Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Hola chicos, nuevo capitulo.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett.
Muchas gracias por vuestros comentarios y por seguirnos. Como siempre, comentad y disfrutad de los ultimos capitulo de esta intrigante historia.
CAPITULO DIECIOCHO
En un raro y descarado movimiento táctico para evitar a Irons, Nikki Heat pasó de volver a la comisaría después de completar el registro del apartamento de Salena Kaye esa tarde. La última vez que ella había llamado, el Detective Feller le dijo que el capitán estaba en su caja de cristal subrayando los CompStats pero que regularmente había revisado la oficina para comprobar su escritorio. Lo que sea que él quisiera, tendría que esperar. Nikki tenía una cita con la caja de recuerdos.
Después de confirmar que la Orden de Búsqueda y Captura había salido para Salena Kaye y satisfecha porque Malcolm y Reynolds tenía a los Forenses examinando la furgoneta de Carter Damon, tomó sus reclamadas fotos y se marchó hacia Tribeca para encontrarse con Rook en su loft.
Él se había ido de allí una hora antes, para acudir a una cita con un cerrajero, y cuando Heat llegó, Rook le entregó una llave brillante de latón para su nueva cerradura. “Me gustaría pensar que una nueva marca la diferencia,” le dijo, “pero de la manera en que las cosas han ido, probablemente también valdría dejar la puerta completamente abierta y pegar un post-it en el que ponga donde encontrar las cosas valiosas.”
“Una cosa buena,” respondió ella. “Ahora que sabemos que fue Salena, no necesitamos preocuparnos porque los Forenses no encuentren ninguna huella.”
“Quizás ellos no consiguieron ninguna huella, pero encontraron mi pequeño perro Scotty bajo el sofá.”
“Ya, Forenses.”
“Debió de haberse quedado atascado en la mesa y rodar debajo cuando Salena planeó esto.” Él sostuvo una pequeña caja negra con un alambre colgado de este.
“¿Un micrófono? Por lo que ella no solo tuvo acceso a nuestra Pizarra de Asesinatos y a robar estas fotos, ¿ella plantó un micrófono?”
“Ahora estoy todo paranoico sobre las cosas que pueda haber dicho.” Y después añadió con una maliciosa mirada, “durante el masaje, quiero decir.”
“Te he oído en tus éxtasis, Rook. Yo también estaría paranoica.” Después Heat se instaló en la mesa del comedor, abriendo la tapa de la caja de recuerdos y estudiando detenidamente las fotos.
La primera pasada a través de las fotos consistió en escrutar las joyas. Si ese brazalete con el uno y el nueve mantenían algún significado, la primera pista sería ver si su madre, Nicole, o alguien más, lo llevaba o alguno similar. Pero después de escrutar cada foto, no habían visto brazaletes similares o joyas de marca inusual.
Lo siguiente a lo que ella se dedicó fue a la organización de las fotos en pilas separadas. Cuando Rook no pudo detectar un patrón en sus pilas, dijo, “perdóname si violo tu marca de fábrica registrada, pero ¿Qué estás haciendo? ¿Buscando un calcetín desparejado?”
“No, de hecho estoy buscando lo contrario de eso. Estoy jugando con varias secuencias y configuraciones para ver que coincide en lugar de lo que no. Simplemente dejando a los instintos dictaminar las pilas. Por ejemplo, estas están resultando ser un puñado de poses con tutores de las familias. Haré de estas un pack.”
“Lo pillo,” dijo él. “Y estas son… ¿Qué, solo fotografías de tu madre y un piano en varias casas?”
“Cierto, ya lo tienes.” Nikki continuó clasificando y situando, creando categorías de fotografías incluyendo poses con Tyler Wynn y su madre. El Tío Tyler con Nicole, Tyler con otros grupos, y después la última pila de residuos –constituyendo todas las fotografías de miembros de la Red de Niñeras en estas cómicas y disparatadas poses, gesticulando como modelos de anuncio.
Rook fue hacia el mostrador para echar algo de agua caliente en dos filtros de Melitta de la carne asada francesa, dejándola que dispersara esa última pila por toda la mesa. Ella se encontró sacando estas más por el sentimiento que por la razón. ¿Qué le estaban diciendo estas fotografías?
Ella intentó reordenarlas por la fecha estampada en la parte de atrás. La secuencia no le dijo nada. Hizo otro orden por la geografía. Empezó con esa agrupación por un tiempo y no encontró nada de interés. Después Heat intentó algo incómodo para ella: dejó ir el instinto de Policía y volvió a algo más primario.
Ella dejó que Nikki, la investigadora experimentada, pensara como Nikki, la niña pequeña. Y cuando lo hizo, pensó en como su madre solía hacerla reír dando la nota con estas mismas poses de modelos del Precio Justo en casa. O para mayor mortificación de Nikki, en el pasillo del supermercado o en Macy’s. Ella lo llamaba “estilización”, y la pequeña Nikki se reía con una risa sofocada o gemía con vergüenza dependiendo de donde estuviera su madre. Los lugares más divertidos eran en casa, a salvo de los ojos de compañeros de clase –o cualquiera, para que importara. Cynthia extendía sus brazos y delicadas muñecas enfrente del horno. Después ella abría la puerta para “estilizar” el interior. Y después hacía lo mismo en el frigorífico, abriendo el congelador y “estilizando” una cabeza de lechuga.
“Estilización,” su madre había dicho, “es lo que tú haces cuando no es de buena educación señalar.”
Una nueva idea se activó por ese viejo recuerdo que comenzó en Heat. Ella miró en una foto, después en otra. Seguro, esto podría haber sido algunos chistes o bromas internas dentro de la red; la versión temprana de cómo la gente en nuestros días manda mensajes con el teléfono de comida con la forma de presidentes, o fuerza perspectivas de ellos mismos fingiendo sostener El Arco Gateway o acunando la señal de Hollywood en la palma de su mano.
“¿Pero y si eso no era una broma?”
“¿Y si su madre y Nicole Bernardin y Eugene Summers y sus otros amigos no solo estaban haciendo el tonto sino que estaban haciendo algo más? ¿Y si ellos estaban usando lo que aparentaba ser una broma juvenil como tapadera para algo más serio?”
Si “estilización” era lo que uno hacia cuando era de mala educación señalar, ¿y si ellos estaban señalando a algo?
Ella llamó a Rook por encima de la organización de la mesa para comprobar su idea. “mira esto conmigo,” dijo, después de conectar la primera fotografía. “Compruébalo. Aquí esta nuestro mayordomo, Eugene, enfrente de La Rueda de Riesenrad Ferris en Viena en 1977. Está sosteniendo una cámara con una mano para tomar por sí mismo la fotografía, y con la otra, esta “estilizando” hacia esa cabina de folletos turísticos.” Ella fue a la siguiente. “Aquí está una joven Nicole en 1980 en Niza. Ella está fuera de un mercado de flores, pero mira, está señalando a una cabina de servicio cerca de la entrada. E incluso en esta…” Ella cogió la foto de Cynthia en París –la misma que Nikki había usado para su recreación para ponerse en los pasos de su madre. “En esta, Mama esta “estilizando” hacia ese puesto de vendedor de libros de madera. Ves, ¿aquella que esta sobre uno de los lados de la plaza cerca del Sena?” Colocó la foto en la mesa con cuidado. “Creo que eso son señales.”
“Oye,” dijo Rook. “Definitivamente creo que estás sobre algo, pero yo soy el de papel de aluminio, ¿recuerdas? ¿Cómo descubrimos que lo que hemos encontrado es cierto?”
“Sé cómo.” Heat abrió su cuaderno y paso páginas hasta que encontró el número de teléfono que ella quería.
Eugene Summers le dio una fría bienvenida, obviamente todavía albergaba sentimientos por el desaire que sintió de Rook en la comida. Pero el mayordomo era, al final, un hombre de modales. Él tomó un descanso en la grabación de Gentlemen Prefer Bongs en Bel Air para encontrar un lugar privado para contestar a su pregunta. Ni siquiera jugó al juego de que -si. “Descifraste el código, por lo que yo probablemente también te lo diga. Especialmente desde que es un protocolo muerto de todas formas. Estas absolutamente en lo cierto. Nosotros adoptamos esas modélicas poses como nuestro pequeño lenguaje secreto de la Red de Niñeras. De hecho, fue tu madre quien vino con la idea de la estilización. Ella decía, ‘Estilización es lo que tú haces-‘ ”
“cuando no es de buena educación señalar,” dijo Nikki, doblándole. Y después ella preguntó, “dime una cosa más. ¿A qué estabais señalando?” Heat creía que había descifrado también eso, pero necesitaba oírselo decir a él, y sin incitación.
“¿Recuerdas lo que te dije sobre las cajas de escondite? Nosotros usábamos esas fotos para mostrarnos secretamente los unos a los otros las localizaciones de nuestros diferentes lugares de escondrijo.”
Sintiendo una ola de regocijo empezando a elevándose en ella, le dio las gracias a Summers y colgó justo cuando Rook volvía a unirse a ella volviendo de su oficina. Él entró dentro de la gran sala blandiendo la lupa gigante de su escritorio que había sido descalificada de esa función para convertirse en un pisapapeles. “Sabía que ese impulso de comprarla sería muy útil algún día.” Él la sujetó sobre una de las fotos de Nicole Bernardin.
“Yo ya he visto esto,” dijo Heat. “Se tomó en algún lugar de aquí, en Nueva York, ¿verdad?”
“echa una mirada más de cerca y mira donde.”
Nikki se inclinó y miró a través de la lente. Rook se trasladó fuera de la imagen de Nicole y se dirigió hacia el fondo. Cuando Heat vio la señal ampliada en la que se centraba detrás de Nicole, disparó sus ojos hacia él y dijo, “vamos.”
Cuando Heat y Rook llegaron al Upper West Side, ambos sintieron la inmersión en una repetición de su momento fotográfico en la Catedral de Notre Dame cuando Nikki puso un pie en la marca de latón del Punto Cero y él había enmarcado la foto. Solo que esta no era una recreación sentimental de la pose de su madre. Ellos estaban volviendo a escenificar una hecha por Nicole para conocer su mensaje y, con optimismo, encontrar un asesino.
“Nosotros queremos estar en algún lugar en los alrededores de aquí,” dijo Nikki, haciendo círculos en la acera cerca de la esquina. Usando la vieja foto como referencia, Heat se movió cerca de la cabina de teléfono. “¿Es esta?” Rook se paró unos pasos en la lejanía, mirando a la imagen de ella en su pantalla de iPhone. Él dispersó los dedos de su mano izquierda, señalándola a desplazarse unos cuantos centímetros hacia un lado, y ella lo hizo.
“Hecho,” dijo él. Después Nikki se giró y, detrás de ella, vio la pequeña señal verde que Rook había ampliado en la parte de atrás de la foto de Nicole: “W 91st ST.”
“Bien, por lo que nosotros tenemos la inscripción en el reverso del brazalete,” dijo Rook. “Es un nueve y un uno, no un uno y un nueve. Pero ¿A qué supones que Mademoiselle Bernardin estaba señalando?”
Nikki estudió la foto de nuevo y golpeó la modélica pose de Nicole Bernardin. “Esto es aquí, esto es a lo que ella está indicando.” La estilización de Nikki indicaba una reja de metro, sobre el área de superficie de una mesa de café, empotrada en el hormigón.
“¿Por qué ella estaría señalando allí?” preguntó Rook. “Es solo una rejilla de ventilación.” El suelo retumbó, y una ráfaga de aire les golpeó en la cara a través de esta mientras un metro pasaba por debajo y continuaba hacia delante. Rook dijo, “¡Hijo de- Lo sé!” Se inclinó sobre esta e intentó mirar a través de la reja. “No es la rejilla, Nikki, es por lo que hay debajo de ella. Oh, esto esta frío.” Su cara se elevó. “Esto esta increíblemente helado.”
“Rook. Cállate y háblame.”
“Hay una estación de metro abandonada justo debajo. Santa mierda, hice un artículo sobre ello para el Gotham Eye cuando era autónomo después de la escuela de primaria. Hace quince años la ciudad cerró la estación cuando la extensión de la nueva plataforma en la Ninety-sixth Street se extendía todo el camino hacia la Ninety-third y hacia esta parada obsoleta. Simplemente sellaron esta estación y dejaron que se oxidara. Si miras por fuera de la ventana del tren Uno, todavía puedes ver la vieja máquina de tickets y puertas cuando pasas por allí. Parece fantasmal, todo congelado en el tiempo. De hecho, Las Autoridades Metropolitanas de Transporte de los viejos tiempos todavía la llaman la Estación Fantasma.” Rook se paró mientras otro metro pasaba veloz por debajo de ellos, haciendo temblar el suelo. “Estación Fantasma. No un mal sitio para esconder algo como una caja de escondite, si me preguntas.”
En lugar de burlarse de él por otra rápida teoría alocada, Nikki recordó los resultados forenses de Nicole que informaban de una mugre consistente, con un ambiente de ferrocarril en la suela de sus zapatos y en las rodillas de sus pantalones. Por lo que en vez de pellizcar a Rook, preguntó. “¿Cómo conseguimos bajar ahí?”
“Supérame. Recuerdo a mi guía de relaciones públicas de las autoridades de tránsito diciendo que cuando ellos desmantelaron la entrada en la acera, sellaron las escaleras con losas de hormigón. Supongo que ellos también instalaron estos respiraderos.”
Nikki se puso sobre una rodilla e intentó empujar la reja para que se abriese. “No se abrirá.” Después se puso de pie, miro alrededor, y señaló al centro dividido en medio de Broadway. “Hay otra reja por allí, detrás de esa valla, ¿ves?” Heat caminó por fuera de la acera sin comprobar el tráfico. Una bocina sonó, Rook la agarró y la apartó de vuelta justo a tiempo; casi la golpeó un taxi de gitanos.
“¿Estás bien?” le preguntó.
“Bien. Estuvo cerca, gracias.”
“No, quiero decir ¿estás bien-bien?” Él la estudió y ella supo a lo que se refería. No era como que ella fuera temeraria. No estaba en su naturaleza dejar que la impaciencia la dominara.
Ella se apartó. “Todo bien, estoy bien, hemos encontrado el camino, usémoslo.” No le esperó sino que corrió hacia la mediana que dividía el flujo de coches que iban a la parte alta y los que iban a la parte baja en Broadway. Cuando Rook la alcanzó, ella le dejó entre los arbustos de hoja perenne y tulipanes en la verja de hierro forjado que rodeaba la reja, la cual era mucho más grande que la de la acera.
Rook sujetó la verja con ambas manos e intentó levantar esa reja. Esta tampoco cedió. Otro tren pasó por debajo, incluso más ruidoso que el anterior, y levantó más aire hacia ellos. “Esta debe de estar justo por encima de los raíles que funcionan.” Se giró hacia ella y dijo, “aquel de la acera estará justo por encima de la estación.” Pero Nikki ya iba de camino hacia esta, sorteando el tráfico.
Cuando se volvió a juntar con ella, Heat tenía ambas rodillas en la acera y su cabeza hacia abajo, mirando a través de un agujero en la reja. “Vamos. Hay la suficiente luz de la farola para que salgan las estrellas.” Ella se apartó para darle espacio.
Él cerró un ojo para centrarse y espió las deterioradas escaleras de hormigón llenas de colillas de cigarrillos, pajitas de plástico, y la variedad de colores de chicles que había caído a través de la reja con el paso de los años. “Esto es, bien.” Después él revisó la reja. “No habría estas bisagras si no hubiese sido diseñada para abrirse. Mira. Aquí está como se cierra.” Señaló a un agujero en la pared, del tamaño de un cuadrado, con un perno de cabeza hexagonal enroscado en este.
“Lo tengo.” Ella presionó sus dedos dentro del agujero e intentó girarlo. “Este mocoso esta apretado. Si solo pudiera desatornillar este perno, podríamos entrar.”
“Estas bromeando,” dijo él, “¿Estás seriamente pensando en reventar esta cosa para abrirla y bajar allí esta noche?”
“Maldición, pues claro que si.”
“Me gusta como piensas. Pero ¿no podemos llamar a las Autoridades Metropolitanas de Transporte o a Parques y Entretenimiento y ver si podemos contar con ellos para abrirla?”
“¿Después del horario de oficina?” Ella sacudió la cabeza. “Además, por mi estimación, después de conseguir despejar a toda la burocracia y firmados todos los seguros de renuncia, nosotros estaríamos haciendo el descenso usando andadores.” Y después ella añadió, “¿Y desde cuando tú te has convertido en un pensador precavido?”
“Quizás porque me estás asustando. Parece que puedas usar una cadena de estrangulación esta noche.”
“Estoy cansada de esperar. Diez años, Rook. Y ahora siento como que estoy así de cerca.” Ella intentó aflojar la cabeza del perno de nuevo con la punta de sus dedos desnudos, sabiendo que era inútil. “No quiero que esto se escabulla.”
Rook sintió el fuego en ella y dijo, “vamos a necesitar una herramienta para sacar eso.”
“Ese es el Rook que conozco.”
Él estudió el área como si milagrosamente fuera a encontrar algo para improvisar, lo cual habría sido justo eso, un milagro. Nikki señaló a través de Broadway y dijo, “Oh, hombre, hablando sobre una cruel ironía.” Señaló una cerrajería a unos treinta metros con las luces apagadas. “El lugar cerrado con llave durante toda la noche.”
“Podríamos llamarlos.” Cuando Rook leyó su impaciencia, dijo, “no, nosotros no vamos a entrar por la fuerza allí. Quizás no siempre sepa donde trazar la línea, pero el robo se siente como un buen lugar para empezar.”
Ella golpeó en la reja con su pie. “Si Nicole consiguió bajar, o ella tenía una llave o conocía otra forma de entrar.”
“Lo que necesitamos es una llave hexagonal para girar ese perno. O, si no gira, uno de esos cortadores rotativos de mano para quitar la cabeza,” dijo Rook. “”Esos tíos en ¿Quién da más? los usan todo el tiempo. Ellos pasan a través de candados como mantequilla.”
“¿Hay una ferretería abierta a esta hora?”
“No, pero sé la siguiente mejor opción. ¿Recuerdas a JJ?” dijo, refiriéndose al edificio de una columnista de cotilleos cuyo asesinato habían resuelto.
“¿JJ, como el JJ de Cassidy Towne?”
“Esta solo bajando en la Seventy-eighth. El hombre tiene todo tipo de herramientas.”
Incluso aunque eso significara esperar media hora, Heat estuvo de acuerdo en que el mejor plan era que Rook bajara hasta JJ’s. Ella se quedaría allí y sondearía el área para buscar puntos alternativos de entrada. Cuando él consiguió un taxi, le dijo, “se siente como que estamos llegando a algún sitio, ¿no?” Ella solo se encogió de hombros y vio al taxi alejarse. Nikki antes había llegado tantas veces a algún sitio, solo para después no haber llegado a ninguna parte.
Pero esto se sentía diferente. No solo el reciente aumento de pistas, sino algo más.
La detective Heat –la precavida, moderada, desconfiada de las prisas- se sentía propulsada hacia delante como si una alguna mano invisible, la empujara. Había habido destellos de esa sensación antes en este caso. Como cuando ella tiró la escotilla en ese suelo de la sala de estar en Bayside. O persiguiendo al asesino de Don en unas escaleras expuestas sin refuerzos. O apuntarse a una noche de reunión bajo el High Line. Sentimientos sin protección como estos eran extraños para ella y era normalmente inquietantes –lo suficientemente perturbadores como para bajar la guardia.
¿Qué era diferente? Se preguntó. ¿Estaba sufriendo un pobre juicio del DEPT (Desorden de Estrés Post-Traumático), después de todo? ¿O estaba empezando a ver sus preciosos compartimentos sentimentales como obstáculos en lugar de aliados y estaban clavándose más en sus tripas? ¿O ciertamente había alguna fuerza invisible empujándola?
¿O ella estaba claramente obsesionada con este caso?
Sea por lo que fuere, girando en círculos y zigs zags por Broadway esa noche, literalmente buscando una entrada al pasado, Nikki tenía un sentido de buscador, y la precaución había perdido su voz. Razón por la cual, cuando descendió las escaleras del metro hacia la estación de la 96th Street y se encontró completamente sola en esta, anduvo por el andén hacia el sur tan rápido como pudo, para ver como de cerca quedaba la estación abandonada en la Ninety-first. Nikki se agarró a la barandilla de acero inoxidable y la usó para asomarse sobre las vías y mirar dentro del túnel. Estaba oscuro, excepto por las dos luces rojas de precaución luciendo a su espalda. No podía ver la Estación Fantasma, pero su andén estaba probablemente solo a bloque y medio de distancia desde donde ella se encontraba. Escuchó, no oyendo retumbar, preguntándose si podría conseguirlo a pie antes de que el tren llegase.
Y entonces, Nikki dejó de preguntárselo y saltó.
Se mantuvo en el centro de los dos raíles, dejando amplio margen al tercer raíl en el lado derecho, que alimentaba los trenes con seiscientos voltios mortales. La luz ambiental de la estación detrás de ella se desvanecía con cada zancada que la alejaba de allí, y pronto Nikki se encontró en una total oscuridad. Alejada de la plataforma de la estación, había menos basura y menos botellas rotas a su paso, pero ella todavía necesitaba ver algo. Especialmente para tener cuidado con la base irregular y los inesperados obstáculos que la pudieran hacer tropezar. Este no era un lugar para caerse, o peor, romperse un tobillo o que un pie se le atascara. La sola idea la hizo estremecerse. La razón la decía que lo dejara y volviera; ir a través de los canales y conseguir que las Autoridades Metropolitanas de Transporte organizaran una parada especial y la llevaran a la estación a la mañana siguiente. Pero para Nikki, la mañana siguiente parecía muy lejana. Sacó su teléfono y encendió la aplicación de linterna. Se sonrió para sí misma porque casi podía oír a Rook con su sarcasmo, “¿Espeleología de metro? Hay una aplicación para eso.” Rook. Debería llamarlo y hacerle saber donde estaba, pero tendría que esperar hasta que ella llegara allí, si no había ninguna señal bajo tierra.
Su teléfono emanaba una luz bastante decente para poder continuar, pero tan pronto como la encendió, oyó voces detrás de ella en el andén. Rápidamente la apagó y se presionó contra el muro del túnel y escuchó, esperando que algún buen intencionado samaritano no intentara arriesgar su vida intentando salvarla.
Nikki sintió una brisa de aire en su cuello y se estiró hacia arriba para ver si había una reja de ventilación sobre su cabeza, pero no la había. Después se dio cuenta de que el movimiento en su cuello no era aire sino piel. Pasó la mano y sintió a la rata llenar su palma entera mientras se la quitaba. Cuando cayó al suelo, no pudo verla, pero pudo oírla pasar casi rozándola. Ella entonces se alejo del muro, y volvió a encender la aplicación de la linterna, apresurándose hacia 91st.
Moviéndose tan rápido como se atrevía, Nikki saltó charcos y caminó por las vías, las cuales parecían ser más altas porque la cama de mugre entre raíles en esa sección estaba empezando a ser más profunda. Divisó una débil luz a lo lejos, pensando que probablemente se estaba acercando a la Estación Fantasma y esta, quizás, tenía algunas bombillas de servicio. Pero para su alarma, notó que la luz se volvía rápidamente más brillante y el suelo empezaba a temblar ligeramente. Después un faro perforó la oscuridad en el túnel delante suyo e hizo que las tapas de raíl brillaran mientras estas hacían dos líneas gemelas justo delante de ella. Nikki estaba en el peor sitio: entre andenes con un tren acercándose.
Se preparo para saltar del tercer raíl al eje de la vía, pero justo mientras lo pensaba, un expreso proveniente del centro de la ciudad, paso a lo largo de esta, cerrando su vía de escape. Nikki no sabía como de lejos estaba el andén que buscaba, pero detrás de ella se apreciaba un largo camino, por lo que empezó a correr hacía el tren que se aproximaba, saltando vigas como en un camino de obstáculos en el campo de entrenamiento de la Liga Nacional de Fútbol. El faro se hacía más grande y más punzante. El bajo y distante temblor se convirtió en un ruido atronador. El aire, desplazándose hacia delante por el movimiento del tren, soplaba en su cara.
El faro también iluminó la Estación Fantasma a la que ella se acercaba por
su izquierda. Pero ¿estaba lo suficientemente cerca para ganarle al metro que se aproximaba?
Mientras ella estaba distraída calculando su distancia al andén, el pie de su zapato se enganchó bajo una viga que ella había calculado mal y Nikki empezó a caer hacia delante. Se preguntó si la depresión del suelo bajo las vías era lo suficientemente profunda como para dejar que el metro pasase por encima de ella si caía.
Nikki nunca lo supo. Se enderezó. Jadeando, se puso a dar tumbos por el borde del andén, pero era demasiado alto para saltarlo, y el tren estaba a pocos segundos en la lejanía. Su ardiente faro hizo el día en el túnel. En ese momento fue cuando Nikki vio la escalera de metal de servicio empotrada en el muro. Se lanzó hacia ella y agarro la barandilla.
Heat rodó sobre el suelo del andén mientras el Uptown One pasaba, levantando un remolino de viento y el estrepito más ensordecedor que ella había experimentado en todos sus años en Nueva York. Pero era afortunada de estar viva para escucharlo.
El tren siguió adelante, y el aire y ruido rápidamente se acalló a su paso. Dos bloques más lejos, sus frenos chirriaron mientras entraba en la estación que ella acababa de dejar. Nikki se dio la vuelta y se sentó para recobrar la respiración del golpe tan atroz que se había dado en la rótula al trepar por la escalera. Cuando la comprobó con los dedos, no sintió que estuviese rota, sin embargo la punzada de dolor le dijo que algo de piel si había perdido. Usó la luz de su teléfono para buscar sangre en sus pantalones pero no vio ninguna, solo una mancha de mugre de ferrocarril en la rodilla, idéntica a la de Nicole Bernardin.
Heat se levantó sobre sus pies, pasó su luz a través de la Estación Fantasma y vio un estudio de contrastes. Por un lado, diseño y equipamiento de la primera parte del siglo pasado, dejándola como si fuera el día en que la estación había sido sellada; una taquilla; una máquina para sellar los tickets después de entrar; por encima de su cabeza accesorios para bombillas individuales en lugar de tubos de fluorescentes; una fila de conchas en el techo; una barandilla vistosamente labrada descendiendo por las escaleras desde la entrada de la acera tapada; una puerta de hierro desplazada que el agente de la estación levantaba para que los pasajeros saliesen de los trenes; y un panel de terracota con el “91” en relieve en este, puesto en el muro para designar la estación. Pero el romance del tiempo pasado había sido contrarrestado por su deshonor.
