¿Quienes somos? TERMINADO (15/10/13)

CAPITULO 1 LLEGADA

Se despertaba como cada mañana al mismo tiempo que los primeros rayos de sol comenzaban a entrar por el gran ventanal que se encontraba en el lateral de su cama. Sin tardar tan siquiera un segundo salía de la misma y encaminaba sus pasos hacia la cocina, lo primero que hacía cada día era tomar su café matutino, sin ese líquido en su cuerpo era incapaz de ponerse en marcha.

Mientras el café se preparaba se dirigió hacia la puerta de entrada, la abrió y allí como cada día se encontraba su periódico, la visión de la portada hizo que en su frente se dibujara una arruga.

En primera plana aparecía la noticia de la aparición del tercer cadáver del asesino del bisturí. Lanzó el periódico sobre la encimera y se sirvió el café humeante, en aquel instante comenzó a sonar su móvil.

Tras colgar miró nuevamente aquella edición matutina y la tiró a la basura.

-Vais con retraso.

Tras una ducha rápida, se vistió y salió de su apartamento con dirección a la comisaria.

Un silbido fue lo primero que escucho cuando salió a la calle.

-Las mujeres cómo tú deberían ser pecado y estar prohibidas.

Se puso su casco al tiempo que negaba con la cabeza.

Llegó a su destino en poco más de veinte minutos, tras dejar la moto aparcada en el descampado de enfrente, cruzó rápida la calle y entró en el edificio. No había tenido tiempo de hacer ejercicio aquella mañana así que decidió subir los cuatro pisos que la separaban de la planta de homicidios andando.

-¿Qué tenemos? – preguntó incluso antes de dejar su casco y cazadora en su mesa.

-Mujer, ronda la treintena, pelirroja, desapareció de su casa hace tres días y hace tres horas su cuerpo ha sido encontrado. Su nombre es Sara, profesora de preescolar – comentaba su compañero al tiempo que ponía en la pizarra la foto de la última víctima.

-Y con esta ya van cuatro, y estamos como al principio – en su tono de voz se notaba su molestia.

-Tal vez deberíamos llamar al FBI.

-Aún no Ryan, lo haremos cuando no nos quede otra salida.

-¿Cuántas mujeres más deben morir para que dejes de lado tu testarudez?

-Ryan, no te pases. Siempre logramos cerrar los casos, esta vez no va a ser diferente.

-Como tú digas, pero creo que te equivocas.

-Eh Kev, se supone que nosotros estamos de su lado, déjala respirar un poco.

-Javi, nuestro trabajo es estar del lado de las víctimas, y eso parece que a ella se le ha olvidado. Voy al trabajo de la última a ver si alguien me puede dar alguna información, ¿vienes, Javi? – Javier asintió y ambos se fueron a investigar.

-Beckett, a mi despacho.

La voz de la capitana Gates, resonó en aquellas dependencias.

-Beckett, pase y siéntese – la detective hacía lo que su superior le había ordenado.

-Señor, usted dirá.

-No me voy a ir por las ramas, confío en mis hombres, siempre lo he hecho. Su equipo es el mejor de la policía de NY, es un orgullo tenerles en la 12th, siempre logran cerrar los casos por muy complicados que estos sean, pero esta vez…

-Señor, esta vez también lo haremos, sólo necesitamos algo más de tiempo – interrumpía a la capitana.

-Lo siento Beckett, el tiempo se ha terminado. No nos podemos permitir una sola víctima más.  Un equipo del FBI se encuentra en camino.

-Pero señor…

-No hay peros, trabajaran con ellos.

-Eso será si ellos nos dejan algo que hacer.

-Kate, no hagas que te saque de este caso. Trabaja con ellos, usa sus recursos, sus informaciones y si puedes cierra tú el caso, pero trabaja codo con codo con ellos. Y ahora sal de este despacho.

La detective Beckett abandonaba aquel lugar, recogía de su silla la cazadora y se dirigía a la zona de ascensores, una vez dentro de uno apretó el botón 0, salió de la comisaria y tras subirse a su coche patrulla se encaminó hacia la morgue.

Se les tenía que estar pasando algo por alto, el asesinato perfecto no existía pero a lo largo de la semana que ya duraba el caso, éste lo parecía.

Durante el trayecto repasaba mentalmente lo que sabían hasta ese instante.

Habían aparecido cuatro cuerpos, todos ellos de mujeres, todas habían desaparecido tres días antes de que sus cuerpos sin vida aparecieran, las tres primeras habían sido torturadas antes de morir, suponía que la cuarta también habría sufrido vejaciones y torturas.

Todas sin excepción habían fallecido porque sus arterias carótidas habían sido seccionadas, y el asesino siempre usaba un bisturí para ello.

Ningún rastro se había encontrado en los cuerpos, estos habían sido limpiados a conciencia.

No sólo eso, los cuerpos habían sido embalsamados, lo que implicaba que por las venas y arterias de las víctimas no había ni rastro de sangre si no una solución de formaldehido, las cavidades de las mujeres habían sido vaciadas y rellenadas con serrín.

-Lanie, dime que en este cuerpo tenemos algo.

-Hola Kate, lo siento, pero es todo igual que en el resto. Salvo por esto – le tendía un trozo de papel- estaba en el interior de la víctima.

Kate, tras ponerse los guantes procedió a la lectura de aquel papel.

Me empiezo a cansar y a aburrirme, esperaba más de los detectives de homicidios de la policía de NY. Pero por lo que veo, sólo saben meterse en lo que no deben.

-Mierda, esto para él sólo es un reto.

Con aquel papel metido en una bolsa de pruebas salió a la carrera de la morgue, tenía que regresar a la 12th y darle un nuevo enfoque al caso.

Aquel sujeto, además de tener conocimientos de medicina, tenía algo en contra de la policía de NY.

El avión del FBI procedente de DC hacía media hora que había tomado tierra, los cuatro ocupantes de aquel vuelo estaban ya en su coche dirigiéndose a la comisaría.

-Martha, encárgate de repasar punto por punto la vida de cada una de las víctimas. Alexis, tu trabajo ya sabes que es con la forense que lleva el caso la Doctora Parish. Hunt, lo de siempre.

-Ok, jefe – decían todos al unísono.

-RC, intenta no cagarla con los detectives nada más llegar.

-Alexis, no te pases, no tengo la culpa de que ellos se sientan intimidados cuando sus jefes nos avisan.

