Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Me encanta , sigueeee !! La historia está siendo bastante interesante y ahora tengo la duda de quien necesita ese trasplante .
lucy_castle- Escritor - Policia
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Localización : Bajo el suelo del loft de Castle .
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
muy buena historia! me encanto que tocaras el tema de ser donante, en mi pais salio hace poco una ley donde toda persona que cumple mayoria de edad (18) pasa automaticamente a ser donante... pero yo ya era hace mas de 7 años y lo encuentro genial!... ahora en cuanto a la historia espero k el encuentro no se deba porque a johanna le pase algo! xk seria demasiado triste la verdad! asi k ojala sean solo especulaciones de mi loca mente... eso si espero con ancias el proximo capitulo!
cururi- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
me alegra que te encante, jaja en el próximo saldrás de dudaslucy_castle escribió:Me encanta , sigueeee !! La historia está siendo bastante interesante y ahora tengo la duda de quien necesita ese trasplante .
Eso está bien, porque después de muerto no necesitas los órganos y otras personas lo necesitan.cururi escribió:muy buena historia! me encanto que tocaras el tema de ser donante, en mi pais salio hace poco una ley donde toda persona que cumple mayoria de edad (18) pasa automaticamente a ser donante... pero yo ya era hace mas de 7 años y lo encuentro genial!... ahora en cuanto a la historia espero k el encuentro no se deba porque a johanna le pase algo! xk seria demasiado triste la verdad! asi k ojala sean solo especulaciones de mi loca mente... eso si espero con ancias el proximo capitulo!
No, no es porqie a Johanna le pase algo, como tú dices sería ya demasiado triste, así que son solo especulaciones
Caskett23- As del póker
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Edad : 30
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
En este fic, Rick mantiene una relación mucha más estrecha con su madre y ésta es más tierna digamos...
Rick estaba sentado en un sillón leyendo el periódico, pero detrás de esa máscara de aparente calma y tranquilidad, lo atenazaba la angustia.
Tras recoger la cocina, Martha, fue a ver a su hijo. —Richard, hijo, ¿podrías explicármelo mejor? — empezó mientras se sentaba en el brazo del sillón al lado de Rick, con las piernas cruzadas y la espalda contra la pared.
Rick se frotó los ojos después de dejar el periódico sobre las rodillas, más por tomarse su tiempo que por otra cosa. — ¿Qué es lo que quieres saber en concreto? —
No era fácil fingir tranquilidad, su madre lo conocía demasiado bien. Siempre habían sido ellos dos. Ella para él y él para ella. Nunca habían tenido otro familiar, otra persona que los apoyará en los malos momentos o celebrar los buenos. Solo ellos dos. Además, era su madre y, como suelen decir, las madres son las que mejores conocen a sus hijos.
Richard siempre había sido un libro abierto para ella, pero, esta vez no, esta vez, no se lo podía permitir.
— ¿Cómo así, tan de repente? Y dentro de dos días…Y ¿por qué Nueva york? Eres escritor se supone que puedes hacer tu trabajo en cualquier lugar. ¿Por qué mudarnos? ¿No se puede hacer de otra forma?
—No, lo siento. No se puede, de verdad, si se pudiera ya lo habría hecho. Sé lo que significa para ti volver a aquel lugar. –Martha hizo un gesto con la mano para que no siguiese por ahí –Lo cierto es que estaba en el aire desde hace días, pero hasta hoy no me lo han confirmado. ¡Lo siento! Tengo que estar en Nueva York para poder documentarme, saberme cada detalle del lugar del asesinato para poder describirlo con exactitud, también tendré que trabajar con un inspector de homicidios y más. Quieren que el libro sea lo más fiel posible al asesinato real que me han ofrecido escribir.-Castle trató de justificarse, confiando para sus adentros en que la conversación no pasara de ahí. –Sé cuánto te gusta vivir en este lugar y te prometo que volveremos a Colombia.
—Pero… ¿dónde vamos a vivir?
-No te preocupes, la editorial ya se ha ocupado de eso. Y nos han alquilado un loft en el Soho. No habrá problemas. Solo tenemos que preocuparnos por llevarnos todas nuestras cosas. El loft también está amueblado. ¡Mira, me han dado una foto del edificio! -Tras decir eso, Rick buscó en el bolsillo de los pantalones, sacó la foto y se la dio a su madre. La actriz cogió la foto y comenzó a girarla entre las manos. —Me ha dicho que si no nos gusta pueden conseguirnos otro sitio donde vivir en pocos días.
-Éste lugar parece estar bien –dijo mientras seguía contemplando la foto. —Pero así, solo en dos días, ¿cómo voy a organizar la mudanza, el viaje?
—Descuida, yo me encargaré de todo. Además, ya te he dicho que solo nos tenemos que llevar nuestra ropa y nuestros objetos personales. -Richard acarició dulcemente la mano de su madre, confiando en haberla tranquilizado.
La mujer aún no estaba plenamente convencida de mudarse, pero al observar el aspecto cansado y afligido de su hijo, decidió no insistir. Él siempre había hecho lo que ella le había pedido, ahora le tocaba a ella seguirlo aunque tuviese que dejar todo lo bueno que esa ciudad les había brindado. Dejar atrás a sus amigas, a su grupo de teatro y sus próximos castings. Además, ¡en Nueva York le espera Broadway! Una nueva oportunidad para alcanzar la fama que ella siempre había soñado. Sonriendo, le devolvió la foto del edificio y le dio un beso suave en la frente para intentar animarlo. –Pensándolo bien, creo que al final no va a ser tan malo trasladarnos a Nueva York –Rick le sonrió.
-¿Y eso? ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?
-¡Broadway! –exclamó mientras se levantaba y juntaba sus manos a la altura de su corazón. –Ya me veo en los carteles como la nueva revelación. –Rick rio- ¿Qué? –le preguntó su madre con las manos en jarras. -¿No confías en mi talento? Te recuerdo que gracias a la interpretación salimos adelante. –Richard hizo una mueca demostrando que no estaba muy conforme con eso. Era verdad que había interpretado muchos papeles por diferentes teatros de toda Colombia pero no habían vivido solo del teatro.
-No es que no confíe en tu talento, es que creo que eso de actriz revelación se lo dan a jovencitas…
-¿Me estás llamando vieja?
-No, no, faltaría más. –dijo en tono de burla.
-Bien, porque tengo 48 años
-Querrás decir 50 -la corrigió Rick.
-Eso 50 –dijo a regañadientes – y ¡muy bien llevados!
-En eso estamos de acuerdo –Madre e hijo sonrieron.
-Será mejor que vayamos a dormir, nos esperan días duros y es mejor estar descansado.
-Sube tú, madre, yo lo haré en unos minutos.
-Está bien, pero no tardes –le dijo mientras subía los primeros escalones.
Cuando por fin estuvo solo, Rick lanzó un profundo suspiro. A oscuras, dejándose guiar por la luz tenue de la luna, que, entrando por las cortinas semi abiertas, teñía de plata el suelo, salió de la habitación, dejó atrás las escaleras y se dirigió a su pequeño despacho, ubicado al lado de la cocina. Encendió la luz, fue hasta un pequeño armario empotrado debajo de la ventana, buscó en su interior durante unos minutos hasta que al final sacó una carpeta azul, un poco desgastada, llena de hojas y con las esquinas ligeramente ajadas, de tanto abrirla y cerrarla. Se agachó al lado del armario y pasó suavemente la mano por las letras escritas en la tapa con rotulador negro: “Martha Rodgers”.Suspiró, y luego abrió la carpeta. Repasó las hojas y las leyó varias veces. Ahí dentro estaba todo el historial clínico de su madre: los resultados de las distintas pruebas, los informes médicos y todas las hipótesis, siempre equivocadas. Había consultado a muchos especialistas en el intento de dar un nombre a lo que le ocurría a su madre, pero nadie había sido capaz de ofrecer un diagnóstico exacto y certero. Le habían repetido una y otra vez que no había nada que hacer, que no había cura ni manera de averiguar lo que tenía, como una sentencia irrevocable dictada por un juez.
Hacía 3 años que su madre había comenzado con los síntomas. Síntomas que aparecían y desaparecían de repente. Los médicos le habían asegurado que no podía ser nada grave, ya que si no se lo hubiesen diagnosticado. Le recomendaron una vida serena y que se expusiera a emociones excesivas. Afortunadamente, Martha, nunca había necesitado ser hospitalizada, dado que la sintomatología se limitaba a esporádicas crisis que ellos ya habían aprendido a afrontar: desmayos, ataques de pánico o dificultades respiratorias.
Se sentó al escritorio, con una copa de Whisky. Posó la mirada en las hojas, pero la mente no lo dejaba leer. Cobró forma delante de sus ojos un momento que quería olvidar como fuera. Recordó el miedo y el desconsuelo que habían pasado en la primera crisis: la ambulancia, que no llegaba, la carrera al hospital, el pánico a perder a su madre, a su única familia, los médicos, que no sabían darles respuestas. Pero las crisis, que al principio habían sido esporádicos momentos de terror, se habían vuelto cada vez más frecuentes, y el último examen médico daba a la actriz solo unos meses de vida.
Si no hubiese acudido al doctor Kovacic, por recomendación de un gran amigo, nunca se hubiese enterado de la verdad. Y su madre hubiese muerto sin tan solo luchar por la última oportunidad de salvar su vida.
El corazón de su madre era demasiado débil y latía demasiado despacio, por un motivo que nadie era capaz de descubrir, por una enfermedad que nadie sabía explicarse y a la que nadie sabía poner nombre, el corazón de su madre, dejaría de latir.
Richard recogió los papeles. Intentando no dejarse vencer por el desconsuelo y guardó la carpeta dentro del armario, en el mismo sitio de donde la había sacado. Trató de recomponer tanto sus pensamientos como su compostura.
Tenía que haber una manera de salir de aquella pesadilla. Se levantó, extrajo del bolsillo otro papel, el del último informe médico, el que condenaba a muerte a madre, y en vez de guardarlo en la carpeta lo escondió entre los documentos de la editorial. Vio la foto de ellos dos en el escritorio y sonrió amargamente. Salían abrazados. El camarero del restaurante donde fueron a cenar esa noche para celebrar el cumpleaños de su madre se las había tomado por petición de ellos, quién sabe si volverían a repetir ese momento. Pasó sus dedos acariciando a su madre por encima del cristal y volvió a dejar el marco en su sitio. Tras lo cual apagó la luz y salió de la habitación.