Casi cada metro de superficie de la estación, llevaba un abrigo de grafiti: los azulejos del muro; las barandillas; los pilares. Latas de soda, botellas de vino y de cerveza rotas llenaban el suelo, amontonadas en las esquinas, ó descansando al lado de una nevera de plástico en la descomposición de las escaleras de hormigón. Las puertas de ambos baños habían sido rotas y quitadas. Nikki no se aventuro ni siquiera en uno pero podía ver y oler las violaciones dentro de las maltratadas y etiquetadas casetas.
Esta era la obra de Mole People, asumió. The Moles son la gente de una leyenda urbana en el subsuelo de Nueva York, la cual dice que son tribus de subculturas inadaptadas que se han organizado para gobernar estos túneles. En realidad, ellos solo eran artistas de etiqueta haciendo sus marcas, o sin techo que sobreviven en la húmeda oscuridad. Había habido un programa de televisión del tipo dramático llamado ‘Beauty and the Beast’ que Nikki había visto cuando estaba en el colegio. Iba sobre un hombre león viviendo por estos lugares, pero ella nunca había visto al elegante y urbano Vincent con un bote de spray y una botella de vino.
Un ruido detrás de ella la hizo girarse y apagar su luz. Mientras sus ojos se ajustaban a la apagada luz de la calle que se filtraba a través de las rejas que ella y Rook habían investigado, Nikki pensó que debió haber oído la aproximación de otro metro. Este se dirigía hacia la parte baja de la ciudad en el lado opuesto del túnel. Esperó hasta que paso, antes de encender su móvil de nuevo. No quería arriesgarse a ser vista e informada. Tenía trabajo que hacer.
Nikki empezó como en la vieja escuela, justo como la estación. Buscó huellas de pisadas. Una capa gruesa de hollín y polvo cubría todo allí, y si Nicole Bernardin en efecto había estado allí antes de ser asesinada, Heat podría encontrarlas. Se puso en cuclillas y sostuvo la luz cerca del suelo.
Lentamente, pacientemente, barrió las vigas justo unos centímetros sobre estas, alerta para alguna perturbación o aspecto revelador que probablemente la llevara al lugar del escondite. El problema era que tantos Moles habían usado el andén que las huellas eran numerosas. Hizo una pasada más, esta vez andando por el suelo de la estación en un escalón, viendo si alguna pequeña y femenina huella emergía, pero ninguna lo hizo.
Lo siguiente que hizo fue buscar la máquina de los tickets, lo cual solo tardo segundos. Hacía tiempo que había sido destrozada y destruida. Como ella había esperado, ambos baños no presentaban sitios de escondite cuando los examinó. La máquina de refrigerados en las escaleras estaba vacía, como lo estaba el interior de la trituradora de billetes, cuyas puertas habían sido forzadas y dejadas en el suelo. Incluso inspeccionó la parte inferior de la reja de la acera, en caso de que fuera, literalmente, donde Nicole había estado estilizando. No estaba.
Incapaz de aceptar la derrota, Nikki ignoró su frustración y pensó. De nuevo se puso en los zapatos de su madre, preguntándose a ella misma, ¿si ella hubiese sido Cynthia Heat, y hubiese sido dirigida para encontrar el escondrijo, Nicole esperaría a buscar huellas en el polvo?
No.
¿Entonces qué? ¿Cómo Nicole la dejaría saber exactamente dónde mirar?
Dándola una pista.
Y ella la tenía –el brazalete con los números grabados.
Nikki miro al nueve y al uno incrustado en el muro.
¿Podría ser?
Estaba demasiado alto para poder alcanzarlo, por lo que Nikki inspeccionó el lugar buscando algo para alzarse. Volvió a subir las escaleras, y descendió con la máquina de refrigerados, y la puso en el suelo para usarla como taburete.
El teléfono de Nikki vibró en su mano, sobresaltándola. La identificación decía que era Rook. Maldición, ella olvidó llamar a Rook. Pulsó aceptar y dijo, “oye, ¿Adivina qué? Conseguí bajar aquí, y-“ Su oreja se lleno con el sonido de una llamada perdida. Intentó volver a marcarle pero la franja de recepción se desvaneció y consiguió una visualización de “Sin señal”.
Cuidadosamente, balanceándose en el refrigerador, Heat extendió la mano y la pasó por los bordes ostentosamente desplazados de la placa frontal del “91”. Se sentía suelta.
Se movió.
Nikki puso su teléfono en el suelo, dirigiendo la luz para iluminar el muro, y volvió a subirse al refrigerador, estirándose para que las yemas de los dedos de cada mano estuvieran a cada lado de la placa frontal. Sus brazos le dolían por la incomodidad de su posición, pero se mantuvo tanteando, sintiendo como se soltaba el panel del muro gracias a su esfuerzo.
Mientras ella luchaba, tirando de un lado y después del otro, Nikki visionó a su madre trabajando en el mismo panel diez años atrás. ¿Qué fue lo que Cynthia Heat encontró?, se preguntó, ¿y fue eso lo que selló su destino? ¿Y sobre Nicole Bernardin? Si Nicole puso algo aquí en su caja de escondite hace tantos años, ¿Qué podría ser? ¿Y para quien lo dejaría? ¿Y porque valía la pena matarla después?
Justo entonces la placa se soltó de la pared y Nikki se cayó hacia atrás del refrigerador, golpeándose fuertemente contra el suelo, mientras la apretaba.
“La tomare desde aquí,” dijo la voz del hombre detrás de ella.
Nikki rodó sobre sus rodillas y fue a alcanzar su arma, pero antes de que pudiera llegar a su funda, fue cegada por un fuerte haz de luz proveniente de una linterna y oyó la acción deslizadora de una pistola. “Tócala, y morirás justo aquí,” dijo Tyler Wynn.
Heat dejó caer la mano hacia un lado. “Pon tus dedos detrás de tu cuello, por favor.” Ella hizo tal como él la dijo y entrecerró los ojos más allá de la luz para intentar ver al viejo hombre mientras él caminaba hacia delante desde la parte superior de la escalera hacia el andén.
“Eres tan buena como tu madre, Nikki. Quizás mejor.” Él osciló la luz lejos de sus ojos e iluminó el muro donde una bolsa de cuero color canela estaba dentro del hueco que ella había expuesto. “Gracias por encontrar esto por mí. Me he metido en muchos problemas para recuperarlo.”
“¿Quieres decir como fingir tu propia muerte?”
“Una milagrosa recuperación, ¿no dirías? ¿Sabes que de hecho yo page a ese médico adicional para que me cargara con bajo voltaje solo para ser convincente?” Él volvió a poner el haz en su cara. “No parezcas tan decepcionada. Una de las cosas que aprendes en la CIA. Algunas veces nadie está realmente muerto.”
“Yo conozco a una mujer que si lo está. Y tú la mataste.”
“No personalmente. Contrate ayuda para hacerlo. De hecho, creo que ambos os conocéis.” Él llamó por encima de sus hombros a alguien que Nikki no pudo ver. “Será mejor que te levantes de ahí, a menos que quieras ser atropellado. El siguiente tren se espera en cualquier momento.”
Ella oyó pisadas en el pavimento de metal y una silueta apareció procedente de las vigas detrás de Tyler Wynn, quien dijo, “coge su arma.”
Y cuando el otro hombre camino hacia delante, hacia la luz, y Heat vio quien era, su corazón golpeó todo el aire de su pecho.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett.
Muchas gracias por vuestros comentarios y por seguirnos. Como siempre, comentad y disfrutad de los ultimos capitulo de esta intrigante historia.
CAPITULO DIECIOCHO
En un raro y descarado movimiento táctico para evitar a Irons, Nikki Heat pasó de volver a la comisaría después de completar el registro del apartamento de Salena Kaye esa tarde. La última vez que ella había llamado, el Detective Feller le dijo que el capitán estaba en su caja de cristal subrayando los CompStats pero que regularmente había revisado la oficina para comprobar su escritorio. Lo que sea que él quisiera, tendría que esperar. Nikki tenía una cita con la caja de recuerdos.
Después de confirmar que la Orden de Búsqueda y Captura había salido para Salena Kaye y satisfecha porque Malcolm y Reynolds tenía a los Forenses examinando la furgoneta de Carter Damon, tomó sus reclamadas fotos y se marchó hacia Tribeca para encontrarse con Rook en su loft.
Él se había ido de allí una hora antes, para acudir a una cita con un cerrajero, y cuando Heat llegó, Rook le entregó una llave brillante de latón para su nueva cerradura. “Me gustaría pensar que una nueva marca la diferencia,” le dijo, “pero de la manera en que las cosas han ido, probablemente también valdría dejar la puerta completamente abierta y pegar un post-it en el que ponga donde encontrar las cosas valiosas.”
“Una cosa buena,” respondió ella. “Ahora que sabemos que fue Salena, no necesitamos preocuparnos porque los Forenses no encuentren ninguna huella.”
“Quizás ellos no consiguieron ninguna huella, pero encontraron mi pequeño perro Scotty bajo el sofá.”
“Ya, Forenses.”
“Debió de haberse quedado atascado en la mesa y rodar debajo cuando Salena planeó esto.” Él sostuvo una pequeña caja negra con un alambre colgado de este.
“¿Un micrófono? Por lo que ella no solo tuvo acceso a nuestra Pizarra de Asesinatos y a robar estas fotos, ¿ella plantó un micrófono?”
“Ahora estoy todo paranoico sobre las cosas que pueda haber dicho.” Y después añadió con una maliciosa mirada, “durante el masaje, quiero decir.”
“Te he oído en tus éxtasis, Rook. Yo también estaría paranoica.” Después Heat se instaló en la mesa del comedor, abriendo la tapa de la caja de recuerdos y estudiando detenidamente las fotos.
La primera pasada a través de las fotos consistió en escrutar las joyas. Si ese brazalete con el uno y el nueve mantenían algún significado, la primera pista sería ver si su madre, Nicole, o alguien más, lo llevaba o alguno similar. Pero después de escrutar cada foto, no habían visto brazaletes similares o joyas de marca inusual.
Lo siguiente a lo que ella se dedicó fue a la organización de las fotos en pilas separadas. Cuando Rook no pudo detectar un patrón en sus pilas, dijo, “perdóname si violo tu marca de fábrica registrada, pero ¿Qué estás haciendo? ¿Buscando un calcetín desparejado?”
“No, de hecho estoy buscando lo contrario de eso. Estoy jugando con varias secuencias y configuraciones para ver que coincide en lugar de lo que no. Simplemente dejando a los instintos dictaminar las pilas. Por ejemplo, estas están resultando ser un puñado de poses con tutores de las familias. Haré de estas un pack.”
“Lo pillo,” dijo él. “Y estas son… ¿Qué, solo fotografías de tu madre y un piano en varias casas?”
“Cierto, ya lo tienes.” Nikki continuó clasificando y situando, creando categorías de fotografías incluyendo poses con Tyler Wynn y su madre. El Tío Tyler con Nicole, Tyler con otros grupos, y después la última pila de residuos –constituyendo todas las fotografías de miembros de la Red de Niñeras en estas cómicas y disparatadas poses, gesticulando como modelos de anuncio.
Rook fue hacia el mostrador para echar algo de agua caliente en dos filtros de Melitta de la carne asada francesa, dejándola que dispersara esa última pila por toda la mesa. Ella se encontró sacando estas más por el sentimiento que por la razón. ¿Qué le estaban diciendo estas fotografías?
Ella intentó reordenarlas por la fecha estampada en la parte de atrás. La secuencia no le dijo nada. Hizo otro orden por la geografía. Empezó con esa agrupación por un tiempo y no encontró nada de interés. Después Heat intentó algo incómodo para ella: dejó ir el instinto de Policía y volvió a algo más primario.
Ella dejó que Nikki, la investigadora experimentada, pensara como Nikki, la niña pequeña. Y cuando lo hizo, pensó en como su madre solía hacerla reír dando la nota con estas mismas poses de modelos del Precio Justo en casa. O para mayor mortificación de Nikki, en el pasillo del supermercado o en Macy’s. Ella lo llamaba “estilización”, y la pequeña Nikki se reía con una risa sofocada o gemía con vergüenza dependiendo de donde estuviera su madre. Los lugares más divertidos eran en casa, a salvo de los ojos de compañeros de clase –o cualquiera, para que importara. Cynthia extendía sus brazos y delicadas muñecas enfrente del horno. Después ella abría la puerta para “estilizar” el interior. Y después hacía lo mismo en el frigorífico, abriendo el congelador y “estilizando” una cabeza de lechuga.
“Estilización,” su madre había dicho, “es lo que tú haces cuando no es de buena educación señalar.”
Una nueva idea se activó por ese viejo recuerdo que comenzó en Heat. Ella miró en una foto, después en otra. Seguro, esto podría haber sido algunos chistes o bromas internas dentro de la red; la versión temprana de cómo la gente en nuestros días manda mensajes con el teléfono de comida con la forma de presidentes, o fuerza perspectivas de ellos mismos fingiendo sostener El Arco Gateway o acunando la señal de Hollywood en la palma de su mano.
“¿Pero y si eso no era una broma?”
“¿Y si su madre y Nicole Bernardin y Eugene Summers y sus otros amigos no solo estaban haciendo el tonto sino que estaban haciendo algo más? ¿Y si ellos estaban usando lo que aparentaba ser una broma juvenil como tapadera para algo más serio?”
Si “estilización” era lo que uno hacia cuando era de mala educación señalar, ¿y si ellos estaban señalando a algo?
Ella llamó a Rook por encima de la organización de la mesa para comprobar su idea. “mira esto conmigo,” dijo, después de conectar la primera fotografía. “Compruébalo. Aquí esta nuestro mayordomo, Eugene, enfrente de La Rueda de Riesenrad Ferris en Viena en 1977. Está sosteniendo una cámara con una mano para tomar por sí mismo la fotografía, y con la otra, esta “estilizando” hacia esa cabina de folletos turísticos.” Ella fue a la siguiente. “Aquí está una joven Nicole en 1980 en Niza. Ella está fuera de un mercado de flores, pero mira, está señalando a una cabina de servicio cerca de la entrada. E incluso en esta…” Ella cogió la foto de Cynthia en París –la misma que Nikki había usado para su recreación para ponerse en los pasos de su madre. “En esta, Mama esta “estilizando” hacia ese puesto de vendedor de libros de madera. Ves, ¿aquella que esta sobre uno de los lados de la plaza cerca del Sena?” Colocó la foto en la mesa con cuidado. “Creo que eso son señales.”
“Oye,” dijo Rook. “Definitivamente creo que estás sobre algo, pero yo soy el de papel de aluminio, ¿recuerdas? ¿Cómo descubrimos que lo que hemos encontrado es cierto?”
“Sé cómo.” Heat abrió su cuaderno y paso páginas hasta que encontró el número de teléfono que ella quería.
Eugene Summers le dio una fría bienvenida, obviamente todavía albergaba sentimientos por el desaire que sintió de Rook en la comida. Pero el mayordomo era, al final, un hombre de modales. Él tomó un descanso en la grabación de Gentlemen Prefer Bongs en Bel Air para encontrar un lugar privado para contestar a su pregunta. Ni siquiera jugó al juego de que -si. “Descifraste el código, por lo que yo probablemente también te lo diga. Especialmente desde que es un protocolo muerto de todas formas. Estas absolutamente en lo cierto. Nosotros adoptamos esas modélicas poses como nuestro pequeño lenguaje secreto de la Red de Niñeras. De hecho, fue tu madre quien vino con la idea de la estilización. Ella decía, ‘Estilización es lo que tú haces-‘ ”
“cuando no es de buena educación señalar,” dijo Nikki, doblándole. Y después ella preguntó, “dime una cosa más. ¿A qué estabais señalando?” Heat creía que había descifrado también eso, pero necesitaba oírselo decir a él, y sin incitación.
“¿Recuerdas lo que te dije sobre las cajas de escondite? Nosotros usábamos esas fotos para mostrarnos secretamente los unos a los otros las localizaciones de nuestros diferentes lugares de escondrijo.”
Sintiendo una ola de regocijo empezando a elevándose en ella, le dio las gracias a Summers y colgó justo cuando Rook volvía a unirse a ella volviendo de su oficina. Él entró dentro de la gran sala blandiendo la lupa gigante de su escritorio que había sido descalificada de esa función para convertirse en un pisapapeles. “Sabía que ese impulso de comprarla sería muy útil algún día.” Él la sujetó sobre una de las fotos de Nicole Bernardin.
“Yo ya he visto esto,” dijo Heat. “Se tomó en algún lugar de aquí, en Nueva York, ¿verdad?”
“echa una mirada más de cerca y mira donde.”
Nikki se inclinó y miró a través de la lente. Rook se trasladó fuera de la imagen de Nicole y se dirigió hacia el fondo. Cuando Heat vio la señal ampliada en la que se centraba detrás de Nicole, disparó sus ojos hacia él y dijo, “vamos.”
Cuando Heat y Rook llegaron al Upper West Side, ambos sintieron la inmersión en una repetición de su momento fotográfico en la Catedral de Notre Dame cuando Nikki puso un pie en la marca de latón del Punto Cero y él había enmarcado la foto. Solo que esta no era una recreación sentimental de la pose de su madre. Ellos estaban volviendo a escenificar una hecha por Nicole para conocer su mensaje y, con optimismo, encontrar un asesino.
“Nosotros queremos estar en algún lugar en los alrededores de aquí,” dijo Nikki, haciendo círculos en la acera cerca de la esquina. Usando la vieja foto como referencia, Heat se movió cerca de la cabina de teléfono. “¿Es esta?” Rook se paró unos pasos en la lejanía, mirando a la imagen de ella en su pantalla de iPhone. Él dispersó los dedos de su mano izquierda, señalándola a desplazarse unos cuantos centímetros hacia un lado, y ella lo hizo.
“Hecho,” dijo él. Después Nikki se giró y, detrás de ella, vio la pequeña señal verde que Rook había ampliado en la parte de atrás de la foto de Nicole: “W 91st ST.”
“Bien, por lo que nosotros tenemos la inscripción en el reverso del brazalete,” dijo Rook. “Es un nueve y un uno, no un uno y un nueve. Pero ¿A qué supones que Mademoiselle Bernardin estaba señalando?”
Nikki estudió la foto de nuevo y golpeó la modélica pose de Nicole Bernardin. “Esto es aquí, esto es a lo que ella está indicando.” La estilización de Nikki indicaba una reja de metro, sobre el área de superficie de una mesa de café, empotrada en el hormigón.
“¿Por qué ella estaría señalando allí?” preguntó Rook. “Es solo una rejilla de ventilación.” El suelo retumbó, y una ráfaga de aire les golpeó en la cara a través de esta mientras un metro pasaba por debajo y continuaba hacia delante. Rook dijo, “¡Hijo de- Lo sé!” Se inclinó sobre esta e intentó mirar a través de la reja. “No es la rejilla, Nikki, es por lo que hay debajo de ella. Oh, esto esta frío.” Su cara se elevó. “Esto esta increíblemente helado.”
“Rook. Cállate y háblame.”
“Hay una estación de metro abandonada justo debajo. Santa mierda, hice un artículo sobre ello para el Gotham Eye cuando era autónomo después de la escuela de primaria. Hace quince años la ciudad cerró la estación cuando la extensión de la nueva plataforma en la Ninety-sixth Street se extendía todo el camino hacia la Ninety-third y hacia esta parada obsoleta. Simplemente sellaron esta estación y dejaron que se oxidara. Si miras por fuera de la ventana del tren Uno, todavía puedes ver la vieja máquina de tickets y puertas cuando pasas por allí. Parece fantasmal, todo congelado en el tiempo. De hecho, Las Autoridades Metropolitanas de Transporte de los viejos tiempos todavía la llaman la Estación Fantasma.” Rook se paró mientras otro metro pasaba veloz por debajo de ellos, haciendo temblar el suelo. “Estación Fantasma. No un mal sitio para esconder algo como una caja de escondite, si me preguntas.”
En lugar de burlarse de él por otra rápida teoría alocada, Nikki recordó los resultados forenses de Nicole que informaban de una mugre consistente, con un ambiente de ferrocarril en la suela de sus zapatos y en las rodillas de sus pantalones. Por lo que en vez de pellizcar a Rook, preguntó. “¿Cómo conseguimos bajar ahí?”
“Supérame. Recuerdo a mi guía de relaciones públicas de las autoridades de tránsito diciendo que cuando ellos desmantelaron la entrada en la acera, sellaron las escaleras con losas de hormigón. Supongo que ellos también instalaron estos respiraderos.”
Nikki se puso sobre una rodilla e intentó empujar la reja para que se abriese. “No se abrirá.” Después se puso de pie, miro alrededor, y señaló al centro dividido en medio de Broadway. “Hay otra reja por allí, detrás de esa valla, ¿ves?” Heat caminó por fuera de la acera sin comprobar el tráfico. Una bocina sonó, Rook la agarró y la apartó de vuelta justo a tiempo; casi la golpeó un taxi de gitanos.
“¿Estás bien?” le preguntó.
“Bien. Estuvo cerca, gracias.”
“No, quiero decir ¿estás bien-bien?” Él la estudió y ella supo a lo que se refería. No era como que ella fuera temeraria. No estaba en su naturaleza dejar que la impaciencia la dominara.
Ella se apartó. “Todo bien, estoy bien, hemos encontrado el camino, usémoslo.” No le esperó sino que corrió hacia la mediana que dividía el flujo de coches que iban a la parte alta y los que iban a la parte baja en Broadway. Cuando Rook la alcanzó, ella le dejó entre los arbustos de hoja perenne y tulipanes en la verja de hierro forjado que rodeaba la reja, la cual era mucho más grande que la de la acera.
Rook sujetó la verja con ambas manos e intentó levantar esa reja. Esta tampoco cedió. Otro tren pasó por debajo, incluso más ruidoso que el anterior, y levantó más aire hacia ellos. “Esta debe de estar justo por encima de los raíles que funcionan.” Se giró hacia ella y dijo, “aquel de la acera estará justo por encima de la estación.” Pero Nikki ya iba de camino hacia esta, sorteando el tráfico.
Cuando se volvió a juntar con ella, Heat tenía ambas rodillas en la acera y su cabeza hacia abajo, mirando a través de un agujero en la reja. “Vamos. Hay la suficiente luz de la farola para que salgan las estrellas.” Ella se apartó para darle espacio.
Él cerró un ojo para centrarse y espió las deterioradas escaleras de hormigón llenas de colillas de cigarrillos, pajitas de plástico, y la variedad de colores de chicles que había caído a través de la reja con el paso de los años. “Esto es, bien.” Después él revisó la reja. “No habría estas bisagras si no hubiese sido diseñada para abrirse. Mira. Aquí está como se cierra.” Señaló a un agujero en la pared, del tamaño de un cuadrado, con un perno de cabeza hexagonal enroscado en este.
“Lo tengo.” Ella presionó sus dedos dentro del agujero e intentó girarlo. “Este mocoso esta apretado. Si solo pudiera desatornillar este perno, podríamos entrar.”
“Estas bromeando,” dijo él, “¿Estás seriamente pensando en reventar esta cosa para abrirla y bajar allí esta noche?”
“Maldición, pues claro que si.”
“Me gusta como piensas. Pero ¿no podemos llamar a las Autoridades Metropolitanas de Transporte o a Parques y Entretenimiento y ver si podemos contar con ellos para abrirla?”
“¿Después del horario de oficina?” Ella sacudió la cabeza. “Además, por mi estimación, después de conseguir despejar a toda la burocracia y firmados todos los seguros de renuncia, nosotros estaríamos haciendo el descenso usando andadores.” Y después ella añadió, “¿Y desde cuando tú te has convertido en un pensador precavido?”
“Quizás porque me estás asustando. Parece que puedas usar una cadena de estrangulación esta noche.”
“Estoy cansada de esperar. Diez años, Rook. Y ahora siento como que estoy así de cerca.” Ella intentó aflojar la cabeza del perno de nuevo con la punta de sus dedos desnudos, sabiendo que era inútil. “No quiero que esto se escabulla.”
Rook sintió el fuego en ella y dijo, “vamos a necesitar una herramienta para sacar eso.”
“Ese es el Rook que conozco.”
Él estudió el área como si milagrosamente fuera a encontrar algo para improvisar, lo cual habría sido justo eso, un milagro. Nikki señaló a través de Broadway y dijo, “Oh, hombre, hablando sobre una cruel ironía.” Señaló una cerrajería a unos treinta metros con las luces apagadas. “El lugar cerrado con llave durante toda la noche.”
“Podríamos llamarlos.” Cuando Rook leyó su impaciencia, dijo, “no, nosotros no vamos a entrar por la fuerza allí. Quizás no siempre sepa donde trazar la línea, pero el robo se siente como un buen lugar para empezar.”
Ella golpeó en la reja con su pie. “Si Nicole consiguió bajar, o ella tenía una llave o conocía otra forma de entrar.”
“Lo que necesitamos es una llave hexagonal para girar ese perno. O, si no gira, uno de esos cortadores rotativos de mano para quitar la cabeza,” dijo Rook. “”Esos tíos en ¿Quién da más? los usan todo el tiempo. Ellos pasan a través de candados como mantequilla.”
“¿Hay una ferretería abierta a esta hora?”
“No, pero sé la siguiente mejor opción. ¿Recuerdas a JJ?” dijo, refiriéndose al edificio de una columnista de cotilleos cuyo asesinato habían resuelto.
“¿JJ, como el JJ de Cassidy Towne?”
“Esta solo bajando en la Seventy-eighth. El hombre tiene todo tipo de herramientas.”
Incluso aunque eso significara esperar media hora, Heat estuvo de acuerdo en que el mejor plan era que Rook bajara hasta JJ’s. Ella se quedaría allí y sondearía el área para buscar puntos alternativos de entrada. Cuando él consiguió un taxi, le dijo, “se siente como que estamos llegando a algún sitio, ¿no?” Ella solo se encogió de hombros y vio al taxi alejarse. Nikki antes había llegado tantas veces a algún sitio, solo para después no haber llegado a ninguna parte.
Pero esto se sentía diferente. No solo el reciente aumento de pistas, sino algo más.
La detective Heat –la precavida, moderada, desconfiada de las prisas- se sentía propulsada hacia delante como si una alguna mano invisible, la empujara. Había habido destellos de esa sensación antes en este caso. Como cuando ella tiró la escotilla en ese suelo de la sala de estar en Bayside. O persiguiendo al asesino de Don en unas escaleras expuestas sin refuerzos. O apuntarse a una noche de reunión bajo el High Line. Sentimientos sin protección como estos eran extraños para ella y era normalmente inquietantes –lo suficientemente perturbadores como para bajar la guardia.
¿Qué era diferente? Se preguntó. ¿Estaba sufriendo un pobre juicio del DEPT (Desorden de Estrés Post-Traumático), después de todo? ¿O estaba empezando a ver sus preciosos compartimentos sentimentales como obstáculos en lugar de aliados y estaban clavándose más en sus tripas? ¿O ciertamente había alguna fuerza invisible empujándola?
¿O ella estaba claramente obsesionada con este caso?
