Me quieres (FIC Sobre Cincuenta Sombras de Grey)
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MariaRomn@caskett
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maria_cs
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Me quieres (FIC Sobre Cincuenta Sombras de Grey)
Sí, habeis leído bien,
Algunas os preguntareis qué diablos hago escribiendo un FIC sobre una historia que odio. Bueno pues... digamos que le quería hacer un regalo de Navidad a una persona muy especial en mi vida y esta es una historia que a ella le encanta, así que... esto es para ConchaCarrillo
(pero esto no cambia nada, nena, sigo odiándola XD)
FELIZ NAVIDAD CONCHA, TE QUIERO MUCHO AMIGA
Hace frío; a esas horas las calles están desiertas. Las familias están cenando, después Seattle se llenará de jóvenes que irán a fiestas hasta altas horas de la madrugada o de familias con niños que irán a ver alguna función navideña. Pero a esas horas, no hay nadie. Sin embargo, una joven anda sin rumbo, con los ojos llenos de lágrimas, triste, cansada, sola.
Se reprende mentalmente por haber sido tan estúpida, por haberse permitido enamorarse de un hombre así, por haber dejado que la controlase, pero sobre todo… se reprende por haberlo abandonado… ella lo quiere. Está enamorada de él, es educado, tierno, a veces, sabe complacerla y lo más importante es su mundo. Para ella no hay nada más, solo él. Pero su mundo se está resquebrajando. No es la primera vez que lo abandona. Ya lo hizo antes, tras comprender que no podría darle lo que él necesitaba, tras saber cómo serían sus peores castigos, tras sentirse humillada y dolorida. Lo dejó y esa fue la primera vez que su mundo se vino abajo. Fueron pocos días de separación, pero días desesperados, tristes, en los que se decía a sí misma lo mucho que lo necesitaba, lo mucho que lo deseaba, lo mucho que lo quería. Y entonces él la buscó y le prometió que cambiaría. No más castigos, no más normas, seremos una pareja, será como tú lo deseas, le dijo. No puedo darte lo que tú necesitas, fue su respuesta, pero él la sorprendió, diciéndole que ella estaba por encima de todo. Y se animó a intentarlo. Le enseñó a amar, a hacer el amor a una mujer. Aún se sorprende, él le enseñó todo lo que sabe del sexo, pero fue ella la que le enseñó a él lo que realmente es hacer el amor. Quizás con pinzas, con esposas, con látigos… pero sea como sea, ella sabe que es amor, él se lo demuestra, cada día.
Y ahora todo ha cambiado. Se siente defraudada, piensa que todo es un mal sueño, que despertará y lo tendrá a su lado, en la cama, que podrá verlo dormir. Pero sigue caminando, tiembla, quizás de frío, quizás por la desesperación, no sabe por qué, pero tiembla. Está triste, siente que le faltan las fuerzas, se sienta en un banco. A lo lejos se oye una risa infantil, suena un villancico. No puede evitarlo, llora. Cada lágrima va cayendo despacio, se pierde y acaba en su regazo. No intenta parar, sabe que no podrá. Lo necesita, lo sabe, lo ama por encima de todo. Pero duda, ¿estará dispuesta a perdonarle? No lo sabe. Sabe que lo ama, que lo quiere, que no puede vivir sin él. Sabe que es su mundo, pero, esta vez no sabe si podrá perdonar. Esta vez tiene miedo, miedo de perderlo, de que todo acabe.
-¿Ana? –Es su voz. Destrozada, triste, hundida, pero es su voz. No levanta la cabeza, no quiere verlo, no quiere que esté ahí. Espera que sea una imaginación y que desaparezca, que la deje llorar. Quizás después pueda verlo, enfrentarse a él, pero ahora no, ahora no tiene fuerzas. –Ana, dios mío… -Nota preocupación en su voz. La alucinación se sienta a su lado, coge su mano, la calienta entre las suyas; esas manos que tantas veces la han acariciado, que tantas veces la han azotado… -Estás helada, mírate cariño, vas a coger una pulmonía. –La alucinación se preocupa por ella, porque tenga frío, pero a ella le da igual. No siente el frío, solo siente el dolor, el vacío, la desesperación. Vuelve a llorar.