Caminando a oscuras, tratando de no hacer ruido, empezó a pensar en todo lo que tenía que hacer al día siguiente para organizar la mudanza. Miró a su alrededor, procurando grabar en su memoria los recuerdos de aquella casa, que a pesar de todo, había servido de marco a una etapa muy importante de su vida.
Se arrepintió, solo durante un instante, de haberle mentido a su madre, de haberle contado que ese día había estado en una cita con su editor, y no en la consulta del doctor Kovacic, pero por otra parte sabía perfectamente que Martha no habría podido soportar semejante carga de tamaño dolor. Él tendría que sobrellevarla solo mientras pudiera. Además, ¿cómo le dices a la persona más importante de tu vida que tan solo le quedan unos meses de vida? No. Intentaría conseguir ese trasplante mientras ella disfrutaba de Broadway, en vez de estar pensando en que su vida se estaba marchitando a una velocidad demasiado rápida.
Una vez en la cama, antes de dormirse, evaluó de nuevo la situación y se preguntó por un momento si estaba bien mentirle, no contarle la verdad sobre su estado de salud y hacerle creer que solo estaba muy débil en un sentido emocional, que no podía soportar demasiado estrés. Ahora, sin embargo, se preguntaba si no habría sido mejor contarle que, en realidad, nadie sabía qué enfermedad tenía y que le quedaban pocos meses de vida.
En definitiva, hacerla partícipe de la verdad. Alejó inmediatamente esos pensamientos. Ella, finalmente había aceptado la partida y estaba ilusionada. Su madre era una amante de la vida. Por el contrario, si hubiese llegado a conocer la verdad, jamás habría podido dejar de odiar la vida. Como le había pasado a él en su situación.
Recordando uno de sus momentos preferidos de su infancia junto a su madre se quedó dormido. Cuánto quisiera volver el tiempo atrás y disfrutar más de ella.
Kate entró en la habitación de su hija, era una habitación de una auténtica princesa. Paredes rosas, muebles de color rosa más suave al igual que las cortinas. Llena de muñecos. Muñecos que Sophie decía que eran sus hijos. Cada uno tenía un nombre y ella los cuidaba como si fuese su madre. Dándoles cariño, comida y paseos por el patio de su casa. Cada día se llevaba una diferente al parque para que todos saliesen. También, los castigas si se portaban mal. Ese pensamiento la hizo sonreír. Su pequeña de 3 años era la “mamá” de más de 15 muñecos a los que ella había tenido que “cuidar” más de una vez. Con ese pensamiento se acercó a la cama de Sophie para despertarla.
-Cariño, despierta, tienes que levantarte, vamos. Hoy es lunes y tienes que ir al cole –le decía suavemente a su hija mientras le quitaba los mechones rebeldes de su cara. Sonrió al ver cuánto se parecía a ella. Sophie era una auténtica réplica de ella cuando niña, no solo físicamente sino también en el carácter. – Cariño, Sophie, vamos –Kate besó su mejilla. Cosa que hizo que la niña abriese los ojos y le sonriera a su madre mientras se desperezaba. –Buenos días, cariño –la saludó Kate y le volvió a dar otro beso, esta vez, en la frente.
-Buenos días, mami. –Dijo con voz somnolienta. Sophie se incorporó en la cama y estiró sus bracitos para que su madre la cogiese. Beckett lo hizo con gusto y la niña le rodeó el cuello con sus pequeños brazos y le dio un sonoro beso en la mejilla. Kate rio ante eso.
La llevó hasta el baño para asearla y vestirla.
-Mami, -la llamó mientras le quitaba los enredos de su pelo castaño ondulado.
-Dime, cariño. –le respondió sin dejar de peinarla.
-¿Dónde está papá? -Aquella pregunta de su hija la había cogido de sorpresa. La niña casi nunca hablaba de eso, pero últimamente lo hacía con bastante frecuencia, sobre todo desde que había comenzado las clases en el colegio. -¿Por qué nunca viene a recogerme al colegio como a los demás niños ni vive con nosotras?
Kate seguía sin saber qué responderle. Por la sorpresa y el nerviosismo que le había causado la pregunta, había dejado de peinarla.
-¡Mami! –Exclamó para captar su atención.
Kate miró a su hija que la miraba con los ojos entrecerrados, un gesto típico de ella. –Mmm… Cariño, ya hemos hablado de esto. Papá no puede ir a recogerte ni vive con nosotras porque está trabajando en el extranjero, ¿te acuerdas?
La niña asintió un poco triste, esperaba otra respuesta. –Sí –titubeó- Y ¿cuándo va a regresar? Yo también quiero tener un papá con el que jugar como Zoe y Amy, sus nuevas amiguitas.
A Kate se le encogió el corazón. Seguro que sus amigos y sus compañeros de clases hablaban de cómo jugaban con sus papás, de sus regalos, veía cómo iban a llevarlos al colegio o a recogerlos y ella no podía alardear de nada de eso. –Cariño, -Beckett tragó saliva intentando así que el nudo que había aparecido en su garganta se disipara pero no lo consiguió. Kate cogió a su hija en brazos. –No lo sé, cariño, no sé cuándo va a regresar pero me tienes a mí, tiene a la abuelita Johanna y al abuelo Jim que te lleva a ver todos los partidos de Béisbol.
-Pero yo quiero un papá –Los ojos de Sophie se inundaron en lágrimas provocando que lo de su madre también se humedecieran.
-Lo sé, amor, lo sé –La abogada abrazó a su hija y tras darle un beso en la mejilla, comenzó hacerle cosquillas para que la niña riera y se olvidase del tema.
Martha y Rick acaban de llegar a la que ahora sería su casa. Los dos se quedaron maravillados nada más que el escritor abrió la puerta. Era un loft amplio y moderno. Con cocina americana y techo muy alto.
-¡Me encanta! –exclamó su madre mientras examinaba cada rincón.
Después de haber ordenado la mitad de sus casas, decidieron salir un poco para descansar.
Miércoles, 1 de febrero
El escritor y su madre ya estaban completamente instalados en el loft aunque solo llevasen un par de días allí. Rick ya se había puesto en contacto con la unidad de trasplantes para que Martha estuviera lo más pronto posible en lista de espera.
También, se había ofrecido voluntario para realizar una campaña para informar y sensibilizar a los neoyorquinos de la importancia de hacerse donante de órganos. A partir de ese día tendría que ir todos los días al hospital durante la mañana mientras que por la tarde iría informando por las calles.
Mientras más personas si hiciesen donantes, más posibilidades tenía su madre de conseguir ese trasplante. Para Martha su hijo, durante ese tiempo, se estaba documentando para su nuevo libro y ella aprovechaba para presentarse a algunos castings.
Rick se acercó a un matrimonio, que estaba sentado en el parque en el que ahora se encontraba. El matrimonio, que rondaría los 35 años, vigilaba a su hija mientras hablaban de algo que Richard no se esforzó en escuchar.
-Disculpen, ¿tienen un minuto? –le preguntó educadamente cuando estuvo a la altura del matrimonio.
Tanto la mujer como el hombre asintieron.
El escritor comenzó el mismo discurso que había relatado no sabía cuántas veces ya ese día. El matrimonio lo escuchaba atento. Después de que estos aceptaran hacerse donante, Rick les ofreció los documentos que tenían que firmar y un bolígrafo para que los rellenasen y, así, el llevarlo al otro día la hospital. Richard se aseguraba de este modo de que se hacían realmente y era más cómodo para el matrimonio que no tendrían que desplazarse a un hospital para llevarlos.
Cuando lo hubieron rellenado, el escritor, se lo agradeció y les pidió que les hablasen a sus familiares y amigos sobre el tema con el lema “Tú eres perfecto para otros”.
El tema de las donaciones fue derivando a otros tipos de conversaciones. Rick se había relajado. Necesitaba un tiempo para desconectar de ese tema que tanto lo atormentaba.
-No, no soy de Nueva York, hace apenas unos días que llegué.
-¿Eres de los Estados Unidos o del extranjero? –le preguntó curioso el hombre. –Por tu acento no pareces que sea de Estados Unidos.
-Del extranjero. Soy de Colombia, de ahí mi acento, aunque en realidad nací aquí, pero nos mudamos cuando yo aún era un bebé.
Los tres adultos siguieron hablando durante 20 minutos más sin percatarse de que una pequeña niña seguía la conversación unos pasos más atrás. El matrimonio se despidió antes de ir a recoger a su hija de la zona de juegos. El escritor se giró con la idea de ir a buscar a otras personas a las que informar. Pero algo le tiró del pantalón e hizo que se parará y mirara hacia abajo.
Sus ojos se toparon con los ojos verdes de una pequeña niña que lo miraba curiosa. La niña llevaba en su brazo derecho una muñeca casi más grande que ella. Castle se agachó para quedar, más o menos, a su altura y le sonrió.
-Señor, -comenzó la niña-¿eres del extranjero? -A Rick le sorprendió aquella pregunto y frunció el ceño. –Es que –siguió- te he escuchado decirle al otro señor que eras del extranjero.
Castle asintió. –Sí, soy del extranjero –dijo a un extrañado por la pregunta.
-¿Y conoce a mi papá? Mi papá también vive en el extranjero. ¿Eres su amigo? –Dijo ilusionada la pequeña por que dijera que sí.
-No sé, puede. ¿Cómo se llama tu papá?
La niña se encogió de hombros. –No lo sé, mi mamá nunca me lo ha dicho. Yo nunca lo he visto
-¿Nunca has visto a tu papá? –la pequeña negó con la cabeza sosteniendo con fuerza a su muñeco. Castle sintió que ya conocía esa historia, pues su madre también le había dicho de niño que su padre trabajaba en el extranjero y que por eso no estaba con ellos. Rick, también, sintió empatía por esa pequeña. Él sabía perfectamente lo que era no tener un padre.
-¿Entonces no lo conoces? –Le preguntó con los ojos humedecidos. Richard hubiese deseado decirle que sí pero no podía.
-No –le contestó mientras le cogía una de sus manitas. –Pero no te preocupes que seguro que, esté donde esté, tu papá se acuerda mucho de ti y está deseando de verte. –Rick le sonrió pero la niña no le devolvió la sonrisa. Permanecía de pie delante de él con los ojos llenos de lágrimas. Estaba seguro que ella también tenía que aguantar a sus compañeritos de clases hablando de todo lo que hacían con sus padres y ella no podía. Él lo había vivido y sabía lo duro que era. También, conocía lo cruel que podían ser los niños. –No llores, pequeña. Tienes a tu mamá, ¿a que ella te quiere mucho? –la niña asintió.