Sea por lo que fuere, girando en círculos y zigs zags por Broadway esa noche, literalmente buscando una entrada al pasado, Nikki tenía un sentido de buscador, y la precaución había perdido su voz. Razón por la cual, cuando descendió las escaleras del metro hacia la estación de la 96th Street y se encontró completamente sola en esta, anduvo por el andén hacia el sur tan rápido como pudo, para ver como de cerca quedaba la estación abandonada en la Ninety-first. Nikki se agarró a la barandilla de acero inoxidable y la usó para asomarse sobre las vías y mirar dentro del túnel. Estaba oscuro, excepto por las dos luces rojas de precaución luciendo a su espalda. No podía ver la Estación Fantasma, pero su andén estaba probablemente solo a bloque y medio de distancia desde donde ella se encontraba. Escuchó, no oyendo retumbar, preguntándose si podría conseguirlo a pie antes de que el tren llegase.
Y entonces, Nikki dejó de preguntárselo y saltó.
Se mantuvo en el centro de los dos raíles, dejando amplio margen al tercer raíl en el lado derecho, que alimentaba los trenes con seiscientos voltios mortales. La luz ambiental de la estación detrás de ella se desvanecía con cada zancada que la alejaba de allí, y pronto Nikki se encontró en una total oscuridad. Alejada de la plataforma de la estación, había menos basura y menos botellas rotas a su paso, pero ella todavía necesitaba ver algo. Especialmente para tener cuidado con la base irregular y los inesperados obstáculos que la pudieran hacer tropezar. Este no era un lugar para caerse, o peor, romperse un tobillo o que un pie se le atascara. La sola idea la hizo estremecerse. La razón la decía que lo dejara y volviera; ir a través de los canales y conseguir que las Autoridades Metropolitanas de Transporte organizaran una parada especial y la llevaran a la estación a la mañana siguiente. Pero para Nikki, la mañana siguiente parecía muy lejana. Sacó su teléfono y encendió la aplicación de linterna. Se sonrió para sí misma porque casi podía oír a Rook con su sarcasmo, “¿Espeleología de metro? Hay una aplicación para eso.” Rook. Debería llamarlo y hacerle saber donde estaba, pero tendría que esperar hasta que ella llegara allí, si no había ninguna señal bajo tierra.
Su teléfono emanaba una luz bastante decente para poder continuar, pero tan pronto como la encendió, oyó voces detrás de ella en el andén. Rápidamente la apagó y se presionó contra el muro del túnel y escuchó, esperando que algún buen intencionado samaritano no intentara arriesgar su vida intentando salvarla.
Nikki sintió una brisa de aire en su cuello y se estiró hacia arriba para ver si había una reja de ventilación sobre su cabeza, pero no la había. Después se dio cuenta de que el movimiento en su cuello no era aire sino piel. Pasó la mano y sintió a la rata llenar su palma entera mientras se la quitaba. Cuando cayó al suelo, no pudo verla, pero pudo oírla pasar casi rozándola. Ella entonces se alejo del muro, y volvió a encender la aplicación de la linterna, apresurándose hacia 91st.
Moviéndose tan rápido como se atrevía, Nikki saltó charcos y caminó por las vías, las cuales parecían ser más altas porque la cama de mugre entre raíles en esa sección estaba empezando a ser más profunda. Divisó una débil luz a lo lejos, pensando que probablemente se estaba acercando a la Estación Fantasma y esta, quizás, tenía algunas bombillas de servicio. Pero para su alarma, notó que la luz se volvía rápidamente más brillante y el suelo empezaba a temblar ligeramente. Después un faro perforó la oscuridad en el túnel delante suyo e hizo que las tapas de raíl brillaran mientras estas hacían dos líneas gemelas justo delante de ella. Nikki estaba en el peor sitio: entre andenes con un tren acercándose.
Se preparo para saltar del tercer raíl al eje de la vía, pero justo mientras lo pensaba, un expreso proveniente del centro de la ciudad, paso a lo largo de esta, cerrando su vía de escape. Nikki no sabía como de lejos estaba el andén que buscaba, pero detrás de ella se apreciaba un largo camino, por lo que empezó a correr hacía el tren que se aproximaba, saltando vigas como en un camino de obstáculos en el campo de entrenamiento de la Liga Nacional de Fútbol. El faro se hacía más grande y más punzante. El bajo y distante temblor se convirtió en un ruido atronador. El aire, desplazándose hacia delante por el movimiento del tren, soplaba en su cara.
El faro también iluminó la Estación Fantasma a la que ella se acercaba por
su izquierda. Pero ¿estaba lo suficientemente cerca para ganarle al metro que se aproximaba?
Mientras ella estaba distraída calculando su distancia al andén, el pie de su zapato se enganchó bajo una viga que ella había calculado mal y Nikki empezó a caer hacia delante. Se preguntó si la depresión del suelo bajo las vías era lo suficientemente profunda como para dejar que el metro pasase por encima de ella si caía.
Nikki nunca lo supo. Se enderezó. Jadeando, se puso a dar tumbos por el borde del andén, pero era demasiado alto para saltarlo, y el tren estaba a pocos segundos en la lejanía. Su ardiente faro hizo el día en el túnel. En ese momento fue cuando Nikki vio la escalera de metal de servicio empotrada en el muro. Se lanzó hacia ella y agarro la barandilla.
Heat rodó sobre el suelo del andén mientras el Uptown One pasaba, levantando un remolino de viento y el estrepito más ensordecedor que ella había experimentado en todos sus años en Nueva York. Pero era afortunada de estar viva para escucharlo.
El tren siguió adelante, y el aire y ruido rápidamente se acalló a su paso. Dos bloques más lejos, sus frenos chirriaron mientras entraba en la estación que ella acababa de dejar. Nikki se dio la vuelta y se sentó para recobrar la respiración del golpe tan atroz que se había dado en la rótula al trepar por la escalera. Cuando la comprobó con los dedos, no sintió que estuviese rota, sin embargo la punzada de dolor le dijo que algo de piel si había perdido. Usó la luz de su teléfono para buscar sangre en sus pantalones pero no vio ninguna, solo una mancha de mugre de ferrocarril en la rodilla, idéntica a la de Nicole Bernardin.
Heat se levantó sobre sus pies, pasó su luz a través de la Estación Fantasma y vio un estudio de contrastes. Por un lado, diseño y equipamiento de la primera parte del siglo pasado, dejándola como si fuera el día en que la estación había sido sellada; una taquilla; una máquina para sellar los tickets después de entrar; por encima de su cabeza accesorios para bombillas individuales en lugar de tubos de fluorescentes; una fila de conchas en el techo; una barandilla vistosamente labrada descendiendo por las escaleras desde la entrada de la acera tapada; una puerta de hierro desplazada que el agente de la estación levantaba para que los pasajeros saliesen de los trenes; y un panel de terracota con el “91” en relieve en este, puesto en el muro para designar la estación. Pero el romance del tiempo pasado había sido contrarrestado por su deshonor.
Casi cada metro de superficie de la estación, llevaba un abrigo de grafiti: los azulejos del muro; las barandillas; los pilares. Latas de soda, botellas de vino y de cerveza rotas llenaban el suelo, amontonadas en las esquinas, ó descansando al lado de una nevera de plástico en la descomposición de las escaleras de hormigón. Las puertas de ambos baños habían sido rotas y quitadas. Nikki no se aventuro ni siquiera en uno pero podía ver y oler las violaciones dentro de las maltratadas y etiquetadas casetas.
Esta era la obra de Mole People, asumió. The Moles son la gente de una leyenda urbana en el subsuelo de Nueva York, la cual dice que son tribus de subculturas inadaptadas que se han organizado para gobernar estos túneles. En realidad, ellos solo eran artistas de etiqueta haciendo sus marcas, o sin techo que sobreviven en la húmeda oscuridad. Había habido un programa de televisión del tipo dramático llamado ‘Beauty and the Beast’ que Nikki había visto cuando estaba en el colegio. Iba sobre un hombre león viviendo por estos lugares, pero ella nunca había visto al elegante y urbano Vincent con un bote de spray y una botella de vino.
Un ruido detrás de ella la hizo girarse y apagar su luz. Mientras sus ojos se ajustaban a la apagada luz de la calle que se filtraba a través de las rejas que ella y Rook habían investigado, Nikki pensó que debió haber oído la aproximación de otro metro. Este se dirigía hacia la parte baja de la ciudad en el lado opuesto del túnel. Esperó hasta que paso, antes de encender su móvil de nuevo. No quería arriesgarse a ser vista e informada. Tenía trabajo que hacer.
Nikki empezó como en la vieja escuela, justo como la estación. Buscó huellas de pisadas. Una capa gruesa de hollín y polvo cubría todo allí, y si Nicole Bernardin en efecto había estado allí antes de ser asesinada, Heat podría encontrarlas. Se puso en cuclillas y sostuvo la luz cerca del suelo.
Lentamente, pacientemente, barrió las vigas justo unos centímetros sobre estas, alerta para alguna perturbación o aspecto revelador que probablemente la llevara al lugar del escondite. El problema era que tantos Moles habían usado el andén que las huellas eran numerosas. Hizo una pasada más, esta vez andando por el suelo de la estación en un escalón, viendo si alguna pequeña y femenina huella emergía, pero ninguna lo hizo.
Lo siguiente que hizo fue buscar la máquina de los tickets, lo cual solo tardo segundos. Hacía tiempo que había sido destrozada y destruida. Como ella había esperado, ambos baños no presentaban sitios de escondite cuando los examinó. La máquina de refrigerados en las escaleras estaba vacía, como lo estaba el interior de la trituradora de billetes, cuyas puertas habían sido forzadas y dejadas en el suelo. Incluso inspeccionó la parte inferior de la reja de la acera, en caso de que fuera, literalmente, donde Nicole había estado estilizando. No estaba.
Incapaz de aceptar la derrota, Nikki ignoró su frustración y pensó. De nuevo se puso en los zapatos de su madre, preguntándose a ella misma, ¿si ella hubiese sido Cynthia Heat, y hubiese sido dirigida para encontrar el escondrijo, Nicole esperaría a buscar huellas en el polvo?
No.
¿Entonces qué? ¿Cómo Nicole la dejaría saber exactamente dónde mirar?
Dándola una pista.
Y ella la tenía –el brazalete con los números grabados.
Nikki miro al nueve y al uno incrustado en el muro.
¿Podría ser?
Estaba demasiado alto para poder alcanzarlo, por lo que Nikki inspeccionó el lugar buscando algo para alzarse. Volvió a subir las escaleras, y descendió con la máquina de refrigerados, y la puso en el suelo para usarla como taburete.
El teléfono de Nikki vibró en su mano, sobresaltándola. La identificación decía que era Rook. Maldición, ella olvidó llamar a Rook. Pulsó aceptar y dijo, “oye, ¿Adivina qué? Conseguí bajar aquí, y-“ Su oreja se lleno con el sonido de una llamada perdida. Intentó volver a marcarle pero la franja de recepción se desvaneció y consiguió una visualización de “Sin señal”.
Cuidadosamente, balanceándose en el refrigerador, Heat extendió la mano y la pasó por los bordes ostentosamente desplazados de la placa frontal del “91”. Se sentía suelta.
Se movió.
Nikki puso su teléfono en el suelo, dirigiendo la luz para iluminar el muro, y volvió a subirse al refrigerador, estirándose para que las yemas de los dedos de cada mano estuvieran a cada lado de la placa frontal. Sus brazos le dolían por la incomodidad de su posición, pero se mantuvo tanteando, sintiendo como se soltaba el panel del muro gracias a su esfuerzo.
Mientras ella luchaba, tirando de un lado y después del otro, Nikki visionó a su madre trabajando en el mismo panel diez años atrás. ¿Qué fue lo que Cynthia Heat encontró?, se preguntó, ¿y fue eso lo que selló su destino? ¿Y sobre Nicole Bernardin? Si Nicole puso algo aquí en su caja de escondite hace tantos años, ¿Qué podría ser? ¿Y para quien lo dejaría? ¿Y porque valía la pena matarla después?
Justo entonces la placa se soltó de la pared y Nikki se cayó hacia atrás del refrigerador, golpeándose fuertemente contra el suelo, mientras la apretaba.
“La tomare desde aquí,” dijo la voz del hombre detrás de ella.
Nikki rodó sobre sus rodillas y fue a alcanzar su arma, pero antes de que pudiera llegar a su funda, fue cegada por un fuerte haz de luz proveniente de una linterna y oyó la acción deslizadora de una pistola. “Tócala, y morirás justo aquí,” dijo Tyler Wynn.
Heat dejó caer la mano hacia un lado. “Pon tus dedos detrás de tu cuello, por favor.” Ella hizo tal como él la dijo y entrecerró los ojos más allá de la luz para intentar ver al viejo hombre mientras él caminaba hacia delante desde la parte superior de la escalera hacia el andén.
“Eres tan buena como tu madre, Nikki. Quizás mejor.” Él osciló la luz lejos de sus ojos e iluminó el muro donde una bolsa de cuero color canela estaba dentro del hueco que ella había expuesto. “Gracias por encontrar esto por mí. Me he metido en muchos problemas para recuperarlo.”
“¿Quieres decir como fingir tu propia muerte?”
“Una milagrosa recuperación, ¿no dirías? ¿Sabes que de hecho yo page a ese médico adicional para que me cargara con bajo voltaje solo para ser convincente?” Él volvió a poner el haz en su cara. “No parezcas tan decepcionada. Una de las cosas que aprendes en la CIA. Algunas veces nadie está realmente muerto.”
“Yo conozco a una mujer que si lo está. Y tú la mataste.”
“No personalmente. Contrate ayuda para hacerlo. De hecho, creo que ambos os conocéis.” Él llamó por encima de sus hombros a alguien que Nikki no pudo ver. “Será mejor que te levantes de ahí, a menos que quieras ser atropellado. El siguiente tren se espera en cualquier momento.”
Ella oyó pisadas en el pavimento de metal y una silueta apareció procedente de las vigas detrás de Tyler Wynn, quien dijo, “coge su arma.”
Y cuando el otro hombre camino hacia delante, hacia la luz, y Heat vio quien era, su corazón golpeó todo el aire de su pecho.
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Muchísimas gracias!!!! saludos desde Argentina
mitek- Escritor novato
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Gracias a ti por leer.
Delta5- Escritor - Policia
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Buenas y desapacibles tardes a todos.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre gracias por leernos y seguir esta traduccion. Hoy tenemos un capitulo lleno de emocion y golpes. Disfrutad y comentad
CAPITULO DIECINUEVE
“Petar.”
Aquello era todo lo que Heat pudo decir. No tenía aire para decir nada más, como si el oxigeno hubiera sido absorbido por el túnel. Pero esas dos sílabas roncas lo decían todo. Susurró el nombre de su ex novio tanto como una pregunta como una respuesta. Y el peso que le dio a esa palabra significaba una serie de agrios sentimientos que estaban suspendidos en el aire, como ganchos cortantes y afilados:
Traición. Tristeza. Shock. Incredulidad. Ceguera. Ira. Odio.
El rostro de Petar no mostraba pena ni arrepentimiento cuando se movió hacia Nikki. Sus ojos se encontraron con los suyos, y ella vio en ellos algo parecido a la diversión. No, a la arrogancia.
Heat pensó en recurrir a su arma. Aunque Tyler Wynn la hubiera golpeado, quizá aún podría disparar a Petar. Él también iba armado, pero sujetaba su Glock de un modo despreocupado. Quizá podría lograrlo.
“Yo no lo haría,” dijo la voz tras el halo de luz. Tyler Wynn, el fantasma viviente de la Estación Fantasma, había leído sus intenciones. Eso era demasiado incluso para seguir con el espectáculo.
Petar le quitó su Sig.
“Bien.” Tyler se acercó un poco más. “He visto a mucha gente intentar hacer algo estúpido cuando se dejan llevar por sus emociones.”
Nikki se giró para mirar a Petar. “¿Tú la mataste? Que te jodan.”
Todo lo que Petar hizo fue dar un paso atrás mientras enfundaba la pistola de Nikki en su cintura. Él la miró de pasada con total indiferencia. Para él, ella sólo era una tarea más.
“He dicho, ‘que te jodan’.”
“Ya tendréis tiempo para airear vuestras cosas después de que me vaya. Petar, coge la bolsa, por favor.”
Petar avanzó hasta colocarse tras ella, y Nikki puedo oírle deslizar la máquina refrigeradora bajo la caja de Nicole. Trató de amurallar su tormento y volverse estratégica. Petar necesitaría dejar la pistola para llegar hasta la caja. Si no estuviera de rodillas, podría haber tenido la oportunidad de golpear a Wynn por sorpresa. Él ya había adivinado sus intenciones antes, así que intentó cubrirse mediante la conversación.
“¿Fuiste tú el que le dio luz verde a Carter Damon mediante un teléfono desechable para matar a Nicole?”
“Eso sólo fue un tema logístico. Petar fue el que se encargó de ello.”
“Y te llamó de nuevo. ¿Era para meter una enfermera en casa para que nos espiase?”
“Soy un animal de costumbres. Una vez que diriges una red de Niñeras, es difícil dejar de hacerlo.”
Ella no pidió permiso, tan sólo mantuvo sus manos tras el cuello y se levantó del suelo mientras hablaba. “Realmente pensé que Carter Damon había matado a mi madre.”
“No, él llegó después, para hacer la limpieza.” Petar se cayó en la nevera tras ella y soltó un juramento. Ella se dio cuenta de cómo Wynn se ponía alerta y no le permitió moverse. Cuando Petar volvió a aparecer, se relajó y continuó, “el detective Damon fue una gran ayuda hasta el final, cuando tuvo la consciencia de un hombre muerto e intentó enviarte un mensaje.”
“El mensaje interrumpido,” dijo ella, acercándose.
“Sí, le pillamos intentando encontrarse contigo para hacer las paces. Muy mal para su salud, eso se volvió en su contra.”
“¿El Puente de Brooklyn?”
Wynn asintió. “Su intento de confesión me dio la idea de poner en escena su suicidio mediante otro mensaje que lo hiciera responsable de los asesinatos. Era matar dos pájaros de un tiro.”
“Más bien una victoria al estilo Wynn,” dijo Nikki apuntando hacia él. Y cuando extendió el brazo para hacerlo, lo usó como una finta para lanzarse contra él.
El anciano se anticipó a sus movimientos y rápidamente la neutralizó, presionando el cañón de su arma contra su sien. “¿Qué? ¿Quieres que te dispare? Bien, ¿qué dices?” Nikki se quedó quieta. “Lo haré si tengo que hacerlo, pero no lo prefiero. De hecho, he estado pensando en un accidente ferroviario. Es más ambiguo para la policía que una bala, pero estoy dispuesto a improvisar, si me fuerzas a ello.” Presionó el cañón contra su carne. “Esta pistola es una evidencia que fácilmente puedo dejar tirada en el loft de Rook. Piensa en eso antes de hacerme dispararte con ella. ¿Lo has entendido?” Él no esperó la respuesta, simplemente la soltó.
Petar volvió y le tendió la bolsa de cuero. Tyler le susurró instrucciones. Ella logró oír ‘después del siguiente tren’ pero el resto se perdió entre el estruendo que hizo el metro al otro lado del túnel.
Heat luchó por mantener la cabeza fría bajo el torrente de emociones que estaba sintiendo. Controlar la ira. Se vio transportada de nuevo a París, en la Place des Vosges, donde se había sentido inquieta ante algo que no podía expresar. Ahora, esperando a la muerte en la Estación Fantasma, ese pensamiento se definió claramente, aunque llegaba un poco tarde.
Como de costumbre, era el calcetín desparejado.
“Debería haberlo sabido,” le dijo a Wynn. Negó con la cabeza, disgustada con ella misma. “Debería habérmelo olido en el hospital cuanto tus ‘últimas palabras’ me urgían a buscar a los bastardos que mataron a mi madre, eso es lo que dijiste.”
“Eso hice.”
“Pero nunca me pregunté a mi misma, si tú eras de la CIA y tan apasionado con vengar la muerte de mi madre, ¿Por qué no lo hiciste tú mismo? Tuviste diez años y todos los recursos posibles.”
Él sonrió. “No te sientas mal. He engañado a jugadores más experimentados que tú, y durante mucho más tiempo.” Un tren se empezaba a acercar a ellos proveniente del centro. Estaba a varias manzanas, pero el suave rumor se deslizaba por el túnel. Nikki se sintió presa de una súbita urgencia.
“¿Por qué hiciste matar a mi madre?”
“Porqué no logré engañarla. Cuando descubrió que me había independizado, entre el intervalo de París y tras reactivarla en Nueva York, se tuvo que ir. Tuvo que hacerlo. Hasta ese momento, ella pensaba que trabajar para mí significaba que aún seguía trabajando para la CIA. Entonces se enteró para quién estaba trabajando realmente y, desafortunadamente para ella, sobre el tipo de proyecto que era.”
“¿La mataste por eso?”
“El sentido de la misión fue lo que la mató. Era exactamente como tú.”
Se mantuvieron como estatuas cuando un tren de la parte alta de la ciudad pasó, haciendo retumbar la estación y revolotear los cabellos de sus cabezas. Cuando el momento pasó, Petar sacó su pistola. Tyler Wynn enfundó la suya bajo su chaqueta de sport y saltó a las vías. “Deben faltar de cuatro a seis minutos para el próximo tren.”
“Tendrás tiempo de sobra,” dijo Petar encendiendo su linterna. “Te alcanzo más tarde.”
Nikki solo vio la cabeza de Wynn alejándose por la plataforma mientras andaba por las vías. “Tyler.” Él se detuvo. “¿Qué hay en la bolsa?”
“Nunca lo sabrás.”
“¿Quieres apostar por ello?”
Wynn dijo, “dispárala, si tienes que hacerlo.” Y reanudó su camino hacia la estación de 96th Street.
Heat decidió que debería matar a Petar.
De ese modo sobreviviría. La única pregunta era, ¿disfrutaría con ello? ¿Y en que la convertía si eso sucedía?
En una persona viva. Eso es lo único que importaba. La moralidad de cómo se sentía, ya lo resolvería con sumo gusto durante su vejez.
Ya se había hecho una idea de su plan. No era difícil. El próximo tren iba a pasar en unos cuatro o seis minutos, y la idea era estar justo enfrente cuando lo hiciera. Así que tenía cinco minutos para decidirse a hacerlo.
“¿No hay ningún modo que dejemos esto correr?”
Petar no dijo nada. Se mantuvo silencioso, lo suficientemente cerca como para ser certero con su Glock pero lo suficientemente distante para estar fuera de alcance si ella decidía ir a por él. En ese momento, su plan era mejor que el de ella.
“¿Ni una pequeña ventaja por los viejos tiempos?” Seguía sin responder. Él la vigilaba pero sin verla realmente.
Incluso fue difícil para Nikki ver a Petar como el mismo hombre por el que se había enamorado. No fue a Venecia en agosto del 99 buscando un romance, aunque sí otro tipo de pasión: su amor por el teatro. Otros alumnos interinos en el Gran Teatro La Fenice la habían pedido para salir, y tuvo unas cuantas citas, pero nada serio. Hasta esa noche, en el bar Ai Speci, cuando conoció a un estudiante de audiovisuales croata de semblante serio, que estaba visitando la ciudad para rodar un documental sobre Tommaseo, el ensayista italiano de renombre.
En menos de una semana, Petar Manic se había mudado de su hostal a su apartamento. Después de Venecia, estuvieron un mes visitando París antes de que ella volviera a Boston para empezar en otoño el semestre en Northeastern. Él la sorprendió dejándose caer en su cubículo una mañana en el centro de estudiantes, diciendo que la había echado mucho de menos, y que por eso se había matriculado en su universidad.
“Tan sólo dime una cosa, me lo debes,” dijo ella, intentando captar su atención. “¿Tyler se tomó la molestia de averiguar con quién estaba saliendo para después reclutarte y hacer que matases a mi madre?”
Eso consiguió hacerlo reaccionar. Resopló y apoyó su peso en uno de los pilares. “¿Te gusta hacerte ilusiones? Adelante.”
“No me estoy haciendo ilusiones, sólo estoy intentando averiguar los movimientos de Tyler. ‘Hola joven, ¿estaría interesado en ganar unos dólares extra matando a la madre de su novia?’”
“¿Ves?, eso es lo que piensa tu cabeza. Nikki, ¿en serio crees que nuestra relación fue por el romance?” Heat absorbió otro shock emocional, pero continuó con la conversación, continuó presionando.
“Así le sentía yo.”
Él rió. “Se tenía que suponer que así era. Vamos, ¿crees que nos conocimos en Venecia accidentalmente? ¿Cómo si fuera un flechazo? Era un trabajo, hombre. Todo fue parte de un montaje.”
“¿Te refieres que ‘accidentalmente’ te encontraste conmigo y con Rook en Boston? ¿Eso fue para saber cuánto sabía yo?”
“No, sólo te estaba siguiendo. O eso hacía hasta que el mierda de Rook me vio. Mi misión en Venecia fue meterme en tus pantalones y trabajármelo para así acercarme a tu madre.”
“¿Para matarla?”
“No en un principio. Para averiguar algunas cosas.”
“Y después matarla.” Nikki apretó los dientes, intentando reducir su ira para concentrarse en hacer que se distrajera.
“Sí, matarla. Cómo ya he dicho, era un trabajo. Y soy bueno en ello.”
“Excepto por la maleta.”
“Cierto. Eso lo ha jodido todo. Usé ese trozo de mierda para llevarme unos papeles del escritorio de tu madre y me olvidé de ello. Eh, han pasado diez años, se me permite un fallo.”
“Eso no es todo en lo que la cagaste.”
“¿Qué se supone que quieres decir?”
“En High Line. Tú eras el francotirador, ¿no?”
“¿Y?”
“¿Fallaste ese disparo?”
“No fallé, hubo un terremoto.”
“Pues entonces fallaste el segundo disparo.”
“Ni de coña.”
“Y después hubo ese que pudiste hacer al final de la calle. Vi la mira del láser. Pero aún así, tu saltaste.”
“Estás loca.”
“Y tanto que lo estoy.” Nikki dio un paso hacia él.
“Quédate dónde estás.”
Ella dio otro paso. “Quiero que me dispares.”
“¿Qué?” Él vio la luz en sus ojos y levantó su pistola, pero ella dio otro pasó. “Te lo advierto, detente.”
Ella se acercó. “Parece que eres bueno en hundir cuchillos en las espaldas de las mujeres. ¿Puedes meterme una de esas balas? No, no puedes. Vamos, Pet. Cara a cara. Aquí mismo. Adelante. No podría darte un objetivo mejor.” Se acercó aún más.
Pero él retrocedió un paso y se dio contra el pilar en el que se había estado apoyando. Un sonido como el bajo rugido del mar flotaba bajo el túnel. El tren se estaba acercando. Justo a tiempo. Él movió la pistola, gesticulando hacia ella que se moviera hacia el borde.
