Ella lo sentó en un taburete con una caja de pañuelos y le limpió con las toallitas que quedaban de las que le dio Lauren Parry la noche anterior. Mientras le limpiaba la sangre seca del labio superior y la nariz, ella dijo, “Rook, piensa de nuevo sobre lo que pasó el año pasado. ¿ Aún no has aprendido a no seguirme?”
“Está claro que no. Au.”
“Lo siento.”
“Y claro, no has aprendido que, si estás siendo seguida, debe ser la caballería. Es decir, yo.”
“Yo.”
“No te pongas en término policial, ¿vale?” Él tiró de un trozo del pañuelo de su nariz para examinar si había sangre fresca. Satisfecho, lo tiró a la basura. “¿Qué está mal entre nosotros, Nikki? ¿Por qué no podemos ser como en las películas de Woody Allen? ¿Dos viejos amantes con asuntos pendientes, que se encuentran en una acera de Nueva York?”
“¿Quieres decir,” dijo ella, “en vez de encontrarse con la acera?”
“¿Me he roto la nariz?”
“Déjame ver.” Ella acercó los dedos, pero él se apartó.
“No, ya he tenido bastante dolor.” Se levantó y miró su rostro en la tetera. “El reflejo es demasiado distorsionado como para verlo.” Se encogió de hombros. “Bueno, si está rota, me dará más carácter. Seré aún más irresistiblemente atractivo.”
“Hasta que la gente averigüe como te lo hiciese.” Eso hizo que él volviera a mirarse en la tetera. Mientras evaluaba los daños, ella dijo, “gracias por intentar protegerme.” Y añadió, “supongo que no puedes estar tan enfadado.”
Él se enderezó y la miró, “¿quieres apostar?” Pero su mirada le decía que su enfado, por lo menos, había bajado varios grados.
“Y no te culpo, sé que te sentías desconcertado.”
“¿Por qué? ¿Por qué me dejaste tirado, y un par de horas más tarde encuentro un hombre muerto y desnudo en tu apartamento? Y cuando me atrevo a preguntar, ¿tú crees que te puedes librar solo con decir que es complicado y darme la patada?”
“Vale, supongo que aún estás enfadado.”
“¿Qué pasaría si los papeles se invirtieran? ¿Y si hubieras venido a mi casa y te hubieras encontrado con Tam Svedja desnuda y con su cerebro en el suelo? Está bien, no habría mucho cerebro, pero ya me entiendes.”
Un silencio cargado de invisibles partículas tóxicas se instaló entre ellos. Nikki sabía que le tocaba a ella romper el silencio, o no hacerlo. Ella reconocía los puntos de inflexión cuando los veía. “Podrías no estar de acuerdo,” empezó, “debido a la… indignidad de la herida de tu nariz, pero el inesperado encuentro de esta noche ha sido bastante oportuno. Hoy mi psicólogo me ha sugerido que contacte contigo.”
“Esto, después de todo, empieza a sonar más como Woody Allen. ¿Has ido a un psicólogo?” Y con más énfasis añadió, “¿Tú?”
“Me lo mandaron. Es una larga historia que incluye al capitán Irons, pero que acabó en una sesión con el terapeuta del departamento.” Nikki hinchó el pecho tomando aire. La compartimentación siempre la atravesaba, así que eso era un territorio que la asustaba. La vulnerabilidad significaba exposición, pero ella se abrió a él, desarmada y desprotegida. “Estoy dispuesta a explicarme si tú estás dispuesto a escucharme.”
Fue entonces cuando la parte de él que ella consideraba su esencia, la parte con la que más conectaba, la parte que se interponía frente a las balas para protegerla, lo suavizó un grado más. Cediendo a su compasión innata, tendió su mano y le dijo, “probablemente estaremos más cómodos en el sofá.”
Como pasa con los grandes miedos, incluyendo los monstruos detrás de las puertas, los suyos se mostraron a tamaño real cuando los confrontó. La voluntad de Rook de escuchar en vez de interrumpirla para juzgarla, ponerse defensivo- o incluso chistoso- la ayudaron inmensamente, a contarle todo lo relacionado con Don. Después de informarle de sus parones sexuales cuando conoció a Rook durante el verano pasado, él asintió, aceptando eso como un hecho. Incluso tuvo la elegancia de no preguntarle si se habían acostado la noche anterior. Cuando ella acabó, él sólo dijo una cosa, y fue lo mejor que pudo haber hecho.
“Habrá sido un auténtico infierno afrontar esto sola.”
Las lágrimas de Nikki brotaron y desde donde estaba sentada se arrojó a sus brazos, temblando entre sollozos, dejando desprotegidas sus emociones, sin restricciones. Su llanto surgió desde una profundidad, aparentemente sin fondo, no sólo por el crudo dolor de las últimas veinticuatro horas, sino por una década de sentimientos reprimidos de pérdida, dolor, ira, frustración, soledad, y miedo, que –hasta ese momento– habían estado pulcramente guardados bajo llave. Él la abrazó, acunándola en su hombro, pareciendo saber que su silencio era su fuerza, y que tenerla rodeada entre sus brazos marcaba la esperanza y la amistad inquebrantable en medio de su catarsis.
lastral- Policia de homicidios
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Edad : 35
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias por el esfuerzo y el trabajo que realizáis, habéis conseguido que espere con impaciencia otro día de la semana que no sea los Lunes que emiten "Castle".
Muchas gracias y que tengáis todos un feliz Año Nuevo.
Muchas gracias y que tengáis todos un feliz Año Nuevo.
41319- Escritor novato
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola xicos, como otra semana mas ya tenemos subida nueva con la segunda parte del capitulo 8.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre espero que os guste y que comenteis que os va pareciendo tanto la historia como la traduccion. Disfrutadla y comentad.
CAPITULO OCHO-SEGUNDA PARTE
Pasado un rato, una vez que Nikki hubo dejado de llorar, se apartó y se miraron de frente, sus miradas hablaban solas sobre la gran confianza y vínculos que los unían. Se besaron suavemente y se separaron, sonriendo, manteniéndose un poco más la mirada. Así como nunca habían declarado su exclusividad, tampoco habían compartido nunca las palabras de amor. En ese momento, tomando el sol en la intimidad del nuevo santuario que acababan de forjar, hubiera sido el momento de decirlas. Pero ninguno de los dos sabía si eso había cruzado por la mente del otro, en ese momento tan tierno y vulnerable. El momento para expresarlo pasó, dejándolo quizás, para otro día.
Ella se excusó, para lavarse sus enrojecidos ojos y cuando volvió, él la ayudó a desenrollar la nueva alfombra para el recibidor. Cuando llegaron a la pared, Rook se puso encima del final que aún seguía curvo para presionarlo y, entonces, echó un vistazo al área. “Parece que alguien ha estado limpiando.”
“Fuera, maldita mancha,” dijo Nikki. “El conserje ha colocado una chapa nueva y ha tapado los agujeros. Mañana, la pintará. Muy pronto volverá a estar como antes.”
“Como si no hubiera pasado nunca.”
“Pero sí que pasó. Y viviremos con eso.”
La cara de Rook se ensombreció. “Me he pasado todo el día pensando que podría haber sido peor. Podrías haber sido tú.”
“… lo sé.”
“O aún peor, podría haber sido yo.”
“¿Aún peor?”
“Para ti. No tenerme alrededor para tirarte de las trenzas y agitar mi fuente de ingresos.” Bailó una danza absurda –que ciertamente acentuaba la calidad de su fuente de ingresos, y acabó con un “¡Ka-ching!” y ella se rió. Él podía hacer tranquilamente eso, coger a una chica seria y hacer que se relaje cuando no parece haber ninguna maldita razón.
Ambos estaban hambrientos, pero preferían salir antes que pedir a domicilio y pasar más tiempo en ese apartamento, a la vista de su reciente historia. La calle Griffou, en la Villa de abajo, tenía locales tranquilos que servían hasta tarde, así que salieron hacia la calle novena. Heat se aseguró de deslizar su Beretta Jetfire en su bolsillo junto con un cargador extra calibre .25ACP, antes de marcharse.
A esa hora, podían escoger entre los 4 salones de la antigua fonda de 1800, que un bloguero estuvo acertado al describir como “subterráneos ostentosos”. Rook escogió el Library por su tranquilidad y la acogedora compañía de los libros. Tras probar sus Manhattans, él echó un vistazo a la habitación, que una vez frecuentaron Edgar Allan Poe, Mark Twain, y Edna St. Vincent Millay y se preguntó si llegaría el día en que llenaran las estanterías con Kindles y Nooks.
Ella pidió ensalada picada y él pulpo a la parrilla, y mientras comían, Rook dijo, “He pensado sobre tu permiso forzado. ¿Has considerado ejercitar los músculos?”
“¿Te refieres a darle una buena tunda a Wally Irons?” Preguntó ella. “Entre nosotros, sí. Pero sólo como una fantasía.”
“No ese tipo de músculo, sino el músculo político. El poder del centro, Nikki. Es así como conseguí ser tu compañero en primer lugar. Deberías ir a la madriguera de esa comadreja del Cuartel General del NYPD. ¿Cómo se llamaba?”
“¿Zach Hamner? Olvídalo.”
“No es necesario que te guste para usar su influencia. Y él está hecho para eso. Tú misma has dicho que ese tipo parece que se da placer con fotos de Rahm Emanuel.”
“Nunca he dicho eso.”
“Oh, quizá he revelado demasiado. ¿Conoces a algún buen retirado?”
“De ningún modo voy a llamar al Martillo.” Ella negó con la cabeza tanto para él como para ella misma. “Sólo por estar envuelta en todo ese pozo negro político es por lo que rechacé mi ascenso.”
“¿Has considerado que si lo hubieras aceptado, no estarías sentada en el asiento equivocado de la puerta de hierro del capitán Wally?”
“Por supuesto que lo he hecho, pero la respuesta sigue siendo no. No merece la pena el favor que les debería y que me costaría a mí. Y confía en mí, Zach Hamner llamaría para ese favor. No,” repitió, “no.”
“Creo que lo entiendo,” dijo él. “Entonces tengo una alternativa.”
“Debería haberte sacudido con esa alfombra.”
“Escúchame. Te conozco y sé que odias esta inactividad, pero, ahora que estás forzada a ello, deberías hacer algo relajante.”
“No nos vamos a ir a Maui.”
“No, hablo de continuar el caso. Juntos, por supuesto. Vamos, ¿piensas que te pueda imaginar relajándote en Hawái? Ahí no es donde vamos a ir.”
Ella dejó el tenedor en el plato. “¿Vamos? ¿Nosotros?... ¿Dónde?”
“A París, por supuesto.” Él apuró su Manhattan. “Invito yo. Lo he planeado todo en el taxi, viniendo hacía aquí.”
“Oh, ¿lo has hecho, verdad?”
“Ajá. Las estrellas se han alineado, Nikki Heat. Primero, tú estás apartada de todos modos. Segundo, tal vez no sea el peor momento para ti para hacer en escarceo de la ciudad, teniendo en cuenta tu amigo tirador que aún anda suelto.”
“No estoy huyendo de él o de nadie, nunca.”
“Y tercero,” insistió, “mientras los Roach y el resto de la brigada trabajan en el caso aquí, nosotros podemos investigar el calcetín desparejado de la vida de tu madre, que es por lo qué abandonó su sueño durante aquel verano de 1971.”
“No me parece bien.”
“Tampoco te lo pareció ir a Boston, y mira.” Él vio como ella pensaba en ello y continuó, “Nikki, ahí hay algunas pistas preciosas, y las que tienes o no llevan a ninguna parte o Iron Man te las ha fastidiado. El único movimiento hacia adelante en este caso ha sido volver al pasado. ¿Estoy en lo cierto?"
“Sí…”
“Vuelvo al tema que sigo diciéndote sobre el esfuerzo puro. Puede que no sea un poli, pero en mi propia carrera de investigación, he aprendido que nunca puedes forzar las cosas para que pasen. Los resultados tienen su propio método. A veces, cuando has sido realmente paciente durante un largo tiempo, la respuesta es más paciencia.”
Las objeciones de Heat empezaron a mermar. Cogió el tenedor y clavó un poco de lechuga y almendras con trocitos de manzana y pera. “Supongo que vas a decir que con mi permiso forzado salgo ganando de todas maneras.”
“Esa frase es tan de los ochenta,” dijo. Entonces añadió su coletilla. “Como Sting.” Pinchó un tentáculo y continuó, “No, esto es más bien como hacer limonada sin limones. O, más apropiadamente, hacer sauce meunière sin limones ni mantequilla.”
El primer vuelo que podían coger con destino a París no salía hasta las cuatro y media de la tarde siguiente, lo que le iba bien a Nikki. Maldición, necesitaba dormir. El trauma de la horrible muerte de Don, la persecución –corrección, persecuciones, si cuenta la de Rook– las tensiones con su padre, Irons, su permiso forzado, el caso aún sin resolver, y los bajones y subidas emocionales con Rook, todo ello había dejado huella en su cuerpo. Juntando eso y el hecho de que se había pasado la noche anterior en la comisaría, Heat se quedó dormida tan pronto como su cabeza dio con la almohada en casa de Rook, y ahí permaneció hasta que se despertó por un trueno y el golpeteo de la lluvia en la ventana del dormitorio.
Rook ya estaba levantado y vestido, navegando con su MacBook buscando un hotel y llamando para quedar con los parientes de Nicole Bernardin en París. “¿Quieres saber dónde nos vamos a alojar?”
“No,” dijo, rodeando su cuello con los brazos por detrás. “Me dejo en tus manos, sorpréndeme.”
“Está bien. Pero será complicado superar el que me diste la otra noche.” Ella le golpeó el hombro y se sirvió un poco de café mientras llamaba a los Roach para que le dieran noticias sobre el caso.
“¿Qué ha pasado con el encargo que le di a Feller y a Rhymer para investigar a los vecinos de Nicole Bernandin sobre la furgoneta de la limpieza?”
“Nada al principio,” dijo Ochoa. “Sus vecinos más próximos no han dicho nada.”
Entonces Raley añadió, “pero su casa está enfrente del parque Inwood Hill, Rhymer tuvo la idea de que los deportistas y los paseadores de perros podrían pasar habitualmente por la zona y ha decidido ir por ahí. Muchos no han dado nada, pero finalmente han encontrado una mujer que pasea diariamente por la avenida Payson. No sólo se dio cuenta de la furgoneta de la limpieza, sino que intentó contratarles para que limpiaran su casa, que está en la esquina.”
Ochoa siguió con la historia. “Tocó el timbre para pedir un folleto y dijo que el chico se puso muy violento con ella y que lo olvidara, que ya estaba ocupado.”
Nikki dijo, “¿Dio una descripción?”
“Negativo,” dijo Raley. “El tipo no llegó a abrir la puerta.”
“Qué raro,” dijo Heat. “¿Recuerda algún nombre de compañía o apuntó el número de teléfono de la furgoneta?”
“Nop,” contestó Ochoa. “Ni se molestó, estaba demasiada enfadada.”
Un pensamiento se produjo en Heat. “¿Dijo de qué color era la furgoneta?”
“Granate,” dijeron los Roach al unísono.
“Una furgoneta del mismo color intentó atropellarnos a Rook y a mí la otra mañana.”
Raley dijo, “nunca has mencionado eso.”
“No lo he conectado hasta ahora. Poned eso en la Pizarra de los Asesinatos. Creo que aún hay una, espero.”
“La hay, te tenemos cubierta.”
El detective Ochoa añadió, “junto a esas líneas, por favor que sepas que estamos haciendo todo lo que podemos para dar carpetazo a este caso.”
Raley continuó, “no te emociones demasiado aún, pero antes de pasar esta mañana, Miguel y yo hemos quedado con Malcolm y Reynolds. Hemos pensado que, para comprobarlo bien, iremos por la zona de Brucker donde encontraron el taxi que tu tirador robó.”
El detective Ochoa continuó, “han encontrado una pila de neumáticos y potes de pintura en el control de inundaciones del bloque. Ayer llovió un poco, así que pensé en echarle un vistazo por si había llegado algo allí. Encontré un guante de hombre.”
Heat empezó a pasear. “¿De qué color?”
“Marrón, de piel.”
“Ese es el que llevaba,” dijo, recordando los guantes con los que sujetaba la escopeta.
“Es una posibilidad muy remota,” dijo Raley, “porque está muy mojado y parece como si un perro lo hubiese convertido en su juguete. Pero claramente tiene rastros de sangre y residuos de pólvora. Los del laboratorio están buscando huellas, dentro y fuera, así como ADN.”
“Bueno trabajo, vosotros dos. Decídselo también a Malcolm y a Reynolds.”
“No,” dijo Ochoa. “Nos vamos a llevar el crédito de esto.”
Rook puedo ver el cambio en ella cuando salió de su oficina para reunirse con ella. “Seguimos yendo,” dijo él. Ella le contó lo del guante y se respuesta fue, “seguimos yendo.”
“Pero me siento como si estuviera siendo irresponsable. Como si tuviera que estar cerca por si sucede algo.”
“Estás de permiso. ¿Y qué vamos a hacer, sentarnos fuera de la puerta de los forenses diciendo daos prisa, cada media hora?” Ella se mordió el labio, aún no convencida. “Nikki, ya hablamos de esto anoche, ¿recuerdas Boston? Acabamos identificando a Nicole Bernandin y conectándola con el caso de tu madre, fue grandioso.”
“De acuerdo,” dijo ella. “Seguimos yendo.”
“Excelente. Porque la razón principal es que no te devuelven el dinero de los billetes.”
Su vuelo nocturno les dejó en París–Charles de Gaulle a las 6 de la mañana siguiente. Ambos se durmieron profundamente en el avión, pero como contingencia, Rook había reservado y pagado su habitación una noche más para que así pudieran descansar sin tener que esperar al check-in de la tarde. “Bonito,” dijo Nikki cuando subían por el ascensor.
“Sé que no es el George V, y el nombre Washington Opéra no suena muy francés, pero como pasa con las boutiques, es una franquicia.”
Rook le contó que el elegante edificio fue la antigua casa de Madame de Pompadour, y Nikki no pudo evitar pensar en el trabajo de su padre cuando llegó a Europa a sus veinte años, buscando propiedades como esa para invertir y reutilizarlas. El pensamiento la confortó y a la vez la incomodó. Pensó en el mensaje de su psicólogo de reconectar el pasado que había estado evitando y aceptó que ese sería un viaje de emociones variadas que necesitaban ser sentidas.
En su habitación, Rook abrió las persianas para enseñarle la panadería más antigua de París, al otro lado de la calle, prometiendo cruasanes calientes y pain au chocolat cada mañana. “El Louvre está a unas pocas manzanas por allí,” dijo apuntando a la izquierda. “La Opéra está a nuestra derecha, y por detrás del hotel, los jardines de Le Palais Royale. Ata a tu perro, por favor.”
“Si estuviéramos aquí de turismo, eso sería espléndido,” dijo ella. “¿O esto está bajo tu pobre definición de Viaje Romántico Mientras Estamos En Un Caso?”
“¿En París? ¿Cómo puedes hablar de romance mientras estamos en París? Tenemos trabajo que hacer. Tienes el teléfono de los padres de Nicole, y tan pronto sean la 9 de la mañana, les llamaremos.”
“Eso es dentro de media hora.”
“Entonces digo que nos da tiempo para uno rápido.”
“Qué romántico.”
“París, nena,” dijo, y se desnudaron rápidamente el uno al otro.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre espero que os guste y que comenteis que os va pareciendo tanto la historia como la traduccion. Disfrutadla y comentad.
CAPITULO OCHO-SEGUNDA PARTE
Pasado un rato, una vez que Nikki hubo dejado de llorar, se apartó y se miraron de frente, sus miradas hablaban solas sobre la gran confianza y vínculos que los unían. Se besaron suavemente y se separaron, sonriendo, manteniéndose un poco más la mirada. Así como nunca habían declarado su exclusividad, tampoco habían compartido nunca las palabras de amor. En ese momento, tomando el sol en la intimidad del nuevo santuario que acababan de forjar, hubiera sido el momento de decirlas. Pero ninguno de los dos sabía si eso había cruzado por la mente del otro, en ese momento tan tierno y vulnerable. El momento para expresarlo pasó, dejándolo quizás, para otro día.
Ella se excusó, para lavarse sus enrojecidos ojos y cuando volvió, él la ayudó a desenrollar la nueva alfombra para el recibidor. Cuando llegaron a la pared, Rook se puso encima del final que aún seguía curvo para presionarlo y, entonces, echó un vistazo al área. “Parece que alguien ha estado limpiando.”
“Fuera, maldita mancha,” dijo Nikki. “El conserje ha colocado una chapa nueva y ha tapado los agujeros. Mañana, la pintará. Muy pronto volverá a estar como antes.”
“Como si no hubiera pasado nunca.”
“Pero sí que pasó. Y viviremos con eso.”
La cara de Rook se ensombreció. “Me he pasado todo el día pensando que podría haber sido peor. Podrías haber sido tú.”
“… lo sé.”
“O aún peor, podría haber sido yo.”
“¿Aún peor?”
“Para ti. No tenerme alrededor para tirarte de las trenzas y agitar mi fuente de ingresos.” Bailó una danza absurda –que ciertamente acentuaba la calidad de su fuente de ingresos, y acabó con un “¡Ka-ching!” y ella se rió. Él podía hacer tranquilamente eso, coger a una chica seria y hacer que se relaje cuando no parece haber ninguna maldita razón.
Ambos estaban hambrientos, pero preferían salir antes que pedir a domicilio y pasar más tiempo en ese apartamento, a la vista de su reciente historia. La calle Griffou, en la Villa de abajo, tenía locales tranquilos que servían hasta tarde, así que salieron hacia la calle novena. Heat se aseguró de deslizar su Beretta Jetfire en su bolsillo junto con un cargador extra calibre .25ACP, antes de marcharse.
A esa hora, podían escoger entre los 4 salones de la antigua fonda de 1800, que un bloguero estuvo acertado al describir como “subterráneos ostentosos”. Rook escogió el Library por su tranquilidad y la acogedora compañía de los libros. Tras probar sus Manhattans, él echó un vistazo a la habitación, que una vez frecuentaron Edgar Allan Poe, Mark Twain, y Edna St. Vincent Millay y se preguntó si llegaría el día en que llenaran las estanterías con Kindles y Nooks.
Ella pidió ensalada picada y él pulpo a la parrilla, y mientras comían, Rook dijo, “He pensado sobre tu permiso forzado. ¿Has considerado ejercitar los músculos?”
“¿Te refieres a darle una buena tunda a Wally Irons?” Preguntó ella. “Entre nosotros, sí. Pero sólo como una fantasía.”
“No ese tipo de músculo, sino el músculo político. El poder del centro, Nikki. Es así como conseguí ser tu compañero en primer lugar. Deberías ir a la madriguera de esa comadreja del Cuartel General del NYPD. ¿Cómo se llamaba?”
“¿Zach Hamner? Olvídalo.”
“No es necesario que te guste para usar su influencia. Y él está hecho para eso. Tú misma has dicho que ese tipo parece que se da placer con fotos de Rahm Emanuel.”
“Nunca he dicho eso.”
“Oh, quizá he revelado demasiado. ¿Conoces a algún buen retirado?”
“De ningún modo voy a llamar al Martillo.” Ella negó con la cabeza tanto para él como para ella misma. “Sólo por estar envuelta en todo ese pozo negro político es por lo que rechacé mi ascenso.”
“¿Has considerado que si lo hubieras aceptado, no estarías sentada en el asiento equivocado de la puerta de hierro del capitán Wally?”
“Por supuesto que lo he hecho, pero la respuesta sigue siendo no. No merece la pena el favor que les debería y que me costaría a mí. Y confía en mí, Zach Hamner llamaría para ese favor. No,” repitió, “no.”
“Creo que lo entiendo,” dijo él. “Entonces tengo una alternativa.”
“Debería haberte sacudido con esa alfombra.”
“Escúchame. Te conozco y sé que odias esta inactividad, pero, ahora que estás forzada a ello, deberías hacer algo relajante.”
“No nos vamos a ir a Maui.”
“No, hablo de continuar el caso. Juntos, por supuesto. Vamos, ¿piensas que te pueda imaginar relajándote en Hawái? Ahí no es donde vamos a ir.”
Ella dejó el tenedor en el plato. “¿Vamos? ¿Nosotros?... ¿Dónde?”
“A París, por supuesto.” Él apuró su Manhattan. “Invito yo. Lo he planeado todo en el taxi, viniendo hacía aquí.”
“Oh, ¿lo has hecho, verdad?”
“Ajá. Las estrellas se han alineado, Nikki Heat. Primero, tú estás apartada de todos modos. Segundo, tal vez no sea el peor momento para ti para hacer en escarceo de la ciudad, teniendo en cuenta tu amigo tirador que aún anda suelto.”
“No estoy huyendo de él o de nadie, nunca.”
“Y tercero,” insistió, “mientras los Roach y el resto de la brigada trabajan en el caso aquí, nosotros podemos investigar el calcetín desparejado de la vida de tu madre, que es por lo qué abandonó su sueño durante aquel verano de 1971.”
“No me parece bien.”
“Tampoco te lo pareció ir a Boston, y mira.” Él vio como ella pensaba en ello y continuó, “Nikki, ahí hay algunas pistas preciosas, y las que tienes o no llevan a ninguna parte o Iron Man te las ha fastidiado. El único movimiento hacia adelante en este caso ha sido volver al pasado. ¿Estoy en lo cierto?"
“Sí…”
“Vuelvo al tema que sigo diciéndote sobre el esfuerzo puro. Puede que no sea un poli, pero en mi propia carrera de investigación, he aprendido que nunca puedes forzar las cosas para que pasen. Los resultados tienen su propio método. A veces, cuando has sido realmente paciente durante un largo tiempo, la respuesta es más paciencia.”
Las objeciones de Heat empezaron a mermar. Cogió el tenedor y clavó un poco de lechuga y almendras con trocitos de manzana y pera. “Supongo que vas a decir que con mi permiso forzado salgo ganando de todas maneras.”
“Esa frase es tan de los ochenta,” dijo. Entonces añadió su coletilla. “Como Sting.” Pinchó un tentáculo y continuó, “No, esto es más bien como hacer limonada sin limones. O, más apropiadamente, hacer sauce meunière sin limones ni mantequilla.”
El primer vuelo que podían coger con destino a París no salía hasta las cuatro y media de la tarde siguiente, lo que le iba bien a Nikki. Maldición, necesitaba dormir. El trauma de la horrible muerte de Don, la persecución –corrección, persecuciones, si cuenta la de Rook– las tensiones con su padre, Irons, su permiso forzado, el caso aún sin resolver, y los bajones y subidas emocionales con Rook, todo ello había dejado huella en su cuerpo. Juntando eso y el hecho de que se había pasado la noche anterior en la comisaría, Heat se quedó dormida tan pronto como su cabeza dio con la almohada en casa de Rook, y ahí permaneció hasta que se despertó por un trueno y el golpeteo de la lluvia en la ventana del dormitorio.
Rook ya estaba levantado y vestido, navegando con su MacBook buscando un hotel y llamando para quedar con los parientes de Nicole Bernardin en París. “¿Quieres saber dónde nos vamos a alojar?”
“No,” dijo, rodeando su cuello con los brazos por detrás. “Me dejo en tus manos, sorpréndeme.”
“Está bien. Pero será complicado superar el que me diste la otra noche.” Ella le golpeó el hombro y se sirvió un poco de café mientras llamaba a los Roach para que le dieran noticias sobre el caso.
“¿Qué ha pasado con el encargo que le di a Feller y a Rhymer para investigar a los vecinos de Nicole Bernandin sobre la furgoneta de la limpieza?”
“Nada al principio,” dijo Ochoa. “Sus vecinos más próximos no han dicho nada.”
Entonces Raley añadió, “pero su casa está enfrente del parque Inwood Hill, Rhymer tuvo la idea de que los deportistas y los paseadores de perros podrían pasar habitualmente por la zona y ha decidido ir por ahí. Muchos no han dado nada, pero finalmente han encontrado una mujer que pasea diariamente por la avenida Payson. No sólo se dio cuenta de la furgoneta de la limpieza, sino que intentó contratarles para que limpiaran su casa, que está en la esquina.”
Ochoa siguió con la historia. “Tocó el timbre para pedir un folleto y dijo que el chico se puso muy violento con ella y que lo olvidara, que ya estaba ocupado.”
Nikki dijo, “¿Dio una descripción?”
“Negativo,” dijo Raley. “El tipo no llegó a abrir la puerta.”
“Qué raro,” dijo Heat. “¿Recuerda algún nombre de compañía o apuntó el número de teléfono de la furgoneta?”
“Nop,” contestó Ochoa. “Ni se molestó, estaba demasiada enfadada.”
Un pensamiento se produjo en Heat. “¿Dijo de qué color era la furgoneta?”
“Granate,” dijeron los Roach al unísono.
“Una furgoneta del mismo color intentó atropellarnos a Rook y a mí la otra mañana.”
Raley dijo, “nunca has mencionado eso.”
“No lo he conectado hasta ahora. Poned eso en la Pizarra de los Asesinatos. Creo que aún hay una, espero.”
“La hay, te tenemos cubierta.”
El detective Ochoa añadió, “junto a esas líneas, por favor que sepas que estamos haciendo todo lo que podemos para dar carpetazo a este caso.”
Raley continuó, “no te emociones demasiado aún, pero antes de pasar esta mañana, Miguel y yo hemos quedado con Malcolm y Reynolds. Hemos pensado que, para comprobarlo bien, iremos por la zona de Brucker donde encontraron el taxi que tu tirador robó.”
El detective Ochoa continuó, “han encontrado una pila de neumáticos y potes de pintura en el control de inundaciones del bloque. Ayer llovió un poco, así que pensé en echarle un vistazo por si había llegado algo allí. Encontré un guante de hombre.”
Heat empezó a pasear. “¿De qué color?”
“Marrón, de piel.”
“Ese es el que llevaba,” dijo, recordando los guantes con los que sujetaba la escopeta.
“Es una posibilidad muy remota,” dijo Raley, “porque está muy mojado y parece como si un perro lo hubiese convertido en su juguete. Pero claramente tiene rastros de sangre y residuos de pólvora. Los del laboratorio están buscando huellas, dentro y fuera, así como ADN.”
“Bueno trabajo, vosotros dos. Decídselo también a Malcolm y a Reynolds.”
“No,” dijo Ochoa. “Nos vamos a llevar el crédito de esto.”
Rook puedo ver el cambio en ella cuando salió de su oficina para reunirse con ella. “Seguimos yendo,” dijo él. Ella le contó lo del guante y se respuesta fue, “seguimos yendo.”
“Pero me siento como si estuviera siendo irresponsable. Como si tuviera que estar cerca por si sucede algo.”
“Estás de permiso. ¿Y qué vamos a hacer, sentarnos fuera de la puerta de los forenses diciendo daos prisa, cada media hora?” Ella se mordió el labio, aún no convencida. “Nikki, ya hablamos de esto anoche, ¿recuerdas Boston? Acabamos identificando a Nicole Bernandin y conectándola con el caso de tu madre, fue grandioso.”
“De acuerdo,” dijo ella. “Seguimos yendo.”
“Excelente. Porque la razón principal es que no te devuelven el dinero de los billetes.”
Su vuelo nocturno les dejó en París–Charles de Gaulle a las 6 de la mañana siguiente. Ambos se durmieron profundamente en el avión, pero como contingencia, Rook había reservado y pagado su habitación una noche más para que así pudieran descansar sin tener que esperar al check-in de la tarde. “Bonito,” dijo Nikki cuando subían por el ascensor.
“Sé que no es el George V, y el nombre Washington Opéra no suena muy francés, pero como pasa con las boutiques, es una franquicia.”
Rook le contó que el elegante edificio fue la antigua casa de Madame de Pompadour, y Nikki no pudo evitar pensar en el trabajo de su padre cuando llegó a Europa a sus veinte años, buscando propiedades como esa para invertir y reutilizarlas. El pensamiento la confortó y a la vez la incomodó. Pensó en el mensaje de su psicólogo de reconectar el pasado que había estado evitando y aceptó que ese sería un viaje de emociones variadas que necesitaban ser sentidas.
En su habitación, Rook abrió las persianas para enseñarle la panadería más antigua de París, al otro lado de la calle, prometiendo cruasanes calientes y pain au chocolat cada mañana. “El Louvre está a unas pocas manzanas por allí,” dijo apuntando a la izquierda. “La Opéra está a nuestra derecha, y por detrás del hotel, los jardines de Le Palais Royale. Ata a tu perro, por favor.”
“Si estuviéramos aquí de turismo, eso sería espléndido,” dijo ella. “¿O esto está bajo tu pobre definición de Viaje Romántico Mientras Estamos En Un Caso?”
“¿En París? ¿Cómo puedes hablar de romance mientras estamos en París? Tenemos trabajo que hacer. Tienes el teléfono de los padres de Nicole, y tan pronto sean la 9 de la mañana, les llamaremos.”
“Eso es dentro de media hora.”
“Entonces digo que nos da tiempo para uno rápido.”
“Qué romántico.”
“París, nena,” dijo, y se desnudaron rápidamente el uno al otro.
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola otra vez. De nuevo estamos aqui para una nueva parte.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre espero que os guste y todos nosotros esperamos comentarios vuestros para ver como vamos llevando la traduccion. Disfrutadla y comentad.
CAPITULO NUEVE-PRIMERA PARTE
Lysette Bernardin cogió la llamada de teléfono de Heat con voz cautelosa y frágil, lo cual ella no lo atribuyó a los años, sino al dolor de un alma rota, que Nikki había oído muchas veces a lo largo de los años, en las voces de familiares de víctimas de asesinato. La vieja mujer hablaba un excelente inglés y se alegró cuando se enteró de que la persona que llamaba era la hija de la mejor amiga de su querida Nicole, Cynthia. Su marido estaba en una cita con el doctor para su nueva cadera, hasta la tarde. Madame Bernardin le dio a Heat su dirección en el Boulevar Saint-Germain cerca de la Rue du Dragon y quedaron en encontrarse a las 2 de la tarde para hacerles una visita.
Cogieron un taxi –un Mercedes nuevo- en la margen izquierda del río, e hicieron que el conductor les dejara cerca del apartamento de los Bernardins para comer algo antes de su reunión. Rook había tenido en mente revivir la experiencia del escritor de Rive Gauche, ya fuera en Les Deux Magots o el Café de Flore, ambos atestados de turistas. Incluso las simbólicas mesas de la acera estaban cercadas por equipajes de mano. Optaron por una mesa abierta al otro lado del bulevar, en la Brasserie Lipp, donde Johnny Depp le había dicho a Rook que una vez sirvió como lugar de reunión para gente como Hemingway, Proust, y Camus. “¿Puedes imaginar la espera de un existencialista?” preguntó Rook. “’¿Qué va a tomar, Mr. Camus, filete con salsa o los caracoles?’ ‘Oh… ¿Qué más da?’”
Heat comprobó su reloj. “Aquí es la una. En Nueva York, a esa hora deberían estar en la comisaría.” Ella pulsó el código internacional y llamó al teléfono de Raley.
“Hola,” dijo el detective. “¿O debería decir ‘bonjour’? Iba a llamarte ahora mismo. ¿Cómo llevas tu desfase horario?”
“He vivido mi vida siempre con este desfase. Yo ya no sé qué decir. ¿Por qué ibas a llamarme?”
Heat sacó su cuaderno de notas, con la esperanza de que algo mereciera la pena escribirlo.
“Te voy a dar las buenas noticias primero. Los forenses llamaron y dijeron que confirman los residuos de pólvora en ese guante que Ochoa encontró. También descubrieron partículas que probablemente coincidirán con tu puerta principal. Los pigmentos son correctos, pero ellos no lo sabrán con certeza hasta esta tarde.”
Nikki cubrió la boquilla y le transmitió la información a Rook, después dijo, “OK, Rales, oigamos las malas noticias.”
“Espera.” Después de algunos susurros y el sonido de una puerta al abrirse y cerrarse, que siguió, acompañada de una reverberación, le hizo imaginársele buscando privacidad en la parte de atrás del pasillo de la oficina. “Es Irons. Ahora que el guante parece que ha abierto una pista, ha puesto al equipo Roach fuera de la mira de los forenses.”
“Por favor, no Hinesburg.”
“No es tan malo, pero cerca. El capitán lo está llevando él mismo. El laboratorio está todavía trabajando en encontrar huellas dactilares en él, pero si lo hacen, El Hombre de Hierro está preparado para la gloria.”
Por dentro, Nikki echaba humo, pero mantuvo un toque ligero con su detective. “No puedo marcharme de la ciudad ni por un día, ¿verdad?” Su risa se hizo eco en el pasillo, y dijo, “Mira, esto es lo que es. Gracias por las últimas noticias, y mantenme informada.”
El camarero había estado de pie junto a ella hasta que colgó, y cuando llegó, hizo un gesto Rook a Nikki y le dijo, “¿Quieres que me ocupe de esto?”
“No, voy a equivocarme sin embargo.” Ella se giró al camarero y le dijo sin problemas, “’Bonjour, monsieur. Je voudrais deux petits plats, s’il vous plaît. La salade de frisée, et après, les pommes de terre a l’huile avec les harengs mariné.’”
Rook se recompuso, murmurando “dos,” y le devolvió los menús. “Guau, no tenía ni idea.”
“Una vez más,” ella dijo.
“Llena de sorpresas.”
“Siempre me ha gustado el idioma. Incluso me permitieron pasar por Francés Cuatro en el instituto. Pero no hay mejor sustituto que sumergirte tu mismo y hablar con la gente del lugar.”
“¿Cuándo fue eso?”
“En mi semestre de universidad en el extranjero. Estuve en Venecia la mayor parte del tiempo, pero Petar y yo vinimos aquí durante un mes antes de que yo volviera a Northeastern.”
“Ah, Petar. ¿Vamos a fijar un sitio para él?”
“Dios, tira el zapato, Sparky. ¿Así que sabes? ¿Celos? No es nada atractivo.”
“No soy un tipo celoso, ya sabes.”
“Oh, está bien. Vamos a recorrer tu lista de botones calientes: ¿Petar? ¿Don? ¿Randall Feller?”
“OK, ahora, es diferente. Ese tipo de nombre lo dice todo. ¿Randy Feller? Solo lo estoy diciendo.”
“Creo que estás ‘simplemente diciendo’ mucho.”
Él reflexionó, buscando a tientas sus cubiertos, jugando con una sola mano con su tenedor, y finalmente dijo, “Nombraste tres. ¿Esos son todos?”
“Rook, ¿De verdad me estás preguntando por mi número? Porque si es así, eso va a abrir un enorme tema. Eso define una relación. Esto va a significar hablar. Mucha y mucha charla. E incluso si estás dispuesto a ir a este punto justo ahora y nos ponemos a esa tarea, me preguntaría a mi mismo una cosa: ¿Cuántas sorpresas puedes manejar en cuarenta y ocho horas?”
Él vio venir al camarero y dijo, “¿Tú sabes lo que creo que deberíamos hacer? Vamos a relajarnos y disfrutar de lo que demonios hayas pedido.”
“Maravilloso,” dijo ella.
Monsieur y Madame Bernardin les saludaron en el vestíbulo de su espacioso apartamento, un dúplex que comprende las dos primeras plantas de un edificio de seis alturas. A pesar de la elevada clase social del Left Bank’s Bohemian, ese tramo del Bulevar Saint-Germain mostraba una modesta riqueza pulcramente envuelta en las fachadas Luis XV. El bloque de apartamentos se levantaba encima de las tiendas que a nivel de calle se limitaban a elegantes artículos de primera necesidad. En este vecindario, sería más fácil encontrar una tienda de vinos o una costurera que un lugar para hacerse un tatuaje o la cera Brasileña. La pareja, en sus ochenta y medio, reflejaba el vecindario en sus atuendos. Ambos estaban elegantemente vestidos en un clásico discreto: jersey negro de cachemir y pantalones a medida para ella; chaleco granate bajo una chaqueta de pana para el señor. Sin esmoquin de terciopelo, pero no era sin duda iguales a la ropa deportiva para las personas mayores.
Lysette aceptó el ramo de lirios blancos que Nikki había comprado en su paseo hasta allí con una mezcla de gracias por la amabilidad de su gesto y tristeza por su simbolismo en las tumbas. Emile les indicó con voz áspera y fuerte acento, “por aquí, por favor,” y ellos le siguieron mientras él cojeaba
hacia la sala de estar y su mujer desaparecía en busca de un vaso.
Mientras ellos se sentaban, se disculpó por su lentitud, aludiendo a su reciente prótesis de cadera. Ella volvió con las flores y las puso en una mesa de la esquina con algunos otros arreglos de condolecía que rodeaban una foto enmarcada de su hija. A los ojos de Heat, el retrato era idéntico a la fotocopia del anuario del Conservatorio de Nueva Inglaterra que había en el expediente del asesinato.
“Gracias por vernos hoy,” dijo Nikki en francés. “Sé que es un momento difícil, y verdaderamente lo sentimos por su pérdida.” La pareja de ancianos sentada frente a ellos en el sofá, se cogieron de la mano simultáneamente y la sujetaron de forma reconfortante. Ambos eran delgados y pequeños como Nicole, pero parecían incluso más delgados y pequeños –casi como pajaritos bajo el peso del luto por su única hija.
