Treinta días (Día 30)
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: Treinta días (Día 30)
Si esto va a ser así durante un mes, voy a desear el momento en que subas cada capítulo.
Estoy con María, es estupendo que te animaras a escribir, se te da de maravilla.
Espero con ganas el capítulo de mañana
Estoy con María, es estupendo que te animaras a escribir, se te da de maravilla.
Espero con ganas el capítulo de mañana
______________________
Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Treinta días (Día 30)
Dios esto estuvo realmente hermoso
me encantó, ya quiero q sea mañana
me encantó, ya quiero q sea mañana
danivos- Escritor novato
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 09/10/2012
Re: Treinta días (Día 30)
precioso, que manera escribir
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: Treinta días (Día 30)
maria_cs escribió:Precioso =)
Tienes mucho talento, como me alegro de que te hayas animado a subir estas pequeñas historias
Totalmente de acuerdo con mi editora...eres genial, fantástica, escribes... Deseando que llegue mañana, deseando volver a leerte.
que bonito por dios
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
- Mensajes : 502
Fecha de inscripción : 08/10/2012
Edad : 26
Localización : Ceuta (España)
Re: Treinta días (Día 30)
que bonitoo!
AlwaysSerenity- Autor de best-seller
- Mensajes : 966
Fecha de inscripción : 14/10/2012
Edad : 27
Localización : Málaga (Andalucia) España
Re: Treinta días (Día 30)
AINSSS q HERMOSO ya espero volver a leer un nuevo capi mañana
Fanny_123- Autor de best-seller
- Mensajes : 831
Fecha de inscripción : 15/09/2012
Edad : 24
Localización : Chile!!! c:
Re: Treinta días (Día 30)
Cuánto sentimiento se transmite en estas pequeñas historias. Realmente maravilloso.
Espero impaciente leer el próximo.
Espero impaciente leer el próximo.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Treinta días (Día 30)
Que bonito
forever23- As del póker
- Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Edad : 32
Localización : Bilbao
Re: Treinta días (Día 30)
Aww Hermoso muero por leer el de mañana!
Maria_ARM- Escritor novato
- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 20/12/2012
Edad : 28
Localización : Venezuela
Re: Treinta días (Día 30)
Me ha encantado, soy tengo un pero... No se si lo aceptarás o no, pero por favor te lo súplico, cuando actualizes es decir cuando envies otra parte al lado del título, ponle por ejemplo "día 2", es que de ese modo no sabemos si has actualizado. Porque personas tan lentas como yo, estuvimos esperando toda la tarde a que actualizaras y hasta que no entre, no me di cuenta. Yo lo dejo, ya lo tomas o lo dejas, como las lentejas.
Me ha encantado, creo que el que la haya acompañado al cementerio, es algo muy personal y me gusto como fue resuelto y como lentamente y temeroso la toco y ella se dejo. Hasta ella misma lo deseaba. Fantastico, la verdad es que no pensaba que escribias de este modo y cada vez me gusta más.
¡A LA ESPERA DE UNO NUEVO!
Me ha encantado, creo que el que la haya acompañado al cementerio, es algo muy personal y me gusto como fue resuelto y como lentamente y temeroso la toco y ella se dejo. Hasta ella misma lo deseaba. Fantastico, la verdad es que no pensaba que escribias de este modo y cada vez me gusta más.
¡A LA ESPERA DE UNO NUEVO!
Invitado- Invitado
Re: Treinta días (Día 30)
Creo que no e comentado antes...
El primer capitulo ha sido una escena preciosa, hermosa, romantica y supertierna
El segundo capitulo cuando lei que ni josh tuvo ese privilegio y poco despues cuando lei lo de el nombre de su madre tallado en la lapida, casi me da un vuelco al corazon. Me encantaria que en la serie ocurriera eso, tantas veces que tuvo que ir sola a visitar a su madre y que un dia aprezca Castle junto a ella mostrandola su cariño, PRECIOSO Me has escho llroar y todo con este capitulo a sido superbonitoo y triste a la vez . Me alegro de que te hayas propuesto a subir estas historias.
Sobre la cancion que comentaste, me encanta, ademas ahora mismo la estoy escuchando. A partir de ahora va a ser mi 2º cancion favorita, dado que le primer puesto le tiene In my veins de Andrew belle y ninguna cancion la podra sustituir.
Y tambien decirte que estoy de acuerdo con Skyscrapter, deberias cambiar el titulo para que podamos saber cuando has subido un capi neuvo o no, pero por el resto... EXCELENTE, me encanta y.... sigue pronto!!!
El primer capitulo ha sido una escena preciosa, hermosa, romantica y supertierna
El segundo capitulo cuando lei que ni josh tuvo ese privilegio y poco despues cuando lei lo de el nombre de su madre tallado en la lapida, casi me da un vuelco al corazon. Me encantaria que en la serie ocurriera eso, tantas veces que tuvo que ir sola a visitar a su madre y que un dia aprezca Castle junto a ella mostrandola su cariño, PRECIOSO Me has escho llroar y todo con este capitulo a sido superbonitoo y triste a la vez . Me alegro de que te hayas propuesto a subir estas historias.
Sobre la cancion que comentaste, me encanta, ademas ahora mismo la estoy escuchando. A partir de ahora va a ser mi 2º cancion favorita, dado que le primer puesto le tiene In my veins de Andrew belle y ninguna cancion la podra sustituir.
Y tambien decirte que estoy de acuerdo con Skyscrapter, deberias cambiar el titulo para que podamos saber cuando has subido un capi neuvo o no, pero por el resto... EXCELENTE, me encanta y.... sigue pronto!!!
RcKb- As del póker
- Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 25
Localización : NY, Sacramento & Tokyo
Re: Treinta días (Día 30)
Me parece una idea muy original y va a ser una gozada tener una historia cada día.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Treinta días (Día 30)
Vaya... sorprendente...
Mucho ánimo porque escribir 30 relatos diferentes, uno cada día, es una gran tarea!! y si lo haces con la calidad que has hecho estos dos, entonces además de tarea es alucinante.
Mi enhorabuena.
Mucho ánimo porque escribir 30 relatos diferentes, uno cada día, es una gran tarea!! y si lo haces con la calidad que has hecho estos dos, entonces además de tarea es alucinante.
Mi enhorabuena.
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Treinta días (Día 30)
Dios mío, creía que no llegaba a tiempo para colgarlo jajajaja. Bueno, antes que nada y como ya he dicho antes: GRACIAS, GRACIAS, GRAAAAAAAAAAAAAAAAAAACIAS POR LOS COMENTARIOS . Lo digo y lo repito: sois unos amores. Pura adoreibolnes, de verdad <33.
Bueno, pues aquí está el tercer día. Este me ha costado bastante más, no sabía muy bien por dónde cogerlo jajajaja. Os aviso de que vais a tener un relato muy, muy friki. Lo más friki que hay en mí jaja. Aunque la verdad es que me he divertido bastante escribiéndolo, he estado en mi salsa. Así que, amantes de lo friki, este va por vosotros!