-Per… pero yo quiero un papá como los demás niños. Yo también quiero que él me lleve al museo, al Zoo, a comer fuera los domingos o juegue conmigo en el parque. –Decía la pequeña entre sollozos. –Rick sintió como dolor propio el de la pequeña.
-¿Quién te ha traído? –le preguntó mirando a su alrededor.
-La niñera –dijo la pequeña señalando donde ésta estaba.
Castle vio como la persona que se suponía que debería de estar atenta a ella, estaba distraída hablando por el móvil. Rick negó con la cabeza. Él también había sido “cuidados” por niñeras que hacían de todo menos eso, cuidarlo.
-Yo me llamo Rick y tú, pequeña, ¿cómo te llamas? –le preguntó sonriendo.
-Me llamo Sophie y ella es –dijo cogiendo bien su muñeca- Lya, es mi tercera hija.
Castle la miró con el ceño fruncido y luego rio. -¿Tu tercera hija? –le preguntó divertido.
-Sí, tengo 16 hijas más pero solo me puedo traer una por día al parque. Son muuuuchas -dijo ahora riendo y dejando de llorar.
Rick volvió a reír. –Ya veo. Y ¿a ti y a tus hijas os gustan los cuentos? –la niña asintió enérgicamente. Y ¿queréis Lya y tú que os cuente ahora uno? -Rick le limpió su carita húmeda por las lágrimas con un pañuelo que sacó de su bolsillo.
-¡Sí! –Exclamó – ¿Te sabes algún cuento en el que la princesa se llama Sophie? –Rick asintió moviendo su cabeza de arriba a abajo de manera graciosa provocando la risa de la niña. - ¿Me lo puedes contar?
-Por supuesto, pequeña –le contestó antes de sentarse los dos en el banco que tenían justo detrás.
-¿Y la princesa puede tener una mamá que se llame Kate y un abuelo que se llame Jim? ¡Ah! Y también, ¿una abuela que se llame Johanna? -preguntó entusiasmada Sophie.
-Eso está hecho –le respondió mientras le guiñaba un ojo.
-Érase una vez una princesita que se llamaba Sophie. Sophie vivía con su mamá y sus abuelos, Jim y Johanna, en un gran castillo rodeado de bonitos lagos y todo tipo de flores de colores. Era un castillo muy bonito. La princesa era una niña muy feliz, pues su mamá y sus abuelos la querían mucho, tenía muchos juguetes y era amiga de todos los niños del reino.- ¿Puede tener una amiga que se llame Zoe y otra que se llame Amy? –lo interrumpió. -Claro –Sonrió. -Las dos mejores amigas de Sophie eran Zoe y Amy con las que jugaba cada tarde. Eran muy amigas y se querían mucho. Además, de seguro que Zoe y Amy ayudaban a Sophie a cuidar de toooodas sus hijas. –La niña rio al escuchar eso y ver las muecas que estaba haciendo Rick. - Sophie siempre estaba riendo, su mamá se encargaba de eso. La reina Kate quería mucho a su princesa y siempre, que podía, jugaba con ella, la llevaba al valle para coger flores juntas y hacían todas las cosas que la princesa quería. Sophie quería mucho a su mamá, ¿a que sí? -La niña asintió varias veces mientras movía su cabeza de arriba abajo. -Pero Sophie también estaba un poco triste, su papá se había ido a trabajar fuera del reino y la princesa no podía verlo y jugar con él como ella quería, pero lo que Sophie no sabía era que no tenía que estar triste por eso. Pues tenía muchas cosas más y su papá volvería cuando terminase de hacer sus deberes fuera. Él no quería que su hija estuviese triste por su ausencia. Eso lo ponía triste a él también. Su papá la quería mucho, mucho y quería que sonriera, riera y no llorase por él, ya que él regresaría algún día. Y así lo hizo. –Rick sonrió al acabar.
-Y ¿mi papá también regresará como el papá de la princesa? –le preguntó al acabar.
-Seguro –El escritor sonrió amargamente. Lo más posible es que no regresara pero Sophie al menos tendría las esperanzas y pensaría que su padre sí la quería. Con suerte, su madre se volvería a casar con un buen hombre que la quisiera y ella podría tener ese papá que tanto quería.
-Pero… -Sophie agachó su cabeza jugando con los pies de su muñeca.
-¿Pero? –insistió Rick.
-Pero ahora no tengo con quién jugar y…
-Yo puedo jugar contigo-se ofreció el escritor- yo no soy tu papá pero podemos jugar ahora. – Sonrió. La niña volvió a alzar su cabeza y miró a Rick. –Si tú quieres, claro.
-¿De verdad? –preguntó mientras una sonrisa aparecía en su rostro.
-¡Por supuesto! –Exclamó Richard. -¿Vamos a jugar entonces? –La niña asintió alegre. –Bien –le sonrió. – Pues vamos, pequeña. –Castle se levantó y la cogió de la manita para dirigirse a la zona de juegos con ella.
Richard pasó toda la tarde jugando con Sophie hasta que la niñera la llamó para volver a casa. Se montaron en el tobogán, en los columpios, jugaron en la arena y con Lya,… La niña no había parado de reír y Rick era feliz simplemente de ver a esa pequeña tan alegre. Castle le prometió que iría más tardes a jugar con ella.
Viernes, 3 de febrero.
Como cada mañana, Castle, se dirigía a la misma pequeña cafetería a por su dosis matutina de cafeína antes de ir al hospital a entregar todas las solicitudes firmadas que había logrado la tarde anterior. Esa tarde no iría a informar la gente y lograr más donantes, sino que iría al parque a jugar con la pequeña Sophie después de ir a comer a un lujoso restaurante con su madre, al restaurante que ella quería.
Iba tan distraído recordando la tarde que había pasado jugando con la pequeña, que, cuando llegó a la puerta, no se dio cuenta que alguien salía y se tropezó con ella. Tirándole el café encima. Rick enseguida se disculpó pero a la mujer, a la que le había estropeado la camisa con el líquido marrón, no le llegaba con su “Disculpe”.
-¡Debería tener más cuidado! –le gritó enfadada.
-Disculpe, yo no quería –repitió.
-Claro, claro, no quería pero ¡¿ahora qué hago yo?! –seguía con el mismo tono enfadado mirándolo de igual manera.
-Si quiere puedo comprarle yo otro café.
-No es el café, idiota, ¡es la camisa! –gritó.
EL escritor se fijó ahora el desastre que ahora era la camisa de aquella mujer que iba vestida con un traje de chaqueta gris y lo que antes era una camisa blanca. Lleva su pelo ondulado suelto. Y sus ojos verdes, ¡sus ojos eran preciosos! Rick se fijó que era muy guapa, no solo por sus ojos (aunque eso era lo que más le había llamado la atención), aún tan enfadada. Y, también, se fijó en que su camisa mojada transparentaba su sujetador negro.
Kate al ver donde tenía posada la mirada el escritor, le dio un pequeño golpe en el hombro para que dejara de mirarle las tetas. -¡Serás cerdo! Encima que me estropeas la camisa… -espetó.
-Lo… lo siento.
-Ya –dijo con sorna. Kate pasó por el lado del escritor para irse chocando hombro con hombro. Iba mal de tiempo y ahora tenía que volver a su casa para cambiarse. ¡Iba a llegar tarde a uno de sus juicios más importante!
Sophie corrió al encuentro de Rick cuando lo vio aparecer en el parque. Richard le sonrió y se agachó.
-¡Has venido! –exclamó la pequeña alegre.
-Te dije que vendría más días a jugar contigo. –Sonrió.
A lo lejos Jim observaba la escena con los ojos entrecerrados. No sabía quién era la persona con la que su nieta hablaba, Rick estaba de espaldas a él, y decidió levantarse para ir allí y averiguarlo pero se vio interrumpido por la llegada de su hija.
-Papá –le dijo mientras lo abrazaba y le deba un beso. –Gracias por cuidar de Sophie.
-De nada, es un placer cuidar de mi pequeña nieta, ya lo sabes -sonrió.
-Por cierto, ¿dónde está? – le preguntó después de devolverle la sonrisa.
-Allí –le dijo mientras le señalaba el lugar.
-¿Quién es? –preguntó con el ceño fruncido.
-No sé, pero vamos a averiguarlo. –Terminó de decir mientras los dos se dirigían al lugar donde se encontraba Sophie con Rick.
Lo que yo decía que se os había pasado era esto:
Ese "la" no era un error. En todo momento hablan de "esa persona". así que no es Rick el que está enfermo, sino su madre
Capítulo 2
Rick estaba sentado en un sillón leyendo el periódico, pero detrás de esa máscara de aparente calma y tranquilidad, lo atenazaba la angustia.
Tras recoger la cocina, Martha, fue a ver a su hijo. —Richard, hijo, ¿podrías explicármelo mejor? — empezó mientras se sentaba en el brazo del sillón al lado de Rick, con las piernas cruzadas y la espalda contra la pared.
Rick se frotó los ojos después de dejar el periódico sobre las rodillas, más por tomarse su tiempo que por otra cosa. — ¿Qué es lo que quieres saber en concreto? —
No era fácil fingir tranquilidad, su madre lo conocía demasiado bien. Siempre habían sido ellos dos. Ella para él y él para ella. Nunca habían tenido otro familiar, otra persona que los apoyará en los malos momentos o celebrar los buenos. Solo ellos dos. Además, era su madre y, como suelen decir, las madres son las que mejores conocen a sus hijos.
Richard siempre había sido un libro abierto para ella, pero, esta vez no, esta vez, no se lo podía permitir.
— ¿Cómo así, tan de repente? Y dentro de dos días…Y ¿por qué Nueva york? Eres escritor se supone que puedes hacer tu trabajo en cualquier lugar. ¿Por qué mudarnos? ¿No se puede hacer de otra forma?
—No, lo siento. No se puede, de verdad, si se pudiera ya lo habría hecho. Sé lo que significa para ti volver a aquel lugar. –Martha hizo un gesto con la mano para que no siguiese por ahí –Lo cierto es que estaba en el aire desde hace días, pero hasta hoy no me lo han confirmado. ¡Lo siento! Tengo que estar en Nueva York para poder documentarme, saberme cada detalle del lugar del asesinato para poder describirlo con exactitud, también tendré que trabajar con un inspector de homicidios y más. Quieren que el libro sea lo más fiel posible al asesinato real que me han ofrecido escribir.-Castle trató de justificarse, confiando para sus adentros en que la conversación no pasara de ahí. –Sé cuánto te gusta vivir en este lugar y te prometo que volveremos a Colombia.