Ellos se lo agradecieron a Nikki, y Emile sugirió que continuaran en inglés, ya que ambos lo hablaban con fluidez y podían ver que al Señor Rook le gustaría implicarse más. Él cojeó hasta la mesa del comedor con una botella de Chorey-les-Beanu para verter en las copas de vino que habían dispuesto junto a un pequeño plato de pastelillos en previsión de la visita.
Después de un brindis mudo y tragos de cortesía, Lysette colocó el vaso en la mesa, y clavó los ojos en Nikki. “Perdón por mirarte fijamente, pero te pareces tanto a tu madre.” Heat lo oyó otra vez. “Es tan extraño para mi estar aquí sentada frente a ustedes, que están ocupando la misma silla que a Cynthia le gustaba utilizar. La sensación es como si el tiempo hubiese… ¿Cuál es la palabra?”
“Combado,” dijo su marido, y la pareja sonrió y asintió al unisonó. “Nos preocupábamos mucho por Cindy, pero estoy seguro de que usted sabe eso.”
“De hecho, todo esto es nuevo para mí. Nunca conocí a su hija y mi madre nunca me la mencionó.”
“Eso es raro,” dio Lysette.
“Estoy de acuerdo. ¿Mi madre y Nicole tuvieron algún tipo de pelea en algún momento? ¿Cualquier cosa que pudiera haber causado su separación?”
Los Bernardins se miraron entre ellos y sacudieron sus cabezas. “Al contrario,” dijo Emile. “Hasta donde nosotros sabemos, su relación fue siempre fuerte y feliz.”
“Perdóneme si esto muy emotivo para discutir, pero creo que el asesinato de Nicole está de alguna manera conectado con el de mi madre, y espero conocer tanto como pueda sobre su relación para poder encontrar al asesino.”
“Ellas eran como hermanas,” dijo Emile. “Tenían sus diferencias, sin embargo.”
“Es de lo que se compone la amistad,” dijo Lysette. “Personalidades opuestas que se complementan maravillosamente. Nuestra Nicole, siempre fue un espíritu libre.”
Heat le tradujo a Rook. “Un espíritu libre.” Él asintió como si ya lo hubiese entendido.
“Ella nos preocupaba tanto como un niño,” continuó Emile. “Desde el momento en que pudo andar, siempre estaba probando cosas, tomando riesgos. Escalando esto, saltando sobre lo otro. Justo como esos deportes callejeros de estos días. ¿Cómo se llaman?”
“Parkour,” dijo su esposa. “Cuando tenía siete años, tuvo una conmoción cerebral. Oh, señor, estábamos tan asustados. Le dimos los patines que quería por su cumpleaños. Una semana después, nuestra pequeña temeraria pensó en probar a usarlos bajando por las escaleras del metro.”
Su marido sacudió su cabeza por el recuerdo y señaló a su propio cuerpo para indicar los traumas de Nicole. “Contusión. Un diente menos. Una muñeca rota.” Heat y Rook compartieron una mirada, pensando en la misma cosa: eso explicaría la vieja cicatriz. “Nosotros pensamos que superaría todo esto pero su espíritu, su lado salvaje, solo se hizo más inquietante en la adolescencia.”
“Chicos,” dijo Lysette. “Chicos, chicos, chicos. Toda su energía se fue para los chicos y las fiestas.”
“Y los Beatles,” Emile se burló. “Y el incienso.”
Rook movió sus mejillas en su antigua silla mientras los padres continuaban pensando en los años sesenta. Nikki sabía que esto iba a llevar tiempo, pero no intentó detener su historia oral. Parecía importante para ellos contarla la historia de Nicole –especialmente considerando su pérdida. Pero su narración también le dio a Nikki lo que ella quería- no solo la evidente recompensa de su intento por escavar en el pasado para ayudar en su investigación de homicidios, sino la oportunidad de ir a lugares en los que nunca había ido antes para conocer sobre su madre y su mundo. La ceremonia de compartir estos momentos con la familia de la mejor amiga de su madre le dieron un sentimiento de finalización sobre sí misma que no había esperado, un sentido de conexión personal a cosas que ella había evitado durante mucho tiempo. Si Lon King no la reintegraba después de esto, podía morder.
Madame Bernardin dijo, “nosotros no sabíamos por donde iría su vida hasta que encontró su pasión en el violín.”
“Y así es como conoció a la madre de Nikki,” dijo Rook, luchando por poner una señal de parada en el carril de la memoria.
“La mejor cosa que alguna vez le pasó a nuestra niña,” dijo Emile. “Ella se sumergió en el desarrollo de su talento en Boston y, al mismo tiempo, conoció a una amiga con sensibilidades opuestas que la hacía permanecer con los pies en el suelo.”
“Nicole necesitaba eso,” estuvo de acuerdo con su mujer. “Y creó –si puedo decirlo, Nikki- que nuestra Nicole ayudó a tu madre a abrirse, porque tenía un carácter muy serio. Así, llena de propósito, tan llena de deber para con su trabajo, que raramente se daba permiso a sí misma para simplemente divertirse.” Ella paró. “Puedo ver que esto te hace sentir un poco incómoda, pero no lo estés. Estamos hablando sobre tu madre después de todo, no de ti.”
“Sin embargo, podrías ser ella sentada aquí justo ahora.” Añadió Emile, haciendo sentir a Nikki más expuesta, hasta que Rook, gracias a Dios, saltó blandiendo su calcetín desparejado.
“Eso es lo más curioso para mí,” empezó, “Cynthia –Cindy- tenía un gran empuje y propósito para triunfar como concertista de piano. La he visto tocar en un vídeo: era asombrosa.”
“Sí,” dijeron ambos.
Rook volteó las palmas de sus manos hacia el cielo. “¿Qué pasó? Algo cambió cuando ella vino aquí en el verano del 71. Algo grande. Quizás la madre de Nikki no renunció al piano, pero ella parecía renunciar al sueño. Tenía grandes oportunidades profesionales cuando volviera a los Estados Unidos y sin embargo no se molestó en volver para verlas. Simplemente me pregunto, ¿Qué puede empujar a una seria mujer joven a abandonar su finalidad?”
Después de pensar un momento, Lysette dijo, “bueno, entiendo, como seguramente tú también, que la gente joven sufre cambios. Por ejemplo, los rigores de la persecución de un objetivo serio no se pueden sostener. No hay vergüenza en ello.”
“Por supuesto que no,” dijo él. “Pero con todo el respeto. París es una maravillosa ciudad, pero ¿tres semanas de vacaciones aquí y ella abandona?”
Lysette se giró hacia Nikki para contestar. “Yo no diría que tu madre abandonó. Es más como si ella se tomara un descanso de la presión a la que se sometió y disfrutara de las cosas. Turismo, visitar los museos, y por supuesto, adoraba por aprender la nueva cocina. Yo le enseñé como hacer cassoulet con confitura de pato.”
“¡Ella hacía eso para mí!” dijo Nikki.
“Por lo que dime, ¿Cómo soy, como cocinera?” Lysette se rió entre dientes.
“Tres estrellas Michelin. Tus cassoulet eran siempre una ocasión para una comida especial.” Lysette chocó sus manos alegremente, pero Nikki pudo ver la fatiga descendiendo sobre la vieja pareja, y antes de que ellos se apagaran, había algunas preguntas básicas que necesitaba preguntar. Las mismas que habría preguntado a los padres de cualquier víctima en su comisaría. “No me llevará mucho más tiempo, pero hay algunos detalles que desearía saber sobre Nicole.”
“Por supuesto, eres una hija pero también una policía, ¿verdad?” dijo Emile. “Y, por favor, si esto te ayuda a descubrir que ocurrió a nuestra querida Nicole…” A él se le puso un nudo en la garganta y la pareja volvió a unir sus manos de nuevo.
La detective Heat empezó con el trabajo de Nicole. Preguntó si tenía algún problema profesional como rivales o problemas de dinero. Ellos contestaron que no, lo mismo que cuando Nikki les preguntó si sabían de alguna relación problemática en su vida personal, aquí en París o en Nueva York: ¿amantes, amigos, triángulos celosos? “¿Cómo te pareció la última vez que hablaste con ella?”
El señor Bernardin miró a su mujer y dijo, “¿recuerdas aquella llamada?” Ella asintió y él se giró para dirigirse a Nikki. “Nicole no era ella misma. Estaba cortante con nosotros. Yo le pregunté si pasaba algo malo, y ella dijo que no y que no diría nada más sobre el tema. Pero puedo decir que estaba agitada.”
“¿Cuándo fue esa última llamada?”
“Hace tres semanas,” dijo Lysette. “Eso fue otra cosa inusual. Nicole siempre nos llamaba los domingos, simplemente para comprobar. Y ella se pasó su última semana sin estar en contacto.”
“¿Dijo donde estaba cuando llamó?”
“En un aeropuerto. Lo sé porque cuando le pregunté que andaba mal, ella me cortó y dijo que tenía que embarcar para un vuelo.” Las cejas de la mujer cayeron con el recuerdo.
Rook preguntó, “¿Tenía vuestra hija una casa aquí, en París?” En preparación para la visita él y Nikki habían esperado descubrir un apartamento para registrar –con el permiso de los padres, por supuesto. Pero Nicole no tenía ninguno.
“Cuando visitaba la ciudad, Nicole se quedaba aquí, en su vieja habitación.”
“Si no tienen ninguna objeción,” preguntó la detective Heat, “¿podría verlo?”
La habitación de Nicole Bernardin había sido redecorada y puesta en uso, como estudio de arte para Lysette, cuya acuarela de bodegones de flores y frutas estaban en varios estados de terminación. “Perdóname por el desastre,” dijo innecesariamente. La habitación estaba ordenada y organizada. “No sé qué esperas ver. Nicole guardaba alguna ropa y zapatos en el armario, no mucho. Puedes mirar.” Nikki apartó las antiguas puertas de madera y palpó los bolsillos de unos cuantos artículos colgados allí, no encontrando nada. Lo mismo para el interior de los zapatos, y bolsos vacíos colgados de un gancho de latón. “Todo lo demás suyo está allí,” dijo Lysette, moviendo un caballete para indicar un cajón grande en la parte de arriba de un armario empotrado. Nikki encontró el cajón tan ordenadamente como el resto del apartamento. Ropa interior limpia, sujetadores, calcetines, pantalones cortos, y camisetas –cuidadosamente dobladas- dentro de un envase de plástico limpio. Heat se arrodilló y desabrochó la tapa para hacer su inspección, cuidadosamente volviendo a dejar todo como había estado, apilados y ordenados. Detrás del envase estaban un par de zapatos de correr y un casco de bicicleta. Ella examinó los interiores de ambas cosas y no encontró nada.
“Gracias,” dijo, cerrando el cajón, y recolocando los pies del caballete en los agujeros que estos habían hecho en la alfombra.
Mientras se reunían con Emile en la sala de estar, Rook preguntó, “¿Guardaba Nicole un ordenador aquí?” Cuando madame Bernardin dijo que no, él continuó, “¿Y el correo? ¿Tenía algún correo aquí?”
El señor Bernardin dijo, “nada, de correo.” Pero cuando lo dijo, tanto Heat como Rook notaron algo inestable en la manera en que él permaneció pensativo.
“Parece inseguro sobre el correo,” dijo Nikki.
“No, estoy bastante seguro de que no tenía correo aquí. Pero cuando me lo ha preguntado, me ha recordado que alguien más me había preguntado recientemente la misma cosa.”
Heat sacó su cuaderno de notas, haciendo completa su transición de invitada a policía. “¿Quién le preguntó eso, señor Bernardin?”
“Una persona por teléfono. Déjeme pensar. Él lo dijo muy rápido. Una voz americana, creo que dijo… Sea –crest, si el Sr. Seacrest. Dijo que era un socio de mi hija. Me llamó por mi nombre de pila, por lo que no tuve razón para dudar de él.”
“Por supuesto que no. Y ¿Exactamente qué le preguntó este Sr. Seacrest?”
“Estaba interesado en un paquete de Nicole que pudo haber sido mal direccionado aquí por error. Yo le dije que nada había llegado de ella aquí.”
Rook preguntó, “¿Él describió que tipo de paquete o qué había dentro?”
“Mm, no. Tan pronto como dije que nada había llegado, cortó la línea rápidamente.”
Heat le interrogó sobre el llamador y cualquier característica sobre su voz –edad, acento, tono- pero el viejo hombre dijo no recordar nada sobre esto. “¿Recuerda cuando fue la llamada?”
“Si, hace unos días. Domingo. Por la tarde.” Ella tomó nota y él preguntó,
“¿Piensas que es sospechoso?”
“Es difícil de saber, pero lo comprobaremos.” Nikki le tendió una de sus tarjetas de trabajo. “Si piensa en algo más, y especialmente si cualquiera vuelve a contactar con usted de nuevo para preguntar por Nicole, por favor llame a ese número.”
Lysette dijo, “ha sido un placer conocerte, Nikki.”
“Y a ti,” dijo ella. “Siento como que me diste un destello de una parte de la vida de mi madre que perdí. Desearía poder haber aprendido más sobre esto de ella.”
Madame Bernardin se levantó. “¿Sabes qué es lo que quiero hacer, Nikki? Tengo algo que me gustaría compartir contigo que probablemente encuentres iluminador, perdóname.”
Heat se sentó de nuevo, y en ausencia de Lysette, Emile llenó sus vasos, aunque ninguno había ido más allá del sorbo de prueba. Nikki dijo, “mi padre conoció a mi madre cuando ella estaba tocando en una fiesta de cócteles en Cannes. Él dijo que ella había estado haciendo esto y dando clases de piano. ¿Ella empezó aquí durante el verano que les visitó?”
“Oh, sí. Y estoy orgulloso de decir que fui instrumental en encontrarle trabajo.”
“¿Está involucrado en la música?” preguntó.
“Solo para cantar en la ducha,” dijo. “No, no, mi negocio era comercial y seguros corporativos. A través de ese trabajo yo desarrollé una relación con un banquero de inversión –un americano que estuvo viviendo aquí y que se convirtió en un querido amigo de la familia. Nicole le adoraba tanto que le llamaba Oncle Tyler.”
“Tio Tyler,” dijo Rook.
“Muy bien,” dijo Emile con un guiño para Nikki. Sin ninguna razón más que su instinto, ella le preguntó su nombre. “Tyler Wynn. Un hombre encantador. Conseguí un montón de negocios a través de él a lo largo de los años. Él estaba muy bien conectado con inversores internacionales y conocía a gente importante en París. Y la generosidad de las referencias de Tyler no solo se extendieron hacia mí. No, no. Siempre que Nicole volvía a su casa de Boston, él le encontraba trabajos de verano como tutora musical para los niños de alguno de sus ricos conocidos. Eran buenas experiencias para ella y pagaban muy bien.”
“Y la mantenían fuera de los problemas,” dijo Rook.
Emile señaló con el dedo índice hacia el aire. “Lo mejor de todo.”
Nikki había hecho sus cálculos y le urgió a seguir. “¿Por lo que este Tyler Wynn también encontró clientes para dar clases para mi madre ese verano?”
“Exactamente. Y Cindy era muy buena en ello, pronto tuvo citas todos los días. Tyler hizo más referencias y un trabajo llevaba a otro. Algunos de sus jefes que tenían casas de vacaciones incluso contrataron a tu madre para ir con su familia en vacaciones para continuar con las tutorías. Una semana en Portofino, otra en Monte Carlo, después Zurich o la Costa Amalfitana. Viaje, habitación y barco, todo de primera clase. No era una mala vida para una mujer de veintiún años, ¿no?”
“A no ser que tu vida se suponía que fuese a ser algo más,” dijo ella.
“Ah, una vez más, Nikki, eres muy parecida a tu madre. Ambas obedientes y bellas.” Él tomó un sorbo de vino. “Recuerdo lo que uno de nuestros filósofos dijo una vez, ‘en el corazón humano hay una perpetua generación de pasiones, de tal manera que la ruina de uno suele ser casi siempre la creación de otro’.”
Lysette parecía recién vigorizada por su misión y corría de vuelta a la sala llevando una caja de recuerdos del tamaño de una caja de zapatos cubierta en color borgoña y un lienzo blanco a juego con lazos burdeos de cinta hechos en arco. “Creo que me he entretenido mucho tiempo. Emile estaba citando logros otra vez.” Se paró detrás de la silla de Nikki y dijo, “en esta caja hay viejas fotos que he guardado de Cynthia de sus tiempos con Nicole y también de los viajes de tu madre. Cindy era una maravillosa correspondiente. Con tu permiso, no voy a mirarlas contigo ahora. No creo que sea capaz de soportar verlas en este momento.” Después le ofreció la caja. “Aquí tienes.”
Nikki se acercó vacilante y la acunó con ambas manos. “Gracias, Mme. Bernardin. Tendré cuidado con ellas y se las devolveré mañana.”
“No, Nikki, estas son para ti para que las guardes. Yo tengo mis recuerdos aquí.” Ella puso una mano sobre su corazón. “Los tuyos están aquí, esperando a ser descubiertos. Espero que te acerquen a tu madre.”
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre espero que os guste y todos nosotros esperamos comentarios vuestros para ver como vamos llevando la traduccion. Disfrutadla y comentad.
CAPITULO NUEVE-PRIMERA PARTE
Lysette Bernardin cogió la llamada de teléfono de Heat con voz cautelosa y frágil, lo cual ella no lo atribuyó a los años, sino al dolor de un alma rota, que Nikki había oído muchas veces a lo largo de los años, en las voces de familiares de víctimas de asesinato. La vieja mujer hablaba un excelente inglés y se alegró cuando se enteró de que la persona que llamaba era la hija de la mejor amiga de su querida Nicole, Cynthia. Su marido estaba en una cita con el doctor para su nueva cadera, hasta la tarde. Madame Bernardin le dio a Heat su dirección en el Boulevar Saint-Germain cerca de la Rue du Dragon y quedaron en encontrarse a las 2 de la tarde para hacerles una visita.
Cogieron un taxi –un Mercedes nuevo- en la margen izquierda del río, e hicieron que el conductor les dejara cerca del apartamento de los Bernardins para comer algo antes de su reunión. Rook había tenido en mente revivir la experiencia del escritor de Rive Gauche, ya fuera en Les Deux Magots o el Café de Flore, ambos atestados de turistas. Incluso las simbólicas mesas de la acera estaban cercadas por equipajes de mano. Optaron por una mesa abierta al otro lado del bulevar, en la Brasserie Lipp, donde Johnny Depp le había dicho a Rook que una vez sirvió como lugar de reunión para gente como Hemingway, Proust, y Camus. “¿Puedes imaginar la espera de un existencialista?” preguntó Rook. “’¿Qué va a tomar, Mr. Camus, filete con salsa o los caracoles?’ ‘Oh… ¿Qué más da?’”
Heat comprobó su reloj. “Aquí es la una. En Nueva York, a esa hora deberían estar en la comisaría.” Ella pulsó el código internacional y llamó al teléfono de Raley.
“Hola,” dijo el detective. “¿O debería decir ‘bonjour’? Iba a llamarte ahora mismo. ¿Cómo llevas tu desfase horario?”
“He vivido mi vida siempre con este desfase. Yo ya no sé qué decir. ¿Por qué ibas a llamarme?”
Heat sacó su cuaderno de notas, con la esperanza de que algo mereciera la pena escribirlo.
“Te voy a dar las buenas noticias primero. Los forenses llamaron y dijeron que confirman los residuos de pólvora en ese guante que Ochoa encontró. También descubrieron partículas que probablemente coincidirán con tu puerta principal. Los pigmentos son correctos, pero ellos no lo sabrán con certeza hasta esta tarde.”
Nikki cubrió la boquilla y le transmitió la información a Rook, después dijo, “OK, Rales, oigamos las malas noticias.”
“Espera.” Después de algunos susurros y el sonido de una puerta al abrirse y cerrarse, que siguió, acompañada de una reverberación, le hizo imaginársele buscando privacidad en la parte de atrás del pasillo de la oficina. “Es Irons. Ahora que el guante parece que ha abierto una pista, ha puesto al equipo Roach fuera de la mira de los forenses.”
“Por favor, no Hinesburg.”
“No es tan malo, pero cerca. El capitán lo está llevando él mismo. El laboratorio está todavía trabajando en encontrar huellas dactilares en él, pero si lo hacen, El Hombre de Hierro está preparado para la gloria.”
Por dentro, Nikki echaba humo, pero mantuvo un toque ligero con su detective. “No puedo marcharme de la ciudad ni por un día, ¿verdad?” Su risa se hizo eco en el pasillo, y dijo, “Mira, esto es lo que es. Gracias por las últimas noticias, y mantenme informada.”
El camarero había estado de pie junto a ella hasta que colgó, y cuando llegó, hizo un gesto Rook a Nikki y le dijo, “¿Quieres que me ocupe de esto?”
“No, voy a equivocarme sin embargo.” Ella se giró al camarero y le dijo sin problemas, “’Bonjour, monsieur. Je voudrais deux petits plats, s’il vous plaît. La salade de frisée, et après, les pommes de terre a l’huile avec les harengs mariné.’”
Rook se recompuso, murmurando “dos,” y le devolvió los menús. “Guau, no tenía ni idea.”
“Una vez más,” ella dijo.
“Llena de sorpresas.”
“Siempre me ha gustado el idioma. Incluso me permitieron pasar por Francés Cuatro en el instituto. Pero no hay mejor sustituto que sumergirte tu mismo y hablar con la gente del lugar.”
“¿Cuándo fue eso?”
“En mi semestre de universidad en el extranjero. Estuve en Venecia la mayor parte del tiempo, pero Petar y yo vinimos aquí durante un mes antes de que yo volviera a Northeastern.”
“Ah, Petar. ¿Vamos a fijar un sitio para él?”
“Dios, tira el zapato, Sparky. ¿Así que sabes? ¿Celos? No es nada atractivo.”
“No soy un tipo celoso, ya sabes.”
“Oh, está bien. Vamos a recorrer tu lista de botones calientes: ¿Petar? ¿Don? ¿Randall Feller?”
“OK, ahora, es diferente. Ese tipo de nombre lo dice todo. ¿Randy Feller? Solo lo estoy diciendo.”
“Creo que estás ‘simplemente diciendo’ mucho.”
Él reflexionó, buscando a tientas sus cubiertos, jugando con una sola mano con su tenedor, y finalmente dijo, “Nombraste tres. ¿Esos son todos?”
“Rook, ¿De verdad me estás preguntando por mi número? Porque si es así, eso va a abrir un enorme tema. Eso define una relación. Esto va a significar hablar. Mucha y mucha charla. E incluso si estás dispuesto a ir a este punto justo ahora y nos ponemos a esa tarea, me preguntaría a mi mismo una cosa: ¿Cuántas sorpresas puedes manejar en cuarenta y ocho horas?”
Él vio venir al camarero y dijo, “¿Tú sabes lo que creo que deberíamos hacer? Vamos a relajarnos y disfrutar de lo que demonios hayas pedido.”
“Maravilloso,” dijo ella.
Monsieur y Madame Bernardin les saludaron en el vestíbulo de su espacioso apartamento, un dúplex que comprende las dos primeras plantas de un edificio de seis alturas. A pesar de la elevada clase social del Left Bank’s Bohemian, ese tramo del Bulevar Saint-Germain mostraba una modesta riqueza pulcramente envuelta en las fachadas Luis XV. El bloque de apartamentos se levantaba encima de las tiendas que a nivel de calle se limitaban a elegantes artículos de primera necesidad. En este vecindario, sería más fácil encontrar una tienda de vinos o una costurera que un lugar para hacerse un tatuaje o la cera Brasileña. La pareja, en sus ochenta y medio, reflejaba el vecindario en sus atuendos. Ambos estaban elegantemente vestidos en un clásico discreto: jersey negro de cachemir y pantalones a medida para ella; chaleco granate bajo una chaqueta de pana para el señor. Sin esmoquin de terciopelo, pero no era sin duda iguales a la ropa deportiva para las personas mayores.
Lysette aceptó el ramo de lirios blancos que Nikki había comprado en su paseo hasta allí con una mezcla de gracias por la amabilidad de su gesto y tristeza por su simbolismo en las tumbas. Emile les indicó con voz áspera y fuerte acento, “por aquí, por favor,” y ellos le siguieron mientras él cojeaba
hacia la sala de estar y su mujer desaparecía en busca de un vaso.
Mientras ellos se sentaban, se disculpó por su lentitud, aludiendo a su reciente prótesis de cadera. Ella volvió con las flores y las puso en una mesa de la esquina con algunos otros arreglos de condolecía que rodeaban una foto enmarcada de su hija. A los ojos de Heat, el retrato era idéntico a la fotocopia del anuario del Conservatorio de Nueva Inglaterra que había en el expediente del asesinato.
“Gracias por vernos hoy,” dijo Nikki en francés. “Sé que es un momento difícil, y verdaderamente lo sentimos por su pérdida.” La pareja de ancianos sentada frente a ellos en el sofá, se cogieron de la mano simultáneamente y la sujetaron de forma reconfortante. Ambos eran delgados y pequeños como Nicole, pero parecían incluso más delgados y pequeños –casi como pajaritos bajo el peso del luto por su única hija.
Ellos se lo agradecieron a Nikki, y Emile sugirió que continuaran en inglés, ya que ambos lo hablaban con fluidez y podían ver que al Señor Rook le gustaría implicarse más. Él cojeó hasta la mesa del comedor con una botella de Chorey-les-Beanu para verter en las copas de vino que habían dispuesto junto a un pequeño plato de pastelillos en previsión de la visita.
Después de un brindis mudo y tragos de cortesía, Lysette colocó el vaso en la mesa, y clavó los ojos en Nikki. “Perdón por mirarte fijamente, pero te pareces tanto a tu madre.” Heat lo oyó otra vez. “Es tan extraño para mi estar aquí sentada frente a ustedes, que están ocupando la misma silla que a Cynthia le gustaba utilizar. La sensación es como si el tiempo hubiese… ¿Cuál es la palabra?”
“Combado,” dijo su marido, y la pareja sonrió y asintió al unisonó. “Nos preocupábamos mucho por Cindy, pero estoy seguro de que usted sabe eso.”
“De hecho, todo esto es nuevo para mí. Nunca conocí a su hija y mi madre nunca me la mencionó.”
“Eso es raro,” dio Lysette.
“Estoy de acuerdo. ¿Mi madre y Nicole tuvieron algún tipo de pelea en algún momento? ¿Cualquier cosa que pudiera haber causado su separación?”
Los Bernardins se miraron entre ellos y sacudieron sus cabezas. “Al contrario,” dijo Emile. “Hasta donde nosotros sabemos, su relación fue siempre fuerte y feliz.”
“Perdóneme si esto muy emotivo para discutir, pero creo que el asesinato de Nicole está de alguna manera conectado con el de mi madre, y espero conocer tanto como pueda sobre su relación para poder encontrar al asesino.”
“Ellas eran como hermanas,” dijo Emile. “Tenían sus diferencias, sin embargo.”
“Es de lo que se compone la amistad,” dijo Lysette. “Personalidades opuestas que se complementan maravillosamente. Nuestra Nicole, siempre fue un espíritu libre.”
Heat le tradujo a Rook. “Un espíritu libre.” Él asintió como si ya lo hubiese entendido.
“Ella nos preocupaba tanto como un niño,” continuó Emile. “Desde el momento en que pudo andar, siempre estaba probando cosas, tomando riesgos. Escalando esto, saltando sobre lo otro. Justo como esos deportes callejeros de estos días. ¿Cómo se llaman?”
“Parkour,” dijo su esposa. “Cuando tenía siete años, tuvo una conmoción cerebral. Oh, señor, estábamos tan asustados. Le dimos los patines que quería por su cumpleaños. Una semana después, nuestra pequeña temeraria pensó en probar a usarlos bajando por las escaleras del metro.”
Su marido sacudió su cabeza por el recuerdo y señaló a su propio cuerpo para indicar los traumas de Nicole. “Contusión. Un diente menos. Una muñeca rota.” Heat y Rook compartieron una mirada, pensando en la misma cosa: eso explicaría la vieja cicatriz. “Nosotros pensamos que superaría todo esto pero su espíritu, su lado salvaje, solo se hizo más inquietante en la adolescencia.”
“Chicos,” dijo Lysette. “Chicos, chicos, chicos. Toda su energía se fue para los chicos y las fiestas.”
“Y los Beatles,” Emile se burló. “Y el incienso.”
Rook movió sus mejillas en su antigua silla mientras los padres continuaban pensando en los años sesenta. Nikki sabía que esto iba a llevar tiempo, pero no intentó detener su historia oral. Parecía importante para ellos contarla la historia de Nicole –especialmente considerando su pérdida. Pero su narración también le dio a Nikki lo que ella quería- no solo la evidente recompensa de su intento por escavar en el pasado para ayudar en su investigación de homicidios, sino la oportunidad de ir a lugares en los que nunca había ido antes para conocer sobre su madre y su mundo. La ceremonia de compartir estos momentos con la familia de la mejor amiga de su madre le dieron un sentimiento de finalización sobre sí misma que no había esperado, un sentido de conexión personal a cosas que ella había evitado durante mucho tiempo. Si Lon King no la reintegraba después de esto, podía morder.
Madame Bernardin dijo, “nosotros no sabíamos por donde iría su vida hasta que encontró su pasión en el violín.”
“Y así es como conoció a la madre de Nikki,” dijo Rook, luchando por poner una señal de parada en el carril de la memoria.
“La mejor cosa que alguna vez le pasó a nuestra niña,” dijo Emile. “Ella se sumergió en el desarrollo de su talento en Boston y, al mismo tiempo, conoció a una amiga con sensibilidades opuestas que la hacía permanecer con los pies en el suelo.”
“Nicole necesitaba eso,” estuvo de acuerdo con su mujer. “Y creó –si puedo decirlo, Nikki- que nuestra Nicole ayudó a tu madre a abrirse, porque tenía un carácter muy serio. Así, llena de propósito, tan llena de deber para con su trabajo, que raramente se daba permiso a sí misma para simplemente divertirse.” Ella paró. “Puedo ver que esto te hace sentir un poco incómoda, pero no lo estés. Estamos hablando sobre tu madre después de todo, no de ti.”
“Sin embargo, podrías ser ella sentada aquí justo ahora.” Añadió Emile, haciendo sentir a Nikki más expuesta, hasta que Rook, gracias a Dios, saltó blandiendo su calcetín desparejado.
“Eso es lo más curioso para mí,” empezó, “Cynthia –Cindy- tenía un gran empuje y propósito para triunfar como concertista de piano. La he visto tocar en un vídeo: era asombrosa.”
“Sí,” dijeron ambos.
Rook volteó las palmas de sus manos hacia el cielo. “¿Qué pasó? Algo cambió cuando ella vino aquí en el verano del 71. Algo grande. Quizás la madre de Nikki no renunció al piano, pero ella parecía renunciar al sueño. Tenía grandes oportunidades profesionales cuando volviera a los Estados Unidos y sin embargo no se molestó en volver para verlas. Simplemente me pregunto, ¿Qué puede empujar a una seria mujer joven a abandonar su finalidad?”
Después de pensar un momento, Lysette dijo, “bueno, entiendo, como seguramente tú también, que la gente joven sufre cambios. Por ejemplo, los rigores de la persecución de un objetivo serio no se pueden sostener. No hay vergüenza en ello.”
“Por supuesto que no,” dijo él. “Pero con todo el respeto. París es una maravillosa ciudad, pero ¿tres semanas de vacaciones aquí y ella abandona?”
Lysette se giró hacia Nikki para contestar. “Yo no diría que tu madre abandonó. Es más como si ella se tomara un descanso de la presión a la que se sometió y disfrutara de las cosas. Turismo, visitar los museos, y por supuesto, adoraba por aprender la nueva cocina. Yo le enseñé como hacer cassoulet con confitura de pato.”
“¡Ella hacía eso para mí!” dijo Nikki.
“Por lo que dime, ¿Cómo soy, como cocinera?” Lysette se rió entre dientes.
“Tres estrellas Michelin. Tus cassoulet eran siempre una ocasión para una comida especial.” Lysette chocó sus manos alegremente, pero Nikki pudo ver la fatiga descendiendo sobre la vieja pareja, y antes de que ellos se apagaran, había algunas preguntas básicas que necesitaba preguntar. Las mismas que habría preguntado a los padres de cualquier víctima en su comisaría. “No me llevará mucho más tiempo, pero hay algunos detalles que desearía saber sobre Nicole.”
“Por supuesto, eres una hija pero también una policía, ¿verdad?” dijo Emile. “Y, por favor, si esto te ayuda a descubrir que ocurrió a nuestra querida Nicole…” A él se le puso un nudo en la garganta y la pareja volvió a unir sus manos de nuevo.
La detective Heat empezó con el trabajo de Nicole. Preguntó si tenía algún problema profesional como rivales o problemas de dinero. Ellos contestaron que no, lo mismo que cuando Nikki les preguntó si sabían de alguna relación problemática en su vida personal, aquí en París o en Nueva York: ¿amantes, amigos, triángulos celosos? “¿Cómo te pareció la última vez que hablaste con ella?”
El señor Bernardin miró a su mujer y dijo, “¿recuerdas aquella llamada?” Ella asintió y él se giró para dirigirse a Nikki. “Nicole no era ella misma. Estaba cortante con nosotros. Yo le pregunté si pasaba algo malo, y ella dijo que no y que no diría nada más sobre el tema. Pero puedo decir que estaba agitada.”
“¿Cuándo fue esa última llamada?”
“Hace tres semanas,” dijo Lysette. “Eso fue otra cosa inusual. Nicole siempre nos llamaba los domingos, simplemente para comprobar. Y ella se pasó su última semana sin estar en contacto.”
“¿Dijo donde estaba cuando llamó?”
“En un aeropuerto. Lo sé porque cuando le pregunté que andaba mal, ella me cortó y dijo que tenía que embarcar para un vuelo.” Las cejas de la mujer cayeron con el recuerdo.
Rook preguntó, “¿Tenía vuestra hija una casa aquí, en París?” En preparación para la visita él y Nikki habían esperado descubrir un apartamento para registrar –con el permiso de los padres, por supuesto. Pero Nicole no tenía ninguno.
“Cuando visitaba la ciudad, Nicole se quedaba aquí, en su vieja habitación.”
“Si no tienen ninguna objeción,” preguntó la detective Heat, “¿podría verlo?”
La habitación de Nicole Bernardin había sido redecorada y puesta en uso, como estudio de arte para Lysette, cuya acuarela de bodegones de flores y frutas estaban en varios estados de terminación. “Perdóname por el desastre,” dijo innecesariamente. La habitación estaba ordenada y organizada. “No sé qué esperas ver. Nicole guardaba alguna ropa y zapatos en el armario, no mucho. Puedes mirar.” Nikki apartó las antiguas puertas de madera y palpó los bolsillos de unos cuantos artículos colgados allí, no encontrando nada. Lo mismo para el interior de los zapatos, y bolsos vacíos colgados de un gancho de latón. “Todo lo demás suyo está allí,” dijo Lysette, moviendo un caballete para indicar un cajón grande en la parte de arriba de un armario empotrado. Nikki encontró el cajón tan ordenadamente como el resto del apartamento. Ropa interior limpia, sujetadores, calcetines, pantalones cortos, y camisetas –cuidadosamente dobladas- dentro de un envase de plástico limpio. Heat se arrodilló y desabrochó la tapa para hacer su inspección, cuidadosamente volviendo a dejar todo como había estado, apilados y ordenados. Detrás del envase estaban un par de zapatos de correr y un casco de bicicleta. Ella examinó los interiores de ambas cosas y no encontró nada.
“Gracias,” dijo, cerrando el cajón, y recolocando los pies del caballete en los agujeros que estos habían hecho en la alfombra.
Mientras se reunían con Emile en la sala de estar, Rook preguntó, “¿Guardaba Nicole un ordenador aquí?” Cuando madame Bernardin dijo que no, él continuó, “¿Y el correo? ¿Tenía algún correo aquí?”
El señor Bernardin dijo, “nada, de correo.” Pero cuando lo dijo, tanto Heat como Rook notaron algo inestable en la manera en que él permaneció pensativo.
“Parece inseguro sobre el correo,” dijo Nikki.
“No, estoy bastante seguro de que no tenía correo aquí. Pero cuando me lo ha preguntado, me ha recordado que alguien más me había preguntado recientemente la misma cosa.”
Heat sacó su cuaderno de notas, haciendo completa su transición de invitada a policía. “¿Quién le preguntó eso, señor Bernardin?”
“Una persona por teléfono. Déjeme pensar. Él lo dijo muy rápido. Una voz americana, creo que dijo… Sea –crest, si el Sr. Seacrest. Dijo que era un socio de mi hija. Me llamó por mi nombre de pila, por lo que no tuve razón para dudar de él.”
“Por supuesto que no. Y ¿Exactamente qué le preguntó este Sr. Seacrest?”
“Estaba interesado en un paquete de Nicole que pudo haber sido mal direccionado aquí por error. Yo le dije que nada había llegado de ella aquí.”
Rook preguntó, “¿Él describió que tipo de paquete o qué había dentro?”
“Mm, no. Tan pronto como dije que nada había llegado, cortó la línea rápidamente.”
Heat le interrogó sobre el llamador y cualquier característica sobre su voz –edad, acento, tono- pero el viejo hombre dijo no recordar nada sobre esto. “¿Recuerda cuando fue la llamada?”
“Si, hace unos días. Domingo. Por la tarde.” Ella tomó nota y él preguntó,
“¿Piensas que es sospechoso?”
“Es difícil de saber, pero lo comprobaremos.” Nikki le tendió una de sus tarjetas de trabajo. “Si piensa en algo más, y especialmente si cualquiera vuelve a contactar con usted de nuevo para preguntar por Nicole, por favor llame a ese número.”
Lysette dijo, “ha sido un placer conocerte, Nikki.”
“Y a ti,” dijo ella. “Siento como que me diste un destello de una parte de la vida de mi madre que perdí. Desearía poder haber aprendido más sobre esto de ella.”
Madame Bernardin se levantó. “¿Sabes qué es lo que quiero hacer, Nikki? Tengo algo que me gustaría compartir contigo que probablemente encuentres iluminador, perdóname.”
Heat se sentó de nuevo, y en ausencia de Lysette, Emile llenó sus vasos, aunque ninguno había ido más allá del sorbo de prueba. Nikki dijo, “mi padre conoció a mi madre cuando ella estaba tocando en una fiesta de cócteles en Cannes. Él dijo que ella había estado haciendo esto y dando clases de piano. ¿Ella empezó aquí durante el verano que les visitó?”
“Oh, sí. Y estoy orgulloso de decir que fui instrumental en encontrarle trabajo.”
“¿Está involucrado en la música?” preguntó.
“Solo para cantar en la ducha,” dijo. “No, no, mi negocio era comercial y seguros corporativos. A través de ese trabajo yo desarrollé una relación con un banquero de inversión –un americano que estuvo viviendo aquí y que se convirtió en un querido amigo de la familia. Nicole le adoraba tanto que le llamaba Oncle Tyler.”
“Tio Tyler,” dijo Rook.
“Muy bien,” dijo Emile con un guiño para Nikki. Sin ninguna razón más que su instinto, ella le preguntó su nombre. “Tyler Wynn. Un hombre encantador. Conseguí un montón de negocios a través de él a lo largo de los años. Él estaba muy bien conectado con inversores internacionales y conocía a gente importante en París. Y la generosidad de las referencias de Tyler no solo se extendieron hacia mí. No, no. Siempre que Nicole volvía a su casa de Boston, él le encontraba trabajos de verano como tutora musical para los niños de alguno de sus ricos conocidos. Eran buenas experiencias para ella y pagaban muy bien.”
“Y la mantenían fuera de los problemas,” dijo Rook.
Emile señaló con el dedo índice hacia el aire. “Lo mejor de todo.”
Nikki había hecho sus cálculos y le urgió a seguir. “¿Por lo que este Tyler Wynn también encontró clientes para dar clases para mi madre ese verano?”
“Exactamente. Y Cindy era muy buena en ello, pronto tuvo citas todos los días. Tyler hizo más referencias y un trabajo llevaba a otro. Algunos de sus jefes que tenían casas de vacaciones incluso contrataron a tu madre para ir con su familia en vacaciones para continuar con las tutorías. Una semana en Portofino, otra en Monte Carlo, después Zurich o la Costa Amalfitana. Viaje, habitación y barco, todo de primera clase. No era una mala vida para una mujer de veintiún años, ¿no?”
“A no ser que tu vida se suponía que fuese a ser algo más,” dijo ella.
“Ah, una vez más, Nikki, eres muy parecida a tu madre. Ambas obedientes y bellas.” Él tomó un sorbo de vino. “Recuerdo lo que uno de nuestros filósofos dijo una vez, ‘en el corazón humano hay una perpetua generación de pasiones, de tal manera que la ruina de uno suele ser casi siempre la creación de otro’.”
Lysette parecía recién vigorizada por su misión y corría de vuelta a la sala llevando una caja de recuerdos del tamaño de una caja de zapatos cubierta en color borgoña y un lienzo blanco a juego con lazos burdeos de cinta hechos en arco. “Creo que me he entretenido mucho tiempo. Emile estaba citando logros otra vez.” Se paró detrás de la silla de Nikki y dijo, “en esta caja hay viejas fotos que he guardado de Cynthia de sus tiempos con Nicole y también de los viajes de tu madre. Cindy era una maravillosa correspondiente. Con tu permiso, no voy a mirarlas contigo ahora. No creo que sea capaz de soportar verlas en este momento.” Después le ofreció la caja. “Aquí tienes.”