-No… no por favor, no llores, Ana mírame, por favor, Ana… -La alucinación le suplica que la mire, que no llore, pero no puede evitarlo. –Por favor. –Levanta la cabeza, lo observa, entre lágrimas. Es él, no es una alucinación…
-Vete. –Le dice, aunque no quiere que se vaya, quiere que se quede, que la abrace… él la mira horrorizado.
-Por favor escúchame.
-Vete. –Repite por segunda vez.
-Ana… por favor. –Esta vez no es una súplica, es desesperación, pánico. Él siente lo mismo que ella… tampoco desea perderla. Se levanta, entumecida, tiembla. Su mundo se acerca a ella, intenta abrazarla, pero no se deja. Lo necesita, necesita ese abrazo más que a nada en el mundo, pero no se deja. No quiere que la toque… no quiere que la ame para después volver a destrozarla… pero él sigue ahí, desesperado por llevarla de nuevo con él, a su hogar. –Deja que te lleve a casa. –Ruega. –Te prometo que no te molestaré, te dejaré sola si es lo que deseas, hasta que estés lista, pero por favor vuelve. –Es como un niño. No contesta, nunca jamás le ha oído hablar así, ni siquiera cuando ella se fue la primera vez. Quizás porque entonces él sabía que volvería. Quizás ahora no esté seguro, puede que crea que ya no lo necesita, que puede perderla. Y ella desea que fuera así, pero no puede. Lo ama.
-Llévame a casa. –Murmura, con tristeza, cansada. La coge de la mano y la lleva, él conduce, en silencio. Cuando llegan, ella entra primero, se apoya contra la pared, suspira. -¿Qué voy a hacer contigo, Christian? –Él niega, se arrodilla a su lado, apoya la cabeza en sus piernas, está temblando.
-Solo te pido una última oportunidad, por favor. Una más. Yo te quiero, no volveré a fallarte.
-Levántate, por favor. –No puede verlo así, lo quiere demasiado para verlo de esa manera.
-No, no Ana, no. No me importa estar así, no me importa arrodillarme ni suplicarte, me da igual, haré lo que sea para que me perdones.
-Christian… esto no está bien. –No está bien que él le suplique, no está bien que se arrodille… no tiene sentido. Él es perfecto… pero… si es tan perfecto… ¿por qué hoy todo ha cambiado? No sabe que decir, ni que hacer, no sabe que pensar. Solo sabe que no puede verlo así, le duele, más que los azotes que un día le dio. –Levántate, no quiero verte así. –Le dice.
Se levanta; ella comprueba destrozada que está llorando. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Se pregunta. Ayer todo era perfecto… y hoy… ¿qué ha pasado para que estés suplicándome y llorando por mí? Piensa. ¿Será qué de verdad me necesitas?… ¿harías esto por otra?, tú eres mi mundo Cincuenta… ¿seré yo el tuyo?
-¿En qué piensas? –La más amable de las Cincuenta Sombras le hace cosquillas en la espalda, está tumbada a su lado, ella se aprieta contra su cuerpo, deseando sentir el calor de su pareja.
-En aquella Nochebuena… -Murmura. Enseguida nota como él se tensa; la atrae aún más, la abraza.
-La Navidad más triste de toda mi vida. –Susurra.
-Para mí fue la… más alegre. –Dice, volviéndose, quedando frente a él. La amable Sombra la mira, sorprendido, confuso. Ella sonríe, le acaricia la mejilla, con ternura. –Fue dolorosa, triste, oscura… pero es como esto que tú me has enseñado... el dolor puede llevar al placer... o en este caso a la felicidad...
-Creo... que tendrás que explicármelo.
-Aquella noche me di cuenta de una cosa, que hasta entonces creía saber, pero… no estaba segura.