—Pero… ¿dónde vamos a vivir?
-No te preocupes, la editorial ya se ha ocupado de eso. Y nos han alquilado un loft en el Soho. No habrá problemas. Solo tenemos que preocuparnos por llevarnos todas nuestras cosas. El loft también está amueblado. ¡Mira, me han dado una foto del edificio! -Tras decir eso, Rick buscó en el bolsillo de los pantalones, sacó la foto y se la dio a su madre. La actriz cogió la foto y comenzó a girarla entre las manos. —Me ha dicho que si no nos gusta pueden conseguirnos otro sitio donde vivir en pocos días.
-Éste lugar parece estar bien –dijo mientras seguía contemplando la foto. —Pero así, solo en dos días, ¿cómo voy a organizar la mudanza, el viaje?
—Descuida, yo me encargaré de todo. Además, ya te he dicho que solo nos tenemos que llevar nuestra ropa y nuestros objetos personales. -Richard acarició dulcemente la mano de su madre, confiando en haberla tranquilizado.
La mujer aún no estaba plenamente convencida de mudarse, pero al observar el aspecto cansado y afligido de su hijo, decidió no insistir. Él siempre había hecho lo que ella le había pedido, ahora le tocaba a ella seguirlo aunque tuviese que dejar todo lo bueno que esa ciudad les había brindado. Dejar atrás a sus amigas, a su grupo de teatro y sus próximos castings. Además, ¡en Nueva York le espera Broadway! Una nueva oportunidad para alcanzar la fama que ella siempre había soñado. Sonriendo, le devolvió la foto del edificio y le dio un beso suave en la frente para intentar animarlo. –Pensándolo bien, creo que al final no va a ser tan malo trasladarnos a Nueva York –Rick le sonrió.
-¿Y eso? ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?
-¡Broadway! –exclamó mientras se levantaba y juntaba sus manos a la altura de su corazón. –Ya me veo en los carteles como la nueva revelación. –Rick rio- ¿Qué? –le preguntó su madre con las manos en jarras. -¿No confías en mi talento? Te recuerdo que gracias a la interpretación salimos adelante. –Richard hizo una mueca demostrando que no estaba muy conforme con eso. Era verdad que había interpretado muchos papeles por diferentes teatros de toda Colombia pero no habían vivido solo del teatro.
-No es que no confíe en tu talento, es que creo que eso de actriz revelación se lo dan a jovencitas…
-¿Me estás llamando vieja?
-No, no, faltaría más. –dijo en tono de burla.
-Bien, porque tengo 48 años
-Querrás decir 50 -la corrigió Rick.
-Eso 50 –dijo a regañadientes – y ¡muy bien llevados!
-En eso estamos de acuerdo –Madre e hijo sonrieron.
-Será mejor que vayamos a dormir, nos esperan días duros y es mejor estar descansado.
-Sube tú, madre, yo lo haré en unos minutos.
-Está bien, pero no tardes –le dijo mientras subía los primeros escalones.
Cuando por fin estuvo solo, Rick lanzó un profundo suspiro. A oscuras, dejándose guiar por la luz tenue de la luna, que, entrando por las cortinas semi abiertas, teñía de plata el suelo, salió de la habitación, dejó atrás las escaleras y se dirigió a su pequeño despacho, ubicado al lado de la cocina. Encendió la luz, fue hasta un pequeño armario empotrado debajo de la ventana, buscó en su interior durante unos minutos hasta que al final sacó una carpeta azul, un poco desgastada, llena de hojas y con las esquinas ligeramente ajadas, de tanto abrirla y cerrarla. Se agachó al lado del armario y pasó suavemente la mano por las letras escritas en la tapa con rotulador negro: “Martha Rodgers”.Suspiró, y luego abrió la carpeta. Repasó las hojas y las leyó varias veces. Ahí dentro estaba todo el historial clínico de su madre: los resultados de las distintas pruebas, los informes médicos y todas las hipótesis, siempre equivocadas. Había consultado a muchos especialistas en el intento de dar un nombre a lo que le ocurría a su madre, pero nadie había sido capaz de ofrecer un diagnóstico exacto y certero. Le habían repetido una y otra vez que no había nada que hacer, que no había cura ni manera de averiguar lo que tenía, como una sentencia irrevocable dictada por un juez.
Hacía 3 años que su madre había comenzado con los síntomas. Síntomas que aparecían y desaparecían de repente. Los médicos le habían asegurado que no podía ser nada grave, ya que si no se lo hubiesen diagnosticado. Le recomendaron una vida serena y que se expusiera a emociones excesivas. Afortunadamente, Martha, nunca había necesitado ser hospitalizada, dado que la sintomatología se limitaba a esporádicas crisis que ellos ya habían aprendido a afrontar: desmayos, ataques de pánico o dificultades respiratorias.
Se sentó al escritorio, con una copa de Whisky. Posó la mirada en las hojas, pero la mente no lo dejaba leer. Cobró forma delante de sus ojos un momento que quería olvidar como fuera. Recordó el miedo y el desconsuelo que habían pasado en la primera crisis: la ambulancia, que no llegaba, la carrera al hospital, el pánico a perder a su madre, a su única familia, los médicos, que no sabían darles respuestas. Pero las crisis, que al principio habían sido esporádicos momentos de terror, se habían vuelto cada vez más frecuentes, y el último examen médico daba a la actriz solo unos meses de vida.
Si no hubiese acudido al doctor Kovacic, por recomendación de un gran amigo, nunca se hubiese enterado de la verdad. Y su madre hubiese muerto sin tan solo luchar por la última oportunidad de salvar su vida.
El corazón de su madre era demasiado débil y latía demasiado despacio, por un motivo que nadie era capaz de descubrir, por una enfermedad que nadie sabía explicarse y a la que nadie sabía poner nombre, el corazón de su madre, dejaría de latir.
Richard recogió los papeles. Intentando no dejarse vencer por el desconsuelo y guardó la carpeta dentro del armario, en el mismo sitio de donde la había sacado. Trató de recomponer tanto sus pensamientos como su compostura.
Tenía que haber una manera de salir de aquella pesadilla. Se levantó, extrajo del bolsillo otro papel, el del último informe médico, el que condenaba a muerte a madre, y en vez de guardarlo en la carpeta lo escondió entre los documentos de la editorial. Vio la foto de ellos dos en el escritorio y sonrió amargamente. Salían abrazados. El camarero del restaurante donde fueron a cenar esa noche para celebrar el cumpleaños de su madre se las había tomado por petición de ellos, quién sabe si volverían a repetir ese momento. Pasó sus dedos acariciando a su madre por encima del cristal y volvió a dejar el marco en su sitio. Tras lo cual apagó la luz y salió de la habitación.
Caminando a oscuras, tratando de no hacer ruido, empezó a pensar en todo lo que tenía que hacer al día siguiente para organizar la mudanza. Miró a su alrededor, procurando grabar en su memoria los recuerdos de aquella casa, que a pesar de todo, había servido de marco a una etapa muy importante de su vida.
Se arrepintió, solo durante un instante, de haberle mentido a su madre, de haberle contado que ese día había estado en una cita con su editor, y no en la consulta del doctor Kovacic, pero por otra parte sabía perfectamente que Martha no habría podido soportar semejante carga de tamaño dolor. Él tendría que sobrellevarla solo mientras pudiera. Además, ¿cómo le dices a la persona más importante de tu vida que tan solo le quedan unos meses de vida? No. Intentaría conseguir ese trasplante mientras ella disfrutaba de Broadway, en vez de estar pensando en que su vida se estaba marchitando a una velocidad demasiado rápida.
Una vez en la cama, antes de dormirse, evaluó de nuevo la situación y se preguntó por un momento si estaba bien mentirle, no contarle la verdad sobre su estado de salud y hacerle creer que solo estaba muy débil en un sentido emocional, que no podía soportar demasiado estrés. Ahora, sin embargo, se preguntaba si no habría sido mejor contarle que, en realidad, nadie sabía qué enfermedad tenía y que le quedaban pocos meses de vida.
En definitiva, hacerla partícipe de la verdad. Alejó inmediatamente esos pensamientos. Ella, finalmente había aceptado la partida y estaba ilusionada. Su madre era una amante de la vida. Por el contrario, si hubiese llegado a conocer la verdad, jamás habría podido dejar de odiar la vida. Como le había pasado a él en su situación.
Recordando uno de sus momentos preferidos de su infancia junto a su madre se quedó dormido. Cuánto quisiera volver el tiempo atrás y disfrutar más de ella.
***
Kate entró en la habitación de su hija, era una habitación de una auténtica princesa. Paredes rosas, muebles de color rosa más suave al igual que las cortinas. Llena de muñecos. Muñecos que Sophie decía que eran sus hijos. Cada uno tenía un nombre y ella los cuidaba como si fuese su madre. Dándoles cariño, comida y paseos por el patio de su casa. Cada día se llevaba una diferente al parque para que todos saliesen. También, los castigas si se portaban mal. Ese pensamiento la hizo sonreír. Su pequeña de 3 años era la “mamá” de más de 15 muñecos a los que ella había tenido que “cuidar” más de una vez. Con ese pensamiento se acercó a la cama de Sophie para despertarla.
-Cariño, despierta, tienes que levantarte, vamos. Hoy es lunes y tienes que ir al cole –le decía suavemente a su hija mientras le quitaba los mechones rebeldes de su cara. Sonrió al ver cuánto se parecía a ella. Sophie era una auténtica réplica de ella cuando niña, no solo físicamente sino también en el carácter. – Cariño, Sophie, vamos –Kate besó su mejilla. Cosa que hizo que la niña abriese los ojos y le sonriera a su madre mientras se desperezaba. –Buenos días, cariño –la saludó Kate y le volvió a dar otro beso, esta vez, en la frente.
-Buenos días, mami. –Dijo con voz somnolienta. Sophie se incorporó en la cama y estiró sus bracitos para que su madre la cogiese. Beckett lo hizo con gusto y la niña le rodeó el cuello con sus pequeños brazos y le dio un sonoro beso en la mejilla. Kate rio ante eso.
La llevó hasta el baño para asearla y vestirla.
-Mami, -la llamó mientras le quitaba los enredos de su pelo castaño ondulado.
-Dime, cariño. –le respondió sin dejar de peinarla.