Heat se mantuvo quieta.
“Vamos. No hagas esto más difícil de lo que ya lo es.”
“¿Para quién, Petar?” Ella se acercó un paso más. Sólo estaban a un metro de distancia, y por primera vez, pudo mirarle a los ojos. Y él, a los suyos.
“Ahora,” gritó él.
“¿De verdad piensas que voy a hacer esto fácil para ti? ¿Ponerme de espaldas a ti para que puedas empujarme?”
Sus ojos miraron a la distancia, después volvieron a ella.
El rugido se convirtió en estruendo. La plataforma de hormigón vibró.
“Mataste a mi madre. Mentiste acerca de quererme. ¡Sácame de mi miseria, hijo de puta!”
“Lo haré,” dijo.
Nikki sonrió y extendió sus brazos ante él, desafiándolo a seguir adelante.
Y entonces oyó el zumbido de una pequeña herramienta eléctrica y el chirrido del metal. Llovieron chispas a través de la rejilla de ventilación sobre las escaleras, cayendo en el oscuro túnel como luciérnagas.
Petar se giró para verlas.
Nikki hizo su movimiento.
Se lanzó hacia él, saltando dentro del círculo peligroso que suponía la pistola que tenía en su lado derecho. Ya tenía los brazos levantados en un gesto que decía “adelante, dispárame”, y cuando acercó su cuerpo al de él, tenía su mano derecha en posición para bloquear su muñeca con tal de hacer caer la pistola. Al mismo tiempo, Heat movió el codo izquierdo por encima de sus hombros para darle de lleno en la nariz.
Él gritó, pero se las apañó para seguir sujetando la pistola. Heat envió un rodillazo a su cuádriceps. Con la mano derecha aún aprisionando su muñeca, movió la izquierda hacia el cañón de la Glock y empezó a girarlo para que apuntase hacia él.
Petar también debía de tener algo de entrenamiento de combate. La sorprendió tirándose de culo al suelo para hacerle perder el equilibrio. Nikki se cayó hacia delante, golpeándose con la plataforma aunque aún estaba encima de él, sujetando la muñeca de la pistola, pero la otra mano había soltado la Glock.
Él intentó golpear su nariz de un cabezazo. Ella lo esquivó y con su mano libre fue de nuevo a coger la pistola, pero él la apartó.
Ella llamó a Rook, pero él no pudo oírla por encima de sus gruñidos.
Nikki se volvió a alzar sobre sus pies. Manteniendo el agarre en la muñeca, tiró de su brazo en toda su extensión con tal de romperle el codo. Pero petar tiró de su brazo hacía atrás defensivamente, sólo lo suficiente como para que ella le golpease en la frente a cambio. Ella no aflojó el agarre, pero su puñetazo había hecho que él soltase la Glock, que cayó al suelo.
Heat se lanzó a por ella, pero la pistola había caído fuera de su alcance, casi rozando el borde. Luchando para llegar hasta ella, alcanzó el borde de la plataforma justo cuando la pistola cayó a las vías.
Casi se fue tras ella. Pero una luz brillante aumentó en el túnel. El tren corría hacia ella, estaba a pocos segundos.
Heat gritó el nombre de Rook una vez más.
Las chispas seguían cayendo.
Petar se puso de pie. Cogió la Sig Sauer que tenía en la cintura.
Nikki inspeccionó la plataforma con la luz del tren. No había donde cubrirse.
La Sig fue desenfundada.
El tren apareció por la boca de la estación.
Petar apuntó.
Heat tomó una decisión.
Se tiró a un lado.
Nikki se estiró cuan larga era y se tiró todo lo plana que pudo sobre el hueco que había entre los raíles. En los dos segundos antes de que el primer vagón la alcanzase, ella pensó en las historias que había visto en las noticias sobre gente que había caído a las vías y habían sobrevivido de ese modo. Y también de aquellos que no lo hicieron, todo dependía del terreno.
Heat nunca había estado en un tornado, pero eso es lo que le pareció. Un tren de diez vagones aullando como el viento y chirriando como el acero. El suelo retumbó, su cuerpo se estremeció. Gritó un grito que nadie pudo oír.
Durante la caminata para llegar hasta allí, Nikki había maldecido la profunda depresión entre los raíles de la vía. Le había supuesto una carrera de obstáculos, haciendo que subiera y bajara por las traviesas.
Ahora tenía la esperanza que esas trincheras le salvaran la vida. Presionó su cara fuertemente contra el suelo y vació sus pulmones con tal de hacer su torso más pequeño. Las pequeñas respiraciones que se permitía dar le llenaron la boca del sabor del oxido y del agua estancada.
Incapaz de contar los vagones, le parecieron eternos. Cientos más que diez. ¿Qué vagón, se preguntó, sería el que tuviera la protuberancia que la atravesaría? ¿O sería el lazo que colgaba para enganchar los vagones lo que la decapitaría?
Entonces, súbitamente se hizo el silencio. Exceptuando por el chirrido que hacía la herramienta eléctrica de Rook, arriba.
Nikki no esperó. Rodó bajó el borde de la plataforma y buscó la Glock con la luz que derramaba la linterna de Petar. Inspeccionó el área pero no pudo ver la pistola. Sólo vio botellas de refresco de plástico y viejas latas de spray que habían dejado los grafiteros.
El haz de luz de la linterna iluminó la vía. Él estaba buscando su cuerpo.
Heat no volvió a llamar a Rook. Se apretó aún más bajo el borde de la plataforma y esperó pacientemente. Sentía el hormigón frío contra su espalda donde su carne lo tocó. La parte inferior de alguno de los vagones le habría rasgado el abrigo y la blusa.
La luz se hizo más intensa justo delante de ella. Eso puso a Petar justo encima de su cabeza. “¿Nikki?” Dijo él tentativamente. Nunca había odiado tanto el sonido de su nombre en su boca hasta ese momento. Heat se preparó. Aseguró sus pies. Esperó a su próximo “Nikki”, y se impulsó hacia arriba.
Se alzó y se situó justo delante de Petar, donde estaba arrodillado, mirando hacia el borde de la plataforma, y roció sus ojos con un aerosol de pintura. Él gritó y se llevó una mano a la cara, dejando caer la linterna, aunque no la Sig. Nikki arrojó el spray y lo alcanzó a él con las dos manos. Arañándolo por la pechera de su camiseta, lo arrojó a un lado, levantándolo por los aires. El dio con el hombro contra el raíl de la vía y volvió a gritar.
Nikki fue a por él, cogiendo sus esposas, pero él había rodado sobre su espalda y le tiró una botella de cerveza. Le dio en la barbilla lo suficientemente fuerte como para hacerla ver las estrellas. Ella retrocedió, aturdida, y se sentó en el suelo con torpeza, parando su caída poniendo una mano tras ella.
Petar se levantó. Sus manos estaban vacías. Él buscaba la Sig. Nikki la había oído golpearse contra el suelo cuando él se cayó pero tampoco la podía ver con tan poca luz.
Él intentó volver a subir a la plataforma para coger su linterna, pero estaba demasiado alta. Petar había llegado hasta la escalera de metal pero sólo había subido dos peldaños cuando ella lo agarró para tirarlo abajo junto a ella. Él no se resistió. En su lugar, intentó aprovecharse y se intentó caer encima de ella.
Cuando dieron contra el suelo, él no volvió a ir a por la escalera. Intentó correr hasta la estación en la 96.
Sin una luz decente, sobreestimó la altura de las vías y se tropezó, una vez más, cayendo entre los raíles. Él se volvió a levantar sobre sus pies, pero demasiado lentamente. Nikki se lanzó sobre él, sorprendiéndolo. Él se giró con tal que ella se llevase la peor parte al caer. Se le vació el aire de los pulmones, e intentó tomar aire para poder ir tras él. Pero él no estaba corriendo. Petar la tenía cogida por las solapas del abrigo, la estaba arrastrado. Cuando Heat giró la cabeza y pudo ver hacia donde la arrastraba, estaba a centímetros del tercer raíl.
En cuestión de segundos, él dejaría caer a Nikki sobre el raíl y ella sufriría una descarga de seiscientos cincuenta voltios.
Heat dirigió una pierna hacia su entrepierna. Estaban demasiado juntos como para que ella pudiera aprovechar la potencia del golpe para tirarlo, pero le dolió lo suficiente como para deja escapar un gemido y soltarla. La parte trasera de su cabeza golpeó el suelo a un centímetro del raíl electrificado.
Él se tambaleó alejándose.
Un expreso del centro estaba llegando por los raíles centrales. Petar se dirigió hacia ellos. Iba a intentar pasarlos para poner el tren entre ellos para así tener una oportunidad para escapar. Nikki lo detuvo antes de que pudiera llegar.
Ella le estampó un puñetazo detrás de la oreja y se le doblaron las rodillas. El se agarró a una viga de metal con una mano para no caerse y la usó para impulsar su cuerpo para contraatacar. Pero su propio impulso lo llevó a su siguiente golpe, un puñetazo en la sien. Sus párpados revolotearon y empezó a perder el equilibrio.
El tren expreso se estaba acercando rápidamente hacia ellos. Heat lo levantó y lo estampó contra la viga de acero. Él se giró hacia ella. Ella movió su cabeza para esquivarlo y lo golpeó con otro puñetazo en la nariz. Y le dio otro. La sangre brotaba de sus fosas nasales, mezclándose con la pintura azul de su cara.
A medida que el indicador de viento se movía por el tren que se aproximaba al túnel, él balanceó su cabeza hacia el norte, por encima del hombro sus ojos se volvieron vidriosos por las luces que se aproximaban, y entonces se giró hacia ella con resignación. La miró con la mirada de un hombre que estaba preparado para recibir su destino. Ambos sabían que no había testigos.
Este momento perfecto era la oportunidad de Heat para vengar a su madre. El protagonista de sus sueños y pesadillas.
Nikki lo levantó por las axilas y tiró de él para alejarlo de los raíles, balanceando sus piernas débiles cuando el primer vagón hizo su entrada en la Estación Fantasma.
Él cerró sus ojos y esperó el golpe.
Pero cuando el veloz tren llegó hasta allí, ella lo lanzó al suelo lejos del tren. Con su cara metida en un charco, Nikki le puso las manos tras la espalda. Y le dijo, “¿Petar Manic?” Y entonces, la detective Heat se pausó antes de poner voz a las palabras que había esperado una década pronunciar. “Lo estoy arrestando por el asesinato de Cynthia Heat.” Ella tragó saliva con dureza y continuó, “también está bajo arresto por el asesinato de Nicole Bernardin.”
Tras ponerle las esposas a su prisionero y leerle sus derechos, Heat alzó la vista, rompiendo en lágrimas, y vio que Rook aún estaba intentando romper el cerrojo. Nikki se tomó un momento para secarse las lágrimas y ver las chispas volar.
A pesar de la hora tan tardía, cuando Heat entró en la sala de observación a su paso por la sala número uno de interrogatorios, encontró que, además de Rook, una pequeña audiencia de detectives había ido a la comisaria esa noche. Los Roach habían ido, así como Rhymer y Feller. Malcolm y Reynolds también hubieran estado allí, pero aún estaban en Staten Island trabajando con los forenses en la furgoneta de Carter Damon. Ella sintió todos los ojos puestos en ella. Ellos sabían lo que suponía este arresto. También estaban al tanto de la experiencia por la que había pasado esa noche, y eso se trataba de un gran cambio para la líder del equipo. Pero los polis se comportaron como polis, ya sólo con ir a la comisaría mostraban su apoyo. No iban a expresar ningún sentimiento.
Para asegurarse de ello, Ochoa dijo, “Muy bonito por tu parte por ponerte tan guapa para nosotros, detective. Qué especial.”
Heat parecía sacada de una portada de uno de esos videojuegos bélicos. No se había cambiado la ropa, y tanto su cara como sus manos estaban rasguñadas y sucias. En el vestíbulo de la comisaría se había recogido el pelo con una goma. “He estado un poco ocupada.”
Nikki se inclinó hacia la ventana mágica para observar a Petar Matic, que estaba sentado solo, con los grilletes puestos, en la mesa del otro lado del cristal. “Me sorprende que no hayas aprovechado la situación cuando tuviste la oportunidad,” dijo el detective Feller. “¿Tú y él? Nadie lo sabría jamás.”
“Yo lo sabría. De todos modos, es más valioso vivo. Quiero saber toda la historia. Todo lo que ha hecho. Todo el mundo con quién ha trabajado. Y si pudo haber matado a alguien más.”
“Y dónde está Tyler Wynn,” dijo Rook.
“Especialmente eso.”
Cuando Heat entró en la sala y se sentó frente a Petar, pudo ver las marcas de la lucha en él. La única diferencia era que a él lo había vestido con el mono de encarcelamiento. Él llevaba algo más aparte de los cortes, moratones, suciedad y sangre seca. Aún tenía la cara llena de la pintura azul que Nikki le había tirado. Con su traje naranja, parecía como si lo hubieran echado del juego de Florida Gators.
Los dos se miraron el uno al otro en un silencio helado. A Nikki no le gustó lo que vio. No era solamente el hecho de estar mirando al hombre que había apuñalado a su madre hasta la muerte además de al menos una mujer más. O que estuviera mirando al ex novio que había descrito su relación como un trabajo, como el medio para llegar a un fin. Lo que no le gustó a Nikki estaba en sus ojos. Sus sumisos, resignados y derrotados ojos que mostró en el metro ya eran historia. Petar Matic había sido siempre un estratega, y sus ojos le decían que había estado planeando algo desde que lo había sacado del túnel esposado.
“Deberías de haberme matado cuando tuviste la oportunidad,” dijo.
“Mucha gente de aquí piensa lo mismo.”
“¿Por qué tú no?”
“No soy el juez. Yo sólo soy la poli. Al final del día tengo que presentar algo. Tú también lo haces. Ambos sabemos lo que es eso.”
“La siempre justa Nikki Heat. Santa y soldado.” Se inclinó en la mesa y sonrió. “Que mal que “amante” no esté en esa lista.”
Cuando sintió que se ruborizaba, Nikki se recordó a si misma de separar sus emociones. Petar iba a intentar influenciarla por todos los modos posibles, especialmente liando su cabeza para conseguir algo de ventaja. Ella trató de ignorar la puñalada emocional –y el hecho que, incluso aunque su brigada había salido de la sala de observación para cumplir con los cometidos que les acababa de dar, Rook estaba al otro lado del espejo. Respiró lentamente para volverse a concentrar. “Dime exactamente cuándo conseguiste el contrato para matar a Cynthia Heat.”
“Muy buena. Tan profesional como para despersonalizarlo. Es tu especialidad.”
“¿Quién te acercó al respecto?”
“¿Ves? Sigues concentrada en el trabajo, como siempre.”
“Quiero respuestas.”
Él rió. “Yo quiero un trato.”
“No tienes nada con lo que hacer un trato. Ya sé que mataste a mi madre y a Nicole Bernardin.”
“¿Quién lo dice?”
“Tú.”
“¿Cuándo?”
“Esta noche en el metro.”
“Pruébalo.”
Petar mostró su sonrisa de nuevo, sólo que más grande y con más seguridad en sí mismo. Era la actitud que ella había visto en sus ojos cuando lo había desarmado durante esa noche dramática. Era la arrogancia que la hizo considerar matarlo en aquel momento. Por un segundo, ya que sabía que partía de ese día, se preguntó si debería haberlo hecho.
Ambos sabían que su interrogatorio no era superficial. Como detective de homicidios, Heat reconocía que cualquier tipo de caso necesitaba pruebas para el fiscal. Por eso había mandado a sus detectives a mirar tanto en el apartamento de Petar como en su oficina del programa de televisión en el que trabajaba. Además, revisaron su vida entera por si encontraban alguna evidencia. Y eso era sólo el principio.
Pero Petar estaba intentando sembrar la duda. Nadie más lo había escuchado admitir los asesinatos y nadie lo sabría si ella lo hubiera empujado frente a ese tren. Si ella no podía encontrar pruebas físicas que sostener en un juicio, Petar Matic se libraría. Plenamente consciente de eso, él jugó su as en la manga. “Tengo algo que quieres, ya sabes.”
Si ella parpadeaba y mostraba interés, perdería terreno, y eso podría ser el principio de la desintegración del caso. Así que Heat se mantuvo estoica. No se traicionó abriendo la boca.
“Y quizá no es sólo información sobre el asesinato de tu madre. O del otro.” Él lo dejó caer como si los asesinatos fueran sólo artículos de un inventario que debían anotarse para sacarlos de la reflexión. “Algo está viniendo. Es grande y es malo. Ha sido el trabajo de diez años –si ese periodo te sirve para crear algún tipo de contexto.” Su alusión a la década en la que hizo los apuñalamientos era su modo para testear su interés sin admitir la culpa. Petar era listo. Nikki tenía que serlo aún más.
Sin tomar la treta de negociación, ella dijo, “si sabes algo sobre un crimen abierto, estás obligado a compartir esa información.”
“Eso suena como un aviso, detective. Quizá lo haga.” Él le mostró su sonrisa arrogante de nuevo y dijo, “supongo que eso depende del trato correcto.”
Irons estaba en la sala de observación con Rook cuando ella salió de la sala de interrogación. El capitán corrió hacia Nikki. “¿No va a hacer un trato con esa basura, no?”
Heat echó una mirada al reloj de la pared. “¿Qué está haciendo usted aquí después de medianoche, capitán?”
He oído que has atrapado a nuestro hombre y quería estar aquí para verlo.” Ella notó que se había acabado de afeitar y se había puesto su uniforme de trabajo, con extra de almidón en su camisa blanca. Wally se había tomado su tiempo para estar bien ante las cámaras. “Lo tienes bien cogido, ¿no?”
“No es tan simple. Él me ha dicho que ha asesinado a ambas víctimas, pero es mi palabra contra la suya, a no ser que lo pillemos. Más allá de eso, hay cosas que necesitamos saber para que su cooperación nos sea útil.”
Iron se burló. “Claro. Tanto tiempo como le dejes llevar la voz cantante, ya puestos ¿por qué no lo liberas?” En ese momento recordó quién más estaba en la sala, así que le dijo a Rook, “no apuntes eso.”
“No he oído nada, capitán.”
“Petar no se va a largar a ningún sitio, señor. Sólo creo que lo prudente es tomar un descanso, esperar al momento oportuno, y hablar con el fiscal a primera hora de la mañana.”
Irons dijo, “Sólo quieres alargar esto para poder satisfacer tu curiosidad personal sobre cada pequeño detalle y atar los cabos sueltos de tu madre.”
Heat dijo, “Escúcheme, capitán, nadie quiere ver a este tío ser enviado bien lejos más que yo. Pero eso significa hacerlo bien para que no se pueda librar sólo porqué alguien se apresuró y se volvió descuidado. Le tenemos. Nuestro trabajo ahora es golpearlo.” Irons empezó a interrumpirla, pero ella lo cortó. “¿Y qué si no coopera? ¿Qué, si él sabe algo que nos ayudará a arrestar a conspiradores y prevenir que alguien más sea asesinado? ¿A eso le llamas tú simplemente cabos sueltos?”
Ella no esperó al permiso de Irons. Nikki abrió la puerta del pasillo donde un par de agentes esperaban. “Llevad a mi prisionero abajo a las celdas, a Detenciones.”
Parecía un día normal de trabajo en la comisaría, exceptuando que iban a ser las dos de la madrugada en la noche más grande de la carrera de Heat como detective. Nikki tenía a Ochoa llamando por los teléfonos, expandiendo la orden de captura de Tyler Wynn a la CIA, Seguridad Nacional y la Interpol, así como asegurándose que el nombre del espía junto con su foto estuvieran en todos los controles de los aeropuertos, además de la policía de la red ferroviaria Amtrak y la policía de las Autoridades Portuarias. Había enviado a Feller y a Rhymer a registrar el apartamento de Petar con instrucciones especiales de coger todos los documentos, facturas, fotos y los datos del ordenador. La detective Hinesburg estaba en paradero desconocido de nuevo, así que Heat puso al detective Raley a revisar las cintas de seguridad del laboratorio forense para ver si podía conseguir alguna cara para el conductor del camión del gas que había saboteado el examen toxicológico. Ya no veía ningún detalle del caso de un modo aislado. Cada pista podía ser conectada con Petar para evitar que se librara.
Rook se dirigió al escritorio de Nikki cuando ella colgó el teléfono. “Malcolm y Reynolds han llamado mientras hablabas, así que he cogido el mensaje para ti. A ver si logro decirlo todo. Dijeron que estaban contentos de que no estuvieras muerta… y creo que eso es todo lo que han dicho.” Se encogió de hombros. “Oh, bueno. Y después me han informado sobre las novedades de los forenses sobre el almacén de Carter Damon. ¿Qué tal lo estoy haciendo?”
“Tan idiota como sueles ser, te podría convertir en mi secretario personal un día de estos. ¿Qué hay de la furgoneta?”
“Han encontrado un par de botas de trabajo en ella. De la talla once, la misma que la de las botas que registraron el apartamento de Nicole. Los del laboratorio las analizarán para ver si encajan las muestras de la moqueta.”
Nikki se movió hacia las Pizarras de Asesinato, donde hizo una anotación sobre las botas al lado de la información sobre el apartamento de Nicole. “¿Qué más?”
“Hay restos de sangre en la zona de carga de la furgoneta. Malcolm ha dicho que sabe que eso te pone histérica, así que se ha asegurado que DeJesus se vaya a encargar personalmente.” Él esperó mientas ella escribía “Sangre/ADN” en la pizarra, y entonces continuó. “Finalmente, han tomado muestras de huellas en todas las superficies y manetas de puertas. Las están pasando por la base de datos ahora.”
Cuando ella tapó su rotulador, él preguntó, “¿Con quién has estado hablando tanto rato?”
“Con la Prefectura de Policía de París, Francia.”
“Eso es una llamada de larga distancia, ya sabes.”
“Vale la pena cada centavo.” Él la siguió hasta su escritorio y ella cogió sus notas. “Toma esto. No hay ningún registro de ataque a Tyler Wynn. Tampoco hay registro de su muerte. No hay registro de su estancia en el Hôpital du Cabard. Ni tampoco hay ningún registro de su salida del país.”
Rook se acarició la barbilla. “¿Hemos estado si quiera allí?”
“No. No acordando con los registros del hospital o de los detectives en Boulogne-Billancourt. Nunca hablaron con nosotros. Nunca pasó.” Tiró sus notas sobre el escritorio.
“¿Cómo lo llevas?”
“Es como los dibujos animados del Correcaminos. Estoy bien, siempre y cuando no me pare y mire hacia abajo.” Ella le tocó el brazo. “¿Y tú cómo estás? ¿Cómo está tu pobre muñeca tras taladrar ese cerrojo durante la mitad de la noche?”
“Eh, cinco minutos más y hubiera cortado esa cosa. ¿Cómo lo hacen parecen tan fácil en ‘¿Embargos a lo Bestia’?”
“La vida real no es nunca como en la televisión,” dijo ella.
“Especialmente los reality shows.”
El teléfono de Nikki sonó y lo cogió. “Homicidios, detective Heat.”
El color abandonó su cara. Dejó caer el teléfono en su escritorio y salió corriendo hacia la puerta.
Rook la persiguió, “¿Qué va mal?”
“Todo.”
Heat no esperó para usar la caja de seguridad. Tendió su Sig al guardia mientras corría hacía Detenciones. Esprintó pasando las celdas de borrachos, ladrones, orinadores públicos, y llegó al final donde la celda de aislamiento estaba abierta y tres agentes con guantes azules estaban arrodillados sobre Petar.
Se había caído de su litera y estaba estirado mirando hacia arriba, con una herida fresca y abierta en su frente, donde su cabeza se había dado contra el hormigón. Sus ojos se abrieron en sus cuencas, y su piel era de color morado oscuro, con los capilares coloreados en carmesí. Su lengua se veía lo suficientemente azul como para considerarla negra y de su boca salía una espuma que dejaba un rastro de sangre y vómito que bajaba por su cuello hasta el suelo. La entrepierna de su traje naranja estaba empapada en su orina y en la descomposición que había salido con la muerte.
Los agentes se levantaron. Uno salió corriendo, tapándose la boca. Nikki se vio a si misma retrocediendo inconscientemente y chocó contra Rook. Uno de los agentes dijo, “hemos intentado reanimarle, pero ya estaba muerto cuando hemos abierto la celda.”
“¿Alguien ha visto lo que ha pasado?” preguntó.
Ella estaba hablando con los agentes, pero uno de los prisioneros dijo, “acababa de recibir su cena y empezó a vomitar algo con fiereza.” El prisionero añadió una demostración, pero Nikki se giró para inspeccionar la celda.
En el suelo había una bandeja de comida junto a una botella de plástico de zumo vacía a un lado. No se había tocado nada más. “Que nadie se acerque hasta que llegue el forense,” dijo Heat. “Y que nadie coma ni beba nada hasta que sepamos qué lo ha envenenado.”
“Y quién,” dijo Rook.
Traducido por Lastral y Beckett
Revisado por Delta5
Editado por Beckett
Como siempre gracias por leernos y seguir esta traduccion. Hoy tenemos un capitulo lleno de emocion y golpes. Disfrutad y comentad
CAPITULO DIECINUEVE
“Petar.”
Aquello era todo lo que Heat pudo decir. No tenía aire para decir nada más, como si el oxigeno hubiera sido absorbido por el túnel. Pero esas dos sílabas roncas lo decían todo. Susurró el nombre de su ex novio tanto como una pregunta como una respuesta. Y el peso que le dio a esa palabra significaba una serie de agrios sentimientos que estaban suspendidos en el aire, como ganchos cortantes y afilados:
Traición. Tristeza. Shock. Incredulidad. Ceguera. Ira. Odio.
El rostro de Petar no mostraba pena ni arrepentimiento cuando se movió hacia Nikki. Sus ojos se encontraron con los suyos, y ella vio en ellos algo parecido a la diversión. No, a la arrogancia.
Heat pensó en recurrir a su arma. Aunque Tyler Wynn la hubiera golpeado, quizá aún podría disparar a Petar. Él también iba armado, pero sujetaba su Glock de un modo despreocupado. Quizá podría lograrlo.
“Yo no lo haría,” dijo la voz tras el halo de luz. Tyler Wynn, el fantasma viviente de la Estación Fantasma, había leído sus intenciones. Eso era demasiado incluso para seguir con el espectáculo.
Petar le quitó su Sig.
“Bien.” Tyler se acercó un poco más. “He visto a mucha gente intentar hacer algo estúpido cuando se dejan llevar por sus emociones.”
Nikki se giró para mirar a Petar. “¿Tú la mataste? Que te jodan.”
Todo lo que Petar hizo fue dar un paso atrás mientras enfundaba la pistola de Nikki en su cintura. Él la miró de pasada con total indiferencia. Para él, ella sólo era una tarea más.