-Esta vez es diferente, esos detectives son los mejores de NY e incluso están entre los tres mejores equipos de la nación. Hasta están en tu lista, al menos uno de ellos.

-Pues igual no eran tan buenos como pensaba.

Tras detener el vehículo frente a la comisaria numero 12, descendieron y comenzaron a caminar hacia la entrada.

-Que empiece el espectáculo – Martha se ponía sus gafas de sol.

Los cuatro salían del ascensor y se dirigían hacia el despacho de la capitana. El jefe de equipo tocó la puerta esperando el permiso para entrar.

-Adelante, les estaba esperando. Soy la capitana Victoria Gates.

El equipo del FBI fue presentado por el jefe de equipo.

-Ella es Alexis Rodgers, nuestra patóloga. Martha Sullivan, psiquiatra y analista de conductas. Alexander Hunt chico para todo. Y yo soy Richard Castle jefe de equipo.

Tras la presentación la capitana Gates llamó a su despacho a su equipo, todos habían vuelto de la calle.

-Este es mi equipo, los detectives, Esposito, Ryan y la detective Beckett. Trabajaran codo con codo con ustedes.

-Eso espero – fue lo único que dijo Castle.

-Yo también lo espero, no me gustaría que nos dejaran a un lado – contesto la detective Beckett.

El detective Esposito acompañó a Alexis hasta la morgue dónde la forense de la policía esperaba su llegada.

Martha y Hunt, salieron del edificio dirigiéndose hacia sus zonas de investigación, el detective Ryan acompañaría a la psiquiatra.

Mientras en la 12th la detective Beckett observaba como el agente Castle miraba su pizarra.

-No está mal.

-¿Perdón? – Kate se acercó hasta dónde él estaba.

-Su pizarra, no está mal. Tiene todos los datos apuntados, así no tiene que andar rebuscando en sus papeles- contestó sin tan siquiera mirarla.

-No somos trogloditas – eso logró que él se girase y la enfrentase- y sabemos hacer nuestro trabajo.

-Pues con este caso no están demostrando que lo sepan hacer bien.

-Pero, ¿cómo se atreve a venir a mi casa a insultarme? – no pudo evitar que su tono de voz se elevase.

-No trataba de insultarle, sólo exponía lo que está pasando. Y le recuerdo detective, que hemos venido porque su capitana nos ha llamado.

-Váyase a la mierda – se giró y se marchó hacia la sala del café- Resolveré este caso sin usted.

Castle se quedó en el mismo sitio en el que estaba, nadie en todos aquellos años, le había hablado de aquella manera, nadie había osado desafiarle como terminaba de hacerlo aquella policía.

Recordó las palabras de Alexis, y decidió acercarse hasta dónde la detective se encontraba.

-Tal vez, lo que he dicho haya sonado diferente a cómo hubiese querido. No tengo ninguna duda de su eficacia, pero en este caso, y sólo en este, parece que necesitan ayuda.

-Ayuda, no necesitamos que nos saquen del caso.

-No es esa mi intención, si se ha fijado mi equipo está trabajando con el suyo, no les hemos dejado al margen. Nosotros hemos empezado con mal pie, hagamos una cosa, dejemos a un lado nuestras desavenencias y unamos nuestras mentes para lograr pillar a la persona que está haciendo eso – señaló con su mano a la lejana pizarra- no tenemos por qué ser amigos, pero sí debemos trabajar juntos.

-Eso puedo hacerlo.

Ambos se dieron un apretón de manos como símbolo de su naciente pacto de no agresión.

-Tras leer la nota encontrada por Lanie – Castle la miró sin saber a quién se refería- nuestra forense, empecé a pensar que la persona a la que buscamos aparte de tener grandes conocimientos de medicina tiene un gran rencor al cuerpo de policía.

-Por lo que he podido leer en el expediente, las víctimas fueron embalsamadas, eso requiere conocimientos forenses. Estaríamos hablando de alguien relacionado a la vez con la medicina y la policía, un forense.

-Pudiera ser, ahora iba a mirar los datos de mujeres desaparecidas desde la hora en la que murió nuestra última víctima. ¿Me acompañas?

-Vamos.

Tras mirar las bases de datos, en el ordenador de la detective Beckett aparecían los nombres de cuatro mujeres.

-Una de ellas es nuestra siguiente víctima. Debemos encontrarla antes de que sea tarde.

-Dividamos los nombres, uno para Martha y Ryan, otro para Espo y Alexis, Hunt se queda con las dos últimas.

-¿Y nosotros? – Kate le miraba con cara de pocos amigos.

-Nosotros, tenemos que encontrar un forense, médico, enfermero, sanitario que odie a la policía.

Calló la noche sobre NY mientras todos los implicados ponían en común sus descubrimientos.

Pese a todos sus esfuerzos por intentar localizar el punto de unión entre las víctimas estaban como al principio, tampoco habían logrado avanzar mucho en la búsqueda de las mujeres desaparecidas.

-RC, ¿vosotros habéis avanzado algo?

-Nada Alexis, la lista es médicos o paramédicos que hayan tenido una relación con la policía es interminable, y aún no hemos dado con la tecla para los descartes.

-Se ha hecho tarde, deberíamos irnos a descansar. Necesitamos estar frescos, aún nos quedan dos días antes de la próxima muerte.

-Martha tiene razón, dejemos esto por hoy. Mañana a las 6 os quiero a todos aquí.

La detective Beckett llegaba a su casa, tras soltar el casco y la cazadora se dejaba caer sobre el sofá, había sido un día largo y duro.

Apoyó la cabeza sobre el respaldo del sofá y cerró los ojos, justo cuando comenzaba a encontrar algo de paz el timbre de su puerta la sobresaltó, lentamente abrió sus ojos, se pasó las manos por el pelo haciéndose una rápida coleta y fue a ver quién llamaba.

-¿Qué haces aquí?

-He tenido una idea, y quise compartirla.

-Ya, pero ¿tenía que ser a estas horas?

-Perdón –dijo tras mirar su reloj- no me di cuenta de la hora, lo siento. Será mejor que me vaya y te lo cuente por la mañana.

-Supongo que ya que has venido podrías pasar.

Ambas persona se dirigieron hacia el salón.

-Iba a pedir algo de cena, ¿chino?

-Perfecto, siempre que pague yo.

-Sin problemas.

Tras encargar la cena, Kate trajo un par de cervezas.