-¿De qué hablas? –Pregunta, cogiéndole la mano y frotando suavemente la dolorida muñeca, efecto que solo una sesión de amor con él puede dejar.
-Me quieres. –Susurra; él asiente, con dulzura, la atrae hacia él, la besa. Vuelve a hacerle el amor. Pero esta vez sin esposas, ni antifaces, ni pinzas… solos ella y él.
-Feliz Navidad. –Murmura ella, recostándose de nuevo, dichosa, tras sentir el placer que solo él sabe proporcionarle. Y no porque sea un Dios, ni porque sepa que hacer en esa cama... no, ella está segura de que no sentiría lo mismo con otro hombre con la misma experiencia pero que no la amara... no. Ese placer solo sabe darlo él, porque la quiere.
-Feliz Navidad, mi vida.
Algunas os preguntareis qué diablos hago escribiendo un FIC sobre una historia que odio. Bueno pues... digamos que le quería hacer un regalo de Navidad a una persona muy especial en mi vida y esta es una historia que a ella le encanta, así que... esto es para ConchaCarrillo
(pero esto no cambia nada, nena, sigo odiándola XD)
FELIZ NAVIDAD CONCHA, TE QUIERO MUCHO AMIGA
Hace frío; a esas horas las calles están desiertas. Las familias están cenando, después Seattle se llenará de jóvenes que irán a fiestas hasta altas horas de la madrugada o de familias con niños que irán a ver alguna función navideña. Pero a esas horas, no hay nadie. Sin embargo, una joven anda sin rumbo, con los ojos llenos de lágrimas, triste, cansada, sola.
Se reprende mentalmente por haber sido tan estúpida, por haberse permitido enamorarse de un hombre así, por haber dejado que la controlase, pero sobre todo… se reprende por haberlo abandonado… ella lo quiere. Está enamorada de él, es educado, tierno, a veces, sabe complacerla y lo más importante es su mundo. Para ella no hay nada más, solo él. Pero su mundo se está resquebrajando. No es la primera vez que lo abandona. Ya lo hizo antes, tras comprender que no podría darle lo que él necesitaba, tras saber cómo serían sus peores castigos, tras sentirse humillada y dolorida. Lo dejó y esa fue la primera vez que su mundo se vino abajo. Fueron pocos días de separación, pero días desesperados, tristes, en los que se decía a sí misma lo mucho que lo necesitaba, lo mucho que lo deseaba, lo mucho que lo quería. Y entonces él la buscó y le prometió que cambiaría. No más castigos, no más normas, seremos una pareja, será como tú lo deseas, le dijo. No puedo darte lo que tú necesitas, fue su respuesta, pero él la sorprendió, diciéndole que ella estaba por encima de todo. Y se animó a intentarlo. Le enseñó a amar, a hacer el amor a una mujer. Aún se sorprende, él le enseñó todo lo que sabe del sexo, pero fue ella la que le enseñó a él lo que realmente es hacer el amor. Quizás con pinzas, con esposas, con látigos… pero sea como sea, ella sabe que es amor, él se lo demuestra, cada día.
Y ahora todo ha cambiado. Se siente defraudada, piensa que todo es un mal sueño, que despertará y lo tendrá a su lado, en la cama, que podrá verlo dormir. Pero sigue caminando, tiembla, quizás de frío, quizás por la desesperación, no sabe por qué, pero tiembla. Está triste, siente que le faltan las fuerzas, se sienta en un banco. A lo lejos se oye una risa infantil, suena un villancico. No puede evitarlo, llora. Cada lágrima va cayendo despacio, se pierde y acaba en su regazo. No intenta parar, sabe que no podrá. Lo necesita, lo sabe, lo ama por encima de todo. Pero duda, ¿estará dispuesta a perdonarle? No lo sabe. Sabe que lo ama, que lo quiere, que no puede vivir sin él. Sabe que es su mundo, pero, esta vez no sabe si podrá perdonar. Esta vez tiene miedo, miedo de perderlo, de que todo acabe.