“He dicho, ‘que te jodan’.”
“Ya tendréis tiempo para airear vuestras cosas después de que me vaya. Petar, coge la bolsa, por favor.”
Petar avanzó hasta colocarse tras ella, y Nikki puedo oírle deslizar la máquina refrigeradora bajo la caja de Nicole. Trató de amurallar su tormento y volverse estratégica. Petar necesitaría dejar la pistola para llegar hasta la caja. Si no estuviera de rodillas, podría haber tenido la oportunidad de golpear a Wynn por sorpresa. Él ya había adivinado sus intenciones antes, así que intentó cubrirse mediante la conversación.
“¿Fuiste tú el que le dio luz verde a Carter Damon mediante un teléfono desechable para matar a Nicole?”
“Eso sólo fue un tema logístico. Petar fue el que se encargó de ello.”
“Y te llamó de nuevo. ¿Era para meter una enfermera en casa para que nos espiase?”
“Soy un animal de costumbres. Una vez que diriges una red de Niñeras, es difícil dejar de hacerlo.”
Ella no pidió permiso, tan sólo mantuvo sus manos tras el cuello y se levantó del suelo mientras hablaba. “Realmente pensé que Carter Damon había matado a mi madre.”
“No, él llegó después, para hacer la limpieza.” Petar se cayó en la nevera tras ella y soltó un juramento. Ella se dio cuenta de cómo Wynn se ponía alerta y no le permitió moverse. Cuando Petar volvió a aparecer, se relajó y continuó, “el detective Damon fue una gran ayuda hasta el final, cuando tuvo la consciencia de un hombre muerto e intentó enviarte un mensaje.”
“El mensaje interrumpido,” dijo ella, acercándose.
“Sí, le pillamos intentando encontrarse contigo para hacer las paces. Muy mal para su salud, eso se volvió en su contra.”
“¿El Puente de Brooklyn?”
Wynn asintió. “Su intento de confesión me dio la idea de poner en escena su suicidio mediante otro mensaje que lo hiciera responsable de los asesinatos. Era matar dos pájaros de un tiro.”
“Más bien una victoria al estilo Wynn,” dijo Nikki apuntando hacia él. Y cuando extendió el brazo para hacerlo, lo usó como una finta para lanzarse contra él.
El anciano se anticipó a sus movimientos y rápidamente la neutralizó, presionando el cañón de su arma contra su sien. “¿Qué? ¿Quieres que te dispare? Bien, ¿qué dices?” Nikki se quedó quieta. “Lo haré si tengo que hacerlo, pero no lo prefiero. De hecho, he estado pensando en un accidente ferroviario. Es más ambiguo para la policía que una bala, pero estoy dispuesto a improvisar, si me fuerzas a ello.” Presionó el cañón contra su carne. “Esta pistola es una evidencia que fácilmente puedo dejar tirada en el loft de Rook. Piensa en eso antes de hacerme dispararte con ella. ¿Lo has entendido?” Él no esperó la respuesta, simplemente la soltó.
Petar volvió y le tendió la bolsa de cuero. Tyler le susurró instrucciones. Ella logró oír ‘después del siguiente tren’ pero el resto se perdió entre el estruendo que hizo el metro al otro lado del túnel.
Heat luchó por mantener la cabeza fría bajo el torrente de emociones que estaba sintiendo. Controlar la ira. Se vio transportada de nuevo a París, en la Place des Vosges, donde se había sentido inquieta ante algo que no podía expresar. Ahora, esperando a la muerte en la Estación Fantasma, ese pensamiento se definió claramente, aunque llegaba un poco tarde.
Como de costumbre, era el calcetín desparejado.
“Debería haberlo sabido,” le dijo a Wynn. Negó con la cabeza, disgustada con ella misma. “Debería habérmelo olido en el hospital cuanto tus ‘últimas palabras’ me urgían a buscar a los bastardos que mataron a mi madre, eso es lo que dijiste.”
“Eso hice.”
“Pero nunca me pregunté a mi misma, si tú eras de la CIA y tan apasionado con vengar la muerte de mi madre, ¿Por qué no lo hiciste tú mismo? Tuviste diez años y todos los recursos posibles.”
Él sonrió. “No te sientas mal. He engañado a jugadores más experimentados que tú, y durante mucho más tiempo.” Un tren se empezaba a acercar a ellos proveniente del centro. Estaba a varias manzanas, pero el suave rumor se deslizaba por el túnel. Nikki se sintió presa de una súbita urgencia.
“¿Por qué hiciste matar a mi madre?”
“Porqué no logré engañarla. Cuando descubrió que me había independizado, entre el intervalo de París y tras reactivarla en Nueva York, se tuvo que ir. Tuvo que hacerlo. Hasta ese momento, ella pensaba que trabajar para mí significaba que aún seguía trabajando para la CIA. Entonces se enteró para quién estaba trabajando realmente y, desafortunadamente para ella, sobre el tipo de proyecto que era.”
“¿La mataste por eso?”
“El sentido de la misión fue lo que la mató. Era exactamente como tú.”
Se mantuvieron como estatuas cuando un tren de la parte alta de la ciudad pasó, haciendo retumbar la estación y revolotear los cabellos de sus cabezas. Cuando el momento pasó, Petar sacó su pistola. Tyler Wynn enfundó la suya bajo su chaqueta de sport y saltó a las vías. “Deben faltar de cuatro a seis minutos para el próximo tren.”
“Tendrás tiempo de sobra,” dijo Petar encendiendo su linterna. “Te alcanzo más tarde.”
Nikki solo vio la cabeza de Wynn alejándose por la plataforma mientras andaba por las vías. “Tyler.” Él se detuvo. “¿Qué hay en la bolsa?”
“Nunca lo sabrás.”
“¿Quieres apostar por ello?”
Wynn dijo, “dispárala, si tienes que hacerlo.” Y reanudó su camino hacia la estación de 96th Street.
Heat decidió que debería matar a Petar.
De ese modo sobreviviría. La única pregunta era, ¿disfrutaría con ello? ¿Y en que la convertía si eso sucedía?
En una persona viva. Eso es lo único que importaba. La moralidad de cómo se sentía, ya lo resolvería con sumo gusto durante su vejez.
Ya se había hecho una idea de su plan. No era difícil. El próximo tren iba a pasar en unos cuatro o seis minutos, y la idea era estar justo enfrente cuando lo hiciera. Así que tenía cinco minutos para decidirse a hacerlo.
“¿No hay ningún modo que dejemos esto correr?”
Petar no dijo nada. Se mantuvo silencioso, lo suficientemente cerca como para ser certero con su Glock pero lo suficientemente distante para estar fuera de alcance si ella decidía ir a por él. En ese momento, su plan era mejor que el de ella.
“¿Ni una pequeña ventaja por los viejos tiempos?” Seguía sin responder. Él la vigilaba pero sin verla realmente.
Incluso fue difícil para Nikki ver a Petar como el mismo hombre por el que se había enamorado. No fue a Venecia en agosto del 99 buscando un romance, aunque sí otro tipo de pasión: su amor por el teatro. Otros alumnos interinos en el Gran Teatro La Fenice la habían pedido para salir, y tuvo unas cuantas citas, pero nada serio. Hasta esa noche, en el bar Ai Speci, cuando conoció a un estudiante de audiovisuales croata de semblante serio, que estaba visitando la ciudad para rodar un documental sobre Tommaseo, el ensayista italiano de renombre.
En menos de una semana, Petar Manic se había mudado de su hostal a su apartamento. Después de Venecia, estuvieron un mes visitando París antes de que ella volviera a Boston para empezar en otoño el semestre en Northeastern. Él la sorprendió dejándose caer en su cubículo una mañana en el centro de estudiantes, diciendo que la había echado mucho de menos, y que por eso se había matriculado en su universidad.
“Tan sólo dime una cosa, me lo debes,” dijo ella, intentando captar su atención. “¿Tyler se tomó la molestia de averiguar con quién estaba saliendo para después reclutarte y hacer que matases a mi madre?”
Eso consiguió hacerlo reaccionar. Resopló y apoyó su peso en uno de los pilares. “¿Te gusta hacerte ilusiones? Adelante.”
“No me estoy haciendo ilusiones, sólo estoy intentando averiguar los movimientos de Tyler. ‘Hola joven, ¿estaría interesado en ganar unos dólares extra matando a la madre de su novia?’”
“¿Ves?, eso es lo que piensa tu cabeza. Nikki, ¿en serio crees que nuestra relación fue por el romance?” Heat absorbió otro shock emocional, pero continuó con la conversación, continuó presionando.
“Así le sentía yo.”
Él rió. “Se tenía que suponer que así era. Vamos, ¿crees que nos conocimos en Venecia accidentalmente? ¿Cómo si fuera un flechazo? Era un trabajo, hombre. Todo fue parte de un montaje.”
“¿Te refieres que ‘accidentalmente’ te encontraste conmigo y con Rook en Boston? ¿Eso fue para saber cuánto sabía yo?”
“No, sólo te estaba siguiendo. O eso hacía hasta que el mierda de Rook me vio. Mi misión en Venecia fue meterme en tus pantalones y trabajármelo para así acercarme a tu madre.”
“¿Para matarla?”
“No en un principio. Para averiguar algunas cosas.”
“Y después matarla.” Nikki apretó los dientes, intentando reducir su ira para concentrarse en hacer que se distrajera.
“Sí, matarla. Cómo ya he dicho, era un trabajo. Y soy bueno en ello.”
“Excepto por la maleta.”
“Cierto. Eso lo ha jodido todo. Usé ese trozo de mierda para llevarme unos papeles del escritorio de tu madre y me olvidé de ello. Eh, han pasado diez años, se me permite un fallo.”
“Eso no es todo en lo que la cagaste.”
“¿Qué se supone que quieres decir?”
“En High Line. Tú eras el francotirador, ¿no?”
“¿Y?”
“¿Fallaste ese disparo?”
“No fallé, hubo un terremoto.”
“Pues entonces fallaste el segundo disparo.”
“Ni de coña.”
“Y después hubo ese que pudiste hacer al final de la calle. Vi la mira del láser. Pero aún así, tu saltaste.”
“Estás loca.”
“Y tanto que lo estoy.” Nikki dio un paso hacia él.
“Quédate dónde estás.”
Ella dio otro paso. “Quiero que me dispares.”
“¿Qué?” Él vio la luz en sus ojos y levantó su pistola, pero ella dio otro pasó. “Te lo advierto, detente.”
Ella se acercó. “Parece que eres bueno en hundir cuchillos en las espaldas de las mujeres. ¿Puedes meterme una de esas balas? No, no puedes. Vamos, Pet. Cara a cara. Aquí mismo. Adelante. No podría darte un objetivo mejor.” Se acercó aún más.
Pero él retrocedió un paso y se dio contra el pilar en el que se había estado apoyando. Un sonido como el bajo rugido del mar flotaba bajo el túnel. El tren se estaba acercando. Justo a tiempo. Él movió la pistola, gesticulando hacia ella que se moviera hacia el borde.
Heat se mantuvo quieta.
“Vamos. No hagas esto más difícil de lo que ya lo es.”
“¿Para quién, Petar?” Ella se acercó un paso más. Sólo estaban a un metro de distancia, y por primera vez, pudo mirarle a los ojos. Y él, a los suyos.
“Ahora,” gritó él.
“¿De verdad piensas que voy a hacer esto fácil para ti? ¿Ponerme de espaldas a ti para que puedas empujarme?”
Sus ojos miraron a la distancia, después volvieron a ella.
El rugido se convirtió en estruendo. La plataforma de hormigón vibró.
“Mataste a mi madre. Mentiste acerca de quererme. ¡Sácame de mi miseria, hijo de puta!”
“Lo haré,” dijo.
Nikki sonrió y extendió sus brazos ante él, desafiándolo a seguir adelante.
Y entonces oyó el zumbido de una pequeña herramienta eléctrica y el chirrido del metal. Llovieron chispas a través de la rejilla de ventilación sobre las escaleras, cayendo en el oscuro túnel como luciérnagas.
Petar se giró para verlas.
Nikki hizo su movimiento.
Se lanzó hacia él, saltando dentro del círculo peligroso que suponía la pistola que tenía en su lado derecho. Ya tenía los brazos levantados en un gesto que decía “adelante, dispárame”, y cuando acercó su cuerpo al de él, tenía su mano derecha en posición para bloquear su muñeca con tal de hacer caer la pistola. Al mismo tiempo, Heat movió el codo izquierdo por encima de sus hombros para darle de lleno en la nariz.
Él gritó, pero se las apañó para seguir sujetando la pistola. Heat envió un rodillazo a su cuádriceps. Con la mano derecha aún aprisionando su muñeca, movió la izquierda hacia el cañón de la Glock y empezó a girarlo para que apuntase hacia él.
Petar también debía de tener algo de entrenamiento de combate. La sorprendió tirándose de culo al suelo para hacerle perder el equilibrio. Nikki se cayó hacia delante, golpeándose con la plataforma aunque aún estaba encima de él, sujetando la muñeca de la pistola, pero la otra mano había soltado la Glock.
Él intentó golpear su nariz de un cabezazo. Ella lo esquivó y con su mano libre fue de nuevo a coger la pistola, pero él la apartó.
Ella llamó a Rook, pero él no pudo oírla por encima de sus gruñidos.
Nikki se volvió a alzar sobre sus pies. Manteniendo el agarre en la muñeca, tiró de su brazo en toda su extensión con tal de romperle el codo. Pero petar tiró de su brazo hacía atrás defensivamente, sólo lo suficiente como para que ella le golpease en la frente a cambio. Ella no aflojó el agarre, pero su puñetazo había hecho que él soltase la Glock, que cayó al suelo.
Heat se lanzó a por ella, pero la pistola había caído fuera de su alcance, casi rozando el borde. Luchando para llegar hasta ella, alcanzó el borde de la plataforma justo cuando la pistola cayó a las vías.
Casi se fue tras ella. Pero una luz brillante aumentó en el túnel. El tren corría hacia ella, estaba a pocos segundos.
Heat gritó el nombre de Rook una vez más.
Las chispas seguían cayendo.
Petar se puso de pie. Cogió la Sig Sauer que tenía en la cintura.
Nikki inspeccionó la plataforma con la luz del tren. No había donde cubrirse.
La Sig fue desenfundada.
El tren apareció por la boca de la estación.
Petar apuntó.
Heat tomó una decisión.
Se tiró a un lado.
Nikki se estiró cuan larga era y se tiró todo lo plana que pudo sobre el hueco que había entre los raíles. En los dos segundos antes de que el primer vagón la alcanzase, ella pensó en las historias que había visto en las noticias sobre gente que había caído a las vías y habían sobrevivido de ese modo. Y también de aquellos que no lo hicieron, todo dependía del terreno.
Heat nunca había estado en un tornado, pero eso es lo que le pareció. Un tren de diez vagones aullando como el viento y chirriando como el acero. El suelo retumbó, su cuerpo se estremeció. Gritó un grito que nadie pudo oír.
Durante la caminata para llegar hasta allí, Nikki había maldecido la profunda depresión entre los raíles de la vía. Le había supuesto una carrera de obstáculos, haciendo que subiera y bajara por las traviesas.
Ahora tenía la esperanza que esas trincheras le salvaran la vida. Presionó su cara fuertemente contra el suelo y vació sus pulmones con tal de hacer su torso más pequeño. Las pequeñas respiraciones que se permitía dar le llenaron la boca del sabor del oxido y del agua estancada.
Incapaz de contar los vagones, le parecieron eternos. Cientos más que diez. ¿Qué vagón, se preguntó, sería el que tuviera la protuberancia que la atravesaría? ¿O sería el lazo que colgaba para enganchar los vagones lo que la decapitaría?
Entonces, súbitamente se hizo el silencio. Exceptuando por el chirrido que hacía la herramienta eléctrica de Rook, arriba.
Nikki no esperó. Rodó bajó el borde de la plataforma y buscó la Glock con la luz que derramaba la linterna de Petar. Inspeccionó el área pero no pudo ver la pistola. Sólo vio botellas de refresco de plástico y viejas latas de spray que habían dejado los grafiteros.
El haz de luz de la linterna iluminó la vía. Él estaba buscando su cuerpo.
Heat no volvió a llamar a Rook. Se apretó aún más bajo el borde de la plataforma y esperó pacientemente. Sentía el hormigón frío contra su espalda donde su carne lo tocó. La parte inferior de alguno de los vagones le habría rasgado el abrigo y la blusa.
La luz se hizo más intensa justo delante de ella. Eso puso a Petar justo encima de su cabeza. “¿Nikki?” Dijo él tentativamente. Nunca había odiado tanto el sonido de su nombre en su boca hasta ese momento. Heat se preparó. Aseguró sus pies. Esperó a su próximo “Nikki”, y se impulsó hacia arriba.
Se alzó y se situó justo delante de Petar, donde estaba arrodillado, mirando hacia el borde de la plataforma, y roció sus ojos con un aerosol de pintura. Él gritó y se llevó una mano a la cara, dejando caer la linterna, aunque no la Sig. Nikki arrojó el spray y lo alcanzó a él con las dos manos. Arañándolo por la pechera de su camiseta, lo arrojó a un lado, levantándolo por los aires. El dio con el hombro contra el raíl de la vía y volvió a gritar.
Nikki fue a por él, cogiendo sus esposas, pero él había rodado sobre su espalda y le tiró una botella de cerveza. Le dio en la barbilla lo suficientemente fuerte como para hacerla ver las estrellas. Ella retrocedió, aturdida, y se sentó en el suelo con torpeza, parando su caída poniendo una mano tras ella.
Petar se levantó. Sus manos estaban vacías. Él buscaba la Sig. Nikki la había oído golpearse contra el suelo cuando él se cayó pero tampoco la podía ver con tan poca luz.
Él intentó volver a subir a la plataforma para coger su linterna, pero estaba demasiado alta. Petar había llegado hasta la escalera de metal pero sólo había subido dos peldaños cuando ella lo agarró para tirarlo abajo junto a ella. Él no se resistió. En su lugar, intentó aprovecharse y se intentó caer encima de ella.
Cuando dieron contra el suelo, él no volvió a ir a por la escalera. Intentó correr hasta la estación en la 96.
Sin una luz decente, sobreestimó la altura de las vías y se tropezó, una vez más, cayendo entre los raíles. Él se volvió a levantar sobre sus pies, pero demasiado lentamente. Nikki se lanzó sobre él, sorprendiéndolo. Él se giró con tal que ella se llevase la peor parte al caer. Se le vació el aire de los pulmones, e intentó tomar aire para poder ir tras él. Pero él no estaba corriendo. Petar la tenía cogida por las solapas del abrigo, la estaba arrastrado. Cuando Heat giró la cabeza y pudo ver hacia donde la arrastraba, estaba a centímetros del tercer raíl.
En cuestión de segundos, él dejaría caer a Nikki sobre el raíl y ella sufriría una descarga de seiscientos cincuenta voltios.
Heat dirigió una pierna hacia su entrepierna. Estaban demasiado juntos como para que ella pudiera aprovechar la potencia del golpe para tirarlo, pero le dolió lo suficiente como para deja escapar un gemido y soltarla. La parte trasera de su cabeza golpeó el suelo a un centímetro del raíl electrificado.
Él se tambaleó alejándose.
Un expreso del centro estaba llegando por los raíles centrales. Petar se dirigió hacia ellos. Iba a intentar pasarlos para poner el tren entre ellos para así tener una oportunidad para escapar. Nikki lo detuvo antes de que pudiera llegar.
Ella le estampó un puñetazo detrás de la oreja y se le doblaron las rodillas. El se agarró a una viga de metal con una mano para no caerse y la usó para impulsar su cuerpo para contraatacar. Pero su propio impulso lo llevó a su siguiente golpe, un puñetazo en la sien. Sus párpados revolotearon y empezó a perder el equilibrio.
El tren expreso se estaba acercando rápidamente hacia ellos. Heat lo levantó y lo estampó contra la viga de acero. Él se giró hacia ella. Ella movió su cabeza para esquivarlo y lo golpeó con otro puñetazo en la nariz. Y le dio otro. La sangre brotaba de sus fosas nasales, mezclándose con la pintura azul de su cara.
A medida que el indicador de viento se movía por el tren que se aproximaba al túnel, él balanceó su cabeza hacia el norte, por encima del hombro sus ojos se volvieron vidriosos por las luces que se aproximaban, y entonces se giró hacia ella con resignación. La miró con la mirada de un hombre que estaba preparado para recibir su destino. Ambos sabían que no había testigos.
Este momento perfecto era la oportunidad de Heat para vengar a su madre. El protagonista de sus sueños y pesadillas.
Nikki lo levantó por las axilas y tiró de él para alejarlo de los raíles, balanceando sus piernas débiles cuando el primer vagón hizo su entrada en la Estación Fantasma.
Él cerró sus ojos y esperó el golpe.
Pero cuando el veloz tren llegó hasta allí, ella lo lanzó al suelo lejos del tren. Con su cara metida en un charco, Nikki le puso las manos tras la espalda. Y le dijo, “¿Petar Manic?” Y entonces, la detective Heat se pausó antes de poner voz a las palabras que había esperado una década pronunciar. “Lo estoy arrestando por el asesinato de Cynthia Heat.” Ella tragó saliva con dureza y continuó, “también está bajo arresto por el asesinato de Nicole Bernardin.”
Tras ponerle las esposas a su prisionero y leerle sus derechos, Heat alzó la vista, rompiendo en lágrimas, y vio que Rook aún estaba intentando romper el cerrojo. Nikki se tomó un momento para secarse las lágrimas y ver las chispas volar.
A pesar de la hora tan tardía, cuando Heat entró en la sala de observación a su paso por la sala número uno de interrogatorios, encontró que, además de Rook, una pequeña audiencia de detectives había ido a la comisaria esa noche. Los Roach habían ido, así como Rhymer y Feller. Malcolm y Reynolds también hubieran estado allí, pero aún estaban en Staten Island trabajando con los forenses en la furgoneta de Carter Damon. Ella sintió todos los ojos puestos en ella. Ellos sabían lo que suponía este arresto. También estaban al tanto de la experiencia por la que había pasado esa noche, y eso se trataba de un gran cambio para la líder del equipo. Pero los polis se comportaron como polis, ya sólo con ir a la comisaría mostraban su apoyo. No iban a expresar ningún sentimiento.
Para asegurarse de ello, Ochoa dijo, “Muy bonito por tu parte por ponerte tan guapa para nosotros, detective. Qué especial.”
Heat parecía sacada de una portada de uno de esos videojuegos bélicos. No se había cambiado la ropa, y tanto su cara como sus manos estaban rasguñadas y sucias. En el vestíbulo de la comisaría se había recogido el pelo con una goma. “He estado un poco ocupada.”
Nikki se inclinó hacia la ventana mágica para observar a Petar Matic, que estaba sentado solo, con los grilletes puestos, en la mesa del otro lado del cristal. “Me sorprende que no hayas aprovechado la situación cuando tuviste la oportunidad,” dijo el detective Feller. “¿Tú y él? Nadie lo sabría jamás.”
“Yo lo sabría. De todos modos, es más valioso vivo. Quiero saber toda la historia. Todo lo que ha hecho. Todo el mundo con quién ha trabajado. Y si pudo haber matado a alguien más.”
“Y dónde está Tyler Wynn,” dijo Rook.
“Especialmente eso.”
Cuando Heat entró en la sala y se sentó frente a Petar, pudo ver las marcas de la lucha en él. La única diferencia era que a él lo había vestido con el mono de encarcelamiento. Él llevaba algo más aparte de los cortes, moratones, suciedad y sangre seca. Aún tenía la cara llena de la pintura azul que Nikki le había tirado. Con su traje naranja, parecía como si lo hubieran echado del juego de Florida Gators.
Los dos se miraron el uno al otro en un silencio helado. A Nikki no le gustó lo que vio. No era solamente el hecho de estar mirando al hombre que había apuñalado a su madre hasta la muerte además de al menos una mujer más. O que estuviera mirando al ex novio que había descrito su relación como un trabajo, como el medio para llegar a un fin. Lo que no le gustó a Nikki estaba en sus ojos. Sus sumisos, resignados y derrotados ojos que mostró en el metro ya eran historia. Petar Matic había sido siempre un estratega, y sus ojos le decían que había estado planeando algo desde que lo había sacado del túnel esposado.
“Deberías de haberme matado cuando tuviste la oportunidad,” dijo.
“Mucha gente de aquí piensa lo mismo.”
“¿Por qué tú no?”
“No soy el juez. Yo sólo soy la poli. Al final del día tengo que presentar algo. Tú también lo haces. Ambos sabemos lo que es eso.”
“La siempre justa Nikki Heat. Santa y soldado.” Se inclinó en la mesa y sonrió. “Que mal que “amante” no esté en esa lista.”
Cuando sintió que se ruborizaba, Nikki se recordó a si misma de separar sus emociones. Petar iba a intentar influenciarla por todos los modos posibles, especialmente liando su cabeza para conseguir algo de ventaja. Ella trató de ignorar la puñalada emocional –y el hecho que, incluso aunque su brigada había salido de la sala de observación para cumplir con los cometidos que les acababa de dar, Rook estaba al otro lado del espejo. Respiró lentamente para volverse a concentrar. “Dime exactamente cuándo conseguiste el contrato para matar a Cynthia Heat.”
“Muy buena. Tan profesional como para despersonalizarlo. Es tu especialidad.”
“¿Quién te acercó al respecto?”
“¿Ves? Sigues concentrada en el trabajo, como siempre.”
“Quiero respuestas.”
Él rió. “Yo quiero un trato.”
“No tienes nada con lo que hacer un trato. Ya sé que mataste a mi madre y a Nicole Bernardin.”
“¿Quién lo dice?”
“Tú.”
“¿Cuándo?”
“Esta noche en el metro.”
“Pruébalo.”
Petar mostró su sonrisa de nuevo, sólo que más grande y con más seguridad en sí mismo. Era la actitud que ella había visto en sus ojos cuando lo había desarmado durante esa noche dramática. Era la arrogancia que la hizo considerar matarlo en aquel momento. Por un segundo, ya que sabía que partía de ese día, se preguntó si debería haberlo hecho.
Ambos sabían que su interrogatorio no era superficial. Como detective de homicidios, Heat reconocía que cualquier tipo de caso necesitaba pruebas para el fiscal. Por eso había mandado a sus detectives a mirar tanto en el apartamento de Petar como en su oficina del programa de televisión en el que trabajaba. Además, revisaron su vida entera por si encontraban alguna evidencia. Y eso era sólo el principio.
Pero Petar estaba intentando sembrar la duda. Nadie más lo había escuchado admitir los asesinatos y nadie lo sabría si ella lo hubiera empujado frente a ese tren. Si ella no podía encontrar pruebas físicas que sostener en un juicio, Petar Matic se libraría. Plenamente consciente de eso, él jugó su as en la manga. “Tengo algo que quieres, ya sabes.”