Nikki se acercó vacilante y la acunó con ambas manos. “Gracias, Mme. Bernardin. Tendré cuidado con ellas y se las devolveré mañana.”
“No, Nikki, estas son para ti para que las guardes. Yo tengo mis recuerdos aquí.” Ella puso una mano sobre su corazón. “Los tuyos están aquí, esperando a ser descubiertos. Espero que te acerquen a tu madre.”
lastral- Policia de homicidios
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Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Como no podia ser distinto otra magnifica traduccion, otra semana mas.
Gracias por el trabajo.
Gracias por el trabajo.
castlemaniac- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 05/12/2012
Edad : 41
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola chicos!!!
Jueves de nuevo y otro capitulo para vosotros.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, muchas gracias por seguir la traduccion y los comentarios. Esperamos que os gusta, seguid comentadlo y a disfrutarlo.
CAPITULO NUEVE-PARTE DOS
Fue un forcejeo. Incluso para la autoproclamada reina de la gratificación retardada, que tanto quería arrancar la tapa de la caja de recuerdos en el taxi de vuelta al hotel. Pero se mantuvo firme. Su miedo a perder una sola foto triunfó sobre el dolor de la curiosidad.
Rook le dio a Heat un poco de espacio. Se puso a buscar un bar que le sirviera de pie un espresso doble, para suplir un muy necesario chute de cafeína ya avanzada la tarde; ella se quedó en la habitación y estudió minuciosamente el inesperado tesoro de los Bernardins. Volvió al hotel media hora después con una lata helada de su favorito San Pellegrino Orange y encontró a Nikki sentada de piernas cruzadas en la cama con filas de instantáneas bien ordenadas y tarjetas postales que la iluminaban como rayos de sol. “¿Encontraste algo útil?”
“¿Útil?” preguntó ella. “Difícil saber que es útil. ¿Interesante? Absolutamente. Comprueba esta. Ella era tan adorable.” Nikki sostuvo una foto de su madre, logrando una boba y risueña pose mientras apretaba el bíceps de un gondolero bajo el Puente de los Suspiros en Venecia. “Gírala, escribió algo detrás.”
Rook giró la instantánea y leyó en alto. “Querida Lysette. ¡Suspira!”
“Mi madre era una monada, ¿verdad?”
Él se la devolvió. “Soy demasiado listo como para contestar una pregunta como esa sobre tu madre. Al menos hasta que nosotros aparezcamos en Jerry Springer.”
“Creo que acabas de contestar.”
Él se sentó en el borde de la cama, con cuidado de no alterar su clasificación. “¿Cuál es tu opinión de todo esto?”
“Principalmente que ella se lo pasó endemoniadamente bien. ¿Sabes cómo en Vanity Fair y First Press ves todas esas fotos de diseño de europeos ricos y privilegiados y te preguntas como debe ser vivir así? Mi madre vivió así. Al menos ella trabajó algún tiempo. Mira algunas de estas.” Nikki repartió las fotos como las cartas para jugar, una después de otra, cada una mostrando una joven Cynthia en un círculo de ricos: en un amplio césped de una finca de Downton Abbey; en un piano de cola lacado con la costa rocosa del Mediterráneo dibujada en una ventana detrás de ella; en una terraza privada de una casa solariega en una colina con vistas a Florencia; en París con una familia asiática bajo la marquesina de una visita al Ballet Bolshoi; y seguía y seguía. “Aparentemente, para ella, ser tutora en las residencias era como un sueño de cuentos de hadas en el que te tienes que despertar, pero cuando lo haces, el mayordomo llega y te coge las bolsas.”
También había fotos de Nicole y otros jóvenes amigos de la edad de su madre, además de un puñado de instantáneas de su madre y sus camaradas de pie de forma individual en varios locales alrededor de Europa, riendo y gesticulando grandiosamente como modelos del ‘Precio Justo’, obviamente compartiendo la broma. Pero Nikki permaneció con los ojos fijos en su madre y el registro congelado de su viaje alrededor de Francia, Italia, Austria, y Alemania. En numerosas fotografías aparecía posando con sus familias de acogida. La mayoría de los jefes de Cindy tenían esa mirada de dinero viejo, parados pomposamente en un disco circular o en jardines privados, pero principalmente en previsibles pequeños grupos de charla de madres, padres, e impacientes jóvenes músicos de pajarita o vestidos con volante enfrente de un magnifico Steinway. Había otra persona en todos esos grupos de fotos. Un hombre alto y guapo, y en la mayoría de ellas, su madre estaba de pie cerca de él.
“¿Quién es la imitación de William Holden?” preguntó Rook, tocando una foto del hombre y Cynthia juntos fuera del Louvre. Él era más mayor que la madre de Nikki, alrededor de veinte años, y emitía el enérgico atractivo de un hombre que lidera.
“No estoy segura. Hay algo familiar en él que no puedo situar.” Ella le arrebató la foto y la puso de vuelta en la pila adecuada.
“Whoa, no tan rápido.” Él la tomó de regreso. “Quizás es la cara de William Holden la que reconoces… ¿O es algo más?”
“¿Cómo qué?” Nikki intentó alejarla de nuevo, pero él la esquivó. Ella dijo, “no veo a Willian Holden.”
“Yo sí. Veo a Willian Holden y Audrey Hepburn. Ambos están sacados directamente del poster de la película de ‘Encuentro en París’.” Él sostuvo la nota en las narices de ella. “Compruébalo. Su curtida buena presencia se junta con la elegante inocencia que enmascara la sexy tigresa que lleva dentro. Sabes, esos podríamos ser nosotros.”
Nikki miró a lo lejos. “No hay chispas en estas fotos. Él es demasiado mayor para ella.”
“¿Sabes a quién apuesto que es?” dijo. “Él es ese Tío Tyler que la colocó en las tutorías de clientes. Si, este es el Tyler Wynn. ¿Verdad?”
Ignorándole, ella cogió otra foto del montón y la sostuvo. “Oye, aquí hay una con solo mama tomada justo aquí, en París.”
La marca del momento del revelado en el reverso leía “Mayo 1975.” La foto era de su madre equilibrándose en un pie con una mano sombreando sus ojos, cómicamente atisbando en el futuro. Fue tomada enfrente de la Catedral de Notre Dame. “Quiero ir allí,” dijo Nikki. “Ahora mismo.”
Dejaron la caja de los recuerdos al jefe del hotel para que la guardara en la caja fuerte y cogieron un taxi hacia la Isla de la Cite. La oscuridad había caído y la cantería gris del edificio estaba bañada en una luz blanca, lo que emitía un resplandor fantasmagórico en las gárgolas observando desde la parte de arriba.
Rook sabía de qué iba todo esto: ella no tenía que decirlo. Dejaron el taxi y se apresuraron silenciosamente, andando alrededor de la espalda de un grupo haciendo tour que rodeaban a unos artistas callejeros que jugaban con bastones de fuego. Hicieron el camino hacia su destino: el centro de la plaza que enfrentaba la entrada principal de la gran catedral. Pararon, pacientemente esperando a que una salida de campo de un instituto despejara el camino y después se aproximaron a una pequeña pieza de metal incrustada en los adoquines, un octógono brillante de bronce rozado por años de desgaste. Esta era la localización exacta de la foto de la madre de Nikki. Ella sacó la foto de su bolsillo para prepararse y hacer lo que había venido a hacer. Un escaso mes después de treinta y cinco años.
Nikki Heat estaba colocada en las mismas pisadas de su madre. Después, levantando un pie del suelo, ella protegió sus ojos en la idéntica pose melodramática, la cual Rook capturó con el flash de su iPhone.
Este lugar de su recreación era el famoso Punto Cero de París donde hacia el exterior todas las distancias son medidas en Francia. Este, según el dicho, es donde todas las carreteras empiezan. Nikki lo esperaba. Simplemente no sabía todavía hacia donde conducirían.
Comieron en Mon Vieil Ami, a diez minutos a paseo de Ile Saint-Louis. En la cena hablaron algo sobre su visita a los padres de Nicole, lo que le dio a Rook la oportunidad para decir que él no apostaba por toda la teoría de Lysette y Emile sobre que Cindy se hubiese tomado un descanso de los rigores de perseguir su pasión, como una explicación de porqué ella había abandonado su sueño. “¿Tienes una teoría mejor?” preguntó Heat. “¿Y eso incluye OVNIS, sondas con agujas craneales, o flashes de luz borra-memorias de hombres en trajes oscuros?”
“Sabes que me hieres cuando te burlas de mi punto de vista para resolver los casos. Regáñame si debes, pero regáñame gentilmente. Soy tan tierno como un cervatillo.”
“OK, Bambi,” dijo ella, “pero no mires la carta, el venado es la especialidad.”
Después de que pidieran, Rook volvió de nuevo al tema. “Esto todavía es el calcetín desparejado,” dijo. “Si alguien se está preparando toda su vida como tu madre lo hizo para una vida de conciertos, ella simplemente no lo abandona. Es como un atleta que entrena para las Olimpiadas y se aleja de los puestos de salida para convertirse en entrenador personal. Gran actuación, pero ¿después de todo ese sacrificio y entrenamiento?”
“Te escucho, ¿pero qué hay sobre lo que Emile dijo sobre un cambio de pasiones?”
“Uh, ¿con todo respeto? Una mierda. Me vuelvo a referir a mi teoría de las Olimpiadas contra el entrenador personal. Una cosa es una pasión, otra cosa es un T-R-A-B-A-J-O- trabajo.”
Heat dijo, “bien, quizás eso no fuese necesariamente una pasión, pero viste su cara en esas fotos. Mi madre estaba teniendo un baile. Y probablemente ganaba el suficiente dinero para que fuese difícil abandonar. Quizás el trabajo se convirtiese en unas esposas de oro.”
“No es que el asunto de las esposas no me estimule, pero también es una venta difícil. ¿Mujer joven y responsable se convierte en Paris Hilton en un verano? Dudoso.” Su ensalada y sopa llegaron. Él tomo un poco de lentejas tiernas y después continuó. “¿Piensas que ella tenía algo con este Tyler Wynn?”
Heat bajó su tenedor y se inclinó sobre su plato hacia él. “Estás hablando sobre mi madre.”
“Estoy tratando de ayudarnos –corrección, ayudarte- a conseguir una explicación de lo que pasó aquí para cambiar todo en aquel entonces.”
“Yendo a algunos lugares bastante sórdidos.” Su tono calmado fue lo que le puso nervioso. Y la sórdida mirada.
“Pongamos un broche a esto.”
“Buena idea.”
“Además,” dijo él, “nosotros ya tenemos un filón con un sospechoso. Espero que le hayas dicho a Raley y Ochoa que hagan un APB (All Points Bulletin- significa que todas las unidades deberían estar al corriente de algo) para Ryan Seacrest.”
Ella rió y dijo, “los Roach tuvieron la misma respuesta cuando les llame. Obviamente es un nombre falso, pero van a comprobar los registros telefónicos para ver desde donde se originó esa llamada el pasado domingo.”
“Esto nos dice una cosa de seguro. Alguien definitivamente quería meter sus manos en algo. Y desde que la sincronización de esa llamada llegó después de que la casa de Nicole fuese revuelta, nosotros sabemos que no lo encontró.”
“Asumiendo que sea la misma persona que estamos buscando,” dijo ella.
“Bien hilado,” dijo él, burlándose de ella. “Si tu quieres ser toda ‘objetiva’ en esta investigación en lugar de saltar a conclusiones, adelante.”
“Objetiva es un poco lo que yo hago,” dijo ella.
“Un poco,” dijo él con un canto tentativo. Su mirada le dijo que Nikki sabía exactamente a lo que él se refería con ese golpe, pero ella lo dejó pasar y se concentró en su sopa.
Una brisa sutil había dado a la noche una suave calidez primaveral, y cuando se marcharon del restaurante, Heat y Rook decidieron no coger un taxi y andar de vuelta a su hotel. Pasearon cogidos del brazo por el puente peatonal de la Isla de la Cite, bordeando la catedral y el Palacio de Justicia hasta que llegaron al Puente Nuevo y quedáronse de pie en uno de los bastiones semicirculares del puente para parar el mundo y disfrutar el espectáculo de París por la noche reflejado en el Sena.
“Y aquí está, Nikki Heat, la Ciudad de la Luz.” Ella se giró hacia él y se besaron. Un barco de cenas pasó bajo ellos, y una feliz pareja en la cubierta superior gritó “Bon soir” y levantaron sus copas de champagne hacia ellos en un brindis.
Ellos representaron con un gesto un brindis de vuelta a la pareja, y Nikki dijo, “increíble. No, mágico. ¿Qué hay sobre este lugar? El aire huele mejor, la comida sabe como a nada que yo alguna vez haya comido…”
“Y el sexo. ¿Mencioné el sexo?”
Ella rió. “Sólo constantemente.”
“¿Quién sabe lo que es?” dijo él. “Quizás es París. Quizás somos nosotros.”
Nikki no contestó a eso, solo se apretó más a él. Rook todavía la tenía abrazada, sintiendo su respiración contra la parte mullida de su cuello, pero a la vez él se sintió silenciosamente atraído mirando el flujo hipnótico del Sena. Sus aguas oscuras se escuchaban por debajo de ellos, una poderosa fuerza canalizada entre paredes gruesas de piedra revestidas para ser impenetrables y mantener la naturaleza del mismo dentro de los límites controlados y seguros. Él se preguntó qué pasaría si uno de los muros alguna vez se agrietara.
No programaron el despertador. En su lugar Heat y Rook se despertaron al amanecer, debido a una luz rosada que se filtraba bajo un fino dosel de nubes grises. Girándose el uno hacia el otro, sonrieron y se dijeron los buenos días. Rook empezó a deslizarse bajo las sábanas, pero Nikki murmuró, “no, levántate conmigo esta vez,” y lo llevó a ponerse frente a ella. Los dos hicieron el amor otra vez al son de las campanadas de la iglesia por la mañana y el olor celestial de la panadería a través de la calle Au Grand Richelieu. “Considerándolo bien, no ha sido una mala manera para empezar otro día de trabajo policial.”
Como él había calculado, los pasteles calientes duraron desde la puerta de la panadería al bar de expressos que había descubierto la tarde anterior. Encontraron un par de taburetes puestos del revés sobre un mostrador en la ventana, y cada uno bebió un zumo de naranja y un café con leche mientras un hombre de negocios parado en la acera giraba su espalda contra el viento y expertamente liaba su propio cigarrillo.
Nikki comprobó su buzón de voz de e-mails. Los Roach, siempre dispuestos a mantenerla informada, habían terminado su día de trabajo informando de que la solicitud para la búsqueda en los registros telefónicos de las llamadas de Seacrest a los Bernardins estaban en proceso. Las ruedas de la burocracia internacional se volvieron lentas, pero el detective Raley dijo que la Interpol estaba ayudando, por lo que eso era de alguna manera positivo. Los Forenses habían prometido resultados en las pruebas de las huellas encontradas en el guante para por la mañana, y Irons le había dicho a Ochoa que comprobaría el laboratorio personalmente en su camino hacia allí. Heat guardó su teléfono en el bolsillo después de cogerlo para comprobar de nuevo la hora en Nueva York, y decidir si era muy temprano para llamar.
Rook dijo, “he estado haciendo una reflexión más profunda.” Él paró, sabiendo que esto era un punto delicado. “Y creó que tienes más, que una simple caja de zapatos de recuerdos de ayer. Mi corazonada me dice que tenemos una nueva pista, y es Tyler Wynn.”
“¿Por qué no estoy sorprendida de oír eso?”
“Relájate. Estoy especulando en una dirección totalmente nueva, viéndole en una luz completamente distinta.”
“Déjame adivinar. Él ya no es más William Holden, es Jason Bateman.”
“Él no es un amante, es un espía.” Heat rió. “Escúcheme, detective.” Él esperó hasta que ella paró de reír y entonces se acercó a ella, intentando no poner su mejor mirada de loco. “Los banqueros internacionales tienen una especie de anillo falso. Una especie de ‘agregado de la embajada’ o ‘contratista del gobierno’. Eso me suena a tapadera.”
“OK … Y ¿Cuál es la posible conexión con mi madre?”
“No lo sé.” Ella se burló y tomó un sorbo de su café. Él repitió, “no lo sé.”
“Por supuesto que no.”
“¡No lo sé!” él siseó. “¡¿No es eso genial?!” Esta vez sus ojos mostraban una locura muy pronunciada. Nikki miró alrededor conscientemente, pero nadie en el café se había dado cuenta. Incluso el hombre en la acera fumando el cigarrillo había girado la espalda de su traje azul hacia ellos.
Rook la miraba, agarrando a Nikki por el codo. “Oh, ¡lo sé!” Él chasqueó sus dedos y la señaló. “Tyler Wynn –comillas en el aire- banquero inversor internacional- estaba usando a tu madre como su trabajo falso. Su tapadera. Fingiendo ser su amante.” Él paró. “Date cuenta de lo que digo, ‘fingiendo’. Que es por lo que Cindy abandonó y se mudó de vuelta a los Estados Unidos cuando se casó con tu padre.”
Heat terminó su café y deslizó un euro por debajo del plato. “Rook, necesitas saber. Hay fuera de la caja y hay fuera de tu mente.”
Trabajó en ella durante todo el camino de vuelta al hotel, y halló un punto de su lógica que encontró difícil de refutar. Desde que habían llegado a París para mirar el cambio en la vida de su madre, y desde que Tyler Wynn había aparecido como un factor –espía o no- ellos habían sido descuidados de no asegurarse de ver si el Tío Tyler todavía estaba en los alrededores para hablar. “¿O esa es un área demasiado sensible para ti?” preguntó él.
Un astuto movimiento por parte de Rook porque, incluso si lo fuera, el aspecto de reto de su pregunta lo hacía imposible para que ella lo dejara pasar.
Arriba, en la habitación del hotel, Rook midió sus pasos, sugiriendo libremente la mejor manera de aproximarse a Tyler Wynn. “Todavía tengo algunos contactos clandestinos viables por aquí de los días en los que trabajé en mi artículo Rusia-Chechenia. Además, hay algunos favores a los que podría llamar en la CIA y NASA. No, espera… Quizás deberíamos comenzar gradualmente y hacer una incursión del tipo vainilla a través de la embajada americana… O posiblemente, la Interpol. Por otro lado,” él divagó, volviendo atrás y adelante, “esto es potencialmente tan importante que pudiéramos dar un paso hacia arriba, hacia el DCRI –ese es el equivalente francés de la CIA, por si no lo sabías.” Se dio cuenta de que Nikki cogía su teléfono. “¿A quién llamas?”
Ella levantó un dedo en señal de silencio. “Buenos días, ¿Mme. Bernardin? Soy Nikki Heat. Lo primero de todo, gracias por su hospitalidad y por esas preciosas fotografías. Estoy muy agradecida por tenerlas.” Ella asintió y dijo, “tú también. Esperaba poder pedirle un favor. ¿Tiene el número de teléfono de Tyler Wynn?” Heat sonrió a Rook y empezó a escribir.
Cuando colgó, él dijo, “bueno, es una forma perezosa, si te van ese tipo de cosas. Yo no lo hago. Parece como una forma de engaño.”
Nikki le tendió el cuaderno de notas con el número de teléfono de Wynn. “Entonces no debería de llamarlo, ¿no?”
“¿Quieres jugar o ponerte seria en este caso por una vez?”
Su llamada empezó en francés, pero quien quiera que respondiera hablaba en inglés. Cuando Rook vio su reacción de sorpresa cuando ella preguntó para hablar con Tyler Wynn, se movió de su sitio parado en la ventana para sentarse en el borde de la cama al lado de ella. “Eso es terrible,” dijo ella. Rook le hizo gestos para llamar su atención, murmurando ‘¿Qué?’ como un adolescente molesto, y ella se giró para concentrase, murmurando una serie de “ah-hahhs,” preguntando por una dirección, la cual escribió, después dio las gracias y colgó.
“Vamos, escúpelo. “¿Qué es terrible?”
“Tyler Wynn está en el hospital,” dijo Nikki. “Alguien ha intentado matarle.”
Rook saltó sobre sus pies y giró en un círculo. “Esta. Es la pista más Interesante. De la Historia.”
Jueves de nuevo y otro capitulo para vosotros.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, muchas gracias por seguir la traduccion y los comentarios. Esperamos que os gusta, seguid comentadlo y a disfrutarlo.
CAPITULO NUEVE-PARTE DOS
Fue un forcejeo. Incluso para la autoproclamada reina de la gratificación retardada, que tanto quería arrancar la tapa de la caja de recuerdos en el taxi de vuelta al hotel. Pero se mantuvo firme. Su miedo a perder una sola foto triunfó sobre el dolor de la curiosidad.
Rook le dio a Heat un poco de espacio. Se puso a buscar un bar que le sirviera de pie un espresso doble, para suplir un muy necesario chute de cafeína ya avanzada la tarde; ella se quedó en la habitación y estudió minuciosamente el inesperado tesoro de los Bernardins. Volvió al hotel media hora después con una lata helada de su favorito San Pellegrino Orange y encontró a Nikki sentada de piernas cruzadas en la cama con filas de instantáneas bien ordenadas y tarjetas postales que la iluminaban como rayos de sol. “¿Encontraste algo útil?”
“¿Útil?” preguntó ella. “Difícil saber que es útil. ¿Interesante? Absolutamente. Comprueba esta. Ella era tan adorable.” Nikki sostuvo una foto de su madre, logrando una boba y risueña pose mientras apretaba el bíceps de un gondolero bajo el Puente de los Suspiros en Venecia. “Gírala, escribió algo detrás.”
Rook giró la instantánea y leyó en alto. “Querida Lysette. ¡Suspira!”
“Mi madre era una monada, ¿verdad?”
Él se la devolvió. “Soy demasiado listo como para contestar una pregunta como esa sobre tu madre. Al menos hasta que nosotros aparezcamos en Jerry Springer.”
“Creo que acabas de contestar.”
Él se sentó en el borde de la cama, con cuidado de no alterar su clasificación. “¿Cuál es tu opinión de todo esto?”
“Principalmente que ella se lo pasó endemoniadamente bien. ¿Sabes cómo en Vanity Fair y First Press ves todas esas fotos de diseño de europeos ricos y privilegiados y te preguntas como debe ser vivir así? Mi madre vivió así. Al menos ella trabajó algún tiempo. Mira algunas de estas.” Nikki repartió las fotos como las cartas para jugar, una después de otra, cada una mostrando una joven Cynthia en un círculo de ricos: en un amplio césped de una finca de Downton Abbey; en un piano de cola lacado con la costa rocosa del Mediterráneo dibujada en una ventana detrás de ella; en una terraza privada de una casa solariega en una colina con vistas a Florencia; en París con una familia asiática bajo la marquesina de una visita al Ballet Bolshoi; y seguía y seguía. “Aparentemente, para ella, ser tutora en las residencias era como un sueño de cuentos de hadas en el que te tienes que despertar, pero cuando lo haces, el mayordomo llega y te coge las bolsas.”
También había fotos de Nicole y otros jóvenes amigos de la edad de su madre, además de un puñado de instantáneas de su madre y sus camaradas de pie de forma individual en varios locales alrededor de Europa, riendo y gesticulando grandiosamente como modelos del ‘Precio Justo’, obviamente compartiendo la broma. Pero Nikki permaneció con los ojos fijos en su madre y el registro congelado de su viaje alrededor de Francia, Italia, Austria, y Alemania. En numerosas fotografías aparecía posando con sus familias de acogida. La mayoría de los jefes de Cindy tenían esa mirada de dinero viejo, parados pomposamente en un disco circular o en jardines privados, pero principalmente en previsibles pequeños grupos de charla de madres, padres, e impacientes jóvenes músicos de pajarita o vestidos con volante enfrente de un magnifico Steinway. Había otra persona en todos esos grupos de fotos. Un hombre alto y guapo, y en la mayoría de ellas, su madre estaba de pie cerca de él.
“¿Quién es la imitación de William Holden?” preguntó Rook, tocando una foto del hombre y Cynthia juntos fuera del Louvre. Él era más mayor que la madre de Nikki, alrededor de veinte años, y emitía el enérgico atractivo de un hombre que lidera.
“No estoy segura. Hay algo familiar en él que no puedo situar.” Ella le arrebató la foto y la puso de vuelta en la pila adecuada.
“Whoa, no tan rápido.” Él la tomó de regreso. “Quizás es la cara de William Holden la que reconoces… ¿O es algo más?”
“¿Cómo qué?” Nikki intentó alejarla de nuevo, pero él la esquivó. Ella dijo, “no veo a Willian Holden.”
“Yo sí. Veo a Willian Holden y Audrey Hepburn. Ambos están sacados directamente del poster de la película de ‘Encuentro en París’.” Él sostuvo la nota en las narices de ella. “Compruébalo. Su curtida buena presencia se junta con la elegante inocencia que enmascara la sexy tigresa que lleva dentro. Sabes, esos podríamos ser nosotros.”
Nikki miró a lo lejos. “No hay chispas en estas fotos. Él es demasiado mayor para ella.”
“¿Sabes a quién apuesto que es?” dijo. “Él es ese Tío Tyler que la colocó en las tutorías de clientes. Si, este es el Tyler Wynn. ¿Verdad?”
Ignorándole, ella cogió otra foto del montón y la sostuvo. “Oye, aquí hay una con solo mama tomada justo aquí, en París.”
La marca del momento del revelado en el reverso leía “Mayo 1975.” La foto era de su madre equilibrándose en un pie con una mano sombreando sus ojos, cómicamente atisbando en el futuro. Fue tomada enfrente de la Catedral de Notre Dame. “Quiero ir allí,” dijo Nikki. “Ahora mismo.”
Dejaron la caja de los recuerdos al jefe del hotel para que la guardara en la caja fuerte y cogieron un taxi hacia la Isla de la Cite. La oscuridad había caído y la cantería gris del edificio estaba bañada en una luz blanca, lo que emitía un resplandor fantasmagórico en las gárgolas observando desde la parte de arriba.
Rook sabía de qué iba todo esto: ella no tenía que decirlo. Dejaron el taxi y se apresuraron silenciosamente, andando alrededor de la espalda de un grupo haciendo tour que rodeaban a unos artistas callejeros que jugaban con bastones de fuego. Hicieron el camino hacia su destino: el centro de la plaza que enfrentaba la entrada principal de la gran catedral. Pararon, pacientemente esperando a que una salida de campo de un instituto despejara el camino y después se aproximaron a una pequeña pieza de metal incrustada en los adoquines, un octógono brillante de bronce rozado por años de desgaste. Esta era la localización exacta de la foto de la madre de Nikki. Ella sacó la foto de su bolsillo para prepararse y hacer lo que había venido a hacer. Un escaso mes después de treinta y cinco años.
Nikki Heat estaba colocada en las mismas pisadas de su madre. Después, levantando un pie del suelo, ella protegió sus ojos en la idéntica pose melodramática, la cual Rook capturó con el flash de su iPhone.
Este lugar de su recreación era el famoso Punto Cero de París donde hacia el exterior todas las distancias son medidas en Francia. Este, según el dicho, es donde todas las carreteras empiezan. Nikki lo esperaba. Simplemente no sabía todavía hacia donde conducirían.
Comieron en Mon Vieil Ami, a diez minutos a paseo de Ile Saint-Louis. En la cena hablaron algo sobre su visita a los padres de Nicole, lo que le dio a Rook la oportunidad para decir que él no apostaba por toda la teoría de Lysette y Emile sobre que Cindy se hubiese tomado un descanso de los rigores de perseguir su pasión, como una explicación de porqué ella había abandonado su sueño. “¿Tienes una teoría mejor?” preguntó Heat. “¿Y eso incluye OVNIS, sondas con agujas craneales, o flashes de luz borra-memorias de hombres en trajes oscuros?”
“Sabes que me hieres cuando te burlas de mi punto de vista para resolver los casos. Regáñame si debes, pero regáñame gentilmente. Soy tan tierno como un cervatillo.”
“OK, Bambi,” dijo ella, “pero no mires la carta, el venado es la especialidad.”
Después de que pidieran, Rook volvió de nuevo al tema. “Esto todavía es el calcetín desparejado,” dijo. “Si alguien se está preparando toda su vida como tu madre lo hizo para una vida de conciertos, ella simplemente no lo abandona. Es como un atleta que entrena para las Olimpiadas y se aleja de los puestos de salida para convertirse en entrenador personal. Gran actuación, pero ¿después de todo ese sacrificio y entrenamiento?”
“Te escucho, ¿pero qué hay sobre lo que Emile dijo sobre un cambio de pasiones?”
“Uh, ¿con todo respeto? Una mierda. Me vuelvo a referir a mi teoría de las Olimpiadas contra el entrenador personal. Una cosa es una pasión, otra cosa es un T-R-A-B-A-J-O- trabajo.”
Heat dijo, “bien, quizás eso no fuese necesariamente una pasión, pero viste su cara en esas fotos. Mi madre estaba teniendo un baile. Y probablemente ganaba el suficiente dinero para que fuese difícil abandonar. Quizás el trabajo se convirtiese en unas esposas de oro.”
“No es que el asunto de las esposas no me estimule, pero también es una venta difícil. ¿Mujer joven y responsable se convierte en Paris Hilton en un verano? Dudoso.” Su ensalada y sopa llegaron. Él tomo un poco de lentejas tiernas y después continuó. “¿Piensas que ella tenía algo con este Tyler Wynn?”
Heat bajó su tenedor y se inclinó sobre su plato hacia él. “Estás hablando sobre mi madre.”
“Estoy tratando de ayudarnos –corrección, ayudarte- a conseguir una explicación de lo que pasó aquí para cambiar todo en aquel entonces.”
“Yendo a algunos lugares bastante sórdidos.” Su tono calmado fue lo que le puso nervioso. Y la sórdida mirada.
“Pongamos un broche a esto.”
“Buena idea.”
“Además,” dijo él, “nosotros ya tenemos un filón con un sospechoso. Espero que le hayas dicho a Raley y Ochoa que hagan un APB (All Points Bulletin- significa que todas las unidades deberían estar al corriente de algo) para Ryan Seacrest.”
Ella rió y dijo, “los Roach tuvieron la misma respuesta cuando les llame. Obviamente es un nombre falso, pero van a comprobar los registros telefónicos para ver desde donde se originó esa llamada el pasado domingo.”
“Esto nos dice una cosa de seguro. Alguien definitivamente quería meter sus manos en algo. Y desde que la sincronización de esa llamada llegó después de que la casa de Nicole fuese revuelta, nosotros sabemos que no lo encontró.”
“Asumiendo que sea la misma persona que estamos buscando,” dijo ella.
“Bien hilado,” dijo él, burlándose de ella. “Si tu quieres ser toda ‘objetiva’ en esta investigación en lugar de saltar a conclusiones, adelante.”
“Objetiva es un poco lo que yo hago,” dijo ella.
“Un poco,” dijo él con un canto tentativo. Su mirada le dijo que Nikki sabía exactamente a lo que él se refería con ese golpe, pero ella lo dejó pasar y se concentró en su sopa.
Una brisa sutil había dado a la noche una suave calidez primaveral, y cuando se marcharon del restaurante, Heat y Rook decidieron no coger un taxi y andar de vuelta a su hotel. Pasearon cogidos del brazo por el puente peatonal de la Isla de la Cite, bordeando la catedral y el Palacio de Justicia hasta que llegaron al Puente Nuevo y quedáronse de pie en uno de los bastiones semicirculares del puente para parar el mundo y disfrutar el espectáculo de París por la noche reflejado en el Sena.
“Y aquí está, Nikki Heat, la Ciudad de la Luz.” Ella se giró hacia él y se besaron. Un barco de cenas pasó bajo ellos, y una feliz pareja en la cubierta superior gritó “Bon soir” y levantaron sus copas de champagne hacia ellos en un brindis.
Ellos representaron con un gesto un brindis de vuelta a la pareja, y Nikki dijo, “increíble. No, mágico. ¿Qué hay sobre este lugar? El aire huele mejor, la comida sabe como a nada que yo alguna vez haya comido…”
“Y el sexo. ¿Mencioné el sexo?”
Ella rió. “Sólo constantemente.”
“¿Quién sabe lo que es?” dijo él. “Quizás es París. Quizás somos nosotros.”
Nikki no contestó a eso, solo se apretó más a él. Rook todavía la tenía abrazada, sintiendo su respiración contra la parte mullida de su cuello, pero a la vez él se sintió silenciosamente atraído mirando el flujo hipnótico del Sena. Sus aguas oscuras se escuchaban por debajo de ellos, una poderosa fuerza canalizada entre paredes gruesas de piedra revestidas para ser impenetrables y mantener la naturaleza del mismo dentro de los límites controlados y seguros. Él se preguntó qué pasaría si uno de los muros alguna vez se agrietara.
No programaron el despertador. En su lugar Heat y Rook se despertaron al amanecer, debido a una luz rosada que se filtraba bajo un fino dosel de nubes grises. Girándose el uno hacia el otro, sonrieron y se dijeron los buenos días. Rook empezó a deslizarse bajo las sábanas, pero Nikki murmuró, “no, levántate conmigo esta vez,” y lo llevó a ponerse frente a ella. Los dos hicieron el amor otra vez al son de las campanadas de la iglesia por la mañana y el olor celestial de la panadería a través de la calle Au Grand Richelieu. “Considerándolo bien, no ha sido una mala manera para empezar otro día de trabajo policial.”
Como él había calculado, los pasteles calientes duraron desde la puerta de la panadería al bar de expressos que había descubierto la tarde anterior. Encontraron un par de taburetes puestos del revés sobre un mostrador en la ventana, y cada uno bebió un zumo de naranja y un café con leche mientras un hombre de negocios parado en la acera giraba su espalda contra el viento y expertamente liaba su propio cigarrillo.
Nikki comprobó su buzón de voz de e-mails. Los Roach, siempre dispuestos a mantenerla informada, habían terminado su día de trabajo informando de que la solicitud para la búsqueda en los registros telefónicos de las llamadas de Seacrest a los Bernardins estaban en proceso. Las ruedas de la burocracia internacional se volvieron lentas, pero el detective Raley dijo que la Interpol estaba ayudando, por lo que eso era de alguna manera positivo. Los Forenses habían prometido resultados en las pruebas de las huellas encontradas en el guante para por la mañana, y Irons le había dicho a Ochoa que comprobaría el laboratorio personalmente en su camino hacia allí. Heat guardó su teléfono en el bolsillo después de cogerlo para comprobar de nuevo la hora en Nueva York, y decidir si era muy temprano para llamar.
Rook dijo, “he estado haciendo una reflexión más profunda.” Él paró, sabiendo que esto era un punto delicado. “Y creó que tienes más, que una simple caja de zapatos de recuerdos de ayer. Mi corazonada me dice que tenemos una nueva pista, y es Tyler Wynn.”
“¿Por qué no estoy sorprendida de oír eso?”
“Relájate. Estoy especulando en una dirección totalmente nueva, viéndole en una luz completamente distinta.”
“Déjame adivinar. Él ya no es más William Holden, es Jason Bateman.”
“Él no es un amante, es un espía.” Heat rió. “Escúcheme, detective.” Él esperó hasta que ella paró de reír y entonces se acercó a ella, intentando no poner su mejor mirada de loco. “Los banqueros internacionales tienen una especie de anillo falso. Una especie de ‘agregado de la embajada’ o ‘contratista del gobierno’. Eso me suena a tapadera.”
“OK … Y ¿Cuál es la posible conexión con mi madre?”
“No lo sé.” Ella se burló y tomó un sorbo de su café. Él repitió, “no lo sé.”
“Por supuesto que no.”
“¡No lo sé!” él siseó. “¡¿No es eso genial?!” Esta vez sus ojos mostraban una locura muy pronunciada. Nikki miró alrededor conscientemente, pero nadie en el café se había dado cuenta. Incluso el hombre en la acera fumando el cigarrillo había girado la espalda de su traje azul hacia ellos.
Rook la miraba, agarrando a Nikki por el codo. “Oh, ¡lo sé!” Él chasqueó sus dedos y la señaló. “Tyler Wynn –comillas en el aire- banquero inversor internacional- estaba usando a tu madre como su trabajo falso. Su tapadera. Fingiendo ser su amante.” Él paró. “Date cuenta de lo que digo, ‘fingiendo’. Que es por lo que Cindy abandonó y se mudó de vuelta a los Estados Unidos cuando se casó con tu padre.”
Heat terminó su café y deslizó un euro por debajo del plato. “Rook, necesitas saber. Hay fuera de la caja y hay fuera de tu mente.”
Trabajó en ella durante todo el camino de vuelta al hotel, y halló un punto de su lógica que encontró difícil de refutar. Desde que habían llegado a París para mirar el cambio en la vida de su madre, y desde que Tyler Wynn había aparecido como un factor –espía o no- ellos habían sido descuidados de no asegurarse de ver si el Tío Tyler todavía estaba en los alrededores para hablar. “¿O esa es un área demasiado sensible para ti?” preguntó él.
Un astuto movimiento por parte de Rook porque, incluso si lo fuera, el aspecto de reto de su pregunta lo hacía imposible para que ella lo dejara pasar.
Arriba, en la habitación del hotel, Rook midió sus pasos, sugiriendo libremente la mejor manera de aproximarse a Tyler Wynn. “Todavía tengo algunos contactos clandestinos viables por aquí de los días en los que trabajé en mi artículo Rusia-Chechenia. Además, hay algunos favores a los que podría llamar en la CIA y NASA. No, espera… Quizás deberíamos comenzar gradualmente y hacer una incursión del tipo vainilla a través de la embajada americana… O posiblemente, la Interpol. Por otro lado,” él divagó, volviendo atrás y adelante, “esto es potencialmente tan importante que pudiéramos dar un paso hacia arriba, hacia el DCRI –ese es el equivalente francés de la CIA, por si no lo sabías.” Se dio cuenta de que Nikki cogía su teléfono. “¿A quién llamas?”
Ella levantó un dedo en señal de silencio. “Buenos días, ¿Mme. Bernardin? Soy Nikki Heat. Lo primero de todo, gracias por su hospitalidad y por esas preciosas fotografías. Estoy muy agradecida por tenerlas.” Ella asintió y dijo, “tú también. Esperaba poder pedirle un favor. ¿Tiene el número de teléfono de Tyler Wynn?” Heat sonrió a Rook y empezó a escribir.
Cuando colgó, él dijo, “bueno, es una forma perezosa, si te van ese tipo de cosas. Yo no lo hago. Parece como una forma de engaño.”
Nikki le tendió el cuaderno de notas con el número de teléfono de Wynn. “Entonces no debería de llamarlo, ¿no?”
“¿Quieres jugar o ponerte seria en este caso por una vez?”
Su llamada empezó en francés, pero quien quiera que respondiera hablaba en inglés. Cuando Rook vio su reacción de sorpresa cuando ella preguntó para hablar con Tyler Wynn, se movió de su sitio parado en la ventana para sentarse en el borde de la cama al lado de ella. “Eso es terrible,” dijo ella. Rook le hizo gestos para llamar su atención, murmurando ‘¿Qué?’ como un adolescente molesto, y ella se giró para concentrase, murmurando una serie de “ah-hahhs,” preguntando por una dirección, la cual escribió, después dio las gracias y colgó.
“Vamos, escúpelo. “¿Qué es terrible?”
“Tyler Wynn está en el hospital,” dijo Nikki. “Alguien ha intentado matarle.”
Rook saltó sobre sus pies y giró en un círculo. “Esta. Es la pista más Interesante. De la Historia.”
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
¡Bienvenidos a "el Jueves de Frozen Heat"! Hoy Lastral ha tenido un problemilla técnico así que os subo yo el capítulo.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Muchas gracias por apoyar la lectura y recordad que nunca está de más comentar que tal os parece el libro. Ahora se está poniendo muy interesante el tema.
CAPÍTULO 10 - PRIMERA PARTE
El taxista conocía el lugar, el Hospital Canard estaba en el suburbio occidental de Boulogne-Billancourt, uno de los distritos más ricos de París. El taxista miró a la pareja del asiento de atrás y les preguntó si se trataba de una emergencia. Ambos contestaron al mismo tiempo. Ella dijo que no, y él que sí. Rook le preguntó, “¿Y exactamente, qué es lo que me has dicho antes, lo que la ama de llaves de Wynn ha dicho sobre su condición?” susurró en su oreja.
“Disparo crítico.”
“¿Y eso no es una emergencia?”
Ella le dio la razón y le dijo al taxista, “llévenos allí todo lo rápido que pueda.”
El tráfico tenía otra idea. Junto con su encanto y romanticismo, París también tenía atascos durante la hora punta de la mañana. El taxista siguió cambiando la emisora a la nueva moda de aparentar no prestar atención, la mayoría era hip-hop francés y música electrónica. El ritmo xumba xumba xumba de la canción, no iba a juego con su cadencia a lo largo del Sena. Bajó la música cuando el coche pasó por una señal luminosa que ponía “Bois de Boulogne, a 10 km” y preguntó, “¿No habéis ido aún a Bois de Boulogne? Es muy bonito dar paseos románticos por ahí. Es como Central Park en Nueva York.” Y tras decir eso volvió el xumba xumba.