-¿Ana? –Es su voz. Destrozada, triste, hundida, pero es su voz. No levanta la cabeza, no quiere verlo, no quiere que esté ahí. Espera que sea una imaginación y que desaparezca, que la deje llorar. Quizás después pueda verlo, enfrentarse a él, pero ahora no, ahora no tiene fuerzas. –Ana, dios mío… -Nota preocupación en su voz. La alucinación se sienta a su lado, coge su mano, la calienta entre las suyas; esas manos que tantas veces la han acariciado, que tantas veces la han azotado… -Estás helada, mírate cariño, vas a coger una pulmonía. –La alucinación se preocupa por ella, porque tenga frío, pero a ella le da igual. No siente el frío, solo siente el dolor, el vacío, la desesperación. Vuelve a llorar.
-No… no por favor, no llores, Ana mírame, por favor, Ana… -La alucinación le suplica que la mire, que no llore, pero no puede evitarlo. –Por favor. –Levanta la cabeza, lo observa, entre lágrimas. Es él, no es una alucinación…
-Vete. –Le dice, aunque no quiere que se vaya, quiere que se quede, que la abrace… él la mira horrorizado.
-Por favor escúchame.
-Vete. –Repite por segunda vez.
-Ana… por favor. –Esta vez no es una súplica, es desesperación, pánico. Él siente lo mismo que ella… tampoco desea perderla. Se levanta, entumecida, tiembla. Su mundo se acerca a ella, intenta abrazarla, pero no se deja. Lo necesita, necesita ese abrazo más que a nada en el mundo, pero no se deja. No quiere que la toque… no quiere que la ame para después volver a destrozarla… pero él sigue ahí, desesperado por llevarla de nuevo con él, a su hogar. –Deja que te lleve a casa. –Ruega. –Te prometo que no te molestaré, te dejaré sola si es lo que deseas, hasta que estés lista, pero por favor vuelve. –Es como un niño. No contesta, nunca jamás le ha oído hablar así, ni siquiera cuando ella se fue la primera vez. Quizás porque entonces él sabía que volvería. Quizás ahora no esté seguro, puede que crea que ya no lo necesita, que puede perderla. Y ella desea que fuera así, pero no puede. Lo ama.
-Llévame a casa. –Murmura, con tristeza, cansada. La coge de la mano y la lleva, él conduce, en silencio. Cuando llegan, ella entra primero, se apoya contra la pared, suspira. -¿Qué voy a hacer contigo, Christian? –Él niega, se arrodilla a su lado, apoya la cabeza en sus piernas, está temblando.
-Solo te pido una última oportunidad, por favor. Una más. Yo te quiero, no volveré a fallarte.
-Levántate, por favor. –No puede verlo así, lo quiere demasiado para verlo de esa manera.
-No, no Ana, no. No me importa estar así, no me importa arrodillarme ni suplicarte, me da igual, haré lo que sea para que me perdones.
-Christian… esto no está bien. –No está bien que él le suplique, no está bien que se arrodille… no tiene sentido. Él es perfecto… pero… si es tan perfecto… ¿por qué hoy todo ha cambiado? No sabe que decir, ni que hacer, no sabe que pensar. Solo sabe que no puede verlo así, le duele, más que los azotes que un día le dio. –Levántate, no quiero verte así. –Le dice.
Se levanta; ella comprueba destrozada que está llorando. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Se pregunta. Ayer todo era perfecto… y hoy… ¿qué ha pasado para que estés suplicándome y llorando por mí? Piensa. ¿Será qué de verdad me necesitas?… ¿harías esto por otra?, tú eres mi mundo Cincuenta… ¿seré yo el tuyo?
-¿En qué piensas? –La más amable de las Cincuenta Sombras le hace cosquillas en la espalda, está tumbada a su lado, ella se aprieta contra su cuerpo, deseando sentir el calor de su pareja.
-En aquella Nochebuena… -Murmura. Enseguida nota como él se tensa; la atrae aún más, la abraza.
-La Navidad más triste de toda mi vida. –Susurra.