-Tú dirás, por cierto, ¿cómo sabías dónde vivo?

-Sé muchas cosas de ti detective, muchas. Verás mientras estaba dando vueltas por mi habitación del hotel, pensé que tal vez no estábamos buscando bien.

-¿A qué te refieres?

-Verás, igual deberíamos investigar a cerca de aquellos que intentaron ser forenses pero no pasaron el examen y no centrarnos en los que sí lo hicieron.

-Puede que estés en lo cierto, pero mi pregunta iba a cerca de eso que dices saber sobre mí.

La cena llegó justo en ese momento siendo Castle quien se levantó a recoger y pagar el pedido.

-¿Lo pongo en platos o prefieres ir picando de los envases?

-De los envases por mi está bien.

-Por mi también. ¿Palillos o tenedor?

-Palillos. Tu cerveza está intacta, ¿prefieres vino?

- Agua, perdón debí decirlo al principio, soy abstemio.

Durante la cena fueron repasando la nueva teoría del Agente Especial Castle y al mismo tiempo repasaron las vidas de las víctimas.

 

-Lo tengo, todas nuestras víctimas terminaban de logar alcanzar una meta – Castle la miró expectante- la primera terminaba de ser nombrada socia en el despacho en el que trabajaba, la segunda había logrado su tarjeta de residencia recientemente, la tercera había sido seleccionada para un puesto en una multinacional y la cuarta…

-Se terminaba de prometer – interrumpía él- Eso nos demuestra que nuestro asesino falló en su intento de entrar en el cuerpo.

-No tiene porqué, también pudo haber fallado en su último examen tras la residencia.

-Cierto, mañana trabajaremos sobre eso, nos dividiremos entre aquellos que no lograron acceder al cuerpo de forenses y los que no lograron pasar su examen de medicina. Y ahora – miró su reloj- debería marcharme son cerca de las 2 y a las 6 tenemos que estar en la comisaría.

Ambos se pusieron en pie y se acercaron a la puerta.

-Detective, ha sido un placer – Castle tendió su mano esperando la respuesta de ella.

-Agente, lo mismo digo – aceptó la mano de él.

Kate se sentía gratamente sorprendida por el actuar del agente Castle, cuando su capitana le comunicó la próxima llegada de un equipo del FBI nunca pensó que la relación de trabajo con ellos pudiera ser tan fluida. En todos los años que ella llevaba en el cuerpo nunca se había encontrado con un equipo federal así.

Al día siguiente puntual como siempre la detective Beckett llegó a la 12th, allí se encontraban ya desde hacía un rato los federales.

-Hunt, dime que tienes algo.

-Lo siento RC, aún nada, pero sólo es cuestión de tiempo, ya lo sabes.

-Tiempo es un lujo que una de estas mujeres no se puede permitir – señalaba las imágenes de las mujeres desaparecidas.

-RC, recuerda que el enemigo no somos nosotros.

-Lo sé Lex, lo sé. Buenos días detective, su equipo aún no ha llegado, odio la impuntualidad.

-Buenos días, mi equipo como lo llamas, está investigando médicos que suspendieran su examen de especialidad desde hace un buen rato.

-¿Quién se lo ha ordenado? Detective, aquí el que da las órdenes soy yo, te lo recuerdo por si lo habías olvidado – Alexis lanzó una mirada de reprobación a su superior.

-Ha quedado muy claro. Pero creo que así hemos ganado tiempo, tiempo que como bien has dicho antes no le sobra a una de esas mujeres.

-RC, ¿me acompañas un momento? –Alexis lo tomaba ya del brazo.

Tomaron el ascensor y bajaron para salir del edificio, ya en la calle comenzaron a caminar hasta cruzar a la otra acera.

-Se supone que no queremos que salgan corriendo. ¿Qué narices ha sido lo de antes?

-No me gustan que tomen decisiones por libre. El caso es nuestro, si ellos hubieran hecho bien su trabajo nosotros no estaríamos aquí.

-Venga ya, adoras las mentes pensantes, lo que odias es que esa mente sea de un policía. Pero te recuerdo que terminaremos más rápido si trabajamos en equipo. No queremos que esto se transforme en un…

-Lo he captado, me disculparé ante la detective – interrumpió Castle a su compañera.

-No te he pedido que te disculpes, sólo que no la cages.

Beckett mientras tanto no podía entender el cambio de actitud sufrido por el agente federal, si la noche anterior le pareció agradable trabajar con él ahora mismo volvía a pensar que era el típico engreído del FBI.

Aquel día el reparto de tareas hizo que el agente Castle y la detective Beckett no trabajasen juntos, él se encargó de asignarse otro compañero y decidió salir con Martha. Hunt desapareció, Espo y Ryan continuaron con su investigación de médicos y Kate salió con Alexis.

Mientras las mujeres repasaban el listado de forenses expulsados del cuerpo o que nunca lograron acceder al mismo, Castle y Martha se encontraban en la otra punta de la ciudad, siguiendo los últimos pasos dados por una de las mujeres desaparecidas.

-Espero que tú intuición sea correcta.

-Lo será, tranquilo. Nikki Heat es nuestra víctima, estoy segura. Hace menos de una semana se enteró que el manuscrito que envió a una editorial iba ser publicado. Ahí tenemos su éxito.

-Vale, es una buena opción.

-Richard, ¿qué sucede con la detective?

-No te entiendo.

-Anoche estuviste con ella, volviste encantado de trabajar juntos y esta mañana la has tratado como si fuese el enemigo.

-Tú también no. Ya me ha dado la charla nuestra pelirroja, no hace falta que lo hagas tú también.

-No es darte la charla, sólo preguntaba, pero bueno da igual. Sigamos con nuestro trabajo – sabía que no había nada que hacer, Castle no le contaría ese día lo que le pasaba con la detective, aunque ella lo intuía.

A la hora de comer todos, menos Hunt, habían regresado a la 12th. Mientras encargaban la comida, decidieron exponer todo lo que habían descubierto.

Según los testigos la señorita Heat había sido introducida en contra de su voluntad en una camioneta negra, con ventanas tintadas, sólo tenían parte de la matrícula.

-Hemos metido en la base de datos de vehículos la parte de matrícula que tenemos, en un rato tendremos algo.

-De entre todos los médicos que se suspendieron el examen final de residencia en los últimos años, sólo hay dos que están desaparecidos y de esos sólo uno de ellos quería ser forense – Ryan ponía sobre la mesa la fotografía de aquel candidato.