Rook le dijo a Nikki, “me encanta ese nombre. De hecho ya tengo el título para mi nueva novela romántica de Victoria St. Clair, Le Chateau du Bois de Boulogne. Que –corrígeme si me equivoco- vagamente su traducción significa “castillo de madera en la tontería”. Predigo que las ventas internacionales se dispararan.
El hospital estaba nada más salir de la A-13, en un barrio tranquilo lleno de consultas médicas y dentales. Un edificio moderno de 4 plantas sorprendentemente pequeño, el Hospital Canard, parecía más una clínica privada de lujo que un hospital de una gran ciudad. “Aquí es donde te lleva el dinero,” dijo Rook mientras pasaban por setos podados y macetas con palmeras para llegar a la entrada. “Créeme, no verás a muchos vagabundos por Emergencias en este establecimiento. Me apostaría que incluso calientan las camas.”
Nikki puntualizó que las flores parecía que habían funcionado para empezar con buen pie el día anterior con los Bernardins, así que se pasaron por la pequeña tienda del vestíbulo. Minutos más tarde, cargados con unas petunias, pasaron de largo por la recepción y se metieron en el ascensor para ir al segundo piso. Mientras subían ella dijo, “No es que me esté quejando, pero me sorprende que no nos hayan hecho firmar en la entrada.”
“Son la petunias. En mi experiencia como periodista de investigación he aprendido que te puedes librar sin problemas de casi cualquier situación de seguridad si llevas algo. Flores, una carpeta… y aún es más fácil si vas comiendo algo, sobre todo en platos de papel.”
“Habitación 203,” dijo ella mirando la nota que había escrito en el hotel. Giraron una esquina y enfrente de la habitación 203 se encontraron con un policía uniformado que se había levantado de su silla plegable para encararles. Heat le dio un codazo a Rook, “¿No tendrás un plato de rosquillas, eh?”
En francés, el policía les dijo que no se admitían visitas. Nikki respondió, también en francés, que había hablado con la ama de llaves de Wynn, que le había asegurado que no habría problema para visitarle. “Hemos hecho un camino muy largo,” dijo Rook. “Y nos encanta tu país.”
El policía los miró con desdén y dijo, “Allez,” pareciendo como si disfrutara de hacer un poco de ejercicio para romper la monotonía, si llegaba a eso. Heat mostró su identificación de la policía de Nueva York, cosa que cambió las cosas. El policía, procedente de una familia de campo de la prefectura, miró los credenciales extranjeros cuidadosamente, mirando la foto y a Nikki repetidamente con sus ojos penetrantes bajo la visera. Hablando con rapidez y fluidez como un nativo, Nikki explicó que su madre, Cynthia Heat, había sido muy cercana a “Once Tyler”, y que su disparo podría estar relacionado con un caso de homicidio en el que ella estaba trabajando en Nueva York. El gendarme parecía intrigado pero seguía inamovible. Hasta que oyó la débil voz del anciano que llegaba de la puerta abierta de la habitación.
“¿Has dicho… que eres la hija de Cindy Heat?”
“Sí, Sr.Wynn,” dijo a la cortina de privacidad de color amarillo pálido. “Soy Nikki Heat, y he venido a verle.”
Tras una pausa, después de un carraspeo de flemas, la voz incorpórea dijo, “Déjala pasar.” Los ojos del policía se movieron de lado a lado, sin estar preparado para la situación. Al fin volvió a considerar la identificación de Nikki, se la tendió y se echó un paso para atrás para dejarles entrar. Cuando ella y Rook hubieron entrado, pudieron oír al policía llamar por el walkie-talkie para cubrirse las espaldas.
Para Nikki, la escena tras las cortinas la devolvió a aquella noche de febrero en St. Luke Roosevelt, donde Rook había estado con la vida colgando de un hilo tras su disparo. Tyler Wynn, frágil y apoyado sobre un lado para mantener la parte izquierda de la espalda elevada sobre el colchón, la miró aturdido, a través de sus párpados medio abiertos. Se las arregló para hacer una débil sonrisa con sus secos y agrietados labios. “Dios mío,” dijo. “Mírate. Es como si hubiera muerto y hubiera llegado al cielo para encontrarme con mi querida Cindy.” Y tras un brillo pícaro añadió “¿Aún estoy vivo, no?” Se rió, pero eso le provocó una dolorosa y profunda tos. Levantó la mano para señalar que no se preocupasen, y cuando la tos remitió, respiró un poco de oxigeno del tubo bajo su nariz. “Sentaos, por favor.”
Sólo había una silla, Rook se colocó al lado de la cama para dejar sentarse a Nikki, evitando cuidadosamente el montón de cables que serpenteaban por debajo de las sábanas de Tyler hasta los monitores. Ella presentó brevemente a Rook cuando este encontró un lugar entre el pie de la cama y la ventana, donde se quedó apoyado. “Soy escritor de una revista,” dijo. “Bien. Perdona que no me levante.” Levantó brevemente ambos brazos, que estaban conectados a múltiples goteos intravenosos. “Una mala combinación, tres disparos y un corazón malo.”
“Nos dirá cuando quiere que nos vayamos, ¿me lo promete?” preguntó Nikki.
Tyler Wynn sonrió y dijo, “mira todas estas máquinas. A los franceses les gusta de verdad hacer un gran espectáculo de cualquier cosa, ¿no? La cocina, el cine, escándalos sexuales, los hospitales. Este país ha perfeccionado la medicina moderna, pero antes de eso, según me contaron, solían operar sin anestesia. Ni siquiera se limpiaban las manos. Así que supongo que, después de todo, he tenido suerte.” Volvió a reposar la cabeza en la almohada y la miró.
“¿Todo el mundo te dice lo mucho que te pareces a tu madre?”
“Todo el tiempo. Es un halago.”
“Lo sabías. He oído que decías a mi gendarme personal que estabas investigando un homicidio.”
“Sí, soy policía de Nueva York.”
“He leído ese artículo.” Levantó una ceja a Rook. “Parece que tienes algo más que un nombre, joven.”
“No me quejo,” dijo él.
Había mucho de lo que Nikki quería hablar con él; muchas preguntas de las que quería conseguir respuestas que llenases esos huecos en su conexión con su propia madre. Y tenía miedo de hacer algunas de esas preguntas. Pero con una mirada al anciano le quedó claro que no sería una visita muy larga. Tomó la decisión de priorizar y empezar con las preguntas esenciales para el caso. Crudo como podría ser, en primer lugar tenía una investigación que seguir. Heat conocía muy bien como dejar sus necesidades personales a un lado. Esas deberán esperar a una próxima visita.
“Sr. Wynn,” empezó, pero él la interrumpió.
“Tyler. O tío Tyler. Tu madre me llamaba así.”
“De acuerdo, Tyler. Me figuro por el guardia que te han asignado que la policía no ha cogido a quienquiera que te haya hecho esto. ¿Tienes alguna idea de quién era?”
“Este mundo está loco. Incluso en Europa se pueden conseguir pistolas.”
“¿Te han robado?”
“No, aún tengo mi viejo Rolex. A menos que la asistente nocturna lo haya robado.”
“¿Viste quién lo hizo?”
Negó con la cabeza. Y entonces le dijo, “esa mirada en tu cara es la misma que el inspector de policía tenía cuando me ha interrogado. Lo siento.”
Desde su posición, Rook preguntó, “¿Cuándo sucedió eso?”
Los ojos del anciano miraron al techo. “Dame un minuto. He estado inconsciente un par de días, así que es un poco confuso, ¿sabes lo que te digo?” Rook lo entendía. “Fue la noche del sábado de la semana pasada, tarde. ¿Por qué?”
Heat y Rook se dieron cuenta del significado de eso con una mirada. Teniendo en cuenta los husos horarios, eso hubiera sucedido la noche anterior al asesinato de Nicole Bernardin. “Estoy recopilando los hechos,” dijo ella, dejándolo ahí por ahora. “¿Cómo sucedió?”
“No hay mucho para describir. Acababa de llegar a mi apartamento tras la última sesión de Los hombres que no amaban a las mujeres en el Gaumont Pathé. Salí del coche en el garaje subterráneo, y lo siguiente que recuerdo es escuchar tres disparos tras de mí y a alguien alejándose corriendo mientras me caía al suelo. Me he despertado aquí.”
Nikki había sacado su libreta de espiral y tan discretamente como pudo, tomó algunas notas. Le preguntó las mismas preguntas que ya había preguntado tan a menudo en esas circunstancias a lo largo de los años. Sobre amenazas recientes. No. Tratos fallidos en negocios. No. Celosías románticas. “Oh, lo que daría,” dijo él. Después de haber agotado todas las posibilidades, se sentó, golpeando sus labios con el tapón del bolígrafo.
“Me tomé algunas copas después del cine. Es posible que condujera mal y esto es algo como un castigo divino.” Eso sonaba muy pobre. No sólo ninguno de ellos lo creía, sino que sonaba intencionado, como si quisiera ir por ese lado para cerrar el tema.
“¿Y si se trata de un golpe?” preguntó Rook. En un primer momento, Heat se opuso a una pregunta tan inútil, pero al pensarlo de nuevo tuvo sus reservas cuando vio como Tyler Wynn parecía animarse de nuevo.
“¿Perdón?”
“Un contrato para asesinarle. Eso es lo que me suena a mí. ¿Por qué alguien tendría una razón para comprar una muerte? ¿Con un prejuicio extremo?” Usó la jerga de las operaciones clandestinas para dar más efecto. Nikki tenía que reconocérselo a Rook, lo había enganchado con esa frase, manteniendo los pies en la tierra sin acosar al hombre, dejando que las insinuaciones funcionasen por sí solas. Diciendo, sé lo que sabes, pero sin expresarlo con palabras.
“Eso sería extraordinario, Sr.Rook,” dijo Tyler sin negarlo.
“Para un banquero de inversión internacional lo sería,” contestó él. Wynn se unió a él, siguiendo el juego en un término medio, y por el momento ahí es donde se quedó Rook, que dijo, “Debería ser bastante extraordinario fijar como objetivo a un mero banquero de inversiones.” Los dos hombres se aguantaron una larga mirada, lo que era equivalente al juego de estrechar la mano a ver quién lo dejaba antes. Fue Tyler Wynn el que parpadeó.
“Cabo Bergeron,” dijo. Cuando el agente apareció por la cortina amarilla, dijo, “me gustaría hablar con mis amigos en privado. ¿Podrías por favor ir a buscar algo de agua para poner estas flores y cerrar la puerta cuando salgas?” El policía dudó pero hizo lo que le habían ordenado.
Tyler Wynn cerró sus ojos para ponderar durante largo rato en silencio, con ningún otro sonido que el de los suaves y rítmicos latidos de su corazón en el monitor, por lo que ambos se preguntaron si no se había quedado dormido. Pero entonces se aclaró un poco la garganta y empezó su historia. “Voy a compartir esto contigo porque no sólo me concierne a mí, también concierne a tu madre.” Cuando dijo estas palabras, Nikki sintió como su corazón daba un bote. No se atrevió a interrumpir, sólo asintió con la cabeza, animándole a seguir. “Y no sólo puedo decir a partir de estos pocos minutos contigo, Nikki, que serás discreta, sino que llegados a este punto de mi vida, solo y claramente sin… infraestructuras… me protejas, no tengo razones para ser ingenuo sobre lealtades equivocadas.”
Impulsada por su comentario sobre la discreción, Heat tapó su bolígrafo y cruzó las manos sobre su libreta. Rook permaneció aún con los brazos cruzados, atento.
“Durante muchos años, cuando era más joven y útil…” se pausó. Y entonces se animó. “Estaba comprometido en ayudar a mi país a través de métodos encubiertos. No quiero alardear, pero era un espía. De la CIA.” Rook inspiró y cambió de posición, doblando los pies. Wynn giró su cabeza hacia él y dijo, “ya te lo figurabas, por supuesto. Otra razón para no mantener la ficción, y ya sabes que espiar es lo que tiene, ficción. Es más un manto que una daga, inventamos historias y vivimos en ellas. Y estás en lo cierto, enviarme a Europa como banquero de inversión me proporcionó un camuflaje perfecto. Más que eso, me dio acceso a sitios que necesitaba para investigar. No hay nada como hacer que los ricos te abran unas cuantas puertas sin tener a nadie que haga muchas preguntas sobre ti.”
Se volvió a Nikki. “Creé lo que los cuarteles de Langley apodaron como mi Red de Niñeras. Lo llamaron así porque empecé con una idea ingeniosa. Con tantos contactos influyentes que había conseguido en mi negocio encubierto, empecé a reclutar y a colocar a niñeras en casa de diplomáticos y otros sujetos de interés, para que los espiasen y me informasen. La simplicidad del concepto se superó sólo por los resultados. Esas niñeras tenían un acceso increíble en la vida domestica de mis sujetos. Una vez penetradas, no sólo escuchaban, ponían micrófonos y, en algunos casos, hacían fotografías, tanto como para investigar cómo, sí, chantajear.” Sonrió a Nikki. “Veo que estás por encima mío. ¿Ya estás ahí, no?”
Ella pudo sentir pequeñas muestras de perspicacia en su pecho y puedo notar como la espalda se le enganchaba a la silla de plástico. “Creo que sí.” Su voz sonó como la de otra persona.
“El presidente mismo estaba muy complacido con los secretos que estaba sacando a relucir, mis órdenes servían para generar más. Recuerda que estamos hablando de los setenta. Aún estábamos en la Guerra Fría; después vino Vetnam; la IRA; el muro de Berlín; Carlos el Chacal estaba secuestrando a miembros de la OPEP en Viena; las negociaciones SALT en Moscú; la monarquía griega quedó derrocada; las células dormidas de los chinos comunistas estaban entrando en Estados Unidos. Y muchos de los jugadores, tarde o temprano, pasaban por París.
“La genialidad de la Red de Niñeras es que podía expandirla añadiendo algo más que niñeras y au pairs. Añadí un mayordomo, después varios cocineros, profesores de inglés, y, sí Nikki Heat –profesores de música. Una de las compañeras de clase de tu madre, Nicole Bernardin, había trabajado muy bien espiando para mi, y ella me ayudó a reclutar a Cynthia durante su visita un verano.”
Heat y Rook se giraron lentamente uno hacia el otro. Ninguno de los dos quería romper el hilo hablando, así que los dos volvieron su atención al anciano. Nikki oyó voces pasando por el pasillo y deseó saber más antes de que la versión francesa de la enfermera Ratched entrara y les echara.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Muchas gracias por apoyar la lectura y recordad que nunca está de más comentar que tal os parece el libro. Ahora se está poniendo muy interesante el tema.
CAPÍTULO 10 - PRIMERA PARTE
El taxista conocía el lugar, el Hospital Canard estaba en el suburbio occidental de Boulogne-Billancourt, uno de los distritos más ricos de París. El taxista miró a la pareja del asiento de atrás y les preguntó si se trataba de una emergencia. Ambos contestaron al mismo tiempo. Ella dijo que no, y él que sí. Rook le preguntó, “¿Y exactamente, qué es lo que me has dicho antes, lo que la ama de llaves de Wynn ha dicho sobre su condición?” susurró en su oreja.
“Disparo crítico.”
“¿Y eso no es una emergencia?”
Ella le dio la razón y le dijo al taxista, “llévenos allí todo lo rápido que pueda.”
El tráfico tenía otra idea. Junto con su encanto y romanticismo, París también tenía atascos durante la hora punta de la mañana. El taxista siguió cambiando la emisora a la nueva moda de aparentar no prestar atención, la mayoría era hip-hop francés y música electrónica. El ritmo xumba xumba xumba de la canción, no iba a juego con su cadencia a lo largo del Sena. Bajó la música cuando el coche pasó por una señal luminosa que ponía “Bois de Boulogne, a 10 km” y preguntó, “¿No habéis ido aún a Bois de Boulogne? Es muy bonito dar paseos románticos por ahí. Es como Central Park en Nueva York.” Y tras decir eso volvió el xumba xumba.
Rook le dijo a Nikki, “me encanta ese nombre. De hecho ya tengo el título para mi nueva novela romántica de Victoria St. Clair, Le Chateau du Bois de Boulogne. Que –corrígeme si me equivoco- vagamente su traducción significa “castillo de madera en la tontería”. Predigo que las ventas internacionales se dispararan.
El hospital estaba nada más salir de la A-13, en un barrio tranquilo lleno de consultas médicas y dentales. Un edificio moderno de 4 plantas sorprendentemente pequeño, el Hospital Canard, parecía más una clínica privada de lujo que un hospital de una gran ciudad. “Aquí es donde te lleva el dinero,” dijo Rook mientras pasaban por setos podados y macetas con palmeras para llegar a la entrada. “Créeme, no verás a muchos vagabundos por Emergencias en este establecimiento. Me apostaría que incluso calientan las camas.”
Nikki puntualizó que las flores parecía que habían funcionado para empezar con buen pie el día anterior con los Bernardins, así que se pasaron por la pequeña tienda del vestíbulo. Minutos más tarde, cargados con unas petunias, pasaron de largo por la recepción y se metieron en el ascensor para ir al segundo piso. Mientras subían ella dijo, “No es que me esté quejando, pero me sorprende que no nos hayan hecho firmar en la entrada.”
“Son la petunias. En mi experiencia como periodista de investigación he aprendido que te puedes librar sin problemas de casi cualquier situación de seguridad si llevas algo. Flores, una carpeta… y aún es más fácil si vas comiendo algo, sobre todo en platos de papel.”
“Habitación 203,” dijo ella mirando la nota que había escrito en el hotel. Giraron una esquina y enfrente de la habitación 203 se encontraron con un policía uniformado que se había levantado de su silla plegable para encararles. Heat le dio un codazo a Rook, “¿No tendrás un plato de rosquillas, eh?”
En francés, el policía les dijo que no se admitían visitas. Nikki respondió, también en francés, que había hablado con la ama de llaves de Wynn, que le había asegurado que no habría problema para visitarle. “Hemos hecho un camino muy largo,” dijo Rook. “Y nos encanta tu país.”
El policía los miró con desdén y dijo, “Allez,” pareciendo como si disfrutara de hacer un poco de ejercicio para romper la monotonía, si llegaba a eso. Heat mostró su identificación de la policía de Nueva York, cosa que cambió las cosas. El policía, procedente de una familia de campo de la prefectura, miró los credenciales extranjeros cuidadosamente, mirando la foto y a Nikki repetidamente con sus ojos penetrantes bajo la visera. Hablando con rapidez y fluidez como un nativo, Nikki explicó que su madre, Cynthia Heat, había sido muy cercana a “Once Tyler”, y que su disparo podría estar relacionado con un caso de homicidio en el que ella estaba trabajando en Nueva York. El gendarme parecía intrigado pero seguía inamovible. Hasta que oyó la débil voz del anciano que llegaba de la puerta abierta de la habitación.
“¿Has dicho… que eres la hija de Cindy Heat?”
“Sí, Sr.Wynn,” dijo a la cortina de privacidad de color amarillo pálido. “Soy Nikki Heat, y he venido a verle.”
Tras una pausa, después de un carraspeo de flemas, la voz incorpórea dijo, “Déjala pasar.” Los ojos del policía se movieron de lado a lado, sin estar preparado para la situación. Al fin volvió a considerar la identificación de Nikki, se la tendió y se echó un paso para atrás para dejarles entrar. Cuando ella y Rook hubieron entrado, pudieron oír al policía llamar por el walkie-talkie para cubrirse las espaldas.
Para Nikki, la escena tras las cortinas la devolvió a aquella noche de febrero en St. Luke Roosevelt, donde Rook había estado con la vida colgando de un hilo tras su disparo. Tyler Wynn, frágil y apoyado sobre un lado para mantener la parte izquierda de la espalda elevada sobre el colchón, la miró aturdido, a través de sus párpados medio abiertos. Se las arregló para hacer una débil sonrisa con sus secos y agrietados labios. “Dios mío,” dijo. “Mírate. Es como si hubiera muerto y hubiera llegado al cielo para encontrarme con mi querida Cindy.” Y tras un brillo pícaro añadió “¿Aún estoy vivo, no?” Se rió, pero eso le provocó una dolorosa y profunda tos. Levantó la mano para señalar que no se preocupasen, y cuando la tos remitió, respiró un poco de oxigeno del tubo bajo su nariz. “Sentaos, por favor.”
Sólo había una silla, Rook se colocó al lado de la cama para dejar sentarse a Nikki, evitando cuidadosamente el montón de cables que serpenteaban por debajo de las sábanas de Tyler hasta los monitores. Ella presentó brevemente a Rook cuando este encontró un lugar entre el pie de la cama y la ventana, donde se quedó apoyado. “Soy escritor de una revista,” dijo. “Bien. Perdona que no me levante.” Levantó brevemente ambos brazos, que estaban conectados a múltiples goteos intravenosos. “Una mala combinación, tres disparos y un corazón malo.”
“Nos dirá cuando quiere que nos vayamos, ¿me lo promete?” preguntó Nikki.
Tyler Wynn sonrió y dijo, “mira todas estas máquinas. A los franceses les gusta de verdad hacer un gran espectáculo de cualquier cosa, ¿no? La cocina, el cine, escándalos sexuales, los hospitales. Este país ha perfeccionado la medicina moderna, pero antes de eso, según me contaron, solían operar sin anestesia. Ni siquiera se limpiaban las manos. Así que supongo que, después de todo, he tenido suerte.” Volvió a reposar la cabeza en la almohada y la miró.
“¿Todo el mundo te dice lo mucho que te pareces a tu madre?”
“Todo el tiempo. Es un halago.”
“Lo sabías. He oído que decías a mi gendarme personal que estabas investigando un homicidio.”
“Sí, soy policía de Nueva York.”
“He leído ese artículo.” Levantó una ceja a Rook. “Parece que tienes algo más que un nombre, joven.”
“No me quejo,” dijo él.
Había mucho de lo que Nikki quería hablar con él; muchas preguntas de las que quería conseguir respuestas que llenases esos huecos en su conexión con su propia madre. Y tenía miedo de hacer algunas de esas preguntas. Pero con una mirada al anciano le quedó claro que no sería una visita muy larga. Tomó la decisión de priorizar y empezar con las preguntas esenciales para el caso. Crudo como podría ser, en primer lugar tenía una investigación que seguir. Heat conocía muy bien como dejar sus necesidades personales a un lado. Esas deberán esperar a una próxima visita.
“Sr. Wynn,” empezó, pero él la interrumpió.
“Tyler. O tío Tyler. Tu madre me llamaba así.”
“De acuerdo, Tyler. Me figuro por el guardia que te han asignado que la policía no ha cogido a quienquiera que te haya hecho esto. ¿Tienes alguna idea de quién era?”
“Este mundo está loco. Incluso en Europa se pueden conseguir pistolas.”
“¿Te han robado?”
“No, aún tengo mi viejo Rolex. A menos que la asistente nocturna lo haya robado.”
“¿Viste quién lo hizo?”
Negó con la cabeza. Y entonces le dijo, “esa mirada en tu cara es la misma que el inspector de policía tenía cuando me ha interrogado. Lo siento.”
Desde su posición, Rook preguntó, “¿Cuándo sucedió eso?”
Los ojos del anciano miraron al techo. “Dame un minuto. He estado inconsciente un par de días, así que es un poco confuso, ¿sabes lo que te digo?” Rook lo entendía. “Fue la noche del sábado de la semana pasada, tarde. ¿Por qué?”
Heat y Rook se dieron cuenta del significado de eso con una mirada. Teniendo en cuenta los husos horarios, eso hubiera sucedido la noche anterior al asesinato de Nicole Bernardin. “Estoy recopilando los hechos,” dijo ella, dejándolo ahí por ahora. “¿Cómo sucedió?”
“No hay mucho para describir. Acababa de llegar a mi apartamento tras la última sesión de Los hombres que no amaban a las mujeres en el Gaumont Pathé. Salí del coche en el garaje subterráneo, y lo siguiente que recuerdo es escuchar tres disparos tras de mí y a alguien alejándose corriendo mientras me caía al suelo. Me he despertado aquí.”
Nikki había sacado su libreta de espiral y tan discretamente como pudo, tomó algunas notas. Le preguntó las mismas preguntas que ya había preguntado tan a menudo en esas circunstancias a lo largo de los años. Sobre amenazas recientes. No. Tratos fallidos en negocios. No. Celosías románticas. “Oh, lo que daría,” dijo él. Después de haber agotado todas las posibilidades, se sentó, golpeando sus labios con el tapón del bolígrafo.
“Me tomé algunas copas después del cine. Es posible que condujera mal y esto es algo como un castigo divino.” Eso sonaba muy pobre. No sólo ninguno de ellos lo creía, sino que sonaba intencionado, como si quisiera ir por ese lado para cerrar el tema.
“¿Y si se trata de un golpe?” preguntó Rook. En un primer momento, Heat se opuso a una pregunta tan inútil, pero al pensarlo de nuevo tuvo sus reservas cuando vio como Tyler Wynn parecía animarse de nuevo.
“¿Perdón?”
“Un contrato para asesinarle. Eso es lo que me suena a mí. ¿Por qué alguien tendría una razón para comprar una muerte? ¿Con un prejuicio extremo?” Usó la jerga de las operaciones clandestinas para dar más efecto. Nikki tenía que reconocérselo a Rook, lo había enganchado con esa frase, manteniendo los pies en la tierra sin acosar al hombre, dejando que las insinuaciones funcionasen por sí solas. Diciendo, sé lo que sabes, pero sin expresarlo con palabras.
“Eso sería extraordinario, Sr.Rook,” dijo Tyler sin negarlo.
“Para un banquero de inversión internacional lo sería,” contestó él. Wynn se unió a él, siguiendo el juego en un término medio, y por el momento ahí es donde se quedó Rook, que dijo, “Debería ser bastante extraordinario fijar como objetivo a un mero banquero de inversiones.” Los dos hombres se aguantaron una larga mirada, lo que era equivalente al juego de estrechar la mano a ver quién lo dejaba antes. Fue Tyler Wynn el que parpadeó.
“Cabo Bergeron,” dijo. Cuando el agente apareció por la cortina amarilla, dijo, “me gustaría hablar con mis amigos en privado. ¿Podrías por favor ir a buscar algo de agua para poner estas flores y cerrar la puerta cuando salgas?” El policía dudó pero hizo lo que le habían ordenado.
Tyler Wynn cerró sus ojos para ponderar durante largo rato en silencio, con ningún otro sonido que el de los suaves y rítmicos latidos de su corazón en el monitor, por lo que ambos se preguntaron si no se había quedado dormido. Pero entonces se aclaró un poco la garganta y empezó su historia. “Voy a compartir esto contigo porque no sólo me concierne a mí, también concierne a tu madre.” Cuando dijo estas palabras, Nikki sintió como su corazón daba un bote. No se atrevió a interrumpir, sólo asintió con la cabeza, animándole a seguir. “Y no sólo puedo decir a partir de estos pocos minutos contigo, Nikki, que serás discreta, sino que llegados a este punto de mi vida, solo y claramente sin… infraestructuras… me protejas, no tengo razones para ser ingenuo sobre lealtades equivocadas.”
Impulsada por su comentario sobre la discreción, Heat tapó su bolígrafo y cruzó las manos sobre su libreta. Rook permaneció aún con los brazos cruzados, atento.
“Durante muchos años, cuando era más joven y útil…” se pausó. Y entonces se animó. “Estaba comprometido en ayudar a mi país a través de métodos encubiertos. No quiero alardear, pero era un espía. De la CIA.” Rook inspiró y cambió de posición, doblando los pies. Wynn giró su cabeza hacia él y dijo, “ya te lo figurabas, por supuesto. Otra razón para no mantener la ficción, y ya sabes que espiar es lo que tiene, ficción. Es más un manto que una daga, inventamos historias y vivimos en ellas. Y estás en lo cierto, enviarme a Europa como banquero de inversión me proporcionó un camuflaje perfecto. Más que eso, me dio acceso a sitios que necesitaba para investigar. No hay nada como hacer que los ricos te abran unas cuantas puertas sin tener a nadie que haga muchas preguntas sobre ti.”
Se volvió a Nikki. “Creé lo que los cuarteles de Langley apodaron como mi Red de Niñeras. Lo llamaron así porque empecé con una idea ingeniosa. Con tantos contactos influyentes que había conseguido en mi negocio encubierto, empecé a reclutar y a colocar a niñeras en casa de diplomáticos y otros sujetos de interés, para que los espiasen y me informasen. La simplicidad del concepto se superó sólo por los resultados. Esas niñeras tenían un acceso increíble en la vida domestica de mis sujetos. Una vez penetradas, no sólo escuchaban, ponían micrófonos y, en algunos casos, hacían fotografías, tanto como para investigar cómo, sí, chantajear.” Sonrió a Nikki. “Veo que estás por encima mío. ¿Ya estás ahí, no?”
Ella pudo sentir pequeñas muestras de perspicacia en su pecho y puedo notar como la espalda se le enganchaba a la silla de plástico. “Creo que sí.” Su voz sonó como la de otra persona.
“El presidente mismo estaba muy complacido con los secretos que estaba sacando a relucir, mis órdenes servían para generar más. Recuerda que estamos hablando de los setenta. Aún estábamos en la Guerra Fría; después vino Vetnam; la IRA; el muro de Berlín; Carlos el Chacal estaba secuestrando a miembros de la OPEP en Viena; las negociaciones SALT en Moscú; la monarquía griega quedó derrocada; las células dormidas de los chinos comunistas estaban entrando en Estados Unidos. Y muchos de los jugadores, tarde o temprano, pasaban por París.
“La genialidad de la Red de Niñeras es que podía expandirla añadiendo algo más que niñeras y au pairs. Añadí un mayordomo, después varios cocineros, profesores de inglés, y, sí Nikki Heat –profesores de música. Una de las compañeras de clase de tu madre, Nicole Bernardin, había trabajado muy bien espiando para mi, y ella me ayudó a reclutar a Cynthia durante su visita un verano.”
Heat y Rook se giraron lentamente uno hacia el otro. Ninguno de los dos quería romper el hilo hablando, así que los dos volvieron su atención al anciano. Nikki oyó voces pasando por el pasillo y deseó saber más antes de que la versión francesa de la enfermera Ratched entrara y les echara.
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Buenas tardes chicos!!!
Ya estoy de vuelta con otro capitulo, siento el cambio de la semana pasada pero tuve un problema con el ordendor que me impidio subir el capitulo y muy amablemente Beckett lo hizo por mi.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, muchas gracias por seguirlo y como os dijo Beckett un comentario siempre nos motiva para seguir con la traduccion. Disfrutadlo y comentad.
CAPITULO 10- SEGUNDA PARTE
“Durante muchos años, cuando era más joven y útil…” se pausó. Y entonces se animó. “Estaba comprometido en ayudar a mi país a través de métodos encubiertos. No quiero alardear, pero era un espía. De la CIA.”
Rook inspiró y cambió de posición, doblando los pies. Wynn giró su cabeza hacia él y dijo, “ya te lo figurabas, por supuesto. Otra razón para no mantener la ficción, y ya sabes que espiar es lo que tiene, ficción. Es más un manto que una daga, inventamos historias y vivimos en ellas. Y estás en lo cierto, enviarme a Europa como banquero de inversión me proporcionó un camuflaje perfecto. Más que eso, me dio acceso a sitios que necesitaba para investigar. No hay nada como hacer que los ricos te abran unas cuantas puertas sin tener a nadie que haga muchas preguntas sobre ti.”
Se volvió a Nikki. “Creé lo que los cuarteles de Langley apodaron como mi Red de Niñeras. Lo llamaron así porque empecé con una idea ingeniosa. Con tantos contactos influyentes que había conseguido en mi negocio encubierto, empecé a reclutar y a colocar a niñeras en casa de diplomáticos y otros sujetos de interés, para que los espiasen y me informasen. La simplicidad del concepto se superó sólo por los resultados. Esas niñeras tenían un acceso increíble en la vida domestica de mis sujetos. Una vez penetradas, no sólo escuchaban, ponían micrófonos y, en algunos casos, hacían fotografías, tanto como para investigar cómo, sí, chantajear.” Sonrió a Nikki. “Veo que estás por encima de mí. ¿Ya estás ahí, no?”
Ella pudo sentir pequeñas muestras de perspicacia en su pecho y puedo notar como la espalda se le enganchaba a la silla de plástico. “Creo que sí.” Su voz sonó como la de otra persona.
“El presidente mismo estaba muy complacido con los secretos que estaba sacando a relucir, mis órdenes servían para generar más. Recuerda que estamos hablando de los setenta. Aún estábamos en la Guerra Fría; después vino Vetnam; la IRA; el muro de Berlín; Carlos el Chacal estaba secuestrando a miembros de la OPEP en Viena; las negociaciones SALT en Moscú; la monarquía griega quedó derrocada; las células dormidas de los chinos comunistas estaban entrando en Estados Unidos. Y muchos de los jugadores, tarde o temprano, pasaban por París.”
“La genialidad de la Red de Niñeras es que podía expandirla añadiendo algo más que au pairs. Añadí un mayordomo, después varios cocineros, profesores de inglés, y, sí Nikki Heat –profesores de música. Una de las compañeras de clase de tu madre, Nicole Bernardin, había trabajado muy bien espiando para mi, y ella me ayudó a reclutar a Cynthia durante su visita un verano.”
Heat y Rook se giraron lentamente hacia el otro. Ninguno de los dos quería romper el hilo hablando, así que los dos volvieron su atención al anciano.
Nikki oyó voces pasando por el pasillo y deseó saber más antes de que la versión francesa de la enfermera Ratched entrara y les echara.
“El primer encargo de tu madre era uno de los importantes, y lo hizo con creces. Durante el verano de 1971 se inició un movimiento tras la escena pública para negociar el final del conflicto de Vietnam.”
“Los Acuerdos de Paz de París,” dijo Rook, incapaz de contenerse.
“Eso es. Me enteré que el embajador de cierto bloque soviético, un reconocido comunista por el que invertí secretamente algo de dinero, iba a hospedar a la familia de uno de los negociadores de Vietnam del Norte en su casa. Tenían un hijo joven que quería seguir con sus estudios de piano.” La memoria de Nikki retrocedió a la caja de pañuelos y a la foto de su madre con una familia asiática a las afueras del Bolshoi. “Situé a Cindy en la casa del embajador como tutora de piano de verano del chico. El chico hizo un gran recital, y tu madre consiguió información vital que ayudó a Kissinger a mantener activas las negociaciones. Deberías estar orgullosa.”
“Lo estoy,” dijo Nikki. “Y me ayuda a entender el cambio que sufrió cuando vino de visita.”
“¿Te refieres a abandonar su carrera como profesional? Tras algunos encargos no había quien la parase. No sólo aceptó encargos de tutora en París sino que viajó por toda Europa, escuchando e informando, escuchando e informado,” repitió. “Ya fuera puro patriotismo o sólo la emoción del trabajo, era muy buena espía. Me contó que las misiones le habían dado un sentido que la llenaban como ninguna otra cosa podía. Ni siquiera su música.”
Después de procesar eso, Nikki dijo, “Ella debió de estar en peligro muchas veces.”
“A veces, sí. También prosperó en esa parte. Cynthia tenía coraje, y algo más, una misión. Una singularidad de proposición que la acompañó en todo momento. Preparación, contingencia y ejecución. Cubría todas las bases y no dejaba nada al azar.”
Él buscó su vaso de agua. Nikki se levantó y le ayudó a tomar un sorbo por la pajita. “Gracias.” Esperó a que estuviera sentada de nuevo. “Por supuesto, todo lo bueno llega a un final. Conoció a tu padre, se casó y lo dejó para volver a Estados Unidos para cuidarte.” Sus labios, húmedos por el agua, dibujaron una sonrisa socarrona.
“¿Qué?” preguntó Nikki.
“Por supuesto, uno nunca se jubila de este negocio. El mundo seguía siendo tan volátil en la mitad de los ochenta. Como en París, Nueva York era definitivamente un suelo fértil para espiar información. Fui a Manhattan y la volví a reclutar en 1985.”
“1985…” Nikki giró su cabeza en un ángulo y lo estudió, llegando a la misma conexión familiar que intentó hacer cuando vio su fotografía por primera vez el día anterior.
Tyler Wynn volvió a sonreír, aunque no socarronamente esta vez. Era una sonrisa de pura nostalgia. “Yo también te recuerdo, Nikki. Tenías cinco años cuando visité a tu madre, y tú tocaste el allegro de la Sonata nº 15 de Mozart para mi, hasta lo grabé en vídeo.”
“Justo la otra noche vimos el vídeo,” dijo Rook. Heat asintió, no tanto como para afirmar las palabras de Rook sino como para reconocerse a sí misma lo bien que se sintió al ser capaz de dibujar otra línea en su pasado.
“Aún puedo verlo ahora,” dijo el anciano.
“¿Así que estás diciendo que reenganchaste a su madre para infiltrar a gente en las casas de Nueva York?”
“Más o menos, sí.”
“Pero tú eras de la CIA,” dijo. “¿No es ilegal el espionaje doméstico?”
“Lo es si lo haces bien.” Tyler Wynn disfrutó de su propia broma hasta que su risa se convirtió en una mueca de dolor. Movió las manos para coger el botón de la morfina que estaba conectado a una bolsa de suero y presionó dos veces el botón. “Ya no sé si ni siquiera me hace efecto.” Se concentró en respirar profundamente y, una vez que se relajó, acabó su pensamiento. “Tengo que decir que tu madre fue igual de efectiva en su segunda ronda.”
Heat, al fin llegó al punto al que tanto esperaba llegar, le preguntó, “Tyler, ¿Estuvo espiando para ti hasta el final? Quiero decir, ¿hasta el día de su asesinato?”
Su rostro se ensombreció con el recuerdo. “Lo estuvo.”
“¿Puedes ser más específico? ¿Algo que por fin me ayude a encontrar a quién la mató?”
“Cindy estaba metida en varios proyectos en los que trabajaba por aquel tiempo.” Levantó un brazo, a lo largo de los tubos de suero, se tocó la sien con el dedo índice y sonrió maliciosamente. “Aún los tengo aquí dentro. He estado fuera del juego muchos años, pero no he olvidado nada. No debería decirte lo que estaba haciendo, pero lo haré. Más que nada, porque el tiempo está corriendo y puede que yo sea uno de los pocos que puede ayudarte. O que debería. Muchas cosas han cambiado, y no para mejor. Los tratos han perdido su factor humano. Nadie quiere el talento de un hombre como yo, no cuando tienes aviones no tripulados.”
“Pero sobre todo, te lo diré porque estamos hablando de mi Cynthia. No sé qué hijo de puta es, pero quiero que tú lo atrapes.” La emoción lo animó, pero tuvo sus efectos secundarios. Presionó el tubo de oxigeno más cerca de su nariz e inspiró mientras Rook y Nikki esperaban, llenos de expectación.
“Creo que lo que pasó fue que tu madre descubrió algo delicado y alguien la silenció antes de que pudiera informar de ello.”
“¿Algo como qué?” preguntó Nikki.
“Eso no lo sé. ¿Notaste si actuaba diferente? ¿Cambió rutinas diarias o patrones, como tener reuniones a horas inusuales?”
“Justo en ese tiempo, no te lo puedo decir. Había estado fuera en la universidad. Pero tenía muchas reuniones a horas inusuales. Se convirtió en una asignatura amarga en nuestra casa.”
“Gajes del oficio, me temo.” Él la miró pensativo y preguntó, “¿Viste que intentara esconder algo, o te encontraste con una llave que no encajaba en nada, consiguió un armario nuevo, algo como eso?”
“No, lo siento. No me di cuenta.”
Rook se les unió, “cuando dices que alguien la silenció, ¿te refieres a alguno de sus patrones, una familia que estaba espiando, o un espía que quería lo que ella tenía?”
“Todas las anteriores. Cuando las cosas se tuercen, cualquiera puede llegar hasta ti por cualquier dirección.”
La conexión potencial que Heat había estado reteniendo no podía esperar más. “has mencionado a Nicole Bernardin. ¿Es posible que se volviese en su contra y le hiciera esto?”
Él negó con la cabeza enfáticamente. “No. Está absolutamente fuera de duda. Nicole amaba a Cindy, eran como hermanas. Nicole Bernardin moriría por tu madre. Habla con ella, ya verás.” Y entonces vio algo en sus caras.
“¿Qué?”
“Tyler, siento tener que decirte esto,” dijo Nikki. “Nicole está muerta.”
Sus ojos brillaron y se quedó con la boca abierta. “Nicole… ¿muerta?”
“Ella también fue asesinada.”
“No.”
Heat se empezó a alarmar al ver su angustia creciente. “Quizá deberíamos discutir esto más tarde.” Se levantó de la silla.
“No, dime, dímelo ahora.” Luchó para levantarse sobre un codo. “No te vayas, dímelo. Necesito saberlo.”
“Está bien. Pero por favor, recuéstate.”
No lo hizo. El shock de Wynn y su incredulidad se convirtieron en rabia. “¿Quién la mató? ¿Cómo? ¿Cuándo?”
“Tyler, por favor,” dijo Nikki. Se acercó para posar una mano encima de la suya, y Rook por el otro lado de la cama lo volvió a acomodar en las almohadas. Él obedeció y exteriormente parecía más calmado, sin embargo su respiración siguió siendo trabajosa.
“Sólo cuéntamelo. Estoy bien, ¿ves?” Sonrió con una apagada sonrisa y se dejó caer. “Hagamos un trato justo. Yo me he abierto a ti.”