-¿Dónde está papá? -Aquella pregunta de su hija la había cogido de sorpresa. La niña casi nunca hablaba de eso, pero últimamente lo hacía con bastante frecuencia, sobre todo desde que había comenzado las clases en el colegio. -¿Por qué nunca viene a recogerme al colegio como a los demás niños ni vive con nosotras?
Kate seguía sin saber qué responderle. Por la sorpresa y el nerviosismo que le había causado la pregunta, había dejado de peinarla.
-¡Mami! –Exclamó para captar su atención.
Kate miró a su hija que la miraba con los ojos entrecerrados, un gesto típico de ella. –Mmm… Cariño, ya hemos hablado de esto. Papá no puede ir a recogerte ni vive con nosotras porque está trabajando en el extranjero, ¿te acuerdas?
La niña asintió un poco triste, esperaba otra respuesta. –Sí –titubeó- Y ¿cuándo va a regresar? Yo también quiero tener un papá con el que jugar como Zoe y Amy, sus nuevas amiguitas.
A Kate se le encogió el corazón. Seguro que sus amigos y sus compañeros de clases hablaban de cómo jugaban con sus papás, de sus regalos, veía cómo iban a llevarlos al colegio o a recogerlos y ella no podía alardear de nada de eso. –Cariño, -Beckett tragó saliva intentando así que el nudo que había aparecido en su garganta se disipara pero no lo consiguió. Kate cogió a su hija en brazos. –No lo sé, cariño, no sé cuándo va a regresar pero me tienes a mí, tiene a la abuelita Johanna y al abuelo Jim que te lleva a ver todos los partidos de Béisbol.
-Pero yo quiero un papá –Los ojos de Sophie se inundaron en lágrimas provocando que lo de su madre también se humedecieran.
-Lo sé, amor, lo sé –La abogada abrazó a su hija y tras darle un beso en la mejilla, comenzó hacerle cosquillas para que la niña riera y se olvidase del tema.
***
Lunes, 30 de eneroMartha y Rick acaban de llegar a la que ahora sería su casa. Los dos se quedaron maravillados nada más que el escritor abrió la puerta. Era un loft amplio y moderno. Con cocina americana y techo muy alto.
-¡Me encanta! –exclamó su madre mientras examinaba cada rincón.
Después de haber ordenado la mitad de sus casas, decidieron salir un poco para descansar.
***
Miércoles, 1 de febrero
El escritor y su madre ya estaban completamente instalados en el loft aunque solo llevasen un par de días allí. Rick ya se había puesto en contacto con la unidad de trasplantes para que Martha estuviera lo más pronto posible en lista de espera.
También, se había ofrecido voluntario para realizar una campaña para informar y sensibilizar a los neoyorquinos de la importancia de hacerse donante de órganos. A partir de ese día tendría que ir todos los días al hospital durante la mañana mientras que por la tarde iría informando por las calles.
Mientras más personas si hiciesen donantes, más posibilidades tenía su madre de conseguir ese trasplante. Para Martha su hijo, durante ese tiempo, se estaba documentando para su nuevo libro y ella aprovechaba para presentarse a algunos castings.
Rick se acercó a un matrimonio, que estaba sentado en el parque en el que ahora se encontraba. El matrimonio, que rondaría los 35 años, vigilaba a su hija mientras hablaban de algo que Richard no se esforzó en escuchar.
-Disculpen, ¿tienen un minuto? –le preguntó educadamente cuando estuvo a la altura del matrimonio.
Tanto la mujer como el hombre asintieron.
El escritor comenzó el mismo discurso que había relatado no sabía cuántas veces ya ese día. El matrimonio lo escuchaba atento. Después de que estos aceptaran hacerse donante, Rick les ofreció los documentos que tenían que firmar y un bolígrafo para que los rellenasen y, así, el llevarlo al otro día la hospital. Richard se aseguraba de este modo de que se hacían realmente y era más cómodo para el matrimonio que no tendrían que desplazarse a un hospital para llevarlos.
Cuando lo hubieron rellenado, el escritor, se lo agradeció y les pidió que les hablasen a sus familiares y amigos sobre el tema con el lema “Tú eres perfecto para otros”.
El tema de las donaciones fue derivando a otros tipos de conversaciones. Rick se había relajado. Necesitaba un tiempo para desconectar de ese tema que tanto lo atormentaba.
-No, no soy de Nueva York, hace apenas unos días que llegué.
-¿Eres de los Estados Unidos o del extranjero? –le preguntó curioso el hombre. –Por tu acento no pareces que sea de Estados Unidos.
-Del extranjero. Soy de Colombia, de ahí mi acento, aunque en realidad nací aquí, pero nos mudamos cuando yo aún era un bebé.
Los tres adultos siguieron hablando durante 20 minutos más sin percatarse de que una pequeña niña seguía la conversación unos pasos más atrás. El matrimonio se despidió antes de ir a recoger a su hija de la zona de juegos. El escritor se giró con la idea de ir a buscar a otras personas a las que informar. Pero algo le tiró del pantalón e hizo que se parará y mirara hacia abajo.
Sus ojos se toparon con los ojos verdes de una pequeña niña que lo miraba curiosa. La niña llevaba en su brazo derecho una muñeca casi más grande que ella. Castle se agachó para quedar, más o menos, a su altura y le sonrió.
-Señor, -comenzó la niña-¿eres del extranjero? -A Rick le sorprendió aquella pregunto y frunció el ceño. –Es que –siguió- te he escuchado decirle al otro señor que eras del extranjero.
Castle asintió. –Sí, soy del extranjero –dijo a un extrañado por la pregunta.
-¿Y conoce a mi papá? Mi papá también vive en el extranjero. ¿Eres su amigo? –Dijo ilusionada la pequeña por que dijera que sí.
-No sé, puede. ¿Cómo se llama tu papá?
La niña se encogió de hombros. –No lo sé, mi mamá nunca me lo ha dicho. Yo nunca lo he visto
-¿Nunca has visto a tu papá? –la pequeña negó con la cabeza sosteniendo con fuerza a su muñeco. Castle sintió que ya conocía esa historia, pues su madre también le había dicho de niño que su padre trabajaba en el extranjero y que por eso no estaba con ellos. Rick, también, sintió empatía por esa pequeña. Él sabía perfectamente lo que era no tener un padre.
-¿Entonces no lo conoces? –Le preguntó con los ojos humedecidos. Richard hubiese deseado decirle que sí pero no podía.
-No –le contestó mientras le cogía una de sus manitas. –Pero no te preocupes que seguro que, esté donde esté, tu papá se acuerda mucho de ti y está deseando de verte. –Rick le sonrió pero la niña no le devolvió la sonrisa. Permanecía de pie delante de él con los ojos llenos de lágrimas. Estaba seguro que ella también tenía que aguantar a sus compañeritos de clases hablando de todo lo que hacían con sus padres y ella no podía. Él lo había vivido y sabía lo duro que era. También, conocía lo cruel que podían ser los niños. –No llores, pequeña. Tienes a tu mamá, ¿a que ella te quiere mucho? –la niña asintió.
-Per… pero yo quiero un papá como los demás niños. Yo también quiero que él me lleve al museo, al Zoo, a comer fuera los domingos o juegue conmigo en el parque. –Decía la pequeña entre sollozos. –Rick sintió como dolor propio el de la pequeña.
-¿Quién te ha traído? –le preguntó mirando a su alrededor.
-La niñera –dijo la pequeña señalando donde ésta estaba.
Castle vio como la persona que se suponía que debería de estar atenta a ella, estaba distraída hablando por el móvil. Rick negó con la cabeza. Él también había sido “cuidados” por niñeras que hacían de todo menos eso, cuidarlo.
-Yo me llamo Rick y tú, pequeña, ¿cómo te llamas? –le preguntó sonriendo.
-Me llamo Sophie y ella es –dijo cogiendo bien su muñeca- Lya, es mi tercera hija.
Castle la miró con el ceño fruncido y luego rio. -¿Tu tercera hija? –le preguntó divertido.
-Sí, tengo 16 hijas más pero solo me puedo traer una por día al parque. Son muuuuchas -dijo ahora riendo y dejando de llorar.
Rick volvió a reír. –Ya veo. Y ¿a ti y a tus hijas os gustan los cuentos? –la niña asintió enérgicamente. Y ¿queréis Lya y tú que os cuente ahora uno? -Rick le limpió su carita húmeda por las lágrimas con un pañuelo que sacó de su bolsillo.
-¡Sí! –Exclamó – ¿Te sabes algún cuento en el que la princesa se llama Sophie? –Rick asintió moviendo su cabeza de arriba a abajo de manera graciosa provocando la risa de la niña. - ¿Me lo puedes contar?
-Por supuesto, pequeña –le contestó antes de sentarse los dos en el banco que tenían justo detrás.
-¿Y la princesa puede tener una mamá que se llame Kate y un abuelo que se llame Jim? ¡Ah! Y también, ¿una abuela que se llame Johanna? -preguntó entusiasmada Sophie.
-Eso está hecho –le respondió mientras le guiñaba un ojo.
-Érase una vez una princesita que se llamaba Sophie. Sophie vivía con su mamá y sus abuelos, Jim y Johanna, en un gran castillo rodeado de bonitos lagos y todo tipo de flores de colores. Era un castillo muy bonito. La princesa era una niña muy feliz, pues su mamá y sus abuelos la querían mucho, tenía muchos juguetes y era amiga de todos los niños del reino.- ¿Puede tener una amiga que se llame Zoe y otra que se llame Amy? –lo interrumpió. -Claro –Sonrió. -Las dos mejores amigas de Sophie eran Zoe y Amy con las que jugaba cada tarde. Eran muy amigas y se querían mucho. Además, de seguro que Zoe y Amy ayudaban a Sophie a cuidar de toooodas sus hijas. –La niña rio al escuchar eso y ver las muecas que estaba haciendo Rick. - Sophie siempre estaba riendo, su mamá se encargaba de eso. La reina Kate quería mucho a su princesa y siempre, que podía, jugaba con ella, la llevaba al valle para coger flores juntas y hacían todas las cosas que la princesa quería. Sophie quería mucho a su mamá, ¿a que sí? -La niña asintió varias veces mientras movía su cabeza de arriba abajo. -Pero Sophie también estaba un poco triste, su papá se había ido a trabajar fuera del reino y la princesa no podía verlo y jugar con él como ella quería, pero lo que Sophie no sabía era que no tenía que estar triste por eso. Pues tenía muchas cosas más y su papá volvería cuando terminase de hacer sus deberes fuera. Él no quería que su hija estuviese triste por su ausencia. Eso lo ponía triste a él también. Su papá la quería mucho, mucho y quería que sonriera, riera y no llorase por él, ya que él regresaría algún día. Y así lo hizo. –Rick sonrió al acabar.