-Su nombre es Roy Norton –concluía el detective Esposito- Lo malo es que Norton no posee una camioneta, de hecho según trafico no tiene ningún vehículo a su nombre.

-Podría estar usando la furgoneta de un conocido o un familiar.

-Ya Kate, eso pensamos pero por lo que hemos descubierto Norton no tiene familia, y como no sabemos su paradero es difícil encontrar a conocidos actuales.

La puerta de la sala se abría dando paso a la capitana Gates.

-Un mensajero ha traído este paquete para ustedes detective Beckett y agente Castle, al escuchar aquello ambos se miraron sorprendidos.

Castle tras ponerse unos guantes, abrió el sobre, de él cayó un papel.

“Por fin os conocéis, ahora sí está siendo divertido. Así que la mejor candidata a próxima víctima es Nikki Heat y el mejor sospechoso que tenéis es Roy Norton. La pregunta es, aun sabiendo eso ¿llegareis a tiempo? ¿O recogeréis otro cadáver?”

-Está jugando con nosotros.

-Peor aún Beckett, nos está vigilando. Martha, localiza a Hunt, pero ya, le quiero aquí.

Roy Norton, hijo único sus padres murieron en los atentados del 11S, desde entonces Roy quiso entrar en la policía y como ya estudiaba medicina decidió que la mejor forma sería hacerse forense. Pero cinco años atrás suspendió su examen de residencia, lo cual echó por tierra sus planes. Desde entonces había desaparecido, nadie había vuelto a saber de él.

Martha regresó a la sala por su cara todos sospecharon que les traía alguna noticia.

-Castle, Hunt está en manos de Norton. Ha sido el propio Norton quien ha respondido a mi llamada.

-Chicos, poneros en marcha tenemos que encontrarle – decía Beckett mientras se ponía ya en pie- ¿dónde sitúa el GPS de su teléfono a Hunt?

-Hunt no lleva GPS – Alexis contestaba al tiempo que tomaba un sorbo de su café.

-Es vuestro compañero, deberíais estar haciendo algo por encontrarlo y en lugar de eso os sentáis como si nada hubiera pasado –Beckett les miraba sorprendida.

-El caso se resolverá en nada de tiempo, no esperábamos que fuese de esta forma, pero también nos vale. Norton morirá y la señorita Heat regresará a su casa – Castle hablaba con total tranquilidad.

Los detectives no lograban entender a los federales en aquel instante.

-Siento recordaros que Norton es un psicópata, armado, que ha demostrado con creces su crueldad, y que ha logrado secuestrar a un agente del FBI, y ¿vosotros aseguráis que el caso está resuelto? Lo que vamos a tener son dos víctimas más.

-Detective Esposito, le aseguro que de haber una víctima será Norton. Por mucho que el sospechoso sea un psicópata no tiene nada que hacer contra Alexander.

-Martha, Hunt ha sido secuestrado, cualquier atisbo de ventaja que tuviera ha desaparecido –insistía Beckett- Espo, Ryan, intentar localizar en las cámaras de trafico el vehículo del agente Hunt. Si vosotros no hacéis nada por recuperar a vuestro hombre lo haremos nosotros.

Los detectives salían de la sala y comenzaban la búsqueda del agente federal.

-RC, Martha, Alex estará bien, ¿verdad?

-Tranquila calabaza – Castle se acercaba hasta ella y la abrazaba- si pensase que esto no iba a terminar bien, yo mismo saldría a cazar a Norton. Hunt estará bien.

CAPITULO 2 SORPRESAS

Lentamente abría los ojos, el golpe recibido pese a ser esperado no fue menos doloroso, tenía que reconocer que aquel sujeto sabía lo que se hacía. Sus ojos se fueron acostumbrando a la ausencia de luz, tardó unos minutos pero finalmente pudo comenzar a enfocar con facilidad. Pudo ponerse en pie, comprobó que no estaba encadenado, tan solo tenía las manos atadas, su cerebro gritó “bien” ante eso. Comenzó a recorrer el lugar, las paredes eran de cemento, sin ventanas, justo en el lado opuesto al suyo había una puerta, hacia allí encaminó sus pasos. Pensó que estaría cerrada, le sorprendió que no fuese así, nota mental se dijo “no es tan bueno”.

Abrió y ya estaba.

-Tranquila Nikki he venido a rescatarte – intentaba tomar el pulso a la mujer, era débil pero existente, observó una fea herida que tenía en el costado- Todo irá bien – repitió haciendo que la mujer se fijase en él.

-¡Volverá!  Por dios, debemos salir de aquí, volverá y nos matará.

-Tranquila, escúchame, todo saldrá bien, pero necesito que me des algo de tiempo. Confía en mí – se giró y salió de aquella pequeña habitación.

Regresó al lugar donde despertó, se sentó a esperar, al menos a la mujer aún le quedaba otro día de vida, la pregunta es cada cuanto vendría Norton hasta aquel lugar.

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Esposito traía la última ubicación del coche de Hunt, había sido grabado por una cámara al cruzar el puente de Brooklyn y después nada, era como si se lo hubiera tragado la tierra.

-¿Si yo desapareciera os comportaríais así? – preguntó dejando lo descubierto sobre la mesa de Kate.

-No, estaríamos buscándote como locos – miró a la sala donde continuaba el equipo del FBI- a no ser…

-¿A no ser qué? – preguntó Ryan.

-A no ser, que ellos sepan algo que nosotros no. ¿Qué sabemos del agente Hunt? Nada, Castle lo definió como chico para todo, pero sin especificar nada más. Desde que han llegado va por libre. Investiguemos un poco a Hunt, quizás así sabremos la razón de su tranquilidad – dijo señalando con la cabeza hacia la zona de los federales.

Castle caminaba por la habitación, Martha miraba unas fotos y un viejo expediente y Alexis repasaba las autopsias, pero ninguno salía en busca de su compañero.

-RC – Castle se giró hacia el lugar del que provenía la voz- somos nosotros.

-Lo sé – se acercó hasta la mesa y tomó en informe patológico en sus manos.

-Martha, ¿dónde pueden estar?

-Intento averiguarlo, pero aún no lo sé Lex. Pero estate tranquila, del lugar en el que estén sólo saldrán con vida Hunt y Heat.

Unas horas después los detectives se reunían en la morgue, querían un lugar libre de miradas y oídos.