Heat dijo, “Nicole fue apuñalada hasta la muerte la semana pasada en Nueva York. El día siguiente a tu ataque.”
Tyler Wynn cerró ambos ojos en una mueca de dolor. “No…” dijo con voz áspera y balanceó su cabeza en la almohada con delirio. Entonces sus ojos se abrieron y tosió. Entre toses dijo, “No… ellos aún… están… tras eso.”
“Tienes que calmarte ahora mismo,” dijo Rook. Y se dirigió a Nikki, “¿Cuál es el botón para llamar a la enfermera?”
“¡No, Nicole también no!” Gritó Wynn, levantado sobre el codo otra vez, jadeando, el blanco de sus ojos era visible alrededor de sus pupilas, como dardos. La cadencia del monitor del ritmo cardiaco empezó a aumentar.
“Voy a avisar al guardia,” dijo Nikki, pero cuando se dio la vuelta, la cortina se movió cuando se abrió la puerta y entró una enfermera.
Al ver al paciente, corrió hacia él. Heat y Rook se echaron atrás dejándola trabajar, pero mientras la enfermera lo estaba atendiendo, Wynn gimió roncamente y se echó hacia atrás, sosteniendo su pecho. La alarma de audio sonó en el monitor y el dispositivo eléctrico y verde de su frecuencia cardíaca se disparaba y caía a la vez que aumentaba el ritmo. La enfermera pulsó un botón de llamada. “Code bleu, salle deux-zero-trois, rapidement. Code bleu, salle deux-zero-trois.”
Voces urgentes y el sonido de las pequeñas ruedas de goma que corrían por el linóleo se acercaron. Un brazo echó la cortina de privacidad a un lado. El equipo cardíaco se precipitó dentro, un doctor y una enfermera llevaron el carrito del desfibrilador. La enfermera que acababa de llegar señaló con el brazo a Heat y a Rook indicando que deberían quedarse atrás de donde estaban, contra la ventana. “Reculez vous, s’éloignier.”
Ambos se quedaron ahí, pegados contra la pared mientras el equipo médico respondía a la emergencia. El doctor chequeó las constantes vitales. “Vingt cent joules,” dijo. La enfermera cardíaca tocó interruptores y movió un dial del carrito. Oyeron un tono creciente, apenas audible que señalaba la carga de las palas desfibriladoras. Con una voz medida, el doctor dijo, “Au loin.” Todo quedó claro en el paciente cuando la carga fue enviada a su pecho. El cuerpo entero de Tyler rebotó sobre el colchón.
Rook mantuvo una mueca, debido a la proximidad de esta situación con su episodio propio de mortalidad, tan reciente. A su lado Nikki susurraba. “Vamos, Tyler, vamos.”
Pero el tono de la línea continuó tozudamente. El doctor ordenó aumentar más julios la carga eléctrica. “Au loin.” El equipo actuó. Tyler volvió a caer contra el colchón. Nikki miró la pequeña pantalla buscando algún pico en la línea verde. Nada.
Otro shock fue administrado a su pecho. El equipo médico no habló, pero en sus ojos se veía la desesperanza. Heat se dio cuenta de que se estaba clavando las uñas en las palmas y abrió sus puños. El doctor volvió a incrementar los julios, pero la descarga no hizo nada. Al igual que la siguiente.
Heat y Rook miraban con tristeza y sin poder hacer nada como el hombre que acababan de conocer y que les estaba empezado a gustar, seguía sin responder, con las respuestas clave a las preguntas más significativas de Heat encerradas dentro de la cabeza que minutos antes se había estaba golpeando con el dedo.
Después de varios intentos, primero el doctor, y después su equipo, levantaron la vista al reloj de la pared. El doctor apuntó la hora exacta. Una enfermera apagó el desfibrilador y envolvió las palas. Otra se acercó al monitor cardíaco y bajó una palanca.
El tono taladrador cesó y la fina línea desapareció, dejando atrás una decoloración verde fantasmal en la pantalla. La enfermera habló a Heat y Rook en un tono comprensivo, no era necesario la traducción. Después se dio la vuelta para cubrir el cadáver de Tyler Wynn.
Lenta y delicadamente, la enfermera deslizó la sábana sobre él. Para Nikki, se sintió como una puerta de acero cerrándose de golpe en su cara.
Ya estoy de vuelta con otro capitulo, siento el cambio de la semana pasada pero tuve un problema con el ordendor que me impidio subir el capitulo y muy amablemente Beckett lo hizo por mi.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, muchas gracias por seguirlo y como os dijo Beckett un comentario siempre nos motiva para seguir con la traduccion. Disfrutadlo y comentad.
CAPITULO 10- SEGUNDA PARTE
“Durante muchos años, cuando era más joven y útil…” se pausó. Y entonces se animó. “Estaba comprometido en ayudar a mi país a través de métodos encubiertos. No quiero alardear, pero era un espía. De la CIA.”
Rook inspiró y cambió de posición, doblando los pies. Wynn giró su cabeza hacia él y dijo, “ya te lo figurabas, por supuesto. Otra razón para no mantener la ficción, y ya sabes que espiar es lo que tiene, ficción. Es más un manto que una daga, inventamos historias y vivimos en ellas. Y estás en lo cierto, enviarme a Europa como banquero de inversión me proporcionó un camuflaje perfecto. Más que eso, me dio acceso a sitios que necesitaba para investigar. No hay nada como hacer que los ricos te abran unas cuantas puertas sin tener a nadie que haga muchas preguntas sobre ti.”
Se volvió a Nikki. “Creé lo que los cuarteles de Langley apodaron como mi Red de Niñeras. Lo llamaron así porque empecé con una idea ingeniosa. Con tantos contactos influyentes que había conseguido en mi negocio encubierto, empecé a reclutar y a colocar a niñeras en casa de diplomáticos y otros sujetos de interés, para que los espiasen y me informasen. La simplicidad del concepto se superó sólo por los resultados. Esas niñeras tenían un acceso increíble en la vida domestica de mis sujetos. Una vez penetradas, no sólo escuchaban, ponían micrófonos y, en algunos casos, hacían fotografías, tanto como para investigar cómo, sí, chantajear.” Sonrió a Nikki. “Veo que estás por encima de mí. ¿Ya estás ahí, no?”
Ella pudo sentir pequeñas muestras de perspicacia en su pecho y puedo notar como la espalda se le enganchaba a la silla de plástico. “Creo que sí.” Su voz sonó como la de otra persona.
“El presidente mismo estaba muy complacido con los secretos que estaba sacando a relucir, mis órdenes servían para generar más. Recuerda que estamos hablando de los setenta. Aún estábamos en la Guerra Fría; después vino Vetnam; la IRA; el muro de Berlín; Carlos el Chacal estaba secuestrando a miembros de la OPEP en Viena; las negociaciones SALT en Moscú; la monarquía griega quedó derrocada; las células dormidas de los chinos comunistas estaban entrando en Estados Unidos. Y muchos de los jugadores, tarde o temprano, pasaban por París.”
“La genialidad de la Red de Niñeras es que podía expandirla añadiendo algo más que au pairs. Añadí un mayordomo, después varios cocineros, profesores de inglés, y, sí Nikki Heat –profesores de música. Una de las compañeras de clase de tu madre, Nicole Bernardin, había trabajado muy bien espiando para mi, y ella me ayudó a reclutar a Cynthia durante su visita un verano.”
Heat y Rook se giraron lentamente hacia el otro. Ninguno de los dos quería romper el hilo hablando, así que los dos volvieron su atención al anciano.
Nikki oyó voces pasando por el pasillo y deseó saber más antes de que la versión francesa de la enfermera Ratched entrara y les echara.
“El primer encargo de tu madre era uno de los importantes, y lo hizo con creces. Durante el verano de 1971 se inició un movimiento tras la escena pública para negociar el final del conflicto de Vietnam.”
“Los Acuerdos de Paz de París,” dijo Rook, incapaz de contenerse.
“Eso es. Me enteré que el embajador de cierto bloque soviético, un reconocido comunista por el que invertí secretamente algo de dinero, iba a hospedar a la familia de uno de los negociadores de Vietnam del Norte en su casa. Tenían un hijo joven que quería seguir con sus estudios de piano.” La memoria de Nikki retrocedió a la caja de pañuelos y a la foto de su madre con una familia asiática a las afueras del Bolshoi. “Situé a Cindy en la casa del embajador como tutora de piano de verano del chico. El chico hizo un gran recital, y tu madre consiguió información vital que ayudó a Kissinger a mantener activas las negociaciones. Deberías estar orgullosa.”
“Lo estoy,” dijo Nikki. “Y me ayuda a entender el cambio que sufrió cuando vino de visita.”
“¿Te refieres a abandonar su carrera como profesional? Tras algunos encargos no había quien la parase. No sólo aceptó encargos de tutora en París sino que viajó por toda Europa, escuchando e informando, escuchando e informado,” repitió. “Ya fuera puro patriotismo o sólo la emoción del trabajo, era muy buena espía. Me contó que las misiones le habían dado un sentido que la llenaban como ninguna otra cosa podía. Ni siquiera su música.”
Después de procesar eso, Nikki dijo, “Ella debió de estar en peligro muchas veces.”
“A veces, sí. También prosperó en esa parte. Cynthia tenía coraje, y algo más, una misión. Una singularidad de proposición que la acompañó en todo momento. Preparación, contingencia y ejecución. Cubría todas las bases y no dejaba nada al azar.”
Él buscó su vaso de agua. Nikki se levantó y le ayudó a tomar un sorbo por la pajita. “Gracias.” Esperó a que estuviera sentada de nuevo. “Por supuesto, todo lo bueno llega a un final. Conoció a tu padre, se casó y lo dejó para volver a Estados Unidos para cuidarte.” Sus labios, húmedos por el agua, dibujaron una sonrisa socarrona.
“¿Qué?” preguntó Nikki.
“Por supuesto, uno nunca se jubila de este negocio. El mundo seguía siendo tan volátil en la mitad de los ochenta. Como en París, Nueva York era definitivamente un suelo fértil para espiar información. Fui a Manhattan y la volví a reclutar en 1985.”
“1985…” Nikki giró su cabeza en un ángulo y lo estudió, llegando a la misma conexión familiar que intentó hacer cuando vio su fotografía por primera vez el día anterior.
Tyler Wynn volvió a sonreír, aunque no socarronamente esta vez. Era una sonrisa de pura nostalgia. “Yo también te recuerdo, Nikki. Tenías cinco años cuando visité a tu madre, y tú tocaste el allegro de la Sonata nº 15 de Mozart para mi, hasta lo grabé en vídeo.”
“Justo la otra noche vimos el vídeo,” dijo Rook. Heat asintió, no tanto como para afirmar las palabras de Rook sino como para reconocerse a sí misma lo bien que se sintió al ser capaz de dibujar otra línea en su pasado.
“Aún puedo verlo ahora,” dijo el anciano.
“¿Así que estás diciendo que reenganchaste a su madre para infiltrar a gente en las casas de Nueva York?”
“Más o menos, sí.”
“Pero tú eras de la CIA,” dijo. “¿No es ilegal el espionaje doméstico?”
“Lo es si lo haces bien.” Tyler Wynn disfrutó de su propia broma hasta que su risa se convirtió en una mueca de dolor. Movió las manos para coger el botón de la morfina que estaba conectado a una bolsa de suero y presionó dos veces el botón. “Ya no sé si ni siquiera me hace efecto.” Se concentró en respirar profundamente y, una vez que se relajó, acabó su pensamiento. “Tengo que decir que tu madre fue igual de efectiva en su segunda ronda.”
Heat, al fin llegó al punto al que tanto esperaba llegar, le preguntó, “Tyler, ¿Estuvo espiando para ti hasta el final? Quiero decir, ¿hasta el día de su asesinato?”
Su rostro se ensombreció con el recuerdo. “Lo estuvo.”
“¿Puedes ser más específico? ¿Algo que por fin me ayude a encontrar a quién la mató?”
“Cindy estaba metida en varios proyectos en los que trabajaba por aquel tiempo.” Levantó un brazo, a lo largo de los tubos de suero, se tocó la sien con el dedo índice y sonrió maliciosamente. “Aún los tengo aquí dentro. He estado fuera del juego muchos años, pero no he olvidado nada. No debería decirte lo que estaba haciendo, pero lo haré. Más que nada, porque el tiempo está corriendo y puede que yo sea uno de los pocos que puede ayudarte. O que debería. Muchas cosas han cambiado, y no para mejor. Los tratos han perdido su factor humano. Nadie quiere el talento de un hombre como yo, no cuando tienes aviones no tripulados.”
“Pero sobre todo, te lo diré porque estamos hablando de mi Cynthia. No sé qué hijo de puta es, pero quiero que tú lo atrapes.” La emoción lo animó, pero tuvo sus efectos secundarios. Presionó el tubo de oxigeno más cerca de su nariz e inspiró mientras Rook y Nikki esperaban, llenos de expectación.
“Creo que lo que pasó fue que tu madre descubrió algo delicado y alguien la silenció antes de que pudiera informar de ello.”
“¿Algo como qué?” preguntó Nikki.
“Eso no lo sé. ¿Notaste si actuaba diferente? ¿Cambió rutinas diarias o patrones, como tener reuniones a horas inusuales?”
“Justo en ese tiempo, no te lo puedo decir. Había estado fuera en la universidad. Pero tenía muchas reuniones a horas inusuales. Se convirtió en una asignatura amarga en nuestra casa.”
“Gajes del oficio, me temo.” Él la miró pensativo y preguntó, “¿Viste que intentara esconder algo, o te encontraste con una llave que no encajaba en nada, consiguió un armario nuevo, algo como eso?”
“No, lo siento. No me di cuenta.”
Rook se les unió, “cuando dices que alguien la silenció, ¿te refieres a alguno de sus patrones, una familia que estaba espiando, o un espía que quería lo que ella tenía?”
“Todas las anteriores. Cuando las cosas se tuercen, cualquiera puede llegar hasta ti por cualquier dirección.”
La conexión potencial que Heat había estado reteniendo no podía esperar más. “has mencionado a Nicole Bernardin. ¿Es posible que se volviese en su contra y le hiciera esto?”
Él negó con la cabeza enfáticamente. “No. Está absolutamente fuera de duda. Nicole amaba a Cindy, eran como hermanas. Nicole Bernardin moriría por tu madre. Habla con ella, ya verás.” Y entonces vio algo en sus caras.
“¿Qué?”
“Tyler, siento tener que decirte esto,” dijo Nikki. “Nicole está muerta.”
Sus ojos brillaron y se quedó con la boca abierta. “Nicole… ¿muerta?”
“Ella también fue asesinada.”
“No.”
Heat se empezó a alarmar al ver su angustia creciente. “Quizá deberíamos discutir esto más tarde.” Se levantó de la silla.
“No, dime, dímelo ahora.” Luchó para levantarse sobre un codo. “No te vayas, dímelo. Necesito saberlo.”
“Está bien. Pero por favor, recuéstate.”
No lo hizo. El shock de Wynn y su incredulidad se convirtieron en rabia. “¿Quién la mató? ¿Cómo? ¿Cuándo?”
“Tyler, por favor,” dijo Nikki. Se acercó para posar una mano encima de la suya, y Rook por el otro lado de la cama lo volvió a acomodar en las almohadas. Él obedeció y exteriormente parecía más calmado, sin embargo su respiración siguió siendo trabajosa.
“Sólo cuéntamelo. Estoy bien, ¿ves?” Sonrió con una apagada sonrisa y se dejó caer. “Hagamos un trato justo. Yo me he abierto a ti.”
Heat dijo, “Nicole fue apuñalada hasta la muerte la semana pasada en Nueva York. El día siguiente a tu ataque.”
Tyler Wynn cerró ambos ojos en una mueca de dolor. “No…” dijo con voz áspera y balanceó su cabeza en la almohada con delirio. Entonces sus ojos se abrieron y tosió. Entre toses dijo, “No… ellos aún… están… tras eso.”
“Tienes que calmarte ahora mismo,” dijo Rook. Y se dirigió a Nikki, “¿Cuál es el botón para llamar a la enfermera?”
“¡No, Nicole también no!” Gritó Wynn, levantado sobre el codo otra vez, jadeando, el blanco de sus ojos era visible alrededor de sus pupilas, como dardos. La cadencia del monitor del ritmo cardiaco empezó a aumentar.
“Voy a avisar al guardia,” dijo Nikki, pero cuando se dio la vuelta, la cortina se movió cuando se abrió la puerta y entró una enfermera.
Al ver al paciente, corrió hacia él. Heat y Rook se echaron atrás dejándola trabajar, pero mientras la enfermera lo estaba atendiendo, Wynn gimió roncamente y se echó hacia atrás, sosteniendo su pecho. La alarma de audio sonó en el monitor y el dispositivo eléctrico y verde de su frecuencia cardíaca se disparaba y caía a la vez que aumentaba el ritmo. La enfermera pulsó un botón de llamada. “Code bleu, salle deux-zero-trois, rapidement. Code bleu, salle deux-zero-trois.”
Voces urgentes y el sonido de las pequeñas ruedas de goma que corrían por el linóleo se acercaron. Un brazo echó la cortina de privacidad a un lado. El equipo cardíaco se precipitó dentro, un doctor y una enfermera llevaron el carrito del desfibrilador. La enfermera que acababa de llegar señaló con el brazo a Heat y a Rook indicando que deberían quedarse atrás de donde estaban, contra la ventana. “Reculez vous, s’éloignier.”
Ambos se quedaron ahí, pegados contra la pared mientras el equipo médico respondía a la emergencia. El doctor chequeó las constantes vitales. “Vingt cent joules,” dijo. La enfermera cardíaca tocó interruptores y movió un dial del carrito. Oyeron un tono creciente, apenas audible que señalaba la carga de las palas desfibriladoras. Con una voz medida, el doctor dijo, “Au loin.” Todo quedó claro en el paciente cuando la carga fue enviada a su pecho. El cuerpo entero de Tyler rebotó sobre el colchón.
Rook mantuvo una mueca, debido a la proximidad de esta situación con su episodio propio de mortalidad, tan reciente. A su lado Nikki susurraba. “Vamos, Tyler, vamos.”
Pero el tono de la línea continuó tozudamente. El doctor ordenó aumentar más julios la carga eléctrica. “Au loin.” El equipo actuó. Tyler volvió a caer contra el colchón. Nikki miró la pequeña pantalla buscando algún pico en la línea verde. Nada.
Otro shock fue administrado a su pecho. El equipo médico no habló, pero en sus ojos se veía la desesperanza. Heat se dio cuenta de que se estaba clavando las uñas en las palmas y abrió sus puños. El doctor volvió a incrementar los julios, pero la descarga no hizo nada. Al igual que la siguiente.
Heat y Rook miraban con tristeza y sin poder hacer nada como el hombre que acababan de conocer y que les estaba empezado a gustar, seguía sin responder, con las respuestas clave a las preguntas más significativas de Heat encerradas dentro de la cabeza que minutos antes se había estaba golpeando con el dedo.
Después de varios intentos, primero el doctor, y después su equipo, levantaron la vista al reloj de la pared. El doctor apuntó la hora exacta. Una enfermera apagó el desfibrilador y envolvió las palas. Otra se acercó al monitor cardíaco y bajó una palanca.
El tono taladrador cesó y la fina línea desapareció, dejando atrás una decoloración verde fantasmal en la pantalla. La enfermera habló a Heat y Rook en un tono comprensivo, no era necesario la traducción. Después se dio la vuelta para cubrir el cadáver de Tyler Wynn.
Lenta y delicadamente, la enfermera deslizó la sábana sobre él. Para Nikki, se sintió como una puerta de acero cerrándose de golpe en su cara.
lastral- Policia de homicidios
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Edad : 35
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias por la traducción, por tomaros la molestia de traducirlo para los que el ingles no es nuestro punto fuerte!
Espero los jueves con ganas de leer más, cada capitulo me sorprende más la historia de la madre de Nikki
por vosotros!
Espero los jueves con ganas de leer más, cada capitulo me sorprende más la historia de la madre de Nikki
por vosotros!
Rocio4- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias Rocío en nombre de los tres. Comentarios como el tuyo son los que nos ayudan a seguir adelante con la traducción.
Delta5- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Vaya giro ha dado la historia ahora resulta que la madre de Nikki era Baby siter spy. Esto no me lo esperaba. A ver como sigue la cosa.
Por cierto las traducciones cada vez mejores, no se para que se van a complicar en traducir el libro en una editorial, que os llamen a vosotros. jajaja
Por cierto las traducciones cada vez mejores, no se para que se van a complicar en traducir el libro en una editorial, que os llamen a vosotros. jajaja
castlemaniac- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 05/12/2012
Edad : 41
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias Castlemaniac.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Buenas otra vez chicos.
De nuevo con un nuevo capitulo, esta vez toca ya el once primera primera parte.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, muchas gracias por seguir esta historia cada vez mas interesante y sorprendente, vuestros comentarios nos ayudan a seguir adelante con mas ganas (como ha dicho Delta5, que ha agradecido en nombre de los tres).
Disfrutadlo y comentad.
CAPITULO ONCE-SEGUNDA PARTE
Con respuestas que resolverían al menos una parte del misterio de la vida de su madre y sin pistas que seguir en París, Heat y Rook reservaron asientos para un vuelo de vuelta a casa a la mañana siguiente. El caos y la incompetencia que había afectado a su brigada de élite, tuvo mucho que ver con el interés de Nikki por volver a Nueva York. El capitán Irons encarnaba el peor aspecto del servicio civil. Siempre había sido un papel impulsor con una placa, pero ahora, con su propio mandato y la detective Heat fuera de juego, las torpes maneras del Hombre de Hierro corrían sin control. Seguro, a veces las evidencias como los guantes se perdían. Y filtraciones a la prensa causaban estragos en los casos. Y de vez en cuando, la peor detective de un equipo, dormía sus maneras a un nivel de responsabilidad que superaba su competencia. Pero estas cosas raramente se juntaban todas en una tormenta perfecta de chapuzas en serie. Incluso si su permiso se mantenía en vigor, Nikki calculaba que esa cercanía, al menos le daría una oportunidad de combate para amortiguar el daño, antes de que el caso de su vida se fuera a la basura.
Fiel a su estilo, Rook sugirió que ellos intentaran desconectar del trabajo en su última noche en París. Nikki preguntó, “quieres decir, ¿intentar no ser tan conscientes del hecho de que hemos visto a un testigo clave morir ante nuestros ojos esta mañana?”
“Eso eso,” dijo. “Y si ayuda, no voy a desenterrar la vieja historia de ‘Tyler lo hubiera querido de esa manera’. Y a juzgar por esas fotos en esa caja de recuerdo, no era de los que dejaban que un buen momento se echase a perder.”
Heat estuvo de acuerdo en el apagón mental de la noche. De hecho, ella le dio la bienvenida –pero solo si Rook dejaba que ella le invitase a cenar por su VRMEEUC (Viaje Romántico Mientras Estamos En Un Caso). “Incluso para mí, esos acrónimos están empezando a desdibujarse,” dijo él. “Pero estas en lo cierto.”
Ella lo llevó a Le Papillon Bleu, un tesoro escondido en un lado de la calle en Le Marais, donde los lugareños comían a la luz de las velas mejillones y almejas frescas del Port du Belon mientras escuchaban jazz en vivo con acento americano. Una joven belleza francesa que era la reencarnación de Billie Holiday cantaba ‘I Can’t Give You Anything But Love’ con una voz que casi les hacía olvidar la versión de Louis Armstrong. Bueno, casi.
Pidieron aperitivos, y después Rook revisó el menú y proclamó el lugar como todo un hallazgo, Nikki le dio una garantía no solicitada de que era su primera vez allí. “¿Quieres decir que esto no ha sido una prueba-novio, novio-aprobado?”
“Por el contrario,” dijo ella. “Por supuesto, he oído hablar de todo sobre Le Papillon Bleu pero hace diez años, como estudiante, no tuve el suficiente dinero para comer en un lugar como este.”
Él tomó su mano a través del blanco y suave mantel. “Por lo que esto hay que calificarlo como una ocasión especial.”
“Cuenta con ello.”
Se alejaron del restaurante cogidos de la mano y deambularon por las pintorescas tiendas de Le Marais. Con ‘Our Love is Here to Stay’ y ‘Body and Soul’ de la cantante de jazz todavía flotando en sus cabezas, terminaron en la Place des Vosges, una plaza inmaculadamente mantenida rodeada por los cuatro costados por casas con rostros históricos de ladrillo con elegantes tejados de pizarra azul. “Este lugar se parece al tío rico de Gramercy Park,” dijo ella, mientras caminaban hacia el interior del jardín.
“Sí. Pero sin ataques furtivos de policías armados con alfombras.” Tan pronto como él dijo eso, oyeron un zapato crujiendo en la grava detrás de ellos y ella se giró abruptamente. Un solitario hombre cojeaba por la acera saliendo del parque, silbando para sí mismo. Rook le dijo, “necesitas relajarte. Nadie nos va a molestar. No es nuestra ROTC.”
“¿ROTC?”
“Oye, lo dejo. En este punto, simplemente estoy lanzando letras mayúsculas en cualquier orden.”
Tenían el parque para ellos solos, y ella le siguió hacia un banco bajo los árboles, donde se sentaron juntos en las sombras, situándose el uno junto al otro. El tráfico de la ciudad flotaba como un distante ruido decente, simplemente a unos bloques de lejanía pero amortiguado por la majestuosa fila de edificios que rodeaban la plaza y por el suave chapoteo de las fuentes. Como hacían tan a menudo, sin una palabra o señal, se inclinaron hacia el otro a la vez y se besaron. El vino y la cálida tarde de Abril perfumada por las flores de la noche y el sabor de él, liberaron a Nikki del peso de su preocupación y se presionó contra él. Este la rodeó con sus brazos y su beso creció en intensidad hasta que ambos separaron sus labios, respirando con dificultad como si de repente recordaran que, para vivir, también necesitaban aire.
“Quizás deberíamos coger esto de vuelta al hotel,” susurró él.
“Mm-hm. Pero no quiero moverme. Quiero congelar este momento.” Se volvieron a besar, y mientras lo hacían, él desabrochó el primer botón de su blusa. Ella alzó la mano sobre su regazo y la sostuvo. Él gimió, y ella dijo, “ya sabes, no creo que mi credencial de Nueva York me ayude a ganar una exposición indecente.”
“O un acto lascivo en público,” dijo él, deslizando su mano sobre su sujetador.
“OK, sé que podemos hace esto mucho más interesante volviendo a nuestra cama. Vamos.”
Cruzaron el parque en silencio, los brazos echados en la cintura del otro. Mientras andaban, él sentía que los hombros y bíceps de Nikki estaban tensados ligeramente, y dijo, “mientras insistes en pensar sobre el caso, ¿Por qué no me cuentas que está pasando por tu mente? Quizás pueda encontrar alguna perversa manera de incorporarlo dentro de nuestros juegos preliminares. Con esposas, por supuesto.”
“¿Podrías decirlo?”
“Por favor. Me gustaría pensar que soy más que un ingenio divertido y un brazo de caramelo. Pero está bien si estas distraída, sé que esto es grande.”
“Lo siento. Algo de hoy me sigue molestando. Algo que sé que hemos pasado por alto, y estoy buscándolo pero no puedo atrapar que es. Esta no soy yo.” Su respuesta era parcialmente cierta. Nikki ya tenía un sentimiento de pérdida en un paso y la molestaba. Pero ella solo se lo ofreció como una cubierta para evitar lo profundo, un tema más personal que había estado reflexionando todo el día.
Rook tiró de su cintura para chocar con la suya, sacudiéndola. “Date un respiro. Has tenido mucho viniendo hacia ti.” La cabezada que dio en la oscuridad él la leyó como algo sin compromiso, por lo que, mientras seguían el paseo, él continuó, “quiero decir, ¿más allá del obvio molino por el que has estado pasando la semana pasada, algunas de las cosas que has descubierto sobre tu madre…? Estas son cosas que te va a llevar un tiempo digerir.”
“Sí, lo sé.” Ella sintió su garganta encogerse y tragar duro, lo cual no parecía hacerlo mucho más fácil. ¿Cómo podía Rook conocerla tan bien? ¿Estar tan en sintonía como para ver a través de su armadura? Entenderlo –aunque eso no fuese realmente un caso de asesinato en sí, ella estaba atascada en ese momento. Pero él no sabía lo profundo que era eso. Rook no podía saber que en ese momento, ella no estaba caminando a través de la historia del parque hacía la casa de Victor Hugo, sujetándole mientras él tatareaba ‘Stardust’ fuera de tono. En su mente, ella estaba de vuelta en esa habitación del hospital sintiéndose aliviada de que su madre hubiera estado trabajando como una espía para servir a su país, solo para tener quitada la alfombra de debajo de ella por las palabras que no podía liberar.
Ella todavía podía ver a Tyler Wynn mirándola desde su almohada. El viejo hombre de la CIA diciendo que su madre había sido una de las mejores espías. Y como ‘el sentido de esa misión le daba una satisfacción como nada hubiera podido hacerlo. Ni incluso su música’.
Nikki completó el resto de su pensamiento: ni incluso para mí.
Unos neumáticos chirriaron y unas luces la cegaron y la sacaron de su ensimismamiento. Ella y Rook fueron acorralados –encajonados en la esquina de la calle- intercalados entre dos oscuros Peugeot 580s con ventanas negras y sus luces deslumbrándoles.
Rook se movió rápido y de forma instintiva, colocándose delante de ella. Pero unos pasos se aproximaron también por detrás de ellos. Heat se giró para ver al hombre de antes, al silbador, corriendo hacia ellos, su mala pierna milagrosamente curada. Los otros cuatro –dos hombres musculosos por cada coche- les cerraron el paso desde ambos lados, yendo a cogerles. Por reflejo, ella fue a alcanzar a su cadera. Pero su arma estaba de vuelta en Nueva York.
En un momento, dos de ellos envolvieron a Rook y le arrastraron a uno de los vehículos mientras el tercer hombre aparecía desde el asiento del pasajero y ponía un saco de tela sobre su cabeza. Heat esquivó al primero de la otra pareja cuando fue a alcanzarla, pero aquel que apareció desde detrás, el silbador, también puso una bolsa sobre su cabeza.
Desorientada y sorprendida, sintió las fuertes manos de los otros dos matones, envolviéndola en un abrazo de oso y levantándola del suelo de la acera. Nikki dio patadas en el aire, se retorció, y gritó, pero el gran hombre la tenía bien cogida.
Metieron a Heat dentro del asiento trasero del otro coche y la encajaron entre sus anchos hombros cuando ellos entraron en el coche. Sus gritos se mezclaron con el chirriar de una goma en el pavimento mientras el Peugeot aceleraba. El coche había empezado a rugir al ganar velocidad, cuando sintió una fuerte punzada en la parte alta de su brazo.
De nuevo con un nuevo capitulo, esta vez toca ya el once primera primera parte.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, muchas gracias por seguir esta historia cada vez mas interesante y sorprendente, vuestros comentarios nos ayudan a seguir adelante con mas ganas (como ha dicho Delta5, que ha agradecido en nombre de los tres).
Disfrutadlo y comentad.
CAPITULO ONCE-SEGUNDA PARTE
Con respuestas que resolverían al menos una parte del misterio de la vida de su madre y sin pistas que seguir en París, Heat y Rook reservaron asientos para un vuelo de vuelta a casa a la mañana siguiente. El caos y la incompetencia que había afectado a su brigada de élite, tuvo mucho que ver con el interés de Nikki por volver a Nueva York. El capitán Irons encarnaba el peor aspecto del servicio civil. Siempre había sido un papel impulsor con una placa, pero ahora, con su propio mandato y la detective Heat fuera de juego, las torpes maneras del Hombre de Hierro corrían sin control. Seguro, a veces las evidencias como los guantes se perdían. Y filtraciones a la prensa causaban estragos en los casos. Y de vez en cuando, la peor detective de un equipo, dormía sus maneras a un nivel de responsabilidad que superaba su competencia. Pero estas cosas raramente se juntaban todas en una tormenta perfecta de chapuzas en serie. Incluso si su permiso se mantenía en vigor, Nikki calculaba que esa cercanía, al menos le daría una oportunidad de combate para amortiguar el daño, antes de que el caso de su vida se fuera a la basura.
Fiel a su estilo, Rook sugirió que ellos intentaran desconectar del trabajo en su última noche en París. Nikki preguntó, “quieres decir, ¿intentar no ser tan conscientes del hecho de que hemos visto a un testigo clave morir ante nuestros ojos esta mañana?”
“Eso eso,” dijo. “Y si ayuda, no voy a desenterrar la vieja historia de ‘Tyler lo hubiera querido de esa manera’. Y a juzgar por esas fotos en esa caja de recuerdo, no era de los que dejaban que un buen momento se echase a perder.”
Heat estuvo de acuerdo en el apagón mental de la noche. De hecho, ella le dio la bienvenida –pero solo si Rook dejaba que ella le invitase a cenar por su VRMEEUC (Viaje Romántico Mientras Estamos En Un Caso). “Incluso para mí, esos acrónimos están empezando a desdibujarse,” dijo él. “Pero estas en lo cierto.”
Ella lo llevó a Le Papillon Bleu, un tesoro escondido en un lado de la calle en Le Marais, donde los lugareños comían a la luz de las velas mejillones y almejas frescas del Port du Belon mientras escuchaban jazz en vivo con acento americano. Una joven belleza francesa que era la reencarnación de Billie Holiday cantaba ‘I Can’t Give You Anything But Love’ con una voz que casi les hacía olvidar la versión de Louis Armstrong. Bueno, casi.
Pidieron aperitivos, y después Rook revisó el menú y proclamó el lugar como todo un hallazgo, Nikki le dio una garantía no solicitada de que era su primera vez allí. “¿Quieres decir que esto no ha sido una prueba-novio, novio-aprobado?”
“Por el contrario,” dijo ella. “Por supuesto, he oído hablar de todo sobre Le Papillon Bleu pero hace diez años, como estudiante, no tuve el suficiente dinero para comer en un lugar como este.”
Él tomó su mano a través del blanco y suave mantel. “Por lo que esto hay que calificarlo como una ocasión especial.”
“Cuenta con ello.”
Se alejaron del restaurante cogidos de la mano y deambularon por las pintorescas tiendas de Le Marais. Con ‘Our Love is Here to Stay’ y ‘Body and Soul’ de la cantante de jazz todavía flotando en sus cabezas, terminaron en la Place des Vosges, una plaza inmaculadamente mantenida rodeada por los cuatro costados por casas con rostros históricos de ladrillo con elegantes tejados de pizarra azul. “Este lugar se parece al tío rico de Gramercy Park,” dijo ella, mientras caminaban hacia el interior del jardín.
“Sí. Pero sin ataques furtivos de policías armados con alfombras.” Tan pronto como él dijo eso, oyeron un zapato crujiendo en la grava detrás de ellos y ella se giró abruptamente. Un solitario hombre cojeaba por la acera saliendo del parque, silbando para sí mismo. Rook le dijo, “necesitas relajarte. Nadie nos va a molestar. No es nuestra ROTC.”
“¿ROTC?”
“Oye, lo dejo. En este punto, simplemente estoy lanzando letras mayúsculas en cualquier orden.”
Tenían el parque para ellos solos, y ella le siguió hacia un banco bajo los árboles, donde se sentaron juntos en las sombras, situándose el uno junto al otro. El tráfico de la ciudad flotaba como un distante ruido decente, simplemente a unos bloques de lejanía pero amortiguado por la majestuosa fila de edificios que rodeaban la plaza y por el suave chapoteo de las fuentes. Como hacían tan a menudo, sin una palabra o señal, se inclinaron hacia el otro a la vez y se besaron. El vino y la cálida tarde de Abril perfumada por las flores de la noche y el sabor de él, liberaron a Nikki del peso de su preocupación y se presionó contra él. Este la rodeó con sus brazos y su beso creció en intensidad hasta que ambos separaron sus labios, respirando con dificultad como si de repente recordaran que, para vivir, también necesitaban aire.
“Quizás deberíamos coger esto de vuelta al hotel,” susurró él.
“Mm-hm. Pero no quiero moverme. Quiero congelar este momento.” Se volvieron a besar, y mientras lo hacían, él desabrochó el primer botón de su blusa. Ella alzó la mano sobre su regazo y la sostuvo. Él gimió, y ella dijo, “ya sabes, no creo que mi credencial de Nueva York me ayude a ganar una exposición indecente.”
“O un acto lascivo en público,” dijo él, deslizando su mano sobre su sujetador.
“OK, sé que podemos hace esto mucho más interesante volviendo a nuestra cama. Vamos.”
Cruzaron el parque en silencio, los brazos echados en la cintura del otro. Mientras andaban, él sentía que los hombros y bíceps de Nikki estaban tensados ligeramente, y dijo, “mientras insistes en pensar sobre el caso, ¿Por qué no me cuentas que está pasando por tu mente? Quizás pueda encontrar alguna perversa manera de incorporarlo dentro de nuestros juegos preliminares. Con esposas, por supuesto.”
“¿Podrías decirlo?”
“Por favor. Me gustaría pensar que soy más que un ingenio divertido y un brazo de caramelo. Pero está bien si estas distraída, sé que esto es grande.”
“Lo siento. Algo de hoy me sigue molestando. Algo que sé que hemos pasado por alto, y estoy buscándolo pero no puedo atrapar que es. Esta no soy yo.” Su respuesta era parcialmente cierta. Nikki ya tenía un sentimiento de pérdida en un paso y la molestaba. Pero ella solo se lo ofreció como una cubierta para evitar lo profundo, un tema más personal que había estado reflexionando todo el día.
Rook tiró de su cintura para chocar con la suya, sacudiéndola. “Date un respiro. Has tenido mucho viniendo hacia ti.” La cabezada que dio en la oscuridad él la leyó como algo sin compromiso, por lo que, mientras seguían el paseo, él continuó, “quiero decir, ¿más allá del obvio molino por el que has estado pasando la semana pasada, algunas de las cosas que has descubierto sobre tu madre…? Estas son cosas que te va a llevar un tiempo digerir.”
“Sí, lo sé.” Ella sintió su garganta encogerse y tragar duro, lo cual no parecía hacerlo mucho más fácil. ¿Cómo podía Rook conocerla tan bien? ¿Estar tan en sintonía como para ver a través de su armadura? Entenderlo –aunque eso no fuese realmente un caso de asesinato en sí, ella estaba atascada en ese momento. Pero él no sabía lo profundo que era eso. Rook no podía saber que en ese momento, ella no estaba caminando a través de la historia del parque hacía la casa de Victor Hugo, sujetándole mientras él tatareaba ‘Stardust’ fuera de tono. En su mente, ella estaba de vuelta en esa habitación del hospital sintiéndose aliviada de que su madre hubiera estado trabajando como una espía para servir a su país, solo para tener quitada la alfombra de debajo de ella por las palabras que no podía liberar.
Ella todavía podía ver a Tyler Wynn mirándola desde su almohada. El viejo hombre de la CIA diciendo que su madre había sido una de las mejores espías. Y como ‘el sentido de esa misión le daba una satisfacción como nada hubiera podido hacerlo. Ni incluso su música’.
Nikki completó el resto de su pensamiento: ni incluso para mí.
Unos neumáticos chirriaron y unas luces la cegaron y la sacaron de su ensimismamiento. Ella y Rook fueron acorralados –encajonados en la esquina de la calle- intercalados entre dos oscuros Peugeot 580s con ventanas negras y sus luces deslumbrándoles.
Rook se movió rápido y de forma instintiva, colocándose delante de ella. Pero unos pasos se aproximaron también por detrás de ellos. Heat se giró para ver al hombre de antes, al silbador, corriendo hacia ellos, su mala pierna milagrosamente curada. Los otros cuatro –dos hombres musculosos por cada coche- les cerraron el paso desde ambos lados, yendo a cogerles. Por reflejo, ella fue a alcanzar a su cadera. Pero su arma estaba de vuelta en Nueva York.
En un momento, dos de ellos envolvieron a Rook y le arrastraron a uno de los vehículos mientras el tercer hombre aparecía desde el asiento del pasajero y ponía un saco de tela sobre su cabeza. Heat esquivó al primero de la otra pareja cuando fue a alcanzarla, pero aquel que apareció desde detrás, el silbador, también puso una bolsa sobre su cabeza.
Desorientada y sorprendida, sintió las fuertes manos de los otros dos matones, envolviéndola en un abrazo de oso y levantándola del suelo de la acera. Nikki dio patadas en el aire, se retorció, y gritó, pero el gran hombre la tenía bien cogida.
Metieron a Heat dentro del asiento trasero del otro coche y la encajaron entre sus anchos hombros cuando ellos entraron en el coche. Sus gritos se mezclaron con el chirriar de una goma en el pavimento mientras el Peugeot aceleraba. El coche había empezado a rugir al ganar velocidad, cuando sintió una fuerte punzada en la parte alta de su brazo.
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Uooo este libro cada vez esta más y más interesante!!
Gracias de nuevo a los tres por el gran trabajo y animo para seguir
Esperando al jueves que viene con ganas!
Gracias de nuevo a los tres por el gran trabajo y animo para seguir
Esperando al jueves que viene con ganas!
Rocio4- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola de nuevo a todos
Ya llego el jueves y ya sabeis lo que toca ¡CAPITULO NUEVO!