Si ella parpadeaba y mostraba interés, perdería terreno, y eso podría ser el principio de la desintegración del caso. Así que Heat se mantuvo estoica. No se traicionó abriendo la boca.
“Y quizá no es sólo información sobre el asesinato de tu madre. O del otro.” Él lo dejó caer como si los asesinatos fueran sólo artículos de un inventario que debían anotarse para sacarlos de la reflexión. “Algo está viniendo. Es grande y es malo. Ha sido el trabajo de diez años –si ese periodo te sirve para crear algún tipo de contexto.” Su alusión a la década en la que hizo los apuñalamientos era su modo para testear su interés sin admitir la culpa. Petar era listo. Nikki tenía que serlo aún más.
Sin tomar la treta de negociación, ella dijo, “si sabes algo sobre un crimen abierto, estás obligado a compartir esa información.”
“Eso suena como un aviso, detective. Quizá lo haga.” Él le mostró su sonrisa arrogante de nuevo y dijo, “supongo que eso depende del trato correcto.”
Irons estaba en la sala de observación con Rook cuando ella salió de la sala de interrogación. El capitán corrió hacia Nikki. “¿No va a hacer un trato con esa basura, no?”
Heat echó una mirada al reloj de la pared. “¿Qué está haciendo usted aquí después de medianoche, capitán?”
He oído que has atrapado a nuestro hombre y quería estar aquí para verlo.” Ella notó que se había acabado de afeitar y se había puesto su uniforme de trabajo, con extra de almidón en su camisa blanca. Wally se había tomado su tiempo para estar bien ante las cámaras. “Lo tienes bien cogido, ¿no?”
“No es tan simple. Él me ha dicho que ha asesinado a ambas víctimas, pero es mi palabra contra la suya, a no ser que lo pillemos. Más allá de eso, hay cosas que necesitamos saber para que su cooperación nos sea útil.”
Iron se burló. “Claro. Tanto tiempo como le dejes llevar la voz cantante, ya puestos ¿por qué no lo liberas?” En ese momento recordó quién más estaba en la sala, así que le dijo a Rook, “no apuntes eso.”
“No he oído nada, capitán.”
“Petar no se va a largar a ningún sitio, señor. Sólo creo que lo prudente es tomar un descanso, esperar al momento oportuno, y hablar con el fiscal a primera hora de la mañana.”
Irons dijo, “Sólo quieres alargar esto para poder satisfacer tu curiosidad personal sobre cada pequeño detalle y atar los cabos sueltos de tu madre.”
Heat dijo, “Escúcheme, capitán, nadie quiere ver a este tío ser enviado bien lejos más que yo. Pero eso significa hacerlo bien para que no se pueda librar sólo porqué alguien se apresuró y se volvió descuidado. Le tenemos. Nuestro trabajo ahora es golpearlo.” Irons empezó a interrumpirla, pero ella lo cortó. “¿Y qué si no coopera? ¿Qué, si él sabe algo que nos ayudará a arrestar a conspiradores y prevenir que alguien más sea asesinado? ¿A eso le llamas tú simplemente cabos sueltos?”
Ella no esperó al permiso de Irons. Nikki abrió la puerta del pasillo donde un par de agentes esperaban. “Llevad a mi prisionero abajo a las celdas, a Detenciones.”
Parecía un día normal de trabajo en la comisaría, exceptuando que iban a ser las dos de la madrugada en la noche más grande de la carrera de Heat como detective. Nikki tenía a Ochoa llamando por los teléfonos, expandiendo la orden de captura de Tyler Wynn a la CIA, Seguridad Nacional y la Interpol, así como asegurándose que el nombre del espía junto con su foto estuvieran en todos los controles de los aeropuertos, además de la policía de la red ferroviaria Amtrak y la policía de las Autoridades Portuarias. Había enviado a Feller y a Rhymer a registrar el apartamento de Petar con instrucciones especiales de coger todos los documentos, facturas, fotos y los datos del ordenador. La detective Hinesburg estaba en paradero desconocido de nuevo, así que Heat puso al detective Raley a revisar las cintas de seguridad del laboratorio forense para ver si podía conseguir alguna cara para el conductor del camión del gas que había saboteado el examen toxicológico. Ya no veía ningún detalle del caso de un modo aislado. Cada pista podía ser conectada con Petar para evitar que se librara.
Rook se dirigió al escritorio de Nikki cuando ella colgó el teléfono. “Malcolm y Reynolds han llamado mientras hablabas, así que he cogido el mensaje para ti. A ver si logro decirlo todo. Dijeron que estaban contentos de que no estuvieras muerta… y creo que eso es todo lo que han dicho.” Se encogió de hombros. “Oh, bueno. Y después me han informado sobre las novedades de los forenses sobre el almacén de Carter Damon. ¿Qué tal lo estoy haciendo?”
“Tan idiota como sueles ser, te podría convertir en mi secretario personal un día de estos. ¿Qué hay de la furgoneta?”
“Han encontrado un par de botas de trabajo en ella. De la talla once, la misma que la de las botas que registraron el apartamento de Nicole. Los del laboratorio las analizarán para ver si encajan las muestras de la moqueta.”
Nikki se movió hacia las Pizarras de Asesinato, donde hizo una anotación sobre las botas al lado de la información sobre el apartamento de Nicole. “¿Qué más?”
“Hay restos de sangre en la zona de carga de la furgoneta. Malcolm ha dicho que sabe que eso te pone histérica, así que se ha asegurado que DeJesus se vaya a encargar personalmente.” Él esperó mientas ella escribía “Sangre/ADN” en la pizarra, y entonces continuó. “Finalmente, han tomado muestras de huellas en todas las superficies y manetas de puertas. Las están pasando por la base de datos ahora.”
Cuando ella tapó su rotulador, él preguntó, “¿Con quién has estado hablando tanto rato?”
“Con la Prefectura de Policía de París, Francia.”
“Eso es una llamada de larga distancia, ya sabes.”
“Vale la pena cada centavo.” Él la siguió hasta su escritorio y ella cogió sus notas. “Toma esto. No hay ningún registro de ataque a Tyler Wynn. Tampoco hay registro de su muerte. No hay registro de su estancia en el Hôpital du Cabard. Ni tampoco hay ningún registro de su salida del país.”
Rook se acarició la barbilla. “¿Hemos estado si quiera allí?”
“No. No acordando con los registros del hospital o de los detectives en Boulogne-Billancourt. Nunca hablaron con nosotros. Nunca pasó.” Tiró sus notas sobre el escritorio.
“¿Cómo lo llevas?”
“Es como los dibujos animados del Correcaminos. Estoy bien, siempre y cuando no me pare y mire hacia abajo.” Ella le tocó el brazo. “¿Y tú cómo estás? ¿Cómo está tu pobre muñeca tras taladrar ese cerrojo durante la mitad de la noche?”
“Eh, cinco minutos más y hubiera cortado esa cosa. ¿Cómo lo hacen parecen tan fácil en ‘¿Embargos a lo Bestia’?”
“La vida real no es nunca como en la televisión,” dijo ella.
“Especialmente los reality shows.”
El teléfono de Nikki sonó y lo cogió. “Homicidios, detective Heat.”
El color abandonó su cara. Dejó caer el teléfono en su escritorio y salió corriendo hacia la puerta.
Rook la persiguió, “¿Qué va mal?”
“Todo.”
Heat no esperó para usar la caja de seguridad. Tendió su Sig al guardia mientras corría hacía Detenciones. Esprintó pasando las celdas de borrachos, ladrones, orinadores públicos, y llegó al final donde la celda de aislamiento estaba abierta y tres agentes con guantes azules estaban arrodillados sobre Petar.
Se había caído de su litera y estaba estirado mirando hacia arriba, con una herida fresca y abierta en su frente, donde su cabeza se había dado contra el hormigón. Sus ojos se abrieron en sus cuencas, y su piel era de color morado oscuro, con los capilares coloreados en carmesí. Su lengua se veía lo suficientemente azul como para considerarla negra y de su boca salía una espuma que dejaba un rastro de sangre y vómito que bajaba por su cuello hasta el suelo. La entrepierna de su traje naranja estaba empapada en su orina y en la descomposición que había salido con la muerte.
Los agentes se levantaron. Uno salió corriendo, tapándose la boca. Nikki se vio a si misma retrocediendo inconscientemente y chocó contra Rook. Uno de los agentes dijo, “hemos intentado reanimarle, pero ya estaba muerto cuando hemos abierto la celda.”
“¿Alguien ha visto lo que ha pasado?” preguntó.
Ella estaba hablando con los agentes, pero uno de los prisioneros dijo, “acababa de recibir su cena y empezó a vomitar algo con fiereza.” El prisionero añadió una demostración, pero Nikki se giró para inspeccionar la celda.
En el suelo había una bandeja de comida junto a una botella de plástico de zumo vacía a un lado. No se había tocado nada más. “Que nadie se acerque hasta que llegue el forense,” dijo Heat. “Y que nadie coma ni beba nada hasta que sepamos qué lo ha envenenado.”
“Y quién,” dijo Rook.
lastral- Policia de homicidios
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Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Bueno chicos este es el capitulo final de una gran historia.
Como muchos ya sabeis van a sacar otro libro sobre Nikki Heat, y teniendo en cuenta como termina este, mas les vale,jajaja. Si nada me detiene, por mi parte y por la de Delta5, nos tendran traducciendo tambien ese en cuanto caiga en nuestras manos.
Muchos ya habreis dejado de seguir este libro ya que desde hace un tiempo lo tenemos en nuestro pais, para los que nos han seguido y lo han dejado; pero sobretodo para los que nos han seguido hasta el final, MUCHAS GRACIAS DE TODO CORAZON (aunque algun que otro comentario mas no habria sobrado,jajaja).
Disfrutad y comentad este final.
P.D. Cuando tengamos recopilado todos los capitulos se subiran en un solo archivo para los que quieran descargarselo.
CAPITULO VEINTE
Nikki se echó más agua fría por la cara y se levantó para mirarse en el espejo que había encima de la pila del lavabo de mujeres. Sus labios empezaron a temblar, y apartó la vista, sólo para obligarse a sí misma a volver a parecer una chica dura, pero el temblor no hacía más que aumentar y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Antes de que pudieran bajar por sus mejillas, se inclinó otra vez en la pila y volvió a echarse más agua.
A diferencia de la muerte falsa que había orquestado su jefe, la detective Heat tenía los medios y motivos para afirmar que Petar Matic había muerto.
Con una llamada a su amiga, Lauren Parry, consiguió que la forense se despertara de un sueño profundo y que acudiera a la celda de detención en menos de cuarenta y cinco minutos. El examen preliminar de la Dra. Parry coincidía con las evidencias visuales. Veneno, introducido a través de una botella inocua de zumo de manzana de medio litro. Y del potente. En todos los años de trabajo, Lauren no había visto nunca un ataque tan feroz por una toxina externa. “Esta dosis – de lo que resulte ser una vez lo analicemos – estaba diseñada para acabar con él rápidamente. Provocando un fallo en todos los órganos sin oportunidad de resucitación. Lo mejor será que revise bien los cierres de mi traje cuando haga la autopsia.”
La autopsia de Petar.
Heat se secó la cara con unos pañuelos de papel y los presionó contra sus ojos cerrados. Tras los párpados tenía trece años, estaba en un viaje escolar de esquí en Vermont cuando había perdido el control y había salido de la pista hacía una pendiente helada. Cuando se cayó ese día, había perdido los guantes y un esquí se había deslizado hasta caer por un precipicio que no podía ver. Los guantes se había parado unos metros más abajo, pero ir a por ellos sería arriesgarse a seguir a ese esquí
Sola y en peligro, Nikki había clavado las uñas en el hielo, intentado mantenerse a salvo. Todo lo que tenía que hacer era subir tres metros de la pendiente y agarrarse a una roca. A medio camino, sus dedos perdieron agarre y se deslizó de vuelta a donde había empezado. Sollozando, y con las manos quemadas por el hielo, encontró la fuerza necesaria para volver a intentarlo. Cuando ya casi llegaba, alargando la mano hacía la roca que tenia a pocos centímetros, volvió a perder el agarre. Esta vez se deslizó más abajo, a la altura de los guantes, que cayeron por el precipicio cuando intentó cogerlos.
Heat abrió los ojos. Estaba en el lavabo de la comisaría. Pero aún seguía en esa pendiente helada.
“Tengo algo sobre la comida envenenada,” dijo el detective Feller cuando ella regresó. “Al chico repartidor del deli donde piden la comida para los calabozos le dieron veinte dólares cuando iba a coger la bicicleta y le dijo que se encargaba del tema.”
“Excelente. ¿Dio una buena descripción?” preguntó ella.
“Sí, y al oírla, le enseñé esto.” Feller sujetaba una foto de orden de búsqueda de Salena Kaye en su móvil. “La ha identificado.”
“Lo veo y subo la apuesta,” dijo Raley, cruzando la puerta con una foto impresa. “Acabo de sacar esta captura del vídeo de vigilancia del laboratorio forense. Mirad quién dejó el gas en el muelle de carga.”
Levantó la foto para que todos la pudieran ver: era Salena Kaye vestida con un uniforme de repartidor y una gorra de béisbol.
Rook se unió a ellos desde su escritorio y dijo, “esa es una enfermera traviesa.”
“Sí,” dijo Raley. “Que mal que esta cinta de vigilancia haya quedado olvidada por dos días. Si tan sólo la hubiéramos visto anteayer, quizá la hubiéramos pillado antes de que se esfumara.”
“O tendríamos a Petar,” añadió Feller.
“Refrescadme la memoria,” dijo Rook. “¿Quién fue el que dijo que se ocupaba personalmente del camión del gas? ¿Y después lo delegó a su arma secreta?”
Nikki cogió la captura de Raley, caminó hacia la oficina de Irons y cerró la puerta. Menos de tres minutos después, el capitán había decidido no convocar a la prensa, después de todo. Cogió su abrigo y se marchó apresurado.
Exhausta, pero sin querer irse a casa con las cosas en ese estado, Heat pasó la noche en la comisaría. Rook llegó al amanecer con un café con leche y una muda limpia para ella. “¿Has dormido algo?” preguntó.
“Algo,” dijo ella. “He intentado echar una cabezada en una de las salas de interrogación, pero ya sabes.” Tomó un sorbo de su café. “Mi padre también es un madrugador, así que lo he llamado hace un rato para ponerlo al día, para que no lo oiga antes en las noticias.”
“¿Cómo se lo ha tomado?”
“Reservadamente, como siempre. Pero al menos no colgó el teléfono cuando vio mi nombre en la pantalla, por algo se empieza.”
Rook recordó la despedida tan brusca en el apartamento de su padre cuando ella le había pedido los registros bancarios. “O eres más fuerte de lo que había pensado o te encanta atormentarte.”
“¿Podemos dejar de lado los temas personales? Realmente pensaba que tenía este caso bajo control.” Lo guió hasta las dos pizarras de asesinatos. La dos estaban llenas de nuevas anotaciones que ella había escrito durante esa noche. “Pensé que una vez que tuviera al asesino, esto habría acabado. Pero Petar acabó – bueno, acabó siendo el premio de consolación.”
“Ya sabes, Nikki, la tragedia de todo esto. Sentía que tu exnovio y yo estábamos empezando a entendernos.” La miró con aire inocente. “¿Qué, demasiado pronto?”
“Un poco,” dijo ella, pero sonrió al apreciar su usual esfuerzo para intentar hacerla reír, a pesar de todo. “Este tema aún es un poco delicado, pero no te rindas, ¿vale?”
“Hecho.”
Ella contempló una de las pizarras con un suspiro. “Este de aquí…” Nikki tocó el nombre de Tyler Wynn, que ahora destacaba entre los demás. “Él daba las órdenes. Por su culpa murió mi madre, Nicole y Don.”
“También Carter Damon.”
“Cierto. ¿Y por qué?” Movió la cabeza. “Maldita sea, realmente pensaba que ya había terminado.”
Casi todos los de la brigada llegaron temprano. Claramente, dormir no era la prioridad de nadie. Los Roach llegaron un poco después, pero sólo porqué había parado en las oficinas centrales de la red de metro para comprobar el video de vigilancia de la estación de 96th Street. “Nos están haciendo un duplicado,” dijo el detective Raley, “pero hemos visto a Nicole Bernardin yendo por el andén hacia la Estación Fantasma con la bolsa de cuero y volviendo sin ella la misma noche de su asesinato.”
“¿Alguna idea de lo que había dentro?” preguntó Rhymer.
“No. Ni siquiera llegué a tocarla.”
El detective Feller se les unió. “¿Alguna suposición de para quién lo dejaba?”
Heat movió la cabeza de lado a lado. “Sólo estaría suponiéndolo.” Aunque Nikki tenía una idea, que se la guardó para ella.
Los detectives Malcolm y Reynolds entraron en la comisaría con noticias frescas de los forenses. Los restos de sangre de la furgoneta de Carter Damon coinciden con el grupo sanguíneo de Nicole Bernardin. “Lo están analizando en el laboratorio de ADN para confirmarlo,” dijo Reynolds. “Pero apostaría que estamos en lo cierto.”
Malcolm añadió, “las fibras de la alfombra dan positivo con las botas de trabajo de Damon. Y, aunque hay más huellas dactilares en esa furgoneta que en una streaper de aeropuerto, se las han apañado para aislar tres tipos: de Damon, de Salena y de Petar.”
Tras ellos oyeron voces que hablaban alto y un portazo y todos se dieron la vuelta hacia el despacho para ver al capitán Irons gritándose con la detective Hinesburg, que se le había corrido el rímel por las mejillas pareciéndose a un mapache. “Problemas en el paraíso,” dijo Feller.
“¿No habéis leído el ‘Ledger’ de esta mañana?” preguntó Reynolds. “La columna ‘Metro’ estaba centrada en cómo es posible que un prisionero muera estando en custodia."
Ochoa dijo, “todos los periódicos hablan de eso.”
“Sí, pero Tam Svedja tiene una fuente que dice que uno de los detectives no identificó a Salena Kaye en las grabaciones de la cámaras de seguridad.”
“Y sabemos qué fuente es esa, ¿no?” dijo Feller. “El superviviente.”
Ochoa acordó. “Eh, si Wally patearía a un crío para salir en televisión, ¿por qué no iba a salvar el culo pasándole el marrón a Sharon Hinesburg?”
“O, en este caso, bajo el camión de aire presurizado,” añadió Rook.
Heat se aclaró la garganta. “Como ya sabéis, me encantan los cotilleos, pero quizá podríamos centrarnos y volver al trabajo.” Pero cuando todos volvieron a sus escritorios, su mirada se dirigió hacia la oficina acristalada y secretamente esperó que si no transferían a Hinesburg, al menos tendría una bonita y larga suspensión.
Rook se unió a ella. “Voy a salir. Tengo algo de trabajo por mi cuenta. Cosas externas, nada muy importante.”
“Mentiroso. Vas a usar esto para tu próximo artículo, ¿verdad?”
“Está bien,” dijo. “Ya que insistes, mi editor del ‘Fist Press’ me envió un correo para decirme que van a dar una mayor cobertura para una edición online de la revista y piensa que una exclusiva de este caso sería una historia perfecta para la portada de la premiere en la nueva web.”
“Y tú sabes lo mucho que me gustó tu último artículo.”
“Te prometo, nada sobre tus méritos sexuales, me limitaré a los hechos.”
“Y yo que me lo creo.”
“Déjame decirlo de otro modo,” dijo él. “¿Preferirías que el artículo lo firmara Tam Svedja?”
Ella no dudó. “A por ello, chico escritor.”
“No te arrepentirás.”
“Ya lo hago.”
“¿Te puedo invitar a comer más tarde?”
Ella bajó los ojos. “Ve tú. Tengo algo que hacer sobre la hora de la comida.” Cuando él la estudió, decidiendo si preguntarle o no, ella dijo, “Sigue con lo tuyo. Te veré esta noche en mi casa después del trabajo.”
Cuando llegó a la puerta, pegó la oreja en ella y no oyó nada. Llamó suavemente para asegurarse que el lugar estaba vacío, y cuando nadie contestó, rápidamente se escabulló dentro y cerró con el pestillo.
Cuidándose de no tocar las notas del detective Raley sobre las grabaciones que estaban ordenadas en pilas al lado del monitor, se sentó tras la consola dentro del pequeño armario que él había convertido en su reino de vigilancia de cámaras. Heat sonrió cuando vio la corona de cartón del Burger King que le había regalado delante de toda la brigada cuando él había encontrado las grabaciones de las cámara de seguridad que grabaron el secuestro de un gigoló el pasado invierno. Sacó un pen drive de su bolsillo, lo enchufó en el puerto USB, y se puso los auriculares.
Nikki no sabía cuántas veces había escuchado a lo largo de los últimos diez años el audio del asesinato de su madre. ¿Veinte quizás? Primero había hecho una copia sosteniendo una grabadora al lado del contestador automático antes de que el detective Damon pudiera llevarse la cinta de cassette de su apartamento. La calidad era muy pobre así que, cuando se convirtió en detective, Heat escribió una autorización para entrar en los archivos y poder copiar el cassette a un archivo digital. Esa versión sonaba mucho más clara, pero aún con todas las veces que lo había escuchado, intentando analizar esa voz ahogada, nunca había conseguido identificarla.
Siempre lo había hecho en secreto porqué sabía que para cualquier persona que no entendiera que lo hacía con fines policiales, eso parecería macabro. Era para buscar pistas, no como una obsesión para revivir el evento. Eso, de todos modos, es lo que se decía a sí misma, y sentía que era verdad. Se concentraba en el ruido de fondo, no en el principal.
Especialmente odiaba oír su propia voz en la cinta, y siempre – cada vez que la escuchaba – detenía el audio justo antes de llegar a la parte en la que ella entraba en el apartamento y gritaba.
Eso era más de lo que podía soportar.
De todas las veces que la había escuchado, sin embargo, esta fue la primera vez que sabía que la voz ahogada era la de Petar.
Homicidio en primer grado. En cualquier caso de asesinato, el asesino potencial era alguien cercano. Primero hay que eliminar a maridos, esposas, exnovios, familia política, amigos, hijos, parientes y hermanos antes de ir a por otros sospechosos. Quitando a su padre, en ese caso había buscado novios en la vida de su madre, pero no en la suya propia. Pero entonces, el que había sido el investigador a cargo, Carter Damon, era cómplice de Petar y se encargó de obstaculizar la investigación.
Nikki la oyó de nuevo y otra vez más. Escuchó la familiar y corta conversación con su madre sobre especias, como revisaba la nevera, sus gritos y después el teléfono cayendo. El murmullo de la voz de un hombre. Pulsó la pausa y lo volvió a reproducir. Y reprodujo esa sección una vez y otra.
A mediodía, Heat estaba en la doceava planta, en una habitación tranquila que daba a York Avenue, en la sesión que ella había reservado esa mañana con Lon King, su psicólogo. Le contó al psicólogo del departamento sobre su historia con la grabación de la cinta y que, por primera vez, cuando la escuchó, oyó a Petar.
“¿Y por qué te quieres concentrar tanto en esta cinta?”
“Supongo que para preguntar si lo había estado negando a propósito inconscientemente.”
“Eso siempre es posible, pero me pregunto si tu curiosidad va más allá.”
“Ves, esta es la parte que odio.”
Él sonrió. “Todos dicen lo mismo, al principio.” Entonces continuó. “No me importa lo resistente que eres, Nikki, tienes mucho con lo que tratar.”
“Por eso lo he llamado.”
“Estoy seguro que no sólo estás reviviendo el trauma y la pérdida, sino que también estás experimentando un profundo sentimiento de ira y traición. Eso sin mencionar la confusión sobre tus propias elecciones e instintos. Como detective, sobre el crimen. Como mujer, sobre los hombres.”
Nikki se recostó en la silla y apoyó el cuello sobre el cojín. Mientras miraba al techo de un blanco inmaculado, trató de apartar la confusión, para agarrar la manilla del sentido común que había tenido hasta el día anterior. “Me siento como si me hubieran roto todos los esquemas. No sólo con el caso, sino también con lo que pensaba que era mi vida. Lo que pensaba que era el amor. Hace que me preocupe sobre lo que en que pueda confiar.”
“Y para ti, sé que la confianza es crucial. La desconfianza… bueno, es caótica.”
“Sí,” dijo, pero no sonó muy convincente. “Es lo que siento ahora. Siempre he visto que resolver el caso de mi madre sería limpio y ordenado. Ahora todo lo que siento es…” Movió el dedo simulando un ciclón.
“Estoy seguro. Sobre todo por la traición a tu intimidad. ¿Pero parte de ello podría ser también por qué tu vida ha estado tan definida por este caso que crees no saber quién eres si se resuelve?”
Ella se enderezó para encararle. “No, es decepcionante porqué aún no se ha terminado y no quiero defraudar a mi madre.”
“No puedes. Está muerta.”
“Y el hombre que ordenó su muerte sigue ahí fuera.”
“Entonces harás lo que tienes que hacer. Sé eso sólo por su definición de lo que son unos días de permiso.” Ella asintió estando de acuerdo, pero sin sonreír. “Te pediría que mantuvieras la calma con esto, a pesar de lo abrumador que es todo esto. La desconfianza se alimenta de sí misma, es como un virus. No puedes hacer tu trabajo – o vivir tu vida – dudando de tus instintos. Te convertirías en un ciervo que se queda congelado por unos focos. ¿En quién confías más, Nikki?”
“En Rook.”
“¿Puedes discutir esto con él?”
Nikki se encogió de hombros. “Claro.”
“¿Abiertamente?” Ella dudó, cosa que contestó a su pregunta. “Mi experiencia con policías en esta habitación es que la autosuficiente bajo presión funciona muy bien. Pero como estilo de vida tiene un precio. Es el estoicismo. Estás sola.”
“Pero no lo estoy ahora. Estoy con Rook.”
“¿Hasta qué punto?” No le pidió que contestara pero dejó que el segundero del reloj que había tras ella llenara algo de espacio antes de continuar.
“En un momento u otro, si somos afortunados, nos vemos obligados a decidir cuánto de nosotros mismos revelamos a otro. En el trabajo, en una amistad, en una relación. Tú y Don tuvisteis una relación física sin revelar ni compartir nada. Eso funcionó porqué lo acordasteis así. Ninguno de ambos quería ir más allá. Pero eso no será así en todas las relaciones. Quizá con otro quieras revelar más de ti. Pero, por lo que me has contado, estás haciendo justo lo contrario. Así que – a largo plazo – el tema tendrá que tratarse en algún momento cuando Rook necesite más intimidad de la que estás dispuesta a dar. Y puede que eso lo aleje. No ahora, pero algún día, ese momento llegará. Y tú le dejarás entrar, o no. Serás vulnerable con él, o no. Y experimentarás las consecuencias, basadas en tu decisión. Espero que la decisión que hagas te haga feliz.”