-Alexander Hunt, aparece por primera vez en el sistema hace 10 años cuando con 25 años entró a formar parte de FBI. Con anterioridad a esa fecha no hay datos sobre él.

-Pero eso es imposible Kate, la información que te ha dado tu contacto debe ser errónea.

-Eso mismo pensé yo, así que hice que lo volviera a mirar, con el mismo resultado.

-Pero…

-Eso no es todo – continuó la detective- Alexis Rodgers aparece por primera vez en el sistema hace también 10 años cuando con 18 entró como becaria en el departamento forense del FBI. Richard Castle, aparece en las mismas fechas al acceder al FBI. De ninguno de los tres hay nada anterior al 2003, es cómo si no existieran.

-¿De qué narices va todo esto? – preguntaron sus compañeros a la vez.

-No lo sé chicos, no lo sé por ahora.

-Y ¿qué hay de Martha?

-Ella no es un misterio.

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Hunt agudizó su oído, debía estar preparado para cuando Norton regresase, escuchó cómo se corría un cerrojo, como el sonido de cadenas contra el suelo retumbaba en el lugar.

Sentía correr la adrenalina por sus venas, todos sus sentidos se pusieron en alerta, cerró los ojos y esperó. Notó unos pasos acercarse, sintió un aliento sobre su cara, una mano apoyarse en su hombro.

Fue un instante, un segundo, su mano comprimiendo la carótida de Norton, sintiendo cómo el pulso del hombre comenzaba a descender, el reflejo en los ojos de aquel de la sorpresa que sentía.

-Nunca juegues sin saber quién es tu rival – aquello fue lo último que Norton escuchó antes de caer al suelo sin sentido.

Se dirigió nuevamente hacia la habitación contigua, abrió la puerta y sonrió a la mujer que allí se encontraba. Con pasos decididos se acercó hasta Nikki y con las llaves que robó a Roy comenzó a soltar las cadenas.

-Te dije que todo iría bien. Apóyate en mí y salgamos de aquí.

Al pasar junto al cuerpo de Roy, Hunt dejó a la mujer apoyada en la pared y se agachó junto al cuerpo que yacía en el frío suelo, rebuscó en sus bolsillos y tras guardar lo encontrado en su bolsillo volvió a tomar del brazo a Nikki.

Caminaron hasta salir del lugar, ascendieron por unas escaleras y abrieron una nueva puerta, ante sus ojos un salón apareció.

-Siéntate – casi ordenó a la mujer- tengo que llamar.

Media hora después junto a los coches de la policía y del FBI llegaba hasta aquel logar una ambulancia.

-Está abajo – dijo nada más ver llegar a su equipo.

-Alexander…

-Está vivo Lex, sólo le dejé KO – la joven pelirroja se abrazó a Hunt fuertemente.

Mientras los sanitarios se afanaban en cuidar de Nikki Heat, los detectives Ryan y Esposito registraban la casa y Castle y Beckett bajaban hasta aquel sótano.

-Está aquí – decía él iluminando el cuerpo con una linterna.

-Castle, mira esto.

Rick se acercó hasta el lugar en el que se encontraba la detective e iluminó él también un trozo de pared.

“Hola Castle, hola Beckett, esto no ha hecho nada más que empezar. Bienvenidos a mi juego especial. Llevo años esperando vuestra llegada. Os habéis hecho esperar.”

-¿Se puede saber de qué va todo esto? – Kate se giró iluminando el rostro del federal y viendo como el color de la piel de este se había tornado blanquecina.

-Será mejor que salgamos y subamos a Norton – dijo ignorando la pregunta realizada por Kate.

Ya en la comisaría la detective Beckett y el agente Castle se reunían con la capitana Gates en su despacho.

-Por lo que me cuentan este caso no ha terminado. ¿Ha reconocido la señorita Heat a Norton?-preguntó dirigiendo su mirada hacia la detective Beckett.

-No señor, al menos no como el hombre que la golpeaba, lo ha reconocido como el hombre que la secuestró.

-Así que estamos como al principio, no sabemos quién es el asesino – dijo quitándose las gafas.

-Hemos avanzado, tenemos al cómplice y hablará.

-Eso será agente Castle si se despierta. Quizás su hombre comprimió demasiado.

-Capitán Gates, Hunt sabe cómo hacer esa maniobra, el sospechoso despertará – Castle defendía a su hombre.

-Ya veremos agente, ya veremos. ¿Qué significa la pintada de la pared? – enseñaba la imagen tomada con el escrito.

-No lo sé señor, alguien está jugando con nosotros, pero no tengo todos los datos – se giraba para mirar de frente a Castle- creo que el agente Castle está escondiendo muchas cosas. Cuando le enseñé el escrito no mostró ninguna sorpresa, bien es cierto que se quedó paralizado, pero es cómo si no le pillase por sorpresa.

-¿Mi detective está en lo cierto? –Preguntó directamente a Castle- ¿se están guardando algún tipo de información?

-No tengo que contestar a ninguna pregunta, les recuerdo a ambas que este caso es mío y que el departamento de policía de NY tan solo presta su ayuda.

-No le voy a consentir que ponga en peligro a mis hombres por no querer contarnos lo que sabe.

-No hay nada que contar señor. En cuanto a la seguridad de sus hombres, es fácil, desde este momento dejan de colaborar con el FBI.

Castle abandonó el despacho sin esperar una respuesta de ambas policías.

-Vámonos – ordenó a su equipo.

-RC, ¿qué has hecho?

-Ahora no Alexis, ahora no. Debemos ir al hospital, quiero estar ahí cuando Norton despierte.

-Richard, no. Iremos a descansar, cuando el sospechoso despierte nos avisarán.

-Pero Martha…- bastó una mirada de la mujer para que Castle comprendiera que no había otra opción- está bien, iremos a descansar al hotel.

 Mientras eso sucedía en el despacho la capitana Gates ordenaba tomar asiento a la detective.

-Beckett, ¿de qué va todo esto?

-No lo sé señor. Cuando el agente Hunt desapareció y viendo que sus compañeros no hacían nada para encontrarlo los chicos y yo nos pusimos manos a la obra. Lo que descubrimos no sabemos dónde ponerlo.

-Cuéntemelo detective.

-Hasta hace 10 años los agentes Hunt, Rodgers y Castle no existían. No hay datos de sus vidas antes del año 2003.

-Pero eso es imposible.