Hay que hacer una aclaracion antes de nada, el capitulo subido la semana pasada es la segunda parte del once por lo que esta semana toca la primera. Siento la confusion causada, no me di cuenta y como no miro este post hasta el jueves siguiente ha sido hoy cuando lo he visto. De nuevo disculpas.
Traducido por Lastras y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Muchas gracias por vuestros comentarios y por seguir esta intrigante historia, veremos como termina que ya vamos por la mitad del libro. Como siempre, disfrutad y comentad.
CAPITULO ONCE-PRIMERA PARTE
“Parece que París es también la Ciudad de las Luces Apagadas,” dijo Rook mientras entraban en un taxi fuera del hospital.
“Agradable. El Sr. Sensible ataca de nuevo.”
“¿Qué? Yo no le maté. Lo hiciste tú. Tú le mataste.”
“¿Podrías, por favor, dejar de decir eso?”
“Pero lo hiciste. Mataste al Tío Tyler.” Él arqueó una ceja. “Espero que ahora estés contenta.”
Heat se giró y miró por la ventana hacia la arboleda de castaños en flor al otro lado de la carretera, en Bois de Boulogne. La suave aceleración del Mercedes entrando en la A-13 de vuelta a París creó la ilusión de que no era el coche el que estaba en movimiento, sino la hilera de árboles con su iluminación en las flores que parecían rodar por delante de ella como las radiantes nubes en primavera.
Por supuesto que ella no había matado a Tyler Wynn.
Pero una parte de ella pensaba que lo había hecho. El fastidio de la responsabilidad tiraba de ella. Visionó alguna gárgola de Notre Dame volviendo a la vida y oyó su áspera voz diabólica. “Él murió por tu visita. Fue demasiado para él. Deberías haberle ignorado cuando el viejo hombre te rogó para que le contaras más.” El detective vestido de paisano que había llegado al Hospital Canard para entrevistarla tras el incidente había descartado esa idea. Naturalmente, él le preguntó qué había pasado antes del paro cardiaco, y Heat, evitando los datos específicos sobre su madre, compartió la versión de detective-a-detective: Tyler Wynn conocía a las víctimas de dos asesinatos que ella estaba investigando. Él participó voluntariamente, como el agente que estaba allí, había corroborado.
Cuando Wynn se empezó a mostrar agitado, ella había intentado que dejara de hablar, pero eso le agitó aún más, por lo que pensó que lo mejor era darle la información por la que abogaba y después terminar la entrevista, tan pronto como fuera posible.
“¿Quién lo iba a saber?” dijo el inspector francés con un encogimiento de hombros, y le devolvió sus credenciales. “Yo ya he hablado con el doctor, quien dice que no fue tu visita la que mató a Tyler Wynn sino tres balas y algo llamado estenosis de la válvula carótida.”
Pero Rook lo recogió de ella. ¿Por qué? Porqué él conocía lo suficientemente bien a Nikki para cortar su cortocircuito de reflexión de culpabilidad con falso desprecio. Una de las primeras cosas que había captado de cómo los policías trataban con las emociones, era enfrentarlas con cierto sarcasmo. Lo primero que él la había dicho después de salir de su reciente coma, era lo enfadado que estaba por no haber capturado la bala con los dientes, como el superhéroe que era, y haberla escupido de vuelta al malo. Ahora, en el asiento trasero del E-320, Rook lo estaba aclarando, acusándola con la lengua firmemente puesta en su mejilla.
En la Avenida de Nueva York, pasaron por el Alma Tunnel, y mientras Heat contemplaba la dispersión eterna de ramos de flores y velas derretidas en memoria de la princesa que conoció a su destino allí, reflexionó en sus secretos –especialmente esos que morían con aquellos a quienes eran privados de ellos. Su pensamiento la llevó a recordarse a sí misma que en su mundo, cada acontecimiento tiene una consecuencia, y la coincidencia era simplemente causa o efecto, escondida en la clandestinidad.
Hasta que ella la exponía.
La muerte de Tyler Wynn era, ante todo, una tragedia para él y para ella, una más de las muertes que presenciaba cada semana. Más allá de eso, su naturaleza sumamente inoportuna selló una puerta que solo estaba media abierta para Nikki. El cumplimiento de la más cruel y más verdadera definición de la palabra ‘tentadora’, Heat había conocido lo suficiente como para atormentarla sobre todo lo demás que permanecía fuera de su alcance.
Rook dijo, “supongo que mi trabajo de tontas teorías conspiratorias no es tan tonto después de todo.”
“Escucha, amigo, antes de vaciar la pelota y poner la nota final en la zona de baile de salsa, ¿quizás te tenga que recordar lo que ellos nos dijeron sobre los relojes rotos?”
“¿Quieres decir que ellos no solo están en lo cierto? ¿Sino que están maravillosamente en lo cierto dos veces al día?”
“Oh, por favor.”
“Cooorrecto. Esa es una palabra tan refrescante, ¿verdad? Vamos, Detective, admítelo. Lo dije. El Tío Tyler era un espía.” De repente, los ojos del conductor aparecieron en el retrovisor. Rook se inclinó hacia delante, jugando con él justo como bromeaba con los taxistas en Nueva York. “Dígale que lo admita.” El conductor evitó su mirada y rápidamente ajustó el espejo para que pudieran ver por el pico de la ventana su pelo negro azabache.
Rook se deslizó hacia atrás y se movió en el asiento para mirarla. “No entiendo tu tristeza Nikki. Especialmente ahora. Este es definitivamente un momento de vaso medio lleno –a no ser que, por supuesto, tú seas Tyler Wynn.” Observó una breve pausa para reconocerlo, pero luego llegó rápidamente a ella. “Mira todas las respuestas que has conseguido esta mañana. Creo que deberías estar eufórica por saber que la doble vida de tu madre no solo era imaginación tuya, sino que no era porque estuviese teniendo una aventura. Y -¿Cómo de guay es eso?- ella era una espía en la familia, como Arnold en ‘Trues Lies’. No, incluso mejor: Cindy Heat era como Julia Child en La Segunda Guerra Mundial cuando ella espiaba para el OSS.”
“Estoy de acuerdo, eso es algo.”
“Al demonio, claro que sí. Por la forma en que lo veo, nosotros hacemos un Dickens mejor. París nos ha dado un historia sobre dos Cindys.”
Esta vez fue Nikki quién se deslizó hasta el conductor. “¿Quiere dejarlo fuera a la derecha, justo aquí?”
Al otro lado del Atlántico, Nueva York se había despertado para su día en el momento en que ellos llegaron de regreso a su hotel, y Nikki utilizó su teléfono, mientras Rook salió a la calle en busca de alimento para el almuerzo. El Detective Ochoa cogió la llamada. Su compañero Raley estaba liado comprobando una de la docena de llamadas anónimas que la brigada había recibido desde la fuga de Hinesburg al ‘Ledger’. “Apesta, te lo tengo que decir,” le dijo. “Ya tenemos suficientes pistas legitimas que comprobar por nuestra cuenta, pero desde que esto salió en las noticias, nos estamos ahogando en la contaminación. Ese artículo está ralentizando el caso.”
“Estás predicando en el desierto, Miguel.”
“Lo sé, pero tú estás en París con Rook y quiero hacer lo que pueda para jorobarte tu buen momento. Oye, quizás pueda conseguir que Irons me retire del juego, entonces Lauren y yo nos podamos ir a algún lugar divertido. Hay una convención de Elvis en Atlantic City. Podría rockarolear toda mi actuación de Elvez.”
“Bueno, antes de que te pongas tu traje de oro defectuoso, necesito que compruebas algo por mí.” Le hizo jurar silencio, y después le dio la versión corta de la conexión de Tyler Wynn con su madre y Nicole. Después Ochoa murmuró su tercer “Joder…,” ella continuó, “el tiroteo de Wynn se produjo la noche anterior al asesinato de Nicole. Quiero que te metas en Aduanas y compañías aéreas para cotejar los nombres de los pasajeros llegados desde los aeropuertos de París al JFK o Newark el pasado miércoles. No olvides las conexiones entre Londres y Fráncfort, y donde quieras.
Comprueba los manifiestos a través de la base de datos para cualquier nombre que esté en la lista de vigilancia o muestra prioridades por asaltos o armas cortas. Haz lo mismo con la Interpol.”
“¿Piensas que podría ser el mismo asesino?”
“No sé lo que pensar, pero si hay alguna posibilidad de que fuera un golpe hecho por una misma persona, vale la pena aclararlo. No me gusta la diferente forma de trabajar, pero él quizás usó un cuchillo con Nicole porque no pudo viajar con un arma.”
“Sí, y un arma es también difícil de encontrar en Nueva York,” dijo el Detective Ochoa. “Me pondré con ello.” Se aclaró la garganta y dijo, “ahora supongo que me toca contarte algunas noticias no tan buenas.”
“Adelante.”
“Es el guante.”
“¿Sin huellas?”
“Peor. Sin guante.”
“¿Qué?”
“El capitán Irons acaba de llamar desde el laboratorio. Él fue esta mañana para exigir los resultados, y de alguna manera, se perdió.” El vacío de silencio en ella era tan completo que él le dijo, “Detective Heat, ¿sigues ahí?”
Todo lo que ella dijo fue, “¿de alguna manera?”
Rook dijo, “¿de alguna manera?” con la misma cara de incredulidad cuando volvió a la habitación y ella se lo contó. “No pienso que de alguna manera sea la razón. Creo que es más como por alguien.”
“Y él está fuera.”
“¿Cómo puedes decir eso?”
“Porque sabía que eso le impulsaría dentro del Área 51. Rook, por una vez, ¿Puedes intentar hacer lo que yo hago para vivir y basarte en datos en vez de caer en salvajes especulaciones?”
“¿Quieres hablar de hechos, Nikki? De acuerdo, bien. ¿Exactamente con qué frecuencia la clave de información desaparece en una importante investigación de homicidios?” Ella simplemente le miró. “OK, olvida incluso que te lo he preguntado. Pero vamos, este es diferente. Este tiene espías
escrito por todo ello.”
“O incompetencia.”
“Cuando oigo esa palabra, solo pienso en un hombre. El hombre de Hierro (Iron=Hierro).”
“Supongo que tengo que esperar hasta que volvamos para averiguarlo.”
Ella desenvolvió el papel alrededor de una de las baguettes de jamón y queso con las que él había vuelto. Pero el cerebro de Rook crepitaba demasiado para comer. Dejó a un lado su sándwich después de un único bocado y se paseó por la habitación. Cuando Nikki le vio presionando locamente en la pantalla de su iPhone, dijo, “espero que estés jugando a las Palabras con Amigos con Alec Badlwin, porque si estás todavía en modo sombrero de papel sobre este guante perdido, olvídalo.”
“Estoy fuera del guante –por ahora. Estoy registrando mis contactos.”
“¿Para qué?”
“Probablemente te guste jugar a esto como un tira y afloja con los hechos,” dijo, burlándose de ella con las mismas palabras que ella le dijo, “pero como periodista de investigación, con no uno, sino dos premios Pulitzer en su repisa de la chimenea…”
“Dos, dices.” Ella se comió otro trozo.
“… Me gusta verificar los hechos de manera independiente.” Él paró de mover los dedos. “Ah, aquí vamos.”
“Bien, Sr. Woodward -¿O es Bernstein?- ¿Qué estas planeando verificar?”
“Quiero confirmar lo que Tyler Wynn nos dijo sobre ser de la CIA y pasar a tu madre a través de su Red de Niñeras. Para mí, todo lo que dijo tiene perfecto sentido. De hecho, siento una cierta reivindicación en su historia. No sé si tú podrías decirlo o no.”
“Tuve un atisbo. Por lo que, ¿con quién vas a verificar esto?”
“Una vieja fuente mía de la profunda tapadera de cuando estaba investigando mi pieza de Chechenia para el ‘First Press’. Su nombre es Anatoly Kije. Este tío es increíble. Directamente salido del ‘Tinker, Tailor’.
Una vieja escuela rusa de espías para el SVR –el cuál es como el Servicio Ruso de Inteligencia Extranjera, como se llama ahora en vez de KGB. Todo el mundo está redefiniéndose. KGB, KFC,…”
“Rook.”
“Lo siento. De todos modos, mi chico Anatoly vive aquí, en París, y si alguien supiera sobre Tyler, tu madre, y cualquier cosa más que esté pasando en esa red, él lo sabría. De hecho, él probablemente sea capaz de arrojar luz en aquellas preguntas a las que Tyler Wynn tuvo los malos modales de morir antes de que respondiera. Quizás él descanse en paz.”
“Bien. Asumiendo que este tío del KGB…“
“Tío del SVR.”
“…sepa algo, ¿Por qué lo compartiría contigo?”
“Porque durante el transcurso de nuestras reuniones aquí, en París, simplemente digamos que, Anatoly y yo pasamos mucho tiempo juntos cerrando bares. Éramos de esos.” Cruzó dos dedos después de presionar el botón de llamada de su teléfono. “Hasta hoy, no puedo conseguir una resaca sin pensar en él.” Levantó una mano para silenciarla, como si ella fuese la única que estuviera hablando.
“Hola, ¿es esto Importaciones Internacionales?” Hizo a Nikki un guiño de complicidad. “Sí, hola. Me gustaría hablar con el gerente, por favor, Sr. Anatoly Kije. Sí, espero.” Susurró a Nikki, “Transfiriendo a su asistente.”
Después le dijo al teléfono, “¿Hola? Déjeme ver, ¿eres Mishka?... ¿No? Oh, debes de ser nueva. Ha pasado algún tiempo. Mi nombre es Jameson Rook y soy un viejo amigo de Anatoly Kije. Sucede que estoy en la ciudad y me estaba preguntando si él, –Rook, Jameson Rook, es correcto, esperare-“
Rook se mantuvo en espera el suficiente tiempo, como para que Nikki terminara su baguette. El suficiente tiempo para que él se cansase de ir y venir y se sentara en la silla de la esquina. Después se levantó de un salto. “¿Hola? ¿Sí?” Y entonces un cruzamiento del ceño cruzó su frente.
“¿Él lo dijo? ¿De verdad? ¿Está segura? Lo siento mucho. Sí, adiós.” Colgó y descansó de vuelta en la silla.
Nikki le dijo, “no me digas que a él también le han disparado.”
“Peor. Dice que nunca ha oído hablar de ningún Jameson Rook.”
Ya llego el jueves y ya sabeis lo que toca ¡CAPITULO NUEVO!
Hay que hacer una aclaracion antes de nada, el capitulo subido la semana pasada es la segunda parte del once por lo que esta semana toca la primera. Siento la confusion causada, no me di cuenta y como no miro este post hasta el jueves siguiente ha sido hoy cuando lo he visto. De nuevo disculpas.
Traducido por Lastras y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Muchas gracias por vuestros comentarios y por seguir esta intrigante historia, veremos como termina que ya vamos por la mitad del libro. Como siempre, disfrutad y comentad.
CAPITULO ONCE-PRIMERA PARTE
“Parece que París es también la Ciudad de las Luces Apagadas,” dijo Rook mientras entraban en un taxi fuera del hospital.
“Agradable. El Sr. Sensible ataca de nuevo.”
“¿Qué? Yo no le maté. Lo hiciste tú. Tú le mataste.”
“¿Podrías, por favor, dejar de decir eso?”
“Pero lo hiciste. Mataste al Tío Tyler.” Él arqueó una ceja. “Espero que ahora estés contenta.”
Heat se giró y miró por la ventana hacia la arboleda de castaños en flor al otro lado de la carretera, en Bois de Boulogne. La suave aceleración del Mercedes entrando en la A-13 de vuelta a París creó la ilusión de que no era el coche el que estaba en movimiento, sino la hilera de árboles con su iluminación en las flores que parecían rodar por delante de ella como las radiantes nubes en primavera.
Por supuesto que ella no había matado a Tyler Wynn.
Pero una parte de ella pensaba que lo había hecho. El fastidio de la responsabilidad tiraba de ella. Visionó alguna gárgola de Notre Dame volviendo a la vida y oyó su áspera voz diabólica. “Él murió por tu visita. Fue demasiado para él. Deberías haberle ignorado cuando el viejo hombre te rogó para que le contaras más.” El detective vestido de paisano que había llegado al Hospital Canard para entrevistarla tras el incidente había descartado esa idea. Naturalmente, él le preguntó qué había pasado antes del paro cardiaco, y Heat, evitando los datos específicos sobre su madre, compartió la versión de detective-a-detective: Tyler Wynn conocía a las víctimas de dos asesinatos que ella estaba investigando. Él participó voluntariamente, como el agente que estaba allí, había corroborado.
Cuando Wynn se empezó a mostrar agitado, ella había intentado que dejara de hablar, pero eso le agitó aún más, por lo que pensó que lo mejor era darle la información por la que abogaba y después terminar la entrevista, tan pronto como fuera posible.
“¿Quién lo iba a saber?” dijo el inspector francés con un encogimiento de hombros, y le devolvió sus credenciales. “Yo ya he hablado con el doctor, quien dice que no fue tu visita la que mató a Tyler Wynn sino tres balas y algo llamado estenosis de la válvula carótida.”
Pero Rook lo recogió de ella. ¿Por qué? Porqué él conocía lo suficientemente bien a Nikki para cortar su cortocircuito de reflexión de culpabilidad con falso desprecio. Una de las primeras cosas que había captado de cómo los policías trataban con las emociones, era enfrentarlas con cierto sarcasmo. Lo primero que él la había dicho después de salir de su reciente coma, era lo enfadado que estaba por no haber capturado la bala con los dientes, como el superhéroe que era, y haberla escupido de vuelta al malo. Ahora, en el asiento trasero del E-320, Rook lo estaba aclarando, acusándola con la lengua firmemente puesta en su mejilla.
En la Avenida de Nueva York, pasaron por el Alma Tunnel, y mientras Heat contemplaba la dispersión eterna de ramos de flores y velas derretidas en memoria de la princesa que conoció a su destino allí, reflexionó en sus secretos –especialmente esos que morían con aquellos a quienes eran privados de ellos. Su pensamiento la llevó a recordarse a sí misma que en su mundo, cada acontecimiento tiene una consecuencia, y la coincidencia era simplemente causa o efecto, escondida en la clandestinidad.
Hasta que ella la exponía.
La muerte de Tyler Wynn era, ante todo, una tragedia para él y para ella, una más de las muertes que presenciaba cada semana. Más allá de eso, su naturaleza sumamente inoportuna selló una puerta que solo estaba media abierta para Nikki. El cumplimiento de la más cruel y más verdadera definición de la palabra ‘tentadora’, Heat había conocido lo suficiente como para atormentarla sobre todo lo demás que permanecía fuera de su alcance.
Rook dijo, “supongo que mi trabajo de tontas teorías conspiratorias no es tan tonto después de todo.”
“Escucha, amigo, antes de vaciar la pelota y poner la nota final en la zona de baile de salsa, ¿quizás te tenga que recordar lo que ellos nos dijeron sobre los relojes rotos?”
“¿Quieres decir que ellos no solo están en lo cierto? ¿Sino que están maravillosamente en lo cierto dos veces al día?”
“Oh, por favor.”
“Cooorrecto. Esa es una palabra tan refrescante, ¿verdad? Vamos, Detective, admítelo. Lo dije. El Tío Tyler era un espía.” De repente, los ojos del conductor aparecieron en el retrovisor. Rook se inclinó hacia delante, jugando con él justo como bromeaba con los taxistas en Nueva York. “Dígale que lo admita.” El conductor evitó su mirada y rápidamente ajustó el espejo para que pudieran ver por el pico de la ventana su pelo negro azabache.
Rook se deslizó hacia atrás y se movió en el asiento para mirarla. “No entiendo tu tristeza Nikki. Especialmente ahora. Este es definitivamente un momento de vaso medio lleno –a no ser que, por supuesto, tú seas Tyler Wynn.” Observó una breve pausa para reconocerlo, pero luego llegó rápidamente a ella. “Mira todas las respuestas que has conseguido esta mañana. Creo que deberías estar eufórica por saber que la doble vida de tu madre no solo era imaginación tuya, sino que no era porque estuviese teniendo una aventura. Y -¿Cómo de guay es eso?- ella era una espía en la familia, como Arnold en ‘Trues Lies’. No, incluso mejor: Cindy Heat era como Julia Child en La Segunda Guerra Mundial cuando ella espiaba para el OSS.”
“Estoy de acuerdo, eso es algo.”
“Al demonio, claro que sí. Por la forma en que lo veo, nosotros hacemos un Dickens mejor. París nos ha dado un historia sobre dos Cindys.”
Esta vez fue Nikki quién se deslizó hasta el conductor. “¿Quiere dejarlo fuera a la derecha, justo aquí?”
Al otro lado del Atlántico, Nueva York se había despertado para su día en el momento en que ellos llegaron de regreso a su hotel, y Nikki utilizó su teléfono, mientras Rook salió a la calle en busca de alimento para el almuerzo. El Detective Ochoa cogió la llamada. Su compañero Raley estaba liado comprobando una de la docena de llamadas anónimas que la brigada había recibido desde la fuga de Hinesburg al ‘Ledger’. “Apesta, te lo tengo que decir,” le dijo. “Ya tenemos suficientes pistas legitimas que comprobar por nuestra cuenta, pero desde que esto salió en las noticias, nos estamos ahogando en la contaminación. Ese artículo está ralentizando el caso.”
“Estás predicando en el desierto, Miguel.”
“Lo sé, pero tú estás en París con Rook y quiero hacer lo que pueda para jorobarte tu buen momento. Oye, quizás pueda conseguir que Irons me retire del juego, entonces Lauren y yo nos podamos ir a algún lugar divertido. Hay una convención de Elvis en Atlantic City. Podría rockarolear toda mi actuación de Elvez.”
“Bueno, antes de que te pongas tu traje de oro defectuoso, necesito que compruebas algo por mí.” Le hizo jurar silencio, y después le dio la versión corta de la conexión de Tyler Wynn con su madre y Nicole. Después Ochoa murmuró su tercer “Joder…,” ella continuó, “el tiroteo de Wynn se produjo la noche anterior al asesinato de Nicole. Quiero que te metas en Aduanas y compañías aéreas para cotejar los nombres de los pasajeros llegados desde los aeropuertos de París al JFK o Newark el pasado miércoles. No olvides las conexiones entre Londres y Fráncfort, y donde quieras.
Comprueba los manifiestos a través de la base de datos para cualquier nombre que esté en la lista de vigilancia o muestra prioridades por asaltos o armas cortas. Haz lo mismo con la Interpol.”
“¿Piensas que podría ser el mismo asesino?”
“No sé lo que pensar, pero si hay alguna posibilidad de que fuera un golpe hecho por una misma persona, vale la pena aclararlo. No me gusta la diferente forma de trabajar, pero él quizás usó un cuchillo con Nicole porque no pudo viajar con un arma.”
“Sí, y un arma es también difícil de encontrar en Nueva York,” dijo el Detective Ochoa. “Me pondré con ello.” Se aclaró la garganta y dijo, “ahora supongo que me toca contarte algunas noticias no tan buenas.”
“Adelante.”
“Es el guante.”
“¿Sin huellas?”
“Peor. Sin guante.”
“¿Qué?”
“El capitán Irons acaba de llamar desde el laboratorio. Él fue esta mañana para exigir los resultados, y de alguna manera, se perdió.” El vacío de silencio en ella era tan completo que él le dijo, “Detective Heat, ¿sigues ahí?”
Todo lo que ella dijo fue, “¿de alguna manera?”
Rook dijo, “¿de alguna manera?” con la misma cara de incredulidad cuando volvió a la habitación y ella se lo contó. “No pienso que de alguna manera sea la razón. Creo que es más como por alguien.”
“Y él está fuera.”
“¿Cómo puedes decir eso?”
“Porque sabía que eso le impulsaría dentro del Área 51. Rook, por una vez, ¿Puedes intentar hacer lo que yo hago para vivir y basarte en datos en vez de caer en salvajes especulaciones?”
“¿Quieres hablar de hechos, Nikki? De acuerdo, bien. ¿Exactamente con qué frecuencia la clave de información desaparece en una importante investigación de homicidios?” Ella simplemente le miró. “OK, olvida incluso que te lo he preguntado. Pero vamos, este es diferente. Este tiene espías
escrito por todo ello.”
“O incompetencia.”
“Cuando oigo esa palabra, solo pienso en un hombre. El hombre de Hierro (Iron=Hierro).”
“Supongo que tengo que esperar hasta que volvamos para averiguarlo.”
Ella desenvolvió el papel alrededor de una de las baguettes de jamón y queso con las que él había vuelto. Pero el cerebro de Rook crepitaba demasiado para comer. Dejó a un lado su sándwich después de un único bocado y se paseó por la habitación. Cuando Nikki le vio presionando locamente en la pantalla de su iPhone, dijo, “espero que estés jugando a las Palabras con Amigos con Alec Badlwin, porque si estás todavía en modo sombrero de papel sobre este guante perdido, olvídalo.”
“Estoy fuera del guante –por ahora. Estoy registrando mis contactos.”
“¿Para qué?”
“Probablemente te guste jugar a esto como un tira y afloja con los hechos,” dijo, burlándose de ella con las mismas palabras que ella le dijo, “pero como periodista de investigación, con no uno, sino dos premios Pulitzer en su repisa de la chimenea…”
“Dos, dices.” Ella se comió otro trozo.
“… Me gusta verificar los hechos de manera independiente.” Él paró de mover los dedos. “Ah, aquí vamos.”
“Bien, Sr. Woodward -¿O es Bernstein?- ¿Qué estas planeando verificar?”
“Quiero confirmar lo que Tyler Wynn nos dijo sobre ser de la CIA y pasar a tu madre a través de su Red de Niñeras. Para mí, todo lo que dijo tiene perfecto sentido. De hecho, siento una cierta reivindicación en su historia. No sé si tú podrías decirlo o no.”
“Tuve un atisbo. Por lo que, ¿con quién vas a verificar esto?”
“Una vieja fuente mía de la profunda tapadera de cuando estaba investigando mi pieza de Chechenia para el ‘First Press’. Su nombre es Anatoly Kije. Este tío es increíble. Directamente salido del ‘Tinker, Tailor’.
Una vieja escuela rusa de espías para el SVR –el cuál es como el Servicio Ruso de Inteligencia Extranjera, como se llama ahora en vez de KGB. Todo el mundo está redefiniéndose. KGB, KFC,…”
“Rook.”
“Lo siento. De todos modos, mi chico Anatoly vive aquí, en París, y si alguien supiera sobre Tyler, tu madre, y cualquier cosa más que esté pasando en esa red, él lo sabría. De hecho, él probablemente sea capaz de arrojar luz en aquellas preguntas a las que Tyler Wynn tuvo los malos modales de morir antes de que respondiera. Quizás él descanse en paz.”
“Bien. Asumiendo que este tío del KGB…“
“Tío del SVR.”
“…sepa algo, ¿Por qué lo compartiría contigo?”
“Porque durante el transcurso de nuestras reuniones aquí, en París, simplemente digamos que, Anatoly y yo pasamos mucho tiempo juntos cerrando bares. Éramos de esos.” Cruzó dos dedos después de presionar el botón de llamada de su teléfono. “Hasta hoy, no puedo conseguir una resaca sin pensar en él.” Levantó una mano para silenciarla, como si ella fuese la única que estuviera hablando.
“Hola, ¿es esto Importaciones Internacionales?” Hizo a Nikki un guiño de complicidad. “Sí, hola. Me gustaría hablar con el gerente, por favor, Sr. Anatoly Kije. Sí, espero.” Susurró a Nikki, “Transfiriendo a su asistente.”
Después le dijo al teléfono, “¿Hola? Déjeme ver, ¿eres Mishka?... ¿No? Oh, debes de ser nueva. Ha pasado algún tiempo. Mi nombre es Jameson Rook y soy un viejo amigo de Anatoly Kije. Sucede que estoy en la ciudad y me estaba preguntando si él, –Rook, Jameson Rook, es correcto, esperare-“
Rook se mantuvo en espera el suficiente tiempo, como para que Nikki terminara su baguette. El suficiente tiempo para que él se cansase de ir y venir y se sentara en la silla de la esquina. Después se levantó de un salto. “¿Hola? ¿Sí?” Y entonces un cruzamiento del ceño cruzó su frente.
“¿Él lo dijo? ¿De verdad? ¿Está segura? Lo siento mucho. Sí, adiós.” Colgó y descansó de vuelta en la silla.
Nikki le dijo, “no me digas que a él también le han disparado.”
“Peor. Dice que nunca ha oído hablar de ningún Jameson Rook.”
lastral- Policia de homicidios
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Localización : Madrid
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola people!!! Nuevo capitulo.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, gracias por seguir la traduccion y vuestros comentarios, nos siguen animando a escribir. Disfrutad y comentad.
CAPITULO DOCE-PRIMERA PARTE
Cuando Heat se despertó, no podía moverse. Intentó figurarse dónde estaba, pero estaba demasiado oscuro para ver; aunque notaba que estaba tumbada de lado, casi en posición fetal. Tenía las rodillas apretadas contra el pecho, pero cuando Nikki trató de extender las piernas, no pudo; las suelas de sus zapatos estaban apoyadas contra un sólido muro. Un escalofrío la recorrió. Esta era exactamente la misma posición en la que había encontrado a Nicole Bernardin dentro de la maleta de su madre.
Su brazo le picaba donde la aguja la había pinchado, pero cuando intentó rascarse, algo se lo impidió. Heat no necesitó verlo para saber qué había causado eso. Estaba esposada.
Con el fin de averiguar cuánto rango de movimiento tenía, Nikki dio un tirón a las esposas. Y entonces le vino la extraña sensación que le hizo preguntarse si estaba alucinando bajo el efecto de cualquiera que fuese la droga que le habían inyectado. Las esposas… habían hecho un tirón hacia atrás.
“Oh, bien, estás despierta,” dijo Rook. “¿Me puedes hacer un favor? Tu codo derecho se me está clavando en las costillas.”
Aún un poco torpe debido a los sedantes, le tomó a Nikki un momento procesar todo eso. Donde quiera que estuviera, Rook estaba allí también, encajado tras ella. O debajo. O un poco de ambos. Arrimó su brazo derecho todo lo que pudo a su cuerpo. “¿Qué tal ahora?”
“Como el cielo.”
“Rook, ¿sabes dónde estamos?”
“No estoy seguro. Me han dado algo para noquearme. Sentí un pequeño pinchazo.”
“¿Podrías parar?”
“Lo siento. Digo lo que pienso. De todos modos, a juzgar por el olor a radial de acero, supongo qué, o estamos acariciando al Hombre de Michelin, o estamos encerrados en el maletero de un coche. ”
Heat no detectó movimiento ni el ruido de un motor. Intentó imaginarse el espacio lo mejor que pudo sin luz. “¿Sabes si estos coches tienen un seguro en el interior del maletero?”
“No. Tampoco estoy seguro de si la legislación francesa sobre seguridad lo contempla o no,” dijo.
“Toca por los lados a ver si encontramos algo como una palanca de la que podamos tirar. Ahórrame las bromas, por favor.” Ambos trataron de mover sus manos, pero estaban enganchados. “Rook. ¿Estamos esposados uno al otro?”
No contestó pero se paró. Y le dio un tirón a las esposas. “Alucinante.”
Ella lo ignoró y pasó los dedos por sus muñecas para evaluar la situación. “Parece que la cadena de mis esposas está enlazada con la cadena de las tuyas. ¿Se te está clavando en la piel?”
“Un poco, pero no es muy preocupante. De hecho, he fantaseado con un juego de esposas con estampado de leopardo, pero me quedo con estas.”
“Shh, escucha.”
De fuera se oyó el ruido de un coche que se aproximaba lentamente por la grava y chirriando con las ruedas. Oyeron pisadas y voces amortiguadas, después el chirrido de un mando a distancia seguido por el sonido de un pestillo desbloqueándose. La súbita ráfaga de aire fresco olía como a hierba y bosque. Unas manos les quitaron las esposas, y fueron sacados del coche por el mismo hombre que los había capturado.
Aún con las piernas temblorosas, Heat se protegió los ojos de los faros de un Mercedes e intentó pensar en un plan de escape. Rook se sentó a su lado y se frotó las muñecas. Podía sentir como él también pensaba en algo.
No parecía muy prometedor. Sólo eran dos, desarmados y debilitados debido a las drogas, inyectadas en un desconocido parque por la noche, versus cuatro matones fornidos que ya habían demostrado tener habilidades de profesionales y seguramente iban armados. Además había unos cuantos hombres más esperando al lado del coche al ralentí. Nikki esperó, inhalando el sudor y la colonia barata de sus captores, y decidió aguantar, esperando que apareciera una oportunidad- y ese no era el mismo equipo que se había encargado de Tyler Wynn.
Le hizo un gesto a Rook para que no hiciera nada, y él bajó su cabeza con entendimiento. Entonces prestaron atención cuando la puerta del copiloto del Mercedes se abrió y salió otro hombretón de ella. Abrió la puerta trasera por la que descendió un hombre bajito y rechoncho, cubierto por una gorra, cuyo cuerpo quedo silueteado por los faros del coche, mientras su guardaespaldas esperaba un poco alejado. El hombre se quitó la gorra y dijo: “¿Querías hablar conmigo, Boy-O?”
“Oh-Dios-Mío,” dijo Rook. “¡Anatoly!”
El hombre en las sombras dio un paso al frente con los brazos abiertos, y Rook se dirigió hacia él, cosa que hizo que Heat se tensase, pero nadie intentó detenerlo. Los dos hombres se abrazaron, dándose palmadas, riendo, y diciendo, “eres un perro viejo” y “no, ‘tú’ eres el perro viejo”, repitiéndoselo uno a otro. Cuando la efusividad de su reencuentro remitió, Rook dijo, “Nikki, este es Anatoly. ¿Ves? En realidad sí que me conoce.”
Pasó su brazo alrededor de los hombros del otro hombre. “Vamos, hay alguien a quien quiero presentarte. Esta es…”
“Nikki Heat, sí, lo sé.”
“Por supuesto que lo sabes,” dijo Rook. “Nikki, saluda a mi viejo amigo, Anatoly Kijé.”
El ruso extendió una mano que notó callosa cuando la entrechocó. El conductor del Mercedes apagó el motor y bajó la potencia de las luces. Cuando sus ojos se ajustaron, Heat pudo echar un mejor vistazo a Kijé.
Tenía un físico fornido, como un armario, y una cara de bulldog que habría encajado bien en la tribuna junto a Brezhnev en el desfile del Primero de Mayo en la Plaza Roja. Su pelo, de un negro poco natural para su edad, tenía la laca suficiente como para que la gorra no hubiese hecho mella. Bajo unas gruesas cejas, artificialmente negras, sus ojos eran juguetones, como los de los mujeriegos ocasionales. Nikki había visto muchos chicos como él en los Estados Unidos, pero en vez de secuestrar a gente de la calle, instalaban piscinas personalizadas y diques de piedra en Long Island y Jersey. Se preguntó, ¿también limpiaban alfombras?
“Es un placer conocerte.”
“Te has metido en muchos problemas,” dijo ella. “Si hubieses llamado, podríamos haber quedado contigo en una cafetería.”
“Mis disculpas.” El espía hizo una leve reverencia y gentilmente le soltó la mano. “Esto es lo que se llama precaución excesiva. Así es cómo, en mi trabajo, uno vive para llegar a los sesenta años.”
A lo que Nikki le contestó, “¿Quieres decir como importador y exportador?”
“Ah,” dijo con una risa, apuntando hacia ella. “Esta me gusta, Boy-O. Los tiene bien puestos, ¿eh?”
“Oh, sí.”
Anatoly miró su reloj y echó un vistazo rápido al bosque.
“Dime, Jameson, así no tendremos que presionar nuestro encuentro esta noche. ¿Qué querías discutir conmigo? ¿Sobre otro artículo por el que vas a ganar un premio y por el me quedare sin recompensa?” Rió.
Rook dijo, “Estoy intentando verificar algunos detalles sobre una antigua red que estaba establecida aquí, en París. Ahora, ya sabes mis reglas, Anatoly. No voy a comprometer secretos nacionales ni voy a poner la vida en peligro de nadie, pero eso no será ningún problema ya que creo que esta operación en particular está inactiva.”
“Déjame adivinar.” Sonrió a Heat cuando le habló a Rook. “Esto puede tener algo que ver con el trabajo que hacía la madre de tu amiga.”
“Guau, clarividente,” dijo Rook.
“Tenía alguna idea. Y por qué íbamos a perder tiempo bailando cuando podemos ir directos a los negocios.” Se oyó un ruido en el bosque, probablemente sólo era una rama cayendo, pero Kijé cruzó la mirada con uno de sus guardaespaldas, y un par de ellos se adentraron en la noche a investigar.
“Así que mi madre estaba envuelta en algún tipo de trabajo clandestino,” dijo Nikki, intentando volver al tema.
“Definitivamente. La primera vez que supe de ella fue cuando me instalé aquí en el 72 como intermediario de agricultura en la embajada soviética.”
Rook tosió falsamente, “la KGB.”
“Siempre haciéndose el listillo, este. Me encanta.” Le dio un amistoso golpe en el estómago y se volvió de nuevo a ella. “¿Es esa la respuesta que querías saber?”
“Depende de lo que estés dispuesto a decirme.” Ella le aguantó la mirada de un modo que dejaba ver que quería más. “Y viendo donde nos has llevado…”
“Todo se trata de un negocio, ¿eh? El precio de mi paz mental es ayudándote a buscar la tuya. ¿Qué más te gustaría saber?”
“Mi madre fue asesinada.”
“Lo siento de verdad.”
“Fue hace diez años en EE.UU. ¿Pero tú ya lo sabías, no?” Él no replicó, ella siguió, “Estoy intentando averiguar si estuvo conectado con su espionaje.”
“Nikki Heat, no insultemos la inteligencia del otro. Tú ya crees que está conectado. Lo que quieres de mi es que te diga cómo.” Hizo una pausa y dijo, “honestamente, no lo sé.”
“¿Anatoly Kijé?,” dijo ella. “¿Boy-O? Por favor, no insultes mi inteligencia, ya sabes.”
“He oído rumores, eso es todo. Y si son verdad… si,” dijo, apuntando con el dedo al aire para enfatizarlo, “podría haberse vuelto en su contra de un modo muy desafortunado.”
Rook dijo, “Vamos, ¿Qué es lo que oíste?”
Anatoly se distrajo momentáneamente cuando los guardaespaldas volvieron de patrullar el perímetro y le señalaron que todo estaba en orden. Ligeramente más relajado, le dijo a Nikki, “había rumores de que tu madre se convirtió en una agente doble.”
Heat ya estaba negando con la cabeza enfáticamente. “No, ella nunca haría eso.”
“Bueno, ella no lo haría por mí, y créeme, lo intenté.” Un destello brilló en sus ojos pícaros. “Pero la gente cambia. Algunos por ideología, otros por venganza, otros son chantajeados. La mayoría, creo yo, tan sólo lo hacen por dinero. La respuesta real siempre se encuentra en el banco, en vez de en el corazón. ” Ella seguía negándolo, pero él presionó. “Has sido tú la que ha preguntado, querida. La percepción, ya sea verdad o no, sobre tu madre, dio a entender que tenía otros contactos y actividades ‘extracurriculares’.”
“Pero te estoy diciendo,” dijo Nikki, “que ella nunca habría trabajado para nadie más que para los Estados Unidos.”
“La gente no siempre se alía con otro gobierno. Hay otras entidades, ya sabes. La pasada década se convirtió en una nueva era para el espionaje.” El espectro del hosco ruso, que sin duda alguna había organizado (y probablemente hasta administrado) su lado justo de los altercados en los callejones, adoptó una expresión melancólica con la mención de esa nueva era. Ella pudo imaginarse como un espía de la vieja escuela como él, sería un inconveniente al lado de los operativos más refinados que comían sushi, practicaban yoga y hackeaban lo que necesitaban de servidores informáticos bajo tierra.
Pero sorprendentemente, Kijé sobrevivió. El lado hinchado de su cara le mostraba que había hecho frente a un incierto futuro en el orden mundial rompiendo una botella abierta de Stoli. Pero Heat estaba más interesada en la información que necesitaba. “¿A qué te refieres por otras entidades?”
“Te diría que preguntases a Nicole Bernardin. Pero no puedes, ¿no?”
“¿Qué sabes sobre Nicole Bernardin?”
“Sé que, al igual que tu madre, Nicole se involucró con gente fuera de los estrictos márgenes del alcance de su gobierno.”
Rook intervino de nuevo, “Por el bien del argumento, ¿y si su madre se había cambiado de bando?” Casi podía oír como la adrenalina crecía en las venas de Nikki, así que añadió, “o si sólo parecía que lo hacía, ¿la CIA habría actuado?”
“Seguramente no,” dijo el ruso. “Bueno, no en suelo americano.”
“¿Quién lo haría?” preguntó Heat, consciente de la posibilidad de que
podría haber sido el hombre que estaba justo enfrente suyo.
“¿Matarla?” Se encogió de hombros. “Como he dicho, los tiempos están cambiando. ¿No tendría que ser por la fuerza un gobierno, no?”
“¿Podría ser el mismo que se encargó de Tyler Wynn?” preguntó Rook.