Y bueno, al resto igual jajaja. Espero que a todos os guste! ^^
***
Día 3: Sonic And Caskett All Star Racing
-Vale. Para empezar, me parece muy fuerte que no tengas el “Mario Kart”.
-Por favor, Beckett. Tengo una Xbox 360 con Kinect y una Play Station 3 con Move. ¿Para qué iba a querer tener una Wii cuando estas dos preciosidades de la tecnología moderna le dan mil vueltas? Además, ¿Mario? Todo el mundo sabe que Sonic es el rey de las consolas.
-Oh, Castle. Te juro que por un momento pensé que podía fiarme de ti, incluso empezaba a replantearme que fueras mi ídolo. Pero te has quedado tirado a medio camino.
-Lo mismo digo. ¿Pero qué podía esperar de la megafan de Nebula 9?
-Eso ha sido un golpe muy bajo y sobre todo, rastrero.
En la media hora que llevan dentro del loft del escritor, su tema de conversación principal ha sido ese. Castle va de acá para allá, atravesando su salón, rodeando la cocina, media vuelta y regreso a donde estaba, haciendo numerosos viajes mientras Beckett observa como la mesa de centro se va llenando progresivamente de todas las guarrerías posibles no aptas para personas con problemas de colesterol. Total, una vez al año no hace daño, y Beckett no tiene reparo en pasarse una tarde entera metida en el gimnasio de la comisaría.
Lo que le está hiriendo cada rincón existente de su cuerpo –Beckett jura que será la causa de muchas úlceras en un futuro desgraciadamente cercano- es la paupérrima calidad de arbitrio de su novio. Y bueno, eso y el hecho de que no importa entorno a qué giran todas y cada una de sus discusiones.
La culpa siempre será de Nebula 9.
-Lo sé. Te pica, ¿eh?
-Todavía estoy intentando buscar la conexión entre Mario y Nebula 9, pero bueno. El caso es que prefieres al erizo que come anillos. Y que por algún motivo es azul.
-Cuando exceso de lógica en un inservible afán por explicar un videojuego –ahora un arrebato dramático-poético, piensa Beckett. Hay cosas que nunca van a cambiar-. Además, Mario come monedas. ¡Contradicción!
-No las come. Las guarda.
-¡Protesto! –exclama, señalándola discriminatoriamente con su dedo índice, Beckett puede ver el fuego en sus ojos y casi se olvida de que en realidad está haciendo un papel. Herencia genética, supone-. Exijo los mismos derechos para el erizo azul.
-Vaya, si te gusta “Phoenix Wright”. Igual, después de todo, no tienes tan mal gusto.
-Te acabas de ganar un minipunto por eso –Beckett sonríe de forma escéptica ante el pobre elogio de Castle, observándole con suspicacia-. O no. Espera, ¿cuál de los tres es tu favorito?
-No me cambies de tema –Beckett carraspea, y deja escapar una carcajada burlona-. Y son cuatro, no tres. Uy, qué mal, Castle.
-Son tres, el cuarto no cuenta porque gira alrededor de Apollo –se cruza de brazos, jactancioso-. Te quedas sin ese minipunto.
La policía suspira, con resignación- No vamos a dejar esta discusión nunca, ¿verdad?
Castle tuerce sus labios, pensativo- Que yo recuerde, la has empezado tú.
Beckett ahoga un sonido de incredulidad, y en esos momentos solo puede pensar cuánta desvergüenza tiene Castle y bueno, lo ridículamente adorable que está haciendo esa pose triunfal, como si fuera un niño pequeño. Beckett se muerde el labio inferior, intentando reprimir una sonrisa ante aquella imagen. No quiere que el escritor se lo crea aún más y se tire lo que queda de mes restregándoselo. No, todavía no va a enseñarle ese punto débil. Luego, si acaso. Si lo ve necesario. Pero ahora no. Ahora quiere dedicarse a contestar con algo que consiga bajarle los pantalones. Herirle un poco su orgullo varonil. A Beckett siempre le ha gustado llevar el control. Siempre. Y con Castle le crecen muchísimo más las ganas.
-Hicimos una apuesta. A ver quién ganaba más victorias al “mejor juego de carreras de la historia, ya sabes”, según tú. Yo supuse que era el “Mario Kart”, no el “Sonic And Sega All Star Racing”. Se llama error de concepto. Siento haberte sobrevalorado, si es lo que esperas oír –hay un duelo de miradas que se intensifica conforme la sonrisa de Beckett va expresando más y más sorna, ahora tiene a Castle bailando sobre la cuerda floja-. No me veía capaz de rebajarme de tal manera a su pobre nivel, señor Castle. Discúlpeme.
-Katherine Beckett, como eres tan… –Castle sigue bailando, está a punto de caerse. Y eso le resulta muy divertido, sobre todo por el hecho de que Castle ha usado su nombre completo. A Beckett le vuelve loca cuando hace eso, y es algo que no se molesta mucho en ocultar- Está bien. Tengamos un trato justo. Hicimos una apuesta, ¿no? Y pienso cumplirla. Soy un tío legal –Beckett se relame los labios, y ante ese gesto percibe a Castle algo incómodo. Él carraspea, sin apartar su mirada de ella-. Al mejor de cinco rondas.
-Bueno, en parte no es justo. Tú tienes más experiencia con ese juego.
-Y tú con el Mario Kart –protesta el escritor-. Pero por si te interesa, son idénticos. Idénticos –remarca, nuevamente-. No se diferencian en nada, prácticamente, así que te va a dar igual. ¿O es que tienes algún problema? Porque si tan bien dices que se te dan las carreras… –se acerca lenta y sensualmente a Beckett, dejando leer una expresión en sus ojos de deliciosa tentación que hasta a ella le cuesta resistir, y en ese momento cree que al paso que van acabarán terminando esa discusión tan banal en la cama, de la forma más salvaje- no debería costarte mucho hacer que yo muerda el polvo –termina susurrando a una distancia peligrosamente corta de sus labios.
Beckett traga saliva mientras ve como sus nervios de acero se derriten ante el casi inminente contacto. Aun así se las apaña para mantenerse firme y contestar, tras tragar saliva duramente:
-Richard Castle, vas a morir.
---
Cinco rondas. Cinco intensas rondas que están a punto de ver su final. Beckett se zarandea al son de Samba De Janeiro, contoneando levemente sus caderas sin molestarse en ocultar su regocijo, por el rabillo del ojo puede ver a Castle haciendo lo mismo, mientras resopla de vez en cuando sin conseguir quitar esa cara de irremediable frustración. Beckett sonríe ante su debilidad, y la escena cada vez se vuelve más graciosa y surrealista.
-Se lo diga a quien se lo diga, nadie se lo tragaría –suelta Beckett, sin flaquear su concentración, ni bajar la guardia-. Yo, una poli de homicidios, ganando por cinco victorias aplastantes al famoso escritor de novelas Richard Castle, mientras él empeña el poco orgullo que le queda en bailar al ritmo de Samba De Janeiro resignado ante su inminente derrota.