-Eso mismo pensamos nosotros, pero no hay nada. Es como si hubieran surgido de la nada. De la única que existe todo tipo de información es de la agente Sullivan. Y luego está lo de ese mensaje – señalaba el texto que aparecía en la fotografía.

-Kate, llegue al fondo de esto. Yo haré algunas llamadas, y téngame al tanto de todo lo que descubran.

 

CAPITULO 3 GOLPE

Castle entraba en la habitación del hotel, tiraba la chaqueta sobre el sofá, sacaba sus zapatos dejándolos en el mismo lugar en el que lograba quitárselos, comenzaba a desabrochar los botones de la camisa, sacaba los faldones de la misma del pantalón, dejando la camisa totalmente abierta sobre él, desabrochaba el botón del pantalón, bajaba la cremallera y los dejaba caer hasta el suelo, luego sacaba sus pies del ovillo de los pantalones. Continuaba caminando hacia el final de la habitación, se quitaba la camisa al tiempo que entraba en el baño, abría el agua en la ducha y se quitaba la prenda que aún permanecía intacta sobre él.

Diez minutos bajo el agua no habían logrado que sus músculos se relajasen, apoyaba la cabeza sobre la pared de la ducha, dejando que el agua descendiera desde su nuca, un golpe seco fue lo que dio. El agua comenzó a teñirse de rojo, eso le hizo reaccionar, cerró el grifo, tomó una toalla y la enrollo alrededor de su cintura, salió de la ducha.

Miró su reflejo en el espejo, conocía perfectamente el rostro que ese le devolvía, bajó la cabeza y miró su mano. Abrió el armario del baño y sacó gasas y desinfectante, una vez curado el corte lo tapó con un apósito.

Escuchó unos golpes en la puerta de su habitación, hasta allí se encaminó, abrió sin preguntar quien había al otro lado.

-Calabaza vete a dormir – dijo sin tan siquiera mirar.

-No soy tu calabaza – contestó algo sorprendida la persona que había llamado.

-Vaya, esto sí que no me lo esperaba – se giraba dejando la puerta abierta- entra y cierra por favor, o mejor vete y cierra.

Intentaba borrar de su mente la imagen de Castle apareciendo ante ella tapado con tan solo una toalla, el pelo aun mojado, las gotas cayendo descendiendo por su torso desnudo, recorriendo cada uno de sus marcados abdominales.

-Veo que has decidido quedarte – dijo al notar los pasos de ella detrás de él.

-¿De qué va todo esto Castle? –preguntó desde el centro del cuarto.

-No sé de qué me estás hablando Beckett, pero de todas formas creo recordar que estás fuera del caso – contestaba al tiempo que se perdía dentro del baño.

-Estás loco si crees que me vas a sacar de este caso – elevaba algo el tono de su voz.

Castle reaparecía ante ella con un pantalón vaquero desgastado y una camiseta de manga corta negra.

-Que yo recuerde lo último que dije en el despacho de tu capitana es que estáis todos fuera de este caso, y eso no ha cambiado.

-No me puedes dejar fuera, estoy involucrada también. Sólo te pido que me digas de qué va todo esto.

-No lo sé.

-Oh, vamos Castle, no me tomes por idiota. Estaba allí abajo junto a ti cuando leíste el mensaje en la pared. Ni rastro de sorpresa vi en ti, algo de ¿pánico? Pero no sorpresa.

-Insisto no sé qué quieres de diga, no tengo ni idea de lo que va todo esto.

-Sólo quiero la verdad.

-¿La verdad? ¿Qué verdad?  ¿La que tú quieres escuchar o la que yo quiero decir? – preguntó él al tiempo que se sentaba en el suelo de la habitación apoyando su espalda en la pared.

-Verdad sólo hay una – contestaba ella algo sorprendida.

-En eso te equivocas detective, nunca existe una única verdad. Pero bueno, te diré la verdad, no sé de qué va todo esto. Y ahora si no te importa sal de mi habitación quiero descansar.

-Estás mintiendo, ambos lo sabemos. No pienso dejar este caso – se ponía a la altura del agente.

-En ese caso, tendré que detenerte detective.

-Inténtalo.

Beckett se incorporaba alejándose de Castle, cuando tenía ya el picaporte de la puerta entre sus manos, se giró hacia él.

-¿Quién eras antes del 2003? – salió de aquella habitación sin esperar una respuesta, pero juraría que lo que vio en los ojos del agente fue una mirada de furia.

Castle esperó unos minutos antes de ponerse en pie, sentía cómo su corazón latía acelerado, salió de aquel dormitorio, cruzó el pasillo y llamó a la puerta de enfrente.

-Explícame cómo Beckett me ha podido preguntar quién era antes del 2003.

-Deberías estar descansando, es muy tarde – dijo la persona que le abrió la puerta.

-Contéstame –entró sin esperar la invitación.

-No lo sé – cerró la puerta tras de sí.

-Esa respuesta no me sirve – contestó tomando por el brazo a su interlocutor.

-Richard, suéltame me haces daño – aquella frase hizo que él mirara su mano alrededor del antebrazo de la mujer y la soltase de inmediato.

-Lo siento, Martha, lo siento mucho.

-No pasa nada, tranquilo – acariciaba la mejilla del agente- sentémonos, y cuéntame qué ha pasado.

Tras escuchar el relato de Rick, Martha se dirigió hacia su teléfono.

-Hola, soy yo. Quiero que investigues quién ha podido dar información del equipo a la detective Beckett. Es prioritario – no esperó contestación y colgó- Vete a descansar Rick, mañana sabremos algo, pero de momento creo que sería mejor tenerla cerca.

-Es él, ¿cierto? –preguntó acercándose a la puerta.

-No lo sabemos.

-¡Mientes! claro que lo sabemos. Es él –insistió Castle saliendo de aquella habitación.

La noche fue larga, por mucho que intentó dormir la pasó nuevamente en blanco. Hacía demasiado tiempo que no lograba conciliar el sueño, no recordaba lo que era dormir más de dos horas al día y hacía más de una semana que ni esas dos horas lograba.

Decidió levantarse, se vistió y salió a correr, necesitaba despejar la mente.

Nada más poner un pie fuera del hotel se puso los cascos para escuchar música, y comenzó a correr.

No lo vio, no lo esperaba.

El equipo federal esperaba en el hall del hotel.

-Es raro que no esté ya aquí, él siempre es el primero.

-Lex, estará a punto de bajar.