-Y ¿mi papá también regresará como el papá de la princesa? –le preguntó al acabar.
-Seguro –El escritor sonrió amargamente. Lo más posible es que no regresara pero Sophie al menos tendría las esperanzas y pensaría que su padre sí la quería. Con suerte, su madre se volvería a casar con un buen hombre que la quisiera y ella podría tener ese papá que tanto quería.
-Pero… -Sophie agachó su cabeza jugando con los pies de su muñeca.
-¿Pero? –insistió Rick.
-Pero ahora no tengo con quién jugar y…
-Yo puedo jugar contigo-se ofreció el escritor- yo no soy tu papá pero podemos jugar ahora. – Sonrió. La niña volvió a alzar su cabeza y miró a Rick. –Si tú quieres, claro.
-¿De verdad? –preguntó mientras una sonrisa aparecía en su rostro.
-¡Por supuesto! –Exclamó Richard. -¿Vamos a jugar entonces? –La niña asintió alegre. –Bien –le sonrió. – Pues vamos, pequeña. –Castle se levantó y la cogió de la manita para dirigirse a la zona de juegos con ella.
Richard pasó toda la tarde jugando con Sophie hasta que la niñera la llamó para volver a casa. Se montaron en el tobogán, en los columpios, jugaron en la arena y con Lya,… La niña no había parado de reír y Rick era feliz simplemente de ver a esa pequeña tan alegre. Castle le prometió que iría más tardes a jugar con ella.
***
Viernes, 3 de febrero.
Como cada mañana, Castle, se dirigía a la misma pequeña cafetería a por su dosis matutina de cafeína antes de ir al hospital a entregar todas las solicitudes firmadas que había logrado la tarde anterior. Esa tarde no iría a informar la gente y lograr más donantes, sino que iría al parque a jugar con la pequeña Sophie después de ir a comer a un lujoso restaurante con su madre, al restaurante que ella quería.
Iba tan distraído recordando la tarde que había pasado jugando con la pequeña, que, cuando llegó a la puerta, no se dio cuenta que alguien salía y se tropezó con ella. Tirándole el café encima. Rick enseguida se disculpó pero a la mujer, a la que le había estropeado la camisa con el líquido marrón, no le llegaba con su “Disculpe”.
-¡Debería tener más cuidado! –le gritó enfadada.
-Disculpe, yo no quería –repitió.
-Claro, claro, no quería pero ¡¿ahora qué hago yo?! –seguía con el mismo tono enfadado mirándolo de igual manera.
-Si quiere puedo comprarle yo otro café.
-No es el café, idiota, ¡es la camisa! –gritó.
EL escritor se fijó ahora el desastre que ahora era la camisa de aquella mujer que iba vestida con un traje de chaqueta gris y lo que antes era una camisa blanca. Lleva su pelo ondulado suelto. Y sus ojos verdes, ¡sus ojos eran preciosos! Rick se fijó que era muy guapa, no solo por sus ojos (aunque eso era lo que más le había llamado la atención), aún tan enfadada. Y, también, se fijó en que su camisa mojada transparentaba su sujetador negro.
Kate al ver donde tenía posada la mirada el escritor, le dio un pequeño golpe en el hombro para que dejara de mirarle las tetas. -¡Serás cerdo! Encima que me estropeas la camisa… -espetó.
-Lo… lo siento.
-Ya –dijo con sorna. Kate pasó por el lado del escritor para irse chocando hombro con hombro. Iba mal de tiempo y ahora tenía que volver a su casa para cambiarse. ¡Iba a llegar tarde a uno de sus juicios más importante!
***
Sophie corrió al encuentro de Rick cuando lo vio aparecer en el parque. Richard le sonrió y se agachó.
-¡Has venido! –exclamó la pequeña alegre.
-Te dije que vendría más días a jugar contigo. –Sonrió.
A lo lejos Jim observaba la escena con los ojos entrecerrados. No sabía quién era la persona con la que su nieta hablaba, Rick estaba de espaldas a él, y decidió levantarse para ir allí y averiguarlo pero se vio interrumpido por la llegada de su hija.
-Papá –le dijo mientras lo abrazaba y le deba un beso. –Gracias por cuidar de Sophie.
-De nada, es un placer cuidar de mi pequeña nieta, ya lo sabes -sonrió.
-Por cierto, ¿dónde está? – le preguntó después de devolverle la sonrisa.
-Allí –le dijo mientras le señalaba el lugar.
-¿Quién es? –preguntó con el ceño fruncido.
-No sé, pero vamos a averiguarlo. –Terminó de decir mientras los dos se dirigían al lugar donde se encontraba Sophie con Rick.
Lo que yo decía que se os había pasado era esto:
Me explicaré mejor. Aunque se trasladara a un país con un mayor número de donantes, siempre gozan de preferencia los ciudadanos del país; eso significa que, usted, tendría más posibilidades que aquí, pero no tantas como para albergar auténticas esperanzas. En definitiva, lo que estoy tratando de decirle es que a estas alturas solo la puede salvar un milagro. Me apena mucho, pero esta es la situación.
Ese "la" no era un error. En todo momento hablan de "esa persona". así que no es Rick el que está enfermo, sino su madre
Caskett23- As del póker
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Fecha de inscripción : 30/03/2013
Edad : 30
Localización : Cádiz
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Por dios me has dejado con la boca abierta, la verdad que es un "alivio" que sea Martha la que esta enferma y la manera en la que has abordado el encuentro entre Sophie y Rick es encantado. Me gustan como van las cosas y te puedo decir desde ya que me tienes completamente enganchada a esta historia. espero que la sigas pronto porque me has dejado con muchísimas ganas de seguir leyendo. Gracias
erikal- Actor en Broadway
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 21/07/2013
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Ains, pero como lo dejas así????? Un gran capítulo. Me ha gustado mucho como la pequeña, al escuchar que era del extranjero, ha ido a preguntarle si conocía a su papá, cómo Rick se quedó a jugar con ella para animarla.
El primer encuentro que ha tenido con Kate, muy bueno que se diga no ha sido, jejeje, esperemos que el segundo sea mejor, jejeje.
Me da mucha pena Marta, el que no sepa que es lo que le pasa, que den pronto con un donante
Espero que puedas continuar pronto.
Por cierto, volví a leerme el cap.1 para ver el detalle wue se me había escapado, pero tampoco lo vi ,que torpe, aclarado ahora con este.
.
El primer encuentro que ha tenido con Kate, muy bueno que se diga no ha sido, jejeje, esperemos que el segundo sea mejor, jejeje.
Me da mucha pena Marta, el que no sepa que es lo que le pasa, que den pronto con un donante
Espero que puedas continuar pronto.
Por cierto, volví a leerme el cap.1 para ver el detalle wue se me había escapado, pero tampoco lo vi ,que torpe, aclarado ahora con este.
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Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Lo primero te has quedado en lo mejor y pobre Martha se tiene que poner bien eeee que mona es Sophie con Rick sigue pronto un beso
CovadongaNathan- Ayudante de policia
- Mensajes : 139
Fecha de inscripción : 05/05/2013
Edad : 24
Localización : Malaga
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Q bonita... Me encanta. Pero como lo dejas ahí,
Cada día mejor, continúa pronto...
Cada día mejor, continúa pronto...
anfrig- Ayudante de policia
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 08/02/2013
Localización : VIGO
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Bien, bien, bien, veo que la cosa se va encauzando, jajajaja pues no era por necesitar abogado precisamente como se iban a encontrar, claro que no conocía el pequeño de talle de Sophie, jajajaja Muy bien traído el asunto, veo que lo tienes muy pensado y eso me parece fenomenal, pues si tienes todo muy hilado será más fácil que desarrolles la historia más rápido y con menos inconvenientes, jajajajaja Y LO QUE MÁS ME INTERESA, MÁS RÁPIDAMENTE!!!!
Me parece una historia nueva con un enfoque que coincide con alguna otra pero lo importante es la esencia y cómo lo vayas a escribir tú, pues aún con las mismas premisas, las historias cambian según quién las cuenta y cómo las cuenta, que en definitiva es lo que importa. Por el momento me está gustando mucho como la cuentas tú por lo que te voy a seguir de cerca, jajajajaja
Sigue pronto que está muy interesante y tiene mucho morbo el re-encuentro de estos dos, jajajaja después de lo de la camisa, no creo que a Kate le agrade mucho volver a verle y menos con su hija, jajajajajajaja.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
P.D. Me chocó ese LA pero después de repensarlo caí en la cuenta de la posibilidad de que se tratase de Martha, yo no lo habría puesto tan fácil, con un LO habría sido suficiente, jajajajajaja
Me parece una historia nueva con un enfoque que coincide con alguna otra pero lo importante es la esencia y cómo lo vayas a escribir tú, pues aún con las mismas premisas, las historias cambian según quién las cuenta y cómo las cuenta, que en definitiva es lo que importa. Por el momento me está gustando mucho como la cuentas tú por lo que te voy a seguir de cerca, jajajajaja
Sigue pronto que está muy interesante y tiene mucho morbo el re-encuentro de estos dos, jajajaja después de lo de la camisa, no creo que a Kate le agrade mucho volver a verle y menos con su hija, jajajajajajaja.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
P.D. Me chocó ese LA pero después de repensarlo caí en la cuenta de la posibilidad de que se tratase de Martha, yo no lo habría puesto tan fácil, con un LO habría sido suficiente, jajajajajaja
agecastbet- Escritor - Policia
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
wow ese primer encuentro echo humo esperemos k el segundo sea un poco mas calmado aunk lo dudo, con esta kate polvorita esperemos k jim la controle un pokito y por lo menos le deje explicarse un poco mas! continua pronto k me dejas en ascuas! por favor!
cururi- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Buenoooooooo ya me he enganchado a otra historia y esta me está gustando mucho, me ha pasado que yo también creía que era Castle el que estaba enfermo perooooooooo no xD asi que Castle se traslada a EE.UU y se encuentra con una niña que no tiene padre no tiene mucho que ver con la serie y eso me gusta a ver como Marta se pone buena yo ya me imagino cosas que no quiero que pasen xD pero no las figo que si no jajaj esta historia tiene muchas posibilidades y escribes muy bien es fácil de imaginarse todo así que sigue por favor un beso y como dices a donar que para que queremos nada cuando ya no estamos.
dcastle- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Me alegra haberte sorprendido. Sí, supongo que siempre es peor que sea Rick o Kate en que está enfermo, Martha es un personaje segundario... Los dos han vivido lo mismo, así que Rick entiende perfectamente con esa niña y empatiza con ella con toda la facilidad del mundo. No sé cuándo podré, ya que hasta el viernes tendré todas las tardes y mañanas ocupadas (llego a casa de noche) así que.. Gracias a ti por leer y comentarerikal escribió:Por dios me has dejado con la boca abierta, la verdad que es un "alivio" que sea Martha la que esta enferma y la manera en la que has abordado el encuentro entre Sophie y Rick es encantado. Me gustan como van las cosas y te puedo decir desde ya que me tienes completamente enganchada a esta historia. espero que la sigas pronto porque me has dejado con muchísimas ganas de seguir leyendo. Gracias
jaja es que ya era muy largo xD La pequeña me da pena.. pobre tiene que ser duro, yo he vivido casos de cerca y bueno.. Ya sabes a Rick le encantan los niños y esa niña pues ya le ha robado el corazónYaye escribió:Ains, pero como lo dejas así????? Un gran capítulo. Me ha gustado mucho como la pequeña, al escuchar que era del extranjero, ha ido a preguntarle si conocía a su papá, cómo Rick se quedó a jugar con ella para animarla.