“¿Quién sabe? De todos modos, estas operaciones son una triste lección sobre la naturaleza. Realmente nunca te puedes jubilar. Yo, por ejemplo, lo intenté una vez. Fue un desastre. Por eso tengo que quedar con la gente de este modo.” Gesticuló hacía el bosque y la noche.
“¿Incluso los viejos amigos?” preguntó Rook.
“¿Bromeas, Boy-O? Son justamente los viejos amigos los que pueden ser más letales.”
Nikki dijo, “Debes conocer algunos de los proyectos en los que trabajaba mi madre. También los de Nicole.”
Había hecho los suficientes interrogatorios como para poder decir que por el modo que sus ojos se elevaron para pensar, que él ya lo sabía y que estaba sopesando cuanto revelar a su amigo Jameson Rook y a la hija de una operativa de la CIA. Entonces, ella perdió su atención.
Kijé aguzó el oído hacia la oscuridad. También lo hicieron los guardaespaldas, tensos hacia el horizonte, como hacían los lobos cuando percibían signos de comida. O peligro. Heat y Rook también escucharon, y pronto los oyeron susurrar, “’Beptoпët’.” Rook se lo tradujo, pero para entonces, Nikki lo oyó por sí misma. Helicóptero.
Intentó volver a tener la atención de Kijé, pero el Mercedes ya estaba arrancado. “¿Cuáles son los proyectos extracurriculares de los que has hablado?” El guardaespaldas abrió la puerta trasera del coche y la mantuvo abierta para él.
El pequeño oso estrechó la mano de Rook y le dio una rápida palmadita. “Boy-O, hasta la próxima, ¿vale?” y acto seguido se inclinó hacia ella. “Nikki Heat.”
Las puertas empezaron a cerrarse en los dos Peugeots tras ellos cuando los guardaespaldas hubieron entrado. La frustración de Nikki creció como un reloj fuera de tiempo por segunda vez, justo cuando estaba tan cerca de obtener una respuesta. Corrió a ponerse al lado del coche. “Anatoly, por favor. Por lo menos dame una dirección.”
“Ya te lo he dicho. Comprueba el banco,” dijo, y se agachó para sentarse en el asiento trasero.
“Ya tengo eso. Dame algo más. ¿Por favor?”
Él se detuvo y su cabeza surgió por la puerta abierta. El ruso le dijo, “entonces piensa en qué más te he dicho. Pregúntate sobre la nueva era.” Eso fue todo lo que obtuvo.
El guardaespaldas cerró la puerta de Anatoly y se sentó en el asiento del copiloto. Los tres coches hicieron un semicírculo en torno a ellos, iluminados por la luz de la luna y rodeándolos en una neblina radiante.
Cuando empezó a desvanecerse, Nikki vio un reflejo en el suelo cerca de ellos y encontró sus teléfonos móviles, ambos con la batería sacada para deshabilitar el GPS. Cuando volvieron a poner las baterías y encendieron los móviles, el helicóptero pasó y continuó, pareciendo desinteresado y sin prisas. Nikki se detuvo a verlo volar, eclipsando la luna de París. Se dio cuenta de que por lo menos, estaba medio llena.
Nikki Heat vio la media luna de la noche siguiente subiendo tras la terminal 1 del JFK cuando ella y Rook se metieron en el asiento trasero del coche que él había llamado para que los trasladara a Manhattan. A pesar de las dudas de Nikki sobre dejar Nueva York por París, Rook había estado en lo cierto. El breve viaje había hecho avanzar los dos casos. No lo suficiente para Nikki –nunca era suficiente para Nikki– pero la incompleta y tentadora información que había obtenido llenaría espacios críticos en ambas Pizarras de Asesinato. Lo que le fastidiaba era tener que dar el siguiente paso. Por un lado, Heat sabía que necesitaba explorar lo que le dolía, pero tomó la decisión de hacerlo bien a partir de ese momento.
“Eh, papá, soy yo.” Dijo cuando Jeff Heat cogió el teléfono. Para dar un toque más alegre, añadió, “¿Qué haces en casa un sábado por la noche?”
“Revisando las malditas llamadas perdidas, así no tendré a más reporteros idiotas llamando para hacerme una entrevista.”
“Oh no. ¿Ha sido tan malo?”
“Han llamado a todas horas. Peor que los que llaman con promociones. Espera un momento.” Ella oyó el ruido de unos cubitos de hielo golpeando un vaso y se hizo la imagen mental de su padre sentado en su sillón tomándose un Cape Codder. “Incluso esa rubia tonta del ‘Ledger’ se presentó en la puerta una mañana. Se debió de colar tras uno de los residentes antes de que se cerrase la puerta. Esos idiotas no tienen ningún respeto por la privacidad.”
“Ya, todos sabemos que los reporteros son escoria.” Rook giró la cabeza hacia ella. Luego, tras una rápida reflexión, el periodista asintió con la cabeza. “Escucha, papá, ¿Vas a estas por ahí mañana? Me gustaría pasarme para hablar un poco más. He averiguado algunas cosas sobre mamá que creo que te interesa saber.” Eso, junto con pedirle que buscase la caja con fotos de Lysette Bernardin que le había dado, parecía una excusa válida para pasarse. Pero su plan real era aprovechar la ocasión para abordar el tema cara a cara. Acordaron una hora para quedar y se desearon las buenas noches. Nikki colgó, sintiéndose mal por no ser clara con él sobre cuáles eran sus intenciones reales de querer hablar con él.
Entonces se preguntó si Rook había estado en lo cierto, después de todo, sobre si se estaba convirtiendo en su madre en ese sentido.
El detective Ochoa había dejado mensajes de voz recientes provenientes de su móvil de la 20ava comisaría. “Me sorprende encontrarte en comisaría esta noche, Miguel”, dijo ella.
“Alguien tiene que tomar la responsabilidad de este caso mientras tú y
Rook bebéis vino y coméis caracoles, ¿sabes a lo que me refiero?”
“Bueno, he terminado de gandulear. Estamos de vuelta y estoy lista para sacaros de cualquier lío que hayáis montado.”
El detective Raley apareció por la extensión y dijo, “¿Me has traído algo?”
“¿Tú también estás trabajando, Sean? Sólo espero llegar lo suficientemente pronto para ver como explota la cabeza del capitán Irons cuando vea el informe del psicólogo. ”
“Eh,” dijo Raley, “de hecho, el Hombre de Hierro ha aparecido por aquí esta noche.”
“¿Irons? ¿Un fin de semana?”
Ochoa dijo, “Sí, ha venido con la detective Hinesburg hace una hora más o menos. Los dos se han encerrado en su despacho y se han puesto a escuchar algo grabado en su móvil y han salido corriendo como si tuvieran mucha prisa.”
Raley dijo, “le he dicho a Ochoa que probablemente estaban llamando a Moviefone por la película ‘Hot Tub Time Machine’,” cosa que provocó la risa de todos. Pero toda actividad de Irons, activaba la alerta en Heat, más aún si incluía a Sharon Hinesburg.
Le explicaron los avances del día. “Por fin he tenido la confirmación de las autoridades francesas sobre esa llamada que los Bernardins recibieron del misterioso Sr. Seacrest la noche del pasado domingo,” el detective Raley empezó. “Llegó a su número como una llamada internacional, pero desafortunadamente, era un teléfono desechable, así que el rastro termina ahí.”
La decepción que sintió Heat se mezcló con el alivio por que el tema de la llamada de Emile Bernardin se hubiera resuelto. Por supuesto, hubiera preferido que la llevase hasta Seacrest, pero al fin y al cabo, comprobar la credibilidad de los padres de Nicole le gustó. “¿Habéis recuperado el guante?”
“Negativo,” dijo Ochoa. “Si prometes no decirlo a nadie, tenemos un Plan B sobre eso.”
“Primero cuéntamelo y después te digo si te prometo eso o no.”
Ochoa se paró y dijo, “el detective Feller está yendo a por todas. Incluso aunque Irons lo puso a cargo de cualquier cosa que no oliese a algo que pudiera resolver el caso…”
“Incluyendo el guante,” añadió Raley.
“… Feller está llamando a colegas que le deben un favor para fisgonear un poco en el laboratorio forense para ver que puede sacar en claro sobre el destino de esa cosa.”
Raley dijo, “Ya sabes cómo es Feller. ¿Todo ese tiempo en la calle que pasó con esos polis de la Unidad de Taxis? No está dispuesto a colorear dentro de las líneas.”
“¿Así que está ignorando las órdenes directas de su comandante?”
preguntó Heat.
“Sip,” dijeron al unísono.
“Es bueno que me haya visto forzada a dejar el caso. Yo hubiera hecho algo similar.”
Cuando colgó, dijo Rook, “¿Quién está insultando a Wally Irons, y cuando puedo ir a estrecharle la mano?” Pero antes de que ella pudiera contestar, él se dio cuenta que estaban saliendo de la autopista por la salida de Van Dam. “¿Discúlpeme, conductor? ¿No vamos a coger el túnel de Midtown?”
“Está cerrado. Por las reparaciones del terremoto.”
Nikki miró por la ventana trasera pero no vio conos, ni luces intermitentes o señales portátiles naranjas de obras. “¿Está seguro?” El tráfico tras ellos seguía por la carretera y fluían rápidamente hacía el peaje que llevaba a la boca del túnel.
El conductor cruzó Van Dam y giró en U en una esquina, lo suficientemente rápido como para que se diese contra el hombro de Rook, entonces volvió a girar bruscamente en una carretera de servicio llevándolos hacia una zona industrial de talleres de chapa y almacenes.
Rook preguntó, “¿No prefiere coger la autopista de Brooklyn-Queens hacia el puente Williamsburg?”
Pero el conductor no respondió. Los seguros del coche se bajaron e hizo otro giro brusco hacia la carretera y atravesó dos grandes puertas de acero abiertas de un depósito de camiones. El conductor salió, dejándolos en el coche cuando las puertas dobles de acero rodaron tras ellos, sumiendo todo el lugar en la oscuridad. Una vez más, Heat dirigió su mano a la cadera, que encontró vacía, y se maldijo para sí misma.
“Te digo una cosa,” dijo la voz de Rook en la oscuridad. “Esta es la última vez que uso este servicio de coches.”
Un simple fluorescente parpadeó en una débil luz azul e iluminó a dos hombres trajeados que descendían por una rampa inclinada de la parte trasera de un camión de carga en medio del almacén. Andaban con calma pero con determinación, en la misma cadencia que su coche. La iluminación fantasmal sobre sus cabezas causaba que la blancura de sus camisas contrastara fuertemente con sus trajes y corbatas. Mientras se acercaban, el que vestía un traje de color marrón, sacó su identificación y la estampó contra la ventana del coche para que la vieran.
En ella se leía, “Bart Callan, Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.”
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, gracias por seguir la traduccion y vuestros comentarios, nos siguen animando a escribir. Disfrutad y comentad.
CAPITULO DOCE-PRIMERA PARTE
Cuando Heat se despertó, no podía moverse. Intentó figurarse dónde estaba, pero estaba demasiado oscuro para ver; aunque notaba que estaba tumbada de lado, casi en posición fetal. Tenía las rodillas apretadas contra el pecho, pero cuando Nikki trató de extender las piernas, no pudo; las suelas de sus zapatos estaban apoyadas contra un sólido muro. Un escalofrío la recorrió. Esta era exactamente la misma posición en la que había encontrado a Nicole Bernardin dentro de la maleta de su madre.
Su brazo le picaba donde la aguja la había pinchado, pero cuando intentó rascarse, algo se lo impidió. Heat no necesitó verlo para saber qué había causado eso. Estaba esposada.
Con el fin de averiguar cuánto rango de movimiento tenía, Nikki dio un tirón a las esposas. Y entonces le vino la extraña sensación que le hizo preguntarse si estaba alucinando bajo el efecto de cualquiera que fuese la droga que le habían inyectado. Las esposas… habían hecho un tirón hacia atrás.
“Oh, bien, estás despierta,” dijo Rook. “¿Me puedes hacer un favor? Tu codo derecho se me está clavando en las costillas.”
Aún un poco torpe debido a los sedantes, le tomó a Nikki un momento procesar todo eso. Donde quiera que estuviera, Rook estaba allí también, encajado tras ella. O debajo. O un poco de ambos. Arrimó su brazo derecho todo lo que pudo a su cuerpo. “¿Qué tal ahora?”
“Como el cielo.”
“Rook, ¿sabes dónde estamos?”
“No estoy seguro. Me han dado algo para noquearme. Sentí un pequeño pinchazo.”
“¿Podrías parar?”
“Lo siento. Digo lo que pienso. De todos modos, a juzgar por el olor a radial de acero, supongo qué, o estamos acariciando al Hombre de Michelin, o estamos encerrados en el maletero de un coche. ”
Heat no detectó movimiento ni el ruido de un motor. Intentó imaginarse el espacio lo mejor que pudo sin luz. “¿Sabes si estos coches tienen un seguro en el interior del maletero?”
“No. Tampoco estoy seguro de si la legislación francesa sobre seguridad lo contempla o no,” dijo.
“Toca por los lados a ver si encontramos algo como una palanca de la que podamos tirar. Ahórrame las bromas, por favor.” Ambos trataron de mover sus manos, pero estaban enganchados. “Rook. ¿Estamos esposados uno al otro?”
No contestó pero se paró. Y le dio un tirón a las esposas. “Alucinante.”
Ella lo ignoró y pasó los dedos por sus muñecas para evaluar la situación. “Parece que la cadena de mis esposas está enlazada con la cadena de las tuyas. ¿Se te está clavando en la piel?”
“Un poco, pero no es muy preocupante. De hecho, he fantaseado con un juego de esposas con estampado de leopardo, pero me quedo con estas.”
“Shh, escucha.”
De fuera se oyó el ruido de un coche que se aproximaba lentamente por la grava y chirriando con las ruedas. Oyeron pisadas y voces amortiguadas, después el chirrido de un mando a distancia seguido por el sonido de un pestillo desbloqueándose. La súbita ráfaga de aire fresco olía como a hierba y bosque. Unas manos les quitaron las esposas, y fueron sacados del coche por el mismo hombre que los había capturado.
Aún con las piernas temblorosas, Heat se protegió los ojos de los faros de un Mercedes e intentó pensar en un plan de escape. Rook se sentó a su lado y se frotó las muñecas. Podía sentir como él también pensaba en algo.
No parecía muy prometedor. Sólo eran dos, desarmados y debilitados debido a las drogas, inyectadas en un desconocido parque por la noche, versus cuatro matones fornidos que ya habían demostrado tener habilidades de profesionales y seguramente iban armados. Además había unos cuantos hombres más esperando al lado del coche al ralentí. Nikki esperó, inhalando el sudor y la colonia barata de sus captores, y decidió aguantar, esperando que apareciera una oportunidad- y ese no era el mismo equipo que se había encargado de Tyler Wynn.
Le hizo un gesto a Rook para que no hiciera nada, y él bajó su cabeza con entendimiento. Entonces prestaron atención cuando la puerta del copiloto del Mercedes se abrió y salió otro hombretón de ella. Abrió la puerta trasera por la que descendió un hombre bajito y rechoncho, cubierto por una gorra, cuyo cuerpo quedo silueteado por los faros del coche, mientras su guardaespaldas esperaba un poco alejado. El hombre se quitó la gorra y dijo: “¿Querías hablar conmigo, Boy-O?”
“Oh-Dios-Mío,” dijo Rook. “¡Anatoly!”
El hombre en las sombras dio un paso al frente con los brazos abiertos, y Rook se dirigió hacia él, cosa que hizo que Heat se tensase, pero nadie intentó detenerlo. Los dos hombres se abrazaron, dándose palmadas, riendo, y diciendo, “eres un perro viejo” y “no, ‘tú’ eres el perro viejo”, repitiéndoselo uno a otro. Cuando la efusividad de su reencuentro remitió, Rook dijo, “Nikki, este es Anatoly. ¿Ves? En realidad sí que me conoce.”
Pasó su brazo alrededor de los hombros del otro hombre. “Vamos, hay alguien a quien quiero presentarte. Esta es…”
“Nikki Heat, sí, lo sé.”
“Por supuesto que lo sabes,” dijo Rook. “Nikki, saluda a mi viejo amigo, Anatoly Kijé.”
El ruso extendió una mano que notó callosa cuando la entrechocó. El conductor del Mercedes apagó el motor y bajó la potencia de las luces. Cuando sus ojos se ajustaron, Heat pudo echar un mejor vistazo a Kijé.
Tenía un físico fornido, como un armario, y una cara de bulldog que habría encajado bien en la tribuna junto a Brezhnev en el desfile del Primero de Mayo en la Plaza Roja. Su pelo, de un negro poco natural para su edad, tenía la laca suficiente como para que la gorra no hubiese hecho mella. Bajo unas gruesas cejas, artificialmente negras, sus ojos eran juguetones, como los de los mujeriegos ocasionales. Nikki había visto muchos chicos como él en los Estados Unidos, pero en vez de secuestrar a gente de la calle, instalaban piscinas personalizadas y diques de piedra en Long Island y Jersey. Se preguntó, ¿también limpiaban alfombras?
“Es un placer conocerte.”
“Te has metido en muchos problemas,” dijo ella. “Si hubieses llamado, podríamos haber quedado contigo en una cafetería.”
“Mis disculpas.” El espía hizo una leve reverencia y gentilmente le soltó la mano. “Esto es lo que se llama precaución excesiva. Así es cómo, en mi trabajo, uno vive para llegar a los sesenta años.”
A lo que Nikki le contestó, “¿Quieres decir como importador y exportador?”
“Ah,” dijo con una risa, apuntando hacia ella. “Esta me gusta, Boy-O. Los tiene bien puestos, ¿eh?”
“Oh, sí.”
Anatoly miró su reloj y echó un vistazo rápido al bosque.
“Dime, Jameson, así no tendremos que presionar nuestro encuentro esta noche. ¿Qué querías discutir conmigo? ¿Sobre otro artículo por el que vas a ganar un premio y por el me quedare sin recompensa?” Rió.
Rook dijo, “Estoy intentando verificar algunos detalles sobre una antigua red que estaba establecida aquí, en París. Ahora, ya sabes mis reglas, Anatoly. No voy a comprometer secretos nacionales ni voy a poner la vida en peligro de nadie, pero eso no será ningún problema ya que creo que esta operación en particular está inactiva.”
“Déjame adivinar.” Sonrió a Heat cuando le habló a Rook. “Esto puede tener algo que ver con el trabajo que hacía la madre de tu amiga.”
“Guau, clarividente,” dijo Rook.
“Tenía alguna idea. Y por qué íbamos a perder tiempo bailando cuando podemos ir directos a los negocios.” Se oyó un ruido en el bosque, probablemente sólo era una rama cayendo, pero Kijé cruzó la mirada con uno de sus guardaespaldas, y un par de ellos se adentraron en la noche a investigar.
“Así que mi madre estaba envuelta en algún tipo de trabajo clandestino,” dijo Nikki, intentando volver al tema.
“Definitivamente. La primera vez que supe de ella fue cuando me instalé aquí en el 72 como intermediario de agricultura en la embajada soviética.”
Rook tosió falsamente, “la KGB.”
“Siempre haciéndose el listillo, este. Me encanta.” Le dio un amistoso golpe en el estómago y se volvió de nuevo a ella. “¿Es esa la respuesta que querías saber?”
“Depende de lo que estés dispuesto a decirme.” Ella le aguantó la mirada de un modo que dejaba ver que quería más. “Y viendo donde nos has llevado…”
“Todo se trata de un negocio, ¿eh? El precio de mi paz mental es ayudándote a buscar la tuya. ¿Qué más te gustaría saber?”
“Mi madre fue asesinada.”
“Lo siento de verdad.”
“Fue hace diez años en EE.UU. ¿Pero tú ya lo sabías, no?” Él no replicó, ella siguió, “Estoy intentando averiguar si estuvo conectado con su espionaje.”
“Nikki Heat, no insultemos la inteligencia del otro. Tú ya crees que está conectado. Lo que quieres de mi es que te diga cómo.” Hizo una pausa y dijo, “honestamente, no lo sé.”
“¿Anatoly Kijé?,” dijo ella. “¿Boy-O? Por favor, no insultes mi inteligencia, ya sabes.”
“He oído rumores, eso es todo. Y si son verdad… si,” dijo, apuntando con el dedo al aire para enfatizarlo, “podría haberse vuelto en su contra de un modo muy desafortunado.”
Rook dijo, “Vamos, ¿Qué es lo que oíste?”
Anatoly se distrajo momentáneamente cuando los guardaespaldas volvieron de patrullar el perímetro y le señalaron que todo estaba en orden. Ligeramente más relajado, le dijo a Nikki, “había rumores de que tu madre se convirtió en una agente doble.”
Heat ya estaba negando con la cabeza enfáticamente. “No, ella nunca haría eso.”
“Bueno, ella no lo haría por mí, y créeme, lo intenté.” Un destello brilló en sus ojos pícaros. “Pero la gente cambia. Algunos por ideología, otros por venganza, otros son chantajeados. La mayoría, creo yo, tan sólo lo hacen por dinero. La respuesta real siempre se encuentra en el banco, en vez de en el corazón. ” Ella seguía negándolo, pero él presionó. “Has sido tú la que ha preguntado, querida. La percepción, ya sea verdad o no, sobre tu madre, dio a entender que tenía otros contactos y actividades ‘extracurriculares’.”
“Pero te estoy diciendo,” dijo Nikki, “que ella nunca habría trabajado para nadie más que para los Estados Unidos.”
“La gente no siempre se alía con otro gobierno. Hay otras entidades, ya sabes. La pasada década se convirtió en una nueva era para el espionaje.” El espectro del hosco ruso, que sin duda alguna había organizado (y probablemente hasta administrado) su lado justo de los altercados en los callejones, adoptó una expresión melancólica con la mención de esa nueva era. Ella pudo imaginarse como un espía de la vieja escuela como él, sería un inconveniente al lado de los operativos más refinados que comían sushi, practicaban yoga y hackeaban lo que necesitaban de servidores informáticos bajo tierra.
Pero sorprendentemente, Kijé sobrevivió. El lado hinchado de su cara le mostraba que había hecho frente a un incierto futuro en el orden mundial rompiendo una botella abierta de Stoli. Pero Heat estaba más interesada en la información que necesitaba. “¿A qué te refieres por otras entidades?”
“Te diría que preguntases a Nicole Bernardin. Pero no puedes, ¿no?”
“¿Qué sabes sobre Nicole Bernardin?”
“Sé que, al igual que tu madre, Nicole se involucró con gente fuera de los estrictos márgenes del alcance de su gobierno.”
Rook intervino de nuevo, “Por el bien del argumento, ¿y si su madre se había cambiado de bando?” Casi podía oír como la adrenalina crecía en las venas de Nikki, así que añadió, “o si sólo parecía que lo hacía, ¿la CIA habría actuado?”
“Seguramente no,” dijo el ruso. “Bueno, no en suelo americano.”
“¿Quién lo haría?” preguntó Heat, consciente de la posibilidad de que
podría haber sido el hombre que estaba justo enfrente suyo.
“¿Matarla?” Se encogió de hombros. “Como he dicho, los tiempos están cambiando. ¿No tendría que ser por la fuerza un gobierno, no?”
“¿Podría ser el mismo que se encargó de Tyler Wynn?” preguntó Rook.
“¿Quién sabe? De todos modos, estas operaciones son una triste lección sobre la naturaleza. Realmente nunca te puedes jubilar. Yo, por ejemplo, lo intenté una vez. Fue un desastre. Por eso tengo que quedar con la gente de este modo.” Gesticuló hacía el bosque y la noche.
“¿Incluso los viejos amigos?” preguntó Rook.
“¿Bromeas, Boy-O? Son justamente los viejos amigos los que pueden ser más letales.”
Nikki dijo, “Debes conocer algunos de los proyectos en los que trabajaba mi madre. También los de Nicole.”
Había hecho los suficientes interrogatorios como para poder decir que por el modo que sus ojos se elevaron para pensar, que él ya lo sabía y que estaba sopesando cuanto revelar a su amigo Jameson Rook y a la hija de una operativa de la CIA. Entonces, ella perdió su atención.
Kijé aguzó el oído hacia la oscuridad. También lo hicieron los guardaespaldas, tensos hacia el horizonte, como hacían los lobos cuando percibían signos de comida. O peligro. Heat y Rook también escucharon, y pronto los oyeron susurrar, “’Beptoпët’.” Rook se lo tradujo, pero para entonces, Nikki lo oyó por sí misma. Helicóptero.
Intentó volver a tener la atención de Kijé, pero el Mercedes ya estaba arrancado. “¿Cuáles son los proyectos extracurriculares de los que has hablado?” El guardaespaldas abrió la puerta trasera del coche y la mantuvo abierta para él.
El pequeño oso estrechó la mano de Rook y le dio una rápida palmadita. “Boy-O, hasta la próxima, ¿vale?” y acto seguido se inclinó hacia ella. “Nikki Heat.”
Las puertas empezaron a cerrarse en los dos Peugeots tras ellos cuando los guardaespaldas hubieron entrado. La frustración de Nikki creció como un reloj fuera de tiempo por segunda vez, justo cuando estaba tan cerca de obtener una respuesta. Corrió a ponerse al lado del coche. “Anatoly, por favor. Por lo menos dame una dirección.”
“Ya te lo he dicho. Comprueba el banco,” dijo, y se agachó para sentarse en el asiento trasero.
“Ya tengo eso. Dame algo más. ¿Por favor?”
Él se detuvo y su cabeza surgió por la puerta abierta. El ruso le dijo, “entonces piensa en qué más te he dicho. Pregúntate sobre la nueva era.” Eso fue todo lo que obtuvo.
El guardaespaldas cerró la puerta de Anatoly y se sentó en el asiento del copiloto. Los tres coches hicieron un semicírculo en torno a ellos, iluminados por la luz de la luna y rodeándolos en una neblina radiante.
Cuando empezó a desvanecerse, Nikki vio un reflejo en el suelo cerca de ellos y encontró sus teléfonos móviles, ambos con la batería sacada para deshabilitar el GPS. Cuando volvieron a poner las baterías y encendieron los móviles, el helicóptero pasó y continuó, pareciendo desinteresado y sin prisas. Nikki se detuvo a verlo volar, eclipsando la luna de París. Se dio cuenta de que por lo menos, estaba medio llena.
Nikki Heat vio la media luna de la noche siguiente subiendo tras la terminal 1 del JFK cuando ella y Rook se metieron en el asiento trasero del coche que él había llamado para que los trasladara a Manhattan. A pesar de las dudas de Nikki sobre dejar Nueva York por París, Rook había estado en lo cierto. El breve viaje había hecho avanzar los dos casos. No lo suficiente para Nikki –nunca era suficiente para Nikki– pero la incompleta y tentadora información que había obtenido llenaría espacios críticos en ambas Pizarras de Asesinato. Lo que le fastidiaba era tener que dar el siguiente paso. Por un lado, Heat sabía que necesitaba explorar lo que le dolía, pero tomó la decisión de hacerlo bien a partir de ese momento.
“Eh, papá, soy yo.” Dijo cuando Jeff Heat cogió el teléfono. Para dar un toque más alegre, añadió, “¿Qué haces en casa un sábado por la noche?”
“Revisando las malditas llamadas perdidas, así no tendré a más reporteros idiotas llamando para hacerme una entrevista.”
“Oh no. ¿Ha sido tan malo?”
“Han llamado a todas horas. Peor que los que llaman con promociones. Espera un momento.” Ella oyó el ruido de unos cubitos de hielo golpeando un vaso y se hizo la imagen mental de su padre sentado en su sillón tomándose un Cape Codder. “Incluso esa rubia tonta del ‘Ledger’ se presentó en la puerta una mañana. Se debió de colar tras uno de los residentes antes de que se cerrase la puerta. Esos idiotas no tienen ningún respeto por la privacidad.”
“Ya, todos sabemos que los reporteros son escoria.” Rook giró la cabeza hacia ella. Luego, tras una rápida reflexión, el periodista asintió con la cabeza. “Escucha, papá, ¿Vas a estas por ahí mañana? Me gustaría pasarme para hablar un poco más. He averiguado algunas cosas sobre mamá que creo que te interesa saber.” Eso, junto con pedirle que buscase la caja con fotos de Lysette Bernardin que le había dado, parecía una excusa válida para pasarse. Pero su plan real era aprovechar la ocasión para abordar el tema cara a cara. Acordaron una hora para quedar y se desearon las buenas noches. Nikki colgó, sintiéndose mal por no ser clara con él sobre cuáles eran sus intenciones reales de querer hablar con él.
Entonces se preguntó si Rook había estado en lo cierto, después de todo, sobre si se estaba convirtiendo en su madre en ese sentido.
El detective Ochoa había dejado mensajes de voz recientes provenientes de su móvil de la 20ava comisaría. “Me sorprende encontrarte en comisaría esta noche, Miguel”, dijo ella.
“Alguien tiene que tomar la responsabilidad de este caso mientras tú y
Rook bebéis vino y coméis caracoles, ¿sabes a lo que me refiero?”
“Bueno, he terminado de gandulear. Estamos de vuelta y estoy lista para sacaros de cualquier lío que hayáis montado.”
El detective Raley apareció por la extensión y dijo, “¿Me has traído algo?”
“¿Tú también estás trabajando, Sean? Sólo espero llegar lo suficientemente pronto para ver como explota la cabeza del capitán Irons cuando vea el informe del psicólogo. ”
“Eh,” dijo Raley, “de hecho, el Hombre de Hierro ha aparecido por aquí esta noche.”
“¿Irons? ¿Un fin de semana?”
Ochoa dijo, “Sí, ha venido con la detective Hinesburg hace una hora más o menos. Los dos se han encerrado en su despacho y se han puesto a escuchar algo grabado en su móvil y han salido corriendo como si tuvieran mucha prisa.”
Raley dijo, “le he dicho a Ochoa que probablemente estaban llamando a Moviefone por la película ‘Hot Tub Time Machine’,” cosa que provocó la risa de todos. Pero toda actividad de Irons, activaba la alerta en Heat, más aún si incluía a Sharon Hinesburg.
Le explicaron los avances del día. “Por fin he tenido la confirmación de las autoridades francesas sobre esa llamada que los Bernardins recibieron del misterioso Sr. Seacrest la noche del pasado domingo,” el detective Raley empezó. “Llegó a su número como una llamada internacional, pero desafortunadamente, era un teléfono desechable, así que el rastro termina ahí.”
La decepción que sintió Heat se mezcló con el alivio por que el tema de la llamada de Emile Bernardin se hubiera resuelto. Por supuesto, hubiera preferido que la llevase hasta Seacrest, pero al fin y al cabo, comprobar la credibilidad de los padres de Nicole le gustó. “¿Habéis recuperado el guante?”
“Negativo,” dijo Ochoa. “Si prometes no decirlo a nadie, tenemos un Plan B sobre eso.”
“Primero cuéntamelo y después te digo si te prometo eso o no.”
Ochoa se paró y dijo, “el detective Feller está yendo a por todas. Incluso aunque Irons lo puso a cargo de cualquier cosa que no oliese a algo que pudiera resolver el caso…”
“Incluyendo el guante,” añadió Raley.
“… Feller está llamando a colegas que le deben un favor para fisgonear un poco en el laboratorio forense para ver que puede sacar en claro sobre el destino de esa cosa.”
Raley dijo, “Ya sabes cómo es Feller. ¿Todo ese tiempo en la calle que pasó con esos polis de la Unidad de Taxis? No está dispuesto a colorear dentro de las líneas.”
“¿Así que está ignorando las órdenes directas de su comandante?”
preguntó Heat.
“Sip,” dijeron al unísono.
“Es bueno que me haya visto forzada a dejar el caso. Yo hubiera hecho algo similar.”
Cuando colgó, dijo Rook, “¿Quién está insultando a Wally Irons, y cuando puedo ir a estrecharle la mano?” Pero antes de que ella pudiera contestar, él se dio cuenta que estaban saliendo de la autopista por la salida de Van Dam. “¿Discúlpeme, conductor? ¿No vamos a coger el túnel de Midtown?”
“Está cerrado. Por las reparaciones del terremoto.”
Nikki miró por la ventana trasera pero no vio conos, ni luces intermitentes o señales portátiles naranjas de obras. “¿Está seguro?” El tráfico tras ellos seguía por la carretera y fluían rápidamente hacía el peaje que llevaba a la boca del túnel.
El conductor cruzó Van Dam y giró en U en una esquina, lo suficientemente rápido como para que se diese contra el hombro de Rook, entonces volvió a girar bruscamente en una carretera de servicio llevándolos hacia una zona industrial de talleres de chapa y almacenes.
Rook preguntó, “¿No prefiere coger la autopista de Brooklyn-Queens hacia el puente Williamsburg?”
Pero el conductor no respondió. Los seguros del coche se bajaron e hizo otro giro brusco hacia la carretera y atravesó dos grandes puertas de acero abiertas de un depósito de camiones. El conductor salió, dejándolos en el coche cuando las puertas dobles de acero rodaron tras ellos, sumiendo todo el lugar en la oscuridad. Una vez más, Heat dirigió su mano a la cadera, que encontró vacía, y se maldijo para sí misma.
“Te digo una cosa,” dijo la voz de Rook en la oscuridad. “Esta es la última vez que uso este servicio de coches.”
Un simple fluorescente parpadeó en una débil luz azul e iluminó a dos hombres trajeados que descendían por una rampa inclinada de la parte trasera de un camión de carga en medio del almacén. Andaban con calma pero con determinación, en la misma cadencia que su coche. La iluminación fantasmal sobre sus cabezas causaba que la blancura de sus camisas contrastara fuertemente con sus trajes y corbatas. Mientras se acercaban, el que vestía un traje de color marrón, sacó su identificación y la estampó contra la ventana del coche para que la vieran.
En ella se leía, “Bart Callan, Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.”
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola chicos,
Nuevo capitulo esta semana, la segunda parte del doce.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, gracias por seguir nuestra traduccion. Comentad y disfrutad.
CAPITULO DOCE-SEGUNDA PARTE
Heat y Rook se sentaron en sillas plegables en el remolque del camión, mirando cómo en la parte más profunda del remolque, dos técnicos de laboratorio enfundados en monos blancos, registraban el exterior de su equipaje con toallas que habían dispuesto en escáneres de infrarrojos portátiles. Tras comprobar electrónicamente toda la ropa, la metieron en una bolsa de pruebas de plástico. Los técnicos habías seguido el mismo procedimiento con las pastillas que habían usado para frotarse las manos y los zapatos. “No es por criticar al gobierno federal,” dijo Rook, “¿pero no se supone que debéis hacer todo eso ‘antes’ de subir al avión?”
El agente Callan se apartó del escáner y se acercó a él. Tenía la pinta de que hacía triatlones porque los maratones parecían muy fáciles. “Puede reservarse las frases ingeniosas para su próxima aparición en Anderson Cooper, Sr. Rook. Además, no hablaréis de esta reunión con nadie, ya que es clasificada. Tengo un documento para que ambos me lo firméis.” Deslizó sus manos en sus bolsillos y se mantuvo erguido sobre sus talones. El lenguaje corporal mostraba que era la persona a cargo.
Heat se giró para evaluar al compañero de Callan, que estaba sentado en un lado, observando. Había algo que no le gustó al otro agente al ver el modo en que Nikki le sonrió, ya que apartó la mirada. Ella se volvió hacia el alfa. “¿De qué va todo esto, agente Callan? He jurado hacer respetar la ley. Usted no tiene ninguna razón para detenerme.”
“Supongo que no va a llegar a hacer esa determinación, detective Heat.” Su tono era firme, no amenazador. Parecía muy seguro de sí mismo, tenía el tipo de autoridad que venía de la propia dedicación personal, no del ego. Pero claramente, también disfrutaba mostrando su autoridad. “Tengo algunas preguntas de las que quiero obtener respuestas. Ya veremos lo pronto que me doy por satisfecho y a partir de entonces podremos hablar de dejarlos ir.”
Rook no se pudo resistir. “Bien, porque quiero ir a la tienda de Apple del SoHo antes de que cierren, para ver de qué va todo eso sobre el nuevo Ipad.”
Nikki se encogió de hombros ante Callan como diciendo ‘¿Qué le vas a hacer?’ y el agente lo reconoció con un primer amago de sonrisa. Apoyó la cadera contra la mesa de metal que habían puesto como lugar de trabajo dentro del camión y cogió un informe. “Dos días en París. Eso es lo que yo llamo un torbellino.”
“Ha dicho que tenía unas cuantas preguntas,” dijo Nikki devolviéndolo al tema.
“¿Va a enfrentarme, detective?”
“Es su reunión, agente.”
Rook se frotó las palmas de las manos. “Esto es genial. Es cómo una mezcla de artes marciales y lucha libre. Incluso hasta tenemos sillas plegables.”
El enfrentamiento siguió mientras Callan la evaluaba. Por parte de Nikki, normalmente no daría muchas dificultades a un federal, pero instintivamente le parecía correcto. A parte de sentirse molesta por haber sido secuestrada, tenía un motivo protector sobre su madre, sobre todo después de haber oído el rumor de que podría haber sido una agente doble. Y francamente, había demasiadas cosas que ella no sabía. Heat se figuró que haciendo trabajar un poco al agente, quizá ganaría más de lo que tenía.
Bart Callan pasó de las técnicas de una conversación trivial a las de un matiz más específico de negocios. “Quiero que me diga a quién vio y qué hizo mientras estuvieron en París.”
“¿Por qué?” Preguntó Rook.
“Porqué lo estoy preguntando. Y se lo estoy preguntando a ella.”
Para comprobar qué podía sonsacarle a Callan, dijo, “quizá si puede reducir un poco más. ¿Hay alguien o algo en lo que esté interesado específicamente? Hemos hecho un montón de cosas en dos días.”
La conversación se convirtió en una partida de ajedrez entre dos interrogadores experimentados, y el agente Callan sabía que su juego debía estar por encima del de Heat. Intentó una nueva táctica, para ver como ella reaccionaba al verse eclipsada por una fuerza mayor. La paranoia era un instrumento primordial para sacar de juego a los interrogados. Casualmente, pasó una página del informe y leyó, “Sujeto B: ‘Yo no lo he matado. Tú lo hiciste. Tú lo mataste.’ Sujeto A: ‘¿Podrías por favor dejar de decir eso?’ Sujeto B: ‘Pero tú lo hiciste. Espero que ahora estés contenta.’” Heat luchó para hacer contacto visual con Rook porqué sabía que Callan quería que se rebotase. El agente continuó, “Sujeto B: ‘Pensé que estarías extasiada al saber que tu madre no sólo no llevaba una vida doble como te imaginabas, sino que además tampoco tenía una aventura. Y– ¿lo genial que es esto? –era una espía en la familia como Arnold en ‘Mentiras arriesgadas’. No, mejor incluso: Cindy Heat era como Julia Child en la Segunda Guerra Mundial cuando espió para el servicio secreto de inteligencia.’”
“Cómo te atreves,” dijo Heat. Se arrepintió de inmediato, pero no podía remediarlo. Introducir a su madre era un cebo y había mordido.
El agente Callan siguió, obviando la pulla. “Sujeto A: ‘Estoy de acuerdo, eso es algo.’”
“Sabía que ese taxista era repugnante,” dijo Rook. “¿Qué hizo, grabar durante todo el viaje desde el hospital?”
El agente de Seguridad Nacional sonrió y pasó otra página. Esta, de Brasserie Lipp. “Sujeto B: ‘Comprobemos la lista de tus rollos: ¿Petar? ¿Don? ¿Randar Feller?... has dicho tres. ¿Son esos?’ Sujeto A: ‘Rook, ¿en serio me estás preguntando mi número?’” Callan ojeó unas cuantas páginas más y echó una mirada a Rook y a Heat. “¿En serio creéis que es todo lo que tenemos?”
Para entonces Heat ya se había calmado y distanciado de sus asuntos personales para poder mantenerse con los pies en el suelo. “Bueno, entonces si ya tienes todo lo que precisas, no nos necesitas a nosotros.”
“Quiero saber todas vuestras reuniones. ¿Qué estabais haciendo en Vincennes Forest ayer por la noche?”
“Así que, no tienes todo lo que aparentas tener,” dijo ella.
“Estoy esperando vuestra cooperación. Llevamos el mismo uniforme, detective.”
“Si estuviéramos en el mismo equipo, me darías algo. Como por ejemplo, ¿qué estaba haciendo Nicole Bernardin antes de que la mataran y para quién estaba trabajando?”
“No voy a entrar en ese juego,” dijo Callan.
“¿Quién la quería muerta?”
“Déjelo, Heat.”
“¿Quién es Seacrest?”
“Soy yo quién hace las preguntas.” Usó su voz autoritaria, pero su cara lo dijo todo cuando Heat pronunció el nombre. Un pequeño estremecimiento que incrementó su atención.
“¿Eres tú Seacrest?”
“Este perro no va a ladrar más.”
“Entonces hablaremos hasta que lo haga,” dijo Heat. Este era el golpe más duro de béisbol, pero con las bases con las que estaba jugando, Nikki podría lograr llegar hasta el final. El agente pareció descubrir su táctica y se dirigió a Rook.
“Le preguntaré a usted. ¿A quién vieron y de qué discutieron?”
“Esos son asuntos privados. Puedo pedir la protección de mis derechos como periodista bajo la Constitución de los Estados Unidos.”
Él se volvió de nuevo a Heat. “Así que, para que conste, ¿se niegan a cooperar con una investigación oficial de seguridad nacional?”