-Ya, yo le voy a llamar.

-A veces eres un pelín plasta.

-Lo que tú digas Alex, pero voy a llamarlo – marcaba el numero y esperaba contestación- Qué raro, salta el buzón de voz.

-Alexander pregunta en recepción.

-Voy Martha.

Al cabo de unos minutos el agente Hunt regresaba junto a las dos mujeres.

-Salió antes de que amaneciera y nadie le ha visto regresar.

Aquello activo el nivel de alerta de todos, saliendo inmediatamente en busca de su compañero.

-Veamos es RC, así que lo más normal es que fuera a correr al parque – Hunt señalaba el sitio al otro lado de la calle.

Veinte minutos después, lo encontraron.

-Alexis, ¡avisa a una ambulancia y llama a la 12th! –Martha taponaba con su jersey la herida en el pecho del agente- No respira, comienza la reanimación Hunt.

Alexander comenzaba con la reanimación.

-Vamos tío, no nos puedes dejar solos- le decía a su compañero.

Alexis se había dejado caer sobre el césped y era totalmente incapaz de contener el llanto.

-¡Lex, reacciona! te necesito junto a mí. Tú insuflas el aire y yo hago masaje, entre los dos será mejor.

Tras unos minutos realizando la RCP Hunt decidió ir un paso más allá, sacó un bolígrafo de su chaqueta y tras palpar el cuello lo clavo justo por debajo de la nuez.

-Ahora al menos le entra aire – dijo al tiempo que continuó con el masaje.

Las sirenas de una ambulancia se escuchaban a cercándose.

-Vamos RC, aguanta, ¿lo oyes? Ya vienen a por ti.

Dos horas después de encontrar el cuerpo, una de las salas de espera del Bellevue Hospital Center  462 First Avenue se encontraba a rebosar.

Los detectives Esposito, Ryan y Beckett junto con su capitana Gates hacían compañía a los agentes federales Hunt, Sullivan y Rodgers esperando noticias sobre el estado de Castle.

-Deberíamos avisar a la familia – decía Gates.

-Su familia está en esta sala – contestaba Martha.

Unos minutos después llegaban las anheladas noticias.

-El señor Castle ha sufrido un colapso pulmonar, si no le hubieran realizado una traqueotomía de urgencia su amigo estaría muerto. La herida le ha dañado el pericardio, ha tenido suerte de que no traspasase esa membrana. Está grave, pero estable. En unos minutos será trasladado a la UCI.

Todos suspiraron aliviados, especialmente los federales.

-Debo irme.

-Alexander, ¡hoy no!, hoy nos quedamos con él.

-Pero…

-No hay peros, nos quedamos con él –insistió Martha.

Subieron hasta la planta segunda donde se encontraba la UCI y esperaron a poder verlo. Hunt y Alexis estaban sentados en una esquina, el agente abrazaba fuertemente a la joven.

Espo y Ryan habían abandonado el hospital junto a Gates para comenzar la investigación.

La detective Beckett se acercó hasta Martha con un café en sus manos.

-Pensé que te vendría bien – decía tendiéndole el vaso- no es gran cosa, pero se puede beber.

-Gracias, deberías ir junto con tu equipo.

-Prefiero quedarme. Martha, ¿de qué va todo esto?

-Agente Sullivan, puede entrar a verlo pero no más de cinco minutos – aquella voz hizo que la pregunta se quedase sin respuesta.

 

CAPÍTULO 4 HUBO UN TIEMPO

Martha acariciaba dulcemente la mejilla de Castle, miraba fijamente aquel rostro, parecía como si por fin tras años de lucha hubiera logrado la paz que tanto anhelaba.

-Despiértate, te necesitan, no puedes hacerles esto, ni a mí tampoco – limpiaba una lágrima que empezaba a rodar por su rostro.

Alexis se dirigía hacia los servicios de aquella planta.

-Lex, iré contigo.

-Alex puedo ir sola, estoy bien – contestaba la pelirroja acariciando el brazo de su compañero.

Ambos caminaban con la mirada perdida, cada uno en una dirección. Hunt se acercaba hasta la detective Beckett mientras Alexis se adentraba en los aseos.

-Agente Hunt, su compañero se pondrá bien.

-¿Cómo puede estar segura? – contestó cabizbajo Alexander.

Toda la seguridad mostrada hasta entonces por Hunt había desaparecido, era cómo si al existir la ausencia de Castle a su lado él fuera más vulnerable.

Martha tras pasar tan solo unos minutos en la habitación de Castle regresaba hasta la sala de espera.

-¿Cómo le has visto? – preguntó ansioso Hunt.

-Está estable, es todo lo que puedo decir – contestaba sentándose junto a Hunt- detective Beckett debería irse a casa.

-Martha…

Un grito interrumpió a la detective, provenía del pasillo, los tres salieron a ver qué sucedía, una mujer había salido pidiendo auxilio de la zona de los aseos.

Los tres corrieron hacia el lugar, allí se encontraban ya médicos y enfermeras, sacaron un cuerpo inconsciente, sobre la camilla un medico se afanaba en practicar una reanimación.

Beckett tan solo vio el pelo caer por fuera de la camilla, no necesitó nada más para saber de quién se trataba.

Llamó de inmediato a sus compañeros.

-Espo os necesito en el hospital, Alexis está grave – fue lo único que pudo decir.

Se giró mirando a los federales, todo atisbo de seguridad había desaparecido de ellos, ante ella se encontraban dos personas totalmente asustadas e incluso perdidas. Decidió hablar con la mujer que gritó.

-Detective Beckett – dijo enseñando su placa- me gustaría hacerle una preguntas acerca de lo que ha visto.

-Claro – contestaba la mujer aún nerviosa- cuando entré en el aseo me choque con una persona que salía rápidamente de allí. Al entrar vi en el suelo un bolso tirado y de uno de los aseos se veían salir unos pies, me acerque y vi a la mujer allí tendida, tenía una jeringa clavada en un brazo.

-¿Podría describir a la persona con la que se encontró?

-Era alta, iba con ropa de médico, no me fijé en nada más. Lo siento, debí prestar más atención pero no creí que fuera importante, eso sí le puedo decir que era un hombre.

Tras entregarle su tarjeta a la mujer por si ésta recordaba algo más se acercó a los federales.

-Un hombre salió a toda prisa de los baños – se fijó en la mirada de ambos – Martha necesito saber qué está pasando. Podríamos decir que están cazando a vuestro equipo y necesito la verdad para poder hacer algo.