-Es que… –y Beckett, por quinta vez, vuelve a ganar. En el marcador se puede ver cómo por unas décimas casi totalmente insignificantes y eso hace que los nervios de Castle se crispen aún más- ¡Es que no vale! –tira su mando sobre el sofá, de mala manera, cruzándose de brazos- Tú te has cogido a Shadow, que hace unos derrapes increíbles en la moto. ¡Y yo a Tails! Y Tails es un mierdas en esto, con ese intento fracasado de avioneta. ¿Dónde va con eso?
-Ya. Seguro que es cosa del pobre Tails –ella deja su mando lentamente, probándole con la mirada y nota como los humos de Castle cada vez se ven más reducidos, y eso la crece notoriamente-. Pero nunca dejas de cogértelo.
-Lo sé, es que es tan mono –Beckett suelta una carcajada, y Castle vuelve a refunfuñarse-. Bueno, listilla, cógetelo tú. Y yo me cogeré a Shadow. Ya verás cómo entiendes a qué me refiero.
-¿De verdad quieres ver como tu dignidad se esfuma en el aire?
-Reto aceptado.
---
Beckett lleva cinco largos minutos tirada en el sofá, con la risa floja, sin poder hacer algo que no sea retorcerse del dolor abdominal. Y Castle mientras da largas vueltas por el salón, llevándose las manos a la cabeza. En ese momento la detective observa desde lo alto a Castle siendo testigo de cómo todos sus principios dejan de tener relevancia en su vida.
Y se dice a sí misma que debería haber hecho esto antes.
-Sí. Seguro que es cosa de Tails.
-El mando –consigue articular-. Te digo que es el mando. ¡El mando!
-El mando, claro. Va a ser eso.
-¡El mando de los infiernos! –lo señala como si se tratase de una abominación, clavando sus ojos en él- Deberías abrir una investigación. Estamos ante una muestra de arte satánico. Podemos estar inmersos en un caso de sectas que practican el vudú. Esto debe de ser algún tipo de artefacto que–
-Por favor –le interrumpe, intenta relajarse después de la soporífera sensación que le ha ocasionado el jaleo anterior, soltando alguna carcajada de vez en cuando-. ¿No se te ocurre nada mejor, Castle? Algo como…
-La orden de los Templarios –contesta, completándola-. O… ¡los Illuminati!
-O que simplemente te he ganado porque soy mejor que tú –le mira, levantando una ceja, sonriendo de forma provocadora-. Punto y final, Castle. Admítelo y no pongas más a pruebas el poco orgullo que te queda. Si es que te queda algo.
Castle arruga sus labios, mirándola con suspicacia. Se resiste un poco, manteniéndose inmóvil ante la mirada de Beckett. Y por una vez se siente como un sospechoso en la sala de interrogatorios. Al otro lado de la mesa. Ella sigue efectuando su presión visual y Castle nota cómo la poca fuerza que le queda se va desplomando a la vez que se deja caer en el sofá. No puede ganar contra Beckett en un duelo de miradas. Nunca va a poder. Es demasiado buena en su terreno.
-Pero… -Beckett oye su voz flaquear.
-Dilo. Ahora.
-Pero… –repite, ahora casi inaudible. Mira a Kate, desprendiendo frustración en cada pestañeo y ella ya se siente como la diosa suprema de todo lo relevante a él.
-He ganado.
-Has ganado –termina de articular, enterrando su cara en sus manos. A ella casi le da pena verle en esa situación, con esa seguridad en sí mismo tan malherida por un videojuego. Pero también le resultaba ciertamente divertido-. Venga, ya puedes castigarme. Haz lo que quieras. Total, qué me queda ya a mí.
-No te pongas así, Castle. Solo es un videojuego.
-Ya. ¿Y ya ha pensado con qué me vas a torturar, campeona? –pregunta, con falsa sorna y aflicción.
Beckett se arrastra de manera suculenta por el sofá, inmersa en una especie de baile voluptuoso haciendo gala de una sensualidad que solo ella es capaz de transmitir. Esa sensualidad que consigue poner los nervios de Castle en un constante desequilibrio que provoca que eche vapor porque, simplemente, no puede con eso. No puede mantenerse estable ante eso y nunca podrá, y a Beckett le gusta sacar tajada de eso. Demasiado.
Castle se arrincona en el sofá, a medida que ella se acerca progresivamente, hasta que ya no puede ir más hacia atrás por culpa de reposabrazos. Cuando se quiere dar cuenta, la tiene medio a horcajadas sobre él., con sus manos sobre sus muslos, acariciándolos suavemente con sus yemas haciendo que se le ericen todo el vello que se encuentra a su paso. Beckett casi puede notar los innumerables escalofríos que le recorren por el cuerpo al escritor.
-Menos mal que se me ha ocurrido traerme las esposas –pregunta en un susurro sobre su oído.
Y las manos de la inspectora terminan en el punto más débil y sensible del cuerpo del escritor, haciendo que se estremezca- ¿B-Beckett? –masculla, en un profundo susurro.
***
Pues eso, que muchas gracias por los comentarios . Ya sabéis, mañana otro! :3
Ayyy, por cierto, muchas gracias a Skyscraper por su idea de cambiar el título ^^. Y siento no haberlo hecho antes, la verdad es que no caí jajaja.
Bueno, pues aquí está el tercer día. Este me ha costado bastante más, no sabía muy bien por dónde cogerlo jajajaja. Os aviso de que vais a tener un relato muy, muy friki. Lo más friki que hay en mí jaja. Aunque la verdad es que me he divertido bastante escribiéndolo, he estado en mi salsa. Así que, amantes de lo friki, este va por vosotros!
Y bueno, al resto igual jajaja. Espero que a todos os guste! ^^
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Día 3: Sonic And Caskett All Star Racing
-Vale. Para empezar, me parece muy fuerte que no tengas el “Mario Kart”.
-Por favor, Beckett. Tengo una Xbox 360 con Kinect y una Play Station 3 con Move. ¿Para qué iba a querer tener una Wii cuando estas dos preciosidades de la tecnología moderna le dan mil vueltas? Además, ¿Mario? Todo el mundo sabe que Sonic es el rey de las consolas.
-Oh, Castle. Te juro que por un momento pensé que podía fiarme de ti, incluso empezaba a replantearme que fueras mi ídolo. Pero te has quedado tirado a medio camino.
-Lo mismo digo. ¿Pero qué podía esperar de la megafan de Nebula 9?
-Eso ha sido un golpe muy bajo y sobre todo, rastrero.
En la media hora que llevan dentro del loft del escritor, su tema de conversación principal ha sido ese. Castle va de acá para allá, atravesando su salón, rodeando la cocina, media vuelta y regreso a donde estaba, haciendo numerosos viajes mientras Beckett observa como la mesa de centro se va llenando progresivamente de todas las guarrerías posibles no aptas para personas con problemas de colesterol. Total, una vez al año no hace daño, y Beckett no tiene reparo en pasarse una tarde entera metida en el gimnasio de la comisaría.