-Para mí fue la… más alegre. –Dice, volviéndose, quedando frente a él. La amable Sombra la mira, sorprendido, confuso. Ella sonríe, le acaricia la mejilla, con ternura. –Fue dolorosa, triste, oscura… pero es como esto que tú me has enseñado... el dolor puede llevar al placer... o en este caso a la felicidad...
-Creo... que tendrás que explicármelo.
-Aquella noche me di cuenta de una cosa, que hasta entonces creía saber, pero… no estaba segura.
-¿De qué hablas? –Pregunta, cogiéndole la mano y frotando suavemente la dolorida muñeca, efecto que solo una sesión de amor con él puede dejar.
-Me quieres. –Susurra; él asiente, con dulzura, la atrae hacia él, la besa. Vuelve a hacerle el amor. Pero esta vez sin esposas, ni antifaces, ni pinzas… solos ella y él.
-Feliz Navidad. –Murmura ella, recostándose de nuevo, dichosa, tras sentir el placer que solo él sabe proporcionarle. Y no porque sea un Dios, ni porque sepa que hacer en esa cama... no, ella está segura de que no sentiría lo mismo con otro hombre con la misma experiencia pero que no la amara... no. Ese placer solo sabe darlo él, porque la quiere.
-Feliz Navidad, mi vida.
Última edición por maria_cs el Mar Dic 25, 2012 1:18 pm, editado 1 vez
iLoveCaskett- Escritor novato
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 18/12/2012
Re: Me quieres (FIC Sobre Cincuenta Sombras de Grey)
Yo no lo he leido y creo que no lo voy a leer nunca , editora, me ha gustado, y eso que lo odias, jeje.
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
- Mensajes : 502
Fecha de inscripción : 08/10/2012
Edad : 26
Localización : Ceuta (España)
Re: Me quieres (FIC Sobre Cincuenta Sombras de Grey)
Cuando lei el título creía que me había vuelto loca, lo que menos me imaginaba es que justamente tú, que siempre has dicho que no te gsuta el libro, escribiera una historia sobre él.
Desde que lei el capítulo de la historia de navidad tuve claro que la escritora de Cincuenta Sombras no tiene nada que hacer a tu lado, pero después de esto lo tengo clarísimo.
Me gusta mucho más como llevas tu la historia a como la lleva la escritora en el libro, me encanta la idea de que Ana consiga hacer cambiar a Christian y ser un hombre capaz de amar.
Es precioso María.
Desde que lei el capítulo de la historia de navidad tuve claro que la escritora de Cincuenta Sombras no tiene nada que hacer a tu lado, pero después de esto lo tengo clarísimo.
Me gusta mucho más como llevas tu la historia a como la lleva la escritora en el libro, me encanta la idea de que Ana consiga hacer cambiar a Christian y ser un hombre capaz de amar.
Es precioso María.
Re: Me quieres (FIC Sobre Cincuenta Sombras de Grey)
No he leido el libro, ni tengo intencion de hacerlo. Mas o menos se algo de la trama, bueno ya sabemos que trama, trama tiene poca o solo en un sentido, pero lo que si puedo opinar es sobre tu historia.
Tus palabras, tus dialogos, tu manera de describir los sentimientos solo desprenden una cosa...AMOR.
Tus palabras, tus dialogos, tu manera de describir los sentimientos solo desprenden una cosa...AMOR.
Fanny_123- Autor de best-seller
- Mensajes : 831
Fecha de inscripción : 15/09/2012
Edad : 24
Localización : Chile!!! c:
Re: Me quieres (FIC Sobre Cincuenta Sombras de Grey)
Yo tampoco he leido esos libro, ni tengo curiosidad, ni me importan
lo que me interesa, me importa y me transportan a otra "dimensión" son tus historias, ellas me llenan gracias a ti
esta me da que pensar, me ha embaucado de una manera especial
lo que me interesa, me importa y me transportan a otra "dimensión" son tus historias, ellas me llenan gracias a ti
esta me da que pensar, me ha embaucado de una manera especial
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
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