Alexander se dejó caer sobre una de las sillas que había en la sala, comenzando a llorar.

-Alexander, no necesitan tus lágrimas, te necesitan entero, te necesito atento a todo lo que sucede a nuestro alrededor – Martha iba hablando mientras se acercaba hasta Hunt- Cariño – dijo tomándole de las manos al tiempo que se sentaba a su lado- te necesitamos.

-Nos está dando caza, no hay nada que podamos hacer – contestó él con la mirada perdida.

-Claro que podemos hacer algo, podemos detenerle – habló la detective haciendo que ambos la mirasen.

-Cuando lleguen sus hombres, y tengamos noticias del estado de Alexis, usted y yo iremos a hablar – dijo Martha.

Una hora después un médico llegó hasta aquella sala.

-La señorita Rodgers ha sufrido una sobredosis, la suerte que ha tenido es que haya sucedido en el hospital, le hemos podido limpiar su sangre, pero sigue en peligro. La hemos puesto en la misma habitación de la UCI que al señor Castle.

-Alexander, no te separes de ellos, y no estés nunca solo. Yo tengo que hablar con Kate.

-Martha…

-Lo siento, pero debo hablar con ella, necesitamos parar esto. No voy a permitir que os mate. Tenme informada de cualquier novedad que surja.

La detective Beckett y la agente Sullivan abandonaron el hospital y pusieron rumbo hacia la 12th tal y como Martha había pedido, durante el trayecto ambas mujeres se mantuvieron en silencio. Ya en la comisaría subieron hasta la planta de homicidios y se dirigieron a una sala de interrogatorios. Beckett llevó dos cafés hasta aquella habitación.

-Tú dirás – dijo tendiendo una taza de aquel líquido aún humeante a la federal.

- En 1980 comenzó un estudio conjunto del FBI y Seguridad Nacional, dos años después entre a formar parte del equipo investigador – Martha comenzó su relato caminando por la sala y dejando la taza sobre la mesa- Se trataba de demostrar que los asesinos en serie, psicópatas y terroristas tenían un gen que les hacía convertirse en monstruos. El investigador jefe, estaba convencido de que aun en ausencia de dicho gen, cualquier persona podía ser transformada en un psicópata. Sabemos que los terroristas pueden ser gente normal pero que adiestrada en uno sentido se transformará. Él mantenía que con los psicópatas sucedía lo mismo. A finales de 1982 el estudio cayó en desgracia, el FBI se fio de un perfil dado por nuestro equipo de investigación en uno caso de asesinatos y el perfil resultó ser totalmente erróneo. Mi jefe no aceptó bien el que le quitaran el estudio y desapareció.

-¿Por qué falló el perfil?

-Él se empeñó en que el sudest no era un psicópata al uso, si no tan sólo alguien que había sido maltratado hasta el extremo en su infancia, así que dejamos de lado a posibles enfermos mentales.

-Y él no estaba en lo cierto. Entiendo, ¿pero qué tiene eso que ver con lo que está sucediendo ahora?

-Es largo de contar, y necesito un tiempo.

-Perdona, continúa.

-En 1983, en la ciudad de Los Ángeles, un matrimonio fue asesinado. Cuando la policía llegó al lugar de los hechos, descubrieron la crueldad del asesinato. Ambos habían sido violados, sufrían mutilaciones, y finalmente habían sido degollados. El matrimonio había fallecido pero su hijo de tan solo 5 años no estaba en la casa. Todo sucedió en el dormitorio de los padres, allí encontraron una silla de niño puesta a los pies de la cama de matrimonio, bajo aquella silla se hallaron rastros de orín, una vez analizados se supo que eran del hijo de la pareja. El niño fue obligado a presenciar el asesinato de sus padres.

-Oh, dios mío – salió de la boca de la detective.

-En 1987, en la ciudad de San Francisco, un matrimonio fue asesinado. Ambos fueron torturados, y finalmente degollados, en la casa faltaba su hijo de 8 años. En aquella vivienda se encontraron resto de ADN del niño desaparecido 4 años antes de Los Ángeles. En 1990 sucedieron otros dos casos similares en Dallas, desaparecieron 2 niños más, una niña de cinco años y un niño de 10. En ambos casos se encontraron rastros de ADN de los desaparecidos en Los Ángeles y San Francisco.

-El asesino, les hacía participar en los asesinatos – deducía la detective.

-Así es Kate, eran los niños quienes torturaban a las victimas si bien era el adulto quien las mataba. En 1993 tres chicos llegaron a un puesto de la policía en las montañas de NY. Uno de ellos cargaba sobre su espalda a otro que no podía andar por una fractura en el pie, mientras entre sus brazos llevaba a una niña totalmente ausente. Cuando llegó y soltó a sus acompañantes el chico se derrumbó, los agentes descubrieron que tenía una herida de bala en su estómago, nadie lograba entender cómo había llegado hasta allí con vida.

-Oh, dios, aquellos tres chicos son Castle, Hunt y Rodgers.

-Así es Kate, cuando los chicos comenzaron su relato, la policía avisó de inmediato al FBI, y éste me envió a mí junto a un equipo. Yo era psiquiatra, así que pensaron que mi presencia sería necesaria. Fueron días duros, los chicos se negaban a contar nada más mientras el herido no estuviera con ellos. Cuando por fin se recuperó los 3 fueron trasladados a un complejo del FBI y comenzaron su desgarrador testimonio – hasta aquel momento Martha se había mantenido entera pero en ese instante se dejó caer rota por el llanto-Él, les había hecho aquello, mi ex jefe les había destrozado la vida a esos niños.

-Dios mío Martha, pero…

-Nunca le pudimos detener, desapareció, lo único que apareció fue una nota “Nos veremos, ¿podrás protegerles de lo que ahora son?” y llevo en ellos veinte años.

-Pero ahora él ha vuelto, y les está dando caza, o más bien, está jugando con ellos. Lo que no entiendo es ¿qué pinto yo en todo esto? – preguntó con cierto miedo Kate.

-¿De verdad no lo sabes? – Preguntó Martha clavando su mirada en la detective.

-Yo era la niña, mi familia era la de la cabaña – concluyó la detective.

-Richard te regaló la vida – concluyó Martha- y Alexander y Lex estuvieron de acuerdo, aquello casi les cuesta su vida, pero aún así lo hicieron.

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Nos leemos