Lo que le está hiriendo cada rincón existente de su cuerpo –Beckett jura que será la causa de muchas úlceras en un futuro desgraciadamente cercano- es la paupérrima calidad de arbitrio de su novio. Y bueno, eso y el hecho de que no importa entorno a qué giran todas y cada una de sus discusiones.
La culpa siempre será de Nebula 9.
-Lo sé. Te pica, ¿eh?
-Todavía estoy intentando buscar la conexión entre Mario y Nebula 9, pero bueno. El caso es que prefieres al erizo que come anillos. Y que por algún motivo es azul.
-Cuando exceso de lógica en un inservible afán por explicar un videojuego –ahora un arrebato dramático-poético, piensa Beckett. Hay cosas que nunca van a cambiar-. Además, Mario come monedas. ¡Contradicción!
-No las come. Las guarda.
-¡Protesto! –exclama, señalándola discriminatoriamente con su dedo índice, Beckett puede ver el fuego en sus ojos y casi se olvida de que en realidad está haciendo un papel. Herencia genética, supone-. Exijo los mismos derechos para el erizo azul.
-Vaya, si te gusta “Phoenix Wright”. Igual, después de todo, no tienes tan mal gusto.
-Te acabas de ganar un minipunto por eso –Beckett sonríe de forma escéptica ante el pobre elogio de Castle, observándole con suspicacia-. O no. Espera, ¿cuál de los tres es tu favorito?
-No me cambies de tema –Beckett carraspea, y deja escapar una carcajada burlona-. Y son cuatro, no tres. Uy, qué mal, Castle.
-Son tres, el cuarto no cuenta porque gira alrededor de Apollo –se cruza de brazos, jactancioso-. Te quedas sin ese minipunto.
La policía suspira, con resignación- No vamos a dejar esta discusión nunca, ¿verdad?
Castle tuerce sus labios, pensativo- Que yo recuerde, la has empezado tú.
Beckett ahoga un sonido de incredulidad, y en esos momentos solo puede pensar cuánta desvergüenza tiene Castle y bueno, lo ridículamente adorable que está haciendo esa pose triunfal, como si fuera un niño pequeño. Beckett se muerde el labio inferior, intentando reprimir una sonrisa ante aquella imagen. No quiere que el escritor se lo crea aún más y se tire lo que queda de mes restregándoselo. No, todavía no va a enseñarle ese punto débil. Luego, si acaso. Si lo ve necesario. Pero ahora no. Ahora quiere dedicarse a contestar con algo que consiga bajarle los pantalones. Herirle un poco su orgullo varonil. A Beckett siempre le ha gustado llevar el control. Siempre. Y con Castle le crecen muchísimo más las ganas.
-Hicimos una apuesta. A ver quién ganaba más victorias al “mejor juego de carreras de la historia, ya sabes”, según tú. Yo supuse que era el “Mario Kart”, no el “Sonic And Sega All Star Racing”. Se llama error de concepto. Siento haberte sobrevalorado, si es lo que esperas oír –hay un duelo de miradas que se intensifica conforme la sonrisa de Beckett va expresando más y más sorna, ahora tiene a Castle bailando sobre la cuerda floja-. No me veía capaz de rebajarme de tal manera a su pobre nivel, señor Castle. Discúlpeme.
-Katherine Beckett, como eres tan… –Castle sigue bailando, está a punto de caerse. Y eso le resulta muy divertido, sobre todo por el hecho de que Castle ha usado su nombre completo. A Beckett le vuelve loca cuando hace eso, y es algo que no se molesta mucho en ocultar- Está bien. Tengamos un trato justo. Hicimos una apuesta, ¿no? Y pienso cumplirla. Soy un tío legal –Beckett se relame los labios, y ante ese gesto percibe a Castle algo incómodo. Él carraspea, sin apartar su mirada de ella-. Al mejor de cinco rondas.
-Bueno, en parte no es justo. Tú tienes más experiencia con ese juego.
-Y tú con el Mario Kart –protesta el escritor-. Pero por si te interesa, son idénticos. Idénticos –remarca, nuevamente-. No se diferencian en nada, prácticamente, así que te va a dar igual. ¿O es que tienes algún problema? Porque si tan bien dices que se te dan las carreras… –se acerca lenta y sensualmente a Beckett, dejando leer una expresión en sus ojos de deliciosa tentación que hasta a ella le cuesta resistir, y en ese momento cree que al paso que van acabarán terminando esa discusión tan banal en la cama, de la forma más salvaje- no debería costarte mucho hacer que yo muerda el polvo –termina susurrando a una distancia peligrosamente corta de sus labios.
Beckett traga saliva mientras ve como sus nervios de acero se derriten ante el casi inminente contacto. Aun así se las apaña para mantenerse firme y contestar, tras tragar saliva duramente:
-Richard Castle, vas a morir.
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Cinco rondas. Cinco intensas rondas que están a punto de ver su final. Beckett se zarandea al son de Samba De Janeiro, contoneando levemente sus caderas sin molestarse en ocultar su regocijo, por el rabillo del ojo puede ver a Castle haciendo lo mismo, mientras resopla de vez en cuando sin conseguir quitar esa cara de irremediable frustración. Beckett sonríe ante su debilidad, y la escena cada vez se vuelve más graciosa y surrealista.
-Se lo diga a quien se lo diga, nadie se lo tragaría –suelta Beckett, sin flaquear su concentración, ni bajar la guardia-. Yo, una poli de homicidios, ganando por cinco victorias aplastantes al famoso escritor de novelas Richard Castle, mientras él empeña el poco orgullo que le queda en bailar al ritmo de Samba De Janeiro resignado ante su inminente derrota.
-Es que… –y Beckett, por quinta vez, vuelve a ganar. En el marcador se puede ver cómo por unas décimas casi totalmente insignificantes y eso hace que los nervios de Castle se crispen aún más- ¡Es que no vale! –tira su mando sobre el sofá, de mala manera, cruzándose de brazos- Tú te has cogido a Shadow, que hace unos derrapes increíbles en la moto. ¡Y yo a Tails! Y Tails es un mierdas en esto, con ese intento fracasado de avioneta. ¿Dónde va con eso?
-Ya. Seguro que es cosa del pobre Tails –ella deja su mando lentamente, probándole con la mirada y nota como los humos de Castle cada vez se ven más reducidos, y eso la crece notoriamente-. Pero nunca dejas de cogértelo.
-Lo sé, es que es tan mono –Beckett suelta una carcajada, y Castle vuelve a refunfuñarse-. Bueno, listilla, cógetelo tú. Y yo me cogeré a Shadow. Ya verás cómo entiendes a qué me refiero.
-¿De verdad quieres ver como tu dignidad se esfuma en el aire?
-Reto aceptado.
---
Beckett lleva cinco largos minutos tirada en el sofá, con la risa floja, sin poder hacer algo que no sea retorcerse del dolor abdominal. Y Castle mientras da largas vueltas por el salón, llevándose las manos a la cabeza. En ese momento la detective observa desde lo alto a Castle siendo testigo de cómo todos sus principios dejan de tener relevancia en su vida.
Y se dice a sí misma que debería haber hecho esto antes.
-Sí. Seguro que es cosa de Tails.