Nikki salió a la calle después de su sesión con más preguntas que respuestas, pero alguna cosa en su vida parecía más brillante. La furgoneta amarilla de la comida gourmet Wafels & Dinges estaba aparcada a una manzana de York Avenue. Esperó en la cola, vacilando entre el dulce o el salado y se decidió por una mezcla: un gofre de bacón con sirope, que se comió en un banco bajo el Teleférico de Roosevelt Island. Cuando terminó, siguió sentada un rato para ver como las cabinas rojas de pasajeros flotaban por encima del East River, y deseó que todas sus preocupaciones fueran empaquetadas y lanzadas por el aire. Pero no funcionaba así. Eso se le quedó claro cuando el agente Bart Callen, del departamento de Seguridad Nacional, se sentó a su lado.
“Deberías probar el Throwdown,” dijo. “Es el gofre que superó al de Bobby Flay.”
“¿No tenéis correo electrónico? En vez de espiarme podrías invitarme a una reunión la próxima vez.”
“Como si fueras a responder.”
“Inténtalo, agente Callan. Como ya dije la última vez, puedes venir por la puerta principal, soy muy cooperativa por naturaleza.”
“Menos cuando la acorralamos.”
“¿Y quién no?”
“Necesito saber todo lo que sepas sobre Tyler Wynn y Petar Matic. Y si puedes decirme lo que había en esa bolsa, también sería muy útil.”
Heat apartó los ojos bajo el remolcador que navegaba río arriba bajo el puente de Queensboro y miró al agente. Quitando la actitud militar y ese agravante hábito de aparecer por sorpresa, parecía un buen chico.
Entonces dudó sobre sus verdaderos instintos. “Debes tener a los de la central en llamada rápida, llámalos.”
Él negó con la cabeza. “No es óptimo. Esto es demasiado delicado, demasiado grande. Si esto entra en la cadena burocrática, no habrá modo de contenerlo.”
“¿Y entonces por qué me involucras?”
“Porqué ya lo estás. Y no eres de las que van hablando.” Sonrió. “Aprendí eso aquella noche en el almacén.” Ella le devolvió la sonrisa y él le tendió la mano. En un principio, Nikki pensó que quería coger la suya, pero él cogió los restos de su comida, y ella se ruborizó por su malentendido.
Cogió su plato y el tenedor y los tiró en una papelera tras suyo, después se levantó del banco para encararla. “Detective Heat, puedo asegurarle una cosa. El caso en el que estamos trabajando se está convirtiendo en un asunto de máxima seguridad nacional. Quizá si te lo cuento, te hará sentirte mejor para compartir la información con nosotros.”
“Te escucho.”
“Es una historia corta. Nicole Bernardin, quién era de la CIA en su día, contactó con nosotros hará un mes y medio para decir que tenía unos documentos muy importantes sobre algo urgente que necesitaba compartir. Miramos escrupulosamente su historial en la CIA así como sus trabajos más recientes con Tyler Wynn y su nueva – digamos, independiente – capacidad. Acordamos con ella para que nos diese la información, pero alguien la mató antes de que pudiera decirnos donde encontrarla.”
Heat dijo, “si quieres saber sobre la caja, la encontré, pero no llegué a ver lo que contenía.”
“¿Qué aspecto tenía?”
“Era una bolsa de cuero con una cremallera. Del tipo que usan los comerciantes para llevar su dinero al banco.”
Él entrecerró los ojos, imaginándosela, y dijo, “gracias por eso.”
“No me puedes dar las gracias por responderte eso. Si sabías que Tyler Wynn había cambiado de bando, ¿por qué no lo arrestasteis?
¿Especialmente si estaba envuelto en algo que afectaba a la seguridad nacional?”
“Exactamente por esa razón. Vamos, Heat, ya sabes lo que es tener a un sospechoso vigilado. Nunca pillamos a Wynn porqué no queríamos destapar su tapadera antes de que nos guiara hacia lo que estaba involucrado.”
“¿Y cuantas personas han muerto mientras lo vigilabais, agente Callan?”
Él sabía a donde quería llegar y dijo, “para que conste, los de la CIA no sabían que Tyler Wynn se había ido por su cuenta cuando mataron a tu madre. De hecho, su asesinato es donde empieza esta investigación. En ese tiempo yo era del FBI, y era el contacto designado para tu madre.” Eso hizo que Nikki girase la cara para mirarle. “Es verdad, la conocía,” dijo él. “En una situación muy parecida a la de Nicole Bernardin, tu madre contactó con nosotros, diciendo que sospechaba que se estaba planeando una amenaza a la seguridad nacional en suelo americano. Le dimos doscientos mil dólares para sobornar a un informante que diese pruebas y fue asesinada la noche que lo consiguió.”
Nikki miró como una cabina flotaba por encima de sus cabezas mientras digería la noticia. Si Callan estaba diciendo la verdad, ese dinero no era un pago por la traición de su madre, después de todo. Ella bajó los ojos para encontrarse con los de él, que dijo, “ahí lo tienes. Esta es la historia.”
“A excepción de la trama doméstica que ella descubrió y que aparentemente lo habéis sabido todo este tiempo.”
“Eso es información clasificada.”
“Muy conveniente. Y que mientras, Tyler Wynn ha seguido libre. Perdón, bajo vuestra vigilancia.”
El agente Callan ignoró la pulla. Aparte de su actitud militar, nada parecía que lo iba a apartar de su misión. “Mucha gente ya te ha preguntado esto, pero te lo voy a preguntar de nuevo, y espero que seas sincera conmigo. ¿Tienes alguna idea de lo que tu madre recibió de ese informador?”
“No.”
“¿Y no tienes ni idea de dónde lo podría haber escondido?”
“No, donde quiera que esté, lo escondió muy bien.”
“Encontraste el escondrijo de Nicole.”
“Ya te lo he dicho, no sé dónde está. ¿No crees que ya he pasado por esto yo misma un millón de veces?”
Después de un asentimiento seco, él fue al grano. “Quiero que cooperes conmigo con esto.”
“Ya lo he estado haciendo. ¿Has estado escuchando algo?”
“Me refiero a seguir adelante.”
“Trabajo para la policía de Nueva York.”
“Yo trabajo para el pueblo americano.”
“Entonces usa la llamada rápida para llamar al cuartel general de la policía, y soy toda tuya. Si no es así, gracias por la visita.”
Ya casi estaba en York con la mano levantada para pedir un taxi cuando él caminó hacia ella, tratando de convencerla de algún modo. “Piensa sobre ello. ¿El hecho de que alguien pueda llegar hasta uno de tus prisioneros y matarlo mientras está encerrado no te dice nada sobre lo seria que podría ser esta amenaza?”
“No puedo hacer nada. Simplemente no tengo nada que pueda darte.”
“Te podría ayudar a coger a Tyler Wynn.”
O, pensó Nikki, alejarme de él si no sirvo a vuestros propósitos. Ella dijo, “gracias por la recomendación del gofre,” y se metió en el taxi.
Heat volvió a su apartamento esa noche y Rook se levantó de la mesa del comedor donde estaba con su MacBook y la recibió con un beso profundo. La rodeó con sus largos brazos y se fundieron el uno con el otro. Después de abrazarse por un rato, él dijo, “no te estás quedando dormida encima mío, ¿verdad?”
“¿Estando de pie? ¿Te crees que soy un caballo?”
“Nah,” dijo, y ella río por primera vez en ese día.
“Que tonto eres.” Se volvió a reír porqué era un tontería. Y por la bienvenida. Puso una mano en su mentón y acarició su mejilla.
Cuando él le preguntó cómo lo llevaba, ella le contó la verdad. Que el día había sido un tormento y que deseaba un buen baño caliente. Pero cuando él mencionó que había hecho Caipirinha, el baño pasó a un segundo plano y aparecieron los vasos.
Se sentaron en el sofá y ella le contó su encuentro con Bart Callan. “¿Así que esa era tu misteriosa cita para comer, un agente de Seguridad Nacional?”
Por un momento, pensó en contarle sobre su sesión de psicología pero se sentía demasiado cansada como para abrir ese tema y lo dejó estar. Pero entonces Nikki consideró lo que Lon King había dicho sobre su reticencia a revelar cosas sobre ella – su versión sobre el discurso del muro – así que dijo, “no, he visto a mi psicólogo.”
“Así que has pasado de llamarle “el” psicólogo para llamarle “mi” psicólogo. Eso es nuevo.”
“Déjalo, ¿vale?” Poco a poco, pensó ella, poco a poco.
Pero él persistió. “Creo que es bueno para ti. Si es que alguna vez hubo un momento, es este. Por todo lo de Petar, también por lo de Don.”
“Hablando de Don,” dijo, midiendo sus palabras para llevar la conversación hacia otro lado. “Estoy planeando volar a San Diego pasado mañana. Su familia hará un homenaje en la base de la marina.”
“Me gustaría ir contigo, si te parece bien.”
Los ojos de Nikki se abrieron por la sorpresa. “¿Harías eso?” La sonrisa de Rook decía que sí, así que ella se inclinó para besarlo, por lo bonita que era.
Se acurrucaron por un momento, y tras la medida exacta de quietud, él dijo. “Pero si Petar tiene un funeral, estaré ocupado.” El comentario de mal gusto la hizo reír del modo que sólo Rook podía hacer, haciendo que un tabú fuera divertido porque era impensable.
Entonces ella frunció el ceño. Él sabía el porqué, no necesitaba que ella dijera nada. “Sé que es desalentador. Resuelves este enorme caso sólo para llevarlo a otro callejón sin salida. Averiguaremos lo que hay detrás de todo esto. Sólo que no lo haremos ahora.”
“Pero supón que tanto lo que dijo Petar como lo que dijo Bart Callan sea verdad. ¿Qué es eso tan grande que es necesario parar?”
“Llegados a este punto, No sé qué decir sobre eso. Y por lo que has dicho sobre el agente Callan, los federales tampoco tienen ni idea. Obviamente la clave es Tyer Wynn. Todo gira alrededor de quién sea por el que está trabajando. ¿Qué dijo mi amigo Anatoly esa noche en París? Que era una nueva era cuando los espías no trabajan para los gobiernos sino – como él lo llamaba – otras entidades”
Se frotó la cara con las palmas de las manos, “ahora mismo todo esto me supera.”
“¿Nikki? Está bien.” Rook le puso una mano en cada hombro y la giró hacia él. “No tienes que ser la única persona en este caso. Ya has hecho un gran trabajo. Ahora mismo podrías clavar la bandera, declarar la victoria y pasar página. Nadie te lo reprocharía.” Y después añadió. “De todos modos, estaré contigo.”
Todo lo que significaba esa frase la llegó al corazón, y dijo, “eso ayuda, gracias.” Dejó su vaso sin acabar en la mesita del café. “¿Estarías muy ofendido si me diera un baño y pasara la noche sola?”
“¿Quieres refugiarte?”
“Desesperadamente, lo necesito.”
“Lo entiendo.”
Rook guardó su portátil y notas en su mochila, y después de besarse en la puerta, dijo, “piensa sobre esto esta noche cuando estés en pijama.”
“De acuerdo.”
“Una cosa que hace que este viaje haya valido la pena: al final has averiguado que tu madre no estaba teniendo una aventura. Y que tampoco era una traidora. De hecho, tu madre era una heroína.”
“Sí, ya sabes lo que F. Scott Fitzgerald decía. ‘Dame un héroe…’”
“’… y te escribiré una tragedia.’”
“Además,” dijo ella, “ya sea por una causa noble o no, aún me fastidia que me haya ocultado tanto de su vida. Racionalmente, puedo decir que quiero perdonarla, pero la verdad es que no lo siento así. Aún no.”
“Lo entiendo,” dijo Rook. “Escucha, no soy un psicólogo, pero si lo fuera, lo que te sugeriría es que quizá lo mejor que puedes hacer mientras, es encontrar un modo de conectar con ella y ver a donde te lleva eso.”
Flotaba en el calor indulgente del agua aromatizada con lavanda hasta que empezó a sonar la siguiente canción de su equipo de música: Mary J. Blige, testificando en “No More Drama”. Nikki la cantó al principio, pero después se puso a escuchar el mensaje de la reina del Hip Hop y el Soul sobre levantarse, afrontar el dolor y el juego. Nikki había escuchado esa canción muchas veces, pero – como al igual que con esa grabación del apuñalamiento de su madre del contestador automático – ese día era como si la escuchara por primera vez. Especialmente la parte sobre no saber dónde acababa la historia, sólo dónde empezaba.
Sentada con las piernas cruzadas en el sofá con una infusión caliente de manzanilla y con el pelo mojado cayendo por los hombros de su albornoz, Nikki repasó la vida de su madre para ella misma. Intentó no pensar demasiado en las consecuencias que había provocado la vida secreta de Cynthia Heat. Por supuesto que hubo ausencias que habían provocado anhelos y miedos, pero más impactante eran los rasgos que habían condicionado la personalidad de Nikki y que había llevado a su vida de una forma tan elegante y había hecho suyos: cautela, secretismo y aislamiento.
Esa podría ser su historia sin final, si lo permitía. El psicólogo le había advertido que debía aceptar que su madre estaba muerta, pero Nikki sabía que la historia de su madre viviría a través de ella y que su madre aún estaba en su corazón, y siempre lo estaría.
Aún así, Nikki quería empezar una nueva historia. Una tan llena de las cosas buenas que había recibido de su madre que sobrepasara al resto. O al menos, si podía, dejar de sufrir.
En su comedor, en la soledad de la noche que había escogido, la elección de Heat fue reflejar las virtudes y dones. En la independencia que había conseguido por la educación de su madre. En el sentido de que le había enseñado a asombrarse, la capacidad de imaginación, principios, criterio, el valor del trabajo duro, la bondad y el poder del amor. La nueva historia que empezó iba por ahí, un montón de vasos que pasaban de estar medio vacíos a medio llenos según lo iba componiendo. Una historia donde la risa se contagiaba, el perdón curaba y la música enternecía el más frío de los corazones.
Música.
Nikki miró al piano que atravesaba la habitación.
Su madre lo había tocado bellamente, y había compartido sus maravillas con ella. ¿Por qué había tomado tanto poder en silencio?
Sintió un cosquilleo en el pecho a la vez que recordaba las palabras que le había dicho Rook al irse sobre encontrar algún modo de conectar de nuevo con su madre. El cosquilleo se convirtió en miedo, pero eligió el coraje y se levantó. Mientras cruzaba la alfombra para llegar al piano de cola, su temor se desvaneció y se convirtió en algo que la mantenía a flote a la vez que levantaba la tapa de la banqueta para sacar una partitura. ‘Mozart para niños.’
Era la primera vez en diez años que había abierto esa banqueta; incluso hacía más tiempo desde que había cogido ese libro. Nikki estaba segura que lo había perdido.
Tenía diecinueve años la última vez que levantó la tapa del Steinway. Nikki vaciló, no por las dudas, sino para marcar esa nueva etapa.
Las bisagras de la tapa crujieron cuando la abrió y expuso las teclas. Sus dedos temblaron con la anticipación que sintió en cada uno de los recitales que había dado de niña cuando se sentó, abrió el libro de la partitura por la primera página, probó la sensación de los pedales, y entonces empezó a tocar.
Por primera vez en una década, la música de ese preciado instrumento llenó el apartamento, y salió de Nikki a través de Cynthia. La música es memoria sensorial; además, también de los músculos, así que falló algunas notas, pero eso sólo le hizo sonreír a la vez que empezaba la Sonata Número 15 de Mozart. Su forma de tocar, se sentía muy brusca y entrecortada al principio, poco a poco se volvió más fluida y elegante.
Titubeó, sin embargo, al llegar al final de la página y ver que tenía dificultades para pasar la página y seguir tocando a la vez. O quizá eran las lágrimas que nublaban su visión. Se las secó y se dispuso a seguir, pero se detuvo.
Nikki frunció el ceño y miró la partitura, confundida. Se inclinó hacia el libreto que estaba apoyado en el atril y vio unas marcas extrañas entre las notas hechas con lápiz y con la caligrafía de su madre.
Su madre siempre le había dicho que Mozart consideraba el espacio entre las notas también era música, pero esas no eran anotaciones musicales que pudiera reconocer, sino otra cosa totalmente distinta.
¿Pero qué?
Heat encendió otra lámpara y puso la partitura bajo su luz para estudiar las marcas. A su parecer, tenían pinta de ser algún tipo de código.
Empezó a mecerse ligeramente en la banqueta y el suelo le pareció que se movía. Nikki pensó que estaba experimentando otra réplica del terremoto. Pero entonces miró a su alrededor.
El resto de la habitación estaba perfectamente quieta.
Como muchos ya sabeis van a sacar otro libro sobre Nikki Heat, y teniendo en cuenta como termina este, mas les vale,jajaja. Si nada me detiene, por mi parte y por la de Delta5, nos tendran traducciendo tambien ese en cuanto caiga en nuestras manos.
Muchos ya habreis dejado de seguir este libro ya que desde hace un tiempo lo tenemos en nuestro pais, para los que nos han seguido y lo han dejado; pero sobretodo para los que nos han seguido hasta el final, MUCHAS GRACIAS DE TODO CORAZON (aunque algun que otro comentario mas no habria sobrado,jajaja).
Disfrutad y comentad este final.
P.D. Cuando tengamos recopilado todos los capitulos se subiran en un solo archivo para los que quieran descargarselo.
CAPITULO VEINTE
Nikki se echó más agua fría por la cara y se levantó para mirarse en el espejo que había encima de la pila del lavabo de mujeres. Sus labios empezaron a temblar, y apartó la vista, sólo para obligarse a sí misma a volver a parecer una chica dura, pero el temblor no hacía más que aumentar y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Antes de que pudieran bajar por sus mejillas, se inclinó otra vez en la pila y volvió a echarse más agua.
A diferencia de la muerte falsa que había orquestado su jefe, la detective Heat tenía los medios y motivos para afirmar que Petar Matic había muerto.
Con una llamada a su amiga, Lauren Parry, consiguió que la forense se despertara de un sueño profundo y que acudiera a la celda de detención en menos de cuarenta y cinco minutos. El examen preliminar de la Dra. Parry coincidía con las evidencias visuales. Veneno, introducido a través de una botella inocua de zumo de manzana de medio litro. Y del potente. En todos los años de trabajo, Lauren no había visto nunca un ataque tan feroz por una toxina externa. “Esta dosis – de lo que resulte ser una vez lo analicemos – estaba diseñada para acabar con él rápidamente. Provocando un fallo en todos los órganos sin oportunidad de resucitación. Lo mejor será que revise bien los cierres de mi traje cuando haga la autopsia.”
La autopsia de Petar.
Heat se secó la cara con unos pañuelos de papel y los presionó contra sus ojos cerrados. Tras los párpados tenía trece años, estaba en un viaje escolar de esquí en Vermont cuando había perdido el control y había salido de la pista hacía una pendiente helada. Cuando se cayó ese día, había perdido los guantes y un esquí se había deslizado hasta caer por un precipicio que no podía ver. Los guantes se había parado unos metros más abajo, pero ir a por ellos sería arriesgarse a seguir a ese esquí
Sola y en peligro, Nikki había clavado las uñas en el hielo, intentado mantenerse a salvo. Todo lo que tenía que hacer era subir tres metros de la pendiente y agarrarse a una roca. A medio camino, sus dedos perdieron agarre y se deslizó de vuelta a donde había empezado. Sollozando, y con las manos quemadas por el hielo, encontró la fuerza necesaria para volver a intentarlo. Cuando ya casi llegaba, alargando la mano hacía la roca que tenia a pocos centímetros, volvió a perder el agarre. Esta vez se deslizó más abajo, a la altura de los guantes, que cayeron por el precipicio cuando intentó cogerlos.
Heat abrió los ojos. Estaba en el lavabo de la comisaría. Pero aún seguía en esa pendiente helada.
“Tengo algo sobre la comida envenenada,” dijo el detective Feller cuando ella regresó. “Al chico repartidor del deli donde piden la comida para los calabozos le dieron veinte dólares cuando iba a coger la bicicleta y le dijo que se encargaba del tema.”
“Excelente. ¿Dio una buena descripción?” preguntó ella.
“Sí, y al oírla, le enseñé esto.” Feller sujetaba una foto de orden de búsqueda de Salena Kaye en su móvil. “La ha identificado.”
“Lo veo y subo la apuesta,” dijo Raley, cruzando la puerta con una foto impresa. “Acabo de sacar esta captura del vídeo de vigilancia del laboratorio forense. Mirad quién dejó el gas en el muelle de carga.”
Levantó la foto para que todos la pudieran ver: era Salena Kaye vestida con un uniforme de repartidor y una gorra de béisbol.
Rook se unió a ellos desde su escritorio y dijo, “esa es una enfermera traviesa.”
“Sí,” dijo Raley. “Que mal que esta cinta de vigilancia haya quedado olvidada por dos días. Si tan sólo la hubiéramos visto anteayer, quizá la hubiéramos pillado antes de que se esfumara.”
“O tendríamos a Petar,” añadió Feller.
“Refrescadme la memoria,” dijo Rook. “¿Quién fue el que dijo que se ocupaba personalmente del camión del gas? ¿Y después lo delegó a su arma secreta?”
Nikki cogió la captura de Raley, caminó hacia la oficina de Irons y cerró la puerta. Menos de tres minutos después, el capitán había decidido no convocar a la prensa, después de todo. Cogió su abrigo y se marchó apresurado.
Exhausta, pero sin querer irse a casa con las cosas en ese estado, Heat pasó la noche en la comisaría. Rook llegó al amanecer con un café con leche y una muda limpia para ella. “¿Has dormido algo?” preguntó.
“Algo,” dijo ella. “He intentado echar una cabezada en una de las salas de interrogación, pero ya sabes.” Tomó un sorbo de su café. “Mi padre también es un madrugador, así que lo he llamado hace un rato para ponerlo al día, para que no lo oiga antes en las noticias.”
“¿Cómo se lo ha tomado?”
“Reservadamente, como siempre. Pero al menos no colgó el teléfono cuando vio mi nombre en la pantalla, por algo se empieza.”
Rook recordó la despedida tan brusca en el apartamento de su padre cuando ella le había pedido los registros bancarios. “O eres más fuerte de lo que había pensado o te encanta atormentarte.”
“¿Podemos dejar de lado los temas personales? Realmente pensaba que tenía este caso bajo control.” Lo guió hasta las dos pizarras de asesinatos. La dos estaban llenas de nuevas anotaciones que ella había escrito durante esa noche. “Pensé que una vez que tuviera al asesino, esto habría acabado. Pero Petar acabó – bueno, acabó siendo el premio de consolación.”
“Ya sabes, Nikki, la tragedia de todo esto. Sentía que tu exnovio y yo estábamos empezando a entendernos.” La miró con aire inocente. “¿Qué, demasiado pronto?”
“Un poco,” dijo ella, pero sonrió al apreciar su usual esfuerzo para intentar hacerla reír, a pesar de todo. “Este tema aún es un poco delicado, pero no te rindas, ¿vale?”
“Hecho.”
Ella contempló una de las pizarras con un suspiro. “Este de aquí…” Nikki tocó el nombre de Tyler Wynn, que ahora destacaba entre los demás. “Él daba las órdenes. Por su culpa murió mi madre, Nicole y Don.”
“También Carter Damon.”
“Cierto. ¿Y por qué?” Movió la cabeza. “Maldita sea, realmente pensaba que ya había terminado.”
Casi todos los de la brigada llegaron temprano. Claramente, dormir no era la prioridad de nadie. Los Roach llegaron un poco después, pero sólo porqué había parado en las oficinas centrales de la red de metro para comprobar el video de vigilancia de la estación de 96th Street. “Nos están haciendo un duplicado,” dijo el detective Raley, “pero hemos visto a Nicole Bernardin yendo por el andén hacia la Estación Fantasma con la bolsa de cuero y volviendo sin ella la misma noche de su asesinato.”
“¿Alguna idea de lo que había dentro?” preguntó Rhymer.
“No. Ni siquiera llegué a tocarla.”
El detective Feller se les unió. “¿Alguna suposición de para quién lo dejaba?”
Heat movió la cabeza de lado a lado. “Sólo estaría suponiéndolo.” Aunque Nikki tenía una idea, que se la guardó para ella.
Los detectives Malcolm y Reynolds entraron en la comisaría con noticias frescas de los forenses. Los restos de sangre de la furgoneta de Carter Damon coinciden con el grupo sanguíneo de Nicole Bernardin. “Lo están analizando en el laboratorio de ADN para confirmarlo,” dijo Reynolds. “Pero apostaría que estamos en lo cierto.”
Malcolm añadió, “las fibras de la alfombra dan positivo con las botas de trabajo de Damon. Y, aunque hay más huellas dactilares en esa furgoneta que en una streaper de aeropuerto, se las han apañado para aislar tres tipos: de Damon, de Salena y de Petar.”
Tras ellos oyeron voces que hablaban alto y un portazo y todos se dieron la vuelta hacia el despacho para ver al capitán Irons gritándose con la detective Hinesburg, que se le había corrido el rímel por las mejillas pareciéndose a un mapache. “Problemas en el paraíso,” dijo Feller.
“¿No habéis leído el ‘Ledger’ de esta mañana?” preguntó Reynolds. “La columna ‘Metro’ estaba centrada en cómo es posible que un prisionero muera estando en custodia."
Ochoa dijo, “todos los periódicos hablan de eso.”
“Sí, pero Tam Svedja tiene una fuente que dice que uno de los detectives no identificó a Salena Kaye en las grabaciones de la cámaras de seguridad.”
“Y sabemos qué fuente es esa, ¿no?” dijo Feller. “El superviviente.”
Ochoa acordó. “Eh, si Wally patearía a un crío para salir en televisión, ¿por qué no iba a salvar el culo pasándole el marrón a Sharon Hinesburg?”
“O, en este caso, bajo el camión de aire presurizado,” añadió Rook.
Heat se aclaró la garganta. “Como ya sabéis, me encantan los cotilleos, pero quizá podríamos centrarnos y volver al trabajo.” Pero cuando todos volvieron a sus escritorios, su mirada se dirigió hacia la oficina acristalada y secretamente esperó que si no transferían a Hinesburg, al menos tendría una bonita y larga suspensión.
Rook se unió a ella. “Voy a salir. Tengo algo de trabajo por mi cuenta. Cosas externas, nada muy importante.”
“Mentiroso. Vas a usar esto para tu próximo artículo, ¿verdad?”
“Está bien,” dijo. “Ya que insistes, mi editor del ‘Fist Press’ me envió un correo para decirme que van a dar una mayor cobertura para una edición online de la revista y piensa que una exclusiva de este caso sería una historia perfecta para la portada de la premiere en la nueva web.”
“Y tú sabes lo mucho que me gustó tu último artículo.”
“Te prometo, nada sobre tus méritos sexuales, me limitaré a los hechos.”