El primer encuentro que ha tenido con Kate, muy bueno que se diga no ha sido, jejeje, esperemos que el segundo sea mejor, jejeje.
Me da mucha pena Marta, el que no sepa que es lo que le pasa, que den pronto con un donante
Espero que puedas continuar pronto.
Por cierto, volví a leerme el cap.1 para ver el detalle wue se me había escapado, pero tampoco lo vi ,que torpe, aclarado ahora con este.
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Y Martha a ver, supongo que algún día se tendrá que enterar...
Es que puede parecer que es un error más o ir leyendo y no darte cuenta...
jaja sí, en lo mejor xD Y Martha no sé Sophie es <3 jajajCovadongaNathan escribió:Lo primero te has quedado en lo mejor y pobre Martha se tiene que poner bien eeee que mona es Sophie con Rick sigue pronto un beso
Es que ya era muy largo No sé cuándo lo haré...anfrig escribió:Q bonita... Me encanta. Pero como lo dejas ahí,
Cada día mejor, continúa pronto...
No yo tampoco creo que le haga mucha gracia encontrárselo con su hija después de que le haya tirado el café encima. No, no era por necesidad de un abogado pero quién sabe si en el futuro..agecastbet escribió:Bien, bien, bien, veo que la cosa se va encauzando, jajajaja pues no era por necesitar abogado precisamente como se iban a encontrar, claro que no conocía el pequeño de talle de Sophie, jajajaja Muy bien traído el asunto, veo que lo tienes muy pensado y eso me parece fenomenal, pues si tienes todo muy hilado será más fácil que desarrolles la historia más rápido y con menos inconvenientes, jajajajaja Y LO QUE MÁS ME INTERESA, MÁS RÁPIDAMENTE!!!!
Me parece una historia nueva con un enfoque que coincide con alguna otra pero lo importante es la esencia y cómo lo vayas a escribir tú, pues aún con las mismas premisas, las historias cambian según quién las cuenta y cómo las cuenta, que en definitiva es lo que importa. Por el momento me está gustando mucho como la cuentas tú por lo que te voy a seguir de cerca, jajajajaja
Sigue pronto que está muy interesante y tiene mucho morbo el re-encuentro de estos dos, jajajaja después de lo de la camisa, no creo que a Kate le agrade mucho volver a verle y menos con su hija, jajajajajajaja.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
P.D. Me chocó ese LA pero después de repensarlo caí en la cuenta de la posibilidad de que se tratase de Martha, yo no lo habría puesto tan fácil, con un LO habría sido suficiente, jajajajajaja
Sí, lo tengo casi todo pensado, pero eso de seguir pronto es más por tiempo que por otra cosa..
PD: jajaja puede parecer un error más... pero es que la cosa era dar un detalle desconcertante xD si pongo "lo" ya no hubiese valido que en este capi diga que es Martha.
o no sea más calmado no creo que a Kate le guste encontrárselo con su hija. O Jim la ayuda, quién sabe..cururi escribió:wow ese primer encuentro echo humo esperemos k el segundo sea un poco mas calmado aunk lo dudo, con esta kate polvorita esperemos k jim la controle un pokito y por lo menos le deje explicarse un poco mas! continua pronto k me dejas en ascuas! por favor!
jaja dilas, dilas, a lo mejor ya las tengo pensadas xD sí es bastante diferente a la serie y tiene muchos caminos por donde seguir. yo casi que sé ya cómo quiero que sea xD Sí, hay que hacerlo! Graciasdoricastle escribió:Buenoooooooo ya me he enganchado a otra historia y esta me está gustando mucho, me ha pasado que yo también creía que era Castle el que estaba enfermo perooooooooo no xD asi que Castle se traslada a EE.UU y se encuentra con una niña que no tiene padre no tiene mucho que ver con la serie y eso me gusta a ver como Marta se pone buena yo ya me imagino cosas que no quiero que pasen xD pero no las figo que si no jajaj esta historia tiene muchas posibilidades y escribes muy bien es fácil de imaginarse todo así que sigue por favor un beso y como dices a donar que para que queremos nada cuando ya no estamos.
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Muy bueno, continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Gracias, intentaré el finde_Caskett_ escribió:Muy bueno, continua pronto.
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Iba a subir el siguiente capítulo hoy, lo prometo. Pero mi familia no ha estado por la labor y no llevo casi nada. Si cuando termine de ayudar a mi madre con la cena y la comida para mi padre para mañana, le haga a mi hermana la presentación de Power Point y tooodo lo demás si me da tiempo, subo un capítulo aunque sea cortita ya que sino hasta el finde que viene (si acaso) nada de nada...
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Por favor necesitamos el capituloooooo. Bueno es broma, sigue cuando puedas.
erikal- Actor en Broadway
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Yo, a pesar de mi dolor de muelas, entendí desde un principio que era Martha la que necesitaba un trasplante, pero no sabía si era un error mio o que xD. Me gusta este fic, además de estar bien escrito es original, me encanta como lo llevas es... adictivo. Enganchas con cada palabra. No puedo decir mucho más con el dolor de muelas impidiendome pensar, pero, al menos, me has hecho olvidar de ciertas muelas durante un rato. Gracias .
okusak- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Lo siento pero al final no me dio tiempo... pero aquí está ya, aunque es más corto que los otros dos....erikal escribió:Por favor necesitamos el capituloooooo. Bueno es broma, sigue cuando puedas.
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Me alegro de haberte hecho olvidar durante un rato de las muelas, para mí un dolor de muelas es lo peor... que te mejores con eso!okusak escribió:Yo, a pesar de mi dolor de muelas, entendí desde un principio que era Martha la que necesitaba un trasplante, pero no sabía si era un error mio o que xD. Me gusta este fic, además de estar bien escrito es original, me encanta como lo llevas es... adictivo. Enganchas con cada palabra. No puedo decir mucho más con el dolor de muelas impidiendome pensar, pero, al menos, me has hecho olvidar de ciertas muelas durante un rato. Gracias .
Pues no acertaste jaja Gracias y espero que te siga gustando
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Capítulo 3
Los dos Beckett caminaban a paso ligero con la misma expresión en su rostro, ambos fruncían el ceño.
-¡Mamá! –gritó Sophie cuando la divisó por encima del hombro de Rick. La niña salió corriendo esquivando al escritor. Kate se agachó y abrió sus brazos para recibir a su hija. La pequeña, nada más estar en los brazos de su madre, plantó dos sonoros besos en la mejilla de ésta. La abogado rio y le devolvió los besos de la misma manera.
Kate Beckett parecía haberse olvidado del hombre que hablaba con su hija pero Jim no. El señor Beckett escrutaba con la mirada al escritor.
Castle se había puesto de pie y se había girado para conocer y presentarse a la madre de esa niña que le había robado el corazón pero su sonrisa se esfumó nada más ver quién era la madre de la pequeña.
La vio interactuar con Sophie y no parecía para nada la misma mujer de esa misma mañana. Su fuerte carácter y su mal humor habían desaparecido. Ahora solo podía percibirse ternura y dulzura en ella.
-¿Quién eres tú y qué hacías con mi nieta? –le preguntó el abogado, ahora jubilado, a Richard. Jim seguía con el ceño fruncido.
Castle lo miró, no se había percatado de su presencia. Él solo se había fijado en la madre de Sophie. –Eeeeh… yo… -decía el escritor sin llegar a pronunciar algo coherente mientras se rascaba la cabeza. - Yo soy Richard Castle, señor, un gusto –se presentó mientras extendía la mano para saludarlo.
Con el mismo gesto que antes, Jim, miró al escritor y luego su mano. Al ver que aquel hombre no tenía intención de estrechársela en modo de presentación, Castle, la retiró.
-¿Qué hacías con mi nieta? –Al escuchar esa pregunta, Kate, se puso de pie con su hija en brazos, alzando su vista hasta a aquel hombre que había visto interactuar con su hija. La abogada había estado escuchando atentamente lo que Sophie le contaba, algo que había hecho en la escuela por lo que su profesora la había felicitado.
-¿Tú? –preguntó con incredulidad al reconocer a Castle sin dejar responder a éste a la pregunta de su padre. Rick pudo ver como la ternura y la dulzura habían desaparecido y como había vuelto a ser la misma mujer de mal carácter de esa mañana. El escritor tragó saliva. Esto iba a ser peor de lo que pensaba.
Jim miró a su hija. -¿Lo conoces?
-Puede decirse que sí, pero eso ahora no importa. ¿Qué hacías con mi hija? –la abogada lo miraba con los ojos entrecerrados.
-Yo… yo solo hablaba –contesto con sinceridad.
-¿Hablar? Ya –replicó con sarcasmo Kate. -¿Con una niña de tres años? –inquirió con tono enfadado, casi gritando.
-Sí –el escritor iba a continuar pero se vio interrumpido por la abogada.
-No te quiero volver a ver cerca de mi hija. –Sentenció.
-Pero si ¡yo no hacía nada malo! –exclamó el escritor. –Por favor, ¡es solo una niña! ¿Qué podría hacerle? –En contestación Kate lo miró con furia. –Vale, no ha sido una buena idea hacer esa pregunta. Yo… yo nunca haría eso que estás pensado.
-¿No? Y eso ¿cómo lo sé?
-Porque yo no soy ese tipo de persona.
-Y yo simplemente tengo que creerte, así, sin más.