-El mando –consigue articular-. Te digo que es el mando. ¡El mando!
-El mando, claro. Va a ser eso.
-¡El mando de los infiernos! –lo señala como si se tratase de una abominación, clavando sus ojos en él- Deberías abrir una investigación. Estamos ante una muestra de arte satánico. Podemos estar inmersos en un caso de sectas que practican el vudú. Esto debe de ser algún tipo de artefacto que–
-Por favor –le interrumpe, intenta relajarse después de la soporífera sensación que le ha ocasionado el jaleo anterior, soltando alguna carcajada de vez en cuando-. ¿No se te ocurre nada mejor, Castle? Algo como…
-La orden de los Templarios –contesta, completándola-. O… ¡los Illuminati!
-O que simplemente te he ganado porque soy mejor que tú –le mira, levantando una ceja, sonriendo de forma provocadora-. Punto y final, Castle. Admítelo y no pongas más a pruebas el poco orgullo que te queda. Si es que te queda algo.
Castle arruga sus labios, mirándola con suspicacia. Se resiste un poco, manteniéndose inmóvil ante la mirada de Beckett. Y por una vez se siente como un sospechoso en la sala de interrogatorios. Al otro lado de la mesa. Ella sigue efectuando su presión visual y Castle nota cómo la poca fuerza que le queda se va desplomando a la vez que se deja caer en el sofá. No puede ganar contra Beckett en un duelo de miradas. Nunca va a poder. Es demasiado buena en su terreno.
-Pero… -Beckett oye su voz flaquear.
-Dilo. Ahora.
-Pero… –repite, ahora casi inaudible. Mira a Kate, desprendiendo frustración en cada pestañeo y ella ya se siente como la diosa suprema de todo lo relevante a él.
-He ganado.
-Has ganado –termina de articular, enterrando su cara en sus manos. A ella casi le da pena verle en esa situación, con esa seguridad en sí mismo tan malherida por un videojuego. Pero también le resultaba ciertamente divertido-. Venga, ya puedes castigarme. Haz lo que quieras. Total, qué me queda ya a mí.
-No te pongas así, Castle. Solo es un videojuego.
-Ya. ¿Y ya ha pensado con qué me vas a torturar, campeona? –pregunta, con falsa sorna y aflicción.
Beckett se arrastra de manera suculenta por el sofá, inmersa en una especie de baile voluptuoso haciendo gala de una sensualidad que solo ella es capaz de transmitir. Esa sensualidad que consigue poner los nervios de Castle en un constante desequilibrio que provoca que eche vapor porque, simplemente, no puede con eso. No puede mantenerse estable ante eso y nunca podrá, y a Beckett le gusta sacar tajada de eso. Demasiado.
Castle se arrincona en el sofá, a medida que ella se acerca progresivamente, hasta que ya no puede ir más hacia atrás por culpa de reposabrazos. Cuando se quiere dar cuenta, la tiene medio a horcajadas sobre él., con sus manos sobre sus muslos, acariciándolos suavemente con sus yemas haciendo que se le ericen todo el vello que se encuentra a su paso. Beckett casi puede notar los innumerables escalofríos que le recorren por el cuerpo al escritor.
-Menos mal que se me ha ocurrido traerme las esposas –pregunta en un susurro sobre su oído.
Y las manos de la inspectora terminan en el punto más débil y sensible del cuerpo del escritor, haciendo que se estremezca- ¿B-Beckett? –masculla, en un profundo susurro.
***
Pues eso, que muchas gracias por los comentarios . Ya sabéis, mañana otro! :3
Ayyy, por cierto, muchas gracias a Skyscraper por su idea de cambiar el título ^^. Y siento no haberlo hecho antes, la verdad es que no caí jajaja.
Re: Treinta días (Día 30)
Pues yo soy friki y me ha encantado!!
Ese pique entre los dos y Castle mostrando su lado más infantil y por supuesto Beckett siguiéndole el juego. Fantástico!
Escribes muy bien! No se como no te animaste antes, menos mal que ahora lo estás compensando subiendo una escena por día.
Ese pique entre los dos y Castle mostrando su lado más infantil y por supuesto Beckett siguiéndole el juego. Fantástico!
Escribes muy bien! No se como no te animaste antes, menos mal que ahora lo estás compensando subiendo una escena por día.
Re: Treinta días (Día 30)
Uff!! de verdad me ha gustado mucho ...y me encanta ver a Castle comportandose como un niño y a Beckett siempre disfrutando de el.
bueno espero mañana otro maravilloso cap.
bueno espero mañana otro maravilloso cap.
Maria_ARM- Escritor novato
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Fecha de inscripción : 20/12/2012
Edad : 28
Localización : Venezuela
Re: Treinta días (Día 30)
Pero, si es que es como un niño pequeño, pobrecito, de morritos por haber perdido 5 rondas en la consola, jejejejeje, no ha sido complicado imaginarse su cara.
FELIZ AÑO
FELIZ AÑO
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Treinta días (Día 30)
Huyyy si cada capi tuyo es muy bueno... sigue!!! q si estos 3 capis han sido muy buenos no me quiero ni imaginar los otros...
Feliz Año Nuevo...!!!
Feliz Año Nuevo...!!!
Fanny_123- Autor de best-seller
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Edad : 24
Localización : Chile!!! c:
Re: Treinta días (Día 30)
Reconozco que no soy muy amante de los videojuegos y debo ser de las pocas que ni Mario ni Sonic le atrae demasiado.
Aun así, sin entender demasiado los nombres, esta historia me ha resultado tremendamente divertida, imaginarme la escena y como el orgullo de Castle acaba por los suelos me ha hecho reír. Y el final, que puedo decirte, del final, me encanta
Aun así, sin entender demasiado los nombres, esta historia me ha resultado tremendamente divertida, imaginarme la escena y como el orgullo de Castle acaba por los suelos me ha hecho reír. Y el final, que puedo decirte, del final, me encanta
______________________
Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Treinta días (Día 30)
me parto de risa con este capitulo vaya dos
y tu, los calcas, es que lo veo conforme voy leyendo y no podía parar de reirme
y tu, los calcas, es que lo veo conforme voy leyendo y no podía parar de reirme
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: Treinta días (Día 30)
jajajajjaja sigueee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Treinta días (Día 30)
MUY BUENO!
Lo reconozco yo tambien soy muy friky y con eso de lo del mando o el personaje... YO TAMBIEN LO HAGO! xD
Lo reconozco yo tambien soy muy friky y con eso de lo del mando o el personaje... YO TAMBIEN LO HAGO! xD
AlwaysSerenity- Autor de best-seller
- Mensajes : 966
Fecha de inscripción : 14/10/2012
Edad : 27
Localización : Málaga (Andalucia) España
Re: Treinta días (Día 30)
Ya estoy de vuelta aquí. Cuarto día, siguiendo la regla jajaja. Este me ha gustado mucho escribirlo, siempre había querido ver a estos en una situación así. Además el capítulo en sí es una alusión a cierto capítulo de Castle que... bueno, ya veréis. Es uno de los favoritos y quería hacerle una mención especial ^^.