“Y yo que me lo creo.”
“Déjame decirlo de otro modo,” dijo él. “¿Preferirías que el artículo lo firmara Tam Svedja?”
Ella no dudó. “A por ello, chico escritor.”
“No te arrepentirás.”
“Ya lo hago.”
“¿Te puedo invitar a comer más tarde?”
Ella bajó los ojos. “Ve tú. Tengo algo que hacer sobre la hora de la comida.” Cuando él la estudió, decidiendo si preguntarle o no, ella dijo, “Sigue con lo tuyo. Te veré esta noche en mi casa después del trabajo.”
Cuando llegó a la puerta, pegó la oreja en ella y no oyó nada. Llamó suavemente para asegurarse que el lugar estaba vacío, y cuando nadie contestó, rápidamente se escabulló dentro y cerró con el pestillo.
Cuidándose de no tocar las notas del detective Raley sobre las grabaciones que estaban ordenadas en pilas al lado del monitor, se sentó tras la consola dentro del pequeño armario que él había convertido en su reino de vigilancia de cámaras. Heat sonrió cuando vio la corona de cartón del Burger King que le había regalado delante de toda la brigada cuando él había encontrado las grabaciones de las cámara de seguridad que grabaron el secuestro de un gigoló el pasado invierno. Sacó un pen drive de su bolsillo, lo enchufó en el puerto USB, y se puso los auriculares.
Nikki no sabía cuántas veces había escuchado a lo largo de los últimos diez años el audio del asesinato de su madre. ¿Veinte quizás? Primero había hecho una copia sosteniendo una grabadora al lado del contestador automático antes de que el detective Damon pudiera llevarse la cinta de cassette de su apartamento. La calidad era muy pobre así que, cuando se convirtió en detective, Heat escribió una autorización para entrar en los archivos y poder copiar el cassette a un archivo digital. Esa versión sonaba mucho más clara, pero aún con todas las veces que lo había escuchado, intentando analizar esa voz ahogada, nunca había conseguido identificarla.
Siempre lo había hecho en secreto porqué sabía que para cualquier persona que no entendiera que lo hacía con fines policiales, eso parecería macabro. Era para buscar pistas, no como una obsesión para revivir el evento. Eso, de todos modos, es lo que se decía a sí misma, y sentía que era verdad. Se concentraba en el ruido de fondo, no en el principal.
Especialmente odiaba oír su propia voz en la cinta, y siempre – cada vez que la escuchaba – detenía el audio justo antes de llegar a la parte en la que ella entraba en el apartamento y gritaba.
Eso era más de lo que podía soportar.
De todas las veces que la había escuchado, sin embargo, esta fue la primera vez que sabía que la voz ahogada era la de Petar.
Homicidio en primer grado. En cualquier caso de asesinato, el asesino potencial era alguien cercano. Primero hay que eliminar a maridos, esposas, exnovios, familia política, amigos, hijos, parientes y hermanos antes de ir a por otros sospechosos. Quitando a su padre, en ese caso había buscado novios en la vida de su madre, pero no en la suya propia. Pero entonces, el que había sido el investigador a cargo, Carter Damon, era cómplice de Petar y se encargó de obstaculizar la investigación.
Nikki la oyó de nuevo y otra vez más. Escuchó la familiar y corta conversación con su madre sobre especias, como revisaba la nevera, sus gritos y después el teléfono cayendo. El murmullo de la voz de un hombre. Pulsó la pausa y lo volvió a reproducir. Y reprodujo esa sección una vez y otra.
A mediodía, Heat estaba en la doceava planta, en una habitación tranquila que daba a York Avenue, en la sesión que ella había reservado esa mañana con Lon King, su psicólogo. Le contó al psicólogo del departamento sobre su historia con la grabación de la cinta y que, por primera vez, cuando la escuchó, oyó a Petar.
“¿Y por qué te quieres concentrar tanto en esta cinta?”
“Supongo que para preguntar si lo había estado negando a propósito inconscientemente.”
“Eso siempre es posible, pero me pregunto si tu curiosidad va más allá.”
“Ves, esta es la parte que odio.”
Él sonrió. “Todos dicen lo mismo, al principio.” Entonces continuó. “No me importa lo resistente que eres, Nikki, tienes mucho con lo que tratar.”
“Por eso lo he llamado.”
“Estoy seguro que no sólo estás reviviendo el trauma y la pérdida, sino que también estás experimentando un profundo sentimiento de ira y traición. Eso sin mencionar la confusión sobre tus propias elecciones e instintos. Como detective, sobre el crimen. Como mujer, sobre los hombres.”
Nikki se recostó en la silla y apoyó el cuello sobre el cojín. Mientras miraba al techo de un blanco inmaculado, trató de apartar la confusión, para agarrar la manilla del sentido común que había tenido hasta el día anterior. “Me siento como si me hubieran roto todos los esquemas. No sólo con el caso, sino también con lo que pensaba que era mi vida. Lo que pensaba que era el amor. Hace que me preocupe sobre lo que en que pueda confiar.”
“Y para ti, sé que la confianza es crucial. La desconfianza… bueno, es caótica.”
“Sí,” dijo, pero no sonó muy convincente. “Es lo que siento ahora. Siempre he visto que resolver el caso de mi madre sería limpio y ordenado. Ahora todo lo que siento es…” Movió el dedo simulando un ciclón.
“Estoy seguro. Sobre todo por la traición a tu intimidad. ¿Pero parte de ello podría ser también por qué tu vida ha estado tan definida por este caso que crees no saber quién eres si se resuelve?”
Ella se enderezó para encararle. “No, es decepcionante porqué aún no se ha terminado y no quiero defraudar a mi madre.”
“No puedes. Está muerta.”
“Y el hombre que ordenó su muerte sigue ahí fuera.”
“Entonces harás lo que tienes que hacer. Sé eso sólo por su definición de lo que son unos días de permiso.” Ella asintió estando de acuerdo, pero sin sonreír. “Te pediría que mantuvieras la calma con esto, a pesar de lo abrumador que es todo esto. La desconfianza se alimenta de sí misma, es como un virus. No puedes hacer tu trabajo – o vivir tu vida – dudando de tus instintos. Te convertirías en un ciervo que se queda congelado por unos focos. ¿En quién confías más, Nikki?”
“En Rook.”
“¿Puedes discutir esto con él?”
Nikki se encogió de hombros. “Claro.”
“¿Abiertamente?” Ella dudó, cosa que contestó a su pregunta. “Mi experiencia con policías en esta habitación es que la autosuficiente bajo presión funciona muy bien. Pero como estilo de vida tiene un precio. Es el estoicismo. Estás sola.”
“Pero no lo estoy ahora. Estoy con Rook.”
“¿Hasta qué punto?” No le pidió que contestara pero dejó que el segundero del reloj que había tras ella llenara algo de espacio antes de continuar.
“En un momento u otro, si somos afortunados, nos vemos obligados a decidir cuánto de nosotros mismos revelamos a otro. En el trabajo, en una amistad, en una relación. Tú y Don tuvisteis una relación física sin revelar ni compartir nada. Eso funcionó porqué lo acordasteis así. Ninguno de ambos quería ir más allá. Pero eso no será así en todas las relaciones. Quizá con otro quieras revelar más de ti. Pero, por lo que me has contado, estás haciendo justo lo contrario. Así que – a largo plazo – el tema tendrá que tratarse en algún momento cuando Rook necesite más intimidad de la que estás dispuesta a dar. Y puede que eso lo aleje. No ahora, pero algún día, ese momento llegará. Y tú le dejarás entrar, o no. Serás vulnerable con él, o no. Y experimentarás las consecuencias, basadas en tu decisión. Espero que la decisión que hagas te haga feliz.”
Nikki salió a la calle después de su sesión con más preguntas que respuestas, pero alguna cosa en su vida parecía más brillante. La furgoneta amarilla de la comida gourmet Wafels & Dinges estaba aparcada a una manzana de York Avenue. Esperó en la cola, vacilando entre el dulce o el salado y se decidió por una mezcla: un gofre de bacón con sirope, que se comió en un banco bajo el Teleférico de Roosevelt Island. Cuando terminó, siguió sentada un rato para ver como las cabinas rojas de pasajeros flotaban por encima del East River, y deseó que todas sus preocupaciones fueran empaquetadas y lanzadas por el aire. Pero no funcionaba así. Eso se le quedó claro cuando el agente Bart Callen, del departamento de Seguridad Nacional, se sentó a su lado.
“Deberías probar el Throwdown,” dijo. “Es el gofre que superó al de Bobby Flay.”
“¿No tenéis correo electrónico? En vez de espiarme podrías invitarme a una reunión la próxima vez.”
“Como si fueras a responder.”
“Inténtalo, agente Callan. Como ya dije la última vez, puedes venir por la puerta principal, soy muy cooperativa por naturaleza.”
“Menos cuando la acorralamos.”
“¿Y quién no?”
“Necesito saber todo lo que sepas sobre Tyler Wynn y Petar Matic. Y si puedes decirme lo que había en esa bolsa, también sería muy útil.”
Heat apartó los ojos bajo el remolcador que navegaba río arriba bajo el puente de Queensboro y miró al agente. Quitando la actitud militar y ese agravante hábito de aparecer por sorpresa, parecía un buen chico.
Entonces dudó sobre sus verdaderos instintos. “Debes tener a los de la central en llamada rápida, llámalos.”
Él negó con la cabeza. “No es óptimo. Esto es demasiado delicado, demasiado grande. Si esto entra en la cadena burocrática, no habrá modo de contenerlo.”
“¿Y entonces por qué me involucras?”
“Porqué ya lo estás. Y no eres de las que van hablando.” Sonrió. “Aprendí eso aquella noche en el almacén.” Ella le devolvió la sonrisa y él le tendió la mano. En un principio, Nikki pensó que quería coger la suya, pero él cogió los restos de su comida, y ella se ruborizó por su malentendido.
Cogió su plato y el tenedor y los tiró en una papelera tras suyo, después se levantó del banco para encararla. “Detective Heat, puedo asegurarle una cosa. El caso en el que estamos trabajando se está convirtiendo en un asunto de máxima seguridad nacional. Quizá si te lo cuento, te hará sentirte mejor para compartir la información con nosotros.”
“Te escucho.”
“Es una historia corta. Nicole Bernardin, quién era de la CIA en su día, contactó con nosotros hará un mes y medio para decir que tenía unos documentos muy importantes sobre algo urgente que necesitaba compartir. Miramos escrupulosamente su historial en la CIA así como sus trabajos más recientes con Tyler Wynn y su nueva – digamos, independiente – capacidad. Acordamos con ella para que nos diese la información, pero alguien la mató antes de que pudiera decirnos donde encontrarla.”
Heat dijo, “si quieres saber sobre la caja, la encontré, pero no llegué a ver lo que contenía.”
“¿Qué aspecto tenía?”
“Era una bolsa de cuero con una cremallera. Del tipo que usan los comerciantes para llevar su dinero al banco.”
Él entrecerró los ojos, imaginándosela, y dijo, “gracias por eso.”
“No me puedes dar las gracias por responderte eso. Si sabías que Tyler Wynn había cambiado de bando, ¿por qué no lo arrestasteis?
¿Especialmente si estaba envuelto en algo que afectaba a la seguridad nacional?”
“Exactamente por esa razón. Vamos, Heat, ya sabes lo que es tener a un sospechoso vigilado. Nunca pillamos a Wynn porqué no queríamos destapar su tapadera antes de que nos guiara hacia lo que estaba involucrado.”
“¿Y cuantas personas han muerto mientras lo vigilabais, agente Callan?”
Él sabía a donde quería llegar y dijo, “para que conste, los de la CIA no sabían que Tyler Wynn se había ido por su cuenta cuando mataron a tu madre. De hecho, su asesinato es donde empieza esta investigación. En ese tiempo yo era del FBI, y era el contacto designado para tu madre.” Eso hizo que Nikki girase la cara para mirarle. “Es verdad, la conocía,” dijo él. “En una situación muy parecida a la de Nicole Bernardin, tu madre contactó con nosotros, diciendo que sospechaba que se estaba planeando una amenaza a la seguridad nacional en suelo americano. Le dimos doscientos mil dólares para sobornar a un informante que diese pruebas y fue asesinada la noche que lo consiguió.”
Nikki miró como una cabina flotaba por encima de sus cabezas mientras digería la noticia. Si Callan estaba diciendo la verdad, ese dinero no era un pago por la traición de su madre, después de todo. Ella bajó los ojos para encontrarse con los de él, que dijo, “ahí lo tienes. Esta es la historia.”
“A excepción de la trama doméstica que ella descubrió y que aparentemente lo habéis sabido todo este tiempo.”
“Eso es información clasificada.”
“Muy conveniente. Y que mientras, Tyler Wynn ha seguido libre. Perdón, bajo vuestra vigilancia.”
El agente Callan ignoró la pulla. Aparte de su actitud militar, nada parecía que lo iba a apartar de su misión. “Mucha gente ya te ha preguntado esto, pero te lo voy a preguntar de nuevo, y espero que seas sincera conmigo. ¿Tienes alguna idea de lo que tu madre recibió de ese informador?”
“No.”
“¿Y no tienes ni idea de dónde lo podría haber escondido?”
“No, donde quiera que esté, lo escondió muy bien.”
“Encontraste el escondrijo de Nicole.”
“Ya te lo he dicho, no sé dónde está. ¿No crees que ya he pasado por esto yo misma un millón de veces?”
Después de un asentimiento seco, él fue al grano. “Quiero que cooperes conmigo con esto.”
“Ya lo he estado haciendo. ¿Has estado escuchando algo?”
“Me refiero a seguir adelante.”
“Trabajo para la policía de Nueva York.”
“Yo trabajo para el pueblo americano.”
“Entonces usa la llamada rápida para llamar al cuartel general de la policía, y soy toda tuya. Si no es así, gracias por la visita.”
Ya casi estaba en York con la mano levantada para pedir un taxi cuando él caminó hacia ella, tratando de convencerla de algún modo. “Piensa sobre ello. ¿El hecho de que alguien pueda llegar hasta uno de tus prisioneros y matarlo mientras está encerrado no te dice nada sobre lo seria que podría ser esta amenaza?”
“No puedo hacer nada. Simplemente no tengo nada que pueda darte.”
“Te podría ayudar a coger a Tyler Wynn.”
O, pensó Nikki, alejarme de él si no sirvo a vuestros propósitos. Ella dijo, “gracias por la recomendación del gofre,” y se metió en el taxi.
Heat volvió a su apartamento esa noche y Rook se levantó de la mesa del comedor donde estaba con su MacBook y la recibió con un beso profundo. La rodeó con sus largos brazos y se fundieron el uno con el otro. Después de abrazarse por un rato, él dijo, “no te estás quedando dormida encima mío, ¿verdad?”
“¿Estando de pie? ¿Te crees que soy un caballo?”
“Nah,” dijo, y ella río por primera vez en ese día.
“Que tonto eres.” Se volvió a reír porqué era un tontería. Y por la bienvenida. Puso una mano en su mentón y acarició su mejilla.
Cuando él le preguntó cómo lo llevaba, ella le contó la verdad. Que el día había sido un tormento y que deseaba un buen baño caliente. Pero cuando él mencionó que había hecho Caipirinha, el baño pasó a un segundo plano y aparecieron los vasos.
Se sentaron en el sofá y ella le contó su encuentro con Bart Callan. “¿Así que esa era tu misteriosa cita para comer, un agente de Seguridad Nacional?”
Por un momento, pensó en contarle sobre su sesión de psicología pero se sentía demasiado cansada como para abrir ese tema y lo dejó estar. Pero entonces Nikki consideró lo que Lon King había dicho sobre su reticencia a revelar cosas sobre ella – su versión sobre el discurso del muro – así que dijo, “no, he visto a mi psicólogo.”
“Así que has pasado de llamarle “el” psicólogo para llamarle “mi” psicólogo. Eso es nuevo.”
“Déjalo, ¿vale?” Poco a poco, pensó ella, poco a poco.
Pero él persistió. “Creo que es bueno para ti. Si es que alguna vez hubo un momento, es este. Por todo lo de Petar, también por lo de Don.”
“Hablando de Don,” dijo, midiendo sus palabras para llevar la conversación hacia otro lado. “Estoy planeando volar a San Diego pasado mañana. Su familia hará un homenaje en la base de la marina.”
“Me gustaría ir contigo, si te parece bien.”
Los ojos de Nikki se abrieron por la sorpresa. “¿Harías eso?” La sonrisa de Rook decía que sí, así que ella se inclinó para besarlo, por lo bonita que era.
Se acurrucaron por un momento, y tras la medida exacta de quietud, él dijo. “Pero si Petar tiene un funeral, estaré ocupado.” El comentario de mal gusto la hizo reír del modo que sólo Rook podía hacer, haciendo que un tabú fuera divertido porque era impensable.
Entonces ella frunció el ceño. Él sabía el porqué, no necesitaba que ella dijera nada. “Sé que es desalentador. Resuelves este enorme caso sólo para llevarlo a otro callejón sin salida. Averiguaremos lo que hay detrás de todo esto. Sólo que no lo haremos ahora.”
“Pero supón que tanto lo que dijo Petar como lo que dijo Bart Callan sea verdad. ¿Qué es eso tan grande que es necesario parar?”
“Llegados a este punto, No sé qué decir sobre eso. Y por lo que has dicho sobre el agente Callan, los federales tampoco tienen ni idea. Obviamente la clave es Tyer Wynn. Todo gira alrededor de quién sea por el que está trabajando. ¿Qué dijo mi amigo Anatoly esa noche en París? Que era una nueva era cuando los espías no trabajan para los gobiernos sino – como él lo llamaba – otras entidades”
Se frotó la cara con las palmas de las manos, “ahora mismo todo esto me supera.”
“¿Nikki? Está bien.” Rook le puso una mano en cada hombro y la giró hacia él. “No tienes que ser la única persona en este caso. Ya has hecho un gran trabajo. Ahora mismo podrías clavar la bandera, declarar la victoria y pasar página. Nadie te lo reprocharía.” Y después añadió. “De todos modos, estaré contigo.”
Todo lo que significaba esa frase la llegó al corazón, y dijo, “eso ayuda, gracias.” Dejó su vaso sin acabar en la mesita del café. “¿Estarías muy ofendido si me diera un baño y pasara la noche sola?”
“¿Quieres refugiarte?”
“Desesperadamente, lo necesito.”
“Lo entiendo.”
Rook guardó su portátil y notas en su mochila, y después de besarse en la puerta, dijo, “piensa sobre esto esta noche cuando estés en pijama.”
“De acuerdo.”
“Una cosa que hace que este viaje haya valido la pena: al final has averiguado que tu madre no estaba teniendo una aventura. Y que tampoco era una traidora. De hecho, tu madre era una heroína.”
“Sí, ya sabes lo que F. Scott Fitzgerald decía. ‘Dame un héroe…’”
“’… y te escribiré una tragedia.’”
“Además,” dijo ella, “ya sea por una causa noble o no, aún me fastidia que me haya ocultado tanto de su vida. Racionalmente, puedo decir que quiero perdonarla, pero la verdad es que no lo siento así. Aún no.”
“Lo entiendo,” dijo Rook. “Escucha, no soy un psicólogo, pero si lo fuera, lo que te sugeriría es que quizá lo mejor que puedes hacer mientras, es encontrar un modo de conectar con ella y ver a donde te lleva eso.”
Flotaba en el calor indulgente del agua aromatizada con lavanda hasta que empezó a sonar la siguiente canción de su equipo de música: Mary J. Blige, testificando en “No More Drama”. Nikki la cantó al principio, pero después se puso a escuchar el mensaje de la reina del Hip Hop y el Soul sobre levantarse, afrontar el dolor y el juego. Nikki había escuchado esa canción muchas veces, pero – como al igual que con esa grabación del apuñalamiento de su madre del contestador automático – ese día era como si la escuchara por primera vez. Especialmente la parte sobre no saber dónde acababa la historia, sólo dónde empezaba.
Sentada con las piernas cruzadas en el sofá con una infusión caliente de manzanilla y con el pelo mojado cayendo por los hombros de su albornoz, Nikki repasó la vida de su madre para ella misma. Intentó no pensar demasiado en las consecuencias que había provocado la vida secreta de Cynthia Heat. Por supuesto que hubo ausencias que habían provocado anhelos y miedos, pero más impactante eran los rasgos que habían condicionado la personalidad de Nikki y que había llevado a su vida de una forma tan elegante y había hecho suyos: cautela, secretismo y aislamiento.
Esa podría ser su historia sin final, si lo permitía. El psicólogo le había advertido que debía aceptar que su madre estaba muerta, pero Nikki sabía que la historia de su madre viviría a través de ella y que su madre aún estaba en su corazón, y siempre lo estaría.
Aún así, Nikki quería empezar una nueva historia. Una tan llena de las cosas buenas que había recibido de su madre que sobrepasara al resto. O al menos, si podía, dejar de sufrir.
En su comedor, en la soledad de la noche que había escogido, la elección de Heat fue reflejar las virtudes y dones. En la independencia que había conseguido por la educación de su madre. En el sentido de que le había enseñado a asombrarse, la capacidad de imaginación, principios, criterio, el valor del trabajo duro, la bondad y el poder del amor. La nueva historia que empezó iba por ahí, un montón de vasos que pasaban de estar medio vacíos a medio llenos según lo iba componiendo. Una historia donde la risa se contagiaba, el perdón curaba y la música enternecía el más frío de los corazones.
Música.
Nikki miró al piano que atravesaba la habitación.
Su madre lo había tocado bellamente, y había compartido sus maravillas con ella. ¿Por qué había tomado tanto poder en silencio?
Sintió un cosquilleo en el pecho a la vez que recordaba las palabras que le había dicho Rook al irse sobre encontrar algún modo de conectar de nuevo con su madre. El cosquilleo se convirtió en miedo, pero eligió el coraje y se levantó. Mientras cruzaba la alfombra para llegar al piano de cola, su temor se desvaneció y se convirtió en algo que la mantenía a flote a la vez que levantaba la tapa de la banqueta para sacar una partitura. ‘Mozart para niños.’
Era la primera vez en diez años que había abierto esa banqueta; incluso hacía más tiempo desde que había cogido ese libro. Nikki estaba segura que lo había perdido.
Tenía diecinueve años la última vez que levantó la tapa del Steinway. Nikki vaciló, no por las dudas, sino para marcar esa nueva etapa.
Las bisagras de la tapa crujieron cuando la abrió y expuso las teclas. Sus dedos temblaron con la anticipación que sintió en cada uno de los recitales que había dado de niña cuando se sentó, abrió el libro de la partitura por la primera página, probó la sensación de los pedales, y entonces empezó a tocar.
Por primera vez en una década, la música de ese preciado instrumento llenó el apartamento, y salió de Nikki a través de Cynthia. La música es memoria sensorial; además, también de los músculos, así que falló algunas notas, pero eso sólo le hizo sonreír a la vez que empezaba la Sonata Número 15 de Mozart. Su forma de tocar, se sentía muy brusca y entrecortada al principio, poco a poco se volvió más fluida y elegante.
Titubeó, sin embargo, al llegar al final de la página y ver que tenía dificultades para pasar la página y seguir tocando a la vez. O quizá eran las lágrimas que nublaban su visión. Se las secó y se dispuso a seguir, pero se detuvo.
Nikki frunció el ceño y miró la partitura, confundida. Se inclinó hacia el libreto que estaba apoyado en el atril y vio unas marcas extrañas entre las notas hechas con lápiz y con la caligrafía de su madre.
Su madre siempre le había dicho que Mozart consideraba el espacio entre las notas también era música, pero esas no eran anotaciones musicales que pudiera reconocer, sino otra cosa totalmente distinta.
¿Pero qué?
Heat encendió otra lámpara y puso la partitura bajo su luz para estudiar las marcas. A su parecer, tenían pinta de ser algún tipo de código.
Empezó a mecerse ligeramente en la banqueta y el suelo le pareció que se movía. Nikki pensó que estaba experimentando otra réplica del terremoto. Pero entonces miró a su alrededor.
El resto de la habitación estaba perfectamente quieta.
lastral- Policia de homicidios
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Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Muchas gracias a todos los que hicieron posible esta traducción. Todavia no lo termine de leer, me habre quedado en el capítulo 13 o 14, pero cuando tenga tiempo volveré a leerlo desde el principio. Nuevamente muchas gracias y espero que cuando salga Deadly Heat pueda contar otra vez con su traduccion.
fmon_10- Escritor novato
- Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 03/05/2013
Localización : General Roca, Rio Negro, Argentina.
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Tranquilo que en cuanto lo publiquen aquí estaremos traduciendolo, y gracias a ti por leer.
Si que tengais en cuenta que al estar protegido por CopyRight, no nos podemos ceñir exactamente a su traducción literal, debiendo decir lo mismo pero de otra manera.
Si que tengais en cuenta que al estar protegido por CopyRight, no nos podemos ceñir exactamente a su traducción literal, debiendo decir lo mismo pero de otra manera.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Va hacer una larga espera para que salga el próximo libro, la traducción estuvo excelente.
Saludos de Durango México.
Saludos de Durango México.
nert- Escritor novato
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 17/12/2012
Edad : 35
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Me encanta buena traducción y contenta de poder leer el libro traducido
Continuad pronto plisss
besotesss a todoss
Continuad pronto plisss
besotesss a todoss
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Grandisimo trabajo. felicidades..
castlemaniac- Ayudante de policia
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 05/12/2012
Edad : 41
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
muchisimas gracias !!
cuando lo tengan en un solo link pasenlo que lo quiero descargar !
(si es en PDF muchisimo mejor)
repito,GRACIAS - muy buena la traduccion-
saludos desde ARGENTINA-
cuando lo tengan en un solo link pasenlo que lo quiero descargar !
(si es en PDF muchisimo mejor)
repito,GRACIAS - muy buena la traduccion-
saludos desde ARGENTINA-
luisina09- Escritor novato
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 20/04/2013
Edad : 28
Localización : Argentina
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Muchas gracias a todos
lastral- Policia de homicidios
- Mensajes : 747
Fecha de inscripción : 10/04/2011
Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Muchísimas gracias por la traducción y por el trabajo que se tomaron!!!; gracias a ustedes puedo leer los libros ya que en Argentina no se consiguen. Saludos y seguimos conectados!!
mitek- Escritor novato
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 19/05/2012
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
no sabeis como os quiero en este momento!!!!!!! gracias
isavalencia- Ayudante de policia
- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 36
Localización : valencia ( paiporta)
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
Mujer, espero que después nos quieras un poco más, que tenemos que motivarnos para traducir el próximo libro con el esfuerzo que supone, jajaja.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Frozen Heat- traducido al español. Capitulo 20- Ultimo Capitulo
y yo y muchos os lo agradecemos el esfuerzo
isavalencia- Ayudante de policia
- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 36
Localización : valencia ( paiporta)
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