“Por supuesto que cooperaría con una investigación oficial,” dijo ella. “Pero una investigación oficial y de buena fe, se me ofrecería por la puerta principal, no mediante el secuestro y la intimidación. ¿Es esto oficial? Lo único que veo es un almacén alquilado y a dos cowboys en un camión con un equipo científico. Si esto es oficial, agente Callan, acuda a los canales habituales de la Central de la Policía y soy toda suya. De lo contrario, somos sólo usted, yo y unas sillas plegables.”
El agente Callan cerró el expediente y tapeó su muslo con sus dedos mientras se mordía el interior de las mejillas. Miró a su compañero, que tan sólo asintió. “Muy bien,” dijo. “Podéis iros.” Pero mientras recogían su equipaje, añadió, “Oh, y Rook. Puede reclamar protección bajo la Constitución, pero déjeme avisarle, considerando que ambos la están violando, podría encontrar que esa protección brille por su ausencia.”
Decidieron cenar en casa esa noche. Heat quería trabajar y ambos anhelaban los famosos carbonara de Rook. Mientras Nikki extendía sus notas por la mesa del comedor de su loft, Rook empezó a cortar y rebanar al otro lado del mostrador. “¿Me haces un favor?” preguntó. “Ten cuidado donde pisas. Mi pequeña estatua con forma de perro, Scotty, que suele estar en la mesa al lado del sofá, ha sufrido un percance durante el terremoto. Está DEA –Desaparecido En Combate.”
“Oh, pobre Scotty… ya vigilaré.” Se inclinó y miró por la zona sin encontrarla, acabó en la cocina. “Mm, el beicon huele genial. ¿Cuándo estará?”
“Cuando hierva el agua. Y por favor, no mires esa olla.”
Demasiado tarde. Ella ya estaba levantando la tapa. “Parece un montón de agua.”
“En Food Network, Alton Brown recomienda especialmente cocinar la pasta con al menos un galón.” Él le cogió la tapa y la volvió a poner. “¿Por qué no rallo el parmesano mientras tú te relajas y encuentras a un asesino? ¿Hay trato?”
Mientras él cocinaba, el ruido de su rotulador en la pizarra blanca, que habían apodado como La Pizarra de Asesinatos del Sur, se mezclaba con los cortes del cuchillo de cocina. “Pregunta de concurso, Rook. ¿Qué hemos aprendido de nuestro secuestro por parte de Seguridad Nacional?”
“¿Quieres decir, además de ese trayecto en coche lleno de peligros? Hemos aprendido que estamos metidos en algo. De otro modo, no llamaríamos ese tipo de atención.”
“Incluyendo grabar nuestras conversaciones y seguirnos por París. Has reconocido al compañero de Callan, ¿no?”
Él estaba perplejo, pero intentó taparlo. “Eh, claro. Él… no tengo ni idea.”
“Despierta, Rook. Era ese tipo con el traje azul que estaba fuera del café el otro día actuando como si estuviera matando el tiempo liándose un cigarrillo. ¿Viste como desvió mi mirada anoche cuando lo miré?”
“Ah… claro que sí,” mintió.
“Seguridad Nacional está nerviosa por algo. Y viendo todas sus acciones, nuestro interrogatorio me dice que sea lo que sea, aún no lo han resuelto.”
“No estás bromeando. Cada pregunta que nos hizo nos indica que no saben nada. ¿Y viste su cara cuando mencionaste a Seacrest? ¿Y qué pasa con las muestras que nos tomaron?” Él miró a través del vapor que subía de la olla para ver cómo ella hacía un círculo en “¿muestras de Seguridad Nacional?” en la pizarra. “¿Están operando bajo el nivel 1 de Defensa de Estado?”
“No lo sé, pero propongo seguir con lo que estamos haciendo porque parece funcionar.”
Puso los espaguetis en el agua burbujeante y la dirigió una sonrisa de satisfacción. “¿Te refieres a algo como ir a Boston y París?”
“Sí,” dijo Nikki. “Esas fueron dos grandes ideas que tuviste, ¿no?”
“Espléndidas,” dijo Rook, “espléndidas.”
Los calcetines de Jeff Heat iban a juego, cosa que complació a su hija, que aún no estaba preparada para presenciar el declive de su padre. Quizá el hecho de haberle avisado la noche anterior le había dado la oportunidad de prepararse mejor para la visita. Pero cuando se sentó en su sofá en Scarsdale esa mañana, mirando la caja de las fotos viejas, ella notó que a pesar de sus pantalones planchados directamente en la tintorería, el jersey color pastel, y el afeitado, su padre se veía mucho más mayor de lo que era.
Cada vez que se paraba en una fotografía, Nikki le preguntaba, “¿Reconoces a alguien?” pero él lo negaba sin dudarlo, antes de arrojarla en la pila de descartadas. No le tomó mucho tiempo a Nikki entender qué estaba pasando. Jeff Heat no estaba reconociendo a ninguno de los contemporáneos de su madre; solo se paraba para contemplar las imágenes de la mujer de la que se había enamorado. El divorcio había hecho que Nikki pasase por alto la posibilidad de que él pudiera disfrutar con esas fotos. Pero, ¿por qué no? No eran sólo parte de su vida, sino que quizá pertenecían a la mejor etapa de él. Hizo nota mental para escanear unas cuantas fotos y hacerle un álbum con ellas.
“Aquí hay uno que reconozco, es Eugene Summers. Ahora es el mayordomo de ese estúpido programa de televisión,” dijo, cogiendo un puñado de fotos de su madre, Tyler Wynn, y un joven que ahora, décadas más tarde, tenía su propio hit televisivo en un reality en el que se representaba a sí mismo como el sirviente del joven vago de la semana.
“Creo que incluso tomé yo esa foto.”
“Me encanta ese programa. ¿Conoces a Eugene Summers?” preguntó Rook.
“No realmente. Sólo lo vi una vez en Londres. Me gustó el tipo al principio, hasta que empezó a corregirme en cada cosa que hacía. Incluso tomó el pañuelo de la solapa de mi chaqueta y lo volvió a doblar. ¿Puedes creerlo?”
“Guau,” dijo Rook, ganándose una mirada fulminante de Nikki.
“¿Por qué estabais en Londres, papá?”
“Por tu madre, ¿quién si no? Cindy tuvo allí un trabajo como tutora durante el verano del 76. Vaya un año para estar allí, la peor ola de calor en décadas. Y también la peor sequía. Y qué locura estar en Inglaterra durante el bicentenario de cuando les pateamos su real culo.” Puso la fotografía de Eugene Summers en el descarte.
Nikki, que había visto la foto pero que no la había conectado con Summers, la puso aparte como recordatorio para contactar con la estrella del reality. “¿Te acuerdas a quién estaba tutorizando?”
Su padre rió. “Y tanto. Era el hijo de un gran millonario que producía cerveza. Buena cerveza, también, Durdles’ Finest. Eso es lo que recuerdo.” Se humedeció los labios, cosa que entristeció a Nikki. “El mayor exportador de Irlanda. No me extraña que el hijo de puta se hiciese rico, si no consigues vender cerveza en Irlanda durante una ola de calor, déjalo.”
Su atención remitió al llegar al final de la caja, que lo hizo sin volver a reconocer a nadie, exceptuando las múltiples tomas de Nicole Bernardin. “Lo siento, no puedo ayudar mucho más,” dijo.
Nikki volvió a guardar las fotografías, tomándose su tiempo para ser cuidadosa con ellas, pero en verdad, para posponer las cosas. Había una asignatura complicada a la que se aproximarían pronto. Pero antes, tenía una pregunta. “La gente con la que he hablado me ha preguntado si mamá tenía algo que intentase esconder.”
“Su otra vida,” dijo con burla. “Si estaba espiando para la CIA tal como dices, genial. Pero me sigue chirriando. Y, además, sólo porque estaba espiando no significa que estuviera teniendo una aventura con ese…,” gesticuló hacia la caja a la que Nikki justo acababa de poner la tapa, “agente elegante, Wynn. Quizá él era la atracción.” Nikki no tenía nada que comentar sobre eso y consideró que lo mejor era asentir y dejar que él se arreglase con su enfado. Las novedades sobre la CIA no habían sido el mejor tema para exponer, como ella había esperado. Parte de lo que él decía, tenía que admitir que tenía razón. Espiar y tener una aventura no tenían porque ser exclusivas. Para su alivio –y quizá, lo que quería pensar– Nikki no había pensando en cuestionarlo tal como él había hecho. Quizá porque tenían diferentes objetivos. Ella buscaba la absolución de Cindy Heat; él quería enfortecer la injusticia que había sufrido.
Rook había intentado mantenerse a un lado, pero habló para ayudar a volver al tema. “Nikki, ¿No hablaban más bien de que escondía algo físico, material?”
“Eso es. ¿Papá? ¿Alguna vez viste a mamá intentando esconder un objeto o encontraste algo que no tuviera sentido?”
“¿Cómo qué?”
“No estoy segura. Podría ser una llave, una cinta de video, planos, un sobre. El hecho es, que no lo sé. ¿Pero alguna vez encontraste algo que te hiciera pensar, qué diantres es esto?”
Ella lo oyó apretar los dientes, y sus ojos le mostraron la misma mirada abatida que había visto cuando él admitió que había contratado a un detective privado para que siguiera a su mujer. Su padre se excusó y volvió de su dormitorio tras cinco largo minutos abriendo y cerrando armarios. “Esto que encontré es lo que me hizo contratar a Joe Flynn.”
Rook dijo, “Joe Flynn. ¿Era tu detective privado?”
Jeff Heat asintió y le entregó a Nikki una pequeña caja envuelta. Tan pronto la cogió, experimentó el golpeteó en su pecho que sentía siempre que un caso muerto tenía posibilidades. Rook estaba impaciente, también. Él se inclinó sobre su asiento y alzó la cabeza cuando ella deshizo el lazo. “Es una pulsera,” dijo cuando se la puso en su palma. Rook se levantó y se puso al lado del padre de ella para verla mejor. Era simple, no parecía muy cara. Una cadena de oro plateado con dos cuentas en ella: los números uno y nueve. “¿De quién es?” preguntó ella.
“Nunca lo supe.”
“¿Mamá no te lo dijo?”
“Yo, ah, nunca le dije que la tenía. Estaba demasiado avergonzado. Y ella nunca preguntó sobre ello, así que cuando el detective dijo que las cosas estaban claras sobre el tema de la aventura, decidí no tentar al diablo, ¿sabes?”
“Claro, lo entiendo,” Heat giró los números para inspeccionarlos, pero no encontró nada inusual. “¿Te importa si me la guardo?”
“Quédatela.” Y luego agitó la mano hacía ella como si fuera una escoba.
“Quítalo de mi vista,” Nikki estudió a su padre y ya no vio su edad, sino un montón de secretos. Entonces se preguntó cómo se vería la cara de su madre si estuviera viva.
“Ah, escucha una cosa más antes de que nos vayamos.” Nikki se adentró en el tema delicado con un toque sutil, intentando ignorar lo mucho que su duplicidad la hacía sentir como hija de su madre. Pero esa difícil pregunta tenía que ser preguntada, especialmente después que el ruso lo hubiese remarcado tanto la noche en Bois des Vicennes. “Tienes registros de todas tus cuentas bancarias, ¿verdad?”
“Así es…” A pesar de que su fondo financiero la hacía sentir como un ratero, la respuesta de Jeff Heat tenía un timbre de incertidumbre que iba más allá de su pregunta. Recordándose a sí misma que la información que buscaba era para lavar los rumores sobre su madre por ser una agente doble, Heat presionó con el yunque que tenía que dejar caer.
“¿Hay alguna posibilidad de que los pueda ver?”
“¿Puedo preguntar por qué?” Ella detectó algo más que desconfianza en él. Era más bien cómo lo que había visto tan a menudo en los interrogatorios de los sospechosos: miedo a ser descubierto. Pero él no era un sospechoso, era su padre. Nikki no quería presionarlo, sólo quería información. Así que fue directa al tema.
“Quiero saber si mamá tenía cuentas que estuvieran separadas de las tuyas. Secretas, o algo así.” Heat levantó el envoltorio con la pulsera. “Una cuenta de la que no supieras nada hasta que la encontraste.”
El silencio que siguió se rompió por el timbre del teléfono del lado de la mesa de su padre. Nikki pudo ver las letras que aparecieron en el fondo naranja, en el identificador de llamadas se leía, “NYLedger.” Su padre también lo vio, y esperó los 4 tonos sin contestar. Para cuando el teléfono hubo saltado al buzón de voz, él había llegado a una decisión y dijo, “es como esa maldita pulsera. Le pregunté acerca de eso. Le pregunté qué por qué necesitaba una cuenta separada y ella decía que para tener algo de dinero e independencia. Eso es lo primero que hizo que mis instintos me dijeran que quizás había otro hombre.” El modo en el que la miró rompió el corazón a Nikki. “¿De verdad necesitas esto?”
Ella asintió con gravedad. “Quizá me ayude a encontrar a su asesino,” dijo, esperando que eso fuera lo más significativo de esa cuenta secreta.
El se dio un tiempo para pensar y silenciosamente desapareció de nuevo de la habitación, esta vez para ir al segundo dormitorio. Rook le dirigió a Nikki una sonrisa afirmativa para hacerla sentirse mejor. Cuando su padre volvió unos momentos más tarde, llevaba una carpeta de acordeón con una cinta elástica alrededor. Sin embargo, no se dirigió a Nikki. Se paró en la puerta principal y esperó. Los dos fueron hacía él y su padre le dio el archivo.
“Gracias,” dijo ella.
“Dime una cosa, Nikki,” habló con una voz vacía y baja. “¿Qué te hace diferente a ese otro policía que vino a faltarme el respeto?” Alargó el brazo hacia el teléfono con la luz intermitente de un mensaje. “¿O de estos reporteros?”
Sus ojos empezaron a arder. Ella le dijo la verdad, y lo decía en serio. “La diferencia está en que yo estoy intentando ayudar.”
Eso no lo confortó. Su padre dijo, “Creo que debería ser una buena idea para ti dejarme un poco de espacio por un tiempo.” Entonces su padre se retiró al recibidor para que ellos pudieran salir.
Normalmente, el viaje de vuelta habría sido en su Crown Victoria, pero desde que estaba suspendida del caso, tuvieron que coger un coche que Rook había alquilado. Así es como él acabó siendo el afortunado que tuvo que aguantar la caravana del domingo de todos aquellos que volvían a Manhattan después del fin de semana. Se había preparado para tener un viaje silencioso y taciturno, pero Heat estaba inmersa por completo en su modo de trabajo. Rook consideró la bofetada emocional que Nikki acababa de recibir por parte de su padre y, reflejando su muro emocional, estuvo asombrado de su capacidad de aferrarse al lado positivo de ello, aunque fuera sólo temporalmente.
Desde el asiento del copiloto, Nikki ojeó rápidamente el archivo bancario, echando un vistazo a la poca cantidad de papeleo y los estados mensuales de la cuenta, “esto está incompleto,” dijo. “Mi madre sólo llevaba un balance de unos pocos cientos de dólares, con la actividad justa para mantener la cuenta activa, pero las actualizaciones se acaban de golpe sin ningún signo de que la cuenta se cerrase.”
“¿Cuándo es la última actualización?”
“Octubre de 1999. Un mes antes de que la mataran.” Sacó su teléfono y miró por la agenda hasta que dio con Carter Damon. Mientras escuchaba como sonaba su teléfono, se preguntó si el detective líder del caso de su madre estaría tan enfadado como para no hablar con ella después de su último encuentro. “Detective Damon,” empezó cuando saltó el contestador, usando su rango formal para tener más esperanzas, “soy Nikki Heat. Espero que no le esté molestando en su fin de semana, pero querría hacerle una pregunta sobre el viejo caso y desafiar a su memoria con una cuenta bancaria.” Dejó su número de teléfono y colgó.
Por puro placer culpable y para cimentar su regreso a los Estados Unidos, giraron y se dirigieron al local favorito de Rook, llamado Mudville9 para tomar un almuerzo temprano a base de alitas y Prohibition Ale. Escogieron una mesa cerca de la televisión que estaba emitiendo las noticias locales, así se podían poner al día con el progreso de la limpieza del terremoto, que, según el texto bajo el oficial con casco, decía que estaba completo al 95%, con un coste de varios millones. Rook hundió una patata frita en su salsa extra Buffalo Wow y empezó a preguntar a Nikki como se vería con un casco de obra. “No es por la seguridad, como piensas, sino que es una elección fashion.” Pero de repente ella se había concentrado tanto en lo que mostraba la pantalla que tuvo que girarse para ver que había captado su atención.
Un llamativo titular encabezó la parte superior de la pantalla: ÚLTIMA HORA: LA POLICÍA ARRESTA AL ASESINO DEL CASO DE ASESINATO CONGELADO.
Nuevo capitulo esta semana, la segunda parte del doce.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre, gracias por seguir nuestra traduccion. Comentad y disfrutad.
CAPITULO DOCE-SEGUNDA PARTE
Heat y Rook se sentaron en sillas plegables en el remolque del camión, mirando cómo en la parte más profunda del remolque, dos técnicos de laboratorio enfundados en monos blancos, registraban el exterior de su equipaje con toallas que habían dispuesto en escáneres de infrarrojos portátiles. Tras comprobar electrónicamente toda la ropa, la metieron en una bolsa de pruebas de plástico. Los técnicos habías seguido el mismo procedimiento con las pastillas que habían usado para frotarse las manos y los zapatos. “No es por criticar al gobierno federal,” dijo Rook, “¿pero no se supone que debéis hacer todo eso ‘antes’ de subir al avión?”
El agente Callan se apartó del escáner y se acercó a él. Tenía la pinta de que hacía triatlones porque los maratones parecían muy fáciles. “Puede reservarse las frases ingeniosas para su próxima aparición en Anderson Cooper, Sr. Rook. Además, no hablaréis de esta reunión con nadie, ya que es clasificada. Tengo un documento para que ambos me lo firméis.” Deslizó sus manos en sus bolsillos y se mantuvo erguido sobre sus talones. El lenguaje corporal mostraba que era la persona a cargo.
Heat se giró para evaluar al compañero de Callan, que estaba sentado en un lado, observando. Había algo que no le gustó al otro agente al ver el modo en que Nikki le sonrió, ya que apartó la mirada. Ella se volvió hacia el alfa. “¿De qué va todo esto, agente Callan? He jurado hacer respetar la ley. Usted no tiene ninguna razón para detenerme.”
“Supongo que no va a llegar a hacer esa determinación, detective Heat.” Su tono era firme, no amenazador. Parecía muy seguro de sí mismo, tenía el tipo de autoridad que venía de la propia dedicación personal, no del ego. Pero claramente, también disfrutaba mostrando su autoridad. “Tengo algunas preguntas de las que quiero obtener respuestas. Ya veremos lo pronto que me doy por satisfecho y a partir de entonces podremos hablar de dejarlos ir.”
Rook no se pudo resistir. “Bien, porque quiero ir a la tienda de Apple del SoHo antes de que cierren, para ver de qué va todo eso sobre el nuevo Ipad.”
Nikki se encogió de hombros ante Callan como diciendo ‘¿Qué le vas a hacer?’ y el agente lo reconoció con un primer amago de sonrisa. Apoyó la cadera contra la mesa de metal que habían puesto como lugar de trabajo dentro del camión y cogió un informe. “Dos días en París. Eso es lo que yo llamo un torbellino.”
“Ha dicho que tenía unas cuantas preguntas,” dijo Nikki devolviéndolo al tema.
“¿Va a enfrentarme, detective?”
“Es su reunión, agente.”
Rook se frotó las palmas de las manos. “Esto es genial. Es cómo una mezcla de artes marciales y lucha libre. Incluso hasta tenemos sillas plegables.”
El enfrentamiento siguió mientras Callan la evaluaba. Por parte de Nikki, normalmente no daría muchas dificultades a un federal, pero instintivamente le parecía correcto. A parte de sentirse molesta por haber sido secuestrada, tenía un motivo protector sobre su madre, sobre todo después de haber oído el rumor de que podría haber sido una agente doble. Y francamente, había demasiadas cosas que ella no sabía. Heat se figuró que haciendo trabajar un poco al agente, quizá ganaría más de lo que tenía.
Bart Callan pasó de las técnicas de una conversación trivial a las de un matiz más específico de negocios. “Quiero que me diga a quién vio y qué hizo mientras estuvieron en París.”
“¿Por qué?” Preguntó Rook.
“Porqué lo estoy preguntando. Y se lo estoy preguntando a ella.”
Para comprobar qué podía sonsacarle a Callan, dijo, “quizá si puede reducir un poco más. ¿Hay alguien o algo en lo que esté interesado específicamente? Hemos hecho un montón de cosas en dos días.”
La conversación se convirtió en una partida de ajedrez entre dos interrogadores experimentados, y el agente Callan sabía que su juego debía estar por encima del de Heat. Intentó una nueva táctica, para ver como ella reaccionaba al verse eclipsada por una fuerza mayor. La paranoia era un instrumento primordial para sacar de juego a los interrogados. Casualmente, pasó una página del informe y leyó, “Sujeto B: ‘Yo no lo he matado. Tú lo hiciste. Tú lo mataste.’ Sujeto A: ‘¿Podrías por favor dejar de decir eso?’ Sujeto B: ‘Pero tú lo hiciste. Espero que ahora estés contenta.’” Heat luchó para hacer contacto visual con Rook porqué sabía que Callan quería que se rebotase. El agente continuó, “Sujeto B: ‘Pensé que estarías extasiada al saber que tu madre no sólo no llevaba una vida doble como te imaginabas, sino que además tampoco tenía una aventura. Y– ¿lo genial que es esto? –era una espía en la familia como Arnold en ‘Mentiras arriesgadas’. No, mejor incluso: Cindy Heat era como Julia Child en la Segunda Guerra Mundial cuando espió para el servicio secreto de inteligencia.’”
“Cómo te atreves,” dijo Heat. Se arrepintió de inmediato, pero no podía remediarlo. Introducir a su madre era un cebo y había mordido.
El agente Callan siguió, obviando la pulla. “Sujeto A: ‘Estoy de acuerdo, eso es algo.’”
“Sabía que ese taxista era repugnante,” dijo Rook. “¿Qué hizo, grabar durante todo el viaje desde el hospital?”
El agente de Seguridad Nacional sonrió y pasó otra página. Esta, de Brasserie Lipp. “Sujeto B: ‘Comprobemos la lista de tus rollos: ¿Petar? ¿Don? ¿Randar Feller?... has dicho tres. ¿Son esos?’ Sujeto A: ‘Rook, ¿en serio me estás preguntando mi número?’” Callan ojeó unas cuantas páginas más y echó una mirada a Rook y a Heat. “¿En serio creéis que es todo lo que tenemos?”
Para entonces Heat ya se había calmado y distanciado de sus asuntos personales para poder mantenerse con los pies en el suelo. “Bueno, entonces si ya tienes todo lo que precisas, no nos necesitas a nosotros.”
“Quiero saber todas vuestras reuniones. ¿Qué estabais haciendo en Vincennes Forest ayer por la noche?”
“Así que, no tienes todo lo que aparentas tener,” dijo ella.
“Estoy esperando vuestra cooperación. Llevamos el mismo uniforme, detective.”
“Si estuviéramos en el mismo equipo, me darías algo. Como por ejemplo, ¿qué estaba haciendo Nicole Bernardin antes de que la mataran y para quién estaba trabajando?”
“No voy a entrar en ese juego,” dijo Callan.
“¿Quién la quería muerta?”
“Déjelo, Heat.”
“¿Quién es Seacrest?”
“Soy yo quién hace las preguntas.” Usó su voz autoritaria, pero su cara lo dijo todo cuando Heat pronunció el nombre. Un pequeño estremecimiento que incrementó su atención.
“¿Eres tú Seacrest?”
“Este perro no va a ladrar más.”
“Entonces hablaremos hasta que lo haga,” dijo Heat. Este era el golpe más duro de béisbol, pero con las bases con las que estaba jugando, Nikki podría lograr llegar hasta el final. El agente pareció descubrir su táctica y se dirigió a Rook.
“Le preguntaré a usted. ¿A quién vieron y de qué discutieron?”
“Esos son asuntos privados. Puedo pedir la protección de mis derechos como periodista bajo la Constitución de los Estados Unidos.”
Él se volvió de nuevo a Heat. “Así que, para que conste, ¿se niegan a cooperar con una investigación oficial de seguridad nacional?”
“Por supuesto que cooperaría con una investigación oficial,” dijo ella. “Pero una investigación oficial y de buena fe, se me ofrecería por la puerta principal, no mediante el secuestro y la intimidación. ¿Es esto oficial? Lo único que veo es un almacén alquilado y a dos cowboys en un camión con un equipo científico. Si esto es oficial, agente Callan, acuda a los canales habituales de la Central de la Policía y soy toda suya. De lo contrario, somos sólo usted, yo y unas sillas plegables.”
El agente Callan cerró el expediente y tapeó su muslo con sus dedos mientras se mordía el interior de las mejillas. Miró a su compañero, que tan sólo asintió. “Muy bien,” dijo. “Podéis iros.” Pero mientras recogían su equipaje, añadió, “Oh, y Rook. Puede reclamar protección bajo la Constitución, pero déjeme avisarle, considerando que ambos la están violando, podría encontrar que esa protección brille por su ausencia.”
Decidieron cenar en casa esa noche. Heat quería trabajar y ambos anhelaban los famosos carbonara de Rook. Mientras Nikki extendía sus notas por la mesa del comedor de su loft, Rook empezó a cortar y rebanar al otro lado del mostrador. “¿Me haces un favor?” preguntó. “Ten cuidado donde pisas. Mi pequeña estatua con forma de perro, Scotty, que suele estar en la mesa al lado del sofá, ha sufrido un percance durante el terremoto. Está DEA –Desaparecido En Combate.”
“Oh, pobre Scotty… ya vigilaré.” Se inclinó y miró por la zona sin encontrarla, acabó en la cocina. “Mm, el beicon huele genial. ¿Cuándo estará?”
“Cuando hierva el agua. Y por favor, no mires esa olla.”
Demasiado tarde. Ella ya estaba levantando la tapa. “Parece un montón de agua.”
“En Food Network, Alton Brown recomienda especialmente cocinar la pasta con al menos un galón.” Él le cogió la tapa y la volvió a poner. “¿Por qué no rallo el parmesano mientras tú te relajas y encuentras a un asesino? ¿Hay trato?”
Mientras él cocinaba, el ruido de su rotulador en la pizarra blanca, que habían apodado como La Pizarra de Asesinatos del Sur, se mezclaba con los cortes del cuchillo de cocina. “Pregunta de concurso, Rook. ¿Qué hemos aprendido de nuestro secuestro por parte de Seguridad Nacional?”
“¿Quieres decir, además de ese trayecto en coche lleno de peligros? Hemos aprendido que estamos metidos en algo. De otro modo, no llamaríamos ese tipo de atención.”
“Incluyendo grabar nuestras conversaciones y seguirnos por París. Has reconocido al compañero de Callan, ¿no?”
Él estaba perplejo, pero intentó taparlo. “Eh, claro. Él… no tengo ni idea.”
“Despierta, Rook. Era ese tipo con el traje azul que estaba fuera del café el otro día actuando como si estuviera matando el tiempo liándose un cigarrillo. ¿Viste como desvió mi mirada anoche cuando lo miré?”
“Ah… claro que sí,” mintió.
“Seguridad Nacional está nerviosa por algo. Y viendo todas sus acciones, nuestro interrogatorio me dice que sea lo que sea, aún no lo han resuelto.”
“No estás bromeando. Cada pregunta que nos hizo nos indica que no saben nada. ¿Y viste su cara cuando mencionaste a Seacrest? ¿Y qué pasa con las muestras que nos tomaron?” Él miró a través del vapor que subía de la olla para ver cómo ella hacía un círculo en “¿muestras de Seguridad Nacional?” en la pizarra. “¿Están operando bajo el nivel 1 de Defensa de Estado?”
“No lo sé, pero propongo seguir con lo que estamos haciendo porque parece funcionar.”
Puso los espaguetis en el agua burbujeante y la dirigió una sonrisa de satisfacción. “¿Te refieres a algo como ir a Boston y París?”
“Sí,” dijo Nikki. “Esas fueron dos grandes ideas que tuviste, ¿no?”
“Espléndidas,” dijo Rook, “espléndidas.”
Los calcetines de Jeff Heat iban a juego, cosa que complació a su hija, que aún no estaba preparada para presenciar el declive de su padre. Quizá el hecho de haberle avisado la noche anterior le había dado la oportunidad de prepararse mejor para la visita. Pero cuando se sentó en su sofá en Scarsdale esa mañana, mirando la caja de las fotos viejas, ella notó que a pesar de sus pantalones planchados directamente en la tintorería, el jersey color pastel, y el afeitado, su padre se veía mucho más mayor de lo que era.
Cada vez que se paraba en una fotografía, Nikki le preguntaba, “¿Reconoces a alguien?” pero él lo negaba sin dudarlo, antes de arrojarla en la pila de descartadas. No le tomó mucho tiempo a Nikki entender qué estaba pasando. Jeff Heat no estaba reconociendo a ninguno de los contemporáneos de su madre; solo se paraba para contemplar las imágenes de la mujer de la que se había enamorado. El divorcio había hecho que Nikki pasase por alto la posibilidad de que él pudiera disfrutar con esas fotos. Pero, ¿por qué no? No eran sólo parte de su vida, sino que quizá pertenecían a la mejor etapa de él. Hizo nota mental para escanear unas cuantas fotos y hacerle un álbum con ellas.
“Aquí hay uno que reconozco, es Eugene Summers. Ahora es el mayordomo de ese estúpido programa de televisión,” dijo, cogiendo un puñado de fotos de su madre, Tyler Wynn, y un joven que ahora, décadas más tarde, tenía su propio hit televisivo en un reality en el que se representaba a sí mismo como el sirviente del joven vago de la semana.
“Creo que incluso tomé yo esa foto.”
“Me encanta ese programa. ¿Conoces a Eugene Summers?” preguntó Rook.
“No realmente. Sólo lo vi una vez en Londres. Me gustó el tipo al principio, hasta que empezó a corregirme en cada cosa que hacía. Incluso tomó el pañuelo de la solapa de mi chaqueta y lo volvió a doblar. ¿Puedes creerlo?”
“Guau,” dijo Rook, ganándose una mirada fulminante de Nikki.
“¿Por qué estabais en Londres, papá?”
“Por tu madre, ¿quién si no? Cindy tuvo allí un trabajo como tutora durante el verano del 76. Vaya un año para estar allí, la peor ola de calor en décadas. Y también la peor sequía. Y qué locura estar en Inglaterra durante el bicentenario de cuando les pateamos su real culo.” Puso la fotografía de Eugene Summers en el descarte.
Nikki, que había visto la foto pero que no la había conectado con Summers, la puso aparte como recordatorio para contactar con la estrella del reality. “¿Te acuerdas a quién estaba tutorizando?”
Su padre rió. “Y tanto. Era el hijo de un gran millonario que producía cerveza. Buena cerveza, también, Durdles’ Finest. Eso es lo que recuerdo.” Se humedeció los labios, cosa que entristeció a Nikki. “El mayor exportador de Irlanda. No me extraña que el hijo de puta se hiciese rico, si no consigues vender cerveza en Irlanda durante una ola de calor, déjalo.”
Su atención remitió al llegar al final de la caja, que lo hizo sin volver a reconocer a nadie, exceptuando las múltiples tomas de Nicole Bernardin. “Lo siento, no puedo ayudar mucho más,” dijo.
Nikki volvió a guardar las fotografías, tomándose su tiempo para ser cuidadosa con ellas, pero en verdad, para posponer las cosas. Había una asignatura complicada a la que se aproximarían pronto. Pero antes, tenía una pregunta. “La gente con la que he hablado me ha preguntado si mamá tenía algo que intentase esconder.”
“Su otra vida,” dijo con burla. “Si estaba espiando para la CIA tal como dices, genial. Pero me sigue chirriando. Y, además, sólo porque estaba espiando no significa que estuviera teniendo una aventura con ese…,” gesticuló hacia la caja a la que Nikki justo acababa de poner la tapa, “agente elegante, Wynn. Quizá él era la atracción.” Nikki no tenía nada que comentar sobre eso y consideró que lo mejor era asentir y dejar que él se arreglase con su enfado. Las novedades sobre la CIA no habían sido el mejor tema para exponer, como ella había esperado. Parte de lo que él decía, tenía que admitir que tenía razón. Espiar y tener una aventura no tenían porque ser exclusivas. Para su alivio –y quizá, lo que quería pensar– Nikki no había pensando en cuestionarlo tal como él había hecho. Quizá porque tenían diferentes objetivos. Ella buscaba la absolución de Cindy Heat; él quería enfortecer la injusticia que había sufrido.
Rook había intentado mantenerse a un lado, pero habló para ayudar a volver al tema. “Nikki, ¿No hablaban más bien de que escondía algo físico, material?”
“Eso es. ¿Papá? ¿Alguna vez viste a mamá intentando esconder un objeto o encontraste algo que no tuviera sentido?”
“¿Cómo qué?”
“No estoy segura. Podría ser una llave, una cinta de video, planos, un sobre. El hecho es, que no lo sé. ¿Pero alguna vez encontraste algo que te hiciera pensar, qué diantres es esto?”
Ella lo oyó apretar los dientes, y sus ojos le mostraron la misma mirada abatida que había visto cuando él admitió que había contratado a un detective privado para que siguiera a su mujer. Su padre se excusó y volvió de su dormitorio tras cinco largo minutos abriendo y cerrando armarios. “Esto que encontré es lo que me hizo contratar a Joe Flynn.”
Rook dijo, “Joe Flynn. ¿Era tu detective privado?”
Jeff Heat asintió y le entregó a Nikki una pequeña caja envuelta. Tan pronto la cogió, experimentó el golpeteó en su pecho que sentía siempre que un caso muerto tenía posibilidades. Rook estaba impaciente, también. Él se inclinó sobre su asiento y alzó la cabeza cuando ella deshizo el lazo. “Es una pulsera,” dijo cuando se la puso en su palma. Rook se levantó y se puso al lado del padre de ella para verla mejor. Era simple, no parecía muy cara. Una cadena de oro plateado con dos cuentas en ella: los números uno y nueve. “¿De quién es?” preguntó ella.
“Nunca lo supe.”
“¿Mamá no te lo dijo?”
“Yo, ah, nunca le dije que la tenía. Estaba demasiado avergonzado. Y ella nunca preguntó sobre ello, así que cuando el detective dijo que las cosas estaban claras sobre el tema de la aventura, decidí no tentar al diablo, ¿sabes?”
“Claro, lo entiendo,” Heat giró los números para inspeccionarlos, pero no encontró nada inusual. “¿Te importa si me la guardo?”
“Quédatela.” Y luego agitó la mano hacía ella como si fuera una escoba.
“Quítalo de mi vista,” Nikki estudió a su padre y ya no vio su edad, sino un montón de secretos. Entonces se preguntó cómo se vería la cara de su madre si estuviera viva.
“Ah, escucha una cosa más antes de que nos vayamos.” Nikki se adentró en el tema delicado con un toque sutil, intentando ignorar lo mucho que su duplicidad la hacía sentir como hija de su madre. Pero esa difícil pregunta tenía que ser preguntada, especialmente después que el ruso lo hubiese remarcado tanto la noche en Bois des Vicennes. “Tienes registros de todas tus cuentas bancarias, ¿verdad?”
“Así es…” A pesar de que su fondo financiero la hacía sentir como un ratero, la respuesta de Jeff Heat tenía un timbre de incertidumbre que iba más allá de su pregunta. Recordándose a sí misma que la información que buscaba era para lavar los rumores sobre su madre por ser una agente doble, Heat presionó con el yunque que tenía que dejar caer.
“¿Hay alguna posibilidad de que los pueda ver?”
“¿Puedo preguntar por qué?” Ella detectó algo más que desconfianza en él. Era más bien cómo lo que había visto tan a menudo en los interrogatorios de los sospechosos: miedo a ser descubierto. Pero él no era un sospechoso, era su padre. Nikki no quería presionarlo, sólo quería información. Así que fue directa al tema.
“Quiero saber si mamá tenía cuentas que estuvieran separadas de las tuyas. Secretas, o algo así.” Heat levantó el envoltorio con la pulsera. “Una cuenta de la que no supieras nada hasta que la encontraste.”
El silencio que siguió se rompió por el timbre del teléfono del lado de la mesa de su padre. Nikki pudo ver las letras que aparecieron en el fondo naranja, en el identificador de llamadas se leía, “NYLedger.” Su padre también lo vio, y esperó los 4 tonos sin contestar. Para cuando el teléfono hubo saltado al buzón de voz, él había llegado a una decisión y dijo, “es como esa maldita pulsera. Le pregunté acerca de eso. Le pregunté qué por qué necesitaba una cuenta separada y ella decía que para tener algo de dinero e independencia. Eso es lo primero que hizo que mis instintos me dijeran que quizás había otro hombre.” El modo en el que la miró rompió el corazón a Nikki. “¿De verdad necesitas esto?”
Ella asintió con gravedad. “Quizá me ayude a encontrar a su asesino,” dijo, esperando que eso fuera lo más significativo de esa cuenta secreta.
El se dio un tiempo para pensar y silenciosamente desapareció de nuevo de la habitación, esta vez para ir al segundo dormitorio. Rook le dirigió a Nikki una sonrisa afirmativa para hacerla sentirse mejor. Cuando su padre volvió unos momentos más tarde, llevaba una carpeta de acordeón con una cinta elástica alrededor. Sin embargo, no se dirigió a Nikki. Se paró en la puerta principal y esperó. Los dos fueron hacía él y su padre le dio el archivo.
“Gracias,” dijo ella.
“Dime una cosa, Nikki,” habló con una voz vacía y baja. “¿Qué te hace diferente a ese otro policía que vino a faltarme el respeto?” Alargó el brazo hacia el teléfono con la luz intermitente de un mensaje. “¿O de estos reporteros?”
Sus ojos empezaron a arder. Ella le dijo la verdad, y lo decía en serio. “La diferencia está en que yo estoy intentando ayudar.”
Eso no lo confortó. Su padre dijo, “Creo que debería ser una buena idea para ti dejarme un poco de espacio por un tiempo.” Entonces su padre se retiró al recibidor para que ellos pudieran salir.
Normalmente, el viaje de vuelta habría sido en su Crown Victoria, pero desde que estaba suspendida del caso, tuvieron que coger un coche que Rook había alquilado. Así es como él acabó siendo el afortunado que tuvo que aguantar la caravana del domingo de todos aquellos que volvían a Manhattan después del fin de semana. Se había preparado para tener un viaje silencioso y taciturno, pero Heat estaba inmersa por completo en su modo de trabajo. Rook consideró la bofetada emocional que Nikki acababa de recibir por parte de su padre y, reflejando su muro emocional, estuvo asombrado de su capacidad de aferrarse al lado positivo de ello, aunque fuera sólo temporalmente.
Desde el asiento del copiloto, Nikki ojeó rápidamente el archivo bancario, echando un vistazo a la poca cantidad de papeleo y los estados mensuales de la cuenta, “esto está incompleto,” dijo. “Mi madre sólo llevaba un balance de unos pocos cientos de dólares, con la actividad justa para mantener la cuenta activa, pero las actualizaciones se acaban de golpe sin ningún signo de que la cuenta se cerrase.”
“¿Cuándo es la última actualización?”
“Octubre de 1999. Un mes antes de que la mataran.” Sacó su teléfono y miró por la agenda hasta que dio con Carter Damon. Mientras escuchaba como sonaba su teléfono, se preguntó si el detective líder del caso de su madre estaría tan enfadado como para no hablar con ella después de su último encuentro. “Detective Damon,” empezó cuando saltó el contestador, usando su rango formal para tener más esperanzas, “soy Nikki Heat. Espero que no le esté molestando en su fin de semana, pero querría hacerle una pregunta sobre el viejo caso y desafiar a su memoria con una cuenta bancaria.” Dejó su número de teléfono y colgó.
Por puro placer culpable y para cimentar su regreso a los Estados Unidos, giraron y se dirigieron al local favorito de Rook, llamado Mudville9 para tomar un almuerzo temprano a base de alitas y Prohibition Ale. Escogieron una mesa cerca de la televisión que estaba emitiendo las noticias locales, así se podían poner al día con el progreso de la limpieza del terremoto, que, según el texto bajo el oficial con casco, decía que estaba completo al 95%, con un coste de varios millones. Rook hundió una patata frita en su salsa extra Buffalo Wow y empezó a preguntar a Nikki como se vería con un casco de obra. “No es por la seguridad, como piensas, sino que es una elección fashion.” Pero de repente ella se había concentrado tanto en lo que mostraba la pantalla que tuvo que girarse para ver que había captado su atención.
Un llamativo titular encabezó la parte superior de la pantalla: ÚLTIMA HORA: LA POLICÍA ARRESTA AL ASESINO DEL CASO DE ASESINATO CONGELADO.
lastral- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 10/04/2011
Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Cuando va a subir el otro capitulo.
nert- Escritor novato
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 17/12/2012
Edad : 35
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Parece que Lastral tiene algún problema, en cuanto lo resuelva lo subira. Yo creo que como muy tarde mañana domingo, aunque esperemos que pueda ser hoy mismo.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
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