Bueno, espero que os guste! :3
***
Día 4: Segunda primera cita
Ella no es de las chicas que esperan todo tipo de epifanías provenientes de su novio en su primera cita.
Ella no es de las chicas que te esperan en la puerta su casa y pretenden que lleves un ramo de casi un metro de todo tipo de flores habidas y por haber –no solo en tu país, si no en todos los continentes- bajo el brazo, que probablemente se acabe secando en menos de tres días.
Ella no es de las chicas que esperan que las compres su vestido, a ser posible lo más ostentoso que te puedas imaginar –y, por supuesto, tendrás que demostrar que te ha costado tus dos riñones.
Ella no es de las chicas que esperan que aparezcas sorpresivamente en el soportal de su apartamento abriendo la puerta de tu fantástica limusina, en la que te habrás dejado tu sueldo de cinco años por cada media hora gastada dentro de aquel cuchitril con olor a arrogancia.
Y Castle sabe eso. Sabe con qué tipo de chica está tratando y sabe que la sencillez no es solo su punto más débil sino también su ventaja más grande. Que los pequeños detalles que –desgraciadamente- la inmensa mayoría de novios cegados pasan por alto son los que consiguen que su sonrisa no se apague en toda la noche.
Por eso cuando la espera en la puerta de su casa –si es que no es ella la que va a ir a recogerlo-, simplemente la recibe sosteniendo con dulzura y cierta elegancia el fresco tallo de una rosa, con ese color tan pasionalmente vivo y que un poco más y ella casi puede ver alguna que otra gota de rocío en sus pétalos. Y él se muere por dentro cuando observa como la huele profundamente mientras se muerde el labio.
Que cuando salen del portal, quizá no ve el coche más barato del mundo, pero tampoco algo con lo que vayan pavoneándose de todo ser que pertenezca a algún escalón más bajo que su clase social. Además ella adora su Ferrari rojo, no solo porque va a juego con su vestido y la rosa, sino porque siente que cuando roza el volante, ese coche ha tenido que ser sido diseñado especialmente para moldearse a los caprichos de la detective –y sí, conduce ella, como siempre.
-Ni siquiera sabes dónde vamos a ir y ya quieres arrancar el coche. Vaya.
-¿Te ofende que no te lo haya preguntado?
-En realidad, no. Me ofendería más si me lo hubieras preguntado.
-Qué seguridad. Siempre dando las cosas por hecho –bajo su tono provocador, la policía no puede ocultar el brillo de su sonrisa.
-No es que las dé por hecho –él observa a su acompañante y la mira con cierta confidencialidad-. Es que te conozco, Beckett. Y sé darte lo que más te gusta.
-¿Ah, sí? –lo mira divertida, como si estuviera a punto de hacer alguna travesura demasiado incorrecta para su edad- A ver si haces que me lleve una sorpresa.
-Desgraciadamente, no. Hubiera estado guay, pero no.
Y Beckett arranca el coche, ahogando un sonido de placer cuando oye el rugido del potente motor uniéndose al caos urbano de la noche, sintiendo a aquella joya de la automovilística vibrando bajo sus cuerpos. No es la primera vez que lo pone en marcha, ni la primera vez que lo conduce. Pero todas parecen igual.
-Ni que te estuviera dando un orgasmo –dice Castle, en medio de una leve carcajada.
-No, pero es que cuando me pongo a pensar en todas y cada una de las cosas que podríamos hacer en este coche… –Castle ve como todo signo de raciocinio se va progresivamente al carajo mientras se siente totalmente desnudo ante la mirada intimidatoria y poderosamente lasciva de Beckett, y ese vestido tan ceñido y esa forma única que tenían los mechones de su cabello de caer con gracia sobre su cara no ayudaban a que la situación recuperase su equilibrio natural- Es casi inevitable.
-Ya. ¿Y si me las cuentas mientras cenamos? O mejor, en el postre. Cuando casi hayamos acabado –ruega casi rozando la desesperación, porque sabe que como empiecen así no llegan ni a los entrantes. Beckett le es superior a sus fuerzas en demasiados aspectos, tanto que a veces le preocupa. Le hace sentir un hipersexual en potencia.
Beckett se ríe de una forma que parece que está cantando, y eso hace que a Castle se le caiga la baba. Y cuando observa cómo se abre paso entre los coches y semáforos, como si fuera una experta con gráciles movimientos pero sin parecer una corredora temeraria se me pregunta si es cosa de que en la academia les enseñaban a ser unos dioses de la carretera o simplemente Kate Beckett ha sido traída al mundo definitivamente para volverle loco.
Y a Castle eso le parece genial.
No tardan ni cinco minutos en llegar a su destino. Y Castle se sorprende bastante de la seguridad de Beckett y su elección de parar justo ahí. Pero por otra parte, se relaja porque sabe que ha dado en el clavo.
-¿De verdad? –pregunta Castle, haciéndose el incrédulo, como si no supiera nada. Curiosa manera de empezar una cita, piensa- ¿Aquí?
-Pero… Castle –le hace gracia ver a Beckett con esa leve desazón, casi parece que la ha defraudado. Le encanta ponerla a prueba de esa manera-. Pensaba que sabías que yo…
Castle no contesta, solo la sonríe, socarrón. Puede notar a Beckett bastante confundida, justo donde quería tenerla. Por una vez, él quiere tomar el control. Quiere sorprenderla. Entran juntos a aquel local, detrás de la barra el dueño les mira como si les hubiera estado esperando. Abandona su puesto para acercarse a Castle, con una gran sonrisa en sus labios y se abrazan.
-¡Castle, tío!
-¡Remy, macho! ¿Cómo estás?
-Genial, ya sabes. Oye, cuando has llamado esta mañana para hacer la reserva pensaba que estabas de coña.
Dirige su atención hacia Beckett, que resopla, mirándole con recelo pero sin molestarse en ocultar su sonrisa, y sabe que ambos en el fondo son de ideas tradicional en lo referente al amor- Quería asegurarme, ya sabes.
-Pues vuestra mesa es aquella –señala, cerca de la cristalera-. Si queréis os traigo una velita.
-No, quita. La última vez casi me quedo sin yemas –protesta Castle con una mueca de dolor, viviendo un amargo recuerdo. Beckett se ríe ante la anécdota.
El escritor agarra suavemente la mano de su novia, llevándola hacia la mesa. La sienta en la silla con delicadeza y hasta él se sorprende de lo caballeroso que puede llegar a ser con ella. Él se sienta en la suya, justo enfrente de ella, cruzando sus brazos sobre la madera, mirándola con irresistible tentación. Esta noche está preciosa.
-Estás preciosa.
-Gracias –contesta, con una leve timidez que invadió de ternura Rick. Extiende sus manos, Castle lo interpreta como una señal y las envuelve bajo las suyas, esa sensación nunca le deja indiferente-. ¿Sabes? Casi consigues que me dé algo.
-Y tú casi consigues que me ofenda –acaricia el dorso de sus manos suavemente, con dulzura-. ¿De verdad pensabas que no iba a caer? ¿Te dije que te conocía o no? –Beckett está sonriendo de una manera que le mata por dentro, es una divinidad- Pero he conseguido sorprenderte.