El escritor resopló y dejó caer sus brazos agotado. –No, a ver, yo… –Castle suspiró. Todo estaba siendo demasiado complicado.
-Tú nada. Ya te lo he dicho, no quiero volver a verte cerca de mi hija o te denunciaré. ¿Te queda claro? –la abogada seguía utilizando el mismo tono enfadado.
-Mami –la llamó Sophie mientras posaba su manita en la cara de su madre. Kate la miró y se dio cuenta de que su hija estaba asustada. La niña nunca había presencia algo así y menos la había visto tan enfadada.
-No pasada nada, cariño –le habló con tono dulce, intentando calmarse. –Tranquila –Beckett besó la frente de su hija.
-Entonces, ¿por qué le gritas a mi amigo Rick? -¿Su amigo Rick? ¿Eso había dicho su hija? Kate miró a su padre pero éste negó con la cabeza en contestación a la pregunta que su hija le hacía con sus hijos. Sophie agarró a su madre con sus dos manos haciendo que la mirara.
-Cariño, es muy grande para ser tu amigo. –Kate miró al escritor, éste estaba con los brazos en jarras vuelto de espalda mirando al cielo.
-Pero Rick es mi amigo y juega conmigo y me cuenta cuentos. ¿Te acuerdas? Yo te hablé de él. –Ese momento Kate recordó. Hacía un par de días, Sophie, había llegado a casa hablándole de su nuevo amigo Rick, pero ella qué se iba a imaginar que “su amigo Rick” era ya un hombre hecho y derecho. Kate asintió. –Entonces, ¿por qué le gritas? –insistió.
Beckett no sabía qué contestarle a su hija, así que miro a su padre en busca de ayuda. –Ven, pequeña, vamos a jugar mientras mamá habla con Rick –Jim cogió a su nieta de brazos de su hija y se alejó a la zona de juegos con ella.
-Así que ¿no es la primera vez que te acercas mi hija? –preguntó al escritor achicando los ojos.
Castle se dio la vuelta. –No, el otro día yo estaba en el parque por casualidad y…
-¿Con qué derecho? –La abogada lo cortó y siguió a la carga.
-¿Con qué derecho me tomas tú a mí por un pedófilo, por favor? –le replicó Richard levantado las manos.
-Con el derecho que me da verte con mi hija de tres años.
-Y ¿Por qué estoy hablando –Rick remarcó esa palabra- hablando –repitió en el mismo tono – ya soy un pedófilo?
-Es todo muy raro y me haces tener sospechas. Te quiero lejos de mi hija.
-Esto es más por lo de esta mañana que por el hecho de haberme encontrado con ella –afirmó el escritor.
La abogada no dijo nada al respecto. –Lejos de mi hija –repitió. Kate se dio la vuelta para ir a encontrarse con su padre y su hija. Cuando hubo dado dos pasos se volteó de nuevo y vio a Rick en la misma posición. –La próxima vez que te vea cerca de ella te denuncio- tras decir eso se fue.
Castle volvió a posar sus manos en su cintura y dirigió su mirada al cielo. Todo había sido demasiado raro y exagerado. ¡Tan solo estaba hablando con Sophie! Ni siquiera había invadido el espacio personal de la pequeña. Él nunca le haría daño a un niño y menos ese tipo de daño, ¡por Dios! ¿Por quién lo habían tomado? Ah, sí, por un pedófilo. Castle agachó la cabeza y la sacudió. Alzó la vista parar a Sophie a lo lejos y suspiró. Él de verdad le había cogido cariño a esa niña. Ella había hecho que sonriera. Era la única que había logrado que sonriera sinceramente desde que el doctor le había dado aquella amarga noticia. Ahora no podría volver a cercarse a ella. La pequeña también pareció haber disfrutado de aquella tarde. Richard volvió a suspirar antes de irse de allí.
Kate, que había estado disimuladamente mirando al escritor, lo vio irse y soltó todo el aire que estaba conteniendo. Jim se acercó hasta su hija y se puso a su lado.
-¿Qué ha sido lo de antes? –le preguntó.
-Nada.
-¿Nada? Katie, nunca te he visto tan alterada por algo tan… no sé, no es la primera vez que ves a Sophie hablar con un hombre. Tú sabes que tu hija se acerca a cualquiera que piensa que puede decirle algo sobre su padre.
-Lo sé. –Afirmó agachando la cabeza.
-¿Entonces? ¿De qué lo conoces?
-Esta mañana me choqué con él al salir de una cafetería, me tiró el café encima. ¡Hizo que llegase casi tarde al juicio! ¡Mi cliente fue el que me tuvo que esperar cuando yo siempre soy la que los espero! Y ya sabes lo importante que era este juicio.
-Katie, fue un accidente. Estoy seguro que hace un momento te estabas desquitando con él más por lo del juicio que por haberlo visto hablando con Sophie.
-De todas formas no quiero verlo cerca de ella. No me transmite confianza.
-Pero si no lo conoces, además, tampoco es que lo hayamos dejado explicarse mucho.
-Lo conozco lo suficiente para no quererlo cerca de Sophie –Dijo mientras recordaba cómo le había mirado las tetas a través de su blusa mojada de café.
Jim no dijo nada más. Sabía que no iba a llegar a nada con su hija. Cuando a Kate se le metía algo entre ceja y ceja no había nada ni nadie que la hiciese cambiar de opinión.
XXX
Rick decidió ir andando hasta el loft, estaba bastante lejos pero tenía tiempo. Era menos de las 5 de la tarde y su madre no volvería hasta cerca de las 10. Cuando llegase a su casa, cocinaría el plato favorito de su madre. Le gustaba cocinar y eso lo mantendría distraído por un rato. No quería pensar ni en lo que había ocurrido hace un rato ni en lo que le pasaba a su madre.
Durante el trayecto Rick miró alrededor, tratando de encontrar algo bonito en el nuevo paisaje. Y era realmente bonito, pero, en su corazón, nada podría reemplazar jamás Bogotá, la ciudad que tanto quería, el escenario de su adolescencia. Los mejores años de su vida.
Procuró distraerse, pues las primeras lágrimas amenazaban con anegarle los ojos. Todo había cambiado tanto en tan poco tiempo.
XXX
El fin de semana había pasado bastante rápido para Kate que procuraba pasar todo el tiempo que tenía libre con su hija. Los fines de semana casi siempre tenían la misma rutina, la llevaba al centro comercial, comían en el restaurante preferido de Sophie (un pequeño establecimiento con colchonetas para que lo más pequeños jugasen mientras esperaban la comida o mientras esperaban a que sus padres terminasen de comer), la llevaba al Zoo o al acuario, la llevaba al parque…
Era domingo y madre e hija comían sus hamburguesas.
-Mamá –la llamó para captar de nuevo la atención de su madre.
-Dime, cariño –le contestó mientras cogía su refresco para darle un sorbo.
-¿Ahora podemos ir al parque? –Kate asintió, tragando el bocado de hamburguesa que tenía en la boca. –Espero que hoy vaya Rick, me dijo que iría más días a jugar conmigo pero desde que tú le gritaste no ha ido más.
-Cariño, Rick es demasiado grande para jugar contigo. Hay muchos niños y niñas en el parque con lo que puedes jugar.
-Pero ¡yo quiero jugar con Rick! Y que me cuente cuentos de la princesa Sophie.
Kate suspiró. Su hija era igual que ella y nada la haría cambiar de opinión.
XXX
Richard había aprovechado el tiempo libre que su madre tenía entre casting y casting para pasarlo con ella. Quería disfrutar todo lo que pudiese de ella. Desgraciadamente los casting no dejaban a su madre mucho tiempo libre pero no podía decirle nada. Además, eso la hacía feliz y con eso se conformaba.
XXX
6 de febrero
El escritor esperaba en la cola de la cafetería a la que iba todas las mañanas antes de ir al hospital cuando la puerta se abrió y Kate entró. Sus miradas se encontraron y Castle agachó la vista y se dio la vuelta mirando la espalda del hombre que le precedía.
Al ser Rick el último, Kate, se puso detrás de él pero dejando más distancia de lo normal en ese tipo de colas.
Cuando Castle obtuvo su café salió de aquel establecimiento sin ni siquiera volverla mirar. Estaba, realmente, enfadado por todo lo que ella le había dicho el viernes anterior en el parque y todo lo que había insinuado, sobre todo por eso.
Kate sacó su monedero para pagar su café pero el camarero le dijo que su café ya estaba pagado. El hombre anterior a ella lo había hecho. Le había dicho que se lo debía o algo así. La mente de la abogada viajó hasta la mañana del viernes, él le había dicho que le compraba un nuevo café. Beckett se alejó del mostrador con su café en la mano confundida. Después de todo él se lo había “comprado”.
Siento haber tardado tanto pero no he tenido mucho tiempo... y el domingo al final no pude. Es más cortito pero es que ya muero de sueño... Intentaré subir el próximo el finde. Buenas noches!
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Que mal carácter el de kate!! Pobre rick por la situación tan difícil que esta pasando y kate tratándolo tan mal
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Por un lado entiendo la reacción de Kate, hoy en día no te puedes fiar de nadie, pero es que no le ha dejado al pobre ni explicarse, directamente lo ha atacado, ufff, menudo carácter.
Espero que puedas continuar pronto.
Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
La reacción de kate la he visto realista y el personaje de Rick transmite simpatia, es decir, con todo lo que esta pasando el pobre es muy dificil no sentir empatia por él. Tengo ganas de saber cómo sigue la historia estoy completamente enganchada. Un saludo.
okusak- Policia de homicidios
- Mensajes : 749
Fecha de inscripción : 03/05/2012
Edad : 34
Localización : Entre la nebulosa Nervitana y el país de nunca jamás.
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Me has enganchado desde el principio con esta historia, el capitulo es muy bueno, el pobre Rick siempre se lleva todos los palos, pero la reaccion de Kate como madre tambien logica. Espero que los vayas acercando, que ambos se merecen unos cariñitos. Sigue pronto que me tienes en ascuas. Gracias
erikal- Actor en Broadway
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 21/07/2013
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Pobre Rick pero bueno cualquiera reaccionaría así... el otro día puse que me imaginaba lo que iba a pasar no? bien pues va a ser que no, que no pasa lo que me he imaginado jajajaj y mejor, me gusta mucho más esto...Escribes muy bien, muy bien contado y nos metes dentro desde la primera línea... estoy enganchada
quero mássssssssss. Un beso
quero mássssssssss. Un beso
dcastle- As del póker
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