-Un pelín –dice entre dientes-. No te emociones tanto.
Y ambos se ríen a la vez, siguiendo con la lenta danza de caricias en las manos, y saben qué tipo de lenguaje están utilizando ahora mismo. Más en los cierto están cuando se miran a los ojos y parecen que se dicen que sí con la mirada. Y Castle se muere por besarla ahora mismo y llevar a cabo ese lenguaje de signos personal de una manera tangible. Pero quiere conservar lo mejor para el final.
-¿Te acuerdas de la primera vez que vinimos aquí? –pregunta Beckett.
-Como para no. Tú no dejabas de poner de vuelta y media a “Mr. Julio”.
-Y tú a la “soltera nº 3”. Y se nos quedó todo el mundo mirando porque íbamos justo con lo que vamos ahora.
-Y si te fijas, la gente no deja de mirarnos –sueltan una carcajada-. Señorita Beckett, creo que esta no es la indumentaria adecuada para acudir a una cena en una hamburguesería.
-Lo sé, señor Castle. Pero a usted le encanta
-Ya, bueno. Para qué negarlo –se encoge de hombros. Después mira fijamente los labios de Beckett, ese pintalabios no hacía más que intensificar sus ganas, y Beckett se da cuenta de las intenciones de Castle.
-¿Te acuerdas de cuando me manché de kétchup? –trae de vuelta otra anécdota, Rick sabe que es todo un guiño a su descarada obsesión por su boca.
-Claro. Claro que me acuerdo –cómo no se va a acordar, y cada vez que trae a la vuelta ese momento vuelve a aparecerle ese antiguo hormigueo en el estómago-. Ni siquiera sé si debería habértelo limpiado, cómo te pusiste.
Beckett se muerde el labio, Castle cada vez se siente peor, derritiéndose por dentro- No creas. Fue tenso, sí. Pero en el fondo… me encantó.
-¿El qué? ¿El que te lo quitara sensualmente con mi dedo o que acabase con la mano llena de cera de vela ardiendo?
Beckett vuelve a reírse, y eso es lo mejor, a él le encanta hacerla reír de esa manera- Pues no sabría decirte –Castle la mira con sorpresa y falso resentimiento-. Pero para evitarte más disgustos… ya sabes cómo deberías quitarlo la próxima vez.
Y Castle sabe que Beckett se va a manchar los labios a propósito, lo puede leer en sus ojos, y se pregunta por qué no podría haber reaccionado así ese día. Pero le da igual, se habría perdido una gran cantidad de cosas maravillosas. Y ahora es muchísimo mejor, pero cuando ve el rostro de Beckett, cuando se sumerge en sus ojos y esa mirada tan sincera puede ver a la mujer más feliz del mundo y es él el que la hace sentir así.
-No hay nada mejor que hacer tu segunda primera cita donde tuvo lugar tu primera primera cita –dice, y cuando Castle escucha su propio tono de voz suena como un iluso enamorado.
Y es que cuando sabe que hace a Beckett la mujer más feliz del mundo, el automáticamente se convierte en el hombre más feliz del mundo.
-Nada mejor que hacer tu segunda primera cita donde tuvo lugar tu primera primera cita –repite. Y oye ese mismo tono de voz en Beckett y todo su mundo deja de tener un sentido riguroso.
***
Y como siempre digo: thank you very much por los comentarios . Me motiváis a seguir escribiendo, de verdad.
Mañana el siguiente, presiento que os va gustar . Y por cierto: FELIZ AÑOS NUEVOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
Bueno, espero que os guste! :3
***
Día 4: Segunda primera cita
Ella no es de las chicas que esperan todo tipo de epifanías provenientes de su novio en su primera cita.
Ella no es de las chicas que te esperan en la puerta su casa y pretenden que lleves un ramo de casi un metro de todo tipo de flores habidas y por haber –no solo en tu país, si no en todos los continentes- bajo el brazo, que probablemente se acabe secando en menos de tres días.
Ella no es de las chicas que esperan que las compres su vestido, a ser posible lo más ostentoso que te puedas imaginar –y, por supuesto, tendrás que demostrar que te ha costado tus dos riñones.
Ella no es de las chicas que esperan que aparezcas sorpresivamente en el soportal de su apartamento abriendo la puerta de tu fantástica limusina, en la que te habrás dejado tu sueldo de cinco años por cada media hora gastada dentro de aquel cuchitril con olor a arrogancia.
Y Castle sabe eso. Sabe con qué tipo de chica está tratando y sabe que la sencillez no es solo su punto más débil sino también su ventaja más grande. Que los pequeños detalles que –desgraciadamente- la inmensa mayoría de novios cegados pasan por alto son los que consiguen que su sonrisa no se apague en toda la noche.
Por eso cuando la espera en la puerta de su casa –si es que no es ella la que va a ir a recogerlo-, simplemente la recibe sosteniendo con dulzura y cierta elegancia el fresco tallo de una rosa, con ese color tan pasionalmente vivo y que un poco más y ella casi puede ver alguna que otra gota de rocío en sus pétalos. Y él se muere por dentro cuando observa como la huele profundamente mientras se muerde el labio.
Que cuando salen del portal, quizá no ve el coche más barato del mundo, pero tampoco algo con lo que vayan pavoneándose de todo ser que pertenezca a algún escalón más bajo que su clase social. Además ella adora su Ferrari rojo, no solo porque va a juego con su vestido y la rosa, sino porque siente que cuando roza el volante, ese coche ha tenido que ser sido diseñado especialmente para moldearse a los caprichos de la detective –y sí, conduce ella, como siempre.
-Ni siquiera sabes dónde vamos a ir y ya quieres arrancar el coche. Vaya.
-¿Te ofende que no te lo haya preguntado?
-En realidad, no. Me ofendería más si me lo hubieras preguntado.
-Qué seguridad. Siempre dando las cosas por hecho –bajo su tono provocador, la policía no puede ocultar el brillo de su sonrisa.
-No es que las dé por hecho –él observa a su acompañante y la mira con cierta confidencialidad-. Es que te conozco, Beckett. Y sé darte lo que más te gusta.
-¿Ah, sí? –lo mira divertida, como si estuviera a punto de hacer alguna travesura demasiado incorrecta para su edad- A ver si haces que me lleve una sorpresa.
-Desgraciadamente, no. Hubiera estado guay, pero no.
Y Beckett arranca el coche, ahogando un sonido de placer cuando oye el rugido del potente motor uniéndose al caos urbano de la noche, sintiendo a aquella joya de la automovilística vibrando bajo sus cuerpos. No es la primera vez que lo pone en marcha, ni la primera vez que lo conduce. Pero todas parecen igual.
-Ni que te estuviera dando un orgasmo –dice Castle, en medio de una leve carcajada.
-No, pero es que cuando me pongo a pensar en todas y cada una de las cosas que podríamos hacer en este coche… –Castle ve como todo signo de raciocinio se va progresivamente al carajo mientras se siente totalmente desnudo ante la mirada intimidatoria y poderosamente lasciva de Beckett, y ese vestido tan ceñido y esa forma única que tenían los mechones de su cabello de caer con gracia sobre su cara no ayudaban a que la situación recuperase su equilibrio natural- Es casi inevitable.
-Ya. ¿Y si me las cuentas mientras cenamos? O mejor, en el postre. Cuando casi hayamos acabado –ruega casi rozando la desesperación, porque sabe que como empiecen así no llegan ni a los entrantes. Beckett le es superior a sus fuerzas en demasiados aspectos, tanto que a veces le preocupa. Le hace sentir un hipersexual en potencia.
Beckett se ríe de una forma que parece que está cantando, y eso hace que a Castle se le caiga la baba. Y cuando observa cómo se abre paso entre los coches y semáforos, como si fuera una experta con gráciles movimientos pero sin parecer una corredora temeraria se me pregunta si es cosa de que en la academia les enseñaban a ser unos dioses de la carretera o simplemente Kate Beckett ha sido traída al mundo definitivamente para volverle loco.
Y a Castle eso le parece genial.
No tardan ni cinco minutos en llegar a su destino. Y Castle se sorprende bastante de la seguridad de Beckett y su elección de parar justo ahí. Pero por otra parte, se relaja porque sabe que ha dado en el clavo.
-¿De verdad? –pregunta Castle, haciéndose el incrédulo, como si no supiera nada. Curiosa manera de empezar una cita, piensa- ¿Aquí?
-Pero… Castle –le hace gracia ver a Beckett con esa leve desazón, casi parece que la ha defraudado. Le encanta ponerla a prueba de esa manera-. Pensaba que sabías que yo…
Castle no contesta, solo la sonríe, socarrón. Puede notar a Beckett bastante confundida, justo donde quería tenerla. Por una vez, él quiere tomar el control. Quiere sorprenderla. Entran juntos a aquel local, detrás de la barra el dueño les mira como si les hubiera estado esperando. Abandona su puesto para acercarse a Castle, con una gran sonrisa en sus labios y se abrazan.
-¡Castle, tío!
-¡Remy, macho! ¿Cómo estás?
-Genial, ya sabes. Oye, cuando has llamado esta mañana para hacer la reserva pensaba que estabas de coña.
Dirige su atención hacia Beckett, que resopla, mirándole con recelo pero sin molestarse en ocultar su sonrisa, y sabe que ambos en el fondo son de ideas tradicional en lo referente al amor- Quería asegurarme, ya sabes.
-Pues vuestra mesa es aquella –señala, cerca de la cristalera-. Si queréis os traigo una velita.
-No, quita. La última vez casi me quedo sin yemas –protesta Castle con una mueca de dolor, viviendo un amargo recuerdo. Beckett se ríe ante la anécdota.
El escritor agarra suavemente la mano de su novia, llevándola hacia la mesa. La sienta en la silla con delicadeza y hasta él se sorprende de lo caballeroso que puede llegar a ser con ella. Él se sienta en la suya, justo enfrente de ella, cruzando sus brazos sobre la madera, mirándola con irresistible tentación. Esta noche está preciosa.
-Estás preciosa.
-Gracias –contesta, con una leve timidez que invadió de ternura Rick. Extiende sus manos, Castle lo interpreta como una señal y las envuelve bajo las suyas, esa sensación nunca le deja indiferente-. ¿Sabes? Casi consigues que me dé algo.
-Y tú casi consigues que me ofenda –acaricia el dorso de sus manos suavemente, con dulzura-. ¿De verdad pensabas que no iba a caer? ¿Te dije que te conocía o no? –Beckett está sonriendo de una manera que le mata por dentro, es una divinidad- Pero he conseguido sorprenderte.
-Un pelín –dice entre dientes-. No te emociones tanto.
Y ambos se ríen a la vez, siguiendo con la lenta danza de caricias en las manos, y saben qué tipo de lenguaje están utilizando ahora mismo. Más en los cierto están cuando se miran a los ojos y parecen que se dicen que sí con la mirada. Y Castle se muere por besarla ahora mismo y llevar a cabo ese lenguaje de signos personal de una manera tangible. Pero quiere conservar lo mejor para el final.
-¿Te acuerdas de la primera vez que vinimos aquí? –pregunta Beckett.
-Como para no. Tú no dejabas de poner de vuelta y media a “Mr. Julio”.
-Y tú a la “soltera nº 3”. Y se nos quedó todo el mundo mirando porque íbamos justo con lo que vamos ahora.
-Y si te fijas, la gente no deja de mirarnos –sueltan una carcajada-. Señorita Beckett, creo que esta no es la indumentaria adecuada para acudir a una cena en una hamburguesería.
-Lo sé, señor Castle. Pero a usted le encanta
-Ya, bueno. Para qué negarlo –se encoge de hombros. Después mira fijamente los labios de Beckett, ese pintalabios no hacía más que intensificar sus ganas, y Beckett se da cuenta de las intenciones de Castle.
-¿Te acuerdas de cuando me manché de kétchup? –trae de vuelta otra anécdota, Rick sabe que es todo un guiño a su descarada obsesión por su boca.
-Claro. Claro que me acuerdo –cómo no se va a acordar, y cada vez que trae a la vuelta ese momento vuelve a aparecerle ese antiguo hormigueo en el estómago-. Ni siquiera sé si debería habértelo limpiado, cómo te pusiste.
Beckett se muerde el labio, Castle cada vez se siente peor, derritiéndose por dentro- No creas. Fue tenso, sí. Pero en el fondo… me encantó.
-¿El qué? ¿El que te lo quitara sensualmente con mi dedo o que acabase con la mano llena de cera de vela ardiendo?
Beckett vuelve a reírse, y eso es lo mejor, a él le encanta hacerla reír de esa manera- Pues no sabría decirte –Castle la mira con sorpresa y falso resentimiento-. Pero para evitarte más disgustos… ya sabes cómo deberías quitarlo la próxima vez.
Y Castle sabe que Beckett se va a manchar los labios a propósito, lo puede leer en sus ojos, y se pregunta por qué no podría haber reaccionado así ese día. Pero le da igual, se habría perdido una gran cantidad de cosas maravillosas. Y ahora es muchísimo mejor, pero cuando ve el rostro de Beckett, cuando se sumerge en sus ojos y esa mirada tan sincera puede ver a la mujer más feliz del mundo y es él el que la hace sentir así.
-No hay nada mejor que hacer tu segunda primera cita donde tuvo lugar tu primera primera cita –dice, y cuando Castle escucha su propio tono de voz suena como un iluso enamorado.
Y es que cuando sabe que hace a Beckett la mujer más feliz del mundo, el automáticamente se convierte en el hombre más feliz del mundo.
-Nada mejor que hacer tu segunda primera cita donde tuvo lugar tu primera primera cita –repite. Y oye ese mismo tono de voz en Beckett y todo su mundo deja de tener un sentido riguroso.
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Y como siempre digo: thank you very much por los comentarios . Me motiváis a seguir escribiendo, de verdad.
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